Análisis sobre la inclusión de la violencia en la política colombiana
Enviado por Numhar Abraham González Alvarado
- Introducción
- Antecedentes históricos de violencia política en Colombia
- Perspectivas filosófico-políticas sobre el fenómeno político-violento en Colombia
- Compendio reflexivo sobre el fenómeno: la violencia política en Colombia
- Conclusión
- Referencias
- Anexos
Introducción
La violencia en Colombia ha sido un fenómeno hondamente estudiado por las ciencias humanas. Numerosos estudios se han presentado sobre ésta, intelectuales y estudiosos nacionales como extranjeros se han interesado en estudiar todo en cuanto a este fenómeno.
Escribir sobre la violencia resulta ser un tema bastante interesante y más cuando se vive en un país violento. La iniciativa de este proyecto al principio fue una idea romántica, con la recopilación exhaustiva de la información y alineándolo con la historia social del país se organizó el trabajo para esta investigación.
El porqué de este trabajo concierne a que desde el momento en que fuimos conquistados por la Corona española en la época de la colonia para el periodo de 1819-1830 conocido como La Nueva Granada, pasando por la Gran Colombia, los Estados Unidos de Colombia, y aún en nuestra República hasta el día de hoy, hemos vivido sumergidos en un sin fin de actos violentos. Desde la primera república hasta hoy la violencia política no ha cesado en ningún momento, venga ésta del lado que venga.
El principal actor de la violencia colombiana que ha mantenido a la Nación en un conflicto violento ha sido la acción política. La violencia política colombiana se ha salido de control, del orden que establecido por el Estado. En sus inicios, hablando de unos periodos clásicos ésta ha marcado la identidad del país, es decir, haciendo de la patria una mala imagen en el resto del mundo como una de las naciones más belicosa.
Desde hace años esta violencia está fuera de todo precepto racional. En las noticias podemos escuchar y observar un sin número de casos que se han disparado, ya sea cualquier tipo de violencia, el hecho real es que la violencia cada vez toma más terreno alejando la tranquilidad y la paz lejos de nuestros alcances.
Cada mañana, quienes leemos las noticias en los diarios visualizamos que en la primera página del periódico se encuentra redactada una noticia estremecedora donde la violencia es la protagonista.
Si hablamos de violencia en Colombia a grandes escalas lo primero que nos imaginamos es que el conflicto armado en el que el país se encuentra sumergido es el principal autor de dicha violencia. El conflicto armado en el que el Estado colombiano se mantiene con las guerrillas liberales y las bandas criminales ha traído consigo una cantidad de masacres, mutilaciones corporales, daños psicológicos, desplazamientos forzosos, desapariciones de personas, violaciones de los derechos, etc., todo esto, es producto de la violencia que se engendra en la empresa política.
La violencia política hoy en el país proviene de los hostigamientos que mantiene el Gobierno con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Ejército de Liberación Nacional (ELN), Ejército Popular de Liberación (EPL), y otros grupos sociales, es una guerra que cada día que pasa deteriora la integridad de los hombres y la salud de la nación. Vivimos un conflicto que no parece tener fin en una de las sociedades más violentas de la historia donde cada cual tiene y ejerce en la violencia como ley del más fuerte.
Nuestro país parece que estuviera en un Estado de naturaleza, donde los hombres se matan por simple placer, es decir, manifestando el derecho del más fuerte sin tener en cuentas las agresividades y la violencia que engendran sus malos actos.
El devenir constante de los problemas que traen consigo violencia en los hombres, para nuestro caso, en nosotros los colombianos, ya se ha convertido en una costumbre inmutable, como en la ética nuestra. La violencia política, desde hace tiempos atrás hace parte del día a día del colombiano, es decir, se ha convertido en el hábito de éste. Nosotros hemos visto en esta violencia un sentido, de dañar o perjudicar al otro y así obtener el poder político en país.
Este trabajo es un análisis y una reflexión sobre este problema de la política colombiana en la cual se ha incluido a la violencia como un medio. El problema del que me he ocupado en esta investigación es la inclusión de la violencia en la política colombiana, el como la política ha venido haciendo de la violencia el medio perfecto para crear, buscar, y/o obtener algunos lucros específicos.
El objetivo general de este trabajo consiste en hacer un análisis sobre la inserción de la violencia por parte de las empresas políticas colombiana. La inserción e inclinación a la violencia por parte de las organizaciones políticas del país es la prioridad del análisis en esta investigación. Al hacer un recorrido histórico se demostrará que desde los primeros tiempos, en nuestro territorio, quienes han reinado con soberbia y gloria históricamente hasta hoy han sido hombres que con sus empresas políticas partisanas, egoístas y mezquinas, insertándose a la violencia no han hecho otra cosa que reprimir, deteriorar y aniquilar al otro.
