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Antología libertaria de Ricardo Flores Magón (1906-1911) (página 3)

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La cadena de los libres

"Al leer las constituciones de los pueblos cultos de la tierra, el filósofo no puede menos que sonreír.

El ciudadano según ellas, es casi un ser todopoderoso, libre, soberano amo y señor de presidentes y de reyes, de ministros y de generales, de jueces, magistrados, diputados, senadores, alcaldes y enjambre de grandes y pequeños funcionarios.

Y el ciudadano, con un candor que la experiencia no ha podido destruir, se cree libre… porque la ley lo dice.

"Dentro del territorio nacional todos nacemos libres", dice nuestra constitución.

¡Libres! y con los ojos de la imaginación, vemos al peón encorvado sobre el surco: dejó el lecho antes de que saliera el sol; volverá a él mucho después de que haya cerrado la noche.

¡Libres! y en la fábrica, negra, nauseabunda estruendosa, se agita una multitud de seres sudorosos, envejecidos en plena edad viril.

¡Libres! y donde quiera vemos al los hombres y mujeres, ancianos y niños trabajar sin descanso para poder llevar a la boca un pedazo de pan, nada más lo suficiente, lo estrictamente necesario para que el trabajador pueda reanudar sus labores.

¿Sucedía acaso todo lo contrario cuando por la ley estaba instituida la esclavitud?

¿Trabaja siquiera menos el hombre hoy, que es "ciudadano libre", que cuando era esclavo?

¿El esclavo era más feliz, que hoy el trabajador libre?

Como había costado dinero al amo, éste cuidaba al esclavo; lo hacía trabajar con moderación, lo alimentaba bien, lo abrigaba cuando hacía frío, y si se enfermaba, lo confiaba a los cuidados de algún médico.

Hoy los patrones no cuidan de la suerte de sus trabajadores.

No costándoles dinero la adquisición de éstos, los hace desempeñar tareas agotantes que en pocos años acaban con su salud, no importándoles que las familias de los trabajadores, carezcan de comodidades y de alimentación porque éstas no les pertenecen.

El trabajador hoy es esclavo, como lo fue el de ayer, con la única diferencia de que tiene la libertad de cambiar de amo.

Esa libertad, la paga bien caro desde que no goza de las comodidades, de las atenciones de los ciudadanos de que era objeto el esclavo de antaño y su familia.

Pero si hay que dolerse de la situación del trabajador, no hay, por eso, que suspirar por los tiempos en que la esclavitud era legal.

Debemos buscar los medios más apropiados para destruir el régimen actual.

Ya que la experiencia nos demuestra que si el trabajador de hoy, que lleva pomposamente el nombre de "ciudadano", es un verdadero esclavo sobre el cual no sólo pesa la autoridad del amo.

Además, tiene que soportar sobre las débiles espaldas, todas las cargas sociales y políticas de cuyo peso la ley ha librado mañosamente a las clases ricas e ilustradas para hacerlas caer, con toda su abrumadora pesadumbre, sobre el proletariado exclusivamente.

La esclavitud y el asalariado, que son la misma cosa, con la única diferencia de nombre, se funda en lo que se llama derecho del capital.

Se supone, por la ley, que el capital es propiedad del que lo posee, quien, por el llamado derecho de sucesión tiene el derecho de apropiarse de todo lo que se produzca con ese capital.

Pero ¿tiene alguien derecho de declararse dueño del capital?

El capital, según la economía política, es trabajo acumulado.

La maquinaria, los edificios, los buques. las vías férreas, son trabajo acumulado, esto es, obra de trabajadores, intelectuales y manuales de todas las épocas hasta nuestros días.

Por lo mismo, no se ve la razón por la que ese capital deba pertenecer a unos cuantos individuos.

El capital, en efecto, es el trabajo de generaciones laboriosas que pusieron su ciencia, su arte o simplemente, su trabajo manual para formarlo.

La maquinaria moderna no es más que el perfeccionamiento llevado a cabo por generaciones de inventores de obreros, de artistas, cada uno de los cuales puso su parte de trabajo para producir los complicados mecanismos que hoy admiramos, y que debieron pertenecer a todos.

Porque son el resultado de una obra colectiva, pertenecen, sin embargo porque así lo dispone la ley- la ley hecha por los ricos- a unos cuantos individuos.

Si el capital es obra de las generaciones laboriosas de la especie humana, como es indudable, no puede pertenecen a un reducido número de individuos.

Sino a todos los que estén dispuestos a seguir los pasos de las generaciones anteriores, que se esforzaron en aumentarlo y mejorarlo con su trabajo personal.

Esto es lo que la justicia y la lógica aconsejan; pero la ley burguesa, para la cual son estorbos molestos, ordena lo contrario.

Es por eso, por lo que el proletario tiene que ponerse a las órdenes de un amo para poder vivir, permitiendo que el producto de su trabajo pase casi integro a los bolsillos de los detentadores de la riqueza social.

Por eso el filósofo al leer la constitución de los pueblos cultos, inclusive la nuestra, no puede menos que sonreír…

La palabra "ciudadano" es un sarcasmo, la palabra "libertad" es una ironía, y los tan llevados y traídos derechos del hombre amparan todo, menos lo que es esencial, el primordial derecho, sin el cual la especie humana queda a merced de todas las injusticias y es pasto de la miseria, de la prostitución y del crimen: el derecho a vivir.

Todos los derechos están garantizados, menos el de vivir.

El derecho de la vida es la base de todos los derechos y consiste:

en la facultad que tiene, todo ser humano, de aprovechar ampliamente, por el sólo hecho de venir a la vida, todo lo que existe.

Sin más obligación que la de permitir a los demás seres humanos que hagan lo mismo dedicándose todos a la conservación y fomento de la riqueza social.

Veis, proletarios, que tenéis derecho a algo más que la limosna que os dan por vuestro trabajo, a percibir integro el producto de vuestro trabajo, porque el capital es de todos los hombres y mujeres, ancianos y niños.

El salario, por lo tanto, es un ultraje: es la cadena de los libres, la cadena que es preciso quebrantar para la palabra "ciudadano"! deje de ser un ultraje por aplicársela a verdaderos esclavos.

Si eso se hace se habrá obtenido la libertad económica.

La tarea, sin embargo, no es fácil.

No sólo se oponen a la realización de ese hermoso ideal sus sostenedores, el fraile, el soldado, el polizonte, el juez y toda la máquina gubernamental, sino que, al lado de todo el sistema opresivo, será la pasividad de las multitudes, la inacción de las masas acostumbradas a la servidumbre y al ultraje.

Hasta el grado de considerar absolutamente natural y muy en orden que el pobre sea la bestia de carga del rico y que el gobierno sea el padrastro feroz, facultado por la divinidad, para castigar a los pueblos.

Es necesario que la masa piense de otro modo, que comprenda sus derechos, para que esté dispuesta a reivindicarlos, siendo el principal de los derechos el derecho de la vida.

Ardua tarea de educación requiere eso, y no basta con ir a las escuelas oficiales para obtener la educación.

Las escuelas oficiales educan al pueblo en el sentido de hacer de cada hombre un sostenedor del sistema actual.

Si en la escuela oficial se aprendiera, a desconocer el derecho que tienen los capitalistas a apropiarse el producto del trabajo de los proletariados, los estados unidos por ejemplo, habrían dado un paso en la vida de la libertad económica, pues casi todos los estadounidenses saben leer y escribir.

Pero en las escuelas se enseña todo lo contrario, se enseña al niño a admirar la destreza con que algunos hombres saben sacar provecho del sudor y la fatiga de sus semejantes, para convertirse en reyes del acero, del petróleo y de otras cosas,

En la escuela se enseña al niño que el ahorro y la laboriosidad son el origen de las grandes fortunas de esos cresos modernos que dejan boquiabiertos a los imbéciles.

cuando la experiencia demuestra que sólo las malas artes, la violencia y el crimen, pueden acumular la riqueza en las manos de los hombres.

el pueblo pues necesita, educación, pero distinta a la educación oficial, cuyos programas han sido sugeridos o dictados por los interesados a perpetuar la esclavitud de los pobres en beneficio de los audaces y de los malvados.

La educación de las masas, para que sea verdaderamente provechosa y vaya de acuerdo con la conquista que ha logrado hacer el pensamiento humano, es preciso que esté a cargo de los trabajadores, esto es, que ellos la costeen y sugieran los programas educacionales.

De este modo se conseguirá que la juventud proletaria entre de lleno a la vida, bien armada de las ideas modernas que darán a la humanidad el suspirado bien de la justicia social.

al lado de la educación proletaria, debe estar la unión de los trabajadores.

Así, con la unión solidaria de los explotados y su educación, se logrará romper para siempre la cadena maldita, que nos hace esclavos a los pobres y amos naturales a los ricos: el salario.

Y se encargará la humanidad al disfrute libre e inteligente de todo cuanto han podido acumular las generaciones anteriores y está actualmente en poder de un reducido número de modernos negreros.

Pero para que el proletariado mexicano pueda unirse y educarse, necesita antes que cualquier cosa, algún bienestar material.

Las largas horas de trabajo, la insuficiente alimentación, las pésimas condiciones de los lugares de trabajo y la habitación, hacen que el trabajador mexicano no pueda progresar.

Cansado por la labor prolongada, apenas si le queda tiempo para descansar por medio del sueño para reanudar su tarea de presidiario.

Por lo mismo, no le queda tiempo para descansar con sus compañeros, y de discutir y pensar juntos sobre los problemas comunes al proletariado, ni tienen humor para abrir un libro o leer un periódico obrero.

el obrero así, está absolutamente a merced de la voracidad del capitalismo.

Necesario es, por lo mismo, que se reduzcan las horas de trabajo y se aumenten los salarios.

al mismo tiempo que se entregue la tierra a todos los pobres, para de ese modo, crear un ambiente de bienestar propicio a la educación y a la unión de la clase trabajadora.

Pero para esto, hay que ejercitar la violencia.

enfrente del interés de los desheredados está el interés de los ricos, el interés de los bandidos que están en el poder.

Los poseedores de la riqueza no van a permitir por voluntad propia, que el pueblo tenga algún respiro y cobre aliento para luchar contra todo lo que se opone a la emancipación humana.

No nos queda otro recurso a los desheredados, que recurrir la fuerza de las armas para conseguir un medio mejor, en el cual podamos educarnos y unirnos firmemente para las grandes conquistas del porvenir.

Educación y solidaridad, será el fruto inmediato de la próxima revolución.

un paso más después de eso, y habremos llegado a los umbrales del ideal.

Bienvenida sea la revolución: bienvenida esa señal de vida".

(De regeneración)

12 de noviembre de 1910

Libertad política

"Deseamos que nuestros compañeros, los desheredados, entiendan bien lo que es la libertad política y los beneficios que puede reportar a los pueblos.

Nosotros tenemos la convicción de que la libertad política por si sola es impotente para hacer la felicidad de los pueblos.

Es por eso por lo que trabajamos con empeño por hacer entender al pueblo que su verdadero interés es el de trabajar con la libertad económica.

La libertad económica es la base de todas las libertades, el cimiento sólido sobre el cual puede construirse el grandioso edificio de la emancipación humana.

La libertad política da al hombre el derecho de pensar, el derecho de emitir su pensamiento, el derecho de reunirse, el derecho de ejercer el oficio, profesión o industria que le acomode, el derecho de transitar libremente por el territorio nacional.

Y entre otros muchos derechos y prerrogativas el derecho de votar y ser votado para los cargos públicos de elección popular.

En cambio de estas libertades vienen las obligaciones, siendo las principales: el pago de las contribuciones para los gastos públicos, el servicio gratuito a las autoridades cuando éstas necesitan auxilio de los ciudadanos, la obligación de servir como soldados.

Ya hemos explicado otras veces, que la inferioridad social del proletariado y del pobre en general, hace completamente ilusoria la libertad política, esto es, no puede gozar de ella.

La ignorancia y la miseria inhabilitan al hombre para pensar y emitir sus pensamientos.

Aun cuando lograse pensar y emitir sus pensamientos, serían éstos de una inferioridad intelectual marcada, que su influencia seria nula por la imposibilitad de hacerlos preponderar sobre la brillante argumentación de los hombres instruidos intelectualmente.

El proletariado está subordinado a la inteligencia de los hombres cultos, que por el hecho mismo de su cultura gozan de comodidades y tienen, por lo tanto, ideales que corresponden a la vida fácil de la clase alta de la sociedad, cuyo interés es conservar esas facilidades de existencia.

Intereses que no se fundan en un principio de igualdad y de justicia sociales, sino en la desigualdad misma, en el hecho de la diferencia de facilidades de existencia entre las clases altas y bajas de la sociedad.

Se ve, por esto, que la libre emisión del pensamiento aprovecha exclusivamente a la clase dominante.

El derecho de reunión es igualmente ilusorio para el proletariado, en virtud de su inferioridad intelectual que lo subordina ideológicamente, a las clases altas.

Los opresores se sirven de la masa como fuerza numérica para decidir una contienda electoral, o para hacer variar de política a un gobierno o simplemente de tablado sobre el cual exhibirse y brillar mejor.

Ilusorio es igualmente, el derecho de ejercer el oficio, profesión o industria que se quiera.

La ignorancia y la miseria inhabilitan al hombre para entregarse libremente al ejercicio de una profesión.

estos derechos solamente pueden ser disfrutados por las clases altas que tienen dinero para sostener los estudios de sus hijos.

Igualmente se necesitan bienes de fortuna para establecer una industria.

Al proletariado no le queda otro derecho que el de ejercer un oficio y aun para escoger un oficio, se necesita gozar de alguna independencia económica y poseer cierta instrucción, circunstancias que no concurren en la generalidad de los pobres.

Lo que se ha dicho a cerca de los derechos políticos aquí numerados, se puede decir, con ligeras variaciones de los demás.

para gozar de los derechos políticos, se necesita la independencia económica y la instrucción.

Todo hombre que se dedique sinceramente a trabajar por el bienestar del pueblo, debe luchar, con todas sus fuerzas, por un cambio de las condiciones políticas existentes, en otras que garanticen la independencia económica, base de la educación y de la libertad.

