DES: Tasa porcentual de desempleo.
GINI: Coeficiente de Gini de equidad en la distribución de la renta. (1994)
IDH: Indice de desarrollo humano.
Tabla N. 2.1. Estadísticas socioeconómicas
Fuente: SELA. Cálculos propios. (-):No disponible.
Las mayores desigualdades entre países, constituyen un obstáculo inicial al proceso de integración, dado que los términos de los acuerdos no tendrán los mismos efectos sobre la población, los intereses pueden variar de una economía a otra y el nivel de sacrificio o de beneficio puede no ser el mismo en todos los casos. De las naciones en estudio, Bolivia y Perú, seguidas de Colombia, se destacan como las de mayor porcentaje de población rural, mientras que Venezuela muestra un predominio de la población urbana como resultado del éxodo campesino inducido por el boom petrolero de los 70"s. Estados Unidos también muestra una elevada tasa de población rural, sin embargo ambas situaciones no son comparables. La población rural de los países latinoamericanos vive generalmente en condiciones muy por debajo de los estándares de la población rural norteamericana.
Las tasas de natalidad y las de mortalidad infantil son en general muy altas, como se espera ver en los países en vías de desarrollo, y con mucha dispersión entre ellas, lo que denota marcadas diferencias no sólo de los países con respecto a Estados Unidos, sino entre ellos mismos. Al respecto, destaca particularmente Bolivia, con una tasa de mortalidad infantil cercana al 70%. Con respecto a la esperanza de vida, la mayoría de las naciones rondan los 70 años, siendo nuevamente Bolivia la menos favorecida y la de mayor disimilitud, no solo ante Estados Unidos, sino también frente al promedio de las naciones. De hecho, excluyendo Estados Unidos, los más altos niveles de esperanza de vida y bajas tasas de natalidad corresponden a Chile, Uruguay y Argentina. (Gráfico N. 2.1)
GRAFICO N. 2.1:
En materia educativa, se observan nuevamente grandes disparidades entre las naciones estudiadas, siendo Bolivia, Brasil, Perú y México los países de mayores niveles de analfabetismo y, junto a Colombia y Paraguay, los de más bajos niveles de población escolarizada. Como lo muestra la siguiente gráfica, Argentina, Chile y Uruguay son los países con menos problemas de analfabetismo y mayor promedio de años de escolaridad. (Gráfico N. 2.2)
GRAFICO N. 2.2:
En materia de salud, la situación no dista mucho de lo descrito hasta ahora. Los países de más bajos recursos, como lo son Bolivia y Paraguay, cuentan con insuficientes servicios médicos, escaso acceso de la población al agua potable y, junto a Perú, muy bajos niveles de ingesta diaria de calorías. (Gráfico N. 2.3.)
GRAFICO N. 2.3:
El panorama social aquí descrito, obedece obviamente a una situación económica no muy favorable. Por un lado, el producto interno bruto per capita promedio para el grupo se ubica cerca de los 6000 dólares anuales per cápita; el de Bolivia apenas alcanza la tercera parte de esta cifra, mientras el de Perú es poco de mas la mitad. Destacan Chile, Argentina y México como los de mayor nivel de renta per capita. Sin embargo, aun ellos están muy por debajo de los casi 27 mil dólares anuales per capita para los Estados Unidos (cuatro veces el promedio del grupo). (Gráfico N. 2.4)
GRAFICO N. 2.4:
Finalmente, los coeficientes de Gini y el Indice de Desarrollo Humano no hacen sino corroborar la problemática social existente en la zona y la profunda disparidad entre los países en estudio. El Coeficiente de Gini, como indicador del grado de equidad en el reparto de la renta, se espera sea lo menor posible. Sin embargo, este índice es muy elevado en el caso de Brasil, seguido de Colombia y Chile, superiores al promedio del grupo, ya de por sí demasiado grande. El IDH, por su parte, es un indicador compuesto que viene calculando las Naciones Unidas desde 1990. El mismo, trata de complementar la deficiencia presente en otros indicadores tradicionalmente utilizados, como es el caso del producto per capita. Para ello, el IDH incorpora en el numerador tres elementos fundamentales: esperanza de vida al nacer, nivel de instrucción y la renta per capita, ponderados todos por igual. Es de esperar por tanto que un mayor IDH (con rango entre 0 y 1), es señal de un mayor nivel de bienestar socioeconómico. Para 1994, Canadá ocupaba la primera posición a nivel mundial, con un coeficiente cercano a uno (0.960), mientras que a los Estados Unidos correspondió el cuarto lugar (0.942). De los demás países considerados en este estudio, solo Chile (0.891) esta entre los treinta primeros, precisamente en la posición numero 30, mientras que Bolivia (0.589), es apenas el número 113[5]La gráfica siguiente resume en parte estas ideas.
GRAFICO N.2.5:
Los indicadores aquí expuestos dan una breve referencia acerca del grado de desintegración y desigualdad social entre los países latinoamericanos y entre estos y los Estados Unidos. La persistencia de la pobreza y la imposibilidad de alcanzar una mayor equidad distributiva seguirán entorpeciendo el proceso de integración de las sociedades y, por ende, el de la integración económica. Así, a los esfuerzos para el logro de la apertura económica, deben sumárseles los esfuerzos para la no-exclusión social, para lo cual se han propuesto diferentes formulas que involucran mejoras en la productividad a fin de elevar el grado de competitividad de las naciones. Pero, ¿qué implica elevar la productividad? Esta idea es muy fácil de decir, pero sumamente complicada de ejecutar. El incremento de la productividad incluye capacitación para el trabajo, inversión en capital humano desde el punto de vista de la educación y salud, además de desarrollo tecnológico y de estabilidad en las principales variables macroeconómicas, principalmente inflación y tipo de cambio.
El Estado debe tener una participación importante en el logro de estas metas, tanto a través de la implementación de acertadas políticas macroeconómicas, como del apropiado uso del gasto social. En promedio, los países industrializados destinan al gasto social cerca del 22% del PIB, mientras que en Latinoamérica, el promedio está entre 5 y 10% y la mayoría de las veces repartido inequitativamente, de tal manera que el mismo no llega a los estratos más bajos de la población. Así, la medida no es reducir el gasto social sino hacerlo más eficiente.
PANORAMA ECONOMICO GENERAL
La estabilidad económica es un elemento clave para el avance del proceso de integración. Los problemas económicos que son causa y efecto de la inestabilidad macroeconómica distraen los esfuerzos internos de integración de los países; desalienta a terceros a participar en el proceso por el temor, no mal fundado, a verse afectados o «contaminados» por dicha inestabilidad; debilita las bases de grupos ya constituidos y, por supuesto, inhibe el avance hacia niveles más altos de integración, como es el caso de los mercados comunes y uniones económicas, los cuales requieren de la coordinación macroeconómica entre naciones.
El principal elemento dentro de la política macroeconómica es la gestión monetaria-financiera, la cual incluye el diseño y puesta en marcha de políticas destinadas a controlar las variables más volátiles, como lo son tasa de inflación, tasa de cambio y tasas de interés. Si bien estas variables son determinantes en el comportamiento de los flujos monetarios-financieros internacionales, la integración financiera no será considerada en este estudio y nos limitaremos a analizar la situación macroeconómica general, con énfasis en las variables monetarias, como elemento de tranca en el proceso de globalización.
Las bases de la integración europea descansa en el logro de un régimen monetario común, que permitiera dictar las pautas para el diseño de políticas macroeconómicas en los países miembros de la unión. Este proceso partió del control interno de las variables macro fundamentales, el establecimiento de patrones o niveles básicos a alcanzar y la creación de condiciones necesarias para la puesta en marcha de un conjunto de políticas destinadas a alcanzar las metas preestablecidas.
En este aspecto, el proceso de integración en América Latina tiene mucho camino por recorrer puesto que los países aun no alcanzan ni siquiera el control interno de su situación económica. Mas aun, como ya hemos venido hablando, existe una serie de elementos que dificultan el camino de la globalización: la falta de consenso, las profundas asimetrías socioeconómicas entre países y la presencia de profundos conflictos internos los cuales son sin duda prioritarios. He allí que la integración latinoamericana, mas que integración, es esencialmente una ampliación del comercio intrarregional. En lo que respecta a la falta de consenso no volveremos a hablar. Ya hemos dejado en claro que América Latina no vive un único proceso de integración, sino varios experimentos subregionales con características y objetivos particulares. Asimismo, ya hemos resaltado las diferencias que desde el punto de vista social existen entre los países en estudio. Revisemos ahora la heterogeneidad interna desde el ámbito meramente económico.
