Centroamérica: Rebelión, ascenso y derrota del movimiento obrero (1930-1955)
Enviado por Lic. Carlos A. Abarca Vásquez
- Introducción
- Sustrato histórico de las rebeliones
- Años de ascenso del Movimiento Obrero
- Eventos del Movimiento Obrero y Comunista Internacional
- La Derrota del Movimiento Obrero en Guatemala y Costa Rica
- Conclusiones
- Obras consultadas
Introducción
Eric Hobsbawm aprecia en Historia del Siglo XX varios rasgos englobantes de la historia mundial que emerge de la depresión de 1929-1933. "Fueron más los gobiernos que cayeron hacia la izquierda que hacia la derecha, aunque por breve tiempo (…) La crisis intensificó la actividad antiimperialista (…) Señaló en la mayor parte del mundo colonial el inicio del descontento político y social de la población autóctona, necesariamente dirigido contra los gobiernos". (Hobsbawm, E. 2002:112)
Continúa el historiador inglés: Surgieron tres opciones que competían por la hegemonía político-intelectual: el comunismo marxista, el capitalismo reformado "en maridaje informal con la socialdemocracia de los movimientos obreros no comunistas" y el peligro del fascismo. Se produjo la caída de los valores políticos y las instituciones del liberalismo, victimado por la derecha política. Luego de la Segunda Guerra Mundial hubo un lento retorno a la democracia liberal, vinieron las luchas de descolonización en Asia continental, África del Norte y Central y el Medio oriente, y la Guerra Fría, "cuya singularidad estribaba en que no había ningún peligro de una Tercera Guerra Mundial".
La situación de Centroamérica corresponde parcialmente con el boceto. Solamente Belice y la Zona del Canal eran colonias. Desde 1856-57 Nicaragua, otro territorio canalero, fue epicentro de invasiones armadas norteamericanas en 1909, 1912 y 1926 sin llegar a consumarse un protectorado, aunque algunos lo pidieran. Las instituciones y los valores cívicos liberales se afirmaron muy lentamente entre guerras internas, golpes militares y dictaduras. Los partidos políticos tomaron cuerpo ciudadano después de la Primera Guerra. En forma tardía se configuró también una izquierda política con colorido liberal demócrata, laborista, socialista, anarquista y comunista asentada en pocos letrados, artesanos y obreros por oficios.
Sí hubo bastante similitud en otro aspecto de aquel esbozo. El comunismo staliniano, más que el pensamiento marxista, hizo trincheras en una oscura guerra de clases. De ahí la competencia con movimientos obreros no comunistas acuerpados por la OIT, embajadas y centrales obreras norteamericanas, el panamericanismo y el antiimperialismo del peruano Haya de la Torre. Las atroces dictaduras de Hernández Martínez, Somoza García, Tiburcio Carías y del binomio Ubico-Ponce Valdéz no tenían ilustración ni base social para configurar la opción política fascista. Fueron como un retroceso al status político de mediados del siglo XIX maquillado con nuevas instituciones liberales en multiformes sociedades capitalistas.
El temor al fascismo tomó figura en la región a raíz de la Guerra Civil Española y con la Segunda Guerra Mundial; una vez que Estados Unidos envió a Europa sus tropas y pidió refuerzos continentales. En el trance cayeron dictadores y hubo expectativas revolucionarias en Costa Rica y Guatemala. En los demás países, aún bajo dictaduras, avanzó la forma republicana del Estado mediante la legalización de partidos políticos electorales, inversión pública en infraestructura y mediación estatal en los campos de la salud y el trabajo. Los viejos ejércitos revestidos como Guardias Nacionales y la clase exportadora en alianza con grupos de clase media, enfrentaron el ascenso del movimiento obrero; sin faltar el apoyo financiero o la avanzada militar auspiciada por el Pentágono. En Nicaragua perduró la dictadura.
Este artículo es otro acercamiento a esa coyuntura histórica y conlleva varios objetivos:
1. Sintetizar algunos procesos históricos centroamericanos en relación con las luchas sociales y políticas del movimiento obrero y popular.
2. Conocer el desarrollo del movimiento sindical y de partidos proletarios como fuerzas contestatarias a los regímenes políticos de la región.
3. Caracterizar procesos de avance y retraimiento de las luchas populares contra los gobiernos oligárquicos y la dominación imperialista en Centroamérica.
Sustrato histórico de las rebeliones
A. LAS BATALLAS DE SANDINO
"En las proclamas y declaraciones políticas del General Sandino se encuentran todas las demandas del movimiento obrero internacional, menos espectaculares que el desafío a la intervención de Estados Unidos". En el programa rebelde que surgió y se ejecutó en parte en Las Segovias, se materializó "la defensa política de los intereses de los trabajadores (la cual) tenía muy pocos y dispersos precedentes". Son conclusiones del historiador alemán Volker Wûnderich.
La guerra del ejército de Sandino contra la infantería norteamericana y la Guardia Nacional fue el comienzo de la resistencia popular a otra acción imperialista del gobierno de Estados Unidos. En la gesta de Sandino subyace el legado de guerra anticolonial contra el esclavista William Walker y de las guerras de independencia contra el imperio español. Son procesos de una continuidad histórica de largo plazo, que colocan a Centroamérica en la historia mundial de las luchas nacionalistas del siglo XX y contra la explotación de las empresas capitalistas.
