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Iglesia, Sindicatos y Trabajadores Católicos en la Semana Trágica (Buenos Aires) (página 2)


Partes: 1, 2

La guerra mundial implicó también consecuencias para la Argentina. El proceso crítico golpeó fuerte a una economía argentina estrechamente vinculada a los países beligerantes, y con ella a los trabajadores. En esos años el promedio de los salarios mensuales siguió una tendencia decreciente que de sesenta y ocho pesos en 1914 pasó a ser de cuarenta y dos en 1918 mientras la desocupación y el costo de vida se incrementaban. Cuando en enero de 1919, en torno a la problemática de los talleres Vasena y a la huelga general declarada en solidaridad con los trabajadores de la empresa metalúrgica, se desató la violencia, las tendencias existentes dentro de la clase trabajadora expresaron una rica síntesis de su historia y sus perspectivas. Estas se evidenciaron en las publicaciones realizadas al calor de los acontecimientos, así mientras La Vanguardia del Partido Socialista -imbuido en la estrategia parlamentarista reformista pregonada por la segunda internacional- reclamaba prudencia y sensatez, los anarcosindicalistas reclamaban y observaban en la sucesión de actos el inicio de la revolución. En su edición del 10 de enero de 1919, el diario anarquista La Protesta proclamaba "El pueblo está para la revolución. Lo ha demostrado ayer al hacer causa común con los huelguistas de los talleres Vasena".

Sin negar la importancia de los estudios referentes a las tendencias mencionadas en el párrafo anterior, y debido a las líneas mencionadas en el anterior apartado, en este trabajo preferimos estudiar el papel desempeñado por la Iglesia y los Sindicatos y Obreros Católicos en el proceso. Pues, como dijéramos, la semana trágica establece una instancia de definiciones donde cristalizó toda la carga histórica e ideológica de un largo período inaugurado bajo el reinado de las condiciones de producción capitalistas en Argentina. La Iglesia Católica y sus Círculos Obreros, sus perspectivas, su ideología, no escapan a esta situación.

A fin de lograr una correcta resolución de la tarea que nos hemos propuesto, hemos decidido iniciar la exposición partiendo de la postura teórica de la Iglesia frente al trabajo, frente a la clase trabajadora, frente al capitalismo y frente a la lucha de clases y sus formas "violentas" de manifestarse. El estudio de las caracterizaciones que hace la Iglesia Católica a estos respectos, su rol ideológico dentro del entramado social y su accionar hacía la clase trabajadora mantienen una coherencia que se verá manifiesta en el apartado dedicado al proceso de lucha desatado en La Semana Trágica de Enero de 1919.

BIENAVENTURADOS LOS POBRES, LOS QUE SUFREN, PUES DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS

(Mateo, Versículo 3)

Aparencialmente La Iglesia Católica pregona una actitud favorable hacía la clase trabajadora. Desde la fuente primera del dogma, La Biblia, surgen palabras que estimulan la esperanza de "los pobres", de ellos, pues, será el reino de los cielos. En el mundo próximo, es decir el mundo materialmente sensible y real, la cosa es un poco distinta. Su accionar se ha centrado en salvar a la sociedad -un tipo de sociedad, y cierto tipo de relaciones sociales-, la propiedad y la familia, de los enemigos disolventes, los "enemigos de la Iglesia": El anarquismo y el socialismo ateos. La intensa tarea ideológica de la Iglesia se vio reflejada en su accionar dentro del Círculo de Obreros Católicos. Así pues las resoluciones del Círculo de Obreros Católicos nos presentan un panorama bastante preciso del tipo de propaganda desplegada dentro de las filas obreras.

Las particularidades de las resoluciones en los congresos de los Círculos Católicos y la Liga Social evidenciaron preocupaciones referentes a distintos aspectos de la realidad. Sin embargo aun cuando la exposición pareciera ser pura materia religiosa, en realidad no lo es. Cuando las resoluciones centran su atención sobre la neutralidad religiosa en la sindicación obrera, lo que corre debajo de sus menciones no es un mero problema teológico –no es el problema la negación de la existencia de dios- sino una clara alusión al anarquismo y al socialismo, y las derivaciones que se deducen de ella: "la neutralidad religiosa (…) en la sindicación obrera, no es sino una fórmula hipócrita, en el fondo la más intolerante, que deja sin base doctrinal y sin criterio moral a la organización más representativa de la clase, tan necesitada como la que más de principios fijos que marquen a los propios y ajenos derechos y deberes, y que consoliden el reinado de la justicia en el mundo del trabajo" Esa justicia y esa moral son los dictados por dios, y ejecutados por su representante en la tierra: La Iglesia. No se colocaba en tela de juicio las nociones de organización de la clase, sino su composición ideológica. Deducimos además que antes que buscar la disolución de las organizaciones obreras, los intentos parecerían ir en la dirección contraria. La clase obrera debe estar organizada, así como las otras clases sociales. Tal, evidencia una primera presencia de una noción de estado corporativo "Los sindicatos obreros católicos no se oponen a la organización de otras clases sociales, antes bien desean la constitución de obreros y patrones, y la representación legal de unos y otros". No ha sido pues la negación del conflicto entre Capital y Trabajo sino su reconocimiento, las potencialidades que conlleva, lo que inspiró a la Iglesia Argentina a tomar cartas en el asunto, esas cartas buscan precisamente "limar los extremos" que presenta la lucha de clases. Tal posicionamiento posee simetrías con lo que fuera la Encíclica Rerum Novarum, escrita en 1891 por León XIII, que tenía como principal objetivo sentar las bases de la Doctrina Social de la Iglesia, es decir, elaborar un programa reformista que fuera capaz de contener la desbordada situación en que se encontraba la lucha de clases en Europa. A tal fin, frente a la lucha de clases, el Congreso de Católicos-Sociales de Mayo de 1919 en su apartado referente a Formación obrera y orientaciones sindicales dice lo siguiente "A la lucha de clases, que es la guerra social, hay que oponer la defensa de la clase y la unión de todos por la vida" El ideal de alianza de clases, armonía de clases, y paz entre clases, fue el móvil de la iglesia. Deberíamos decir, además que, esa unión de todos por la vida, es por un tipo de "vida" peculiar y característico, que sin embargo nunca es definido explícitamente más que con frases tales como "el orden natural". La preocupación de la Iglesia Católica estuvo fundada en esos elementos disolventes que pregonaban la guerra de clases. Ésta pues "no solo resulta antisocial y dañosa a los intereses obreros, sino que, de ordinario es el medio de que se sirven los leaders sindicalistas, para convertirse en caciques de las masas trabajadoras"" Así la violencia aparecería contraria a los intereses de la clase trabajadora, impulsada por elementos ajenos a ella- Los "Leaders", e históricamente opuesta a los designios de dios. Claro está que esa oposición teórica a la utilización de la violencia ha tenido su contrapunto en la historia real del cristianismo.

