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Cuatro ensayos sobre la libertad. Isaiah Berlin

Enviado por yaryarheber


    1. Las ideas políticas del siglo XX
    2. La inevitabilidad histórica
    3. Dos conceptos de libertad
    4. John Stuart Mill y los fines de la vida

    INTRODUCCIÓN

    El concepto de libertad ha sufrido cambios importantes en la historia política contemporánea. Varias corrientes filosóficas han influido para que las interpretaciones de la libertad sean variadas tanto como formas de gobierno existan, cuando por razones de pensamiento racional sólo debería ser una. El determinismo como comprensión de causas y efectos ha sido la principal influencia para esta nueva interpretación de la libertad. Después la historia, plagada de juicios de valor que nos dan una interpretación parcial de los hechos; la importancia de esta situación es vital para el buen entendimiento y comprensión global del desarrollo político mundial, sobre todo a través de juicios morales. Enseguida, la atención puesta sobre los conceptos de libertad positiva y libertad negativa que vienen a reformar –o deformar- toda la interpretación de las luchas sociales por conquistar su libertad por medio de guerras de independencia. Por ultimo el monismo, entendida como la unidad o armonía en los fines humanos dentro de un contexto mundial económico que nos permite llegar a tal fin. Berlin califica al determinismo como una propuesta inconclusa y por lo tanto inoperante. Este concepto lleva intrínseco el libre albedrío del pensamiento del hombre, el cual estará predeterminado por el status social en el que se encuentre. La historia nos ha enseñado que está escrita por los vencedores –quizá la única historia de los vencidos sea la de Miguel León Portilla– y su contenido es aquel que deseaban que nos llegase, por lo tanto si atendemos a esta situación que también puede considerarse como determinismo, puesto que influye en la redacción de la historia, veremos que sólo hemos estudiado parcialidades y quizá los hechos relevantes o en su caso determinantes, han sido relegados por los escritores. Pero el determinismo tiene un carácter objetivo ya que priva de valores superficiales y expresiones de moral a la historia, lo que nos impide caer en fatalismos y triunfalismos utópicos. En sí, el determinismo crea lo que actualmente conocemos como efecto dominó, puesto que una razón nos lleva inevitablemente a otra pasando por cuestiones sociales, económicas, políticas, raciales, étnicas, religiosas y hasta familiares o sexuales.

    "Los juicios de valor son elogios o condenas de los actos o caracteres de los hombres que han muerto." Estos juicios tienen por supuesto un interés y por lo tanto un objetivo. Si calificamos los hechos a través de un conocimiento parcial de la historia, solo podremos hacer aseveraciones parciales que pueden ser fácilmente debatidas por alguien que tenga un conocimiento más completo de los hechos. Si podemos aplicar el determinismo objetivamente, los méritos de los hombres de la historia quedarán fuera de reconocimiento y veremos que sus cualidades bien pudieron ser producto de circunstancias fuera de su capacidad. Las calificaciones del hombre sobre la historia nos dejan ver que las decisiones tomadas, ¿buenas o malas para quien?, pudieron haber sido de otra forma, sin embargo, el determinismo permite analizar estas decisiones y concluir que no pudieron haber sido de otra forma, aunque el razonamiento nos indique lo contrario. La calificación universal quizá nunca llegará puesto que el ser humano siempre tendrá intereses colectivos que por una parte provocan y por otra limitan hechos con el fin de cumplir sus objetivos. Entonces el grado de culpabilidad no tiene sustento racional, ya que tanto podemos calificar como culpa de hecho o culpa de intención algo que no pudo haber sido de otra forma.

