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- Las tres coronas de Arnau de Torroja (2ªparte) ensayo escritura "transponedora"
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- El nacimiento de Cataluña
- El futuro que Arnau de Torroja no pudo conocer
- Rex-Deus, y las reliquias de Pedro Apóstol (Con nombres del linaje s.VI)
Bóvedas góticas: ofrecen una imagen subliminal de "rostro" en la crucería
Voy a exponer un hecho que nunca ha sido escrito en libro alguno de cuantos se ocupan de presentar la arquitectura gótica. Se admite que existe un enigma tras la construcción de las catedrales aunque nunca antes del mes de abril de 2013 se han acercado a la que es mi solución acerca de la ocultación de inmensas imágenes de rostros de varón en las bóvedas de las catedrales góticas. Los expertos se han limitado a enumerar los diversos piadosos misterios que a dichos templos se les atribuye, además de recopilar datos históricos, técnicos y otras peculiaridades.
Aunque la verdad no necesita ser defendida, me esforzaré en hacerlo, primero porque una tan chocante idea ha quedado absolutamente olvidada debido, principalmente, a la poca capacidad de abstracción de la muy materialista sociedad medieval, siempre agobiada por miedos y penurias; y después lo divulgaré porque para mi representa un sano ejercicio intelectual tratar de descubrir dónde y cuando surgió la dicha idea, además de cómo evolucionó y al fin qué pasó para que fuese olvidada.
Empezaré por recordar al profano, que un techo es lo más necesario de cualquier tipo de vivienda. Sin una cubierta, un recinto también es inhabitable para los indigentes. Lo dicho aún es más evidente al aplicarlo a las magníficas bóvedas de crucería de las catedrales construidas entre los siglos XII al XIV.
En estas páginas afirmo que las bóvedas decoradas con nervaduras, y semejantes a "venas de piedra", alineadas sobre la nave del templo, arqueadas y entrecruzándose, fueron, decorativamente hablando, la razón de ser de toda catedral gótica europea durante los oscuros siglos medievales, porque discretamente se pretendió reflejar lo etéreo del rostro del Mesías; y, al menos para mis ojos, su esquematizado rostro aún sigue siendo visible en muchas catedrales. A nadie le puede extrañar. Por novedosas que sean, las técnicas constructivas de nada sirven si no están al servicio de un ideal humanista. Ello se resalta más al edificar una catedral gótica, pues son tan altas que parecen querer alcanzar el cielo.
Lo indudable es que fue un arte que logró elevar edificios altísimos vacíos por dentro, con el único propósito de que el rostro subliminalmente presentado resultase más concentrado y por ello más identificable. Según la Biblia informa: "Dios está en la altura de los cielos". Dentro de la catedral hubo un tiempo que conseguía el específico propósito de encontrarse en presencia de Dios.
Dentro de un templo gótico, que se presentaban como verdaderas fortalezas del espíritu humano, era donde tenía sentido la convergencia entre el cielo y la tierra. Debajo de sus bóvedas, los fieles, orando, esperaban ver cumplida la promesa del sacerdote de conectar con Dios, pero antes había que merecer poder gozar de su verdadera presencia. Transcribo un párrafo de Kircher, un especialista en los ritos de antiguos misterios, quien en su obra "Edipo" escribió acerca de la evolución de las luces y las sombras: "En una manifestación que jamás debía ser revelada, aparecían masas difusas de luz en la muralla del templo, las cuales, al concentrarse, asumían la apariencia de un rostro, evidentemente de aspecto divino y sobrenatural, pero con un toque de amabilidad, por lo que resultaba muy placentero contemplarlo: Los alejandrinos honraban aquella aparición como si fuese el rostro de Osiris, o de Adonis". Por otra parte, el filósofo Yámbico escribió: El fin de la magia no es tanto crear seres, sino imágenes que se les parezcan, y luego se desvanezcan sin dejar el menor rastro tras de si." Tal como actualmente se nos presentan en las bóvedas de las catedrales y claustros, parece imposible que en otros siglos fuese una experiencia espiritual capaz de explicar el significado de nuestra fe.
Mis observaciones admito que aún no pueden ser concluyentes, porque, por ejemplo, ignoro si el efecto de descubrir un rostro en esquema sería más fácil desde la altura donde se sitúa el coro. Tal es el caso concreto de la iglesia Nuestra Señora del Pi, ubicada en el casco antiguo de la capital de Cataluña. La perspectiva de un rostro subliminal desde el coro, ubicado sobre la puerta de la entrada principal, es óptima y me tiene confuso. En mi lengua vernácula, al coro (allí donde se reúnen los fieles que cantan junto al órgano de un templo) lo llamamos "cor", que significa corazón, y ello hace pensar que, en aspectos de fe, las mejores respuestas se obtienen desde el corazón. Me limitaré a exponer una bella metáfora. Para descubrir en la bóveda de una catedral gótica el rostro de Jesús, quizá debemos saber elevarnos por encima del resto de la opinión general. En mi opinión, la dicha forma de rostro que se distingue en las bóvedas, acogió desde el siglo XII, y sigue teniendo debajo suyo, a los fieles cristianos que, esperanzados, se congregan en las catedrales góticas a rezar. Algo parecido a como una gallina protege a sus indefensas polluelos bajo sus alas. En fín, como bien escribió el gran filósofo contemporáneo Angel Livraga: "Un hombre tiene la medida de aquello que se atreve a soñar".
