El lobo volvió feliz corriendo a la montaña, con frío y con hambre, pero con la satisfacción de poder elegir su propio destino y con la convicción de ser capaz de pasar el invierno y después disfrutar de la primavera y el caliente verano de la montaña.
En nuestra esencia somos lobos o perros, pero esto no significa que uno sea mejor que el otro, tampoco significa que esta condición sea para siempre, conozco perros que se han transformado en lobos y lobos que se han vuelto perros. A la mayoría de los lobos les ha tocado trabajar en grandes corporaciones, hasta que cortan la cadena y se animan al cambio.
La gente "perro" privilegia la razón en lugar de la pasión, trabajan (y a veces viven) en una empresa en la que aplican todo su tiempo y su intelecto para moverse verticalmente dentro de la misma. Puede que en algún momento hayan sido apasionados pero las grandes corporaciones se encargaron de quitarles los sueños. Se han frustrado porque sus trabajos les exigen cosas que consideran malas en su intimidad o a permanecer en silencio cuando quisieran gritar sus verdades o a depender del humor del jefe de turno.
La gente "lobo" tuvo alguna vez éstas estas frustraciones, pero no las acepto, y en algún momento decidió no tragarse más sus sueños. Es apasionada Trabajan duro porque son dueños de lo que hacen y les resulta placentero, lo hacen no solo para satisfacer la legítima ambición de ganar más dinero, sino la olvidada y también legitima ambición de sentirse pleno y realizado.
Trabajar dentro de una empresa y sentir el rigor de la cadena, es parte de la transformación del lobo porque lo cierto es que el emprendedor no puede realizarse sin libertad pero tampoco sin disciplina, pero nadie está obligado a condenarse a un destino gris en trabajos que matan nuestra pasión en cuotas de ocho horas diarias. Es tiempo de emprender con acción, pero no como "lobos solitarios" contra el mundo, sino buscando "socios" adecuados que colaboren en tu transformación.
El llamado interior del lobo que inunda a los emprendedores se encuentra dentro de cada uno de nosotros, quizás en células un poco adormecidas de nuestro cerebro y por sobre todo en nuestro corazón.
- 138. LA FABULA DEL QUESO.
Sniff y Scurry – cuenta Jonson – son dos ratoncitos que se encuentran atrapados en un laberinto junto con Hem y Haw, dos extraños personajes. Todas las mañanas, los cuatro recorren el laberinto en busca de queso. Todos los días encuentran cantidades abundantes en un lugar que llaman la "estación de queso C".
Uno de los ratoncitos comienza a darse cuenta que se producen "cambios". Se percata que cada nuevo día el volumen de queso disminuye, y va quedando solamente el de calidad inferior. Un día cualquiera el queso desaparece totalmente. No hay más queso en la "estación C".
Los ratoncitos, con un natural instinto superior de supervivencia, comienzan de inmediato a buscar otras fuentes de abastecimiento de queso. No se detuvieron a filosofar, discutir, hacer reuniones de planificación. Se limitaron a reaccionar y proceder.
Los otros componentes de la fábula, Hem y Haw, entraron en desesperación, se estresaron, deprimieron y quedaron sentados frente a donde estuvo, en algún momento, la gran pila de sabroso y oloroso queso.
Fueron pasando los días y volvían a buscar el queso al mismo lugar, esperando encontrarse nuevamente con su preciado alimento. Pero, solo encontraban un amplio lugar vacío.
Hem insiste en creer que el queso volverá algún día a la "estación C", y que es cuestión de tener paciencia. Confrontad con la posibilidad de una fuente alterna de queso, Hem imagina de antemano que ese nuevo queso no será de su agrado.
Haw, por el contrario, decide seguir el ejemplo de los ratoncitos y se pone a buscar queso por su cuenta y riesgo. Su búsqueda resulta exitosa y encuentra gran cantidad de excelente queso. El autor cuenta que en su búsqueda el duendecillo Haw aprende varias lecciones que anota en la pared del laberinto:
El cambio ocurre. Anticípalo.
No te aferres a viejas ilusiones.
