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La naturaleza de la riqueza


Partes: 1, 2, 3

  1. Asuntos preliminares
  2. Una sinopsis
  3. Definiciones ineludibles
  4. Ciclo Económico
  5. Los servicios
  6. El artificio místico
  7. La competencia y el mercado, la oferta y la demanda
  8. Importación y exportación
  9. La propiedad y otros valores
  10. Bibliografía

Asuntos preliminares

El socialismo, aún joven, sigue su camino de aciertos y errores, pero ha demostrado que sus objetivos alcanzables, realizables, los está alcanzando, realizando. Paso a paso, en repecho y contra vientos huracanados. Contra la crítica de los quietos, continúa andando. Va aprendiendo y está abierto a corregir errores y confirmar aciertos. Este escrito solamente le propone a él un punto de vista diferente, sin que por ello necesite renunciar a sus principios. Los mismos motivos, exactos, que nos empujan a analizar críticamente el capitalismo, nos evitan tener que estudiarlo.

La alimentación, la vivienda, la salud, la educación, el trabajo, necesidades materiales, básicas, e imprescindibles de la humanidad, no integraron nunca las categorías "fundamentales" del capitalismo. Después de la renuncia a continuar existiendo que hizo la Unión Soviética, único escollo con posibilidades de enfrentamiento similares que se interpuso al capitalismo, este vivió su momento de esplendor: dominó el mundo, salvo contadas y ejemplarizantes excepciones. Pero, como la vida lo demuestra, esas necesidades siguen existiendo y no hay competencias ni lucros ni ofertas ni mercados ni demandas capaces de eliminarlas. Nunca hubo ni habrá solución definitiva, en el capitalismo, para estas necesidades, a pesar de las "explicaciones" transitorias e incoherentes de sus economistas.

Estas faltas graves del capitalismo nos han hecho interesarnos en la posibilidad de cumplir con una tarea determinada, específica. Esa labor no es fácil: encontrar un nuevo punto de vista económico que nos dé la certeza de vivir mejor en un mundo mejor. Como se ve, no es poca cosa, aunque consideramos haberlo logrado. Este libro es el inicio de una zaga que convalidará esa nueva visión de la economía.

Nuestra intención objetiva no es analizar o criticar al capitalismo. Tampoco es reiterar conceptos ya demostrados (caso de la plusvalía, por ejemplo). Nosotros estamos haciendo conocer un nuevo punto de vista, una nueva forma de ver la economía, basándonos en el descubrimiento de una ley natural, que utilizamos como método. Con dicho descubrimiento hemos dejado de considerar los hechos sociales como hechos diferentes de los naturales.

La demostración científica es definitiva para las mentes abiertas, inútil para las obtusas. Porque no hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver. Otro camino que toman es "elevar" cualquier discusión a un plano metafísico tan alto, que nos impide conectarlo con la realidad. Les es conveniente, porque la realidad es una herramienta en la que nosotros nos apoyamos y con la que ellos no cuentan. Aparece entonces la discusión de la sexualidad de los ángeles, la invención de un lenguaje impenetrable, o simplemente la obligada imposición de aceptar lo que ellos dicen o atenernos a ser incluidos en el "eje del mal". Usan otros caminos, y ninguno de ellos excluye a los demás.

El estudio de la relación del hombre con la naturaleza –es decir, consigo mismo se ha basado en la economía. Y ésta ha sido el soporte de toda ideología. Sus conclusiones, las de la economía, nos afectan a todos en todo sentido, porque ha sido la herramienta que creamos para "ver" tal relación, la cual engloba un sin fin de disciplinas científicas, como la sociología o la ecología, por dar sólo dos ejemplos.

¿Por qué las distintas teorías sociológicas "occidentales" dividen las clases o estamentos sociales según su poder de compra? ¿Cómo explican la división social en clase alta, clase media y clase baja? La explican según el ingreso, según la cantidad de dinero que pueden utilizar como medio de consumo. Y si quitamos a un lado por inservibles a los avaros y mezquinos que integran cualquiera de ellas ¿con qué objeto utilizaría cada una de esas "clases" ese dinero? Esto ha sucedido porque la economía siempre pecó del mismo pecado: creer que la riqueza es sola y únicamente un producto del trabajo humano y que tiene por fin un beneficio representable en dinero, cuando el fin de la economía debe ser la satisfacción de todas las necesidades del hombre (las vitales y las otras) en su papel de consumidor, y que la producción humana, la que cumple el hombre en su otro papel, el de trabajador o productor, es sólo una de las distintas partes integrantes de la riqueza total que la humanidad puede acceder, crear y transformar, no sólo para beneficiarse monetariamente a través de ella, sino para alcanzar el bienestar individual y colectivo, y para que esa producción sea alcanzable a la mayor cantidad posible de hombres. Todos los hombres somos consumidores.