A fin de superar nuestra insignificancia, sabemos al sincerarnos desde el corazón que por otra parte tenemos algo de inmortal. La materia podemos trascenderla si buscamos mayor relación con la suprema armonía, o conciencia, de relación con la Unidad Primordial con el todo simbolizada por Jesucristo. En una catedral, o bien en otro templo, sabiendo lo que se va allí a buscar, también se entiende lo que se encuentra.
Los símbolos nos trascienden. Se reza para hallar respuestas verdaderas y poder superar el sufrimiento. El desarrollo espiritual de cada persona podrá incrementarse a través de una simbología específica, cuyos resultados pueden llegar a beneficiarlo con mayor eficacia que los rezos. Por ejemplo, el rosetón que inunda la catedral cada tarde de sol con una luz colorística, se habría previamente explicado que su belleza y dibujos, además de su significado bíblico, también refleja el "Fuego solar" que excita la conciencia primordial; lo cual sin duda también era la creencia de nuestros ancestros.
Mi interpretación del descubrimiento de unas formas de rostro (alguien la considerará: Pareidolia, al por mayor) obviamente es subjetiva, y no puede aplicarse a todas las catedrales góticas. Me limito a proponer unas imágenes obtenidas de mi observación de algunas bóvedas, y las más antiguas son mis preferidas. Ni tan sólo necesitaban contrafuertes y refuerzos externos, que tanto las afean exteriormente. Otros obtendrán mejores fotos que las aquí reunidas. Al no ocuparse los demás de su aspecto al degenerar la idea inicial, podrán ser todas fotos muy figurativas y entonces la forma de rostro en esquema será más evidente. Yo he buscado ofrecer el contraste.
Para exponer debidamente la idea que presento, no me cabrían aquí ni las fotos de las bóvedas "humanizadas" que se descubren en los templos de una capital mediana. Me guardo muchas experiencias de esta apasionante investigación. Por ejemplo, la sala capitular del monasterio de Sant Domenech, en Girona, al visitarlo personalmente, coincidí en estar presente justo cuando el sol atravesaba el vitral bajo la bóveda, por cuyo fenómeno diré que, metafóricamente, me pareció como si fuese la palabra convertida en luz a través de lo que me parecía ser una boca. No seguiré por esta vía, pues, a pesar de mis limitaciones de todo tipo, quiero ofrecer una síntesis ilustrada de las muestras más variadas que existen en el continente europeo.
Escribió Juan Fernando Selles:"La tesis de los filósofos del siglo XIII", que debatieron entre ellos sobre la existencia del intelecto "agente", que se distingue del inactivo, o sea un intelecto más pasivo o tranquilo (CSIC, nº 38-Enero-Junio-pg.445-474, en Instituto de Estudios Medievales). Es curioso que fuese el tema "de moda" cuando se construyeron la grandes catedrales góticas europeas. Averiguar quién promovió tal inquietud, para mi ya sería motivo de investigación.
CARACTERÍSTICAS DE LAS BÓVEDAS DE LAS CATEDRALES GÓTICAS
Desde que yo era niño y frecuentaba la catedral gótica de Solsona, me maravillaba el entramado de piedras en relieve que decoraban el techo de las bóvedas. En mi ignorancia obviamente creía que sin tales nervios de piedra aquella techumbre se caería. Mi sorpresa fue saber que tanto esfuerzo en hacer resaltar, entrelazadas, las dichas nervaduras aéreas de piedra, después de todo, eran en gran parte prescindibles, pues con su forma arqueada, o cóncava, la bóveda se sostendría casi sin "costillas". Entonces mi pregunta fue ¿Por qué están ahí? Por otra parte ¿por qué tanta altura? Los caballeros templarios se llevaron su secreto a la tumba en 1312. No obstante, a partir de hoy, y para siempre más, ya podemos saberlo.
Para empezar, admítase que sólo ellos tenían el imprescindible dinero para construir tales obras gigantescas en unos tiempos que no existían los bancos. Los cristianos siempre antes habían tenido prohibido practicar la usura, cosa que enriqueció enormemente a las comunidades judías de cada localidad. Paradójicamente, fue con dinero de los hebreos, prestado a un muy elevado interés, que siempre antes se habían costeado las grandes obras del catolicismo; para evitar lo cual, excepcionalmente se permitió que los templarios practicasen también una moderada usura. El resultado fue que construir las grandes catedrales fuese menos caro. Para muchos autores el desarrollar este sólo aspecto ya les motivaría para escribir un voluminoso libro. No es mi estilo, quizá porque mi padre me enseñó desde muy joven, que: "Muchas letras y poco jugo, también las escribiría un burro".