A través de un número de pensamientos y teorías filosóficas expuestas por quienes han trabajado en este campo evaluaré desde la filosofía el auge que ha tenido el fenómeno de la violencia política en el país desde hace tiempo. Fenómeno que aún hoy no se ha sosegado, que sigue en la mentalidad de nuestras organizaciones políticas.
El tema es un análisis sobre el problema del fenómeno político-violento colombiano. Y bajo dichos planteamientos filosóficos fundamentaré los valores que determinaran la evaluación que haré sobre el fenómeno que nos martiriza, la violencia política.
A demás de un objetivo general para con este trabajo los objetivos específicos ayudaran a entender todo el proceso que implica este tema al que estoy abordando. Estos objetivos son:
1) Identificar históricamente los momentos en que se ha vivido la violencia en la política nacional, en la sociedad colombiana que bajo el libre albedrío no han hecho otra cosa que alterar la naturaleza no solo del Estado sino también la humana con impulsos, actos, y situaciones violentas.
2) Analizar como el conflicto ha hecho del ser humano perder el respeto hacia la vida y la dignidad humana teniendo como causa la violencia en la política nacional. Como hemos llegado a cometer por causa del fanatismo político los crímenes y delitos más espantosos de todos en la historia de nuestro país, induciendo la nación a ser la menos segura y la más violenta del hemisferio occidental. Todo ello debido a la inclusión de la violencia en la política colombiana para así resolver los conflictos sociales.
3) Hacer una evaluación críticamente sobre la violencia como el medio por excelencia para vencer al otro y no como un fin políticamente racional.
Al estudiar el tema de la inclusión de la violencia en la política colombiana y todo lo que ha implicado este proceso me surgen algunas preguntas problemas que para responderlas se requiere todo un estudio sobre la vida política del país, el fomento de la violencia y, una valoración filosófica. La primera pregunta es la siguiente:
1) ¿Cómo fue que nosotros llegamos a emplear la violencia para hacer y fortalecer nuestras ideologías políticas?
Otro interrogante que me surgió sobre el tema es el siguiente:
2) ¿Desde qué momento en la historia, la violencia se vio como un medio, herramienta, e instrumento con la cual se podía hacer política en el país?
Una última pregunta, la cual he figurado para esta investigación es:
3) ¿Se puede justificar la violencia en la política colombiana?
Responder esta preguntas, es de ante mano encontrarse dentro de una encrucijada. Hay quienes justifican la violencia puesto que con ésta se llevan a cabo causas justas, como el derecho a defenderse de otro, siempre y cuando nos encontremos en algún peligro. Por otro lado, hay quienes no justifican la violencia, venga ésta del lado que venga, persiga las causas que persiga ésta, violencia es violencia, en fin, el caso está en que si es o no justificable la violencia política en el país.
Respecto a esta investigación, he utilizado el método de la Hermenéutica historicista como una herramienta auxiliar que me permitió entender todo lo relacionado con el fenómeno que he planteado, dándonos acceso al interior histórico de las realidades políticas de Colombia.
A partir de la hermenéutica historicista realicé unas interpretaciones en el interior de la realidad violenta colombiana, es decir, de todo lo que ha pasado, y lo que pasa con el historial político-violento nuestro. Glosé algunas experiencias violentas que han tenido algunos grupos o sectores sociales, quienes han vivido la violencia política en carne propia. Esta es la intención, pues así tendré referentes directos sobre la situaciones violentas que se han vivido y se viven en
el país desde hace años atrás. Este método nos permite tener informes confiables, además podremos tener un conocimiento subjetivo y objetivo sobre el historial político-violento nuestro, así entenderemos y podemos asumir con suma veracidad las situaciones violentas que se nos han presentado históricamente a lo largo y ancho con la empresa política nacional.
A este trabajo lo conforman cuatro capítulos principales de los cuales se desprenden una serie de subcapítulos. El primer capítulo: Antecedentes históricos de violencia política en Colombia, se encuentra compuesto por cuatro subcapítulos donde están detallados los antecedentes de la violencia política. En este capítulo están registrados ciertos episodios violentos en la historia social y política del país que se dieron desde la conquista española hasta las últimas décadas de los años noventa. Todo con la intención de demostrar la inclusión de la violencia en la política clásica en el país.
El segundo capítulo posee la misma estructura que el anterior pero su función es totalmente distinta a la del primero. Este capítulo lo he llamado: Perspectivas filosófico-políticas sobre el conflicto político-violento en Colombia, y consta de cinco perspectivas filosóficas con las cuales hago un análisis sobre el fenómeno violento del país. Con cada uno de estos matices que me brindan algunos filósofos implicados académicamente en el tema de la violencia analizo el fenómeno violento que se ha dado en el país a causa de la política.
