Nociones preliminares por Allan Kardec (página 12)
Enviado por Ing.+ Licdo. Yunior Andrés Castillo Silverio
Los grupos que empiezan tienen que pararse muchas veces por falta de médiums. Los médiums son seguramente uno de los elementos esenciales de las reuniones espiritistas, pero no son elementos indispensables, y no se tendría razón en creer que en defecto de ellos nada haya que hacer. Sin duda aquellos que no se reúnen, sino con el objeto de hacer experimentos, no pueden hacerlo sin médiums, como los músicos en un concierto, sin instrumentos; pero aquellos que llevan la mira de un estudio formal tienen mil motivos de ocupación tan útiles y provechosos, como si pudiesen obrar con los mismos. Además las reuniones que tienen médiums pueden accidentalmente encontrarse sin ellos y seria enojoso que creyesen, en este caso, no tener que hacer otra cosa que retirarse. Los mismos Espíritus pueden, de tiempo en tiempo, dejarles en esta posición, con el fin de enseñarles a pasarse sin ellos. Diremos más; es necesario para aprovecharse de su enseñanza, consagrar algún tiempo en meditarla. Las sociedades científicas no siempre tienen los instrumentos de observación a la vista, y sin embargo encuentran objetos de discusión; en ausencia de poetas y oradores, las sociedades literarias, leen y comentan las obras de autores antiguos y modernos; las sociedades religiosas meditan sobre las Escrituras; las sociedades Espiritistas deben hacer lo mismo, y sacarán un gran provecho para su adelantamiento, estableciendo conferencias en las cuales se lea y comente todo lo que pueda tener relación con el Espiritismo en pro o en contra. De esta discusión en la que cada uno lleva el tributo de sus reflexiones, brotan rayos de la luz que pasan desapercibidos en la lectura individual. Al lado de estas obras especiales, los periódicos abundan de hechos, relaciones, acontecimientos, rasgos de virtudes o vicios que suscitan grandes problemas morales, que sólo el Espiritismo puede resolver, y éste es también un medio de probar que tiene relación con todos los ramos del orden social. Aseguramos que una sociedad espiritista que organizase sus trabajos en este sentido, procurándose los materiales necesarios, no tendría bastante tiempo para las comunicaciones directas de los Espíritus; por lo que llamamos la atención sobre este punto de las reuniones verdaderamente formales, de aquellas que toman más empeño en instruirse que en buscar un pasatiempo. (Véase núm. 207, capítulo de la "Formación de los médiums").
Rivalidad entre las sociedades
Las reuniones que se ocupan exclusivamente de comunicaciones inteligentes y las que se entregan al estudio de las manifestaciones físicas, tienen cada una su misión; ni las unas ni las otras estarían en el verdadero espíritu del Espiritismo si se mirasen con mal ojo, y la que echase la piedra a la otra, probaría por esto solo la mala influencia que la domina; todas deben concurrir, aunque por caminos diferentes, al objeto común que es la investigación y la propagación de la verdad; su antagonismo, que no sería sino un efecto de orgullo sobrexcitado, entregando armas a los detractores, sólo haría daño a la causa que pretenden defender.
Estas últimas reflexiones se aplican igualmente a todos los grupos que pudiesen diferir sobre algunos puntos de la doctrina. Como lo hemos dicho ya en el capítulo de las "Contradicciones", estas divergencias no se refieren, en la mayoría de los casos, sino a los accesorios y muchas veces a simples palabras; habría, pues, puerilidad en formar opinión aparte, porque no se pensase exactamente del mismo modo. Sería aun peor que esto, si los diferentes grupos o sociedades de una misma población se mirasen con envidia. La envidia se comprende entre las gentes que se hacen competencia y pueden acarrearse un perjuicio material; pero cuando no hay especulación, la envidia no puede ser sino una rivalidad mezquina de amor propio. Como en definitiva, no hay sociedad que pueda reunir en su seno a todos los adeptos, los que están animados por un verdadero deseo de propagar la verdad y cuyo objeto es únicamente moral, deben ver con placer multiplicarse las reuniones, y si hay en ellas concurrencia debe ser para ver quien hará más bien. Las que pretendieran estar en lo verdadero con exclusión de las otras deberían probarlo tomando por divisa "amor y caridad" ; porque tal es el sello de verdadero espiritista. ¿Quieren prevalecerse de la superioridad de los Espíritus que les asisten?
Que lo prueben por la superioridad de las enseñanzas que reciben, y por la aplicación que se hace de las mismas; este es un criterio infalible para distinguir a los que marchan por el mejor camino.
Ciertos Espíritus, más presuntuosos que lógicos, prueban algunas veces de imponer sistemas extraños e impracticables a favor de nombres venerados de los que se amparan. El buen sentido hace muy pronto justicia a estas utopías, pero esperando, pueden sembrar la duda y la incertidumbre entre los adeptos; de aquí viene a menudo una causa de disentimiento momentáneo. Además de los medios que hemos dado para apreciarles, hay otro criterio que da la medida de su valor; es el número de partidarios que reclutan. La razón dice que el sistema que encuentra más eco en las masas, debe estar más cerca de la verdad que aquel que es rechazado por la mayoría y ve disminuir sus filas; así, pues, tened por cierto que los Espíritus que rehúsan la discusión de su enseñanza es porque comprenden su debilidad.
Si el Espiritismo debe, así como está anunciado, conducir a la transformación de la humanidad, esto sólo será posible por el mejoramiento de las masas, y no llegará sino gradualmente y poco a poco por el de sus individuos. ¿Qué importa el creer en la existencia de los Espíritus, si esta creencia no hace mejor, más benévolo, más indulgente para con sus semejantes, más humilde y más paciente en la advertencia? ¿Para qué le sirve al avaro el ser espiritista, si siempre es avaro; al orgulloso, si siempre está lleno de si mismo; al envidioso, si siempre tiene celos? Todos los hombres podrían, pues, creer en las manifestaciones, y la humanidad quedar estacionada pero no son estos los designios de Dios. Todas las sociedades espiritistas formales deben dirigirse hacia el objeto providencial agrupándose alrededor de ellas los que tienen unos mismos sentimientos; entonces habrá unión entre ellas, simpatía, fraternidad, y no un vano y pueril antagonismo de amor propio, de palabras más bien que de cosas; entonces serán fuertes y poderosos, porque se apoyarán sobre una base inalterable: el bien para todos; entonces serán respetadas e impondrán silencio al torpe sarcasmo, porque hablarán en nombre de la moral evangélica respetada por todos.
Tal es el camino por el cual nos esforzamos en hacer entrar al Espiritismo. El estandarte que enarbolamos muy alto, es el del "espiritismo cristiano y humanitario" y nos consideramos felices al ver reunirse a su alrededor tantos hombres en todos los puntos del globo, porque comprenden que aquí está el áncora de salvación, la salvaguardia del orden público, la señal de una era nueva para la humanidad. Invitamos a todas las sociedades espiritistas a que concurran a esta grande obra; que de una a otra parte del mundo se tiendan la mano fraternal y confundirán el mal encerrándole en confusas redes.
CAPITULO XXX
REGLAMENTO DE LA SOCIEDAD PARISIENSE DE ESTUDIOS ESPIRITISTAS
fundada en 1º de Abril de 1858 y autorizada por decreto del señor Prefecto de Policía con fecha 13 de
Abril de 1858, según el dictamen del Excmo, Sr. Ministro del Interior y de la seguridad general.
Nota. – Aunque este reglamento sea el fruto de la experiencia, no lo damos como una ley absoluta, sino únicamente para la facilidad de las sociedades que quieran formarse y que podrán sacar las disposiciones que crean útiles y aplicables a las circunstancias que les sean propias. Por sencilla que sea su organización, puede aún serlo mucho más cuando se trata, no de sociedades regularmente constituidas, sino de simples reuniones íntimas que sólo tienen necesidad de establecer medidas de orden, de precaución y de regularidad en los trabajos. Igualmente lo damos para gobierno de las personas que quisieran ponerse en relación con la Sociedad Parisiense, sea como corresponsales, sea a título de miembros de la sociedad.
CAPÍTULO 1 – Objeto y formación de la Sociedad
ARTÍCULO 1º – La Sociedad tiene por objeto el estudio de todos los fenómenos relativos a las manifestaciones espiritistas y su aplicación a las ciencias morales, físicas, históricas y psicológicas. Las cuestiones políticas, de controversia religiosa y de economía social, están prohibidas.
