- Resumen
- Entre el oriente y el occidente
- La influencia de Wittenberg
- La contrarreforma o restauración católica
- La tolerancia
- Constitución del Imperio Austrohúngaro
- Tras la primera Guerra Mundial
- Bibliografía
Resumen
Historia de la Reforma en Hungría, la Panonia del Imperio Romano, poblada por celtas, luego por germanos y eslavos, y finalmente por los húngaros. Este territorio hoy incluye a Croacia, Eslovenia, Eslovaquia, norte de Bosnia Herzegovina, este de Hungría, y parte del noreste de Italia.
La iglesia ya se encontraba presente durante el imperio y, en la Edad Media, la conversión del soberano y su hijo István, santificado como San Esteban, verá la organización del reino mirando hacia occidente. En su historia estuvieron presentes tanto una fuerte fidelidad al papado así como los movimientos de renovación de la Iglesia.
La reforma es abrazada entusiastamente, influyendo –como en toda Europa– factores económicos, culturales, intelectuales junto a los espirituales. Y, como en el resto de Europa, su aporte será muy importante en el campo de la lengua, la música y la educación, la traducción de la Biblia a los idiomas nacionales. En Hungría no existía un estado: Transilvania era un reino independiente, los turcos dominaban el centro y sur del país, y los Habsburgo gobernaban el resto con mano de hierro.
En la región sujeta al Imperio la primera confesión de fe reformada aceptada por la legislación húngara fue la Pentapolitana, 1549, luterana. En Transilvania, lejos del imperio, se continúe la lucha contra él y se logra la paz de Linz (1647), bajo el gobierno de György Rakoczy I, quien firma la libertad religiosa aún la de los campesinos.
La época fue difícil tanto para la iglesia para como para la integración de la nación formada por húngaros, eslovacos, alemanes, eslovenos, etc. El imperio usaba la fe católico como elemento coercitivo de integración nacional. Será recién en octubre de 1781 cuando se establezca la tolerancia religiosa a protestantes y ortodoxos.
La decadencia del absolutismo lleva a un nuevo acuerdo político en 1867 que continúa hasta 1918: la monarquía dual húngaro-austriaca. Considerada como la época de oro de la cultura y las artes, fue usada por el imperio para dominar como lo hiciera antes enfrentando nacionalidades y culturas para mantener su poder. Sólo que ahora usa como administradoras a los húngaros enfrentándolos con el resto de los grupos nacionales y culturales. Era la política opuesta a la del rey San Esteban.
Los cambios de fines del siglo 19 trajeron una mayor tolerancia religiosa, incluso para las religiones no cristianas como judíos y musulmanes. Pero, se extremaron las condiciones de pobreza e injusticia, por lo que creció la emigración y se agudizaron los conflictos sociales. Tras la segunda guerra mundial cambió nuevamente el mapa político de Europa y del antiguo Imperio Austro-Húngaro. Las iglesias han encontrado caminos de entendimiento común, están comprometidas con su gente y con la realidad social que enfrentan.
La iglesia luterana en Hungría, integrante de la Federación Luterana Mundial, ha firmado con los reformados un acuerdo de comunión en el ámbito de Europa y América, y ha aceptado la comprensión común con la Iglesia Católica del tema teológico clave para la reforma: la comprensión de la justificación por la fe. Esta iglesia ha cooperado con sus pastores en la educación teológica y en la misión de la Iglesia en América Latina.
Entre el oriente y el occidente
La historia del pueblo húngaro y del cristianismo en Hungría fue determinada desde un comienzo por la situación geográfica de la región: la cuenca del Danubio y el Tisza rodeada por los Cárpatos y otras cadenas montañosas. Hoy, en 1996, se cumplen 1100 años en que esa región, habitada ya por otros pueblos, se convirtiera en hogar de los húngaros, de lengua fino-ugria o uraloaltaica, venidos de oriente como parte de las grandes migraciones de la época. Al constituirse como nación integraron a los panonios, celtas, eslavos y germanos parte de la sufrida historia de guerras y conflictos de la región.
Lo que presentaremos será la historia de las iglesias de la Reforma, con especial referencia a las luteranas o iglesias de la Confesión de Augsburgo (Augustana), y a las calvinistas o reformadas, en esta particular región y nación conformada, al decir del Dr. Tibor Fabiny -historiador y teólogo húngaro- "por varias nacionalidades que han pasado por tristes pruebas".
Panonia, vecinos de los bárbaros:
San Pablo afirma haber predicado el evangelio desde Jerusalén hasta Iliria (Ro.15:19). Jerónimo, Padre de la Iglesia, nacido en Dalmacia, lo que hoy es Bosnia Herzegovina (la antigua Yugoslavia), 331-420dC., habla de Andrónico, preso por su fe como él mismo lo estuviera, y que era pariente suyo y obispo de Panonia. Este territorio que hoy incluye a Croacia, Eslovenia, norte de Bosnia Herzegovina, este de Hungría, y parte del noreste de Italia, era entonces el confín del Imperio Romano. La conocida ciudad de Sirmium (Sirmio) es hoy Mitrovica (Bosnia Herzegovina) y fue sede episcopal ortodoxa y, luego, de los arrianos herejes.