Con estas cinco perspectivas filosóficas, estas cinco voces que hablan, opinan, y reflexionan sobre el fenómeno de la violencia, he evaluado nuestro problema, el fenómeno de la violencia política en Colombia.
El tercer capítulo: Compendio reflexivo sobre el fenómeno: la violencia política en Colombia, es semejante a los primeros en cuanto a que guarda la misma característica del modo de organización. Éste se haya compuesto por tres subcapítulos los cuales guardan una reflexión ajustada al problema que se ha planteado. En este capítulo se haya el dictamen, los juicios, y la presentación de una propuesta que he calificado para con el tema de la violencia política que se presentado en el país.
En este espacio está abierta la idea de ver a la política como un ente organizado de la sociedad y no para destruirla. Ésta debe emplearse con el fiel objetico de garantizar una gobernabilidad en una unidad y no lo contrario.
A demás, también está manifestada la idea de la memoria con la cual se increpa y se exhorta a las nuevas generaciones a no caer en el mismo círculo vicioso que nos ha traído tanto mal. La memoria si bien nos recuerda de lo mal que nos hemos comportado social y políticamente todos estos tiempos también nos permite dignificar a las víctimas que han caído a mano de las cruzadas violentas que se han dado por medio del accionar político.
Por ultimo presento la conclusión donde termino de discrepar el hecho mismo de la violencia política. A modo de concluir este trabajo bajo la calidez de la filosofía la idea es dar una reflexión propia sobre nuestro problema de formación política. La emisión de los juicios y de la exposición en esta reflexión se da conforme a la realidad social y política que se ha estado viviendo en el país, reflejando las condiciones en las que vivimos. Por otra parte, aclarando las circunstancias en las que deberíamos de vivir toda la sociedad colombiana en general si le diéramos un buen sentido al uso político ya que la política es la que distingue y organiza a las sociedades humanas.
Primera parte
Antecedentes históricos de violencia política en Colombia
Noción del término violencia
Para entender el tema a tratar a continuación es menester tener en cuenta las nociones y los significado que se le han dado al término de violencia. La idea es saber a qué nos estamos refiriendo cuando decimos o simplemente pensamos en la noción de violencia.
Cuando se nos pregunta ¿qué es violencia? lo primero que se nos viene a la mente son todos esos hechos y situaciones violentas que han ocurrido y que aun ocurren en nuestro país (el cual es sumamente violento) donde el fenómeno de la violencia es algo del común. Si nos dejamos llevar por los hechos y las situaciones que se han presentado no tendremos un conocimiento concreto de lo que es en sí la violencia.
Para tener un pleno conocimiento de lo que es violencia tomaré unos referentes que nos ayudaran a entender el término, de esta manera tendremos una idea clara de lo que es en cierto sentido la violencia.
Primeramente, José Ferrater Mora en su Diccionario de Filosofía define la palabra violencia de la siguiente manera: "la noción de violencia ha sido usada también, y sobre todo, para referirse a actos ejecutados por seres humanos, tanto en sus relaciones interpersonales como, y sobre todo, en sus relaciones sociales" (Ferrater, 1994: 3701)
El Diccionario de Filosofía de José Ferrater Mora nos ha ofrecido un concepto de la noción de violencia que si bien es cierto, nos ayuda para salir del paso, pues nos da solo el significado de lo que es violencia en sí, pero no una definición absoluta de lo que implica la noción de violencia en general.
En lo que respecta sobre la noción de violencia se hallan interpretaciones desde el punto de vista filosófico las cuales nos serían útiles. Con respecto a la noción de violencia, el autor de la obra Violencia y Política en América Latina, Julio Barreiro, nos da una definición, o una interpretación filosófica de lo que podemos entender como violencia. Al respecto, Barreiro argumenta:
La violencia es el resultado natural de una situación de injusticia y de opresión de unos seres humanos sobre otros, o del Estado sobre los individuos, colectividades o grupos sociales, cuando actúa en el ejercicio ilegitimo o en el abuso del poder, que se expresa mediante hechos de carácter compulsivo, que puede llegar hasta diversas manifestaciones de la fuerza bruta, o a través de varias formas de coacción psíquica, moral o técnica, ejercidas personal o colectivamente. (Barreiro, 1974: 104)
En este concepto expuesto por el profesor J. Barreiro se encuentra de una manera más explícita la noción de violencia con la cual quiero enfocarme para así tener una idea más fundamental y entender cómo es que en todo este tiempo, desde épocas históricas, es decir, con la llegada de la Corona española al nuevo continente, hasta el día de hoy, la fundamentación y la aceptación de la violencia en el país ha sido todo un hecho palpable y autentico en la cotidianidad nacional, y en el caso que nos concierne, en la empresa política colombiana.