Toma por título: "Sociedad Parisiense de Estudios Espiritistas".
ART. 2º La Sociedad se compone de miembros titulares, de socios libres y de miembros corresponsales.
Puede conferir el titulo de miembro honorario a las personas que residan en Francia o en el extranjero que por su posición o por sus trabajos, puedan prestarle servicios señalados.
Los miembros honorarios están sujetos a reelección todos los años.
ART. 3º La sociedad sólo admite a las personas que simpaticen con sus principios y con el objeto de sus trabajos; aquellas que están ya iniciadas en los principios fundamentales de la ciencia espiritista, o que estén formalmente animadas del deseo de instruirse. En consecuencia, excluye a cualquiera que pueda llevarle elementos de turbación en el seno de las reuniones, sea por espíritu de hostilidad y de oposición sistemática, sea por cualquiera otra causa, haciendo de este modo perder el tiempo en discusiones inútiles.
Todos los miembros se deben benevolencia y buenos procederes recíprocamente; y en todas circunstancias han de anteponer el bien general a las cuestiones personales y de amor propio.
ART. 4º Para ser admitido como socio libre, es menester dirigir al Presidente una demanda escrita firmada por dos miembros titulares que garanticen las intenciones del solicitante.
La carta de demanda debe relatar someramente: 1º Si el solicitante posee ya conocimientos en materia de Espiritismo; 2º El estado de sus convicciones sobre los puntos fundamentales de la ciencia; 3º La obligación de conformarse en todo con el reglamento.
La demanda se somete a la comisión que la examina, y propone, si hay lugar, la admisión, el aplazamiento o la negación.
El aplazamiento es de rigor para todo candidato que no posea ninguno de los elementos de la ciencia espiritista y no simpatizase con los principios de la Sociedad.
Los asociados libres tienen derecho de asistir a todas las sesiones, tomar parte en los trabajos y en las discusiones que tengan por objeto el estudio; pero en ningún caso, tienen voto deliberativo por lo que concierne a los negocios de la Sociedad.
Los asociados libres no están obligados más que por un año desde su admisión, y su continuación en la sociedad debe ser ratificada al finir este primer año.
ART. 5º Para ser miembro titular, es menester al menos haber sido un año socio libre, haber asistido a más de la mitad de las sesiones, y haber dado durante este tiempo pruebas notorias de sus conocimientos y de sus convicciones respecto a Espiritismo; de su adhesión a los principios de la Sociedad y de su voluntad de obrar en todas circunstancias, con respecto a sus colegas, según los principios de la caridad y de la moral espiritista.
Los socios libres que hayan asistido regularmente durante seis meses a las sesiones de la sociedad, podrán ser admitidos como miembros titulares si además llenasen las otras condiciones.
La admisión se propone de oficio por la comisión, con el asentimiento del socio, y también es apoyada por otros tres miembros titulares. En seguida se publica, si hay lugar, por la sociedad en escrutinio secreto, después de una relación verbal de la comisión.
Los miembros titulares son los únicos que tienen voz deliberativa y sólo ellos gozan de la facultad concedida en el artículo 25.
ART. 6º La sociedad limitará sí lo juzga conveniente, el número de los socios libres y de los miembros titulares.
ART. 7º Los miembros corresponsales son aquellos que, no residiendo en París, están en relación con la Sociedad y le proporcionan documentos útiles para sus estudios. Pueden ser nombrados con sólo la presentación de un miembro titular.
CAPÍTULO II. – Administración
ART. 8º La sociedad está administrada por un Presidente-Director, asistido por los miembros de la oficina y por una comisión.
ART. 9º La oficina se compone de: 1 Presidente. – 1 Vicepresidente. – 1 Secretario principal. – 2 Secretarios adjuntos. – 1 Tesorero.
Además podrá nombrarse uno o muchos Presidentes honorarios.
A falta del Presidente y del Vicepresidente, las sesiones podrán ser presididas por uno de los miembros de la comisión.
ART. 10º El Presidente-Director debe poner todos sus cuidados en los intereses de la Sociedad y de la ciencia espiritista. Tiene la dirección general y la alta vigilancia de la administración, lo mismo que la conservación de los archivos.
El Presidente es nombrado por tres años y los otros miembros de la oficina por un año e indefinidamente reelegibles.
ART. 11º La comisión está compuesta de los miembros de la oficina y de otros cinco miembros titulares elegidos con preferencia entre aquellos que habrán trabajado activamente por la Sociedad, hecho servicios a la causa del Espiritismo o dado pruebas de su espíritu benévolo y conciliador. Estos cinco miembros son, como los demás de la oficina, nombrados por un año y reelegibles.
La comisión estará presidida de derecho por el Presidente-Director, en defecto de éste por el Vicepresidente o uno de sus miembros que se designe para este efecto.
La comisión está encargada del examen previo de todas las cuestiones y proposiciones administrativas y otras que tengan que someterse a la Sociedad.
Comprueba los recibos, los gastos de la Sociedad, y las cuentas del Tesorero; autoriza los gastos corrientes y adopta todas las medidas de orden que sean necesarias.
Examina además los trabajos y objetos de estudio propuestos por diferentes miembros, prepara otros por su parte y fija el orden de las sesiones de acuerdo con el Presidente.
El Presidente puede oponerse siempre a que se traten ciertos asuntos y sean puestos a la orden del día, salvo cuando se refieran a la Sociedad, la que decidirá. La comisión se reúne regularmente antes de abrirse las sesiones para el examen de los asuntos corrientes y además en todas las ocasiones que lo crea conveniente.
Los miembros de la oficina y de la comisión que estuviesen ausentes por tres meses consecutivos sin dar aviso, se considerará que han resignado sus funciones y se proveerá para que sean reemplazados.
ART. 12º Las decisiones sean de la Sociedad, sean de la comisión, serán tomadas por la mayoría absoluta de los miembros presentes; en caso de empate decidirá el voto del Presidente.
La comisión puede decidir cuando hay presentes cuatro de sus miembros.
El escrutinio secreto es de derecho cuando se reclama por cinco miembros.
ART. 13º Cada tres meses, seis miembros elegidos entre los titulares o asociados libres, son designados para llenar las funciones de "comisarios".
Los comisarios están encargados de velar por el orden y la buena compostura de las sesiones, y de examinar el derecho de entrada de toda persona extraña que se presente para asistir.
A este efecto, los miembros designados se pondrán de acuerdo para que uno de ellos esté presente a la apertura de las sesiones.
ART. 14º El año social empieza en 1º de abril.
Los nombramientos de la oficina y de la comisión se harán en la primera sesión del mes de mayo. Los miembros en ejercicio continuarán sus funciones hasta esta época.
ART. 15º Para subvenir a los gastos de la sociedad, se paga una cotización anual de 24 francos por los titulares y de 20 por los socios libres.
Los miembros titulares, cuando se reciben, pagan además por derecho de entrada 10 francos por una sola vez.
La cotización se paga íntegramente por el año corriente.
Los miembros admitidos durante el año, sólo pagarán los trimestres que estén por vencer, comprendiendo el de su admisión.
Cuando marido y mujer son recibidos como asociados libres o titulares, sólo se recibe una cotización y media por los dos.
Cada seis meses, el 1º de abril y el 1º de octubre, el Tesorero da cuenta a la comisión del empleo y la situación de los fondos.
Satisfechos los gastos corrientes y otras cosas obligatorias; si hay excedente, la Sociedad determinará su empleo.
ART. 16º Se entregará a todos los miembros recibidos, asociados libres o titulares, una carta de admisión haciendo constar su título. Esta carta o título se deposita en la tesorería, de donde el miembro nuevo puede retirarla pagando su cotización y el derecho de entrada. El nuevo miembro no puede asistir a las sesiones sino después que haya retirado su título. Cuando por su culpa no lo ha retirado un mes después de su nombramiento, se considera dimisionario.
Igualmente se considerará que ha hecho dimisión todo miembro que no hubiese pagado su cuota anual en el primer mes de la renovación del año social, después de un aviso del señor Tesorero, sin resultado.
CAPÍTULO III. De las sesiones
ART. 17º Las sesiones de la sociedad tendrán lugar todos los viernes a las ocho de la noche, salvo modificación si a ello hay lugar.
Las sesiones son particulares o generales; nunca son públicas.
Toda persona que forme parte de la Sociedad con un título cualquiera, debe en cada sesión, poner su nombre en una lista de presentación.
ART. 18º Se exige el silencio y el recogimiento rigurosos durante las sesiones y principalmente durante los estudios. Nadie puede tomar la palabra sin haberla obtenido del presidente.