Desde la Teoría de la Paz de Dios la utilización de la violencia ha sido legitimada en la lucha contra los infieles. En aquellas épocas medievales, en los albores del feudalismo, el temor a la "disolución del orden social" se presentaba como temor a la destrucción y pillaje de la propiedad eclesiástica provocada por la guerra interseñorial. El espiral de violencia en que estaba sumergida la sociedad europea de entonces fue pues expulsada hacía los márgenes de la cristiandad, contra los enemigos de dios, contra los "infieles", no solo estaba permitido, sino que era eminentemente saludable guerrear… Llegaron entonces Las Cruzadas. Luego, la Inquisición, se convirtió en la primera institución organizada para la búsqueda, captura y aniquilación de los elementos desestabilizadores dentro del propio cuerpo social europeo. "Brujas", "hechiceros", rebeldes y científicos sufrieron su persecución. Sin necesidad de remontarnos tanto en el tiempo, basta con recordar el papel legitimador de la violencia del Estado jugado por la cúpula de la Iglesia Católica en la última dictadura militar Argentina.

La condena de toda violencia por parte de La Iglesia no es verdadera, por el contrario la condena de la violencia tiende a aparecer en la iglesia cuando esta ve amenazadas las bases de su sustento. La violencia del Estado no es condenada, la de la clase obrera sí. "El Círculo de obreros católicos repudia todo procedimiento de violencia y de lucha ofensiva aplicado por los obreros asociados en contra del Estado, del capital, de los patrones, de los dirigentes profesionales o de los mismos trabajadores" En tal caso, la violencia de los obreros organizados no es más que un acto contra el orden social "cristiano" y es llevada adelante por enemigos de los supuesto intereses de la clase trabajadora: El socialismo y el anarquismo. "El Círculo de obreros católicos repudia toda solidaridad con las organizaciones de carácter socialista o anarquista, o del llamado sindicalismo de acción directa, contrarios al orden social cristiano y perturbadoras de la paz pública" Veremos más adelante cómo es defenestrada la violencia de anarquistas y socialistas mientras que se glorifica la represión del Estado y la de la Iglesia misma.

Esta suma de definiciones conceptuales no muestra qué tipo de caracterización de la realidad contemporánea realizaron los Círculos de Obreros Católicos, y cuál es el trasfondo conceptual guiado por la Iglesia. En ese sentido, la definición del concepto de propiedad, detallado en el "vocabulario explicativo" del congreso de Marzo de 1920, nos enseña la base desde la cual se construye su pirámide teórica: "Propiedad Privada: Es el ejercicio de un derecho natural en cuya virtud queda afectado un bien al uso exclusivo de la persona que lo retiene justa y plenamente" -El subrayado es nuestro-

Siendo para ellos la propiedad privada un derecho natural, es lógico, y consecuente, que cualquier programa o acción política que cuestione su divina naturaleza, reciba menosprecio y reprobación. En el mismo sentido la puesta en entredicho de la autoridad del Estado y de la Iglesia es igualmente denostada, siendo estas dos las más grandes instituciones guardianas de la paz social"Nada hace tanto daño a la causa de los obreros como el sindicalismo de sentido negativo y de lucha social, que más que edificar tiende a destruir, y que rechaza por estrechez de criterio toda intervención de las dos grandes potencias sociales: La Iglesia y el Estado."-el subrayado es nuestro-.