Tertuliano, Padre de la Iglesia (160-249), informa que la primera y transitoria moderación en la persecución de los cristianos tuvo lugar cuando el emperador Marco Aurelio venció a las tribus germanas que habían invadido el norte de Panonia, en la parte superior del Danubio, gracias a las oraciones de los soldados cristianos de origen capadocio, esto aconteció a mediados del siglo 2. Este evento lo recuerda un bajorrelieve en la columna memorativa de Marco Aurelio, en la plaza Colonna, Roma (Italia).
La presencia cristiana en este territorio está probada por diversos testimonios arquitectónicos y de la tradición histórica como ruinas con las iniciales del nombre de Jesucristo, indicaciones cristianas en antiguas catacumbas y lugares donde hubo mártires como Sopianae (Pécs), Savaria (Szombathely) lugar del nacimiento de San Martín de Tours, Arrabona (Györ), Intercisa (Dunaújváros); Gorsium-Herculia, cerca de Tác, en lo que fuera la Panonia inferior, contó con una basílica cristiana luego del 313. La antigua fortaleza romana Contra-Aquincum, en Budapest fue edificada para enfrentar a los sármatas, nombre dado a los pueblos del este que enfrentaron a los romanos bajo Mitrídates el Grande (murió 63aC, traicionado por su hijo, cuando marchaba contra Roma luego de conquistar Asia Menor) y a los jázaros. Un historiador del siglo 12 habla de la fortaleza llamada Pest, lugar donde hoy está la Iglesia del Centro en la ciudad de Budapest.
De religión chamánica a cristianismo
Posiblemente los húngaros primigenios que vivían en las cercanías del Mar Negro junto a otros pueblos, como los búlgaros y los turcos (Tibor Fabiny), hayan allí tomado contacto con el evangelio a comienzos del siglo 4. Ogurda (Gordas), su rey, se convirtió al cristianismo en Bizancio bajo el imperio de Justiniano. Sin embargo, al regresar junto a los suyos fue asesinado por los partidarios de la religión ancestral dirigidos por su hermano Muager.
Más información nos llega desde el siglo 8, cuando se establecen en la región ocho episcopados supervisados por el metropolita godo residente en la península de Crimea con la meta de convertir a los nómades. Uno de ellos fue a evangelizar a los onogurs, al norte, y otro a los hunos al sur. La influencia cristiana aparece en artesanías como la fuente de Bezdéd, siglo 9, donde se ve un crucifijo bizantino entre símbolos religiosos paganos; esta fuente es adscripta por las fuentes indistintamente a los ungroi, hunnoi, turkoi, etc., y se halla en el Museo Nacional de Hungría.
De acuerdo a anuarios alemanes de Fulda, a comienzos de la Edad Media, el salvajismo y la belicosidad de los húngaros aterrorizaba no sólo a los que ya vivían en la cuenca de los Cárpatos sino a los mismos pueblos cristianos de Europa occidental. No sólo asolaban la antigua Panonia sino que incursionaban hacia occidente. Su religiosidad era chamánica y animista, aunque dos de sus príncipes, Gyula y su hermano, fueron bautizados en Bizancio y la prédica del obispo Hierotheos alentó el interés de la familia gobernante. La derrota de Lech, cerca de Augsburgo, hizo más prudentes a los antiguos magiares.
Cuando el príncipe Géza y su hijo Vajk, bautizado como István en 996, se convirtieron al cristianismo comenzaron a arribar numerosos misioneros franceses, alemanes, austríacos y checos, haciéndose así más fuerte la influencia de la iglesia latina, tanto en lo eclesiástico como en lo político. Cuando István (santificado como San Esteban) se casa con la princesa bávara Gizella, la influencia latina y occidental gana la primacía. A ello contribuye la actividad de los benedictinos, especialmente del educador y luego obispo Gellért, veneciano de origen. Esto latinización fue validada al recibir el rey su corona del Papa Silvestre II en el año 1000.
Tomando tanto la historia como las leyendas religiosas, la tradición de santos húngaros como István, Imre, Lászlo, Erzsébet, Margit, la arquitectura eclesiástica y el arte sacro, muestran que los prelados de Roma y Hungría hicieron todo lo posible para integrar a la nación en la cultura cristiana occidental, en la obediencia al Papa y en la legitimación romana de la corona, además de nombrar a la Santa Virgen María patrona de Hungría.
Pero también emergieron movimientos heréticos y de protesta anticlerical y antifeudal como los bogomiles, los paulicianos y los patarinos, del sudeste, y los flagelantes, albigenses, cátaros, valdenses y husitas del occidente. En algunos de estos movimientos el dualismo gnóstico se entremezcló con la fe cristiana como en los citados bogomiles y paulicianos; otros fueron movimientos de pre-reforma de la Iglesia como los valdenses y los husitas con su confesión bíblica de fe y su estilo de vida ascético, su demanda de reforma de la Iglesia y su crítica al uso, por parte de la Iglesia, del poder político.
