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El último Pisco Sour (página 3)


Partes: 1, 2, 3, 4

_Cabritos son ustedes los Rotos. Cabitos somos nosotros.

El ómnibus escolar evacuó el neoviejo balneario de Miraflores. El paseo cultural olvidó de visitar el monumento de Leoncio Prado, que está en un parque solitario del barrio de San Antonio. Tampoco no hubo tiempo para conocer el de Roque Saenz Peña y el de Alfonso Ugarte del bulevar de Javier Prado. Un alumno había comentado que éste último parecía que tenía tortícolis. Otro nostalgiado fue el Ricardo Palma del Parque Tradiciones. Para mí él no fue mentirosito. También quise conocer su casa y el colegio re- modelado que tiene su nombre.

Giuliano Pastrani Díaz, joven peruano de origen italiano, triunfador en la Escala de Milán, había venido especialmente de Italia para actuar como el Coronel Leoncio Prado en la ópera "Sangre y Café", inspirada en una Tradición de Ricardo Palma, que se presentaría en el Teatro Municipal.

Era una presentación de gala. Los Smooking y los vestidos de rancia elegancia desfilaban por el teatro en una pasarela que quedaría en la historia del Perú. Daba la idea de que se estaba en la época del conflicto del Pacífico, cuando ancianos caballeros barbudos expelían sus bocanadas de humo, mediante pipas de formas sofisticadas. No faltaron por ahí los clásicos binoculares de las plateas balconescas.

De pronto los comentarios de los espectadores, sobre el argumento de la obra que tenían en sus manos, se vieron eclipsados al apagarse las luces de los palcos dorados.

Fueron ingresando al escenario, poco a poco, soldados de uniforme blanco que representaban a los peruanos y por el otro lado, otros soldados de chaqueta azul y pantalón rojo, que eran los chilenos.

Luego empezó el típico canto italiano de las óperas.

Los soldados peruanos entonaban sus voces.

_Estamos triunfando,

estamos triunfando.

Huamachuco es peruano,

Huamachuco es peruano.

Mientras disparaban, con sus fusiles, contra los soldados invasores que caían al suelo, también con entonadas vociferaciones.

_No canten su triunfo.

La batalla continúa.

La gloria del cielo

nos dará la victoria.

Los cantos de la soldadesca van bajando de volumen al aparecer el Mariscal Cáceres con sus clásicas barbas repartidas entre las dos mejillas. La escenografía se ilumina de un color fucsia, que hace resaltar una pintura de los Andes con varios cóndores volando. Los soldados extranjeros se acercan a Cáceres y señalándole el rostro, lo reconocen melodiosamente.

_Es el brujo del que nos han hablado.

Es el Brujo de los Andes.

Cuidado con sus maleficios

que nos pueden hacer perder la batalla.

Los soldados patriotas, ante los improperios de sus enemigos, responden:

_La guerra la vamos a ganar,

no con la brujería,

sino con la inteligencia a a a a a

de nuestro insigne mariscal al al al al.

A lo que Cáceres agrega:

_Me dicen Brujo, no por los maleficios,

sino porque desaparezco,

como por arte de magia,

cuando ustedes los chilenos os os os os

me quieren atrapar.

Jugando con su voz, como todo un tenor que lo era, sale al proscenio, caminando, Giuliano Pastrani Díaz, con su quepí, unos bigotes de joven militar y el uniforme azul de charreteras deslumbrantes. Todo el público aplaude estrepitosamente y se po-

nen de pie. Se inicia su actuación.

_Mariscal, la victoria es nuestra,

dígame usted cuál es la orden,

dígame usted lo que hay que hacer,

Mariscal la victoria es nuestra.

Cáceres replica con seriedad y autoridad militar.

_La victoria será nuestra y suya coronel,

A usted lo dejo como jefe de Huamachuco.

Yo tengo que irme a Jauja,

porque me dicen que ahí están atacando o o o

estos invasores es es es es es.

Y señala a los soldados que ríen, por el posible triunfo, al enterarse que han atacado por otro lugar.

El coronel se arrodilla. Cáceres saca su espada y le da el espaldarazo en el hombro, concediéndole la plena investidura militar. El Mariscal se retira ante la apoteosis de los subalternos.

Leoncio Prado se pone de pie dando voces de mando.

_Disparen, disparen, disparen.

Sólo así venceremos en Huamachuco.

No paren de disparar.

No debe quedar ningún enemigo vivo.

Los soldados multiplicaron sus disparos, simultáneamente con las frases de:

_Mueran, mueran, mueran.

Con su muerte e e e e e

nuestra vida quedará asegurada.

Iban matando a los soldados del sur, pero aparecían cada vez más de ellos en el proscenio. Leoncio Prado se admira de los muchos que son. Finalmente se escuchan los ruidos de los gatillos, pero ya no se oye ninguna detonación. Los soldados asustados reclaman ante el joven jerarca.

_Mi coronel se acabaron las balas, ya no hay municiones, ¿Ahora qué hacemos? la batalla continúa.

Leoncio Prado dictamina:

_Saquen sus sables,

traspasen al enemigo,

con su sangre limpiaremos

nuestro honor que ellos han mancillado.

Los peruanos sacan sus sables y en el momento que amenazan a los contrarios aparece el coronel chileno Gorostiaga, quien burlonamente intenta bajar la moral a su opositor.

_De nada les valdrá sus sables,

cayeron en la trampa,

dispararon mucho o o o o o

y se quedaron sin balas.

¡Soldados, disparen sin cesar!

Y las tropas peruanas comenzaron a ser exterminadas. El coronel Leoncio Prado cae al suelo al ser herido en la pierna.

En otra de las escenas se ve a los soldados chilenos haciendo el típico repase con los sobrevivientes. Cada soldado, que está postrado en la superficie, tiene su esposa que suplica por su vida ante la bayoneta que amenaza con matarlos.

Se auditiva un huayno ayacuchano.

_No, por favor,

se lo suplico en nombre de Dios.

No maten a mi esposo,

mis hijos se quedaran sin padre.

A lo que los repaseros responden:

_Ellos han matado o o o o o

a cuantos de los nuestros,

por qué tenemos que tener piedad

de sus esposos.

Hubieran hecho lo mismo,

si nosotros fuéramos os os os

los sobrevivientes es es es es.

Las esposas continuaron con las súplicas.

_Nos van a dejar viudas.

Ya no tendremos un hombre e e e e,

para compartir el lecho o o o o.

Los soldados hacen el ademán de hundir la bayoneta en los sobrevivientes, y poniéndoselas en el hombro a las mujeres se las llevan como trofeo de guerra cantando estruendosamente.

_Ahora ustedes serán nuestras,

ya tienen con quien compartir ir ir ir ir,

el lecho o o o o o.

En la penúltima escena un sacerdote de sombrero, con sotana negra, y un campesino, cargan herido a Leoncio Prado y lo ponen en una cama, que tiene un techo de paja en alusión a la choza que albergó al joven coronel. Leoncio Prado melodea otra vez su voz, haciendo el intento de pararse.

_Quiero levantarme e e e e

para pelear en la guerra a a a a.

_Descanse y tome fuerzas coronel el el el el.

Aconsejó el campesino. Respondió el coronel:

_No o o o, para ese entonces

será muy tarde e e e e

tengo que seguir guerreando o o o o

por mi patria a a a a.

Volvió a aconsejar el campesino.

_Dios quiere que usted ed ed ed

esté sano o o o o,

para que siga luchando por su patria a a a a.

De lo contrario morirá

y ya no cumplirá á á á

la voluntad de Dios,

ni podrá defender al Perú ú ú ú ú

que usted ama a a a a.

Alude el sacerdote. El coronel entra en sus cabales.

_Tiene razón padre e e e e,

cumpliré la voluntad divina,

aunque sea a mi pe………

No terminó de cantar y se desmayó.

_¡Se ha muerto! (italianizó el campesino).

El sacerdote tocó su corazón y negó lo afirmado:

_¡No!. Aún vive.

Es sólo un desmayo o o o o

por el cansancio.

El sacerdote y el campesino se retiraron. Las luces van bajando de intensidad. Se escucha una música de Brahms. Un grupo de seis soldados se acercan al camastro, cantando las hazañas épicas del coronel durante toda su vida militar, y también sus cualidades personales. Instantáneamente cortan la apología con el silencio teatral.

Se miran entre ellos, asustados, y hacen sobresalir los cuatro dedos de la mano.

_Han pasado cuatro días

de que nuestro coronel

cayó herido en la batalla a a a a

y hasta ahora a a a a

no se levanta a a a a.

Encoran los combatientes.

_¿Estará muerto?

¿Estará muerto?

¿Estará muerto?

Se alarman.Uno de ellos se propone a comprobarlo. Temerosamente da pasos en puntillas. Le toca el corazón.

_¡Está vivo!

Se alegran porque está con vida. Deciden dejarlo descansar. Recuerdan que el sacerdote y el campesino prometieron venir para llevárselo al hospital. Se alejan los soldados. El coronel delira en su lecho.

_Quiero morir ir ir ir.

Con una pierna rota no quiero vivir.

Con una pierna rota

no puedo servir a mi patria.

Un soldado es integro o o o o

y no mutilado o o o o.

El Perú necesita a a a a

hombres completos os os os

y no fragmentados os os os.

Vuelve a quedarse dormido.

En la última parte se ven a dos personajes en el escenario. Leoncio Prado se arrastra con la pierna entablillada, exhalando quejidos de fuerte dolor.

_¿Quién anda ahí?

¿Quién anda ahí?

Se preocupa el soldado chileno mirando a todos lados.

_¡Acércate!

Soy el coronel Leoncio Prado.

Pon el cañón de tu rifle e e e

sobre mi frente y dispara.

