Descartes Contradicciones de su irracionalismo teológico (página 2)
Enviado por Antonio Garc�a Ninet
1. CRONOLOGÍA BIOGRÁFICA DE DESCARTES
1533: –Nace M. Montaigne, pensador ligado al escepticismo.
1535: –Nace Luís de Molina, jesuita que polemizó con el dominico domingo Báñez acerca del problema de la compatibilidad entre la omnipotencia divina y el libre albedrío del hombre, que posteriormente trató Descartes inclinándose por una solución cercana a la de este jesuita.
1541: -Nace P. Charron, escritor escéptico que influyó en Descartes.
1549: -Nace Giordano Bruno, que fue quemado por la Inquisición en el año 1600.
1551: -Nace Francisco Sánchez, cuya obra inspiró el pensamiento cartesiano, aunque Descartes nunca lo mencionó.
1561: -Nace Francis Bacon, defensor de un método experimental para el avance de las ciencias, que no tuvo éxito a causa de su olvido de la importancia de las Matemáticas y de la conveniencia de crear hipótesis explicativas sin necesidad de un proceso de acumulación excesiva de datos.
1564: -Nace Galileo Galilei, uno de los grandes científicos de la Historia, creador del método hipotético-deductivo, descubridor de diversas leyes físicas y primer científico que utilizó el telescopio descubriendo las fases de Venus, los anillos de Saturno, las manchas solares, los satélites de Júpiter, y defensor del heliocentrismo ya presentado anteriormente por Nicolás Copérnico en su obra De revolutionibus orbium coelestium. Fue condenado por esta defensa en cuanto la Iglesia Católica la consideró herética, pero pudo librarse de ser quemado en la hoguera, renunciando públicamente a tal herejía. De este modo la pena se le rebajó a una condena de prisión para el resto de su vida, la cual finalmente cumplió en forma de arresto domiciliario permanente.
1571: -Nace Kepler.
1585: -Nace Richelieu en la provincia de Poitou, cerca de donde nacería Descartes 11 años más tarde. En el año 1624 ascendió al cargo de primer ministro de Luís XIII, aprobó una ley contra la enseñanza de otra filosofía que no fuera la de la Escolástica tradicional y en el año 1628 asedió a los protestantes de La Rochelle, provocando la muerte de 22.000 personas, de las 27.000 que habitaban la ciudad. Descartes participó o fue testigo de este asedio en el año 1628.
1592: –Muere M. Montaigne.
1596: -Nace René Descartes en La Haye (Turena), el 31 de marzo. Hijo segundo de una familia de clase media superior y perteneciente a la baja nobleza. Heredó de su madre el título de "sieur de Perron", junto con unas tierras, que, al hacerse cargo de la herencia, vendió junto con el título para conseguir dinero.
Durante sus primeros años se crió en casa de un tío suyo en Châtellerault, pues su madre murió en el año 1597.
1597: -Muere su madre al dar a luz a una niña, el 13 de mayo del año 1597, aunque Descartes afirma que murió pocos días después de su nacimiento, lo cual –junto con otros hechos- puede ser una muestra de su tendencia "fabuladora" de la que luego se hablará.
1600: -Giordano Bruno es quemado en la hoguera por la Inquisición Católica.
-Muere Luís de Molina.
-1603: Muere P. Charron
-1605: Polémica sobre la predestinación y el libre albedrío entre F. Gomaro y J. Arminio en los Países Bajos.
-1606: Descartes ingresa en el colegio de jesuitas de La Flèche. El segundo director del colegio, el Padre Étienne Charlet, era pariente de la madre de Descartes. Cuarenta años después en una carta Descartes le seguía considerando como su "segundo padre". El colegio de La Flèche era el más importante de Francia en aquellos tiempos. A él acudían los hijos de miembros especialmente importantes de la nobleza, aunque también hijos de padres sin título nobiliario o niños como Descartes, pertenecientes a la baja nobleza, pero bien acomodados económicamente.
1614: -Deja el colegio, acabados sus estudios primarios y secundarios, para ingresar en la Universidad de Poitiers.
1616: -Se licencia en Derecho en Poitiers.
1618: -Primera visita a Holanda. Se incorpora al ejército de Mauricio de Nassau, príncipe de Orange. Es posible que este hecho influyese en la posterior decisión de Descartes de emigrar a Holanda, cuando decidió abandonar Francia por temor a la Inquisición y al absolutismo del cardenal Richelieu.
-Se producen fuertes discusiones entre gomaristas y arminianos acerca de la predestinación y el libre albedrío.
-Se produce el primer encuentro de Descartes con el matemático Isaac Beeckman, siete años mayor que él, que parece haber sido especialmente importante para que Descartes se decidiese a profundizar en el estudio de las Matemáticas. Tuvieron amistad de manera especial durante los dos primeros meses de su encuentro.
1619: -El arminiano Oldenbarnevelt es condenado a muerte.
-Descartes asiste a la coronación del nuevo emperador Fernando II en Frankfurt.
-Se alista en el ejército de Maximiliano de Baviera, a favor del emperador Fernando II.
-El 10 de noviembre, en un lugar entre Frankfurt y Viena, Descartes "cuenta" que el 10 de noviembre tuvo tres "tres sueños" fantásticos en los que se le plateaba de modo simbólico qué camino debía seguir en la vida ("Quod vitae sectabor iter?"), junto con la respuesta igualmente simbólica y milagrosa, como si de un mensaje divino se tratara, de que debía dedicarse a la búsqueda de la Verdad. Sin embargo, esa vocación no fructificó en aquellos momentos, pues hasta 1628 no se dedicó en serio a su formación científica y filosófica.
Es posible que estos sueños fueran reales, pero también lo es que fueran otra fabulación cartesiana, inspirada tal vez en un libro como Las bodas químicas de C. Rosacruz, de Johan Valentinus Andreae, miembro de la hermandad Rosacruz. Ese libro se publicó en 1616. Poco tiempo después en París se rumoreó que Descartes pertenecía a dicha organización.
-Como consecuencia de tales sueños (?), Descartes hizo la promesa de realizar una peregrinación a Loreto en Italia, pero no se sabe si llegó a cumplirla.
-Vanini fue quemado en la hoguera en Toulouse por ateísmo, por su creencia de que la Naturaleza es el origen de todas las cosas.
1620: –Viajes de Descartes por Europa en el ejército de Maximiliano de Baviera que vence a Federico V de Bohemia en la batalla de Montaña Blanca, cerca de Praga.
-Conoce al padre Mersenne, su mejor amigo a lo largo de toda su vida, que estuvo a favor de las tesis de Galileo. Descartes, sin embargo, no le visitó ni en los últimos días de su enfermedad ni el día de su muerte.
-Aparece publicado el Novum Organum de Francis Bacon.
1621: – Descartes sigue viajando por Europa.
1622: -Viajes por Europa (Alemania y Países Bajos).
-Visita a su familia en Poitou.
-Vende su granja y su título de "Sieur de Perron", herencia de su madre.
– Jean Fontanier, deísta, es ejecutado en París
1623: -Estancia en París.
-Rumores acerca de la pertenencia de Descartes a la fraternidad Rosacruz. Descartes lo desmiente, aunque el asunto no está claro y parece que sí fue miembro de dicha organización.
-Viaja a Italia: Venecia, Florencia.
-Muere Francisco Sánchez, "el escéptico".
1624: -Richelieu es nombrado jefe del Consejo Real de Luis XIII.
-El Parlamento de París decreta la prohibición, bajo pena de muerte, de la enseñanza de cualquier opinión contraria a los autores antiguos aprobados y mantener debates públicos sobre temas distintos a los aprobados por los doctores de la Facultad de Teología.
-Un tratado titulado Historical Verhal, de Nicolás Wassenar, mencionaba a Descartes como rosacruz. De hecho tenía bastantes amigos de esa fraternidad y, en el siglo XX, algunos críticos como Watson y Adam consideraron que Descartes perteneció a esa organización.
1625: -Búsqueda de cargos. Escribe a su padre para preguntarle si podría ocupar el puesto de "teniente-general" de Châtelerault, pero no consigue nada. Parece que su padre no se preocupa demasiado por él: Tiene dos hermanos primogénitos, cada uno de una madre; de estos se ocupa más que de él, posiblemente porque derrocha el dinero de la herencia de su madre.
-Se establece en París hasta 1628.
-En París el movimiento de los "libertinos de espíritu", surgido hacia 1619 y caracterizado por una actitud de libertad intelectual y de escepticismo, adquiere una fuerza importante.
1626: -Descartes permanece en París.
-Muere Francis Bacon.
1627: -Hay rumores de que Descartes se bate en duelo en defensa de una mujer maltratada.
-Comienza el asedio de Richelieu contra los hugonotes de La Rochelle. Descartes visita el lugar en el que se produce el asedio contra La Rochelle, que consigue la rendición de la ciudad en octubre de ese mismo año, muriendo 22.000 hugonotes (protestantes franceses) de los 27.000 que constituían la población de la ciudad.
