Tampoco constituye algo estático y acabado, tal es así como lo señala José Linares, para quién "el objeto de patrimonialización está siempre sujeto a cambios productos de factores externos y supeditados además, a una continua alimentación con la identidad cultural, la cual existe en el grado en que permite el reconocimiento de ellos, en su condición de bienes culturales" (Linares, 1994: 170).
Todo lo que conocemos en la sociedad en la que estamos inmersos es pasible de ser considerado un patrimonio. Aunque para ser considerado un patrimonio cultural deberíamos tener presente algunas premisas. En la conferencia mundial sobre Políticas Culturales celebrada en México, en 1982, se consideró como patrimonio "no sólo el conjunto de los monumentos históricos sino la totalidad dinámica y viva de la creación del hombre".
La actividad humana que puede estar considerada como patrimonio se refiere a la conducta individual y colectiva y los productos de las actividades mentales y físicas de los miembros del grupo. Pero es necesario acotar que no todo sería parte de lo que denominaríamos patrimonio cultural. En la Constitución de la República de Cuba, Linares rescata que por patrimonio cultural se comprende "aquellos bienes muebles e inmuebles que son expresión o testimonio de la creación humana o de la evolución de la naturaleza y que tienen especial relevancia en relación con las humanidades, mencionando específicamente la arqueología, la prehistoria, la historia, la literatura, la educación, el arte, las ciencias y la cultura en general…" (Linares, 1994: 171).
El artículo explícito y amplio consigna los distintos tipos de patrimonio: el material o tangible y el inmaterial o intangible, como por ejemplo la danza, el idioma, la música de cada lugar forman parte de su patrimonio porque están realmente ligados a su idiosincrasia y a su identidad nacional o regional.
Por ello mismo el patrimonio se va acrecentando día a día, como lo señala Calaf Masachs todos los días se produce cultura y por ende se produce patrimonio, pues cultura, patrimonio e identidad constituyen un triángulo inescindiblemente relacionado, pero no como un circuito cerrado, sino más bien como una red interminable que incorpora permanentemente nuevos elementos a ser considerados como parte del patrimonio.
Josep Ballart rescata un artículo que la Constitución de la República Española de 1931 incluyó que "toda la riqueza artística e histórica del país, sea quien fuese su dueño constituye tesoro cultural de la Nación y estará bajo la salvación del Estado". Este artículo es claro en definir lo referente al patrimonio tangible, también incluye los "lugares notables por su belleza natural o por su reconocido valor artístico e histórico". Pueden ser como los objetos que señala Ballart que permanecen a pesar del paso del tiempo, y dado que éstos son una esencia de la historia, es posible entender la dimensión material del patrimonio como "historia materializada".
Es un activo valioso que supervive al paso del tiempo y que sirve para relacionar las distintas generaciones, de ahí su valor identitario.
Pero en este devenir, donde seleccionamos algunas cosas y descartamos otras, hay un cambio constante, y lo que valoramos hoy otras personas pueden no valorarlo, pueden tener diferentes perspectivas de lo que podrían considerar algo valioso patrimonialmente hablando. Aún en una misma sociedad, al mismo momento para quiénes algo constituya parte del patrimonio, puede no ser considerada por otros como tal, o al menos carecer de conciencia sobre el valor patrimonial de determinado bien o expresión cultural. Aquí es necesario destacar que no cualquier persona está en condiciones de determinar qué constituye patrimonio y qué cosas no lo constituyen, la valoración es siempre hecha por integrantes de una disciplina pertinente quiénes realizan la selección con un criterio determinado. Esto lleva a marcar también que el Patrimonio es una selección y una jerarquización de bienes y por ello se articulan los procesos de selección colectiva.
El patrimonio por sí mismo carece de valor, porque es el ser humano el que se lo confiere y, dado que los valores y los criterios de selección son variables en función del tiempo y de los diferentes contextos desde los que se los considere como tal, su valorización puede llegar a relativizarse según el contexto.
Si bien Néstor García Canclini critica que el patrimonio sea siempre de la elite que va a tener la capacidad de legitimarlo, (García Canclini, 1993) es un hecho que muchas veces es así, y como sistema de significaciones que constituye, en los procesos de patrimonialización el objeto sale muchas veces de sus circuitos y es raptado de la vida cotidiana para ser incluido dentro de esta patrimonialización. La selección que se hace o recorte, también obedece a buscar un refuerzo de identidad.
Es en lo referente al patrimonio cultural no tangible donde se observa el proceso más complicado, muchas expresiones que son producidas por la sociedad sus propios actores -o productores- no tienen conciencia de que sus acciones pueden ser factibles de patrimonialización.
El museo, la museología y la museografía
En esta parte del informe se intentará definir un concepto de "museo".
En el artículo 3, de los Estatutos de fundación del Consejo Internacional de Museos (ICOM) de 1947 proclama que "se reconoce la cualidad de museo a toda institución permanente que conserva y presenta colecciones de objetos de carácter cultural o científico con fines de estudio, educación y deleite".
Años después, en 1989, la Asamblea General del ICOM ratificó un nuevo concepto que se incluía en sus estatutos. Como se lee en el Título 2, Artículo 3 en donde se aclara que "un museo es una Institución permanente, sin fines lucrativos, al servicio de la sociedad. Que adquiere, conserva, comunica y presenta con fines de estudio, educación y deleite, testimonios materiales del hombre y su medio" (Hernández Hernández, 1998).