La violencia la podemos entender como una fuerza injusta que altera la naturaleza de las cosas. Por medio de la violencia, las personas alteran el orden, el control, las situaciones justas, la sociedad, la cultura y sobre todo la política. Por medio de la violencia se buscan fines, objetivos particulares que interrumpiendo el orden natural con el cual la naturaleza ha creado todo trae consigo precariedades como destrucción, muerte, terrorismo, y otras calamidades desafortunadas.
Las personas que emplean la violencia lo hacen con un medio para obtener un fin específico, hacer valer y cumplir sus políticas personales o institucionales. Generando caos, desatando terror, infundiendo miedo, buscan conseguir fines y causa que por medios viables tardarían en conseguirse, o simplemente no se conseguirían porque son ideas, políticas, empresas injustas o utópicas.
En la obra del profesor J. Barreiro podemos encontrar compendios básicos que nos ayuda a definir la violencia. Al respecto, Barreiro argumenta:
Cuando hablamos de violencia, lo primero que hiere nuestra imaginación es el hecho producto de la fuerza bruta, de la compulsión, de la imposición de uno sobre otro, sea por los gestos, por la voz, por la mirada o por el hecho mismo, que puede ser el golpe o el uso de instrumentos materiales para herir, para destruir al otro. (Barreiro, 1974: 96)
La violencia no es más que fuerza bruta empleada por nosotros para dañar al otro, al prójimo, como si éste fuera un simple objeto material del cual tenemos el derecho de perjudicarlo, de hacer de él cuanto se nos antoje.
En acorde a la exigencia del enunciado he mostrado las nociones más pertinentes conforme al rudimento que podíamos tener de violencia. Con estos argumentos he esclarecido lo que implica de por sí la noción de violencia. A continuación expondré esos periodos clásicos de violencia que desde la política ha marcado la historia de nuestro país. Esos tiempos de historia patria donde la intolerancia política ha sido el desmán de todos los males.
Periodos clásicos de violencia en la política colombiana.
Para entender el origen del problema, sobre la inclusión de la violencia en la política colombiana y todo lo que este fenómeno ha repercutido en nuestras vidas hay que dirigirnos históricamente al pasado. Ello con la intención de entender que los problemas de violencia política que hoy nos acogen son el producto de los desdenes ocurridos en aquellos tiempos, es decir, como fue que procedió a incluirse la violencia en la política. Para entender esta situación, la implicación de la violencia por parte del Estado, de las organizaciones con fines políticos, desglosaré a continuación todos los procesos ocurridos en el pasado que permitieron la inserción de la violencia a la política.
Como uno de los primeros procesos en el que se adhirió violencia a la política fue, sin duda alguna, a las revueltas que se presentaron en la Nueva Granada a finales del siglo XVIII. En esta época del país existía una efusión política. Pasión inspirada por las reverberaciones de hechos violentos internacionales. Los hechos a los que me refiero aquí son, justamente, las revueltas presentadas en las colonias británicas en América del Norte para el año de 1776 y las revueltas en que existían en Europa, exactamente en Francia donde se vivía las vísperas de la Revolución.
Las ideas puras de estos episodios dados en Europa y en América del Norte era la construcción de nuevos Estados, pero la idea principal era la de los derrocar primeramente los monarcas que dominaban a esos pueblos. Imitando a esos hechos internacionales los ilustrados neo granadinos quienes buscaban por decirlo en cierto modo construir un Estado autónomo y libre de la Corona Española, optaron por la vía de las implementaciones de revoluciones políticas.
Esas revueltas que se presentaron en la Nueva Granada contenían sentimientos de antipatía, rencor, y odio, fecundando así las ideologías revolucionarias de los criollos. Estos sentimientos se abonaron debido al mal trato que recibían éstos por parte de los españoles. Estos episodios de maltratos por los españoles hacia los habitantes neo granadinos condujeron a las consolidaciones de las Revueltas de los Comuneros (1781). Quienes conformaban estas revueltas no eran más que sujetos de clase baja, todos ellos golpeados por las políticas usureras de la Corona española.
Con los hechos que se desarrollaron en aquella época vemos como la violencia empieza a ser parte de la vida política del entonces sujeto neo granadino. En aquel momento el hecho violento que más se resaltó fue la aprensión y la muerte de José Antonio Galán quien fue un líder del movimiento político Los Comuneros. Al respecto, veamos la siguiente información: "las autoridades reprimieron de manera brutal el nuevo brote de insurgencia, y ejecutaron a Galán como escarmiento para quienes pretendieran sublevarse en el futuro" (Grupo Editorial Norma, 2002: 10)
En resumidas cuentas, podemos identificar este hecho como una de las primeras ejecuciones políticas en el país, este motivó a que se inmiscuyera la violencia en los asuntos políticos. Pues con el asesinato de J.A. Galán, como uno de los primeros y tantos casos que han ocurrido en el país sostiene la tesis de que la violencia es inmiscuida en la empresa política colombiana. Esta con la intención de buscar fines específicos.