    Tomando en cuenta las disposiciones del determinismo, encontramos que la justicia es considerada como tal cuando el colectivo opina que se ha actuado en pro de la misma, ¿pero cual es el valor cuando la justicia se aplica unilateralmente atendiendo a juicios de individuos que la aplican para terminar con sus opositores? Cuando el determinismo sea el método para comprender la justicia, los procesos de administración de justicia deberán ser examinados en sus principios fundamentales de derecho y aquellos que se encargan de impartir la justicia quedarán fuera de todo concepto de legalidad. La conducta humana nunca ha sido regida por el principio de una justicia equitativa, además de estar condicionada por supersticiones e intereses que manipulan la convivencia y hacen actuar al hombre como un mero objeto de explotación. Se puede evaluar la conducta humana, pero muy difícilmente puede ser cuantificable. El hecho de considerar la libertad como el valor más alto del ser humano no indica que tenga que ser libre por derecho, sino que esa libertad le puede ser negada y por tanto, el ser humano podrá ser objeto de injusticias de las que un hombre libre está protegido. Esta libertad por derecho tiene por objetivo encontrar la verdad con un pensamiento igualmente libre. Pero estamos hablando de una libertad de actos que puede ser impedida. Pero el pensamiento no puedes limitarlo. Si Espartaco hubiera pensado al igual que sus actos de esclavo, la revolución de esclavos griega nunca habría tenido lugar y la historia nuevamente la estaríamos rescribiendo. Pero nadie nos garantiza que la verdad resulte interesante, por el contrario puede ser tan tediosa como el tratar de encontrarla.

    La libertad tiene una herramienta aún más eficaz que el concepto. El lenguaje resulta vital cuando la libertad es insuficiente. Lamentablemente, la historia no la escriben hombres libres. Su pensamiento se encuentra sometido por prejuicios y tendencias que limitan su explicación cuando se trata de relatar hechos realizados por individuos con un gran poder político, económico o militar, lo cual les hace justificable sus actos.

    En esta redacción de la historia entran los conceptos de libertad positiva y libertad negativa. La libertad positiva es permitir al redactor que escriba la historia fuera de toda influencia, es decir, no obstaculizar su relato de los hechos. En el caso de la libertad negativa, puede que no tenga obstáculos para su proyecto, pero se le limitan los deseos de escribir objetivamente. Pero ¿quién es más libre, aquel que vive en una falacia de satisfacciones sin desear más o aquel que conoce sus carencias y busca cubrirlas? El Dr. José María Luis Mora escribió:

    "el hombre aumenta su libertad no cuando domina más, sino cuando es menos dominado"…

    Pero como lograr esta propuesta en nuestra sociedad contemporánea, cuando estamos dominados por un sistema económico que provoca dependencia y sometimiento. La libertad entonces se encuentra determinada de una forma negativa, donde la justicia se encuentra disponible para aquel que puede pagar el proceso que implica y que puede disfrutar de una libertad positiva. Vemos entonces que hasta la libertad se ha sometido al proceso globalizador y su método de aplicación que podemos resumirlo así:

    La libertad positiva se encuentra en función de las características del individuo que puede explotar plenamente y los medios de los que dispone; la libertad negativa esta determinada por los medios que son puestos a disposición del individuo y su capacidad de aprovecharlos está determinada igualmente por los medios con que cuente para ello.

    Como mencionamos en párrafos anteriores, la libertad debe ser una sola atendiendo al pensamiento del hombre en sociedad. Sin embargo las condiciones prevalecientes para llevarla a cabo son las que han cambiado su interpretación, aplicación e incluso, su forma de permanencia. Aquí entra otro concepto que se ha identificado con libertad pero del cual tan solo lo mencionaremos y nos ocuparemos de éste más tarde, la democracia que se ha identificado como paralelismo de la libertad, NADA MÁS FALSO.

    LAS IDEAS POLÍTICAS DEL SIGLO XX

    Hemos identificado como métodos las formas ordenadas de investigación. Pero en sí es el pensamiento el que se está ordenando desde el individualismo humanitario y el nacionalismo romántico del siglo XIX. Este pensamiento dio lugar a dos grandes corrientes de pensamiento filosófico. El pensamiento socialista que establecía que sin un control de los recursos económicos ningún compromiso intelectual es suficiente, que se tradujo en un pensamiento conservador de los valores morales que supuestamente llevarían a la sociedad al monismo tal y como lo expone Berlin en su introducción. Prevalecería el peso de las instituciones contra la injusticia y el caos causados por el anarquismo y el pensamiento liberal; el conservadurismo entonces propone una libertad negativa. Los liberales por supuesto que defendían la libertad de pensamiento, de competencia y desarrollo que serían la base para un desarrollo económico cuyo resultado es la modernización de los medios de producción y con ello el desarrollo del conocimiento científico. Pero dentro de estas propuestas, la participación del individuo en ambos sistemas resulta ser el factor determinante para su realización. Desde el siglo XIX tenemos esta disyuntiva y hasta el día de hoy no podemos encausar un resultado que sea positivo universalmente.