Que garantice, al menos una independencia relativa, gracias a la cual pueda el proletariado unirse, educarse y emanciparse al fin.

El derecho del voto es también ilusorio, por la misma razón que se hacen ilusorios los demás derechos cuyo conjunto es lo que se llama libertad política.

La ignorancia y la miseria ponen a los pobres en una situación de inferioridad que los subordina, natural y lógicamente, a la actividad política de las clases altas de la sociedad.

Por razones de la educación, de instrucción y de posición social, las clases altas asumen el papel de directores de las contiendas electorales.

Los individuos de las clases altas, en virtud de su independencia económica disponen de más tiempo que los proletarios, para dedicarse a otras cosas distintas de las ocupaciones ordinarias de la vida y todavía más, muchos de los individuos de las clases directoras hacen de la política la ocupación de su vida.

Todo esto contribuye a que el proletariado que, en virtud de verse forzado a trabajar día con día, para poder vivir, no puede tomar a su cargo la dirección de las campañas políticas, tenga que subordinarse a los trabajos de la clase explotadora, conformándose los trabajadores con hacer el papel de votantes en las farsas electorales.

La discusión de los candidatos, la confección de los programas de gobierno, el plan de la campaña electoral, la propaganda y todo lo que requiere actividad y discernimiento, quedan absolutamente a cargo de los opresores.

Aun en el caso en el que se formaran clubes especiales, de trabajadores para los trabajos electorales, lo que en ellos se hiciera, no seria sino el reflejo de lo que se hace en los clubes electorales de las clases directoras, de las cuales son meros espejos.

De todo lo cual resulta que los pobres, sólo tienen el derecho de firmar las boletas electorales y de llevarlas a las casillas.

Sin conocerse, a punto fijo, las cualidades de las personas que debe elegir, a quienes sólo conocen por lo que de ellas dicen los propagandistas de las clases directoras.

El derecho de votar se reduce, en tales condiciones, a la tarea de firmar una boleta y de llevarla a la casilla.

con ello los trabajadores- y los pobres en general- nada ganan, como no sea el de cambiar de amo, amo que no va a trabajar en beneficio de los intereses de los pobres, sino en beneficio de las clases altas de la sociedad, pues éstas fueron las que en verdad hicieron la elección.

he aquí como la libertad política, por si sola, no tiene el poder de hacer feliz a ningún pueblo.

Lo que urgentemente necesitan no sólo México, sino todos los pueblos cultos de la tierra, es la libertad económica.

Esta libertad que es un bien que no se conquista con campañas electorales.

sino con la toma de posesión de bienes materiales, tales como la tierra y la dignificación y ennoblecimiento de la clase trabajadora por medio de mejores salarios y menor número de horas de trabajo.

Cosas que, como lo hemos repetido mucho, darán al proletariado la oportunidad de unirse, de estudiar los problemas, de educarse y emanciparse finalmente.

Por lo expuesto se ve que, en realidad el pueblo no ejercita, no puede ejercitar los derechos políticos, pero eso no lo descarga de las obligaciones que le imponen la ley.

No tiene derecho a otra cosa que a morirse de hambre, pero, está obligado a pagar las contribuciones para que vivan con holgura precisamente los que lo dominan.

El brillante ejército, los polizontes de todas clases, los funcionarios políticos, judiciales, municipales y administrativos, desde los más altos hasta los más humildes.

Los miembros de las cámaras legislativas federales y de los estados y una caterva de empleados altos y bajos, tienen que ser pagados con las contribuciones de todas clases, aduanales, de timbre, directivas y municipales que pesan exclusivamente sobre los hombros del pobre.

Porque si bien es cierto que son los ricos los que las pagan, por los negocios entre manos, sacan lo que han pagado al gobierno encareciendo las rentas de las casas, de las tierras, de los combustibles, de las mercancías en general.

Siendo por lo tanto, los pobres, los únicos que tienen que pagar los gastos del gobierno.

Entre los que hay que agregar las subvenciones a la prensa gobiernista, las gratificaciones que acostumbra dar a los más venales y más bajos de los aduladores y las cantidades que los gobernantes sacan de las cajas de las oficinas para aumentar su riqueza.

Pero esta no es la única obligación de los pobres.

entre otras está el servicio gratuito que deber prestar, ya por medio de las rondas por cuidar intereses de los ricos, ya componiendo las carreteras para que se deslicen mejor los automóviles de los ricos, y por los demás servicios hechos gratuitamente, por los de abajo en beneficio de los de arriba.

Y como digno remate de la burla con que se paga la candidez de los pueblos, el proletariado debe dar sus mejores hijos al cuartel y sus más bellas hijas al lupanar, para que sus hijos sean asesinados cuando se declaren en huelga o reclamen sus derechos y sus hijas sean muchachas para los señoriítos y los viejos de la santa burguesía.

Obligaciones, cargas, afrentas, miseria, prostitución, crimen, ignorancia, desunión.

Ese es el sombrío cortejo de males que sobre el pueblo arroja la libertad política cuando se le considera como panacea que ha de curar todas las dolencias de la humanidad.

La libertad, así, es un edificio sin bases sólidas e incapaces de tenerse en pie.

Lo que el pueblo necesita para gozar de libertades es su emancipación económica, base inconmovible de la verdadera libertad".

(De regeneración)

19 de noviembre de 1910

La revolución

"Está por caer el fruto de bien maduro de la revuelta intestina.

el fruto amargo para todos los engreídos con una situación que produce honores, riquezas, distinciones a los que fundan sus goces en el dolor y en la esclavitud de la humanidad.

Frutos dulces y amables para todos los que de algún motivo han sentido sobre su dignidad las pezuñas de las bestias que en una noche de treinta y cuatro años han robado, han traicionado ocultando crímenes bajo el manto de la ley.

Esquivando el castigo tras la investidura oficial.

¿Quién teme a la revolución? los mismos que la han provocado; los que con su opresión y su explotación sobre las masas populares, han hecho que la desesperación se apodere de las víctimas de sus infamias.

Los que con la injusticia y la rapiña han sublevado las conciencias y han hecho palidecer la indignación a los hombres honrados de la tierra.

La revolución va a estallar de un momento a otro.

Los que por tantos años hemos estado atentos a todos los incidentes de la vida social y política del pueblo mexicano, no podemos engañarnos.

Los síntomas de formidable cataclismo no dejan lugar dudas de lo que está por surgir y algo por derrumbarse, de que algo está por levantarse y algo por caer.

Por fin, después de treinta y cuatro años de vergüenza, va a levantar al cabeza el pueblo mexicano y por fin, después de esa larga noche, va a quedar convertido en ruinas el negro edificio cuya pesadumbre nos ahogaba.

Es oportuno ahora volver a decir lo que tanto hemos dicho: hay que hacer que este movimiento, causado por la desesperación, no sea el movimiento ciego del que hace un esfuerzo para liberarse del peso de un enorme fardo.

Movimiento en que el instinto domina casi por completo a la razón.

Debemos procurar los libertarios, que este movimiento tome la orientación que señala la ciencia.