La influencia de Wittenberg
George Bauhofer, pastor luterano de Buda y el primero en editar una historia de la Iglesia Luterana en la cuenca de los Cárpatos, afirma: "Difícilmente haya una nación donde tan abiertamente los corazones tomaron partido por la Reforma en tan breve espacio de tiempo y donde tanta gente se separó tan fácilmente de la antigua Iglesia como Hungría. Como un inmenso río navegable, emerge repentinamente la Reforma en este país ante nuestra vista maravillada. Y si somos lo bastante curiosos como para revelar cuidadosamente sus auténticas fuentes, casi nos perderemos en medio del tumulto de la guerra y del sufrimiento como los ríos de África se pierden en las arenas del desierto…".
Una imagen realmente pertinente, ni las doctrinas de Bizancio ni las de Roma fueron capaces de impactar la vida de los húngaros como las del reformador Martín Lutero. Causa de ello, por supuesto, no fueron sólo motivaciones religiosas. Factores económicos, culturales, intelectuales junto a los espirituales, fueron parte del entramado que dio lugar al desarrollo de la reforma en Hungría. Esta contaba con una red de caminos que conectaba comercial y culturalmente oriente y occidente, será la posterior invasión turca la que bloqueará estos caminos y relaciones. Ello favorecía tanto el comercio como el intercambio entre estudiantes y estudiosos y a la misma Iglesia. Los interesados se volcaban desde Hungría a las universidades en Italia, Austria, Polonia, la nación checa y Alemania, debido a la carencia de una universidad húngara. En la segunda mitad del siglo 15 había 66 húngaros estudiando en Padua, 95 en Viena y 1.263 en Cracovia. Con la difusión rápida de las ideas de la reforma, más y más estudiantes se dirigieron a la universidad de Wittenberg fundada en 1502 a orillas del Elba. Todo lo que acontecía en territorio alemán interesaba como novedad. Además, desde inicios de la Edad Media, alemanes, franceses e italianos se establecieron en Hungría; así como checos y moravos, especialmente tras las guerras de los husitas, todo lo cual contribuyó a formar un ambiente receptivo a las nuevas ideas tanto de la reforma luterana como del humanismo, que habían sido precedidas por las ideas de Hus, (Chequia y Eslovaquia) y de Pedro Valdo (valdenses), en el sur de Francia y norte de Italia Sin olvidar que el descubrimiento de América apenas conocido abría las esperanzas hacia el oeste, estando el este cerrado por la presencia turca.
Entre los alemanes y los turcos
También hemos de tomar en cuenta la particular situación que vivía Hungría, realmente no había una unidad política que constituyera el estado: Transilvania era un reino independiente, los turcos dominaban el centro y sur del país, y los Habsburgo gobernaban el resto del territorio con puño de hierro. Esa triple división incluía no sólo a los húngaros sino también a las diversas etnias culturales del territorio: alemanes, eslovacos, eslovenos, etc.
La Viena Imperial y Carlos V en Alemania se oponían a la Reforma. La Dieta húngara, reunida el día de San Jorge, en el castillo de Buda, el 24 de abril de 1523, aprobó un acta contra las doctrinas de Lutero reafirmando una resolución de 70 años antes que consideraba traición el "unirse a una herejía condenada y pública"; ya en 1514 había condenado el movimiento campesino de György Dózsa influido parcialmente por los husitas. En 1518 el dominico Juan Tetzel escribía al cardenal Carlos Miltitz: Martín Lutero de Augsburgo ha incitado y airado a los poderosos contra mí no sólo en territorio germano sino también en Moravia, Hungría y Polonia, hasta tal punto que no estoy seguro en lugar alguno." A comienzos de 1521, tras la bula de excomunión de Lutero firmada por el Papa León X, el arzobispo de Esztergom, prelado principal de Hungría, ordenó condenar a Lutero desde los púlpitos; también el rey Luis II, de la dinastía Jagello, monarca sobre los checos, moravos y húngaros los persiguió en Jihlava (Moravia) y desde Sopron hasta Nagyszeben (Hungría), aunque miembros de su corte defendían públicamente las ideas de Lutero y Erasmo. Contra ellos se expidió la Dieta en 1523 y luego en Rákos fue muy dura: primero habló de condena a muerte y confiscación de bienes, luego de hoguera, fue la más dura expresión contra la reforma en toda Europa. En esta condena por parte de la nobleza media puede verse el sentimiento antigermano surgido a partir de la acción de Vladislas II, de la casa polaca de Jagello, quien en 1491, como soberano de Hungría y Bohemia, firmó un contrato de herencia con el emperador germano Maximiliano de Habsburgo acordando que en caso que no tuviera descendencia el trono pasaría a Maximiliano y su descendencia. Dicho acuerdo fue renovado por su hijo Luis (Lájos) II al casarse con María, la nieta de Fernando e Isabel. Este sentimiento era alentado por el legado papal que calificaba de luteranos a los reyes. De hecho la reina lo era, lo mismo que su hermana Isabel, casada con el rey de Dinamarca Cristian II, y muchos de sus consejeros. Tal era el compromiso de María con la Reforma que se lo dijo a Carlos V para justificar no aceptar ser regente de los Países Bajos, que