La hazaña que dirigió Augusto César Sandino (1895-1934) transcurrió en tres fases. La primera, entre enero de 1926 y mayo de 1927. En ese lapso se produjo el golpe de Estado que derrocó al Presidente Juan Bautista Sacasa, la reacción militar de los liberales, la invasión del ejército gringo, en marzo de 1927; el cese de las contiendas entre liberales y conservadores tras la firma del Pacto de Espino Negro y el levantamiento armado de Sandino en Nueva Segovia.
La siguiente fase la ubico entre junio de 1927 e inicios de 1929. Comprende las acciones de guerrilla para crear el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, la extensión de los combates a Jinotega, Matagalpa y Zelaya Norte; la solidaridad internacional y la definición del programa de soberanía y reivindicación social que Sandino propuso al gobierno norteamericano.
Otro momento, inicia con el viaje de Sandino a México -diciembre del 29-abril de 1930- y concluye en enero de 1933. Este año las fuerzas invasoras abandonan Nicaragua. Sandino envió al Presidente liberal Juan Bautista Sacasa una propuesta de paz que fue aceptada. La guerra termina oficialmente el 2 de febrero de 1933. El movimiento político que creó Sandino desapareció con el fusilamiento de El General en el monte La Calavera a las 11 de la noche del 21 de febrero de 1934.
Hay dos temas relevantes de ese proceso que suscitan interés y discrepancias: El contenido social de la rebelión y la solidaridad comunista, en relación con los matices del pensamiento de Sandino. El primero evolucionó en el contexto de crisis de la minería y la depresión de 1929-1933. El segundo, está enlazado al accionar de la Internacional Comunista y su red organizativa entre Estados Unidos, México y Centroamérica.
La base social de la guerra era eminentemente popular. Muchos mineros se sumaron al ejército de Sandino porque desde el siglo XIX las minas de Chontales convirtieron a Nueva Segovia en importante centro extractivo y comercial. En 1907 hubo al menos 144 denuncios por parte de ingleses y norteamericanos. En 1910 había 60 minas en actividad, pero la depresión del mercado de oro y plata afectó el comercio y la extracción. En 1927 se mantenían solo 6 minas en explotación; había desempleo y decaimiento del nivel de vida. Ese año Sandino ocupó la mina San Albino, expropió a los norteamericanos y pagó en oro puro los salarios adeudados a los trabajadores.
El apoyo de los campesinos e indígenas fue posible porque era común que se involucraran en las confrontaciones militares de liberales y conservadores, en parte por la oferta del botín de guerra. En Nueva Segovia prevalecía una estructura histórica de explotación y vejación a los indígenas, acentuada por la expansión del cultivo de café. En 1881 estalló en Matagalpa una rebelión, "La Guerra de las Comunidades", que involucró al menos a 6.000 indígenas. En 1891 hubo otras rebeliones. Informes policiales de 1901 indican que los trabajadores huían de las haciendas y cambiaban de nombres para evadir a los perseguidores. Reinaba una tradición de rebeldía y confrontación. Entre 1917 y 1932 en Nueva Segovia aumentó en 3.000 Has el área sembrada de café y campesinos pobres e indígenas fueron expulsados de sus comunidades. Después vino el desempleo que trajo la gran depresión.
En síntesis, según el mismo Sandino, "los oficiales provenían de varias naciones y la médula del ejército era nicaragüense". Algunos mandos eran antiguos dueños de tierras arruinados por los militares y las tropas invasoras. La mayoría del ejército eran obreros mineros y de los bananales, trabajadores desocupados, campesinos pobres mestizos e indios, entre ellos, los miskitos de Bocay.
Sandino no tuvo ideología comunista aunque su vida laboral fue en gran parte un recorrido por el mundo obrero. Desde los 20 años trabajó como ayudante de mecánica. En Honduras se empleó en el Ingenio Montecristo. En Guatemala, en las plantaciones bananeras. En México, en la industria petrolera. En ese país se vinculó con el movimiento obrero, conoció sus fundamentos ideológicos, vivió la agresión norteamericana a la revolución y se acercó la masonería http://www.elortiba.org/sandino.html Por otra parte, la solidaridad del movimiento comunista con las luchas de Sandino es indiscutible. El debate atañe a esa influencia en el pensamiento y las decisiones políticas de insurrecto.
El Partido Comunista de Centro América (PCCA), fundado en 1925, mantenía relaciones con el Partido Comunista de México. Entre 1926 y 1928 la rebelión de Sandino entró en agendas del Primer Congreso contra el imperialismo que se celebró en Bruselas y en el V y VI Congreso de la Internacional Comunista (IC). Por iniciativa de centroamericanos, en esos congresos se acordó abrir sedes en cada país de la Liga Antiimperialista de las Américas (LAIA) y de Socorro Rojo Internacional (SRI). Ese año se creó en México, el comité de solidaridad, "Manos fuera de Nicaragua" (MAFUENIC) presidido por David Alfaro Siqueiros.
