Descargar

La era de la austeridad (Parte II) (página 6)

Enviado por Ricardo Lomoro


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

14 – Es incomprensible, e imperdonable, que el gasto militar siga en la estratósfera. En los países que conforman el Consejo de Seguridad de la ONU, el gasto militar ha crecido en forma constante desde 2000.

15 – Alarma saber que un alto porcentaje del presupuesto de la Unión Europea (equivalente al 1% del PIB de los países miembros) que se emplea para desarrollar la Política Agraria Común (representando el 50% del gasto), vaya a parar a manos de grandes terratenientes, aristócratas o ricos y poderosos, que viven en las grandes ciudades y visitan sus campos como fincas de recreo.

16 – Sorprende conocer que los "papás Estado" pagan 470.000 millones en ayudas al petróleo, el gas y el carbón.

17 – Cuesta aceptar que el estado subvencione a los sindicatos, cámaras empresarias y partidos políticos (todas organizaciones que deberían mantenerse con las cotizaciones de sus afiliados), sin sospechar que tan generosa dádiva abone la connivencia.

18 – Molesta tolerar las frivolidades, corruptelas y el "gratis total" de la casta política, frente los sacrificios y postergaciones que imponen a sus electores.

19 – Si la situación es tan grave y hay que ahorrar de donde sea… ¿por qué se mantienen los "Fondos de Ayuda al Desarrollo" para terceros países (cuando muchos de ellos -para más inri-, ya pertenecen al grupo de países emergentes)?

20 – ¿Por qué no reemplazamos la "inteligencia artificial" por el "sentido común? Por algo podríamos empezar…

Propuestas sacrílegas (mientras la orquesta del Titanic sigue tocando)

Educado en la frugalidad, la moderación, la austeridad, el ascetismo y el espíritu de sacrificio, de un hogar de descendientes de inmigrantes europeos en Sudamérica (segunda generación), y por haber vivido en "crisis económica permanente", los primeros 40 años de mi vida, en la fatua, falaz y fugaz, República Argentina, estoy preparado (vaya si lo estoy), "mentalizado" (diría un comentarista deportivo) o "concientizado" (diría un psicólogo lacaniano), para economizar, prevenir, evitar el derroche, ahorrar, conservar, renunciar a consumos innecesarios o superfluos, postergar consumos indispensables y hasta dar vuelta cuellos y puños de camisas o poner "coderas" en las chaquetas o jerséis, para seguir tirando, también heredar prendas de los hermanos o primos mayores… (¿lo recuerdan todavía los ricos y felices "colesterólicos" europeos? No está tan lejos, pese a que sean "historias" que ya nadie quiere oír, y menos, transmitir a sus hijos, no sea que se vayan a "estigmatizar"). Y puede volver…

Aunque la mayor crisis económica desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, tiene facetas tan lamentables (y tristes) como el paro masivo, la falta de oportunidades laborales para los jóvenes (la generación ni-ni), o el riesgo de perder una década (o quién sabe, más) de desarrollo económico y social, creo (por formación y vocación) que es una "interesante" oportunidad (me animaría a decir que "magnífica", a riesgo que me tilden de masoquista) para revisar lo actuado, para comenzar de nuevo, para resucitar.

Parte de la lista de propuestas que ofrezco para el debate de ideas, ya fue utilizada en mi primer Ensayo "Globalización económica – El imperio de la mediocridad", publicado en 1998. Creo que nadie me podrá acusar de improvisado u oportunista. Viejas y queridas causas perdidas o la amargura de la victoria, como siempre. La era de la austeridad.

Convocatoria al ahorro (empezando por algo…)

1 – Revisar y reformular el presupuesto nacional con base cero (en su totalidad).

2 – Eliminar las dobles, triples o cuádruples funciones y funcionarios públicos.

3 – Reducción (drástica) del aparato estatal (entre 30 y 50%).

