La inmigración haitiana hacia Banes. Presencia en la comunidad -La Gúira-
Enviado por Lic. Dora Gómez Clark
- Introducción
- Características y condiciones socio-históricas que favorecieron la inmigración haitiana hacia Banes
- Manifestaciones en la provincia
- Antecedentes en Banes
- La inmigración haitiana en la comunidad "La Güira"
- Manifestaciones religiosas. El Vodú
- El creole
- Cultura culinaria
- Farmacopea
- Danzas
- Bibliografía
- Anexos
Introducción
Sobre las cenizas del fuego mambí, en 1899 comenzó la recuperación de Banes, con el establecimiento de la U.F.Co empresa monopolista que sustituyó las antiguas plantaciones de banano por los cañaverales. A partir de ese momento fomentaron con el central Boston uno de los más importantes emporios azucareros de la burguesía nororiental de Cuba.
La pobreza de recursos humanos existentes en la localidad se convirtió rápidamente en un obstáculo para sus actividades, lo que incidió en que apelara a la importación de mano de obra fundamentalmente de las antillas predominando los jamaicanos y haitianos. Su presencia incidió en la vida de la localidad, legándonos sus aportes en varios aspectos del ámbito sociocultural.
Los procesos de integración al pueblo cubano de los diferentes grupos de inmigrantes, asentados en nuestro país a lo largo de la historia, y el aporte sociocultural de los mismos a la conformación de lo cubano es un asunto de gran actualidad.
Estos grupos de inmigrantes y sus descendientes conformaron comunidades endógenas, debido a la hostilidad del medio, por lo que el mantenimiento de sus costumbres y tradiciones se convirtió en uno de sus rasgos distintivos, que fueron imponiendo en su entorno social. Dentro de ella la comunidad "La Güira" es representativa.
Características y condiciones socio-históricas que favorecieron la inmigración haitiana hacia Banes
El pueblo cubano se conformó históricamente como resultado de un proceso migratorio en el cual predomina la herencia española, africana y antillana. Cada uno de estos grupos poblacionales aportó elementos que condujeron, a través de un largo proceso, a la formación de la cultura nacional.
Con el arribo de Colón al Caribe se producen dos hechos trascendentales, el inicio de lo que se llamaría el nuevo mundo y se comienzan a gestar los vínculos indohispánicos (…) A partir de entonces ocurre también lo que pudiéramos llamar la primera inmigración extranjera en el Caribe y de manera particular en Cuba. [1]
Una parte importante del poblamiento histórico de Cuba ha estado constituido por inmigrantes de la región del Caribe. Desde el período colonial hasta nuestros días los procesos inmigratorios provenientes del Caribe insular (excepto Bahamas) han sido constantes y crecientes y han influido en el perfilamiento demográfico y cultural de determinadas regiones de Cuba, por la significación socioeconómica de la mayor de las Antillas y su decisivo lugar desde el punto de vista poblacional y territorial en toda el área.
El inicio de las migraciones desde la isla vecina hacia la mayor de las Antillas se remonta a más de dos siglos, a finales del XVIII (1789 a 1805), provocado por la Revolución de Haití. A Baracoa, Guantánamo y Santiago de Cuba, extremo oriental de la isla, comienzan a arribar en 1789 algunas familias franco-haitianas afectadas por las revueltas esclavas en Haití, lo que crece extraordinariamente a partir de 1791. La gran "diáspora blanca de Haití" se provoca con la derrota definitiva de los colonos contrarrevolucionarios en Cape Haitien (Cabo Haitiano), en 1793, cuando unos 2 000 colonos blancos huyen hacia los Estados Unidos y hacia las colonias españolas de Cuba y de Santo Domingo. Dos años más tarde numerosas familias francesas deciden huir hacia Cuba a partir de que España cede a Francia la parte oriental de La española mediante el Tratado de paz de Basilea. Otro momento de este éxodo lo fue en 1798 cuando, derrotados, los ingleses se vieron obligados a firmar la paz con Toussaint Louverture y abandonar la isla. Ellos y los colonos que les apoyaban salieron con destino a Jamaica, Nueva Orleáns y Cuba.
Miles de mulatos seguidores de Rigaud se vieron impelidos a salir junto con este al terminar la guerra civil en 1800, y viajar algunos hacia Cuba. Una nueva inmigración hacia Cuba se origina cuando Napoleón Bonaparte envía a su ejército a Haití y es derrotado en 1803 por Jean Jacques Dessalines, lo que origina una nueva emigración hacia Cuba.