Como lo señala el SELA[6]el nuevo modelo de desarrollo de la región ante el proceso de globalización debe incluir:
Modernización de las estructuras productivas
Inversión en desarrollo social
Análisis de la contribución del Estado al desarrollo y
Equilibrio macroeconómico.
2-2-1: SITUACION INTERNA POR PAISES: BREVE DESCRIPCIÓN
Argentina: En un ambiente de inestabilidad política, con continuos y abruptos cambios en la orientación de las medidas gubernamentales y excesivo nacionalismo peronista, Argentina comenzó desde los sesenta a manifestar fuertes problemas de balanza de pagos, que hicieron obligante la adopción de severos planes, diseñados inicialmente para favorecer el crecimiento hacia adentro.
La estanflación resultante de estos planes, lleva al país a experimentar en 1978 su primera apertura irrestricta a los fondos externos, abandonada posteriormente en 1981, en un marco de fuertes corridas de capital, tras una larga serie de maxidevaluaciones regidas por la «tablita».
En 1985, se pone en marcha el Plan Austral que, entre otras, contemplaba el congelamiento de precios y el cambio de moneda de pesos a australes, en una proporción de 1 por 1000. Este plan, inicialmente logró controlar la inflación, reduciéndola casi a cero, y reactivó la economía, mejorando además la balanza de pagos. Pero, los reajustes introducidos en 1986, tales como incrementos de precios, devaluación austral y control salarial, generaron un clima de descontento social que dieron al traste los logros alcanzados y dejaron tras de si desequilibrios más acentuados, un clima de hiperinflación (principalmente entre 1989 y 1990) y amplia dolarización de la economía.
La inestabilidad macroeconómica, fue drásticamente reducida en la década actual, con la implementación del Plan de Convertibilidad en 1991 y el proceso de reforma estructural, con miras a desregularizar los mercados. En esta circunstancias, se revirtió la dinámica de los capitales, que comenzaron a sentirse atraídos hacia el país, alivió presiones de deuda y detuvo la caída de los intereses reales y el alza de los precios. La proporción de argedólares en los portafolios, fue impulsada por el establecimiento de un tipo de cambio fijo y la legalización del curso de cualquier moneda, así como el anclaje nominal al dólar de una nueva moneda (el nuevo peso argentino, equivalente a mil australes), en una paridad de 1 a 1.
Bolivia: El avance en el proceso de capitalización y la expansión de ciertos sectores productivos, tales como servicios básicos, comunicaciones, hidrocarburos y construcción, le han permitido a Bolivia alcanzar un cierto nivel de crecimiento del producto cercano al 4% anual, principalmente hacia finales del periodo. Esta expansión de la inversión obedeció en parte a la recuperación del ahorro externo, con un considerable ingreso de recursos externos de corto y largo plazo.
La inflación tampoco fue problema para Bolivia. El bajo ritmo de crecimiento de precios y la relativa estabilidad cambiaria, obedecieron fundamentalmente a las políticas monetarias restrictivas prevalecientes. No obstante este favorable panorama, Bolivia presento durante todo el periodo uno de os niveles mas altos de deuda externa como porcentaje del PIB.
Brasil: Los efectos adversos de la inestabilidad política que vivió Brasil desde la década de los sesenta a los ochenta, pudieron ser atenuados gracias a la continuidad de las políticas a través de los diferentes regímenes, lo que le permitió al país llevar a cabo un modelo de sustitución de importaciones y prolongar su expansión económica, con el apoyo de capitales extranjeros.
Pero fue precisamente su ambicioso plan de promoción de manufacturas, industrias pesadas y de bienes durables de los años sesenta, el que le dejó una fuerte deuda externa y elevada inflación. Se ensayaron diferentes políticas de estabilización y planes de devaluación como incentivo a las exportaciones, seguidos de programas de crecimiento hacia adentro que, si bien permitieron un acelerado crecimiento económico, ahondaron los desequilibrios existentes y generaron procesos hiperinflacionarios.
A principios de 1986, se implementa el Plan Cruzado que, entre otras cosas, contempla la congelación de precios y reforma monetaria, sustituyendo el cruceiro por el cruzado real, en una proporción de uno por mil. En un principio, este programa logra reducir a un dígito la inflación y permite un mayor crecimiento de la economía, así como mejoras en su balanza de pagos. Sin embargo, la demanda agregada creció con mayor rapidez que el producto, lo que dio lugar a un déficit de oferta que fue compensado con importaciones y mayores impuestos al consumo, en lo que se llamó el Plan Cruzandinho.
Ese mismo año 1986, fue escenario de un tercer plan: el Cruzado II. Este establecía incrementos en las tarifas de los servicios públicos, elevación de las tasas de interés a cifras de tres dígitos y más, minidevaluaciones y flexibilización gradual de precios. Como consecuencia de ello, se generó de nuevo un proceso altamente inflacionario, con acentuada pérdida de reservas internacionales, que obligaron a mayores impuestos y congelación provisional de precios.
En la década de los noventa, Brasil intenta una política más amplia de estabilización, acompañada de planes de integración económica basados en el compromiso interno de mejorar y ampliar sus exportaciones. Para ello, reforma nuevamente su moneda, introduciendo en 1993 el real, equivalente a mil cruceiros reales.
Chile: Chile es considerado como el país de Latinoamérica que aplicara con mayor éxito el más amplio y drástico programa de liberalización de la economía, no obstante la inestabilidad política de las décadas sesenta al ochenta.
Luego de una serie de intentos por corregir los desequilibrios macroeconómicos heredados de las divergencias políticas, frecuentes solicitudes de préstamos, agotamiento de la política de sustitución de importaciones y excesivo proteccionismo, a través de planes FMI que siempre desembocaban en una profundización de los mismos a pesar de su aparente efectividad inicial, en 1985 el nuevo gabinete de Pinochet propone e implementa un agresivo plan de ajustes que brindó por fin los resultados esperados. Este plan contemplaba, entre otras:
> Disciplina fiscal, con políticas fiscales restrictivas (para controlar la inflación) y políticas monetarias contractivas, con intervención de las tasa de interés,
> Estímulo a la inversión y a la exportación, con el apoyo del empresariado doméstico,
- > Devaluación constante y paulatina, que contribuyó a mejorar la balanza comercial,
> Privatización
Una vez alcanzada la estabilidad económica, se dio inicio a la apertura del mercado de capitales y a la liberación del mercado financiero interno, amén del incentivo a la inversión directa extranjera.
En el ámbito de la política cambiaria chilena, ésta se ha caracterizado por una permanente intervención gubernamental. Durante la década de los setenta, se utilizó infructuosamente el tipo de cambio nominal para combatir la inflación; esta tendencia a la revaluación se detuvo en 1982, cuando se fijó el tipo de cambio en 19.82 pesos por dólar. Entre 1983 y 1988, se mantuvo una paridad reptante, política que fue sustituida por la devaluación diaria en función del diferencial entre inflación interna y externa, para dar paso posteriormente a una banda de fluctuación al 10%. En 1990, el tipo de cambio comenzó a presionar el piso de la banda, obligando al gobierno a realizar fuertes compras de dólares, optando por introducir ruido en el mercado cambiario a través de esporádicas devaluaciones seguidas de revaluaciones. La política de bandas y la tendencia a la apreciación se mantiene actualmente.
Colombia: El entorno político-económico de Colombia se ha caracterizado por la continuidad de las políticas a través de los diferentes gobiernos democráticos y la convicción de la conveniencia de recibir capitales extranjeros, sujetos siempre a ciertas restricciones. Ello le ha permitido alcanzar una tasa de crecimiento modesta pero constante, no obstante sus graves problemas de violencia de motivación política, que ya han dejado de ser un fenómeno meramente rural.