Que no te detenga el miedo a lo nuevo.
Está atento a los pequeños cambios. Los pequeños cambios inician grandes cambios.
Prepárate para adaptarte rápidamente.
Disfruta del cambio.
Prepárate para cambiar otra vez, siempre hay queso nuevo.
- 139. EL ATAQUE POR SORPRESA
Cierto día un pequeño campesino algo distraído llevo a su rebaño hasta Valle algo alejado del reino.De pronto llegan hasta el valle donde estaba, un grupo de extranjeros con apariencia muy fiera, los que acamparon precisamente donde el pastaba al rebaño.
Desde el primer momento observo una inusual actividad en los viajeros, tenían armas de guerra, estaban muy bien equipados, practicaban artes de guerra, etc. y ello llamo profundamente su atención.
Como quiera que pasaba desapercibido y era algo menudo, al grupo no le importo su presencia y fue mezclándose entre la muchedumbre, entablando conversación con ellos.
Así es como se entero de que era un grupo de guerreros y de que estaban preparados para atacar al reino vecino esa noche. El reino vecino, pero si ese era su reino… y penso en lo que tendría que hacer para evitar el ataque.
Tan liviano como era no tenia mucho chance de enfrentarse, por otro lado en el reino tampoco esperaban un ataque así, ellos siempre fueron pacíficos y nunca participaron de guerras.
Y también fue consciente que si partía para avisar del ataque así tuviera tiempo de llegar, no tendrían tiempo para iniciar el contraataque o para preparar su ofensiva, no estaban preparados.
Así que en un momento evaluó la situación y no le quedo otra cosa que ir a presencia del rey invasor. Se presento como emisario del rey vecino y dijo portar el Mensaje de su rey, es decir llevaba un mensaje de Bienvenida y Concordia, comunicándole que en vista de que sabían que estaba de paso para ir a tierras mas lejanas, estarían muy gustosos de tenerlos y celebrar su estadía, para lo cual habían preparado una gran bienvenida y que incluso sus soldados estaban preparados para escoltarlo como merecía.
Grande fue la sorpresa del invasor y le dijo que no sabia como se habían enterado de su paso por ese valle ya que aun no había enviado un emisario, pero que agradecía su bienvenida, excusándose por no poder asistir ya que tenia que retirarse pronto.
Luego de ello el supuesto emisario del rey debió retirarse para alcanzar el mensaje a su rey.
Cuando se retiro, el rey agresor dio instrucciones a su comandante que iniciaran la retirada, ante la sorpresa del guerrero que pensaba que tendrían que atacar en lugar de dar la retirada.
El rey agresor le dijo: No, no atacaremos debido a que el principal elemento de nuestra estrategia es la sorpresa y ya no tenemos eso. Ahora hasta los soldados nos esperan así que lo mejor es emprender la retirada.
Moraleja:
No siempre el más débil tiene la mayor probabilidad de perder. Siempre es importante definir una buena estrategia pero también se debe evaluar la del contrincante.
El factor sorpresa también puede ser usado contra nosotros.
- 140. LA INTEGRIDAD.
Se dice que cierto día salieron a pasear juntas la Ciencia, la Fortuna, la Resignación y la Integridad.
Mientras caminaban dijo la Ciencia:
Amigas mías, pudiera darse el caso de que nos separáramos unas de otras y sería bueno determinar un lugar donde pudiéramos encontrarnos de nuevo.
A mí, podréis encontrarme siempre en la biblioteca de aquel sabio Dr. X, a quien, como sabéis, siempre acompaño.
En cuanto a mí expresó la Fortuna – me hallaréis en casa de ese millonario cuyo palacio está en el centro de la ciudad.
La Resignación dijo por su parte:
A mí podréis encontrarme en la pobre y triste choza de aquel buen viejecillo a quien con tanta frecuencia veo y que tanto ha sufrido en la vida.
Como la Integridad permanecía callada, sus compañeras le preguntaron: Y a ti, ¿dónde te encontraremos?