Todo europeo ha visto muchas y muy complicados diseños de bóvedas decorando los techos de las catedrales góticas. Aquí mencionaré lo imprescindible de lo que ya consta en las enciclopedias que tratan de la arquitectura medieval. Pretendo desvelar para siempre el secreto mensaje oculto de las maravillosas bóvedas de las grandes catedrales europeas del periodo medieval.
Posteriormente copiaron la técnica mirando aquellas bóvedas construidas durante el siglo XIII. En ocasiones incluso se revela una forma esquemática de rostro en espacios pequeños, con tal que las bóvedas sean inmediatas al espacio sobre el altar mayor, o en el otro extremo, sobre el coro. El presbiterio de la catedral de Girona, y el Panteón de Sant Pere, de la catedral de Lleida son buen ejemplo de ello. Por cierto, a partir del año 1203 la Seu Vella de Lleida, tan admirable en sus proporciones, desde sus comienzos fue planificada para cubrirla con bóveda de crucería. Su aspecto es parecido al experimentado en Tarragona que entonces era predominante.
El cielo, para quien se inspira en el rostro del "Gran Arquitecto" que es Dios, era una alusión al espíritu, y lo dibujaron mediante espaciosas bóvedas. Para atraer la atención de los fieles hacia las bóvedas se pensó en situar en sus cruces unos enormes botones de piedra colgados que ofrecen escenas bíblicas en vivos colores, siendo por su belleza que estas "Llaves de Bóveda" se están volviendo a restaurar en la actualidad, dejando el resto de la nave con la piedra vista. Habitualmente las bóvedas estaban pintadas, y muchos templos también exteriormente, pues los analfabetos eran mayoría y se motivaban mirando escenas del Evangelio. De hecho, la obra perdía así parte de su carácter constructivo para engrosar la imaginería del Medioevo. Por algo dejó escrito el filósofo empirista David Hume (1711-1776), cuando opinó respecto a la belleza: "No es una cualidad inherente a las cosas en si mismas; solamente existe en el espíritu que la contempla, y cada uno la percibe diferente". El filósofo Kant lo corroboró con las mismas palabras en su libro: "Critica del juicio" (1804).
Las catedrales góticas, siendo la mayor aportación al mundo de la arquitectura, se levantaron para engrandecer lo que se ofrecía por amor a Dios, y sus plantas se trazaban en forma de cruz, la misma que, por la forma de sus tejados, puede verse sobrevolándolas. El plano de la catedral lo diseña la figura de un cuerpo humano, recogiendo vibraciones del hombre cósmico con el que se pretendió remachar una sintonía con el cosmos. Eran tiempos cuando entendían, mejor que hoy que el objetivo de la sociedad es la igualdad moral, y que para ayudarnos la naturaleza tiene leyes que iluminan el camino de la convivencia social, con tal de superar la visceral "mente de reptil".
El arte gótico no fue evolución del románico anterior, ni tampoco surgió de la nada. Lo gestó el hecho de advertir que dibujando un rostro con líneas entrecruzándose se conseguía obtener un aspecto abstracto de cara humana. Con ello se hizo realidad una idea referente a las catedrales que estaba muy extendida entre los fieles de la Edad Media: Unos (arquitectos) la plantan, otros (los fieles) la riegan, pero como todas las plantas demuestran, sólo Dios hace crecerlas hasta lo más elevado. Es una metáfora que visualizaba quien lo merecía, pues el rostro de Nuestro Señor estuvo depositado subliminalmente en la forma de las bóvedas sobre las cabezas de los orantes en la gran nave.
Aunque arriba he escrito que el estilo gótico no evolucionó del románico, puedo argumentar que la imagen del rostro en las bóvedas sí que lo hizo, y aportaré argumentos y fotos para demostrarlo. Me remito a la iglesia románica de Sant Vicenç de Cardona (de influencia lombarda, fue consagrada el año 1040) al ser una población cercana de donde yo nací en el centro de Catalunya, y porque encima del arco de la gran nave tienen ese tipo de "capillas altas" que pretendieron ser inaccesibles para los que entraban con intención de saquear los tesoros y reliquias del templo. Dicho recurso anti-robo ya lo emplearon los constructores de las iglesias de estilo visigótico en el siglo X. Lo tienen en su gran nave los templos vallisoletanos de San Cebrián de Mazote, y San Miguel de la Escalada, ambas con arcos de herradura califal (que es más cerrado que el visigótico).
Tal prevención se comprende mejor en las iglesias cerca de la playa, pues recuerdo la sorpresa que me causó contemplar con mis propios ojos una hornacina ubicada en el centro del arco de medio punto que domina toda la gran nave. Actualmente, por no correr peligro, y declinar el fervor religioso, dichos espacios se llenan con una imagen que domina a todos los que rezan debajo de las bóvedas. La más impactante de estas hornacinas la vi en la iglesia fortificada de Saintes Maries-de-la-Mer, en las playas de la Camarga, cerca de la ciudad de Arles "la-Romana" (Fr.). En aquel alto escondite anti-robos a prueba de los piratas, y que cuando lo vi estaba vacío, explican que se protegieron reliquias de algunos seguidores del mismísimo Jesucristo desde que gobernaba el muy docto rey René d'Anjou.