Todas las preguntas dirigidas a los Espíritus deben serlo por medio del presidente, que puede rehusar el hacerlas según las circunstancias.
Están notablemente prohibidas todas las cuestiones fútiles, de interés personal de pura curiosidad, o hechas al objeto de someter a los Espíritus a pruebas, lo mismo que todas aquellas que no tengan un objeto de utilidad general con respecto a estudios.
Asimismo están prohibidas todas las discusiones que se separen del objeto especial que nos ocupa.
ART. 19º Todo miembro tiene derecho a llamar al orden a cualquiera que se separe de la decencia en la discusión o turbase las sesiones de cualquier modo que sea.
El llamamiento al orden se pone inmediatamente a votación; si se adapta, se inscribe en el proceso verbal.
Tres llamamientos al orden en el espacio de un año, producen el derecho de borrar de las listas de la Sociedad al miembro que los habrá ocasionado, cualquier que sea su título.
ART. 20º No podrá leerse ninguna comunicación espiritista recibida fuera de la Sociedad sin que se someta antes, bien sea al Presidente, o a la comisión que pueden admitir o negar su lectura.
Deberá depositarse en el archivo una copia de toda comunicación de fuera de la Sociedad, cuya lectura haya sido permitida.
Todas las comunicaciones obtenidas durante las sesiones pertenecen a la Sociedad; los médiums que las han escrito pueden tomar copia de ellas.
ART. 21º Las sesiones particulares están reservadas a los miembros de la Sociedad; tienen lugar el 1º, el 3º y si hay lugar, el 5º viernes de cada mes.
La sociedad reserva para las sesiones particulares todas las cuestiones que conciernen a los negocios de administración, así como los objetos de estudio que reclaman más tranquilidad y concentración, o que juzgue a propósito el profundizar antes de manifestarlas a personas extrañas.
Tienen derecho de asistir a las sesiones particulares, además de los miembros titulares, y los asociados libres, los miembros corresponsales que estén temporalmente en París y los médiums que prestan su concurso a la Sociedad.
Ninguna persona extraña a la Sociedad es admitida en las sesiones particulares, salvo los casos excepcionales y con el asentimiento previo del Presidente.
ART. 22º Las sesiones genciales tienen lugar el 2º y el 4º viernes de cada mes.
En las sesiones generales la Sociedad autoriza la admisión de oyentes extraños a la sociedad que pueden asistir a ella temporalmente sin formar parte de la misma. Podrá retirar esta autorización cuando lo juzgue oportuno.
Nadie puede asistir a las sesiones como oyente sin ser presentado al Presidente por un miembro de la sociedad, que garantizará su atención en no causar turbación ni interrupción.
La Sociedad no admite como oyentes, sino a las personas que aspiren a ser miembros, o que son simpáticos a sus trabajos y bien iniciados en la ciencia espiritista para comprenderlos. Debe negarse la admisión de una manera absoluta, a cualquiera que sólo fuese atraído por la curiosidad, o cuyas opiniones fuesen hostiles.
A los oyentes no se les concede la palabra excepto en casos excepcionales apreciados por el Presidente. El que turbase el orden de cualquier modo que fuese, o que manifestase malevolencia por los trabajos de la sociedad, podrá ser invitado a retirarse, y en todos los casos se deberá hacer de ello mención en la lista de admisión, y para lo sucesivo se le negará la entrada.
El número de los oyentes debiendo ser limitado a los puestos disponibles, los que podrán asistir a las sesiones deberán estar inscritos anticipadamente en un registro destinado a este efecto, con expresión de las señas de su domicilio y de las personas que les han recomendado. En consecuencia, toda solicitud de entrada deberá dirigirse al Presidente algunos días antes de la sesión, y sólo él expide los billetes de introducción hasta completar la lista.
Los billetes de introducción sólo sirven para el día indicado y para las personas designadas.
La entrada no puede concederse a un mismo oyente para más de dos sesiones, salvo la autorización del Presidente y en los casos excepcionales. El mismo miembro no puede presentar dos personas a la vez. Las
entradas dadas por el Presidente no son limitadas.
Los oyentes no son admitidos sino después de abierta la sesión.
CAPÍTULO IV – Disposiciones diversas
ART. 23º Todos los miembros de la Sociedad le deben su concurso. En consecuencia, están invitados a recoger en su círculo respectivo de observaciones, los hechos antiguos o recientes que puedan tener relación con el Espiritismo y anotarles.
Procurarán al mismo tiempo informarse, en cuanto les sea posible, de la notoriedad de los referidos hechos.
Son igualmente invitados a manifestar a la Sociedad todas las publicaciones que pueden tener relación más o menos directa con el objeto de sus trabajos.
ART. 24º La Sociedad hace un examen crítico de las diferentes obras publicadas sobre Espiritismo, cuando lo juzga a propósito. A este efecto, encarga a uno de sus miembros asociado, libre o titular, para que haga una relación que se imprimirá, si hay lugar a ello, en la "Revista Espiritista".
ART. 25º La Sociedad creará una biblioteca especial compuesta de obras que se la ofrezcan y de las que adquiera.
Los miembros titulares podrán consultar sea la biblioteca, sean los archivos de la Sociedad en los días y horas que se fijen a este efecto.
ART. 26º Considerando la Sociedad que su responsabilidad puede moralmente encontrarse comprometida por las publicaciones particulares de sus miembros, nadie puede tomar en ningún escrito el titulo de "miembro de la Sociedad" sin que se le autorice por la misma, y sin que con anticipación haya tenido ésta conocimiento del manuscrito. La comisión se encargará de dar cuenta sobre este asunto. Si la Sociedad juzga el escrito incompatible con sus principios, el autor, después de haber sido oído, será invitado, bien sea a modificarlo o bien a renunciar a su publicación o, finalmente, a que no se dé a conocer como a miembro de la Sociedad. En caso de no querer someterse a la decisión que se tome, podrá disponerse que sea borrado de la lista de los socios.
Todo lo escrito por un miembro de la Sociedad, bajo el velo del anónimo, y sin ninguna mención que puede hacerle conocer como a tal, entra en la categoría de las publicaciones ordinarias de las que la Sociedad se reserva la apreciación. Sin embargo, no queriendo poner trabas a la libre emisión de las opiniones personales, la Sociedad invita a aquellos de sus miembros que tuviesen la intención de hacer publicaciones de esta clase, de reclamar con anticipación su consejo oficial es interés de la ciencia.
ART. 27º Queriendo la Sociedad mantener en su seno la unidad de principios y el espíritu de una benevolencia recíproca, podrá disponer el que sea borrado de la lista todo miembro que fuese causa de turbación, o que se pusiese en hostilidad abierta con ella por medio de escritos que comprometiesen la doctrina, por opiniones subversivas o por un modo de obrar que no podría aprobarse. Sin embargo, no se dispondrá el que sea borrado de la lista sin que proceda una amonestación que no hubiese tenido efecto, y después de haber oído al miembro reputado culpable, si juzga conveniente dar explicaciones. La decisión será por escrutinio secreto y por la mayoría de las tres cuartas partes de los miembros presentes.
ART. 28º Todo miembro que se retire voluntariamente durante el uño, no puede reclamar la diferencia de las cotizaciones satisfechas por él; esta diferencia será reembolsada en caso de que la Sociedad disponga que sea borrado de la lista.
ART. 29º El presente reglamento podrá ser modificado si hay lugar a ello. Las proposiciones de las modificaciones no podrán hacerse a la Sociedad sino por conducto de su Presidente, a quien deberán transmitirse, y en el caso que fuesen admitidas por la comisión.
La sociedad puede, sin modificar su reglamento en los puntos esenciales, adoptar todas las medidas complementarias que juzgará útiles.
CAPÍTULO XXXI DISERTACIONES ESPIRITISTAS
Hemos reunido en este capítulo algunas comunicaciones dictadas espontáneamente, que pueden completar y confirmar los principios contenidos en esta obra. Podríamos haber citado un número mayor, pero nos limitamos a aquellas que más particularmente tienen relación con el porvenir del Espiritismo, de los rnédiums, y de las reuniones. Las damos a la vez como instrucción y como tipos de la clase de comunicaciones verdaderamente formales. Terminamos con algunas comunicaciones apócrifas seguidas de notas a propósito para hacerlas conocer.