La clase trabajadora deberá sufrir para ganar el cielo, de modo alguno las acciones que intenten tomarlo contarán con el beneplácito de la Iglesia, la propiedad debe ser santificada y es de uso exclusivo de ciertas personas -de los burgueses-. La clase trabajadora paga así, trabajando para otros, la condena de Adán y Eva. En su encíclica Rerum Novarum el papa León XIII afirmaba. "Si algunos alardean de que pueden lograrlo, si prometen a las clases humildes una vida exenta de dolor y de calamidades, llena de constantes placeres, ésos engañan indudablemente al pueblo y cometen fraude que tarde o temprano acabará produciendo males mayores que los presentes. Lo mejor que puede hacerse es ver las cosas humanas como son y buscar al mismo tiempo por otros medios (…) el oportuno alivio de los males". -El subrayado es nuestro- Las cosas "como son" deben seguir siendo. La lógica del sufrimiento y la condena rodean al dogma y solo permite alivios parciales, naturalizando una vez más las relaciones sociales de producción capitalistas, y de allí su lógica en la acción de los Círculos de Obreros Católicos. En este sentido, esos alivios parciales parecen ser entendidos más como herramienta de contención de los trabajadores que como una conquista para ellos: Por ejemplo, al respecto de la necesidad de obras sociales para los trabajadores se afirma lo siguiente:"Los sindicatos que carecen de obras sociales (…) tienden casi inevitablemente a la agitación perturbadora y a la lucha social"

Así pues quedan expresados los más fundamentales postulados teóricos desde los cuales parten los Círculos de Obreros Católicos, y quedan también de manifiesto sus temores. A ese respecto debemos decir que los temores de la Iglesia a partir de 1917 y la revolución de octubre tuvieron, si se quiere, motivaciones reales. Contrariando la idea de que es un temor infundado podemos afirmar que poseía pues una base empírica. El informe de 1919 ya citado nos indica en su parte final los motivos de esta "preocupación" cuando describe la evolución de los miembros de lo que fuera la "Liga Social". En este sentido encontramos que hacía 1910 esta aparece con 824 miembros que hacía 1914 se han multiplicado hasta llegar a 4810. Así pues, la tendencia ascendente continuó hasta 1916 llegando a un máximo de 4827 miembros, mientras que en 1917 esa tendencia encontraría un freno, cayendo repentinamente su número a casi la mitad (2600). Hasta el año 1919, año del informe, si bien muestra cierta recuperación, no había vuelto a alcanzar su número máximo. A ello pues es preciso añadir la oleada de huelgas triunfantes y movilizaciones de la clase obrera organizada, a partir de la de la FOM en 1916, que alcanzarían su pico de tensión en la semana trágica de 1919. A este problema, y a la participación de los católicos, nos referiremos en el próximo apartado.

LA SEMANA TRÁGICA Y LOS OBREROS CATÓLICOS

Nestor Auza en su libro "Corrientes sociales del catolicismo Argentino" presenta de la siguiente forma los antecedentes del congreso de católicos sociales celebrado en Mayo de 1919: "Ante todo digamos que en el momento de decidirse la convocatoria, el movimiento obrero porteño, en su facciones anarquistas, sindicalistas y socialistas pasaba por una de su más trágicas y dolorosas etapas. Nos referimos a la tristemente conocida "semana trágica", que (…) dejó un saldo de muertos, heridos, presos, perseguidos y desaparecidos como nunca hasta entonces había ocurrido en la historia del movimiento obrero." Si bien el autor señala la existencia de grupos ciudadanos dispuestos a ejecutar por sí mismos una pseudo justicia, Auza carece de todo sentido critico hacía el accionar de la iglesia y los trabajadores católicos. En ningún pasaje menciona participación alguna de los trabajadores católicos en los hechos, y por ende tampoco en la violencia ejercida por estos contra los sectores del proletariado movilizado. El apartado dedicado a los Círculos de Obreros Católicos no posee más que un mero carácter descriptivo, en donde no se establecen las relaciones que los círculos católicos mantuvieron con otras fracciones organizadas de la clase, ni el carácter del sindicalismo católico. Claro está, el congreso de Mayo de 1919 se convoca apresuradamente para "afinar" ciertas cuestiones relacionadas a la organización interna de los círculos obreros y como consecuencia de los hechos de inmediatamente previos

En nuestra opinión se presenta como tarea a realizar el análisis real de estos sectores en los acontecimientos de enero. En ese sentido, como adelantáramos previamente, existió una coherencia significativa entre lo que se ha presentado como lógica teórica del catolicismo frente al conflicto entre capital y trabajo, frente a la lucha de clases, y la manifestación en el plano de la acción. La conciencia se transformó en presencia, la ideología en expresión real y material, el dogma en balas… y la violencia, muchas veces escondida socarronamente, fue, simplemente, violencia.

La evidencia de que disponemos para tratar el tema nos muestra que ya desde finales del año 1918 la propaganda y el accionar de grupos católicos seguía la tendencia de enfrentar y atacar a sus opositores. Así el diario El Pueblo, de clara tendencia católico-nacionalista, el 8 de Diciembre de 1918 describe los acontecimientos ocurridos en la plaza del congreso:

"Efectuóse el domingo por la tarde en plaza del congreso la conferencia organizada por la "Federación de los centros de acción y estudios sociales. Los oradores designados, Juan Podestá y Dionisio R. Napal, y los temas "Bolchevikismo y patria", "La república, ellos y nosotros" habían despertado mucho interés en el público (…).

Antes de la hora fijada, una concurrencia numerosa se congregó en la plaza. (…) Ocupó luego la tribuna, el señor Juan Podestá, quién estudio las causas originarias de la profunda perturbación social y los motivos que explican la violencia de los partidos extremos. Sus palabras, escuchadas con visible agrado, merecieron, en varios pasajes, la consagración del auditorio, que había seguido creciendo durante la disertación. Como el orador que ocupaba la tribuna en Entre Ríos y Rivadavia no podía ser oído por la gran cantidad de público que se había reunido, se decidió que el presbítero Napal hablara desde el monumento de los dos congresos.