Las nervaduras de piedra consolidaron las juntas entre diferentes bóvedas, y condujeron mejor los empujes hacia los arbotantes, que son los contrafuertes actuando desde el exterior de los muros. Se trata de normas auxiliares que facilitan la construcción, si bien en la actual catedral de Solsona al construir la magnífica bóveda, con un tan figurativo aspecto de cara de monje con capucha, todavía no se emplearon dichos apoyos laterales. La presión ejercida por la velocidad del viento se incrementa drásticamente cuando los muros van alcanzando mayor elevación, porque su empuje es proporcional al cuadrado de la velocidad del mismo; de ahí que los arbotantes exteriores acabasen siendo dobles y gigantescos. No se han conservado escritos ni planos de los maestros "arquitectos" del siglo XII, excepto un par de obras. El dibujo más antiguo que se conoce sólo registra ideas. La primera transmisión acerca de la repercusión del viento, se hizo hacia el año 1225, cuando, por cierto, ya empezaba a declinar el furor constructivo que había hecho proliferar, como setas, las catedrales en estilo gótico por todo el continente europeo.
El arte gótico de la Cataluña en plena reconquista
El arte gótico rompió la monotonía de los arcos de medio punto del arte románico. En Cataluña el gótico embrionario se desarrolló a finales del siglo XII y durante casi todo el XIII. Sin acabarse de desprender del espíritu del arte románico, el llamado proto-gótico se desarrolló en las tierras al sur de Barcelona ganadas a los musulmanes, siendo llamadas Cataluña Nueva. Se repoblaron con la colaboración de las órdenes del Temple de Jerusalén y de los monjes cistercienses. Ambas comunidades emplearon criterios nuevos, y hasta monumentales, para construir todo tipo de edificios, gran parte de los cuales adoptaron experiencias autóctonas bien definidas. Dado que los cistercienses venían de su casa madre en Borgoña, siempre predominó el influjo francés.
La orden del Cister fue la que también introdujo el arte gótico en España, no sólo en el llamado Camino de Santiago, cuando esta capital del Finisterre competía con Roma para ser la sede del cristianismo, sino que construyeron catedrales en toda capital de la Península Ibérica que quería distinguirse. Se sabe hoy que los esquemas de sus plantas, a pesar de dibujar ellas misma una forma de cruz, las catedrales góticas de los primeros años encerraron conocimientos ocultos detrás de una decoración llena de simbolismo. Pitágoras, durante las décadas que vivió en Egipto en el siglo IV a.C., habría recogido compendios de su sabiduría, tanto numérica como filosófica, siendo un divulgador idóneo al regresar a Grecia. Aquella ciencia, fue la misma que él enseñó en Crotona, fue heredada por la cultura clásica, de donde pasaría a Europa. La masonería medieval desarrolló especialmente la geometría especulativa a pesar de los recelos de los eclesiásticos.
Aunque las bóvedas de crucería se considera que fueron traídas a Europa por los maestros de obras de la Orden del Temple, y más al ser expulsados de Palestina para crear sus principales encomiendas en el Sur de Francia (cuando el Midí era todavía independiente), los verdaderos constructores del arte gótico fueron los monjes cistercienses, de hábito blanco como los templarios. Si éstos planificaron catedrales inmensas, nunca antes imaginadas, y quizá superiores a las mejores obras arquitectónicas clásicas, fueron los monjes cistercienses quienes, además de servirles de intendencia y de cirujanos, edificaron las catedrales. Expertos en construir siempre antes unos muy regios monasterios románicos, los cistercienses ofrecían mayores garantías para que se aguantasen las bóvedas de crucería. Era una obra experimental muy comprometida, que tuvo como eje fundamental la llamada ojiva. Su definición informa que se trata de un arco diagonal de refuerzo que forma arista bajo una bóveda. Aunque las ojivas, no son sinónimo de gótico, ya que tan sólo se perfeccionaron, sí que en un primer periodo a todos admiraba contemplar su novedosa aplicación, siendo gracias a ellas que fueron capaces de elevar las bóvedas de las naves de las catedrales hasta una altura nunca imaginada hasta el siglo XII. Reconozco que yo me pasé la infancia y juventud recapacitando a que se debía tanto esfuerzo, sin ser capaz de entender cómo podría justificarse..
He superado la idea de que unos y otros, y la Iglesia en general, todos querían dejar constancia de su poderío, y lo consiguieron, pero se olvidó la verdadera razón oculta. Enfrentarse íntimamente, de forma visual, con el rostro de la divinidad. Lo vemos tanto en los monasterios cistercienses de Poblet, y el de Santes Creus, así como en las catedrales urbanas de Tarragona y Lleida, esta última comenzada por un "arquitecto" oriundo de Solsona. Fue una transición importante, tanto porque dejó muchos edificios en estilo gótico, como porque era su semilla para lograr más plenitud en el futuro. El arte gótico de entonces estuvo muy abierto a la innovación artística, pero precisamente ello lo desvirtuó.