La observación de los principios de cualquier sistema económico anterior nos demuestra que todos han adolecido de ubicar en su verdadero lugar esa relación íntima del hombre con la naturaleza, a pesar de la necesidad material innegable de la obtención de sus recursos y su sustento únicamente por intermedio de ella. Y no sólo como productores, sino principalmente como consumidores, como ya se ha dicho. Nuestro descubrimiento afirma que los hechos sociales (estudiados mediante las llamadas ciencias sociales, tal como lo es la economía) no son diferentes de los hechos naturales: es más, dice que son hechos naturales.

No decimos que ésta sea una teoría acabada, con el objeto de dejar una abertura posible a cualquier otro descubrimiento que, probablemente, pueda habérsenos escapado. Pero no tenemos duda de que, así como está, su contenido es suficiente. Trataremos entonces de mostrar y relatar, de la forma más sencilla posible, los pasos que fuimos dando, para que tenga un alcance amplio, abierto y general, sin que exista la necesidad de "intérpretes" de ella, que seguramente no profundizarán nunca en sus nuevos postulados, puesto que la mayoría de estos se contraponen con lo que hoy se "sabe y se enseña" sobre economía.

Porque mientras estudiábamos "bajo el microscopio" las propiedades del dinero y su función con lo que conocíamos como economía, había "algo" que no encajaba. Se nos ocurrió levantar un poco la mirada y descubrimos una enorme contradicción: la forma y el sentido en que la humanidad ha estudiado y ha visto el proceso de producción de bienes ha sido erróneo, a pesar de haber sido ése su único tema de estudio. Descubrimos que el orden en que tal proceso se ejecuta en la naturaleza no coincide con el orden impuesto por todas las teorías y leyes de la economía hasta ahora aplicadas; es más, nos saltó a la cara que este ciclo se conforma en un orden contrapuesto al común y equivocadamente aceptado.

Adelantemos otras tres de esas conclusiones:

El trabajo del hombre no consiste únicamente en la extracción de materia prima, su manufactura o industrialización y por último su comercialización, sino que consta de otra etapa más, aún más necesaria que cualquiera de esas otras y que, además, forma y conforma la principal actividad del hombre: es la etapa de reposición.

No se necesita, nunca, de un "capital inicial" para comenzar una actividad cualquiera, sino que éste ya existe previamente a ella en cantidad más que suficiente: la conjunción del objeto de esa actividad y la actividad misma es, de por sí, ese "capital". Según sea cómo se lo tome, se lo use y se lo transforme, es que se generará un tipo diferente de resultado, positivo o negativo, beneficioso o perjudicial, principalmente, según se cumpla o no con la etapa de reposición.

La propiedad sobre los medios de producción no explica por sí sola la existencia de clases antagónicas, sino que la explica, principalmente, la "propiedad" sobre el dinero (entiéndase como posibilidad de acceso a él) y cualquiera de las demás otras formas que su condición admite; es el único medio de consumo que existe en la actualidad.

Y así, pues, si no se llega a profundizar concienzudamente en sus principios, en sus postulados y las conclusiones que se derivan de ellos; si no se llega a entenderlos cabalmente, podrá tener enemigos de ambos "lados". Por el contrario, si se estudia con atención y se proyectan sus posibilidades, sabemos que esta propuesta contará con muchos que la respaldarán, sin importar la "ideología" de origen que ostenten. Podemos decir que no hubo teoría que aplicara más cristianismo en sus fundamentos, más justicia social en sus principios, y mayor libertad en su aplicación que la que estamos proponiendo.

Las conclusiones a que se arriban por su intermedio son asombrosas. Porque se contrapone y elimina una enorme cantidad de conceptos anteriores. La profunda comprensión de las nociones, principios y objetivos que describiremos en los siguientes apartados, creará un puente entre ambos lados del abismo que separa la dependencia total de la emancipación definitiva.

Introducción

Este escrito no sólo trata sobre lo que su título nos indica, sobre la naturaleza de la riqueza, sino que también trata sobre la riqueza de la naturaleza. Ambas formas de describir el contenido de este libro integran una unidad. Estudiamos la conformación de la riqueza y vimos que ésta sólo se origina de la naturaleza, confirmando así un aserto muy antiguo; casi tan antiguo como su omisión, su olvido y su abandono. Únicamente desde ella extraemos, transformamos, creamos y reponemos riqueza, desde la que se forma nuestra propia riqueza y de la que nosotros mismos formamos parte. Es la naturaleza dialéctica de la riqueza, la riqueza dialéctica de la naturaleza.

La "pachamama" nos indicó así que el proceso productivo tenía que ser, necesariamente, diferente al que nosotros estamos utilizando, distinto al que consideramos como cierto. Supusimos esa posibilidad y descubrimos que esa relación del hombre con la naturaleza se conforma de un ciclo impuesto por ella, no por nosotros, y con un orden diferente al que siempre supusimos. Vimos que ése ciclo debe ser cumplido necesaria y obligatoriamente por la humanidad en la aplicación de todo proceso productivo. Vimos que la producción no es un fin en sí misma, sino que tiene como meta el que su fruto llegue a ser consumido. Consumido y repuesto.