Al proclamarse la república libre, el primero de enero de 1804, colonos franceses cargaron con sus dotaciones de esclavos y arribaron a Cuba por la región oriental, donde se asentaron y desarrollaron su economía cafetalera y cacaotera. Ya para 1805 había 30 000 haitianos en Cuba. Se dice que en sólo 16 años (1789-1805) la ciudad de Santiago de Cuba recibió 20 000 refugiados franco-haitianos. Con los años, estos haitianos fueron poblando otras regiones de la isla.
En el resto del siglo XIX el flujo de franco-haitianos hacia Cuba descendió ostensiblemente, tanto por el agotamiento del número de ellos en la nueva república, como también por las prevenciones en la colonia española para evitar una repetición de la revolución haitiana entre los esclavos, negros y mulatos libres, residentes en la isla. Aún así, los franco-haitianos, sus esclavos negros y los mulatos llegados participaron no solo en el desarrollo económico, cultural y social de la isla, sino que también no pocos de ellos tuvieron un lugar protagónico en las luchas por la independencia de Cuba.
Rolando Álvarez y Marta Guzmán en su obra Cuba en el Caribe y el Caribe en Cuba, señalan cuatro etapas de la historia del Caribe a la cual corresponde un patrón migratorio específico.
1. La etapa de la esclavitud, que se caracteriza por la importación forzada de la población africana.
2. La etapa de emancipación, que implicó la huída de las plantaciones hacia otros territorios fuera o dentro de la región.
3. La etapa de desarrollo de nuevas fronteras y de emigración hacia zonas de expansión de las plantaciones de caña de azúcar y de construcción de infraestructura.
4. La que sigue a la Segunda Guerra Mundial, que ha sido denominada la etapa de éxodo y se caracteriza por el incremento importante de la emigración hacia los países desarrollados.
El caso estudiado se enmarca en la tercera etapa del fenómeno migratorio. "El caribe insular (…) presenta un factor determinante en cuanto a su historia, o lo que es igual, en cuanto al ciclo de desarrollo y crisis de la industria azucarera y su principal corolario: las formas de provisión de mano de obra".[2]
La nueva correlación de fuerzas que se establece en el Caribe con la pérdida de importantes colonias de España al culminar la guerra hispano- cubano- norteamericana en 1898, es decir con el traspaso de Cuba y Puerto Rico al dominio de los Estados Unidos, propició un cambio conceptual en el tipo de inmigración intercaribeña. En esto tendrían un peso específico los cientos de miles de braceros cortadores de caña procedentes de Haití, Jamaica, Puerto Rico, República Dominicana, así como de las Antillas Menores.
El auge de la industria azucarera que acontece en Cuba como consecuencia de la inyección de capitales dado por el impulso de la U.F.Co abrieron las puertas a un gran movimiento migratorio procedente del caribe. Oriente sería el territorio que mayor número de caribeños recibió. Proceso que se inició después de la Revolución haitiana y en las primeras décadas del siglo XX como se plantea anteriormente arribaron a Cuba, decenas de miles de braceros.
Se debe tener presente que entre la Punta de Maisí, en el extremo oriental de Cuba y el Cabo de San Nicolás en Haití, solo existen 87 Km. Su cercanía hace posible que en días claros se puedan divisar las montañas de dicho punto geográfico.
El despoblamiento de numerosos territorios cubanos como una de las consecuencias de la guerra de 1895, contra el colonialismo español y los proyectos inmediatos para la construcción de poderosos centrales azucareros, líneas férreas y por tanto la necesidad de mano de obra suficiente, demandó la migración internacional y la introducción de fuerza de trabajo barata y productiva procedente de las antillas vecinas.
A partir del decenio de 1910 -1920 se introduciría masivamente en Cuba, una fuerza de trabajo llegada de las cercanías, fundamentalmente haitiana y jamaicana anárquica y fuera de control absoluto por parte del estado.
A partir del Decreto Ley No 23, del 10 de enero de 1913, se legalizaron las múltiples entradas al país de decenas de miles de braceros antillanos que anteriormente hacían las compañías estaunidenses a través de sus propios barcos y puertos.
Junto a esto vendría uno de los problemas más complicados para cualquier grupo migratorio: el riesgo de poder insertarse o no en el país receptor. El inmigrante se halló, en su inmensa mayoría, por primera vez, frente a un paisaje cultural desconocido hasta entonces; el conjunto formado por el ingenio o central azucarero, el batey y su territorio cultivado, pero también las diferencias idiomáticas. [3]
Desde un principio existieron asentamientos en la provincia de Oriente: en Banes, Puerto Padre, Antilla, Nicaro, Campechuela y Guatemala, aunque se localizaban fundamentalmente en la provincia de Camagüey.