Fue aquel un espectáculo imponente. (…). Desde una de las barandas, como sobre un plinto, la silueta del sacerdote, precisa y viril, se destacó dando una nota de valiente intrepidez. (…) Hora y media –sin más paréntesis que los dedicados a algunos pobres exaltados, que inútilmente intentaron provocar desorden- duró la exposición. El maximalismo y las bellezas de la revolución rusa; la autoridad moral de Ingenieros y demás adláteres que aquí pretenden propiciarlo; el factor judío en los movimientos revolucionarios del mundo; las evoluciones, el oportunismo y la admirable adaptabilidad de los campeones socialistas, fueron los capítulos salientes que la asamblea saboreó y que, en algunos casos aclamó ruidosamente, largamente.

El auditorio reprimió con inmediata y eficaz energía a algunos libertarios que se desesperaban por alterar el orden. La policía estuvo muy correcta.

Finalizado el discurso, la autoridad no pudo impedir que aquel concurso de pueblo, que no bajaba de tres mil personas, acompañara en manifestación al orador, cantando el himno nacional, vivando a la bandera y aclamando a las instituciones de la patria. "-El subrayado es nuestro-

Entre tanto, el mismo periódico, el día 9 de Diciembre -tan solo un día después del citado-, hacía mención a otra conferencia realizada por el presbítero Franceschi, cuyo eje principal fue "La democracia y la Iglesia" y de la cual los temas tratados habrían sido, entre otros, "el contenido de la aspiración democrática", "la tendencia democrática del evangelio", "las clases sociales y la doctrina católica".

De estos informes se desprende entonces el rol activo, propagandístico ideológico, que el catolicismo desempeñaba ya desde diciembre de 1918 en la vía pública. En tanto se observa también, descrito en las propias palabras del periódico, la represión que "el público" efectuó sobre estos pocos ("algunos") libertarios -suponemos que anarquistas-. Encontramos ya, entonces, antecedentes de enfrentamientos violentos en los que estos alegres discípulos del orden y la patria habrían enfrentado a anarquistas. Veamos a continuación que noticias tenemos de la participación de los obreros católicos en los sucesos de Enero.

El día 6 de enero, el diario El Pueblo publicaba lo siguiente:

"Una jornada de Gloria para la acción social católica.

El domingo 5 de enero, en la historia del círculo de obreros de Nueva Pompeya, se destacará siempre como una jornada gloriosa. El acto público realizado por la institución en esa fecha, adquirió los contornos de una valiosa profesión de fe, de una intrépida y resonante exteriorización de fuerza.

Como se había anunciado, a las 5 PM, en Avenida Sáenz y Esquiú, ocuparon la tribuna (…) los señores Samuel Medrano, presbíteros Franceschi y doctor Napal. Delegaciones de círculos y centros hermanos contribuyeron a dar a la manifestación proporciones de extraordinario entusiasmo.

Terminadas las conferencias (…) los manifestantes se dirigieron en columna al parque Patricios. Durante el trayecto se entonaron las estrofas del himno nacional y de la canción de los círculos de obreros.

Cuando los manifestantes, que ocupaban más de una cuadra, de diez y seis en fondo, se aproximaban al punto terminal, observaron que en Rioja y Caseros, los elementos ácratas y rojos, complotados, habían preparado, con propósitos de resistencia, una especie de contramanifestación. Esto bastó para entusiasmar y enardecer aún más a los católicos. Resueltos y decididos se dirigieron a ese punto, rechazando y persiguiendo durante buen trecho a los rojos, que al primer amago de ataque, se dispersaron vergonzosamente en todas direcciones, abandonando el campo, emboscándose en el parque, parapetándose en las esquinas, ocultándose en los cafés. Al primer empuje, los rojos pusieron de manifiesto el único valor que poseen, el de… la disparada incontenible, maravillosa, estupenda.

Respondiendo a la clamorosa exigencia del público, apareció (…) el doctor Napal. (…) Condenó con enérgica frase el atropello inaudito y cobarde de los profesionales de la emboscada, alzados contra la libertad, contra las garantías de la constitución, contra la enseña patria y las tradiciones sagradas que representa. Expresó que el miedo arrancaba de sus antros a los rojos, al ver que se les iba el dominio fácil que habían adquirido sobre la masa, en veinte años de insidias impunemente propagadas. (…)

Mientras tanto, los elementos diseminados por el parque, pertenecientes al comité local rojo, protegidos por la distancia y los árboles, con la intención evidente de herir a los oradores, arrojaban piedras. Grupos de jóvenes católicos, en varios casos, castigaron severa y ejemplarmente los cobardes autores de esos atentados.

(…)

He ahí las hazañas memorables de los socialistas! Sin ideas, sin hechos, sin verdades para combatir, apelan en su desesperación, a procedimientos criminales. Esos son los frutos de la educación y la cultura socialista." –El subrayado es nuestro-

Respecto del mismo acontecimiento, el periódico La Unión decía lo siguiente:

"(…) Terminados los discursos organizados una manifestación que recorrió las calles hasta llegar al parque de los Patricios, donde los esperaba una contramanifestación compuesta de ácratas cuyo número se elevaba, más o menos, a 800 individuos.