Debemos agregar que, para su comprensión, se necesita la redefinición total, revolucionaria, definitiva de la mayoría de los conceptos actuales de economía; del abandono de sus imprecisiones e indefiniciones. Y a la inversa, este nuevo concepto de economía necesita de la renuncia de todo aquello que no haya exigido la comprobación experimental de sus principios. Necesita, de quien quiera comprenderlo, de su ubicación en la realidad, pues se basa en ella, no en creencias ni en deseos ni supersticiones. No deriva de una "experiencia" mística ni precisa de ella.

Hoy existen algunos pocos países, lamentablemente pocos, aquellos que no integran el mundo capitalista, que han alcanzado por otros medios los cambios iníciales, principales, imprescindibles que en ella se proponen (la eliminación del hambre, la salud y la enseñanza accesibles, etc.), aunque aún no han conseguido el logro de otros muchos. Quizá no tengan urgencia de ello, pero la tendrán, por lo que esta teoría les podrá ser útil.

Una sinopsis

Durante toda la historia no ha existido ningún sistema económico que haya resuelto el problema principal de la humanidad: la satisfacción de todas, absolutamente todas, las necesidades materiales del hombre. Y todas las necesidades materiales, es seguro, se pueden satisfacer. (La definición de necesidad que utilizamos se deriva de ése concepto básico: una necesidad económica es la falta de algo que otros poseen; por lo tanto, ya existe la forma de satisfacerla.)

Ese "capital" faltante, el conocimiento, es insuficiente (un logro a alcanzar) para la mayoría de los países del "tercer mundo"; para el resto de los países "pobres" es una capacidad que ya tienen y generan, pero que aún no pueden utilizar en beneficio propio (por razones económicas, fundamentalmente: lo que llaman falta de "competitividad" en retribuciones). Para los que hoy no poseen tal "capital" (los que no generan técnicos), podrán alcanzarlo más tarde o más temprano, pues no hay duda de que no existe diferencia de capacidad de razonamiento o inteligencia entre los habitantes de cualquier país; es más, en todas las ramas del conocimiento los países "ricos" contratan técnicos y científicos provenientes de los países subdesarrollados.

¿Cuál fue el motivo de que el hombre no haya podido lograr esa meta tan ansiada, tan necesaria, tan justa? Porque poder hacer debe acompañarse de querer hacer. La capacidad productiva nunca ha sido tan potente ni tan redituable. Las comunicaciones nunca han sido tan variadas y rápidas. Las demás variables a considerar son todas accesibles, todas alcanzables, todas posibles. Por ese motivo podemos aseverar que la pregunta no debe hacerse con el verbo poder; debe hacerse usando el verbo querer.

Cuando hablemos de un poder de compra justo (algo que a muchos les parecerá indefinible) estaremos hablando de justicia en términos económicos. En este escrito demostraremos que no sólo es definible, sino que es posible alcanzar un justo poder adquisitivo para todos los hombres, sin distinciones de ningún tipo, sin exigencias relevantes, sin títulos de propiedad; sólo alcanza con "comprobar" que se está vivo. Lo aseveramos porque demostraremos que es posible el desarrollo económico ilimitado.

En el socialismo se ha vencido al hambre. Incluso se hizo mucho más que vencerlo. Pero le falta "algo": sus pobladores no cuentan con el suficiente y merecido poder adquisitivo, con una verdadera capacidad de compra y la posibilidad de usarla. No sufren de necesidades materiales vitales, pero adolecen de muchas de las que no lo son, esto es, sufren de un tipo de pobreza económica que no les permite saciar necesidades más superfluas o gustos o caprichos.

Otro error absurdo es que el proceso económico en ciclos de la actividad humana, directamente, no se lo vio, o se lo ha visto cabeza abajo. La visión, el espejismo de que todo hecho económico empieza en la "siembra" ha sido el error principal, el desatino primordial, la equivocación original. Ha sido el error base de todos los demás; por ejemplo, el de la "definición" indefinida del propio dinero. "Si quieres cosechar debes sembrar", dicen, y nuestro sentido común parece indicarlo de esa manera, falsamente. Porque esa aparente aseveración nos oculta qué cosa es lo que sembramos; las semillas que sembramos no son más que el resultado de una cosecha anterior. La naturaleza nos indica que "si quieres sobrevivir debes cosechar". Toda construcción teórica de toda estructura económica se ha fundamentado en aquélla falacia; esas teorías han sido cimentadas en arena movediza, en suelo blando, y por lo tanto ninguna ha soportado mantenerse en pie; ninguna ha logrado satisfacer las necesidades materiales, básicas o no, de todos y cada uno de los hombres, sin distinciones.

La propiedad sobre el medio de consumo hace que el capitalista merezca ese nombre. No solamente por las posesiones que se pueden adquirir por intermedio del dinero y que éstas mismas se utilicen para aumentarlo y concentrarlo, su uso como lo que llaman "medio de producción", sino por ser de facto una propiedad en exclusiva, inaccesible para la mayoría absoluta de la humanidad, a pesar que ni siquiera se objeta la función social del dinero y el carácter social de su "propiedad".