No obstante, hubo contrariedades. Algunas, derivadas del acervo liberal y nacionalista latinoamericano de Sandino; del impacto político regional que tuvo el enfrentamiento con el ejército norteamericano y, otras, debido a las cambiantes directrices de la IC con respecto a la revolución, el imperialismo y las alianzas políticas frente a esos procesos.
En 1928, durante el VI Congreso de la IC, se enfriaron las relaciones de cordialidad que existían entre la IC y el APRA de Haya de la Torre. En el Congreso de la LAIA celebrado en Francfort en agosto de 1929, se discutió la reorientación derechista de los gobiernos en distintos países y surgieron desacuerdos de fondo entre el grupo del Partido Laborista Inglés y los comunistas. El representante de Sandino, José Constantino González, rechazó una moción para expulsar del congreso a la delegación del APRA.
En el lapso de la crisis económica de 1929 y a raíz de la Guerra Civil en la URSS, se planteó que el movimiento comunista mundial debía supeditar sus tácticas de lucha a la defensa de la revolución bolchevique. Se vislumbraba, además, el ascenso del fascismo. Hacia 1929 la política del gobierno mexicano evolucionó a la derecha, con el presidente Portes Gil, y la IC rechazó las coaliciones amplias en la lucha antiimperialista. Por su parte, Estados Unidos promovió el triunfo electoral de José M. Moncada (1929-1933) y creó la Guardia Nacional. Sandino regresó a Nicaragua en abril de 1930. En febrero de 1931 se produjo la ruptura con Farabundo Martí y el movimiento comunista. Tanto "el apoyo interior como el exterior había desaparecido y sólo faltaría el desenlace fatal: su asesinato."
B. INSURRECCIÓN EN EL SALVADOR
Varios conflictos laborales precedieron la explosión social y política que surgió en El Salvador durante la gran depresión capitalista. En 1929, la huelga comunal de no pago de alquileres. En 1930 unos 900 trabajadores paralizaron la empresa constructora del balneario La Chacra y los Tanques de Holanda. El 1 de mayo la Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños movilizó a las ligas campesinas y sindicatos agrícolas con la consigna de reforma agraria. La misma semana hubo un conato de huelga en la plantación La Presa, en Coatepeque. La Guardia Nacional intervino y expulsó a 345 familias de trabajadores.
Un mes antes, la FRTS organizó la recolección de 30.000 firmas para apoyar una ley sobre el pago del salario mínimo y la estabilidad en los contratos de trabajo agrícola. No obstante, en el discurso del Día del Trabajador, el Presidente Romero Bosque censuró ante 80.000 personas la organización sindical en el campo. En agosto y octubre emitió decretos que prohibieron reuniones, difusión de propaganda, circulación de la prensa obrera y autorizó decomisar impresos y correspondencia sindical.
En marzo y abril de 1931 fueron reprimidas huelgas y manifestaciones en demanda de alzas de salarios y mejores condiciones de trabajo. En septiembre fueron asesinados 15 obreros de los que participaron en una huelga, en la Hacienda Asuchillo. El 4 de enero de 1932 mujeres y hombres cortadores de café paralizaron las haciendas Chayal, Tortuguero, Montañita, Paraíso, Santa Rita y Anonal. El 7 de enero ocurrió otra huelga de cortadores de café en otras haciendas de Ahuachapán. El 16 hubo otra protesta similar en la Hacienda San Isidro, en Sonsonate.
La violencia agraria y política explotó en los días de elecciones municipales y legislativas fraudulentas. En el distrito Turín, Santa Rita, 400 hombres invadieron fincas y rodearon el cuartel de Guardia Nacional. El gobierno suspendió las elecciones en Turín, Tacuba, Colón y otros pueblos de Sonsonate, lugares favorables al partido comunista. En Ahuachapán se produjeron disturbios el 3 y 4 de enero. El 3 de enero al menos 200 electores asediaron el edificio de Gobernación y el día 4 los indígenas invadieron la Finca Santa Rita. En las votaciones de diputados del 10 al 12 de ese mes ocurrieron otros hechos violentos en Sonsonate, Armenia, Juayúa y San Isidro.
El 18 y 19 de enero unos 500 rebeldes entraron al barrio de Concepción: hubo disturbios y dos ataques al Cuartel del Primer Regimiento de Caballería en un intento de liberar a Farabundo Martí. En Ahuachapán, el PC tenía un plan de asalto al cuartel previendo el fraude electoral y el gobierno decretó estado de sitio. El día 12 murieron 30 militantes comunistas a raíz de una ocupación de fincas en Ahuachapán. Por esos días fueron apresados Farabundo Martí, Alfonso Luna y Mario Zapata quienes fueron fusilados en el Cementerio General de San Salvador el 31 de enero de 1932.
El movimiento rebelde había estallado con furia en varios lugares del país, entre el 18 y 25 de enero. Indígenas, campesinos y obreros agrícolas asaltaron viviendas de terratenientes y hacendados, guarniciones y cuarteles, oficinas públicas y municipios, tiendas de raya, almacenes, fincas y casas de ladinos ricos.