    Los cambios en el pensamiento han provocado crisis políticas lo cual hace entendible pero no justificable sus consecuencias. Ante estas crisis, las organizaciones alternas han surgido como opciones de control social antes de que vengan las revoluciones que tienen el mismo origen, la búsqueda de la libertad. La ruptura entre el cambio y el cambio violento se presentó con la revolución francesa, icono de libertad de actos y pensamiento. De ahí han surgido las filosofías que dieron lugar a los Estados políticos como los conocemos en la actualidad y después los grandes sistemas de gobierno en los que se dividió el mundo en el siglo XX. Estos cambios dieron origen a la creación de instituciones que regularan la convivencia entre Estados después de la crisis política de 1945. El entendimiento de que el ser humano se encontraba sujeto en su desarrollo a factores más complejos que requerían de algo más que una institución para comprenderlos, fue el factor que permitió la modernización política por medio de la cual la sociedad tomó el poder a través de métodos económicos superando al Estado, creando una organización paralela.

    Tanto conservadores como liberales impusieron su filosofía en el ámbito de competencia a través del siglo XX. La transformación de la historia dentro de un mundo bipolar llevó al máximo la creación de métodos tanto de defensa como de ofensiva. El monismo de Berlin quedaba por completo a la deriva en un contexto mundial que no permitiría ningún cambio durante 45 años.

    Para el análisis marxista, el futuro solo podía ser afrontado y enfrentado por el proletariado, que era la clase destinada para dominar puesto que era la dueña de la fuerza productiva minimizando el poder del capital productivo y el desarrollo tecnológico. Pero la instauración del pensamiento marxista se dio en una arena política de gran extensión geográfica. Como establecer un control sobre ciudadanos tan distantes que apenas y conocían a sus vecinos, menos conocían a sus lideres. La opción fue el control militar sobre la educación y el desarrollo económico que implicaba por supuesto la limitación y sometimiento del pensamiento en una libertad negativa, ya que no se contaban con los recursos para satisfacer la gran demanda de la población que según Lenin, se encontraba en la situación que Aristóteles predetermino:

    …"un gran numero de hombres eran esclavos por naturaleza y cuando se les liberaba de sus cadenas no poseían los recursos morales e intelectuales para afrontar la perspectiva de la responsabilidad"…

    Entonces la libertad no puede ser total, ya que el hombre es malo por naturaleza y sus actos siempre serán en perjuicio de él mismo. Necesita por fuerza de un órgano rector y limitante de los deseos naturales. Se planteaba la gran divergencia entre la libertad del individuo y la necesidad de orden que fue la justificación perfecta para que la democracia se instaurara como respuesta universal. Dentro de este pensamiento democrático, se incluyó la preocupación por las cuestiones generales que al no tener un objetivo prioritario individual, no representaban interés alguno y sin embargo, afectaban la convivencia social por lo cual debían ser sino eliminadas, sí limitadas.

    Es pertinente hacer una aclaración. El pensamiento conservador impide el desarrollo intelectual como sinónimo de armonía. No fue gratuito que nos pasáramos casi 300 años en el oscurantismo ya que la ignorancia inhibe la ambición. En los párrafos anteriores no hemos pretendido identificar al sistema Leninista con un pensamiento conservador, aunque sus similitudes sean grandes y constantes. La característica común en ambos, es que la libertad se basó en un control férreo de la ideología y la filosofía social, dentro de un Estado centralista que pretendía llevar a la práctica las propuestas marxistas en una sociedad que no tenía las bases suficientes y tampoco eficientes para tal fin, que obligaban a la eliminación de todo aquel pensamiento que representara un cambio o amenaza para el sistema central. Sin embargo, el desarrollo científico y tecnológico de la antigua Rusia no se limitó. Su posición como líder político y militar no le permitía rezagarse en la carrera armamentista cuando la exploración y potencial explotación el espacio exterior representaba la supremacía en todos sus ámbitos.