4 – Suprimir o fusionar gobiernos provinciales, regionales y locales (mínimo 50%)

5 – Eliminación del empleo vitalicio en el sector público. Fijar el horario partido.

6 – Privatizar todas las empresas públicas (nacionales, regionales y locales).

7 – Eliminar todo régimen de jubilación de privilegio.

8 – Elevar las penas por corrupción (pública y privada), sin excarcelación.

9 – Cumplimiento completo de las penas por delitos económicos.

10 – Posibilitar la creación de empresas medianas y pequeñas, en 48 horas.

11 – Desregular actividades comerciales y de servicios.

12 – Liberalizar los horarios comerciales.

13 – No socializar las pérdidas de los ricos y poderosos (banca, empresas…).

14 – No subvencionar a los sindicatos, cámaras empresarias o partidos políticos.

15 – Eliminar subvenciones agrícolas a las grandes explotaciones.

16 – Eliminar subvenciones a las actividades económicas de las grandes empresas.

17 – Abandonar todo tipo de gasto demagógico (TV públicas, cine, patrocinios…).

18 – No practicar la hipocresía de la inmigración.

19 – Desistir de las políticas de librecambio.

20 – Crear aranceles compensatorios de los costos salariales y cargas sociales.

21 – Elevar el nivel de las normas de protección del medio ambiente.

22 – Elevar el nivel de las normas de protección de la salud pública.

23 – Crear aranceles compensatorios de las diferentes exigencias de protección.

24 – Promover y favorecer el empleo privado.

25 – Establecer convenios colectivos por empresas y no por sectores.

26 – Liberalizar las fórmulas de contratación laboral. Dictar Ley de Huelga.

27 – Bajas por enfermedad a cargo del empleador (con aseguramiento privado).

28 – Liberalizar el régimen de jubilación (opción pública o privada).

29 – Eliminación de las Oficinas Públicas de Empleo.

30 – Eliminar los sistemas sindicales y empresariales de formación ocupacional.

31 – Crear un sistema compensatorio de la formación y prácticas en empresas.

32 – Desgravar asalariados, pequeños ahorristas y pymes.

33 – Aumentar gravamen a los altos salarios, altas rentas y grandes empresas.

34 – Aumentar o mantener la inversión en educación y sanidad.

35 – Aumentar la inversión (competitiva) en infraestructuras y comunicaciones.

36 – Subvencionar la investigación y desarrollo, y tecnología de procesos.

37 – Reducir en un 50% (o más) el presupuesto de defensa. Disolver la OTAN.

38 – Liberalizar y promover la instalación de plantas de energía nuclear.

39 – Mantener el Estado del Bienestar Europeo (redistribución de la riqueza).

40- Implementar una reforma financiera, extensa y suficiente, a nivel global, para:

  • Evitar que el crecimiento excesivo del crédito agregado derive en el desarrollo de un riesgo de magnitud sistémica.

  • Establecer medidas concretas para la definición de capital, el tratamiento del riesgo de contraparte, los ratios de apalancamiento, así como la conservación de ratios de liquidez y reservas (colchones) anticíclicos.

  • Instaurar un sistema de seguro de los depósitos privado.

  • Prohibir las operaciones financieras de alta volatilidad, puramente especulativas (derivados, obligaciones de deuda colateralizada…).

  • Imponer plazos mínimos a las inversiones financieras.

  • Obligar del pago completo, dentro de las 24 horas, de las operaciones financieras, bursátiles y extrabursátiles.