Sin embargo, su alta dependencia de los precios del café, primer rubro de exportación, le ha llevado a enfrentar ciertos episodios de inestabilidad macroeconómica, referidos a déficits fiscales y de balanza de pagos y desempleo. Estos desequilibrios se derivaron, en su mayoría, del programa de liberación de importaciones y revaluación de la moneda implementado entre 1979 y 1981, lo que mermó considerablemente sus reservas internacionales. En 1985, el gobierno logra retomar las riendas de su economía a través de un programa de ajustes tipo FMI que, entre otras cosas, propició la devaluación del peso y, por ende, las exportaciones tanto cafetaleras como no tradicionales, mejorando con ello la balanza comercial. A su vez, la masiva entrada de capitales a partir de mediados de 1990, elevó sus reservas y mejoró la cuenta capital. Sin embargo, este flujo tuvo que ser controlado debido a los efectos monetarios negativos que comenzaban a manifestarse.
La orientación de Colombia es, desde 1990, la apertura comercial a través de una programa de internacionalización y modernización de su economía, en un marco de reformas estructurales y ajustes macroeconómicos, con énfasis en el control de la inflación. Su política cambiaria, está enmarcada en una fluctuación intervenida.
Ecuador: La economía ecuatoriana sufrió las secuelas de los problemas económicos de principios del periodo: inestabilidad en el mercado de cambio, altas tasas de interés, una difícil situación de las finanzas públicas y debilidades del sector financiero. Si bien las autoridades lograron controlar los efectos negativos de algunos de estos factores adversos y los indicadores comenzaron a mejorar, el desempeño de la economía hacia al final del periodo no fue favorable, ya que se agregaron la incertidumbre politica y el descontento social. Esta situación se reflejó en un bajo dinamismo del producto, con una ligera declinación de la inflación, acompañada de una moderada depreciación de la moneda a raíz del incremento de la demanda de divisas alimentado por expectativas desfavorables, déficit fiscal y pérdida de reservas internacionales.
México: México se presenta como uno de los países latinoamericanos con mayor estabilidad política, no obstante las presiones de la guerrilla, cuya economía ha logrado mantenerse dentro de lo que podría definirse como un desarrollo estable, caracterizado por una moderada pero sostenida tasa de crecimiento y baja inflación. Pero para lograrlo, recurrió muy frecuentemente al financiamiento externo, cuya composición ha variado a lo largo del tiempo, tornándose cada vez más riesgoso.
Los flujos que inicialmente emigraron al país, provenían en su mayoría de inversión extranjera directa, lo que le permitió desarrollar un amplio aparato industrial orientado hacia la sustitución de importaciones. El cambio de las concepciones políticas hacia la promoción de la inversión nacional durante los setenta, frenó estos flujos. Este hecho, aunado al fácil acceso a los préstamos europeos, dio inicio en México a una larga historia de desequilibrios fiscales y de balanza de pagos, que condujeron a procesos inflacionarios y devaluaciones (pero con tasas de interés reales positivas), que si bien nunca alcanzaron las magnitudes de las de Brasil y Argentina, significaron mucho para un país acostumbrado a mantener bajo control sus variables macroeconómicas.
La masiva fuga de capitales que los desajustes generaron, logró ser controlada por las políticas monetarias y cambiarias de 1983-1987, e incluso se revirtieron en 1989, cuando México se convierte en un importador de capitales externos por excelencia. Estos nuevos capitales ya no estaban orientados exclusivamente a la inversión directa, sino que una mayor proporción se destinó a inversiones de cartera y especulación, lo que colocó al mercado de valores de ese país entre los más importantes. No fue sino hasta finales de 1994, que la combinación del aumento de las tasas de interés internacionales y la incertidumbre entre los inversionistas debido a ciertos factores políticos y económicos, provocaron una considerable reducción de las reservas internacionales por la salida de los capitales golondrina.
Así, la tendencia creciente del tipo de cambio mexicano no ha sido sino un reflejo de los desajustes en balanza de pagos experimentados y que lo llevaron a mantener desde 1982 hasta 1991, un régimen de cambio dual, con deslizamientos progresivos o esporádicos controlados. En 1993 se modifica el sistema monetario, introduciendo una nueva moneda (nuevos pesos) en una proporción de 1 por 1000 y se deja fluctuar el precio de la divisa en una banda del 9%.
Paraguay: La economía paraguaya parece haber resentido poco los efectos de la crisis financiera argentina. El dinamismo que el Mercosur pudo aplicar al producto de Paraguay, se vio afectado por condiciones climáticas desfavorables en ciertos años del periodo (principalmente en 1996), lo que permitió un bajo de nivel de crecimiento promedio. Asimismo, los sectores industria manufacturera, comercio y servicios básicos no presentaron mayor dinamismo.
Paraguay tampoco experimentó fuertes problemas inflacionarios. Más aún, las mejoras de la recaudación impositiva y el control del gasto público facilitaron situaciones superavitarias de sus cuentas públicas, acompañadas de una ligera apreciación del tipo de cambio, favorecidas a su vez por la captación de importantes contingentes de recursos externos e incrementaron sus reservas internacionales.
Perú: En medio aún de fuertes problemas políticos y sociales, la evolución que la economía peruana presentó durante el periodo está caracterizada por uno de los mayores desequilibrios, tanto a nivel real como monetario. Fuertes caídas en el crecimiento del producto fueron a su vez compensadas con también elevadas pero inconstantes tasas de crecimiento del mismo, lo que resultó en una reducción del producto del orden de 13% durante la primera mitad de los 90´s, con respecto al decenio anterior, periodo durante el cual había venido creciendo a una tasa promedio anual del 6%. Esta situación, fiel reflejo del recalentamiento de la economía, obligó a la aplicación de combinaciones de políticas monetarias y fiscales restrictivas que permitieron cierta recuperación económica hacia finales del periodo estudiado, orientándose fundamentalmente hacia la reducción del elevado déficit de balanza de pagos. La expansión de las exportaciones fue probablemente el motor fundamental que contribuyó a la recuperación de la economía peruana, compensando además la caída en la ya escasa demanda interna.
Medidas similares debieron ser aplicadas excitosamente a principios de los años 90, a fin de controlar la hiperinflación de entre 1988 y 1991 y los problemas cambiarios que de ella derivaron. El ingreso de recursos externos, producto de la amplia captación de capitales foráneos para la inversión fija, le permitió al Perú recomponer sus niveles de reservas internacionales y estabilizar su moneda. Sin embargo, los problemas de desempleo estuvieron presentes a lo largo de todo el periodo, con tendencia a profundizarse.
Es importante destacar el precedente que marcó Perú en 1996, cuando alcanzó la casi total reprogramación de su deuda con la banca comercial en el marco del Plan Brady. Ya en julio había reestructurado sus compromisos con el Club de París, después de varios años de moratoria.
Uruguay: El mejor desempeño de la actividad económica en Argentina y Brasil influyeron positivamente en sus menores socios comerciales del Mercosur. Particularmente, Uruguay experimentó a lo largo del periodo una tendencia hacia la expansión sostenida del producto (entre 3% y 5% anual), comportamiento éste que sólo parece haber sido afectado por la crisis de capitales de Argentina en 1994. De esta manera, Uruguay logró crecer un 14% durante los primeros seis años de los 90, con respecto a la década anterior, basando su desarrollo en la expansión de las exportaciones y de la inversión, así como en un moderado pero estable incremento de la demanda interna.
No obstante esta situación, los precios mantuvieron una tendencia creciente cercana al 20% anual, debido probablemente a la expansión monetaria implementada para financiar el déficit fiscal de los últimos años del periodo. La apreciación real de la moneda brasileña tuvo un impacto negativo sobre la divisa uruguaya, presionándola hacia la devaluación. Sin embargo, la paridad frente al dólar se mantuvo casi invariante debido al ajuste de las bandas cambiarias conforme el ritmo de crecimiento de los precios.
Venezuela: A raíz del boom petrolero de 1973 y, principalmente de 1979, que le inyectó al país grandes cantidades de recursos cuando ni el gobierno ni los empresarios estaban en condiciones de manejarlos, Venezuela se sumergió en un proceso de desajustes económicos que persisten hoy en día.