La Integridad, bajando tristemente la cabeza, respondió:
A mí, quien una vez me pierde jamás vuelve a encontrarme. "Quien pierde su integridad y su honradez lo ha perdido todo".
Anónimo
- 141. APRENDER A COMUNICARSE.
Un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un sabio para que interpretase su sueño. "¡Qué desgracia, Mi Señor! Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad", dijo el sabio. "¡Qué insolencia!
¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí! ¡Que le den cien latigazos!", gritó el Sultán enfurecido. Más tarde ordenó que le trajesen a otro sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo: "¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes". Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro. Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado: "¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer sabio. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro. El segundo sabio respondió: "Amigo mío, todo depende de la forma en que se dice. Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse. De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura ciertamente será aceptada con agrado."
- 142. CAMBIO DE ROSTRO.
A Leonardo Da Vinci le llevo siete años completar su famosa obra titulada "La Última Cena". Las figuras que representan a los 12 apóstoles y a Jesús fueron tomadas de personas reales. La persona que sería el modelo para ser Cristo fue la primera en ser seleccionada. Cuando se supo que Da Vinci pintaría esa obra, cientos de jóvenes se presentaron ante él para ser seleccionados. Da Vinci buscaba un rostro que mostrara una personalidad inocente, pacífica y a la vez bella. Buscaba un rostro libre de las cicatrices y rasgos duros que deja la vida intranquila del pecado. Finalmente, después de unos meses de búsqueda seleccionó a un joven de 19 años de edad como modelo para pintar la figura de Jesucristo. Durante seis meses trabajó para lograr pintar al personaje principal de esa obra. Durante los seis siguientes años, Da Vinci continuó su obra buscando las personas que representarían a 11 apóstoles, y dejó para el final a aquel que representaría a Judas. Estuvo buscando durante semanas un hombre con una expresión dura y fría. Un rostro marcado por cicatrices de avaricia, decepción, traición, hipocresía y crimen. Un rostro que identificaría a una persona que sin duda traicionaría a su mejor amigo. Después de muchos fallidos intentos en la búsqueda de este modelo llegó a los oídos de Leonardo Da Vinci que había un hombre con estas características en el calabozo de Roma. Este hombre estaba sentenciado a muerte por haber llevado una vida de robos y asesinatos. Da Vinci vio ante él a un hombre cuyo pelo caía sobre el rostro escondiendo dos ojos llenos de rencor, odio y ruina. Al fin había encontrado a quien modelaría a Judas en su obra. Gracias a un permiso del rey, este prisionero fue trasladado a Milán al estudio del maestro. Durante varios meses este hombre se sentó silenciosamente frente a Da Vinci mientras el artista continuaba con la ardua tarea de plasmar en su obra al personaje que había traicionado a Jesús. Cuando Leonardo dio la última pincelada se volvió a los guardias y dio la orden de que se llevaran al prisionero. Cuando salía, se volvió hacia Leonardo Da Vinci y le dijo: "¡Da Vinci!! !Obsérvame!! ¿No reconoces quién soy?". El artista lo observó cuidadosamente y respondió: "Nunca te había visto hasta aquella tarde en el calabozo de Roma". El prisionero levantó los ojos y dijo: "¡Mírame bien, soy aquel joven cuyo rostro escogiste para representar a Cristo hace siete años…!".
- 143. COMO PARA RESPIRAR.