El soldado no hizo caso a la petición y le enrostra un principio militarista.

_Un coronel enemigo

muere en batalla,

no por súplicas de ejecuciones.

Luego da la voz de alarma.

_¡Un peruano o o o o!

¡Un peruano o o o o!

¡Un oficial sobreviviente e e e e!

Se van dando las voces. El soldado regresa cargando una camilla, con otro recluta, y con el coronel Gorostiaga. El jefe sureño ordena:

_Rápido o o o o.

Llévenlo a la capilla a a a a,

no le hagan caso.

La determinación fue porque el coronel rogaba para que lo ejecutaran.

_A usted lo vamos a fusilar,

pero en una capilla,

para que así su alma

se vaya con Dios os os os os.

Leoncio Prado agradece.

_Gracias, coronel.

Yo soy bien católico.

Lo ponen en una cama, que está dentro de cuatro balaústres que sostienen un techo, con una cruz, en alegoría a una capilla. En ese lugar los dos coroneles tuvieron una amena conversación sobre la guerra, los gozes y las penalidades de la vida e imaginaciones de la muerte.

El condenado pidió como último deseo una taza de café. La música es fúnebre.

Al probarlo cantó:

_Hacía tiempo o o o o

que no probaba a a a a

un café tan exquisito o o o o.

Los soldados encoraron al unísono.

_El café abriga a a a a

a las almas desconsoladas

El coronel preguntó:

_¿A qué hora emprenderé el viaje?

El oficial respondió:

_Cuestión de minutos.

El condenado dio inicio a su último deseo.

_Pues bien en en en.

Pido gracia a a a a

y es que se me permita

mandar el fuego o o o o.

_No hay incoveniente.

_¿Tiene capellán las fuerzas chilenas?

_No, señor or or or.

_¡Paciencia a a a a!

He hecho lo que he podido o o o o,

por mi patria a a a a

y moriré contento o o o o.

Después indicó que dos le apuntaran el corazón y dos la cabeza. Sus últimas frases fueron:

_Al concluir ir ir ir ir

la taza de café é é é

se me apuntará á á á á,

y al dar con la cuchara a a a a

un golpe en el pocillo

se hará un fuego o o o o.

Así como él lo ordenó se hizo y así terminó la ópera "Sangre y Café".

El reloj del inventor peruano, Señor Pedro Ruiz Gallo, exhibido en el Palacio de la Gran Exposición Nacional de 1,872 (Actualmente Museo de Arte), daba las horas, los minutos, los segundos, señalaba las semanas, los meses, los años, los siglos, las fases de la luna, las relaciones entre el día y la noche, tocaba el Himno Nacional e izaba la bandera. Fue malogrado y robado por los chilenos cuando invadieron Lima en Enero de 1,881.

_Tenemos que formar una comisión de intelectuales peruanos, respaldados por las instituciones competentes, para viajar a Chile e investigar sobre el destino de esa reliquia tecnológica que es patrimonio nacional. Hay que reclamarle al país del sur lo que es nuestro. Vamos a Chile a traer los libros de la Biblioteca Nacional, el Huáscar, las Leonas, el Reloj de Pedro Ruiz Gallo, sus Textos Escolares que nos hablan de La Guerra del Pacífico y la supuesta Documentación Histórica, donde ellos dicen que el Pisco Sour es chileno_señaló en sus clásicos discursos de protesta, contra los mapochos, la periodista Ángela Patricia Tivelli Valencia.

Recordaba cuando Francia triunfó en el campeonato mundial de fútbol al derrotar a Brasil. La gente de Lima estaba triste, no por el hecho de que había perdido un país sudamericano, ya que muy poco existe esta identidad continental en nuestro país,

sino porque Brasil es símbolo de fiesta, alegría, carnavales, color de vida, playa, verano, discoteca, libertinaje y todo aquello que satisface las necesidades de placer de la criollada capitalina. Más de un limeño comentó:"Qué nos une con Francia. Qué alegría nos da Francia".

En la Alianza Francesa de Miraflores, el embajador francés celebraba con sus compatriotas el triunfo deportivo de su nación. En medio de los bailes, las hurras y las copas de Champagne, un periodista, acompañado de las cámaras televisivas, entrevistó al representante francés.

_Usted y sus compatriotas están muy alegres de que su país haya campeonado en el mundial de fútbol, pero al pueblo limeño y peruano más le hubiera gustado que gane Brasil, que Francia, ya que Brasil es símbolo de diversión. ¿Qué opina usted al respecto?

El embajador sonriente, con sus mejillas de rosado europeo, le contestó:

_Si el pueblo limeño supiera que Lima existe actualmente, gracias a Francia, estaría más alegre con el triunfo de mi país, que con el de Brasil.

De esa declaración se valió la periodista Ángela Patricia para resaltar, años después, la acción patriótica y heroica de la Religiosa francesa Hermasía Paget, que cobijó en su casa conventual a muchas familias limeñas perseguidas en la invasión de enero de 1,881. El cine norteamericano desfiguró la gesta humanitaria de la monja advenediza. "El Almirante Petit Thouars protegió Lima y Hermasía Paget albergó a los limeños en su vivienda".

La joven periodista hizo una romería, apoyada por unas monjas de los Sagrados Corazones, a la tumba de Hermasía Paget. No consiguió de que se le hiciera un mausoleo en su honor. Ni tampoco un monumento en una plaza pública. Menos que el colegio y la avenida, que tenía el nombre de República de Chile, cambiaran su denominación por el de la religiosa francesa, pero si que se reconociera su labor heroica, en los textos escolares de Historia del Perú.

Otros de sus logros fue que la plaza donde se encuentra el monumento del Almirante Petit Thouars recibiendo el ramillete de gratitud de la Madre Lima fuera abierto al público, permanentemente, además de homenajear la memoria del Salvador de la Ciudad de los Reyes visitando el parque histórico todos los Dieciocho de Enero.

En una visita cultural ciertos alumnos miraron tras las rejas:

_"Uy, profe, a Don Petit y a su hembrita, la reinita, los tienen en cana. Ya pasó de moda regalarles florcitas a las costillas. Ahora quieren algo más caro. Con razón el Almirante era judío".

_Toma atención. Es ella quien le está obsequiando a él.

Impacientemente el elegante Capitán Profesor Miguel Ángel Díaz Christopperson esperaba a su amada,y colega, en la estación de ferrocarril en Arica,Chile. De ahí partirían a Tacna para casarse religiosamente, y en alta mar. La ceremonia se realizaría en el buque que él capitaneaba:"El Jhon Williams Moore".

La estaba esperando con su uniforme de marino, como a ella le gustaba verlo, pero ahora era el de gala. El mismo con el que se iba a casar. Ella también llegaría con su vestido de novia. Así lo habían acordado. El viaje en tren de Arica a Tacna sería una antesala de luna de miel. El verdadero paseo nupcial se daría en el regreso de Tacna a Lima , pero navegando en el Moore.

Escogieron una mañana invernal para consumar el himeneo, que tanto tiempo anhelaron cuando estuvieron separados.

El marino constantemente miraba su reloj y preguntaba a las personas de la estación, sino habían visto a una señorita vestida de novia.

Súbitamente cruzó el umbral de la elevada puerta metálica de la estación, una hermosa jovensita vestida de novia. Era la profesora Ángela Patricia Tivelli Valencia. Los niños se separaron de sus padres corriendo hacia ella."¡La novia!, ¡La novia!, ¡Ahí está la novia!, ¡Mira que bonita es la novia, papá!", expresaban su afectividad las inocentes criaturas.

_No le toquen el vestido. No le toquen el vestido porque se lo van a ensuciar_precavía una madre a uno de sus hijos.

Ella tocando las cabezitas de los niños inclinó su rostro, mirando a su novio, tratando de decir:"Mira son niños. Así son los niños. Te amo y vamos a tener muchos como ellos".

Ángela Patricia caminó rápidamente hacia Miguel Ángel, lo abrazó y lo besó tiernamente. Parecía el beso de una gacela enamorada.

_Cuanto tiempo mi amor sin verte. Tenía el temor de nunca más volverte a ver_le decía Miguel Ángel, mirándole los ojos y los bustos, buscando un amor más tangible del que estaba sintiendo en ese momento.

_Yo siempre te vi cuando respondías a las cartas que te escribía_románticamente parafraseó Ángela Patricia.

_¡Que vivan los novios!, ¡Que vivan los novios!_animaban sus futuros compañeros de viaje."Gracias, gracias, gracias".Agradecían ambos cortésmente.

_¡Beso! ¡Beso! ¡Beso!_solicitaban los mozalbetes que merodeaban por ahí.

_¿Otra vez?_se admiraba ella con delicadeza femenina.

_¡Si! ¡Otra! ¡Otra vez!_respondía la muchachada, confianzudamente.

Se volvieron a besar. Un "U u u u u u u u" se escuchó. No sólo era el "U" de los muchachos, sino el generador de sonidos que avisaba la partida del tren a Tacna. Ella envolvió la cola de su vestido, como un ramillete nupcial, y tomándolo con la otra mano a su futuro consorte, se encaminó al vagón que le correspondía. Entorno al empleado ferroviario se aglutinaron los pasajeros mostrándoles sus boletos. Sin embargo, una pareja de esposos, muy amablemente, le cedieron el paso.

_Primero los novios, después los casados y los solteros.

El grupo se rió de la jocosidad de los dos señores e inmediatamente, cediéndoles también el paso, repitieron "Sí. Primero los novios. Primero los novios".

El empleado ferroviario muy caballerosamente ayudó a Ángela Patricia a subir en el vagón, siendo respaldada desde la cintura por Miguel Ángel. Todo el interior del vagón estaba aterciopelado de un color rojo con aplicaciones de adornos dorados.