La catedral de Girona, en Cataluña, presenta la mayor nave gótica de esta parte del Mediterráneo. Mide 23 m. de ancho, y fue iniciada el día 29/4/1307 (ACG Llibre Verd, folio CCI). Se efectuó una única nave porque era más barato que construir tres. A la bóveda se llegó el año 1416, sin tener ya conciencia de esquematizar el rostro del Mesías tal como antes siempre se pretendía. O quizá sí que la tuvieron, pues la catedral de Girona la promovió el obispo Berenguer de Anglesola, que era miembro de una familia tradicionalmente cátara, y es bien sabida la relación de dichos librepensadores con los caballeros templarios catalanes.
Me he referido a los herejes exterminados en el Sur de Francia, porque ellos supieron bien que hasta el siglo III los cristianos no dispusieron de lugares, específicos donde celebrar juntos sus divinos oficios. Hasta el concilio Vaticano II los sabios eclesiásticos tampoco explicaron la razón de ser de sus magníficos templos catedralicios. Son obras arquitectónicas que al construirse se han ido adaptando al estilo predominante de cada diferente periodo histórico. En cuanto a su naturaleza intrínseca, las catedrales están destinadas a expresar con obras humanas, la belleza de la divinidad y así contribuir a su mayor gloria (DOM). Se trata, en fin, de conducir piadosamente el espíritu de los hombres a Dios sin despreciar ningún recurso, por sutil que fuese.
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (Argelia-Africa) dejó escrito en "Las Confesiones": Tener fe en cosas invisibles no es irracional, al contrario, forma parte esencial de la naturaleza humana. Hoy los telescopios, microscopios, radiaciones, etc, lo confirman, pero la idea ya presidió todo el pensamiento teológico medieval, y además inspiró a los filósofos modernos.
EL MISTERIO DEL ARTE GÓTICO ESTÁ EN SU OJIVA DE LA ENTRADA
Para muchos fieles, el frontispicio está tan sobrecargado de decoración estatuaria, que puede asustar. A algunos les impone mucho respeto. !Y lo merece!. De hecho están ante la clave de un verdadero misterio, pero tan pronto traspasan el umbral ya se experimenta una cierta relajación, a parte de admiración, por encontrarse ante unas muy altas columnas y anchas bóvedas. Además hay bellos vitrales, que al jugar con la luz solar parecen ser calidoscópios cuando los traspasa. Éstos permitieron iluminar mejor los templos que las anteriores reducidas aberturas de los pesado muros del arte románico.
Hasta mi contribución nunca hubo explicación al hecho de que se dejase de construir en arte románico para continuar la construcción de una catedral en arte gótico, que parecía querer llegar hasta las estrellas. El caso era embellecer la cátedra (de ahí: catedral) donde cada obispo tenía su sede (silla, viene de Seo). Es la opinión de los católicos, que en la cátedra de los obispos se puede descubrir a Dios. Pues bien, en el siglo XII, además de dicha idea espiritual, se pudo crear el aliciente arquitectónico de dar forma a un rostro esquematizado gracias a las bóvedas. Con dos espacios triangulares opuestos éstas pueden reforzar la visión de una cara.
En toda obra de arte ante todo se deberá considerar el cuándo y el por qué se hizo. No debemos dejarnos influir por no compartir el gusto del artista, ni el significado que tenga, y más cuando se trata de una obra arquitectónica. Ésta la realiza alguien que no es la misma persona que la diseñó. Ante una obra que, como es el caso de las bóvedas góticas, combinando lineas y colores, se anticiparon ocho siglos al arte que actualmente llamamos Arte abstacto, se deberá valorar especialmente su adecuación plástica al significado de su contenido.
Nunca tan exactamente los materiales empleados por los arquitectos han tenido tan equilibrada su función constructiva con la parte puramente ornamental para llegar a ofrecer un resultado tan discreto como elegante. Se superó la representación bidimensional del arte pictórico, y la tridimensional del escultórico. La función del rostro que ofrecen, su objetivo final dicho sea sin tapujos, era el afán de traspasar el espacio-tiempo, a fin de que quien estuviese realmente atento esperanzado bajo aquella obra tan inmensa como audaz, realmente después fuese capaz de recibir ayuda exterior para guiarle a saber gestionar bien su propio espacio-tiempo (suponiendo que al menos partiese de estar bien consigo mismo).
Con la llegada del siglo XXI cualquier "buscador" de Internet nos ofrece al instante cientos de fotos mostrando complicados dibujos de bóvedas, pero de ellas a mi actual presentación sólo le interesan las construidas a partir de mediados del siglo XII y comienzos del siglo XIII, porque es mi presunción que fueron las diseñadas por los sabios arquitectos a las órdenes estrictas de la Orden del Temple, después de haber aprendido ciertas ideas durante su permanencia en Palestina. Las convirtieron en piedra en suelo francés entre 1137 y 1162.