Como estamos en época de "Rebajas" en el hemisferio norte (julio 2010), les he ofrecido "2 por 1" (por cada "manzana de la discordia", les he servido dos "convocatorias al ahorro"); pero tengo más, muchas más (pueden visitar el Capítulo XIV del Ensayo mencionado), aunque creo que ya está bien para "volver a empezar". Ahora ustedes…

Para salvar lo dicho (vale también para ustedes), puedo ampararme en una cita de Henry Kissinger (Diplomacia – 1996): "El analista puede elegir el problema que desee estudiar, mientras que al estadista los problemas se le imponen. El analista puede dedicar todo el tiempo que juzgue necesario para llegar a una conclusión clara; para el estadista, el desafío abrumador es la presión del tiempo. El analista no corre riesgos; si sus conclusiones son erróneas, podrá escribir otro tratado. Al estadista sólo se le permite una conjetura; sus errores son irreparables. El analista dispone de todos los hechos; se le juzgará por su poder intelectual. El estadista debe actuar basándose en evaluaciones que no pueden demostrarse en el momento en que las está haciendo; será juzgado por la historia según la sabiduría con que se haya enfrentado al cambio inevitable"…

La respuesta a la defensa a los "estadistas" que realiza este "héroe" de la guerra de Vietnam y "estratega" del golpe militar en Chile, por mi incapacidad para "igualar capitales", se la dejo al escritor Arturo Pérez Reverte (El húsar (1986), El maestro de esgrima (1988), La tabla de Flandes (1990), El club Dumas(1993), La sombra del águila (1993), Territorio comanche (1994), Un asunto de honor (Cachito) (1995), Obra Breve (1995), La piel del tambor (1995), Patente de corso (1998), La carta esférica (2000), Con ánimo de ofender (2001), La Reina del Sur (2002), Cabo Trafalgar (2004), No me cogeréis vivo (2005), El pintor de batallas (2006), Un día de cólera (2007), Ojos azules (2009) y Cuando éramos honrados mercenarios (2009)), que antes de dedicarse íntegramente a la literatura fue nueve años miembro de los servicios informativos de Televisión Española (TVE), como especialista en conflictos armados (cubriendo, entre otros conflictos, la guerra de Chipre, diversas fases de la guerra del Líbano, la guerra de Eritrea, la campaña de 1975 en el Sahara, la guerra del Sahara, la guerra de las Malvinas, la guerra de El Salvador, la guerra de Nicaragua, la guerra del Chad, la crisis de Libia, las guerrillas del Sudán, la guerra de Mozambique, la guerra de Angola, el golpe de estado de Túnez, etc. Los últimos conflictos que ha vivido son: la revolución de Rumania (1989-90), la guerra de Mozambique (1990), la crisis y guerra del Golfo (1990-91), la guerra de Croacia (1991) y la guerra de Bosnia (1992-93-94)).

ESA GENTUZA (XLSemanal – Número 1132 – 5 a 11 de julio de 2009)

Paso a menudo por la carrera de San Jerónimo, caminando por la acera opuesta a las Cortes, y a veces coincido con la salida de los diputados del Congreso. Hay coches oficiales con sus conductores y escoltas, periodistas dando los últimos canutazos junto a la verja, y un tropel de individuos de ambos sexos, encorbatados ellos y peripuestas ellas, saliendo del recinto con los aires que pueden ustedes imaginar. No identifico a casi ninguno, y apenas veo los telediarios; pero al pájaro se le conoce por la cagada. Van pavoneándose graves, importantes, seguros de su papel en los destinos de España, camino del coche o del restaurante donde seguirán trazando líneas maestras de la política nacional y periférica. No pocos salen arrogantes y sobrados como estrellas de la tele, con trajes a medida, zapatos caros y maneras afectadas de nuevos ricos. Oportunistas advenedizos que cada mañana se miran al espejo para comprobar que están despiertos y celebrar su buena suerte. Diputados, nada menos. Sin tener, algunos, el bachillerato. Ni haber trabajado en su vida. Desconociendo lo que es madrugar para fichar a las nueve de la mañana, o buscar curro fuera de la protección del partido político al que se afiliaron sabiamente desde jovencitos. Sin miedo a la cola del paro. Sin escrúpulos y sin vergüenza. Y en cada ocasión, cuando me cruzo con ese desfile insultante, con ese espectáculo de prepotencia absurda, experimento un intenso desagrado; un malestar íntimo, hecho de indignación y desprecio. No es un acto reflexivo, como digo. Sólo visceral. Desprovisto de razón. Un estallido de cólera interior. Las ganas de acercarme a cualquiera de ellos y ciscarme en su puta madre.