1628: -Se entrevista con el cardenal Berulle, ministro del gobierno, y parte después a Holanda. Se desconoce el motivo de su entrevista, pero quizá el cardenal le advirtió de los peligros que corría en Francia a causa de su pertenencia a la hermanada Rosacruz o por otros motivos relacionados con su pensamiento crítico con respecto al pensamiento de la filosofía Escolástica, única admitida por el cardenal Richelieu. El hecho es que poco después Descartes emigra a Holanda y, una vez allí, cambia de domicilio en más de veinte ocasiones (!) intentando mantener en secreto su dirección, como si temiera ser detenido.
-Comienza su estancia en Holanda a fin de escapar, tal vez, a una serie de años turbulentos en Francia y en Europa en general. Dice buscar la "soledad" para poder dedicarse mejor al estudio, pero esta afirmación parece falsa en cuanto no encaja con el hecho de que cambiase de domicilio en muchas ocasiones, manteniendo en secreto su domicilio. Parece que huye del peligro de un país en el que Richelieu impone un régimen absolutista, habiendo causado la muerte a 22.000 hugonotes en el asedio de La Rochelle (1627-1628) y habiendo prohibido en 1624 la discusión de temas filosóficos distintos a los oficiales.
-Su estancia en los Países Bajos duró hasta el año 1649.
-Intenta montar una fábrica, junto a Jean Ferrier, para fabricar lentes, corriendo Descartes con todos los gastos, lo cual es una clara señal de que su vocación científica y filosófica no debía de tenerla todavía demasiado clara.
-Tardía vocación de Descartes por la Filosofía y por la Ciencia, que realmente comienza de verdad en estos momentos.
-Ruptura entre Descartes y Beeckman en relación con la supuesta enseñanza de armonía (musical) de Beeckman a Descartes. El orgullo de Descartes le conduce a ser incapaz de aceptar haber recibido tales enseñanzas, a pesar de que Mersenne pudo ver que Beeckman tenía razón. Las cartas de Descartes a Beeckman son especialmente duras, llenas de odio y de desprecio:
"El año pasado os pedí que me devolvierais mi Música, no porque la necesitara, sino porque alguien me dijo que os referíais a ella como si la hubiera aprendido de vos. Ahora que doy por sentado que preferís la estúpida jactancia a la amistad y la verdad, os diré en dos palabras que, aunque le hubierais enseñado algo a alguien, sería odioso por vuestra parte decirlo, y aún más odioso si fuera falso. Pero lo peor es que seáis vos el que haya aprendido de la persona en cuestión".
Después de la respuesta de Beekman, Descartes todavía le respondió más duramente: "…Si no me diera lástima que estéis enfermo, no sería capaz de evitar la risa, porque ni siquiera sabéis lo que es una hipérbola", y añade:
"No había sospechado nunca que vuestra estupidez e ignorancia fuera tan grande como para que creyerais que he aprendido de vos más de lo que estoy acostumbrado a aprender de otros seres naturales… Me parece obvio, por vuestra carta, que no pecáis por malicia, sino por locura".
Diez años antes, sin embargo, Descartes había escrito a Beekman:
"Os honraré como el primer promotor de mis estudios y su primer autor. Pues vos, en verdad, me habéis sacado de la ociosidad y vuelto a despertar en mí una ciencia que casi había olvidado. Me habéis devuelto a las empresas serias y habéis mejorado a quien estaba separado de ellas. Si, por tanto, produzco algo que no sea despreciable, tendréis derecho a reclamarlo como vuestro". Por esa misma época le había escrito: "Amadme y dad por hecho que me olvidaría de las musas antes que de vos, porque me han unido a vos con un vínculo de eterno afecto" (24 de enero de 1619).
1629: -Descartes se traslada a Amsterdam, ciudad nada tranquila para dedicarse a la soledad y el estudio, sino todo lo contrario. Durante los seis años siguientes –con interrupciones- Descartes vivió en esta ciudad en varios domicilios.
-Trabaja en su Tratado del Mundo, informando a Mersenne de sus progresos.
1630: -Se traslada a Leiden y se matricula en su universidad. Estudia Matemáticas y Astronomía.
-Se aloja en casa de C. Heymeszoon van Dam, que vivía con su esposa y cinco hijos, lo cual no parecía que pudiera contribuir de un modo especial a conseguir la soledad que decía buscar.
-Conoce a Constantijn Huygens, padre de Christian Huygens, que en esos momentos tiene un alto cargo político en Holanda.
-Muere Kepler.
1632: -Estudia Astronomía, Matemáticas, Anatomía, Física y Química.
-Desarrolla su mecanicismo.
1633: -Condena de Galileo y carta de Descartes a Mersenne:
"…Me quedé tan sorprendido que casi decidí quemar mis papeles o al menos no dejar que nadie los viera […] no puedo eliminar [el punto de vista según el cual la Tierra se mueve] sin dejar el resto de la obra defectuoso. Pero por nada del mundo querría publicar un discurso en el que la Iglesia pudiera encontrar una sola palabra censurable" (AT, I, pp. 270-271).
-Finaliza su Tratado del Mundo.
1634: -Escribe el día 15 de octubre que ha engendrado un hijo con Helena Jans: Se trataba de Francine, nacida efectivamente 9 meses después. Su madre, Helena Jans, era la doncella de la casa en que vivía entonces y murió por aquel mismo tiempo.
-Escribe a Mersenne para decirle que no le enviaría el manuscrito de su Tratado del Mundo:
"He decidido suprimir por completo el tratado que he escrito y confiscar toda mi obra de los últimos cuatro años para prestar obediencia a la a Iglesia, puesto que ha proscrito la opinión de que la Tierra se mueve…" (AT, I, pp. 281-282).
Dos meses después vuelve a escribirle:
"Aunque [la teoría de que la Tierra se mueve] pensaba que se basaba en pruebas seguras y evidentes, no desearía por nada del mundo mantenerlas contra la autoridad de la Iglesia… Deseo vivir en paz y seguir llevando la vida que había empezado con el lema "Para vivir bien debes ser invisible"… (AT, I, pp. 282-283).
En otra carta indica:
"He visto cartas escritas sobre la condena de Galileo, impresas en Lieja el 20 de septiembre de 1633, que contienen las palabras "aunque pretendía exponer sus opiniones sólo de un modo hipotético", por lo que parece que prohíben incluso el uso de las hipótesis en astronomía. Por eso no me atrevo a decirle [a uno de mis corresponsales], cuáles son mis pensamientos al respecto".
Esta preocupación de Descartes por la Inquisición le duró toda su vida.
1635: -Nace la hija de Descartes, Francine. La relación de Descartes con Helena, madre de Francine, parece buena, pero no lo suficiente como para casarse con ella, la cual murió por la misma época que su hija.
-Reneri comienza a explicar en Utrecht la filosofía de Descartes.
-Conoce a Clerselier, admirador suyo, propagador de sus ideas y editor de algunos de sus escritos.
1637: -Se publica en Leiden El Discurso del Método.
-Envía copias al rey Luis XIII, al cardenal Richelieu, al embajador francés en La Haya, al cardenal De Bagné y al cardenal Barberini, entre otros.
-Acusación de Beaugrand a Descartes de que había cometido plagio en relación con sus trabajos en Matemáticas, relacionados con la obra de Viete y de Harriot.
-Critica la obra de Fermat, la de Beaugrand y las de otros matemáticos. En el prefacio de sus Meditaciones dice que sus críticos son "necios y blandos, y arrogantes, y que mantenían opiniones "falsas e irracionales". Cualquier crítica a su obra es recibida como un ataque personal.
-Descartes decide que Helena y Francine (su "sobrina") vayan a vivir con él a su nuevo alojamiento y que Helena trabaje de criada de su casera. Hubo una correspondencia escrita entre Descartes y Helena, lo cual supone la existencia de una buena relación entre ellos.
1638: -Descartes es feliz con su hija Francine.
-Durante esos tiempos se dedica a la botánica y a la biología: Disecciona animales (peces, conejos…) diciendo de ellos: "Ésa es mi biblioteca", lo cual representa un aspecto interesante por lo que se refiere al hecho de que la experimentación no estuve completamente ausente en la obra cartesiana. Parece que ambicionaba abarcar todo en sus estudios, pero eso, aunque podía conseguirlo como un diletante, no pudo conseguirlo como un conocedor profundo.
1640: -Termina las Meditaciones Metafísicas, aunque las publica en 1641.
-Sigue manifestando temor a la Inquisición.
-Surge una fuerte polémica con Voetius –polémica que duraría cinco años- en torno a cuestiones teológicas y en especial en torno al problema del libre albedrío. Voetius defiende la posición de Calvino; mientras que Descartes adopta una postura similar a la de Arminio (1560-1609), que había sido profesor en Leiden y había defendido el libre albedrío. Regius colabora con Descartes en su enfrentamiento con Voetius.