_El blanco de sus trajes y el rojo vagonero, conforman los colores de su bandera.

_Caramba, muchas gracias por la gentileza patriótica.

Diplomáticamente agradeció Miguel Ángel.

Otro empleado, que estaba uniformado de azul, agarrándose la solapa de su saco miró con desagrado la cortesía de su colega, y agregó:

_Y con el azul la bandera nacional. No se olvide que estamos en nuestra patria.

Iniciando el viaje vaporino tomaron el once, que es una especie de segundo desayuno en el país del sur. Charlaron entre los sorbos de café y la sobremesa.

_¿Lograste algo positivo con tus reclamos históricos?_preguntó Miguel Ángel.

_No logré casi nada. Lo poco o lo mucho que conseguí fue evitar que se destruyeran las tumbas de los desconocidos Héroes de la Guerra con Chile. También el asentar el nombre de Hermasía Paget en los textos escolares, y lo que más satisfacción me dio fue la renovación cultural de la Biblioteca nacional_respondió ella con pena, seriedad y un pequeño entusiasmo.

_¿Y por qué crees que lograste muy poco?

_Porque el Perú es un país muy conformista, y porque tantos intelectuales, como autoridades diversas del país, pensaban que yo era muy idealista o muy lírica. Más claro, muy soñadora o desadaptada de la realidad en cuanto mis reclamos.

_¿Desadaptada, por qué?_irrumpió con la repregunta Miguel Ángel, alternando su mirada entre ella y el paisaje costeño que pasaba por la ventana, similar a una serie de película sonorizada por la locomotora. Se sentía molesto y dubitativo.

_Desadaptada, porque pensaban que lo que yo reclamaba no iba con la realidad conflictiva que se vive con Chile en la actualidad.Su punto de vista de ellos era que yo debería intervenir más en el problema de la política territorial. Lo del asunto limítrofe. De la división del mar. O si Tacna y Arica deben ser del Perú o de Chile, o de las muchas empresas rotas en nuestro país, antes de pensar en libritos, leoncitos de mármol, barquitos, relojitos y pisquitos.

_¿Y tú crees que tienen la razón?_inquirió Miguel Ángel.

_Parcialmente, sí. En ese momento supe defenderme y defender mi causa, pero en estos días he estado reflexionando y creo que en algo, o quien sabe en mucho, tengan la razón. Los idealistas no tienen lugar en este mundo, pero bueno…………..

_¿No se te ocurrió hablarles de lo que vivimos en el O´Higgins?_abrió los ojos el Capitán Profesor.

_Hablé algo. Me pronuncié con respecto a la quema de libros de la biblioteca escolar. Pero más no quise hablar, porque para serte sincera , tenía miedo

Ángela Patricia se puso cabizbaja.

_¿Miedo a una amenaza?

_Sí. Miedo a una amenaza. A mí y a ti también. Tú sabes que mientras no se defina el asunto del mar y de la frontera, el gobierno puede ponerse en tu contra, con tal de evitarse un conflicto con Chile.

_Tienes razón, se puede dar ese caso_se quedó taciturno el novio."Mira, acá tienes una prueba de por qué tengo miedo".Ella le sacó un papelito del banité que tenía ."Mira lo que dice: No te metas con nosotros".

_Ese nosotros me huele a Chile_Miguel Ángel se apretó la punta de la nariz.

_Chs s s s st_ Habla más bajo. También puede ser el Perú.

_¿Te enteraste de la muerte y torturas de los alumnos?_ preguntó Miguel Ángel.

_Claro. Quién no lo sabe. Si salió en los diarios y noticieros. Tú me contaste algo de eso por teléfono_bajaron mucho más el tono de su voz.

_Ya no hay que hablar de esas cosas. Aquí es peligroso_ recomendó la novia.

_¿Por qué no me hablas de cosas más bonitas?_ propuso ella.

_¿Cómo cuales?

_Como tu paseo por los museos con los alumnos.

_Sí, pero no te olvides que cuando los muchachos regresaron al colegio, de los museos de Lima, tenían los ánimos encendidos y por eso tomaron el O´Higgins. Imagínate lo que hubieran hecho en el O´Higgins si hubieran visto las películas

y el teatro.

_Chs s s s st. No menciones ese nombre. _ se lo dijo en el momento que pasaban dos pasajeros, acompañados por el empleado, el cual miró a los novios.

_Volvamos a cambiar la conversación. A ver háblame del festival del teatro y la pantalla, sobre la guerra…………..que tú ya sabes_ trastocó la charla Ángela Patricia.

_Bueno, fue muy bonito ver las escenas históricas por diferentes medios como el teatro, la televisión, el cine, la radionovela, la zarzuela y la ópera.

_¿Y cuál de esos medios o estilos de comunicación te gustó más? A mi me hubiera gustado ver la guerra en ballet.

_Ah……el teatro. Lo sentí algo más directo. Más vivo.

_¿Y de los hechos históricos o personajes que protagonizaron?

_Indudablemente que el de Huamachuco, donde sale Leoncio Prado.

_Ah…..ya sé…..porqué lo dices. Porque tu primo el tenor es el que protagoniza a Leoncio Prado.

_Ja ja ja ja_Se ríe Miguel Ángel_.No es por eso. Además yo te he dicho el teatro, no la ópera. Y aprovecho para decirte que más me gusta el teatro que la ópera. Esa ópera de "Sangre y café", yo de director, la hubiera presentado en el teatro.

_¡Mira ve! Hablas como si fueras un actor……_observó ella conteniéndose la risa.

_Quien sabe. Tal vez hubiera sido actor, o tú una linda bailarina de ballet, y no un marino aburrido.Un marinero sobacañón.

_No hables así. No seas ingrato. A mí siempre me gustó verte como un marino inglés. Ya me veo como bailarina de ballet.

_Y a mí me gusta verte como una italiana de película europea_le acercó el rostro, dándole un beso en la boca.

_Dirás una novia italiana de teatro nacional. Ja ja ja ja ja_rieron.

_Tengo una idea_ella, animadamente , alzó el índice_.Por qué no cambiamos el libreto y hablamos de la obra:"Ángel y Ángela".

_Claro, muy buena idea_aplaudió, entusiasmadamente, el marino.

_ Esa si es una obra donde tú y yo, hemos logrado algo_ ella le acercó la cara.

_ Algo no. Mucho se ha logrado_. La estimuló a Angela Patricia.

Ella bajando la persiana del vagón, parodió:_ Entonces bajamos el telon y empezamos otra escena.

_Ja ja ja ja ja_se ríen.

_A ver vamos a recordar cuando recién nos conocimos en el colegio.

_Ch s s st_ no dejó ella que se mencionase el nombre del colegio.

_Ya lo sé_Dijo él_.No lo iba hacer.

_Empieza tú desde el momento que me buscaste la conversación. No te olvides de subir el telón.

_Está bien. Ahí voy. Las palabras no serán las mismas, pero por ese sentido van_.Aclaró él, antes de la supuesta manifestación histriónica.

_Disculpe señorita: ¿A quién busca usted?_ella contestó risueñamente:

_Busco al director del colegio.

_En este momento no se encuentra el director, pero no tarda en llegar.

_Entonces, ¿ lo puedo esperar?

_Claro que sí, señorita. La acompaño a la dirección para que lo espere. Ahí se encuentra su secretaria………_Miguel Ángel ya no supo que decir. Se alzó de hombros."Bien. Salió bien". Decía él ante las risotadas de ella. Segundos después, Ángela Patricia adelantó el libreto.

_Por qué mejor no representamos la escena cuando tú te me declaraste.

_Sí, muy buena idea. Okey. Ahí me lanzo_él se puso la mano en el mentón.

_Bien, Ángela, creo que tú ya te has dado cuenta de lo que quiero hablar contigo.

_Sí, algo. Un poquito. No del todo.

_Ese poquito sabes que es amor y será bastante, si tú permites que lo manifieste en tú corazón.

_¿Quién tendrá el corazón más grande para engrandecer ese amor?_ formuló sentimentalmente ella.

_Eso lo vamos a descubrir cuando lo experimentemos_y después de la acotación de él, Ángela Patricia se preocupó por saber que dijo o que pasó luego.

_Ya no me acuerdo exactamente lo que dijiste tú al respecto, pero sí lo que pasó. Es algo que se sobreentiende.

_¿Qué se sobreentiende?_picarescamente intuyó ella.

_Esto_la besó él.

En los intervalos de los besos, él recordó las cartas de amor de ella. Su poesía romántica, su pasión felina, los brindis con pisco sour y la providencia divina acompañando a su relación idílica. Mientras los novios se encariñaban cada vez más, un hombre de lentes de gran aumento y de sombrero alón, que le cubría hasta la mitad de la frente, los observaba solapada y detenidamente. Al poco instante se ocultó el cuello levantando las solapas de su saco.

De un momento a otro todo se volvió negro. Ángela Patricia se asustó.

_¿Qué pasa?_ él la calmó._Nada mi amor. Estamos pasando por un túnel.

_¿Tan oscuros son los túneles?_ella volvió a sorprenderse.

_Sí, así son. No tiembles.¿Tanto miedo tienes a la oscuridad?

Cuando regresó la luz del día, ella descansaba su cabeza sobre el pecho de él.