(…) el año más representativo de inmigrantes por nacionalidades fue 1920: 35 971 haitianos, 27 088 jamaicanos y 153 dominicanos respectivamente.
En 1912 se reportó la entrada de 7 878 ciudadanos de antillas menores y en 1916, 1 297 puertorriqueños de acuerdo con las estadísticas oficiales, entre 1906 y 1931 entraron a Cuba 337 875 braceros antillanos. Esta cantidad se descompone en: 190 255 haitianos, 121 520 jamaicanos, 12 733 puertorriqueños, 10 601 antillanos no mencionados y 2 766 dominicanos.[4]
Si se tiene en cuenta la entrada por vía clandestina, desarrollada en los momentos en que la inmigración estaba prohibida, la cifra será muy superior.
En este sentido, también se pueden observar tendencias macrorregionales en el poblamiento caribeño insular de Cuba que propiciaron determinadas manifestaciones culturales locales con independencia de las migraciones internas de tipo económicas. Ha sido y es precisamente el área oriental la que posee el mayor crecimiento de esta población, tal como se aprecia en la Tabla 1. (Ver anexo 1)
Parte de la población antillana del área oriental hacía alternativamente las zafras azucarera y cafetalera. Al finalizar la primera, miles de trabajadores acudían durante el desaparecido «tiempo muerto» a realizar la cosecha de café en el área montañosa de las actuales provincias Granma, Holguín, Santiago de Cuba y Guantánamo. Según narran los propios protagonistas, solo los más viejos y los niños quedaban en los bateyes de las colonias cañeras; todo el que podía trataba de sobrevivir en el contexto del desempleo crónico.
Por otra parte, a diferencia de las corrientes de asentamiento seguidas históricamente por el poblamiento hispánico, africano y chino hacia el área centro-occidental, de acuerdo con los niveles de desarrollo económico y social alcanzados durante la etapa colonial e incluso durante la primera mitad del siglo XX, el poblamiento del Caribe insular tendió a concentrarse más en la antigua provincia de Oriente, en el área bañada por el Mar Caribe y cercana a sus lugares de procedencia, tal como se aprecia en la Tabla 2.(Ver anexo 2)
Todo este proceso inmigratorio antillano, con independencia de la histórica entrada clandestina, estuvo regulado por las leyes de los diferentes gobiernos. Casi al finalizar la primera intervención norteamericana, el General Leonard Wood promulgó la Orden Militar 155 de 15 de mayo de 1902 que regulaba la inmigración para evitar que entraran braceros que ofrecieran mano de obra barata y proteger así a la industria azucarera norteamericana. En el gobierno de Tomás Estrada Palma se realizó una Ley de 11 de julio de 1906 que autorizaba la entrada al país de familias dispuestas a labores agrícolas, así como braceros de determinados países de Europa, con el fin de asentarse en Cuba; pero el 20 de agosto del propio año, el nuevo presidente José Miguel Gómez promulgó el Decreto 743 que constituyó el Reglamento para la ejecución de la Ley de Inmigración, Colonización y Trabajo, el que permitió autorizar a diversas empresas y productores particulares a introducir en Cuba múltiples «colonos inmigrantes». No obstante, el 80 % del crédito otorgado para aplicar esta ley estuvo dedicado a fomentar la inmigración de familias de Europa e Islas Canarias; y el 20 % restante a favorecer la inmigración de braceros de Suecia, Noruega, Dinamarca y el Norte de Italia.
En 1913 la subsidiaria Nipe Bay Company que operaba en el central Preston obtuvo el primer permiso concedido por el estado cubano mediante el Decreto No 23, para traer a los campos de la zona de Nipe mil trabajadores antillanos.
Presionado el gobierno neocolonial por las grandes compañías azucareras norteamericanas que necesitaban mano de obra barata y abundante, el presidente Mario García Menocal promulgó una nueva Ley el 3 de agosto de 1917 que facilitaba la inmigración masiva de antillanos.
Posteriormente, al anunciarse que todo aquel bracero desocupado sería repatriado o desembarcado a tenor de los decretos 1404 del 20 de julio de 1921, y 1 500, de agosto y 1 728 del mismo año, no se eliminó sino se complicó, la situación que se presentaba en diferentes pueblos y ciudades de las provincias de Camagüey y Oriente.
El bracero haitiano continuaría trabajando cuando encontraba donde, entre 12 y 16 horas diarias, extorsionado por el guardia rural, explotado por los contratistas y por los dueños de los comercios en los ingenios azucareros. El haitiano no cambiaría su alimentación cotidiana para esos tiempos, el plato de harina con boniato y el agua con azúcar, Era como se decía entonces, matar el hambre. [5]
Sectores de la burguesía los consideraban una amenaza para la estabilidad del país y de la población laboral, a pesar de ello continuaron entrando braceros de manera ilegal, tomando tal fuerza que se hizo necesario legalizarlo nuevamente. Todo ello obligó a los gobiernos de turno, como apoyo «legal» a la consumación de los hechos, a dictar entre 1922 y 1929 cincuenta y tres decretos que autorizaban la entrada de braceros del Caribe insular principalmente.
La situación de explotación continuó y se acrecentó posteriormente hasta niveles insoportables durante la crisis económica y social de los años 30. Las condiciones de vida y de trabajo de los braceros antillanos eran cada vez peores y el desempleo iba en aumento. Las barracas o barracones tipo nave, que habían desaparecido en la parte centro-occidental de la Isla desde antes del cese de la esclavitud, volvieron a resurgir en la parte oriental de Cuba con el nuevo tráfico humano.
El país monoproductor y con una economía dependiente, se desajustó quedando en ruinas la burguesía cubana y española definitivamente aplastada por la penetración de Estados Unidos.
Para los inmigrantes Cuba se convirtió en una gran trampa, sobre todo para quienes deseaban repatriarse. Los jamaicanos con cuentas bancarias perdieron sus ahorros. Los haitianos se sumergían en la más profunda miseria. Ambos carecían del importe económico para regresar a sus patrias, deambulaban, buscando un sustento diario de manera individual o familiar.
El 19 de julio de 1933 aparece otro decreto de repatriación obligatoria de braceros antillanos fundamentalmente haitianos. En junio de 1934 se conocía que unos 8000 haitianos habían abandonado el país definitivamente, siendo el método de expulsión de la manera más cruenta y el proceso largo y lleno de incertidumbre. "En el orden cuantitativo la inmigración antillana que se produce en Cuba entre 1902 y 1930 va a estar dominada por haitianos y jamaicanos (…) la haitiana ascendió a 190 255 y la jamaicana a 121 520".[6] Un dato interesante es que el 90% de la inmigración haitiana y jamaicana entre 1912 y 1929, fluctuaba entre los catorce y cuarenta y cinco años de edad, es decir, en edad laboral.
A pesar de, la salida de varios miles de braceros para sus islas de origen, la mayor parte se quedó en Cuba y al llegar a la ancianidad, si no podían tener protección de la comunidad donde residían, se convertían en indigentes que merodeaban las ciudades y las inmediaciones de los centrales azucareros. Según estadísticas esta migración de los primeros 30 años del siglo XX nunca volvió a repetirse.
La mayoría de los antillanos que se asentaron en Cuba lo hicieron en condiciones estrictamente asociadas con su actividad económica fundamental. Si los jamaicanos se ubicaban principalmente en los bateyes de los centrales azucareros por su vinculación con el proceso industrial y los servicios de las compañías norteamericanas, los haitianos construían sus viviendas en las colonias cañeras, debido a que el corte de caña era su principal medio de vida.
Tanto en uno como en otros lugares los inmigrantes reprodujeron sus tradiciones culturales. Los jamaicanos realizaban sus fiestas, especialmente la del 1 de agosto, con sus bailes de cintas y jugaban al críquet. Los haitianos continuaron la práctica de sus creencias mágico-religiosas y durante la semana santa realizaron el Bande rara con todo el complejo proceso de preparación y ejecución de esta festividad que atrae cada año a cientos de personas de los lugares vecinos. Unos y otros legaron a sus descendientes nacidos en Cuba, no solo el patrimonio de sus abuelos, sino la presencia del biculturalismo y el bilingüismo propios de estos inmigrantes no hispanohablantes que conviven con el resto de la población donde trabajan y se reproducen biológica y socialmente.
Manifestaciones en la provincia
La penetración del capital norteamericano en parte del territorio trajo aparejado a inicios del siglo XX otro proceso migratorio, esta vez del caribe anglófono y francófono. Esa fuerte inmigración de las islas caribeñas vino a enriquecer al mosaico cultural de la zona. Sus áreas de asentamiento estarían fundamentalmente en los actuales municipios de Banes, Mayarí, Cueto, Báguano y Urbano Noris. Si bien por ser negros y pobres era para algunos una inmigración socialmente indeseable y fueron terriblemente discriminados, sobre todo los haitianos, su fuerte cultura en interacción con la cubana ha ido enriqueciendo el "ajiaco" cultural de la provincia fundamentalmente a partir del triunfo revolucionario y la creciente pérdida de prejuicios.