En el socialismo se ha concluido, también en error, que la falta está en el efecto y no en la causa: han creído que el problema está, casi excluyentemente, en la propiedad sobre los medios de producción. Esto, dentro del capitalismo, es algo muy cierto e inocultable. Más aún, es cierto dentro de todos los sistemas de clases antagónicas. Pero es el efecto, es la consecuencia generada por una causa anterior. La realidad indica que el motivo de todos los males de la mayoría de la humanidad está en la condición de propiedad y uso sobre el medio de consumo, sobre el dinero; tal propiedad es la causa y el origen de todos los otros medios de carácter económico.

Los teóricos del socialismo no notaron, además, que el dinero ha sido, y hasta ahora sigue siéndolo, un instrumento abstracto, inmaterial, indefinido. Incluso lo es el dinero socialista. Al haber aceptado como cierto que la moneda es una mercancía más, como cualquier otra, han cometido un error fatal, porque ésa es una característica propia y requerida del dinero propio de las clases privilegiadas. Fue un error tan inexcusable y tan grave como considerar al trabajo también como mercancía; la fuerza de trabajo no se vende en sistemas donde no existen clases antagónicas, donde no existe una clase que pueda "comprar" para sí la capacidad de trabajo de los diferentes, ni existe otra que necesite "venderse" para poder subsistir.

Si se le da al dinero un significado concreto, medible, comprobable, haciendo así que no sea accesible sólo para una minoría (ubicándose a sí mismo por encima de los intereses de clases o de grupos); si se reconoce definitiva y universalmente que ha dejado de ser una mercancía; que es un patrón o sistema de medida y comparación (tal como el metro o el kilogramo); si se le da una definición matemática a su valor (a través de una fórmula de resultado inobjetable y de fácil comprensión), el dinero se vuelve indevaluable, impidiendo así que el interés malicioso de ciertos grupos o los "pases mágicos" que los "justifican", puedan modificarlo a su antojo.

Hemos descubierto que en realidad toda actividad humana que produzca un objeto (tangible o no), con el fin de ser consumido o usufructuado, forma y conforma un proceso cíclico económico que se inicia necesariamente con la extracción por parte del hombre de la riqueza natural de la zona que habita, y que termina forzosamente en la reposición de ésa riqueza extraída, para que así pueda iniciarse otro ciclo similar. Este axioma tan simple, casi obvio, no ha sido tomado como hipótesis básica en ninguna de las teorías economías que han existido. Las pocas que se le aproximaron (como es el caso de las economías que hoy existen), lo han hecho en un orden inverso al real, por lo que nunca pudieron entenderlo (y menos aplicarlo) tal como es.

El hombre continuamente ha tomado prestado de la naturaleza esa riqueza original, como el imprescindible "capital inicial", con que ha comenzado, construido, soportado y mantenido todo hecho y acto económico a lo largo de la historia. Y no sólo utiliza esa riqueza original en forma directa para su propio bien (algo que siempre hizo), sino que puede y debe aumentarla, continuamente, a través de su propia actividad (es lo que resta por hacer en las teorías primitivas). Aunque ya no sólo para su único beneficio, sino también para el mantenimiento y el mejoramiento del medio ambiente que habita y comparte con otras especies. Después de extraída esa riqueza, el hombre debe hacer todo lo posible por reponerla de alguna manera, y así poder seguir explotándola, para no destruirla irreversiblemente.

Cuando sus minas de oro se agotaron, o las consideró insuficientes (algo que sucedió demasiado habitualmente) invadió a sus vecinos para expropiárselo, por el simple hecho real de que le es imposible reponerlo mediante su propio trabajo. El hombre es incapaz de reponer (al menos por ahora) los "recursos no renovables" que utiliza.

Veremos que el cumplimiento de ese ciclo es la única condición indispensable, ineludible, obligatoria, para alcanzar el bienestar de toda la humanidad; sin distinciones de raza, creencia, sexo o clase. Es más, para ese ciclo sólo existe una clase: la de los seres humanos. Todos los hombres cumplimos el rol de consumidores y reponedores (consumidores-reponedores), y a su vez, todos debemos cumplir el rol de productores y reponedores, (productores-reponedores), de la riqueza natural. Ésta debe ser extraída y repuesta, consumida y repuesta.

La producción de bienes para el consumo o el usufructo necesariamente utiliza, transforma y destruye distintos tipos de insumos (además de la materia prima básica), a lo largo del ciclo productivo, que sólo pueden ser repuestos al ser accedidos por el consumidor al que están dirigidos; éste es quien paga o financia todo el proceso productivo. Al consumir un bien se cumple con la otra de las dos formas (indispensables ambas), que tiene la etapa de reposición; y todo ser humano es un consumidor-reponedor. Por haber cumplido y para poder cumplir en forma fehaciente con esta otra forma de la etapa de reposición de la riqueza original destruida, todo hombre como consumidor tiene todos los derechos sobre lo que la humanidad produce; incluido el derecho de propiedad sobre ese bien, pues ése fue y es el objetivo de haberlo producido.