Hay que distinguir la bóveda de las nervaduras. Una bóveda con forma arqueada cóncava se construye a ras del suelo, y en cambio, para la construcción de un arco es necesario un soporte temporal o encofrado, mientras los bloques de piedra se colocan en posición. Sin él se deberían tomar más precauciones. Así pues, hasta que el arco aéreo de piedra se sostiene solitario, un encofrado estrecho, o cimbria, soporta la piedra hasta que todo el arco se completa. Un arco tras otro formará parte de las "costillas" de la bóveda, evitando que las juntas entre ellas presenten irregularidades.
La tendencia a aumentar el número de "costillas" en algunos casos condujo a resultados singulares, como en el coro de la catedral de Gloucester, donde las costillas diagonales normales se convierten en meras molduras ornamentales en la superficie de una bóveda de cañón apuntado. Es decir, muchas nervaduras son de adorno. Ciertamente otras son muy necesarias. Por ejemplo, en Inglaterra se logró simplificar la construcción de una bóveda mediante la introducción de nervios intermedios entre la pared y la costilla diagonal, y entre ésta y los nervios transversales. Otras posteriores, como en la capilla de King College, en Cambridge, para aumentar la resistencia fue necesario introducir costillas transversales debido a las grandes dimensiones de la bóveda.
LA CLAVE DE LAS BÓVEDAS DEL GÓTICO TÉCNICAMENTE EXPLICADA
La clave del enigma arquitectónico de un templo gótico se nos anticipa ante su puerta, o puertas, de acceso principal, exactamente en el centro de su fachada. No se pretendía engañar a nadie, al contrario, se daban facilidades para que, una vez traspasado el imponente umbral lleno de imágenes de todo tamaño, todos pudiesen alcanzar la iluminación. Insisto, se ofrece "la clave" en la forma de ojiva, ("punto de almendra" o "arco apuntado"), ya desde antes de acceder a la catedral gótica.
Los franceses no emplearon la nervadura intermedia, hasta el siglo XV, y fue más como un elemento decorativo, que una característica. En Italia, Alemania y España se adoptó el método francés de la construcción de la bóveda mediante una plantilla inferior. La primera costilla en "arco apuntado", o de almendra, típico del gótico, tuvo lugar en la catedral de Durham en Inglaterra, y precedió a la abadía de Saint Denis, en París. Fue en la iglesia de Vézelay (1140) donde se desarrollaron las grandes bóvedas antes de la introducción de la costilla de arco apuntado. El inmenso tamaño de la bóveda de la nave hacía necesario algún apoyo adicional, por lo que fue introducido un "nervio" intermedio.
En este punto voy a remitirme a mi presentación del que llamé "Anillo de Moisés". Su diseño, siendo simple, es el que conforma cada uno de los rectángulos que dividen las largas bóvedas góticas de las catedrales medievales. La línea central divide el espacio rectangular del aspa simbólica del "Anillo de Moisés", en el estilo gótico pasó a ser substituido por la viga más importante de todas, ya que además de soportar peso, actúa como tirante. Así pues, cuando el diseño del anillo lo situamos allí en el lugar correspondiente, la línea central se corresponde con la arista de cada una de las sucesivas cerchas maestras. Es la base del triángulo isósceles de vigas acopladas para soportar el peso del tejado. Este es un punto crucial, el cual tan sólo puede ser explicado por quien haya trabajado en la construcción. He comprobado que las encilclopedias ignoran su verdadera importancia.
El gran invento de las bóvedas de estilo gótico fue su estructura, consistente en dos arcos ojivales diagonales que se entrecruzan (de ahí su nombre: crucería). El tal cruce permitió aliviar enormemente el peso de la cubierta, ya que en el estilo románico sustentaban mediante ladrillos formando tabiques desde cada bóveda hasta la cubierta. Empleando el estilo gótico construyeron muros mucho menos gruesos, e incluso con espacios para grandes ventanas, o vitrales. En la bóveda de crucería toda la longitud de la arista central superior que formaban los cruces de ojivas fue su único apoyo entre los muros laterales. Por no experimentarse con pilares ni columnas en la gran nave de la catedral de Solsona, aquí ignoro cualquier otro soporte arquitectónico posterior. Una estrecha base, larga y horizontal, contacta con toda la hipotenusa de la cercha de madera con forma triangular en aquel punto que, vista por debajo es una línea invisible al no adornarse con nervaduras. Sin este soporte, las tejas de la cubierta con doble pendiente convencional (a "dos aguas") se caerían.
En una catedral gótica es donde, más que en otro espacio interior, todos pueden mirar pero muy pocos podrán ver. Lo escribo pensando en los principios pitagóricos de medida y ritmo que no ve el visitante. Quien sea buen observador puede tener la sensación de sentirse conectado con la tradición de los tiempos más obscuros de nuestra historia, cuando todo era misterio y magia. Las bóvedas góticas de la nave se apoyan en un arco como el de la entrada. Ésta no es cuadrada ni semicircular; es el arco apuntado, o "punto almendrado"; es la ojiva que nos ha de guiar hasta descubrirnos "los empujes". También los más íntimos de nuestras querencias.