    Pasemos ahora al pensamiento netamente liberal de los Estados Unidos, que ahora corren el riesgo de que esa total libertad se convierta en una amenaza anarquista por el poder económico que ha alcanzado. El pensamiento utilitarista tiene como principal objetivo la seguridad, tanto de personas como de bienes e intereses sin importar la pérdida parcial de la libertad reduciendo el horizonte de ambiciones. Básicamente, ésta es la fundamentación por la cual se creó la Liga de las Naciones y su consecuencia que es la O.N.U. para legitimar los valores considerados como justificables en función de una interpretación histórica que deseaba implantar el capitalismo como forma de producción universal. Saint-Simon decía que "el gobierno de los hombres será sustituido por la administración de las cosas". Esto, aunado a la justificación de la O.N.U. como monopolio de los Estados Unidos necesitó de un orden inquebrantable para adaptar al ser humano a las nuevas fuerzas de lealtad y sentimientos nacionalistas. El sistema capitalista amplía el margen de comercio y a su vez, reduce el miedo que representa la libertad de elección del ser humano ya que la amplitud de opciones de adquisición de un bien o un servicio es garantía de integración y pertenencia a un grupo social determinado.

    Pero cuando el poder político resulta insoportable, cuando reduce al mínimo las libertades individuales, el hombre tiende a buscar refugio en otra fortaleza que represente oposición hacia el Estado y en todo caso y es el peor, se encuentra la iglesia como alternativa de reencuentro y reconocimiento tanto individual y colectivo. Creamos así el pensamiento utilitarista que no representa sumisión, sino aceptación de una autoridad que nos garantiza orden y bienestar general sacrificando una parte de nuestra propia libertad.

    LA INEVITABILIDAD HISTÓRICA

    El pensamiento de Comte representa la ruptura entre la razón y el miedo. La posibilidad de que al ser humano se le pudiera estudiar al igual que a los animales creaba una oposición de facto que impedía el desarrollo del conocimiento sociológico, que hasta la fecha es la herramienta sino perfecta, sí la mas útil para conocer al hombre en sociedad. De esta forma se podría estandarizar la verdad en lo que se refiere al desarrollo humano y salir del teologismo oscurantista que tan solo creaba mitos como forma de dominación. El hecho de que se puedan establecer leyes en el proceso histórico de las sociedades es un éxito de las ciencias naturales y del método científico. Esto ha afectado además de las ciencias naturales a las ciencias sociales y sus aspectos políticos, ya que el determinismo postula que el ser humano es producto de su entorno natural, biológico, político, social, económico, religioso y racial. Por lo tanto, la historia tiene una nueva interpretación por considerar como es que el ser humano ha aprovechado su posición de animal dominante y como es que ha logrado permanecer en ese lugar, paralelamente de los cambios que ocasiona a su ecosistema. De todos estos cambios, el producto es la civilización comprendida como la convivencia de todas las ideologías y razas existentes. Pero la civilización es más que la simple convivencia social. Implica el conocimiento de individuos, grupos, castas, culturas y modelos sociales que nos permitan clasificar y explicar las causas del comportamiento humano, además de proyectar las posibles características históricas que afectarán a la sociedad. La vida que deseamos predeterminar está formada por elementos naturales que determinan los pensamientos de los grupos sociales y estos a su vez, aprovechan al máximo los elementos a su disposición para llevar a cabo la característica fundamental del ser humano, que es la de modificar su entorno permanentemente y que lo hace diferente de los demás seres vivos. Para Marx, los hombres actúan obligados por su "evolución de clase", pero está evolución está predeterminada por las condiciones naturales en las que se desarrolla, por lo tanto Marx nos presenta un pensamiento tan absorto que no pudo ver el determinismo que enunciaba Comte y que representaba la condición inicial del pensamiento. Pero el ser humano será siempre un ser temeroso. Tanto de lo que desconoce como de lo que conoce y puede predecir sus consecuencias. Por ello es que el hombre a creado a su alrededor múltiples utopías que le sirven de diversión o aletargamiento, para enfrentar después los hechos para los que no tiene solución.