Música, danza, comidas, bebidas se integran en igualdad de condiciones a la cultura tradicional del habitante de nuestro territorio. El repertorio artístico, tanto de grupos aficionados como profesionales, se ha ampliado. Nadie se asombra de ver bailar gagá, vodú, ibó, o la tumba francesa (procedente de la oleada haitiana anterior, después de la revolución de los esclavos en Haití) o de oír cantar en creole a cubanos descendientes de haitianos de tercera o cuarta generación. Y son las instituciones públicas estatales las que promueven estas manifestaciones culturales.
Las inmigraciones al territorio holguinero han permitido la conformación de una cultura popular tradicional rica en variedad y matices. En ella se han fundido raíces diversas y conviven en armonía el domplín con la fabada y el kippe; el tiféi con el Ron Bariay, el riseñé con el mambo; el son con el gagá; las brujas con el jigüe, tal como decía Guillén en uno de sus poemas: "todo mezclado, todo mezclado.[7]
Antecedentes en Banes
En la segunda mitad del siglo XIX y desde antes los colonos que habían venido de Haití, Santo Domingo y hasta de la propia Francia expandieron sus dominios por toda la zona oriental, es así como en las postrimerías de 1885 – 1887 llegan a la parte norte del Oriente cubano hasta un lugar conocido por La Ensenada los hermanos Dumois Gessé, quienes habían recorrido Francia, Estados Unidos, La Española, Santiago de Cuba, Baracoa y otros lugares, quienes en sus tiempos fueron reconocidos como los Reyes del Banano.
El poderío económico de los Dumois se incrementa rápidamente, a mediados de la década de noventa los Dumois habían logrado ocupar uno de los primeros lugares entre los importadores independientes en el mercado bananero estadounidense, sin embargo una nube negra venía gestándose, dos acontecimientos que influirían negativamente en la compañía, el primero fue la Guerra de independencia de 1895-1898, el segundo la fusión de dos consorcios importantes de la misma rama y que eran propiedad norteamericana, La Tropical Trading Co, que agrupaba varias empresas bajo el control de Minar C Keith, la cual importaba banano procedente de Centroamérica, Colombia y controlaba el mercado Sur de los Estados Unidos y la Boston Fruit Co.(unión de los intereses de varias firmas en 1885, entre ellas Baker y Preston) que se estableció en Jamaica y otras áreas del Caribe y que controlaba el mercado de aquel país.
Al estallar la guerra de independencia, los Dumois lograron mantener su negocio a flote, mediante tratos con las dos fuerzas en conflicto. Sin embargo, en 1896, al cursar Máximo Gómez órdenes estrictas de destruir todas aquellas propiedades que pudiera constituir una fuente de recursos para el colonialismo español, los Dumois tuvieron que interrumpir bruscamente sus operaciones. En agosto de 1896, fuerzas al mando de Mariano Torres, ocuparon e incendiaron el poblado de Banes destruyendo las plantaciones. Los Dumois y otras familias acaudaladas huyen a los Estados Unidos Hasta la conclusión de la guerra.
Con la plantación de Banes destruida y abandonada, la empresa de los Dumois perdía su principal y casi única fuente de suministro, quedando muy comprometida su situación en el mundo de los negocios. Para este período comienza la venta de tierra de la Banes Fruit Company. Esta coyuntura fue aprovechada por la Boston Fruit Company y en 1897, compró un 6% de las acciones de la Banes Fruit Company y un 20% de los stocks de la Samá y la Dumois.[8]
Regresaron los Dumois en 1899 no como dueños sino trabajando a nombre de la Boston Fruit Co., que aprovechando la crítica situación en que habían quedado las propiedades de los Dumois fueron comprándolas en medio de la intervención norteamericana (1898 -1902), este proceso se extiende hasta los primeros años del siglo XX.