Sobre el Espiritismo
I
Tened confianza en la bondad de Dios, y sed bastante perspicaces para comprender los preparativos de la nueva vida que os destina. Verdad es que no os será dado gozar de ella en esta existencia, ¿pero no seréis felices, sino volvéis a vivir en este globo, considerando desde arriba la obra que habréis empezado y que se desarrollará a vuestros ojos? Estad animados por una fe firme y sin vacilar contra los obstáculos que parecen deber levantarse contra el edificio cuyos cimientos ponéis. Las bases sobre las cuales se apoya son sólidas: Cristo puso su primera piedra. ¡Ánimo, pues, arquitectos del divino maestro! Trabajad, edificad. Dios coronará vuestra obra. Pero no olvidéis que Cristo desconoce a cualquiera de sus discípulos que sólo tenga la caridad en los labios; no basta creer, sobre todo es menester dar el ejemplo de bondad, de benevolencia y de desinterés, sin esto, vuestra fe será estéril para vosotros.
– San Agustín.
II
El mismo Cristo preside los trabajos de toda clase que están en camino para abriros la era de renovación y de perfeccionamiento que os profetizan vuestros guías espirituales. Si en efecto, echáis una mirada fuera de las manifestaciones espiritistas, sobre los acontecimientos contemporáneos, reconoceríais sin duda alguna, las señales precursoras que os probarán de una manera irrecusable que han llegado los tiempos predichos. Las comunicaciones se establecen entre todos los pueblos; destruidas las barreras materiales, los obstáculos morales que se oponen a su unión, las preocupaciones políticas y religiosas se borrarán rápidamente, y el reino de la fraternidad se establecerá en fin de una manera sólida y duradera. Observad desde hoy a los mismos soberanos, empujados por una mano invisible, tomar, cosa nunca oída por vosotros, la iniciativa en las re formas, y las reformas que vienen de arriba y espontáneamente son mucho más rápidas y más duraderas que las que vienen de abajo y arrancadas por la fuerza. Yo, sin embargo de las preocupaciones de la infancia y de la educación, sin embargo del culto del recuerdo, había presentido la época actual; soy feliz por ello, y soy aun más feliz viniendo a deciros: "Hermanos, ánimo. Trabajad para vosotros y para el porvenir de los vuestros. Trabajad sobre todo por vuestro mejoramiento personal, y gozaréis en vuestra primera existencia de una felicidad de la que os es tan difícil el formaros una idea, como a mí el hacerla.
Chateaubriand.
III
Yo pienso que el Espiritismo es un estudio enteramente filosófico de las causas secretas, de los movimientos interiores del alma, poco o de ninguna manera definidos hasta ahora. Explica aun más que no descubre nuevos horizontes.
La reencarnación y las pruebas sufridas antes de llegar al fin supremo, no son revelaciones sino una confirmación importante. Me quedo absorto de ver las verdades que "este medio" pone en evidencia. Digo "medio" con intención, porque a mi parecer, el Espiritismo es una palanca que separa las barreras de la oscuridad. La preocupación de las cuestiones morales, está enteramente por crear; se discuten la política que remueve los intereses generales, se discuten los intereses privados, se toma pasión por el ataque o defensa de las personalidades; los sistemas tienen sus partidarios y sus detractores; pero las verdades morales, las que son el pan del alma, el pan de la vida, se han dejado en el polvo aumentado por los siglos.
Todas las perfecciones son útiles a los ojos de la multitud, menos la del alma; su educación, su elevación son quimeras, buenas todo lo más para ocupar los ocios de los sacerdotes, de los poetas, de las mujeres, sea por seguir la moda, o como enseñanza.
Si el "Espiritismo" resucita al "espiritualismo", volverá a la sociedad el aliento que da a los unos la dignidad interior y a los otros la resignación; a todos la necesidad de elevarse hacia el Ser supremo, olvidado y desconocido por sus ingratas criaturas.
J.J. Rousseau.
IV
Si Dios envía a los hombres Espíritus para instruirles, es con el fin de ilustrarles sobre sus deberes, enseñarles el camino que puede abreviar sus pruebas y por esto mismo activar su adelantamiento; además de la misma manera que el fruto llega a sazonarse, también el hombre llegará a la perfección. Pero al lado de los Espíritus buenos que quieren vuestro bien, hay también los Espíritus imperfectos que quieren vuestro mal; mientras los unos os conducen adelante, los otros os empujan hacia atrás; debéis poner toda vuestra atención para distinguirles; el medio es fácil: procurad sólo comprender que todo lo que viene de un Espíritu bueno no puede dañar a nadie, y que todo lo que es malo, no puede proceder sino de un Espíritu malo. Si vosotros no escucháis las prudentes amonestaciones de los Espíritus que os quieren bien, si os agraviáis de las verdades que pueden deciros, es evidente que os aconsejan los malos Espíritus; sólo el orgullo puede impediros el que os reconozcáis tales como sois; pero si no lo veis vosotros mismos, otros lo ven por vosotros; de manera que sois vituperados por los hombres que se ríen detrás de vosotros y por los Espíritus.
Un Espíritu familiar.
V
Vuestra doctrina es santa y hermosa. El primer jalón está plantado y con mucha solidez. Ahora ya no tenéis otra cosa que hacer sino marchar; el camino que se os ha abierto es grande, majestuoso. Bienaventurado el que llegará al puerto; cuanto más prosélitos habrá hecho, más le se rá tomado en cuenta. Pero por esto no abracéis la doctrina fríamente; es menester hacerlo con ardor, y este ardor será doble porque Dios está siempre con vosotros cuando hacéis el bien. Todos aquellos que conduciréis serán otras tantas ovejas que volverán a entrar en el redil; ¡pobres rebaños, medio descarriados! Creed bien que el más escéptico, el más ateo, el más incrédulo, en fin, tiene siempre un pequeño rincón en su corazón que quisiera ocultar a sí mismo. Pues bien, este es el pequeño rincón que debéis buscar, el que es preciso encontrar; este lado vulnerable es el que debe atacarse; es una pequeña brecha que se ha dejado abierta expresamente por Dios para facilitar a su criatura el medio de volver a entrar en su seno.
San Benito.
VI
No os asustéis por ciertos obstáculos y por ciertas controversias.
No atormentéis a nadie con ninguna insistencia; la persuación no llegará a los incrédulos sino por vuestro desinterés, por vuestra tolerancia y vuestra caridad para todos sin excepción.
Guardáos sobre todo de violentar la opinión, ni con palabras ni con demostraciones públicas. Cuanto más modestos seréis más conseguiréis haceros apreciar. Que no os haga obrar ningún móvil personal y encontraréis en vuestras conciencias una fuerza atractiva que sólo el bien procura.
Los Espíritus trabajan por orden de Dios para el progreso de todos sin excepción; vosotros espiritistas haced lo mismo.
San Luis.
VII
¿Cuál es la institución humana, aun divina que no ha tenido obstáculos que vencer, chismes contra los cuales ha sido preciso luchar? Si no tuviesen sino una existencia triste y moribunda, no se dirigirían contra vosotros, sabiendo bien que deberíais sucumbir de un momento a otro; pero como vuestra vitalidad es fuerte y activa, como el árbol espiritista tiene fuertes raíces, suponen que puede vivir largo tiempo y ensayan la segur contra él. ¿Qué harán estos envidiosos? Todo lo más cortarán algunas ramas que rebrotaran con nueva savia y serán más fuertes que nunca.
Channing.
VIII
Voy a hablaros sobre la firmeza que debéis tener en vuestros trabajos espiritistas.
Se os ha hecho una cita con este objeto, os aconsejo que a estudiéis de corazón y que os apliquéis el espíritu de ella; porque de la misma manera que San Pablo, vosotros seréis perseguidos no en carne y hueso, pero en espíritu; los incrédulos, los fariseos de la época, blasfemarán de vosotros y os abofetearán; pero no temáis, ésta será una prueba que os fortificará si sabéis sobrellevarla por amor a Dios y más tarde veréis coronados vuestros esfuerzos; éste será un gran triunfo para vosotros en el día de la eternidad, sin olvidar que, en este mundo, es ya un consuelo para las personas que han perdido parientes y amigos; sabed que son felices y que podéis comunicaros con ellos, es ya una dicha. Marchad, pues, adelante; cumplid la misión que Dios os ha dado, y os será tomada en cuenta en el día que compareceréis ante el Todopoderoso.