En el Artículo 4 se explicita qué lugares pueden estar contenidos dentro de lo que se considera museo:
a) Los institutos de conservación y galerías de exposición dependientes de archivos y bibliotecas.
b) Los lugares y monumentos arqueológicos, etnográficos y naturales y los sitios y monumentos históricos, teniendo la naturaleza de un nuevo museo por sus actividades de adquisición, conservación y comunicación.
c) Las Instituciones que presentan especímenes vivientes tales como jardines botánicos y zoológicos, acuarium, vivarium, etc.
d) Los parques naturales, los arqueológicos e históricos.
e) Los centros científicos y planetarios (Hernández Hernández, 1998: 69).
Estas definiciones resultan bastante clarificadoras, no obstante necesitamos hacer algunas precisiones que nos ayuden a comprender aún más qué es esa institución a menudo alejada, ensimismada, sofisticada y hasta sacralizada en nuestras percepciones. El museo es más allá de un simple reservorio de contenidos expuestos arrebatadoramente a un paseante que los observa pasivamente.
Por empezar remarcaremos que un museo está constituido por la sumatoria de contenidos (colecciones), continente (edificio), personal interno (especialistas, administrativos, técnicos, subalternos, etc.) y personal externo (público) (Hernández Hernández, 1998: 71).
Pero un museo no debe constituir un recinto donde los elementos de la muestra se expongan de forma anodina, descontextualizada o fríamente, ya que la misión del mismo es de formación y educación de quienes lo visitan.[1] Por ello, cobran importancia dos disciplinas netamente relacionadas con la puesta en funcionamiento y el mantenimiento del museo: la museología y la museografía.
Sobre la Museología, el ICOM, la define como una ciencia aplicada, la ciencia del museo, que estudia la historia del museo, su papel en la sociedad, los sistemas específicos de búsqueda, conservación, educación y organización. Es decir, se preocupa por la teoría o funcionamiento del museo.
La Museografía estudia su aspecto técnico: instalación de las colecciones, climatología, arquitectura del edificio, aspectos administrativos, etc. Por lo que puede decirse que es una actividad técnica y práctica, definiéndosela entonces como la infraestructura en la que descansa la Museología.
Museología y Museografía, ambas se incluyen entre las ciencias sociales. Los límites para diferenciarlas son muy difusos y se complementan mutuamente, en la práctica es muy difícil separar los problemas atinentes a una y otra, tanto que algunos autores proponen considerarla como una sola y única disciplina.
Sobre Patrimonio Mundial:
La idea de la protección de los bienes nacionales evolucionó a partir de la Segunda Guerra Mundial como una necesidad de preservar tanto el patrimonio natural como el cultural. Fue ese el período en el que aparecieron las primeras organizaciones nacionales interesadas en dictar leyes y convenios que asegurasen la integridad de aquellos bienes. Por supuesto, los bienes a los que se hacía referencia en un principio tuvieron que ver con el patrimonio tangible, y fundamentalmente cultural.
Así surgió la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), primera organización de tipo internacional integrada voluntariamente por naciones de todos los continentes, con el fin de resguardar bienes de interés, recomendando y apelando a la buena voluntad de los gobiernos.
Desde un principio UNESCO se propuso promover la identificación, la protección y la preservación del patrimonio cultural y natural de todo el mundo considerado especialmente valioso para la humanidad, los que revistieren la característica constitutiva de ser un valor universal excepcional. Los sitios seleccionados para integrar la lista del Patrimonio Mundial son aprobados en base a sus cualidades como mejores ejemplos posibles del patrimonio cultural y natural.
Así identifica, por una parte el Patrimonio Cultural, donde incluye monumentos, grupos de edificios y sitios que tienen valor histórico, estético, arqueológico, científico, etnológico o antropológico; Y por otra parte en el Patrimonio Natural se consideran formaciones físicas, biológicas y geológicas. Para ser incluidos en la Lista de Patrimonio Mundial, los bienes deben tener un valor universal y cumplir por lo menos con uno de los diez criterios de selección fijados por UNESCO. [2]
En los objetivos explicitados por la UNESCO se detallan en la misión de incitar a los estados a presentar sitios de sus territorios nacionales para incluirlos en la lista de Patrimonio Mundial, a que establezcan planes de gestión y sistemas de presentación de informes sobre el estado de conservación de los sitios, así como también suministrar asistencia técnica y formación profesional para el resguardo de los mismos. [3]
UNESCO no invierte dinero, son los propios estados los que deben realizar inversiones para el mantenimiento de ese bien, pero es el prestigio que significa para una nación ser poseedora de un sitio reconocido en la Lista, lo que implica una serie de acciones encaradas a la conservación y exhibición del bien en cuestión. Ya que, en caso de que las condiciones de conservación o las intervenciones no llegasen a ser adecuadas, UNESCO podría retirar la declaración correspondiente.
Recordemos que UNESCO no obliga, tiene que apelar a la buena voluntad de los estados por medio de recomendaciones, textos sin poder vinculante donde se invita a que el estado ponga atención a determinado sitio de interés para asegurar la conservación del mismo. También, las declaraciones, que constituyen compromisos de tipo moral, donde se explicita la necesidad de proteger determinado bien.
El hecho de que un bien sea incluido en la lista de UNESCO genera una sensibilización al estado encarando acciones para su cuidado y conservación, pero por otra parte también una sensibilización del público hacia ese sitio que, con las acciones adecuadas, puede llegar a significar ingresos adicionales por el movimiento turístico. Por otra parte la organización internacional colabora brindando apoyo en la elaboración y aplicación de un plan global para la preservación del bien, aconsejando y dando los expertos, si se lo requiriere, formación técnica a los equipos locales.
