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Aristoteles – Obra Biológica (página 8)


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9

[1] Acerca de un tratado sobre las plantas supuestamente aristotélico, puede verse Hett, 1980; y, en general, sobre obras de Aristóteles perdidas véase Chroust, 1973.

[2] Hay referencia a este tratado, por ejemplo, en PN 456b 5-6. En esta referencia Aristóteles parece hablar de un tratado ya escrito. En mi opinión, la parte central de PA puede ser vista como un tratado sobre la nutrición, pero allí también hay referencias a un tratado sobre la nutrición. En relación al tratado aristotélico sobre la nutrición puede verse Louis (1952).

[3] La obra zoológica de Aristóteles debió de ejercer, sobre los escritos de este campo, un "efecto resumen" similar al que tuvieron la geometría de Euclides, la astronomía de Ptolomeo o la botánica de Teofrasto en sus respectivos ámbitos. El aspecto impresionante de estos escritos obró en detrimento de la copia y conservación de otros anteriores sobre tópicos afines.

[4] Puede hallarse información más detallada sobre la biología pre-aristotélica, griega y no griega, en Jahn, Lother y Senglaub (1989) y sobre las fuentes de la biología aristotélica en Manquat (1932, prácticamente todo el libro está dedicado a las fuentes de la biología de Aristóteles), Lones (1912), Le Blond (1939), Bourgey (1955), Louis (1964-69), Preus (1975), Byl (1980), Lloyd (1978, 1979, 1987), Gual (1992), Mosterín (1984), Vara (1990), Düring (1990). Sobre ciencia y conocimiento popular en Grecia puede verse G.E.R. Lloyd (1983).

[5] Véase a este respecto E. Pérez Sedeño, 1995 y G.E.R. Lloyd, 1987a.

[6] Harré, 1986, pg. 31.

[7] Lones, 1912; D'Arcy W. Thompson, 1910, 1913; Lee, 1948.

[8] Lewes, 1864, pg. 376.

[9] García Gual, 1992, pgs. 7, 8, 20.

[10] Mosterín, 1984, pg. 240.

[11] HA 565b 15, HA 533a 3.

[12] Por ejemplo, el muy citado PA 644b 28-645a 5.

[13] Mosterín, 1984, pg. 244.

[14] HA 492a 23 y 516a 23.

[15] Mosterín, 1984, pg. 246-7.

[16] Vara Donado, 1990, pgs. 25 y 28.

[17] HA 561a 6-562a 21.

[18] Véase a este respecto Harré, 1986, pg. 21 y ss..

[19] Sobre la Naturaleza del niño. Trad. según Harré 1986.

[20] La cita comienza en HA 561a 6 y el texto prosigue en el mismo tono hasta 562a 20. Trad. de los fragmentos seleccionados según Harré 1986.

[21] Harré, 1986, pg. 31.

[22] Lloyd, 1987, pgs. 53-63.

[23] Lloyd, 1978, pg. 215. Véase también Lloyd, 1966 [1987], donde valora la función crítica de las disecciones respecto a la teoría de la diferenciación sexual y otras (pgs. 56, 75, 79) y el papel de la observación en Mete (pgs. 77-8).

[24] Manquat, 1932, pg. 83. Se pueden encontrar multitud de ejemplos de observación directa a lo largo del capítulo 10.

[25] Bourgey, 1955, pg. 94.

[26] Tal noticia rueda ya desde Plinio (Hist. Nat. libro VIII, c. 16). De él la recoge Camus, traductor a la lengua francesa de HA allá por el 1783. En la nota de su traducción se puede leer que Alejandro puso a disposición de Aristóteles algunos miles de hombres y una suma de dinero que Ateneo estimaba aledaña a los 800 talentos. Eliano, empero, atribuye la generosa donación a Filipo (Camus, 1783 pg. XX del Vol. I).

[27] Menciono sólo algunas ediciones relativamente recientes y accesibles: D'Arcy W. Thompson (1910), Balls (1947), Tricot (1957), Louis (1964-69), Peck (1965-70), Lanza y Vegetti (1971), Vara Donado (1990), Balme (1991), Pallí (1992).

[28] Quien quiera seguir el pormenor de la cuestión puede ver, por ejemplo, Balme (1987, y la introducción a su traducción de HA VII-X de 1991); y Düring (1990).

[29] Utilizo aquí la nomenclatura que nos resulta más habitual, pero ha de tenerse en cuenta, por ejemplo, que los mamíferos actuales equivalen sólo aproximadamente a los cuadrúpedos vivíparos de Aristóteles: nosotros incluimos entre los mamíferos a los monotremas, como el equidna y el ornitorrinco, que son ovíparos.

[30] Algunas clases de moluscos (gasterópodos y lamelibranquios) son incluidos por Aristóteles, junto con erizos de mar y ascidias, en una especie de cajón de sastre que denomina "ostrakoderma" y que suele traducirse por "testáceos", es decir, animales dotados de concha. Los testáceos, así entendidos, no tienen correspondencia en la sistemática actual (el término se emplea actualmente para un orden de protozoos rizópodos que no tiene nada que ver con los ostracodermos de Aristóteles)

[31] HA 491a 7 y ss., cursiva añadida.

[32] Düring, 1990, pg. 785.

[33] Ediciones y traducciones: Rodier (1900), Hicks (1907), Platt (1912), Peck (1953), Louis (1961), Balme (1992), Sánchez (1994), Lanza y Vegetti (1971).

[34] GA III 760b 31.

[35] En general este prejuicio juega en contra de la valoración de la hembra respecto al macho, pero no siempre es así; por ejemplo, en GA 775a 4 y ss., se explica que nacen más hombres deformes que mujeres, debido a que el embrión masculino posee más calor, se mueve más (HA 584a 26) y está más expuesto, por tanto, a malformaciones.

[36] PA 665a 11 y ss..

[37] PA 665a 22 y ss..

[38] PA 666b 6 y ss.. El ejemplo está tomado de Lloyd, 1987, pg. 57. Allí figuran otros de la misma índole.

[39] La teoría preformacionista sostiene que el nuevo individuo se halla completo en el residuo seminal del macho o de la hembra (según versiones). El proceso de desarrollo embrionario se reduce a mero crecimiento de los órganos y miembros preformados. La pangénesis es la doctrina según la cual los fluidos seminales reciben aportación de todas y cada una de las partes del organismo que los produce. Esta doctrina sirve, entre otras cosas, para dar explicación racional a la herencia de los caracteres adquiridos, ya que las aportaciones de un determinado órgano (o miembro o tejido) al fluido seminal pueden variar en la medida en que lo haga aquél. Aún el propio Darwin creyó en la teoría pangenetista. El nombre de ambas doctrinas procede de la biología del siglo XVII, pero su contenido ya fue propuesto antes de Aristóteles por Anaxágoras y los Atomistas respectivamente. La teoría encéfalo-mielógena parte de Alcmeón de Crotona y afirma que el semen se origina en el cerebro y desciende a través una supuesta conexión vasal entre cabeza y testículos que pasa por oídos, nuca, columna vertebral y músculos lumbares. La distinción del sexo en función del origen del semen (del testículo derecho o del izquierdo) o de la posición del feto en el útero (en la parte derecha o en la izquierda), fue propuesta por Parménides y Anaxágoras (más detalles pueden consultarse en Jahn, Lother y Senglaub, 1989, pg. 56-8; para la valoración que hace Aristóteles de la teoría derecha-izquierda, véase también Lloyd, 1966 [1987], pgs. 25, 56, 75 y 79).

[40] Algunas ediciones, traducciones, comentarios y ensayos: Simplicio (1882), Hicks (1907), Sto. Tomás (1925), Biehl y Apelt (1926), Rodier (1900), Ennins (1943), Pedro Hispano (1945), Tricot (1947), Ross (1956, 1961), Siwek (1965), Jannone y Barbotin (1966), Theiler (1966), Lefèvre (1972), Sorabji (1974), Hartman (1977), Furth (1988), Nussbaum y Rorty (1992).

[41] Este aspecto de la naturaleza del alma está muy bien expresado en Halper, 1989, pg. 249: "Es, a la vez, la actualidad de la materia y una potencialidad para más actividades, como el caminar actual". Para la relación entre alma y vida véase S. Mansion 1984, pgs. 365-410. Puede verse también la introducción que Tomás Calvo antepone a su traducción del DA, así como el libro de Eutimio Martino (1975) y, por supuesto, las ediciones, comentarios y ensayos citados en la nota anterior.

[42] DA 402a 23 – 402b 1. Cambio "entidad", de la traducción de T. Calvo, por "sustancia". T. Calvo y C. García Gual recomiendan traducir "ousia" por "entidad". La traducción más habitual es, sin embargo, "sustancia", no sólo en español, sino también en otras lenguas actuales. Las razones filosóficas y filológicas que aducen Calvo y Gual para no adoptar la traducción estándar me parecen bien fundadas, ya que "sustancia" nos lleva a la idea de sustrato y, en última instancia, a la de materia, lo cual está muy lejos del significado intentado por Aristóteles, como veremos. No obstante, mantengo la traducción habitual, en primer lugar porque es ya una convención ajena a su etimología y muy extendida, en segundo término, porque "entidad" no deja de generar problemas; por ejemplo, a veces precisamos referirnos a entidades que no son propiamente sustancias.

[43] DA 412a 28 y s..

[44] DA, III, 5.

[45] DA, II, 2, 413a 5-10 y 413a 30 – 413b.

[46] Algunas ediciones y traducciones: Ogle (1912), Düring (1943), Le Blond (1945), Peck (1955), Louis (1956), Torraca (1959), Balme (1992), Lanza y Vegetti (1971).

[47] Véase, en este sentido, Chernis, 1944, cap. 1, y Lloyd, 1966 [1987], pgs. 145-152.

[48] En su libro Polaridad y analogía, Lloyd trata la dicotomía practicada en la academia platónica como un caso de estructura argumentativa polar (véase Lloyd, 1966 [1987], pgs. 141 y ss.).

[49] Mosterín, 1984, pg. 261.

[50] Véase Charles (1984)

[51] 703a 10-11.

[52] Este escrito forma parte de los PN.

[53] Louis (1973, pg. XIII).

[54] Como acostumbra en su obra biológica, utiliza apoyo gráfico en varios puntos de este tratado. El texto se entiende con dificultad si no tomamos este hecho en consideración. Esta práctica es coherente con la afirmación del propio Aristóteles de que nunca piensa el alma sin imagen (DA 431a 14-17; PN 450a 1 y s..) y con la elaboración que llevó a cabo de un volumen de dibujos anatómicos desgraciadamente perdido.

[55] Nussbaum (1978, pg. 12).

[56] Louis (1973, pg. XIX).

[57] MA 703b 21-22.

[58] Hay que insistir, pues la confusión es crónica, en que esta causa final no implica en absoluto representación de la misma por parte del animal; de hecho, las plantas presentan estructuras claramente funcionales, organizadas para un fin, y no se les puede atribuir conciencia del mismo.

[59] Algunos animales -quizá mamíferos y aves– pueden representarse mentalmente el objeto de la acción sin por ello ser autoconscientes. Esta última posibilidad parece presentarse sólo en los seres humanos. La negación de la existencia, valor causal o valor explicativo de la representación mental fue parte de la moda conductista que invadió la psicología humana y animal en pasadas décadas. Hoy día pocos etólogos o psicólogos despreciarían lo mental como factor explicativo del comportamiento. Por supuesto, Aristóteles no lo hacía.