-El Sínodo de Dort (1618-1619) rechazó sus opiniones y reafirmó la ortodoxia calvinista. Finalmente el Senado de la Universidad de Utrecht prohibió la enseñanza de la filosofía cartesiana.
-Descartes, en una carta al jesuita Donet, ataca duramente a Voetius llamándole pendenciero, envidioso, loco, pedante estúpido, hipócrita y enemigo de la verdad, y también le acusa de calumnias.
-Francine enferma en septiembre y muere de escarlatina el día 7. Fue posiblemente el momento más triste de la vida de Descartes. Muere también la madre de Francine, y el padre y la hermana de Descartes.
-La herencia de su padre le sirve para continuar su ritmo de vida y sus viajes durante casi toda esta última década de su vida.
1642: -En otoño se produce su primer encuentro con la princesa Elisabeth de Bohemia.
-Se inicia su correspondencia con la princesa. Leon Petit, en su libro sobre Descartes et la Princesse Elizabeth plantea que ambos estuvieron enamorados. Genèvieve Rodis-Lewis se muestra de acuerdo, aunque considera que se trataría de un amor platónico.
-Muere Galileo.
-Muere Richelieu.
1643: -Voetius publica un libro en el que acusa a Descartes de ateísmo. Descartes responde de un modo muy agresivo.
-Las autoridades de Utrecht acordaron que Descartes había difamado a Voetius y llevaron el caso al tribunal. Descartes recurrió al príncipe de Orange y al final se consiguió paralizar la disputa y las tensiones entre ellos.
1644: -Se publica la obra de Descartes Los Principios de la Filosofía.
-Viaje de Descartes a Francia en mayo para discutir sobre la herencia de su padre.
-En los últimos años de su vida, se preocupa por conseguir alguna fuente de ingresos, mediante la obtención de una pensión o un cargo en la corte del rey Luis XIII o, posteriormente, en la de la reina Cristina de Suecia.
1645: -Su amigo Chanut es nombrado embajador en Suecia, y Descartes aprovecha la ocasión para pedirle su influencia en la reina para que le hable de él a fin de obtener un cargo en la corte sueca. En una carta a Chanut le dice: "…me inclino a esperar ser conocido también por las personas de alto rango, cuyo poder y virtud podrían protegerme". Es evidente que el sentido de esa "protección" se relaciona con la Inquisición, en cuanto sus disputas con los protestantes, indirectamente podían ser igualmente contra los católicos, pues la filosofía cartesiana implicaba el rechazo de las famosas cinco "vías" de Tomás de Aquino y, además, la postura de Tomás de Aquino –y también del dominico Domingo Báñez estaban más en consonancia con las tesis de Roma que las del jesuita Luís de Molina y que las de J. Arminio.
-El deseo de Descartes de conseguir un cargo que le diera dinero se muestra de diversos modos, pero es un ejemplo muy significativo su carta a la reina en la que le dice: "Si me llegara del cielo y la viera descender de las nubes, no me sorprendería tanto como recibir la carta que Vuestra Alteza tan graciosamente me ha escrito, y no podría recibir una carta con más respeto y veneración de la que siento al recibir la vuestra"; y, más adelante, "…me atrevo a jurar a Vuestra Majestad que no podrá mandarme nada tan difícil que no esté dispuesto a hacer todo lo posible por cumplirlo" (AT, V, p. 294).
1646: -Disputa con Trigland en la universidad de Leiden. Trigland ataca el principio cartesiano de que "la duda es el principio de la filosofía indudable", pues ese principio conducía a los alumnos al escepticismo y al ateísmo.
-La universidad de Leiden prohíbe la filosofía cartesiana, imponiendo el aristotelismo.
-Revius, rector de la Escuela de Teología de la Univ. de Leiden, declara que Descartes es un blasfemo por sugerir que Dios podía engañar.
-Último encuentro de Descartes con la princesa Elizabeth, aunque su correspondencia continuaría.
-Chanut habla a la reina Cristina de la Filosofía de Descartes, y ésta inicia una correspondencia con él y le manifiesta su deseo de que visite su corte.
1647: -En mayo escribió:
"Respecto a la paz que había deseado, preveo que de ahora en adelante no tendré tanta como quisiera, pues no he recibido toda la satisfacción que se me debía por los insultos que he recibido en Utrecht, y veo que me esperan otros en el camino. Una tropa de teólogos, seguidores de la filosofía escolástica, parece haber formado una liga para aplastarme con sus calumnias" (AT, V, pp. 15-16).
-Encuentro en París con Gassendi, Hobbes y Pascal. Descartes se muestra disgustado con las Objeciones de Gassendi y con las de Hobbes a sus Meditaciones Metafísicas.
1648: -El príncipe de Orange manda que cesen las discusiones en la universidad de Leiden.
-Descartes redacta, para la princesa Elizabeth, su breve tratado Las pasiones del alma.
-Intenta conseguir una pensión económica del gobierno francés, pero, al no conseguirla, regresa a Holanda.
-Su fiel amigo Mersenne muere el día 1 de septiembre, pero Descartes ni le visitó en sus últimos días ni asistió a su entierro.
1649: -Descartes pretende conseguir una pensión o un sueldo de la reina, en el caso de que se desplace a la corte de Suecia.
-La reina le escribe a Descartes para decirle que ha leído sus Principios de la Filosofía. Descartes le responde con otra carta en la que, aunque de forma no explícita, le ofrece su presencia en la corte, si ella lo desea: "… me atrevo a jurar a Vuestra Majestad que no podrá mandarme nada tan difícil que no esté dispuesto a hacer todo lo posible por cumplirlo".
-Descartes acepta la invitación de la reina Cristina de Suecia y se traslada a Suecia para explicarle su Filosofía. Allí, sin embargo, además de estas explicaciones, tiene que encargarse de otros asuntos que nada tienen que ver con la Filosofía.
-Dedica a la reina una versión ampliada de Las pasiones del alma, habiendo solicitado el permiso de Elisabeth, a quien le había dedicado la primera versión.
-Escribe un libreto para un ballet y es del agrado del público, que le pide que escriba un drama de amor. Descartes acepta sin ganas, pero Chanut le encarga escribir los estatutos para una Academia Sueca. Descartes se siente a disgusto y manifiesta su deseo de abandonar Suecia.
1650: -En enero escribe una carta en la que dice: "…Estoy fuera de lugar aquí y sólo deseo tranquilidad y reposo".
-El día 11 de febrero muere en Estocolmo como consecuencia de una pulmonía.
1654: -La reina Cristiana abandona el luteranismo, abdica y se hace católica.
Dado que Descartes no estaba intelectualmente infradotado, tiene interés investigar las diversas causas que condicionaron la formación de su personalidad a fin de comprender mejor los motivos de su obcecada incompetencia para tomar conciencia de los graves errores y contradicciones en que incurrió a lo largo de su producción filosófica. La investigación biográfica de estos motivos debería ser objeto de un estudio especial, pero, sin pretender ser exhaustivo, señalaré algunas circunstancias que pudieron propiciar en cierta medida la mayoría de estos errores. Entre ellas hay que hacer referencia a las siguientes:
a) Sus orígenes en la baja nobleza así como su aspecto físico poco agraciado pudieron generar en él una frustración que tal vez trató de compensar mediante un sentimiento de orgullo y de superioridad intelectual, que a su vez pudo influir de algún modo en su frívola confianza en la verdad incuestionable de sus doctrinas filosóficas y científicas, que le llevaba en muchas ocasiones a ser incapaz de aceptar la menor crítica.
Estos orígenes en la nobleza debieron de influir negativamente en la formación de su personalidad, llevándole a mostrarse servil con quienes consideraba superiores, como la princesa Elisabeth de Bohemia o la reina Cristina de Suecia, o a mostrarse altivo con quienes consideraba inferiores, como fue el caso de Voetius, a quien trató de plebeyo de modo insultante.