Desarrollo del trabajo
El Museo Monserrat se halla situado en la calle Obispo Trejo 294, CP X 5000, Centro de la ciudad de Córdoba y surgió en el 2001, un año después del Museo Histórico de la UNC en el Rectorado, inaugurados ambos a raíz de la inclusión de la Manzana Jesuítica en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Por lo mismo su misión además de educar científicamente, difundir la historia del colegio y fomentar proyectos museológicos de investigación y conservación, también tuvo la impronta de encausar organizadamente la afluencia turística que reportaría tal distinción que los proyectara internacionalmente.
No obstante, no fue una organización surgida de la noche a la mañana, existieron antecedentes e intentos previos de llevar adelante una fundación que reuniera objetos históricos y diera difusión a la historia de la institución educativa.
El museo es una de las 16 entidades que integran el Programa de Museos de la UNC dependiente de la SECyT. El vicerrector del colegio, el Ing. Aldo Guerra, es a la vez el director del museo y representa a la entidad en las reuniones que se realizan los días martes junto a los demás directores de museos universitarios.
El Programa de Museos es un proyecto que busca articular los museos universitarios con actividades vinculadas al cuidado del patrimonio y a la calidad de los servicios brindados a la comunidad. Involucra líneas museológicas como preservación, investigación y comunicación. Se propone también realizar de manera coordinada actividades de divulgación científica, conformando un espacio de formación, con la idea de que la educación científica genera un desarrollo cultural y un modo de integrar los distintos sectores sociales que promueva la participación.[4]
El objetivo básico es lograr un diseño de plan de gestión de las colecciones, y la capacitación de los recursos humanos existentes, mejoras en la atención al público, ampliación de horarios, mejor administración, etc.
El edificio y la Manzana Jesuítica en general gozan del afecto de la población de la ciudad como quedó demostrado en el concurso de las siete maravillas cordobesas que encaró la Agencia de Cultura de la Provincia junto a un medio local.[5]
Constituye un ejemplo de museo universitario, aquellos que María Marco Such reconoce como laboratorios al servicio de la comunidad universitaria y el vínculo más directo entre ésta y la sociedad. Las colecciones fueron concebidas para ser utilizadas en la enseñanza, en la investigación y también para fomentar el desarrollo del saber humano. Y posee además el caudal que significa poder contar con el material humano proveniente del campus universitario, especializado y con una elevada cualificación profesional en diferentes áreas.
Para esta autora los museos universitarios (con toda la capacidad que posee un organismo como la universidad) constituyen "laboratorios de una nueva forma de educación, mucho más práctica y multidisciplinar, un centro de reunión de diferentes profesionales y un ejemplo vivo para lo que serán en un futuro". Porque la universidad en sí constituye un museo vivo. (Marco Such, 2002: 67)
El edificio
El edificio tiene importancia histórica dentro del espacio de la ciudad referido como la "Manzana Jesuítica". Si bien el Colegio fue fundado en 1687 y comenzó a funcionar tras real autorización en 1695, su primer emplazamiento no era el actual, sino que se situaba en la esquina anterior frente a la Iglesia de la Compañía de Jesús, donde se halla hoy en día el Colegio de Santa Teresa de Jesús, de las hermanas Carmelitas.
Mudado en 1782 a su ubicación actual en calle Obispo Trejo esquina Duarte Quirós, esa es su localización desde hace más de 200 años.[6] El edificio que, tras el trazado de la calle Duarte Quirós a fines del siglo XIX, sufrió una fragmentación y modificaciones propias del paso del tiempo.
Así con la apertura de la calle, que en su momento se llamó "San Luis", efectuada en 1875 por cuestiones urbanísticas, a partir de un decreto provincial del 13 de julio de 1854 suscrito por el entonces gobernador Alejo Carmen Guzmán, se perdió para siempre el espacio correspondiente al refectorio, la cocina, despensas, botica y otras habitaciones y dependencias.
La última gran reforma edilicia se llevó a cabo en 1927 cuando por las remodelaciones encargadas por el Ing. Rafael Bonet[7]rector del Colegio, el arquitecto Jaime Roca.[8] amplió el tamaño del edificio, remodeló su fachada, incorporando entre otras cosas la famosa torre del reloj y encuadrando la construcción en el estilo arquitectónico de la restauración nacionalista, basado en la arquitectura colonial hispánica.[9]
El edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional por ley 12.365 del 25 de julio de 1938, su custodia está a cargo de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos. Fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO el 1 de diciembre de 2000.[10]
Precisamente por esas fechas el edificio tuvo algunas modificaciones edilicias de tipo interno. La biblioteca del colegio situada en la planta baja en el ala del costado norte del patio mutó su lugar con el museo propiamente dicho que pasó a ocupar aquella parte, además del espacio que correspondiera a los boxes del gabinete psicopedagógico.
La biblioteca en tanto fue llevada al patio trasero del edificio, ocupando parte de una oficina donde primeramente se había establecido el museo, además de algunas ex aulas que ocupara por muchos años la Facultad de Derecho. La reforma edilicia interna es apenas perceptible, pero sí es notable el cambio general del decorado interno del edificio desde su designación como Patrimonio de la Humanidad, tratando de hacer más evidente su valorización histórica como monumento: pintura, trabajos de destaque del tipo de muros, y puertas de vidrio para comunicar visualmente con el rectorado, integrándolo en ese contexto reciclado de la "Manzana Jesuítica".
