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Heidegger, la Empresa Científica y el Dogmatismo (página 2)

Enviado por Jorge D�vila


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3.- RÉPLICAS A LAS CRÍTICAS DE BUNGE

3.1. La Ambigüedad de Heidegger o la Incomprensión de su Reflexión Sobre la Ciencia.

Bunge intenta probar la supuesta ambigüedad de la frase heideggeriana "…la ciencia en sí como investigación tiene carácter de empresa", apoyándose en los significados de la palabra empresa que consigna el Diccionario de la Real Academia Española. De esos significados, Bunge escoge dos para especular sobre a cuál de esos dos sentidos se estaría refiriendo Heidegger. En su especulación, Bunge concluye que Heidegger decía o bien una trivialidad (la ciencia es una acción dificultosa), o bien una falsedad (la ciencia es un negocio mercantil o industrial).

¿Por qué Bunge en vez de especular con el sentido de la palabra empresa según el diccionario más formal de nuestra lengua, no acude más bien a la fuente, al ensayo de Heidegger, como lo enseña el mínimo de respeto que se acostumbra en el uso de esta clase de referencias en la publicación científica e intelectual en general? No sabemos responder esta pregunta; sin embargo, la formulamos porque, si se acude a la fuente a la que hacemos referencia en nuestro artículo se encontrará que Heidegger se expresa con diáfana claridad en torno al término empresa, como intentamos demostrarlo enseguida.

En efecto, en el ensayo "La Epoca de la Imagen del Mundo" (Die Zeit des Weltbildes) (Heidegger, 1960), que originalmente fue una conferencia dictada en

1938, Heidegger se propuso caracterizar la Ciencia Moderna como fenómeno esencial de la Edad Moderna. Al arribar al tercer aspecto esencial de la ciencia moderna, el de su carácter de empresa, usa por vez primera en su ensayo el término Betrieb (empresa), al decir: "la ciencia moderna se determina también por un tercer proceso fundamental: la empresa (der Betrieb)" (op. cit., p.75). Además de que en la continuación del ensayo Heidegger desarrolla el sentido en que usa el referido término, aparece en ese lugar una nota, anexada en la versión escrita definitiva, que comienza así: "La palabra empresa no se entiende aquí en sentido despectivo

(abschätzigen Sinne)"(op. cit., p.86). Para entender esta aclaratoria de Heidegger es necesario saber cuál es entonces el recto sentido en que entiende la palabra Betrieb,

y cuál el sentido despectivo. Veamos.

Explicando el filósofo que una ciencia realiza su carácter de empresa al "cultivarse en una institución", señala –exactamente en la frase que sigue a la que tanta indignación causó a Mario Bunge— que "el procedimiento mediante el cual [en la investigación científica] se conquistan los distintos sectores de objetos, no se limita a acumular resultados, antes bien, con la ayuda de sus resultados se dirige en cada momento a nuevos procedimientos."(op. cit., p. 75). Este modo de proceder, de seguir las propias posibilidades por parte de la investigación científica, tomando como base el aseguramiento en sus propios resultados, o, como dice Heidegger, de

"instituirse" (Sicheinrichtenmüssen) en los resultados propios para su progresivo proceder, es "la esencia del carácter de empresa de la investigación, carácter que,

al fin y a la postre, es la razón intrínseca de la necesidad de su carácter de institución." (ibid, énfasis nuestro).

Así, pues, el recto sentido que da Heidegger al término empresa es el del modo de proceder esencial de la investigación científica mediante el cual mantiene

abierto su propio "proyecto" desplegado a partir de sus propios resultados. Nótese, entonces, que este sentido expresa con claridad que más que una "aventura intelectual", como dice Bunge, la ciencia como empresa es un proyecto que coloca su recta mirada en resultados que espera obtener, definiendo el sendero de la mirada (el proyecto) desde los resultados propios que ya ha obtenido. En consecuencia, el filósofo no se está refiriendo a la investigación como actividad dificultosa. Y, ¿a qué

se refiere Heidegger con "sentido despectivo" de la palabra empresa?