Así, por lo que se refiere a su servilismo, tiene interés mencionar sus cartas a personas como la princesa Elisabeth, a quien dedicó sus Principios de la Filosofía, tributándole galantes adulaciones insuperablemente exageradas, hasta el punto de que podrían interpretarse como muestras de un enamoramiento o de una extraordinario admiración, derivada de consideraciones ajenas a la capacidad intelectual de la princesa, o de intereses de otro orden, como el de contar con la opinión favorable de personas de su alcurnia que podrían a su vez influir en otros círculos sociales a fin de incrementar su prestigio y la posibilidad de conseguir algún cargo y el dinero correspondiente para mantener su independencia económica y su ritmo de vida. Como puede comprobarse, las palabras dirigidas a la princesa Elisabeth llaman la atención por su exagerada afectación, al margen de cuáles fueran las cualidades de la princesa:
"…he podido apreciar tales cualidades en Vuestra Alteza que creo de interés para el género humano proponerlas como ejemplo a la posteridad […] Por lo demás, la máxima agudeza de vuestro espíritu incomparable se conoce en que habéis indagado todas las profundidades de estas ciencias y las habéis aprendido cuidadosamente en muy poco tiempo […] nunca encontré a nadie que haya entendido tan perfectamente los escritos que he publicado. […] Pero me resulta imposible no dejarme arrebatar por un sentimiento de enorme admiración cuando considero que un conocimiento tan vario y tan perfecto de todas las cosas no se halle en un viejo sabio que ha empleado muchos años para instruirse, sino en una princesa, joven aún, cuya belleza y edad se parece más a la que los poetas atribuyen a las Gracias que a la de las Musas o de la sabia Minerva […] Y esta sabiduría tan perfecta que advierto en Vuestra Majestad me ha subyugado tanto que no sólo pienso que debo consagrarle este libro de filosofía […] sino que no tengo más deseo de filosofar que el de ser, Señora, de Vuestra Alteza, el más humilde, el más obediente y el más devoto servidor ",
En otra carta similar, dirigida a la princesa cuando ésta tenía 25 años, le dice lo siguiente:
"El favor con que Vuestra Alteza me ha honrado, haciéndome recibir sus órdenes por escrito es mayor de lo que jamás me hubiera atrevido a esperar; compensa mejor mis defectos que el favor que hubiera deseado con pasión, esto es, el de recibirlas de vuestros propios labios si hubiese tenido el honor de saludaros y ofreceros mis muy humildes servicios cuando estuve últimamente en La Haya. Pues hubiera tenido demasiadas maravillas que admirar al mismo tiempo; y viendo salir discursos más que humanos de un cuerpo tan semejante a los que los pintores dan a los ángeles, hubiese estado encantado del mismo modo que, me parece, deben estarlo los que, llegando de la tierra, acaban de entrar en el cielo"
Esta actitud tan aparentemente dominada por la fascinación puede verse igualmente, aunque de modo mucho menos exagerado, cuando, dirigiéndose a la reina Cristina de Suecia, se despide con las palabras:
"le envío al señor Chanut algunos escritos […], para que, si a Vuestra Majestad le alegra verlos, él me haga el favor de presentárselos y que esto contribuya a manifestar con cuánto celo y devoción, soy, señora, de Vuestra Majestad, el muy humilde y muy obediente servidor".
Frases tan atentas, tan llenas de admiración y tan humildes hacia quienes consideraba como personas de especial rango aristocrático superior al suyo, que pertenecía a la baja nobleza, contrastan llamativamente con el tratamiento que le da a Voetius, profesor de Teología protestante y rector de la Universidad de Utrecht, con quien había mantenido una discusión acerca del libre albedrío y de la predestinación del hombre, similar a la que anteriormente habían tenido J. Arminio y F. Gomero. Voetius, por medio de un amigo, le había acusado de ateísmo, y Descartes le respondió de manera especialmente insultante y altanera, de manera que, haciendo alusión a una supuesta clase plebeya de su crítico, le dijo:
"Después objeta [usted] cosas tan estúpidas que no son dignas de mención, pues sólo prueban que ningún plebeyo puede hablar acerca de estas cosas con mayor ineptitud que usted […] Las restantes observaciones que mezcla usted con éstas se apartan tanto del tema que parecen reproducir palabras incoherentes de loro más que razonamientos de filósofos".
Por otra parte, las discusiones y los insultos de Descartes no se limitaron a las relacionadas con Voetius sino que fueron mucho más amplias, extendiéndose a Beeckman, a quien diez años antes le había escrito diciéndole:
"Os honraré como el primer promotor de mis estudios y su primer autor. Pues vos, en verdad, me habéis sacado de la ociosidad y vuelto a despertar en mí una ciencia [las Matemáticas] que casi había olvidado. Me habéis devuelto a las empresas serias y habéis mejorado a quien estaba separado de ellas. Si, por tanto, produzco algo que no sea despreciable, tendréis derecho a reclamarlo como vuestro".
Ese agradecimiento se convirtió sin embargo en profundo desprecio diez años después, llegando a calificar a su antiguo amigo como jactancioso, estúpido, ignorante y loco.
En esta misma línea calificó la obra de Fermat como excremento, y dijo que las cartas de Beaugrand sólo servían de papel higiénico, añadiendo que su obra era ridícula y despreciable. Calificó de "moscas" a otros matemáticos que habían criticado su obra, y, en sus Meditaciones, dijo que sus críticos eran necios y arrogantes, y que mantenían opiniones irracionales.
Como consecuencia de esta misma actitud así como por la radical diferencia entre sus ideas y las de Hobbes, Descartes tuvo una antipatía especial hacia este gran filósofo inglés, juzgándole como despreciable, y considerando que había presentado sus Objeciones con la finalidad de aumentar su propia fama. Por su parte Hobbes era consciente de este desprecio y, por ello, en relación con la publicación de su obra De cive, llegó a escribir:
"si el señor Descartes llegara a notar o sospechar los preparativos para la publicación de mi obra (ésta u otra), estoy seguro que maniobrará lo que pueda; créamelo usted, porque lo sé".
Por otra parte, en el Discurso del Método el propio Descartes reconoce tener una personalidad orgullosa, que, de modo positivo, le impulsa a trabajar por mantener la reputación que ha ido adquiriendo:
"Pero como tengo un corazón bastante orgulloso como para querer que me tomen por otro del que soy, pensé que era preciso tratar por todo los medios de hacerme digno de la reputación que me daban".
Tanto los halagos a las damas aristócratas como el desprecio hacia tantos otros pensadores que no estaban de acuerdo con sus puntos de vista conducen a pensar que la altivez y el consiguiente menosprecio de Descartes hacia ellos debió de ser muy considerable.
Por otra parte, el mismo interés de Descartes por asistir en Alemania a la coronación del emperador Fernando II en el año 1619, cuando todavía no había comenzado su labor filosófica y parecía inclinarse hacia la profesión militar, no parece sino otra muestra de vanidad y de orgullo relacionados con su clase social "aristocrática". Parece que esa vanidad de "aristócrata" contribuyó de algún modo en su decisión de alistarse en el ejército de Mauricio de Nassau en Holanda en 1618, a continuación, en el de Maximiliano de Baviera en Alemania en 1619, y finalmente, en 1628 en el del cardenal Richelieu en Francia, en su asedio a La Rochelle.
b) Las circunstancias de su juventud: La misma vanidad desarrollada durante la etapa inicial de su formación pudo condicionar el hecho de que posteriormente, al ampliar sus estudios sobre Filosofía, en el colegio de La Flèche, y Derecho en la Universidad de Poitiers, se pasara dos años "perdidos" (?) en París sin tener ideas claras acerca de su futuro.
Posteriormente, en el Discurso del Método escribió de modo fabulador que se había alistado en los ejércitos mencionados con la intención de conocer la forma de pensar y las costumbres de los diversos pueblos, pues parece evidente que, si acaso, pudo suceder que, como consecuencia de haberse alistado a esos ejércitos, llegase a conocer otras costumbres y otras formas de pensar, pero el hecho de que se alistase en ejércitos en guerra tiene como explicación más lógica el hecho frívolo de que buscase en el ejército su salida profesional, como ocupación propia de la nobleza, sin llegar a plantearse si las guerras en que iba a participar estaban o no justificadas, guerras que además nada tenían que ver con la defensa de intereses franceses, pues, en el primer caso, se alistó en el ejercito de holandés Mauricio de Nassau en lucha contra los tercios españoles; en el segundo, se alistó en el de Maximiliano de Baviera contra Federico V de Bohemia –padre de la princesa Elisabeth de Bohemia, que posteriormente tendría una interesante relación epistolar con Descartes-; y, en el tercero, en el ejército de Richelieu para reprimir a los franceses protestantes (hugonotes) de La Rochelle. Por otra parte, la frivolidad cartesiana no sólo se manifestó en estas "anécdotas" de su vida sino que se mostró también en la serie de ocasiones en que, por no haber reflexionado con un mínimo de seriedad, defendió teorías absurdas o teorías que posteriormente abandonaba sin explicación alguna para pasar a defender las contrarias, como en el caso del problema de la libertad.