El 22 de enero estalló la rebelión en los poblados de Salcoatitán, Sonzacate y Juayúa; en este lugar, dirigidos por el indígena Chico Sánchez y por los trabajadores Lucas Zavaleta y Benjamín Herrera. A las tres de la tarde del 23, cerca de 500 hombres tomaron Nahuizalco al mando del cacique Felipe Nerio y de Tomás González y Juan Isidro Pérez, dirigentes del PCS. Hubo dos ataques: El asalto al poblado de Colón por unos 300 hombres y otro grupo de 400 atacó Santa Tecla. Tuvieron el control militar de Los Amates, Teotepeque, Tepecoyo y Finca Florida, aldeas del Departamento La Libertad. El asedio llegó a los cuarteles de la capital, al caserío de Ansino y a Panchimalco. Otros disturbios y ataques aislados a las guarniciones policiales se produjeron en occidente, en Chalchuapa, Santa Ana y el Congo.
El mismo día también se combatió en las vecindades de Sonsonate. Pobladores del barrio San Antonio se unieron a los rebeldes que venían de los cantones orientales y de poblados como Atiquizaya, Turín y San Julián. Unos 1.500 hombres asediaron el cuartel principal a la 1:30 de la madrugada del 23 de enero y el grupo del barrio San Antonio atacó la Alcaldía de Ahuachapán. En repliegue forzoso, los rebeldes volvieron a Tacuba, lugar que habían tomado al comenzar la insurrección y organizaron un gobierno propio, hasta el 25 de enero. En ese lapso ensayaron la expropiación y redistribución de la tierra.
En Izalco, Sonsonate, el 22 de enero al menos 2000 indígenas y campesinos al mando del cacique José Feliciano Ama tomaron los barrios Dolores y La Asunción. Al día siguiente el gobierno lanzó varios bombardeos aéreos y el 25 retomó el poder en Izalco. Al amanecer del 23 de enero otros 500 rebeldes hostigaron en Sonsonate. Tomaron la plaza pero fueron repelidos por los militares y la guardia cívica hasta Sonzacate lugar que convirtieron en su bastión. Ahí adquirió rasgos legendarios por su valor y capacidad organizativa, Julis La Roja, o la camarada Julia.
Sonsonate fue el centro de contraofensiva de la dictadura desde el 24 de enero. El aparato represor estaba compuesto por la Policía Nacional, la Guardia Nacional y la Policía de Hacienda, cuerpos entrenados por militares españoles, y por la Guardia Cívica: una milicia privada al servicio de terratenientes y hacendados aun en tiempos de paz, reorganizada por el gobierno para repeler los ataques rebeldes y asesinar comunistas. Se utilizó, además, la aviación. (Anderson Thomas. Op. Cit. 1976: 9-70)
La reconstrucción de los acontecimientos militares y del fenómeno de violencia política, así como la explicación histórica de este proceso, ha suscitado múltiples investigaciones. Como fenómeno de cambio social y político es evidente que remita a las condiciones estructurales y de la coyuntura. También hay suficiente estudio sobre la crisis del Estado oligárquico y de los intentos reformistas de los gobiernos del Dr. Romero Bosque y Arturo Araujo. En menor grado hay consenso sobre el papel determinante o no de la participación del PCS. Se han rescatado bastantes rebeliones indígenas como parte de una tradición de lucha y hay otros temas abiertos a la investigación, como las diversas corrientes de organización sindical en el campo y las luchas del campesinado empobrecido.
El Salvador tenía 1.722.579 habitantes en 1930, con una extensión de 20.877 km2. Las tierras de los indígenas y los ejidos municipales representaban un 25% del área del país y fueron expropiadas con base en las leyes liberales de 1881-1882 para dar paso a la formación y expansión de haciendas cafetaleras. Esa estructura configuró la matriz de las rebeliones de indígenas y de las luchas de los emigrantes en la periferia del país. En 1872 la iglesia estimuló la rebelión de Cojutepeque y, entre ese año y 1889, hubo siete revueltas indígenas.
La aplicación de las leyes de expropiación causó levantamientos en 1884 en Izalco y Atiquizaya. En Nahuazilco el 5 de octubre de 1884 unos 2.000 indígenas y campesinos atacaron el gobierno local, mataron funcionarios municipales y quemaron archivos, Alcaldía y la casa de un ladino opresor. Otras rebeliones ocurrieron en Cojutepeque en 1885 y en 1898 en Santa Ana. Por otra parte, desde las últimas décadas del siglo XIX, el fraude electoral en perjuicio de candidatos indígenas fue otro motivo de disturbios. En 1885 los indígenas recuperaron el control municipal en occidente y lo retuvieron hasta 1905. En 1927, 1929 y enero de 1932 perdieron los concejos locales, en medio de fraudes y violencia.
La forma de resistencia a la privatización de las tierras comunales tomó el cauce de juicios y alegatos burocráticos. No obstante, la cacería de mano de obra, las intervenciones militares o de la guardia privada para expulsar de las haciendas a las familias, la represión para impedir la organización sindical y las artimañas electorales acumularon descontento y propiciaron levantamientos y protestas con visos de rebelión social. De tal manera que, esas revueltas desorbitadas por la depresión económica y la crisis del café no fueron inducidos, necesariamente, sólo por la acción sindical o política de los comunistas.
La participación del PCS en la insurrección de 1932 está bastante documentada. No así, su relación con la actividad sindical en el campo, ni con el protagonismo sindical anarquista. Entre 1929 y 1930 afloraron pugnas ideológicas entre los dirigentes laboristas, comunistas y anarquistas representados en la Federación Regional de Trabajadores, creada en 1924. En el V Congreso de la Federación, del 8 al 14 de agosto de 1929, la facción comunista desplazó a los dirigentes de otras corrientes y en posición de hegemonía encauzaron la actividad sindical en la línea de la Tercera Internacional. Los anarquistas habían dirigido la huelga de inquilinos de 1929 y al año siguiente crearon el Centro Sindical Libertario. En Ahuachapán, en 1930 estaba activa la Unión Sindical de Proletarios, nombre que sugiere presencia anarquista. En 1936 los anarcosindicalistas estaban agrupados en La Asociación Internacional de Trabajadores de Berlín.
El Partido Comunista había sido fundado el 30 de marzo de 1930, a orillas del lago Ilopango. Después del golpe de Estado de 1931 hubo condiciones legitimadoras para la expresión de las ideas y la organización política, y por ello participación en el siguiente proceso electoral. En junio del 31 el partido tenía 600 miembros y a fines de año 1.800. En esos doce meses circuló el periódico La Estrella Roja, editado por la UES, con una orientación marxista. El partido se insertó en las luchas sindicales urbanas e inició la organización de los obreros agrícolas. La FRTS formó Ligas campesinas y sindicatos y organizó el desfile del 1 de Mayo de 1930 con la consigna de reforma agraria. Impulsó la creación de la Universidad Popular e impartía ciclos de charlas en Izalco, Juayúa y Ahuachapán.
En otro ángulo, el partido cultivó vínculos internacionales a través de varios organismos. La FRTS envió delegados al V Congreso de la Confederación Sindical Latinoamericana (CSLA) y de la Internacional Sindical Roja (ISR). Tuvo delegados en el Socorro Rojo Internacional (SRI) que había sido fundado el 12 de agosto de 1921 para socorrer a la población rusa de la hambruna de ese año. El PCS y el PCG fueron enlaces para Centroamérica del Buró del Caribe de la III Internacional, muy activo en México y Estados Unidos.
El V Congreso de la IC definió el SRI como una organización neutral destinada a dar apoyo material, moral y jurídico a los militantes revolucionarios y sus familias. El Segundo Pleno del Consejo Campesino Internacional de la IC celebrado en 1925, propuso convertir el SRI en escuela de educación campesina y organizar secciones nacionales. El V Pleno de la IC lo estimó un medio de educación política y de propagar consignas del Manifiesto Comunista.
Por otra parte, en el V Congreso de la ISR se acordó que el Secretario del Caribe de SRI se activara con secciones en Centroamérica y Las Antillas, y nombró a Farabundo Martí como delegado del Secretariado del Caribe del SRI. Otros responsables del SRI en El Salvador fueron José Ismael Hernández, zapatero y Balbino Marroquín, albañil. El mismo día de la fundación del PCS se creó la Sección Salvadoreña de Socorro Rojo Internacional y en mayo de 1930 se redactaron y aprobaron los estatutos.
A pesar de su juventud el PCS decidió participar en las elecciones municipales y legislativas del 4 al 12 de enero de 1932. A raíz del fraude en las rondas municipales y ante las rebeliones espontáneas que ocurrieron en varios lugares el 3 y 4 de ese mes; después de agotar conversaciones con el gobierno, el CC se reunió los días 7 y 8, formó un Comité Militar Revolucionario y acordó iniciar la insurrección el 22 de enero. En consecuencia, el PCS se involucró en un proceso de lucha social y rebeliones campesinas e indígenas en marcha y los sucesos siguientes determinaron su derrota política y sindical.
Años de ascenso del Movimiento Obrero
En 1950 Centroamérica tenía poco más de 11 millones de habitantes. Veinte años atrás, la desocupación, el descenso de los salarios e ingresos y el deterioro del nivel de vida a causa de la depresión del 29-33; la crisis del libre comercio y de la ideología liberal; y la bancarrota de los estados oligárquicos, coincidieron con una fase de reorganización y auge de las luchas del movimiento obrero y campesino. Ello, a pesar del ascenso del estamento militar al control del Estado: en El Salvador, con Maximiliano Hernández Martínez (1931-1944), en Honduras, con Tiburcio Carías (1936-1949), en Nicaragua, con Anastasio Somoza G. (1936-1956) y en Guatemala, primero con Jorge Ubico (1931-1944) y luego, con Carlos Castillo Armas (1954-1957).
Como casos de excepción, entre 1940 y 1954, el impacto económico y social de la Segunda Guerra Mundial creó condiciones en Guatemala y Costa Rica para configurar un Estado de derechos y garantías sociales, financiado con leves reformas monetarias y tributarias, y la intervención política en la dinámica del mercado. Se trata de un cambio estructural que fue avalado por el gobierno y el capital norteamericano, y bastante tolerado por los sectores agroexportadores, la naciente burguesía empresarial y las clases medias.
La fundación de partidos comunistas y socialistas o su reestructuración; la reorganización de la clase asalariada en federaciones y confederaciones nacionales y su mayor protagonismo en las luchas laborales, cívicas y políticas constituyen los rasgos relevantes del movimiento obrero y campesino. Hay que recalcar que, entre 1935 y 1943, sus vínculos internacionales los subordinaron a las alianzas políticas que generó la Segunda Guerra; aunque las luchas de la clase trabajadora evolucionaron con mayor autonomía.
La constitución de partidos comunistas fue un hecho crucial en la historia política de cada país y de la región. Con ideología definida, importantes cantidades de electores optaron por participar en una lucha pro afirmación de la soberanía popular como premisa electoral de la democracia representativa: una vieja conquista de la burguesía europea y latinoamericana frente al Estado absolutista y ante la sujeción del proletariado a los clubes políticos y partidos oligárquicos, liberales o clericales.
En la década del 20, en cada país de la región se formaron facciones políticas identificadas con las ideas y doctrinas del socialismo o el comunismo, propiciando disidencia y la unión de artesanos, obreros, campesinos e intelectuales. Aunque las exclusiones del voto censitario y masculino limitaran las alternativas propias de poder ante los bloques oligárquicos, la participación electoral de los partidos socialistas y comunistas propició la competencia política, la lucha ideológica y mostró la esencia de clase de los poderes del Estado.
El cuadro siguiente ubica antecedentes y la fundación de esos partidos en cada uno de los países centroamericanos.
C.A.: GRUPOS Y PARTIDOS COMUNISTAS Y DE IZQUIERDA 1921-1931
1921 Grupo Comunista Centroamérica
7-1921 Grupo Comunista de Panamá
5-1922 Partido Comunista de Honduras
5-1923 Partido Comunista Guatemalteco
1924 Grupo Socialista de Nicaragua
1925 Partido Comunista Centro América
1927 Partido Socialista Honduras
1929 Bloque Obreros y Campesinos C.R.
4-1930 Partido Comunista de Panamá
3-1930 Partido Comunista de El Salvador
1930 Reorganización P. C. Guatemala
9-1930 Partido Socialista de Panamá
6-1931 Partido Comunista de Costa Rica
8-1931 Partido del Trabajador Nicaragûense
1934 Primera sesión P.T. Nicaragûense
1936 Partido Laborista de Nicaragua
1944 Partido Socialista de Nicaragua.
1946 Reorganización PCG Guatemala
1954 Reorganización del PC hondureño
Fuente: Con base en bibliografía. Elaboración propia.
El Grupo Comunista de Centroamérica fue mencionado por primera vez fuera de la región en un comunicado de 1921 del Movimiento Internacional de Mujeres Comunistas. En 1922 la IC publicó un artículo sobre Guatemala con énfasis en la dependencia de América Central a los Estados Unidos. En esos años, la IC influyó en las federaciones sindicales a través del PC de México y las federaciones de estudiantes universitarios. Otros nexos se dieron a través del Buró del Caribe de la IC, La Liga Antiimperialista de las Américas y Socorro Rojo Internacional; aunque se debilitaron durante la depresión capitalista de 1929-1933.
En el movimiento sindical, después de 1929 intervinieron la Internacional Sindical Roja, la Central Sindical Latinoamericana, el Comité de Acción Sindical dirigido por los anarquistas y la Federación Panamericana del Trabajo. En 1932 el Comité Ejecutivo de la IC recibió informes de la Comisión Obrera Socialista (Guatemala) sobre la creación del PCCA. Otro artículo de la IC sobre Honduras puso énfasis en las luchas contra los monopolios bananeros y el control de Estados Unidos sobre las finanzas y el Estado. En Nicaragua hubo presencia de comunistas destacados durante la guerra de Sandino.
La crisis de 1929-1933 debilitó los vínculos internacionales y a partir de 1935 se supeditaron al enfrentamiento con el fascismo, hasta el fin de la Segunda Guerra. Al Congreso fundador de la CTAL celebrado en 1938 asistieron delegados de Nicaragua y Costa Rica. Al Segundo Congreso, en noviembre del 41, hubo delegados de Costa Rica, Nicaragua y Panamá. Esos países asistieron al Tercer Congreso, en 1944. Rodolfo Guzmán, Secretario General de la CTCR fue electo en el Comité Ejecutivo.
El VII Congreso de la IC sesionó en Moscú en 1935. Ahí se aprobó la admisión del PCCR. En El Salvador había un grupo comunista desde 1929 y participó en la Conferencia de Montevideo. El PC se fundó en 1930 y ante los sucesos de 1932, se reorganizó en 1934. En Honduras hubo un PC desde 1927, en 1935 fue reconstruido y tenía unos 500 militantes. En Guatemala desapareció el PC creado en 1925; se reorganizó en 1930 y tenía 80 militantes. En Costa Rica el PC se fundó en 1931, trabajaba en legalidad, tenía sindicatos en todo el país, editaba el periódico Trabajo, dirigió importantes huelgas bananeras y de zapateros y en 1934 eligió 2 diputados y dos regidores municipales. En Nicaragua no había PC.