El ciclo económico nos enseña dos realidades concluyentes: una, que una distribución justa de la riqueza no sólo es una obligación moral sino una necesidad económica; dos, que la economía del ciclo no sólo obliga a realizar esa distribución sino que la hace totalmente posible.

Esta conclusión borra de un plumazo los conceptos que se manejan cotidianamente en las teorías económicas en aplicación. Para la sociedad capitalista el trabajo es una mercancía que se utiliza como medio de producción de otras mercancías. Sin embargo, la naturaleza nos indica claramente que cualquier actividad (entre ellas la productiva) necesita no sólo de un empuje inicial (energía) para quitarla del reposo, para activarla, para hacerla producir, sino que la necesita para mantener el movimiento. Un telar transforma una energía cualquiera (el movimiento de un brazo humano, la tracción animal, la electricidad, etc.) en movimientos mecánicos para producir tela. Allí es cuando esa máquina comienza a trabajar, y continúa haciéndolo mientras está en movimiento, mientras transforma energía. Lo mismo sucede con la actividad de un agricultor, la de un oficinista o la de un programador de computadoras. La diferencia está en que, para el ciclo económico (y para cualquier mente sana) el hombre en sí no es una máquina, no es un objeto más, ni individual ni socialmente considerado. El imaginar al trabajo del hombre como mercancía lo que hace es justamente eso: colocar al ser humano al mismo nivel que las máquinas, que las cosas inanimadas. Lo cierto es que, históricamente, el hombre y su actividad principal dejaron de ser "mercancías" con la desaparición de la esclavitud, único sistema económico donde el hombre "es" una cosa.

Nuestro medio de consumo se posa sobre esa cifra fundamental, el ingreso mínimo vital y natural, que permita una vida digna, una vida de bienestar; debe necesariamente estar relacionado con la cantidad de seres humanos de un país, sin importar edades o sexos, y con la riqueza del territorio que ellos habitan. Por dos razones fundamentales: primera, porque todo hombre (sin importar ni considerar diferencias reales o imaginarias), es un consumidor, y segunda, porque el hombre, como cualquier otro ser o cosa, puede existir y sobrevivir solamente si es capaz de obtener sus materiales indispensables desde y en su propio ambiente, sin dañarlo y sin agotarlo. Porque si así no fuera, no tendría sentido vivir ni la posibilidad de sobrevivir en, con y desde ese espacio que ha elegido.

Con esta propuesta aseguramos la desaparición de la pobreza económica y todos los sufrimientos que de ella se derivan. Es seguro que es necesaria, aunque quizá no sea suficiente. No podemos asegurar lo mismo sobre las "otras" pobrezas que existen, lamentablemente. La puesta en práctica nos dirá cuántas de ellas están realmente relacionadas a la pobreza, a la falta de oportunidades, a la desigualdad; y cuántas de ellas forman parte de la naturaleza humana.

El capitalismo sobrevive gracias a la lucha de dos clases diferentes, opuestas, contradictorias; la existencia de una es la explicación de la otra, tal como son entre sí la luz y la sombra. La observación sin emociones del ciclo económico, nos muestra que cada ser humano cumple dos roles; en uno, en su papel de productor, se mantienen las diferencias individuales; en otro, en el rol de benefactor, se eliminan todas las diferencias. Y estos dos roles no dividen a los hombres en clases opuestas, sino que son dos "estados de oscilación", dos "cuantos" que asume un mismo hombre, en una "frecuencia" voluntaria, que sólo él ordena.

Definiciones ineludibles

Ahora comenzamos con las definiciones imprescindibles que se necesitan para lograr una cabal comprensión de lo que se quiere exponer, y porque cualquier ciencia como tal, exige definiciones precisas. Estas definiciones han de entenderse como propias de la economía, aunque parezcan que la sobrepasan.

Llamamos naturaleza o pachamama, sin rozar lo religioso que pueda tener esta palabra tan del sur y tan clara, en un nuevo sentido económico, a una zona específica, delimitada geográfica, temporal y políticamente, que comprende un ambiente ecológico, pasado, presente y futuro. Puede ser una comarca, una provincia, un estado, un país, el planeta, la galaxia, el universo, según el caso. Es, talmente, como un "ser" colectivo, no deificado ni supra humano.

Llamamos riqueza a la totalidad de sólidos (la tierra, suelo y subsuelo) y fluidos (aire, aguas) de dicha pachamama. Son riqueza también todos los compuestos, orgánicos (animales, vegetales) e inorgánicos (minerales en general), todo tipo de energía (luz, calor), toda cosa o ser, todo objeto que se ubica temporal y espacialmente en dicha pachamama. Se desprende que no existen propietarios individuales de esta riqueza y que ella es el "capital" inicial en que la economía se basa y que todo lo mueve.