él igual efectivizó y que ella ejerció desde 1530 a 1555. Lutero dirige a la reina María palabras de consuelo tras la muerte de su esposo en la batalla de Mohács contra las turcos, en su comentario a los salmos de consuelo (37, 62, 94 y 109): Aunque es para V.R.M. un evento amargo y duro, y debe serlo, el que por esta muerte haya enviudado tan temprano y haya sido privada de su amado esposo, sin embargo la Escritura, sobre todo los salmos, le darán a V.R.M. mucho consuelo bueno y le mostrarán con amplitud al Padre benigno y cariñoso, y al Hijo, en lo cual está escondida la vida verdadera y perdurable (Salmos Consolatorios, 1526, Obras de Martín Lutero, Bs. Aires, De. La Aurora, 1979, Vol.10, pág.180) Además la baja nobleza temía una nueva revuelta campesina, su líder István Werböczy que participó de los eventos en Worms y Nuremberg, vio que ésta ciudad no podía garantizar la vida del legado papal, y que no se implementaban las decisiones de la Dieta por temor a una revuelta popular. Ya en 1518 se hablaba de un plan de cooperación para enfrentar a los turcos con una alianza entre Venecia y el sultán de Egipto, con la participación de Roma y el Imperio Romano Germano. La cuestión se volvió urgente cuando Solimán II, el Magnífico y el Legislador, asciende al trono turco en 1520, derrota al sultán de Egipto, ocupa el norte de África y derrota a los húngaros al ocupar Belgrado (Nándorfehérvár), importante plaza fuerte. El 28 de agosto de 1526, en la batalla de Mohács, cerca de la frontera de lo que llamábamos Yugoslavia, derrota al ejército de Hungría y en 1541 ocupa Buda. La presencia de Werböczy en Worms (1521) y Nuremberg tenía como objeto lograr el apoyo del Imperio en una nueva ofensiva contra los turcos. Sus esperanzas tuvieron poco sustento, los húngaros arrojaron al Danubio los miles de lanzas que los alemanes les enviaron y afirmaron preferir rendirse a los turcos que vencer con ayuda germana y checa. Alemania envió 3000 infantes para defender Croacia y, luego, en 1523, añadió 4000 más. Fue para asegurar el apoyo de Carlos V que la Dieta se afirmó contra los luteranos, lo confirman documentos secretos de los legados papales que relacionan las decisiones antiluteranas con poner límite a la invasión turca.
El patronazgo noble:
La Dieta de 1526 anuló las condenas a los luteranos, a las que se había brindado escaso cumplimiento. La reforma se extendía entre la baja nobleza, Bálint Török de Enying, en el Transdanubio, propietario de gran riqueza, se casó con Catalina Pemflinger, sajona de Transilvania y luterana; luego se les unieron las familias Batthányi, y Nádasdy, del Transdanubio, y las familias Pérenyi, Drágffy y Serédi, al este del Tisza; las familias Balassa y Thurzó de Hungría del norte, y la familia Petrovits de Transilvania, que se apropió de las tierras episcopales y parroquiales. El caos feudal, la falta de una autoridad central y el desmembramiento del país tras la derrota de Mohács dieron lugar a la propagación de las ideas de la reforma, así como la frivolidad, el uso displicente del poder y la riqueza desmedida de la Iglesia y sus príncipes generaban el descontento y el amplio apoyo nacional al movimiento luterano. La prédica de los capellanes del castillo de Buda alentó el espíritu de la reforma, aunque algunos como Cordatus y Kresling, sufrieron prisión por sus ideas, lo mismo aconteció a los profesores del Colegio de Buda: Simón Grynaeus, uno de los que debió huir del país a causa de sus ideas, y Dietrich Veit. Cordatus, descendiente de valdenses de Austria, fue quien tomó lo iniciativa para anotar las conversaciones de sobremesa de Lutero y, por su actuación a favor de la Reforma, también fue a prisión. Es notable el aporte de Mátyás Dévai, llamado el Lutero húngaro, aunque sus puntos de visita se inclinan a un camino intermedio entre Lutero, el Melanchton que busca el acuerdo con las otras corrientes y los reformadores suizos; de Mihály Sztárai, quien organizó 120 congregaciones en Transilvania del sur; Gál Huszár, en el noroeste, quien adquirió una prensa para imprimir y dirigió la primer institución para la formación de pastores; István Kis Szegedy que luego de estudiar en Viena y Cracovia, lo hizo en Wittenberg, tomando más tarde partido por los pensadores suizos de la reforma llegando a ser el teólogo más influyente en el pensamiento reformado en la Hungría del siglo 16; y, por último, recordemos a Péter Bornemisza, autor de talento, de gran espíritu misionero y capacidad teológica, con sentido para la aguda crítica social y de gran solidaridad con los pobres, además de notable editor de libros. En 1590 aparecerá la primera impresión de la Biblia completa en idioma húngaro realizada por Gáspár Károlyi en la ciudad de Viszoly, aunque János Sylvester ya había publicado una edición del Nuevo Testamento en el mismo idioma. El establecer imprentas fue característico de la reforma en Hungría, la fundada en Debrecen opera hasta hoy. Cabe señalar que en cuanto la lengua culta era el latín y la lengua franca era el alemán, los escritos de la reforma, particularmente los de Lutero, circularon con gran facilidad, sobre todo en las ciudades.