Inicialmente, los desequilibrios que comenzaban a manifestarse, no fueron atendidos, e incluso se ignoraron, ante la afluencia de capitales y a las expectativas de un mercado petrolero con precios crecientes. Es así, que durante los años setenta y principios de los ochenta, el principal problema que experimenta el país es una creciente deuda externa, tanto pública como privada, adquirida a objeto de llevar a cabo grandes planes de inversión que, en su mayoría quedaron inconclusos o resultaron inoperantes. La expansión de la base monetaria resultante, no produjo efectos inflacionarios, debido a los controles y subsidios, ni tampoco tuvo efectos reales, debido al incentivo a importar y al desestímulo de la exportación no petrolera, ante un tipo de cambio fijo sobrevaluado. Esta estabilidad ficticia también se reflejó en las tasas de interés. Al caer los precios del crudo en el mercado internacional y agotarse los recursos disponibles, los desequilibrios represados comienzan a manifestarse, principalmente a partir de 1989, e intentan ser corregidos a través de diferentes programas de ajustes bajo la dirección del FMI.
En materia cambiaria, Venezuela ha experimentado una amplia gama de políticas, buscando corregir las presiones al alza en el precio de las divisas. Luego de la maxidevaluación de 1983, tras varios años de fuga de capitales y de un tipo de cambio fijo, se establece un régimen trial en el que coexisten tres tipos de cambio: dos de ellos para importaciones prioritarias y pagos de deuda y un tercero libre, lo que introdujo una serie de distorsiones en el mercado cambiario.
El 94 fue un año que pudiera catalogarse de ensayo para la política cambiaria de nuestro país, dada la rapidez con que fueron implementadas y posteriormente derogadas diferentes medidas que pretendieron controlar el deterioro acelerado que nuestra moneda venía experimentando aún antes de 1989.
El régimen de crawling peg, que fuera adoptado desde octubre de 1992 con el fin de frenar la tendencia especulativa que había generando la liberación cambiaria de 1989 en un clima de fuertes presiones inflacionarias y expectativas devaluacionistas y que consistía en pequeñas devaluaciones (entre 10 y 15 céntimos diarios) sucesivas anunciadas en función del diferencial inflacionario, fue sustituido el 29 de abril de 1994 por un esquema de subastas que entró en operación el 4 de Mayo, partiendo con un TC de 118.2 bolívares por dólar.
Según este nuevo esquema, el Banco Central de Venezuela adjudicaba a los bancos un porcentaje de las divisas solicitadas por éstos, estableciendo un precio de cotización equivalente al promedio ponderado de los precios ofrecidos por las Instituciones financieras participantes en la subasta. Tal medida, que fue vista como un control de cambios encubierto, no tardó en revelarse inoperante lo que propició el surgimiento de un mercado paralelo con un precio para la divisa hasta 20 bolívares por encima del de subasta. Por esta razón, fue modificada apenas veinte días después de su implementación.
El nuevo esquema, también de subasta, permitía que el precio del mercado paralelo fuese el marcador para la cotización de divisas, sobreviniendo una rápida y acentuada devaluación del TC, que llevó el precio de la divisa más allá de los 200 bolívares por dólar. Ante estas circunstancias el gobierno, luego de intentar intervenir en el mercado expandiendo la oferta de dólares con lo que logró reducir ficticiamente el precio del dólar a 180 bolívares, se vio obligado a establecer de facto un control de cambios y fijar el TC en 170 bolívares, circunstancia que se mantuvo hasta diciembre de 1995 cuando nuestra moneda fue objeto de una nueva devaluación, esta vez a 290 Bs./$. En 1996, se deja al tipo de cambio fluctuar dentro de una banda, alcanzando ese mismo año el techo de la misma y manteniéndose esta presión hasta el presente.
En lo que respecta a las tasas de interés, el programa económico global de 1989 acabaría con la tradicional regulación directa de las tasas de interés por parte del Banco Central de Venezuela. Dicho programa de ajuste estructural contemplaba, entre otros, la liberación de las tasas de interés lo cual fue llevado a cabo en un ambiente de fuertes desequilibrios y expectativas desfavorables en torno al futuro económico y político del país, circunstancia que derivó en un debilitamiento del Sistema Financiero y en la profundización de los desequilibrios macroeconómicos que este programa debía corregir.
Las expectativas en torno a la evolución del mercado cambiario y de la inflación anunciados por el elevado déficit fiscal y los problemas de Balanza de Pagos, propiciaron una desenfrenada carrera por parte de la Instituciones Financieras por captar recursos impulsando un alza progresiva de las tasas de interés nominales, las cuales pasaron de 28.9 % promedio en 1989 a 53.75 % en 1993 lo que, en un clima de escasa supervisión, puso en peligro la estabilidad del sistema mismo e hizo inevitable la caída de algunos Bancos.
Lo elevado de estas tasas agudizó el proceso inflacionario, tornándolas negativas en términos reales. La rentabilidad ofrecida internamente se hizo inferior a la de los depósitos en Estados Unidos, desincentivando el ahorro en moneda nacional y propiciando la colocación de capitales en el exterior, amparada por la política de libre cambio existente para el momento, lo que acentuó aún más el deterioro de nuestra moneda. Se genera un círculo vicioso en el que el crecimiento del Tipo de Cambio, producto del reflejo de estas presiones en el mercado cambiario y que contribuye a expandir aún más los precios dado el alto componente importado de los insumos para la producción nacional o el consumo directo, lo que a su vez se traduce en mayor devaluación.
2.2.2.ANÁLISIS MACROECONÓMICO GENERAL
El análisis de la situación económica de los países involucrados en el estudio incluye datos acerca de las principales variables económicas para el periodo 1988-1997 (Tabla N. 2.2). Dichas variables son:
El paso de la simple apertura comercial a la integración requiere estabilidad cambiaria y ésta a su vez, esta ligada con la situación macro general. El ahorro interno es la principal fuente de desarrollo, ya sea porque brinda los recursos necesarios para emprender los planes de inversión, como porque sirve de referencia para las decisiones de inversión extranjera. A nivel mundial, América Latina tiene una de las tasas de ahorro interno mas bajas del mundo -cerca del 18% del PIB (similar a la del grupo estudiado), contra por ejemplo 38% en Asia. Particularmente, Chile muestra la más elevada tasa de ahorro nacional (AHN), superior al 26% en promedio para el periodo, seguido de Colombia (23.4% del PIB) y Brasil (21%); el último escalafón es para Bolivia, con apenas 9.2% del PIB destinado al ahorro. A nivel de grupos el G3 es la agrupación con mayor nivel de ahorro nacional, cerca del 21% del PIB (Tabla N. 2.3).
TABLA N. 2.2: PRINCIPALES PROMEDIOS POR PAIS
Por su parte, la inversión interna en capital fijo (IBF) en los países de la región ronda el 20% del capital fijo, siendo Uruguay (13.8%) y Bolivia (14.4%) los de menor porcentaje del PIB destinado a este rubro, en contraposición con Chile (26.2%) y Perú (24.2%). Mercosur destaca como la organización con mayor nivel de inversión interna bruta. Sin embargo, la inversión interna como fuente de financiamiento del desarrollo debe ser complementada por la inversión extranjera. Lamentablemente, cerca del 75 % del capital extranjero que recibe América Latina llega con fines especulativos lo cual, antes que contribuir al proceso de desarrollo, conlleva fuertes desequilibrios macroeconómicos. La inversión extranjera sólo puede ser atraída hacia la formación de capital en una situación de estabilidad económica.
TABLA N. 2.3: PRINCIPALES PROMEDIOS POR GRUPO:
Sin embargo, la situación macroeconómica general de los países en estudio presenta una considerable mejoría a lo largo del periodo analizado, sin que ello pueda atribuirse directamente a su participación en las diferentes agrupaciones. Efectivamente, dentro del Mercosur (ampliado, incluyendo Chile), el PIB creció a una tasa promedio de 3.9%, superior a la de la CAN y G3, destacando Chile con una tasa de 7.6% promedio. Por su parte Perú experimentó la mayor caída en la tasa de crecimiento del PIB, llegando esta al 12.9% en 1989. Sin embargo, la misma fue compensada en 1994 con un crecimiento cercano al 14%.