De no hacerlo así, la revolución que se levanta, no serviría más que para subsistir un presidente por otro presidente, o lo que es lo mismo un amo por otro amo.

Debemos tener presente que lo que se necesita, es que el pueblo tenga pan, tenga albergue, tenga tierra que cultivar, debemos tener presente que ningún gobierno, por honrado que sea, puede decretar la abolición de la miseria.

Es el pueblo mismo, son los hambrientos, los desheredados, los que tienen que abolir la miseria, tomando en primer lugar, posesión de las tierras que, por derecho natural, no puede ser acaparada por unos cuantos, sino que es propiedad de todo ser humano.

No es posible predecir hasta dónde podrá llegar la obra reivindicadora de la próxima revolución.

Pero si llevamos los luchadores de buena fe, el propósito de avanzar lo más posible por ese camino.

Si al empuñar el Winchester vamos decididos, no al encumbramiento de otros amos, sino a la reivindicación de los derechos del proletariado.

Si llevamos el campo de la lucha armada, el empeño de conquistar la libertad económica, que es la base de todas las libertades, que es la condición sin la cual ni hay libertad ninguna.

Si llevamos ese propósito, encauzaremos el próximo movimiento popular por un camino digno de esta época, pero si por afán de triunfar fácilmente.

Si por querer abreviar la contienda, quitamos de nuestra tendencia el radicalismo que las hace incompatibles con la tendencia de los partidos netamente burgueses y conservadores.

Entonces habremos hecho obra de bandidos y asesinos.

porque la sangre derramada no servirá más que para dar mayor fuerza a la burguesía, esto es, a la casta poseedora de la riqueza, que después del triunfo pondrá nuevamente la cadena al proletariado con cuya sangre, con cuyo sacrificio, con cuyo martirio ganó el poder.

Preciso es, pues, proletariados; preciso es pues, desheredados, que no os confundáis.

Los partidos conservadores y burgueses os hablan de libertad, de justicia, de ley, de gobierno honrado y os dicen que cambiando el pueblo los hombres que están en el poder por otros, tendréis libertad, tendréis justicia, tendréis ley, tendréis gobierno honrado.

No os dejéis embaucar.

Lo que necesitáis es que se os asegure el bienestar de vuestra familia y el pan para cada día, el bienestar de la familia no podrá dárnoslo ningún gobierno.

Sois vosotros los que tenéis que conquistar esas ventajas tomando desde luego posesión de la tierra, que es la fuente primordial de la riqueza y la tierra no os la podrá dar ningún gobierno.

¡Entendedlo bien!… porque la ley defiende los "derechos" de los detentadores de la riqueza.

Tenéis que tomarla vosotros a despecho de la ley, a despecho del gobierno, a despecho del pretendido derecho de propiedad.

Tendréis que tomarla vosotros en nombre del derecho que tiene todo ser humano a vivir y a desarrollar su cuerpo y su inteligencia.

Cuando vosotros estéis en posesión de la tierra, tendréis libertad tendréis justicia, porque la libertad y la justicia no se decretan.

Son el resultado de la independencia económica, esto es, de la facultad que tiene el individuo de vivir sin depender de un amo, esto es aprovecharse para si y para los suyos del producto íntegro de su trabajo.

Así pues, tomad la tierra.

la ley dice que no la toméis, que es propiedad particular, pero la ley que tal cosa dice, fue escrita por lo que os tienen en la esclavitud y tan sólo responde a una necesidad general, que necesita el apoyo de la fuerza.

Si la ley fuera el resultado del consentimiento de todos, no necesitaría el apoyo del polizonte, del carcelero, del juez, del verdugo, del soldado y del funcionario.

La ley os fue impuesta y contra las imposiciones arbitrarias, apoyadas por la fuerza, debemos los hombres dignos responder con nuestra rebeldía.

Ahora: ¡a luchar! la revolución incontenible avasalladora, no tarda en llegar.

Si queréis ser libres de veras, agrupaos bajo la bandera libertaria del partido liberal.

Pero si queréis solamente daros el extraño placer de derramar sangre y derramar la vuestra "jugando a los soldados", agrupaos bajo otras banderas, las antirreeleccionistas por ejemplo, que después de que "juguéis a los soldados" os pondrán nuevamente el yugo patronal y el yugo gubernamental.

Pero eso si, os habréis dado el gusto de cambiar el viejo presidente, ya que os chocaba, por otro infame, acabadito de nacer.

Compañeros la cuestión es grave. comprendo que estáis dispuestos a luchar, pero luchad con fruto para la clase pobre.

Todas las revoluciones han aprovechado hasta hoy a las clases encumbradas, porque no habéis tenido idea clara de vuestros derechos y de vuestros intereses, que como los sabéis, son completamente opuestos a los derechos y a los intereses de las clases intelectuales y ricas.

El interés de los ricos es que los pobres sean pobres eternamente, porque la pobreza de las masas es la garantía de la riqueza.

Si no hay hombres que tengan necesidad de trabajar para otro hombre, los ricos se verán obligados a hacer alguna cosa útil, a producir algo de utilidad general para poder vivir, ya no tendrían entonces esclavos a quienes explotar.

No es posible predecir, repito, hasta donde pueden llegar las reivindicaciones populares, en la revolución que se avecina, pero hay que procurar lo más que se pueda.

Ya sería un gran paso hacer que la tierra fuera propiedad de todos y si no hubiera fuerza suficiente o suficiente conciencia entre los revolucionarios para obtener más ventajas que esa, ella seria, la base de reivindicaciones próximas, que por la sola fuerza de las circunstancias conquistaría el proletariado.

¡Adelante compañeros! pronto escucharéis los primeros disparos, pronto lanzarán el grito de rebeldía los oprimidos.

Que no haya uno solo que deje se secundar el movimiento, lanzando con toda su fuerza de la convicción este grito supremo: ¡tierra y libertad".

(De regeneración)

26 de enero de 1911

Para después del triunfo

"No compañeros, no hay que dejar, para cuando caiga el tirano, la implantación de los salvadores principios del partido liberal.

Algunos revolucionarios creen que basta con derribar a díaz para que caiga sobre el pueblo una lluvia de bendiciones.

Otros piensan que es indiferente luchar bajo la bandera de cualquiera de los partidos revolucionario.

Pues dicen que lo primero es derribar al tirano, y que, una vez conseguido esto y hecha la paz, los dos partidos revolucionarios –el liberal y el Antirreleccionista- convocarían al pueblo a elecciones, se reuniría un congreso que estudiase el programa del partido liberal y se tendría ya listo un flamante presidente, que ejecutase la voluntad del no menos flamante congreso.

Abramos bien los ojos, compañeros desheredados.

No confiemos a ningún gobierno la solución de nuestros problemas.

Los gobiernos son los representantes del capital y por lo mismo, tienen que oprimir al proletariado.

De una vez por todas, sabedlo: ningún congreso aprobará el programa del partido libera.

Porque no seréis, vosotros los desheredados, los que vayáis a sentaros a los bancos del congreso, sino vuestros amos y vuestros amos tendrán el buen cuidado de no dejaros resollar.

Vuestros amos rechazarán indignados el programa liberal del 1º. de julio de 1906, porque en él se habla de quitarles sus tierras y las aspiraciones de los proletariados quedarán burladas.

A los bancos del congreso no van lo proletariados, sino los burgueses.

Pero aun suponiendo que por un verdadero milagro todos los bancos del congreso estuvieran ocupados por proletarios y que, por esa razón, se aprobase el programa del partido liberal mexicano, y se decretase la expropiación de la tierra, para entregarla al pueblo

Aun suponiendo que al frente de los destinos del país, se encontrase un ángel bajado del cielo, para hacer cumplir la voluntad del congreso, ¿creéis que los señores hacendados obedecerían la ley y se dejarían quitar las tierras?.

Suponer eso, creer que los ricos se someterían a la humillación de quedar en la misma posición social que los trabajadores, es una verdadera niñería.

No: los señores hacendados se levantarían en armas si algún congreso tuviera la audacia de decretar la entrega de la tierra al pueblo.

Entonces el país se vería envuelto en llamas del nuevo, en las llamas de una revolución, en la que tal vez naufragasen las sanas aspiraciones de los trabajadores inteligentes.

¿qué necesidad hay en aplazar la expropiación de la tierra cuando se establezca el nuevo gobierno?

En la presente insurrección, cuando el movimiento esté en toda su fuerza y el partido liberal haya logrado la preponderancia necesaria.

cuando la fuerza del partido, pueda garantizar el éxito de la expropiación, es cuando debe hacerse efectiva la toma de posesión de la tierra por pueblo.

Entonces ya no podrán ser burladas las aspiraciones de los desheredados.

Compañeros: benito juárez fue instado, durante la revolución de reforma, a que no quitase al clero sus bienes hasta que se hiciera la paz.

Benito Juárez vio bastante lejos, y comprendió que si se expropiase al clero sus bienes cuando se hiciera la paz, el clero volvería a trastornarla y el país se vería envuelto en una nueva revuelta.

Quiso ahorrar sangre y dijo: "es mejor hacer una revolución lo que tendría que hacerse en dos". y así se hizo.

Hagámoslo así los liberales, en una sola insurrección dejemos como un hecho consumado la toma de posesión de la tierra.

No hagamos aprecio a los que aconsejan que se deje la expropiación de la tierra "para después del triunfo".

Precisamente el triunfo debe de consistir en la consumación del acto más grande que han visto las naciones desde que comenzaron a vivir: la toma de posesión de la tierra por todos los habitantes de ella, hombres y mujeres.

Pero si, ofuscada nuestra razón por las promesas de los políticos que todo lo aplazan "para después del triunfo", nos afiliamos a las banderas de esas sirenas que nos hablan de leyes libérrimas, de democracia, de derechos políticos, de boletas electorales y de todas esas fuerzas que sólo sirven para desviar al proletariado del camino.

Si de nada nos sirven las elocuentes lecciones de la historia, que nos habla de que ningún hombre puede hacer la felicidad del pueblo pobre, cuando esté ya al frente del gobierno.

Si queremos seguir siendo esclavos de los ricos y de las autoridades "después del triunfo", no vacilemos, volemos a engrosar las filas de los que pelean por tener un nuevo amo que se haga pagar bien caros sus "servicios".

Compañeros: despertad, despertad, hermanos desheredados, vayamos a la revolución, enfrentémonos al despotismo.

Tengamos presente la idea de que hay que tomar la tierra en el presente movimiento y que le triunfo de este movimiento, debe ser la emancipación económica del proletariado.

No por decreto de ningún gobernante, sino por la fuerza del hecho, no por la aprobación de ningún congreso, sino por la acción directa del proletariado.

Me imagino, que feliz será el pueblo mexicano cuando sea dueño de la tierra, trabajándola todos en común somos hermanos y repartiéndose los productos fraternalmente, según las necesidades de cada cual.

No cometáis, compañeros la locura de cultivar cada quien un pedazo.

os mataréis en el trabajo exactamente como os matáis hoy.

Uníos y trabajad la tierra en común; pues todos unidos, la haréis producir tanto que estaréis en aptitud de alimentar al mundo entero.

El país es bastante grande y pueden producir sus ricas tierras todo lo que necesiten los demás pueblos de latiera.

Más eso, como digo, sólo se consigue uniendo los esfuerzos y trabajando como hermanos, cada quien naturalmente- si así lo desean puede reservarse un pedazo para utilizarlo en la producción según sus gustos e inclinaciones, hacer en él su casa, tener un jardín pero el resto debe ser unido a todos los demás, si se quiere trabajar menos y producir más.

Trabajar en común la tierra, puede dar más de lo suficiente con unas dos o tres horas de trabajo al día, para poder vivir, por eso me parece mejor que la tierra se trabaje en común y esta idea creo que será bien acogida por todos los mexicanos.

¿Podrá haber criminales entonces?

¿Tendrán las mujeres que seguir vendiendo sus cuerpos para comer?

Los trabajadores llegados a viejos,

¿Tendrán que pedir limosna?

Nada de eso

Nada de eso: el crimen es el producto de la actual sociedad basada en el infortunio de los de abajo en provecho de los de arriba.

Creo firmemente que el bienestar y la libertad son fuentes de bondad.

Tranquilo el ser humano, sin las inquietudes en las que actualmente vive por la inseguridad del porvenir, convertido el trabajo en un simple ejercicio higiénico.

Trabajando todos la tierra, bastarán dos o tres horas diarias para producirlo todo en abundancia, con el auxilio de la gran maquinaria de que entonces de podrá disponer libremente.

Desvanecida la codicia, la falsedad de que hay que hacer uso ahora para poder sobrevivir en este maldito medio, no tendrán razón de ser el crimen ni la prostitucion, ni la codicia y todos como hermanos gozaremos la verdadera libertad, igualdad y fraternidad que los burgueses quieren conquistar por medio de la boleta electoral.

Compañeros:¡a conquistar la tierra!"

(De regeneración)

4 de febrero de 1911

El movimiento liberal

"No escarmientan los pueblos: la historia es para ellos un libro de hojas manchadas de tinta.

Todos esperan de las leyes y de los nuevos gobiernos.

La experiencia tan necesaria para la vida individual, parece que nada significa para la vida social.

Eternos inocentes son los pueblos.

Si padecen hambre, si sufren injusticias, lo más que hacen es tomar las armas para derribar al tirano y echarse otro encima.

Los vuelve a fastidiar el nuevo, naturalmente porque no cumple lo que prometió, pues a derribarlo y echarse encima a otro.

Esta es la historia de los pueblos todos de la tierra, pero no escarmientan, tal parece que necesitan sentir sobre los lomos el látigo del amo.

¿Es que no han llegado a entender los pueblos que los gobiernos no son fabricantes de bienestar?

Los gobiernos no pueden hacer otra cosa que cobrar contribuciones para pagar soldados y esbirros que protejan los intereses de los capitalistas.

Toda la maquinaria gubernamental no tiene otro objeto que ese.

Los pobres, por si mismos, tienen que conquistar su bienestar y hoy es el momento oportuno.

No pensemos en quien va a ser el nuevo amo, sino en negar al capital el derecho de explotarnos.

Basta ya de dar la vida por encumbrar ambiciosos.

Démosla pero para conquistar la emancipación del proletariado y, la emancipación del proletariado no se obtiene elevando la presidencia a algún hombre, sino tomando posesión de la tierra que es la fuente natural de toda la riqueza.

Por eso es por lo que lucha el partido liberal.

El partido liberal no tiene candidatos, ni reconoce a ninguno.

Ni quiere tenerlos.

El partido liberal es un partido netamente revolucionario que tiene el propósito de imponer sus principios por medio de la fuerza en el actual movimiento de insurrección.

Para cuando se restablezca la paz ya la tierra debe estar en el poder del pueblo.

Más, para lograr tan grande bien, es necesario que todos nos hagamos el propósito de hacer algo en beneficios de la revolución.

Con pena manifiesto que he notado mucho egoísmo con respecto al movimiento.

Todos se entusiasman con la idea de llegar a vivir felices en la tierra que nos vio nacer; pero pocos, muy pocos son los que ayudan de una manera efectiva para que la revolución se robustezca.

Verdaderos milagros ha hecho la junta, con los escasos elementos pecuniarios que han enviado los simpatizantes.

Se necesita mucho más, mucho más para fomentar la revolución y es de desearse que todos, hombres y mujeres, envíen su óvulo sin pérdida de tiempo y que no se cansen de ayudar.

Los valientes están exponiendo sus vidas en los campos de batalla ¡por qué no hacer el sacrificio de algunas monedas para fomentar el movimiento…?

(De regeneración)

11 de febrero de 1911

La guerra social

"Ya no tiene razón de ser la revolución netamente política.

Matarse por encumbrar a un hombre al poder es sencillamente estúpido.

en nuestra época el personalismo sólo puede ganar adeptos entre ignorantes o entre los cazadores de posiciones y prebendas.

La república burguesa ya no satisface a los hombres inteligentes y de buena fe.

La república burguesa sólo satisface a los políticos, a los que quieren vivir a expensas del pueblo trabajador; pero a la luz de la filosofía moderna es anacronismo, cuya existencia sólo es justificada por la ignorancia de las masas y mala fe de las llamadas clases directoras de la sociedad.

La república burguesa es un cadáver.

Murió desde el momento en que, al hacerse la declaración de los "derechos del hombre", todo se garantizó, menos la igualdad social de los seres humanos que componen las naciones.

es un cadáver no tiene derecho a contaminar el ambiente; hay que enterrarlo.

El deber de los verdaderos revolucionarios es cavar una fosa y arrojar en ella a la república burguesa.

La igualdad social, que es el sueño generoso de todos los hombres emancipados, se conseguirá conquistando el derecho de vivir.

Ese derecho consiste en la facultad que todo ser humano tiene de aprovechar los progresos alcanzados por la ciencia y por la industria en la producción de todo lo que hace agradable la existencia y es útil al desarrollo integral de la raza humana.

El derecho de vivir, es lo que queremos conquistar los liberales.

Ya no queremos orgullosos señores de la tierra y mustios esclavos de la gleba.

Ya no queremos señores feudales, verdaderos amos de la horca y el cuchillo.

¡Quieren vivir en la tierra los señores terratenientes?

¡Que la trabajen al igual que los que hasta aquí han sido esclavos; los oprimidos peones!

Una revolución que no garantice al pueblo el derecho de vivir, es una revolución de políticos a quienes debemos dar la espalda los desheredados.

Necesitamos los pobres, una revolución que ponga en manos de todos, los hombres y mujeres, la tierra que hasta hoy ha sido patrimonio exclusivo de unos cuanto mimados de la fortuna.

Pero hay que entenderlo bien, la solución del problema debe quedar a cargo del proletariado.

Si encomendamos la solución de él a las clases directoras de la sociedad, nos dirán que la aplacemos hasta que se haga la paz, hasta que se constituya un congreso que "decrete" la felicidad de los habitantes de méxico y una vez más: en la historia de nuestras esperanzas habremos hecho el papel nada envidiable de carne de cañón.

No! la sangre está corriendo ya a torrentes y bien pronto esos torrentes, serán ríos donde se habrán vaciado las vidas de muchos hombres buenos.

Es necesario que ese derroche de energía, de vida y generosos impulsos sirvan de algo más que al entronizamiento de otro magnate.

Es necesario que el sacrificio de los buenos, tenga como resultado la igualdad social de los sobrevivientes.

Un paso hacia esa igualdad es el aprovechamiento de los productos de la tierra, por todos los que la trabajen, y por los amos.

Si los amos quieren gozar de la producción de la tierra, que empujen también la azada; que entren al surco de los trabajadores; que rieguen también, con su sudor la tierra, hasta hoy empapada solamente con las lágrimas, el sudor y la sangre de la plebe.

La igualdad ante la ley es una farsa: queremos la igualdad social.

Queremos oportunidad para todos, no para acumular millones, sino para hacer una vida perfectamente humana, sin inquietudes, sin sobresaltos por el porvenir.

Para el logro de esos beneficios, no sólo se opone díaz, se opone también el capital y se opondrá cualquier otro gobernante que elijan las masas, cualquiera que sea el nombre del candidato y por bueno que sea personalmente.

Por eso los liberales estamos resueltos a variar el curso de la actual insurrección.

El mal, no es el hombre, sino el sistema político económico que nos domina.

Si el mal fuera un hombre, bastaría con eliminar a porfirio díaz, para que la situación del pueblo mejorase; pero no es así.

Puede desaparecer la odiosa personalidad del dictador mexicano y el pueblo seguiría siendo esclavo, esclavo de los hombres de dinero, esclavos de la autoridad, esclavos de la ignorancia y de la miseria.

Puede desaparecer el sanguinario tirano, pero un nuevo presidente, quien quiera que él sea, tendrá listo el ejército para asesinar a los trabajadores, cuando éstos se declaren en huelga; tendrá listas las cárceles para castigar a las víctimas del medio.

El que ha delinquido por culpa del sistema social que nos ahoga tendrá listos los jueces con odiosos libracos, tan blandos para los ricos, tan duros y crueles para los pobres.

Puede morir el tirano; pero el sistema de opresión y de explotación quedará vivo y el pueblo seguirá siendo desgraciado.

Como ya lo he dicho otras veces, el gobierno no es sino gendarme del capital, el torvo polizonte que cuida las cajas fuertes de las aves de rapiña de la banca, del comercio y de la industria.

el gobierno para el capital tiene sumisiones y respeto; para el pueblo tiene el desprestigio, el cuartel y el patíbulo.

No esperemos nada bueno del gobierno que llegue a implantarse después de la revolución.

Si queremos libertarnos, obremos por nuestra cuenta tomando posesión de la tierra para trabajar en común, y armémonos todos para que si alguna tiranía quiera arrebatarnos nuestra dicha, estemos prontos a defenderla".

(De Regeneración)

4 de marzo de 1911

La lucha de clases

"La humanidad está dividida en dos clases: la clase capitalista y la clase trabajadora.

La clase capitalista posee la tierra, las minas, los ferrocarriles, barcos y demás medios de transportación, las fábricas, los talleres.

Como guardián de todos estos bienes cuenta con el gobierno en cualquiera de sus formas; monarquía absoluta, monarquía constitucional y república, ya sea central o federal.

La clase trabajadora no posee más que sus brazos, su cerebro y la energía vital, que lo pone en aptitud de ejecutar algún trabajo, mientras puede tenerse en pie.

La clase capitalista, bajo cualquier forma de gobierno puede vivir a sus anchas, porque tienen los medios materiales que la ponen en una situación ventajosa respecto de los que nada tienen, esto es, de los trabajadores, gozando por lo mismo de una gran independencia y de una gran libertad.

los capitalistas no solamente pueden satisfacer sus necesidades, sin depender de nadie, sino que, además tienen en su apoyo el mecanismo gubernamental que de ella depende.

Gobierno que cuenta con legislaciones, tiene jueces, tiene polizontes, tiene soldados y tiene presidios, en fin tiene todos los medios para garantizar a los ricos el pacífico y libre disfrute de su riqueza.

La clase pobre, en virtud de encontrarse la riqueza acaparada por los ricos, se ve forzada a depender de éstos.

Si el pobre quiere trabajar la tierra, tiene que alquilarse por un determinado precio que se llama salario y que representa una ínfima parte de lo que producen sus brazos.

Si el trabajador quiere trabajar en una fábrica, en una mina, en un barco, en un ferrocarril, en la construcción de una casa o en cualquier otra tarea, tiene igualmente que alquilar sus brazos para recibir el salario, que representa siempre una mínima parte de los que produce.

Se ha calculado que los patrones pagan solamente una décima parte del valor producido por el trabajo del obrero, y en méxico la proporción es todavía grande, pues sabido es que los salarios en nuestro país son una verdadera limosna.

Las nueve décimas partes de lo que produce el trabajador pasan a los bolsillos del patrón, como ganancia.

A pesar de que este no se ha fatigado para producir como se fatiga el trabajador. esa ganancia, naturalmente, está sancionada por la ley, como lo he dicho muchas veces.

Ha sido hecha, como todas las leyes, por la clase capitalista, que por supuesto, tiene que hacer leyes que beneficien a su clase y protejan la explotación que ejercen los amos.

Esas leyes son las que imperan en todas partes, en todos los países llamados civilizados.

Desde los regidos por monarcas absolutos, hasta los gobernados por presidentes constitucionales como los estados unidos y suiza, que tienen fama de ser "libres", "repúblicas modelos".

El trabajador, pues, es esclavo en todas partes. esclavo en Rusia, esclavo en estados unidos, esclavo en México, esclavo en Turquía, esclavo en Francia, esclavo dondequiera.

Las famosas libertades políticas que el maderismo quiere conquistar, como la libertad electoral, la de reunión, la de pensar, no son sino verdaderas engañifas con que se desvía al proletariado de su misión sagrada: la libertad económica.

Sin libertad económica, no se puede gozar de libertad política.

Hay países como Rusia, por ejemplo, donde no hay libertad política, y sin embargo el trabajador es tan desgraciado ahí, como en estados unidos, país que se pavonea de ser libre.

En las calles de san Petersburgo, de Moscú y de Odessa se ven circular los mismos andrajos, las mismas caras pálidas que en las calles de new york o Chicago.

Lo que quiere decir que en Rusia, país bárbaro y oprimido, existe el mismo problema, la misma cuestión social que en los estados unidos, país que se jacta de ser civilizado y libre en el Canadá, a pesar de que no existe ley que garantice a todos el derecho de vivir, donde no hay lo que se llama sufragio universal, pues en ese país sólo tienen derecho a votar, los que tienen bienes de fortuna, el trabajador vive con más desahogo, que en los estados unidos donde existe en sufragio universal, el derecho que tienen todos los hombres llegados a cierta edad a elegir gobernantes.

Esto prueba que no es el voto, no es el derecho de pensar, ni de reunión, ni de ninguna otra clase de facultades políticas que dan las leyes, lo que da de comer al trabajador.

El derecho de votar es un sarcasmo. aquí en los estado unidos, tenemos la prueba de ello. el pueblo de esta nación ha tenido siempre el derecho a votar.

Sin embargo, las miserables barriadas de new york, de Chicago, de san Luis, de Filadelfia y de todas las grandes ciudades norteamericanas, son testigos elocuentes de la ineficacia del voto para hacer la felicidad de los pueblos.

En esas barriadas, cientos de miles de personas se pudren física y moralmente en covachas infectas y en toda la nación.

Todas las mañanas, cuatro millones de seres humanos sales de esas mansiones de la sangre y del hambre a buscar trabajo, para poder volver a las covachas, con un mendrugo de pan para la mujer y para los hijos.

Como no encuentran trabajo, regresan con las manos vacías y apretándose el estómago, para reanudar al día siguiente la penosa peregrinación en busca de amos a quienes alquilar sus brazos.

Llegado el tiempo de las elecciones, esos hambrientos se apresuran a firmar una boleta electoral para encumbrar a otro gobernante que les continué apretando el pescuezo.

Si tenemos este ejemplo a la vista ¡porqué

Hemos de empeñarnos en conquistar una facultad ilusoria como es la de votar?

¿Por qué no mejor dedicar todas nuestras energías a la conquista de la tierra?

La tierra que es fuente de todas las riquezas que, en manos del pueblo aseguraría a todos la vida, les daría por lo mismo, la independencia económica, y como consecuencia de eso, la verdadera libertad.

Bienes materiales es lo que necesita el pueblo para poder ser libre.

Que tome el pueblo posesión del a tierra y de los instrumentos de trabajo, es lo que quiere el partido liberal. Cuando el pueblo sea dueño de la tierra, caerá en sus manos por la fuerza misma de las circunstancias.

¿Es locura esto? así aseguran a los cobardes, los ignorantes y los que tienen empeño en que continúe el actual sistema de explotación a la clase trabajadora.

Todos aquellos que tienen deseos de ocupar puestos públicos grandes o chicos, todos aquellos que quieren vivir a expensas de los demás, desean que madero triunfe.

El pueblo trabajador sensato, el que no cuenta con más capital, que son sus manos encallecidas en las duras labores a que los sujetan los burgueses, los trabajadores que han sabido entender lo que regeneración les enseña.

Estos proletarios no pueden seguir a madero, seguir a los que hacen de la política su modo de vivir, sino que están dispuestos a continuar la lucha de clases, la lucha contra el capitalismo hasta hacerlo morder el polvo.

Hay dos clases sociales: la que explota y la explotada. la que explota tiene interés en que madero esté en el poder para continuar explotando.

La clase explotada, por su parte, tiene interés en que la tierra sea para todos, en que no haya amos, en que no haya miseria.

Compañeros, seguid la bandera del partido liberal que tiene este lema: tierra y libertad".

(De regeneración)

18 de marzo de 1911

El derecho de propiedad

"Entre todos los absurdos que la humanidad venera, éste es uno de los más grandes y es uno de los venerados.

El derecho de propiedad es antiquísimo, tan antiguo como la estupidez y la ceguera de los hombres.

La sola antigüedad de un derecho no puede darle el "derecho" de sobrevivir.

Si es un derecho absoluto, hay que acabar con él, no importando que haya nacido cuando la humanidad cubría su desnudez con pieles de animales.