La riqueza es única, pero puede diferenciarse según su origen en riqueza natural y riqueza artificial o racional. Aquélla es la producida por la naturaleza propiamente dicha, y ésta es la producida por la actividad del hombre, por el trabajo. Son dos maneras contrapuestas, contradictorias, de relacionarse con la riqueza de la pachamama.

Definimos como artificial, en puro sentido económico, a la transformación, por la mano del hombre, de algo natural en algo no natural. Así, lo artificial es derivado de lo natural. Es "hijo" de la naturaleza: ella es su madre y el trabajo del hombre es su padre. El hombre no domina la naturaleza ni ella está puesta a su servicio, sino que es el único animal que puede hacer reversible el proceso destructivo que conlleva su actividad vital, que sucede en ella y que de ella depende.

El proceso de producción de un bien genera un desarrollo de lo natural a lo artificial mediante una transformación, ya que genera una deuda al tomar de la naturaleza y destruirla convirtiéndola en lo que se conoce como materia prima. De esto, se desprende lo que es riqueza natural y riqueza artificial; tomando en cuenta, que todo trabajo humano se realiza sobre objetos que fueron naturales pero dejan de serlos al ser transformados.

En el entorno del tema económico, se llama vida a la riqueza principal de la naturaleza. Por lo tanto, se tiene que la terminación natural de una vida es una transformación de riqueza mientras que la transformación no natural de una vida es una pérdida irreparable. Por ejemplo, cuando se cazan animales, sin un fin transformador, es decir, solo para el consumo, se considera como perjuicio puro. Entonces, el hombre es el único ser que realiza esta actividad, a su vez, siendo el único que puede y debe enmendarlo considerando que el aumento de vidas es aumento de riqueza, que mantener la vida es mantener la riqueza, viéndose la riqueza como un concepto social.

Toda la vida del hombre es productiva, se debe ver desde el punto de vista que cada hombre como productor tiene su propia finalidad social, su propia vocación y capacidad particular para cada una de las incontables tareas que la humanidad puede realizar. Se consideran a la flora y la fauna como riqueza, más al hombre moderno no porque ningún ser vivo es un productor o trabajador, al formar parte de la humanidad hace que el derecho a la vida se relacione más con la dignidad, adquiriendo así una particularidad, la cual es el derecho a una vida digna.

En la humanidad no existen derechos que estén por encima de los conocidos derechos humanos, que se obtienen al nacer y se mantienen durante toda la vida, los cuales vistos económicamente, se definen como derecho a una vida digna, aseguración de la alimentación, salud, educación, esparcimiento, vivienda, libertad e independencia, dignidad, etc, todos estos, posibles de alcanzar mediante un ingreso mínimo de magnitud suficiente conocido como ingreso natural.

Ahora, se define como perjuicio a toda actividad humana que destruye riqueza y que no cierre el ciclo económico de la misma; entendiéndose por ciclo económico el consumo de lo producido y la restitución de lo destruido. Cuando se destruye riqueza natural o artificial sin reparación, se da la apropiación de riqueza, la misma es indebida cuando no cierra el ciclo, no devuelve el préstamo. Por tanto, se entiende como perjuicio económico a la apropiación de riqueza artificial sin su reparación, siendo esto una falta social.

En cuanto, al valor de la riqueza se determina por la satisfacción cuantitativa del trabajo social necesario para producir y reponer conjuntamente, considerando el nivel de necesidad de consumo que ésa producción satisface. Dependiendo del valor de una riqueza su nivel de reposición será menor o mayor, y éste está dado por la cantidad de trabajo social contenido en él, tomando en cuenta, el valor de irreparabilidad, que corresponde a al valor derivado del perjuicio ocasionado, calculable por el trabajo social que se necesitará para suplirlo, en el futuro, de alguna manera.

Se puede usar la riqueza de una forma especial, que es la extracción de los recursos no renovables, lo cual se considera ineficiente por ser perjudicial. Por lo que debería tomarse la riqueza, por medio de una actividad menos perjudicial cuyo costo de reposición es mucho menor. De este modo, un posible perjuicio se convertiría en un real beneficio, también, si se cierra el ciclo económico propio, la creación de riqueza artificial dará más beneficios a la humanidad y para la naturaleza.

Refiriéndose a los costos, se habla del costo de reposición y reparación como costos traducibles a cifras de una riqueza. La meta u objetivo inicial es aumentar siempre el volumen de reposición, ya que aumenta la riqueza, devolviendo el préstamo con interés, siempre y cuando este hecho no genere perjuicio. Cuando se alcanza el máximo de productividad los valores de reposición y extracción han de ser iguales. Cuando se habla del precio de un recurso no renovable, no solamente está definido por su costo de extracción, debido a que la calidad de riqueza no reponible es igual en cualquier lugar sin importar como sea extraído, siendo su costo inalcanzable porque el hombre es incapaz de reponerlo, por medio del trabajo.

