La cultura como resultado del proceso histórico del trabajo lleva a considerar que el hombre al producir su vida a través del desarrollo del trabajo ha logrado superar las determinaciones o limitaciones de carácter natural y avanzar hacia formas de existencia diferentes como lo son su existencia social, histórica y racional. Así pues, el hombre no es solo un ser natural, es además un "ser cultural", un "ser humano". el hombre a diferencia del animal va asegurando su intercambio con la naturaleza a través de su propia actividad; deja de ser pasivo en la dinámica del desarrollo de la naturaleza y se constituye, por medio del desarrollo del trabajo, en activo, ya que "asegura" su existencia mediante su propia actividad vital.
Según Bartra (s.f:50), "como resultado del proceso histórico del trabajo la cultura puede ser entendida como: El conjunto articulado y acumulado de partes de la naturaleza que rodea al hombre y que éste como ser social ha transformado a lo largo de su desarrollo histórico".
Evidentemente, la cultura no puede ser entendida sin la comprensión de la estructura socioeconómica; ambas forman una unidad. La cultura es el resultado de la interacción entre los hombres y la naturaleza exterior; interacción que produce la constelación cultural de una sociedad dada y cuyo contenido no es otra cosa que la estructura social y económica. La dialéctica de los conceptos de cultura y sociedad expresa una relación entre forma y contenido de los fenómenos humanos. La cultura es el conjunto de los productos de la actividad social del hombre (desde alimentos e instrumentos, hasta piezas de arte y obras filosóficas) que demuestran la especificidad de un grupo humano; la estructura social y económica es la base y el modo como se produce la cultura.
La cultura, por tanto, no es un sinónimo de superestructura, pues abarca también las peculiaridades de los medios de producción; es claro que si la estructura social es la transformación de la naturaleza humana y la cultura la transformación del ambiente realizada por el hombre, entonces ambos conceptos resultan inseparables pues no se podrá entender cómo el hombre se modifica a sí mismo sin analizar cómo modifica al medio que le rodea. Por esto no tiene sentido separar a las ciencias de la cultura (antropología) de las ciencias de la sociedad (sociología, economía).
La cultura como hecho social no aparece en el vacío ni es creada por individuos aislados. La cultura es el resultado de la interacción que se produce entre los miembros de los diversos grupos sociales. Los seres humanos aprenden formas de comportamiento y modos de pensar de sus padres y de los restantes miembros de la sociedad en la que viven, lo que hace posibles que puedan participar de la vida social de acuerdo con pautas compartidas por el conjunto del grupo.
Los seres humanos son animales sociales. Desde los primeros momentos de la evolución humana, la supervivencia de la especie ha sido una empresa colectiva. Incluso los hombres que han elegido vivir en aislamiento no escapan a este rasgo determinante ya que sus modos de pensar, sus conocimientos o sus creencias están condicionados por otros hombres. La cultura es un esfuerzo colectivo y se comparte socialmente.
Se entiende que son miembros de una sociedad aquellos que comparten las mismas percepciones culturales y similares modos de comportamiento. En este sentido, el concepto de sociedad hace referencia a modos de comportamiento específicos de los miembros de un determinado grupo humano. Los seres humanos desarrollan atributos culturales comunes mediante las experiencias compartidas con los restantes miembros de su sociedad.
Sin la existencia de la sociedad resultaría imposible la aparición de la cultura dado que no tendría lugar la interacción que hace posible que las personas compartan conocimientos, valores y creencias. Por otra parte, las sociedades humanas dependen de la cultura y resulta imposible concebir una sin la otra. La ausencia de la cultura haría prácticamente imposible que los seres humanos comprendieran los comportamientos de sus congéneres. Además, es a través de su dimensión cultural que las sociedades humanas han alcanzado los niveles de complejidad y flexibilidad que las caracterizan.
Por ello la producción cultural es un aspecto fundamental de la interacción entre los seres humanos, la cual no se produce por un interés particular en la creación de culturas. La principal razón para el surgimiento de los grupos humanos y sus formas de organización es la creación de las condiciones materiales que hagan posible la vida. En su dimensión más elemental, se trata de la obtención de alimentos y refugio necesarios para garantizar la existencia biológica. Más allá de este nivel elemental, existe el deseo de crear o producir objetos que hacen posible que la vida abandone sus niveles más rudimentarios.
La mayoría de las sociedades humanas dedican una gran atención a la producción, sea esta la construcción de arcos y flechas en los pueblos cazadores, la fabricación de arados en los pueblos agricultores o la producción y mantenimiento de los más diversos elementos en las sociedades industriales. En gran medida, se puede decir que la estrategia y la capacidad productiva de una determinada sociedad refleja tanto su nivel de organización social como los sistemas de creencias y valores de los individuos que la componen. Hoy por ejemplo asistimos a una sociedad del conocimiento en permanente producción de tecnología con una visión materialista de la vista y centrada en la obtención de ganancias económicas.
Una de las principales características de la evolución de la sociedad humana es el permanente aumento de su capacidad productiva. En líneas generales, se observa que en pocos siglos la sociedad humana ha pasado de una situación en la que dependía en buena medida de la recolección de alimentos silvestres a una etapa caracterizada por sistemas agrícolas de gran complejidad organizativa, estrechamente vinculados a la producción industrial.
Esta transformación está directamente relacionada con el crecimiento demográfico y el aumento de la escala social. Las sociedades humanas han evolucionado desde pequeñas bandas con escasa capacidad productiva a sociedades integradas por millones de personas, con una capacidad de producción que abarca a la totalidad del planeta. No obstante, sería erróneo pensar que las sociedades humanas solamente se preocupan por el incremento de la producción material.
En efecto, la producción material no es un valor absoluto ni debe considerarse como un imperativo evolutivo: el aumento de la capacidad productiva no es inevitable y, además, no resulta necesariamente beneficioso en términos sociales. De todos modos, la producción es una dimensión fundamental de la vida humana y la necesidad de aumentar la capacidad productiva se encuentra presente en todos los pueblos y es un aspecto importante de la evolución de las sociedades humanas.
De otra parte, el aprendizaje de la cultura considera que la mayor parte de los elementos constitutivos de una cultura son el resultado de un proceso de aprendizaje, consistente en la modificación de la conducta en respuesta a las experiencias que se desarrollan dentro de un determinado entorno físico. Si bien encontramos modos de aprendizaje en la mayoría de los organismos vivos, ninguno de ellos posee la enorme capacidad de aprendizaje de los seres humanos, cuya supervivencia depende en gran medida de esta capacidad. La mayoría de los organismos vivos depende de sus instintos, en tanto los seres humanos dependen de la cultura para su supervivencia.
Los hombres deben aprender cómo sobrevivir en los más variados entornos físicos y sociales, en los que los factores biológicos juegan un papel poco relevante. Desde esta perspectiva, la cultura consiste en las estrategias de supervivencia compartidas por un grupo humano que son transmitidas de una generación a la siguiente. Las ideas y formas de comportamiento que configuran una cultura se transmiten mediante un complejo sistema de símbolos, proceso en el que el lenguaje cumple una función determinante. En contraste con otros seres vivos, que son capaces de comunicarse mediante mecanismos rudimentarios, los seres humanos han desarrollado un complejo sistema de comunicación que distingue a la especie y que resultaría imposible de concebir sin la existencia de la cultura humana tal como la conocemos.
Si lo humano solo es posible en el ámbito de la cultura y ésta no puede darse sin el lenguaje, es válido señalar que la educación es un acto de comunicación mediado por el lenguaje. En éste sentido, la educación debe superar la tradicional instrumentación, que privilegió la memorización y el aprendizaje mecánico para asumir su verdadera misión como generadora de cultura.
El vertiginoso avance técnico-científico, acelerado a partir de la segunda mitad del siglo XX, exige una nueva concepción y práctica de la educación, donde el papel de la escuela se oriente a la producción del conocimiento, la promoción de valores y el desarrollo de las habilidades y destrezas que lleven al mejoramiento de la calidad de vida. El mundo actual vive un complejo proceso de cambio que afecta el orden económico (implantación del modelo neoliberal y la globalización), político (consolidación del dominio unipolar de los Estados Unidos) y social (agudización de la brecha entre ricos y pobres).
Antes de pasar al tema de la educación digamos que Con respecto al proceso de Aculturación el Diccionario ORBIS (1986:8), señala que éste es un: "Fenómeno social que se produce cuando un pueblo adopta y asimila una cultura (material o espiritual) distinta de la suya, procedente de otro pueblo. La Aculturación tiene diversos grados, desde la mera adaptación formal de esquemas culturales ajenos (generalmente sólo materiales) a las concepciones y fines propios.