Eventos del Movimiento Obrero y Comunista Internacional
1929 Central Sindical Latinoamericana. Uruguay
1929 Conferencia Int. Partidos Comunistas. B. A.
1930 V Congreso de la ISR.
1932 Disolución de la COPA
1934 Disolución de la ISR
1935 VII Congreso de la IC. Frentes antifascistas.
1936 Disolución de la CSLA
1938 Conf. de Trab. de A.L. (CTM-CIO-CSLA)
1941 II Congreso de la CTAL
1943 Disolución de la IC
1944 III Congreso de la CTAL
1945 Fed. Sind. Mundial. Socialdem y Comunistas
1948 Escisión en la FSM. Nace la CIOSL.
1948 IV Congreso de la CTAL
1949 Disolución de la CTAL.
1949 Conf. Interamericana de Trabajadores
1950 Conferencia Sindical de América del Sur.
1951 La CIT se constituye en la ORIT
Fuentes: Godio Julio. En: www.nuso.org/upload/articulos/1395_1.pdf Del Rosal, Amaro. 1963. Los
Congresos Obreros Internacionales. en el Siglo XX. Editor Juan Grijalbo. Primera Edición. México. 1963.
Después de la Segunda Guerra el gobierno de EUA, la CIA y la AFL creada en 1882, concertaron para eliminar la influencia comunista en las centrales sindicales de Europa, Asia, África y América Latina. Provocaron la escisión de la FSM, cuya ruptura se produjo en 1947 cuando se adhirió al Plan Marshall. En 1949 se fundó en Londres la CIOSL, la cual apoyó a la OTAN contra la URSS e impulsó la doctrina del sindicalismo partidario de la colaboración de clases. La AFL y la CIO se fusionaron en 1955 para facilitar la estrategia hegemonista e intervencionista de Estados Unidos. Su aliada en América Latina fue la ORIT. La AFL-CIO y la CIA fundaron un centro doctrinario para reclutar sindicatos y asociaciones disidentes del comunismo y del bloque soviético. En Centro América, la injerencia y el espionaje sindical se reorganizaron en el gobierno John F. Kennedy.
El cuadro siguiente ilustra la constitución de federaciones, confederaciones y uniones de trabajadores, y denota el mayor nivel de organización sindical alcanzado hasta entonces por la clase trabajadora centroamericana.
C.A.: ORGANIZACIONES SINDICALES 1929-1955
EL SALVADOR
8 al 14 del 8-1929 V Congreso de la FRTS
1929 Liga de Inquilinos
1930 Centro Sindical Libertario
1932 Unión Trab. del Campo
1944 Unión Nacional de Trab.
1944 Comité Coordinador obrero
1957 Conf. General Trabajadores S.
NICARAGUA
1934 Consejo Intergremial Obrero
1935 Frente Obrero Femenino
1937 Federación de Trabajadores
1939 Sindicato Obrero Femenino
1944 Comité Organizador de la CTN
Octubre 1944 Fed. Ob. y Camp. Chinandega
1946 Fed. Trabajadores Managua.
Febrero 1946 Conf. General Trab. Nic.
HONDURAS
Federación de Maestros
Mayo 1930 Federación Sindical H
1944 Unión Nacional Trabajadores
1950 Comité Coordinador Obrero
28-31 del 8 1954 I Congreso Obrero de Tela.
PANAMÁ
1 de mayo 1930 Fed. Sindical Obreros y Camp.
14 de set. 1945 Fed. Sindical Trab. de Panamá
30 marzo 1956 Conf. Traba. República Panamá
GUATEMALA
1 de oct. 1944 Conf. Trab. de Guatemala
18 enero 1945 Sindicato Trab. Educaciòn
9 julio 1945 Conf. Obrera Regional
23 enero 1946 Fed. Sindical de Guatemala
1946 Fed. Reg. Central Trab. G.
Fed. Laboral Autónoma G.
1946 Unión Sindical Guatemala
Dic. 1946 Comité Nac. Unidad Sindical
28 mayo 1950 Conf. Nac. Camp. Guatemala
14 de oct. 1951 Conf. Gen. Trab. Guatemala
1953 Frente Político Democ. Nac.
Enero 1954 II Congreso Unidad Sindical
1955 Fed. Autón. Sind. Guatemala
1956 Fed. Nal. Ob. Textil, Ves. Simil.
1956 Consejo Nac. Sind. Guatemala
COSTA RICA
7 agosto 1936 Asociación Maestros Unidos
1938 Comité Nac. Sind. Enlace
Diciembre 1940 Unión de Mujeres del Pueblo
Junio 1941 Asoc. Nac. Ed. Pensionados
24 octubre 1942 Asoc. Nac. Educadores
4 de oct 1943 Conf. Trab. de Costa Rica
15 de sept. 1943 Conf. Trab. Rerum Novarum
31 agosto 1945 Fed. Nac. Trab. Industriales
Nov. De 1946 Alianza Femenina CR
1949 Comisión Obrera Sindical
1950 Conf. Nac. Trab.
1952 Asoc. Nac. Emp. Públicos
1952 Alianza Mujeres CR
Marzo 1953 Conf. General Trab. CR
15 de julio 1955 Asoc. Prof. Seg. Ens.