Sigamos analizando en la historia nacional los hechos en los cuales la violencia empezó a ser parte de la política. Otro periodo en la historia nacional en el cual podemos identificar la inclusión de la violencia en la política es el siguiente.
En la historia nacional hay una etapa a la cual se le conoce como la en 1810 exactamente. Para esta época también se presentaron hechos en los que la política se entrelaza con la violencia. Así lo creemos puesto que si bien la independencia de nuestro país no estaba consolidada de un todo ya en algunos lugares del territorio nacional había territorios libres de la Corona Española. En esta la época la violencia política fue evidente debido al afianzamiento de la guerra civil entre centralistas y federalistas. Esta guerra política condujo en el país grandiosas convulsiones violentas. Con esta situación las guerras regionales debilitaron al país, situación que aprovechó la Corona española para volver a colonizar el territorio.
Con el hundimiento político de la nación, la Corona aprovechó tal medio para apoderarse nuevamente del territorio. Para esta época, se extendía en el país el llamado régimen del terror, impuesto por Pablo Morillo.
Este régimen del terror trajo consigo encarnada la violencia, medio por la cual buscaba restablecer en dominio y las políticas de la Corona. La violencia que se desprendía de las políticas de este régimen era desastrosa, un régimen que no conocía el respeto por el otro, los derechos del hombre dados a conocer por Antonio Nariño, menos la dignidad humana de la que los ilustrados neogranadinos tenían pleno consentimiento. En concordancia con lo anterior, en la enciclopedia Nuestra Colombia encontramos la siguiente información:
Para la reconquista, España se valió del uso del terror y facilitó a Morillo el apoyo de tres tribunales: el Concejo permanente de Guerra, que dictaba las sentencias de muerte a los patriotas; el Concejo de Purificación, que juzgaba a aquellos que a su juicio no merecían la pena de muerte; y la Junta de Secuestros, encargada de embargar los bienes de los implicados en los procesos por rebeldía. (Grupo Editorial Norma, 2002: 22)
El régimen del terror mostraba con toda seriedad una sucesión de políticas violentas y mezquinas. Con dichas políticas España doblegaba a los patriotas que buscaban la reivindicación. Los hechos cometidos por el régimen mercenario de Morillo crearon circunstancias que conllevaron a la sociedad neogranadina a coordinar batallas sangrientas donde la mayor parte de la clase criolla fue absorbida. Al respecto, encontramos que "finalmente, la élite criolla fue aplastada de manera brutal, en especial durante el año 1816, que llegó a ser conocido como el ". (Grupo Editorial Norma, 2002: 22).
Estos acontecimiento acarrearon un sin número de sangrientas batallas que se libraron por la independencia definitiva de la Gran Colombia. Batallas donde se vieron comprometidas las tropas del Ejército Libertador contra las tropas de campaña del Ejercito de la Corona española.
Como vemos, la violencia se manifestaba en la empresa política de nuestro país. En estos episodios, expuestos hasta ahora, podemos ver como la violencia era incluida en la política, esto se hacía con el fin de conquistar objetivos absolutistas.
Para seguir dándole fuerzas a la tesis principal, vallamos nuevamente a la historia nacional colombiana, allí encontraremos hechos radicales donde la violencia era vista como un medio político. Ahora tengamos presente la era republicana.
Para los nuevos tiempos, en nuestra república, después del periodo de caracterizado por el gobierno de Rafael Núñez, el radicalismo político, pero sobretodo en la época de los caudillismos la violencia hizo parte en las decisiones políticas. Aquí, el engendro de la violencia fue visto como una herramienta para terminar con el otro.
Los ejes políticos principales de aquellos tiempos, los partidos oficiales de la República el Liberal y Conservador, en su momento, institucionalizaron la violencia para sus empresas políticas. Éstos implementaron la violencia política entre sí para acabar el uno con el otro, a tal punto de llegar a exterminarse.
La sociedad que vivió aquellos días, sin dudarlo, se le puede considerar como una sociedad conflictiva y sediciosa, a esta época los historiadores, sociólogos y demás intelectuales la denominaron como la época de caracterizada especialmente en la década de los cuarenta. En estos episodios está claramente demostrado que la sumisión a la violencia era menester en aquellos que pretendían tener el poder político. Las asonadas, las desapariciones de las personas fueron frecuentes en ese tiempo, e incluso, los asesinatos eran parte del día a día del colombiano de aquel entonces.
