Ateísmos de la liberación
- Karl Marx (1818-1883)
- F. Engels (1820-1895)
- Lenin (Vladimir Il'ic Ulianov, 1870-1924)
- Marxismo soviético
- Neomarxismo
- Sugerencias para presentar hoy la imagen de Dios
- Compromiso con la historia
- Bibliografía consultada
Leyendo las ideas de Marx he notado que es central para entender una corriente de pensamiento qué entiende sobre el hombre, qué concepto tiene de él. Si quisiera resumir lo medular de estas ideas, tendría que partir de la pregunta: ¿qué (aunque lo ideal sería decir quién) es el hombre? Antes que nada el hombre no es considerado en sí mismo, sino parte de una determinada sociedad.
Hay que entender primero que el objeto del materialismo histórico es el devenir del hombre, es decir, de la sociedad. El fundamento de la sociedad es la estructura económica, y cualquier otra estructura es un reflejo de la estructura económica. Los factores principales que determinan la historia humana son materiales. Y desde esta base, la opción liberadora pasaría por la opción materialista, centrada en el hombre como ser histórico, inserto en unas determinadas relaciones económicas de producción. Marx afirma que el dominio material, el poder económico (la infraestructura) se refleja en el dominio en las ideas, en la producción espiritual (superestructura). Sobre la base económica, entonces, se elevaría la superestructura de la vida social, política e intelectual. Y al analizar la realidad, Marx observa que la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es su poder espiritual dominante, son sus ideas las dominantes de cada época.
Marx ve al hombre desde este punto de vista: inserto en las relaciones de producción. Esto es lo que Marx ve cuando analiza la realidad; es decir, reduce la realidad, reduce al hombre. El ser del hombre depende de su posición de proletario o propietario. Solamente cuando no haya clases sociales (final esperado de la revolución) se podrá hablar del reino de la libertad, del verdadero humanismo. El hombre será hombre cuando se dé la liberación económica y social, cuando se derriben los mecanismos de las relaciones de producción propios de la sociedad capitalista. Pues el fundamento de la infelicidad del hombre es para Marx la alienación socioeconómica de los proletarios.
Lo colectivo será el fruto de la victoria final del comunismo. Y el hombre se realizará perfectamente tan sólo en la última fase de la historia humana, es decir, en la sociedad comunista perfecta.
A primera vista parece muy positivo que Marx analice y delate la opresión del obrero (división de las relaciones de producción en propietarios y proletarios; extrañeza del trabajador ante su actividad; la vida como simple medio de subsistencia; el estado como instrumento de los propietarios: alienación política de los ciudadanos sometidos).
A mi entender, lo que hace esencialmente ateo su análisis es la relación que Marx plantea con la religión, calificándola como una alienación más profunda, más radical, más peligrosa, derivada de la socioeconómica (reflejo de lo social y económico; proyección que el obrero oprimido hace en Dios de su humanidad; consuelo mistificado –el opio, el tranquilizante del pueblo- y forma de protesta ante el sufrimiento).
La infelicidad del hombre, la miseria, lo empujaría a alienarse en Dios. Una alienación que, según Marx, sería superada al cambiar las condiciones socioeconómicas que la generan. La solución vendría de la economía: cuanto más perfecto se haga el orden económico, cuanto más someta el hombre a la naturaleza, tanto menos conservará la religión un derecho a la existencia. Según Marx, el comunismo, en cuanto superación de la propiedad privada, será la reivindicación de la vida humana como propiedad de sí misma; del mismo modo que el ateísmo es el humanismo conciliado consigo mismo, mediante la superación de Dios y de la religión.