[60] Hablo aquí de acción y no de comportamiento o conducta, pues los "movimientos voluntarios" a que se refiere Aristóteles parecen implicar alguna representación consciente de su objeto, mientras que las nociones actuales de comportamiento o conducta incluyen movimientos guiados hacia objetos no representados por el animal. Por ejemplo, incluyen la danza de las abejas, mediante la cual éstas comunican a sus congéneres la posición relativa al sol de una fuente de alimento, sin que se atribuya ninguna representación consciente de la situación a la abeja danzante o sus himenópteros espectadores.

[61] Véase MA 689a 11-14

[62] Algunas de las observaciones que se formulan al hilo del razonamiento cosmológico son de gran interés histórico. Por ejemplo, Aristóteles concluye que el movimiento de la tierra sólo sería posible en un universo no eterno, en un mundo con historia que pudiese tener un final por ruptura del equilibrio entre sus diversas partes. El desarrollo posterior de la ciencia nos ha enseñado hasta qué punto la hipótesis de una tierra en movimiento concuerda con la idea de un cosmos con historia, con principio y fin.

[63] El universo en su conjunto no es en Aristóteles un ser vivo, no es un gran organismo, como a veces se afirma, no es un ser animado, pues no se mueve a sí mismo. El motor inmóvil tampoco puede ser propiamiente un ser vivo, al menos no de carácter natural, esta vez precisamente por inmóvil.

[64] El capítulo 10 de MA está dedicado al pneuma, a su composición y cualidades mecánicas, como por ejemplo su elasticidad.

[65] La alusión a los autómatas (así como la comparación entre el movimiento de la tierra y el de un barco) merece especial atención atención desde el punto de vista de la historia de la ciencia. No se puede olvidar que en el siglo XIV Jean Buridan comentó este tratado y fue precisamente él, junto con su discípulo Nicolás de Oresme, quien introdujo la imagen del universo como un reloj (y también la comparación de la tierra con un barco para argumentar en favor de la relatividad óptica del movimiento). La idea de que el cosmos es un gran mecanismo y de que los seres vivos en especial son como máquinas es llevada al extremo por Descartes. Desde luego, la concepción de los vivientes presente en MA estaría más cerca de la visión que Leibniz tenía de los seres vivos que de la de Descartes.

[66] MA 701b 15-20.

[67] Algunas ediciones y traducciones: Lanza y Vegetti (1971), Louis (1973), Torraca (1958), Jaeger (1913), Farquharson (1949), Forster (1937).

[68] Por ejemplo, PA 690b 15, que trata sobre la ausencia de patas en las serpientes, nos remite a las precisiones que figuran en IA 707b 21 y ss.; PA 692a 17 remite a IA 707b 7 y ss.; PA 696a 11 remite a IA 707b7 y ss.; MA 698a 3 y s. y 700a 18 remiten también a IA, si bien de modo impreciso. Existen aun otras referencias a IA a lo largo de la obra de Aristóteles, por ejemplo en De Cael 284b 13. Por otra parte, las referencias se cruzan, como suele suceder en los textos de Aristóteles: IA 704b 10 y 706b 2 remiten a HA; IA 706b 2, 706b 19 y 714b 20 nos envían a PA; IA 714b 23 se refiere a DA.

[69] Pierre Louis cita una treintena. El más antiguo data del siglo XI (Cod. Vaticanus gr. 269 (U)).

[70] Sobre el debate en torno al progreso biológico evolutivo en la biología actual puede verse Ayala (1983a).

[71] En la selección bibliográfica aparecen títulos de estos autores. Marcos (1996) constituye un estudio específico sobre la biología de Aristóteles y las conexiones de la misma con el resto de su obra.

[72] Sobre la función de las metáforas en los textos de Aristóteles y sobre su teoría de la metáfora puede verse Marcos (1997). Sobre la biología como investigación sobre lo individual concreto, véase Marcos (2004).

[73] No se trata aquí del método de investigación que permite llegar a resultados, sino de la exposición de éstos, del orden en que debe producirse dicha exposición y de los elementos explicativos que deben utilizarse en ella.

[74] En todo el libro se percibe un trasfondo polémico frente a los estudios realizados en la Academia platónica. Aristóteles insiste en que no sólo la astronomía es digna de estudio, también lo es la biología, aunque pueda parecer menos elevada, pues sus resultados son menos precisos y los objetos de que trata no son eternos. Vuelve Aristóteles sobre este asunto en el capítulo 5, y el contexto polémico se hace explícito en los capítulos 2 y 3.

[75] Como introducción a la zoología, este libro parece ir dirigido a un público culto, pero no especializado, a quienes Aristóteles muestra la conveniencia de conocer ciertas pautas conforme a las cuales poder juzgar las exposiciones biológicas. Este conocimiento es distinto del que el especialista tiene de los hechos, pero tampoco se iguala con el conocimiento de una metodología científica general, que requiere adaptaciones para que pueda ser útil en este campo específico. La metodología científica general se expone en APo. La discusión sobre los contenidos de la educación del hombre culto y la relación entre ésta y el conocimiento especializado de hechos, tiene precedentes en Platon (Gorgias 485; Protágoras 312b; Carta VII 340b y ss.).

[76] ¨ I(stori¯a es el conocimiento de hechos basado directamente en la experiencia. Esto no impide que una obra como Historia Animalium sea, en cierto modo, un tratado teórico. Sobre el término ¨i¥stori¯a puede verse la introducción de J. Vara Donado (1992) y a su traducción de HA (pgs. 9 y 10) y la introducción de C. García Gual a la traducción J. Pallí Bonet (1992, pg. 15). Sobre el carácter teórico de HA, véase Balme, 1987 (pgs 9 y ss.).

[77] El sueño, la respiración, el crecimiento, la decadencia y la muerte, son estudiados en detalle en otros tratados que pueden ser tenidos por extensiones de PA y de DA, concretamente: Del sueño y la vigilia, De los sueños, De la longevidad y brevedad de la vida, De la juventud y la vejez, De la vida y la muerte y De la repiración. Todos ellos (y algún otro) suelen reunirse bajo el apígrafe común de Parva Naturalia. J.A. Serrano (1993) los ha traducido al español.

[78] Aquí se da, a esta cuestión, una respuesta implícita que se puede inferir de la afirmación: "repetiríamos muchas veces lo mismo". Una respuesta explícita aparece en 644a 25 y ss..

[79] Leyendo, con los manuscritos [twÍn sumbebhko¯twn], en lugar de [ta sumbebhko¯ta], como proponen, por ejemplo, Ogle (1911) y Peck (1955).

[80] Balme (1992, pg. 74) resume los diferentes sentidos de [eiådoj] según aquello a que se contrapone: [eiådoj] denota, 1) un grupo como distinto de otro, 2) un grupo como distinto de los individuos que agrupa, 3) la forma como distinta de la materia y 4) la especie como distinta del género. Por tanto, 'especie' traduce, en algunos contextos, [eiådoj]. La especie, en la biología de Aristóteles, no es, en sentido propio, una sustancia. No tiene fuerza causal, por tanto no se identifíca con la causa final de la ontogénesis. La estabilidad natural observada en ciertos grupos, es un resultado del equilibrio entre diversas causas, no una causa en sí misma (aunque todo este aspecto está aún sometido a debate; véase, a este respecto Lennox, 1985, pgs. 27-54; Sharples, 1985, pgs. 117-130; Balme, 1987, 291-312; Lloyd, 1990; Furth, 1990; Cooper, 1990; M. Frede, 1990; Woods, 1993). [eiådoj] Tampoco es una categoría taxonómica fija, como ha mostrado convincentemente P. Pellegrin (1982, 1985, 1987, 1990), y como se infiere del uso variable que en este mismo texto tiene el concepto. Es meramente un universal obtenido por abstracción a partir de individuos particulares que comparten alguna característica. Las agrupaciones de los seres vivos son variables en función del objeto de estudio en curso. El tercer sentido añade una nueva dificultad a la traducción al español, pues 'forma' también traduce habitualmente el término griego [morfh¿]. En relación a esto T. Calvo (1978, pg. 109) comenta que [eiådoj] se refiere más a lo funcional, mientras que [morfh] lo hace a lo estructural. "El alma -añade- no es denominada por Aristóteles morphe en ninguna ocasión, pero sí que es denominada eidos muchas veces".

[81] Balme (1992, pg. 72) comenta que no se trata, aquí, de establecer ningún principio anti-inductivo que recomiende deducir lo particular de lo general; no afirma Aristóteles que la observación de los animales concretos deba ser descuidada, sino que la exposición de los resultados obtenidos debe disponerse desde lo más general a lo más específico, y ello por dos razones, una explícita (la evitación de repeticiones) y quizá otra implícita, a saber, que los rasgos muy generales pueden conducirnos al conocimiento de las causas, pues su reiteración es, al menos, indicio de utilidad (véase, en este sentido APo II 14; Lennox, 1987, pgs. 90-119 y Charles, 1990, pgs. 145-167, donde se analizan ampliamente las relaciones entre APo y PA; puede verse también Bolton, 1987, pgs. 120-166, sobre el método en biología, especialmente en GA, en relación con APo.).

[82] Al asunto de la locomoción, dedica Aristóteles el tratado De Incessu Animalum (Sobre la marcha de los animales).

[83] Creo preferible no añadir referencia al nivel de las peculiaridades, si específicas o individuales, pues el propio Aristóteles no resuelve.

[84] La cuestión queda determinada en el Capítulo 4 644a 25 y ss..

[85] La respuesta a esta cuestión aparece en 640a 13-15. Sobre la importancia del aspecto empírico y de la observación de fenómenos, puede verse: APr 46a 4 y ss.; APo 78b 39; De Caelo 293a 25 y ss., 306a 5 y ss.; GA 760b 27 y ss.; Bolton, 1987, pgs. 121-130; Lloyd, 1987, pgs. 53-63; Mosterín, 1984, pgs. 239-269; Vara, 1990, pgs. 22-29. Sobre la relación entre inducción y deducción en la metodología de Aristóteles: Kullman, 1990, 335-347.

[86] Aristóteles hace intervenir en la explicación de los fenómenos naturales cuatro causas: la forma, el fin, la materia y el motor. Suele distribuirlas en dos grupos, pero no siempre de igual manera: en algunos textos, la causa final y formal se oponen a materia y motor (esta es la distribución que sugiere el presente pasaje y, también 642a 25 y, más claramente, GA 715a 4-8); mientras que en otros forma, fin y motor se oponen a materia (por ejemplo en Phy 198a 254 y, más abajo, en PA 641a 26-29). Es constante en los dos casos la oposición entre, por un lado, fin y forma y, por otro, materia; ello le permite proyectar este esquema de cuatro causas sobre la dicotomía acto/potencia. Lo referido al fin y a la forma siempre cae del lado del acto, y la materia, del de la potencia. Es comprensible que la posición de la causa eficiente sea variable en distintos contextos, pues es la que media entre la potencia al acto.

[87] Respetamos, aquí, la literalidad del texto, pero en adelante emplearemos las expresiones 'causa final', 'fin', 'causa eficiente' o 'motor', para hacer más natural el texto en español.

[88] Hay, en Aristóteles, dos tipos de movimiento, el sustancial y el accidental. El primero se produce siempre que nace o es producida una sustancia (movimiento sustancial de generación), o bien cuando muere o se destruye (movimiento sustancial de corrupción). El movimiento accidental se da siempre que una sustancia existente sufre algún cambio que no llega a hecerla desaparecer. Estos cambios pueden ser de por aumento, disminución, alteración o desplazamiento. El sentido del término "movimiento", en su uso actual, tiende a identíficarse con esta última acepción (desplazamiento), pero está claro que en Aristóteles tiene un significado mucho más amplio.