Los Gobiernos Conservadores con sus reformas, las lidias indígenas, la desesperación desmesurada de los Liberales para obtener el poder, y el gobierno de éstos, condujeron al país en una nueva crisis donde la violencia era frecuente. La nueva guerra civil que el país afrontaba fue evidente, a tal punto que el recrudecimiento de ésta repercute en nuestros días. De ante mano, cabe resaltar, que los episodios violentos que se presentaron por parte de los dos partidos tradicionales en el país, los partidos Liberar y Conservador fueron los que afianzaron la propagación de la violencia desentablada que se vivió en todo el país.
La germinación de la violencia actual en Colombia no solo inicia en los procesos que se presentaron en el seno de las diferencias políticas de los dos partidos tradicionales antes mencionados. Concurrieron en la nación sucesos políticos que generaron violencia, aunque estos no fueron muy frecuentes y sistemáticos como los episodios predecesores. Hago referencias a las guerras civiles existentes en el siglo XIX, que si bien generaron violencia de formas peyorativas éstas lo hacían de formas relativas. Con relación a lo anterior Daniel Pécaut argumenta:
Lo más asombroso es que antes de estos dos episodios, en los años 1905-45, los colombianos se mostraban ya convencidos de que estaban inmersos en una situación de violencia mientras que esta era de hecho muy relativa. La última guerra civil del siglo XIX se terminó en 1902, después de haber causado, es verdad, cien mil víctimas. (Pécaut, 2006: 26)
Observando la cita anterior divisamos e interpretamos los hechos y situaciones violentas desplegadas desde tiempos atrás, en las guerras civiles que desde la independencia de la Gran Colombia se presentaron en gran parte del territorio nacional.
Ahora, analizando las manifestaciones violentas en la posmodernidad vemos que el panorama social del país no ha cambiado mucho, ello se concibe en tal manera debido a que las exposiciones violentas siguen siendo hoy frecuentes e iguales de espantosas que en el pasado. Todo apunta a que el ideal político del colombiano sigue siendo un ideal conflictivo y mezquino.
Rastreando el historial violento de la política en país, como es el objetivo de este capítulo, nos afianzamos en el periodo histórico donde los partidos Liberal y Conservador ejercieron toda su ideología violenta, periodo que se remonta para los años de 1946-80 donde las filosofías e ideologías políticas que se vivían y se manifestaban en los senos de estos partidos políticos eran totalmente opuestas entre sí. Cada partido exteriorizaba un arsenal de ideales políticos agresivos sin importar y tener en cuenta al otro.
Cada grupo se amparaba bajo su ideal, un ideal radical y violento donde la intolerancia política y social era la columna vertebral de sus sistemas e intereses. El radicalismo político desprendido de estos grupos organizados como partidos pasó por encima de cada sujeto que por razones políticas e ideológicas se mantenían en contra de los ideales del otro. El simple hecho que un liberal se manifestara en contra de una idea expuesta por los conservadores o viceversa éste era visto como un enemigo al que había que exterminar.
Estos enfrentamientos político-ideológicos ya no se hacían solo con las ideas sino que la violencia entró nuevamente a ser parte de la política, como concierne, la praxis violenta abordó el paisaje político del país. La violencia como un mero instrumento, como una herramienta eficaz, fue utilizada por los militantes de ambos partidos que por sus afanes desmedidos en obtener el poder político y dominar mediante él vieron en la violencia el único recurso audaz y efectivo para terminar con sus oponentes. En relación con lo expuesto, Daniel Pécaut, citado anteriormente, nuevamente argumenta: "En 1946, muchos conservadores justificaron la elección de la violencia por la necesidad de borrar el sacrilegio cometido en 1936 cuando los liberales suprimieron en el preámbulo de la constitución la referencia a Dios como fuente de toda autoridad" (Pécaut, 2002: 30). En esta referencia que nos brinda Pécaut vemos a simple vista como se optó la violencia como un recurso con el cual se puede terminar con el adversario.
Para el año de 1946 en adelante empiezan a darse en el país un sin número de casos violentos. La idea de la muerte se hizo cotidiana, pues las matanzas, las masacres perpetradas por los liberales y los conservadores eran frecuentes en las poblaciones donde el ideal político adyacente al partido rival tenía más auge y aceptación. Con relación a lo anterior, Alberto Valencia argumenta:
En la violencia en Colombia (años cincuenta) podemos distinguir en los crímenes, al menos, diez características: el descuartizamiento del cuerpo del adversario como fin primordial; la muerte prolongada en el tiempo para hacer sufrir a la víctima que debía ser consciente de su propia destrucción; la búsqueda privilegiada de los significantes relacionados con la sexualidad y la reproducción; las prácticas de ensañamiento sobre los cadáveres; las grandes matanzas colectivas e indiscriminadas; los insultos como acompañamientos indispensable del acto. (Valencia, 2002: 112)
Esta breve descripción que nos hace Valencia muestra de forma rigurosa como el sujeto colombiano por medio de la violencia y los distintos matices que ésta ofrece ejecutaba al prójimo con la intención de desaparecer de la faz de la tierra el ideal político contrario.