En términos de economía, un productor es aquella persona en edad productiva, cualquiera sea su actividad, por intermedio de la cual produce o crea un bien como objeto tangible o no, que mejora la existencia de su mundo, su comunidad y la suya propia. Todo productor es generador indirecto de nueva riqueza sea racional o natural, cuya razón de ser es el consumo. Además, se define como edad productiva a la edad en la que un productor ejerce tal actividad, aunque toda la vida del hombre se considera productiva.

Toda actividad económica de un ser humano tiene como objeto la producción de un bien que satisfaga una necesidad propia o ajena. El objeto de ese bien se considera como una obligación de la sociedad para con el que lo está necesitando porque la eliminación definitiva de toda necesidad es la meta de la actividad humana productora y productiva, el cual es el fin de la economía. Cuando un hombre tiene una necesidad, tanto la humanidad como la economía deben satisfacerla sino demuestran inutilidad e incapacidad haciéndose carentes de dignidad. A partir de esto, se tiene que el ser humano es dignificable, es digno y es dignidad.

La definición de un bien económico es suplir una necesidad, la cual ocupa un lugar en el espacio y momento en el tiempo, lo primero se conoce como tamaño y lo segundo como durabilidad. También, se define un ingreso como todo beneficio representable numéricamente, medible matemáticamente, verificable económicamente, y que únicamente se obtiene y se alcanza al completarse definitivamente el ciclo económico que le corresponde; donde cada ser humano recibirá doble ingreso: el natural y los beneficios propios derivados de su actividad.

En la sociedad humana, el objeto de la actividad humana es la obligación de saciar las necesidades materiales de la humanidad, lo que le da su valor, sobre todo aquellas que no se pueden satisfacer naturalmente sino produciendo de forma artificial cumpliendo con el ciclo económico. Dicho objeto se alcanza es cuando la actividad del hombre se ha realizado mediante el cumplimiento del ciclo.

Las necesidades son aquellas faltas que son imprescindibles para mantener viva y sana una persona y para mejorar la calidad de vida que pueda y deba producir la sociedad. Existen necesidades específicas siendo estas cosas, materiales o no, que unos hombres poseen y disfrutan tanto de ellas, que otros sufren su carencia. Por ello, el objeto del bien es ser consumido. Todo conocimiento, toda creación, todo invento se basa en una cadena de conocimientos anteriores que no nace de él, ni en él terminará, dándose la infinita cadena del avance de la humanidad.

Hoy en día, un consumidor final es un papel fundamental del hombre en la economía, inclusive más importante que el trabajador porque cada habitante es un consumidor, sin importar si ejerce un trabajo o no. El consumidor entrega parte del fruto de su vida social e individual a cambio del bien que necesita y que le ofrece la sociedad por intermedio de su ciclo económico. Su función como consumidor aumenta la riqueza automáticamente y sin generación de costos, perjuicios o pérdidas. Él es el que le da valor al bien producido, por lo que las herramientas de la economía deben enfocarse en el mismo, motivo por el cual pasa a llamarse benefactor. Desde el punto de vista de la sociedad, el bien que se produce, en sí mismo, genera riqueza, cuyo valor máximo es el precio de venta final, éste se transforma en riqueza social cuando el benefactor paga su monto.

De esa manera, el costo social de producción se transforma en un valor social sólo por obra del benefactor. Cada benefactor es propietario de todo bien que adquiera y que haya sido producido mediante el cumplimiento del ciclo económico, puesto que el cumplimiento de ese hecho es el que le otorga aquel derecho y el que lo hace inalienable. Se tiene que la crianza de animales para obtener una mercancía mediante su muerte, forma parte de la producción humana y es artificial, pero es repuesta indicando que no es perjudicial para la pachamama ni para la economía.

Cuando se da desequilibrio entre destrucción de riqueza y su reposición puede ser negativo o positivo, tangible o intangible, según sea el caso. El equilibrio y desequilibrio positivo son los únicos que cumplen con el beneficio económico, por eso son los que deberían existir. También, la especulación se considera perjuicio por la apropiación de ganancias sin generación o reposición de riqueza y la toma de ganancias sin generación o reposición de riqueza es delito o infracción. Por lo tanto, la humanidad repone la riqueza natural mediante la creación de la riqueza artificial en sus innumerables formas, la cual sólo se realiza con el trabajo. Además, un productor por su intermedio y su conclusión se transforma en benefactor. El mismo hombre mientras trabaja es productor, mientras consume es benefactor y éste es quien finaliza el proceso productivo que aquel inició. Por ello, toda la humanidad es productora y benefactora simultáneamente.

Ahora, el trabajo a partir de lo anterior, se define como toda actividad que genere un objeto que aumente la riqueza de la sociedad humana, integrante y conformadora de la naturaleza, o de ésta directamente. Todo trabajo es consumidor de vida, todo trabajo es productor de vida y se miden ambos por el tiempo. También, es indispensable tener horas de descanso, diversión, aprendizaje, otros. Se tiene que la vida tiene dos características principales: la vida es actividad, una que se refiere a lo social y otra que no. Se nota, que el trabajo es la actividad social más importante para la economía, aunque su unidad de medida viene dada por el ciclo económico y es el indev. Entonces, el trabajo social consiste en crear, transformar y reponer riqueza.