La Aculturación, entra dentro del cuadro general de las transformaciones sociales y se produce generalmente al ponerse en contacto una cultura inferior con otra superior. El proceso suele ser lento y en algunos casos llega al extremo de que la cultura inferior acabe por desaparecer. En ocasiones la Aculturación conduce a un conflicto cultural en los casos en que las culturas que entran en contacto son antagónicas en sus normas y valores. Con frecuencia tales conflictos se centran más en el nivel personal que en el social, reduciéndose a veces a antagonismos entre pocas personas concretas socialmente influyentes cuyas actitudes personales ante una transformación social son radicalmente divergentes (actitud conservadora contra actitud innovadora).
Así pues, esta palabra se emplea en dos sentidos diferentes. Por una parte, los psicólogos y sociólogos entienden con esta denominación los procesos por los cuales el individuo se adapta al medio cultural y se encuentra formado por él. Por otra parte, para los antropólogos, la Aculturación es el conjunto de transformaciones que sufre un grupo social en contacto con otro. En este segundo sentido, los estudios sobre la Aculturación se han multiplicado recientemente a propósito de los cambios profundos que se producen en las sociedades arcaicas, primitivas o tradicionales bajo la influencia de la civilización de los países modernos industrializados.
Finalmente es necesario asumir una postura ante el problema Hombre-Cultura. Para algunos el hombre es modelado por la cultura, en tanto que para otros la Cultura es gestada, creada y producida por el Hombre. La primera opción insiste en la transmisión cultural y el ajuste del individuo a las normas; en la segunda se privilegia la creatividad, la producción y la autonomía.
Todo hombre nace en un determinado sistema social que le precede. Los valores, conocimientos y destrezas culturales – patrimonio humano en cuyo interior el individuo permanece inmerso – no han sido construcción suya, están dados antes de él. Para los antropólogos culturalistas la precedencia del aparato social el sujeto deriva conclusiones importantes: El proceso de humanización no es válido entenderlo como un desarrollo guiado biológicamente. Solo la cultura y el aprendizaje de ella permiten la génesis humana. Por ello, debido a que la gestación de lo humano solo es posible al interior de un grupo cultural el hombre es modelado por la cultura.
En oposición a lo interior, otra corriente de antropólogos, plantea que resulta imposible pensar en la evolución cultural al margen de individuos creativos e innovadores. La cultura es creada y desarrollada por los individuos quienes son, para los antropólogos subjetivistas, el motor del desarrollo cultural.
Tenemos pues, dos alternativas antropológicas contradictorias en relación a la dinámica Hombre-Cultura. Una que al subrayar la naturaleza refleja el hombre conduce en el campo de la pedagogía a un ideal antropo-pedagógico que pretende una escuela "transmisora" donde los educandos incorporan el patrimonio cultural; otra. Que al privilegiar la intrínseca cualidad creativa del hombre, conduce a una escuela libre y creativa.
Ante el subjetivismo y el culturalismo surge una tercera alternativa cualitativamente dispar, que parte por criticar el descuido que ambas han tenido al prescindir de la historia. En efecto, en los diversos períodos históricos, bajo diferentes circunstancias sociales, la dominancia en los lazos que someten al hombre a la cultura, y/o cultura a los hombres, resultan desiguales.
Para el funcionalismo a medida que el sistema social penetra en la personalidad individual, o mejor, a medida que se avanza en el proceso de socialización de las personas, los componentes de la cultura, lenguaje, creencias religiosas y pautas de comportamiento afines, valores, etc. Son aprehendidos por los individuos. En el proceso de socialización, lo que se realiza en efecto, es el proceso de asimilación de lo social por lo individual de modo que la tensión entre estos dos niveles disminuya, aunque no desaparezca por completo.
A pesar de que la Cultura solo puede mantenerse en la medida en que es compartida, es decir, asimilada, comprendida y utilizada en la interacción social, ella es independiente de la personalidad y del sistema social, dado que sus contenidos no están enteramente determinados por ellos. Así, por ejemplo, la ciencia como componente de la cultura es universal, a pesar de diferentes sistemas sociales, lo mismo podría decirse de ideologías religiosas y políticas (la democracia, por ejemplo se vivencia de diversas maneras en diferentes sociedades). Se dice que determinados valores, normas o preceptos han sido Institucionalizados cuando forman parte de las expectativas de las gentes y están sometidos a sanciones.
El materialismo dialéctico – en relación a la cultura – plantea que toda elaboración intelectual que el hombre realiza del mundo que lo rodea, procede del medio material (recordemos su base materialista) y subyace a su acción sobre el medio material y social. Esta definición amerita varias precisiones: Reiterar, que la Cultura, como elaboración intelectual se interpreta como producto – que no como simple reflejo- de las condiciones materiales de la sociedad de que se trate; El carácter dialéctico del materialismo del que hablamos implica que si bien es cierto que la cultura se explica a partir de las condiciones materiales, ella no es simple reflejo, ni constituye nivel pasivo, sino antes bien, por el contrario, ella puede convertirse en determinados momentos del desarrollo histórico en aspecto determinante, que influye sobre lo material, sobre lo económico y lo político, hasta convertirse en motor del cambio social.
A este respecto el Materialismo Histórico define la cultura como: "Conjunto de valores materiales y espirituales, así como de los procedimientos para crearlos, aplicarlos y transmitirlos, obtenidos por el hombre en el proceso de la práctica histórico-social. En un sentido más estricto de la palabra, suele hablarse de cultura material (técnica, experiencia de producción y otros valores materiales) y de cultura espiritual (resultados en el campo de la ciencia, del arte y la literatura, de la filosofía, de la moral, de la instrucción, etc.). La cultura es un fenómeno histórico que se desarrolla en dependencia del cambio de las formaciones económico-sociales. Frente a las teorías idealistas de la cultura, que la separan de su base material y la explican como un producto espiritual de la "élite", el marxismo-leninismo ve el proceso de producción de bienes materiales como la base y la fuente del progreso de la cultura espiritual. (Rosental e Iudin: 98).
Definir la cultura como toda elaboración intelectual nos obliga a considerar como sus componentes a la ciencia caracterizada por la racionalidad en su elaboración, la filosofía como concepción del mundo, el sistema de valores difundidos y legitimados en una sociedad, el sistema jurídico y del derecho, las ideologías religiosas o políticas, los presaberes de las gentes o saberes cotidianos. De igual modo, toda forma de expresión artística, música, pintura, escultura, etc., y, las expresiones de cultura autóctonas conocidas como folklore, etc.
Descripción de la cultura colombiana
No cabe duda que lo que llamamos cultura colombiana son una serie de manifestaciones que forman parte del estilo común de vida que caracteriza a los habitantes del país y donde se evidencia claramente la influencia de los elementos indígena, europeo y africano, tras un largo proceso de mestizaje que da origen al hombre colombiano de hoy, que tiene como sello de su identidad la diversidad hoy valorada en todo el mundo.
Ya desde la época precolombina se encuentran las primeras manifestaciones de la cultura colombiana de la cual se conservan restos de las culturas Muisca (cerámica, vasos, estatuillas), Quimbaya (orfebrería), creadora de un auténtico tesoro de carácter funerario que se conserva en el Museo del Oro de Bogotá, y Tairona con sus grandes poblados, terrazas de cultivo, escalinatas, etc., localizados en la Sierra Nevada de Santa Marta.
Al arte de la época colonial pertenecen el conjunto monumental de las murallas Cartagena, construidas para defender al virreinato de los ataques de piratas, corsarios y bucaneros rivales de los españoles en las aguas del Caribe; varias iglesias de Bogotá, en las que se conservan valiosas pinturas verdaderos joyas del arte colonial como los cuadros pintados por el español Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos.
Los comienzos de la arquitectura data de las numerosas casonas coloniales construidas en la ciudad de Tunja residencia de los antiguos encomenderos españoles que sometieron a la población nativa; y, los templos barrocos de Popayán, dañados por un terremoto en 1983, en una ciudad que aun celebra una semana santa al estilo español; La arquitectura moderna, influida por Le Corbusier, dio figuras notables que son trabajo han dado la configuración a las ciudades colombianos con sus avenidas, puentes, edificios, teatros, y de época reciente coliseos, centros comerciales y conjuntos residenciales.
"Los comienzos de la arquitectura moderna en Colombia coinciden con los inicios del arte moderno, es decir, los años treinta… Por esos años las grandes ciudades empiezan a crecer rápidamente por la inmigración campesina, el avance de la industrialización y los conflictos políticos y sociales que llevaran a la violencia de mediados de siglo. Mientras el austriaco Karl Brunner se puede considerar el pionero del urbanismo moderno en Bogotá –realizo el trazado de la avenida Caracas – el alemán Leopoldo Rother es su equivalente en el diseño arquitectónico al proyectar algunos de los primeros edificios de la Ciudad Universitaria" (Germán Rubiano Caballero, 1996:435). Esta obra fue continuada por otros extranjeros y por los primeros arquitectos egresados de la recién fundada facultad de arquitectura de la Universidad Nacional.
Como señala el citado autor "mucha arquitectura moderna se hizo demoliendo importantes ejemplos del pasado e incluso de construcciones mas recientes, aun de los primeros decenios del siglo XX. Aunque la piqueta del progreso subsiste, es indudable que uno de los hechos mas destacados de la arquitectura reciente, es la que tiene que ver con la recuperación y absorción de edificios antiguos" (Rubiano Caballero, 1996:436). Casonas coloniales, templos, conventos y teatros han sido objeto de importantes reparaciones y hoy se constituyen en pruebas de nuestro patrimonio material.
Con más influencia que en las artes plásticas, el factor económico hace gran presencia en el campo de la arquitectura. Las ciudades colombianas crecen y los edificios y las viviendas se construyen condicionados por el dinero, en los últimos tiempos de procedencia llicta, en virtud al auge del narcotráfico, que ha favorecido la construcción de grandes obras muy hermosas, pero también de trabajos suntuarios de pésimo gusto y poca funcionalidad; Las obras públicas también han dado impulso a la arquitectura colombiana en todo el país, lo mismo que los esfuerzos del sector privado y las familias que tienen como su gran sueño poseer casa propia.
La escultura alcanzó cierta notoriedad en el último tercio del siglo XVII, con García de Ascucha, autor de los relieves del presbiterio de la iglesia de San Francisco, en Bogotá. Ya en el siglo XX, cabe destacar a Edgar Negret, Eduardo Ramírez Villamizar, Fernando Botero, entre otros, que con sus obras muestran al mundo la idiosincrasia de un pueblo que se ha ido adaptando a los patrones culturales."Desde sus primeras esculturas en yeso de mediados de los cuarenta la obra de Edgar Negret divide en dos el panorama escultórico nacional. Pero lo mas importante es que en pocos años , su trabajo no solo puso al día la escultura colombiana, es decir, la relacionó con los problemas propios de la escultura contemporánea , sino que sus propias construcciones en láminas de aluminio pintado pasaron a figurar en excelentes escenarios del arte internacional" (Rubiano Caballero, 1996:423-424).
Los escultores colombianos son básicamente abstractos, siendo uno de los más representativos el pamplonés Eduardo Ramírez Villamizar cuya primera obra data de 1963 y desarrolló excelentes trabajos que lo colocaron en un lugar destacado en el ámbito internacional de las artes. Se caracterizó sobre todo por su exigencia y rigor espiritual, características que le definieron como una persona audaz pero tímida en lo personal. Sus trabajos constituyen un testimonio de asimilación y reacción al entorno que lo rodeaba, para posteriormente traducirlo en juicios de valor llevándolos a una solución utópica en un esfuerzo de ordenamiento estético. Fue uno de los protagonistas del constructivismo artístico, su abstracción conceptual basada en la anarquía intelectual, es afectada de un modo histórico, por la agitada vida política de su país.
La pintura creó escuela en la época virreinal, con pintores que desarrollaron un arte religioso de marcada influencia europea. El siglo XX produjo figuras relevantes: Alejandro Obregón, Enrique Grau y Omar Rayo. Bajo la influencia de la crítica ejercida por la española Marta Traba surgieron las Bienales de Cali y Medellín. El máximo representante actual de la pintura colombiana es Fernando Botero, reconocido a nivel mundial con un estilo y temática muy particular fiel reflejo del estilo común de vida de los colombianos.
En efecto, "entre los últimos, el nombre mas prominente es el de Fernando Botero, quien ha practicado hasta hoy una pintura, dibujo y una escultura de personajes y objetos caracterizados por su rotundez, en los que pueden rastrearse influencias, no solo del mejor arte de los grandes maestros, sino también de la pintura del periodo colonial y de las cerámicas y pinturas precolombinas" (Rubiano Caballero: 1996, 423)
En cuanto a la literatura durante la época colonial sobresalieron, en la poesía, Juan de Castellanos y la mística madre Inés del Castillo, y en la narrativa, Juan Rodríguez Freyle. En el Siglo XIX se destacaron los poetas Gregorio Gutiérrez González, Luis Vargas Tejada, José Eusebio Caro y Rafael Pombo. Entre los modernistas se distinguieron José Asunción Silva (Nocturno) y, posteriormente, Guillermo Valencia (Ritos), Julio Flórez y Porfirio Barba Jacob. La prosa costumbrista tuvo notables representantes en Eugenio Díaz y José Manuel Marroquín.
Las grandes construcciones novelísticas aparecieron con Jorge Isaacs y Tomas Carrasquilla. En el primer tercio del siglo XX se impuso la obra de un novelista que alcanzó gran éxito de público, aunque no de crítica, en América y España: José Manuel Vargas Vila (Ibis, Flor de fango). José Eustacio Rivera, con La vorágine (1928), fue el fundador de lo que podría llamarse la novela política e imaginativa colombiana. Dentro de la novela contemporánea descuellan Eduardo Caballero Calderón (El buen salvaje), Manuel Mejía Vallejo (El día señalado), Álvaro Mutis (La nieve del almirante), Gustavo Álvarez Gardeazábal (Cóndores no entierran todos los días) y, sobre todo, Gabriel García Márquez (El coronel no tiene quien le escriba, Cien años de soledad, El general en su laberinto, etc.), que obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1982. En los últimos tiempos se destaca la obra de Laura Restrepo, William Ospina y Jorge Franco, además de una densa obra sobre narcotráfico, secuestro y violencia, tema recurrente de la realidad colombiana.
Entre los poetas contemporáneos más representativos se cuentan Jorge Zalamea, León de Greiff, Luis Carlos López, Rafael Maya y Luis Vidales. A la generación de «Piedra y Cielo» pertenece Eduardo Carranza, que marcan la transición hacia una vanguardia posterior, en la que figuran Jorge Gaitán Durán y Eduardo Cote Lamus. Al mismo tiempo surge el movimiento nadaísta, iconoclasta, con Gonzalo Arango y Jotamario Arbeláez.
El campo de la música apenas existen datos sobre la música precolombina, y son pocos los instrumentos conservados (sonajas, cascabeles, flautas, ocarinas, fotutos, etc.). El primer músico conocido fue el jesuita J. Dadey (1574-1660), considerado el precursor de la música colombiana. Durante la época del virreinato sobresalieron diferentes músicos con clara influencia española. La música popular combina las influencias indígenas, hispánicas y negras. Del rico folclor colombiano sobresale el bambuco como el baile más característico, también se destaca la cumbia, el porro y el mapalé.
En los últimos tiempos la música colombiana se ha dado a conocer a través de figuras de gran aceptación mundial como Carlos Vives quien dio a conocer al mundo entero la obra de los grandes juglares vallenatos entre ellos a Rafael Escalona, un notable compositor mencionado en la obra de García Márquez "Cien Años de Soledad", Shakira quien con sus canciones y baile lleva por los escenarios mundiales un mensaje lleno del realismo mágico propio del Caribe colombiano y Juanes quien ofrece un mensaje musical urbano que invita a la paz mundial y se compromete con las causas sociales.
Bibliografía
BARTRA, Roger. Diccionario Marxista de Sociología. Bogotá: Ediciones Nacionales.
COLCULTURA. Manual de Historia de Colombia. Bogotá: Procultura, 1986
EL TIEMPO. Colombia Viva. Santafé de Bogotá, 2001
INSTITUTO GEOGRAFICO AGUSTIN CODAZZI –IGAC- Diccionario Geográfico de Colombia. Bogotá: 1996
_________ Diccionario Geográfico de Colombia, Bogotá: IGAC, 2002
RUBIANO CABALLERO, Germán. Arte moderno en Colombia. EN; Colombia Hoy. Santafé de Bogotá: Biblioteca familiar de la Presidencia de la República, 1996
VARIOS. Un mundo Jamás imaginado. Bogotá: Santillana, 1992
Autor:
Javier Pena
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