Si bien como se dijo la tasa de inversión en capital fijo es relativamente baja, su tendencia es creciente. Particularmente destaca el caso de Perú, con una inversión por el orden del 29% del PIB durante el periodo 1994-1997. De los grupos considerados, Mercosur cuenta con el menor porcentaje promedio de déficit fiscal (0.3%). Los mayores problemas al respecto han sido en Argentina y México, si bien se han logrado grandes mejoras a raíz de la implementación de los fuertes controles como parte de la política antiinflacionaria. Chile, por su parte, ha logrado mantener una posición superavitaria de aproximadamente 1.7% del PIB a lo largo del periodo.
Los problemas de deuda externa han estado presentes en todos estos países, al igual que en la casi totalidad de las naciones latinoamericanas. Particularmente, en la CAN el porcentaje promedio del PIB comprometido por la deuda es del 65.4%, y dentro de éste, Ecuador ha llegado a superar el 100%. El desempleo por su parte, parece ser un problema prevaleciente en toda la subregión, ubicándose en el 8.5% promedio en la CAN, 7.8% en el G3 y 7.4% en el Mercosur. Particularmente, Argentina experimentó el nivel más alto en 1996 con 17.2%.
Así vemos que la inestabilidad macroeconómica es uno de los principales impedimentos para el avance económico de las naciones latinoamericanas y su inserción en el proceso de globalización. De hecho, si tomamos en cuenta la experiencia europea, el primer paso fue el establecimiento de políticas internas tendientes a estabilizar el tipo de cambio, las tasas de interés y las tasas de inflación en niveles preestablecidos. América Latina, además de la búsqueda del control de estas variables, debe hacer frente a sus propios desequilibrios estructurales.
De las organizaciones estudiadas, sólo Mercosur se propone llegar a consolidar una unión económica, lo cual amerita la coordinación de políticas macroeconómicas entre los países miembros. Si consideramos que es precisamente esta agrupación la que parece estar llamada a liderar el proceso de integración de Sur América, entonces el problema de la estabilización económica adquiere mayor importancia. Nuevamente, el interés de los gobiernos por la coordinación de políticas depende de su situación interna. Los países con mayores problemas cambiarios, de inflación y de balanza de pagos tienen mayor interés por dicha coordinación, pero a su vez tienen menor poder para influir sobre ellas.
Los problemas cambiarios tienen un impacto generalizado en los flujos monetarios (y financieros), que se extienden rápidamente a los demás sectores de la economía y pueden afectar las naciones vinculadas. La mayoría de los países en estudio han tenido durante la década de los 80"s y los 90"s graves problemas con el control del tipo de cambio, problemas estos que en algunos casos persisten hoy día. Tal es el caso de la crisis brasileña a principios de 1999 y la persistente presión hacia la devaluación del bolívar en Venezuela. Los diferentes regímenes cambiarios adoptados durante el periodo, estuvieron determinados por la situación de balanza de pagos, inflación y panorama económico en general. Si bien el tipo de cambio fijo prevaleció durante los 80"s, se experimentaron todo tipo de políticas cambiarias. El caso mas extremo fue el de Venezuela quien entre el 1992 y 1996 ensayó diferentes políticas cambiarias tales como deslizamiento diario controlado, subastas, controles cambiarios y fijación de bandas[7]Países como Argentina, Perú, Brasil y México tuvieron incluso que modificar sus signos monetarios y reajustar sus patrones cambiarios, debido a profundos problemas inflacionarios que por supuesto tuvieron su impacto en las tasas de interés.
Las tablas 2.2 y 2.3 muestran cómo las tasas de variación del tipo de cambio (TC) se sitúan alrededor del 85.7%, con una amplia dispersión. En efecto, mientras Perú y Brasil llegaron a tasas de inflación de hasta cuatro dígitos y, por ende, profundas devaluaciones, Chile y Bolivia, ya habiendo recuperado relativamente su estabilidad, apenas devaluaron en menos del 10% durante el periodo. A nivel de grupo, Mercosur es quien obviamente muestra los mayores índices de inflación y devaluación, tanto a consecuencia de la crisis de Brasil, como por los efectos finales de la crisis argentina.
Comparando estos resultados con el comportamiento de las variables en Estados Unidos para el mismo periodo, ser observa que si bien la unión americana muestra más bajos niveles de crecimiento del PIB, menor porcentaje del mismo destinado a inversión fija y más alto déficit fiscal, también es el país que menor nivel promedio de inflación (apenas 3%), muy baja proporción del pi comprometido en deuda (10.4%), baja expansión monetaria (apenas 3.6% promedio) y una de las tasas de interés reales positivas más bajas, pero estable. He aquí de nuevo uno de los factores que se han venido estableciendo como base fundamental del proceso de crecimiento e integración, como lo es la estabilidad de los agregados económicos y al respecto, Estados Unidos muestra las menores tasas de fluctuación en la mayoría de ellos.
Recientemente, los países han venido adoptando esquemas cambiarios más liberales que van desde libre fluctuación, hasta ajuste entre bandas a fin de mantener la competitividad de sus productos en los mercados internacionales. Pero aún existen dudas en cuanto a qué tan libres estén fluctuando estos mercados y que tan estables sean realmente. Lo que sí está claro es que mientras estén presentes problemas de este tipo, las posibilidades de integración se verán limitadas por el temor de las restantes naciones a verse afectadas por los efectos de dichos desequilibrios, cuyo impacto dependerá de qué tan avanzado este el proceso de integración.
La simple comparación entre países del comportamiento promedio de variables sólo permite una idea general acerca de la situación de los mismos y alguna referencia sobre diferencias y similitudes entre ellos. Sin embargo, este trabajo busca ir mas allá y tratar de determinar (si existen) las condiciones necesarias a fin de clasificar los países en los diferentes grupos económicos y, por ende, determinar las agrupaciones naturales a las que estas condiciones podrían dar origen, como un indicador de las posibilidades de profundización en el proceso de integración de América Latina.
Lo hecho hasta ahora es simplemente dibujar un panorama de la situación en que se encuentran los países desde el punto de vista socioeconómico y de los acuerdos signados entre ellos. Se requiere ahora del análisis de la estructura interna de los datos considerados a fin de determinar las relaciones entre las variables que permita tanto la clasificación de las mismas, como la de los países a los que pertenecen. Para ello, se recurre aquí a herramientas de estadística multivariante tales como análisis de componentes principales, análisis de correspondencias y análisis cluster. Asimismo, se lleva a cabo la revisión de la estructura comercial de los diferentes países y grupos a fin de contrastar sus vocaciones de comercio y su efecto sobre el proceso de integración.
ANALISIS DE LA ESTRUCTURA DE DATOS
3.1.1.Análisis por países:
La principal aplicación del análisis de componentes principales es reducir el número de variables y determinar la estructura de relación entre ellas, lo cual parte del análisis de la correlación entre variables y su variabilidad. A tal efecto, si bien la correlación entre las variables es en general significativa (Tabla A1 en anexo), su variabilidad es mayor que la deseada. En efecto, como lo muestran los gráficos A1 y A2 del anexo, existe una excesiva volatilidad, principalmente entre las variables monetarias, a lo largo del periodo en estudio. Si bien esto era de esperarse, debido a los fuertes problemas para controlar la inflación y el tipo de cambio en muchos de los países considerados, la elevada varianza de estas variables obligó a la exclusión del tipo de cambio en algunos de los análisis que se muestran a continuación, debido a la distorsión que incorpora al estudio. Dicha exclusión, será indicada en su debido momento. Asimismo, cabe destacar que a menos que se indique lo contrario, Estados Unidos no se incluye en el análisis.
El análisis de componentes principales nos muestra cuatro componentes fundamentales que explican poco mas del 60% de la varianza total de las variables (Tablas A2 y A3 anexas y Cuadro 3.1). El primero de ellos, con una capacidad explicativa del 21.2%, es un componente de crecimiento y estabilidad, que contrapone las variables de mayor fluctuación a lo largo del estudio, tipo de cambio, índice de precios, liquidez monetaria y reservas internacionales, con variables reales como lo son el pib, la inversión, el déficit fiscal y el ahorro. Este resultado muestra que a mayor volatilidad de precios y tipo de cambio, mayores dificultades para encaminar la economía hacia el crecimiento del producto, el estímulo de la inversión y del ahorro, lo que se traduce en déficits fiscales y por ende una menor capacidad de competitividad en el mercado mundial (Gráfico 3.1).