[89] Logos [lo¿goj] tiene una tal amplitud semántica que no puede ser traducido a español por un sólo término. Según el contexto puede significar, razón, proporción, definición, plan, estructura o naturaleza de algo, ley, fórmula, o principio. En general se trata de la expresión lingüística de algo, de su definición o explicación y, por extensión, de su naturaleza o plan estructural. Aunque hay que precisar que Aristóteles distingue netamente physis [fu¿sij] y logos [lo¿goj], naturaleza de las cosas y expresión lingüística (véase, en este sentido, Refutaciones Sofísticas 165a 3-13; PA 642b 15, 643b 17 y ss.; o Meta. 1034a). Esta desconfianza en el logos nunca conduce a Aristóteles a la mística o el silencio. Sobre los vivientes resulta difícil hablar con precisión, pero en lugar de callar, Aristóteles parece preferir la investigación de recursos expositivos modificados o nuevos. En esta dirección apuntan la reforma del método académico de clasificación y definición y la recomendación de emprender diversas líneas definitorias (Capítulos 2-4), así como el uso de la analogía.

[90] Techne [Te¿xnh] no se refiere sólo a lo artístico, sino, en general, a lo artesanal o artificial.

[91] Una expersión similar de esta idea aparece en 645a 23-26.

[92] Si la salud se define conceptualmente, por ejemplo, como el equilibrio humoral, entonces el médico podrá explicar por qué prescribe tal o cual tratamiento. Del mismo modo, si el constructor o arquitecto determina mediante un dibujo la casa que desea hacer, podrá explicar por qué realiza tales o cuales acciones.

[93] La misma idea puede verse en EN 1106b 15.

[94] Aristóteles distingue varios tipos de necesidad: la necesidad absoluta y la hipotética (o condicional); ésta, a su vez, puede ser ajustada a la naturaleza, o bien efecto de la violencia, es decir, de fuerzas no naturales (Meta 1015a 20- b 15, 1072b 11-13). En otros textos alude sólo a esta última subdivisión (APo 94b 37). Aquí aborda la cuestión en tres pasajes (639b 21-640a 10, 642a 1- 13, 642a 31- b 4) donde distingue sólo la necesidad simple o absoluta y la necesidad condicional o hipotética (posiblemente por referirse a un contexto natural, omite el último tipo de los mencionados, como en Phy II 9). Algo existe con necesidad absoluta si no puede no existir; es el caso de los seres eternos, de los cuespos celestes y las verdades matemáticas (Meta 1026b 26-30; GA 731b 24-29). En los seres naturales, que devienen, rige la necesidad hipotética. Por tanto, este es el tipo de necesidad por la que se dan determinadas características y partes en los animales (una amplia discusión del concepto de necesidad hipotética puede verse en Cooper, 1985, pgs. 151-168; 1987, pgs. 243-274; y también en Balme, 1987, pgs. 275-285). Es decir, si tomamos la vida de tal animal como un fin, entonces, sus características son necesarias. Para la vida de los animales es necesaria la nutrición, la nutrición implica la existencia de partes que tengan determinadas características, y, para ello, se requiere la presencia, por ejemplo, de carne y vasos. No es absolutamente necesario que la configuración o composición material de tal animal sea así, sólo es nacesario en relación a un fin dado. Por ello, se dice que tal configuración o composición se da con necesidad hipotética. La explicación de las parte, y, en general, de las características de los animales, requiere, según lo dicho, que se muestre el fin a que sirven, aquello que las hace necesarias. Por otra parte, además de una necesidad condicionada al fin, se puede pensar en una necesidad condicionada a las causas material y eficiente (sea ésta natural o violenta): si están presentes tales materiales y fuerzas, se formará tal compuesto o sustancia. Sin embargo, Aristóteles reconoce un cierto grado de indeterminación, de modo que, dadas las condiciones iniciales (materia y motor), lo más que se puede afirmar es la posibilidad de que se forme tal compuesto o sustancia (GC 337b 3 y ss.; GA 778a 4-8; sobre los límites del determinismo en Aristóteles, D. Frede, 1985). Aún así, se plantea el problema de las relaciones entre lo necesario según el fin y lo necesario según la materia. Aristóteles reconoce que, a veces, son causas concomitantes, es decir, dada, como fin, la vida de determinado animal, y dados los materiales y fuerzas disponibles, entonces determinadas características estarán presentes (GA 743a 36, 778b 16-19, 782a 23, 789b 19; PA 677a 18, b 22, 679a 27, 692a 4, 694a 22, b 6). Al comienzo del capítulo 9 del libro II de la Física, Aristóteles dice que no se hace el muro sin materiales, pero la presencia de los materiales no explica el muro, se requiere además la causa final. Pues lo mismo sucede en la naturaleza, la presencia de los elementos no es suficiente para producir las características de los animales (ni para dar cuenta de ellas), se requiere además una causa final. Por último, hay que insistir en la diferencia entre los planos lógico y físico. Nuestras teorías pueden establecer que, a partir de ciertas premisas, que reflejan las condiciones iniciales, se infiere, de modo necesario, cierta conclusión. Pero esto no garantiza que a partir de las condiciones iniciales detectadas se produzca, físicamente, la situación descrita en la conclusión. Ello es debido, nuevamente, a la distancia entre logos [lo¿goj] y physis [fu¿sij].

[95] Discusiones acerca de los matices que adquiere la demostración en las obras zoológicas, pueden verse en Gotthelf, 1987, pg. 167-198 y en Lloyd, 1990, pg. 31 y ss.

[96] Aristóteles en Meta 1025b y ss., establece una división de las ciencias en tres grupos: teoréticas o contemplativas, prácticas (ética y política) y productivas (técnicas). De las primeras -anota Peck (1955, pg. 58)- resulta sólo conocimento, de las segundas, conocimiento y acción y de las terceras, conocimiento, acción y algún objeto artificial. Habitualmente, Aristóteles considera ciencias teoréticas la teología o filosofía primera, la matemática y las ciencias naturales. Sin embargo, aquí, parece oponer las ciencias naturales a las teoréticas. Este situación ha creado disenso entre los estudiosos; así, Ogle (1911, en nota a 640a 1) sugiere que en este pasaje las ciencias naturales van junto a las productivas y se contraponen a las teoréticas. Peck (1955, pg. 58), sigue la misma línea, y también Balme (1992, pg. 84). Düring (1961, pg. 215), por el contrario, lee el pasaje haciendo que tanto las ciencias naturales como el resto de las teoréticas se opongan a otras, presumiblemente las productivas. Afortunadamente disponemos de un pormenorizado estudio sobre el asunto debido a M. Grene (1985, pgs. 9-13). En este artículo se establece que, dentro de este contexto, la línea divisoria está entre las ciencias teoréticas (metafísica y matemática) que se ocupan del ámbito de la necesidad absoluta, y el resto, que lo hacen del dominio de la necesidad hipotética. Pero, lo más interesante es que Grene generaliza su estudio y detecta varios criterios de clasificación de las ciencias en la obra de Aristóteles, de modo que la división fluctúa en función del asunto que se esté discutiendo, lo cual elimina la presunta aporía que surge si se compara este pasaje únicamente con Meta. 1025b y ss..

[97] Phy II 9; y, Meta (, 5.

[98] En Phy II 9 se hace más explícito este argumento. En matemáticas, por ejemplo, deducimos a partir de lo que ya existe (dejando ahora al margen el tipo de existencia que se le atribuya): si un triángulo es de tal forma, entonces sus ángulos sumarán dos rectos. En ciencias naturales, y, en general, en todo saber acerca de lo que deviene, razonamos partiendo de lo que será: si la casa ha de ser de cierta forma (o más precisamente, cumplir ciertas funciones), entonces, se requieren determinados materiales y cierto proceso de construcción. Es decir, explicamos sus partes, su estructura y su proceso de edificación, mencionando las utilidades buscadas.

[99] Si para la producción de algún ser suponemos una cadena causal infinita, ya sea hacia el futuro o hacia el pasado, nunca alcanzaríamos la causa que inicia el proceso, y, por tanto, no podríamos dar cuenta de la existencia de tal ser.

[100] GC II 11.

[101] Se habla de necesidad recíproca cuando ciertos fenómenos seriales son formulados conceptualmente como cíclicos. Por ejemplo, la generación de los animales constituye una serie: germen, feto, cría, adulto, germen', feto', cría', adulto', germen''… y así sucesivamente. Al formular la necesidad hipotética de cualquiera de las fases en una proposición, esta resulta susceptible de conversión simple: "para que exista un adulto es necesario un germen"/"para que exista un germen es necesario un adulto". Es claro, sin embargo, que en el plano físico no hay tal necesidad recíproca, si no que es un caso particular de encadenamiento causal al infinito. Por tanto, no podemos eludir la cuestión que Aristóteles propone en el siguiente párrafo, a saber, ¿la génesis explica su producto, o bien, a la inversa, es explicada por éste?

[102] Se refiere, sobre todo, a Empédocles, cuyas ideas discute a menudo; por ejemplo, en 640a 19, en 642a 18 y 648a 31. También en GA se alude a las opiniones de Empédocles, debatidas en los libros II y IV.

[103] PA 639b 6-10.

[104] Está citando a Platón, Fil. 54a 8-9 y c 4. La misma fórmula aparece en GA 778b 5.

[105] Se refiere al fragmento 31 b 97 (según la numeración de Diels-Kranz). Hay que interpretar que, según Empédocles, la posición del feto en el útero es la responsable de que la columna vertebral se quiebre en varios fragmentos o vértebras. Puede verse un comentario a este pasaje de Aristóteles en Furth, 1987, pg. 46.

[106] En los manuscritos figura sustan, mientras que algunos editores han optado por la lectura sugerida por Platt, sunistan.

[107] La misma fórmula u otras con el mismo sentido figuran, por ejemplo, en Meta 1032a 25, 1033b 32, 1049b 25, 1070a 28, 1070b 31; Phy 193b 8, 194b 13, 198a 27, 202a 11; PA 646a 33; GA 735a 21; DA 415a 28, b 7.

[108] Peck (1955, pg. 62) considera que este párrafo es una nota al margen añadida a 640b 4. En este pasaje se toma en cuenta la siguiente objeción: la generación espontánea puede ser una excepción a la norma recien enunciada, según la cual, el nuevo ser precisa la existencia previa de progenitores y germen, y son éstos los que determinan su forma y explican el proceso de génesis. La respuesta de Aristóteles a esta objeción es que, aún los animales de generación espontánea, como algunos insectos, algunos peces y los testaceos, el proceso de generación sigue las mismas pautas que si tuvieran progenitores. Es decir, siempre que se alcanza un término (un producto artifial o natural), el proceso que conduce a éste término es el mismo, independientemente de que la génesis haya sido guiada por el artesano o el germen, o bien, por el contrario, mero producto de la casualidad. Un tratamiento más explícito de esta idea puede verse en Meta 1032b 23 y 1034a 9; Phy 199b 19 y ss..

[109] Sobre generación espontánea puede verse: HA 539a 24, 547b 18, 548a 11; GA 761a 18, b 64, 762a 1, b 18.