Dios no es necesario y los principios sociales del cristianismo son vistos como obstáculo para la liberación, entendiendo la religión como invento del hombre "que aún no se ha ganado para sí mismo o que ya ha vuelto a perderse", como un escape hacia una vida futura y evasión del esfuerzo para desarrollar la propia humanidad en la existencia real. Desde esta perspectiva, Marx atribuye a los principios cristianos la justificación de todas las infamias contra la clase obrera, afirmando, entre otras cosas, que: defienden la opresión del proletariado; trasladan al cielo la corrección de todas las infamias de la clase gobernante, justificando estas infamias en la tierra; declaran que los actos contra los oprimidos son o el castigo justo del pecado o pruebas que el Señor impone a los redimidos; predican la cobardía, el desprecio de sí mismo, la humillación, el desaliento… La Palabra y la Doctrina me muestran la equivocación que hay en estas afirmaciones. Es más, si así fueran los principios cristianos yo tampoco los defendería. En Marx aparecen desdibujados, pues justamente el fin de los verdaderos principios es el bien y la felicidad verdadera del hombre, su elevación a la dignidad de hijos de Dios y la liberación de toda esclavitud. Coincido aquí con esa expresión del patriarca Máximo IV en el Vaticano II: "Yo tampoco creo en el Dios en que los ateos no creen." Si bien es cierto que en casos concretos se vive una religión viciada, instrumentalizada, esto no puede generalizarse y reducirse el fenómeno religioso en tan estrechos límites. Me parece acertado proponer que si se quiere hacer sociología de la religión habría que abarcar más profundamente el hecho religioso, con seriedad y sin prejuicios. Aunque, a mi criterio, un conocimiento sin amor, que no llegue hasta el corazón de la religión, hasta la alianza, no alcanzará a comprender su riqueza y profundidad.
Hay toda una filosofía en Marx, que no queda en el plano de las ideas, que tiene que ver con una práctica, con una forma de vivir: para afirmar al hombre hay que negar a Dios. La referencia última, el problema de la verdad, está siempre en el obrar humano, en la praxis, en la "terrenalidad"; queda excluida toda normativa trascendente. El hombre mismo es praxis a través de la cual logra la autocreación de sí mismo y la transformación de la naturaleza: el hombre, trabajando, transforma el mundo, se redobla a sí mismo, crea el mundo a su propia imagen. Cuando el hombre con su trabajo crea un mundo nuevo, se crea continuamente a sí mismo. Al transformar así el mundo, se transforma a si mismo. Es esta por lo tanto una filosofía que niega la creación.
Para Marx existe sólo el universo visible, con sus leyes cósmicas, eternas e inmutables. Aún el hombre mismo pertenece a este mundo material, es el ser más evolucionado, dentro del universo conocido, pero no se distingue en nada de los demás seres materiales existentes, y tiene un ciclo vital que desaparece con la muerte. El alma por tanto no existe.
El materialismo de Marx es a la vez evolucionista: toda la realidad está en un proceso de evolución perfectiva, que se da en forma de dialéctica. Toda perfección se logra por la contraposición de dos tendencias opuestas. Una de esas fuerzas es la tesis; la opuesta, antítesis, y de ellas se logra la síntesis, que es un paso adelante en el proceso evolutivo. Hasta que se logre la perfección humana, sin clases sociales, sin conflictos, el proceso dialéctico será necesario e inevitable, porque es una ley cósmica.
En este humanismo de la liberación el hombre es Señor del hombre; entender esto es una exigencia para "hacer práctica" su autonomía. Su felicidad, el bien, la ética, la libertad, estarían restringidos a este horizonte. Es un humanismo cerrado a la trascendencia, donde el ateísmo se presenta como una exigencia El hombre, entonces, no es sólo reducido a un producto de las relaciones de producción, sino y lo más grave, a hombre sin Dios. Pues para Marx la afirmación de la trascendencia de Dios es la alienación más radical de la autonomía humana. ¿qué imagen tiene de Dios? Si su imagen es la del "vampiro que chupa la sangre del hombre", esta afirmación no es discutible. ¿cuál es la imagen del vínculo Dios y hombre? Cuando se pide la negación de toda trascendencia para afirmar al hombre se está pensando en un antagonismo, en una competencia ( caricatura de dios, reflejo de la antitesis hegeliana patron/esclavo en un determinado tipo de sociedad). Y el "esclavo" al sublevarse, al romper este vinculo, afirmaría su libertad.
La crítica de la religión desemboca en la doctrina de que el hombre es la esencia suprema para el hombre y, por consiguiente, en el imperativo categórico de invertir todas las relaciones en que el hombre sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable…
¿Se aliena el hombre cuando se abre a la trascendencia? Creo que Marx estaba equivocado: la afirmación del hombre no es contradictoria con la afirmación de Dios; al contrario, en El está su fundamento. Algunos sucesos de la historia han hecho evidente que la alienación, la humillación y el desprecio por el hombre son frutos de la misma absolutización del hombre, que es –paradójicamente- su más grande desvalorización.
Que Engels haya reinterpretado el materialismo marxiano en clave metafísica-ontológica me parece, en principio, una agudización de la confusión.
Marx se centró más en el materialismo histórico. Engels ahondó en el materialismo dialéctico.
El materialismo dialéctico, como forma filosófica de la visión del mundo, niega la existencia de Dios creador del mundo, considerándolo como pura invención humana, y por tanto como hipótesis no-científica y hasta anticientífica. Pone como principio primero y supremo de todo la materia. La materia es eterna, internamente dinámica, en continua evolución. De la materia emana todo, según las leyes de la dialéctica, que son sustancialmente las que puso Hegel, o sea, las de la tesis, de la negación de la tesis y de la negación de la negación (en Engels, en vez de la síntesis). El paso de un momento al otro se realiza a través de un salto dialéctico. El último salto dialéctico cualitativo en la evolución habría producido al hombre, que representa el último fruto del irrefrenable dinamismo que domina a la materia.
Nos encontramos, entonces, con un materialismo metafísico que propone directamente el primado ontológico de la materia sobre la conciencia, un materialismo dialéctico y evolucionista, de inflexión positivista, que podría resumirse en los siguientes puntos:
- la unidad del mundo real consiste en su materialidad; el hombre en el mundo y el mismo mundo son las únicas realidades.
- hasta el hombre es producto de la naturaleza (lejos se está del concepto de hombre como persona);
- la vida es un simple producto material que se desarrolla dialécticamente mediante el movimiento, continuo poner y resolver la contradicción. Y esto es ley de desarrollo tanto de la naturaleza, de la historia como del pensamiento.
- desde este esquema de pensamiento, no hay necesidad de una filosofía que esté por encima de las otras ciencias. Sólo es necesaria la ciencia positiva.
Desde un endurecimiento de la relación entre infraestructura y superestructura en relación a Marx, Engels afirma que toda clase social tiene su propia moral particular, resultante de las relaciones económicas. Y de la religión como "superestructura" tiene una idea totalmente teñida de este materialismo filosófico: para él la religión es el reflejo fantástico que proyectan en la cabeza de los hombres aquellas fuerzas externas que gobiernan su vida diaria, un reflejo en que las fuerzas terrenales revisten la forma de poderes sobrenaturales. En la antigüedad estos objetos reflejados empezaron siendo las potencias de la naturaleza y luego evolucionaron y los atributos naturales y sociales de los numerosos dioses se concentraron en un solo dios omnipotente, que sería reflejo del hombre abstracto. ¿Dios un reflejo…? ¿un poder extraño que desaparecerá como reflejo, según Engels, cuando sea el hombre quien proponga y disponga, y que al desaparecer hará esfumar la religión porque ya no habrá nada más que reflejar?
Creo que todas estas ideas son inconsistentes pues parten de una gran contradicción de base: se está afirmando la eternidad de la materia.
Lenin (Vladimir Il'ic Ulianov, 1870-1924)
Veíamos que Marx se centró más en el materialismo histórico. Engels ahondó en el materialismo dialéctico. Y fue Lenin (junto con Kausty y Plechanov) quien realizó su formulación más o menos definitiva y ortodoxa.
Dentro de esta formulación, la crítica religiosa que hace Lenin es muy parecida a la relación que hace Marx entre alienación y religión. Considera la religión como una de las formas de opresión espiritual de las masas proletarias, que serían empujadas por la impotencia a creer en una vida mejor más allá de la muerte. Creo también en este caso que se agudiza la confusión respecto al sentido de la religión, reduciéndosela a la prédica de la resignación a los explotados (a través del consuelo con la esperanza celeste) y al ofrecimiento de una fácil justificación a los explotadores (a través de la caridad). La religión sería este opio del pueblo, una especie de aguardiente espiritual, en el que los esclavos del capital habrían de ahogar su personalidad humana y sus reivindicaciones de una vida digna del hombre. Pienso de qué personalidad humana se está hablando en una corriente de pensamiento donde se ve al hombre como un producto de la naturaleza, fruto de la evolución constante de la materia.