    ¿Por qué el ser humano ha de crearse fantasías a su alrededor? Los juicios que aplicamos a nuestros actos y a los actos de otros están condicionados por el lugar que ocupamos dentro del status social. Que tanto poder de decisión tenemos y cuál es nuestro lugar en la escalera productiva. Alabamos a todo aquello que concuerda con nuestros intereses, pero condenamos lo que interfiere con la realización de los mismos. Entonces le libertad es calificada de positiva o negativa, según se presenta para permitir o impedir la realización de nuestros deseos, es decir, con nuestra naturaleza. El pensamiento del hombre entonces, será razonable cuando la libertad sea negativa, puesto que debemos atender al interés y bienestar común por encima del bienestar individual. Después será racional, cuando la libertad sea positiva y podamos culminar la realización de nuestros objetivos. Pero si los medios para llevar a cabo cualquiera que sea la actividad y la libertad que en ese momento domine, están regidos por las características de nuestro entorno y ello determina las condiciones y capacidades del hombre, ¿no volvemos de nuevo al determinismo y la teoría de Saint-Simon de que "el gobierno de los hombres será sustituido por la administración de las cosas" y por lo tanto, la administración de los recursos naturales superará los deseos del hombre y sus utopías? La organización de nuestras vidas lleva en algún sentido la restricción de la libertad, que estará sometida a la disposición de los recursos naturales necesarios para nuestra subsistencia y que determinarán el curso de la historia que ha pasado por varios estadios.

    El primer razonamiento del hombre fue teológico. La animación de objetos seguía el propósito de que cada una de ella tenía una finalidad dentro de la vida del ser humano y dado que no se podía explicar la naturaleza de este hecho, se recurrió a una explicación que no tenia fundamentación ni razonamiento científico. Por lo tanto, la cosmología y la pretendida explicación y justificación de la historia se convirtió en ley y verdad y todo fue explicable puesto que nuestra inteligencia era demasiado débil, entonces la primera limitación de la libertad fue sobre el pensamiento. Ningún esfuerzo podía superar la veracidad del razonamiento teológico aunque no tuviera probidad científica. Cualquier cosa era inconcebible fuera de este razonamiento, por lo que la ceguera científica desarrolló una historia parcial. La inevitabilidad de la historia recae de facto en los sucesos y leyes naturales que provocaron leyes de jure para legitimar la dominación y limitación del pensamiento.

    Pero el conocimiento científico ¿libera o limita el pensamiento? Ante la falta de pruebas que confirmen el conocimiento, el pensamiento es tan libre de encontrar respuestas empíricas y metafísicas, pero cuando las pruebas del conocimiento científico se hacen leyes, el pensamiento se limita a esas leyes. Esto impide la creación de utopías que hacen del conocimiento un ejercicio sin orden. Las leyes que en verdad rigen el desarrollo del mundo siempre superarán las utopías, sin importar cuanto tiempo se lleven en hacerlo. Esto lo establece Marx y Engels cuando determinaron que el desarrollo del ser humano depende tanto de las causas naturales como de la convergencia de las mismas. Y si estas causas no fueran suficientes, el hombre en su afán de transformar su entorno, provocará la convergencia de todas las fuerzas necesarias para lograr su fin. Marx identifica al ser humano como un animal estúpido que en el inicio de su existencia el propio equilibrio impide su desarrollo intelectual. Pero el hombre es necio, su deseo de dominar los fenómenos lo lleva a la liberación del pensamiento sobre el conocimiento científico aceptado, lo cual provoca un desequilibrio en su entorno así como en su vida. La modificación de los valores morales y sociales conlleva también un cambio en las instituciones y la estructura social que no deben culpar ni elogiar los actos del ser humano, sino atender estos cambios. En sí lo que provoca y provocará los cambios en la vida del ser humano es la curiosidad de él mismo por su vida y capacidades de alterar el entorno natural, ocasionando una autoeliminación por la competencia con los otros grupos sociales. Aceptable o no, el determinismo es el inicio del estudio de las causas que provocan cambios en el orden natural y nos permite ver con mayor claridad el por qué de las decisiones humanas y que son la causa del desarrollo histórico del hombre. Si la libertad es en verdad necesaria, entonces todas las filosofías que ha defendido el ser humano pueden ser idealistas ya que el pensamiento siempre ha luchado por la libertad del individuo y esta libertad ahora es cuestionada como fundamento filosófico, debido a todas las condiciones que determinan la amplitud de pensamiento.

    Dos conceptos de libertad

    Saint-Simon determina que cuando el proceso económico lleve al ser humano a dar prioridad a los bienes sobre las personas, iniciarán las complicaciones por los medios en los que se ha de basar esta nueva forma de orden. Marx retoma esta teoría y establece que la verdadera historia de la humanidad empezará cuando exista una perfecta armonía social que bien puede ser una utopía. Por esto no podemos ni siquiera considerar como factible, que el pensamiento político quede supeditado por conceptos fijos y modelos abstractos ya que quedaríamos impedidos para hacer análisis propositivos que desarrollen un conocimiento entendible para todos.