[110] Automatos [au©to¯matoj] significa tanto espontaneidad como azar. Sin embargo, Aristóteles distingue el azar de la suerte. Tyche [Tu¯xh], en algunos contextos, se reserva para un tipo especial de azar (la suerte o fortuna), que se da cuando un sujeto intenta algo deliveradamente y la acción tiene resultados colaterales no buscados (por ejemplo "la voluntad de acudir al foro a comprar una determinada cosa es la causa de venir a él y encontrarse allí, afortunadamente, con una persona a quien se deseaba ver" Phy II 4. Traducción de Samaranch, 1973). La suerte se da en relación a la acción humana, el azar en general, en la naturaleza.

[111] La misma idea aparece en Phy 199b 18-20 y en APo 95a 4 y s..

[112] Morion [Mori¯on] se refiere a las partes del cuerpo en un sentido amplio, que incluye, por ejemplo, la sangre o la grasa.

[113] La existencia de ciertas partes se explica por la esencia cuando el organismo, sin ellas, no sería lo que es. Las partes que no pueden ser explicadas por la esencia deben ser explicadas del modo que más se aproxima a este primero, a saber, mostrando que el organismo no podría sobrevivir sin ellas. Las partes que no puedan ser explicadas ni como esenciales para un cierto tipo de vida, ni como imprescindibles para la supervivencia, deben, al menos, relacionarse con el bienestar del organismo; están porque, para el organismo en cuestión, es mejor así (un extenso comentario de este pasaje puede verse en Gotthelf, 1987, pg. 189 y ss. y 237-241; también en Cooper, 1987, pg. 254. Sobre la relación entre esencia y morfología, véase Balme, 1987, pg. 294-5).

[114] Sobre el orden en que aparecen las distintas partes durante la ontogénesis, trata Aristóteles en GA I 18 y II 6.

[115] Se refiere, en general, a los presocráticos, y, de modo especial a Empédocles (amor/discordia), Anaxágoras (inteligencia) y Demócrito (azar). Un reproche similar al que les hace aquí aparece en GA 778b 7-10 y también en Phy II, 8. Y la afirmación sobre las ventanas nasales, puede aludir, como menciona Peck (1955, pg. 64), al tratado hipocrático Peri diai¯thj, i 9.

[116] “Todos” hace alusión a los "primeros que antiguamente se dedicaron a estudiar la naturaleza" (véase nota anterior). 'Cuerpo', puede referir o bien a cuerpos elementales como los antes mencionados (como el aire y el agua), o bien a los cuerpos que se forman a partir de los elementos. Ambas lecturas son posibles.

[117] Aristóteles distingue partes homeómeras y no homeómeras. Las primeras son aquellas cuyas partes son de la misma naturaleza que el todo; por ejemplo, si dividimos un cierto volumen de sangre, seguimos obteniendo sangre, y lo mismo sucede con la grasa, el semen, la carne o el hueso (si bien, siempre hay un límite inferior de la división, por debajo del cual, lo que se obtiene son elementos básicos). Las partes no homeómeras, por el contrario, no estan formadas por fracciones iguales en naturaleza al todo; por ejemplo, la cara no se divide en caras, sino en nariz, boca, ojos, etc.. En general, son partes homeómeras las que nosotros llamamos tejidos, mientras que son no hemeómeras las que llamamos órganos o miembros (véase PA II 1; HA 486a 8-14; Mete 389b 27 y ss.). Louis (1956, pg. 169), encuentra un precedente de esta división en el Protágoras de Platón (329 d e).

[118] Es decir, lo morfológico y lo fisiológico, su estructura y su función.

[119] Así, por ejemplo, de la cama habría que decir que es madera, pero cortada y ensamblada de tal o cual manera.

[120] La misma idea aparece más abajo en 641a 25-32; también en Phy II 1 y Meta (, 4.

[121] Fragmento 68 b 165 (DK).

[122] Es decir, la mano del cadaver, la de madera y la del ser vivo, tienen en común el nombre y un cierto parecido; pero, lo que hace que algo sea realmente una mano, es su capacidad para comportarse como tal, su funcionalidad. Por tanto, ni la mano del cadaver, ni la de madera son manos en sentido propio. Algunas partes de un cadaver pueden ser trasplantadas, lo cual plantea interesantes problemas filosóficos acerca de la identidad de las mismas y de los varios tipos de potencialidad que nos obliga a distinguir; una discusión de estos tópicos, desde el punto de vista de la biología aristotélica puede verse en Munzer, 1993.

[123] Es lo mismo que si un carpintero hablase de una mano de madera como si, sólo por su apariencia, fuese de verdad; cuando no lo es, pues no puede ejercer funciones de mano. Los fisiólogos comenten un error semejante al descuidar tembién el aspecto funcional.

[124] El alma es, en Aristóteles, principio vital, la capacidad del animal para realizar las funciones vitales. Es también principio de unidad del ser vivo; lo que hace que todas las partes y acciones de un viviente sean, efectivamente, partes y acciones de un mismo individuo. En relación al primer aspecto, el alma como principio de las funciones vitales, Aristóteles distingue varias partes del alma que, más que partes, son en realidad capacidades funcionales; pues el alma, estrictamente, no tiene partes. Estas capacidades funcionales son la nutrición, crecimiento y reproducción (presentes en todos los vivientes); la percepción (todos los animales tienen, al menos, tacto), la locomoción (en muchos animales), la intelección (en el hombre). Las últimas capacidades funcionales suponen las anteriores. La unidad del alma se garantiza porque las diferentes capacidades funcionales no responden a partes añadidas, sino a una progresiva diferenciación. Además, porque el alma es el fin de todas las acciones. En cuanto a la unidad de cuerpo y alma, hay que señalar que el alma no es una entidad diferente del cuerpo, es el individuo tomado en su aspecto actual, funcional, formal; mientras que el cuerpo es el mismo individuo desde el punto de vista potencial. No son dos entidades distintas. Se relacionan como acto y potencia, como instrumento y fin. La teoría aristototélica del alma, por tanto, se distingue del dualismo platónico, del epifenomenalismo de los pitagóricos y del materialismo atomista. Todos estos puntos están desarrollados en el tratado Sobre el Alma (De Anima), del que existe traducción al español (T. Calvo Martínez, 1978). En cuanto a la relación entre alma y vida, se dan en Aristóteles dos posiciones no del todo irreconciliables: en el Protreptico y otras obras tempranas, tiende a definir la vida por las funciones más elevadas del alma, percepción e intelección. En el De Anima, el concepto de vida se hace más "biológico" y tiende a identificarse con las funciones del alma nutritiva. Un buen estudio comparativo se halla en S. Mansion, 1984 (pgs. 365-411), en el que se muestra cómo esta segunda visión no anula la primera. Véase también Naussbaum y Oksenberg (eds.), 1992.

[125] Se refiere a las leyendas en las cuales algún ser vivo es transformado en piedra por los dioses (relatos frecuentes de los que hay muestras también en la Biblia). Por ejemplo, Louis (1956, pg. 7) cita uno de ellos, en que se cuenta que Zeus transformó en piedra a Niobé.

[126] Traducimos ou©si¿a por 'sustancia', es la traducción habitual de ou©si¿a al español (aunque tanto C. García Gual (1967) como Tomás Calvo Martínez (1978), recomiendan traducir por 'entidad'). Aquí sustancia puede tomarse como equivalente a forma, ya que está mencionando las cuatro causas (véase DA, 412a 7 y ss. donde señala que la sustancia puede entenderse como materia, como forma o como el compuesto). En este pasaje se identifica la forma, el fin y el motor, que se oponen a la materia (véase nota 86). El alma es principio del movimiento del viviente y también fin de dicho movimiento. El primer sentido se relaciona con las capacidades funcionales del alma y, el segundo, con el alma como unidad del viviente, ya que es el fin de todas sus acciones y partes (véase nota 124), es la sustancia que se mantiene viva gracias a ellas.

[127] Filosofía tiene el sentido general de ciencia o saber. Si todas la capacidades funcionales de todas las almas fuesen parte de la naturaleza, entonces no habría más que ciencia natural. El motivo es que cada ciencia se ocupa de un fenómeno en todos sus aspectos, pues de otro modo no podría dar cuenta de él. Así, al igual que una misma ciencia ha de ocuparse de la sensación en su conjunto , es decir, del sentido, de lo sensible y de la relación entre ambos; otra, debe ocuparse de la intelección en su conjunto, es decir, del intelecto, de lo inteligible y de su relación mutua. Si el intelecto es parte de la naturaleza, entonces toda ciencia es natural, incluidas las matemáticas y la teología, que tratan con objetos inteligibles. Pero, según Aristóteles, este no es al caso, pues una capacidad funcional de ciertas almas, cae fuera del ámbito de lo natural: se trata de la razón humana y de la divina (matizaciones a este texto aparecen en Charlton, 1987, pgs. 423).

[128] Aristóteles escribió un tratado De la sensación y de los sensibles (traducido en J. A. Serrano, 1993).

[129] Es el alma nutritiva, que es responsable del crecimiento y de la reproducción.

[130] La alteración, aquí, es el cambio cualitativo en las afecciones de una sustancia producido por la percepción. Es decir, lo que cambia en un ser cuando ve, oye, etc.

[131] Se puede referir al alma desiderativa que menciona en DA III 10 (como distinta de la voluntad guiada por la deliberación intelectual, 433a 9 y ss.), y que es la que causa la locomoción en los animales. En el resto de la obra biológica, no obstante, hace alusión sólo a tres tipos de alma: nutritiva, sensitiva e intelectiva. Esta distinción en el plano desiderativo es paralela a la que establece en el intelectual (véase nota 127)

[132] Entiéndase: en otros animales distintos del hombre. Algunos animales, según Aristótles, tienen una cierta inteligencia práctica, memoria, imaginación y capacidad de aprendizaje (véase HA 488b 24-26), pero no razón teorética (sobre fro¿nhsij de los animales en Aristóteles, puede verse Labarrière, 1990, pgs. 405-428).

[133] Aquí se cruzan dos ideas: a) no todas las partes de cierta alma son naturaleza (hay que suponer que se refiere al alma humana) y, por lo tanto, b) no todas las almas son simplemente naturaleza.

[134] Las abstracciones son las entidades matemáticas. En ellas no hay causa final, mientras que en la naturaleza sí. Por tanto, la ciencia natural no se ocupa de abstracciones, sino de objetos físicos concretos. El punto de vista teleológico no es llevado por Aristóteles al extremo, a pesar de que la rotundidad de este pasaje pudiera sugerirlo. Como deja claro en otros pasajes de este mismo libro y también en la Física, el azar tiene un lugar en el mundo natural, incluso entre los vivientes, así como la necesidad derivada de las causas material y eficiente. A diferencia de Aristóteles, el finalismo panglossiano es omnipresente en Galeno (véase Moraux, 1985, pgs. 327-344; Hankinson, 1988, pgs. 135-158).

[135] Tal como captamos (mentalmente) lo que son el calor, y al frío y su misma existencia, a partir de nuestra experiencia (sensorial) de los mismos; así captamos lo que es la finalidad, y su misma existencia, a partir de dos constataciones: por un lado, la regularidad y, por otro, la integración funcional de los organismos. Es parte de nuestra experiencia cotidiana la observación de que "un hombre engendra un hombre". De modo regular cada organismo da lugar a otros similares. También nos parece evidente que los muy diferenciados elementos estructurales del ojo están dispuestos conjuntamente para la visión. A partir de estas observaciones captamos la finalidad en la naturaleza (sobre la teleología en la biología de Aristóteles, puede verse Gotthelf y Lennox (eds.) 1987, pgs. 199-285; Kullman, 1985).

[136] Aristóteles no cree que el Universo haya sido generado, como expresa en De Caelo I 10.