Al iniciar la U.F.Co sus operaciones en Cuba, las regiones donde instaló sus negocios, se encontraban aún muy escasamente pobladas, En el censo de 1899 Bañes "apenas llegaba a 9 habitantes por km2 (…) la densidad de población se situaba por debajo de la media nacional que era de 14,18 habitantes por km2"[9]
Aunque la United Fruit reanudó los negocios bananeros en Banes, rehabilitando algunas plantaciones, el centro de la atención de la Compañía en Cuba, se desplazó hacia otro renglón productivo: el azúcar. Utilizando diversos mecanismos se apoderó del 67% del territorio, rápidamente enfrentó la escasez de fuerza de trabajo que se convertiría en un obstáculo para sus actividades lo cual no podía solucionar a nivel local. Complicándose tal situación a partir de 1905 por el aumento de la capacidad productiva del Boston cuya producción se duplicó pasando de 26 000 t a 42 000 t y 1913 la subsidiaria Nipe Bay Company, que operaba en el central Preston, obtuvo el también el surgimiento de nuevos centros de trabajo que competían con la utilización de la población activa en la región entre ellos: la empresa Frutera de Samá, el central Preston y el Puerto de Antilla. La recuperación económica del país agravaba más la situación pues la demanda de fuerza de trabajo de otras regiones eliminaba las posibilidades de solución por vía de la emigración interna.
Los requerimientos de personal para la construcción del central, así como el amplio plan de construcción de vías férreas, la cosecha cañera llevaron a la compañía a explorar la posibilidad de importar fuerza de trabajo de algunos países donde esta resultara abundante y barata, determinaron una oleada de inmigración antillana, en la que predominaron los jamaicanos y los haitianos, el primer grupo arribó en 1900, manteniéndose en lo sucesivo su entrada, mayoritariamente de forma ilegal, para ir cubriendo sus necesidades laborales. Pero esto se vería frenado por la legislación existente.
Ante estos obstáculos la compañía comenzó a gestionar con el presidente Estrada Palma, la derogación de las cláusulas que prohibían la entrada de braceros, el 11 de junio de 1906 el presidente se rendía al asedio de la U.F.Co., de la Liga agraria y otras empresas azucareras dictando una ley que autorizaba la entrada al país de familias que vinieran dispuestas a dedicarse a faenas agrícolas. El artículo 2 establecía en unas de sus partes que también podrían desembarcarse directamente en cualquier otro puerto habilitado de la República.
En 1910, el presidente José Miguel Gómez promulgó el decreto número 743, del 20 de agosto, que permitió la introducción de los llamados colonos inmigrantes para trabajos agrícolas.
En primer permiso concedido por el estado cubano mediante el decreto número 23, para traer a los campos de la zona de Nipe mil trabajadores antillanos.
El 3 de agosto de 1917 se aprobó una ley mediante la cual las empresas e individuos recibían autorización para introducir braceros antillanos en Cuba, con la única condición de que no se convirtieran en una carga pública y fueran reembarcados a su debido tiempo.
Los braceros antillanos constituían en más de un sentido la solución óptima para las necesidades de mano de obra de la compañía. Se trataba de una fuerza laboral barata, altamente productiva y de fácil manejo, pudiéndose enviar a su país durante el tiempo muerto lo que liberaba a la U.F.Co, de un posible descontento dentro de su propiedad en ese período.
Manifestaciones de la presencia haitiana en la región de Banes
Después de los Estados Unidos, Haití fue el segundo país que alcanzó la independencia en el continente americano. Lamentablemente esos primeros pasos marcaron su posterior desarrollo, pues los años de guerra incidieron en la destrucción del sistema de plantaciones y, la reorganización de la agricultura sobre la base de la pequeña producción no permitía la existencia de un excedente que favoreciera el proceso de importación y acumulación de capitales. Todo ello hizo más aguda la situación económica de ese país. Unido a que a principios del siglo XX se fue dando una sorda confrontación: por una parte, aquellas fuerzas obscurantistas y oligárquicas, beneficiarias del poder político y del orden imperante desde una centuria atrás; por la otra, los sectores progresistas de una burguesía o de una pequeña burguesía, en pugna contra el sistema vigente, vislumbraban la realización de sus sueños utilitarista o patrióticos de una sociedad en proceso civilizatorio.
El bajo nivel de vida de la población y la inestabilidad política fueron factores que incidieron – y hoy continúan incidiendo – en que el haitiano busque la solución a sus problemas en la emigración.
Esta situación fue aprovechada por la United Fruit Company para buscar allí mano de obra abundante y barata, altamente productiva y de fácil manejo; además la contratación del bracero no entrañaba un vínculo estable, pues podían ser enviados a su país de origen durante el tiempo muerto.