El derecho de propiedad, es un derecho absurdo porque tuvo origen en el crimen, el fraude, el abuso de la fuerza.

En un principio no existía el derecho de propiedad territorial de un solo individuo.

Las tierras eran trabajadas en común, los bosques surtían de leña a los hogares de todos, las cosechas se repartían entre los miembros de la comunidad, según sus necesidades.

Ejemplos de esas naturalezas pueden verse todavía en algunas tribus primitivas y aun en méxico donde floreció esta costumbre entre comunidades indígenas, desde antes de la época de la dominación española y vivió hasta hace relativamente pocos años.

Siendo la causa de la guerra del yaqui en sonora y de los mayas en yucatán, el acto atentatorio de despotismo de arrebatarles las tierras a esas tribus indígenas, tierras que cultivaban en común desde hace siglos.

El derecho de propiedad territorial de un solo individuo, nació con el atentado del primer ambicioso que llevó la guerra a una tribu vecina para someterla a la servidumbre, quedando las tierras que esa tribu cultivaba en común en poder del conquistador y sus capitanes.

Así por medio de la violencia, por medio del abuso de la fuerza, nació la propiedad territorial privada.

El agio, el fraude. el robo más o menos legal, pero de todos modos robo, son todos orígenes de la propiedad territorial privada.

Después una vez tomadas las tierras por los primeros ladrones, hicieron leyes ellos mismos para defender lo que ellos llamaron y llaman aún en este siglo sus "derechos", esto es, la facultad que ellos mismos se dieron de usar las tierras que habían robado y disfrutar del producto de ellas, sin que nadie les molestase.

Hay que fijarse bien que no fueron los despojados los que dieron a esos ladrones el derecho de propiedad de la tierra.

No fue el pueblo de ningún país, quien les dio la facultad de apropiarse de ese bien natural, al que todos los seres humanos tenemos derecho.

fueron los ladrones mismos quienes, amparados por la fuerza, escribieron la ley que debería proteger sus crímenes y tener a raya a los despojados de posibles reivindicaciones.

Este llamado derecho, se ha venido transmitiendo de padres a hijos por medio de la herencia.

Con lo que el bien, que debería ser común, ha quedado a la disposición de una casta social solamente, con notorio perjuicio del resto de la humanidad, cuyos miembros vinieron a la vida cuando ya las tierras estaban repartidas entre unos cuantos haraganes.

El origen de la propiedad territorial ha sido la violencia.

Por la violencia se sostiene aun.

Pues si algún hombre quiere usar un pedazo de tierra sin el consentimiento del llamado "dueño" tiene que ir a la cárcel, custodiado precisamente por los esbirros que están mantenidos, no por los dueños de la tierra, sino por el pueblo trabajador.

Aunque las contribuciones salen aparentemente de los cofres de los ricos, éstos se dan buena maña para reembolsarse el dinero, pagando salarios de hambre a los obreros o vendiéndoles los artículos de primera necesidad a alto precio.

Así, pues, el pueblo, con su trabajo sostiene a los esbirros que le privan de tomar lo que le pertenece.

Y si este es el origen de la propiedad privada territorial.

Si el derecho de propiedad no es sino la consagración legal del crimen.

¡porqué levantar los brazos al cielo, cuando se sabe que el partido liberal mexicano trabaja por expropiar las tierras que acaparan los ricos- esto es, los descendientes de los ladrones que se apropiaron por medio del crimen- para entregar a su dueño natural, que es el pueblo, esto es, los habitantes de todo México?

Algunos maderistas simpatizan con la idea de entregar al pueblo la tierra.

pero, conservadores al fin, quieren que el acto revista una solemnidad legal, esto es, quieren que el congreso decrete la expropiación.

He escrito mucho sobre la materia, y me admira que haya todavía quienes puedan entender lo que he dicho, pues no tengo la pretensión de que hablo con entera claridad.

"Ningún congreso -he dicho- se atreverá a decretar la expropiación de la tierra, porque a los bancos del congreso no van a ir los trabajadores, sino sus amos; no van a ir los ignorantes y los pobres, sino los intelectuales y los ricos".

Es decir: en el congreso tendrán representación las llamadas clases directoras; los ricos, los literatos, los hombres de ciencia, los profesionistas.

Pero no se permitirá que se cuele ahí a ningún trabajador de pico y pala, a ningún peón, a ningún obrero.

Y si, por un verdadero milagro, logra franquear el umbral del recinto de la leyes algún trabajador, ¿cómo podría hacer preponderar sus ideas, si le faltan los conocimientos científicos que la burguesía posee en abundancia?.

Podría decirse que el pueblo trabajador enviaría a personas competentes al congreso para que lo representen.

En todo el mundo están desprestigiados los llamados representantes del trabajo en los parlamentos.

Son burgueses como cualquier otro representante.

¿Qué han hecho los representantes obreros del pueblo inglés en la cámara de los comunes?.

¿Qué ventajas objetivas han tenido los representantes obreros en el parlamento francés?.

En el parlamento alemán hay un gran número crecido de representantes obreros que se sientan en sus bancos, y sin embargo, el problema del hambre está en Austria-Hungría sin resolver como en cualquier otro país que no hay representantes del trabajo en el congreso.

Hay, pues que desengañarse.

La expropiación de la tierra de las manos de los ricos, debe hacerse efectiva durante la presente insurrección.

Los liberales no cometeremos un crimen entregando la tierra al pueblo trabajador, porque es de él, del pueblo.

Es la tierra que habitaron y que regaron con su sudor sus más lejanos antecesores; la tierra que los gachupines robaron por la fuerza a nuestros padres indios; la tierra que sus gachupines dieron por medio de la herencia a sus descendientes, que son los que actualmente la poseen.

Esa tierra es de todos los mexicanos por derecho natural.

Algunos la han de haber comprado; pero ¿de dónde sacaron el dinero para hacer la compra sino del trabajo de lo peones y obreros mexicanos?

Otros tomarían esas tierras denunciándolas como baldías; pero, si eran baldías, pertenecían al pueblo, y nadie tenía derecho de darlas al que ofreciera unos cuantos pesos por ella.

Otros han de haber adquirido la tierra aprovechándose de su amistad con los hombres del gobierno, para obtenerlas sin que les costase un solo centavo si era baldía, o por medio de chanchullos judiciales si pertenecía a algún enemigo de la dictadura, o a alguna persona sin influencia y sin dinero.

Otros más han adquirido la tierra haciendo préstamos a rédito subidísimo a los rancheros en pequeño, que se vieron al fin obligados a dejar la tierra en manos de los matatías, impotentes de pagar las deudas.

Compañeros: todos los que tenéis la convicción de que el acto que va a ejecutar el partido liberal es humanitario.

Procurad convencer a los que todavía adoran al capital y veneran el llamado derecho de propiedad, de que el partido liberal está en lo justo, de que su obra será obra de la justicia, y que el pueblo mexicano será verdaderamente grande cuando pueda disfrutar, sin obstáculos, de la tierra y libertad".

(De regeneración)

 

Humberto Escobedo Cetina

Partes: 1, 2, 3
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