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La evolución del Francés (página 2)


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Los principales dialectos de la lengua de Oïl recibieron el nombre de las provincias septentrionales en las que se hablaban: el franciano de Île de France, en la región de París, el normando de Normandía, el picardo en Picardía, el pictavino o poitevino de la provincia de Poitou, cuya capital es Poitiers, y el borgoñón de Borgoña. En el 987, año en que sube al trono Hugo Capeto, París se convierte en sede de la Corte y la lengua que allí se habla, comienza a dominar los demás dialectos de la misma manera que la corte de París es un modelo importante para la nobleza de otras regiones. El francés moderno es la forma derivada directamente del dialecto de Î'lle de France, que durante la edad media desplazó a todos los demás.

Durante los siglos XII y XIII, la lengua de Oïl era muy conocida en Europa. Fue la lengua de la corte de Nápoles. También el francés rivalizó con el inglés como lengua hablada y casi lo eliminó como lengua literaria (véase Lenguas y literaturas normando francesas). A lo largo de la edad media el francés incorporó numerosos arabismos, por el prestigio que para los sabios y estudiosos franceses tuvo la ciencia y la cultura árabe y además por estar en contacto con ellos, bien por la invasión que los árabes hicieron a sus tierras y países próximos, bien por el contacto directo que tuvieron los cruzados franceses con el imperio árabe. Entre los arabismos hay que señalar los términos chiffre ('cifra, número'), tecnicismo de su época; girafe ('jirafa'); épinard ('espinaca') y jupe ('falda').

La guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra, que devastó el territorio francés y tuvo lugar entre los siglos XIV y XV, supuso un impulso popular en favor del nacionalismo francés y la aceptación del dialecto de la corte como norma lingüística nacional. El siglo XVI trajo consigo un gran avance en este idioma. De acuerdo con la ordenanza de Villers-Cotterêts, el rey Francisco I declara que el francés tal y como se habla en Île de France, concretamente en París, que se conoce por franciano, sea la lengua oficial del Reino. En la segunda mitad del siglo XVI y durante el reinado de Enrique III (1574-1589), el grupo de poetas y escritores que se conoce por la Pléyade, que incluía a Joachim du Bellay y Pierre de Ronsard, afirmaba que el francés era una lengua apta para la prosa y el verso. Afirmaban que el idioma necesitaba cierta reforma que debía tomar por modelo la norma expresada por los genios de la literatura griega y romana. Du Bellay incorporó estos principios a su obra Défense et Illustration de la langue française (1549; Defensa y alabanza de la lengua francesa).

A principios del siglo XVII el poeta François de Malherbe triunfó al lograr una norma exacta para usar las palabras francesas en sus obras poéticas y críticas. Esta norma hizo de la lengua un instrumento muy cuidado, para que se expresara de forma clara y concisa cualquier razonamiento. Un paso decisivo para la normativa y la reforma del francés fue la compilación del Diccionario que patrocinó el cardenal Richelieu en el siglo XVII al fundar la Academia francesa, en el año 1634. La Academia inició en 1639 la redacción oficial del Diccionario, que fue editado por primera vez en el año 1694, edición a la que han seguido otras nueve ediciones, la última en 1932-1935. Durante el reinado de Luis XIV, el idioma alcanzó el punto culminante de su historia, convirtiéndose en lengua internacional de Europa, sobre todo en el ámbito diplomático y científico.

En el siglo XVII, el francés adquiere básicamente su forma actual. Las terminaciones flexivas, heredadas del latín casi se han omitido en la lengua hablada, no así en la escrita, y para marcar sus relaciones sintácticas emplea los sintagmas preposicionales y el orden que siguen las palabras en la oración. La publicación del diccionario, básicamente literario, así como el haberlo impreso en su totalidad, son una contribución a la estabilidad de la lengua. Los cambios que han tenido lugar después, se han limitado a modificar la pronunciación, a simplificar la escritura, como los recientes cambios ortográficos vinculados a los signos de acentuación, o a introducir neologismos.