_¿No ves?Ya salimos del túnel_la animó Miguel Ángel, no dándose cuenta que ella tenía un parche en la boca y un estilete en la espalda, que muy poco le había ensangrentado el vestido de novia. Miguel Ángel continuaba abrazándola, dándole aliento. Aún no reparaba que Ángela Patricia estaba ingresando por el túnel de la muerte para ver la luz eterna. La comedia se había convertido

en tragedia. El movimiento del tren volteó hacia atrás la cabeza de Ángela Patricia. Él pensó que el parche en la boca era una bufonada teatral de ella. Por segundos sonrió, pero al percibir el espíritu de la muerte en su cara, le arrancó toscamente el parche. Ángela Patricia agonizando lo invitó a compartir su destino:"Ven conmigo para amarnos en la eternidad".

_Tienes que hacerme ese favor ,pues, compadre, para eso somos amigos_ le supliqué a mi colega, capitán igual que yo, que era el doctor de la enfermería de la base naval de Tacna. Es decir un profesional asimilado.

_No, eso no se puede Miguel Ángel.Ya mucho me he arriesgado con traerla en mi carro desde la estación del tren_asustadamente se negó mi amigo. Me sequé las lágrimas y cambié el tono de mi voz.

_Pero para eso están los amigos, para hacerse favores_ intenté convencerlo.

_Ya te hice el gran favor de traerte el cadáver_señaló,con su dedo pulgar, el cuerpo inerte de Ángela Patricia, que se encontraba en la camilla. Parecía una novia que esperaba, en su lecho nupcial, a su novio para que le hiciera el amor de luna de miel.

_¿Solamente un favor hacen los amigos?_ con esa pregunta lo dejé pensativo. Medio minuto después me contestó.

_Mira, tú me hiciste un favor en buscarme la vara para que mi hijo ingresara a la FAP. Bueno, ahora ya te devolví el favor. Hasta para declarar en la policía voy a tener problemas, y la base también.

Entonces no pude más y le saqué en cara el valor de mi silencio que él había olvidado.

_No es un favor que yo haya callado con respecto a tu romance con la esposa del contralmirante, a la cual hiciste abortar.

_Chs s s s s st_cierra la boca. Está bien. Tú ganas. Haré el parte médico que declarará que tu novia murió de un paro cardiaco en la enfermería, como producto de una descomposición arterial que tuvo en el viaje.

No sé quien me prodigó la idea o la fuerza mental, respectiva, para que en ese aciago momento del asesinato de Ángela Patricia, yo calmara mi afectividad y decidiera friamente no comunicar la desgracia a nadie del tren. O al menos a los más indicados: El empleado y el conductor. Ni me interesó buscar al asesino. En milési-

mos de segundos, ya había pensado en vengarme de el mayor de los criminales: El Presidente Dictador de la República Vecina.

Lo primero que se me vino a la cabeza fue tirarme, con mi novia muerta, por la ventana del vagón, pero avisté de que ya estábamos llegando a la estación de Tacna. Me podía ver alguien de los alrededores. Decidí entonces crear el cuento de que ella se había desmayado, porque sufría de la presión baja y que los viajes le caían mal. Le daban nauseas y mareos. Así se lo manifesté al empleado boletero, cuando ya se habían ido todos los pasajeros del vagón.

_Lo ayudo_me ofreció su colaboración para bajar a Ángela Patricia.

_No, no, gracias. No es necesario. Yo puedo bajarla solo. Disculpe: ¿Puede esperarme un momento?. No tarda en llegar el auto de un oficial marino, que es doctor en la enferemería de la base_muy amablemente, y algo preocupado, accedió.

_No se preocupe, tómese todo el tiempo que quiera. No querrá más bien que le traiga algo. Una pastilla, agua, no sé……. .

_No. Muchas gracias. Yo ya le he dado su pastilla. Ya no tarda en recuperarse.Otras veces le ha pasado lo mismo. El doctor dice que ella adolece de desmayos prolongados. Un favorcito. No comente nada con nadie. Por favor_ y después de suplicarle decorosamente, le di un billete de veinte dólares.

_No se preocupe. No diré nada. Yo sé que la gente es muy escandalosa y pueden hablar cosas que no son. Si me necesita, yo estoy aquí no más al frente. En la oficina de la estación. Con permiso. Una vez más, muchas gracias. Hasta luego.

Yo la tenía abrazándola y con su cabeza en mi pecho. La ventaja de mi secreto era que el estilete no había provocado casi nada de sangre. Apenas el vestido tenía unas gotitas rojas, esparcidas alrrededor de la empuñadura. Mi temor era de que si sacaba el estilete, se iba a provocar una hemorragia. Aglutinando el tocado del velo, cubrí la empuñadura que medía como unos siete centímetros. Luego me dí cuenta de que tampoco la nariz y la boca sangraban.

Después de algo más de una hora que había llamado por el celular a mi amigo el doctor, llegó en su carro particular. No era conveniente una ambulancia. Todo ese tiempo rogué que no apareciera la policía o algún funcionario del estado. Inmediatamente la cargué a Ángela Patricia. Su contextura delgada aligeraba el peso. Mi amigo me ayudó a bajarla del tren, pero yo insistí en llevarla solo hasta su auto que se encontraba a pocos metros. Había muy poca gente. Posiblemente porque era la hora del refrigerio. Un niño que pasó acompañado por otro, al ver la escena, señaló:"¡Mira, ahí está una novia muerta!"

Traté de engañarlo,"Chs s s s s st. Cállate niño. Ella está dormida. La vas a despertar". Mi amigo me miró con temor. El otro niño se puso el dedito en la boca, en signo de guardar silencio. Dos personas nos miraron desde la oficina de la estación. Con ella en mis brazos entré al carro por la puerta de atrás. Cerré la puerta con seguro. Puse su cabeza en mis piernas y extendí el cuerpo por el asiento, doblando sus extremidades inferiores. La postura me pareció muy femenina. Mi amigo, antes de abrir el contacto del auto, se volteó y puso su mano en la yugular de Ángela Patricia.

_Tú no me había dicho que estaba muerta.

_Eso lo vamos a conversar en el camino. Por favor, salgamos inmediatamente de acá.

En la esquina de la estación estaba parado un policía. Nos miró. Le hicimos una venia de saludo. Mi amigo, observando por el espejo retrovisor, movió la cabeza en signo de reprobación.

_Vuelvo a preguntarte:¿Por qué no me dijiste que estaba muerta? Debí adivinarlo cuando no quisiste que venga con la ambulancia.

_Porque no quiero problemas con la justicia chilena, ni algarabías periodísticas.

_Desde ya me estás metiendo en problemas con la justicia. Imagínate si el tombo hubiera parado el carro.

_Bueno, pero no lo hizo. No pasó nada.

_Y si en el camino aparece otro. Sabes que aquí hacen problemas en el tránsito por cualquier cosa.

_Ya hombre. No seas tan pesimista.

_Pesimista no, sino realista. Si nos encuentran con el cadáver no sólo nosotros tendremos el problema, sino también la base naval. Y de paso Perú con Chile. A propósito, ¿de qué ha muerto ella?

_Alguien la asesinó de una puñalada en el vagón del tren, en el momento que se oscureció el interior al pasar por un túnel.

_¿Y tú no te pudiste dar cuenta, quién la mató?, ¿ No sentiste nada?

_Aunque no me lo creas: No. Ella no pudo gritar. Le pusieron un parche en la boca. Solamente tembló su cuerpo. Yo creía que era un escalofrío de miedo por la oscuridad. Cuando salimos del túnel ella estaba agonizando. Tenía un estilete en la espalda.

Me puse a llorar como un niño y besé a mi novia muerta. Él trató de consolarme, pero no apartó sus dudas_ Ya cálmate Miguel Ángel. Ya que puedes hacer.

Diculpa……aparte de todo esto. Nada,nada………nada te has dado cuenta de quién la ha matado. ¿Quién se le acercó? ¿No viste ni una sombra o un bulto? ¿No gritó ella?

_Nada. Así como te lo digo: Nada. Había un hombre sospechoso, pero ya no estaba. Recién me estoy acordando de él. Cuando le saqué el parche, sus últimas palabras fueron:"Ven conmigo para amarnos en la eternidad"_repetí esas palabras inolvidables, visualizando el rostro mortecino de Ángela Patricia, dándome la idea de que me lo estaba diciendo mentalmente. Me sentí un cobarde por no haberme matado en ese momento para irme con ella a la eternidad.

_Mira compadre, nadie te va a creer ese cuento. Yo creo que tenías una trampa y por eso le has dado vuelta a tu hembrita.

Casi le doy un puñete por el desparpajo burlesco que emitió. Le grité :

_¡Oye estúpido debería romperte la cara por la burrada que dices!

_Conmigo no te aleones, compadre, porque sino ahorita hago la denuncia policial.

A propósito, ¿qué es lo que temes de la policía?

_Eso es asunto mío.

Continuamos discutiendo en el auto. Llegamos a la base. Los invitados a la boda, que en su mayoría eran familiares de ella, nos esperaban en el salón de recepciones. Mi amigo el doctor ordenó a las asistentas abandonar la sala de enfermería. Después de una cáustica discusión, él cedió al parte médico del infarto, por las presiones de mi indirecta amenaza. Le sacó el estilete a Ángela Patricia. Sangró muy poco. Pusimos una gasa sobre el lugar manchado

del vestido. Dio la orden para que las enfermeras regresaran a la sala médica.

Luego nos dirigimos al salón de recepciones, "¿Y la novia?" _preguntaron todos."El doctor les vá a informar".Cuidadosamente les respondía a los familiares y demás invitados. No se había terminado de leer el parte médico y ya se escuchaban los tradicio-

nales llantos y alaridos que provoca la muerte. Me disculpé ante todos y les manifesté que me sentía muy incómodo para detallar los pormenores del deceso. "Aquí mismo será el velatorio. Terminantemente los orienté sobre los funerales. Con algunos familiares de ella hicimos los trámites de defunción. Nos cuidamos mucho de la publicidad periodística. Con su vestido de novia la velamos en la base naval de Tacna y luego en mi buque:"El Moore". El mismo sacerdote que nos esperaba en la nave para casarnos le dio el responso.