Algo que tiene interés para el conocimiento de su personalidad es el hecho de que mantuviera relaciones con una sirvienta, Helena Jans, y de que tuviera una hija con ella, Francine, nacida en el año 1635 y muerta en 1640. Con Francine se comportó como un buen padre, durante los cinco años que vivió y estuvo a su lado, siendo la muerte de Francine el acontecimiento más triste de su vida, sin embargo no parece que su comportamiento con Helena, la madre de Francine, que murió por aquellas mismas fechas, fuera precisamente ejemplar.
c) Junto a la frivolidad señalada, Descartes, según parece, desarrolló en su personalidad una arrogancia exagerada y una tendencia muy marcada a la fabulación e incluso a la apropiación de ideas ajenas como originales. Así, por lo que se refiere a la utilización de la proposición "cogito, ergo sum" como verdad absoluta, Descartes no hace referencia a Agustín de Hipona (s. IV-V) ni a Jean de Mirecourt (s. XIV), quienes ya la habían utilizado en sus obras en un sentido no muy alejado del que tuvo en Descartes; por lo que se refiere a la hipótesis del "genio maligno", tampoco hace referencia a Guillermo de Ockham (s. XIV), quien ya había utilizado dicha hipótesis; por lo que se refiere a la utilización de la regla de la evidencia, tampoco menciona a Jean de Mirecourt, quien ya la había utilizado, aunque desde una perspectiva más amplia que la que le dio Descartes; por lo que se refiere al principio de inercia, tampoco menciona ni a Guillermo de Ockham, ni a Galileo, que ya habían defendido este principio, especialmente Galileo, cuyo enunciado une en uno solo las dos primeras leyes que luego Descartes enunció como dos leyes distintas; por lo que se refiere al uso del francés como lengua culta, tampoco menciona como precedente a Nicole d’Oresme, a pesar de que éste la había utilizado tres siglos antes que Descartes; por lo que se refiere al uso de la máxima moral relacionada con seguir las leyes y costumbres del país en que uno se encuentre, tampoco mencionó a Pierre Charron, que ya antes había defendido esa forma de adaptarse a las circunstancias; por lo que se refiere a la probable fabulación de los sueños en Alemania, a los que hizo referencia en el Discurso del Método, tampoco menciona –como, por otra parte, era lógico que no lo hiciera- el libro Las bodas químicas de Christian Rosenkreutz del miembro de la hermandad Rosacruz, Johan Valentín Andreae, aparecido en 1616, en el que hay una serie de detalles que coinciden con los de los sueños –o, mejor, fabulaciones- de Descartes en 1619; tampoco hace referencia a las "coincidencias", casi al pie de la letra, con el español Francisco Sánchez, cuya obra escéptica Quod nihil scitur apareció en 1581 y de quien se hablará más adelante.
d) Además de su tendencia a la fabulación y seguramente muy unida a ella, en diversos momentos de su obra Descartes muestra una megalomanía bastante considerable, como puede advertirse por ejemplo, cuando, al comienzo de las Meditaciones Metafísicas, se atreve a afirmar haber demostrado la existencia de Dios y la de la inmaterialidad del alma, considerando que, con la ayuda de los doctores de la Sagrada Facultad de Teología de París, "todos los errores y falsas opiniones […] respecto de estas dos cuestiones se borrarán pronto del espíritu de los hombres", o cuando pretende estar ocupado en una investigación crucial para la curación de todas las enfermedades, para la preservación de la vida y de la raza humana; o cuando afirma haber explicado todos los fenómenos del Universo.
Una arrogancia similar es la que muestra de modo inconsciente cuando, al dirigirse a la princesa Elisabeth, le manifiesta su admiración diciéndole: "nunca encontré a nadie que haya entendido tan perfectamente los escritos que he publicado", para añadir poco después a estas palabras:
"Pero me resulta imposible no dejarme arrebatar por un sentimiento de enorme admiración cuando considero que un conocimiento tan variado y tan perfecto de todas las cosas […] se halle en un princesa".
Evidentemente, con la referencia a ese "conocimiento tan variado y tan perfecto de todas las cosas", el señor Descartes se refería al conocimiento adquirido por la princesa mediante la lectura de sus obras tan extraordinarias.
Su arrogancia y su megalomanía se manifestaron de un modo extremadamente patológico –a pesar de que extrañamente los críticos no suelen hacer referencia a este hecho- cuando se atrevió a afirmar con la mayor jactancia del mundo:
"no hay ningún fenómeno en la Naturaleza cuya explicación haya sido omitida en este Tratado [y] he probado que no hay nada en todo este mundo visible o sensible sino lo que he explicado"
Esta arrogancia estuvo acompañada de una infravaloración intelectual de la mujer, que pudo ser consecuencia de la educación y de la época en que vivió, pero que en cualquier caso le llevó a considerar que la mujer en general no estaba especialmente capacitada para la comprensión de las cuestiones filosóficas, tal como se desprende de su carta al padre Vatier en la que, refiriéndose a determinados pensamientos relacionados con las demostraciones de la existencia de Dios, le dice
"estos pensamientos no me han parecido apropiados para incluirlos en un libro [Discurso del Método], en el que he querido que incluso las mujeres pudieran entender algo".
e) Su valoración incuestionable de la Religión. Descartes asumió la religión Católica de un modo tan básico e incuestionable que le llevó a eximirla de la duda metódica, supuestamente universal, y esta decisión tuvo una influencia especialmente negativa en su racionalismo teológico. Este aprecio tan especial de la Religión provenía básicamente del adoctrinamiento religioso recibido a lo largo de su infancia y de su adolescencia, pasada desde 1606 hasta 1614 en el colegio de jesuitas de La Flèche, y a lo largo de su formación posterior, adquiriendo tal naturalidad en el conjunto de sus convicciones que, ya cuando, alrededor de 1630, escribió las Reglas para la dirección del espíritu, consideró como un hecho evidente que Dios existía y había revelado determinadas verdades, afirmando por ello que "todo lo que ha sido revelado por Dios es más cierto que cualquier otro conocimiento", sin plantearse cómo sabía a) que Dios existía, b) que había revelado algo, y c) a quién y cómo lo había revelado.
Cuando escribió su Discurso del Método, esta serie de prejuicios asumidos desde su infancia, junto con la presión inconsciente recibida del círculo de sus amistades religiosas y, sin duda, junto con el temor a la Inquisición de la Iglesia Católica, que había condenado a Galileo en 1633, le llevaron a olvidar sus intenciones de no aceptar nada que no fuera absolutamente evidente, como esas supuestas verdades reveladas.
En esta misma línea hay que recordar la importancia mística que concedió –o dijo conceder- a sus tres famosos sueños –o fabulaciones- del año 1619, que –según dijo- le llevaron a la convicción de que Dios le había elegido para dedicarse a la búsqueda de la verdad, tomando, como consecuencia de esta supuesta llamada divina, la resolución de dedicar su vida a dicha investigación, lo cual, por otra parte, no comenzó a hacer en plan serio hasta, por lo menos, diez años después.
Sin embargo y como acabo de apuntar, los supuestos sueños de Descartes pudieron ser fabulaciones y no auténticos sueños. El motivo de esta conjetura se encuentra en la coincidencia (?) de esos sueños del 10 de noviembre de 1619 con un relato que había sido publicado en 1616, Las bodas químicas de C. Rosacruz, de J. Valentinus Andreae, miembro de la hermandad Rosacruz, en relación con la cual poco tiempo después se rumoreó en París que Descartes estaba vinculado a ella. El pensador francés cuenta que en esos tres sueños se le planteó de modo simbólico qué camino debía seguir en la vida ("Quod vitae sectabor iter?"), junto con la respuesta igualmente simbólica y milagrosa, como si de un mensaje divino se tratara, de que debía dedicarse a la búsqueda de la Verdad.
En cualquier caso, estas creencias ponían de manifiesto que no fueron sus "demostraciones" (?) de la existencia de Dios las que le llevaron a defender sus creencias sino viceversa: fueron sus creencias las que le llevaron a confiar en la evidencia (?) de sus "demostraciones" (?) de lo ya asumido desde su infancia.
Descartes hubiera podido someter a la duda metódica las creencias religiosas, al igual que había sometido a la duda el valor de las verdades matemáticas y la existencia de un mundo externo, sin que ello significase que en verdad dudase del valor de tales verdades ni de la existencia del mundo material. Por ello, parece que, si no lo hizo, no fue porque las necesitase para su moral provisional, sino por temor a la Inquisición, que podía acusarle del delito de considerar que podía tomar a la ligera las verdades de fe, considerándolas como hipotéticamente falsas, y por temor a las críticas del conjunto de sus amigos más cercanos, pertenecientes al clero, los cuales se habrían podido distanciar de él, objetándole que las verdades de la Religión y de la Teología no podían ponerse en duda en ningún caso, ni en broma. En definitiva, es muy posible que Descartes se hubiera ganado el rechazo de la Iglesia Católica y de todo el círculo de sus amistades si hubiese tenido el atrevimiento de someter a la "duda metódica" aquellas verdades de fe.
Por ello y aunque resulte comprensible su actitud, el hecho de que en el Discurso del Método no sometiera a la duda las doctrinas relacionadas con el Dios del cristianismo y con las llamadas "verdades de fe" representa un aspecto negativo en la aplicación de aquella supuesta duda universal, y mucho más si se tiene en cuenta que el concepto de Dios jugó un papel central en su filosofía, tanto en el aspecto metodológico como en el sistemático, y si se tiene en cuenta igualmente que en el Discurso del Método Descartes había afirmado que debía "rechazar como absolutamente falso todo aquello en lo que pudiera imaginar la más pequeña duda".