Se observan ventanas o "vidrieras" entre la Sala del Museo Monserrat y la Biblioteca Jesuítica, que forma parte del Museo Histórico de la UNC, evidenciándose los muros de cal y canto descubiertos a ex profeso. Hasta hace pocos años el circuito de visita guiada de la Manzana Jesuítica era uno solo, e integraba ambos museos, pero por disposición de la dirección del colegio se decidió hacer un recorrido independiente dentro del Monserrat, con una tarifa propia.
El uso de puertas de vidrio y ventanales, aparte del hecho de integrar visualmente el espacio con el museo vecino, genera también cierta desconexión arquitectónica con el tiempo histórico que se intenta recrear en la muestra, rompiendo con la armonía del edificio original.
La colección del museo
Se enmarca dentro de lo que María Marco Such considera como "museos universitarios" sus colecciones son de distinta naturaleza y llegaron a conformar un acervo a lo largo de muchos años de acumular objetos, en distintas etapas y con aportes provenientes de distintos adquirientes.
Se exhiben en el museo instrumentos del siglo XIX y aún de tiempo anterior, objetos que pertenecieron al Gabinete de Física y que atestiguan un importante cambio en el nivel científico de la formación impartida por el establecimiento a lo largo de las distintas décadas de labor de enseñanza.
Así por ejemplo, cuando los franciscanos se hacen cargo de las instituciones educativas jesuíticas, como parte de la renovación del plan de estudios, se decide adquirir una gran colección de máquinas de física, oportunamente ofrecida a la Universidad por Don Martín José de Altolaguirre, en 1798. Este instrumental había sido traído por los dominicos desde España en el navío San Fernando, proveniente de Cádiz. Además proponía donar valiosos tomos de física y recreación filosófica. Como la universidad no disponía de fondos suficientes, y tampoco presentaba demasiado interés por los mismos, pues por entonces carecía de carreras relacionadas con la física, el Colegio Monserrat realizó las gestiones correspondientes para que se le permitiese adquirir el instrumental. [11]
Es muy significativo como se expone este hecho en un panel gigante, un ploteado que ocupa una moldura de una ventana desaparecida. El panel reproduce en texto de letra manuscrita, aunque no en el tipo de letra original sin duda posiblemente procesal, sino en tipografía Script generando una ilusión de que se estuviera leyendo sobre la fotografía de un documento original, lectura que no sería posible para las personas no entrenadas en Paleografía para llegar a entender lo que se expresara en el texto. Además del recurso del fondo de simular la textura de una hoja de documento antiguo con su coloración y requiebres simulados de papel añejo.
También, es necesario reconocer como importante fuente de información y de identificación con la Universidad, ya que su patrimonio es parte de la referencia documental de su historia. La realidad es que cada institución o establecimiento perteneciente a la Compañía de Jesús poseía su propio archivo concerniente a la dirección del mismo. El Real Colegio Convictorio de Monserrat no fue en ello una excepción. Incluso los posteriores gestores de la institución, luego de la expulsión de los Jesuitas en 1767, continuaron la tarea archivística. Pero el correr de los años y los sucesivos cambios jurisdiccionales del Monserrat, han hecho que una parte importante del Archivo del colegio, se perdiera para siempre.
Aunque, a pesar de ello, todavía se conservan más de doscientos cuerpos documentales que se han ordenado y dividido en dos fondos: Fondo Colonial y Siglo XIX, y el Fondo Siglo XX [12]Estos documentos pueden ser consultados por los investigadores que requieran ese material, solicitando por nota a las autoridades del museo y con los cuidados exigidos para el tratamiento con documentos antiguos, como por ejemplo el uso de guantes de latex para evitar el deterioro de las hojas.
Básicamente la colección se fue formando con el acopio de objetos de soporte educativo y con documentos administrativos propios, necesarios en su devenir como institución al servicio de la formación de alumnos. Muchos de los objetos principales de la muestra provinieron de la compra a los objetos ofrecidos por Altolaguirre a fines del siglo XVIII, pero también hay numeroso instrumental adquirido a principios del siglo XX. En los carteles de referencia que acompañan a los objetos se repite con frecuencia la fecha 31 de marzo de 1915, obtenida sin duda de los libros de gasto de la institución durante ese período.
En el museo se expone instrumental de laboratorio de física para realizar comprobaciones de experiencias teóricas, como electricidad, magnetismo, calor, etc. colección que se fue ampliando según los requerimientos de la enseñanza a lo largo de los años.
El guión museológico
El tema del museo es el rescate de la historia del colegio, muy relacionado desde sus orígenes a la universidad jesuita. Por medio de los objetos y documentos expuestos se puede aproximar al visitante al modo de vida académica en los inicios de la institución.
En lo que se refiere al museo en si, se presenta la muestra algo anárquicamente expuesta, más que reunir los objetos obedeciendo a su disciplina, se los trató de acomodar de acuerdo al espacio disponible. Instrumentos musicales junto a instrumental histórico de física y una maqueta del Acrópolis de Atenas, pueden llegar a provocar la sensación de un simple rejunte de objetos, de muy disímil período o función. Pero es amplia la predominancia de los aparatos de física experimental.
Por otra parte hay que aclarar que los objetos se exponen con un cartelito indicador trilingüe (castellano, inglés y textura Morse para ciegos) donde se consigna nombre, fecha, procedencia, y función del objeto, y se describe brevemente su funcionamiento. Esto se complementa con los paneles colgados en los muros donde se completa la información relacionada al fenómeno físico trabajado por el aparato. Así en los paneles se explica sobre electromagnetismo, calor, aceleración, presión, etc, junto a los aparatos correspondientes.