En el Moore la llevamos a Lima para cumplir su deseo:"Ser enterrada de pie como el Poeta José Santos Chocano", a quien ella tanto admiraba, y al lado de la tumba de Hermasía Paget: La mujer que salvó y amó "La Ciudad de los Reyes" como si fuese "La Ciudad Luz".

Viajé a Santiago con el propósito de matar al Presidente Dictador. Tenía que vengarme de todos los crímenes e injusticias que cometió con los seres que yo más quise en mi vida. Especialmente por Ángela Patricia.

Me vengaría contra su prepotencia autoritaria que dirigió hacia compatriotas y extranjeros. Inició una política represiva, en la historia de mi vida, desde que yo era profesor en el Bernardo O´Higgins. En ese colegio todos fuimos obligados a surenearnos, no importando el parecer de cada uno de nosotros. Al final, la plana administrativa y docente fue despedida para ser reemplazada por aquellos maestros foráneos. El nuevo instructor, en la preparatoria castrense, maltrataba a mis alumnos compatriotas. Sus connacionales estaban privilegiados.

Fue una máxima expresión de maldad , dar la orden a unos alumnos para que estuvieran facultados de disparar a sus condiscípulos rebeldes. Se valió de la ambición monetaria y de la indiferencia patriótica de Diego Rodriguez para sus bélicos propósitos. Pero como no lo pudo convertir en un traidor, lo torturó inhumanamente.. Desde el colegio ya lo tenía en su mira.

Lo de Franco Bardales no tiene nombre. Entrar a una discoteca a pedir documentos y asesinarlo en la oscuridad, porque intentó traer su pasaporte. Ese esbirro debió percatarse de la situación. Pudo disparar hacia abajo. A los pies. Seguramente ya tenía la consigna del Mandamás:"Matarlo". Pensó que era un comunista o un espía.

No fue suficiente el castigo aplicado a Alfonso López en la toma del colegio. Lo dejó casi mudo en la segunda tortura. La historia teatral de la Invasión a Lima soterradamente lo fustigaba.

Tampoco permitió que la democracia musical de Los Liberados satirizara su amordazante régimen. Cometió con ellos los peores suplicios que el salvajismo de la barbarie ha podido conocer.

Y todavía en el Museo de Armas exhiben, en una urna, su uniforme de gala como si fuera un santo.Que tal raza. Se pasaron de conchudos.

Hice todo lo posible para que no saliera a la luz la muerte de Ángela Patricia. Tuve la suerte de conseguirlo. Estoy agradecido, al respecto, del apoyo que me brindaron el contralmirante de la base del Callao, el ministro de marina y el director del Cementerio Presbítero Maestro. Si la prensa se enteraba del asunto, mi desquite podía ser develado. Mi corazón contenía odio. Era necesario descargarlo. De lo contrario explosionaría de cólera. Yo quería adelantarle la revancha a todos esos comunistas mapochos que querían matar al Presidente Dictador. A mí no me importaba que estuviera anciano, endeble y enfermo. Mi afán era quitarle la vida antes de que falleciera en el hospital militar. No tenía miedo de ser procesado por el magnicidio. En fin, pensaba:"Si me ejecutan, me hacen el favor de amarla en la eternidad". Así lo deseó ella.

Su ferocidad araucana cruzó la frontera al amenazar a Ángela Patricia. Mi amada solamente reclamaba lo que históricamente nos pertenecía: Los Libros, el Reloj robado, el Huáscar, la Autenticidad Bibliográfica, las Leonas y el Real Natalicio del Pisco Sour. Tal vez creyó que dentro de los excesivos reclamos, podía solicitarse la peruanización del O´Higgins. Lo que significaría la denuncia de una serie de irregularidades. Ella ya había empezado con la de la quema de los libros de la biblioteca escolar.

Con el asesinato de mi novia llegué al cúlmen de mi venganza. Sabía que detrás de todas las perversidades se encontraba la Mano Negra del Presidente Dictador.

En la víspera del Día Nacional de Chile, 18 de Setiembre, los chilenos celebraban sus fiestas patrias con más identidad nacional que los peruanos. La algarabía santiaguina exhalaba un aroma de patriotismo. Toda el gentío bailaba en las calles brindando con vino y pisco sour.

La gente te decía: "Salud por Chile", "Que viva Chile", "Salud por Chile". Me acuerdo que uno de ellos, más embriagado, me dijo:_ "Que viva Chile y muera su dictador".

_¡Salud, por el pronóstico!_aclamando el vaticinio, agilicé el paso. Tenía que llegar a tiempo al hospital militar. La venganza era mía y no de nadie.

Vestido de civil, conseguí en Arica un salvoconducto para ir a Santiago. En las fiestas patrias chilenas lo daban con mayor facilidad. Las constantes festividades patrióticas, que veía en mi recorrido, me atrasaban más mi propósito magnicida. Habían proscenios donde cantaban y bailaban grupos musicales, magos que botaban fuego por la boca, gente comiendo uvas, parrilladas en la vía pública, saltimbanquis y payasos, jóvenes y adultos, envueltos en la bandera, danzando y cantando. Se veían pasar carretas jaladas por caballos, al compás patriotero de los aurigas:"Viva Chile". Otros bailaban la cueca en la mitad de la pista. "Raja" fue la palabra que más se escuchó.

Entré a una pintoresca taberna. Tenía un estilo europeo. Necesitaba descansar, por sólo un momento, en algún lugar.

Me sirvieron, gratuitamente, vino. Un anciano y un joven se sentaron en la barra. Me hicieron la conversación.

_Hola, amigo. Felices fiestas……¿Cómo está usted?_me saludó el anciano.

_Felices fiestas, Señor. Que tal. Tanto gusto_le devolví la alegría, un poco desconfiado.

_¿Usted no es chileno, verdad?_me preguntó el jovensito, con el rostro amigable.

_¿Por qué lo dice? ¿No tengo el tipo de chileno?

_El tipo sí, pero el acento no. Su acento no es de acá.

_Mi acento……¿A qué país le suena?

_Yo no sé, pero mi padre que ha conocido muchos latinos si debe de saberlo.

El mancebo, sonriendo, miró a su papá. Éste se quitó de la boca la pipa de tabaco perfumado.

_Usted es peruano. Justo nos venimos a sentar junto a un peruano, en la víspera del día de Chile_carcajearon el padre y el hijo.

Les seguí un poco la risa y el festejo. Luego retirando diplomáticamente el rostro, quise conocer su grado de xenofobia"¿Hay algún problema con ser peruano?"

_Eh….eh…veanlo eh_ me señaló burlonamente el muchacho, mirándolo a su padre, el cual dándome una cordial palmada en la espalda, me manifestó su confianza chauvinista." A Chile lo queremos mucho, pero no por eso vamos a odiar al Perú. A mí no me importan los pleitos políticos o los resentimientos históricos. Lo que me importa es hacerme amigo de la gente buena. Eso siempre le he enseñado a mi hijo. A mucha gente buena conocí, como mala también, en el Perú, Argentina, Brasil, México y cuanto país latino que visité. Debo de reconocer que en mi país hay chilenos que no le caen bien los peruanos. Así mismo hay peruanos a quienes nosotros no le caemos bien. Pero ésos son por lo general los politiqueros o los que toman muy a pecho sus clases de historia en el colegio".No lo dejé terminar e intempestivamente quise saber al respecto.

_Hábleme sobre esas clases de historia. ¿Qué se les enseña en el colegio?

_Curioso ¿ no?……..el amigo peruano_sonrió el hijo. El an-

anciano se quitó la gorra.

_ Bien. Si……si le voy a decir. Acá se nos enseña que los peruanos se entrometieron en una guerra que era con Bolivia y no con ellos. Además que no fueron agradecidos con el ejército chileno de O´Higgins que apoyó a San Martín para su Independencia. Ah……ah……y que Grau atacó las costas indefensas de Antofagasta, pero con lo de los náufragos, Grau cayó muy bien en mi país.

Al escuchar todo lo que me decía, me acordé de las protestas de Angela Patricia, que exigía revisar la bibliografía chilena con respecto a la guerra. Volvía a cortarlo al longevo." Está bien, pero que diríamos nosotros de la ambición de ustedes de quitarnos el guano y el salitre.¿Y lo que hicieron en Lima?"_ al escuchar el nombre de la capital, el anciano movió la cabeza con resignación y continuó su desquite.

_De todo lo que hicimos en Lima le doy la razón. Pero no se olvide que cuando los soldados chilenos violaron mujeres en el norte de su país, ya la habían violado los mismos soldados peruanos_ me sentí avergonzado con lo relatado.

_Puede ser que sea cierto. Reconozco que el soldado es único en todo el mundo. Nosotros hubiéramos hecho lo mismo aquí en Santiago. Quiero aprovechar el tema para decirle que San Martín no sólo vino con su gente, sino también con argentinos.

_El padre y el hijo volvieron a carcajear, repitiendo las mismas palabras

_Respondón el peruano. Respondón el peruano_el bartender que conversaba con otros taberneros se reía también, moviendo la cabeza.

_Amigo, vamos a conversar otra cosa. No se moleste pues… pues……es…..es. Son cosas del pasado.

_No me estoy molestando. Solamente le estoy aclarando la verdad_amigablemente condescendí con el patriarca.

_Usted sabe que la verdad cada cual la cuenta como quiere. Además ya no la cuentan como en la época de mi padre_ intervino el muchacho.

_¿Y cómo la cuentan?

