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Censura a imágenes violentas en la televisión.

Enviado por falacci


    1. Violencia en los medios
    2. Que es la violencia en los medios
    3. La violencia en los medios propicia más violencia
    4. Conocer a los medios.
    5. Posibles Remedios
    6. La realidad y fantasía
    7. Hechos
    8. Conclusiones

    Violencia en los medios

    Se calcula que un joven estadounidense ha visto 200 mil actos de violencia en la televisión, incluyendo 16 mil asesinatos, antes de cumplir los 18 años de edad. La Asociación de Psicología de Estados Unidos asegura que al concluir la escuela primaria un niño ha visto en televisión ocho mil asesinatos y 100 mil actos de violencia. En México se calcula que los niños, han sido expuestos a ocho mil asesinatos y 100 mil acciones violentas en la televisión, al momento de terminar su educación primaria.

    La violencia es parte integral en el contenido de los medios de comunicación, así como lo es, también, de la realidad humana y contemporánea. Documentar cuantos balazos, acuchillamientos y palizas vemos en las pantallas televisivas, o presenciamos a través de otros medios, puede resultar útil para contrastar esos mensajes con los de otra índole. Pero por mucho homicidios, atropellos contabilicemos, hay dos importantes dilemas sobre cuales no tenemos respuestas concluyentes en el estudio de los medios y su relación con la violencia. El primero de ellos es si la violencia en los medios es causa de violencia adicional en la sociedad. El segundo es qué hacer ante la proliferación de mensajes que pudieran atentar contra la convivencia, la apacibilidad y la tolerancia.

    George Gerbner ha denunciado que en los noticiarios de Estados Unidos, la violencia ha llegado a ser, el corazón de los sucesos dramáticos todas las noches, pues diariamente ocurren cinco asesinatos por hora, durante el horario estelar. En los programas de entretenimiento las muertes son tres, mientras que en las caricaturas hay entre 20 y 25 incidentes violentos cada hora.

    Las respuestas sociales a esa muestra de escenas, episodios, hechos o representaciones violentas, desde hace algún tiempo comenzaron a pasar de la resignación, a la preocupación e incluso la queja activa entre los consumidores de los medios en diversos sitios del mundo. El ejemplo no sólo más cercano sino mejor documentado que hay es el de Estados Unidos; de allí la proliferación de referencias a la situación en ese país y menos a la violencia en los medios en América Latina o, específicamente, en México. Entre nuestros vecinos del norte, una encuesta señala que 75% de los adultos con niños alguna o muchas veces le han cambiado de canal a su televisión o la han apagado, debido a la transmisión de escenas violentas.

    En sociedades más activas que la mexicana, los televidentes tienen niveles de exigencia que logran presionar de manera eficaz a las grandes empresas de comunicación. El de la violencia es uno de los temas principales en el escrutinio social de los medios. Desde luego no basta con identificar, contabilizar y condenar las escenas de hechos violentos, sean o no simuladas. Es necesario saber qué efectos tienen esos mensajes y en tal sentido, la investigación social en nuestro país tiene enormes carencias. Por otra parte, tampoco es suficiente la condena en general a los medios de comunicación como si ellos fuesen culpables de la violencia y no sólo de recoger o privilegiar en sus transmisiones la presentación de hechos de esa índole. Al respecto, hay una amplia discusión que en otras naciones lleva varios años y en México apenas si empezamos a conocer.

    Que es la violencia en los medios

    Gerbner ha delimitado los atributos de la violencia, para propósitos de sus estudios, a:

    "… la expresión abierta de fuerza física en contra de otros o de sí mismo, o la coacción para actuar en contra de la voluntad de alguien por medio del dolor, o por heridas, o muerte."

    En los medios, se dijo en ese estudio, "la violencia representada en cine, televisión, audio, impresos o interpretaciones en vivo, no es necesariamente la misma violencia de la vida real. Las cosas no violentas en la realidad pueden ser violentas en su dramatización. La violencia presentada en los medios puede llegar a mucha gente, en tanto que la violencia real posiblemente no. Los medios pueden emplear muchos recursos artificiales para aminorar o amplificar sus efectos emocionales y sociales".

    Definir a la violencia no siempre es sencillo, especialmente cuando se trata de los reflejos o expresiones de ella en medios de comunicación. Estos son antes que nada intermediarios que propagan lo que hacen. Pero no son espacios neutrales que reflejen sin énfasis esas realidades. Hay ocasiones en las que es evidente cuándo un gesto, una frase o un hecho, son violentos en los medios. Pero no siempre es posible distinguir con facilidad entre la violencia en sí, que acaso pueda ser alevosa, ventajosa y de consecuencias lacerantes, y la violencia como espejo de actitudes y hechos que existen en la realidad.

    Al referirnos a la violencia en los medios es difícil distinguir entre las maneras como son presentados la narración ficticia o los hechos reales y la categorización o descontextualización que la comunicación de masas impone sobre ellos. Es importante tener en cuenta esa distinción cuando se reflexiona sobre los alcances sociales de la violencia tal y como es presentada en los medios.

    La violencia en los medios propicia más violencia

    El profesor Brandon Certerwall, de la Escuela de Salud Pública de Washington, asegura que "si no hubiera televisión, hoy habría 10 mil asesinatos, 70 mil violaciones y 700 mil asaltos callejeros menos al año en Estados Unidos". Este especialista fundó el 17 de marzo de 1996 el Movimiento por el Ambiente Cultural, en cuyo consejo consultivo participan varias docenas de los más destacados investigadores de la comunicación de masas en todo el mundo.

    El doctor Gerbner preparó en 1988 para la UNESCO, el informe Violencia y terror en los medios de comunicación. Allí se ofrecen los resultados de diversas investigaciones en el mundo acerca de la violencia reportada o desplegada en los medios y la violencia en la sociedad. El informe se basó en las respuestas de más de cuatro mil 600 peticiones de datos sobre el tema que circularon en la comunidad académica internacional y fue complementado con indagaciones en bibliotecas y archivos de todo el mundo.

    EL informe menciona "la exposición constante a las historias y escenas de violencia y terror pueden movilizar tendencias agresivas, desensibilizar y aislar otras, intimidar a muchos y disparar acciones violentas en algunos". Y concluía: "Hay una relación entre la violencia reportada por o desplegada en los medios y la violencia individual o de grupo, que es una realidad en las sociedades de nuestros días".

    Legislar contra los contenidos considerados como violentos implica riesgos, entre otros, para la libertad de expresión. Sin precisiones suficientes y cuando una ley requiere demasiadas explicaciones o ajustes casuísticos entonces no es una ley clara podría vetarse tanto a la violencia en una serie televisiva sobre kung-fú, que en la transmisión de un juego de basquetbol o en las noticias sobre una manifestación callejera que terminó en enfrentamiento. De allí a los vetos políticos con pretexto de proteger a los televidentes de escenas violentas, habría poca distancia.

    Es completamente cierto que la violencia en la televisión no origina todas las causas de agresividad infantil y también es verdad que algunos niños son más susceptibles que otros a ser afectados por la violencia televisiva, y de todos modos esos son los niños que son más potencialmente agresivos. Pero el efecto de la violencia televisiva conduce a esos niños `en riesgo' a ser más agresivos de lo que serían en otras circunstancias. Y aunque el grupo especialmente en riesgo debería ser una minoría de los televidentes, tienden a ser mayoría entre los agresores. Este hecho los hace, así como al contenido violento en la televisión, merecedores de nuestra atención.

    Jorge Iván Bonilla Vélez: "Ya los mensajes no actúan como una aguja hipodérmica que afecta a todos por igual sino a determinados grupos, pero que los medios de comunicación engendran la violencia, no tiene discusión".

    "A estas alturas ha llegado a ser evidente para los investigadores de los medios que no hay un solo estudio que establezca a la violencia en la televisión como `causa' de agresividad o de comportamiento violento, pero la televisión es, ciertamente, un `factor que contribuye' al comportamiento agresivo de los individuos y al problema de la violencia en la sociedad."

    Los medios de comunicación, desde luego, reflejan una realidad tan compleja como no siempre agradable. Pero no hay medio sin operadores que tienen a su cargo la decisión de qué presentar y qué no y sobre todo, con qué espacios, formatos, intensidades discursivas, o que deciden en qué contexto o en ninguno presentan un hecho violento, sea real o ficticio.

    Como sea, ante la violencia en los medios y específicamente en la televisión, en distintos países ensayan opciones que van desde la formación de grupos ciudadanos para presionar a las empresas de comunicación y a los gobiernos, hasta el diseño de recursos tecnológicos para detectar y, en todo caso, vetar, la recepción de programas de contenido violento. A continuación presentamos un breve repaso de algunas de esas medidas.

    Conocer a los medios.

    En varios países y ahora en México, cada uno con rasgos peculiares diferentes, se conocen experiencias de grupos sociales así como de instituciones de radiodifusión que manifiestan su preocupación por la violencia en los medios y proponen algunas reglas de orden jurídico, morales o didácticos para reglamentarlos.

    El movimiento por el ambiente cultural citado por el doctor Gebner tiene una llamada "declaración de independencia de los espectadores", que en uno de los ocho puntos señala un efecto conocido como "distorsiones del proceso democrático", las cuales estipulan que las consecuencias que tienen en el ser humano son grandes ya que desensibilizan, aterrorizan, brutalizan y paralizan. Promueve prácticas insanas que influye de manera errónea a miles todos los días. Muestran representaciones que deshumanizan, estereotipan, marginalizan y estigmatizan a las mujeres, a los grupos étnicos y raciales, a los gays y lesbianas, a las personas de edad o física o mentalmente incapacitadas y otros fuera del contexto cultural.

    Así pues, también a asociación de radiodifusoras de Canadá hizo en 1994 la campaña nacional en contra de la violencia, destinando 10.6 millones de dólares en tiempo radiofónico y televisivo al aire, cuyo objetivo era recordarle a los canadienses que son víctimas constantes de la violencia y que ellos deben ser parte fundamental para resolver este problema. En los siguientes 2 años, los radiodifusores canadienses sacaron una campaña llamada "violencia: usted puede hacer la diferencia" que incluye nuevos anuncios para radio y televisión, así como un paquete de "sugerencias para la acción contra la violencia" la cual tiene información que puede ser empleada por radiodifusores, legisladores y profesores en escuelas de comunicación.

    Este caso particular de Canadá tienen un punto peculiar, y es que los industriales de la radio concuerdan con las exigencias de terminar con la violencia en los medios. Lo anterior es comprensible en base a los rasgos culturales de la sociedad canadiense, pero también porque un gran porcentaje de la industria del radio y televisión es de carácter público.

    En México en 1997 surgió un grupo llamado "En los medios, a favor de lo mejor" y estaba formado por varias agrupaciones civiles y que su preocupación principal era que los mexicanos se enfrentaban al daño causado por el avance de la violencia, el desorden sexual y el menosprecio de los valores fundamentales de la familia. Este grupo emitía la pregunta ¿qué desean ver en su hogar? Y al mismo tiempo esta coalición respondía que el mexicano esperaba ver unidad, tranquilidad, ayuda, confianza, cariño. Que queríamos ver ideales, dignidad y virtudes en la sociedad. Que se mostrará el valor de la familia, el matrimonio, los buenos modales, el respeto a los mayores y al lenguaje.

    Desde este punto de vista, este grupo propone una mayor vigilancia por parte de los padres de familia, exigir a los medios el cambio de series y programación y la posibilidad de renovar las leyes para los medios. Esta campaña, que reunió muchas firmas tanto del sector privado como público, mezclaba la violencia con los criterios de moralidad. Lo que se cuestiona de esta postura es que con el pretexto de minimizar la violencia se debe tomar actitudes de intolerancia tanto en los medios de comunicación, como en conductas y opiniones que no se consideran aceptables para este grupo. Cabe mencionar que en esta campaña colaboró la iglesia católica, dándole así su ideología tan parcial.

    Posibles Remedios

    Códigos de conducta

    Una de las formas más eficientes para atenuar y prevenir la transmisión de materiales delicado o que se piensa que debería tener una restricción es la autorregulación.

    Dentro de esta forma se pueden mencionar a la asociación canadiense de radiodifusores tiene un "código voluntario acerca de la violencia en la televisión, el cual propone que las radiodifusoras canadienses no debería transmitir programación que contenga violencia gratuita en cualquier forma, tampoco aquellas que promuevan o maquillen la violencia. Así también sugiere reglas especificas para la transmisión de programas infantiles, los horarios par programas de adultos, un sistema de clasificación, advertencias sobre el contenido de los programas, programación noticiosa y violencia en contra de las mujeres, grupos específicos, animales y deportivos.

    Clasificaciones

    En muchos países, los criterios para la clasificación de los contenidos violentos han sido temas de mucho debate. Para el establecimiento de estas categorías, generalmente, toma en cuenta tanto a la violencia como otras consideraciones morales, legales y/o éticas. Por ejemplo, en Francia, el consejo Superior del Audiovisual comenzó a utilizar a fines de 1996 un nuevo código de "clasificación de las obras susceptibles de afectar la sensibilidad de las minorías", catalogando los grados de violencia, erotismo, las películas, series, caricaturas y documentales en 5 categorías.

    Por otro lado, en Estados Unidos, después de muchas quejas y presiones del gobierno federal, las principales cadenas de televisión y directivos de la industria del entretenimiento aceptaron establecer un sistema voluntario de clasificación conocido como (raitings) que se puso en marcha en 1997.

    Recursos tecnológicos

    A comienzos de 1996, la legislación estadounidense ha obligado a los fabricantes de televisores en instalar el "V – Chip", que es un microcircuito de computadora que permite a los padres de familia bloquear ciertos tipos de programas. El chip para funcionar debe estar bien coordinado con las televisoras, ya que gracias a su sistema de clasificación hará posible alertar la transmisión de programas con contenido violento. Este dispositivo da un aviso en la pantalla de la televisión a los padres de familia cobre este tipo de programas. También se puede bloquear la señal directamente para un control constante. Según la coalición nacional sobre la violencia en televisión, defensora principal del V – Chip, piensan en su utilidad, pero consideran algunas limitaciones en él.

    • Que es V-Chip no es un sustituto de la disciplina que debe mantener la industria tanto de radio como de televisión
    • En áreas de alta criminalidad, donde los niños ven 50% más de televisión, el chip no podría emplearse
    • Se encontraría alguna forma de eludir al chip
    • Tomaría muchos años instalarlo en todos los televisores del país y el problema es ahora
    • No se sabe si el chip podría distinguir la violencia glamorosa y gratuita de la violencia de otros tipos
    • La programación podría ser condenada por ser violenta gracias al chip
    • Habría ventaja para la televisión por cable y desventaja para la abierta, ya que esta última es la que sigue luchando por eliminar la violencia.
    • Es un atractivo adicional para muchos jóvenes esta clasificación negativa.
    • En conclusión, es un truco

    Las dudas sobre la eficiencia de este dispositivo son muchas. Se cuestiona ¿qué clasificación sería satisfactoria y para qué segmentos? Y ¿cuánto piensan sacrificar financieramente las televisoras al suspender la transmisión de programas violentos? Entre otras más. La NCTV dejó claro que el V-Chip no es ni una solución ni una tontería. Es más bien una herramienta que puede servir de auxilio para tener un mayor control en programas con contenido violento. Es así que los padres siguen teniendo la mayor responsabilidad de estar pendientes de los programas apropiados para las edades especificas.

    En varios países de Europa, el V-Chip fue aprobado en términos generales, pero exponen problemas prácticos para que funcione adecuadamente. El parlamento europeo permití su introducción, pero los costos y los plazos que éste generó eran más grandes de los esperados. Pero en Estados Unidos, donde se venden 24 millones de televisores cada año, se pensaba que para 1998 todos los televisores debería tener este dispositivo. En el caso de México, el V-Chip no se ha tomado en cuenta siquiera en la discusión de los medios de comunicación. El analista Francisco Báez Rodríguez menciona que es gracias al V-Chip que cada adulto es el responsable por lo que ven sus hijos y la cantidad a la que están expuestos.

    Restricciones

    Es casi de los últimos recursos para darle a la sociedad programas basados en estándares éticos y cuya principal crítica reside en que no involucra códigos y la vigilancia en su cumplimiento ni en las televisoras ni en la sociedad civil.

    El caso más representativo es el de Broadcasting Standards Comisión del Reino Unido, creado por la ley de Radiodifusión en 1996. este organismo público esta conformado por muchas comisiones de trabajo y un consejo general nombrado por el primer ministro. Entre sus principales objetivos están:

    1. formular y adoptar el código de ética de la industria televisiva
    2. verificar que el código se refleje en la programación
    3. atender las quejas de los televidentes por infracciones a las disposiciones

    este organismo es financiado por un presupuesto público y tiene funciones casi jurisdiccionales y las sanciones consisten en imponer a la empresa sancionada la obligación de transmitir la resolución a la que se haya llegado.

    La realidad y fantasía

    La violencia en estos días es tan cotidiana y obvia es parte ya de nuestra realidad y hay quienes dicen que por eso los medios de comunicación no pueden esconderla. Pero desde nuestro punto de vista una cosa es esconderla y otra magnificarla o engrandecerla en medios como la televisión.

    Los medios dan a conocer mensajes modulados y desde el comienzo de la televisión y durante muchos años, la violencia en este medio en particular se encontraba básicamente en series o películas de ficción. Pero en tiempos recientes, gran parte del contenido violento está en programas de noticias o reportajes y que su tema principal es la exposición de hechos dominados por acciones agresivas.

    Los programas de periodismo tabloide llegaron a la televisión mexicana de manera exitosa mostrando acontecimientos violentos que distorsionan la realidad al presentar una violencia excesiva y que la defienden. Estos espacios televisivos no acatan la responsabilidad social que en términos morales y legales en México, tienen o beberían tener las empresas de comunicación social.

    Los empresarios de las televisoras se justifican diciendo que a la gente le gustan las serie de nota roja. Pero el problema aquí es saber realmente con qué parámetro y tradiciones se desarrolla este gusto popular, cuando realmente el público no es tan homogéneo como lo plantean los empresarios de los medios masivos. Es así pues que la nota roja es un campo propicio para describir realidades de una sociedad compleja. Pero cuando se toma a la nota roja por si mismo, sin una crónica periodística o sociológica, se llega a caer en el sensacionalismo, derivando programas con un objetivo supuesto de la búsqueda periodística pero que en realidad son objetos mercantiles. Estos "productos" hacen uso de los aspectos más crudos y deplorables de la realidad. Es por esto que la exaltación de la violencia se origina magnificando asuntos que forman parte de la realidad pero que no la modifican ni dominan del todo.

    La violencia en la televisión es problema en todos los países. En México, la violencia en los medios, que siempre ha existido, se ha vuelto un recurso vulgar, con resultados a corto plazo para las televisoras en cuanto a competencia se refiere. La violencia es parte de la vida como muchas otras cosas más. Pero su propagación como elemento central para la venta de espacios televisivos, hace que el control no este en función de la sociedad, ni en un autocontrol basado en la ética, sino en el aspecto financiero meramente.

    Fernando Savater menciona que las fantasías violentas dominan nuestros juegos y sueños desde la infancia, pero que lo grave sería no saber distinguirlas de la realidad y desconocer las razones civilizadas por las que se deben de evitar ponerlas en práctica. Los programas de contenido fundamentalmente violento, los de nota roja, no dan a conocer claramente las causas y consecuencias de la violencia. De hecho, es peor cuando tienen una "moraleja" ya que los locutores suelen dar un "regaño" a los actos violentos, pero son realmente inservibles ante la morbosidad de los televidentes.

    La violencia mata cualquier funcionalidad del discurso moralizantes, volviendo así a la violencia su única lógica que su propagación misma.

    Hechos

    Hace pocos años, un muchacho en un pueblo estadounidense quemó vivo a un vecinito suyo porque había visto hacer lo mismo en un episodio de las series Bebáis and Butthead de la cadena MTV. Episodios como ése, donde la frontera entre la realidad trágica y la ficción violenta no es muy clara para los adolescentes o niños, se han venido repitiendo en muchos lugares del mundo. Los hechos de violencia cometidos, sobre todo pero no exclusivamente por adolescentes y niños, aumentan en una sociedad aturdida por el bombardeo masivo de los mismos medios.

    ¿Quiénes son responsables de tales hechos? El entorno social, la existencia real de la violencia cotidiana, la falta de contexto explicativo pertinente para los espectadores jóvenes, la gana de lucro fácil divulgando programas violentos y la ausencia de reglas para regular la transmisión de estos mensajes son algunos de los elementos que, sumados, contribuyen a que la violencia ya existente en el entorno social agrave la su propagación. La culpa entonces no es solo de los medios, pero ellos en este proceso de propagación de imágenes no son inocentes.

    Conclusiones

    La ética en los contenidos televisivos debe constituir un compromiso de las empresas de televisión con la sociedad, derivado de la razón y de la defensa del interés general. Así pues, la adopción de pautas éticas de conducta no representan la eliminación del principio de la libre empresa, más bien dignifica a la telvisión privada y muestra su interés comunitario.

    En México, la industria de la televisión tienen la oportunidad de aprovechar los recientes problemas políticos y sociales para hacer uso de la crítica pública, mostrando un interés legítimo de un compromiso social. Si no toman medidas las propias televisoras, se deberán enfrentar a graves críticas por su falta de responsabilidad, derivando medidas legislativas que den respuesta a este problema. Es un reto y su solución seguirá pendiente por algún tiempo más.

    Bibliografía

    www.infolatina.com.mx

    Artículos

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