    ¿Pero la libertad obstruye o permite el pensamiento?. Si hablamos de una libertad de conocimiento, podemos decir que lo limita al determinar las causas por lo que no permite la especulación. A su vez, provoca el interés por posibles aplicaciones que darán origen a nuevos conocimientos, por lo que caemos en un proceso de origen-causa-consecuencia que parece interminable. Pero si nuestro tema es una libertad política, éste pensamiento siempre estará cuestionado por las condiciones en las cuales el ser humano se encuentre en sociedad. Estará influenciado por la ambición, los deseos individuales, la coacción de la pérdida de la libertad individual para ganar una libertad colectiva ya que el ser humano siempre necesitará de la convivencia con otros seres y por lo tanto, será un ser político que tendrá que acatar las normas de orden así como respetar las libertades de su grupo que representan la opresión de las libertades propias. Pero esta coacción y opresión no son del todo lesivas para el individuo. Al acatar las normas de orden tiene el derecho a que los otros miembros del grupo respeten por igual sus deseos y libertades, garantizando así una sana convivencia en un mundo dentro del cual la armonía es cada vez más débil por lo cual se deben crear valores morales y sociales que den al grupo la sensación de pertenencia y justicia ya que la libertad no es el primer deseo ni tampoco la primera frustración del hombre.

    Antes que tener libertad de acción o de pensamiento, debemos tener libertad para proveernos de los satisfactores mínimos que las condiciones geográficas nos obliguen –volvemos de nuevo al determinismo biológico como factor de desarrollo- o en su caso, contar con los medios adecuados para lograr tal fin, relegando la libertad individual. Éste es un principio básico de toda norma social. Si yo pierdo mi libertad por respetar los intereses del grupo y ello representa que no puedo realizar acciones determinadas para acercarme los satisfactores mínimos ya que afectaría los intereses y el bienestar de los otros, los valores morales, la organización y la justicia son los recursos por los cuales el grupo mismo crea los medios para que estas tres características surjan como alternativa para allegar estos satisfactores.

    Hobbes defendía la creación de salvaguardias para mantener a los individuos en orden bajo un poder central, lo que ahora podemos identificar como instituciones. No podemos ceder la libertad totalmente, pero tampoco podemos ser libres totalmente. Aquí tenemos otra interpretación de libertad que se aplica tanto a la intención como al hecho. El amenazar con RESTRINGIR COMPLETAMENTE la libertad del individuo si no acata las normas por las cuales se garantiza la libertad colectiva, es una forma de coacción y opresión física y ya no de pensamiento ni de convivencia. Entonces seremos libres en la medida en que seamos esclavos de las leyes y retornamos al análisis de la libertad positiva y la libertad negativa. Para legitimar la coacción y la opresión, se tuvo que inventar algo que se llama DEMOCRACIA y que se ha medido como sinónimo de libertad, siendo que limita por igual las acciones del individuo restringiendo sus deseos personales al sometimiento de un orden colectivo. Es diferente aceptar a coacción reconociendo que es por bien propio a reconocerla como libertad limitativa y facultativa para mis deseos.

    Pero vayamos a la libertad filosófica del individuo. Representa el conocimiento de mis capacidades, el control de mis deseos y la dominación de mis insatisfacciones. En la medida en que pueda tener un pensamiento racional sobre estas tres cuestiones que todo ser humano tiene, podré pensar más libremente, actuar más libremente y por consecuencia, mi persona será más libre. Lo decimos muy fácilmente, pero el conocernos es una de las tareas más complicadas que existen. La esencia del hombre consiste en ser autónomo y eso es lo que complica la existencia y sin embargo la enriquece. La autonomía de pensamiento nos guía a la autonomía de acción y sucesivamente la armonía tan buscada por Saint-Simon y Marx podrá llegar, aunque la historia nos dice que será fácilmente destruida por el mismo deseo de libertad del hombre cuya naturaleza lo lleva a no aceptar las normas de control y ver a sus semejantes como meros objetos de utilidad y no de desarrollo.