La popularidad de Wittenberg fue tal que, en vida de Lutero, 180 húngaros se inscribieron allí y llegaron a 450 hasta que Melanchton se retiró en 1560, 1.112 hasta fines de siglo 16. También iban a otras universidades que alentaban la reforma como Graz (Austria), Breslau (Wroclaw, Alemania), etc. A su regreso se hacían cargo de las escuelas y algunos eran ordenados al pastorado. Los pastores que se encontraban bajo gobierno turco tenían prohibido relacionarse con Alemania y Austria, por eso las iglesias de esa región comenzaron a ordenar sus propios pastores. Un antiguo rito de ordenación, luego de una lectura responsorial basada en Hechos 20, cita literalmente a Lutero: No se nos ha confiado el cuidado de gansos y vacas sino el de la congregación de Dios que fue salvada por un amado tesoro, la propia sangre del Hijo de Dios. Por tanto, es nuestra tarea alimentar al rebaño con la pura palabra de Dios y guardarlo diligentemente de los lobos malvados que alejan sus almas de su Salvador… Debemos ser impecables delante de la gente, vivir una vida humana, pura y decente, de tal manera que con nuestras vidas adornemos nuestro orden y la palabra de Dios y ganemos a otros también a la causa de nuestro Dios con nuestro buen ejemplo…".
Los candidatos a la ordenación aceptaban los tres credos ecuménicos, la Confesión de Augsburgo, la Apología, los catecismos de Lutero, los Artículos de Esmalcalda y "los otros escritos de Lutero". En su voto de ordenación prometían ser fieles al evangelio y la confesión de su fe y cuidarse de errar el camino. Los consejos de las ciudades y los nobles supervisaban la tarea de las iglesias, proveían a la educación, incluso teológica, y a la impresión de libros que favorecían las ideas de la reforma y la cultura. Durante el siglo 16, quince de cada dieciséis familias nobles auspiciaban el movimiento luterano.
Si examinamos la composición de nacionalidades en la cuenca de los Cárpatos, vemos que en esa época vivían en la región unos dos millones de personas: 61% húngaros, 17% eslovacos, 10% alemanes, 6% rumanos, 4% serbios y 2% de otros grupos. Los que se proclamaban luteranos eran unos 800.000 en el reino de Hungría; 150.000 en el territorio bajo dominio turco; 300.000 en el principado de Transilvania, es decir el 60% de la población en unas 200 congregaciones locales. Los católicorromanos eran entre el 18 y el 20%, los reformados y los ortodoxos 10% cada uno. Sin embargo, a fines del siglo 16, los reformados llegaron a superar a los luteranos en parte por razones teológicas como la doctrina de la santa cena o eucaristía y la doctrina de la predestinación, los estudiantes que bajo Melanchton aceptaron la Confesión de Augsburgo corregida (variata) en favor de un entendimiento con los calvinistas y, por otro, muchas de las ciudades de Transilvania vieron en el modelo ginebrino la satisfacción de su anhelo de independencia frente a los nobles y en los territorios gobernados por el Islam parece que fue más aceptable contar con iglesias sin altares, crucifijos, imágenes, pan consagrado, etc. Grandes pensadores calvinistas a recordar son: Kalmanchehi quién ministró en Debrecen desde 1551 y mantuvo un continuo debate con los luteranos, influyendo también en Transilvania. Péter Juhász Meliusz brindará la base para la redacción doctrinal de la primera confesión reformada (calvinista) de fe, 1559, al incluir la fórmula de Zwinglio: comer-creer, agrega: Aquél en quien no se encuentre el Espíritu Santo no puede participar del cuerpo de Cristo, posición de mediación entre el punto de vista helvético y el luterano. En 1561 aparecerá otra confesión reformada que afirmará la presencia personal de Cristo, presente como un todo, aunque no acepta la expresión cuerpo y sangre.