En sí no es un museo que involucre los grupos sociales explícitamente, ni que dé demasiados indicios sobre los alumnos que estudiaron en la institución o los docentes que impartieron sus cursos. Sabemos que en los tiempos coloniales no podían ingresar a la universidad personas cuyos cuatro abuelos no fueran europeos. Los aborígenes y mestizos quedaron en su mayoría privados de acceder a algún tipo de instrucción.
Desde ya, podemos afirmar que se realiza un corte en la selección que no incluye referencia a determinado grupo étnico. El museo se interesa más por la ciencia y hace hincapié en explicar experiencias científicas, que en revelar indicios más bien humanos de las personas que pasaron por la institución.
La comunicación de la exhibición
Al iniciar la visita al museo se observan una serie de paneles donde sucintamente se explican los temas, el origen y misión del Museo, así como la historia del establecimiento y su vinculación con la universidad y la relación con los edificios de la Manzana Jesuítica. Las visitas se pueden realizar en diversos horarios. Los horarios de atención al público en la sala de exposición son de martes a viernes de 10:00 a 12:30 hs. y de 14:00 a 16:30 hs, y los sábados de 9:30 a 12:30 hs.
Además está previsto que se realicen visitas guiadas los días martes y jueves a las 11:00 y 15.00 horas y los días sábados a las 11:00 y 12:00 hs. También está la posibilidad de un horario de visitas especiales en lengua de señas los días miércoles a las 10:00 hs, con la correspondiente reserva previa.
Sobre los muros del Museo cuelgan paneles con información pertinente tanto del acervo del museo, como la síntesis explicativa del fenómeno que se relaciona con el aparato expuesto. También, como se expresó más arriba, se realizan visitas guiadas en horarios determinados.
El folleto que se entrega al visitante no es sobre el museo, es de información general e histórica del edificio. Este rasgo es significativo, en realidad la sala del museo opera más como una oficina de recepción donde se congregan los visitantes, y tanto en las visitas guiadas como en la folletería se hace un fuerte hincapié en el edificio en sí, el cual como antes ya se mencionó es la pieza más valiosa del museo.
Como contraparte "el Monserrat" está incluido en el folleto del Museo Histórico de la UNC, cuyo recorrido guiado inicialmente lo incluía, y que actualmente está separado por decisiones tomadas por la dirección del colegio.
En la sala del museo, que no tiene un nombre de reconocimiento a personaje alguno, hay carteles con la indicación de no tocar el material de la muestra. Sobre algunos de los aparatos se lee: "no toque las máquinas expuestas, gracias". La entidad cuenta con un depósito o reserva de objetos para ser incluidos a posteriori en la muestra. El catálogo virtual es de uso interno del personal del museo. Respecto a los documentos y libros de la muestra me fue posible consultar el inventario que está en la biblioteca del colegio.
La sensación que tuve al entrar al museo es que el personal es bastante dispuesto a colaborar con las inquietudes del visitante, aunque, no siempre es fácil de localizar. Retorné en otras oportunidades y a veces quién está encargado de las visitas guiadas no estuvo presente, y éstas no se efectuaron, permitiéndoseles a los visitantes que deambularan por los patios del primer piso sin poder interiorizarse sobre qué era lo que veían.
En lo personal creo que un visitante no especializado, un escolar o extranjero tendrían dificultad, incluso para quiénes no hemos hecho de las ciencias físicas y naturales nuestra área de interés nos es poco posible disfrutar de la muestra del museo, a fin de relacionarlo con conocimientos de los que carecemos.
En realidad el personal es limitado y no de dedicación exclusiva, incluyendo dos responsables del museo y dos pasantes.[13] Según lo que pude apreciar el movimiento de visitantes también es menor al registrado en el Museo del Rectorado.
Por otra parte, la muestra del museo me pareció muy breve y la colección no tiene suficiente espacio físico para exponerse adecuadamente.
Impresiones sobre la visita guiada
En otra oportunidad que visité el museo me interesé por presenciar el itinerario de la visita encabezada por un guía. La duración fue de 20 minutos y se realizó sobre el resto del edificio y no sobre la sala del museo en sí. Por medio de esta visita se puede conocer algunos detalles al observar por ejemplo la Sala de Profesores del colegio. Varias veces se refirió el guía con el concepto de "museo viviente" donde "todo se usa", es necesario para el desempeño diario de las actividades académicas. Porque en esa sala, por ejemplo, diariamente se reúnen personas.
Uno de los detalles más interesantes del recorrido fue detenerse frente a un muro que ha sido horadado para que a través del mismo sea posible observar la llamada "Celda de reflexión y castigo", una construcción, que como aclara el cartel indicador data del siglo XVII, funcionó como celda de reflexión en el período Jesuítico y para el castigo de los estudiantes en la época de la orden franciscana.
El personal relacionado al museo no me pareció tan entrenado. En un momento del trayecto la persona que ofició de guía confundió algunas fechas.
El guía además mencionó por lo menos una vez el hecho de que el edificio constituye un patrimonio reconocido por la UNESCO.