GRAFICO N. 3.1: PLANO CRECIMIENTO-ESTABILIDAD Y COMERCIO EXTERIOR-FORMACION DE CAPITAL
El segundo componente, explica el 17.3% de la varianza total. En el se contraponen deuda externa, con ahorro nacional e índice de intercambio, fundamentalmente, con lo que podría definírsele como un componente de comercio exterior y formación de capital. De esta forma, países con alto ahorro interno e inversión, tienen también alto índice de intercambio y bajos niveles de deuda. El tercer componente, por su parte, participa explicando el 13.5% de la variabilidad y contrapone elementos de balanza de pagos: cuenta capital con cuenta corriente y deuda externa. Igualmente opone ahorro externo, versus ahorro interno y desempleo, por lo que se le puede definir como un componente de balanza y estructura de ahorro (Gráfico 3.2). Así, países con elevados saldos superavitarios de cuenta corriente y ahorro nacional, parecen tener bajos niveles de ahorro externo, mayores déficits en cuenta capital y tasas de desempleo moderadamente altas. El cuarto de los componentes considerados, explica algo más del 9% de la variabilidad total y en él se contraponen principalmente tasas de interés y nivel de precios.
Analizando la evolución de los países en el primer plano factorial y considerando los años extremos del periodo en estudio, observamos que durante 1988, países como Argentina, Perú, Brasil que originalmente presentaban bajas tasas de crecimiento, elevados niveles de inflación, inestabilidad cambiaria, pérdida de reservas y fuertes desequilibrios monetarios, pasaron a ser países con alta tasa de crecimiento y estabilidad económica, comportamiento éste que pudiera atribuirse al creciente intercambio comercial, entre otras (Cuadrante ((). Para ese mismo año Colombia, Paraguay, Ecuador y Venezuela, mostraron un comportamiento promedio, sin mayores desequilibrios. Así, para el año 1997, sin embargo, la estructura macroeconómica entre Brasil, Argentina, Chile, México, y si se quiere Perú y Colombia, es más similar entre sí, con mayores niveles de crecimiento del producto, aunque también con mayor movimiento en su cuenta capital de balanza de pagos. Esto se explica por el logro de la estabilización monetaria de dichas naciones con respecto a su situación en el año
GRAFICO N. 3.2: PLANO FACTORIAL CRECIMIENTO-ESTABILIDAD Y AHORRO –BALANZA DE PAGOS.
1988, y la mayor utilización de estos países como destino de capitales foráneos. Dentro del marco analizado, sólo Venezuela parece empeorar su situación, ubicándose en 1997 en un plano de mayor desempleo y mayor inestabilidad monetaria con respecto a 1988 (paso del cuadrante ((( al (). La similitud en la estructura de las variables entre Argentina, Brasil, Perú y Chile por un lado y entre Venezuela, Ecuador, Colombia y Bolivia por otro, se mantiene generalmente para los años considerados, sobre los restantes componentes principales (Gráficos 3.3).
Ubicando los países en el segundo plano factorial, se observa que estos tienen un comportamiento en el tercer componente, a excepción de Venezuela y Brasil en 1997 y Perú en 1988. Particularmente, Venezuela aparece ese año en el primer cuadrante, con altas tasas de desempleo, elevado déficit fiscal y superávit en cuenta corriente debido a los ingresos petroleros. Brasil, por su parte refleja su mayor estabilidad y elevado crecimiento, con altos niveles de ahorro externo y bajas tasas de desempleo y déficit fiscal (Gráfico 3.4.)
Como ya se ha dicho, las distintas agrupaciones económicas analizadas tienen en común el hecho de obedecer principalmente a razones de proximidad geográfica, circunstancia ésta que les permitió sobrevivir las etapas en las que la idea de integración fue relegada. El hecho geográfico y las circunstancias históricas se mezclan con una serie de factores políticos y económicos para dar así origen a estos grupos. Sin embargo, la estructura interna de las variables económicas también puede sugerir los «grupos naturales». A través del análisis cluster podemos determinar los países más próximos entre sí, en cuanto a realidad económica se refiere.
GRAFICO N. 3.3: UBICACION DE PAISES SOBRE COMPONENTES 1 Y 2
GRAFICO N. 3.4: UBICACION DE PAISES SOBRE COMPONENTES 1 Y 3
Siguiendo la misma metodología de analizar las agrupaciones para los años extremos, podemos observar que si bien algunos países han variado su posición con respecto a los grupos, los grupos naturales conformados se mantienen, si bien estos no coinciden necesariamente con las agrupaciones reales existentes. Efectivamente, la gráfica del año 1988 muestra que, para una distancia relativamente próxima, Argentina, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Chile, Ecuador y Colombia se encuentran agrupados. México y Venezuela, conjuntamente, podrían formar parte de la misma agrupación pero a una distancia mayor, mientras que Brasil y Perú se encuentran bastante alejados entre sí y con respecto a los demás. Esto puede deberse a la poca iniciativa inicial de Perú de mantener dentro de los acuerdos, y a la grave situación macroeconómica de Brasil. En el año 1997, Perú, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay y Bolivia, se encuentran muy próximos, alejándose Venezuela, México y Argentina, y manteniéndose Brasil muy distante de los grupos (Gráficos 3.5 y 3.6).
GRAFICO N. 3.5: ANALISIS CLUSTER PARA EL AÑO 1988
GRAFICO N. 3.6: ANALISIS CLUSTER PARA EL AÑO 1997
3-1-2 Análisis por grupos:
Al igual que en el análisis de componentes principales, el análisis de correspondencias busca reducir el número de variables y determinar la estructura interna de las mismas. La metodología a seguir será el análisis de los resultados de las correspondencias simples para algunas de las principales variables macroeconómicas, para luego pasar a revisar el caso múltiple, considerando ya no los países sino los grupos que estos conforman, incluyendo Estados Unidos. Las codificaciones de las variables y los rangos que fueron creados para las mismas se muestran en el cuadro N. A.2 del anexo.
La gráfica 3.7 muestra cómo se ubican el Mercosur, la CAN (Andino), el G3 y Estados Unidos en los planos factoriales formados por el PIB (+) y la inversión ((). Así, el Mercosur se asocia con las altas tasas de crecimiento del PIB y alta participación de la inversión, características del primer cuadrante. La CAN, por su parte está más asociada con bajos niveles de dichas variables, mientras que el G3 y Estados Unidos tienen moderados niveles de las mismas. Ello tiene su lógica, puesto que en el periodo estudiado, Estados Unidos experimentó bajos pero constantes niveles de crecimiento, mientras que los países del Mercosur evidenciaron las mayores tasas de expansión del producto. Las restantes naciones, presentaron comportamientos más erráticos.
GRAFICO N. 3.7: ANALISIS DE CORRESPONDENCIAS SIMPLES: PIB-IBF.
Incorporando al análisis la tasa de desempleo, se observa que los países del Mercosur también están asociados a moderadas tasas de desempleo ((), correspondiendo al Grupo Andino los niveles más altos de la misma. Estados Unidos, como siempre se muestra poco relacionado con el comportamiento general de los grupos considerados (Gráfico N. 3.8). Por otro lado, Mercosur está asociado a tasas de inflación más elevadas, correspondiendo las más bajas el cuadrante dos, donde se sitúan Estados Unidos y el G3. (Gráfico N. 3.9)
En el análisis multivariante por grupos (excluyendo Estados Unidos), a través de los planos factoriales uno y dos, los cuales tienen una capacidad explicativa del 20.1% de la inercia total, se puede observar que el cuadrante ( está caracterizado por la presencia de dos grupos, el primero de los cuales presenta elevados niveles de ahorro nacional e inversión, un elevado índice de intercambio comercial, elevado superávit en cuenta capital de balanza de pagos acompañado de un también elevado déficit en cuenta corriente y un tipo de cambio bastante estable. Se asocia a este grupo el G3. Un segundo grupo, al que se asocia Mercosur, está caracterizado por saldos fiscales superavitarios, con fuerte crecimiento del producto, amplia participación del ahorro nacional, alto índice de intercambio, tasas de interés reales positivas acompañadas de una relativamente alta variación de la liquidez monetaria y elevadas tasas de desempleo.
GRAFICO N. 3.8. ANALISIS DE CORRESPONDENCIAS SIMPLES: PIB-TDES.
GRAFICO N. 3.9. ANALISIS DE CORRESPONDENCIAS SIMPLES: PIB-IPC.
La CAN, por su parte, se ubica en el tercer cuadrante el cual se caracteriza por tasas de desempleo relativamente altas, inflación y devaluación, acompañadas de bajas tasas de inversión y ahorro nacional, fuertes déficits fiscales y elevada deuda externa, así como un bajo índice de intercambio (Gráfico 3.10).
GRAFICO N.3.10. ANALISIS DE CORRESPONDENCIAS MULTIPLE: PLANOS FACTORIALES UNO Y DOS
Para incorporar los Estados Unidos al estudio y considerar además el hecho de que algunos países pertenecen a mas de un grupo, fue necesario excluir del estudio la variable tipo de cambio, dadas las distorsiones que causaba. Así observamos que para los dos primeros planos factoriales, con capacidad explicativa del 21.72%, nuevamente se tienen dos subgrupos dentro del primer cuadrante. El primero de ellos se caracteriza por baja deuda externa, moderada expansión monetaria e inflación, con fuertes déficits en cuenta corriente. Este grupo se relaciona con Estados Unidos y México. Una segunda agrupación, relacionada con Mercosur, se caracteriza por moderadas a altas tasas de crecimiento del producto, amplia participación de la inversión en el mismo, tasas de interés reales positivas, moderado superávit en cuenta capital y un no despreciable crecimiento promedio de las reservas internacionales.
Los países del CAN y del G3 que además pertenecen a otros grupos, se ubican en el cuadrante tres (próximos al dos), y se caracterizan por moderadamente altos niveles de desempleo e inflación, altos niveles de deuda externa, baja inversión, amplio crecimiento de la liquidez monetaria y tasas de interés reales negativas (Gráfico N. 3.11).
GRAFICO N.3.11. CORRESPONDENCIA MULTIPLE (USA). PLANOS 1 Y 2.
Los planos uno y tres, los cuales explican el 20.83 % de la inercia total, muestra un efecto herradura, indicativo de comportamientos similares en los extremos y diferentes en los valores medios, ordenamiento éste que no puede ser captado por los componentes principales. De esta manera, si bien los resultados son similares a los del gráfico anterior, la ubicación de las agrupaciones y las variables asociadas a los grupos se hace más clara (Gráfico N. 3.12)
GRAFICO N.3.12: CORRESPONDENCIAS MULTIPLES: PLANOS 1 Y 3
3.2. INTERCAMBIO COMERCIAL EN LA SUBREGION
El interés de los países en la integración económica, tiene su razón de ser en el principio de que la apertura comercial, como parte fundamental de este proceso de globalización, permitirá a los países involucrados ampliar las bases para el desarrollo a través de la mejora en la productividad. Si bien es cierto que son muchos los factores que influyen en la orientación de la política comercial de las naciones –factores externos, condiciones internas de los países, políticas publicas- los acuerdos de apertura comercial están basados en el aprovechamiento de las economías a escala y la especialización de cada país en el área de mayor ventaja competitiva.
La apertura comercial incluye una serie de reformas a las relaciones comerciales con los demás países, reformas éstas que van desde la eliminación de restricciones al intercambio de bienes, hasta la liberación de los mercados cambiarios. Con relación a este último punto, ya hemos visto que a pesar de los graves problemas de tipo de cambio que han experimentado la mayoría de las naciones en estudio, la política cambiaria parece estar orientada hacia la desregulación del mercado de divisas. Sin embargo este proceso es lento debido en parte a la alta volatilidad de esta variable, producto de la persistente inestabilidad macroeconómica y, por otro lado, a la magnitud de las crisis cambiarias que han obligado a la adopción de sistemas de cambio mixtos.
La reducción de aranceles y la eliminación progresiva de barreras al libre flujo de productos entre naciones es considerada en todos los acuerdos firmados en las diferentes agrupaciones estudiadas y varía dependiendo de las características y objetivos de dichos acuerdos. Sin embargo, ya sea que se trate de un acuerdo general o de alcance parcial, de un simple acuerdo comercial o un mercado común, la idea subyacente es facilitar el flujo de bienes entre naciones, a fin de expandir el mercado de productos no competitivos y asegurar fuentes de abastecimiento para bienes no producidos internamente en cada país.
La complejidad de los procesos productivos y la expansión de las industrias hacia terceros países, dentro de este esquema de regionalización, han obligado a la adopción de normas a fin de determinar el origen de las exportaciones y, por ende, que tipo de trato debe dársele a las mismas. Si bien existen diferentes metodologías para la especificación de las normas de origen, la más comúnmente aceptada es la de Cambio en la Clasificación Arancelaria (CCA), la cual confiere el origen en función de los materiales o insumos empleados en la producción. Existen además, normas preferenciales que rigen acuerdos particulares entre países específicos, incluso dentro de los mismo tratados firmados. Dichas normas tienden a disminuir a medida que el proceso de apertura avance y disminuya así el proteccionismo.
La preocupación inicial en cuanto a que el proceso de integración que se está llevando a cabo en América latina actualmente constituye una atomización de la región en diferentes subgrupos, puede verse a través del análisis de los estructuras de intercambio de los diferentes países.
Para el caso de Argentina, el principal origen de sus importaciones y de sus exportaciones son Estados Unidos y Brasil (Tabla N 3.1). Particularmente, sus relaciones de intercambio con respecto a Brasil se han incrementado a raíz de la creación del Mercosur, lo que ubica actualmente a Brasil como el principal origen y destino de los productos argentinos. Efectivamente, Brasil cubrió en 1996 más del 20% de las importaciones de Argentina y recibió ese mismo año casi el 30% de las exportaciones de ese país, aun cuando estas ultimas no llegaban al 7% en 1988. El comercio con los restantes miembros del Mercosur, incluyendo Chile, no llega al 5% de sus importaciones y al 13% de sus exportaciones. En general, Argentina parece tener mayor actividad comercial con Europa que con América latina. Los principales rubros de exportación de Argentina están referidos a cereales, aceites, petróleo y carnes, lo que constituye aproximadamente el 50% de las exportaciones totales de ese país. Estos productos, a excepción de las carnes, son producidos y exportados por la mayoría de las restantes naciones en estudio (Tabla A.7 anexa)
Bolivia por su parte, mantiene un fuerte intercambio con Estados Unidos, Japón y Brasil, quienes son sus principales abastecedores, especialmente los dos primeros quienes han ido desplazando a Brasil y Argentina y quienes absorben casi el 40% de las exportaciones de ese país (Tabla 3.2). La escasa diversificación de las exportaciones de Bolivia, constituidas en casi un 60% por minerales no ferrosos, metales preciosos, aceites y petróleo (Tabla A.8 en anexo), están dirigidas hacia los Estados Unidos, el Reino Unido y Argentina, aun cuando recientemente se ha incrementado el intercambio con Perú y Colombia. El comercio con las restantes naciones de la CAN y del Mercosur es insignificante.
La situación de Brasil no difiere mucho de la de Argentina. El mayor volumen de las importaciones brasileñas procede de Estados Unidos y Argentina, países a los cuales también se dirige el grueso de sus exportaciones, aun cuando también existe un considerable comercio con Japón, Alemania y los países bajos. Al igual que Argentina, Brasil pareciera mantener mayor intercambio comercial con Asia y Europa que con la misma América latina. Particularmente, su comercio con el resto del Mercosur tiene un saldo superavitario promedio inferior al 2% (Tabla 3.3). Brasil concentra sus colocaciones en el mercado externo en productos de hierro, aceites, metales preciosos, frutas y cereales, los cuales también son ofrecidos por muchos otros países de la región, aun cuando Brasil guarda una de las estructuras más diversificadas de producción para exportación en América latina (Tabla A.9 anexa).