[137] Probablemente se refiere a los atomistas, ya que, por un lado, atribuyen la formación de los cielos al movimiento caótico de partículas y, por otro, sostienen, en biología, las doctrinas de la preformación y la pangénesis. Según Harig, "partiendo de las concepciones de la escuela filosófica eléata, que impugnaba los procesos de generación y corrupción, así como la transformación de una materia en otra, enseñando, en cambio la composición de las cosas a partir de otras preexistentes, Anaxágoras llegó a la conclusión de que todas las partes del cuerpo del niño deberían estar contenidas en el semen del padre, preformadas en un tamaño tan pequeño que serían imperceptibles para el ojo" (en Jahn, Lother y Senglaub, 1989, pgs 57-8). Esta noción de preformación fue aceptada por Demócrito (y tuvo gran importancia en la biología del XVII y XVIII). Demócrito añadió, además, una explicación del origen del semen preformado. Según él, el semen se forma por la unión de partículas provinientes de todas las partes del cuerpo, que juntas forman una imagen infinitamente paqueña del progenitor (una doctrina pangenésica de este estilo fue adoptada por Darwin). La pista que nos conduce a las teorías de la reproducción y la herencia, es un texto paralelo al que comentamos y que figura en Phy 196a 25 y ss.. En él se explicita que la determinación a que se refieren esos fisiólogos, es la de la reproducción ("…de cada semilla determinada no procede cualquier otra cosa…"). Por otra parte, difícilmente podría, Aristóteles, referirse a Anaxágoras, quien comparte con Demócrito el preformacionismo y pangenetismo, pero que insiste en el papel del [nous] en la formación del cosmos.

[138] Añadimos 'de forma natural', siguiendo la convención de Louis, para señalar la proximidad etimológica, en griego, entre fu¿w "crecer" y fu¿sij "naturaleza".

[139] La redacción de todo este párrafo es sumamente esquemática y hemos optado por una traducción que haga más explícito su sentido. El acto es anterior a la potencia, como antecedente y consecuente. Se explica lo posterior por lo anterior: la potencia, por el acto; el devenir por la sustancia a que da lugar; el proceso por el fin del mismo; la parte (órgano, instrumento) por el todo (fin, forma, alma); el germen y su proceso de desarrollo por el estado adulto. Hay que aclarar que el fin de la generación es el estado adulto, no la muerte del individuo, que es fin sólo como acamiento, no como perfeccción. Para la relación entre potencia y acto puede verse Meta T 8, Phy 202a 11 y ss.. Para la relación entre alma, como acto o entelequia, y cuerpo, como potencia, véase DA II 1 y Meta 1047a 30 y ss..

[140] Ogle (1911) estima que esta explicación sobre la necesidad es una interpolación, ya que pocas páginas antes (639b 21 y ss.) ya se ha referido al mismo asunto (véase nota 94).

[141] No puede referirse a la Física, ni a la Metafísica, donde menciona explícitamente la necesidad hipotética. Louis (1956, pg. 171) también descarta la posibilidad de que aluda al diálogo perdido Sobre la Filosofía, ya que el resto de las referencias a este diálogo se hacen bajo la fórmula e©n toiÍj peri filosofi¿aj. La expresión que consigna el texto suele reservarla Aristóteles para referirse a los tratados científicos por oposición a los diálogos (Polit. 1282b 19; EE 1217b 23). Por tanto, probablemente el pasaje remita a APo 94b 36 y ss., donde sólo menciona explícitamente dos tipos de necesidad, la natural y la coercitiva (la única dificultad es que ambos pueden ser tomados por subtipos de la necesidad hipotética; véase nota 94).

[142] Se trata, probablemente, de la causa final, de la que ha dicho antes que es la primera (639b 14).

[143] En este párrafo lo¿goj significa proporción, pero no está aún claro en la primera ocurrencia del término. Por ello, hemos optado por mantener 'razón' como traducción de lo¿goj la primera vez que aparece en el párrafo (pues en español 'razón' también tiene el sentido de proporción). En la segunda ocurrencia de lo¿goj el sentido es evidente, por lo que hemos eliminado la ambigüedad traduciendo por 'proporción'. No basta, para definir algo, decir de qué materiales está hecho. Hay que añadir factores formales; al menos la proporción de la mezcla.

[144] Fragmento 92 (1-3) DK.

[145] 'Esencia' es la traducción habitual de to ti¿ hån eiånai y expresiones afines. Una posible traducción alternativa es 'quiddidad'. En relación a los conceptos de esencia y sustancia en la biología de Aristóteles puede verse Lloyd, 1990, pgs. 12 y ss.; Balme, 1987, pgs. 291-312; Gotthelf, 1985, pgs 27-54; Gill, 1989; Charlotte, 1989, 1990.

[146] Véase Meta 987b 1-4.

[147] Sus ideas sobre este asunto aparecen en el tratado Sobre la respiración. Aquí se intenta ilustrar, mediante un ejemplo, las ideas que se han enunciado, acerca del correcto método expositivo, en los párrafos anteriores. Pero el ejemplo, en forma de nota, es confuso; hasta el punto de que algunos comentaristas estiman que se ajusta perfectamente a lo dicho en Sobre la Respiración, mientras que otros creen que se trata de una teoría distinta, tomada a título de mero ejemplo. En cualquer caso, lo que intenta dejar claro Aristóteles, es que la explicación de la respiración debe tomar en cuenta, en primer lugar, su fin (la refrigeración de la sangre, según Aristóteles). En función de ello debe mostrar la necesidad (hipotética) de ciertos fenómenos (entrada de aire frío) y partes. El otro polo de la explicación es la necesidad condicionada por las causas material y eficiente (el aire caliente y el frío fluyen en una u otra dirección según la necesidad de los elementos).

[148] En principio parece aludir a Platón y sus seguidores, pues divisiones de este estilo aparecen en los diálogos Sofista y Político. Pero algunos comentaristas (por ejemplo Peck, 1955, pg. 78) señalan que el propio Platón era consciente de los problemas a que conducía la dicotomía (véase Fedro 265e, Político 287c) y los mismos ejemplos que figuran en Sofista (220b) y Político (258f, 265b y ss.), no parecen ser propuestos muy en serio. Concluye Peck que, probablemente, no se trate del propio Platón, sino de otros académicos.

[149] Una diferencia es un rasgo, una característica. La diferencia puede entenderse en un sentido lógico, como rasgo que diferencia, distingue, separa, una clase de otra u otras, o bien en su sentido físico. En este segundo sentido se trata del rasgo en tanto que constitutivo de un ser vivo concreto (véase también la distinción que establece Furth, 1987, pgs. 49-52). Ambas acepciones pueden ser ejemplificadas en español. Según la primera decimos que dos entidades son diferentes en tal o cual característica. Conforme a la segunda hablamos del proceso de diferenciación de una entidad, que es tanto como su ontogénesis, la aparición de lo heterogéneo a partir de lo homogéneo. Balme (1992, pg. 106) anota tres acepciones más aparte del sentido lógico, pero en nuestra opinión se trata más bien de extensiones de este sentido. Así, por extensión del sentido lógico, se denomina también diferencia a la clase caracterizada por una de ellas (PA 642b 6); a una serie de diferencias alineadas (PA 643b 23); y a la bifurcación que se produce al partir un género por una diferencia (PA 643b 8; Meta 1048b 4).

[150] La intención de este pasaje parece muy clara y concuerda con lo dicho en PA 644a 1 y ss. y Meta 1038a 32. Sin embargo, el texto de los manuscritos hace confusa la lectura. Por ello todos los editores y comentaristas sugieren modificaciones del mismo. Aquí hemos optado por suprimir aãpoun y añadir una disyunción en 642b 8. Con respecto a 'ser bípedo', 'tener pies' es redundante y con respecto a 'tener pie hendido', también.

[151] Sobre la última diferencia como diferencia única, en la que se contienen las anteriores de la misma línea, véase APo 97a 28; Top 144b 16; Meta 1038a 19-26.

[152] Véase nota 148.

[153] Sofista 220b.

[154] La división aristotélica entre sanguíneos y no sanguíneos, corresponde, aproximadamente a la actual entre vertebrados e invertebrados. Los animales no sanguíneos tienen, según aristóteles, un líquido análogo a la sangre, que cumple semejantes funciones (645b 10, 647b 10-15). Tanto Ogle (1911) como Peck (1955, pg. 102) señalan que no todos los vertebrados tienen sangre roja y que no todos los invertebrados carecen de ella. Pero, lo que interesa en este caso, es que los que Aristóteles llamaba sanguíneos coinciden con los que nosostros llamamos vertebrados, y los que denominaba no sanguíneos, con los actuales invertebrados.

[155] Louis traduce polupo¯dwn por pulpos y anota: "les poulpes ou pieuvres peuvent, en effect, se mettre à sec et y vivre". Sin embargo, esta traducción, que en otros contextos puede ser válida, en éste, parece improbable, ya que Aristóteles sugiere en más de un pasaje que los pulpos no pueden vivir fuera del agua (HA 524a 20, 525a 25).

[156] Aristóteles reconoce la necesidad de utilizar las divisiones por privación. De hecho él usa mucho la distinción entre sanguíneos y no sanguíneos. Lo que critica es su empleo en el marco de la división dicotómica. Si se reforma la diai¯resij en el sentido que él recomienda, se rehabilita la división por privación.

[157] Se trata de las alas de los insectos frente a las de las aves (véase PA 682b 17 y ss.).

[158] La misma afirmación aparece en HA 523b 19 y ss..

[159] En todos los manuscritos se lee ta aãnaima, sin sangre. Ogle lee ta e©nanti¿a, opuestos; Peck taj antikeime¿naj, opuestas; Titze ta antikei¿mena, opuestos; Prantl ta aãtoma, indivisos; Louis ta antikei¿mena. Balme interpreta el pasaje de forma que no hay que modificar la lectura unánime de los manuscritos. Según él se trata de un ejemplo particular que ilustra el caso general de diferencia según la privación. De hecho, la alusión al ejemplo particular de privación de sangre vuelve a aparecer unas líneas más abajo.

[160] Véase PA 693b 2-5, donde se explica cuál es la diferencia entre el bipedismo en el hombre y en las aves. Básicamente se refiere a la forma de flexión de las extremidades. Este asunto se desarrolla también en MA 704a 18- b 5 y HA 498a 3- b 4.

[161] Quizá pueda sorprender que Aristóteles afirme que la sangre es parte de la esencia [ou©si¿a] del viviente. Pero, precisamente, hoy sabemos, por los avances de la inmunología y la genética molecular, hasta qué punto la sangre de cada individuo es peculiar y diferente de la del resto de los vivientes. Esta identidad genética e inmunológica contribuye a la constitución del individuo como tal. Una exploración de este asunto, desde el punto de vista biológico y filosófico, se halla en el libro editado por Tauber (1991) Organism and the origins of the self.

[162] Que las diferencias deberían ser iguales en número a los animales indivisibles (a©to¿moij z%¿oij), se sigue de lo que enuncia a continuación: que tanto las diferencias (últimas), como los animales, son indivisibles y que no hay diferencias comunes (643a 7-8); que no debe escindirse lo que es uno, ni confundirse en uno lo que no es tal, y que debe haber al menos una diferencia para cada animal (643a 14-16), pues "la diferencia es la forma en la materia" (643a 23-4). Nada indica aquí, que los a©to¿moij z%¿oij no sean los animales individuales (en lugar de las especies o categorías indivisibles, como suele traducirse). Ni que la última diferencia no sea la forma individual en la materia, no alcanzable mediante el método dicotómico. El problema, para Aristóteles, reside, no en que se den más especies (formas en abstracto) que diferencias (formas-en-la-materia), sino en lo contrario, es decir, que el lo¿goj no da para captar la rica pluralidad de la fu¿sij (como explicita en Refutaciones Sofísticas 165a 3-13). Al menos, creemos que no hay justificación alguna para que la traducción bloquee esta posible lectura. La traducción que ofrecemos respeta la ambigüedad original, pues también en español 'animal' puede entenderse como individuo o como especie.

[163] Titze, Ogle y Peck suprimen mh (el 'no' de 'no común') en 643a 9. Louis sugiere, alternativamente, que hay una laguna en el texto. Aquí hemos supuesto que éste hueco del texto podría ser completado por 'privación'. De este modo, debe interpretarse que Aristóteles se refiere a una privación indivisible (como todas), pero no común, es decir, que atañe a un sólo animal (cubriendo el caso que faltaba por contemplar en su exposición, tal como apunta Balme). Pero la privación -vendría a decir Aristóteles-, aunque no sea común, no es una diferencia aceptable en la dicotomía. Una privación, al no determinar de modo preciso una forma, no elimina, en principio, otras formas alternativas que presenten la misma privación. Es decir, el hecho de que una privación corresponda sólo a un animal es meramente una coincidencia, y la privación, en sí misma, sigue pudiendo ser común (así se puede interpretar la frase 'por cuanto es común').

[164] Véase nota 162.

[165] Se trata de un género de objetos caracterizados por su color blanco, que se divide en otros dos (cada uno de ellos caracterizado por un diferente tono de blanco, si es que dividimos por la 'diferencia de la diferencia', o por otro rasgo cualquiera en caso contrario) y éstos, a su vez de subdividen, y así sucesivamente. El número de diferencias que se alcanza al final será: a) una potencia de dos, si sólo se aceptan divisiones que avancen parejas en todas sus ramas (Peck adopta esta interpretación); b) un número par cualquiera, sea o no potencia de dos, si aceptamos que, en alguna rama, la división pueda detenerse antes que en otra, pero exigimos que de la partición de un género resulten o bien dos especies o bien dos subgéneros, nunca un subgénero y una especie (esta es la interpretación de Louis); c) cualquier número, par o impar, si aceptamos que de la bipartición de un género pueda resultar, por un lado un subgénero y, por otro, una especie (es el punto de vista de Balme). Creemos que el significado que Aristóteles pretende dar a este pasaje debe coincidir con la opción a) o con la b), pues en 643a 1 afirma que "es preciso que cada diferencia [última] caracterice un particular, y también su opuesta". Esta afirmación parece excluir c). Además, si se permite que el resultado de la división sea cualquier número, el argumento perdería parte de su fuerza. Tal como lo entendemos, sugiere la poca confianza de Aristóteles en la aplicación a la realidad de regularidades numerológicas, al estilo pitagórico.

[166] To eiådoj e©n t$½ uÐl$, así se puede leer en todos los manuscritos menos en Y y (, donde figura e©n t$½ uÐl$ to eiådoj que cambia el sentido del pasaje. Su traducción con esta variante sería: “la especie es la diferencia en la materia”. Muchos editores optan, por la segunda formulación, debido a que desde el punto de vista lógico es más clara. Así, entendiendo que “materia” se refiere al género lógico, lo cual es frecuente en Aristóteles, tenemos que la especie es el resultado de añadir, al género, la diferencia. Sin embargo, el estudio de Düring sobre el manuscrito Y, parece desacreditar las lecturas peculiares del mismo como modificaciones aportadas por algún copista medieval (véase Düring, 1950, pgs 67-80 y Louis, 1956, pg. XXXVIII). La formulación mayoritaria en los manuscritos, y que aquí aceptamos, puede resultar extraña desde el punto de vista lógico, pero no desde el físico (véase, al respecto, Inciarte, 1974, pg. 276n). Desde este último punto de vista, no es la diferencia la que especifica el género, sino la forma, eiådoj, la que diferencia la materia, uÐlh. De modo que, la última diferencia, no es una forma en abstracto, sino la forma en la materia, el viviente concreto. Esta lectura enlaza de modo natural con DA II y Meta Z y H (véase también el comentario que René Thom (1990, pgs. 497-8) hace a este pasaje, así como las notas 149 y 162).

[167] Se puede dividir según lo que es esencial (por ejemplo, para un triángulo, el tener tres lados; o para un sanguíneo la presencia de corazón), o según lo accidental. Los accidentes pueden ser propios (o esenciales), es decir, exigidos por algún rasgo esencial (por ejemplo, en un triángulo, el que sus ángulos sumen dos rectos; o en un animal sanguíneo el cerebro, que se requiere para compensar la acción térmica del corazón), o bien inesenciales (como el color del triángulo o el de los ojos en el animal). Nadie propone la utilización de estos últimos, por ello, Aristóteles sólo menciona los propios. Este punto parece ser una crítica a prácticas habituales en la Academia, quizá, concretamente, a Espeusipo. Sobre la distinción mencionada en seres vivos, puede verse Balme, 1987, pgs. 19 y 75. Sobre la relación de explanans a explanandum entre los rasgos más esenciales y los menos esenciales, véase Gotthelf, 1987, pg. 190.

[168] Véase De Sensu. 436a 7 y ss., donde también se alude a funciones comunes a cuerpo y alma.

[169] 642b 12.

[170] El ejemplo aparece en Platón, Político 264a 1. El término griego hÐmeroj significa tanto domésticos como civilizados. Está claro que, en el caso de los hombre, se refiere a esto último.

[171] La fuerza del argumento reside en que, en los ejemplos aludidos, puede ser el mismo individuo, sin discontinuidad formal ni sustancial, el que pase de una división a otra. En el caso de las hormigas, un mismo individuo a lo largo de su vida puede pasar de poseer a alas a no tenerlas. Por ejemplo, una hormiga reina posee alas hasta que termina el vuelo nupcial, momento a partir del que las pierde. En el caso de los domésticos y salvajes, la clave para esta lectura nos la da el ejemplo de los perros de la India, que Aristóteles menciona también en HA (607a 3-8) y GA (746a 34-35). Estos perros de la India son, según él, fruto, en tercera generación, del cruce entre perra y tigre. Los de la primera generación son feroces, sólo los de la tercera pueden ser domesticados (el supuesto regreso a la forma materna aparece consignado también en GA 738b 32 y ss.). No se trata, pues, sólo de que haya variedades domésticas y salvajes de una misma especie, sino de que un mismo animal individual puede transitar de un estado a otro. Esto es lo que hace artificial el cambio de nombre; no es la unidad de nombre la que garantiza la unidad de naturaleza (lo cual estaría en contra de lo afirmado en otros muchos lugares: Refutaciones Sofísticas 165a 3-13; PA 642b 15, 643b 17 y ss.; o Meta. 1034a). Existen, por otra parte variedades no susceptibles de domesticación, en cuyo caso, estaría justificada la división. Por ejemplo, se distinguen el cerdo y el jabalí, el perro y el lobo, aunque sus híbridos sean posibles. Lo importante a la hora de dividir por este concepto, no es que sean o no domésticos, sino que sean o no domesticables (HA 488a 24-31).

[172] “Esto” se refiere, en general a todo lo dicho anteriormente.

[173] La misma idea aparece en 644b 2.

[174] El motivo por el cual esta diferencia última y única obtenida por dicotomía es insufuciente, se expresa en 644a 1-12.

[175] Regla básica para garantizar la unidad de la sustancia en la última diferencia, si la división se hace de modo adecuado (se expresa también en Meta 1038 a 9; véase también Meta H 6 en relación con la unidad de la definición y del objeto definido).

[176] Si dividimos los alados en domésticos y salvajes, como estas diferencias no son determinaciones de alado, no bastará decir de un animal que es salvaje, habrá que definirlo mediante una conjunción: alado y salvaje. Así, la última diferencia es, en realidad, una conjunción que recoge toda una línea de divisiónes. Platón, en el Sofista (223b, 224d, 226a), procede así.

[177] Se rehabilita la división por privación, siempre que se combine la privación con otras diferencias no privativas y, por tanto, divisibles.

[178] Sólo es simple la diferencia que inicia la serie, pues no implica otras anteriores. Si, en conformidad con el ejemplo propuesto, comenzamos la división tomando los animales de pie hendido, esta diferencia es simple. Si divimos los de pie hendido en los que tienen una hendidura y los que tienen varias, entonces, el tener varias hendiduras es una diferencia compuesta, ya que implica la posesión de pie hendido. Si dividimos por la diferencia de la diferencia, la última, aunque sea compuesta, puede expresarse como si fuese simple, en una sola palabra; mientras que si no dividimos así, la última diferencia habrá de ser expresada como una conjunción. Esta cuestión también se trata en PA 643b 15 y ss.; Top. 143a 29; Meta 1037b 8 y ss.; APo II 14)

[179] Polu¿poun en contextos más propiamente biológicos significa de más de cuatro pies, pero en este pasaje puede tomarse en sentido más literal, de modo que bípedo sea un caso particular de "polípodo". Por otra parte, es válida, aquí, la misma observación que en nota 150 por lo que hace al añadido de la disyunción. Si afirmamos de un organismo que es de pie hendido, sería redundante añadir que tiene pies. Si decimos que es bípedo, sobra la afirmación de que tiene más de un pie.

[180] Un texto similar figura en Meta 1037b 27 y ss..

[181] Sobre la supuesta intención, por parte de Aristóteles, de definir las especies y sobre la posibilidad de hacerlo, véase la discusión de Lloyd, Balme y Pellgrin en el libro editado por Devereux y Pellegrin (1990).

[182] Es decir, existen rasgos comunes a voladores y acuáticos; como, por otra parte, también el resto poseen rasgos en común (probablemente referidos a la forma de desplazamiento). Aparece un comentario a este pasaje en Lennox (1987, pgs. 172-3).

[183] Los géneros difieren por analogía, las especies en grado (la misma distinción figura en HA 486a 15 y ss.). Aristóteles alude a las diferencias graduales con las expresiones siguientes: 'por un exceso', 'por el más', 'en el màs o el menos', 'por las características corporales'. Algunos comentaristas señalan que las diferencias de grado corresponden, aproximadamente, a lo que hoy llamamos homología. También las diferencias analógicas, en la terminología de Aristóteles, se aproximan a lo que actualmente se denomina analogía. En nuestra opinión, esta relación puede confundir, pues si bien es cierto que estos conceptos, de origen aristotélico, llegan a nosotros a través de la anatomía comparada pre-evolucionista, hoy están vinculados a la biología evolutiva. Desde el punto de vista de la evolución, "la analogía es la correspondencia de características debida a una semejanza funcional, pero no a un origen común" (por ejemplo, el ala del insecto y la del ave). Mientras que "la homología es la correspondencia de características en distintos organismos debida a la herencia a partir de un antepasado común" (por ejemplo, existe homología entre la pata del caballo y el ala del murciélago) (Dobzhansky et al., 1977, pg. 263). Y, está claro, que la comunidad de origen es un aspecto que no fue contemplado por Aristóteles. De modo que es mejor caracterizar las diferencias analógicas y graduales en sus propios términos. Así, en Aristóteles, la relación analógica entre dos partes supone una proporción funcional: la parte a es al animal A lo mismo que la parte b al animal B. Por ejemplo, la pluma cumple en el ave la misma función que la escama en el pez (644a 23). Por otra parte, el pico de un ave está en relación de 'más o menos' con el de otra ave, pues puede ser más largo, más blando o más liso (644b 15; véase también 692b 3 y ss.). Es muy importante advertir que con esta distinción no hace, de género y especie, categorías taxonómicas fijas. No es que la relación de analogía fije, como géneros, aves y peces. Hay que entender, por el contrario, que una vez tomados como géneros dos grupos cualesquiera, de cualquier nivel, la relación entre ellos será de analógica, mientras que dentro de cada uno, la diferencia será de grado. Por consiguiente, plumas y escamas serán análogas en la medida en que aves y peces sean tomados como géneros. Si hablamos de un género más amplio, por ejemplo el de los sanguíneos, entonces la diferencia entre plumas y escamas será de grado: dentro de este género, ambos son sistemas de aislamiento térmico y protección, de mayor o menor dureza o eficacia, compuestos en mayor o menor grado por algunos de los cuatro elementos, de mayor o menor tamaño, grosor o número de subdivisiones… Pellegrin da apoyo textual a esta tesis en dos fragmentos de PA. En uno de ellos se establece una relación de analogía entre hueso, cartílago y espinas (PA 653b 35) y en otro una diferencia de grado entre hueso y cartílago (PA 655a 33) (Pellegrin, 1982 y 1987).

[184] Sócrates y Corisco son tomados como ejemplos de sustancias, de formas últimas formalmente indivisibles. Este pasaje, leido así, es problemático para quien interprete que en Aristóteles la última forma es la específica. Pero está claro que Sócrates y Corisco son dos sustancias y que sus diferencias han de ser formales, pues una diferencia no formal, únicamente material, es un contrasentido. Hemos opotado por esta traducción por ser la que se ajusta de modo más natural al texto; y porque, en nuestra opinión, no es discorde con el resto de la obra biológica de Aristóteles (armoniza especialmente con GA y, en particular, con GA IV 3). En PN 465a 4 se puede leer una afirmación muy similar: "Digo que existe una diferencia según el género, ge¿noj, por ejemplo entre el hombre y el caballo (en efecto, el género hombre vive más tiempo que el género caballo), y una diferencia según la especie, eiådoj, como un hombre difiere de otro hombre" (Trad. a partir de J. Serrano, 1993, con alguna modificación). También es afín, esta lectura, a las ideas expresadas en Meta Z y H y en DA II. Sin embargo, la polémica sobre la naturaleza individual o específica de la forma está abierta. Por su complejidad no puede ser abordada aquí, pero pueden verse al respecto las contribuciones de Lloyd, Balme, Furth, M.Frede, Cooper y Morrison en el volumen editado por Devereux y Pellegrin (1990), así como las anotaciones de Frede y Patzig a su traducción alemana de Meta Z (1988) y el artículo de M.L.Gill (1993).

[185] Irónicamente, la conveniencia de evitar repeticiones se ha mencionado ya en 639a 27 y se reiterará una vez más en 644a 34 y 645b 11.

[186] En algunas traducciones figura 'avestruz' en lugar de 'gorrión'. Efectivamente, comparten el mismo nombre strouqo¿j, pero en los textos que se refieren inequívocamente al avestruz, siempre se añade o¸ Libuko¯j (de Libia).

[187] Lo correcto metodológicamente para la ciencia es estudiar lo común y después lo peculiar. Esta es la solución al problema enunciado en 639a 18. Pero lo deseable para la sabiduría sería obtener conocimiento de los particulares (644a 25-31), que son lo realmente existente.

[188] La distinción común se basa en la morfología. Pero Aristóteles propone además una distinción funcional (en 645b 21-23 se refiere a la distinción según las acciones). En HA atiende no sólo a la morfología y acciones del animal (HA I-VIII), sino también a la vida y carácter (HA I, VIII y IX).

[189] El criterio de división que utiliza Aristóteles en los animales sin sangre es el siguiente (HA IV 1-8): los que tienen la parte dura interna y la blanda externa son los mala¿kia (que en griego quiere decir, precisamente, blandos, como la sepia o el pulpo); entre los que tienen la parte dura en el exterior y la blanda en el interior, los hay que presentan una parte dura flexible y poco frágil, se trata de los malako¿straka (crustáceos, como la langosta o el cangrejo); otros poseen una parte dura frágil y no flexible, son los o©strako¿derma (testáceos, como ostras, caracoles, erizos de mar); y, en último término están los que tienen el cuerpo dividido en secciones eãntoma (insectos, entre los que incluye también arácnidos). Así pues, mala¿kia no puede traducirse directamente por moluscos; conviene traducir por cefalópodos. En la sistemática actual, los cefalópodos son una clase dentro del tronco de los moluscos. Los animales de otras clases de moluscos (gasterópodos y lamelibranquios) los incluye Aristóteles, junto con erizos de mar y ascidias en una especie de cajón de sastre que denomina o©strako¿derma y que suele traducirse por 'testáceos', es decir, animales dotados de concha. Los testáceos, así entendidos, no tienen correspondencia en la sistemática actual (el término se emplea actualmente para un orden de protozoos rizópodos que no tiene nada que ver con los o©strako¿derma de Aristóteles).

[190] ãÓOstreia aparece otras tres veces en la obra biológica de Aristóteles; la variante oÓstrea lo hace trece veces. En todos estos pasajes, Aristóteles parece referirse a moluscos con concha, como un grupo, o bien a las ostras en particular. ãOstreia ha sido traducido al español por 'conchas', 'ostras' (Vara, 1990; Pallí, 1992) y 'marisco' (Serrano, 1993). Aquí hemos optado por 'conchas', ya que parece aludir a un grupo extenso, como peces o cefalópodos; pero hemos evitado testáceos ya que habitualmente se refiere a ellos como o©strako¿derma.

[191] Los cuerpos celestes, como los planetas, estrellas y sus orbes (véase De Caelo I 1-2). Fragmentos de este capítulo están traducidos al español en Alsina (1986, pgs. 37-39), Mosterín (1984, pg. 248), García Gual (1992, pgs. 9-11).

[192] El mismo problema se menciona en De Caelo 292a 15.

[193] En las obras físicas (Phy, GC, Mete), cosmológicas (De Caelo) y metafísicas (Meta).

[194] Está claro que Aristóteles considera valioso cualquier todo vivo.

[195] Platón menciona esta fórmula en Leyes 899b 9, sin atribuirla a nadie en concreto. Habitualmente se adscribe a Tales de Mileto; pero Diógenes Laercio relaciona una expresión similar con Heráclito. Balme (1992), siguiendo a Robertson, sugiere que el tal horno no es sino un eufemismo para referirse a lo que, eufemísticamente, llama 'lavatory'.

[196] El fin ocupa en los seres naturales el mismo lugar que la belleza en las arte a que antes se ha referido (pintura o escultura).

[197] Una prueba más de que eidos [eiådoj] y genos [ge¿noj] no son categorías taxonómicas fijas, pues en el mismo texto se habla de la especie hombre (645b 25) y del género hombre. La extrañeza ante este hecho desaparece si dejamos de atribuir a Aristóteles una intención clasificatoria al estilo linneano, a la que es ajeno (véase Pellegrin 1982).

[198] A partir de este párrafo cambia radicalmente el estilo y parece iniciar una recapitulación.

[199] En este párrafo recapitula 639a 18-27 y 644a 18 y ss..

[200] Véase nota 185.

[201] ãOrganon significa, en general instrumento, medio; incluye la noción de herramienta y la de órgano.

[202] En los manuscritos de lee plh¯rouj (total). Sólo un manuscrito presenta una lectura divergente del resto: polumerou½j (complejo). Louis (1956) opta por esta última lectura, sin embargo, en nuestra opinión, tiene más sentido la que consignan la mayor parte de los manuscritos, pues se trata de la acción conjunta, no sólo como suma de las acciones parciales (en cuyo caso sería una acción compleja), sino como acción integrada, armónica, de un sólo individuo (hasta el punto de que Munzer (1993) señala la existencia de problemas en la identidad de un órgano trasplantado). En español, 'integral', retiene las connotaciones de 'total' y de 'integrado'.

[203] Recapitula la discusión sobre instrumentos y fines que figura en el capítulo 1, al tiempo que insiste en el aspecto funcional por encima del morfológico (véase nota 188).

[204] Las acciones tienen una relación de fin a medio (se producen jugos gástricos o pancreáticos para contribuir a la digestión de alimentos). Pues bien, del mismo modo se relacionan las partes que realizan esas acciones (el estómago o el páncreas son instrumentos en relación al aparato digestivo como un todo). En general, las partes de los individuos son medios en relación al todo, que es el fin. En último lugar se menciona lo que es por necesidad, es decir: o bien resultado colateral de la acción (en la digestión, residuos), o bien parte o acción materialmente necesaria para que se produzcan los medios conducentes al fin (composición ácida de los jugos gástricos y alcalina de los pancreáticos, por ejemplo). Véase en relación con este punto 642a 31- b 2; nota 94; DA 434a 31.

[205] 'Miembro' debe entenderse como parte no homeómera, mientras que 'las otras', son las homeómeras (véase nota 117).

[206] Probablemente se refiere a HA. Sin embargo Balme (1987) sostiene que HA es un tratado posterior a PA. De ser así, habría que suponer algún otro tratado anterior a PA de carácter básicamente descriptivo.

[207] Comienza la explicación de los seres vivos mediante tres síntesis: la primera combina los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego), o bien las potencias elementales (calor, frío, sequedad, humedad), para constituir la materia de los tejidos, con sus características de peso, densidad, dureza, etc. A partir de materia más o menos dura, pesada, densa, etc., se consiguen, mediante una segunda síntesis, los tejidos o partes homeómeras. La combinación de los mismo produce, en una tercera síntesis, las partes no homeómeras, es decir, lo que nosotros llamamos órganos y miembros del ser vivo. La referencia a anteriores escritos nos conduce a GC II, 2 y II, 8; De Cael. 306b 19; Mete IV. La existencia y propiedades de los cuatro elementos y de las potencias elementales se toma de estos textos, y es un dato primitivo en relación a PA y a la zoología en general.

[208] Véase 640a 18 y s..

[209] El cambio sustancial de generación requiere la presencia previa de al menos un ser en acto que ejerza de causa eficiente y material del nuevo ser. Éste concluye su proceso de formación cuando está actualizado, posee su propia forma. En este momento el proceso ha llegado a su fin. El caso concreto a que se aplica este análisis general es el de la génesis de un nuevo viviente, que requiere la existencia previa de progenitores que sean principio del cambio sustancial de generación, el cual culmina con la fomación del nuevo ser vivo.

[210] Insiste en la misma idea que a enunciado ya varias veces en PA I.

[211] En la definición de las partes importa sobre todo su función, es ésta la que condiciona la composición.

[212] Se refiere a las potencias elementales, a los propios elementos y a las proporciones en que se combinan.

[213] Las partes instrumentales son los órganos y miembros, es decir, partes que cumplen funciones.

[214] Tal como señala Louis (1956, pg. 174), neuron [neu½ron] cubre un amplio campo semántico, se refiere a partes que nosotros diferenciamos claramente pero no así Aristóteles: nervio, tendón, ligamento, aponeurosis. La distinción clara se la debemos a Galeno y a Herófilo. Véase, Lloyd, (1987a, pgs. 212-213).

[215] Si las partes homeómeras estuviesen compuestas de partes no homeómeras, tendríamos partes uniformes compuestas de partes uniformes, lo cual es absurdo.

[216] Las partes instrumentales son los órganos y miembros, mientras que las sensoriales son los órganos de los sentidos, que no son para Aristóteles propiamente órganos, ya que los considera partes homeómeras.

[217] 646b 26.

[218] Puesto que cada uno se corresponde con un sólo tipo de sensible, de modo que estará constituído por el mismo elemento de que esté formado este sensible (véase De Sensu et Sensato, contenido en PN).

[219] Podría aludir al hecho de que es el más extendido por todo el cuerpo.

[220] La vida animal se caracteriza por la sensibilidad, característica que la diferencia de la vegetal. La mayor parte de los animales, además de sensibilidad poseen movilidad; pero, para que algo se considere animal ha de poseer, al menos, algún sentido y el más básico de todos es el tacto; es el sentido común, entendiendo por tal que todo animal lo posee y que, por diferenciación, da lugar al resto de los sentidos.

[221] PN 455b 34, 456a 5, 467b 28 y 34, 469a 5-7, 474a 25.

[222] La fisiología de Aristóteles es claramente cardiocéntrica. Este órgano proporciona el calor necesario para que se cumplan los diversos procesos de cocción (pe¿yij) mediante los cuales se digiere el alimento y se producen las partes homeómeras. Por ello el corazón es la primera parte que se forma durante la gestación (véase, por ejemplo, HA 561a 3 y ss). Esta tradición parte ya de la medicina egipcia, que consideraba que todos los conductos del cuerpo tienen su origen en el corazón (papiro de Ebers). En la medicina griega, el cardiocentrismo se opuso al cerebrocentrismo defendido, entre otros, por el mádico pitagórico Alcmeón de Crotona. Un relato compendiado de la fisiología cardiocéntrica de Aristóteles puede verse en Mosterín, 1984, así como en Jahn, Lother y Senglaub, 1989, quienes también tratan la tradición opuesta. Para los origenes egipcios puede verse Taton, 1971, vol. I.

[223] La sangre, por ejemplo, cuando abandona el organismo, donde se halla en su estado natural, se coagula, deja de ser líquida, pero no así, por ejemplo, la leche.

[224] se refiere, en particular, al suero de la sangre. Véase 651a 17. Hay referencias al mismo también en Platón (Timeo, 83c) y en el tratado hipocrático Sobre la Naturaleza del Niño, XVIII, 3 y XXX, 12.

[225] Un párrafo muy parecido se encuentra en HA 487a 1-9.

[226] En cada momento y desde cada perspectiva de estudio unas partes sirven más a la constitución del animal y otras a su acción, mas sería contrario al espíritu global de la biología de Aristóteles pensar que se puede establecer esta diferencia de manera absoluta, antes bien, una misma parte constituye el cuerpo del animal o contribuye a su funcionamiento según desde qué perspectiva la estudiemos en cada momento.

[227] Véase 643a 1 y ss..

[228] Véase nota 154 del libro I.

[229] Es decir, cuya sangre tiene caracteres opuestos. Véase 650b 24 y ss..

[230] La posición de Aristóteles frente a los prejuicios tradicionales en favor de la superioridad de lo masculino, de la parte derecha o de la superior, es variable. Suele aceptar la anisotropía axiológica del espacio y mantiene prejuicios sobre lo masculino y lo femenino que le conducen a errores de bulto en sus estudios anatómicos y fisiológicos, sin embargo rechaza que la diferenciación del sexo del embrión esté relacionada con la procedencia del semen (lado izquierdo o derecho) o con la posición en el útero (lado izquierdo o derecho). Para un análisis de las asimetrías espaciales en la obra biológica de Aristótles puede verse Lloyd, 1966. Una estudio general de la fuerza explicativa de los esquemas izquierda-derecha, arriba-abajo y otros se expone en Lakoff, 1987. Información sobre teorías embriológicas anteriores que relacionan sexo y lateralidad se halla en Jahn, Lother y Senglaub, 1989.

[231] Hablan sobre este asunto Demócrito y Empédocles. Este último, en particular, sostiene la doctrina que aquí se expone, como confirma el texto de PN 477a 32 – 478a 10.

[232] Filósofo griego (Elea 540-450 a.C.)

[233] Filósofo griego, discípulo de Pitágoras, nacido en Sicilia a mediados del s.V.

[234] La asociación de calor y frío con masculino y femenino, con derecha e izquierda, con bilis y sangre, etc. depende de las diversas teorías de la herencia que se dieron en la antiguedad. Según una de ellas, defendida por el médico pitagórico Alcmeón de Crotona (c. 500 a.C.), la herencia y el sexo son resultado de la lucha entre el semen masculino y el femenino que confluyen en el momento de la procreación. Según otras, sólo el progenitor masculino aporta semen y, siendo así, la determinación del sexo debe resultar de otros factores. Aquí aparece la teoría calórica de Empédocles, según la cual el útero recibe un semen sexualmente indiferenciado, que se desarrollará como hembra si el útero, en ese momento, estaba frío y como macho si estaba caliente (la temperatura del útero está en función de los ciclos menstruales). La razón es que los individuos de sexo masculino requieren para su desarrollo más calor que los de sexo femenino. De ahí deriva Empédocles la explicación de toda una serie de diferencias fisiológicas que hoy relacionamos con los caracteres sexuales secundarios. Según una tercera teoría, defendida por Anaxágoras de Clazomene, la diferenciación del sexo estaba ligada a la posición del embrión en el útero. Si se implantaba en la parte derecha del mismo la descendencia sería masculina, si en la izquierda femenina. Esta doctrina no es difícil de combinar con la calórica, pues tradicionalmente, al menos desde Hipócrates (460-370 a.C.), se consideraba la parte derecha como más caliente que la izquierda por recibir más sangre. Esta red de asociaciones pone en relación lo caliente con lo masculino, con el lado derecho y con la sangre. Por supuesto, aquí entran en juego todos los prejuicios culturales acerca del valor de la derecha y la izquierda y del macho y la hembra. Sin embargo, Aristóteles atribuye a Parménides otra doctrina, que pudo haber sido posterior al propio Parménides: el embrión procedente de la parte izquierda del cuerpo masculino daría lugar a descendencia masculina, si de la parte derecha femenina. Esta inversión de los papeles de izquierda y derecha en la determinación del sexo viene dada por la inversión de la atribución de calor y frío a macho y hembra, hecho al que alude Aristóteles en este pasaje. En este caso los prejuicios culturales ceden ante la convicción de que el flujo menstrual indica un exceso de sangre y, por tanto, de calor, en la hembra.

[235] Mete IV, 1; GC II, 2

[236] El texto distingue siete sentidos en que se puede decir de un objeto que es más caliente que otro; en ellos aparecen mezclados, entre otros, conceptos que nosotros distinguimos como calor y temperatura. Se puede decir que un objeto es más caliente que otro: (1) si calienta más lo que toca, (2) si produce mayor sensación de calor al ser tocado, (3) si funde mejor aquello susceptible de ser fundido, (4) si quema mejor aquello susceptible de ser quemado, (5) si, a igualdad de otros factores es mayor, (6) si se enfría más lentamente o (7) se calienta más rápidamente.

[237] Véase DA 417a 8 y Mete 389b 18-22.

[238] Si diesemos un nombre al agua caliente, por ejemplo "vapor", tendríamos que tal entidad está compuesta por un sustrato, el agua, del que no se puede decir que sea ni caliente ni frío, combinado con algo que aporta el calor. Pues bien, Aristóteles considera que la sangre es un caso análogo.

[239] Mete IV; GC 2 y 8.

[240] Una vez más, el inicio de este segundo libro remite a Mete o GC. En particular, sobre lo seco y lo húmedo trata Aristóteles en Mete IV, 4.

[241] Se refiere a la cualidad que posee aquella sustancia que se adapta a la forma del recipiente que la contiene. Véase GC 329b 34 – 330a 3.

[242] Literalmente pe¿yij significa cocción, pero para Aristóteles la digestión es precisamente esto, un proceso de transformación del alimento en el estómago, que funciona a modo de recipiente, gracias al calor que aporta el corazón. La noción de pe¿yij abarca prácticamente todos los procesos de transformación por calor que se dan en el interior del organismo gracias al calor; así, el alimento se transforma en sangre por cocción, y, por sucesivas cocciones de ésta se obtienen otras partes homeómeras (véase Lloyd, 1987a, págs. 204 y ss.).

[243] Los textos de los manuscritos son en este punto defectusos (véase Louis, 1956, pág. 32, n. 1).

[244] Lo más probable es que se refiera a las cavidades superior e inferior del tronco, dividido por el diafragma, dado que, por una parte es la división anatómicamente más obvia, y por otra, Aristóteles considera que el corazón, situado por encima del diafragma, sí interviene en la digestión; lo hace aportando el calor nacesario. En la cavidad inferior se sitúan estómago e intestinos obviamente relacionados con la digestión. Sin embargo el sentido es ambiguo, pues el término koilia [koili¯a] es empleado por Aristóteles en múltiples sentidos. En general significa cavidad, pero según pasajes se refiere al estómago, al vientre o abdomen en general, al intestino e incluso a los ventriculos del corazón.

[245] La misma comparación en Platón, Timeo 70 e.

[246] Membrana que rodea el intestino y que, efectivamente, está muy vascularizado. El sistema de vasos del mesentéreo sube los nutrientres que se han filtrado a la sangre hasta la vena porta que los conduce al higado.

[247] Se refiere a una obra perdida que contenía dibujos anatómicos y a otra obra, probablemante la HA. La reserva en la identificación de esta última responde a la tesis de Balme, según la cual existió una obra de historia natural anterior a PA y actualmente perdida, mientras, que, según él HA sería posterior. El propio Aristóteles practicó la disección, como se desprende del tenor de algunos pasajes.

[248] La misma imagen se halla en Platón, Timeo 73 d.

[249] Véase más abajo 652b 6 y 656a 24; además, HA 520b 14.

[250] Se refiere al tratado GA (740a 21- b 12, 743a 8, 746a 28) y, probablemente, a una obra perdida, o simplemente proyectada, sobre la nutrición. Hay también referencias a esta obra en DA 416b 30, PN 456b 2, PA 653b 3 y 678a 16.

[251] La parte acuosa de la sangre es el suero, la térrea la fibrina.

[252] 648a 2 y ss.

[253] 650b 18

[254] La grasa difiere del sebo en la medida en que la sangre a partir de la que se que produce la grasa difiere de la sangre a partir de la que se produce el sebo. La diferencia entre grasa y sebo reside en que la grasa, en frío, no solidifica, mientras que el sebo sí.

[255] Los animales con una sólo línea de incisivos (los de la mandíbula inferior) y con cuernos son los rumiantes; éstos son, entre los sanguíneos, los que producen sebo.

[256] Hueso del tarso.

[257] Aunque la única restricción que figura más arriba es la referencia a sanguíneos, es probable que Aristóteles sólo tuviese en mente aquí a los mamíferos, y entre los mamíferos, por razones obvias, sólo a los euterios, de los cuales cumplen estas características los primates, proboscideos, carnívoros, insectívoros, quirópteros, roedores y lagomorfos.

[258] Para Aristóteles la vida del animal está ordenada a la realización de la capacidad que lo define, a saber, la de percibir. En general, en Aristóteles, vida y conocimiento no se oponen, sino que las formas más complejas de vida se caracterizan por sus capacidades cognoscitivas. Lo más importante no es que la percepción esté al servicio de la nutrición (y de la supervivencia en general), sino a la inversa, que la nutrición (y todo lo que hace que el animal sobreviva) está al servicio de la percepción (lo que hace que el animal viva).

[259] 650b 4, y más abajo en 656b 19 y ss..

[260] Recuérdese que

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9
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