Los ácratas, entonces, escondidos detrás de los arboles, comenzaron a descargar sobre los obreros una lluvia de piedras (…)

Esta señalada cobardía de los sectarios enardeció los ánimos de tal modo que, alzando los bastones arremetieron a los anarquistas con tal violencia que los disgregaron, ocasionando numerosos contusos, terminando de dispersarlos las fuerzas policiales que más tarde llegaron y aprendieron a una veintena de agresores"

De las crónicas presentadas al respecto de los acontecimientos del 5 de enero se deducen varias cuestiones. A priori no tenemos más que señalar el titular de la noticia elegido por El PuebloJornada de Gloria-. Segundo, referente al acto público mencionado al comienzo del artículo: Siendo que los oradores citados son los mismos que aquellos señalados previamente en los sucesos de Diciembre de 1918 -Napal y el presbítero Franceschi-, es más que probable que los temas tratados -no especificados esta vez por ninguno de los dos periódicos- hallan sido semejantes a los de diciembre. En tal sentido, y resaltando el sitio elegido para desarrollar el acto -cercano al epicentro del conflicto, y a la empresa metalúrgica Vasena- afirmamos que el acto -inicial- fue de un claro carácter provocativo hacía los trabajadores en huelga. Luego, los acontecimientos violentos, los enfrentamientos con "los rojos" son la cara visible de una declaración de guerra hacía la clase obrera movilizada.

Punto aparte merece el análisis del léxico utilizado por ambos diarios de filiación católica. En la caracterización de los enfrentamientos se observa claramente un enorgullecimiento de la violencia descargada sobre los trabajadores. Por otro lado, se evidencia una clara intención de exaltar el triunfo del catolicismo sobre la ideología socialista, que, según la crónica, carece de verdades y de ideas. A este último respecto debemos señalar que nuevamente se las "discute" en los términos en que se desarrolla y concluye la batalla –Los rojos huyendo-. Es decir en el plano de las relaciones de fuerza del enfrentamiento y a la luz de los resultados del mismo, y no se especifica en qué sentido la moral cristiana sería superior al ideal socialista o anarquista, ni se discuten sus errores, la operación discursiva se resuelve en una descalificación automática por el solo hecho de ser "rojos". Asimismo, el recorte realizado al informe del diario La Unión, presenta una descripción casi igual a la de El Pueblo. Sin embargo de él rescatamos lo siguiente. Quienes inician el enfrentamiento son "ácratas", que atacan a los obreros. El procedimiento, en este caso, sencillamente le esta quitando la condición de clase a los anarquistas y solo se lo adjudica a los católicos agredidos. Por último, la violencia, la incitación, la agresión, se origina en el bando "rojo", los trabajadores católicos, que decidieron realizar el acto y la marcha en las ubicaciones especificadas, simplemente respondieron a la provocación de los otros.

Sin embargo, la provocación y los actos de los círculos católicos no culminaron allí. El día siguiente de los acontecimientos mencionados, lunes 6 de Enero, se realizó un nuevo acto en Nueva Pompeya. "El Lunes por la tarde realizóse en Nueva Pompeya un significativo y brillante acto de homenaje al presbítero Napal ofrecido por la comunidad capuchina y círculo de obreros como acto de desagravio por el atentado de que fuera víctima el mes pasado y en tributo de aplauso por la noble conducta del valiente luchador en los recientes actos de propaganda." En esta ocasión el diario se excusa por el estrecho espacio que pudo ser dedicado a tal noticia, y no se informa de enfrentamiento alguno. (Lo cual no quita al acto, nuevamente, el carácter provocativo, pensando sobre todo en la temática desarrollada y el barrio elegido).

El enfrentamiento entre los trabajadores en huelga y los católicos continuó los siguientes días. A continuación citamos fragmentos del Informe sobre el saqueo e incendio del colegio-asilo e iglesia de Jesús Sacramentado elaborado por el capellán de Jesús Sacramentado, y que ocupa la manzana delimitada por las calles "Yatay, Corrientes, Pringles y Humahuaca.

"Excmo. Sr. Doctor Mariano Antonio Espinosa, Arzobispo de Buenos Aires

Cumplo con el triste deber de confirmar por escrito el informe verbal que hice V.E la semana pasada, del saqueo e incendio de que han sido objeto el día 9 de enero el colegio-asilo Cada de Jesús e iglesia de Jesús Sacramentado. (..)

El mencionado día 9 de enero, por la tarde, de dos a tres, notábase en estas cercanías una concurrencia extraordinaria. El objeto ostensible de la aglomeración era presenciar el paso del cortejo fúnebre que debía recorrer más tarde esa calle, con los cadáveres de los que perdieron la vida en las refriegas motivadas por la huelga de los talleres Vasena. Molestaban con gritos y pedradas a los vehículos que acertaban a circular por allí (…).

Más o menos al mismo tiempo, dos cuadras hacía el centro, asaltaron y saquearon una armería.

En el ínterin improvisados oradores, entre ellos una mujer con una bandera roja en la mano, y según numerosas versiones, un revólver en la otra, arengaban en diferentes sitios a la multitud, que atraída por los diversos incidentes aumentaba por momentos (…).