Cierta vez un hombre decidió consultar a un sabio sobre sus problemas. Luego de un largo viaje hasta el paraje donde aquel Maestro vivía, el hombre finalmente pudo dar con él: – "Maestro, vengo a usted porque estoy desesperado, todo me sale mal y no se que más hacer para salir adelante". El sabio le dijo: – "Puedo ayudarte con esto… ¿sabes remar?" Un poco confundido, el hombre contestó que sí. Entonces el maestro lo llevó hasta el borde de un lago, juntos subieron a un bote y el hombre empezó a remar hacia el centro a pedido del maestro. -"¿Va a explicarme ahora cómo mejorar mi vida?" -dijo el hombre advirtiendo que el anciano gozaba del viaje sin más preocupaciones. -"Sigue, sigue -dijo éste- que debemos llegar al centro mismo del lago". Al llegar al centro exacto del lago, el maestro le dijo: -"Arrima tu cara todo lo que puedas al agua y dime qué ves…". El hombre, pasó casi todo su cuerpo por encima de la borda del pequeño bote y tratando de no perder el equilibrio acercó su rostro todo lo que pudo al agua, aunque sin entender mucho para qué estaba haciendo esto. De repente, el anciano le empujó y el hombre cayó al agua. Al intentar salir, el sabio le sujetó su cabeza con ambas manos e impidió que saliera a la superficie. Desesperado, el hombre manoteó, pataleó, gritó inútilmente bajo el agua. Cuando estaba a punto de morir ahogado, el sabio lo soltó y le permitió subir a la superficie y luego al bote. Al llegar arriba el hombre, entre toses y ahogos, le gritó: -"¿Está usted loco? ¿No se da cuenta que casi me ahoga?". Con el rostro tranquilo, el maestro le preguntó: -"¿Cuándo estabas abajo del agua, en qué pensabas, qué era lo qué más deseabas en ese momento?". -¡¡En respirar, por supuesto!! -"Bien, pues cuando pienses en triunfar con la misma vehemencia con la que pensabas en ese momento respirar, entonces estarás preparado para triunfar…". Es así de fácil (o de difícil). A veces es bueno llegar al punto del "ahogo" para descubrir el modo en que deben enfocarse los esfuerzos para llegar a algo.
- 144. EMPUJA LA VAQUITA.
Un maestro samurai paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita al lugar. Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de realizar visitas, conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que obtenemos de estas experiencias. Llegando al lugar constató la pobreza del sitio, los habitantes: una pareja y tres hijos, la casa de madera, vestidos con ropas sucias y rasgadas, sin calzado. Entonces se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia y le preguntó: "En este lugar no existen posibilidades de trabajo ni puntos de comercio tampoco, ¿cómo hacen usted y su familia para sobrevivir aquí?". El señor calmadamente respondió: "Amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que nos da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos por otros géneros alimenticios en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso, cuajada, etc., para nuestro consumo y así es como vamos sobreviviendo. "El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento, luego se despidió y se fue. Siguieron su camino, y un rato después se volvió hacia su fiel discípulo y le ordenó: "Busque la vaquita, llévela al precipicio de allí enfrente y empújela al barranco." El joven, espantado, cuestionó al maestro aquella orden, pues la vaquita era el medio de subsistencia de aquella familia. Mas como percibió el silencio absoluto del maestro, fue a cumplir la orden. Así que empujó la vaquita por el precipicio y la vio morir.
Aquella escena quedó grabada en la memoria de aquel joven durante años. Un buen día el joven agobiado por la culpa resolvió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar y contarle todo a la familia, pedir perdón y ayudarlos. Así lo hizo, y a medida que se aproximaba al lugar veía todo muy bonito, con árboles floridos, todo habitado, con carro en el garaje de tremenda casa y algunos niños jugando en el jardín. El joven se sintió triste y desesperado imaginando que aquella humilde familia tuviese que vender el terreno para sobrevivir, aceleró el paso y llegando allá, fue recibido por un señor muy simpático. El joven preguntó por la familia que vivía allí hacia unos cuatro años, el señor respondió que seguían viviendo allí. Espantado el joven entró corriendo a la casa y confirmó que era la misma familia que visitó hacía algunos años con el maestro. Elogió el lugar y preguntó al señor (el dueño de la vaquita): "¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar de vida?". El señor entusiasmado le respondió: "Nosotros teníamos una vaquita que cayó por el precipicio y murió, de ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos, así alcanzamos el éxito que sus ojos vislumbran ahora." La moraleja samurai nos dice: "Todos nosotros tenemos una vaquita que nos proporciona alguna cosa básica para nuestra supervivencia, pero que nos lleva a la rutina y nos hace dependientes de ella, y nuestro mundo se reduce a lo que la vaquita nos brinda. Tu sabes cual es tu vaquita. No dudes un segundo en empujarla por el precipicio.