Lenin tiene sus ideas propias en lo que se refiere a la lucha contra la religión. En la teoría, como decíamos, está de acuerdo con Marx cuando afirma que la religión es el opio del pueblo. Difiere en el aspecto práctico. Lenin sigue un camino más propagandístico y demagógico, y se podría decir más agresivo y violento, contra la religión cristiana. Este empeño en la "lucha" entra incluso en el estatuto del Partido Comunista de la URSS –PCUS- (1961), en su artículo 2: "El miembro del partido está obligado (…) a mantener una lucha decidida contra (…) los prejuicios religiosos".
Según Lenin, para el partido la elección religiosa no es asunto privado (aunque sí lo sea en relación con el Estado) porque está constituido por militantes conscientes y el partido no podría permanecer indiferente ante el obscurantismo y el embrutecimiento religiosos de los obreros. La estrategia de lucha que propone es muy peculiar: sostiene que un reconocimiento explícito del ateísmo del partido obrero o una declaración de guerra a la religión tendrían el efecto contrario, reavivarían el interés por la religión y retrasarían su extinción. El partido deberá combatir la religión con la praxis revolucionaria, con la lucha de clases. Por eso toda propaganda, toda prensa, toda palabra contra la religión tendrá que estar subordinada a esta lucha.
El papel de Lenin es importante en la configuración del ateísmo de la ideología marxista-leninista que fuera la ideología oficial de la URSS y en otros países, aunque con algunas diferencias. Lenin se distanció en varios puntos de Marx y Engels, y el sistema conocido como "marxismo-leninismo" se consolidó y se fue haciendo más leninista que marxista.
Se trata del marxismo "oficial", reflejado en el Estatuto del Partido comunista, en la Constitución y en la legislación del "socialismo real" de la URSS.
Viendo los elementos doctrinales que fueron apropiados y profesados por el marxismo "oficial" en los países del "socialismo real" tras la revolución de octubre de 1917, podemos mencionar primero que la ideología soviética está constituida por el materialismo dialéctico (metafísico), más herencia de Engels, de Lenin, que de Marx. Materialismo dialéctico, que, como está dicho anteriormente, pone como principio primero y supremo de todo la materia y niega la existencia de Dios creador del mundo, considerándolo como pura invención humana.
La materia es eterna, internamente dinámica, en continuo movimiento y por tanto evolución sin término (aplicación a la materia de la dialéctica hegeliana tesis, antítesis, síntesis), , orientándose hacia formas superiores y ontológicamente más perfectas. Dentro de esta teoría materialista, la conciencia es vista como el último grado de desarrollo de la materia, como producto y función de la materia, reproducción indefinida de la realidad material.
Según la ideología soviética, y aplicando la relación infraestructura-superestructura al campo social, el hecho primero es el ser social. Esto también estaba en los ateísmos anteriores pero quisiera detenerme aquí sobre este punto que trae derivaciones realmente nocivas. El hombre no es considerado como individuo, sino como parte de un colectivo. El individuo es un reflejo de la estructura de la sociedad a que pertenece. Es decir que esencia del hombre se identifica con su ser-social, que por ahí pasa su perfección. Su esfuerzo debe ser el de hacerse totalmente perteneciente a la sociedad. El hombre es un puro ser relativo, parte de una totalidad. No posee desde el nacimiento ningún derecho personal, natural, congénito e intangible. Existe solamente un tipo de derecho del ciudadano que procede de fuentes externas, como el partido, el Estado con su legislación constitucional, las leyes positivas y las normas prescritas. Por tanto, se trata de un positivismo colectivista absoluto, que siempre está dependiendo de las condiciones económicas y del querer de otros hombres, los que están en el poder.
De lo anterior se deriva que el hombre se conoce a sí mismo a través del conocimiento que tiene de los demás. Su autoconciencia nace de la presencia del otro. Este otro no es otro individuo o un "tú" indivisible, sino precisamente un "nosotros" colectivo. La conciencia se desarrolla en una relación abstracta con el colectivo, del que el individuo es una partícula. La conciencia del individuo es el espejo del ambiente social concreto. Y sería precisamente en la conciencia donde el colectivo hablaría como norma e imperativo categórico "objetivo". La conciencia evoluciona, se forma, progresa al mismo paso que el progreso del colectivo.
Resumiendo: de lo anterior se deriva que la persona, en sentido ontológico, no existe. La persona sólo se entiende en sentido ético, como personalidad; y se hace tal cuando en la praxis reconoce su ser relativo. Así pues, el hombre se hace "hombre-sociedad" o bien "hombre-colectivo"; pero con esto no enriquece su propia persona a través del enriquecimiento de la comunidad en que vive, sino que lo recibe todo exclusivamente de la sociedad y lo da todo a la sociedad. Por tanto, este hombre se aliena a sí mismo en beneficio de la sociedad, empobreciéndose cada vez más en lo íntimo de su ser humano. Pienso dónde está la persona humana aquí, cuál es el humanismo de esta ideología.
Supuestamente en el ámbito de lo colectivo concreto en que vive, el hombre es libre y responsable. Pero en un sistema filosófico en donde la materia es la realidad principal, la primacía corresponde a las leyes sobre la materia, es decir, a las leyes de la necesidad. A pesar de ello, se habla como si se estuviera defendido la libertad. En el marxismo oficial, por otra parte, la libertad de conciencia se entiende únicamente como libertad de palabra y de prensa, pero siempre dentro de unos límites concretos de conformidad con los "intereses del pueblo" y con la finalidad de consolidar, de desarrollar el bienestar y el progreso del colectivo.
Lo colectivo será el fruto de la victoria final del comunismo. El hombre se realizará perfectamente tan sólo en la última fase de la historia humana, es decir, en la sociedad comunista perfecta.
Dentro de la concepción materialista soviética, la religión también depende del orden económico. Es un invento del hombre infeliz y necesitado, cuya miseria lo ha impulsado a confiar en la ayuda de un ser superior todopoderoso. Y es la más grande alienación. Pero a diferencia de las otras superestructuras, desaparecerá cuando se alcance la ideología socialista del proletariado. Pues será el ateismo la condición natural del hombre y la sociedad.
Leo: todo auténtico marxista se opone a la realidad trascendente, por considerar que hace al hombre incapaz de resolver los problemas intramundanos, esto es, un ser alienado del mundo y de sí mismo. Pienso en "lo colectivo" como la real alienación de sí mismo.
El ateismo se les enseñaba e imponía, en los regímenes del "socialismo real", a millones de ciudadanos cristianos y no cristianos, con la finalidad de desarraigar todo tipo de religión o, si esto resultara imposible, de suscitar la indiferencia religiosa y favorecer el materialismo práctico.
Dentro de la lucha radical contra todas las religiones organizadas, el antagonista que se ha considerado más peligroso, el enemigo más odiado ha sido el cristianismo y, en primera línea, la Iglesia católica. Habría que analizar más profundamente las raíces de este ensañamiento, para descubrir también cuánto hay de desconocimiento, frustraciones personales, de iras y rencores más que de razones, y hasta inclusive llegar a la bienaventuranza de la persecución, a las estructuras de pecado, las inspiraciones que provienen del "Príncipe de este mundo".
Finalmente, no puedo más que concluir que "la muerte de Dios" de la que habla el marxismo tiene como consecuencia la muerte del hombre y el desorden de la sociedad. En última instancia, además, ¿se niega que el hombre viene de Dios (y a Él regresará) desde la afirmación que el hombre viene de la materia? Incluso es mucho más creíble lo primero que semejante reducción. Se niega el alma, se niega el ser.
Los pensadores neomarxistas, en general, no admiten la hipótesis sobre la sociedad comunista perfecta, sin clases, sin Estado y sin la necesidad de derecho alguno, como última fase del desarrollo de la historia humana.
Los autores neomarxistas no ortodoxos, además de criticar las interpretaciones y aplicaciones del materialismo histórico y dialéctico y el realismo ingenuo soviético del marxismo-leninismo (de la ideología oficial soviética), tienen otra mirada sobre el fenómeno religioso, sobreponiéndose a la estrechez del pensamiento ateo y agnóstico. Ejemplo claro es Roger Garaudy (galés), conocido por su apertura al diálogo con los cristianos.
Garaudy valoriza del cristianismo su acentuación de la persona humana, la fraternidad universal, la trascendencia como superación del hombre histórico. Pero le recrimina su falta de praxis, la incapacidad para encontrar una salida real a los valores afirmados, que derivaría fundamentalmente de la falta de análisis histórico (que el marxismo, según este pensador, podría aportar y trabajar así en un proyecto común, un humanismo común).