Las guerras con Italia durante la primera mitad del siglo XVI tuvieron por resultado la aparición de unas ochocientas palabras, que básicamente son de dos tipos: las que proceden del mundo de las artes, como fugue ('fuga') y opéra ('ópera') y las relacionadas con los términos militares, como colonel ('coronel') y soldat ('soldado'). Como consecuencia de las guerras con España a principios del siglo XVII se introdujeron unos doscientos hispanismos como chocolat ('chocolate'), cigare ('cigarro') o nègre ('persona de raza negra'); por razones análogas toma del alemán unas pocas palabras como blinder ('blindar') y cible ('blanco de tiro'). En 1795 se funda el Instituto de Francia, heredero de la Academia, que saca otra edición del Diccionario tres años después; su apéndice incluía unas cuantas palabras que se habían acuñado durante la Revolución Francesa. Entre las que perviven divorcer ('divorciarse'), guillotiner ('guillotinar') o burocrate ('burócrata').

Francés: inicios, lengua romance y herencia

Como mencionábamos anteriormente, el francés es derivado del francés septentrional (lengua de oïl) de la cual una variedad (la de la Île-de-France) surgió el francés literario. A mediados del siglo IX hallamos un texto decididamente en vulgar romance, con fecha precisa. Es el más antiguo documento de esta lengua y el más antiguo documento de una lengua vulgar. Se trata de los famosos juramentos de Estrasburgo, merced a los cuales Luis el Germánico y Carlos el Calvo, hijos de Luis el Piadoso, después de la batalla de Fontenoy-en-Ousiaye 825 de junio de 841) renovaron, cerca de Estrasburgo su alianza contra su hermano Lotario, a quien impusieron poco después la paz de Verdún.  Este data del año 842 y su autenticidad es incierta, sin embargo ha sido considerado por su particular uso del lenguaje.

Luis el Germánico era rey de los francos orientales y dominaba un territorio lingüísticamente alemán; Carlos el Calvo era soberano de la parte occidental, lingüísticamente galorromance. Luis el Germánico prestó juramento en francés, para que el ejército de Carlos, compuesto sobre todo de soldados de lengua galorromance, lo pudiese comprender; por igual razón, Carlos juró en alemán.

La traducción literal del Texto del juramento (841) entre Carlos y Luis el Germánico es la siguiente: "Por el amor de Dios y por la salvación común del pueblo cristiano y nuestra, de hoy en adelante, en cuanto Dios me dé saber y poder, así salvaré yo a este mi hermano Carlos, y en ayuda y en toda cosa, como es justo que se deba salvar al propio hermano, en aquello que también él me haga a mí, y con Lotario jamás haré ningún pacto que, por mi voluntad, cause daño a este mi hermano Carlos". 

La traducción del juramento de los capitanes es la siguiente: 'Si Luis mantiene el juramento que su hermano Carlos juró, y Carlos mi señor, por su parte no lo mantiene, si yo no lo puedo disuadir, ni yo ni ningún otro al que yo pueda convencer, de ninguna ayuda contra Luis le seré."

Estos juramentos, no constituyen un monumento literario propiamente dicho; pero son un importante testimonio histórico y lingüístico y atestiguan que en el siglo IX la lengua vulgar ya estaba formada y era empleada como lengua hablada. En el mismo siglo encontramos también en Francia un documento que además de importancia lingüística la tiene también literaria: La secuencia de Santa Eulalia. Es una cancioncilla de 29 versos fechada hacia el 880-890:

La traducción inicial de la poesía: "Buena muchacha fue Eulalia, bello tuvo el cuerpo más bella el alma. Quisieron vencerla los enemigos de Dios, quisieron hacerla al diablo servir. Ella no escuchó a los malos consejeros, para que ella renegase de Dios, que mora arriba en el cielo, ni por oro ni plata ni vestidos lujosos, ni por amenaza real ni súplica; ninguna cosa la pudo doblegar y que la muchacha no amase siempre el servicio de Dios".

Otros documentos antiguos en francés serían La pasión de Cristo y La vida de San Lodegario, ambos escritos alrededor del año 1000.

Otros textos le continúan entonces, ininterrumpidamente, hasta finales del siglo XI, cuando aparece ese maravilloso poema épico de autor anónimo que se llama Chanson de Roland, la más brillante perla de las chansons de gestes, que inicia la época profana. La Chanson es el mejor poema épico de la antigua literatura francesa y uno de los más bellos de toda la literatura universal.

Toda esta riqueza textual tomó como base una gramática que fue evolucionando. Para conformar esta escritura, la lengua utiliza inicialmente el alfabeto romano con tres acentos. Sin embargo, desde un comienzo este alfabeto resultaba inadecuado en ciertos casos, pues la lengua había desarrollado sonidos inexistentes en latín. Además, si bien la pronunciación ha cambiado considerablemente desde el período del francés antiguo, la ortografía ha evolucionado relativamente poco y, en muchos aspectos, se asemeja aún a la utilizada hace siete u ocho siglos. 

También esta situación se ha visto agraviada por la introducción de miles de préstamos tomados del latín y de otras lenguas que se incorporaron a la lengua con una mínima o ninguna adaptación ortográfica. De ahí que la falta de correspondencia entre ortografía y pronunciación sea aún mayor en francés de lo que lo es en lengua inglesa. 

El francés conserva un número de palabras que tomó prestados del galo durante el período galorromance. La mayoría de estas palabras están relacionadas con conceptos agrícolas y rurales, tales como boue 'barro', claie 'valla', soc 'reja del arado', y mouton 'oveja', piéce 'pieza', etc.

Durante la ocupación del norte de la Galia a partir del siglo V se produjeron préstamos al habla romance de la zona de un considerable número de palabras germánicas, muchas de las cuales tienen que ver con temas militares y administrativos (por ejemplo, en su forma moderna, blesser 'herir', fourbir 'bruñir', heaume 'casco', sénéchal 'senescal', trêve 'tregua'), con el mundo de la agricultura y del campo -los francos no fueron una nación que gustara vivir en ciudades- (blé 'trigo', bois 'madera', gerbe 'gavilla', haie 'seto', houx 'acebo', mésange 'paro', troéne 'alheña'), con costumbres sociales y prendas de ropa, etc. (cruche 'jarra', danser 'bailar', fauteuil 'sillón' -en principio 'taburete plegable'-, feutre 'sombrero', gant 'guante', poche 'bolsillo', rôtir 'asar') o con emociones y características personales (haïr 'odiar', honte 'vergüenza', laid 'feo' -primeramente 'desagradable'-, orgueil 'orgullo', rang 'rango').

Podemos citar incursiones de otros pueblos de habla germánica, los vikingos u "hombres del norte", que comenzaron a principios del siglo IX aproximadamente, concluyeron en un asentamiento permanente cuando, en el año 911, el rey francés Carlos el Simple les cedió un tramo de tierra alrededor del estuario del Sena que, a la larga, llevaría a la creación de un Ducado de Normandía. Entre los ejemplos de herencia se encuentran: Caudebec, "arroyo de agua fría"; son claramente de origen normando también, crique 'arroyo', étambot 'poste de proa', tillac 'cubierta', vague 'ola'.

A lo largo de los períodos de francés antiguo y medio, entró a formar parte de la lengua un número muy reducido de palabras procedentes de lenguas extranjeras vivas, como el inglés (por ejemplo los nombres de los puntos cardinales, nord, sud, est, ouest) y el árabe (coton 'algodón', gazelle o jupe 'falda'). Pero, sin duda, la principal fuente de adquisición de nuevas palabras la constituye el latín, sobre todo en los siglos XIV y XV, cuando se incorporaron a la lengua cientos de latinismos, muchos de los cuales aún perviven hoy día. Baste a modo de ejemplo, y en la grafía moderna, austérité, excessif, politique, possibilité (siglo XIII) y, del período del francés medio, absent, acte, applaudir, assiter, classe, délicat, divorce, famille, final, fragile, information, poéme, primitif, satisfaire.

A partir del Renacimiento, el francés ha acogido préstamos de infinidad de lenguas, pero principalmente del italiano y del inglés. También ha dado en préstamo palabras y expresiones como à la carte, savoir-faire, par excellence, raison d'être y laissez faire.

El francés y la actualidad

El idioma francés (en francés: la langue française) es una lengua romance hablada en todo el territorio de Francia metropolitana. En los territorios franceses de ultramar es hablado en muchos casos, junto con otras lenguas como el tahitiano, en la Polinesia Francesa, o con dialectos como el «créole» en la isla de la Reunión, en Guadalupe o en Martinica. De manera general podemos decir que se habla en Europa, Asia, América, el Caribe, África y Oceanía.

Es el segundo idioma más hablado en la Unión Europea como lengua materna, tras el alemán y por delante del inglés. Es nombrado con frecuencia "la lengua de Molière", en honor al nombre de uno de los más famosos escritores franceses.

Constituye una de las seis lenguas de trabajo de la ONU, una de las dos lenguas oficiales del Comité Olímpico Internacional, de la OTAN, de la OMC, y de los servicios postales, una de las dos lenguas principales de la Unión Africana y una de las tres lenguas de trabajo en la UE (junto al inglés y al alemán) y en la Conferencia Islámica Mundial y una de las siete lenguas de la cadena europea de noticias Euronews.

El francés actual se escribe con el alfabeto latino. Utiliza cinco diacríticos: (acento agudo, acento circunflejo, acento grave, cedilla y diéresis), así como dos ligaduras (æ y o). El acento tónico tiende a ir en la última sílaba. Hay dos géneros, masculino y femenino y dos números. Ciertas terminaciones nominales están marcadas por el género; por ejemplo para el femenino son las siguientes: -sion/-tion/-xion; -aison, -ance; para el masculino la mayoría de los nombres acaban en -ment.

Los verbos tienen tres conjugaciones principales, con gormas en infinitivo terminadas en -er, -ir y -re.

La lengua tiene dos artículos, determinado e indeterminado, marcados por género en el singular y por número.

Los pronombres personales son los siguientes:

 p

Singular

Plural

11ra

je, me

Nous

22da

tu, te

Vous

33ra

masculino il, le, lui

femenino ele, la, lui

ils, les, leur

elles, les, leur

El adjetivo demostrativo en masculino es ce/cet, en femenino es cette, en plural es ces 'esto/eso'. El pronombre demostrativo es celui-ci/celle-ci 'este, celui-là/celle-là 'esta', plural ceux-ci/là, celles-ci/là. El interrogativo es qui '¿quién'?, quoi '¿qué?'. El relativo es qui/que, ce qui/ce que.

Para negar se usa: ne … pas. Y el orden regular de la frase es sujeto, verbo y objeto.

La escritura tiene poco que ver con la pronunciación real pero es fácil predecir la pronunciación a partir de la escritura. Una de sus características es el uso de dos o tres letras para indicar un fonema, por ejemplo el dígrafo ou en el francés parisino suena prácticamente como una [u] española aunque mantiene casi átono algo del fonema [o]. En general, la forma escrita es más conservadora que la forma hablada. La pronunciación típica del francés normativo hace recaer casi siempre el acento prosódico en la última sílaba (agudismo). La frecuente poca correspondencia entre el francés escrito y el hablado es un fenómeno que se debe a los fuertes cambios fonéticos que se han presentado desde el período del francés antiguo, y que no se correspondieron con cambios en la escritura. Sin embargo, han ocurrido algunos cambios conscientes para restaurar la ortografía latina:

  • Francés antiguo doit > Francés doigt «dedo» (Latín digitum).

  • Francés antiguo pie > Francés pied «pie» (Latín pedem).

A veces los impresores impusieron su propia grafía para evitar ambigüedad:

  • Antes de la imprenta: uit, ocho.

  • A partir de la imprenta: huit, ocho, evitaba la confusión con vit.

Es casi imposible predecir la escritura basándose únicamente en la pronunciación. Las consonantes finales, en particular s, x, z, t y d, suelen ser mudas; y n y m son perceptibles incluso al final de palabra porque nasalizan a la vocal que acompañan. En cambio, c, r, f, y l suelen pronunciarse incluso en posición final. Por ejemplo, las siguientes palabras terminan en consonante, pero en su pronunciación acaban en un sonido vocálico: nez, doigt, pied, aller, les, lit, beaux. Con la pérdida de la vocal final en la pronunciación el género llega a quedar marcado, paradójicamente, con el fonema «s» propio del plural.

Los diacríticos tienen un significado fonético, semántico y etimológico.

  • Acento grave (à, è, ù): Sobre la a o la u, únicamente distingue los homófonos entre sí: à («a», «hacia») contra a («tiene», «ha»), ou («o») contra où («dónde» o «donde»). Sobre una e, indica el sonido /e/.

  • Acento agudo (é): Sólo aparece sobre la e, indicando el sonido /e/. Además, suele indicar la omisión histórica de una consonante que seguía a la e (normalmente una s): écouter < escouter.

  • Acento circunflejo (â, ê, í, ô, û): Sobre la e, indica el sonido /e/. También puede indicar la omisión histórica de una letra adyacente (normalmente una s): château < castel, fête < feste, sûr < seur, díner < disner. Por extensión, también puede marcar la diferencia entre homófonos: du («del») contra dû («debido», participio pasado de devoir, «deber»).

  • Diéresis o tréma (ë, ï): Indica que una vocal que normalmente formaría diptongo no lo forma: naïve, Noël («Navidad»). La diéresis en la y (ÿ) sólo se presenta en algunos nombres propios (como l'Haÿ-les-Roses) y en francés antiguo.

  • Cedilla (ç): Indica que la c se pronuncia /s/ donde, de no llevarla, se pronunciaría /k/.

La ligadura o («cour») es una contracción obligatoria de oe, y cambia la pronunciación (como entre coefficient y sour).

La ligadura æ es también una contracción obligatoria, pero es más raro. Se utiliza solamente en palabras latinas (como «curriculum vitæ») o en nombres propios (como «Lætitia»).

La literatura francesa y sus autores

Luego de los Juramentos de Estrasburgo (siglo IX), el primer texto literario: la Secuencia de Santa Eulalia, y el reconocido Cantar del Roldan, en la Baja Edad Media cabe citar dos largos poemas: el Roman de la Rose, de Guillaume de Lorris, y el Roman de Renart, de carácter satírico. De esta época datan también los fabliaux, divertidos cuentos en verso en un estilo realista. Mientras que en la prosa narrativa, son destacables los cronistas Froissart y Joinville.

De esta época se conservan piezas de teatro religioso, y posteriormente surge en el siglo XIV un teatro profano de farsas. De las que se conservan, una de las más conocidas es La farsa de Maese Pierre Pathelin, datada hacia 1460. De este momento es la primera gran figura de la poesía francesa, François Villon, extraordinario poeta con el El Testamento (o Gran Testamento) (1461).

Francia también conoció un florecimiento de su literatura vernácula en el siglo XVI (Renacimiento). Hubo humanistas a principios del siglo XVI en Francia, como Guillaume Budé. Se renovó la poesía gracias a los siete poetas conocidos como La Pléyade; entre ellos, se destacó Ronsard, con sus obras las Odas, al estilo de Píndaro, y Sonetos amorosos. En el campo de la prosa, resaltan Rabelais y Montaigne: el primero de ellos con su novela, Gargantúa y Pantagruel y el segundo con sus Ensayos. El teatro de la época seguía las directrices clásicas, como puede verse en las obras de Étienne Jodelle.

Ya en la primera mitad del siglo XVII (Clasicismo Francés), se cultivó la literatura barroca, como puede verse en el preciosismo de autores como el poeta Vincent Voiture. En el clasicismo francés propiamente dicho se destaca sobre todo por su teatro. Sus grandes creadores son: Corneille (El Cid) Racine (Fedra) y Moliere (Tartufo).

La prosa francesa del siglo XVII se caracterizará por su claridad y orden. Así, en su obra filosófica Discurso del método, Descartes resulta un modelo de claridad expresiva. Por otro lado Madame de La Fayette cultivó la prosa de ficción. El género lírico por su lado en el clasicismo francés. No obstante, siempre puede no fue imperante sin embargo puede mencionarse a François de Malherbe y a La Fontaine, que aprovechando fuentes clásicas compuso una serie de Fábulas.

En el siglo XVIII (Ilustración), el francés se convirtió en la lingua franca literaria y diplomática de Europa occidental. La "Enciclopedia" fue un instrumento forjador de la nueva mentalidad de la Ilustración y su creador fue Diderot.

Dominan el pensamiento francés de la época Montesquieu, Voltaire y Rousseau, los llamados escritores-filósofos. Voltaire, en cambio, recurrió más al teatro, también cultivó la poesía neoclásica y las novelas, de entre las que destaca Cándido.

De Jean-Jacques Rousseau tenemos Emilio. Pero hay otros como: Jacques-Henri Bernardin de Saint-Pierre (Pablo y Virginia) o el Abbé Prévost (Manon Lescaut).

Por otra parte, la literatura francesa desarrollada en los siglos XIX y XX ha tenido un efecto particularmente fuerte en la literatura del mundo moderno, incluyendo el simbolismo, el naturalismo, las novelas-río del Balzac, Zola y Proust.

El Romanticismo, nacido en Inglaterra y Alemania, alcanzó a Francia también. Aquí tenemos a Madame de Stael y Chateaubriand (Genio del cristianismo). Además, predomina la novela con autores como George Sand y el primer Balzac. En la poesía encontramos a Alphonse de Lamartine (Las Meditaciones, Confidencias, de 1820) y Alfred de Musset (Las noches). En el teatro romántico tenemos el estreno de Hernani (1830) de Víctor Hugo. Seguidamente publica la que posiblemente sea su obra más conocida: la novela Notre Dame de París.

Otras figuras del romanticismo francés son Alfred de Vigny, poeta, dramaturgo, y novelista, Alexandre Dumas (padre), creador de famosos folletines; y Théophile Gautier.

Con la reacción al romanticismo, en la poesía, nace la escuela parnasiana, cuya figura más conocida es Leconte de Lisle., aunque debemos mencionar otros: Théophile Gautier, Théodore de Banville, Sully Prudhomme y Catulle Mendès.

Hacia 1848, se inicia en la prosa el Realismo, que dominaría la escena literaria hasta, aproximadamente, 1874. Este es representado por Balzac (La comedia humana) y Stendhal (Rojo y negro), que con creaciones que describen la estructura de la nueva sociedad francesa de su época.

Autores representativos en Francia son Flaubert (Madame Bovary, 1856) y Maupassant con sus cuentos, pero estos encarnan un realismo más cientificista y empírico. Ya con Zola (Los Rougon-Macquart) se llega al naturalismo, un grado más exacto con respecto a los detalles y vinculado a la biología: un realismo dentro del realismo.

En el simbolismo, reacción ante los excesos del naturalismo, podemos observar el "Manifiesto de los Cinco" (1887. Entre los poetas de esta tendencia se encuentran: Verlaine, Rimbaud, Mallarmé y Apollinaire. En teatro sobresalen Rostand (Cyrano de Bergerac, 1898) y Paul Claudel (El anuncio hecho a María).

En el siglo XX, en Francia tienen su origen el surrealismo, el existencialismo y el "teatro del absurdo". Este período es de grandes escritores como: Gide, Proust, Valéry, Sartre, Anouilh, Camus, entre otros.

Hoy, las artes literarias son apoyadas por el Estado y los premios literarios son noticias importantes. La Academia francesa y el Instituto de Francia son importantes instituciones lingüísticas y artísticas, y la televisión francesa retransmite frecuentemente programas sobre escritores y poetas (el programa más visto en la historia de la televisión francesa fue Apostrophes, sobre literatura y arte). Los temas literarios tienen valor patrimonial y sentido de identidad para cada ciudadano. Y algo extraordinario: hasta el año 2006, los literatos franceses han obtenido más Premios Novel que ninguna otra nación.

Conclusiones

Este trabajo nos permitió comprobar la veracidad de su objetivo al inferir la importancia de esta lengua romance que siendo la primera en conocerse es actualmente una de las más difundidas en el mundo.

El documento parte desde la evolución de la lengua donde se percibe el desprendimiento del latín y la influencia de varios sustratos. Luego se aprecia sus inicios como lengua romance a partir una variedad (la de la Île-de-France) y el surgimiento posterior del francés literario. El acápite "El francés en la actualidad" refiere lo concerniente a su reconocimiento contemporáneo y a sus reglas gramaticales más comunes. Y finalmente el trabajo se dirige al análisis general de la obra escrita francesa y a sus autores más destacados teniendo en cuenta las corrientes o tendencias literarias.

La lengua francesa ha demostrado su constancia. Sus hablantes y sus estudios sobre la misma, también la han colocado entre las tres de más respeto en el ámbito universal. Los textos literarios son su muestra más fehaciente. Solo resta leerlos.

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