Los hechos y situaciones que se presentaron con los enfrentamientos de estos dos partidos tradicionales en la historia política de Colombia trajeron consigo el más grande de todos los males, la violencia y la justificación de ésta.
Con estos incidentes la paz en Colombia no parecía llegar nunca, más con la aparición y la llegada al poder político del Frente Nacional podemos situar otro periodo más donde la violencia política era nuevamente el dilema en Colombia.
Al llegar al poder el Frente Nacional la preponderancia bipartidista se repartió en este órgano estatal. En este momento se podía respirar un ambiente estable y bastante tranquilo debido a que los hostigamientos bipartidistas menguaron un poco. Así lo consiguió este órgano estatal que logró consolidarse en el poder con la intención de exterminar la violencia que existía por parte del conflicto entre los dos partidos políticos tradicionales.
La violencia bipartidista si bien se aplacó esta no se hiso de un todo. Existían resistencias políticas armadas que más tarde se le denominaron bandoleros y que surgieron como autodefensas campesinas quienes se resistieron a las políticas del Estado comandado por el Frente Nacional. Pero si hubo una disminución de la violencia política perpetradas por la guerra bipartidista esta se debió al accionar del Frente Nacional. Al respecto Jorge Iván Martín Taborda argumenta:
Los odios heredados se desvanecieron en la repartición equitativa de la burocracia. Pero a pesar de que la violencia había perdido intensidad, aun se estaba lejos de conseguir una paz política completa: reductos de resistencia armada producto de la oposición al pacto; la mutua desconfianza entre las autoridades y los insurrectos; la utilización por parte de terratenientes o gamonales locales de grupos armados para su provecho; o la simple búsqueda de venganzas, se fueron transformando en una fase más de la violencia. (Taborda, 2005: 46-47)
Con la aparición de estos nuevos grupos de autodefensas campesinas podemos señalar otro periodo de la violencia política en colombiana donde el sujeto buscaba vencer por medio de las armas al adversario político. Nuevamente, la violencia siguió siendo el medio más efectivo, a la cual se afianzaban los grupos políticos revolucionarios del país.
A demás de estos grupos políticos revolucionarios quienes se alzaron en armas hay que resaltar que para la continuación de la violencia política en el país la corrupción y el terrorismo por parte del narcotráfico y la consolidación de grupos paramilitares también corroboraron con el afianzamiento y la implicación de la violencia en la política colombiana.
La violencia y el terrorismo implementado y generalizado por los paramilitares de las Autodefensa Unidas de Colombia (AUC) colectivos armados privados al servicio de empresarios, terratenientes y militares quienes impartían la violencia a todo aquello que tuviera nexos con los grupos guerrilleros, defensores de derechos humanos, sindicalistas, es decir, a todo aquello que se les pareciera izquierda, políticamente hablando.
Como principales víctimas de la violencia, el terrorismo y las barbaries de estos grupos de autodefensas se debe el exterminio del entonces movimiento político la Unión Patriótica (UP), partido naciente de las filas de la conocida agrupación armada de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), quienes más tarde se autodenominaron como el Ejército del Pueblo (EP).
Estas colectividades armadas no fueron las únicas que hicieron parte de la vida política, igualmente el narcotráfico se infiltró e hizo parte del paisaje político nacional. Estos carteles, especialmente el de la ciudad de Medellín incursionó en la política a finales de la década de los ochenta y a principio de los noventa. El miembro de esta sociedad delincuencial quien más resaltó en la vida política fue Pablo Escobar Gaviria comandante en jefe del cartel. A este sujeto se le conoció al principio como un próspero empresario de la ciudad de Medellín que se movió con la ayuda de importantes políticos (congresistas) en el campo político colombiano. Fue en aquellos tiempos donde se concibieron los asesinatos de importantes líderes políticos del país como el del candidato a la presidencia de la república por parte del partido Liberar Luis Carlos Galán Sarmiento y el candidato presidencial de la Alianza Democrática Carlos Pizarro. Este último periodo y brote de violencia política se definió para la época de los gobiernos de los presidentes Virgilio Barco (1986-1990), Cesar Gaviria (1990-1994) y Ernesto Samper (1994- 1998), a este último se le estipulan altísimos grados de corrupción y crisis en los DD.HH.
Habiendo detallado todo estos procesos en los que los movimientos sociales y políticos del pasado, los partidos políticos tradicionales, agrupaciones insurgentes y revolucionarias, incluyeron la violencia en las organizaciones política nacional, ahora me quiero afianzar en un periodo especial que dejó huellas imborrables en una de las comunidades más importantes de la nación.