La visita incluyó la observación de las aulas, los patios, las esculturas expuestas, como por ejemplo una descripción del escudo del colegio al que se refirió indicándolo en dos oportunidades.[14]
En el primer piso en el Salón de Actos, el ya mencionado ángulo rodeado de una reja que impide el acceso al mismo, resguarda un piano de cola, una réplica de la imagen de la Virgen de Monserrat.[15] y una colección de piedras, formaciones sedimentarias y fósiles, que debieron formar parte de la muestra del gabinete de Ciencias Naturales.
Concluida la breve visita guiada por el edificio en forma general, se retornó al punto inicial, el espacio de recepción del museo y se permitió a los asistentes entrar al mismo donde, lo curioso, realizan solos sin la asistencia del guía el reconocimiento de los objetos expuestos.
Patrimonialización y mercantilización
Como se señalara más arriba para que un bien sea incluido en la Lista de Patrimonio Mundial, debe tener un valor universal y cumplir por lo menos con uno de los diez criterios de selección fijados por UNESCO. En el caso de la Manzana Jesuítica se incluiría en los siguientes criterios:
(II) Atestiguar un intercambio de influencias considerable, durante un período concreto o en un área cultural determinada, en los ámbitos de la arquitectura o la tecnología, las artes monumentales, la planificación urbana o la creación de paisajes;
(III) Aportar un testimonio único o al menos excepcional, sobre una tradición cultural o una civilización viva o desaparecida;
(IV) Constituir un ejemplo eminentemente representativo de un tipo de construcción o de conjunto arquitectónico o tecnológico, o de paisaje que ilustre uno o varios períodos significativos de la historia humana.
En la recomendación del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), de marzo de 2000, se asegura que la inclusión en la Lista se hace sobre la base de los siguientes criterios:
Los edificios y complejos jesuíticos de Córdoba, y las estancias son ejemplos excepcionales de la fusión de valores y culturas europeos y nativos en América del Sur, en un momento decisivo de su historia. Relacionada con el criterio II.
La experiencia religiosa, social y económica llevada a cabo en América del Sur durante más de 150 años por la Compañía de Jesús dio a luz a una forma única de expresión material que se traduce en los edificios y Manzana Jesuítica de Córdoba y en las estancias. Relacionada con el criterio IV.
La declaración se fundamenta en que no hay otro grupo cultural que ilustre la experiencia socio-política y religiosa única de los jesuitas, en el extremo sur de América Latina. Tanto las misiones, las estancias y la Manzana Jesuítica de Córdoba son una manifestación excepcional de la visión cósmica y estética de una era de la actividad humana dando forma a vastas regiones en el mundo. Por supuesto, existen otros asentamientos jesuítas en el mundo, pero ICOMOS destaca el valor capital jugado por el asentamiento en Córdoba dentro del Imperio Español, en la época de la Contrarreforma.
Se asegura que la meta es ampliar en un futuro esta inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial para formar una ruta cultural única, en el espíritu del plan turístico cultural de Córdoba y la política cultural de la UNESCO.
Con la intención de fomentar un turismo cultural más activo sobre la ruta de las estancias, los planes de gestión serían ampliados a la prevención y cuidados de los sitios, en la gestión de los visitantes, al control de la expansión de la infraestructura, en la evaluación de las experiencias de los visitantes, al desarrollo de programas de interpretación, etc.
Frente a esto, tras la designación de un lugar como sitio de interés mundial, se produce otro fenómeno. La "industria del turismo" que genera la afluencia de visitantes ansiosos de conocer nuevos sitios, guiados por la promoción de los mismos e instados al consumo de productos o mercancías que son comercializados en las tiendas de los museos –o en los alrededores- como libros, corbatas, banderines, gorras, chombas, insignias, etc. Ofrecidas con técnicas de marketing, constituyen prácticas de mercado que son comunes a gran parte de los museos del mundo.
Existe una explotación de la imagen del colegio que se evidencia desde su reciclado, visualmente trabajado para ampliar una impresión de importancia como sitio histórico. Las reformas arquitectónicas que lo integran a la Biblioteca Jesuítica podrían hasta incluso parecer sacarlo de su integridad edilicia original.
Se capta la atención de los visitantes, impresionándolos con el realce de la importancia de la institución tricentenaria, y se comercializan objetos como recuerdos de la visita al lugar. Eso es algo que no todo colegio puede hacer sino uno que está proyectando una imagen de curiosidad turística, y que es apreciada como tal por un público relacionado tanto afectivamente a la institución, que se identifica con ella por el paso por la misma, como por aquel público que por primera vez se acerca a conocer el sitio, atraído por el reconocimiento que fomentó su designación de patrimonio mundial.
Conclusiones
Por lo arriba expresado se puede decir que el Museo Monserrat (MM) tiene muchas ventajas que otros museos carecen. De hecho está en una posición a la que todos los museos quisieran aspirar.
En primer lugar es una dependencia universitaria lo que le permite contar no solo con el aval de una institución seria que se dedica a la investigación y formación del conocimiento, sino también que aporta recursos, estrategias para planificación de la muestra, profesionales bien capacitados que constituyen una mano de obra de incalculable valor a la hora de requerir sus servicios por cualquier consulta. No es menor el hecho de que la UNC y la SECyT organizaran un Programa de Museos destinado a nuclear instituciones de este tipo dentro del ámbito universitario. Programa del que, como se mencionó, el Museo Monserrat forma parte.
Además, el museo se sitúa en un edificio que es monumento histórico nacional, edificio que en su momento fue federalizado, y que a través de la Universidad Nacional, sigue siendo jurisdicción del Estado Argentino. Junto a ello la institución goza del aprecio de la comunidad local, en sí muchas generaciones de cordobeses pasaron por sus aulas, lo que generaría en cierta forma un "público cautivo" en el sentido de permanecer ligado por lazos afectivos a la institución.