Channing
IX
Vengo yo, tu Salvador y tu juez, vengo como en otro tiempo, entre los hijos descarriados de Israel; vengo a traer la verdad y a disipar las tinieblas. Escuchadme. El Espiritismo, como otra vez mi palabra, debe recordar a los materialistas que sobre ellos reina la inmutable verdad: Dios bueno, el Dios grande que hace germinar la planta y que levanta las olas. Yo he revelado la doctrina divina; yo como un segador he atado en manojos el bien esparcido en la humanidad, y he dicho: ¡Venid a mí todos vosotros que sufrís!
Pero los hombres ingratos se han separado del camino recto y ancho que conduce al reino de mi padre y se han separado en los ásperos senderos de la impiedad.
Mi padre no quiere aniquilar la raza humana; quiere no ya por los profetas, tampoco por los apóstoles, quiere que ayudándoos los unos a los otros, muertos y vivos, es decir, muertos según la carne, porque la muerte no existe, os socorráis, y que la voz de aquellos que ya no están se haga oír aun para gritaros: ¡Rogad y creed! porque la muerte es la resurrección, y la vida la prueba elegida durante la cual vuestras virtudes cultivadas deben engrandecer y desarrollarse como el cedro.
Creed en las voces que os responde: éstas son las mismas almas de aquellos que evocáis. Yo me comunico rara vez; amigos míos, aquellos que asistieron en mi vida y en mi muerte son los intérpretes divinos de las voluntades de mi Padre.
Hombres débiles que creéis en el error de vuestras obscuras inteligencias, no apaguéis la antorcha que la clemencia divina coloca en vuestras manos para iluminar vuestro camino y conduciros, hijos perdidos, en el regazo de vuestro Padre.
Yo os lo digo en verdad, creed en la diversidad, en la "multiplicidad" de los Espíritus que os rodean. Estoy demasiado conmovido por vuestras miserias, por vuestra inmensa debilidad, para no tender una mano protectora a los infelices descarriados que, viendo el cielo, caen en el abismo del error. Creed, amaos, comprended las verdades que os son reveladas; no mezcléis la cizaña con el buen grano, los sistemas con las
verdades.
¡Espiritistas! amaos, he aquí la primera enseñanza; instruíros, aquí tenéis la segunda. Todas las verdades se encuentran en el cristianismo; los errores que en él han echado raíces son de origen humano; y ved que de la otra parte de la tumba que vosotros creéis la nada, voces os llaman: ¡Hermanos! nada perece; Jesucristo es el
vencedor del mal, seáis vosotros los vencedores de la impiedad.
Nota. – Esta comunicación, obtenida por uno de los mejores médiums de la Sociedad Espiritista de París, está firmada con un nombre que el respeto no nos permite reproducir sino bajo toda reserva, tan grande sería el insigne favor de su autenticidad y porque se ha abusado demasiado de él en las comunicaciones evidentemente apócrifas; este nombre es el de Jesús de Nazareth. No dudamos de ningún modo que pueda manifestarse; pero si los Espíritus verdaderamente superiores no lo hacen sino en circunstancias excepcionales, la razón nos impide creer que el Espíritu puro por excelencia responde al llamamiento de cualquiera; en todo caso habría profanación en atribuirle un lenguaje indigno de él.
Por estas consideraciones nos hemos abstenido siempre de publicar nada que lleve este nombre; y creemos que no se podría ser bastante circunspecto en las publicaciones de esta clase, que sólo tienen autenticidad por el amor propio, y que el menor inconveniente es de proporcionar armas a los adversarios del Espiritismo.
Como hemos dicho, cuanto más elevados están los Espíritus en la jerarquía, tanta más desconfianza debe haber en aceptar su nombre; sería menester estar dotado de una grande dosis de orgullo para vanagloriarse de tener el privilegio de sus comunicaciones y creerse digno de hablar con ellos como con sus iguales. En la comunicación antecedente, no hacemos constar sino una cosa: la superioridad incontestable del lenguaje y de los pensamientos, dejando a cada uno el cuidado de juzgar si aquel cuyo nombre lleva la desmentiría.
Sobre los médiums
X
Todos los hombres son médiums; todos tienen un Espíritu que les dirige hacia el bien cuando saben escucharle. Que unos se comuniquen directamente con él por una mediumnidad particular, que otros no le oigan sino por la voz del corazón y de la inteligencia, poco importa, no por esto deja de ser el Espíritu familiar que les aconseja.
Llamadle espíritu, razón, inteligencia, siempre es una voz que responde a vuestra alma y os dicta buenas palabras; sino que vosotros no las comprendéis siempre. No todos saben obrar según los consejos de la razón, no de esta razón que se arrastra y humilla más bien que marcha, de esta razón que se pierde en medio de los intereses materiales y groseros, sino de la razón que eleva al hombre sobre sí mismo, que le transporta hacia las regiones desconocidas; llama sagrada que inspira al artista y al poeta, pensamiento divino que eleva al filósofo, fervor que arrastra a los individuos y a los pueblos, razón que el vulgo no puede comprender, pero que eleva al hombre y le acerca a Dios, más que a ninguna otra criatura, entendimiento que sabe conducirle de lo conocido a lo desconocido y le hace ejecutar las cosas mas sublimes. Escuchad, pues, a esta voz interior a este buen genio que os habla sin cesar, y llegaréis progresivamente a oír vuestro ángel guardián que os tiende la mano desde lo alto de los cielos; lo repito, la voz íntima que habla al corazón es la de los buenos Espíritus, y bajo este punto de vista todos los hombres son médiums.
Channing.
XI
El don de la mediumnidad es tan antiguo como el mundo; los profetas eran médiums; los misterios del Eleusis estaban fundados sobre la mediumnidad; los Caldeos, los Asirios, tenían médiums; Sócrates estaba dirigido por un Espíritu que le inspiraba los admirables principios de su filosofía; él oía su voz. Todos los pueblos han tenido sus médiums, y las inspiraciones de Juana de Arco no eran otra cosa que la voz de los Espíritus bienhechores que la dirigían. Este don que se esparce hoy día, era más raro en la edad media, pero jamás ha cesado. Swedenborg y sus adeptos tuvieron una numerosa escuela. La Francia de los últimos siglos, burlona y ocupada con una filosofía que queriendo destruir los abusos de la intolerancia religiosa, ofuscaba bajo el ridículo todo lo que era ideal, la Francia debía alejar al Espiritismo que no cesaba de progresar en el Norte. Dios había permitido esta lucha de ideas positivas contra las ideas espiritistas, porque el fanatismo se había hecho una arma de estas últimas; ahora que los progresos de la industria y de las ciencias han desarrollado el arte de vivir bien, a tal punto que las tendencias materiales han venido a ser dominantes, Dios quiere que los Espíritus vuelvan otra vez a conducir los intereses del alma; quiere que el perfeccionamiento del hombre moral sea lo que debe ser, es decir, el fin y el objeto de la vida. El Espíritu humano sigue una marcha necesaria, imagen de la gradación sufrida por todo lo que puebla el Universo visible e invisible; todo progreso llega a su hora: la de elevación moral ha llegado para la humanidad; no se cumplirá en vuestros días; pero dad gracias a Dios de que asistáis a la aurora bendecida.
Pedro Jouty ("Padre del médium").
XII
Dios me ha encargado de una misión que debo cumplir con los creyentes a quienes favorece con la mediumnidad. Cuantas más gracias reciben del Altísimo, más peligros corren, y estos peligros son tanto más grandes porque toman origen en los mismos favores que Dios les concede. Las facultades de que gozan los médiums les atraen los elogios de los hombres, las felicitaciones, las adulaciones: aquí está su escollo. Estos mismos médiums que deberían tener siempre presente en la memoria su incapacidad primitiva lo olvidan; hacen más: lo que sólo deben a Dios lo atribuyen a su propio mérito.
¿Qué sucede entonces? Los buen os Espíritus les abandonan, vienen a ser el juguete de los malos, y no tienen brújula para guiarse; cuanto más capaces se hacen, más inclinados están en atribuirse un mérito que no les pertenece, hasta que por fin Dios les castiga retirándoles una facultad que sólo pudo serles fatal.
No sabría cómo recomendaros a vuestro ángel guardián, para que os ayude a estar siempre preparados contra vuestro más cruel enemigo que es el orgullo. Acordáos mucho los que tenéis la dicha de ser los intérpretes entre los Espíritus y los hombres, que sin el apoyo de nuestro divino maestro seréis castigados con más severidad, porque habréis sido más favorecidos.
Espero que esta comunicación dará sus frutos y deseo que pueda ayudar a los médiums a mantenerse en guardia contra el escollo que les entrellaría; este escollo ya os lo he dicho, es el orgullo.