_Depende de los profesores, los politiqueros o los más nacionalistas, que exageran la situación a favor nuestro. Hay que ver a quien creerle_el joven se vio limitado ante la propuesta del anciano de variar la temática."Hablemos de otra cosa. Hoy es la Víspera de Chile y hay que estar alegre, porque tanto Chile y el

Perú se independizaron de un enemigo común".

_Sí. Tiene toda la razón. Mi bisabuelo era chileno. Mi papá tuvo un gran amigo chileno. A mi hermano le decían chileno. ¡Salud por Chile!

_Ah…ah….tenía su secreto.¡Salud compatriota! ¡Salud con vino y más tarde con pisco sour chileno!_brindó picarescamente el anciano.

_¿Pero el pisco sour es peruano?

Pregunté en voz baja, pero el escándalo de sus risotadas, transfiguraron la escena silenciosa. "Otra vez se picó el amigo. Ya volvemos con lo mismo. Ustedes a eso le llaman picarse. A ver yo inicio el cambio de tema",dio la iniciativa el joven."Mi padre se llama Jorge Augusto Anibal y yo me llamo Walter Gino. Nosotros somos trabajadores viñeros. Por eso nos gusta el vino", ambos se abrazaron riendo con frenesí."¿Cuál es tu nombre?", "¿a qué te dedicas?". Casi le revelo mi identidad, pero vi conveniente no hacerlo."Mi nombre es Nelson Nataniel y soy marino mercante".El anciano volvió con la jocosidad."Ah…..marino, entonces ahora te vamos ahogar en vino o mejor en pisco sour".Rieron. El muchacho pronunció la tradicional frase sobre los marinos:"Cuídado que los marinos tienen un amor en cada puerto."Y con esa frase pasamos a conversar sobre las mujeres peruanas y chilenas. A compararlas quienes erán más bonitas, más sensuales y más románticas.

Entre vino y vino, estuve más de dos horas en esta amena conversación. La taberna no tenía pisco sour. Añoraba el del Maury, el del Morris, el del Bolivar, o el del Haití. Tuve que retirarme porque ya me sentía algo embriagado y temía que si seguía en ese lugar no iba a poder cumplir mi facineroso objetivo.

Al salir de la taberna me dí cuenta que eran las cuatro de la tarde. Esquivando los cuerpos alterados de los patriotas celebrantes, llegué a una avenida principal. Desde ahí se divisaba el hospital militar donde se encontraba ese maldito que yo debería asesinar. Metí la mano, por la solapa de mi saco, para tocar la pistola. El arma me daba la seguridad de sentirme invulnerable ante la peligrosa aventura que iba a experimentar. Sonó el celular. Era mi amigo el arqueólogo que me llamaba desde Lima.

_Aló. Diga: ¿Con quién hablo?

_Hola, Miguel Ángel. Soy yo. Rigoberto. Tengo dos noticias que darte.

_Hola, Rigoberto. Que tal. A ver cuales son esas dos noticias.

_Una es buena y otra es mala, Miguel Ángel.

_Empieza con la mala, para que después me alegre con la buena. No , mejor al revés, así la mala la recibo con la alegría de la buena.

_Ja ja ja ja. Bien. La buena es que aquí en Lima, en los arenales de San Juan, límite con Chorrillos, he encontrado un esqueleto uniformado de un soldado chileno de la época de la Batalla de San Juan y Miraflores.

_¡Caramba!, ¡Buena! No puede ser………..algo que yo toda la vida soñé con encontrar, ahora tú lo has hecho realidad.

_Sí. Por eso te llamé. Es más, quiero que colabores conmigo en la investigación histórica que quiero hacer con el fósil.

_Gracias, gracias, gracias, Rigoberto. No te pregunto más al respecto, porque sino me olvido de la mala noticia. Ya habrá mucho tiempo para tratar el asunto.

_Claro que sí, Miguel Ángel. Ahora toma con fuerza la mala noticia. Tu padrino.Tu segundo padre. El señor Gilberto Rosales ha fallecido. Comprende, ya estaba bastante ancianito.

Me despedí de Rigoberto y me puse a llorar como un niño huérfano. El señor Gilberto Rosales hizo las veces de mi padre. Siempre me protegió en lo moral y en lo profesional. Poco a poco se fue ancianizando más, hasta que llegó a un estado semiinconsciente, provocado por su coma diabético. Su hija, que vivía con su familia en la casa de él, aprovechó su situación patológica para mandarlo a un hospicio. Ella se quedó con el dormitorio del Señor Gilberto, que tenía vista a la calle. Siempre ambicionó esa alcoba. Las dos veces que fui a ver a mi padrino al albergue, sollozaba porque quería regresar a su casa. Mi segundo padre murió al mes y medio que lo desaforaron de su hogar.

Todo mi ímpetu de venganza se fue a los suelos. Caminé dos cuadras hacia el hospital militar, buscando la contrapartida a la desilusión que estaba viviendo. Al pararme en una esquina, percibí un quiosco de periódicos. Las noticias fotográficas se confundían entre la festividad patriótica y la agonía del viejo dictador. Lo vi

anciano y endeble. Con tubos por la nariz y por la boca. Parecía un anfibio que se le había acabado el oxígeno y daba sus últimos alientos de vida. No le vi cara de anciano perverso, algo notorio en sus primeros años de dictadura. Tenía una expresión de honda tristeza. De arrepentimiento. De que estaba perdiendo su contacto con este mundo. Pensé:"Quién era yo para quitarle la vida". Así como yo, cuantas personas querían vengarse de él. Asocié su rostro con el del señor Gilberto Rosales. Eran muy similares en sus estados de postración enfermiza. Me los imaginé como hermanos de la ancianidad. Y yo iba a matar a un compañero de su generación. Mi coraje de militar se desmoronaba cada vez más. Intenté varias veces recobrar la fuerza del desquite, pero no pude. La debilidad resquebrajó la fortaleza de mi alma. No resistí ver más al moribundo patriarca engalonado. Le di la espalda al hospital militar. No me sentía arrepentido de lo decidido. No me sentía con el derecho de quitarle su privilegio a la muerte.

Nunca me pude explicar, de como el simple rostro de un anciano agónico había hecho desaparecer en pedazos los recuerdos que tenía de sus masacres inhumanas. Me daba la idea de que el señor Gilberto se hubiera puesto de acuerdo con el Presidente Dictador. Imaginaba que el alma del esqueleto encontrado salvó la vida del viejo gobernante. Ahí lo dejé rodeado con su carrusel de soldados, tanquetas y helicópteros.

Busqué una iglesia. Me refugié espiritualmente. Mi alma se fragmentaba por la contradicción de mis ideas. Sólo Dios y mi Beata podían sacarme de este infierno. Ingresé a un antiguo templo de Santiago. Habían muy pocas personas.Tal vez porque no se oficiaba la misa o porque la mayoría de los creyentes se divertían en la fiesta nacional. Caminé por la parte central del santuario. Al fondo descubrí la imagen de mi Beata Chilena, que yo veneraba. Le pedí que intercediera ante Dios por mi alma, que en ese momento se encontraba dividida y desconsolada.También le pedí por la salvación de las almas del señor Gilberto Rosales, de Ángela Patricia,

de Franco Bardales, e invoqué a su protección por las vidas de Alfonso López, de Diego Rodriguez y de Los Liberados. Al empezar a rezar por las almas de los Héroes de la Guerra con Chile, incluyendo la del fósil encontrado por Rigoberto, el sacristán de la iglesia me interrumpió:

_Perdón. Disculpe, señor. El templo ya va a cerrar.

_¿Hay un sacerdote para confesarse?_quise liberarme con la reconciliación.

_Venga mañana. A partir de las ocho de la mañana. Antes de la misa por la patria. En este momento los padres están ocupados.

Al salir de la iglesia, ya era de noche. Tenía hambre. Mi obsesión hizo que me olvidara de almorzar. Ingresé a un restaurant y cené ovíparamente. Estaba cansado y con malestar en el cuerpo. Me dirigí a mi hostal. Sin darme cuenta, apenas me eché en la cama me quedé dormido.

En mi pesadilla los acorazados chilenos bombardeaban la base naval. Yo daba órdenes de defensa a los marineros. Entre los muertos que me rodeaban yacían los cadáveres de Franco, del señor Gilberto y de Ángela Patricia, vestida de novia, pero lo más sorprendente del sueño era que el Anciano Presidente y el fósil del soldado se encontraban de pie en la torre de control de la base.

_"No puede ser" ,repetía constantemente."¿Qué hacen ellos en la base?". La situación me dio tal pavor que desperté de la pesadilla. Unas luces de colores cruzaban por la ventana de mi habitación. Eran las bombardas que iluminaban el cielo. En un primer instante creí que la guerra se había desatado y que venían a rescatarme. Se sentía un bullicio en las calles y en todo el hospedaje. Recordé que eran las fiestas patrias. Salí. Bajé por las escaleras. La señorita de la recepción me sonrió y expresó sus congratulaciones con el acento cantado de los sureños:"Felices fiestas patrias". Si, claro. Felices fiestas patrias.

Estando en la calle caminé hacia uno de los principales parques de Santiago, donde se recibía el 18 de Setiembre, cantando el himno nacional y mirando la bandera tricolor. Eran las doce de la noche. A un lado se quemaba el castillo con luces explosivas de colores. Después del himno y las vivas por la patria, con sus respectivos abrazos, se escuchó una música por el amplificador y la gente comenzó a bailar. Luego saltaron, se abrazaron y formaron una ronda interminable que cada vez crecía más. De pronto sentí que me abrazaban. Tuve que integrarme a la ronda. Pero como los muchachos estaban borrachos me caí al suelo con ellos. Desaforadas carcajadas me animaron a levantarme.