- 145. LA CANASTA VACIA.
Así como una imagen vale más que mil palabras, una historia adecuada ilustra más que cien libros. La esposa del Faraón de Egipto había perdido muchos hijos en su vientre. Este parto, seguramente, era su última oportunidad para darle un heredero al Faraón. Rodeada de médicos y sirvientas el dolor de su vientre fue en aumento hasta que explotó en un grito de dolor liberador y, simultáneamente a su muerte dio un parto de cinco hijos, cuatro de ellos varones y una niña. El Faraón crió con amor y dedicación a sus hijos, dándoles la educación de futuros gobernantes a los varones y de princesa a la hija.
Pasados los años y crecidos sus hijos, el Faraón se enfrentó al dilema de escoger a su sucesor. Dado que todos habían nacido en el mismo parto, no había un primogénito a quién el derecho le correspondiese naturalmente. Consultó con el Consejo de Ancianos: "Qué debo hacer? ¿Cómo elegir a mi sucesor? Quizás deba dividir el Imperio en cuatro reinos para ser justo con todos ellos." Los sabios respondieron: "No, majestad, dividir el Imperio implica debilitarlo y ello acarreará su destrucción. Además, usted tuvo cinco hijos y sería injusto con su hija. Lo mejor es hacer un concurso entre ellos y el que traiga el proyecto que más beneficie a Egipto, ese sea el escogido". Satisfecho con la sabiduría del consejo recibido, el Faraón citó a sus hijos -incluida la hija- y les dijo: "Tienen seis meses para plantear el Proyecto más beneficioso para Egipto, quién así lo haga será elegido mi sucesor." Seis meses después los cinco hijos se congregaron en el Salón del Faraón portando los varones gran cantidad de maquetas y planos, y la hija una canasta vacía.
El Faraón escuchó por turno los proyectos. Cada cual superaba al anterior: un sistema de caminos para el Reino, un sistema de canales de riego, un sistema de silos para las cosechas, un sistema de puertos para el comercio… Era difícil pensar en uno que superase en beneficios al otro. La discusión para analizar el valor de cada uno, sin duda sería ardua, problemática y difícil. Sin embargo, al llegar el turno a la hija ésta mostró su canasta vacía y dijo: "Padre, yo traigo una canasta vacía que hoy vale tanto como las maquetas que has visto. Nadie puede decir qué obra es la mejor hasta no verla hecha y, para ese entonces el contenido de mi canasta podría superar en valor a cualquiera de ellos." Todos quedaron sorprendidos por el enunciado, pero el Faraón y el Consejo de Sabios estuvieron de acuerdo en que discutir el valor de los proyectos no tenía más sentido que discutir el valor del contenido de una canasta vacía. Entonces la solución fue obvia: los recursos del reino se emplearían para el desarrollo de los proyectos durante dos años y, al cabo de ese tiempo se analizaría el beneficio real de cada obra para el Reino. Pasaron los dos años de febril actividad y llegó el momento de presentarse al Salón del Trono. Cada uno de los hijos venía orgulloso con gran cantidad de documentos y asesores para demostrar que su obra había sido la más beneficiosa al Reino.
Y la hija llegó con su canasta vacía. A su turno, cada hijo expuso el valor de las obras hechas: cómo ahora el sistema de riego había aumentado las cosechas, cómo el sistema de caminos permitía que esas cosechas llegasen hasta el último rincón del Reino, cómo el sistema de silos permitía almacenarlas de modo limpio y seguro, cómo los nuevos puertos eran fuente de comercio y prosperidad. Al llegar el turno de la hija, esta señaló su canasta y dijo: "Padre, tal como lo anuncié, el tiempo me permitiría dar valor al contenido de esta canasta. Ahora lo veis: gracias a mi canasta vacía el Reino tiene canales, caminos, silos y puertos. Sin ella sólo hubiésemos tenido proyectos y una larga discusión para ver cuál era el mejor sin que nunca ocurriese nada." Los cuatro hermanos se dieron la vuelta, sorprendidos y azorados, y tras un momento de vacilación se arrodillaron frente a su hermana. Y así Egipto tuvo su primera Emperatriz. (Adaptación libre y resumida del cuento "La Canasta Vacía", de Ana María Aguado, Buenos Aires, 1998).