En la vida es obvio que incluso el mejor dotado se puede plantear mal aquello que no comprende. Por ello, después de haberse superado, nadie ha de encontrar defectos, por raros que sean, en sus semejantes. Todos serán una de sus propias caras. La geometría de los templos góticos pretendió recuperar y transmutar la energía sutil de los fieles que habían construido y rezado debajo de aquellas mismas bóvedas. En efecto, sus predecesores habrían sido más conscientes que ellos de las ventajas de rezar recogidamente para sentirse más cerca de la divinidad. Sabían que bajo aquellas pesadas piedras que parecían ingrávidas, además de mucha sabiduría, también se guardaba el lenguaje simbólico de tradiciones ancestrales. Al ocuparme de hacer evidente su metáfora más secreta, yo trato de exponer en estas páginas su certeza en los misterios que nuestros antepasados atribuían a la propia catedral.
Se ha explicado mal que pretendiesen dar mayor esbeltez y claridad al interior de la catedral. Las técnicas precarias de construcción hacía muy difícil situar un techo abovedado complicadísimo a tanta altura. Sólo puede justificar su evidente sacrificio, su deseo de plasmar un rostro mesiánico gracias a ganar altura. Los contrafuertes exteriores al templo se utilizan para añadir mayores apoyos cuando se empleaban bóvedas de intersección.
ARNAU DE TORROJA TOMÓ LA CRUZ ETÍOPE PARA LOS TEMPLARIOS
Arnau de Torroja era Gran Maestre de la Orden. Lo presenté en dos biografías (la 2ª Parte, es una trilogía). Nació el año 1122, cuando por fin había un tregua entre el Sumo Pontífice y los reyes europeos, siempre antes en guerra unos contra otros. El año 1184, el último de la vida de Arnau de Torroja siendo Gran Maestre de los caballeros templarios, fue cuando ayudó a la restitución del trono al rey etíope refugiado en Jerusalén. Presuntamente, los templarios desplazados a Etiopía copiaron una cruz que aún hoy se puede ver allí grabada en semirrelieve sobre la roca de una cuevas de oración. Apreciaron tanto su diseño, que a partir de entonces la eligieron para ser el logo de su Orden, siendo la más conocida de cuantas utilizaron. Habría sido grabada por una comunidad cristiana etíope del siglo III. Fue un gran hallazgo, que merecía ser promocionada en todas partes, ya que la Orden del Temple siempre actuó deseando regenerar la moral social, y aquella geometría sirvió incluso para que obtuviesen de sus trazos su muy peculiar alfabeto secreto.
El mayor de sus logros arquitectónicos se mezcló con otras varias técnicas útiles. La sed de conocimientos de los arquitectos al servicio de los Grandes Maestres de los caballeros templarios, quienes habían leído a Euclides, Pitágoras y Tolomeo, se manifestó en construir con afán para reconducir todas las cosas a un orden impecable. En la nave central de las catedrales, comenzando por sus criptas (donde germina semilla que será una planta), y hasta la cubierta, todo debía tener su significado oculto. Todo debe estar en su sitio.
Dando un vuelco a las normas, de pronto, sobre los cimientos de un templo románico los albañiles a sus órdenes elevaron sus bóvedas maravillosas, porque se superaron exponiendo el rostro más secreto haciéndolo visible. ¡Que gratificante es trabajar siendo plenamente consciente de la trascendencia de una generosa y piadosa idea!. Diseñaron los nervios de la bóvedas para resaltar en esquema el rostro del Mesías, y así resulta ser que, de forma subliminal, en el continente europeo se anticiparon ocho siglos en producir el "Arte abstracto". Su anhelo fue lograr configurar una imagen aérea de rostro de varón circunspecto, tipo monje, mediante la disposición de las piedras de la bóveda, y nada les paró, al ser su gran motivación secreta.
Existió una tradicional geografía "sagrada" para mejor ubicar los templos religiosos dentro de una región. Ello se ha demostrado que fue practicado tanto por los constructores de megalitos, como por los antiguos egipcios para ubicar sus principales pirámides. Los templos megalíticos de Hagar Qim y Mnajdra, en la isla de Malta, se construyeron hace seis mil años siguiendo una alineación estelar antes que otros templos sagrados del mundo antiguo. Hagar Qim se enfocó hacia las estrellas Alfa y Beta Centauros (2ª y 9ª estrellas más brillantes de las noches del Neolítico en el Mediterráneo). El de Mnajdra, en cambio, miró hacia las Pléyades. Quiero informar al respecto de que actualmente, al haberlas protegido con una gran lona sintética, paradójicamente en este caso, a ambos templos aún se les ha alejado más, si cabe, de su originaria razón de ser.
Se ha descubierto que los templarios al construir en determinada regíon del Sur de Francia las catedrales góticas, siguieron el mismo patrón estelar semejante a los constructores europeos que en la prehistoria erigieron menhires, cromlechs y dólmenes. Yo mismo descubrí que habían seguido una Ruta Visual Sagrada en su búsqueda de la luz solar al ocultarse tras el lejano N.W. geográfico. Fue hacia aquella dirección por donde unos "misioneros" expandieron sus creencias vivicadoras basadas en la fecundidad.