Poco después de las cuatro de la tarde comenzaron las primeras demostraciones bien marcadas contra la iglesia y el colegio (…). Al rato los gritos hostiles, pedradas, rotura de vidrios y golpes en las puertas arreciaron, y como obedeciendo a una consigna, inicióse un asalto general. (..) Comenzó así su obra de rapiña y destrucción. (…) Numerosos forajidos bajaron de los altares y de otros nichos del templo catorce estatuas, que luego fueron consumidas por el fuego entre aplausos frenéticos de la turba. (…) Subieron al coro y arrancaron a golpes varios tablones del órgano. (…)

Felizmente no tenemos que lamentar ninguna desgracia personal, había en la casa en el momento del atentado solamente trece hermanas, una señorita maestra y cincuenta y cuatro niñas. (…) En la iglesia estaba únicamente el sacristán y en la quinta dos peones y un mandadero, todos ocupados en sus tareas ordinarias. El asalto, por lo repentino e inesperado, tomo a todos desprevenidos. (…)

Sin embargo, más que los perjuicios materiales ocasionados, apena el alma el pensar que hay miles de personas en Buenos Aires dispuestas para tales hazañas, que pueden reunirse, organizarse y hacer su propaganda criminal sin que ninguna autoridad se preocupe de impedirlo.

Confiando en que lo sucedido sea fecundo en enseñanzas provechosas para todos, y en que tales hechos no se repetirán, saludo respetuosamente"

Al mismo acontecimiento El Pueblo del 10 de enero se refería así:

"(…)La casa de Jesús de las religiosas Siervas de Jesús Sacramentado (colegios de niñas) y la capilla contigua a ese colegio fueron ayer asaltadas e incendiadas por los elementos obreros del socialismo y la Acracia, que asistieron al entierro de las víctimas obreras de la batalla campal de hace dos días.

Ningún motivo ni pretexto podía tener la banda de forajidos para atacar a las mujeres indefensas y a las pobres niñas, asaltando su casa, vejando a sus moradoras, exponiéndolas a la muerte, destruyéndolo todo e incendiando (…)

La acción policial – Cuando todo desmán estaba cometido y las llamas habían tomado singular importancia, cuando el incendio estaba en su apogeo, allá a las cansadas, como si tuviera la consigna de llegar tarde, la policía llegó."

Del informe del capellán surge un concepto que podría pasarse por alto entre tanta descripción de la violencia y la destrucción de "los forajidos": Los cadáveres de los que perdieron la vida en las refriegas motivadas por la huelga de los talleres Vasena. Es decir, según el informe, "Las refriegas fueron motivadas por la huelga"… Pero además lo interesante de observar los acontecimientos ocurridos reside en ver qué es lo que no ocurrió. Y sobre todo, ¿por qué no ocurrió? Así pues la descripción realizada tanto en el informe como en la crónica periodística nos presentan una situación que podría ser digna de una historia de terror, de locura y de muerte escrita bien por Horacio Quiroga, Edgar Allan Poe o por qué no por el argentino Armando Bo. (Las pobres niñas, las hermanas -monjas- la señorita maestra, ¡qué mejor plato para esos "centenares de degenerados, rojos los ojos por el furor" !) Había allí los pocos hombres descritos y fueron tomados por sorpresa. La policía era poca y actuó tarde. Confiando en que lo sucedido sea fecundo en enseñanzas provechosas para todos, y en que tales hechos no se repetirán… En resumidas cuentas se hace explicita la falta de acción y de precaución por parte de aquellos que podrían haber "defendido" a la iglesia. Esto puede ser confirmado cuando se repasa la información brindada por el diario El pueblo el día 13 de Enero, cuyo título es "El asalto a los templos. Un aplauso y una recomendación"

"El asalto e incendio de la iglesia de Jesús Sacramentado de que informamos no era la única fechoría de esta índole que se proponían realizar los elementos exaltados. Se había resuelto que no quedara convento, iglesia, colegio –sobre todo de mujeres pues no gustan esos elementos cobardes e indignos vérselas con varones- sin que fuera victima de la mazorca.(…)

El único asilo y la única iglesia donde la fiera consiguió actuar fue la Iglesia de Jesús Sacramentado. (…)

Solo diremos en síntesis que fue elemento ruso en su mayoría el que realizó la salvajada, que entre él se contaban varias mujeres, rusas también, que la horda robó todo lo que pudo robar y quemó luego cuanto pudo quemar. (…) Hemos desautorizado también las versiones antojadizas y exageradas que han corrido al respecto y declarar que no hubo ninguna desgracia que lamentar, solo debido a que todas las religiosas y las asiladas tuvieron tiempo de huir. (…)

Por lo que respecta al asalto llevado contra otras iglesias, dejamos constancia con intima satisfacción de su fracaso. Y aquí llega el aplauso que anuncia el título.

La valiente mozada católica, que forma en los centros de estudios sociales y de acción social adheridos a los círculos de obreros, y la no menos simpática muchachada de los centros de ex alumnos de Don Bosco, han tenido un gesto que los honra. Voluntariamente, sin que nadie los llamara, ofreciese para defender los templos, los colegios e instituciones católicas de posibles ataques maximalistas. No queda iglesia, ni colegio, ni institución católica en la que no haya un número incontable de jóvenes y caballeros que hagan sus noches de guardia, con las armas al hombro, dispuestos a todo, pero sobre todo…a vencer. ¿Qué si lo conseguirán? Lo han conseguido ya. Los ataques llevados a la Iglesia de San Agustín, colegio del Huerto y otros, fueron todos repelidos con energía. La muchachada católica, de hablar muchas veces florido y galano, se dedica a obsequiar con…confites a quienes van por ellos. Y si temibles resultan hablando, más resultan ahora que no hablan, para los forajidos que pretenden repetir aquí la Semana Roja de Barcelona.

Y mientras aplaudimos a esa valiente muchachada, intrépida, corajuda, valiente, heroica, tolerásemos interrogar de paso a tantos escépticos y comodones católicos, como suelen haber, si ahora creen o no en la eficacia de los centros de estudios sociales, de los círculos de obreros, asociaciones de ex alumnos, etc.