Es interesante tomar algunas de sus expresiones. Dice Garaudy en "Hacia una guerra de religión el debate del siglo": "Nuestra época no es atea. El monoteísmo del mercado engendra el culto de numerosos ídolos, como el dinero, el poder, los nacionalismos o los integrismos. La tarea más urgente para hacer frente a este monoteísmo omnipotente en la actualidad, es congregar a todos aquellos para los que la vida tiene un sentido y que son conscientes de que son personalmente responsables de descubrirlo y de ponerlo en práctica… La vida sólo puede tener sentido si el mundo es uno y no un mundo como el actual, en el que algunos son cada vez más ricos a costa de que los demás se hagan cada vez más pobres".
La unidad de la que tenemos que volvernos conscientes según Garaudy no es la que quiere imponer a cualquier costo la globalización actual del dominio de los capitales, sino la que emana del Dios único creador de todo el universo y presente en todas las grandes tradiciones de la humanidad. (pp. 16 y 17)
"No una unidad hegemónica e imperialista, una unidad de dominación, sino una unidad sinfónica, a la que cada pueblo aporte su contribución propia de trabajo, de cultura y de fe… El obstáculo principal, hoy, respecto a este objetivo, es la imposición del liberalismo económico que pretende identificarse con la libertad humana y la democracia, cuando es todo lo contrario: la libertad que tienen los más ricos y los más fuertes para devorar a los más pobres y a los más débiles". (p. 19)
Para Garaudy y otros marxistas contemporáneos lo que ha llegado a ser el mito y el dogma del progreso, ha conducido a la más deshumanizada regresión de la historia. La religión sería una forma de derrotar la tiranía. Y el cristianismo no sería el opio, sino más bien una protesta contra esta alienación económica.
Y aunque en muchos autores permanezca la convicción de que lo religioso es alienación del hombre y la religión está destinada a desaparecer en la sociedad humana del futuro, puede destacarse que reconozcan que la voluntad de liberación humana puede surgir de la conciencia religiosa y no solamente como negación dialéctica de la misma. Así como en Togliatti (marxista italiano) que formuló la tesis de que la aspiración a una sociedad socialista no solamente puede abrirse camino entre los hombres con fe religiosa sino que esta aspiración puede encontrar un estímulo en la misma conciencia religiosa, al enfrentarse con los problemas del mundo contemporáneo.
Ante estas afirmaciones me pregunto si pueden llamarse realmente "marxistas" estos pensadores. Pareciera incompatible la valoración positiva del hecho religioso con la ideología marxista que hemos estudiado. ¿Cómo separar, al punto de poder conciliar, algunos elementos del marxismo con lo religioso? ¿Cómo separar al hombre? A mi entender, todos los elementos del marxismo parten de un concepto de hombre reducido, de un hombre sin Dios. Y me hace pensar que cualquier compatibilidad que se estableciera, sería posible sólo partiendo de un concepto también reducido del hecho religioso.
Sugerencias para presentar hoy la imagen de Dios
Sana interpretación de la dependencia
¿Por qué se afirma que Dios y la religión son alienantes, y que es necesario negarlos para que se realice el hombre? ¿qué ideas de Dios y de la relación Dios-hombre han promovido la rebelión atea?
Pues claro, si la imagen de Dios es la del "vampiro que chupa la sangre del hombre", no es discutible esta afirmación de la alineación. Si se está pensando en un antagonismo, una competencia entre Dios y el hombre, es lógico que se proponga la negación de Dios para afirmar al hombre. Es decir, es lógico si se está partiendo de una caricatura de Dios, de un dios que atrofia la libertad del hombre (reflejo de la antitesis hegeliana patron/esclavo en un determinado tipo de sociedad, según la cual el "esclavo", al sublevarse, al romper este vinculo, afirmaría su libertad).
¿Cómo pensar al hombre como hijo de Dios, llamado a la alianza con El y a la participación de su felicidad? Si bien no todo malentendido es efecto de una mala presentación de Dios y del vínculo con el hombre, esto debe ser para la Teología una exhortación a enfatizar la sana interpretación de la dependencia, purificándola de todos los vicios que se le fueron pegando a través de la historia de la Iglesia. Urge en estos tiempos anunciar con palabras y obras que el hombre es hijo libre y responsable de un Padre amoroso.