Unos y otros, en fin, parece ser que habrían intentado anclar supuestas "energías estelares" a los terrenos que por algún motivo especial resultaban dignos de su estimación. En el caso de los egipcios interesa porque veneraron a la negra (por fecunda) divinidad femenina llamada Isis, la cual sostiene sobre sus rodillas a su hijo Horus, el de la cara verde. Hay libros que presentan originarios del Antiguo Egipto la mayor parte de cuanto consta escrito en el "Nuevo Testamento", incluyendo el hecho que la gran diosa negra Isis fue transformada por los caballeros templarios en "Nuestra Señora", después llamada Santa María.
En efecto, las numerosas copias que en Europa se realizaron en los siglos XII y XIII de las obras atribuidas al mitológico dios egipcio Asclepio (Esculapio para los romanos) prueban que el misticismo cabalístico del Antiguo Egipto pervivió entre los primeros cristianos. Un aspecto de aquel simbolismo interesa especialmente a estas páginas, al tratarse del artístico dibujo de un perfil de rostro de varón que ocupa todo el enlosado de la estancia más secreta del templo de Luxor, en Carnac. Fue descubierto en el siglo XIX por Schwaller de Lubicx, cuando investigaba el "sanctasactorum" del mayor templo a orillas del río Nilo. Por ello sabemos que los hermetistas, neoplatónicos y agnósticos, todos ellos dieron la mayor importancia (suprema en Egipto) a la veneración de la cabeza humana (los demás órganos del cuerpo se distribuirían simbólicamente en el dicho templo de Luxor por sus diferentes patios y estancias). El rostro de la divinidad fue el aspecto principal de los religiosos egipcios, el cual pasó a enriquecer el simbolismo de los primeros cristianos, y más por ser un referente del tipo "conocimiento resucitable" si se efectuaba el ritual adecuado, teniendo en cuenta además el patrón astronómico, puesto que también fue adoptado, como lo demuestran las numerosas fiestas del calendario católico.
La orden del Temple superó la idea que impregnó la estancia suprema, o Naos, del templo egipcio de Luxor, donde por cierto la vibración telúrica es violenta (18.000 u.). Para conseguirlo recordaron en arquitectura aérea el hecho de que "Jesús nació para restablecer en el mundo la relación con Dios", después de lo cual sería posible la fraternidad humana.
En opinión de un famoso arquitecto del Antiguo Egipto: "La arquitectura es también filosofía, porque si no fuese así se limitaría a una simple técnica". No se puede negar que eran expertos en elevar templos a sus divinidades, e incluso fueron los primeros en instituir la idea del Dios único quince siglos antes del nacimiento de Jesucristo.
En el siglo XII el responsable de diseñar una catedral gótica, ayudado por uno o varios maestros de obra, debió de tener mucha mayor responsabilidad de lo nunca supuesto al tener que crear espacios interiores armoniosos. Trataría de imitar a su modo una entelequia del cuerpo humano. En una catedral gótica todo soporte material serviría de base para resaltar en lo más alto de sus bóvedas el querido rostro de nuestro Salvador. Es así como se explica la desproporcionada altura de las bóvedas en la gran nave de las primeras catedrales góticas con respecto a su anchura. Lamentablemente, los siglos posteriores se limitaron a copiar la inusitada altura, olvidando que las muy altas columnas habían tenido su razón de ser en sostener la "conciencia del lugar", representada en el catolicismo por el rostro de Nuestro Señor, que es el verdadero Templo. Al menos la planta de las catedrales góticas no perdió la forma de cruz.
Los caballeros templarios de Barcelona se instalaron a tan sólo unos doscientos metros de la catedral gótica del siglo XIII, y serían los primeros beneficiarios de saber que el rostro del Salvador estaba sobre sus cabezas, con lo cual potenciaban su esperanza de que sus oraciones fuesen oídas. Se supone que la planificación de un templo la tiene que efectuar el obispo de la ciudad, pero dejando aparte que deberá siempre confiar en verdaderos profesionales para construir su propia catedral, (y más cuando se creía que por debajo de aquel sector corría el río Taber), en ninguna parte como en Barcelona, el obispo estuvo tan unido a la Orden del Temple de Jerusalén, porque su propio hermano Arnau de Torroja era Gran Maestre de dicha Orden.
Me remito a Arnau de Torroja, primero por conocer bien sus inquietudes y su capacidad, y porque nadie como él estuvo volcado en beneficiar al monasterio de Poblet, también económicamente cuando más lo necesitaban al empezarlo a edificar en 1166. Su bóveda de crucería parece ser gótico puro, aunque se advierte cierta timidez al construirla, pues no cubre la nave central sino sólo las laterales, el dormitorio y el deambulatorio detrás del altar mayor. El espacio destinado a refrectorio (el comedor) ya presenta una bóveda de crucería del segundo gótico, mucho más evolucionado.
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