En el trabajo de Juan Honterus (1498-1549), reformador de la población sajona de Brassó (Kronstadty), y sus alrededores, en Transilvania, se ve el primer intento de trasformar la vida eclesiástica al estilo luterano. Pero la primer confesión de fe aceptada por la legislación húngara fue la Confesión Pentapolitana, 1549, redactada con la firma de cinco ciudades reales de origen sajón, en Hungría del norte: Kassa, Löcse, Bártfa, Eperjes y Kissben, como respuesta a la Dieta de 1548 que expulsaba de Hungría a los anabaptistas, anti-trinitarios, sacramentarios y reformados. La misma fue rechazada por los comisionados imperiales, por lo que Leonhard Stöckel, rector de Bártfa, alumno de Melanchton, hace una nueva redacción basada en la Confesión de Augsburgo (no variata) donde acerca de la eucaristía afirma que "el creyente toma el auténtico cuerpo y sangre del Señor", abogando por la presencia real de Cristo en la comunión, además deja sin cambios lo formal de las antiguas ceremonias de la Iglesia. Esta confesión fue confirmada en 1558 asegurando la libertad de profesión religiosa de las iglesias firmantes y fue publicada en tres lenguas.
En 1559, siete ciudades mineras redactaron una confesión de fe ante la amenaza de expulsión del país por la contrarreforma que aducía que la adhesión a la Confesión de Augsburgo sólo era válida en Alemania. La Confesión Heptapolitana fue redactada en Selmecbánya (Schemnitz) y concluye con estas palabras: Sabemos que esta enseñanza es la verdadera e invencible palabra de Dios y rogamos que Cristo nos salve a todos nosotros en ella y que el Espíritu Santo garantice que demos un testimonio inalterado de ella ante el mundo todo y que seamos capaces de permanecer en la fe auténtica".
En una situación similar en 1569, se presentó la Confesión de Szepes (Confessio Scepusiana) que dice estar de acuerdo con la Confesión de Augsburgo y que presentó la fe de las iglesias cercanas a Polonia. Estas tres fueron presentadas ante autoridades eclesiásticas y redactadas y firmadas por iglesias bajo liderazgo teológico, no como la de Augsburgo firmadas por autoridades seculares con intereses políticos; además, salvo la condena a los anabaptistas, no contienen listas de doctrinas o movimientos rechazados, preferían no agravar la ya tensa situación. Es de interés notar que las regiones en paz: Hungría del norte y la región bajo dominio turco, son las que publican confesiones de fe, no así la región central en guerra con los turcos. Croacia, bajo dominio austríaco a mediados del siglo 16, presenta una confesión luterana de fe en croata gracias a la tarea de Esteban Consul (1563) y una en esloveno, obra de Primus Trubar, Kraina del Sur, en cirílico, publicada en Tubinga en 1562, que alienta la reforma luterana en la región aunque es perseguida por los Habsburgo hasta el edicto de Tolerancia de 1781. Por supuesto la Confesión de Augsburgo circula tanto en húngaro como eslovaco y alemán hasta el presente.
Será la Confesión de Györ, en alemán, l566, encargada por el general luterano Johann Rueber a su capellán, la que condenando toda herejía enumera los distintos movimientos existentes en esa época: sacramentarios, cripto-calvinistas, filipistas, adiaforistas, antitrinitarios o nuevos arrianos, anabaptistas, papistas. Será en Transilvania, que la Dieta de Torda (1548) establecerá por primera vez en Europa la plena libertad religiosa. En 1567 comenzará a organizarse la iglesia reformada sobre la base de una confesión de fe que sigue la Helvética II redactada por Heinrich Bullinger de Zurich. En 1576 se firman los Cánones de Hercegszölös, fundados sobre el trabajo del Mihály Sztárai, hasta entonces luterano, que son la base de la iglesia reformada en el territorio dominado por los turcos. En la Hungría monárquica la separación de luteranos y reformados tiene lugar en 1591 en el Coloquio de Csepreg, donde familias nobles sustentadoras de la reforma luterana se separan, unas serán reformadas, otras luteranas, algunas luteranos regresarán luego al catolicismo, y el debate filosófico y teológico separan en esa época a las dos familias de la reforma.
La tercera rama de la reforma, los antitrinitarios, con sustento en la emigración desde Italia y otras naciones influida por la visión humanista y racionalista, refugiada en Transilvania, son liderados por Ferenc Dávid, primero luterano y más tarde reformado, quien organizó la Iglesia Antitrinitaria, luego Iglesia Unitaria, en 1569, la cual abarcó tanto Hungría oriental como meridional. En su pensamiento definitivo, lejos ya de la simpatía que hasta entonces los acompañaba de parte de la casa reinante y muchos nobles y tras la persecución conducida por István Báthori, católico, rey de Polonia, gobernante sobre Transilvania, fueron influidos por el italiano Socinus (Socinio), refugiado en la región, y adoptaron una postura más moderada. Dávid murió en prisión en 1579, los más radicalizados huyeron a Polonia y pasaron luego a Holanda, contribuyendo al movimiento librepensador y al pensamiento deísta en Europa. Su intento era simplificar intelectualmente la doctrina cristiana de la Trinidad, un Dios verdadero en sustancia y manifiesto en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo; y enfatizaron los valores éticos por sobre la teología de la salvación. Muchos, en Transilvania, se volvieron a la iglesia reformada.