No queremos dejar de reseñar el más importante de los ataques rechazados en estos días, o mejor dicho, en estas noches. Fue la del viernes. A eso de las 11,30 hs. p.m. un grupo de unos cien hombres avanzaba por entre las sombras, por la calle Yapeyú, en dirección a los colegios Pío IX y María Auxiliadora, en Almagro. Del grupo destacase luego una delegación de veinte sujetos. Ignoraban éstos que había ya centenares de armas de particulares y vigilantes apuntándoles. Avanzaron aún cruzando la calle San Carlos y junto al colegio de las Reverendas Hermanas dominicas, alguien escaló una ventana y encendió un fósforo. ¿Lo que siguió? Una rápida descarga cerrada desde todas las azoteas vecinas, una rapidísima fuga de los asaltantes, la caída de alguno que fue recogido por sus mismos compañeros y la rápida llegada de fuerzas de línea por la calle Victoria. Y lo que pasó, había sucedido idénticamente, si en vez de cien hubieran sido dos mil y aún más los asaltantes.

Y bien, así hay que hacer, hoy…y siempre. Y llega su turno la "recomendación". Es ella a todas las instituciones católicas para que impuestas de la evidente falta de garantías que hay, pues la policía, por bien dispuesta que esté, no da abasto en estos momentos, y además porque es patriótico contribuir a su acción, recomendamos a todas las instituciones católicas se precavan, estén alerta, tengan su vigilancia propia, sin ahorro de armas, ni de pólvora y estén dispuestas a la defensa en cualquier momento, de día y de noche, y sin fiarse de aparentes calmas. Todo esto lo aconseja la hora actual y lo impone la más elemental prudencia. Con muchos ataques con el éxito (!) del llevado a cabo contra San Carlos…los maximalistas se convierten como el "hermano lobo" de la vida del de Asís!"

Sin embargo, a pesar de la tónica festiva de estas palabras, debemos decir que la organización de los obreros católicos para la represión tuvo sus puntos débiles. Tal el caso del ataque llevado adelante en el pueblo de Piñeyro (Avellaneda). El Pueblo del 15 de Enero comentaba a este respecto "Es menester que todas las instituciones católicas impuestas de la evidente falta de garantías que hay, pues la policía, por bien dispuesta que esté, no da abasto en estos momentos, y además porque es patriótico contribuir a su acción, se precavan, estén alerta, tengan vigilancia propia, sin ahorro de armas ni de pólvora, y estén dispuestas a la defensa en cualquier momento, de día y de noche, y sin fiarse de aparentes calmas"

La acción de los círculos de obreros católicos evidenció entonces en su papel represor, junto a la policía que "era insuficiente". Aquí, como no se mencionara anteriormente, la utilización de armas de fuego se hace presente. Así pues los obreros católicos son llamados a defender el orden establecido y a la patria. "Es indudable que nada podrá hacerse prescindiendo de las masas obreras, y los actuales acontecimientos están haciendo ver como son ellas las que impondrán las soluciones Estas serias consideraciones nos han hecho pensar en la celebración en Buenos Aires de un congreso internacional sudamericano de la clase obrera católica, cuyas resoluciones serán de una significación trascendental por el intercambio de los conocimientos que supone y el prestigio de los diversos pueblos que intervengan.

Creemos que este congreso ha de contribuir además al bien de la patria, no solo porque sus deliberaciones aportarán luz a los parlamentos que se disponen a emprender de lleno la magna tarea de la legislación social, (…) (y) ha de contribuir poderosamente a cimentar las bases de la paz y a asegurar la estabilidad de las instituciones fundamentales, tan amenazadas por ciertas corrientes modernas."

Encontramos que el accionar de los obreros católicos se presenta fundamental en lo que hace a los aspectos represivos, pero también surge de su dirección la iniciativa para llevar adelante un activo desempeño en la elaboración de cierta legislación social, que desde luego interpretamos como una estrategia que contenga los marasmos, producto de las contradicciones inherentes al capitalismo. El arzobispo respondía "Me complace sobremanera el ver que comprenden uds. Toda la trascendencia del sesgo que toman los destinos de la civilización cristiana en los tiempos nuevos, que se inician, y que sienten la necesidad de afrontar la tarea de colaborar en la preparación de la legislación, que ya no puede postergarse, ni eludirse."

ABORDAJE DE CONCLUSIONES PRELIMINARES

Sin duda el accionar de los Círculos Obreros Católicos durante los episodios de la semana santa comprueba la coherencia existente entre los postulados teóricos de la Iglesia Católica y la práctica.