Juana de Arco.
XIII
Cuando vosotros queráis recibir buenas comunicaciones de buenos Espíritus, conviene prepararos a este favor por el recogimiento, por sanas intenciones y por el deseo de hacer bien con respecto al progreso general; porque acordáos que el egoísmo es una causa de retraso para todo adelantamiento. Acordáos de que Dios permite a algunos de entre vosotros el que recibáis la inspiración de ciertos hijos suyos que por su conducta, han sabido merecer la felicidad de comprender su bondad infinita, es que quiere a solicitud nuestra y en vista de vuestras buenas intenciones, daros los medios de adelantar en su camino; así, pues, médiums sacad provecho de esta facultad que Dios quiere concederos. Tened fe en la mansedumbre de nuestro maestro; tened la caridad siempre en práctica; no os canséis nunca de ejercer esta sublime virtud así como la tolerancia. Que vuestras acciones estén siempre en armonía con vuestra conciencia, es un medio cierto de centuplicar vuestra felicidad en esta vida pasajera y prepararos a una existencia mil veces más dulce aun.
El médium de entre vosotros que no se sienta con fuerzas de perseverar en la enseñanza de los Espíritus, que abstenga; porque no sacando provecho de la luz que le ilumina, será menos excusable que otro, y deberá expiar su ceguedad.
Pascal.
XIV
Hoy os hablaré del desinterés que debe ser entre los médiums una de sus cualidades esenciales, de la misma manera que la modestia y la abnegación. Dios les ha dado esta facultad con el fin de que ayuden a propagar la verdad, pero no para hacer de ella un tráfico; y por esto no sólo entiendo aquellos que quisieran explotarla como lo harían con un talento ordinario, que se harían médiums como uno se hace cantor o bailarín, sino todos aquellos que pretendiesen servirse de ella con cualquier mira de interés material.
¿Es racional el creer que los buenos Espíritus y menos aun Espíritus superiores, que condenan la avaricia, consientan a entregarse en espectáculo, y que como las comparsas, se pongan a disposición de un empresario de manifestaciones espiritistas?
No lo es tampoco el suponer que Espíritus buenos puedan favorecer miras de orgullo y de ambición. Dios les permite comunicarse con los hombres para sacarlos del cenegal terrestre y no para servir de instrumentos a las pasiones mundanas. No puede, pues, ver con placer a los que desvían de su verdadero objeto el don que les ha hecho y os aseguro que serán castigados, aun aquí abajo por las más amargas decepciones.
Delfina de Girardin.
XV
Todos los médiums son incontestablemente llamados a servir la causa del Espiritismo según la medida de su facultad, pero hay muy pocos que no se dejan coger en el lazo del amor propio; es una piedra de toque que pocas veces deja de producir su efecto; así es que sobre cien médiums, apenas encontraréis uno por ínfimo que sea, que no se haya creído en los primeros tiempos de su mediumnidad, llamado a obtener resultados superiores y predestinado a grandes misiones. Los que sucumbem a esta vanidosa esperanza cuyo número es grande, vienen a ser la presa inevitable de los Espíritus obsesores que no tardan en subyugarles adulando su orgullo y tomándoles por la parte flaca; cuanto más se han querido elevar, más ridícula es su caída cuando no es desastrosa para ellos. Las grandes misiones sólo se confían a los hombres elegidos, y Dios mismo les coloca sin que ellos los busquen en el centro y en la posición en que su concurso podrá ser eficaz. No sé cómo recomendar a los médiums inexpertos que desconfíen de lo que ciertos Espíritus puedan decirles, tocante al pretendido papel que están llamados a representar; porque si lo creen así no recogerán sino defecciones en este mundo y un severo castigo en el otro. Que se persuadan bien que en la esfera modesta y obscura en que están colocados pueden prestar grandes servicios, ayudando a la conversión de los incrédulos o dando consuelo a los afligidos; si deben salir de este círculo serán conducidos por una mano invisible que preparará los caminos puestos en evidencia, por decirlo así, a pesar suyo. Que se acuerde bien de aquellas palabras: "El que se eleva será abatido, el que se abatirá será elevado".
El Espíritu de Verdad.
Sobre las sociedades espiritistas
Nota. – En el número de las comunicaciones siguientes algunas se han dado en la "Sociedad Parisiense de Estudios Espiritistas" o a su intención; otras que se nos han transmitido por diferentes médiums, contienen consejos generales sobre las reuniones, su formación y los escollos que pueden encontrar.
XVI
¿Por qué no empezáis vuestras sesiones por una invocación general, una especie de plegaria que prepararía al recogimiento? Porque es menester que sepáis que sin el recogimiento no obtendréis sino comunicaciones ligeras; los Espíritus buenos no van sino adonde se les llama con fervor y sinceridad. Esto es lo que no se comprende bastante; a vosotros, pues, toca el dar ejemplo; a vosotros que si lo queréis podéis llegar a ser una de las columnas del nuevo edificio.
Vemos vuestros trabajos con placer y los ayudamos, pero a condición de que secundaréis por vuestra parte y que os manifestaréis a la altura de la misión que estáis llamados a cumplir. Formad, pues, la unión y seréis fuertes y los Espíritus malos no prevalecerán contra vosotros. Dios ama a los sencillos de espíritu lo que no quiere decir a los necios, sino a aquellos que hacen abnegación de sí mismos y que vienen a él sin orgullo. Podéis llegar a ser un foco de luz para la humanidad; sabed, pues, distinguir el buen grano de la cizaña; sembrad sólo el buen grano y guardáos de esparcir la cizaña porque ésta impedirá al buen grano de crecer, y vosotros seríais responsables de todo el mal que haga, de la misma manera que seréis responsables de las malas doctrinas que podríais propagar. Acordáos de que el mundo podrá tener un día la vista sobre vosotros; haced, pues, que nada obscurezca el resplandor de las cosas buenas que saldrán de vuestro seno, por esto os recomendamos el que roguéis a Dios para que os asista.
San Agustín.
Rogado San Agustín para que diera una fórmula de invocación general, respondió:
"Ya sabéis que no hay fórmula absoluta. Dios es muy grande para dar más importancia a las palabras que al pensamiento. Además no creáis que baste el pronunciar algunas palabras para separar a los malos Espíritus; sobre todo guardáos de hacer una de esas fórmulas ligeras que se recitan para descargo de la conciencia; su eficacia está en la sinceridad del sentimiento que la dicta, está sobre todo en la unanimidad de la intención, porque ninguno de aquellos que no se asociasen a ella de corazón, no podría sacar beneficio ni hacer beneficiar a los demás. Redactarla vosotros mismos y sometedla a mi examen si queréis, yo os ayudaré."
Nota. – La fórmula siguiente de evocación general ha sido redactada con asistencia del Espíritu, que la ha completado en muchos puntos.
"Rogamos a Dios Todopoderoso que nos envíe Espíritus buenos para asistirnos y aleje aquellos que podrían inducirnos en error; dadnos la luz necesaria para distinguir la verdad de la impostura.
"Separad también a los Espíritus malévolos que podrían poner la desunión entre nosotros suscitando la envidia, el orgullo y los celos. Si algunos intentasen introducirse aquí en nombre de Dios, les conjuramos a que se retiren.
"Espíritus buenos que presidís nuestros trabajos, dignáos instruirnos y hacernos dóciles a vuestros consejos. Haced que todo sentimiento personal se borre en nosotros ante el pensamiento del bien general.
"Rogamos particularmente a …, nuestro protector especial, para que tenga a bien prestarnos hoy su asistencia."
XVII
Amigos míos, dejadme que os dé un consejo, porque vosotros marcháis sobre un terreno nuevo y si seguís la ruta que os indicamos no os perderéis. Se os ha dicho una cosa que es mucha verdad y que queremos recordárosla; es que el Espiritismo sólo es una moral, y no debe salir de los límites de la filosofía ni un solo paso, si no quiere caer en el dominio de la curiosidad. Dejad a un lado la cuestión de las ciencias: la misión de los Espíritus no es de resolverlas ahorrándoos el trabajo de la investigación, sino el procurar el haceros mejores porque de este modo es como avanzaréis realmente.
San Luis.
XVIII
Se han burlado de las mesas giratorias, nunca se burlarán de la filosofía, de la sabiduría y de la caridad que brillan en las comunicaciones formales. Este fue el vestíbulo de la ciencia; entrando en él deben dejarse las preocupaciones como uno deja la capa. Nunca os instaré bastante para que hagáis un centro formal de vuestras reuniones. Que en otra parte se hagan demostraciones físicas, "que allá se vea, que acullá se oiga, haced que entre vosotros se comprenda y se ame". ¿Qué creéis que sois vosotros a los ojos de los Espíritus superiores cuando habéis hecho girar o levantar una mesa? Estudiantes; ¿acaso el sabio pasa el tiempo en repasar el a, b, c, de la ciencia?
Mientras que viéndoos buscar las comunicaciones formales se os considera como hombres también formales en busca de la verdad.
San Luis.
Habiendo preguntado a San Luis si entendía por esto vituperar las manifestaciones físicas, contestó:
"Yo no podría vituperar las manifestaciones físicas, puesto que si tienen lugar, es con el permiso de Dios y con un fin útil; diciendo que fueron el vestíbulo de la ciencia, las coloco en su verdadero puesto y afirmo su utilidad. Yo sólo vitupero a aquellos que hacen de ellas un objeto de diversión y de curiosidad, sin aprovechar la enseñanza que es su consecuencia; son para la filosofía del Espiritismo lo que la gramática para la literatura, y el que ha llegado a cierto grado en una ciencia no pierde el tiempo en repasar los elementos".
XIX
Amigos míos y fieles creyentes, soy siempre feliz de poderos dirigir por el camino del bien; es una misión dulce que Dios me da, de la que estoy contentísimo, porque el ser útil es siempre una recompensa. Que el Espíritu de caridad os reúna, tanto la caridad que da como la caridad que ama. Manifestáos pacientes contra las injurias de vuestros detractores; sed firmes en el bien, y sobre todo humildes ante Dios; sólo la humildad eleva; es la sola grandeza que Dios reconoce. Entonces sólo vendrán a vosotros los Espíritus buenos; sino el del mal se apoderaría de vuestra alma. Seáis bendecidos en nombre del Criador y os engrandeceréis a los ojos de los hombres, al mismo tiempo que a los ojos de Dios.
San Luis.
XX
La unión es la fuerza; debéis estar unidos para ser fuertes. El Espiritismo ha germinado, echado sus profundas raíces; y va a extender sobre la Tierra sus ramas bienhechoras. Es menester haceros invulnerables contra los tiros emponzoñados de la calumnia y de la negra falange de Espíritus ignorantes, egoístas e hipócritas. Para conseguirlo, que una indulgencia y una benevolencia reciprocas presidan a vuestras relaciones; que vuestros defectos pasen desapercibidos, que sólo vuestras cualidades sean notadas; que la antorcha de la amistad santa reúna, esclarezca y enardezca vuestros corazones, y resistiréis a los ataques impotentes del mal, como la inmóvil peña a la ola furiosa.
San Vicente de Paul.
XXI
Amigos míos, vosotros queréis formar una reunión espiritista y os lo apruebo, porque los Espíritus no pueden ver con placer que los médiums estén aislados Dios no les ha dado esta sublime facultad para ellos solos, sino para el bien general.
Comunicándose con otros, tienen mil ocasiones de ilustrarse sobre el mérito de las comunicaciones que reciben, mientras que solos, están mucho mejor bajo el imperio de los Espíritus mentirosos, maravillados de no tener comprobación. Esto es para vosotros, y si no estáis dominados por el orgullo, lo comprenderéis y de ello sacaréis provecho.
Vamos ahora para los demás.
¿Os habéis hecho bien cargo de lo que debe ser una reunión espiritista? No, porque en vuestro celo creéis que lo que puede hacerse mejor, es reunir el mayor número de personas, con el fin de convencerlas. Desengañáos; cuantos menos seréis más obtendréis. Es sobre todo por el ascendiente moral que vosotros ejerceréis, que os atraeréis a los incrédulos, mucho más que por los fenómenos que obtengáis; si sólo atraéis por los fenómenos, os vendrán a ver por curiosidad y encontraréis curiosos que no os creerán y que se reirán de vosotros; si no se encuentran entre vosotros sino personas dignas de estima, puede ser que no se os crea en seguida, pero se os respetará, y el respeto inspira siempre confianza. Estáis convencidos que el Espiritismo debe conducir a una reforma moral; que vuestra reunión sea, pues, la primera en dar ejemplo de virtudes cristianas, porque en este tiempo de egoísmo, en las sociedades espiritistas la verdadera caridad debe encontrar un refugio (*). Tal debe ser, amigos míos, una reunión de verdaderos espiritistas. Otra vez ya os daré otros consejos.
Fenelón.
XXII
Me habéis preguntado si la multiplicidad de grupos en una misma localidad, podría engendrar rivalidades sensibles para la doctrina. A esto os responderé que los que están imbuidos de los verdaderos principios de esta doctrina, miran como hermanos a todos los espiritistas y no como rivales; los que mirasen a las otras reuniones con celos, probarían que hay entre ellos una segunda intención de interés o de amor propio, y que están guiados por el amor de la verdad. Os aseguro que si estas personas estuviesen entre vosotros, pronto sembrarían la turbación y la desunión.
El verdadero Espiritismo tiene por divisa "benevolencia y caridad" ; excluye toda rivalidad que no sea el bien que puede hacerse; todos los grupos que se inscribirán bajo su estandarte podrán darse la mano como buenos vecinos, que no son menos amigos aun cuando no habiten una misma casa. Los que pretendan tener los mejores Espíritus por guías, deberán probarlo enseñando los mejores sentimientos; que haya, pues, entre ellos lucha, pero lucha de grandeza de alma, de abnegación, de bondad y de humildad; el que echase al otro la piedra, sólo por esto probaría que está tentado por malos Espíritus.
La naturaleza de los sentimientos que dos hombres manifiesten el uno con respecto al otro, es la piedra de toque que hace conocer la naturaleza de los Espíritus que les asisten.
Fenelón.
XXIII
El silencio y el recogimiento son condiciones esenciales para todas las comunicaciones formales. Nunca obtendréis esto de aquellos que no sean atraídos a vuestras reuniones sino por la curiosidad; obligad, pues, a los curiosos que vayan a divertirse a otra parte, porque su distracción sería una causa de turbación.
No debéis tolerar ninguna conversación cuando se pregunta a los Espíritus.
Algunas veces tenéis comunicaciones que exigen réplicas formales por vuestra parte, y respuestas que no lo son menos de parte de los Espíritus evocados, que experimentan, creedlo bien, descontento por los cuchicheos continuos de ciertos asistentes; de aquí viene que nada hay completo ni verdaderamente formal; el médium que escribe, experimenta también distracciones muy perniciosas para su ministerio.
San Luis.
XXIV
Yo os hablaré de la necesidad de observar la más grande regularidad en vuestras sesiones, es decir, de evitar toda confusión, toda divergencia en las ideas. La divergencia favorece la substitución de malos Espíritus a los buenos y casi siempre son los primeros los que se apoderan de las cuestiones que se proponen. Por otra parte, en una reunión compuesta de elementos diversos y desconocidos los unos de los otros, ¿cómo se evitan las ideas contradictorias, la distracción y aun peor: una vaga y satírica indiferencia?
Este medio quisiera encontrarlo eficaz y cierto. Puede que esté en la concentración de los fluidos esparcidos alrededor de los médiums. Ellos solos, pero sobre todo aquellos que son estimados, retienen a los Espíritus buenos en la asamblea; pero su influencia apenas basta para disipar la turba de Espíritus ligeros. El trabajo del examen de las comunicaciones es excelente; no se sabrían profundizar bastante las cuestiones y sobre todo las respuestas; el error es fácil, aun para los Espíritus animados de las mejores intenciones; la lentitud de la escritura durante la cual el Espíritu se desvía del asunto que agota tan pronto como lo ha concebido, la movilidad y la indiferencia por ciertas formas convenidas, todas estas razones y muchas otras, os hacen un deber de no tener sino una confianza limitada y siempre subordinada al examen, aun cuando se trate de las comunicaciones más auténticas.
Georges ("Espíritu familiar")
XXV
La mayor parte de las veces, ¿con qué fin pedís comunicaciones a los Espíritus? Para obtener un buen escrito y enseñarlo a vuestros conocidos como muestra de nuestro talento, los conserváis preciosamente en vuestros álbums, pero en vuestros corazones no hay cabida. ¿Creéis que porque nos lisonjeáis venimos a tomar puesto en vuestras asambleas como en un concurso haciendo gala de elocuencia para que podáis decir que la sesión ha sido muy interesante? ¿Qué os queda cuando habéis encontrado una comunicación admirable? ¿Creéis que venimos buscando vuestros aplausos?
Desengañáos; no estamos dispuestos a divertiros de ningún modo; por vuestra parte, estáis aun en la curiosidad que en vano disimuláis; nuestro objeto es haceros mejores.
Además, cuando nosotros vemos que nuestras palabras no dan fruto, y que todo se reduce por vuestra parte a una estéril aprobación, vamos a buscar almas más dóciles;
entonces dejamos venir a nuestro puesto a los Espíritus que sólo quieren hablar, y de éstos no falta. Vosotros os admiráis de que dejemos tomar nuestro nombre. ¿Qué os importa, puesto que para vosotros es lo mismo? Pero sabed bien que no lo permitiríamos delante de aquellos por quienes realmente nos interesamos, es decir, con aquellos con quienes no perdemos nuestro tiempo: aquellos son nuestros preferidos y les preservamos de la mentira. No déis, pues, la culpa a nadie sino a vosotros si sois engañados tan a menudo; para nosotros el hombre formal no es aquel que se abstiene de reír, sino aquel cuyo corazón se conmueve por nuestras palabras, que las medita y se aprovecha de ellas. (Véase núm. 268, preguntas 19 y 20).
Massillon.
XXVI
El Espiritismo debería ser un escudo contra el Espíritu de discordia y desunión; pero este Espíritu en todo tiempo sacude su ponzoña sobre los humanos, porque está celoso de la felicidad que procura la paz y la unión. ¡Espiritistas! El podrá, pues, penetrar en vuestras asambleas y no lo dudéis, procurará sembrar en ellas la defección, pero será impotente contra los que están animados de la verdadera caridad. Estad preparados y
velad sin cesar en la puerta de vuestro corazón, como en la de vuestras reuniones para no dejar penetrar al enemigo. Si vuestros esfuerzos son impotentes contra el de fuera, siempre dependerá de vosotros el impedirle el acceso de vuestra alma.
Si nacen disensiones entre vosotros, sólo pueden ser suscitadas por malos Espíritus; que los que tendrán pues, en más alto grado el sentimiento de los deberes que les impone la urbanidad, lo mismo que el Espiritismo verdadero, se manifiesten los más pacientes, los más dignos y los más cariñosos; algunas veces los buenos Espíritus pueden permitir estas luchas para proporcionar tanto a los buenos como a los malos sentimientos, la ocasión de descubrirse, a fin de separar el mal grano de la cizaña y estarán siempre del lado que habrá más humildad y verdadera caridad.
San Vicente de Paul.
XXVII
Rechazad enérgicamente a todos estos Espíritus que se ofrecen como consejeros exclusivos, predicando la división y el aislamiento. Estos son casi siempre Espíritus vanidosos y medianos, que procuran imponer a los hombres débiles y crédulos, prodigándoles alabanzas exageradas con el fin de fascinarles y tenerles bajo su dominio.
Estos Espíritus están generalmente hambrientos de poder, y déspotas públicos o privados cuando vivían, quieren aún tener víctimas para tiranizar después de su muerte.
En general, desconfiad de las comunicaciones que llevan un carácter de misticismo y de extrañeza, o que prescriben ceremonias y actos ridículos; en tal caso hay siempre un motivo legítimo de sospecha.
Por otra parte, creed bien que cuando debe revelarse una verdad a la humanidad, se comunica instantáneamente, por decirlo así, a todos los grupos formales que posean buenos médiums, y no a unos con exclusión de los demás. Nadie es médium perfecto si está obcecado, y hay obsesión manifiesta cuando un médium sólo es apto para recibir las comunicaciones de un Espíritu especial, por alto que procure colocarse él mismo. En consecuencia, todos los médiums, todos los grupos que se crean privilegiados por comunicaciones que sólo ellos pueden recibir, y que por otra parte están sujetos a prácticas que rayan en superstición, están indudablemente bajo la obsesión más caracterizada, sobre todo cuando el Espíritu que domina se adorna con el nombre que todos, Espíritus y encarnados, debemos honrar y respetar, y no permitir que se comprometa a cada paso.
Es incontestable que sometiendo al crisol de la razón y de la lógica todos los dones y todas las comunicaciones de los Espíritus, será fácil el rechazar lo absurdo y el error. Un médium puede estar fascinado, un grupo puede ser engañado; pero la comprobación severa de otros y además la ciencia adquirida y la alta autoridad moral de sus jefes, las comunicaciones de los principales médiums que reciben un sello de lógica y de autenticidad de nuestros mejores Espíritus, harán rápidamente justicia a estos dictados mentirosos y astutos, emanados de una turba de Espíritus engañosos o malos.
Erasto ("discípulo de San Pablo").
Observación. – Uno de los caracteres distintivos de estos Espíritus que quieren imponer y hacer aceptar ideas ridículas y sistemáticas, es el pretender, aun cuando sólo sean solos en su opinión, tener razón contra todo el mundo. Su táctica es evitar la discusión y cuando se ven combatidos victoriosamente por las armas irresistibles de la lógica, rehusan desdeñosamente el responder y prescriben a sus médiums el que se alejen de los centros en que sus ideas no son acogidas. Este aislamiento es lo más fatal que hay para los médiums, porque sufren sin contraposición, el yugo de los Espíritus obsesores, que les conducen como ciegos, y les llevan a menudo por caminos perniciosos.
XXVIII
Los falsos profetas no están sólo entre los encarnados, están también y en mucho mayor número entre los Espíritus orgullosos que bajo falsas apariencias de amor y caridad, siembran la desunión y retardan la obra emancipadora de la humanidad, esparciendo sus sistemas absurdos que hacen aceptar por los médiums; y para fascinar mejor a los que quieren engañar, para dar más peso a sus teorías, toman sin escrúpulo los nombres que los hombres sólo pronuncian con respeto, los de los santos justamente venerados, de Jesús, de María y aun de Dios.
Estos son los que siembran las levaduras de antagonismo entre los grupos, que les conducen a aislarse los unos de los otros y mirarse con mal ojo. Esto sólo bastaría para descubrirles, porque obrando de este modo, ellos mismos dan el más formal mentís a lo que pretenden ser. Ciegos, pues, son los hombres que se dejan coger en una red tan grosera.
Pero hay muchos otros medios de reconocerles. Los Espíritus del orden al cual dicen ellos que pertenecen, deben ser no solamente muy buenos, sino que además eminentemente lógicos y racionales. Pues bien, pasad sus sistemas por el tamiz de la razón y del buen sentido y veréis lo que quedará. Convenid, pues, conmigo que todas las veces que un Espíritu indica, como remedio a los males de la humanidad o como medio de llegar a su transformación, cosas utópicas e impracticables, medidas pueriles y ridículas; cuando formula un sistema contradicho por las más vulgares nociones de la ciencia, no puede ser sino un Espíritu ignorante y mentiroso.
Por otra parte, creed bien que si la verdad no es siempre apreciada por los individuos, los es siempre por el buen sentido de las masas, y también esto es un criterio. Si dos principios se contradicen tendréis la medida de su valor intrínseco, buscando aquel que tenga más eco y simpatía; sería ilógico en efecto, admitir que una doctrina que viese disminuir el número de sus partidarios fuese más verdadera que aquella que vea aumentar los suyos. Dios, queriendo que la verdad llegue a todos no la señala un círculo estrecho y restringido, la hace brotar por diferentes puntos a fin de que en todas partes la luz esté al lado de las tinieblas.
Erasto.
Observación. – La mejor garantía para que un principio sea la expresión de la verdad, es cuando está enseñado y revelado por diferentes Espíritus, por diferentes médiums extraños los unos a los otros y en diferentes lugares, y cuando además está confirmado por la razón y sancionado por la adhesión del mayor número. Sólo la verdad puede poner raíces a una doctrina; un sistema erróneo puede reclutar algunos adeptos, pero como le falta la primera condición de vitalidad, sólo tiene una existencia efímera; por esta razón no es necesario inquietarse; él mismo se mata por sus propios errores y caerá inevitablemente ante el arma poderosa de la lógica.
Comunicaciones apócrifas
A menudo se reciben comunicaciones de tal modo absurdas, aunque firmadas por nombres los más respetables, que el buen sentido más vulgar, demuestra su falsedad; pero las hay que el error es disimulado bajo cosas buenas que ilusionan y algunas veces impiden el descubrirlas a primera vista, pero no podrían resistir a un examen serio.
Sólo citaremos algunas como muestra.
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