Al ponerme de pie, vi que me miraba, desde el frente, una chilenita que estaba subida en la base de un poste. Mientras cruzaba la pista, ella hacía crecer su sonrisa. Estaba bien rica, como la fruta chilena. Cuando estuve frente a ella, bajó del pedestal. Mostrándome su carita chaposa, quiso saber mi nombre.

_Hola.¿Cómo te llamas?

_Yo………Nelson. ¿Y tú cómo te llamas?

_Bony.

_Bony. ¿Ése es tú nombre?

_Sí. Bony es mi nombre. Pero no soy la conejita por si acaso.Ja ja ja ja_se rió inocentemente. Era bajita, gordita y rosadita. Parecía un chocolatito blanco de Navidad.

_Bien. No te he saludado como se debe_ me acerqué para darle un beso en la mejilla. Ella me lo recibió con sus labios. Tenía un aliento de vino. Me miró intrigada y luego me invitó a pasear.

_Vamos a caminar o nos quedamos a mirar a estos locos_los muchachos continuaban alegrándose.

_Sí, está bien. Vamos a caminar. La noche es de día en estas fiestas patrias_ y cogiéndole la mano nos alejamos de la festividad cívica

_Sí. Así es todos los años. ¿Así es también en tu país?

_¿Y cómo sabes que yo soy de otro país?

_Por tu acento, pues. Cualquiera se daría cuenta que eres peruano.

_¿Tú has conocido a peruanos?

_Sí. Algunos. Cuando voy a Arica.

_¿Y Tacna no conoces?

_Sí, también. Casi todo chileno que conoce Arica, conoce Tacna también. Pero tú no pareces tacneño.

_No. ¿De dónde crees que soy?

_Bueno, supongo que eres de Lima. Algunos limeños parecidos a ti he visto en Tacna. Y a propósito, ¿a qué te dedicas?

_Soy.. ..marino…mercante. Y estoy de paseo por Santiago. ¿Y tú a qué te dedicas?

_Yo en este momento no estoy haciendo nada, pero pienso estudiar Sicología en el futuro.

_Sicología.¿Te agrada la Sicología?_pregunté con curiosidad.

_Sí. Ahora que te conozco, quiero estudiar sicología para conocerte mejor. Ja ja ja ja_Su risa era de una niña inocente. Semejante a la sonrisa de una muñequita.

_¿Qué edad tienes?_quise conocer su generación.

_¿Qué edad crees que tengo?

_No sé. Tendrás dieciséis o diecisiete años.

_Te faltó uno. Tengo dieciocho.¿Tú que edad tienes?

_Te vas asustar con la edad que te voy a decir. Tengo treintaicinco años.

_Bueno. No me asustas por la edad, sino por la cara de Drácula que tienes. Ja ja ja ja_Y abrazándome por la cintura me llevó a una plazoleta oscura y solitaria. Distantemente se escuchaba la algaravía patriótica. Apoyados en un árbol nos besamos largamente. Hacía mucho tiempo que no besaba a una jovensita. Resultaba im-

posible que todo me hubiera salido tan fácil. Sus caricias me daban alegría y paz de corazón, pero no me excitaba a lo igual que otras mujeres que había conocido. No me provocaba sexualmente, como la última: Ángela Patricia.

_Así que peruanito, ¿no?……_bromeó, tocándome el rostro con sus manos y mirándome los ojos y la boca.

_Sí. Peruanito. Chilenita, ¿no?….._le respondí en su tono de voz. Sonreímos. Observé que la punta de su nariz era roja, similar a una ciruela.

_Justo me vengo a enamorar de un peruano. Y ahora como están las cosas con tu país_ me habló con un cierto rintintín.

_¿Tú eres nacionalista, politiquera o comunista?_quise saber su opción política.

_Ninguna de las tres cosas mi amor. A mí me da igual. Con tal de que ustedes no bombardeen Santiago_reímos incansablemente. Mis labios fueron cerrados por sus besos, y abiertos al querer descubrir mis sentimientos.

_Dime:¿Tú me amas?, ¿Tú estás enamorado de mí?_me puso su cabeza en mi cuello.Sentí que su pensamiento regulaba lo que iba a pronunciar mis cuerdas vocales. No quise ser cruel con ella. La noté muy apasionada de mi persona. Además era una menor de edad como para desilusionarla.

_Sí, claro, yo te amo_y le volví a buscar la boca. Ella me hizo cosquillas, pronunciando un onomatopéyico:"Chiqui, chiqui, chiqui, chiqui, chiqui. Mentiroso. Te va a crecer la nariz como Pinocho".

_No mi amor. Si te amo. Tienes que confiar en mí.

_Entonces almirante Nelson. Si me amas . Mañana anda a mi casa a almorzar a la una para que hables con mi abuelo. Quiero que te me presentes como mi pololo y puedas salir conmigo como mi novio consentido. Perdón, mañana no. Hoy día.

_Pololo. Novio consentido_me admiré asustadizamente por las dos palabras que mencionó. Ella calmó mi inquietud.

_Ah…….olvidaba que tú eres peruviano. Mi pololo le llamamos acá a los enamorados. Yo soy tu polola. Es igual que decir que yo soy tu novia.

_Pero, mi amor. Disculpa por lo que te voy a decir: Pasado mañana regreso a mi país.

_Que vamos hacer marino. Anda de todas maneras a mi casa_sacó una tarjetita de su bolsillo, donde estaba su teléfono y la dirección_. Aunque sea para que seas mi pololo consentido por uno o dos días.

Al día siguiente almorzé en su casa. Pasamos una apacible y romántica tarde. Su abuelo me trató con cortesía. No me preguntó nada sobre el Perú. Ni aludió el problema actual, ni el tema de la guerra. En la noche nos fuimos al cine. Me despedí de ella con la promesa de escribirle, telefonearle o volverla a ver algún día. No estuve enamorado de ella, pero durante todo el 18 de Setiembre dejé de tener nostalgia por Ángela Patricia.

El esqueleto descansaba en una de las camillas del laboratorio arqueológico del Museo de Historia del Perú. Se le había encontrado uniformado y al lado del fusil Mauser que disparó en la Batalla de San Juan y Miraflores.

Mi amigo Rigoberto, que era arqueólogo de profesión, luego de observar como yo, minuciosamente el fusil; abrió el bolsillo de la chaqueta de la momia y sacó una libretilla, de pasta ploma, con cuatro hojas escritas. Estaban amarillentas por la antigüedad. Las letras eran de color de sepia.

_¿Entiendes lo que está escrito acá?_me preguntó.

_Voy a tratar de descifrarlo. La letra no la veo muy legible.

_Yo ya lo he descifrado, pero quiero que tú lo hagas, a ver si coincides conmigo. Aquí tienes una lupa.

_Creo que no es necesario. La letra es bien grande y veo que lo que se ha podido escribir en una página, el soldado lo ha escrito en cuatro hojas _le argumenté al pasar hojuela por hojuela.

_Yo diría en tres hojas y media. En la última página se ha dibujado un mapa. Me detuve a ver el mapa. Rigoberto violentamente ocultó el gráfico con la mano.

_Ya pues, historiador. No seas flojo. Empieza a leer lo escrito para que comprendas el mapa.

Cuando terminé de leer, exclamé:_ ¡Esta es una mentira, Rigoberto. Una perfecta mentira .No puede ser!

_¿Por qué no puede ser? _burlonamente cuestionó mi amigo.

_Porque acá en la libreta dice algo antihistórico, te lo voy a leer textualmente.

Lima 12 de enero de 1881.

Mi amor. El General Baquedano nos ordena atacar por el este, donde se encuentra un ejército peruano de defensa al mando de su ministro de guerra : el coronel Miguel Iglesias. Mientras en los otros cerros de más allá, está un segundo ejército peruano al mando del Coronel Justo Pastor Dávila. Y la playa que está a esta altura, es defendida de nuestra escuadra por un jefe llamado Andrés Avelino Cáceres. A la vuelta está mejor explicado. Mira el mapa. El día que ocupemos Lima te vuelvo a escribir mi amor. Besos y cariños para el bebe.

Te ama: J.C.

Al terminar de leer, guardé unos minutos de silencio.Estaba abstraído. Rigoberto me sacó del ensimismamiento.

_Bien. Te estoy esperando historiador.

_¿Dónde está lo antihistórico?

_En decir que en los cerros de Pamplona, que está por el este, se encontraba el Coronel Justo Pastor Dávila, mientras Cáceres estaba en los cerros de San Juan e Iglesias en la playa de Chorrillos. Y lo más garrafal del asunto es que dice que la playa es defendida por una escuadra. Los libros de la Historia del Perú dicen que los buques chilenos atacaron Chorrillos, pero en mayo de 1880, no en enero de 1881. En abril lo habían hecho en el Callao, donde el alférez peruano Carlos Bony…..

_¡Body!.Aún sigues pensando en la Rotita_ me corrigió Rigoberto, riendo. Continué mi perorata:"Hizo volar el buque chileno Loa, a los pocos días en Chancay. Hasta ahora está hundida. Deberíamos sacarla como trofeo de guerra, también. Todos piensan en el Titanic y no en la Covadonga Eso le faltó reclamar a Angela Patricia. Ah….perdón, me confundí. Estoy hablando de la Covadonga."