El rol ideológico de la Iglesia actuó en distintos niveles. Primero, estableciendo aquellas pautas que la institución consideraba deseable en lo referente a los modos y dispocisión de organización de la clase. Es decir, una clase que en los preceptos de la iglesia, debe estar, naturalmente, subordinada a los intereses del orden y la paz social (o lo que es lo mismo, a los intereses de la burguesía) En este sentido, tanto los escritos teóricos como aquellos de índole propagandístico apuestan fuertemente a denostar el principal enemigo de ese orden establecido, la clase obrera organizada que en el transcurso de estos años y con la profundización de la explotación -remitámonos, por ejemplo, a las condiciones descritas al comienzo de esta investigación respecto de los salarios-, producto de las condiciones de producción capitalistas, iría evolucionando en sus formas de conciencia y en sus modos de acción, en las estrategias y las tácticas a desarrollar y en su modo de organización política. Es por tal motivo que para la Iglesia y sus círculos católicos el intento de incrementar un rol activo en la vida social y política se presentó como una prioridad a lograr. En tal sentido, otra de las preocupaciones de la iglesia, y de lo que sería años después de la semana trágica la Juventud Católica Argentina y la confederación de la prensa Católica, estuvo dada por la proliferación de periódicos católicos. En una carta enviada por el Arzobispo de Buenos Aires el 17 de Marzo de 1919 al ministro Honorio Pueyrredon se declaraba. "La iglesia trabaja tenazmente, desde hace años, en la moralización de la masa del pueblo y singularmente en lo que atañe al mejoramiento de la clase obrera. En estos últimos años los Círculos de Obreros Católicos no se han limitado a la mutualidad, sino que también han extendido su radio de acción por medio de la propaganda pública, al sindicalismo Cristiano, para combatir así los extremos siempre peligrosos". Entendemos pues que las herramientas de adoctrinamiento de la Iglesia se desplegaron -o intentaron desplegar- en los distintos ámbitos de la vida social. Incluso desde la juventud, en lo que fuera la ardiente defensa de la Educación religiosa primaria y secundaria, y la conformación de la Acción Católica Argentina, nacida en 1923. Este tipo de actividades, analizadas aquí a la luz de los acontecimientos de la semana trágica, poseía un carácter tan extenso, que inclusive, cruzaba las fronteras nacionales, tal cual se observaría en el congreso Latinoamericano de Mayo de 1919. "Hemos conversado largamente con el presbítero doctor Napal, uno de los luchadores de los círculos obreros, quien nos ha dado informaciones valiosas sobre la basta y completa organización de esta notable institución, que no nos cansaremos de admirar y que pensamos transplantar a Chile, donde estamos seguros de que hemos de triunfar"

La apuesta, en lo referente a legislación social, como dijéramos, se profundiza luego de la Semana Trágica, aunque sin embargo como afirmáramos en las primeras páginas de este trabajo su intención es meramente contenedora, y sostuvo la noción del sufrimiento a que están destinados los trabajadores. Encontramos un claro ejemplo de esta tendencia en la carta pastoral de la cuaresma subsiguiente escrita por el Obispo de Córdoba "Sobre el proletariado antes y después de Cristo" que con cierto cinismo afirma "Toda la legislación llegará a ser muy buena para calmar las dolencias de esta llaga profunda, pero sin alcanzar a curarla. Le prestará el calmante que le proporciona sin sanarla la beneficencia, vigilante, ingeniosa y perseverante como la ha creado el catolicismo." Y en otro pasaje "Crea todo esto una inmensa deuda del proletariado para con el redentor. Inmensa por el encumbramiento que hiciera de las personas que lo forman, y más todavía por el derecho especial que les acuerda al reino de los cielos, centro de una incomparable felicidad, que las más opulentas riquezas a su vista son despreciables. (…) De aquí deriva el derecho que tienen a ser dirigidos y ayudados por la ilustración y los talentos, sirviéndose en primer término de la caridad mínima que la justicia de la ley, y recurriendo además, en su favor, a la justicia grande del amor" Y por último "Por qué el proletariado se dejaría seducir por el grito de la igualdad? Esta ya la tiene, y debe advertir que tiene también su limite, pasado el cual entre en el desorden y toca con lo imposible. (…) Justo es que aspire a que vengan las leyes auxiliares de la pobreza, inspiradas en los ideales católicos, pero resistiendo siempre a afiliarse en ningún partido extremista" .

La doctrina social de la Iglesia, su accionar y el de sus círculos obreros católicos en la semana trágica y las derivaciones inmediatas de la misma quedan expuestas en este trabajo. Sin duda alguna, refutamos la noción de que es el accionar de la clase obrera organizada, en lo que fuera el proceso de huelga de enero, quien motiva directamente las respuestas de los Círculos Obreros Católicos, sino que por el contrario su accionar es consecuencia de un denso entramado previo, tal como se observara solo a modo de ejemplificación en los hecho de Diciembre de 1918 en la plaza de los dos congresos.

Queda por establecer la instancia en que este tipo de organizaciones se institucionalizaron en la Liga Patriótica; Sin duda los Círculos de Obreros Católicos constituyeron su antecedente más próximo temporal y conceptualmente.

BUENOS AIRES, DICIEMBRE DE 2007.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

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Landaburu, A. El proyecto católico para los trabajadores, una respuesta al problema social. En Sitio WEB http://www.aset.org.ar/congresos/5/aset/PDF/LANDABURU.PDF

Pozzi, P y Negra, F. Huellas Imperiales, Imago Mundi, Buenos Aires

Contra la cultura del trabajo…..

Sartelli, E, Celeste, Blanco y Rojo. Democracia, Nacionalismo y clase obrera en la crisis hegemónica (1912-22), Razón y Revolución nº 2, Buenos Aires, 1996

Sartelli, E Compilador, Contra la cultura del trabajo, RyR, Buenos Aires, 2007

Periódico del Partido Socialista La Vanguardia desde Enero de 1918 hasta Mayo de 1920

Periódico Anarquista La Protesta

 

Javier Alejandro Gullo

Realizó estudios de Historia en la Universidad de Buenos Aires, ha publicado "Breves Relatos de la Oscuridad", libro de género literario que desde la ficción aborda distintos aspectos de la problemática contemporánea. Actualmente está trabajando en su tesis de licenciatura.

 

UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

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