Junio 1955 Fed. Nac. Jtas. Progresistas
3 de julio 1944 Asoc. Nac. De Maestros
Fuentes. Con base en la bibliografía. Elaborado por el autor.
En ningún país se crearon confederaciones sindicales nacionales en el decenio 1930-1940. El mayor grado de centralización se expresó en ligas, uniones, federaciones regionales y locales o en centros coordinadores sindicales o gremiales. No había legislación laboral; predominaron los sindicatos, sin que desaparecieran agrupaciones mutuales y asociaciones gremiales. Ese tipo de instancias respondía a la baja producción fabril y manufacturera o era una opción legitimada por las dictaduras. De ahí la poca vinculación con el movimiento obrero internacional, agravada por las consecuencias de la depresión económica.
La década fue rica en disputas ideológicas y por la hegemonía sindical entre las corrientes socialista, anarquista y marxista. En general, hubo un decaimiento relativo de los antiguos nexos y compadrazgos entre gobiernos liberales y las asociaciones gremiales de artesanos e intelectuales, situación que benefició la autonomía de clase de los trabajadores. En las capitales, ciudades más urbanizadas, puertos y áreas de producción o extracción mineral tipo enclave, prevalecieron los sindicatos y federaciones marxistas, y fueron blanco preferido de las ondas represivas militares y políticas.
Las alianzas antifascistas forjadas al calor de la Segunda Guerra reforzaron las tesis de la democracia frente a las dictaduras; la institucionalización de derechos laborales y garantías sociales y, con ello, el crecimiento sindical y la actividad de los partidos comunistas y socialdemócratas. En todos los países se legalizaron los sindicatos y otras coaliciones y se crearon confederaciones nacionales. Aquellas bajo influencia comunista se afiliaron a la Confederación de Trabajadores de América Latina y a la Federación Sindical Mundial. Al finalizar Segunda Guerra terminaron los alineamientos de las metrópolis vencedoras; vino la Guerra Fría y la hegemonía de Estados Unidos, fenómenos que remozaron el retorno de las dictaduras, la ilegalización de las confederaciones sindicales y de los partidos comunistas.
Una aproximación a la estadística sindical muestra lo siguiente: En el Salvador, a principios de 1930 la FRTS tenía 15.000 afiliados, 31 sindicatos urbanos y semiurbanos, 4 rurales y 3 mixtos.
En Guatemala la CNCG creada en 1951 con 25 organizaciones y 20.000 afiliados, en 1952 firmó tener 215.000 miembros. En 1953 la CGTG tenía 104.000 miembros, afiliados a 500 organizaciones.
En Nicaragua se fundó en 1937 la Federación de Trabajadores. En 1940 tenía 18 sindicados agrícolas y una liga campesina. En 1946 la Confederación de Trabajadores (CNT) tenía 67 sindicatos, 7 federaciones y 15.000 afiliados.
En Honduras, en 1949 se fundó la Asociación de Trabajadores Agrícolas de Guanchías y al finalizar 1950 se creó la Federación Campesina de Honduras.
En Costa Rica, en 1947 existían 18 federaciones y 228 sindicatos, 153 afiliados al CTCR. En 1955 había tres confederaciones, 13 federaciones, 107 sindicatos (sic) y 10.572 afiliados. En 1953 se crea la CGTC. En la CTRN en 1950 se escinde un sector de 1.500 afiliados y crean la CTN, peronista.
En Panamá el sindicalismo tuvo importancia numérica a partir de 1943. El carácter colonial de la Zona del Canal no favoreció el desarrollo sindical durante la Segunda Guerra. Entre 1944 y 1957 se constituyeron 13 sindicatos.
En todos los países la huelga era considerada delito y castigada según las reglas patronales con amparo policial o con base en los códigos civiles. El derecho a la huelga no se incluyó en la Convención Centroamericana de Washington de 1923. Solo después de 1943 se fue generalizando el derecho a la huelga y al "loc out" con la aprobación de Códigos de Trabajo, pero con exclusión en los servicios del Estado y sujeta a los procesos de consenso sindical y mediación judicial. Por ello, la coacción empresarial y la represión admitida por los jueces y ejecutada por el Estado inhibieron la supremacía de la ley y, en consecuencia, el éxito económico relativo de las protestas laborales. En 1948 los países suscribieron la Carta Internacional Americana de Garantías Sociales, sin mucho efecto práctico.
Los cuadros que siguen ilustran la protesta huelguística entre 1929 y 1955. Un fenómeno que apenas ha sido ubicado y de manera tangencial en la historiografía y otros estudios. Las huelgas expresadas por medio de la organización sindical y la conciliación política revelan el trasfondo de lucha contra el descenso, el congelamiento del salario y las arbitrariedades de los patronos, el deterioro de las condiciones de trabajo, del nivel de vida y la defensa del derecho a la organización sindical.
Fuentes. Véase la bibliografía. Elaborado por el autor. Fuentes. Con base en la bibliografía.
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