Hay que delatar que el contraste Dios o el hombre es mentiroso en sí mismo: no capta el sentido relacional, ni el misterio de una vida de alianza o de la pertenencia plenificante. No capta que la dependencia radical del Creador y la realidad auténtica del ser creado crecen en proporción directa, y no a la inversa.
En este sentido, se puede tomar como un reto lo que argumenta el P. Cottier: "El ateismo marxista desconoce la madurez espiritual que se alcanza en el reconocimiento de Dios y en el diálogo interpersonal con El. El hombre espiritual es acusado de llevar los estigmas infamantes del esclavo o del niño de un padre tirano. Adulto es quien rechaza esta humillación."
"Si te asalta el pensamiento de que todo cuanto has imaginado sobre Dios es falso y equivocado y que Dios no existe (…) no creas que tu incredulidad procede de que Dios no existe. Si ya no puedes creer en el Dios en que antes creías, esto se debe a que en tu fe había algo equivocado y tienes que esforzarte en comprender mejor eso que llamas Dios. Cuando un salvaje deja de creer en su dios de madera, eso no significa que no hay Dios, sino que el verdadero Dios no es de madera."
(León Tolstoi)
Según Marx, Dios y la religión cumplirían la función de dique de contención contra las reivindicaciones sociales, al imponer ‘virtudes’ que sólo serían tentáculos para mantener sometido al proletariado (paciencia, resignación, perdón…) Y debemos reconocer que probablemente haya que seguir corrigiendo vicios heredados sobre todo de la teología de la Edad Media (escolástica primitiva) en la que fue notable el influjo neoplatónico y que exaltaba la mirada al cielo pero tendía a amortiguar el compromiso terreno, teología que marcó una impronta más de huída del mundo que de compromiso con la construcción del Reino en la historia.
Como religión del Verbo encarnado, el cristianismo aúna en forma del todo original trascendencia e inmanencia, fidelidad al cielo y fidelidad a la tierra, alejamiento del mundo y compromiso en la historia; sin embargo la religión no sólo ha sido malentendida, sino efectivamente vivida y predicada, como un escape hacia una vida futura ilusoria que apartaría al hombre del esfuerzo y el compromiso por el desarrollo temporal.
Esto trae el desafío de resaltar que la esperanza escatológica no merma la importancia de las tareas temporales, sino que más bien proporciona nuevos motivos de apoyo para su ejercicio.
Y en este marco, creo que es tarea fundamental seguir buscando la conciliación fe y ciencia, fe y cultura. Juan Pablo II nos ha anunciado: "En el Evangelio se funda una concepción del mundo y del hombre que no deja de irradiar valores culturales, humanísticos y éticos para una correcta visión de la vida y de la historia".
"El saber iluminado por la fe, en vez de alejarse de los ámbitos de la vida diaria, está presente en ellos con toda la fuerza de la esperanza y de la profecía. El humanismo que deseamos promueve una visión de la sociedad centrada en la persona humana y en sus derechos inalienables, en los valores de la justicia y de la paz, en una correcta relación entre personas, sociedad y Estado, y en la lógica de la solidaridad y de la subsidiariedad. Es un humanismo capaz de infundir un alma al mismo progreso económico, para promover a todos los hombres y a todo el hombre."
"Claro que habría que empezar por definir qué es lo progresivo y qué lo que se camufla tras la palabra ‘progreso’. También los cangrejos creen que caminan cuando marchan hacia atrás.
De todos modos hay cosas bastante claras: es progresivo todo lo que va hacia un mayor amor, una mayor justicia, una mayor libertad. Es progresivo todo lo que va en la misma dirección en la que Dios creó el mundo. Y desgraciadamente no todos los avances de nuestro tiempo van precisamente en esa dirección."
(José Luis Martín Descalzo, de su libro "Razones para vivir")
Viviana Endelman Zapata.
Agosto 2003
E-Mail: vivianaendelman[arroba]hotmail.com
Instituto Internacional de Teología a Distancia (1985), El problema de Dios, Madrid, curso de formación a distancia.
Sitio Web http://www.mercaba.org/DicT/TF_marxismo_ideologia.htm
Vallés, Carlos G. S.J. (1983), Dejar a Dios ser Dios, Edit. Sal Terrae, España, 7ª edición.
Viviana Endelman Zapata