Sé que esto es excesivo. Que siempre hay justos en Sodoma. Gente honrada. Políticos decentes cuya existencia es necesaria. No digo que no. Pero hablo hoy de sentimientos, no de razones. De impulsos. Yo no elijo cómo me siento. Cómo me salta el automático. Algo debe de ocurrir, sin embargo, cuando a un ciudadano de 57 años y en uso correcto de sus facultades mentales, con la vida resuelta, cultura adecuada, inteligencia media y conocimiento amplio y razonable del mundo, se le sube la pólvora al campanario mientras asiste al desfile de los diputados españoles saliendo de las Cortes. Cuando la náusea y la cólera son tan intensas. Eso me preocupa, por supuesto. Sigo caminando carrera de San Jerónimo abajo, y me pregunto qué está pasando. Hasta qué punto los años, la vida que llevé en otro tiempo, los libros que he leído, el panorama actual, me hacen ver las cosas de modo tan siniestro. Tan agresivo y pesimista. Por qué creo ver sólo gentuza cuando los miro, pese a saber que entre ellos hay gente perfectamente honorable. Por qué, de admirar y respetar a quienes ocuparon esos mismos escaños hace veinte o treinta años, he pasado a despreciar de este modo a sus mediocres reyezuelos sucesores. Por qué unas cuantas docenas de analfabetos irresponsables y pagados de sí mismos, sin distinción de partido ni ideología, pueden amargarme en un instante, de este modo, la tarde, el día, el país y la vida.

Quizá porque los conozco, concluyo. No uno por uno, claro, sino a la tropa. La casta general. Los he visto durante años, aquí y afuera. Estuve en los bosques de cruces de madera, en los callejones sin salida a donde llevan sus irresponsabilidades, sus corruptelas, sus ambiciones. Su incultura atroz y su falta de escrúpulos. Conozco las consecuencias. Y sé cómo lo hacen ahora, adaptándose a su tiempo y su momento. Lo sabe cualquiera que se fije. Que lea y mire. Algún día, si tengo la cabeza lo bastante fría, les detallaré a ustedes cómo se lo montan. Cómo y dónde comen y a costa de quién. Cómo se reparten las dietas, los privilegios y los coches oficiales. Cómo organizan entre ellos, en comisiones y visitas institucionales que a nadie importan una mierda, descarados e inútiles viajes turísticos que pagan los contribuyentes. Cómo se han trajinado -ahí no hay discrepancias ideológicas- el privilegio de cobrar la máxima pensión pública de jubilación tras sólo 7 años en el escaño, frente a los 35 de trabajo honrado que necesita un ciudadano común. Cómo quienes llegan a ministros tendrán, al jubilarse, sólidas pensiones compatibles con cualquier trabajo público o privado, pensiones vitalicias cuando lleguen a la edad de jubilación forzosa, e indemnizaciones mensuales del 100% de su salario al cesar en el cargo, cobradas completas y sin hacer cola en ventanillas, desde el primer día.

De cualquier modo, por hoy es suficiente. Y se acaba la página. Tenía ganas de echar la pota, eso es todo. De desahogarme dándole a la tecla, y es lo que he hecho. Otro día seré más coherente. Más razonable y objetivo. Quizás. Ahora, por lo menos, mientras camino por la carrera de San Jerónimo, algunos sabrán lo que tengo en la cabeza cuando me cruzo con ellos.

(Ruego a los pacientes lectores que reemplacen a los "representantes" españoles, por los de vuestro país, y luego se pregunten si suscribirían íntegramente la carta de Pérez Reverte)

En este lodazal en el que nos movemos…

En la jerga de los melómanos se le llama "propina" (una pequeña pieza extra con que, algunas veces, los solistas de música clásica (más), o los tenores (más o menos), o los grandes directores (menos), obsequian a sus espectadores).

Si ser un "interprete" de esa armonía, ni de esa categoría (más que quisiera), tal vez un mero "reportero" de acontecimientos económicos (en el mejor de los casos), y eso gracias a vuestra benevolencia y paciencia, deseo ofrecerles un "plus" a modo de "test" o "quiz show". Esta vez sí, es el final, final.

En estos años de vinos y deudas, aunque los políticos y "genios" económicos nos quisieran hacer creer que vivíamos y vivimos en "disneylandia" o "eurolandia", estábamos, y continuamos, enmerdados. En este mundo que se volvió loco y en el que nadie (o muy pocos) ha querido averiguar la verdad de esta tragedia, los supuestos portavoces del libre mercado son los que menos han creído, y creen, en el mercado.

De estos años de destrucción masiva sólo queda excremento. Se mire como se mire, han malversado (prostituido) hasta el idioma, llegando al extremo de definir a los "casinos" como "centros de servicios" (probablemente les traicionó el inconsciente y se produjo una "transferencia" con "Wall Street").

Como en las relaciones amorosas, "en las grandes crisis, el corazón se rompe o se curte", decía el novelista Honoré de Balzac. Tal vez esta gran crisis pueda servir para devolver algo de cordura y buscar alguna razón para la esperanza.

Es comprensible que los políticos quieran desviar la atención de sus políticas erróneas, pero sería mucho mejor que hicieran un esfuerzo para mejorarlas.

¿Pero servirá para acabar con los excesos que llevaron a la crisis?

Algunos dicen que los jóvenes de los países ricos son demasiado acomodados para movilizarse políticamente, al menos en masa, pero podrían radicalizarse por la perspectiva de heredar un sistema económico (y ecosistema, también) gravemente dañado. De hecho, justo por debajo de la superficie hay inestabilidad. El desempleo sin precedentes y la desigualdad extrema de la actualidad pueden parecer menos tolerables, cuando los jóvenes adviertan que algunas de las cosas "gratuitas" más apreciadas de la vida -estudios, salud, trabajo, bienestar social, clima aceptable, aire limpio y playas bonitas, por ejemplo- no pueden darse por descontadas. ¿Cuántos toques de atención necesitarán?

Qué lejos quedan aquellos "treinta gloriosos" años que vivieron sus padres desde el fin de la Segunda Guerra. Cuando el modelo social europeo aseguraba trabajo, las vacaciones y prestaciones sociales para todos. Un sistema de salud pública, buena educación gratuita y una edad de jubilación que eran la envidia en otras regiones.

El cambio no es nuevo, pero lo está acelerando la crisis económica y financiera que azota al viejo continente, sumada al envejecimiento poblacional.

Mientras la orquesta del Titanic sigue tocando, aunque Kissinger se moleste, les dejo un interrogante final: El "test" o "quiz show", que les prometí. Me gustaría que sonara un "Pasodoble torero" (alegre y melancólico, a la vez), para la ocasión. Los toros, los políticos y las putas, forman un conjunto monumental (surrealista y muy común, por otra parte). Vamos, entonces, con "La Gracia de Dios". Nos hará falta… (seguramente).

Última consulta: En este lodazal en el que nos movemos ¿Quiénes son más honestos, honestas u honestes, y finalmente útiles, los políticos y "twitteros" económicos que ofrecen sus servicios a los ricos y poderosos, por debajo de la mesa, o los chicos, chicas o chiques, que ofrecen sus servicios a "tutti quanti" sin ocultar nada, y seguro que a menos precio? ¿Quién contribuye más al PIB? ¿Quién defiende lo indefendible y quién muestra todo lo que tiene dentro? ¿Quién es más difuso y quién más concreto? ¿Quién oculta menos? ¿Quién, al final, es más "creíble"?

Mientras resurge el debate económico, espero respuestas… (y propuestas)

 

 

Autor:

Ricardo Lomoro

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente