El sistema de pasantías en la educación superior (práctica profesional o trabajo en negro)
Enviado por Yunior Andrés Castillo Silverio
- Introducción
- El debate en torno al tránsito de la educación superior al empleo
- El sistema de pasantías en el proceso de transición a la vida profesional activa
- Conclusiones
- Bibliografía
- Anexo
En el marco del debate respecto de las problemáticas de vinculación entre la educación y el empleo, el presente trabajo se propone explorar la importancia que ha adquirido en los últimos años el sistema de pasantías como política de formación por fuera del ámbito áulico en el nivel universitario y a su vez como estrategia de adquisición de experiencia laboral e inserción en el mercado de trabajo profesional, basado en datos estilizados que fueron recogidos durante los años 2001 y 2002. Los ejes de análisis están centrados en las modalidades de inserción laboral de los jóvenes graduados universitarios que hayan realizado alguna pasantía durante su formación de grado. Es de particular interés en esta materia el análisis retrospectivo que ellos mismos hacen respecto de los aportes que tal experiencia tuvo en su posterior formación profesional y en la transición hacia el mundo laboral.
Entendiendo que esta es una problemática reciente que aún no ha sido lo suficientemente investigada en el país creemos que indagar sobre estos fenómenos podría generar un aporte al campo de la práctica profesional en aquellas instituciones vinculadas a la educación superior.
La relación entre la educación y el mundo del trabajo es un área de estudio multidisciplinar en la que intervienen enfoques pedagógicos, económicos y psico – sociales. En términos generales, la preocupación por el área temática surge desde tres puntos de vista (Gallart, 2002). El primer eje destaca la relación de la educación con la estratificación social, dado que la primera constituye una institución central en la asignación de roles sociales y su proceso de vinculación con el empleo resulta central para el análisis de la movilidad y reproducción social.
El segundo eje se centra en la repercusión de los cambios de la organización del trabajo en el sistema educativo. La profesionalización de las universidades, la educación técnica, la formación profesional en artes y oficios, todas responden a determinadas definiciones del mundo del trabajo y de las necesidades de aprendizaje formal (Gallart, 2002). La continuidad y transformación de las fórmulas institucionales y políticas educativas se relaciona con la capacidad de dar respuesta a los cambios en el sistema productivo, a las estructuras sociales y también al clima de ideas imperante en determinados momentos históricos.
El tercer eje de estudio parte de las diferencias entre la racionalidad educativa y la racionalidad productiva y suele enfatizar la denominada "brecha entre la educación y el mundo del trabajo". Las instituciones educativas realizarían un trabajo secuencial y acumulativo, relacionado con las diferentes etapas evolutivas del sujeto, generalmente encuadrado en el marco de una organización burocratizada e inercial, pero descentralizada en una multiplicidad de unidades pequeñas y medianas repartidas en el territorio (Gallart, 2002). Por el contrario, el sistema productivo tiene una dinámica asociada al desarrollo tecnológico, a los procesos de acumulación, a los cambios organizacionales y a sus modalidades de inserción en los mercados. En este punto es central plantear el rol que le cabe a la educación formal respecto del mundo del trabajo, así como también las posibilidades de aprendizaje laboral al interior de la unidad productiva.
Por otra parte, la vinculación entre educación y empleo en los últimos treinta años ha incorporado las nociones de inserción y transición como síntoma de enfoques pragmáticos, político – tecnocráticos que expresan lo que aparece como un "problema social", como algo que no se realiza, o como la expresión de una ineficiente regulación socio – económica. La problemática de la inserción de los jóvenes en el mercado de trabajo permite plantear la reflexión entre la formulación de un problema por las ciencias sociales y su institucionalización en los poderes públicos al poner el acento en un nuevo espacio de regulación: el del tránsito de un tiempo social a otro.
Como señala Francois Vatin (2004) el problema del tránsito no es nuevo, pero hasta estos últimos años no daba lugar a una regulación formalizada. Históricamente, la gestión de dicha transición se realizaba en el espacio de la producción donde se aseguraba esta función de integración, pero en los últimos años se manifiesta una tendencia en el mundo empresario a identificarse exclusivamente como unidades productivas, que exigen por lo tanto una mano de obra ya construida. Este es un proyecto quimérico, del que los demandantes de un primer empleo conocen el absurdo, cuando se los rechaza sistemáticamente por "falta de experiencia". De ahí que los sistemas de pasantías aparezcan como una de las formas de institucionalización de la inserción laboral.
Esta multiplicidad de miradas no solo responde a la complejidad del fenómeno social, sino también al carácter multi – disciplinario de los estudios sobre educación superior. En primer lugar, se ponen en juego diversos términos que responden a una variedad de escenarios: "crisis del mundo del trabajo", "sociedad del conocimiento", "incertidumbre social", "mercados segmentados", "capital humano", "competencias", entre otros.
En segundo lugar, la información sistemática sobre las características del empleo entre los profesionales es heterogénea y resulta más sencillo establecer comparaciones con otros segmentos del mercado de trabajo que analizar los comportamientos de este grupo a lo largo del tiempo. Esto, a su vez se relaciona con las transformaciones de los mercados laborales y los nuevos requerimientos del sistema productivo.
Por último, las instituciones de educación superior presentan diferentes diagnósticos respecto de cuál debe ser su rol en la etapa de transición entre la formación y el ingreso al mundo del trabajo. Asimismo, su capacidad de dar respuesta a las nuevas demandas resulta muy heterogénea. De todos modos, existe cierto consenso respecto de cuáles deben ser las líneas que orienten la política universitaria en la materia. En el informe final de la Conferencia Internacional sobre Educación Superior llevada a cabo por UNESCO (2001) se definen los siguientes objetivos: i) Promover condiciones de acceso igualitarias; ii) Diversificar las condiciones de estudio y los cursos ofrecidos; iii) Concederle más atención a las competencias, las aptitudes sociales y el desarrollo personal; iv) Reformular sus funciones para una sociedad de capacitación continua; v) Preparar a los estudiantes para un mundo globalizado; vi) Ofrecerle a los estudiantes una variedad de instrumentos que vayan más allá de la enseñanza en el aula, como por ejemplo las tutorías, las pasantías y la ayuda en la búsqueda de empleo; vii) Establecer mecanismos regulares de comunicación entre la educación superior y el mundo del trabajo.
En el marco de este debate el presente trabajo se propone explorar la importancia que ha adquirido en los últimos años el sistema de pasantías como política de formación por fuera del ámbito áulico en el nivel universitario y a su vez como estrategia de adquisición de experiencia laboral e inserción en el mercado de trabajo profesional, basado en datos estilizados que fueron recogidos durante los años 2001 y 2002. Los ejes de análisis están centrados en las modalidades de inserción laboral de los jóvenes graduados universitarios que hayan realizado alguna pasantía durante su formación de grado. Es de particular interés en esta materia el análisis retrospectivo que ellos mismos hacen respecto de los aportes que tal experiencia tuvo en su posterior formación profesional y en la transición hacia el mundo laboral.
En la primera parte de la monografía se analiza el tratamiento que ha tenido en los países desarrollados y en los organismos internacionales la problemática de la vinculación entre educación superior y mundo del trabajo haciendo hincapié en las nuevas características que asume el proceso de transición de una etapa a otra.
En la segunda sección de la monografía se presenta una síntesis de los resultados del trabajo de campo que abarcó a los diplomados de cuatro facultades de la Universidad de Buenos Aires que se graduaron entre los años 1997 y 2000, y que realizaron alguna pasantía durante su formación de grado. Las sedes académicas fueron seleccionadas en función de la heterogeneidad de sus orientaciones curriculares y en conjunto constituyen un universo de 385 graduados. Estas son: Facultad de Ciencias Exactas, Facultad de Ciencias Económicas, Facultad de Ciencias Sociales y Facultad de Ingeniería.
Entendiendo que esta es una problemática reciente que aún no ha sido lo suficientemente investigada en el país creemos que indagar sobre estos fenómenos podría generar un aporte al campo de la práctica profesional en aquellas instituciones vinculadas a la educación superior.
Sección 1:
El debate en torno al tránsito de la educación superior al empleo
El estudio de la relación entre la formación y el mundo del trabajo es un eje que ha despertado interés desde los orígenes de la sociología, pero en los últimos cuarenta años las transformaciones del sistema productivo y los desequilibrios del mercado del trabajo han contribuido a colocar este tema en las agendas de investigación y en el diseño de fórmulas institucionales con mayor énfasis.
En la década del sesenta se creyó que una mayor inversión en la educación contribuiría de manera significativa al crecimiento económico tanto en países donde la planificación de los recursos humanos estuvo vinculada con los objetivos de economías reguladas, como en otros donde se volcaron las expectativas en el mercado (Hunter, 1983). En América Latina, en la década del auge de las teorías económicas desarrollistas, se creyó en la educación como un insumo necesario para el desarrollo. Las dos corrientes más destacadas en esta etapa son los recursos humanos, que pretendía planificar educación como expansión racional de la matrícula y la teoría del capital humano. Dentro de las teorías de los mercados laborales, el enfoque del Capital Humano se constituyó en una de las líneas más influyentes en los estudios que conforman la Economía de la Educación y las políticas educativas diseñadas en organismos internacionales.
En la década del setenta, el clima de ideas se tornó pesimista en un doble diagnóstico: En primer lugar, la expansión de la matrícula aumentaba demasiado; en segundo lugar, las aptitudes de los recién egresados ya no coincidían plenamente con las necesidades del aparato productivo. Este clima de ideas, coincidió con el auge de dos enfoques que si bien son opuestos, coinciden en la desvalorización del aporte de la educación forma a la sociedad. Por un lado, la corriente crítica, que considera a la educación como un aparato ideológico del Estado y un mecanismo de reproducción de las clases sociales; por el otro las corrientes economicistas señalan la sobreinversión en educación por parte del Estado y la necesidad de limitar los incrementos en el gasto educativo para, en cambio, invertir en capital físico (Gallart, 2002).
En la década del ochenta, se dio una suerte de empate entre las visiones más críticas y las más optimistas. Prevalecen las corrientes teóricas del período anterior inspirando las políticas implementadas, aún cuando surgen nuevas líneas de pensamiento que privilegian la articulación entre la educación y las demandas del cambio tecnológico.
A mediados de la década del noventa se generó un fuerte cuestionamiento a la formación llamada de "oferta", es decir aquella definida desde las grandes instituciones de formación profesional o desde la educación técnica oficial, con una respuesta lenta a los cambios en el sistema productivo y relativamente poca articulación institucional con el mundo de la empresa. La educación general aparece como la gran panacea de la formación para el trabajo, pero como señala Gallart (2002) continua la discusión entre la preferencia por la educación media general o especializada.
En el marco de esta problemática, el análisis estadístico del comportamiento que tienen los profesionales en el mercado de trabajo, como también la etapa de transición entre la formación de grado y la inserción profesional son temas que han despertado el interés de los investigadores en las instituciones gubernamentales y educativas. Algunos de los trabajos más destacados son "Policy Paper for Change and Development in Higher Education" (UNESCO, 1995) junto con las jornadas preparatorias para la Conferencia Mundial de Educación Superior (UNESCO, 1997) y uno de sus documentos finales "The Requirements of the World of Work" (UNESCO, 1998) en el que se definen las áreas de debate más recurrentes, los vacíos de información y se retoma la noción de empleabilidad surgida en la década del ochenta, no como el conjunto de aptitudes y actitudes que le permiten a un individuo ingresar a un puesto de trabajo y permanecer en él, sino como la relación entre lo que las sociedades esperan de las instituciones de educación superior y lo que ellas realmente implementan. En el último encuentro de investigadores de educación superior realizado por UNESCO (2003) a la problemática de la educación y el empleo se incorpora la noción universidades empresarias (entrepreneurial universities) que se acuñó a fines de los noventa a medida que las universidades europeas enfrentaron el doble desafío de ser altamente innovadoras en su gerenciamiento interno y organización de la currícula, como asimismo fuertemente involucradas en los programas de cooperación con la industria y el mundo del trabajo en general. Esto ha implicado una revisión de su cultura académica, en tanto se espera que los investigadores sean más sensibles a la resolución de cuestiones prácticas y a actuar como "empresarios intelectuales" lo cual profundizó el debate respecto de la libertad académica y los derechos de propiedad intelectual.
El informe del Banco Mundial "Higher Education: Lessons of Experience" (1995) hizo hincapié en que las tensiones entre la educación superior y el empleo son uno de los elementos clave en la crisis del sistema. En 1997, la OIT destacó que frente al proceso de globalización uno de los mayores desafíos se encontraba en las áreas educativas y de entrenamiento para el trabajo. En uno de los proyectos de investigación más ambiciosos sobre el tema a comienzos de los noventa, la OECD (OECD, 1992,1993) analizó la etapa de transición entre la educación y el ingreso al mercado laboral. Esta línea de análisis fue continuada en subsiguientes proyectos (OECD Job Study, 1994; Education at a Glance, 1996) y en la revisión temática "The First Years of Terciary Education" (OECD, 1997)
En el informe del V Congreso Internacional sobre Educación Superior "The Requirements of the World of Work", dirigido por Ullrich Teichller (UNESCO, 1998) se presentan las áreas de debate que más controversias han generado y los vacíos de información más significativos.
1. En primer lugar, se destaca que no hay un criterio uniforme para evaluar el nivel de empleo óptimo de los graduados. Mientras algunos critican la pérdida de privilegios, otros señalan que esta disminución del status social de los mismos es un paso hacia sociedades más democráticas, siempre que no se empobrezca la calidad de las tareas desempeñadas.
2. Los criterios de evaluación respecto de la inserción laboral de los graduados también varían según se los compare con su situación algunos años atrás o con el comportamiento de aquellos trabajadores que no han obtenido un diploma.
3. La situación laboral de los profesionales suele ser interpretada en función de distintos escenarios futuros. Predominan las visiones pesimistas en el contexto de la "crisis de la sociedad del trabajo", pero surgen opiniones más optimistas frente a las posibilidades de consolidar una "sociedad del conocimiento".
4. La educación superior se enfrenta al desafío de reconsiderar su pertinencia y relevancia frente a los requerimientos del mundo del trabajo, pero las señales del mercado laboral son más ambiguas e inconstantes que en el pasado, lo cual dificulta aún más este proceso.
5. Asimismo, no existen suficientes fuentes de información sistemática sobre las condiciones de empleo de los graduados, ni sobre el impacto que tienen dimensiones como los planes de estudio, las especialidades, las competencias o las trayectorias laborales.
6. Por último, la educación superior se encuentra inserta en un debate relativo a sus propios objetivos constitutivos: buscar el equilibrio entre la búsqueda de conocimiento y el servicio a las necesidades de la sociedad; promover conocimientos genéricos o específicos; responder de manera directa a los requerimientos del sistema productivo o tener una actitud pro – activa hacia el mundo del trabajo.
En cuanto a las características generales del mercado de trabajo de profesionales y a las transformaciones más significativas ocurridas en los últimos años los estudios están dominados por cierto espíritu pesimista, particularmente respecto de la inserción laboral de los graduados recientes. Por otra parte, dadas las inversiones públicas y privadas que se han hecho en educación superior, el desempleo de los profesionales y la inestabilidad de las condiciones de empleo son percibidas de manera crítica por la imposibilidad de obtener los retornos esperados. Vale destacar que las dificultades de inserción profesional adoptan diversos matices, siendo las cifras del desempleo abierto un reflejo menor del problema y sensiblemente más bajas que las de otros grupos de población.
Finalmente, los fenómenos más significativos en la caracterización de la dinámica que adquiere la inserción laboral de graduados recientes pueden resumirse de la siguiente manera:
1. El proceso de transición de la educación superior al empleo se ha vuelto más complejo, siendo una de las etapas vitales con una dinámica propia en materia de expectativas y decepciones. Asimismo, se observa cierta dificultad para mantener trayectorias laborales estables en los primeros años de carrera.
2. En relación entre las nociones de equidad, aptitudes personales y azar en el funcionamiento de los mercados laborales es un debate en sí mismo. En cuanto a esta problemática se refuerza el peso de los logros educativos, la presencia de ciertas aptitudes o competencias y el saber encontrar las oportunidades en el momento justo, como un todo. Luego veremos en nuestro trabajo de campo que las percepciones de los graduados respecto de las condiciones de acceso al empleo están muy relacionadas con estas dimensiones.
3. Se observa un creciente desequilibrio entre ciertos campos de estudio y la demanda de graduados con determinados perfiles. Si bien este es un fenómeno sobre el que no pueden imputarse generalizaciones, podría derivar en una situación en que los graduados deben partir de cero o re – capacitarse luego de su graduación.
4. Uno de los fenómenos más destacados es la sobre – educación de los profesionales para determinados puestos o su inversa, la sub – calificación de las tareas. Dado que estos conceptos suelen tener una connotación negativa, autores como Teichller (1994 y 1998) y Ranuwihardjo (1995) llaman la atención sobre el contexto de exceso de oferta de mano de obra profesional que muchas veces se combina con la falta de competencias requeridas.
5. En lo que refiere a las competencias laborales los empleadores tienden a enfatizar la necesidad de conocimientos generales, de actitudes flexibles y de capacidades para resolver problemas en el trabajo. Así, en los procesos de reclutamiento de personal se le daría gran importancia a los valores actitudinales y motivacionales del sujeto que no siempre son promovidos desde las instituciones de educación superior. El estudio del sistema de pasantías es en este sentido muy iluminador en tanto puede constituirse en una instancia donde se obtengan estas competencias, siempre que cumpla con su función formativa.
6. El mundo del empleo es más inestable y precario de lo que fuera en décadas anteriores tanto en países industriales como en aquellos en vías de desarrollo. Esto ha influido en que se generalicen nuevas formas de inserción laboral, particularmente en los primeros años de carrera, como los trabajos a tiempo parcial, los contratos temporales y la combinación de empleos estables con contratos de corta duración.
7. El crecimiento sostenido de la matrícula universitaria tiende a exceder la demanda inmediata de puestos de trabajo. Este proceso ha despertado un gran debate en torno a problemáticas como la calidad educativa en universidades masivas, el financiamiento público o privado de las instituciones de educación superior, las condiciones del ingreso universitario y la promoción de determinadas áreas de conocimiento, entre otros.
8. En la Argentina, existe cierto consenso respecto de que el proceso de flexibilización laboral se ha generalizado en distintos grupos de población, entre ellos los jóvenes profesionales asumen características particulares. Esto coincide con el rejuvenecimiento de las plantas funcionales de empresas, dado que ellos son quienes presentan mejores condiciones de adaptación a las nuevas tecnologías y modos de organización del trabajo.[1]
Sección 2:
El sistema de pasantías en el proceso de transición a la vida profesional activa
El programa que mayor representación ha alcanzado en los últimos años como práctica educativa / laboral de los estudiantes universitarios próximos a graduarse es el sistema de pasantías. Sus objetivos fundamentales son: i) Brindar una experiencia de aprendizaje por fuera del ámbito áulico, en la que se fomente la adquisición de experiencia y de conocimientos prácticos, en la que los estudiantes se familiaricen con las dinámicas propias del mundo del trabajo. ii) Complementar la formación académica con la realidad profesional. iii) Facilitar el proceso de transición de la vida universitaria a la vida profesional bajo la tutela de responsables de las organizaciones públicas o privadas y de las unidades académicas. iv) Contribuir al proceso de orientación vocacional que permita efectuar una correcta elección profesional futura.
El decreto 340/92 de creación del sistema de pasantías se promulgó pocos meses después que la Ley Nacional de Empleo 24.013, la cual tuvo como finalidad la flexibilización de las condiciones de contratación de mano de obra para así fomentar la generación de empleo, al promover las contrataciones por tiempo determinado y la exención de los aportes patronales entre un 50% y un 100% dependiendo del caso. Estas modalidades se inscriben en los que suele caracterizarse como una de las dimensiones de la flexibilización laboral, la referida a la entrada y salida del empleo. Desde esta perspectiva se trataba de estimular el empleo habilitando la posibilidad de contrataciones temporales, que atendieran las condiciones de mayor incertidumbre que presentaba la actividad económica.[2]
Si bien el sistema de pasantías no se encuentra regulado por esta ley, aquel empleador que tome a un pasante goza de beneficios similares a los dispuestos por esta legislación. De hecho, originalmente el sistema de pasantías se encontraba regulado bajo el ámbito del Ministerio de Trabajo, recién en 1995 pasó al ámbito del Ministerio de Educación cuando fue reformulado. A las ventajas mencionadas se suma que el estudiante universitario que realiza una pasantía no debe recibir un salario, sino que sólo puede recibir un viático en concepto de asignación estímulo, puesto que no existe contrato de trabajo entre pasante y empresa (sea pública o privada) sino un convenio en el cual el pasante es un tercero.
En la actualidad este sistema se encuentra regido por la Ley 25.165 y el Decreto 487/00 dependiente de Ministerio de Cultura y Educación de la Nación en reemplazo de a los decretos 340/92 y 93/95 que fueron sancionados en el año 1992 y 1995 respectivamente y que establecían, el primero el sistema de pasantías y el segundo la aplicación específica del mismo a la Administración Pública Nacional. El ámbito subjetivo de aplicación de dichas normas no coincide exactamente con el establecido por la Ley 25.165 ya que ambos decretos eran más amplios en cuanto a los sujetos que podían acceder al régimen de pasantías. En ésta se establece que una pasantía tiene como finalidad que los estudiantes o docentes de las instituciones educativas puedan realizar residencias programadas o prácticas relacionadas con sus estudios. De esta manera, la finalidad de una pasantía sería estrictamente formativa y podría tener una duración máxima de cuatro años, aunque cada unidad académica puede acortar el período si cree que la finalidad formativa ya se ha cumplido.
Si bien existe cierto consenso respecto de la necesidad de este tipo de práctica para complementar la formación académica de los estudiantes y facilitar su proceso de transición a la vida activa, la implementación del sistema de pasantías en el país ha sido objeto de varios debates desde comienzos de la década del noventa.
El eje de debate que más enfrentamientos ha despertado entre las sedes académicas, los organismos regulatorios, las organizaciones sindicales y los sectores empresarios es el posible encubrimiento de una relación laboral en condiciones de alta flexibilidad, desprotección frente a la seguridad social y sub – calificación de las tareas asignadas a los pasantes.
En el seno universitario tampoco existe acuerdo sobre los criterios de implementación del sistema. Por el contrario, a través de entrevistas realizadas a los responsables de las áreas de extensión universitaria o asistencia técnica en las facultades analizadas hemos observado que las sedes académicas están insertas en distintas problemáticas y se conducen según diferentes modelos institucionales. Sus diferencias de criterio tienden a enfatizar el rol de la pasantía como una vía de inserción laboral directa en un contexto de alto desempleo o como práctica formativa que no necesariamente debe estar orientada a que los estudiantes obtengan un empleo. Este es un debate del que forman parte los mismos estudiantes y graduados recientes quienes plantean tanto sus demandas de complementación curricular como de inserción laboral.
En el trabajo de campo se han analizado tres dimensiones del problema. En primer lugar se constata hasta qué punto son respetadas las normas mínimas expuestas en los marcos de regulación. La segunda dimensión refiere a las motivaciones que tuvieron los graduados para realizar estas prácticas, esto nos permite comprender más cabalmente los límites difusos que existen entre la búsqueda de trabajo, de experiencia y de conocimientos. La última dimensión indaga sobre los contenidos de las tareas realizadas y sobre los aportes a la formación y posterior inserción profesional que esta experiencia haya tenido desde la perspectiva de las percepciones subjetivas de los actores.
En cuanto al primer aspecto, las pasantías no deben durar más de cuatro años y la jornada dedicada a la misma no debe superar las treinta horas semanales. No se presentan irregularidades sobre el primer punto, pero sí existen claros abusos en lo relativo a la cantidad de horas de trabajo. El 42% debió trabajar más de 36 horas semanales (ver cuadros no. 3 y 4 del Anexo). Entre ellos se destacan los ingenieros entre quienes el 66% cumplía un horario de trabajo de dedicación full – time, lo cual abonaa la hipótesis que en esta sede las pasantías constituyen una vía de inserción laboral directa. Una de las consecuencias más gravosas para los estudiantes en este sentido es la falta de tiempo para estudiar, señalada por el 40% de los ingenieros y por el 60% de los profesionales de C. Exactas. En una situación opuesta se encuentran los graduados pasantes de C. Económicas que en su mayoría no le dedicaban más de veinte horas semanales a esta práctica.
Otro de los requisitos es que los alumnos tengan un mínimo de materias aprobadas, en este sentido sí parece cumplirse con la legislación vigente pues más del 70% de los mismos estaba en la etapa avanzada de la carrera al momento de iniciar la pasantía. De todos modos, este no es necesariamente un mérito de la gestión universitaria, sino una demanda del sector empresario que tiene la oportunidad se seleccionar recursos humanos altamente calificados.
En virtud que los convenios de pasantías suelen tener una periodicidad semestral, no es sorprendente que el 65.5% de los graduados pasantes hayan renovado alguna vez su pasantía. Ahora bien, entre quienes no renovaron su práctica de formación, hubo solo dos casos de abandono del sistema antes de término que corresponden graduados de C. Sociales. Si bien en términos numéricos la proporción es muy pequeña, el análisis de los casos ilustra las irregularidades más comunes en la instrumentación del sistema (Ver cuadro No. 6 del anexo).
Uno de ellos es un ejemplo de aquellos casos en que la demanda de trabajo es superior a la estipulada y en virtud de que sintió que le faltaba tiempo para el estudio decidió abandonar la pasantía para concentrarse en su formación. El otro graduado que decidió abandonar también constituye un caso testigo de las posibles irregularidades que entrañan estas prácticas, en tanto las tareas que desarrollaba no tenían ninguna vinculación con su carrera. Al respecto nos decía:
Me pusieron de recepcionista en el PAMI, al principio me dijeron que iba a hacer tareas administrativas, pero en realidad me pusieron en un mostrador a dar números y atender quejas. Al final no aguanté más y me fui.
La figura del tutor es clave en el contexto de implementación del sistema de pasantías. Es quien debe velar por los intereses y derechos del pasante, realizar un seguimiento de su desempeño y colaborar en la redacción de los informes finales de las prácticas. A través de las entrevistas realizadas pudo confirmarse que existen estas figuras en todas las facultades, incluso en algunos casos como C. Sociales los mismos han sido nombrados por concurso en los últimos años. Pese a esto, no todos los graduados entraron en contacto ellos, solo el 62.2% recuerda haber tenido encuentros con su tutor. Esto no solo representa una irregularidad más en cuanto al marco de regulación, sino que aporta a la situación de desprotección de los estudiantes, particularmente en los casos de C. Sociales e Ingeniería. De todos modos entre quienes se relacionaron con su tutor existe un alto grado de conformidad con su gestión entre más de la mitad de los profesionales.
El caso de C. Económicas presenta un perfil diferente en este sentido, en virtud de ser la única sede donde se cumple con el límite de horas de trabajo y todos recuerdan a su tutor. También es alta la proporción entre los graduados de C. Exactas.
La segunda dimensión del análisis refiere a las motivaciones que movieron a los graduados a realizar una pasantía. Cerca del 60% de los profesionales tenía como objetivo conseguir un trabajo en el momento en que decidió hacer una pasantía. En este sentido, más allá de los debates que existan en el seno universitario respecto del rol y formas de implementación de las mismas, es claro que para buena parte de los estudiantes las pasantías vienen a resolver la expectativa de una vía de inserción laboral directa en el proceso de transición a la vida profesional activa. También es importante la proporción de jóvenes (35%) que buscaba obtener experiencia laboral. En este sentido, las pasantías constituirían una herramienta que fortalece el proceso de búsqueda laboral futura (Ver cuadro No. 7 del anexo).
Las empresas también parecen utilizar a las pasantías como una vía de incorporación de jóvenes profesionales: el 46.6% siguió trabajando en el lugar luego de finalizada la práctica profesional. Entre ellos, el 35% continúa empleado en la empresa. El sistema de pasantías le ofrecería a las empresas la oportunidad de contar con jóvenes calificados, exceptuándose de hacer todo tipo de aportes previsionales, a salarios más bajos que los de mercado y a su vez tomarse varios meses de tiempo para elegir a los más sobresalientes. Desde ya, más de la mitad de los estudiantes no logrará su objetivo. Una vez más se destacan los ingenieros entre quienes aprovechan la pasantía como vía de inserción directa (Ver cuadro No. 8 del anexo)
La asignación estímulo percibida por los pasantes aporta al debate en torno a la segmentación de los mercados laborales entre los más calificados. Alrededor del 70% de los graduados en C. Exactas y C. Sociales no percibían más de 600 pesos mensuales, ubicándose en una situación de clara desventaja frente a las asignaciones percibidas por los ingenieros. El caso de los profesionales de C. Sociales merece una mención especial en tanto se verificó que la abrumadora mayoría de los pasantes que menos ganaban son comunicadores sociales que desarrollaron tareas de asistencia periodística en grandes medios de comunicación (Ver cuadro No. 9 del anexo).
La tercera dimensión del análisis se centra en el tipo de tareas que desempañaron los pasantes graduados y en sus reflexiones subjetivas en torno a las influencias que tuvo esta experiencia en su posterior formación e inserción laboral. Un primer elemento a tener en cuenta es que el 62.2% de las prácticas fueron realizadas en el sector privado, contra 35.6% en el sector público y 2.2% en empresas del exterior del país (Ver cuadro No. 10 del anexo)
Más allá de las tendencias generales, los ingenieros y profesionales de las C. Económicas continúan delineando un perfil laboral más vinculado al sector privado, mientras los profesionales de las C. Sociales tienen una distribución homogénea, que en realidad encubre el hecho de que son los comunicadores sociales quienes se desempeñaron de manera predominante en el sector privado. Por último, los graduados de Exactas persisten en una modalidad de inserción asociada al sector público.
Las funciones que los graduados desempeñaron durante sus pasantías tienen cierta coherencia con los perfiles de inserción laboral que se han delimitado. Se destacan las tareas contables, administrativas y de gestión que confirman la absorción global de las áreas terciarizadas de la economía en el empleo global, aunque esta categoría encubre en su interior una diversidad de matices.
Entre los graduados de las C. Económicas las tareas contables y administrativas son afines con el hecho de que se han desempeñado en el sector financiero. Entre los ingenieros, la predominancia de las tareas de gestión y logística también son coherentes con un perfil profesional que parece orientarse a la organización empresaria y no a la producción industrial. Asimismo surgen con claridad las tareas de consultoría y de estudios y métodos tradicionales en la profesión (Ver cuadro No. 11 del anexo).
Entre los graduados de C. Sociales las funciones de gestión y administración aparecen asociadas a la asistencia en las áreas de recursos humanos y capacitación ya sea en el sector público como en el privado. Por otra parte decidimos incorporar la categoría de redacción y producción periodística por ser altamente representativa entre los comunicadores. Por último, las tareas de investigación y docencia siguen siendo predominantes entre los graduados de Exactas.
Se señaló cierto grado de coherencia entre las funciones desempeñadas en las pasantías y los perfiles profesionales actuales de los entrevistados, pero solo el 53.4% percibió un alto grado de vinculación entre su formación y la pasantía realizada. Si bien las tendencias no son del todo desalentadoras, es frente a este tipo de problemáticas donde la figura del tutor debiera hacerse presente para velar por los intereses formativos de los estudiantes de manera más sistemática.
En cuanto a la evaluación retrospectiva que los graduados hacen de su experiencia en las pasantías hemos optado por utilizar técnicas cualitativas que nos permitan captar qué tipo de influencias tuvo este paso en su formación profesional y en su posterior inserción laboral. En primer lugar, plateamos una pregunta general respecto de si la pasantía cumplió con las expectativas que ellos tenían antes de comenzarla, lo cual tiene una respuesta ampliamente positiva, ya que así lo perciben el 82.2% de los graduados. Ahora bien, cuáles eran esas expectativas, se corresponden o no con los objetivos institucionales, en los casos en que no cumplieron con sus expectativas cuáles fueron los motivos. Estos interrogantes suponen una indagación de tipo inductiva en los por qué de las respuestas a partir de las cuales se construyen las categorías más significativas.
El 82.2% tiene una visión positiva respecto de la satisfacción de las expectativas previas a su práctica profesional. La vinculación con el mundo del trabajo y su mejor comprensión es uno de los ejes más recurrentes entre las expectativas previas que tenían al comenzar la pasantía, a su vez esto se vincula con la posibilidad de saldar la brecha existente entre la formación teórica y la práctica profesional que se destaca en otros estudios sobre la materia como una de las mayores demandas insatisfechas entre los estudiantes próximos a graduarse. En este sentido se estarían cumpliendo los objetivos formativos de las pasantías, definidos institucionalmente.
La obtención de experiencia laboral también aparece de manera recurrente entre los entrevistados. Entendiendo que buena parte de los dispositivos de acceso a un empleo son extraformativos (competencias actitudinales, recomendaciones o contactos personales y experiencia) las pasantías constituyen una estrategia de obtención de los mismos y de tejido de redes sociales. Este fue un aspecto particularmente señalado entre los ingenieros y profesionales de C. Económicas junto con la posibilidad de integrar al menos temporalmente empresas de renombre.
Aunque constituyen una minoría, las expectativas insatisfechas son fruto de las irregularidades en la implementación de las pasantías: la baja calificación de las tareas desempeñadas, la no vinculación con los contenidos de la carrera y asociado a esto la imposibilidad de saldar la brecha entre teoría y práctica señalan que existen organizaciones que no ofrecen prácticas laborales a la altura de las demandas institucionales y que a su vez no fueron tutoreadas de manera eficiente.
Finalmente también es ampliamente positiva la evaluación que hacen los entrevistados respecto de los aportes que tuvo esta experiencia en su formación profesional. En este caso existen dos grupos de argumentaciones. Por un lado predominan las categorías asociadas a aspectos generales y extraformativos propios del crecimiento personal en la profesión, como la adquisición de experiencia, la incorporación del "oficio", aprender a trabajar en equipo y de manera intensiva, bajo las exigencias propias del mundo del trabajo. Por el otro, se señaló la incorporación de conocimientos específicos útiles para las áreas de interés vocacional (Ver cuadros 12, 13 y 14 del anexo).
Por último, se indagó en el tipo de competencias y/o aprendizajes incorporados durante la práctica profesional a través de una pregunta abierta que luego fue codificada. Para los graduados el hecho de aprender a manejarse en el mundo del trabajo constituye una competencia en sí misma altamente valorada que es obtenida a través de las relaciones sociales informales que se desarrollan en el seno de las organizaciones. Asimismo, la posibilidad de aprender a trabajar en equipo es percibido como un aprendizaje en sí mismo, que no suele ser incorporado en el seno universitario y que requiere de una práctica laboral concreta que lo habilite (Ver cuadro No. 15 del anexo).
Un segundo grupo de respuestas están asociadas a la incorporación de conocimientos como los idiomas y el manejo de herramientas de análisis específicas asociadas a la utilización de tecnología. En estos casos, resultó relevante la capacitación dada por las organizaciones, que es un valor agregado en la experiencia de la pasantía. Este fue un elemento predominante entre los ingenieros y los contadores.
Los resultados del trabajo de campo permiten plantear dos aportes al debate en torno a la implementación del sistema de pasantías: En primer lugar la mayoría de los graduados perciben que esta práctica ha sido enriquecedora para su formación profesional y para su inserción laboral posterior pues les permite saldar algunas de las demandas más perversas del aparato productivo en lo que refiere a competencias y experiencia previa. En este sentido se facilita el tránsito a la vida profesional activa. Para otro grupo minoritario esto ha significado una vía de inserción directa. Por último, para otro grupo menor, su práctica laboral no fue exitosa pues fueron objeto de abusos e irregularidades.
Página siguiente |