Otro movimiento importante fue el anabaptista. Su organizador en Hungría fue András Fischer quién murió en el martirio. Muchos de sus seguidores eran artesanos. Su énfasis teológico caía más en la ley que en la gracia. También estaban los sabatarios o sabatistas que se regían por las leyes del Antiguo Testamento, sobre todo en cuanto al día que se debía adorar a Dios.
Otro grupo de la reforma más radicalizada fue la denominada reforma popular, alentada por Müntzer, sostenida por la gente empobrecida de las ciudades y muchos campesinos, antifeudales que se organizaban en pequeñas comunidades. György Karácsony, campesino de Debrecen, llegó a ser su dirigente y durante 1569/70 proclamó la guerra santa contra los turcos y todo poder opresivo, prometió el reinado de los campesinos y los pobres donde todos serían iguales. Al fracasar en su ataque a los turcos se volvió contra los propietarios de las tierras y sitió Debrecen, siendo finalmente capturado y ejecutado por el gobierno de la ciudad y el ejército real que lo derrotó. Aunque se los identificó con los anabaptistas, nunca se llamaron ellos mismos con ese apelativo y son complejos los motivos que llevan a la rebelión campesina, incluso los reformadores tradicionales enunciaron críticas profundas al sistema social de su época aunque, como en Alemania, la Reforma también estuvo vinculada a los señores de la tierra y los gobiernos de las ciudades.
La contrarreforma o restauración católica
Desarrollo del movimiento de la reforma y reacción
La situación religiosa y política llega a un punto de flexión, la reforma había alcanzado una singular extensión. Por ejemplo, en la región de Transilvania, con reyes católicos en el trono había 500 ministros de la reforma frente a diez sacerdotes católicos: Doscientos luteranos, doscientos calvinistas, cien unitarios, pertenecientes a las distintas etnias de la región: húngaros, eslovacos, croatas, eslovenos, alemanes. La interpretación protestante de la historia ve, entonces, a los turcos como el llamado de Dios a la conversión a la auténtica fe, la de la reforma. Así opina Gáspár Károlyi, traductor de la Biblia al húngaro, así como otros ministros de la reforma.. Durante el siglo 17 los protestantes son mayoría en las dietas y la población les brinda amplia simpatía hasta comienzos del 18. Pero esta fuerza se enfrenta con el peso del imperio de los Habsburgo, el cual se sostiene sobre su afirmación católica de fe y sus alianzas con el poder romano y con Carlos V.
Los Habsburgo deciden la reconquista total del poder y usarán como armas lo religioso, especialmente a través de los jesuitas que entran en la Hungría de la monarquía en 156l, temporalmente desterrados, regresan definitivamente en 1586; en Transilvania entrarán en 1579, serán repetidamente expulsados e invitados a regresar. Los jesuitas capacitan a los clérigos, establecen una imprenta en Nagyszombat (Trnava) y escuelas dirigidas a los hijos de la nobleza, predican en forma popular y se dedican a la consejería espiritual personal, además de publicar numerosos libros y opúsculos. El imperio también utiliza sin medida todo el peso de su poder político y militar: confiscan las rentas de los protestantes, destierran pastores y maestros, cierran escuelas, destrozan imprentas, transfieren templos y escuelas a los católicos. Aprovechan el principio de "cuius regio -eius religio" y convencen a nobles y propietarios de tierras, con argumentos religiosos y políticos, a volver al catolicismo y, aplicando el principio que regía en Alemania, retoman templos y escuelas y destierran ministros. Los protestantes mantuvieron sus logros religiosos a través de continuas guerras en favor de su independencia política hasta el Edicto de Tolerancia de 1781. El respeto por la divergencia religiosa sólo era permitido como instrumento para la pacificación y desconocido en cuanto se creía asumida la totalidad del poder. Los "herejes" eran sospechosos siempre de "rebeldía" y ese presupuesto orientaba la política imperial, por eso el destierro, la condena a galeras, la tortura, y la condena a muerte, además de las continuas batallas políticas entre el imperio y la dieta.
Como muestra de la rudeza desmedida de la situación podemos citar el añadido en 1604 de un artículo primero a las leyes del estado, Dieta de Poszony (Bratislava), mediante el cual el emperador Rudolf asumía el derecho "limpiar el país de cualquier tipo de herejía" y prohibía a las dietas discutir quejas por cuestiones religiosas.
En el mismo año el príncipe István Bocskai, reformado (calvinista), de Transilvania se levanta contra los Habsburgo y obliga a Viena a brindar un tratado de paz (1606) que garantiza la libertad religiosa, aunque ésta contiene la afirmación "sin ofender a la religión católico romana", Bocskai no verá el fruto de su acción pues fallece el mismo año. Bajo el nuevo gobernante el movimiento de contrarreforma se fortalece también en Transilvania pero será en esa misma región donde se continúe la lucha contra el imperio y logre la paz de Linz (1647), bajo el gobierno de György Rakoczy I, quien afirmará la libertad religiosa aún de los campesinos.