Se debe descartar el concepto de trabajo como el medio para ganarse la vida, y verlo como es en sí la vida misma. El ciclo económico dice que no hay que ser empleado para llamarse trabajador porque el acto social de trabajar es intangible. Se ha definido el objeto de cualquier actividad de un ser humano como la producción de un bien que puede ser intangible. Por definición, las personas que no realizan ninguna actividad son las únicas que no trabajan, y es necesario conocer el motivo de esa inactividad, para que se pueda solucionar la misma o simplemente comprenderlo, captarlo, cuando no se pueda cambiar.

Continuando con el trabajo, si es dependiente alcanzará tal grado de justicia, de humanismo, de naturalidad y de libertad que puede llegar a ser considerado como un pasatiempo bien retribuido y no como un suplicio insufrible por quien lo realiza. Se define el dinero como un patrón de medida de la riqueza social total, mientras que el concepto de escasez se ve como falta de riqueza, como falta de previsión, como perjuicio ya que es la demostración práctica de la ineficiencia de la economía y sus ejecutores. Su contraparte, la abundancia se define como aumento de riqueza, como existencia de trabajo, como fruto y fin de la previsión, como inteligencia, es la razón de ser del ciclo económico.

Ciclo Económico

La naturaleza de la riqueza está conformada por un proceso cíclico, que depende de la capacidad de trabajo social del hombre, la cual, genera, restituye y aumenta riqueza si la humanidad cumple ese ciclo dado por la naturaleza mediante su cumplimiento efectivo, se distribuye entre todos los integrantes involucrados, la riqueza que se usa, se crea y se repone.

Cuando se toma de la naturaleza del lugar donde nos toca vivir se habla de riqueza original porque nos permite vivir con nuestras propias actividades productivas, alcanzando nuestro bienestar. La actividad humana y su resultado solo tiene sentido si son accedidas por el benefactor, el cual, es el objeto de todo acto económico ya que es quien paga todo los costos de cualquier actividad, a la vez que transforma los costos sociales en beneficio general.

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Ilustración 1. La actividad del hombre.

A través del ciclo mostrado anteriormente, se realiza el trabajo social moderno y siempre es destructivo. Por lo que el ciclo debe tener una relación del hombre con su mundo que sea realmente creadora y productora, creativa y productiva, permitiendo el acceso a un desarrollo ilimitado. De otra manera no cumplirá con ninguno de sus fines causando daños irreversibles a la naturaleza.

La actividad humana es siempre destructiva. El hombre transforma la riqueza natural, durante ese proceso, efectúa una destrucción real de ella. Cuando ese proceso se ejecuta sobre la riqueza mayor de la naturaleza la destruye definitivamente, también, si el proceso se realiza sobre riqueza natural sin vida destruye definitivamente. El accionar humano necesita cumplir con la tarea que adquiera un carácter económico efectivo. Sólo el hombre moderno puede y debe hacer la reparación de lo que extrae, pues la naturaleza no puede reponerlo con la misma velocidad con que el hombre lo destruye.

Entonces, el ciclo económico natural que corresponde a la humanidad se conforma de tres etapas: producción, comercialización y reposición. En la vida real suceden un número incalculable de ciclos similares para cada diferente tipo de bien producido y un número inmenso de ciclos idénticos para cada uno de los mismos tipos de bien. Donde la apropiación de ganancias generadas por otros no es una actividad productiva ni reponedora, por ello es perjudicial representando una infracción.

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Ilustración 2. Proceso del ciclo económico.

El trabajo intelectual se conforma también de etapas, pero estas no son tan fáciles de reconocer. Aun la producción familiar para el consumo propio se conforma de un ciclo, donde deben cumplir con la reposición. Dichas etapas del ciclo económico, en ellas actúa la totalidad de los integrantes de la sociedad ya que todos de alguna manera intervienen en la producción social. Por lo tanto, la humanidad es la creadora y transformadora de riqueza y la que recoge sus frutos, la que debe recibir igualitariamente su distribución porque ella misma es el fin de su actividad.

La primera etapa del ciclo es la producción y es totalmente artificial en su forma y contenido. En ella se agregan valores a los bienes siendo costos y beneficios, lo cual, es riqueza racional. Consta de dos partes: la extracción y la industrialización. También, puede tener una subetapa seudo-productiva: la de los servicios. En su forma extractiva, inicia el ciclo y toma un préstamo de la riqueza que existe en la naturaleza, donde la transforma en materia prima, adquiriendo un valor nuevo: el precio y las ganancias cuya magnitud es calculable a través del costo total generado cuando se tuvo que reponer la misma cantidad de la riqueza natural destruida; el trabajo del productor extractor consiste en la reposición de la riqueza y pasar esa materia prima a las etapas siguientes.

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Ilustración 3. La reposición en el ciclo económico.

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Ilustración 4. Formas de reposición de la riqueza natural.

Partes: 1, 2, 3
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