La violencia política y la población civil.
Al igual que los movimientos revolucionarios, las milicias guerrilleras, y las distintas organizaciones militares que conformaban el conflicto político armado, la población civil se vio sumergida también el conflicto.
Pensar que la población civil se mantenga al margen del conflicto político, de hecho, es una idea romántica. Excluir a la población civil del conflicto político y armado es imposible puesto que la población civil hace parte de la sociedad colombiana y el conflicto armado se lleva a cabo dentro de esta sociedad.
Entrando en materia, durante el periodo que los estudiosos de la violencia colombiana denominaron como no solo los militantes de los dos partidos que se hallaban en guerra eran ejecutados. Las víctimas de este conflicto también fueron civiles. El caso amerita en que en ciertas poblaciones del país sus habitantes eran asesinados. El asunto conllevaba tales prejuicios por el simple hecho de que personas ajena a los levantamientos armados simpatizaban con algunas de las ideologías políticas que dominaban y prevalecían durante los enfrentamientos bipartidistas.
El conflicto colombiano y su demonio la violencia, lógicamente violencia política, igualmente ha dejado sus huellas en la población civil colombiana la cual incursionó en las luchas políticas de la nación.
Pues el colombiano, el mismo que exporta hoy el mejor café del mundo, las flores más lindas del planeta, y las esmeraldas más codiciadas en el primer mundo, ha hecho su realidad subjetiva sobre el conflicto político ostentado en el país. Individualmente, debido al análisis que he estado realizando sobre el fenómeno de la violencia que se ha producido en el país a causa de la política, me atrevo a afirmar que por lo menos el sesenta por ciento de la población civil ha sido afectada tanto física como psicológicamente, es decir, a quien la violencia no lo ha tocado directamente lo ha hecho de forma indirecta. Esta tesis se hace real puesto que así lo muestra el profesor Humberto Vélez, quien argumenta que el colombiano natural "ha construido su verdad personal sobre la guerra" (Vélez, 2002: 217).
Esta tesis toma fuerza en la medida que son señalados históricamente los hechos violentos donde se han visto involucrados los civiles debido a la causa política. Si nos afianzamos en la historia de nuestra patria, vemos, que en ese momento, después de la llegada al poder del Frente Nacional la violencia política empieza a formalizarse de lado con la población civil. Es allí donde ésta toma lugar con mucha vehemencia.
La violencia, arraigada del conflicto político que se mantenía y que aún hoy se mantiene en nuestro Estado, digo esto puesto que la manifestación del conflicto armado de hoy proviene de los problemas políticos del pasado, pues este fenómeno se tomó los campos universitarios.
La obtención y propagación de este fenómeno en las universidades colombianas se presentó porque en estos centros se desarrollaron movimientos políticos y estudiantiles que más tarde empezaron a jugar un papel importante en la historia del conflicto político colombiano.
Los desenvolvimientos de movimientos estudiantiles, marcados por el espíritu político, alienando políticamente a cada estudiante eran a menudo y muy frecuentes en algunas universidades del país. La universidad empezó a tomar parte en lo político puesto que la función de ella en materia intelectual es ser crítica. En congruencia con lo anterior, Adolfo Álvarez argumenta:
En efecto, en ella se reciclan los conflictos sociales en el ámbito de las ideas y por su función intelectual, por su esencia crítica, la universidad es uno de los espacios más sensibles a los conflictos y las luchas políticas, lo que se expresa en el surgimiento en su seno de diferentes movimientos intelectuales y revolucionarios. (Álvarez, 2002: 166).
Históricamente, donde más se hicieron sentir estos movimientos estudiantiles fue para la década de los sesenta. Las movilizaciones estudiantiles que se presentaban con frecuencia lo hacían para protestar contra las políticas del régimen del frente nacional que empezó a ser incomodo, pues sus políticas eran bastante represivas, dándole exagerada autoridad a las fuerzas militares.
Los enfrentamientos entre las comunidades estudiantiles y las milicias al servicio del régimen produjo hechos y situaciones de violencia no solo en la capital de la república, Bogotá, sino en otras ciudades del país dando como resultado estudiantes presos de la libertad, otros golpeados físicamente y lo peor del caso, manifestantes muertos.
Dentro de los campus universitarios debido a los incidentes que se presentaron la reorganización de nuevos movimientos estudiantiles fue evidente. Los activistas de los movimientos estudiantiles más radicales se fueron a la vía armada, viendo en las armas un medio por el cual se pretendía buscar el cambio social que el país necesitaba. El origen y la evolución de los grupos insurgentes que hoy persisten en la nación se derivaron del seno de estas universidades. En relación, Adolfo Álvarez argumenta:
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