La región entonces bajo predominio turco, aunque sufriendo el ser un pueblo ocupado, no fue molestada en su fe y hasta hoy son de fuerte presencia reformada.
Los años de duelo
El ascenso al trono de Leopoldo I inicia una dura y violenta lucha contra la reforma. Por una lado hay razones políticas, el imperio encuentra sus fronteras limitadas por el avance del dominio turco, en regiones donde al mismo tiempo se fortalecen los seguidores de la reforma. Donde el imperio domina hasta los húngaros católicos no son escuchados en decisiones políticas de importancia. Tanto los nobles protestantes como el gobernador de Croacia, Miklós Zrinyi, católico, resienten el poder imperial y lo ven como un peligro mayor que los turcos. Jugarán un papel importante contra los Habsburgo tanto István Wittnyédy, abogado de Sopron; el hombre de confianza de Zrimyi, el conde István Petröczy, y el conde István Thököly, todos luteranos, que incluyeron en las negociaciones secretas al calvinista Miklós Behtlen, rico conde de Transilvania. La idea era formar una República Húngara en la Hungría superior, pagar un impuesto anual a los turcos, expulsar a los obispos católicos y a los jesuitas, secularizar las propiedades de la iglesia. La misma sería encabezada por Luis Carlos, elector de Pfalz, con sus senadores, y se proponían capturar a Leopoldo y obligarlo a jurar respeto a la constitución húngara. La paz de Vasvár (1664) entre Viena y los turcos, pasando por encima de los húngaros, llevó la situación a una mayor tensión. Los húngaros se propusieron tener un rey francés y aliarse a los eslavos del sur, a los dálmatas, a los valacos y a los polacos, con ayuda turca, contra Viena. Así nos lo informan los comunicados de los nuncios a Roma. Sea cierto o no en todos sus detalles, en verdad los húngaros partidarios o no de la reforma se veían forzados por la opresión de los Habsburgo a tomar decisiones muy fuertes. El imperio respondió con tremenda dureza desde 1671 hasta 1681, pastores y maestros, que en realidad no eran los dirigentes de esta conspiración, fueron perseguidos y castigados con crueldad. Cárcel, galeras y muerte fueron castigo por la oposición a los caprichos del poder imperial. En 1671, el obispo luterano Joachim Kalinka fue desterrado bajo la acusación de esparcir las ideas del predicador checo-moravo Nicholas Drábik, quien fue ejecutado a los 83 años por haber anunciado la caída de los Habsburgo en escritos impresos por el educador Comenio en 1657 bajo el título Lux in tenebris. Al año siguiente 15 pastores luteranos acusados de resistir a la confiscación de los templos fueron llevados a juicio en Nagyszombat (Trnava) donde se les ofreció su libertad si firmaban una de tres alternativas: convertirse, renunciar al pastorado o el exilio voluntario, la mayoría se fue a Alemania donde continuaron su ministerio. En 1673 cuatro fueron sentenciados a muerte, entre ellos Kalinka que vivía en el destierro, y los obispos Fekete y Tarnóczy, otros 26 tuvieron que elegir entre la renuncia a su pastorado o el destierro con sus familias; al año siguiente otros 41 fueron desterrados.
En 1674, a mitad de año, fueron convocados perentoriamente los pastores y maestros partidarios de la reforma en los 27 condados de Hungría con la declarada intención de acabar con la herejía, según afirmó György Széchény, obispo católico. Los que vivían bajo dominio turco fueron impedidos de salir de esos territorios por el pachá de Buda. En Poszony (Bratislava, Pressburg) se presentaron 336, 282 luteranos y 52 calvinistas, y acusados de traición al imperio y difamación de la iglesia católica, la pena era la tortura y la muerte, pero se les dio la misma elección que a otros en los juicios anteriores: la mayoría eligió el exilio, 93 quedaron en prisión bajo durísimas condiciones, los que se negaron a convertirse y sobrevivieron fueron 18 luteranos y 24 calvinistas condenados a servir en las galeras españolas en 1675. Los embajadores de Holanda, Hamel Bruyninx, y de Suecia, Oxenstierna, y el pago de rescate por parte de comerciantes alemanes, luteranos radicados en Venecia, como Matthias Lauber y Johann Sorer, hicieron mucho por aliviar la suerte de los prisioneros. Debido a que los Habsburgo necesitaban aliados contra Francia, los reinos protestantes mencionados les pusieron como condición la liberación de los condenados a galeras, el emperador Leopoldo aceptó y el 11 de febrero de 1676 el virrey de Nápoles entregó al almirante holandés de Ruyter todos los prisioneros, tanto húngaros como eslovacos, checos y otros. De Ruyter dijo: He peleado en muchas batallas para mi honor frente a toda clase de enemigos, pero ésta es mi victoria más lograda, el que me haya sido permitido dar la libertad a estos inocentes servidores de Cristo de una carga intolerable. Sobrevivieron 26, quienes, según los términos del acuerdo no pudieron regresar a sus tierras, se refugiaron en Holanda, Inglaterra, y Suiza.
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