    En el orden social, tenemos la injusticia de que algunos individuos tienen que hacer algo que no quieren o que no les gusta o que simplemente no están de acuerdo con ello, debido a que la falsedad disfrazada de democracia impone reglas en ocasiones parciales, por las cuales el individuo se encuentra limitado en opciones políticas, siendo que por naturaleza es un animal político, se les restringe en su acto natural. La frontera entre derechos y responsabilidades queda sustituida por las pasiones del individuo que rompen con el orden establecido, deformando tanto el pensamiento razonable como el racional en la interpretación personal de libertad.

    La libertad de pensamiento político y racional siempre ocasionará un desorden cívico, debido a la necesidad natural de integración y pertenencia que no siempre le dará al individuo lo que el reclama. Puede ser que tenga libertad de intención y de acción por lo que la opresión y la coacción no serán palpables, pero el individuo necesita del reconocimiento de la sociedad y la libertad no le es suficiente. Aquí es cuando el individuo crea el desorden para fabricar la atención de la sociedad hacia él, aunque ello le cueste la libertad de acción y convivencia. Una de las complicaciones en la comprensión del termino de libertad, es el lenguaje que en un principio sirve de herramienta cuando la libertad es insuficiente. El lenguaje debe ser simple, claro y específico para que los conceptos no sufran deformaciones en la interpretación y tampoco en los actos. Los grupos deben tener el mismo concepto para que el orden sea más fácil y la libertad individual permita la participación de todos los miembros.

    Pasemos ahora a otra libertad. Cuando se nos limita de un grupo social perdemos la libertad de convivencia y pertenencia debiéndonos adecuar a las posibilidades de integrarnos a otro grupo. Cuando se nos castiga por violaciones a las normas de conducta, se limita nuestra libertad de acción pero lo aceptamos por que sabemos que agredimos el orden social. Nuestro reconocimiento y aceptación de las normas que nos rigen hacen igualmente aceptable el castigo correspondiente. Pero cuando somos castigados por nuestra propia familia, nuestros seres más cercanos, somos limitados en nuestra libertad de afecto que es un sentimiento universalmente reconocido como valor moral.

    Es por ésta razón que los monarcas han afianzado los lazos afectivos con sus dominados, para que la libertad sea un valor moral con una aceptación jurídica de los actos del monarca, justificando así en el bien común y el beneficio social su desempeño político. La libertad entonces estará medida en función del afecto que la gente tenga por quien los gobierna ya que los derechos y no el poder podrán ser defendidos como valores. Pero no existe una forma universal de lograr todos los anhelos del individuo. Es más, no existe un método por el cual controlar a la sociedad ni siquiera a través de instituciones que restrinjan completamente a los individuos de su libertad de acción, convivencia y afecto, es decir, los órganos de represión. Fidel Velásquez decía:

    …"no importa que me odien, pero que me teman"…

    Esta filosofía del poder es más fácil de ejercer puesto que no es necesario dotar a la población de los satisfactores que requiere. Por el contrario, es más fácil retirarles sus anhelos y limitarles sus libertades de pensamiento. La aversión hacia el gobernante puede acrecentarse más rápido que el afecto. Sin embargo, si no se lleva un control de los afectos y las aversiones, los desenlaces son tan predecibles como nos lo ha enseñado la historia.

    John Stuart Mill y los fines de la vida

    La libertad y la diversidad de pensamientos han creado sociedades tan complejas que la convivencia tuvo que hacerse en términos en algunas ocasiones muy estrictas y en otras demasiado libres. En ambos casos, la tolerancia es un nuevo factor de convivencia y equilibrio. Los valores personales se establecieron como normas de orden dentro de un contexto social en el que imperaba la comprensión y la libertad de pensamiento y acción, supeditadas a un gobierno con fuerzas de represión profesionales. Solo así puede ser posible la tolerancia en una diversidad racial y étnica tan grande. Los grandes centros humanos se establecieron en sectores raciales después de la segunda guerra mundial. La creación de Estados dentro de otros Estados propició las condiciones –otra vez el determinismo- bajo las que la segregación racial, política y religiosa que antes de la guerra se mantenían estables, terminaran por crear conflictos que llevarían a la desintegración de Estados enteros. De nueva cuenta, la tolerancia operó como medio de conciliación, aunque la división por la libertad de pensamiento y de acción no pudo evitarse.