Esa incoherencia es más grave en cuanto el dios cartesiano aparece como la única justificación del valor de la regla de la evidencia, y, consecuentemente, como el único enlace entre el pensamiento y la hipotética realidad sensible, y entre el pensamiento y el resto de supuestas verdades de cualquier tipo, con la única excepción de aquella primera proposición "cogito, ergo sum", la cual no requería ser justificada por la regla de la evidencia sino que, por el contrario, era la única verdad, que superaba la prueba de la duda y que servía como un comienzo para la justificación –aunque incompleta– de dicha regla, como se verá más adelante, pues la justificación plena de esta regla no se dio en ningún momento, a pesar de los intentos cartesianos por completarla recurriendo a un Dios que a su vez debía ser justificado por ella, lo cual constituía un círculo vicioso.
En definitiva, a pesar de que Descartes consideraba que la acción le exigía guiarse desde el principio por unas máximas de conducta, el hecho de no haber extendido la duda a las cuestiones religiosas representa una contradicción por lo que se refiere a la aplicación de la duda metódica, pues tales cuestiones religiosas no debían haber constituido una excepción a la hora de aplicar la duda, al margen de que el tener que actuar le exigiese guiarse por unas normas de conducta, pues éstas sólo debían tener un valor práctico, relacionado con la acción, pero no teórico, como sucede con las doctrinas religiosas, que con absoluta y superficial incoherencia consideró ya como verdades, a pesar de que a lo largo de sus reflexiones se entretuvo en intentar demostrarlas igual que el mago que juega a hacer aparecer un conejo de su chistera, aparentando no haberlo colocado en ella previamente.
Además de lo anterior, hay que recordar que en su enumeración de los grados de sabiduría Descartes deja aparte, en un grado infinitamente superior a todos, la revelación divina, de la cual dice que "nos eleva de un solo golpe a una creencia infalible". Afirma igualmente, haciendo una apología de la fe, tan alta o más que las de Agustín de Hipona o Tomás de Aquino, que "se deben creer todas las cosas reveladas por Dios, por más que excedan nuestro alcance", y, en este mismo sentido y como si quisiera insistir en el testimonio de su fe para evitar cualquier posible polémica con la "Santa Inquisición" (?), en la carta a los decanos y doctores de la Sagrada facultad de Teología de París, carta que precede a las Meditaciones, escribe de modo irracionalmente fideísta:
"es preciso creer que hay un Dios porque así se enseña en las Sagradas Escrituras, y, por otra parte, […] es preciso creer las Sagradas Escrituras porque provienen de Dios".
Este párrafo, así como otros muchos de semejante calibre, ponen en evidencia la ausencia de capacidad o, mejor, de interés crítico –junto con la presencia de una destacada frivolidad- por parte de Descartes para tomar conciencia de sus incoherencias y, como en este caso, de la serie de círculos viciosos en que incurre, pues no hace falta ser un genio para darse cuenta de que decir que Dios existe porque lo dicen las Sagradas Escrituras y que las sagradas Escrituras son ciertas porque provienen de Dios es incurrir en un ingenuo y ridículo círculo vicioso, aunque quizá en este caso no tan ingenuo, pues la carta iba dirigida a los decanos y doctores de la facultad de Teología, ninguno de los cuales iba a poner objeciones a aquella frase tan ortodoxa, sino todo lo contrario.
Así mismo, hacia el final de la primera parte de los Principios de la Filosofía, cuando habla de las relaciones entre razón y fe, escribe en un sentido similar al de Tomás de Aquino, que
"…se ha de grabar en nuestra memoria como regla suprema la de que deberán creerse, como las más ciertas de todas, aquellas verdades que nos fueron reveladas por Dios. Y aun cuando acaso la luz de la razón […] pareciera sugerirnos otra cosa, se ha de dar fe, sin embargo, únicamente a la autoridad divina más que a nuestro propio juicio".
Afirmaciones como ésta llevan a pensar que si, en teoría, Descartes fue el padre del racionalismo moderno, en la práctica siguió siendo un fiel hijo del fideísmo medieval.
En definitiva, después de haber estado buscando un método para fundamentar con el máximo rigor todo el conocimiento, hasta el punto de no dar credibilidad alguna a nada que no se le hubiera manifestado con absoluta evidencia, con absoluta claridad y distinción, finalmente Descartes defendió una postura sorprendente y contraria al propio racionalismo por el que se conoce al filósofo francés, al concluir que el mayor conocimiento es el que se obtiene mediante la fe en las verdades reveladas por Dios, lo cual podría parecer una broma de mal gusto en cuanto no intentó demostrar en ningún momento cómo había llegado a esa conclusión y dónde había podido asegurarse acerca de la verdad de aquellas supuestas verdades aceptadas simplemente por fe. Y así, si en el Discurso del Método se exigió el mayor rigor a la hora de aceptar un supuesto conocimiento, de manera que finalmente sólo consiguió estar seguro de la verdad "cogito, ergo sum", este rigor desapareció de modo incoherente y asombroso desde el momento en que asumió supuestas verdades de fe sin más motivo que el hecho de haberlas recibido como tales a lo largo de la educación recibida desde su infancia, de manera que ni siquiera la regla de la evidencia constituyó para él un principio seguro en su búsqueda del conocimiento en cuanto más adelante llegó a escribir: "yo someto todas mis opiniones […] a la autoridad de la Iglesia", lo cual sirve además para aclarar que no fue sólo su fe personal lo que le llevó a defender las creencias religiosas como superiores a los conocimientos racionales, sino también su temor consciente o inconsciente al poder de la Iglesia Católica, cuya Inquisición hacia ya tiempo que estaba actuando de modo implacable y cruel contra quienes se alejaban –o parecían alejarse- de la dogmática católica. Conviene recordar en este sentido que el cisma protestante se había producido en el mismo siglo del nacimiento de Descartes y que, desde aquel momento, la Iglesia Católica utilizó todas las armas a su alcance para evitar cualquier forma de pensamiento que pudiera debilitar su poder, tanto religioso como especialmente político y social. De hecho, hacía pocos años que ese poder implacable y cruel se había manifestado condenando a la hoguera a Giordano Bruno en el año 1600, condenando igualmente a la hoguera Vanini en Toulouse en 1619 y ejecutando en París a Jean Fontanier; el Parlamento de París, bajo el mando del cardenal Richelieu, había decretado en 1624, bajo pena de muerte, la prohibición de la enseñanza de cualquier opinión "contraria a los autores antiguos aprobados y mantener debates públicos sobre temas distintos a los aprobados por los doctores de la Facultad de Teología"; el propio cardenal Richelieu estuvo al frente del asedio y muerte de 22.000 hugonotes en La Rochelle en el año 1628; y en el año 1633 se había producido la condena de Galileo.
Teniendo en cuenta este ambiente de intolerancia tan fanático, es comprensible que en el año 1637 Descartes no se atreviera a publicar nada que pudiera poner en peligro su integridad física y, por eso, resulta explicable que en dicho año, cuando publicó el Discurso del Método, optase por excluir de la duda supuestamente universal todo lo concerniente a la religión.
Todas estas consideraciones conducen a pensar que si Descartes fue un filósofo, fue igualmente un teólogo, y que, si no llegó a ser un teólogo al estilo de Tomás de Aquino, fue porque tuvo la osadía de pretender estructurar todo el conocimiento y porque, a pesar de haber realizado esos continuos panegíricos de la Revelación, de la religión y de la Iglesia Católica, no dedicó ningún tiempo a tratar de demostrar nada relacionado con los contenidos de la fe en la que había sido educado, siendo ése su punto de partida no demostrado para todas sus deducciones posteriores. Por ello, si Nietzsche dijo de Kant que era un teólogo disfrazado, con mayor razón podría haber dicho que Descartes era un teólogo sin disfraz, que intentó deducir el árbol de la ciencia a partir de unas raíces teológicas que siempre aceptó, considerando que la revelación divina "no nos conduce por grados, sino que nos eleva de un solo golpe a una creencia infalible", sin someterla a la prueba de la duda, a pesar de que en diversos momentos jugó a "demostrar" aquello que previamente había aceptado sin otras bases que las de las creencias recibidas, sobre las que afirmó su valor absoluto en lugar de estudiar al menos si era posible justificarlas racionalmente en lugar de aceptarlas de modo irracional y por el solo hecho de haber sido adoctrinado en ellas. En este sentido ya en las Reglas para la dirección del espíritu no tuvo ningún reparo en hablar de "un poder superior" como origen de "creencias infalibles" sin aclarar el origen de su supuesto conocimiento de tal poder superior, y afirmó en este sentido que
"componen por impulso sus juicios acerca de las cosas aquellos a quienes su propio espíritu mueve a creer algo, sin estar convencidos por ninguna razón, y sí sólo determinados por algún poder superior, por la propia libertad o por una disposición de la fantasía: la primera influencia nunca engaña […]", es decir, la influencia proveniente de aquel "poder superior".