Pues bien, dice el filósofo que en la medida en que la investigación científica realiza con mayor vigor su carácter esencial de empresa, más corre el riesgo de

transformarse en "mera empresa" (blossen Betrieb). La investigación científica se transforma en mera empresa si confunde su proyecto con la pura "laboriosidad" (Betriebsamkeit); es decir, si se conforma únicamente con perseguir "los resultados que se acumulan y su cálculo", si se conforma con "la tranquila erudición" (op. cit., p.86). Si se entiende que una empresa –en el sentido de negocio comercial o industrial– fija su objetivo en la acumulación de sus resultados y es todo cuanto persigue, se entiende que esa es una realización concreta de lo que Heidegger llama una "mera empresa". Por tanto, lejos estamos de la apreciación bungeana de que Heidegger esté enunciando la "falsedad" de que la ciencia sea una sociedad mercantil o industrial.

Todavía se entiende mejor la expresión heideggeriana en torno a la ciencia como empresa si se intenta comprender la tarea filosófica de Heidegger en relación con la ciencia y la técnica.

Habíamos dicho que la caracterización de la ciencia como empresa es el tercer aspecto esencial que señala Heidegger para el fenómeno de la ciencia moderna en el ensayo citado. Ese tercer aspecto es un elemento más del despliegue conceptual que hace el filósofo para mostrar que la esencia de la ciencia moderna es la investigación. Por tanto, dicho con rigurosidad, a quien se adjudica el carácter de empresa es a la investigación científica. A esta misma le corresponden, según Heidegger, otros dos rasgos esenciales.

Muestra Heidegger que el proceso de empresa de la investigación científica responde a la necesaria especialización, razón del progreso de toda investigación. Y toda ciencia especial, en tanto investigación científica, "se funda en el esbozo (Entwurf) de un campo de objetos delimitado" (op. cit., p.74-5). Asegurar ese esbozo con la ayuda de un procedimiento que pone a prueba al proceso cognoscitivo apropiado para dicho esbozo, es el rigor (Strenge) de la investigación científica. Dice el filósofo que el segundo carácter esencial de la ciencia en sí como investigación radica en que "esbozo y rigor sólo gracias a su desenvolvimiento en el proceso [vale decir, en la misma investigación científica] llegan a ser lo que son."

(op. cit., p.72). De este aspecto esencial, deriva el filósofo el modo en que se produce la observación de hechos, la búsqueda de regularidades y leyes y la experimentación que caracterizan la investigación científica natural (op. cit., pp. 72- 4).

La determinación del rigor de la investigación y el esbozo de un determinado plano de objetos son los garantes del proceder científico moderno. Mas la esencia primaria de ese proceder consiste en que en él "el conocer se instala a si mismo como proceso (Vorgehen) en un dominio del ente, de la naturaleza o de la historia". Pero un proceso que no tiene ya un campo abierto en el cual moverse sino que, "precisamente el abrir ese campo es el proceso fundamental de la investigación" (op. cit., p.70). Este es el primer aspecto esencial de la ciencia como investigación que completa la reflexión heideggeriana en torno a la esencia de la ciencia moderna. En resumen, dice Heidegger, "la ciencia moderna se funda y aísla al mismo tiempo en los esbozos de determinados campos de objetos. Esos esbozos se despliegan en el procedimiento correspondiente, garantizado por el rigor. El procedimiento de cada momento se instituye en la empresa. Esbozo y rigor, procedimiento y empresa, fomentándose recíprocamente, constituyen la esencia de la ciencia moderna, la convierten en investigación." (op. cit., p.77, énfasis nuestro).

El propósito de esa reflexión de Heidegger no es más que un ejercicio preparatorio para su reflexión sobre la esencia de la edad moderna. Con ello muestra el filósofo una preocupación que parece ser constante en buena parte de su obra, a saber: cómo la reflexión sobre la esencia de la ciencia moderna puede ayudar a comprender otros modos en que el hombre se plantea la relación cotidiana con el mundo y la fundamentación filosófica de esa relación. En particular, en el ensayo citado, la reflexión sobre la ciencia le permite mostrar cómo la ciencia, en tanto investigación, ha sido una forma indispensable para la "imagen del mundo" de la edad moderna; cómo la ciencia moderna ha sido uno de los caminos por los cuales la edad moderna "penetró en el capítulo decisivo, y es de suponer que más duradero, de su historia."(op. cit., p.84).

En otra de sus obras, correspondiente a un curso dictado tres años antes del ensayo que hemos citado, Heidegger se preguntaba por la esencia de la ciencia natural moderna. Responde, en Die Frage nach dem Ding ("La Pregunta por la Cosa") (Heidegger, 1962), que el carácter fundamental de la actitud intelectual moderna es que la exigencia del saber moderno es exigencia matemática. El "proyecto matemático de la naturaleza" es la respuesta que da el filósofo a la pregunta por la esencia de la ciencia natural y por la visión del mundo que la ha acompañado en su larga historia. Es, además, una radical diferenciación de la común caracterización de la ciencia natural como ciencia de hechos, ciencia experimental o ciencia de medición.(op. cit., PP. 56-87). Sin embargo esta reflexión del filósofo es, de nuevo, un ejercicio preparatorio para una reflexión mayor, en este caso, en torno a una parte de la Crítica de la Razón Pura de Kant.

Años más tarde, en 1953, el filósofo se ocupa de nuevo en dos conferencias — ahora estrictamente– del tema de la ciencia y la técnica. En estas conferencias, Heidegger distingue tres grandes épocas en las que en Occidente se ha planteado de modo distinto la relación "teoría-realidad".

Auxiliado por la investigación etimológica, muestra, en Wissenschaft und Besinnung ("Ciencia y Meditación"), las variaciones de sentido –y las posturas filosóficas concomitantes– de los términos teoría y realidad desde la época helénica hasta la moderna, pasando por la época latina (Heidegger, 1958a). En ese ensayo se despliega con mayor precisión la esencia de la ciencia moderna, ya no sólo en su sentido de investigación, sino en su caracterización de la realidad y de la búsqueda de la verdad como "objetidad" (Gegenstandigkeit), a diferencia de antiguos sentidos de otras cosmovisiones: la griega clásica y la romana.

De modo similar se ocupó Heidegger de reflexionar en torno a la técnica. En el ensayo titulado Die Frage nach der Technik ("La pregunta por la técnica") (Heidegger, 1958b) trata de describir fenomenológicamente la esencia de la técnica, como característica de la época moderna y de la sociedad industrial. Ese mal comprendido ensayo por parte de muchos autores notables (p. ej. Prigogine y Stengers, 1979, pp.38-9) quizá haya sido la fuente principal de distorsión que hace ver a Heidegger como filósofo "enemigo de la ciencia . Aunque parezca tan simple como increíble, la confusión nace de no entender que Heidegger no pretende crear un discurso normativo acerca del proceder científico; sólo se ocupa de comprender el fenómeno llamado Ciencia Moderna. Así, el filósofo alemán desarrolla desapasionadamente su reflexión en torno a la esencia de la ciencia y de la técnica; no se ocupa de dar normas de comportamiento para la comunidad científica. Actúa como el filósofo al que basta la fuerza de su serena reflexión, y se somete sin pasión a la sabia discusión de los argumentos con los que trabaja el pensamiento. Como dice Jean Beaufret, estudioso y traductor al francés de algunas obras de Heidegger, "No hay en Heidegger ninguna vituperación contra la técnica y la ciencia moderna.

Lo que busco, dice a veces, es arrojar luz sobre su esencia, mientras que quienes hablan de la técnica a partir de la praxis han acumulado oscuridad y sombras en torno al tema que tratan, en vez de esclarecerlo. Se trata, en consecuencia, de aclarar el asunto y no de predicar contra el desarrollo de la técnica en el mundo moderno."

(Beaufret, 1987, p.80). Ciertamente el mismo Heidegger lo dice con claridad: "La técnica no es lo peligroso. No hay nada demoniaco en la técnica, más bien hay el misterio de su esencia." (Heidegger, 1958b, p.37, traducción nuestra).

Sirvan estas pocas referencias parciales a la obra heideggeriana para que pasemos a la segunda crítica que Bunge formula contra el filósofo alemán.

3.2. Heidegger: Obscurantista, Nazi y Anticientífico o Dogmatismo Bungeano

La caracterización que hace Mario Bunge del pensamiento de Heidegger es absolutamente dogmática. Acusar al filósofo de anticientífico supondría una limpia argumentación en la que se pruebe, al menos, que la reflexión de Heidegger sobre la ciencia y la técnica imputa a la actividad científica y tecnológica un carácter dañino para el individuo y la sociedad. Lastimosamente, nada de esto se consigue en las acusaciones de Bunge. Por el contrario, sólo encontramos epítetos despectivos, repetidos hasta el cansancio, más característicos de una apasionada discusión política que de la opinión esperable de un filósofo de la ciencia.

Por lo demás, parece habitual en los escritos de Bunge la referencia despreciativa a la obra de Heidegger. En algunos de los últimos trabajos de Bunge que hemos revisado, no hemos podido encontrar un solo argumento para la reiterada caracterización que hace de Heidegger o de su obra. Siempre sin argumentos, dice Bunge, por ejemplo: "..filósofos y seudofilósofos notorios por su opacidad, tales como Husserl y Heidegger, ninguno de los cuales tuvo simpatía por las ciencias propiamente dichas."; "…movimiento al que pertenecieron Martin Heidegger y otros charlatanes precursores o militantes del nazismo." (Bunge, 1991b, p. 73-4;70); "…no debiera sorprender que la mayoría de los enemigos de la técnica moderna sean teólogos (p. ej. Ellul) y filósofos oscurantistas (p. ej. Heidegger)." (Bunge, 1991c, p.175, traducción nuestra); "…una filosofía enemiga de la ciencia y la tecnología contemporánea, como la de Heidegger, es un anacronismo: sólo tiene algún interés histórico." (Bunge, l983a, p.239, traducción nuestra); "..obituarios de epistemología a la manera de Wittgenstein o Heidegger" (Bunge, 1983b, p.xv, traducción nuestra).

En estas acusaciones de Bunge lo más cercano a un argumento –aunque extremadamente simplista e ingenuo—es su reiterada caracterización del pensamiento de Heidegger como "obscuro", ya sea por ser de difícil lectura:

"…obscura prosa inaccesible al pueblo e incluso a pensadores habituados a textos difíciles" (Bunge, 199la), o bien, por ser construido con un uso del lenguaje poco común: "…emplea un vocabulario esotérico y masacra la sintaxis." (Bunge, 1991b, p.74).

Todas esas acusaciones suponen un arduo trabajo reflexivo sobre la obra de Heidegger –y de otros filósofos– que luce ausente en la crítica bungeana. Más bien acude Bunge a algunas referencias que concentran su atención en el ciertamente opaco y lamentable episodio de la corta militancia de Heidegger en el partido nacional socialista de los años del fascismo alemán, cuando fue electo como rector de la Universidad de Friburgo (Cotten, 1974, PP. 144-5). ¿Podría este hecho, históricamente comprobado, anular o invalidar todo el pensamiento de Heidegger? Muchos parecen haberse hecho esta pregunta.. .aún en vida del filósofo. Modestamente, creemos que así como se puede citar el ya famoso libro de Víctor Farias (Farias, 1989), también se debe poner atención a otras observaciones que se han hecho a propósito de la edición de obras póstumas del filósofo, escritas entre los años 1936 y 1938, que parecen invalidar la caracterización de la obra total de Heidegger como una fundamentación de la ideología fascista. Así parece indicarlo el contenido de las Beitrage zur Philosophie (Contribuciones a la filosofía) aparecido en 1989, de la que dice el profesor Alexander Schwann de la Universidad Libre de Berlín: "Las Contribuciones son un solo gran desmentido a la afirmación de Victor Farias, de que Heidegger ha sido en forma continua, también en sentido ideológico, un nacionalsocialista convencido." (Schwann, 1991, p.53-4).

En resumen, lo que nos parece altamente cuestionable es la falta de argumentación en la crítica que Bunge hace al pensamiento filosófico de Heidegger y de otros filósofos (Wittgenstein, Husserl, Nietzsche); ciertamente, un modo de proceder nada científico.

3.3 Lo Dañino no es Citar a Heidegger sino Incitar a que se le Ignore.

Pareciera que Bunge quiere erigirse en el jerarca de un tribunal supremo de la moral científica que estaría por encima de cualquier refutación razonada. Sólo así, creemos, se entiende su llamado a los aprendices de investigador a hacer caso omiso de referencias a pensamientos filosóficos como el de Heidegger y, peor aún, su llamado a evitar que se "invoque" esa autoridad filosófica.

Creemos que la actitud más acorde con el ejercicio del pensamiento científico –más aún proviniendo de un filósofo de la ciencia– sería la de estimular el estudio serio y la discusión argumentada de un pensamiento filosófico, incluso con la hipótesis de que dicho pensamiento sea anticientífico. Actitud contraria es la que asume Bunge, para sorpresa nuestra y, suponemos, de muchos jóvenes investigadores que en sus cursos básicos de metodología de la investigación científica han leído las páginas del pequeño compendio de ensayos titulado La ciencia, su método y su filosofía (Bunge, 1977).

Por lo demás, es incomprensible que un filósofo de la ciencia sugiera una suerte de prohibición de lecturas y citas de filósofos o científicos por el "hecho" de que ellos hayan incurrido en algún "error" en su vida pública o privada. Si se aceptara esa especie de máxima entre intelectuales, muy larga sería la lista de hombres de inmortal pensamiento (de Sócrates a Michel Foucault, pasando por Newton y Oppenheimer) cuyas obras originales no valdría la pena estudiar. Habría que conformarse, entonces, con la mera opinión de moralistas que sin saber si han estudiado con serenidad esas obras, nos las resumen en un breve juicio que incita al aborrecimiento por la lectura directa de obras tan fundamentales del pensamiento.

3.4. El "Cinismo" de la Nueva Sociología de la Ciencia o Cómo Ubicarse en una Clasificación Confusa.

A Bunge le parece que nuestro artículo se emparenta con la nueva sociología

de la ciencia, alarmándole que adoptemos su cinismo. Como quiera que Bunge nos remite a una de sus recientes publicaciones (Bunge, 1991b), intentamos en ella descifrar lo que quiere decir con cinismo.

Entendemos que, por una parte, Bunge se refiere al aspecto más general de todo cinismo, a saber: el desprecio por lo convencional. En efecto, Bunge atribuye, a modo de hipótesis, el surgimiento y sostén de la nueva sociología de la ciencia a la rebelión juvenil que en los años sesenta se desató en varios países del Occidente. Como este planteamiento hipotético no parece ser fundamental para la caracterización que Bunge hace de la nueva sociología de la ciencia, suponemos que no es a este sentido del término cinismo al que se refiere Bunge en la crítica que nos hace.

Por otra parte, también está presente el sentido despectivo del término cinismo. En efecto, asevera Bunge, y ya no a modo de hipótesis, que la nueva sociología de la ciencia como "movimiento no homogéneo" ha recibido su vitalidad de las filosofías "irracionalistas y anticientíficas", entre las cuales destaca la fenomenología, la hermenéutica y el existencialismo ejemplificadas por Heidegger. Apoyada en esta aseveración, la crítica de Bunge a la novísima sociología de la ciencia es un apasionado ataque a diversos pensamientos filosóficos enjuiciados desde la óptica bungeana de su llamado "realismo científico" (Bunge, 1983a, cap. 15). Ataque que, de nuevo, va acompañado de epítetos despectivos por dichos pensamientos filosóficos, sin entrar en ellos con la profundidad que ameritan y merecen. Siendo así, nuestro cinismo radicaría –de nuevo– en haber citado a Heidegger y, en consecuencia, nuestra réplica seria la que ya argumentamos en las secciones anteriores de este artículo.

Hemos intentado entender, sin embargo, la especie de clasificación que Bunge hace de lo que llama "tesis compartidas" por los miembros del movimiento no homogéneo de la nueva sociología de la ciencia, con la esperanza de obtener más precisión en lo que llama cinismo. En ninguna de las seis secciones dedicadas a examinar esas tesis se encuentra sentido distinto al cinismo, que no sea el despectivo. En cada una de las descripciones de esas tesis la preocupación se dirige siempre al mismo blanco: mostrar que a cada tesis le es subyacente alguna "filosofía oscurantista". Es decir, toda la nueva sociología de la ciencia no sería más que una desvergonzada defensa de doctrinas vituperables. Lo lamentable es que en cada una de las seis secciones, al hacer referencia a distintos filósofos, Bunge se limita a calificarlos, tanto a ellos como a su pensamiento, con epítetos despectivos que en nada ayudan a aclarar sus aseveraciones relativas al obscurantismo de esas filosofías.

En suma, nos parece muy confuso el tratamiento que Bunge hace de la nueva sociología de la ciencia y, más importante en nuestro caso, no entendemos cómo se puede ubicar nuestro articulo en su clasificación de las corrientes de ese movimiento. Parece ser que por el solo hecho de haber citado a Heidegger, nuestro artículo se pueda adscribir al "externalismo", o al "constructivismo", o al "relativismo", o al "pragmatismo", o a la pseudociencia", etc., etc. Si esa fuese la razón, sería un argumento más que ridículo para suponer que nuestro artículo se ubica en alguna de las "malas caricaturas de la ciencia.

4.- ¿POR QUÉ CITAMOS A HEIDEGGER EN NUESTRO ARTÍCULO?

Cuando decidimos que nuestro articulo comenzara con una referencia parcial

al planteamiento de Heidegger en torno a la esencia de la ciencia, lo hicimos con el convencimiento de la originalidad, tanto conceptual como cronológica, de ese planteamiento.

Sabemos bien que el tipo de trabajo que presentamos, si se ubica en los estudios sociales de la ciencia, corresponde a los análisis cienciométricos. En este sentido, nos parece más adecuado, si quiere clasificarse nuestro artículo dentro de las corrientes de la sociología de la ciencia, recurrir al ensayo de Vessuri (Vessuri, 1991), publicado simultáneamente con el de Bunge (Bunge, 1991b) donde aquella autora destaca la creciente influencia de esos análisis en la política científica (p. 66).

En nuestro artículo, sin embargo, advertimos con claridad sobre la especificidad del caso estudiado (el de la Física) y sobre los peligros de generalizar el uso de mediciones a partir de los indicadores del Science Citation Index a otras especialidades científicas, máxime en el caso de países como el nuestro.

Pensamos que la referencia al planteamiento de Heidegger era una manera clara de advertir contra la obnubilación que en algunos miembros de la comunidad científica genera el uso de los índices de productividad científica, en el sentido de que debe entenderse con claridad que ese tipo de medidas indican más el aporte que las instituciones dan a la empresa investigadora que el avance del proyecto especifico de la ciencia.

Por lo demás, seria una injusticia intelectual no reconocer que la reflexión filosófica de Heidegger en torno a la ciencia y a la técnica sea, cuando menos, un semillero de hipótesis para la investigación sociológica sobre la investigación científica.

REFERENCIAS

Beaufret, J. (1987): Al encuentro de Heidegger, Monte Avila-Caracas.

Bunge, M. (1977): La ciencia, su método y su filosofía. Siglo Veinte-Buenos Aires.

Bunge, M. (1983a): Treatise on Basic Philosophy. Vol 6: Understanding the World. Reidel. Bunge, M. (1983b): Treatise on Basic Philosophy. Vol. 5: Exploring the World. Reidel. Bunge, M. (1991a): La investigación científica como empresa, Interciencia 16; 297.

Bunge, M. (1991b): Una caricatura de la ciencia: La novísima sociología de la ciencia, Interciencia 16; 69-77.

Bunge, M. (1991c): Le système technique-science-philosophie: un ménage a trois fécond, Revue Intemationale de Systémique 5; 171-180.

Cotten, J.P. (1974): Heidegger, Seuil-París.

Dávila, J., Mendoza, C., Núñez, L. (1991): Productividad de la investigación científica venezolana en el área de física según el Science Citation Index (1979-1988), Interciencia 16, 182-186.

Farias, V. (1989): Heidegger y el nazismo, Muchnick-Madrid.

Heidegger, M. (1958a): Science et méditation, Essais et conférences, Gallimard-París, 49-79.

Heidegger, M. (1958b): La question de la technique, Essais et conférences, Gallimard París,

9-48.

Heidegger, M. (1960): La época de la imagen del mundo, Sendas Perdidas, Losada – Buenos Aires, 68-99. (Die Zeit des Weltbildes, Holzwege, Gesamtausgabe 1. Abteilung Band 5, Klostermann-Frankfurt, 75-113).

Heidegger, M. (1962): Die Frage nach dem Ding, Niemeyer Verlag. (La pregunta por la cosa, Alfa-Buenos Aires)

Prigogine, 1., Stengers, 1. (1979): La nouvelle alliance, Gallimard-Paris.

Schwann, A. (1991): Enamorado del naufragio y lo insondable (sobre las "Contribuciones a

la Filosofía" de M. Heidegger), Revista del postgrado de Filosofía de la Universidad de Los Andes, N° 2, Mérida-Venezuela, 49-58.

Vessuri, H. (1991): Perspectivas recientes en el estudio social de la ciencia, Interciencia,16,

60-68.

 

Jorge Dávila

Luis A. Núñez

INTERCIENCIA, Vol. 17, No. 4, 1992

Partes: 1, 2
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