El movimiento de braceros haitianos – a diferencias de los jamaicanos, que sí crearon comunidades – se convirtió en una migración "golondrina", pues la mayor parte de ellos venía cada año, trabajaba en la zafra y luego eran reembarcados. "En agosto de 1921, el administrador de la United Fruit Company, le informaba al gobernador de Santiago de Cuba, que para esa zafra habían traído 3 060 haitianos, los cuales serían reembarcados al concluir la misma".[10]
Durante toda la década del 20 la United Fruit Company reembarcó, conjuntamente con los braceros extraídos en esos años, ciertas cantidades de haitianos entrados en el período anterior, cuya permanencia dentro de sus propiedades se hacía innecesaria ante las facilidades que el gobierno estaba otorgando a este tipo de inmigración. Además el decreto Nº 1404, de 20 de julio de 1921, le daba la posibilidad a la Compañía de reembarcar a los braceros contratados al amparo de la Ley de Inmigración de 1917, por constituir en esos momentos una carga pública.
En las nóminas anuales de la United Fruit Company se repite un gran número de inmigrantes que no residían de forma permanente en el territorio, lo que demuestra que su contratación era anual, para la zafra, y luego los regresaban a su tierra natal. "Para la zafra de 1927, el 74.7 % de los haitianos contratados por esta compañía habían estado en Banes, al menos, una vez". [11]
El proceso de establecimiento permanente de los inmigrantes haitianos en Banes se inició a partir de 1916. En ello pudo influir la ocupación norteamericana a Haití y todas sus consecuencias. Para la economía haitiana la ocupación fue un latigazo (…) "La situación del país es tan terrible que los haitianos emigran y muchos de ellos perecen atravesando el mar Caribe sobre embarcaciones de fortuna tratando de encontrar algo mejor"[12] . Situación que los obliga a emigrar y emplearse por salarios muy bajos.
Al amparo de la Ley del 3 de agosto de 1917 se incremento brutalmente el tráfico de braceros, a partir de esos momentos la configuración de los braceros contratados por la United se modifica predominando entre ellos los trabajadores haitianos.
Bajo la nueva legislación, la U.F.Co confeccionó todo un plan orientado al reclutamiento sistemático de fuerza de trabajo haitiana para la zafra de 1918. La carta fechada el 30 de octubre de 1917 a la oficina de Boston así lo demuestra.
(…) Enviar a Mr. Kuns directamente a Haití, tan pronto como reciba su pasaporte para que evalúe la situación y contrate los hombres que necesitamos para ambos lugares…En este sentido nos gustaría saber si de ser necesario la Compañía resolvería para que una empresa pequeña de vapores arriben a un puerto que señalamos en Haití, con el propósito de traer a Nipe tantos trabajadores como el barco pueda alojar de acuerdo a las leyes de Haití, y que nosotros estimamos en proporción de un hombre por cada tonelada neta.[13]
No obstante, este no fue un proceso numeroso; según los reportes anuales de la United, entre 1916 y 1930 solo se radicaron de forma permanente 11 haitianos, cifra ínfima en comparación con la cantidad de antillanos que se quedaban cada año en Banes.
Tabla Nº 1.-. Cantidad de haitianos con respecto al total de antillanos radicados en Banes (1916 – 1930)
Año | Cantidad Antillanos | Cantidad Haitianos |
1916 | 31 | 1 |
1917 | 19 | 2 |
1918 | 23 | 1 |
1919 | 61 | – |
1920 | 116 | 2 |
1921 | 34 | 2 |
1922 | 13 | – |
1923 | 13 | 1 |
1924 | 29 | 1 |
1925 | 15 | 1 |
1926 | 13 | – |
1927 | 7 | – |
1928 | 6 | – |
1929 | 4 | 1 |
1930 | 1 | – |
Total | 385 | 11 |
(Tabla elaborada con datos tomados de los reportes anuales de la United Fruit Company.)
Llama la atención que en los controles de la Compañía – que eran bastante acertados y eficientes – se plantea el establecimiento de 11 haitianos, sin embargo las fuentes orales y la evidencia de descendientes manifiesta muchos más.
Todo parece indicar que la fuerza de trabajo que venía utilizando la United durante estos años se componía de braceros de introducción no legal, al respecto en el libro de la U.F.Co se plantea que aunque por las bahías de Banes y Nipe no se introducían trabajadores clandestinos si se hacía en el litoral entre Guantánamo y Baracoa, lo cual explica por qué la United enviaba sus reclutadores a Guantánamo, puesto en evidencia en comunicación de Harty administrador de la U.F.Co a Andrew Preston.
Hemos enviado hacia Guantánamo a nuestros agentes, para que obtengan tantos hombres como puedan, y estoy enviando al Sr. Hillary a Santiago, para que vea al cónsul de Haití y en general a quien encuentre en Santiago y que pueda obtenernos trabajadores y nos asegure que en cualquier época acudan aquí.[14]
Además en las declaraciones juradas realizadas a los efectos de la Ley y Reglamento sobre la Nacionalización del Trabajo se tomó como muestra el Departamento de Ingenio, en el cual laboraba un gran número de inmigrantes de diferentes nacionalidades, entre ellos 24 haitianos.
A partir de la puesta en vigor de esta Ley muchos inmigrantes decidieron optar por la ciudadanía cubana, en ese caso solo se encontraron 13 haitianos.
Situación social
Estos inmigrantes fueron víctimas de una horrible discriminación y explotación yanqui: como obreros, como negros y como extranjeros. El salario de los braceros en la práctica era menor que lo estipulado. Los haitianos desconocían el idioma y era por lo general analfabeto, lo cual lo hacía extremadamente vulnerable a todo tipo de engaño. La Compañía hacía pagos globales al contratista por el volumen de caña que su chucho entregaba semanalmente, quedando este encargado de realizar los pagos individuales a los braceros según las tareas realizadas por estos. El contratista nunca le pagaba la cantidad de dinero correspondiente a su trabajo, el bracero no podía llevar el control del pesaje de sus cañas, ni calcular la suma de dinero que correspondía al total del trabajo que realizaba en la semana por su condición de extranjero eran víctimas fácilmente de los guardajurados y demás funcionarios de la empresa.
El sistema consular haitiano estaba profundamente corrompido y en raras ocasiones intervenían ante los maltratos de algún bracero, lo hacían más bien con una manifiesta intención de chantaje, que animados por el deseo de cumplir correctamente con sus obligaciones.
Eran víctimas de perjuicios fomentados por el sentimiento racista de la burguesía cubana que los inculcaba y difundía a través de los órganos de prensa situación que se agravó a fines de 1920 con la caída de los precios del azúcar y la crisis económica transitoria que se produjo en Cuba, período durante el cual se hizo más intenso el rechazo del pueblo cubano a esa inmigración de braceros. Desde 1915, en Banes el Periódico "EL Pueblo", cuestionaba – en primera plana – el empleo de esta fuerza de trabajo. Sus artículos eran encabezados con títulos como: .- Inmigración perniciosa, .- El peligro negro, .- Ley de inmigración tiene que ser más severa, .- El problema de la inmigración. Con solo leer el titular, se podía tener una idea del marcado carácter discriminatorio del contenido de los artículos – de un diario que representaba los intereses de la burguesía banense.
Ellos se oponían a esta inmigración, no porque afectara a las masas proletarias y se convirtiera en un instrumento estabilizador de los salarios frente al creciente encarecimiento de la vida de los trabajadores nativos, sino porque estaban en contra de la importación de personal negro, por considerarlo razas inferiores, lo que demuestra que los haitianos fueron víctimas de los prejuicios raciales, alentados por la prensa burguesa, que consideraba que eran hostiles a la adaptación porque hablaban distinto idioma y eran distintos sus usos.
Los haitianos ahorraban hasta el último centavo para poder regresar a su país con algo de dinero; Aunque trataba de regular sus gastos necesarios, se veía obligado a consumir los productos solo en la red de fondas y tiendas que la United Fruit Company tenía en las zonas donde estaban ubicados los barracones, o sea, que estos inmigrantes como mismo no eran trabajadores "libres", tampoco eran consumidores "libres". Ese sistema de tiendas que la Compañía tenía creado, en las plantaciones, favorecía la recuperación del dinero invertido en el salario de los inmigrantes, puesto que los braceros se veían obligados a consumir para cubrir sus más elementales necesidades de subsistencia; también les cobraba por el alojamiento – que no era más que un barracón -, y le descontaba una parte del salario para la atención médica.
El periódico El Pueblo, refería en sus páginas:
Los haitianos durante su permanencia en Cuba se alimentan de frijoles y boniatos sembrados en las carreteras por las empresas y por tanto apenas gastan nada y cuando tienen que emplear algún dinero se ven obligados a comprar en las tiendas del barracón del latifundio azucarero, barracón que vende de todo y no paga las contribuciones correspondientes.[15]
Estos criterios fueron conformando una imagen de los haitianos que contribuía a aislarlos mucho más de lo que podían hacerlo las diferencias culturales e idiomáticas.
Asentamiento
Su entrada respondía a la necesidad de fuerza de trabajo, razón por la cual el mayor número de inmigrantes esta entre 1913-1921, aunque por fuentes consultadas desde 1900 se produce la entrada de haitianos a Banes.
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