- Resumen
- Introducción
- Las emociones
- Inteligencia humana. Evolución del concepto
- Principios e importancia de la inteligencia emocional
- Competencias emocionales. Sus capacidades
- Modelos de competencias
- Las competencias emocionales en la empresa
- Instrumentos de medición de la Inteligencia Emocional
- Conclusiones
- Bibliografía
Resumen
El presente trabajo lleva por título: Las Competencias Emocionales, su objetivo es desarrollar un análisis bibliográfico sobre las competencias emocionales. En el mismo se abordan conceptos como las emociones, la inteligencia emocional y las competencias emocionales. Se pudo definir la inteligencia emocional como las competencias que permiten el reconocimiento y manejo de los sentimientos y las emociones, tanto propias como ajenas para lograr relaciones mutuamente satisfactorias entre el hombre y su medio laborar y social.
Palabras claves: Inteligencia; inteligencia emocional; competencia emocional.
En la actualidad un por ciento elevado de los profesionales a nivel mundial, tienden a confiar casi exclusivamente en el mundo de los hechos y de la razón. Los sentimientos les parecen un fenómeno incontrolable. Sin embargo, se ha demostrado que la confianza, la lealtad, la dedicación y muchos otros factores fundamentales que impulsan la productividad e innovación, así como los logros personales, de equipos y organizaciones; pueden atribuirse a los sentimientos correctamente controlados.
Los empresarios en todo el mundo se han percatado de que en algunos casos el prestar atención a los sentimientos ayuda a ahorrar tiempo, aprovechar más oportunidades y concentrar la energía en la consecución de mejores resultados.
Los sentimientos suministran, a cada instante, datos potencialmente aprovechables, pero no basta con tener los sentimientos. Es necesario saber reconocerlos y apreciarlos, tanto en uno mismo como en los demás, así como reaccionar ante ellos de forma correcta.
Las personas que piensan de esta forma utilizan la inteligencia emocional, que no es más que: ¨ la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de las personas con las que nos relacionamos, para auto motivarnos y para manejar bien nuestras emociones y aquellas que tienen que ver con nuestras interacciones humanas¨. (Goleman, 1998)
La inteligencia emocional es un campo de estudio que surgió en la década de los 90 como reacción al enfoque de inteligencias meramente cognitivas, sumando críticas a los detractores de los tests de inteligencia tradicionales. A pesar de ser un tema relativamente joven a nivel mundial, son numerosos los autores que se han dedicado a investigar sobre él. Ha llegado a ser considerado el factor clave para el éxito en las organizaciones del siglo XXI.
La inteligencia emocional contiene las áreas de conocer las propias emociones, manejar emociones, motivarse a uno mismo, reconocer emociones en otros y manejar relaciones (Goleman, 1998).
La inteligencia emocional incluye elementos sociales y emocionales, de manera que esta incrementa la autoconciencia, favorece el equilibrio emocional, fomenta las relaciones armoniosas, potencia el rendimiento laboral, aumenta la motivación y el entusiasmo, otorga capacidad de influencia y liderazgo, mejora la empatía y las habilidades de análisis social, aumenta el bienestar psicológico, facilita una buena salud, y brinda defensas para la reacción positiva a la tensión y al estrés.
Desarrollo.
La descripción de las emociones como casi todos los conceptos relacionados con la conducta y cognición humana está sujeta a la apreciación desde dos puntos de vista naturalmente opuestos. Por un lado, una explicación idealista que se basa en la concepción de un universo infinitamente complejo cuyo entendimiento absoluto solo está en manos de un ser supremo e ideal. En el otro extremo una concepción materialista que describe los fenómenos universales, incluidos aquellos que explican la condición humana, como una consecuencia lógica de la configuración inicial, elemental y simplificada de un universo en interrelación dialéctica, que en sus inicios sólo estaba repleto de "voluntad de crear", o sea, energía.
Los idealistas consideran a las emociones como un legado divino cuyo origen no es entendible por mente humana no inspirada. Las emociones son humores invisibles que dictan las reglas de conducta social e individual y que previenen de los efectos nocivos o benéficos de los actos y pensamientos y explican la bondad de las causas. Las emociones vistas de esta manera explican sin necesidad de polémica la divinidad y maldad de todas las cosas. Los dioses, los elegidos y los santos son entonces entidades cuya explicación es el conjunto emocional que provocan en el creyente o en el inspirado.
Del lado opuesto, el materialismo, considera que los hechos del universo son consecuencia de las alteraciones del azar, generadas por la constante distribución de la energía hacia los confines del universo. Las emociones para el materialista, son estructuras cada vez más improbables de acontecimientos y objetos, que han sido ordenados y almacenados en el complejo rompecabezas de la cognición a lo largo de millones de años de evolución, y que han sobrevivido gracias a continuas escrituras y reescrituras en la biblioteca proteica del genoma animal.
Se considera que las emociones constituyen un concepto tan importante que no permiten dejar camino sin recorrer. Los estudios tanto humanistas como materialistas de los complejos sistemas emocionales de los seres vivos han permitido explicar muchos aspectos de la complejidad de la interacción humana y los sistemas socioeconómicos.
El entendimiento de las emociones es un mecanismo de poder e influencia bastante maleable y corrompible. De todo esto, adicional a la comprensión de los caracteres emotivos incuestionables de cada individuo, es necesario entender el significado social y práctico de las emociones. Se considera su función social está siempre presente, pues el afecto es inherente al ser humano.
1.1.1. Definición de las emociones.
A lo largo de la historia la emoción se ha relacionado con los campos de la psicología, psicodinámica y sociología, el cual desempeña un papel fundamental en la configuración de las situaciones sociales.
Del latín emotio, la emoción es la alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que aparece junto a cierta conmoción somática. Por otra parte, tal como señala el diccionario de la Real Academia Española (RAE), se trata del interés expectante con que se participa en algo que está ocurriendo.
(V.J. Wukmir, 1967) plantea que la emoción es una respuesta inmediata del organismo que le informa del grado de favorabilidad de un estímulo o situación. Si la situación le parece favorecer su supervivencia, experimenta una emoción positiva (alegría, satisfacción, deseo, paz, etc.) y sino, experimenta una emoción negativa (tristeza, desilusión, pena, angustia, etc.). De esta forma, los hombres disponen del mecanismo de la emoción para orientarse, a modo de brújula, en cada situación, buscando aquellas situaciones que son favorables a su supervivencia (son las que producen emociones positivas) y alejándoles de las negativas para su supervivencia (que producen emociones negativas).
(Paul Ekman, 1969) plantea que existe un determinado número de emociones centrales con cuatro expresiones faciales (temor, ira, tristeza, placer) que son reconocidas por personas de culturas de todo el mundo.
Según (Goleman, 1995) pueden definirse como "… un sentimiento y sus pensamientos característicos, a estados psicológicos y biológicos y a una variedad de tendencias a actuar". Sostiene que existen cientos de emociones, junto con combinaciones, variables, mutaciones y matices.
(M.P. González, E. Barrull, C. Pons y P. Marteles, 1998) sostienen que: la emoción es el mecanismo fundamental que poseen todos los hombres para orientarse en su lucha por la supervivencia. La emoción informa al organismo acerca de la favorabilidad de cada situación.
(Demasio, 1999) considera que las emociones son una colección complicada de respuestas químicas y nerviosas formando un patrón; todas las emociones tienen algún tipo de función reguladora, dando lugar de una manera u otra a la creación de circunstancias ventajosas para el organismo que las experimenta.
Respecto a este tema D. Goleman ese mismo año indica que al buscar los principios básicos, sigue a Ekman y a otros, y considera las emociones en términos de familias y dimensiones, tomando las principales familias –ira, tristeza, temor, placer, amor, vergüenza, entre otras- como casos pertinentes a los infinitos matices de la vida emocional. Cada una de estas familias tiene un núcleo emocional básico, con sus parientes formando ondas a partir de este núcleo en incontables mutaciones.
En las ondas externas se encuentran los estados de ánimo que, son más apagados y duran mucho más tiempo que una emoción (mientras es relativamente raro mantener el calor de la ira durante todo el día, por ejemplo, no es tan raro estar de un humor gruñón e irritable, en el que se activan fácilmente arranques de ira más cortos). Más allá de los estados de ánimo se encuentra el temperamento, la prontitud para evocar una emoción o estado de ánimo determinado que hace que la gente sea melancólica, tímida o alegre. Todavía más allá de estas disposiciones emocionales se encuentran los evidentes trastornos de la emoción, tales como la depresión clínica o la ansiedad incesante, en la que alguien se siente constantemente atrapado en un estado negativo.
Tomando como referencia las palabras de (Goleman, 1999) se considera que las emociones son estados de ánimos por los que transita el individuo a partir de hechos o situaciones dadas que pueden ser o no reales. En ellos intervienen sensaciones tales como miedo, amor, alegría, tristeza, los que causan en ocasiones cambios fisiológicos en las personas que no siempre son manifestados hacia el exterior.
1.1.2. Importancia de la comprensión de las emociones.
Según (Aaron Sloman, 1981) la necesidad de enfrentar un mundo cambiante y parcialmente impredecible hace necesario que cualquier sistema inteligente (natural o artificial) con motivos múltiples y capacidades limitadas requiera el desarrollo de emociones para sobrevivir.
Las emociones son mecanismos que permiten a la mente describir la propia cosmovisión de cada persona, capacitándolas para interaccionar con otras personas y las cosas en el medio que se describen como universo.
El plano de lo emocional se entiende o se reconoce como lo entendido, recordado y concluido en las mentes de todos, si se percibe una emoción respecto al hecho, no hay necesidad de discusión adicional. El individuo tiende a recordar con mayor facilidad a las personas con quienes, de una u otra forma, ha estrechado un vínculo emocional, aún cuando sea negativo, incluso momentáneo.
La vida organizacional se encuentra, constantemente, cargada de emociones fuertes. Los resultados de las investigaciones han logrado el reconocimiento, por parte de los líderes industriales, de la importancia de la relación entre las emociones y los resultados laborales, específicamente su notable influencia en los comportamientos y actitudes de los trabajadores (Grandey, 2000, Ashforth, 2001).
Los estudios muestran que ciertas cualidades emocionales hacen una diferencia sustantiva en la productividad del personal. A cualquier nivel, desde los puestos más altos, hasta quienes se desempeñan en funciones de mantenimiento, las personas se ven afectadas por sus reacciones emocionales, evidentes en las relaciones con clientes, proveedores, jefes, subalternos o colaboradores.
Las emociones afectan tanto los pensamientos como los estados biológicos y psicológicos y por consiguiente, el comportamiento y manera de relacionarse con el resto de las personas.
Inteligencia humana. Evolución del concepto
La definición de la inteligencia ha sido siempre objeto de polémica.
Puede clasificarse en varios grupos: la psicológica, mostrando la inteligencia como la capacidad cognitiva, de aprendizaje, y relación; las biológica, que considera la capacidad de adaptación a nuevas situaciones; la operativa, entre otros.
Tal diversidad indica el carácter complejo de la inteligencia, la cual sólo puede ser descrita parcialmente mediante enumeración de procesos o atributos que, al ser tan variados, hacen inviable una definición única y delimitada.
El término "inteligencia" fue acuñado en la Antigüedad por Cicerón, con el fin de designar la capacidad para entender, comprender e inventar, cuya caracterización ha permanecido vigente hasta nuestros días.
Cada época ha hecho su propia contribución a la modelación de lo que es la inteligencia. Las concepciones de inteligencia promovidas durante la primera mitad del siglo XX tuvieron la característica de presentar gran variabilidad de opiniones no sólo en cuanto a lo que se considera como tal, sino también en cuanto a la contribución reconocida de los factores biológicos y los ambientales en su formación y desarrollo.
Para (Lewis Madison Terman, 1877) medir la inteligencia equivaldría a estudiar la personalidad del sujeto en alguna de sus facetas y ramificaciones, ya que la inteligencia no sería más que un atributo inalterable e inmutable de la persona.
(Semyonovich Vigotsky, 1934) Indica que la inteligencia es un proceso y no una entidad estática.
(Edgard L. Thorndike, 1949) considera con respecto al intelecto que la habilidad para formar conexiones estaba arraigada en el potencial genético, pero que el volumen del intelecto era una función de la experiencia. Este autor rechazó la idea de que fuera posible medir la inteligencia sin tomar en cuenta el contexto cultural en el que se desarrolla el individuo.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, tras la psicología girar hacia el paradigma cognitivo nuevos elementos se incorporan a las definiciones y concepciones sobre la inteligencia. Lo más sobresaliente en esta etapa fue la idea de que la inteligencia no era una capacidad unitaria, sino que estaba integrada por varias capacidades, y que entre los factores que en ella influían estaban los de índole ambiental, social y cultural.
En una época más reciente, los esfuerzos para entender qué es la inteligencia, abarcan nuevas esferas. De acuerdo con los postulados tradicionales, la inteligencia de una persona está formada por un conjunto de variables como la atención, la capacidad de observación, la memoria, el aprendizaje, las habilidades sociales, etc., que le permiten enfrentarse al mundo diariamente.
El rendimiento que se obtiene de las actividades diarias depende en gran medida de la atención que se le presta, así como de la capacidad de concentración que se manifieste en cada momento.
La inteligencia humana se puede considerar como la capacidad o habilidad que presenta cada individuo de transformar las señales que recibe del entorno en información beneficiosa y útil, modificando la realidad en que vive, donde se expone a nuevas experiencias, y manteniendo una actitud eficaz ante situaciones complejas.
1.2.1. Inteligencias múltiples.
La teoría de las inteligencias múltiples se desprende de la psicología cognitiva, disciplina que surge en los años 60 y 70 del siglo XX. La psicología cognitiva se encarga de estudiar la forma en la que el ser humano adquiere, representa y activa el conocimiento del mundo que lo rodea.
La teoría de las inteligencias múltiples es un modelo propuesto por Howard Gardner(1983) en el que la inteligencia no es vista como algo unitario, que agrupa diferentes capacidades específicas con distinto nivel de generalidad, sino como un conjunto de inteligencias múltiples, distintas e independientes.
Conceptualizó la Inteligencia como un potencial, que permite el acceso individual a formas de pensamiento adecuadas y a tipos de conocimientos específicos distinguiendo 8 tipos de Inteligencias:
1. Inteligencia Lingüística: la capacidad para usar las palabras de manera efectiva. Su uso incluye la retórica (usar el lenguaje para convencer a otros de tomar determinado curso de acción, como es lograr una visión compartida en una organización.
2. Inteligencia Lógico-matemática: la capacidad de usar los números de manera efectiva, por ejemplo cuantificar indicadores y razonar adecuadamente (usar los datos estadísticos en la toma de decisiones).
3. Inteligencia Musical: la capacidad de percibir, discriminar, transformar y expresar las forma musicales. Puede aplicarse a la variación del ritmo y el tono de voz de una alocución.
4. Inteligencia Espacial: la habilidad para percibir de manera exacta el mundo visual espacial, por ejemplo: la actividad de un líder o entrenador de nuevos operarios y de ejecutar transformaciones sobre esas percepciones.
5. Inteligencia cinético-corporal: la capacidad para usar todo el cuerpo para expresar ideas y sentimientos, por ejemplo: la expresión del reconocimiento al empleado por mejoras en los procesos y la facilidad en el uso de las propias manos para transformar o producir cosas.
6. Inteligencia Interpersonal: la capacidad de percibir y establecer distinciones en los estados de ánimos, intenciones, motivaciones y sentimientos de otras personas, para influenciar a un grupo de personas a seguir cierta línea de acción.
7. Inteligencia Intrapersonal: tener una imagen precisa de uno mismo y actuar a partir de ese conocimiento, los propios poderes y limitaciones. La capacidad para la autodisciplina, autocomprensión y autoestima.
8. Inteligencia Naturalista: consiste en el entendimiento del mundo natural incluyendo las plantas, los animales y ala observación científica de la naturaleza.
Cada persona tiene capacidades en las 8 inteligencias, aunque cada inteligencia funciona de forma particular en cada persona. La mayoría de los individuos se ubican entre dos polos, siendo altamente desarrollados en algunas de las inteligencias, de manera modesta en otras y relativamente subdesarrollados en las demás.
Se puede desarrollar cada inteligencia hasta un nivel adecuado de competencia si la persona recibe el estímulo, el enriquecimiento y la instrucción adecuada. Las inteligencias por lo general trabajan juntas de maneras complejas, es decir, ninguna inteligencia existe por si misma en la vida e interactúan entre si.
Según el criterio de los autores, existen muchas maneras de ser inteligentes dentro de cada categoría. No existe un conjunto de atributos que determinada persona debe poseer para ser considerado inteligente en un área determinada, por ejemplo una persona puede ser incapaz de leer, pero puede tener altamente desarrollada su capacidad para narrar la historia familiar. Es decir que la teoría de las inteligencias múltiples acentúa la rica diversidad de formas en que las personas muestran sus dones dentro de cada inteligencia así como entre las inteligencias.
Según (Gardner, 1987) "la idea de las inteligencias múltiples es antigua, de manera que apenas puedo reclamar originalidad alguna por tratar de revivirla otra vez". Su gran mérito es apoyar con los nuevos avances de la ciencia, hacia una teoría más comprensiva de las múltiples formas que tiene el intelecto humano de manifestarse y dar la oportunidad de aprender y desarrollar el talento potencial de cada persona de acuerdo a sus propias potencialidades naturales.
1.2.2. La inteligencia emocional. Sus inicios. Definiciones.
A través de la evolución de los conceptos expuestos en los epígrafes anteriores se han presentado una gama de propuestas y perspectivas de definiciones que incluyen los contextos ambientales, situacionales, culturales y personales. La inteligencia emocional es una de ellas y se ha configurado como resultado del desarrollo, evolución y combinación de la emoción y la inteligencia.
De acuerdo con el criterio de (Pavón 2009) " son muchos los factores que propiciaron la eclosión de este término: aportaciones de la psicología humanista, los movimientos de renovación pedagógica que proponían una educación integral donde la afectividad tenía un gran papel, ciertas terapias cognitivas, investigaciones sobre la emoción y los recientes descubrimientos de la neurociencia que han permitido conocer el funcionamiento cerebral de las emociones".
El término inteligencia emocional fue utilizado por primera vez en 1990 por los psicólogos Peter Salovey de la Universidad de Harvard y John Mayer de la Universidad de New Hampshire. Se empleó para descubrir las cualidades emocionales que parecían tener importancia para el éxito. Estas podían incluir: la empatía; expresión y comprensión de los sentimientos; control del mal genio (la ira); independencia; capacidad de adaptación; la simpatía; capacidad de resolver los problemas en forma interpersonal; persistencia; cordialidad; amabilidad y el respeto.
Daniel (Goleman,1995), en la publicación del libro ¨ Emotional Intelligence ¨, popularizó el término, cambia la concepción sobre "ser inteligente" al comprobar que el éxito en la vida depende en mayor medida del coeficiente emocional que del coeficiente intelectual que se posee, por lo que recomienda trabajar en cinco áreas: la conciencia de uno(a) mismo(a), el manejo o control de sus emociones, la auto motivación para alcanzar las metas que se ha propuesto, la empatía y la habilidad social o la capacidad de comunicarse y de relacionarse con los demás.
El término ha provocado una explosión de interés que va desde la crianza de los hijos hasta el ámbito empresarial. Las grandes empresas comprendieron por fin que la dimensión emocional del ser humano no hay que entenderla únicamente, como uno de los soportes que sustenta las distintas actividades, sino más bien como un recurso ó un activo que hay que gestionar.
Los autores consideran que estudiar y analizar el perfil emocional de la organización proporciona una información muy valiosa sobre la capacidad de desarrollo y evolución de la inteligencia emocional.
Las teorías psicológicas han generado una gama amplia de supuestos sobre la inteligencia emocional, las cuales abarcan desde las biológico-neurológicas hasta las cognitivas. La perspectiva biológica o neurológica se centra en el estudio de los umbrales de sensibilidad y control de los estímulos emocionales; mientras que la perspectiva psicológica cognitiva busca entender el significado de los eventos emocionales.
La historia del concepto de la inteligencia emocional se puede remontar a unas décadas atrás, hasta encontrar su inicio en uno de los miembros de la escuela psicoanalítica Otto Rank, el cual se distanció de las enseñanzas teóricas de su maestro, Sigmund Freud, y dijo en 1938 en una conferencia en la Universidad de Minnesota:
"He aprendido de mi propia experiencia que el proceso terapéutico es, básicamente, una experiencia emocional, que tiene lugar con independencia de los conceptos teóricos del analista. (…) He aquí la definición de la relación personal, expresada en términos sencillos: una persona ayuda a la otra a desarrollarse y a crecer, sin manipular demasiado la personalidad del otro individuo".
Casi medio siglo después (Mehrabian, 1981) definiría la inteligencia emocional como: "la habilidad para percibir adecuadamente las emociones personales y las de otros; ejercer dominio sobre las emociones propias y responder de manera apropiada; entrar en relaciones en las que la expresión honesta de las emociones está balanceada con la cortesía, la consideración y el respeto; seleccionar trabajos que son emocionalmente compensatorios, eliminando el bajo logro y la inseguridad personal; balancear el trabajo, el hogar y la vida recreacional".
(Daniel Goleman, 1995) conceptualiza el término como la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras relaciones.
(Bar – On, 1997) se refiere a ella como un conjunto de habilidades personales, emocionales y sociales y de destrezas que influyen en la habilidad del ser humano para adaptarse y enfrentar las demandas y presiones del medio.
El mérito de estos autores como señala (Martín, et al., 2000), está en haber identificado cinco capacidades parciales diferentes como elementos integrantes de la competencia emocional: reconocer las propias emociones, saber manejar las propias emociones, utilizar el potencial existente, saber ponerse en el lugar de los demás, crear relaciones sociales.
(Balart, 2002) se refiere al tema como la capacidad de comprender las emociones y conducirlas, de tal manera que se puedan utilizar para guiar la conducta y los procesos del pensamiento, para producir mejores resultados.
(Useche, 2007) La inteligencia emocional es la capacidad de interactuar con el mundo de una forma receptiva y adecuada.
(Pavón, 2009) " inteligencia emocional es la capacidad que posee una persona para reconocer, sentir, controlar y modificar las emociones, tanto en el ámbito personal como en el social, en consonancia con el entorno".
A pesar de presentar ideas semejantes, cada autor presenta en su teoría alguna singularidad que convierte su criterio en necesario, coinciden en las aptitudes para reconocer y regular las emociones propias y de los demás y el gran papel que juegan las emociones en el correcto desenvolvimiento de la vida en general y más aún en su éxito.
Teniendo en cuenta las definiciones anteriores y tomando como referencia el criterio de (Goleman, 1995) la definición que sustenta esta investigación a opinión de la autora es: ¨ la inteligencia emocional es la capacidad que le permite al hombre reconocer y manejar de forma consciente las emociones positivas y negativas en él y en el resto de las personas, lo que le proporciona alcanzar excelentes resultados en el ámbito social y personal ¨.
La Inteligencia Emocional (IE) es un concepto psicológico que pretende describir el papel y la importancia de las emociones en la funcionalidad intelectual. Los desafíos que enfrentan las empresas en la época actual requieren que las personas se encuentren altamente capacitadas, no sólo en su área de competencia (tecnología, ventas, servicios), sino también y muy especialmente en el manejo inteligente de las emociones.
Principios e importancia de la inteligencia emocional
El desarrollo de la IE según (Goleman, 1998) se atiene a los cinco principios siguientes:
1. Percepción: cualquier cosa que incorporemos por cualquiera de nuestros sentidos.
2. Retención: corresponde a la memoria, que incluye la retentiva (o capacidad de almacenar información) y el recuerdo, la capacidad de acceder a esa información almacenada.
3. Análisis: función que incluye el reconocimiento de pautas y el procesamiento de la información.
4. Emisión: cualquier forma de comunicación o acto creativo, incluso del pensamiento.
5. Control: función requerida a la totalidad de las funciones mentales y físicas.
Estos cinco principios se refuerzan entre sí. Tras haber recibido la información de manera eficiente, es más fácil retenerla y analizarla. A la inversa, una retención y un análisis eficientes incrementan significativamente la capacidad de recibir información.
De modo similar, el análisis que abarca una disposición compleja de las tareas de apropiación de la información, exige una capacidad para retener (recordar y asociar) aquello que se ha recibido. Es obvio que la calidad del análisis se ve afectada por la capacidad para recibir y retener la información.
Estas tres funciones convergen en la cuarta, es decir, la emisión o expresión ya sea mediante el mapa mental, el discurso, el gesto u otros recursos, de aquella que se ha recibido, retenido y analizado.
La quinta categoría la del control, se refiere a la actividad general del cerebro por la cual este se constituye en " observador y regulador" de todas las funciones mentales y físicas, incluyendo la salud general, actitud y las condiciones ambientales. Esta categoría es de particular importancia porque una mente y un cuerpo sanos son esenciales para que los otros cuatro funcionen – recibir, retener, analizar y emitir – puedan operar en la plenitud de su potencial.
La IE es una destreza que permite conocer y manejar los propios sentimientos, interpretar o hacer frente en los sentimientos de los demás, lograr satisfacción y ser eficaces en la vida, a la vez que crea hábitos mentales que favorecen el desempeño y el éxito. Es por ello que el estudio de los sentimientos y las emociones, desde hace más de una década, gana cada día numerosos seguidores, no solo de la intelectualidad, sino también en el mundo de los negocios, ya que bajo el modelo de la IE se pretende integrar todo un conjunto de habilidades de procedencia psíquica que influyen en la conducta y en la calidad del desempeño tanto intelectual como laboral.
Cuando se desarrolla la inteligencia emocional se puede observar un mejoramiento en la comunicación de todos. El trabajador se siente más realizado, feliz, pleno y con mayor calidad de vida; aumenta la motivación, las relaciones personales mejoran, las personas se implican más en su trabajo y son más responsables y autónomas; se mejora el clima laboral; el poder carismático y el liderazgo se ven reforzados; aumenta la eficacia y eficiencia de las personas y de los equipos, los procesos de cambio y de mejora continua se agilizan.
Las personas emocionalmente inteligentes poseen suficiente grado de autoestima: son positivas., saben dar y recibir, reconocen los propios sentimientos y los controlan, superan las dificultades y las frustraciones y encuentran equilibrio entre exigencia y tolerancia.
Aprovechar la inteligencia emocional no implica estar siempre contento o evitar las perturbaciones, sino mantener el equilibrio: saber atravesar los malos momentos que depara la vida, aceptar los propios sentimientos y salir airoso de esas situaciones sin dañarse ni dañar a los demás.
La difusión de un "alfabetismo emocional", pocas veces valorado en su justa medida, haría del mundo (y por ende de las organizaciones) un lugar más agradable, menos agresivo y más estimulante. No se trata de borrar las pasiones, sino de administrarlas con inteligencia.
Competencias emocionales. Sus capacidades
Las competencias son "comportamientos que algunas personas dominan mejor que otras, y que los hace más eficaces en una determinada situación".
Una persona presenta un perfil de competencias emocionales adecuadas cuando demuestra cualidades requeridas para llevar a cabo determinadas misiones o tareas de índole intra e interpersonal (conoce sus fortalezas y debilidades, administra adecuadamente su energía, impulsos, tendencias y predisposiciones conductuales, maneja mejor los conflictos de su equipo de trabajo; en fin, son conductas apropiadas agregadas al espectro emocional personal).
En términos generales las competencias emocionales se definen como las competencias que permiten el reconocimiento y manejo de los sentimientos y las emociones, tanto propias como ajenas, para lograr relaciones mutuamente satisfactorias entre el hombre y su medio laboral y social.
La autora considera que competencia emocional es la habilidad o aptitud, que posee un individuo para manejar las emociones, sacando el mejor provecho de estas para sí mismo y en su interacción con la sociedad.
Los estudiosos del tema plantean que aunque los conocimientos, la experiencia y el coeficiente intelectual tengan su importancia como requisitos esenciales, son las competencias emocionales, los factores que determinan los resultados superiores en el puesto de trabajo y mientras más complejo sea este, mayor es la importancia de la inteligencia emocional.
La inteligencia emocional considera las competencias como herramientas de superación individual y grupal, que permiten el desarrollo como ser humano para su integración a las posibilidades del entorno y obtener los mejores beneficios mutuos de esa complementación.
Las competencias emocionales se dividen en grupos cada una basadas en facultades de inteligencias emocionales subyacentes. Esas facultades son vitales para que alguien adquiera efectivamente las aptitudes necesarias para triunfar en el lugar de trabajo.
Las cuales se explican a continuación.
Independencia: Cada persona aporta una contribución única al desempeño de su trabajo.
Interdependencia: Cada individuo depende en cierta medida de los demás.
Jerarquización: Las capacidades de la IE se refuerzan mutuamente.
Necesidad pero no suficiencia: Poseer las capacidades no garantiza que se acaben desarrollando.
Genéricas: Se pueden aplicar por lo general a todos los trabajos pero cada profesión exige competencias diferentes.
Es cada día más importante que los directivos se preocupen por desarrollar en sus trabajadores las capacidades emocionales, lo cual además de los beneficios en términos de motivación y compromiso, resulta muy ventajoso para las relaciones con los clientes, proveedores, y personal dentro del entorno laboral, haciéndolas mutuamente beneficiosas, mediante un proceso de retroalimentación de información mediado por el manejo inteligente de las emociones.
En la literatura científica existen dos grandes modelos de inteligencia emocional: los modelos de habilidad y los mixtos. Los primeros se centran exclusivamente en el procesamiento emocional de la información y en el estudio de las capacidades relacionadas con dicho procesamiento (Salovey, et al., 1990), mientras que los segundos combinan dimensiones de personalidad como el optimismo y la capacidad de automotivación con habilidades emocionales (Bar-On, 1997), (Goleman, 1998) y (Cooper, 1998).
El modelo de cuatro-fases (Salovey, et al., 1990) es un modelo de habilidad que concibe a la inteligencia emocional como una inteligencia, por ser relacionada con el procesamiento de información emocional, a través de la manipulación cognitiva y conducida sobre la base de una tradición psicomotriz. Esta perspectiva busca identificar, asimilar, entender y, por último, manejar (controlar y regular) las emociones.
El modelo está compuesto por cuatro etapas de capacidades emocionales:
1. La regulación de las emociones para promover el crecimiento emocional e intelectual.
2. El entendimiento y análisis de las emociones; empleo del conocimiento emocional.
3. Facilitación emocional del pensamiento y percepción.
4. Evaluación y expresión de la emoción.
Las primeras capacidades o las más básicas son la percepción y la identificación emocional. En el nivel consciente (la segunda fase de habilidades), el sistema límbico sirve como un mecanismo de alerta frente a los estímulos. En la tercera etapa, las reglas y la experiencia gobiernan el razonamiento acerca de las emociones y finalmente, las emociones son manejadas y reguladas en la cuarta etapa, en términos de apertura y regulación de los sentimientos y emociones con el fin de producir un crecimiento personal y en los demás.
Dentro de los modelos mixtos uno de los más difundidos es el Modelo de (Bar – On, 1997), según el cual se puede hace un inventario de las competencias emocionales, dividiéndolas en:
Competencia para la relación intra-personal.
Competencia para las relaciones interpersonales.
Competencia para la adaptabilidad.
Competencia para el manejo del estrés.
Competencia para manejar los estados de ánimo en general.
Por su parte (Goleman, 1998) define en su modelo las competencias emocionales claves divididas en dos grandes grupos: aquellas asociadas a la aptitud personal:
Autoconocimiento: Reconocer las propias emociones y sus efectos, confianza en uno mismo.
Autorregulación: Habilidad para regular o reorientar los impulsos y estados de ánimos negativos y perjudiciales.
Motivación: pasión por el trabajo por razones que van más allá del la motivación por el dinero. Propensión a lograr los objetivos con energía y perseverancia. Y las dirigidas a lograr la aptitud social.
Aquellas asociadas a la aptitud social:
Empatía: tratar a las otras personas de acuerdo con sus reacciones emocionales. Habilidad para comprender la naturaleza emocional de otros.
Habilidades sociales: manejar bien las emociones en una relación e interpretar adecuadamente las situaciones, utilizar estas habilidades para persuadir, negociar y resolver disputas, para la cooperación y el trabajo en equipo.
Los modelos de Bar – On, Mayer y de Goleman, a pesar de que en general sus propósitos son la medición de las competencias propias de la Inteligencia emocional (IE), difieren en cuanto a sus objetivos, las bases teóricas que los sustentan y las formas de medición que utilizan.
Por último y no por ello menos importante no se podría dejar de mencionar a (Robert Cooper, 1998), que como resultado de sus investigaciones en distintos ejecutivos de diversas compañías propone el llamado "Modelo de los Cuatro Pilares" con el que logra sacar la inteligencia emocional del campo del análisis psicológico y las teorías filosóficas y lo coloca en el terreno del conocimiento directo, del estudio y la aplicación.
El primer pilar, conocimiento emocional, crea un espacio de eficiencia personal y confianza mediante la honestidad emocional, energía, conciencia, retroinformación, intuición, responsabilidad y conexión.
El segundo pilar, aptitud emocional, forma la autenticidad del individuo, su creatividad y flexibilidad, ampliando su círculo de confianza y capacidad de escuchar, manejar conflictos y sacar el mejor partido del descontento constructivo.
El tercer pilar, profundidad emocional, explora las maneras de conformar la vida y trabajo con el potencial, y de respaldar esto con integridad, compromiso y responsabilidad, que a su vez aumentan la influencia sin autoridad.
El cuarto pilar, alquimia emocional, extenderá su instinto creador y capacidad de influir con los problemas y presiones, y de competir por el futuro construyendo capacidades de percibir y tener acceso a soluciones ocultas y nuevas oportunidades.
Los autores consideran el modelo expuesto por (Goleman, 1998) como el más completo e ideal para el estudio, ya que propone una teoría de desempeño aplicable de manera directa al ámbito laboral y organizacional, es decir que busca la relación con el desempeño laboral del individuo en la organización. Ello constituye un factor clave para la investigación; por su extensión es el más completo y muchos de sus indicadores hoy son la base de la Inteligencia emocional.
Las competencias emocionales en la empresa
La dimensión emocional del ser humano no hay que entenderla solo a nivel empresarial, como uno de los soportes que sustenta nuestras distintas actividades, sino más bien como un recurso, un activo que hay que gestionar.
Lo mismo que los trabajadores, las organizaciones como tales también presentan su tono vital o perfil sentimental específicos: las hay apáticas, miedosas, ansiosas, desorientadas, desesperanzadas, o también alegres, ilusionadas, responsables o creativas. Estudiar y analizar el perfil emocional de la organización proporciona una información muy valiosa sobre su capacidad de desarrollo y evolución.
Una organización emocionalmente competente es aquella que actúa con eficiencia incluso ante la adversidad, es consciente de sus fortalezas y debilidades, genera satisfacción en sus personas, aprovecha todo el capital humano, persigue metas compartidas, busca nuevas oportunidades, comprende los sentimientos y puntos de vista de sus clientes y proveedores, posee una estructura funcional flexibles, disfruta una eficaz comunicación interna y externa, distribuye el poder de forma inteligente, persigue la mejora permanente y la innovación, reduce la distancia entre el "nosotros" y el "ellos", que ofrece un clima de confianza y de sinérgica colaboración .
Las emociones determinan el nivel de rendimiento de que se es capaz de actuar, en estado de equilibrio o desequilibrio emocional, así como determinan qué tipo de relación se mantiene con los subordinados (liderazgo), con los superiores (adaptabilidad) o con los pares (trabajo en equipo). Las emociones determinan cómo responder, comunicarse, comportarse y funcionar en el trabajo y/o la empresa.
Hoy en día, los empresarios buscan en sus trabajadores la capacidad de escuchar y de comunicarse verbalmente, así como la adaptabilidad y capacidad de dar una respuesta creativa ante los contratiempos y los obstáculos, sin pasar por alto la capacidad de controlarse a sí mismo, la confianza, la motivación para trabajar en la consecución de determinados objetivos, la sensación de querer abrir un camino y de sentirse orgulloso de los logros conseguidos. Buscan el logro de la eficacia grupal e interpersonal, la cooperación, la capacidad de trabajar en equipo y la habilidad para negociar las disputas que de manera inevitable se suceden día a día.
Por tanto cuando haya dudas acerca de a quién le toca realizar una tarea, los empresarios admiran al que está dispuesto a realizarla sin más comentarios, apreciando a aquellos que se muestran agradecidos cuando se sienten bien y cuando se sienten mal, sin mostrar ambivalencias en el comportamiento.
Dentro de los beneficios que reporta la competencia emocional para la Empresa se encuentran:
Personal motivado y comprometido con su trabajo.
Mejor calidad de servicio y atención de clientes.
Clima laboral de armonía y compañerismo.
Aumento de las ventas y utilidades.
Incremento de la productividad y mejor calidad.
Clientes más contentos y leales con la empresa.
Entusiasmo, alegría, satisfacción, confianza, seguridad, felicidad.
1.6.1. Las competencias emocionales en el trabajo directivo.
"Las competencias emocionales de un líder marcan la diferencia entre una organización mediocre y una excelente" (Boyatzis, 2005) Según estudios realizados entre el 80% y el 90% de las competencias que permiten diferenciar a los líderes estrella del resto, pertenecen al dominio de la inteligencia emocional.
El que dirige debe ser capaz de manejar situaciones complejas de relaciones y comportamientos humanos para lo cual es necesario, entre otras habilidades, saber establecer una relación de comprensión y confianza entre la gente que dirige, saber escuchar, ser capaz de persuadir en forma convincente, y de generar entusiasmo y compromiso en la gente.
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