Teniendo en cuenta esta serie de circunstancias ambientales y la propia biografía del filósofo francés, parece que su religiosidad no fue especialmente auténtica sino que utilizó los dogmas religiosos como instrumentos para conseguir su triunfo social, que parece haber sido lo que más le interesaba, al margen de que realmente también tuviese un interés real en el avance de la Filosofía y de la Ciencia, superando el lastre del pensamiento aristotélico o su influencia negativa en la filosofía Escolástica que él mismo había recibido en su formación en el colegio de La Flèche. Ese fue el motivo de que en algún caso se le llegase a considerar ateo y de que el propio Pascal criticase el Dios de los filósofos –el frío dios cartesiano, utilizado sólo como fundamento y explicación físico-matemática de la realidad-, para reivindicar el Dios vivo de Abraham, de Isaac y de Jacob.
f) Igualmente debió de tener una influencia muy decisiva en sus absurdas doctrinas, especialmente en las teológicas, el ambiente cultural en el que se movió, con un círculo de amistades religiosas como el padre Étienne Charlet, familiar suyo y director segundo del colegio de La Flèche, el cardenal Bérulle, el cardenal De Bagné, los "padres" Mersenne, Arnauld, Mesland, Donet, Batier, Gibieuf, los sacerdotes Gassendi y Claude Picot, "el cura ateo", administrador del dinero de Descartes en Francia, y Clerselier, gran admirador suyo. En este sentido corrobora lo dicho el que la mayor parte de su correspondencia estuviera dirigida precisamente a estas personas y, de modo particular, al padre Merssenne, su mejor amigo. El cobijo intelectual y religioso que estas amistades le suponían se pone de manifiesto, por ejemplo, en una carta a Mersenne en la que se muestra preocupado por si ha defendido alguna tesis errónea en relación con las doctrinas teológicas ortodoxas:
"En cuanto a lo que he escrito, que la indiferencia es más bien un defecto que una perfección de la libertad en nosotros, no se sigue de aquí que sea lo mismo en Dios; y, sin embargo, no sé que sea de Fide (materia de fe) creer que es indiferente y tengo la esperanza de que el padre Gibieuf defienda bien mi causa en este punto, pues no he escrito nada que no esté de acuerdo con lo que él ha puesto en su obra De libertate (Sobre la libertad)"
Descartes sentía la necesidad simplemente humana de relacionarse con quienes pudiesen ayudarle a sentir que no estaba solo, tanto en el sentido afectivo de la palabra como especialmente en el del respaldo a su labor intelectual. Pero, como se ha dicho antes, este apoyo lo encontró fundamentalmente en aquellas personas que, al igual que él, se habían formado en un ambiente religioso e incluso formaban parte de la jerarquía eclesiástica más elevada. Se podría preguntar si fueron esas amistades las que influyeron y enmarcaron los escritos cartesianos en aquellos límites que se relacionaban con las creencias y dogmas teológicos de la Iglesia Católica o si, por el contrario, fueron ya estos aspectos de su Filosofía los que le llevaron a conectar mejor con toda esa serie de clérigos y de personas de talante religioso, con quienes mantuvo una correspondencia incomparablemente más importante que con quienes defendieron un pensamiento más independiente y alejado de los dogmas de la Iglesia Católica, como Hobbes o como Voetius. La respuesta a esta alternativa parece encontrarse en su primera parte: Tanto la formación cartesiana como su círculo inicial de amistades religiosas debieron de influir decisivamente en marcarle los límites dentro de los cuales podía ejercer su "libre" actividad filosófica y su comodidad a la hora de escribir y de contrastar puntos de vista con quienes, al margen de ligeras diferencias de opinión, se mantenían dentro del círculo de personas que defendían la dogmática católica.
Complementariamente con lo anterior, hay que recordar que el miedo a la Inquisición debió de contribuir a que sus relaciones con todos estos clérigos fueran más intensas, viendo en ellos una especie de seguro y de protección contra cualquier posible ataque, como el sufrido por Galileo en el año 1633 –cuando Descartes renunció a publicar su Tratado del Mundo-.
g) Efectivamente, se sabe que en muchos momentos su actitud estuvo especialmente condicionada por el miedo a la Inquisición, cuya condena del pensamiento y de la obra de Galileo en 1633, determinó que desistiera de publicar su Tratado del Mundo, como reconoce el propio filósofo cuando escribe:
"Hace tres años que llegué al término del tratado […], cuando supe que unas personas por las que siento deferencia […] habían desaprobado una opinión sobre física, publicada un poco antes por otro [= Galileo]; no quiero decir que yo fuera de esa opinión sino sólo que no había notado nada en ella, antes de que fuera censurada, que pudiera imaginar como perjudicial a la religión ni al Estado […] esto me hizo temer que no fuera a haber también alguna en las mías en la que me hubiese engañado, pese al gran cuidado que siempre he tenido […] Lo que ha sido suficiente para obligarme a cambiar la resolución que había adoptado de publicarlo [ = el Tratado del Mundo]".
Llama la atención que aquí, en el Discurso del Método, a diferencia de lo que los críticos suelen decir acerca de las causas por las cuales dejó de publicar su Tratado del mundo, considerando que se abstuvo de hacerlo por su temor a la Inquisición, Descartes afirme que la causa real de su abstención fue que pensó que tal vez en su tratado hubiera errores similares a los de Galileo, errores de los que él no hubiera tomado conciencia y que pudieran ser perjudiciales para la religión o para el Estado. Tiene interés reflejar igualmente el hecho de que mientras en esta obra Descartes niega haber sido de la opinión de que la Tierra se moviese, en la carta al padre Mersenne que se cita a continuación, le confiese que sí aceptaba la interpretación de Galileo: "He decidido suprimir por completo el tratado que he escrito y confiscar toda mi obra de los últimos cuatro años para prestar obediencia a la a Iglesia, puesto que ha proscrito la opinión de que la Tierra se mueve". Dos meses después, temiendo que la carta anterior se hubiera perdido, volvió a escribirle a Mersenne: "Aunque [la teoría de que la Tierra se mueve] pensaba que se basaba en pruebas seguras y evidentes, no desearía por nada del mundo mantenerlas contra la autoridad de la Iglesia". Pero una de estas afirmaciones de Descartes era una mentira, ya que estaba en contradicción con la otra: Hubiese podido evitar la mentira si en el Discurso del Método no hubiese dicho nada acerca de su punto de vista acerca de la cuestión del posible movimiento de la Tierra, pero, al parecer su pánico a la Inquisición era tan grande que prefirió declarar explícitamente que él no era de esa opinión que no decir nada, a pesar de que en su carta a Mersenne reconocía que sí opinaba igual que Galileo. No parece que tuviera otros motivos para establecer su "teoría de los torbellinos" que la de encontrar una doctrina "ecléctica" que, aceptando la doctrina de la Iglesia Católica, al mismo reconociera el hecho del movimiento de los planetas alrededor del Sol.
Esta preocupación de Descartes por la Inquisición fue continua, de manera que incluso en 1640 y más adelante aun estuvo preocupado por si la Iglesia encontraba opiniones copernicanas en su obra y pudiera perseguirle por ello. Así, en el año 1645, preocupado por sus desagradables y peligrosas disputas teológicas en Utrecht, le escribe a Chanut, cuñado y amigo, y embajador en Suecia, diciéndole que
"puesto que ya me conocen muchos hombres de escuela que buscan en mis escritos el error y procuran los medios de perjudicarme a cualquier costa, me inclino a esperar ser conocido también por las personas de alto rango, cuyo poder y virtud podrían protegerme".
Igualmente llama la atención en algunas cartas su preocupada búsqueda de cobijo en la autoridad de Tomás de Aquino o en otra autoridad católica reconocida en relación con el contenido de sus escritos, como sucede cuando, apoyándose en la autoridad del "Doctor Angélico", escribe: "En cuanto al Misterio de la Trinidad, juzgo con Santo Tomás que pertenece puramente a la fe y no se puede conocer por la luz natural". Este mismo temor es el que, según parece, le lleva a tratar de alejarse de las cuestiones estrictamente teológicas, tal como lo expresa cuando escribe:
"Nada me ha impedido hablar de la libertad que tenemos de seguir el bien o el mal, sino que he querido evitar […] las controversias de la Teología y mantenerme en los límites de la filosofía natural"
Finalmente, cuando se enfrenta a algún problema algo vidrioso, en última instancia busca amparo en la autoridad de la Biblia: "Si esta razón no satisface a mis censores, quisiera saber qué dicen de las Sagradas Escrituras, con las que ningún escrito humano debe compararse"
h) Paradójicamente y a pesar de que afirmó haber escogido la soledad para dedicarse más enteramente a la búsqueda de la verdad, su vida en Holanda no se caracterizó por la tranquilidad y el trabajo silencioso, sino por todo lo contrario, pues cambió de domicilio en más de 20 ocasiones –procurando mantener en secreto sus sucesivos domicilios-; mantuvo relaciones con Helena Jans, una sirvienta de quien tuvo una hija, Francine, nacida en 1635 y muerta en 1640; se vio envuelto en diversas polémicas filosóficas y científicas, y en descalificaciones a diversos pensadores y científicos como Beeckman, Fermat, Beaugrand, Boberval, Pierre Petit, Hobbes y Voetius, que no debieron de contribuir mucho a conseguir la soledad que decía buscar.