    La diversidad provoca riqueza y por lo tanto, la vida del hombre podrá ser más placentera ya que la monotonía tiene la cualidad de hastiar hasta a las personas más pasivas. Entramos en una disyuntiva filosófica ya que el pensamiento por principio siempre será individual, lo que complica la realización de una proyección global. Mill siempre defendió el pensamiento individual y racional sobre el pensamiento colectivo y razonable. Igualmente defendía la instrucción escolar como la forma más libre de pensamiento y sería entonces una libertad transformada en un medio y no se consideraría más como un fin. En un pensamiento romántico, se quitaría el pensamiento utilitarista de las capacidades del individuo para tomar un pensamiento humanista y llevarlo a expresiones filantrópicas como en el Renacimiento, donde el hombre era el sujeto y objeto de la literatura, pintura, escultura y en fin de todo aquello que representara evolución.

    Comparativamente, las sociedades contemporáneas han suplantado el interés por el desarrollo humano con el desarrollo económico. Este es un fenómeno palpable en todos los aspectos de la vida y del cual, no podemos evadir hacer mención como causa de desorden, injusticia y pérdida de valores. Las sociedades se han transformado en centros de trabajo, pero no de crecimiento. ¿Cómo recuperar entonces todo el valor moral, de justicia y familiar en un entorno de desvalorización? ¿Quizá tolerar algún desacuerdo significa acreditación hacia el mismo? Las libertades son tan variadas en su interpretación, que la disyuntiva del ser humano en cuanto a considerar lo justo y lo moral queda en un margen tan pequeño que las sociedades se están convirtiendo en una congregación de pensamientos mediocres, que no buscan una finalidad como objetivo en la vida sino que se satisfacen con la llana supervivencia diaria. También la restricción de las libertades de convivencia, pertenencia y afecto se ha vuelto más grande en la medida que lo justo y lo moral se vuelven más pequeños. Retomando el determinismo, vemos que la explotación de la naturaleza crea vacíos que pueden provocar dos cosas. La primera, una necesidad de satisfactores alternos a los naturales que si bien se podría pensar que se limitaría el pensamiento ante la carencia de recursos, lo que se logra es ampliar el pensamiento para buscar opciones. La segunda es una guerra fratricida por el control de los remanentes naturales –en especial de los hidrocarburos– lo que implica la devastación de Estados enteros, la restricción total de libertades, la dominación de regiones enteras por parte de las potencias dominantes y el retorno al pensamiento utilitarista con la consecuente pérdida total de justicia y equidad. Mill establece que si no hubiera disidentes, tendríamos la necesidad de crear argumentos contra nosotros mismos. Esto es cierto parcialmente, ya que el afán de sobrevivencia lleva implícita la teoría del caos, que determina que el orden lleva al desorden y viceversa. Es decir, la convivencia humana, la libertad y diversidad de pensamiento son elementos naturales por medio de los cuales se distinguen rasgos físicos, étnicos y religiosos. Como consecuencia tendremos la diversidad obligada y por tanto los conflictos que el manejo de recursos y ambición del ser humano provoca. Esto es el orden que provoca un desorden. Pero enseguida, ante la carencia de recursos, el ser humano se verá orillado a conciliar estas diferencias que dan riqueza a la vida, para establecer un orden que permita aprovechar al máximo la escasez. Viene entonces el orden producto del desorden y la historia nos repite incansablemente esta lección sin que hasta la fecha, parece que la hayamos aprendido. Como vemos, no es obligada la necesidad de crear argumentos en contra de nosotros mismos. Las condiciones naturales de convivencia, las pasiones naturales de dominación y las incongruencias entre pensamientos y actos llevan al ser humano a llevar la vida social más complicada que se puede encontrar en el reino animal.

    El análisis de Mill no radica en el utilitarismo ni el determinismo, sino la capacidad del ser humano de calificar lo que es bueno y lo que es malo de acuerdo a una específica filosofía, por lo que Mill no identifica una meta o un ideal único del pensamiento humano, por lo tanto podemos decir que la libertad del individuo no es aquella que le permite vivir como él quiere, ni tampoco la que le deja vivir como le permiten sus recursos, sino la coherencia entre sus deseos, sus actos y sus objetivos.

    JULIO CÉSAR GARCÍA RAMÍREZ

    UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

    FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES

    SISTEMA DE UNIVERSIDAD ABIERTA

    FILOSOFÍA Y TEORÍA POLÍTICA CONTEMPORÁNEA