El edificio y la institución que alberga tienen una rica historia, que muy pocas instituciones en el país pueden contar con tanto arraigo. El MM tiene por tanto un objeto central de la muestra que no puede ser reproducido por otro museo. Unido al hecho de los años de almacenamiento de objetos y documentos, que efectivamente constituyen reliquias que tienen un merecido valor de exposición, en buen estado de conservación y acompañados de las informaciones y registros pertinentes.
Mejor todavía para el MM es el hecho de relacionarse directamente con algo denominado por la entidad misma como "museo viviente". Efectivamente el mantenimiento del espacio de muestra debe tener muy pocos costos, pues es una fundación apenas ubicada en un ala lateral de un colegio que funciona como tal.
La última característica singular sin duda es la de constituir uno de los nueve bienes nacionales declarados Patrimonio Mundial por la UNESCO, reconociendo su característica de "valor universal excepcional" y aludiendo ser un ejemplo de valores y culturas relacionadas con una etapa de la historia de esta parte de América.
Y la sensación particular de reconocer que fue una sorpresa poder conocer este espacio, que tiene la virtud como pocos de transportarnos al tiempo pasado de la ciudad (obviamente la ciudad entera no era así). Este museo tiene esa virtud. La libertad para recorrerlo, donde uno se siente más libre que en otros museos, una idea de poder recorrerlo e interiorizarse de la información sin necesidad de depender de alguien que resuelva las inquietudes.
Las desventajas que tiene el MM en principio referidas al mismo espacio que ocupa sin contar con una salida independiente, la difusión de la muestra al exterior se halla más limitada. No obstante, junto a la puerta de entrada del colegio se suele colocar un cartel resaltando la característica de "monumento histórico" del edificio y promocionando los horarios de visita del museo y visitas guiadas. El museo tiene un horario muy reducido, dos horas a la mañana y dos horas a la siesta.
También pose poco personal afectado al servicio, pero está relacionado al movimiento del museo que no es tan importante como el del Museo Histórico de la Universidad. El difícil acceso al mismo, que no está tan cerca de la puerta de ingreso del edificio y dado que hay que sortear la portería para adentrarse hasta el lugar, puede hacer que parezca poco amistoso para el turista, que se puede llevar la impresión que molesta su presencia.
El personal además demuestra menos entrenamiento que el del museo del Rectorado, con algunos desconocimientos se efectúan las visitas guiadas, además del hecho de no siempre estar presentes cuando se los requiere. En cierta oportunidad unos turistas esperaban la hora de atención del museo, y los responsables de la muestra no llegaron.
El mayor problema se refiere la dificultad que supone la separación de la muestra del circuito de la Manzana Jesuítica, ya que podría contarse con más personal y con mayor franja horaria de atención al visitante si hubiesen permanecido unidos ambos museos, integrando un único circuito de visita guiada. Algo relacionable con la misma recomendación de ICOMOS.
También se hace evidente el interés de resaltar el hecho de formar parte un espacio objeto de destino turístico. Así pues se ofrecen a la venta gorras, suvenires, llaveros, corbatas, banderines, etc. conformando todo una mercadotecnia que intenta captar la atención comercial del turista induciendo al consumo de tales objetos.
Finalmente, y yo creo que no es una desventaja sino más bien una característica singular de este museo, el hecho de que se pierden los límites del museo de la sala proyectándose al museo viviente. Es una característica propia de la naturaleza de este tipo de museos, pero por momentos daría la impresión que la muestra de la sala se descuida y se infravalora.
Provoca cierta sensación de que se quiere remarcar la importancia de la institución, el edificio y su historia, mientras que estos objetos expuestos a un costado, con todo el destaque que pueden merecer, quedan librados a una observación impávida de los visitantes que no terminarían de entender que importancia tienen y qué se les podría relatar a través de ellos.
Bibliografía
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GARCÍA CANCLINI, Néstor "Los usos sociales del patrimonio cultural", En: FLORESCANO Enrique (Comp.) El patrimonio Cultural de México, 1993, FCE.
HERNANDEZ HERNANDEZ Francisca Manual de Museología. 1998, Síntesis, Madrid. Capítulo 1 y 3 "Evolución histórica del concepto de museo".
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MARCO SUCH María "Marco conceptual de los museos universitarios". En: BELDA C.; MARÍN M.T. (Comp.) Quince miradas sobre los museos. 2002, Univ. de Murcia.
NAVARRO C. y MARTIN TORRES, Mª. Quince miradas sobre los museos. 2002, Universidad de Murcia.
MONTAÑES Carmen El museo un espacio didáctico y social. 2001, Mira, España.
PAGE Carlos A. La Manzana Jesuítica de la Ciudad de Córdoba. 1999, Eudecor, Córdoba.
Artículos y documentos:
– Ensemble et estancias jésuites de Córdoba (Argentine). Recomendación, ICOMOS, marzo de 2000.
– PATRIMONIO MUNDIAL DE LA UNESCO Carpeta de información sobre el patrimonio mundial. 2005, Centro del Patrimonio Mundial de la UNESCO, París.
-Programa de Museos de la UNC – SECyT:
Autor:
M. Rox
[1] El Diccionario de la Real Academia española define el museo como el “edificio o lugar destinado para el estudio de las artes liberales y las ciencias humanas”.
[2] Dichos criterios están indicados en las Directrices prácticas sobre la aplicación de la Convención de Patrimonio Mundial. El Comité revisa periódicamente dichos criterios de modo de poder reflejar una evolución del concepto mismo de Patrimonio Mundial.
[3] Por ley Nº 13.204 promulgada el 28 de junio de 1948 la República Argentina es Estado Miembro de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Por Ley 21.836 sancionada y promulgada el 6 de julio de 1978, nuestro país aprobó lo pactado por la Conferencia General de la UNESCO en 1972 sobre la “Convención sobre la protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural” y la creación del “Comité del Patrimonio Mundial”.
[4] http://www.secyt.unc.edu.ar/Nuevo/portada_contenido.php?idNota=157
[5] http://www.unc.edu.ar/institucional/dossier/2008/julio/jueves-3-de-julio-de-2008
[6] En 1773, durante el Período Franciscano, ya consumada la expulsión de los jesuitas, los capitulares de Ascasubi, Gutiérrez y Suárez de Cantillana, plantearon un acomodamiento de usos en el antiguo Colegio Máximo al proponer que “se puede distribuir en beneficio del público dejando el primer patio principal si Iglesia y diferentes salas que sirben de clases de diversos gremios de estudiantes con sus corredores y aposentos de el lado de los Naranjos para casa de universidad. Y el segundo patio principal se puede destinar para el Colegio Real de Monserrate, que por lo estrecho y reducido, y ser el número de sus alumnos crecido necesitan de trasladares a casa de mayor extensión”. Aún no había asumido como obispo el carmelita descalzo fray José Antonio de San Alberto, quien al hacerlo a fines de 1778, tomó como suya la idea y auspició personalmente con gran decisión. El 25 de noviembre de 1780 el mencionado obispo asistió a una reunión de la Junta de Temporalidades para exponer la necesidad de trasladar el Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat al edificio del Colegio Máximo. (Page, 1999: 97).
[7] Rafael Bonet, rector del Colegio Nacional de Monserrat de 1922 a 1946. (LVI-Keggan, 2000: 142).
[8] Dice Carlos Page en su libro que “a Juan Kronfuss le tocó proyectar una nueva fachada para el Rectorado (1925) y a Roca la del Monserrat (1927). La primera intervención quizás no haya sido tan feliz como la segunda, donde resultó un edificio con múltiples significados. Antigüedad, prestigio, tradición, etc. parecen signar las cualidades que afloran entre los muros, dos veces centenarios, escondidos debajo de un cosmetológico revestimiento. Precisamente este maquillaje que adquirió hace exactamente 70 años [Nota personal: hoy ya más de 80 años] fue una expresión de querer acentuar sus propias cualidades”. (Page, 1999: 176).
[9] Folleto tríptico de información sobre el Colegio Nacional de Monserrat Patrimonio Cultural de la Humanidad, repartido al visitante. Tercera faz “El edificio”.
[10] Idem folleto, contratapa.
[11] Explicado en un panel informativo colgado en uno de los muros laterales. Es muy interesante el contenido de este panel alusivo al ingreso de este material que hoy forma parte de la colección: “Las máquinas de Física contratadas por mí con el señor Martín José de Altolaguirre bajo las condiciones que resultan de este expediente para el uso y adelantamiento en las ciencias de la universidad y Real Colegio de Monserrat de Córdoba que están a mi cargo deven comprarse sin pérdida de tiempo por la utilidad que resulta de la mayor instrucción de aquellos alumnos en todas las ciencias y exercicios y por lo barato de su precio corresponde hacerse del caudal existente del Colegio así por no haber otros que más propiamente lo sufragen como por ser consiguiente al destino de sus fondos, el ilustre cabildo, justicia y ayuntamiento de Córdoba, en su informe testimonial que antecede (…) Pues el no haber en la universidad el estudio de física experimental, ni haber preceptor especial, sujeto inteligente capaz de proporcionar su ajuste y combinación, pende, de no haber habido hasta ora con qué ejercitarlo y sin alterar el plan o distribución de estudios presente, substituir el lugar del silogismo la demostración de la verdad que es el método mandado seguir tan justamente por el soberano, aboliendo la filosofía antigua, cuio fruto a los que se educan con ella es llenarse la cabeza de términos nada significantes, acostumbrarse a contradecir todo, o no apurar nunca la verdad y en una palabra a formarse unos hombres en la sociedad despreciables por malcriados, y esto es lo que obtiene el cabildo de Córdoba bajo el concepto que forma de que facilita el talento con el discurso y de que lo experimental no es útil a la posesión de la ciencia teológica que se propuso el fundador”. La cuenta fue saldada el 24 de abril de 1805. Transcripción del documento del Tomo V, Inv. 5 Carta de Fray Pedro Josef de Sulivan, rector de la Universidad y del Real Colegio Convictorio de Monserrat de Córdoba del Tucumán, al Marquéz (sic) de La Plata. Buenos Aires, Virreinato del Río de La Plata, 28 de septiembre de 1802.
[12] Explicación en un panel.
[13] http://www.secyt.unc.edu.ar/Nuevo/index.php?Tipo=museos
[14] Los elementos que componen el escudo: El yelmo de la armadura representa la Corona; El ciprés la familia; Las dos llaves la virtud y letras; La estrella la virgen; Las cuatro flores de lis la virtud; Las cuatro rosas la caridad; Las ocho cruces los ocho estadios por los que atraviesa el hombre para alcanzar el conocimiento.
[15] Réplica de la original venerada en el monasterio de Cataluña.
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