Chile, por su parte mantiene un intenso intercambio comercial con Estados Unidos, de quien recibe mas del 24% de sus importaciones, mientras que Brasil y Argentina han ido perdiendo espacio como abastecedores de ese país. Esto pudiera justificar el reciente interés de Chile de participar en el TLCAN y contradice sus expectativas de adhesión al Mercosur (Tabla 3.4). Igualmente, los principales destinos de los productos chilenos son Japón y Estados Unidos. Chile se caracteriza por sus exportaciones de metales preciosos y no ferrosos y de productos de pescado, rubros estos que ocupan mas del 60% de sus exportaciones (Tabla A.10 anexa).
Colombia, es el país de América Latina que, después de México, mantiene mayor intercambio comercial con Estados Unidos, de quien recibe el 36% de sus importaciones y a quien destina mas del 38% de sus exportaciones (Tabla 3.5). El intercambio con Venezuela ha venido creciendo en los últimos años, aun cuando su intercambio con los demás países de América Latina es bastante bajo. Particularmente, Colombia exporta al resto de la CAN menos del 13% de sus productos e importa de ella poco más del 17% del total. Colombia se caracteriza por la producción para exportación de crudos y frutas, que constituyen casi el 50% de sus exportaciones (Tabla A.11 anexa).
El mercado ecuatoriano también se caracteriza por una baja diversificación de su producción para exportación, la cual se compone en mas del 75% de crudos, frutas y productos de pescado (Tabla A.12 anexa). Estos productos se destinan básicamente a Estados Unidos (34.9%) de quien recibe a su vez la mayoría de sus productos importados (38.7%). El comercio de Ecuador con el resto de América Latina es incipiente, siendo sus socios latinos más importantes Venezuela, Colombia, Perú y Chile (Tabla 3.6).
México, como es de esperarse, tiene la casi totalidad de su intercambio comercial concentrado en Estados Unidos, de quien recibe el 75.5% de sus importaciones y a quien dedica casi el 85% de sus exportaciones, las cuales se componen de vehículos automotores, petróleo y otros productos manufacturados (Tabla A.13 anexa). Ningún país latinoamericano contribuye con mas del 1% de las importaciones o exportaciones mexicanas (Tabla 3.7).
Como lo muestra la siguiente tabla, el comercio de Paraguay gravita en torno a Brasil, Argentina y Estados Unidos, de quienes recibe el 63% de sus importaciones. Solo Brasil, absorbe casi la mitad de las exportaciones de este país, seguido de los Países Bajos y Argentina, exportaciones estas que están constituidas en mas de un 65% por cereales y aceites (Tabla A.14 anexa).
El caso peruano sigue un comportamiento similar al de las restantes naciones, manteniendo a Estados Unidos como su principal socio comercial y con escasa participación porcentual de las restantes naciones latinoamericanas en su comercio exterior (Tabla 3.9). Colombia, Venezuela y Brasil parecen ser sus principales proveedores latinos, aun cuando estos países reciben muy pocas importaciones procedentes del Perú, las cuales constan fundamentalmente de metales preciosos y no ferrosos y productos de pescado (Tabla A.15 anexa).
Como se observa en la tabla 3.10, la estructura de comercio exterior de Uruguay es muy similar a la de Paraguay, orientando su intercambio hacia Brasil, Argentina y los Estados Unidos, países estos que suplen mas del 55% de sus importaciones y absorben cerca del 53% de sus exportaciones, constituidas principalmente por productos de carne y fibras textiles (Tabla A.16 anexa).
Los datos para Venezuela reflejan su tradicional estructura monoproductiva, donde el petróleo y sus derivados constituyen mas del 80% de sus exportaciones, las cuales se destinan básicamente a los Estados Unidos, aun cuando su comercio con Colombia ha ido en aumento (Tabla A.17 anexa). Sin embargo, tanto sus importaciones como sus exportaciones a la CAN, no sobrepasan el 9% del total (Tabla 3.11)
Finalmente, la ampliamente diversificada estructura de exportaciones de los Estados Unidos, constituida por productos con alto valor agregado, tiene como principales socios comerciales a Canadá y Japón, quienes a su vez son sus principales proveedores (Tabla A.18 anexa). La relación de intercambio de Estados con América latina es bastante exigua, donde la creciente participación de México en las importaciones y exportaciones de Estados Unidos no llega al 10% del total (Tabla 3.12).
Estas cifras permiten concluir que efectivamente existe un proceso de atomización de las economías latinoamericanas hacia la conformación de pequeños grupos, los cuales no necesariamente se compaginan con los tratados. De los grupos analizados, solo los miembros del Mercosur ampliado (incluyendo Chile) mantienen una estrecha y prioritaria relación entre todos sus miembros, con predominio de las dos principales potencias dentro de esa unión: Brasil y Argentina.
Los países del G3 parecieran mantener también un fuerte intercambio comercial. Sin embargo, dicho intercambio es asimétrico pues solo se lleva a cabo entre Venezuela y Colombia y de estos dos países hacia México, sin que haya por parte de este ultimo la misma respuesta. En efecto el comercio de México esta orientado hacia el TLCAN y es, entre los países estudiados, el que menor contacto comercial tiene con el resto de América latina. Podría decirse entonces, que dentro del G3 solo están participando Colombia y Venezuela, relación esta que se enmarca también en la CAN, por lo que el Grupo de los Tres parece no estar cumpliendo sus objetivos. Dentro de la Comunidad Andina, destaca además el hecho de la fuerte similitud en la estructura de intercambio comercial de Perú y Ecuador, quienes si bien mantienen relaciones comerciales con algunos socios de la CAN (Venezuela y Colombia, específicamente), se inclinan mas hacia el comercio con Chile y miembros del Mercosur.
Estas circunstancias nos hacen pensar que Chile se comporta como un socio natural del Mercosur, al cual también podría agregárseles Ecuador, Bolivia y Perú, situación ésta que no es del todo respaldada por las características macroeconómicas de estos dos últimos países. Sin embargo, en el caso del Mercosur, existe fuerte asimetría en la macroeconomía de sus miembros, polarizándose en dos grupos: Brasil y Argentina, Paraguay y Uruguay. El inestable y débil intercambio entre los países de la Comunidad Andina, pareciera favorecer la movilización de sus miembros hacia otras organizaciones, como es el caso de Ecuador, Perú y Bolivia. Efectivamente, Bolivia ya ha solicitado su adhesión al Mercosur, mientras que Colombia y Venezuela han manifestado la misma intención. Esto pareciera indicar una fuerte polarización del comercio exterior suramericano hacia el Mercosur.
Por su parte, el TLCAN parece acaparar el comercio del lado norte del continente, con poco interés en extender su intercambio hacia América del sur. En efecto, como ya se dijo, México concentra sus esfuerzos en mantenerse dentro del TLCAN, organización que también parece estar bien consolidada y constituye el único socio latinoamericano con quien Estados Unidos mantiene un significativo intercambio.
La comparación de los productos objetos de intercambio también arroja resultados interesantes. En el sector agrícola, la mayoría de los países estudiados tienen una fuerte vocación hacia la exportación de cereales, a excepción de México y Venezuela. El petróleo es también un elemento presente en las exportaciones de la mayoría de los países. La mayor diversificación se encuentra en el sector industrial, aun cuando existen también productos comunes como los son los hilados, los químicos, la madera y el papel. Destaca el hecho de que solo Brasil y México, al igual que Estados Unidos cuentan entre sus principales productos de exportaciones manufacturas con un alto componente industrial (Cuadro 3.2).
América Latina está participando en un proceso de apertura comercial orientado hacia la conformación de subgrupos que generan una fragmentación del mercado hemisférico, con la firma de numerosos acuerdos comerciales bilaterales y multilaterales, no necesariamente entre países vecinos (aún cuando predomina esta idea) y con diferentes niveles de compromiso y de proyección en el futuro, los cuales carecen de una orientación específica y común. En efecto, a pesar de que la integración económica fue concebida con la idea de facilitar la inserción de los países en la economía internacional, tal como consta en los objetivos de la mayoría de los tratados firmados, los resultados muestran una mayor dinamización del comercio intraregional, antes que del comercio con terceros países
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