_Ya basta Miguel Ángel. Mucho floro, mucha letra has metido. No quiero toda una explicación de la guerra marítima. No te vayas por la tangente. Es como si te voy a contar la defensa de los peruanos en Comas, la resistencia en los Reductos de Surquillo y San Juan, el enfrentamiento en lancha, del hijo de José Gálvez, contra los chilenos, la mediación norteamericana o el grito de Montán. Ahora quiero que me escuches a mí. Vamos por partes. Escuadra no solamente es un conjunto de buques de guerra, sino también un ejército dirigido por un cabo. Puede ser que a eso se esté refiriendo el soldado. Claro, es sorprendente que un cabo ataque a todo un coronel. Hay que revisar la lexicología o semántica chilena de su historia militar. Tú me has dicho que en mayo de 1880 la escuadra marítima chilena atacó Chorrillos. Tal vez el soldado y su pelotón pensaban que iban a volver atacar en enero de 1881. Sobre eso hay mucho que hablar. No hay que precipitarse.

Por el lado de las ubicaciones geográficas, hay dos opciones: Una, puede ser que el servicio de inteligencia chileno, de ese entonces, haya errado o confundido los datos con respecto a los coroneles encargados de los diferentes puntos de defensa. Otra, también puede ser, que dentro de nuestra estrategia de esa época estaba en hacer creer a Baquedano que eran otros los coroneles encargados de determinados puntos de defensa.

Reconocí que Rigoberto había analizado el documento mejor que yo. Mis cursos de historia que llevé en la escuela, no se comparaban con su preparación profesional. Pero orgullosamente no se lo di a conocer.

_Quién sabe. Puede ser. Voy a estudiar más el caso. Cada cual escribe la historia de acuerdo a su país. Me dijo un alumno chileno cuando visitamos uno de los museos de Lima.

Rigoberto me miró y soltó una interrogante_Lo que si me llamó la atención es que Miguel Iglesias, siendo ministro de guerra, haya luchado por Chorrillos.

_Bueno. Tú sabes que en otra época los presidentes y los ministros no eran como los de ahora. Ellos cuando había guerra si iban a pelear al campo de batalla. Piérola siendo presidente defendió Lima con los Reductos y Agustín Gamarra, jefe de esta-

do en 1841, perdió la vida en la batalla de Ingavi. Hay muchísimos más ejemplos_le argumenté a Rigoberto.

_Sí. Eso es. Tienes toda la razón, Miguel Ángel. Tengo otra duda: ¿El soldado ha escrito una carta a su esposa?, o seguramente después lo iba a transcribir en una hoja de la epístola para mandarla a su país. Posiblemente escribiría otros apuntes y llegara a componer una misiva.

Me sentí identificado con el soldado, al ver la suscripción de su misiva con iniciales. Así nos escribíamos Ángela Patricia y yo. Me dio mucha pena ver al soldado cadáver, porque nunca más llegó a reencontrarse con su amada y su hijo. La familia se disgregó con la muerte. Comparativamente yo no pude formar fa-

milia por la muerte de Ángela Patricia. El soldado no pudo saborear la victoria de conquistar Lima. Un balazo en la frente le arrebató los laureles del triunfo. El uniforme de quepí, chaqueta azul, pantalón rojo y botas cafés trajo a mi memoria las visitas a

los museos con los alumnos del O´Higgins, mi romance con Ángela Patricia, reforzado con el J.C del portaproyectil y la libreta, las muertes y torturas de mis discípulos , la agonía del Presidente Dictador, la Beata Chilena, el 18 de Setiembre y la Rotita, el problema actual con Chile, el teatro, la telenovela, la radionovela, el cine, la zarzuela y la ópera del recordado festival.

No dejaba de mirar al soldado. Sus manos en garra, desprovistas del fusil que se encontraba a un lado, me traían a la memoria la mímica felina de Franco Bardales. Toqué el bolsillo de su chaqueta, sentí los huesos del torax y pensé:

"Aquí, debajo, latió un corazón enamorado que tenía la esperanza de reencontrarse con su amada". Tal vez esa chilenita fue su antepasada de Bony.Observé sus dientes. En voz débil le susurré al oído:"En el cielo cantaste victoria cuando los tuyos llegaron a Lima". Metí el dedo en la caverna ocular, diciéndole:"A cuántos soldados miraste para matar". Agarré el histórico fusil, a-

preté el gatillo. Sonó un vetusto "Tac". Recordé a Leoncio Prado. Puse el arma en mi sien. Volvió a sonar el onomatopéyico "Tac". Rozé el pulgar por las orillas del orificio, provocado por la bala que le quitó la vida. Cuando abría la boca para emitir otros de mis pensamientos, Rigoberto me obstaculizó la inspiración:

_Ya pues…………respeta a los muertos……..ja ja ja ja.

El submarino peruano "Tomás Wilkins", que yo capitaneaba, descendía por las aguas de la altura marítima de Pascana del Hueso, en Tacna, para investigar sobre los cadáveres, que supuestamente había ordenado fondear el Presidente Dictador en la represión a los opositores a su régimen.

Después de mucho tiempo experimentaba la vida debajo del mar. Quería alejarme y olvidarme de la vida de la superficie, por los dolores que me había causado. Aunque ahora tendría que vivenciar otras aflicciones, si es que se encontraban los cuerpos del delito. Por el momento me sentía tranquilo. Libre de los problemas del horizonte terrestre. El color marino del fondo acuático me daba mucha paz a mi alma inquieta y controvertida. Los peces y todos los seres vivientes que se nos cruzaban eran para mí la nueva sociedad hidrográfica con la cual iba a convivir. Imaginaba que integraba una expedición al interior de la tierra. Pensaba en el chileno que caminaba sobre las aguas.

Desperté de mis sueños por el llamado de uno de mis oficiales que estaba en el puesto de mando.

_¡Capitán!, ¡Capitán!. ¡Mire usted ahí!. ¡Esto le va a interesar!

Desde las ventanas delanteras de la nave observé, en la tierra submarina, un grupo de varios bultos, separados entre sí, y atados cada uno de ellos a unas rocas semigigantescas. Al estar a menos de un metro de las abultaciones, nos dimos cuenta que tenían huecos por diferentes partes. La presión del agua había re-

ventado el tejido de los costales. Se les veía similar a los Mantos Paracas, aprisionados con soguillas que se deshilachaban.

_Acerquen el lente visor en el hueco superior de uno de los bultos_ahí pude ver el rostro de una de las víctimas. Y luego vi otras y otras más. Eran como doce. Tenían la cara de esos monstruos de ultratumba de las películas de terror. Algunos estaban como fósiles. Sus ojos sobresalientes te miraban con una locura de muerte. La piel de la cara era blanca, análoga a las cenizas de los crematorios. Contrastaba con la oscuridad de las ojeras. Heridas reventadas y pasmadas destacaban por la frente, las mejillas y la nariz. Unos con la lengua salida por haber protestado y otros pegando los dientes para que se callase perpetuamente. Terceros tenían la boca abierta seudodiciendo:"Me mató el dictador", "Aquí estoy papá, mamá, hijo, amada mía", "Aquí estoy, no me he ido de viaje".

Verdaderamente era una escena terrorífica y melancólica ver muertos a los jóvenes políticos, posiblemente comunistas, que el gobierno del Presidente Dictador había ordenado desaparecer sus cuerpos para librarse de los cargos judiciales que se les imputaba. Inmediatamente di la orden para que se filmara y se fotografiara por el sistema de impresión computarizada. Otra vez regresó a mi mente el espíritu de venganza contra el Presidente Dictador. Lamenté no haberlo matado. Comparé: "Así de horrorosos deben de estar los cadáveres de Ángela Patricia, del Señor Gilberto y de Franco Bardales. El de Ángela Patricia, con el corazón que me amaba, pudriéndose en gusanos. Ellos pudieron ser fondeados. Con el tiempo sus cuerpos se convertirían igual que el del Soldado de San Juan". Lleno de lágrimas y de cólera de venganza ultimé mi decisión :"Voy a regresar a Santiago para matar de una vez a ese viejo desgraciado".

Después del registro fílmico y fotográfico, determiné el ascenso del submarino, pero la sala de máquinas no respondió a la elevación. El anfibio tocó la superficie submarina. Hubo un pequeño temblor en su interior.

_¿Qué pasa?, ¿Por qué no subimos?

Preocupado me dirigí a los técnicos de máquinas.

_No podemos capitán. Se ha malogrado el sistema de ascenso.

_¿Qué tiempo tardarán en arreglarlo?

_En menos de una hora lo arreglaremos, capitán.

Pero pasó ese tiempo y no se arregló el aparato.

_¡Y…….ya pasó una hora!. ¿Está arreglado?

_No capitán. Se ha complicado el sistema. No creo que lo podamos arreglar ahora. Nos faltan herramientas y la tecnología necesaria para reparar la máquina óptimamente. Tampoco los contactos con la base, responden señor. El radioperador también está malogrado o eso creo.

_¡Eso cree!, ¿Y ahora qué vamos hacer? Busque usted una solución.

_Capitán, solamente hay un equipo de buzo para subir al horizonte en busca de rescate.

_¿No se pudieron percatarse de más equipos de buzo?, ¿No hay herramientas, ni tecnología?¿Ni siquiera el radiooperador pueden arreglarlo?

_Disculpe, capitán. No creí que iba a suceder esto. El submarino es nuevo y nunca se ha malogrado.

El oxígeno se estaba agotando. Ya comenzaba a faltarnos el aire. Tenía que hacer algo . Me puse el uniforme equipado de buceo, pero no pude abrir la escotilla. Los marineros intentaron abrirla. Estaba muy dura. Constantemente subían por la escalinata. Ni con hachas ni con mazos se abría. No sé si sería por la presión del agua, el enfríamiento o una causa misteriosa y desconocida. El esfuerzo era tenáz, pero la tapa continuaba cerrada. Me quité el cordón del tanque de oxígeno. Uno de los tripulantes se asustó más que los otros.

_Capitán, yo creo que ha llegado el fin.

_Nunca hay fin para un militar. Siempre hay solución o esperanza_intenté reanimarlo. No sabía que hacer.

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