Por ello, parece que el motivo fundamental de la marcha de Descartes a Holanda, más que estar relacionada con la búsqueda de la soledad, se relaciona con ese temor ya señalado al poder y al peligro representado por la Inquisición de la Iglesia católica, y posiblemente también al representado por el cardenal Richelieu, que había accedido a su cargo de primer ministro de Luís XIII en el año 1624 y que en 1628 asedió la ciudad de La Rochelle provocando la muerte de alrededor de 22.000 protestantes franceses (hugonotes). El propio Descartes había sido testigo activo de dicho asedio, pero ese mismo año emigró a Holanda; quizá la impresión que le produjo tanta crueldad absurda le hizo temer por su propia vida hasta el punto de influir en su decisión de alejarse de Francia. También es posible que el motivo concreto de su partida se le comunicase el cardenal Berulle en la entrevista que tuvo con él poco antes de marchar a Holanda, pero la realidad es que se desconoce el asunto de aquella entrevista.
Su misma admiración hacia la princesa Elisabeth de Bohemia en algunos momentos es otro fuerte indicio de un enamoramiento apasionado –aunque platónico-, lo cual podría ser una señal de que la soledad no era algo tan buscado como afirmó, sino de que, por los motivos que fueran, pudo tener graves dificultades personales para establecer relaciones afectivas que no fueran las derivadas exclusivamente de su actividad intelectual.
Finalmente, el hecho de que en el año 1649 renunciase a su soledad (?) para acudir junto a la reina Cristina de Suecia es al menos un indicio más por lo que se refiere a la cuestión de hasta qué punto tal soledad fue algo buscado o algo asumido mientras no tuvo otra opción que le diera mayor satisfacción, como en este caso su relación intelectual con una persona de la "alta aristocracia", tan valorada por él, y que de modo paradójico fue lo que determinó su muerte poco antes de cumplir 54 años.
i) Llama la atención finalmente que Descartes no llegase a tener una conciencia clara cuál era su auténtica vocación hasta bastante tarde, pues todavía a los 32 años se encuentra en La Rochelle en el sitio contra los hugonotes. Y es después de ese momento cuando, o bien porque se da cuenta de que las aventuras militares en las que se ha metido desde sus 22 años no le dan fama ni dinero, o bien porque se ha sentido insatisfecho de sus viajes por Europa, o bien porque, estando ya en Holanda, ha fracasado en su intento de montar una fábrica de lentes, comienza a dedicarse más seriamente a su tarea como científico, como filósofo y como escritor.
3. La influencia de la Teología en la fundamentación del método cartesiano
3.1. La formación cultural de Descartes
En la primera parte del Discurso del Método Descartes enumeró los diversos aspectos de la cultura que le proporcionaron sus estudios mostrándose decepcionado en líneas generales, pero concediendo un valor muy especial a las matemáticas por la certidumbre y evidencia de sus razones. Posiblemente influido por las críticas de diversos pensadores escépticos de la segunda mitad del siglo XVI (M. Montaigne, P. Charron, F. Sánchez), manifestó una profunda decepción respecto a la Filosofía al observar que, a pesar de que había "sido cultivada por los más excelentes espíritus […] sin embargo no [había] todavía en ella nada que no [fuera] tema de disputa". Y, en cuanto las demás ciencias derivaban de la Filosofía, "juzgaba que no se podía haber construido nada que fuera sólido sobre fundamentos tan poco firmes". Según el propio Descartes cuenta, esta decepción le impulsó a viajar y a vivir diversas experiencias a fin de alcanzar de ese modo los conocimientos que no había aprendido en los libros, alistándose en diversos ejércitos como medio de viajar para lograr su objetivo de conocer el mundo y las costumbres de los diversos pueblos. Al menos eso fue lo que dijo a posteriori, aunque esa explicación del motivo de sus andanzas por los Países Bajos, por Alemania o por Bohemia (al oeste de la actual República Checa) pudo ser una de las posibles fabulaciones que inventó a posteriori para dar un sentido más trascendental a aquel episodio de su vida.
Descartes indicó que la diversidad de opiniones y costumbres de la gente le enseñó "a no creer nada con demasiada firmeza", de manera que finalmente tomó la resolución de estudiar también en sí mismo y de emplear todas las fuerzas de su espíritu en elegir los caminos que debía seguir. En este punto llama la atención la "semejanza" (¿sólo semejanza?) de estas palabras con las del filósofo español Francisco Sánchez (1551-1623) quien escribió en primera persona, como después el propio Descartes, y con algunas frases que llevan de modo natural a recordar otras del filósofo francés. En efecto, en este sentido Francisco Sánchez había escrito anteriormente:
"Entonces me encerré dentro de mí mismo, y poniéndolo todo en duda y en suspenso, como si nadie en el mundo hubiese dicho jamás nada, empecé a examinar las cosas en sí mismas, que es la única manera de saber algo".
En las palabras de Descartes pueden verse unas reflexiones parecidas, aunque con la diferencia de que mientras Sánchez habla de examinar las cosas en sí mismas, Descartes se plantea examinar los propios pensamientos, lo cual ya implicaba la reflexión de que, aunque podemos dudar del ser de las cosas, siempre podemos estudiar y analizar los propios pensamientos o ideas, y, por lo tanto, tal distinción implicaba dirigir la atención al mundo de las ideas y de la propia subjetividad, tan decisivo en la filosofía del propio Descartes y en la posterior Fenomenología de Husserl.
Pero, al margen de esta diferencia, existieron semejanzas especialmente llamativas, pues tanto Francisco Sánchez como posteriormente Descartes
1) consideraron que debían encerrarse dentro de sí mismos y debían ponerlo todo en duda como único camino para llegar a "saber algo";
2) se plantearon la necesidad de dudar de todo, no aceptando la autoridad de los filósofos antiguos;
3) manifestaron su deseo de construir una nueva ciencia más segura, y
4) tomaron conciencia de la necesidad de encontrar un nuevo método basado en la razón para conseguir este fin.
Sin embargo, Descartes en ningún momento mencionó al filósofo español, lo cual resulta más extraño todavía si se tiene en cuenta que éste ejerció como profesor en la universidad francesa de Toulouse. La semejanza entre el programa de Francisco Sánchez y las coincidencias de tal programa con su desarrollo en la obra de Descartes llevan a pensar que tal coincidencia no fue una simple casualidad sino que en realidad hubo una auténtica influencia que Descartes no tuvo interés en mencionar. Quizás pensó que referirse a los escritos de Sánchez redactados en primera persona y manifestando la necesidad de dudar de todo y de buscar un método racional para avanzar en el descubrimiento de la verdad podía arrebatarle ante los demás la "originalidad" de sus escritos, lo cual no era muy coherente con la vanidad del filósofo francés.
En cualquier caso parece que los escritos de Francisco Sánchez así como los de otros pensadores y escépticos anteriores o contemporáneos –en ningún caso mencionados- debieron de provocar en Descartes un impacto especialmente importante en cuanto mostraban una seria desconfianza respecto a la posibilidad del conocimiento y, en algunos casos, una crítica a algunos aspectos de la Religión en la que Descartes había sido adoctrinado. Por ello, aquellos tres famosos sueños que dijo haber tenido en el año 1619 le llevaron a la convicción, propia de un iluminado –o de un espabilado-, de que había sido destinado por Dios para cumplir con la misión de buscar la Verdad en su magnitud más plena. Tal anécdota, en el caso de ser cierta, podría servir para comprender mejor la personalidad del joven Descartes por lo que se refiere a sus vivencias religiosas, que habrían sido las que le habrían llevado a tratar de asegurar y de construir mediante sus investigaciones una Ciencia Universal, relacionada con el conocimiento metafísico, concerniente de manera especial a la pretensión de demostrar la existencia de Dios y la de un alma inmaterial e inmortal, y con el conocimiento científico, que pretendió sistematizar y fundamentar a partir de ese conocimiento metafísico previo y, en especial, a partir de las cualidades divinas. La idea de esa ciencia universal fue el motivo de que en Los principios de la Filosofía comparase la Filosofía con un árbol en el que la raíz estaría formada por la Metafísica, que constituía la base a partir de la cual nacía el tronco, formado por la Física, mientras que las ramas, constituidas por el resto de las ciencias, tendrían sus fundamentos en la Física.
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