LA BOTELLA.
Un hombre estaba perdido en el desierto, destinado a morir de sed. Por suerte, llegó a una cabaña vieja, desmoronada sin ventanas, sin techo. El hombre anduvo por ahí y se encontró con una pequeña sombra donde acomodarse para protegerse del calor y el sol del desierto. Mirando a su alrededor, vio una vieja bomba de agua, toda oxidada. Se arrastró hacia allí, tomó la manivela y comenzó a bombear, a bombear y a bombear sin parar, pero nada sucedía. Desilusionado, cayó postrado hacia atrás, y entonces notó que a su lado había una botella vieja. La miró, la limpió de todo el polvo que la cubría, y pudo leer que decía: "Usted necesita primero preparar la bomba con toda el agua que contiene esta botella mi amigo, después, por favor tenga la gentileza de llenarla nuevamente antes de marchar".
El hombre desenroscó la tapa de la botella, y vio que estaba llena de agua… ¡llena de agua! De pronto, se vio en un dilema: si bebía aquella agua, él podría sobrevivir, pero si la vertía en esa bomba vieja y oxidada, tal vez obtendría agua fresca, bien fría, del fondo del pozo, y podría tomar toda el agua que quisiese, o tal vez no, tal vez, la bomba no funcionaría y el agua de la botella sería desperdiciada. ¿Qué debiera hacer? ¿Derramar el agua en la bomba y esperar a que saliese agua fresca… o beber el agua vieja de la botella e ignorar el mensaje? ¿Debía perder toda aquella agua en la esperanza de aquellas instrucciones poco confiables escritas no se cuánto tiempo atrás?
Al final, derramó toda el agua en la bomba, agarró la manivela y comenzó a bombear, y la bomba comenzó a rechinar, pero ¡nada pasaba! La bomba continuaba con sus ruidos y entonces de pronto surgió un hilo de agua, después un pequeño flujo y finalmente, el agua corrió con abundancia… Agua fresca, cristalina. Llenó la botella y bebió ansiosamente, la llenó otra vez y tomó aún más de su contenido refrescante. Enseguida, la llenó de nuevo para el próximo viajante, la llenó hasta arriba, tomó la pequeña nota y añadió otra frase: "Créame que funciona, usted tiene que dar toda el agua, antes de obtenerla nuevamente".
Hay muchas lecciones que podemos extraer de esta historia. Muchas veces tenemos miedo de iniciar un nuevo proyecto porque demandará una gran inversión de tiempo, recursos, preparación y conocimiento. Muchos se quedan parados satisfaciéndose con los resultados mediocres, cuando podrían lograr grandes victorias. Muchas veces tenemos grandes oportunidades que se nos presentan en la vida y que pueden ayudarnos a ser mejores personas o pueden abrirnos puertas nuevas que nos conducen a un mundo mejor… pero tememos… no confiamos. La vida es un desafío, ¿por qué no nos arriesgamos?, ¿por qué no creemos? El tren pasa algunas veces por nuestra vida cargado de cosas… podemos arriesgarnos y subir… o dejarlo pasar… ¿Y si no vuelve? ¿Y si esa oportunidad que hoy dejamos pasar no se repite?
- 146. SEMBRAR PARA COSECHAR.
Una mujer soñó que estaba en una tienda recién inaugurada y para su sorpresa, descubrió que Dios se encontraba tras el mostrador. – ¿Qué vendes aquí?, le preguntó.
-Todo lo que tu corazón desee, respondió Dios. Sin atreverse a creer lo que estaba oyendo, se decidió a pedir lo mejor que un ser humano podría desear. -Deseo paz, amor, felicidad, sabiduría… Tras un instante de vacilación, añadió: -No sólo para mí, sino para todo el mundo… Dios se sonrió y le dijo: -Creo que no me has comprendido. -Aquí no vendemos frutos, únicamente vendemos semillas.
-Para sembrar una planta hay necesidad de romper primero la capa endurecida de tierra y abrir los surcos; luego, desmenuzar y aflojar los trozos que aún permanecen apelmazados, para que la semilla pueda penetrar, regando abundantemente para conservar el suelo húmedo y entonces…
-Esperar con paciencia hasta que germinen y crezcan! En la misma forma en que procedemos con la naturaleza hay que trabajar con el corazón humano, "roturando" la costra de la indiferencia que la rutina ha formado, removiendo los trozos de un egoísmo mal entendido, desmenuzándolos en pequeños trozos de gestos amables, palabras cálidas y generosas, hasta que con soltura, permitan acoger las semillas que diariamente podemos solicitar "gratis" en el almacén de Dios, porque EL mantiene su supermercado en promoción.
Son semillas que hay que cuidar con dedicación y esmero y regarlas con sudor, lágrimas y a veces hasta con sangre, como regó Dios nuestra redención y como tantos han dado su vida y su sangre por otros, en un trabajo de fe y esperanza, de perseverante esfuerzo, mientras los frágiles retoños, se van transformando en plantas firmes capaces de dar los frutos anhelados…
- 147. EL CANDIDATO IDEAL
Después de varios meses de buscar trabajo, un project manager Llega a un gran corporativo donde es entrevistado directamente por el Presidente de la compañía.
Al entrar en la oficina observa que el Presidente está mirando detenidamente la amplia experiencia plasmada en su currículo, después de observar el documento y obviamente de percatarse de la presencia del project manager, lo invita a tomar asiento y le dice:
He observado su experiencia y es muy buena, es el candidato ideal para el puesto, pero más que toda la experiencia del mundo lo que realmente necesitamos es a la persona más responsable del planeta, queremos que la responsabilidad sea su más grande valor.
Tras ver el énfasis en las palabras del Presidente, el project manager muy orgulloso se levantó y le dijo eufórico:
¡Señor su búsqueda ha terminado tiene en frente de usted al candidato perfecto!
A lo que el Presidente frunciendo el ceño pregunta:
Ah sí… ¿y eso por qué, qué lo hace el candidato perfecto para la vacante?
Y el project manager contesta:
Porque en todos los proyectos en los que he trabajado siempre he sido un ejemplo de responsabilidad para todos mi colegas. Si no me cree llame y pregunte. Cada vez que sucedía algo malo todo el mundo y sin dudarlo ni un segundo decía que yo era EL RESPONSABLE.
- 148. LA PROFESION IDEAL.
.
Un médico, un ingeniero y un project manager estaban discutiendo sobre cuál era la profesión más vieja en el mundo.
El médico comienza y dice "En la Biblia dice que Dios creó a Eva con una costilla que tomó del cuerpo de Adán. Esto debió haber requerido cirugía y es por eso que yo afirmo con un alto grado de certeza que la mía es la profesión más vieja en el mundo".
Seguidamente tomó la palabra el ingeniero y argumentó "Pero al principio en el Libro del Genésis, se plantea que Dios creó el orden de los cielos y de la Tierra a partir del caos. Esa fue la primera y sin duda aplicación más impresionante de la ingeniería civil. Por lo tanto, mi querido doctor usted está equivocado, la mía ciertamente es la profesión más vieja del planeta".
Tras la explicación se escuchan unas carcajadas muy fuertes provenientes del project manager, quien se reclina en su silla sin parar de reír y cuando apenas puede recuperar un poco el aliento, le dice a los dos:
¿Y ustedes quién creen que inventó el caos?
Autor:
Victoria Eugenia Escobar Velez
ADMINISTRADORA DE EMPRESAS – UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA – SECCIONAL MANIZALES M.B.A CON ENFASIS EN MERCADEO– INSTITUTO TECNOLOGICO DE ESTUDIOS SUPERIORES DE MONTEREY ESPECIALISTA EN GERENCIA DE FINANZAS – UNIVERSIDAD AUTONOMA DE MANIZALES BOGOTA, 2.012
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |