La era de la desigualdad (¿Consecuencia directa del imperialismo monetario?) – Parte I
Enviado por Ricardo Lomoro
- Nunca antes tan pocos habían engañado a tantos durante tanto tiempo -jamás
- Recordar sirve para comprender (desordenado relato de las últimas "actuaciones")
- Perspectivas de la economía mundial – Fondo Monetario Internacional – Octubre 2007
- La cohesión social en los países desarrollados: conceptos e indicadores CEPAL – Serie Estudios estadísticos y prospectivos No 55 – 2007
- La cohesión social en los países desarrollados: conceptos e indicadores CEPAL – Serie Estudios estadísticos y prospectivos No 55 – 2007
- ¿Crecimiento desigual?: distribución del ingreso y pobreza en los países de la OCDE – OCDE 2008
- Informe sobre Desarrollo Humano 2010 – PNUD
- Eurostat Statistical Books
- Visite USA (utilizando la hemeroteca como un GPS de cabotaje)
– Facta: el nuevo mapa de la pobreza
La movilidad "descendente" (primeras estaciones del "vía crucis")
En el Paper – Un análisis sobre la desigualdad de los ingresos (ganadores y perdedores de la crisis financiera mundial) – La Economía del Malestar (el fin de la cohesión económica y social), publicado el 15/7/11, decía:
"Tenemos suficiente para las necesidades de todos, pero no para la codicia de unos pocos".
M. Gandhi, 1869 – 1948 – Abogado, político y activista
Nunca antes tan pocos habían engañado a tantos durante tanto tiempo -jamás
Se le exigió al mundo entero que cambiara su modo de vida en base a la fantástica invención de un grupo de políticos con ansias de "salvar" a la humanidad de una imaginaria catástrofe económica. Decían tener la Verdad en sus manos (en general, aconsejo a mis amigos que confíen siempre en quienes están buscando la verdad, pero desconfíen siempre de aquellos que dicen haberla encontrado).
Aseguraban que la desregulación, la privatización y el libre movimiento de capitales, servicios y mercancías (el de personas, nunca llegó, ni se lo espera) harían entrar a la humanidad en una era de progreso exponencial y continuado, como nunca se había vivido. Y además, desaparecerían los ciclos económicos (¿verdad, grandes bonetes del FMI?). Algunos profetas, hasta llegaron a proclamar el "fin de la Historia" (¿verdad, Profesor Fukuyama?).
"La globalización igualará el terreno de juego… la Tierra es plana… los Gobiernos y sus normas para el mundo laboral han perdido importancia… en marcha hacia una nueva civilización… contratamos a nuestra gente por ordenador, trabajan en el ordenador y son despedidas también por el ordenador"… Para los creadores de estas "genialidades" (dogmas, mantras), la visión de un ejército de parados, inimaginable hasta entonces, era una obviedad.
Ninguno de los altamente remunerados creadores de estos paradigmas (de los sectores de futuro y países de futuro) creía en la existencia de suficientes puestos de trabajo, decentemente pagados, en los tecnológicamente costosos mercados en crecimiento de los que hasta entonces fueron países del bienestar… no importa en qué sector.
"Los pragmáticos del "turbo capitalismo" reducen el futuro a un par de números y un concepto: "20 a 80" y tittytainment"…, decían Hans-Peter Martin y Harald Schumann, en su libro La trampa de la globalización – Taurus 1998), y además, reseñaban:
(Las escenas que siguen corresponden a una reunión mantenida por 500 políticos de primera línea, líderes económicos y científicos de los cinco continentes, efectuada en el año 1995 en el Hotel Fairmont de San Francisco, EEUU)
"En el próximo siglo (XXI), el 20% de la población activa bastará para mantener en marcha la economía mundial. No se necesitará más fuerza de trabajo…
Una quinta parte de todos los que buscan trabajo bastará para producir todas las mercancías y aportar las valiosas prestaciones de servicios que la sociedad mundial pueda permitirse. Ese 20% participará, por tanto, activamente en la vida, el beneficio y el consumo, no importa en qué país. Se puede añadir a ellos un 1 o un 2%, admiten los participantes en el debate, por ejemplo contando con los herederos acomodados.
¿Y los demás? ¿El 80% de los dispuestos a trabajar que no tengan trabajo? "Sin duda", dice el escritor norteamericano Jeremy Rifkin, autor del libro "El fin del trabajo", "el 80% tendrá grandes problemas"…
El esbozo de un nuevo orden social: países ricos sin una clase media digna de mención… En el futuro, la cuestión será "to have lunch or be lunch" (comer o ser comido)…
La expresión "tittytainment" (que ha hecho famosa Zbigniew Brzezinski, consejero de seguridad Nacional del presidente norteamericano Jimmy Carter y que desde entonces se dedica a cuestiones de geoestrategia), es una combinación de "entertainment" y "titis" (entretenimiento aturdidor y alimentación suficiente).
En marcha hacia una nueva civilización. El modelo del mundo del futuro sigue la fórmula 20 a 80. Se perfila una sociedad de una quinta parte, en la que los excluidos tendrán que ser calmados con "tittytainment". ¿Es esto una exageración desmedida?"…
Esa es la sociedad que hoy se está construyendo por encargo. Se les proporciona Ritalin, se les da una X-box con juegos de violencia e insinuaciones sexuales, mientras Facebook, You Tube, Twitter y los "sms" hacen el resto (a veces con la "inapreciable" colaboración del alcohol y las drogas). Zombis felices… Todos en la "nube"…
¿Por qué quiere alguien deliberadamente una sociedad idiotizada? Por una parte es mucho más fácil de controlar a alguien que no tiene conciencia de lo que sucede a su alrededor. Se ofrece futbol (u otros deportes) cinco noches a la semana para mantener a todos ocupados mientras que el saqueo de su riqueza continúa convenciéndoles que hacer hamburguesas en McDonald"s cobrando el salario mínimo es "empleo".
Hay quien busca explicaciones más rocambolescas que aseguran que un movimiento sin precedentes como éste en tiempos sin precedentes como éstos puede llevar a una conclusión sin precedentes.
La Gran Recesión aceleró una tendencia que comenzó hacía tres décadas: deslocalización al extranjero, automatización del trabajo, conversión de empleos a jornada completa en temporales y contratas, debilitamiento de los sindicatos y obtención de reducciones de salarios y prestaciones de los trabajadores actuales. Internet y la informática lo han hecho más fácil.
La economía de EEUU es hoy el doble de lo que era en 1980 mientras que el salario medio real apenas se ha movido. La mayor parte de los beneficios del crecimiento ha ido a parar a los niveles altos. A finales de los 70, el 1 por ciento de los estadounidenses más ricos cobraba el 9 por ciento de los ingresos totales. A principios de la Gran Recesión, esa cifra sobrepasaba el 23 por ciento. La riqueza está más concentrada.
Ése es el meollo del problema. La mayoría de estadounidenses ya no tiene el poder de compra suficiente como para que la economía vuelva a andar. Cuando estalló la burbuja de la deuda, se quedaron encallados.
Los beneficios empresariales están en alza, pero los empleos y salarios siguen estancados.
Las personas con activos financieros o cuyo talento es tenido en cuenta por las grandes corporaciones están disfrutando de una fuerte recuperación. Mientras tanto, la mayoría de los estadounidenses se esfuerza por ir tirando.
Las empresas no tienen la culpa, pues su objetivo es obtener beneficios. Ni tampoco es culpa de los ricos, que sólo han jugado según las reglas. El problema es que hay que cambiarlas.
Un futuro sin trabajo o con contratos basura para la mayoría de los estadounidenses es insostenible, también para las propias empresas del país, cuya rentabilidad a largo plazo depende del resurgimiento de la demanda nacional.
La solución es ofrecer al americano medio un trato económico mejor. Por lo tanto, deberíamos aceptar que los países puedan propugnar reglas nacionales –políticas fiscales, regulaciones financieras, normas laborales o leyes de salud y seguridad de los consumidores- y que puedan hacerlo levantando barreras en la frontera si fuera necesario, cuando el comercio ostensiblemente amenaza las prácticas domésticas que cuentan con un amplio respaldo popular. Si los impulsores de la globalización tienen razón, el clamor por protección no cundirá por falta de evidencia o apoyo. Si están equivocados, habrá una válvula de seguridad destinada a asegurar que los valores en pugna -los beneficios de economías abiertas frente a los réditos derivados de implementar regulaciones domésticas- sean escuchados de manera apropiada en los debates públicos.
Si el lector desea cambiar el término EEUU por el de Unión Europea, todo parecido con la realidad no será mera coincidencia.
Pero antes de entrar en debate, o invalidar -sin más- mis comentarios políticamente incorrectos, analicemos algunos datos para que cada cual juzgue por sí mismo.
Recordar sirve para comprender (desordenado relato de las últimas "actuaciones")
"El hombre más peligroso para cualquier gobierno es el hombre capaz de pensar por sí sólo… sin tener en cuenta las supersticiones y los tabúes vigentes. Ya que casi inevitablemente llegará a la conclusión de que el gobierno es deshonesto, demente e intolerable". "La única emoción que perdura en el hombre inculto es el miedo; miedo a lo desconocido, lo complejo, lo inexplicable. Lo único que quiere por encima de todo es seguridad".
H. L. Mencken, 1880 – 1956 – Periodista y crítico social
(Algunos titulares de la Hemeroteca utilizada en el Paper, para ir "templando gaitas")
"Tiempos modernos" para los trabajadores: más horas por menos salario. O sea
"Tras varios días de intensas protestas entre empleados y empresa, los trabajadores de la planta de Mirafiori de la compañía transalpina, ubicada en Turín (Italia), aprobó este viernes en referéndum el plan de futuro para la fábrica acordado el pasado diciembre entre la mayor parte de sindicatos y la dirección de la compañía. Según la comisión electoral, el "sí" se impuso por una ajustada mayoría, con 2.735 votos a favor (54,05 por ciento), frente a los 2.325 votos en contra (45,95 por ciento), y con un alto índice de participación (94,2%)"… Los trabajadores de Fiat aceptan la merma de sus derechos laborales por salvar sus empleos (El Confidencial – 14/1/11)
"La crisis se destaca por lo mucho y rápido que cayeron los salarios"… Los trabajadores de EEUU pagan la recesión de su bolsillo (The Wall Street Journal – 14/1/11)
"Los líderes políticos expresan un descontento cada vez mayor con el Producto Interno Bruto -una medida monetaria de todos los bienes y servicios que produce un país- como forma de medir el éxito de un país para mejorar los estándares de vida. En noviembre, el primer ministro británico David Cameron anunció planes de diseñar medidas de bienestar nacional que tomen en cuenta factores como la satisfacción de la gente, siguiendo una iniciativa similar del presidente francés Nicolas Sarkozy"… Los países buscan el éxito más allá del PIB (The Wall Street Journal – 14/1/11)
(A continuación se reproducen los Anexos con Informes de los Organismos Internacionales y Gobierno de los EEUU, algunas actualizaciones y comentarios, oportunamente presentados en el Paper, de los que se pueden extraer los antecedentes y series históricas de referencia)
Fuentes: FMI, 2007 – CEPAL, 2007 – OCDE, 2008 – PNUD, 2010 – Eurostat, 2010 – U.S. Census Bureau, Statistical Abstract, 1970-2008 – Social Security on line – USA, Wage Statistics, 2005-2009
Anexo I
Perspectivas de la economía mundial – Fondo Monetario Internacional – Octubre 2007
Globalización y desigualdad
Resumen general
La economía mundial experimentó un crecimiento vigoroso en el primer semestre de 2007, aunque la turbulencia en los mercados financieros ha ensombrecido las perspectivas. Las previsiones para 2007 apenas se han visto afectadas, pero la proyección de referencia para el crecimiento mundial en 2008 se ha revisado a la baja en casi ½ punto porcentual con respecto a la actualización de julio de 2007 de Perspectivas de la economía mundial. Aun con esta revisión, el crecimiento mundial se mantendrá en una sólida tasa del 4¾ %, respaldado por las variables económicas fundamentales generalmente favorables y el vigoroso dinamismo de la actividad económica en las economías de mercados emergentes.
No obstante, los riesgos para las perspectivas se inclinan claramente del lado negativo, y giran en torno a la preocupación de que las tensiones en los mercados financieros podrían continuar y provocar una desaceleración mundial más pronunciada. Por lo tanto, el reto más apremiante para las autoridades económicas es restablecer unas condiciones más normales en los mercados financieros y proteger la expansión sostenida de la actividad.
Otros riesgos para las perspectivas son la posibilidad de que se aviven las presiones inflacionarias, la volatilidad de los mercados petroleros y el impacto de las entradas voluminosas de divisas en los países de mercados emergentes. Al mismo tiempo, las cuestiones críticas a más largo plazo como el envejecimiento de la población, la creciente resistencia a la globalización y el calentamiento global son una fuente de preocupación.
Nota de prensa del capítulo 4: Globalización y desigualdad
Preparada por Subir Lall, Florence Jaumotte, Chris Papageorgiou y Petia Topalova
Observaciones y conclusiones fundamentales
• En los últimos 20 años, la desigualdad del ingreso ha aumentado en la mayoría de los países y regiones. Al mismo tiempo, el ingreso per cápita se ha incrementado en casi todas las regiones incluso para los segmentos más pobres de la población, lo que indica que en términos absolutos los pobres se encuentran en mejores condiciones durante esta etapa de la globalización, aunque los ingresos de los grupos relativamente acomodados han aumentado a un ritmo más rápido.
• Los avances tecnológicos son el factor que más ha contribuido al aumento reciente de la desigualdad. El desarrollo de la globalización financiera -y la inversión extranjera directa en particular- también ha contribuido a aumentar la desigualdad, pero a diferencia de lo que se cree comúnmente, la ampliación de la globalización comercial está vinculada con una disminución de la desigualdad.
• Es importante garantizar que los beneficios de la globalización y los avances tecnológicos se distribuyan más ampliamente entre toda la población. Las reformas orientadas a fortalecer la educación y la capacitación contribuirán a garantizar que los trabajadores tengan los conocimientos técnicos adecuados para adaptarse a la evolución de la economía mundial. Las políticas enfocadas a ampliar el acceso de los pobres al financiamiento, así como el avance de la liberalización comercial que fomente las exportaciones agrícolas de los países en desarrollo, también ayudarán a mejorar la distribución del ingreso.
En los últimos 20 años, la desigualdad del ingreso ha aumentado en la mayoría de los países y regiones, aunque la experiencia varía de un país a otro. En este capítulo la desigualdad se mide por el coeficiente de Gini, el indicador utilizado comúnmente para comparar la diferencia promedio entre los ingresos de los distintos grupos de la población.
Según este indicador, la desigualdad ha aumentado en las economías en desarrollo de
Asia, las economías de mercados emergentes de Europa, América Latina, las economías recientemente industrializadas de Asia (ERI) y las economías avanzadas, mientras que se ha reducido en África subsahariana y la Comunidad de Estados Independientes (véase el gráfico).
A pesar del aumento observado de la desigualdad, los ingresos se han incrementado en todos los segmentos de la población, incluidos los más pobres. Los ingresos per cápita han aumentado en casi todos los países y regiones para todos los segmentos de la población. Por lo tanto, en términos absolutos los pobres se encuentran en mejores condiciones durante esta fase de la globalización, aunque los ingresos de los grupos que ya están en estas condiciones han aumentado a un ritmo más rápido.
Los avances tecnológicos son el factor que más ha contribuido al aumento de la desigualdad, pero la globalización comercial y financiera también ha sido otro factor importante, sobre todo en las economías avanzadas. El progreso tecnológico en sí mismo explica la mayor parte del aumento de la desigualdad desde principios de los años ochenta, lo que coincide con la opinión de que la nueva tecnología, tanto en las economías avanzadas como en las economías en desarrollo, incrementa la prima por nivel de calificación y reemplaza los insumos relativamente poco calificados (véase el gráfico)
El efecto mucho más limitado de la globalización en comparación con el cambio tecnológico refleja las influencias opuestas del comercio y la globalización financiera en la desigualdad. El avance de la integración comercial -y el aumento de las importaciones provenientes de las economías en desarrollo en particular-, está vinculado con una reducción de la desigualdad del ingreso en las economías avanzadas.
En las economías en desarrollo, el aumento de las exportaciones y la liberalización arancelaria están relacionados con el mejoramiento de la distribución del ingreso. La inversión extranjera directa ha tenido un efecto similar al cambio tecnológico en la distribución del ingreso, al aumentar la demanda relativa de mano de obra calificada. El desarrollo financiero también ha contribuido al aumento de la desigualdad porque los grupos de ingresos altos pueden aprovechar mejor las crecientes oportunidades de acceso al crédito.
De cara al futuro, es necesario avanzar en la aplicación de políticas que ayuden a los grupos de ingresos bajos y menos calificados a aprovechar las oportunidades que brindan el progreso tecnológico y la globalización. La ampliación del acceso a la educación y al financiamiento podría mejorar la distribución global del ingreso. Las políticas orientadas a facilitar el movimiento de trabajadores de los sectores en declive hacia los sectores en expansión de la economía, como las dirigidas a reducir la dependencia de las prestaciones de salud del mantenimiento de un empleo en algunos países, también ayudarían a mejorar la distribución. La tecnología, la inversión extranjera directa y el desarrollo financiero continúan impulsando de forma significativa el crecimiento global y el aumento de los ingresos medios. El papel positivo de las exportaciones agrícolas en el mejoramiento de los resultados distributivos parece indicar que la ampliación de la liberalización del acceso de las exportaciones agrícolas provenientes de los países en desarrollo a los mercados de los países avanzados contribuiría a una distribución más equitativa del ingreso en ambos grupos de países.
Malas "perspectivas" para los más jóvenes (Actualización a febrero de 2011)
"El director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss Kahn, ha alertado este martes que el mundo se enfrenta a "la perspectiva de una generación perdida de gente joven, destinada a sufrir durante toda su vida lo peor del desempleo y sus condiciones sociales"… El FMI advierte de una "generación perdida" de jóvenes que sufrirán toda su vida (El Economista – 2/2/11)
Durante un discurso celebrado en Singapur, Strauss-Kahn ha instado a los países industrializados y a los menos desarrollados a centrarse en la creación de empleo. En su opinión, "es el trasfondo de la agitación política en Túnez y de las crecientes tensiones sociales en otros países".
Al mismo tiempo, ha advertido de que "el patrón de desequilibrios globales anterior a la crisis está reemergiendo". Aunque la economía mundial ha empezado a mejorar, problemas como el alto desempleo y las presiones inflacionistas podrían avivar el proteccionismo comercial y la agitación social violenta, a su juicio.
"A medida que las tensiones entre los países se incrementen, podríamos ver un mayor proteccionismo, comercial y financiero. Y a medida que las tensiones dentro de los países se incrementen, podríamos ver una mayor inestabilidad social y política dentro de las naciones (…) incluso guerra", ha agregado.
De los mitos y los timos
En la "era de la globalización" una de las fuerzas principales que habría incrementado la exclusión social en los países miembros de la OCDE, estaría constituida por los procesos de desindustrialización, cuyos mayores efectos se habrían verificado especialmente durante las décadas de 1970 y 1980. En los últimos años, la flexibilización de los mercados de trabajo y las fuertes mutaciones culturales y tecnológicas han planteado a los países de la OCDE la necesidad de encontrar las configuraciones económicas, sociales y culturales apropiadas para mantener la unidad societal e institucional y lograr el máximo de adaptabilidad en la gestión de los distintos riesgos (OCDE, 1997).
Uno de los supuestos centrales del enfoque de la OCDE es que la cohesión social requiere de la competencia y de un cambio estructural hacia la economía de mercado, ya que se considera que estas condiciones son el motor del crecimiento económico, contexto en la cual la cohesión social se puede fortalecer. El tejido social fuerte proporcionaría una base segura para la flexibilidad y el riesgo, las cuales son el impulso para la actividad económica y la creación de riqueza. La capacidad de encontrar el equilibrio apropiado, de modo de evitar el estancamiento y la fragmentación social, sería uno de los aspectos centrales de la cohesión (OCDE, 1997). En este marco, las dinámicas y procesos que contribuirían a la cohesión social serían: (1) una sociedad estable y segura; (2) la capacidad de equilibrar la competencia con un tejido social fuerte; (3) la capacidad de diálogo y cooperación; (4) el aseguramiento del bienestar material, y, (5) la promoción de la diversidad y la tolerancia (Jeanotte, 2000).
Desde esta perspectiva, la reforma del Estado podría ser un mecanismo para encontrar el equilibrio entre la cohesión social y la flexibilidad económica (OCDE, 1997). El estado debería constituirse en una de las fuentes primarias de la cohesión social, mediante: (a) los cambios en los sistemas de protección social que aseguran a los ciudadanos frente a los riesgos del desempleo, enfermedad, discapacidad y pobreza, (b) las reformas a los sistemas educativos y, (c) el fomento de la innovación. De igual modo, la OCDE ha sugerido la promoción de la responsabilidad social, el fomento de mercados de trabajo flexibles, la implementación de políticas que permitan mejorar las perspectivas de empleo de grupos que están al margen del mercado de trabajo y las reformas tributarias (Jeannotte, 2000). Estas acciones permitirían el fortalecimiento de los sentimientos de seguridad y confianza entre las personas y entre éstas y las instituciones, lo cual facilitaría la consolidación del "pegamento" que permite que una sociedad se mantenga unida.
Los indicadores sociales reportados por la OCDE (2007) se agrupan en dos dimensiones, que describen su naturaleza y contenido. En la dimensión naturaleza, se incluye a los indicadores que miden factores de contexto social, condiciones de vida y la respuesta societal. En la dimensión contenido, los indicadores son agrupados en función de los siguientes campos de la política social: (1) autosuficiencia; (2) equidad; (3) situación de salud, y, (4) cohesión social. Los criterios de selección de los indicadores son: (a) el grado de comparabilidad, (b) la disponibilidad de datos, y, (c) la posibilidad de realizar desagregaciones.
Los datos obtenidos por la OCDE (2007) indican que la escala tiene validez de criterio, por cuanto la satisfacción aumenta en tanto mejoran los niveles educativos y la situación socioeconómica en la población de los países de la OCDE. Al mismo tiempo, en los países que presentan un mayor desarrollo económico se aprecian los mayores porcentajes de satisfacción con la vida, aun cuando la satisfacción tiende a aplanarse en los tres países con el mayor PIB per cápita. Según la OCDE (2007), la relativa estabilidad del indicador de bienestar subjetivo en los países que evidencian los mayores niveles de desarrollo económico puede reflejar en alguna medida el hecho de que la satisfacción es una variable limitada (escala de 1 a 10), mientras que el PIB per cápita es una variable ilimitada.
De los mitos revelados por la OCDE a los timos promovidos por el mercado: (1) la sociedad se ha hecho más inestable e insegura; (2) el tejido social se ha debilitado; (3) la capacidad de diálogo y cooperación ha disminuido o se ha desvirtuado; (4) para una parte mayoritaria de la población el bienestar material ha disminuido y se ha tornado más incierto, y, (5) en consecuencia la sociedad se muestra menos propensa a la diversidad y reduce su tolerancia.
Los déficits públicos y el alto endeudamiento del Estado necesarios para socorrer a los bancos quebrados (causantes, y responsables finales de la crisis, por exceso de especulación y avaricia) han derivado en unas rigurosas medidas de ahorro presupuestario (absurdamente exigidas por los mismos bancos que se beneficiaron del auxilio público), que imposibilitan constituirse en una de las fuentes primarias de la cohesión social, y por ello: (a) los sistemas de protección social han dejado de asegurar a los ciudadanos frente a los riesgos del desempleo, enfermedad, discapacidad y pobreza (o en el mejor de los casos, han disminuido sus prestaciones significativamente), (b) han dejado de promoverse las reformas a los sistemas educativos (con la consiguiente pérdida de extensión y calidad), y, (c) el fomento de la innovación ha sido sustituido por la "sopa boba" que representan las redes sociales, los sms, y otros anestésicos de masas.
Al final (con los ojos abiertos y mirando lo que pasa alrededor) "la consolidación del "pegamento" que permite que una sociedad se mantenga unida" (sic, OCDE), puede resultar una sarcástica profecía: una vez que a los jóvenes (que ni estudian ni trabajan) se les terminen los "polvos blancos", podrán aspirar "pegamento", como en las zonas más pobres de algunos países subdesarrollados (Brasil, Argentina…). La universalización de la infamia. Entonces a nadie interesará: (1) la autosuficiencia; (2) la equidad; (3) la situación de salud, y, (4) la cohesión social. Sólo les importará "pillar" la dosis diaria. El único (y último) mito revelado. Todo un éxito de la "era de la globalización".
Anexo II
La cohesión social en los países desarrollados: conceptos e indicadores CEPAL – Serie Estudios estadísticos y prospectivos No 55 – 2007
D. La experiencia de la OCDE
La OCDE es una organización internacional intergubernamental que en sus comienzos, reunió a los países más industrializados del mundo con economías de mercado. Fue fundada en 1961, y se ha constituido en una de las entidades con mayor influencia en las distintas cumbres y foros mundiales en los que se analizan y establecen orientaciones y normas en materias económicas, medioambientales y educacionales. La OCDE tiene como objetivos fomentar la mayor expansión posible de la economía y del comercio mundial, promover el empleo y mejorar los niveles de vida en los países miembros, manteniendo la estabilidad financiera. Los instrumentos de la OCDE (decisiones, recomendaciones, declaraciones, etc.) son, en general, de adopción voluntaria de los países miembros, con la excepción de las decisiones y los acuerdos internacionales tradicionales, las cuales, una vez que son ratificadas por los estados integrantes, tienen un carácter vinculante.
La aproximación a la cohesión social desarrollada por la OCDE se construye sobre la base de un diagnóstico que enfatiza los elementos de contexto, externos e internos a los países miembros, que se relacionan y amenazan a la cohesión social. Entre los elementos externos, se encuentran el aumento de la interdependencia económica y financiera, los problemas de funcionamiento del mercado (imperfecciones, asimetrías, falta de transparencia), las altas y persistentes tasas de desempleo y sub-empleo, las situaciones de pobreza y exclusión social, los cambios demográficos (envejecimiento de la población y migraciones), la falta de participación ciudadana y los cambios valóricos (Jeanotte, 2000; OCDE, 1997). Todos estos elementos conducirían a un incremento en el malestar social y a la pérdida de confianza en las instituciones, lo cual incidiría negativamente en el crecimiento económico (OCDE, 1997).
En la "era de la globalización" una de las fuerzas principales que habría incrementado la exclusión social en los países miembros de la OCDE, estaría constituida por los procesos de desindustrialización, cuyos mayores efectos se habrían verificado especialmente durante las décadas de 1970 y 1980. En los últimos años, la flexibilización de los mercados de trabajo y las fuertes mutaciones culturales y tecnológicas han planteado a los países de la OCDE la necesidad de encontrar las configuraciones económicas, sociales y culturales apropiadas para mantener la unidad societal e institucional y lograr el máximo de adaptabilidad en la gestión de los distintos riesgos (OCDE, 1997).
Uno de los supuestos centrales del enfoque de la OCDE es que la cohesión social requiere de la competencia y de un cambio estructural hacia la economía de mercado, ya que se considera que estas condiciones son el motor del crecimiento económico, contexto en la cual la cohesión social se puede fortalecer. El tejido social fuerte proporcionaría una base segura para la flexibilidad y el riesgo, las cuales son el impulso para la actividad económica y la creación de riqueza. La capacidad de encontrar el equilibrio apropiado, de modo de evitar el estancamiento y la fragmentación social, sería uno de los aspectos centrales de la cohesión (OCDE, 1997). En este marco, las dinámicas y procesos que contribuirían a la cohesión social serían: (i) una sociedad estable y segura; (ii) la capacidad de equilibrar la competencia con un tejido social fuerte; (iii) la capacidad de diálogo y cooperación; (iv) el aseguramiento del bienestar material, y, (v) la promoción de la diversidad y la tolerancia (Jeanotte, 2000).
Desde esta perspectiva, la reforma del Estado podría ser un mecanismo para encontrar el equilibrio entre la cohesión social y la flexibilidad económica (OCDE, 1997). El estado debería constituirse en una de las fuentes primarias de la cohesión social, mediante: (a) los cambios en los sistemas de protección social que aseguran a los ciudadanos frente a los riesgos del desempleo, enfermedad, discapacidad y pobreza, (b) las reformas a los sistemas educativos y, (c) el fomento de la innovación. De igual modo, la OCDE ha sugerido la promoción de la responsabilidad social, el fomento de mercados de trabajo flexibles, la implementación de políticas que permitan mejorar las perspectivas de empleo de grupos que están al margen del mercado de trabajo y las reformas tributarias (Jeannotte, 2000). Estas acciones permitirían el fortalecimiento de los sentimientos de seguridad y confianza entre las personas y entre éstas y las instituciones, lo cual facilitaría la consolidación del "pegamento" que permite que una sociedad se mantenga unida.
En la actualidad el seguimiento de las políticas públicas y sociales en los países miembros de la OCDE es efectuado sobre la base de un marco teórico donde el bienestar constituye el concepto central, mientras que la cohesión social es entendida como un campo específico de la política social que debería aportar al bienestar. La OCDE (2007) argumenta que hasta hace poco, el PIB per cápita proporcionaba una caracterización adecuada de la capacidad de los países para responder a las necesidades materiales de sus habitantes. Sin embargo, en la medida en que las sociedades más desarrolladas se desplazan desde una situación de escasez a una de plenitud, la apropiación del PIB per cápita como proxy del bienestar está siendo cuestionada. De hecho, estudios realizados recientemente en países desarrollados han mostrado que, una vez que un cierto nivel de satisfacción de necesidades materiales ha sido alcanzado, un incremento en el crecimiento económico no necesariamente genera aumentos equivalentes en el bienestar (OCDE, 2007).
Desde esta mirada, los indicadores sociales pueden desempeñar un rol complementario a los indicadores monetarios habitualmente empleados como aproximaciones al bienestar, aun cuando la principal debilidad de los indicadores sociales es que no permiten una representación parsimoniosa del bienestar, debido a la falta de acuerdo con respecto a la modalidad de agregación de los indicadores (OCDE, 2007). El sistema de indicadores sociales de la OCDE se organiza para responder a las siguientes preguntas con respecto a las metas de política social: (i) cuánto han avanzado los países miembros en su nivel de desarrollo social, y, (ii) cuán efectivas han sido las acciones de la sociedad en la promoción del desarrollo social. Estas preguntas se responden a través de un sistema de indicadores estructurado sobre la base de un esquema Presión-Estado-Respuesta (PSR, por su sigla en inglés), donde la presión incluye a las actividades humanas que ejercen presión sobre el ambiente social, las cuales afectan las condiciones económicas y sociales, lo cual induce al estado y a la sociedad a responder a través de distintas políticas (OCDE, 2007).
Los indicadores sociales reportados por la OCDE (2007) se agrupan en dos dimensiones, que describen su naturaleza y contenido. En la dimensión naturaleza, se incluye a los indicadores que miden factores de contexto social, condiciones de vida y la respuesta societal. En la dimensión contenido, los indicadores son agrupados en función de los siguientes campos de la política social:
(i) autosuficiencia; (ii) equidad; (iii) situación de salud, y, (iv) cohesión social. Los criterios de selección de los indicadores son: (a) el grado de comparabilidad, (b) la disponibilidad de datos, y, (c) la posibilidad de realizar desagregaciones.
En cuanto a la cohesión social, la OCDE (2007) señala que ésta es una meta central de la política social en muchos países miembros de la OCDE, y agrega que la falta de una definición aceptada del término determina que la identificación de indicadores sea una tarea particularmente difícil. En todo caso, un sentimiento de pertenencia a la comunidad más amplia y la satisfacción derivada de la participación en la sociedad son importantes para el bienestar, y al mismo tiempo, existe una amplia variedad de "patologías sociales" que son ilustrativas con respecto a la falta de cohesión. Así, la OCDE (2007) propone la realización de un seguimiento a la cohesión social a partir de indicadores "positivos", que describen la medida en que los ciudadanos participan en la vida social y obtienen satisfacción con sus actividades cotidianas, y en base a medidas "negativas", que informan sobre distintas patologías y condiciones que colocan a los individuos afectados en riesgo de exclusión de la sociedad, o que revelan el grado de tensión social existente.
De acuerdo a la OCDE (2007), la participación en las elecciones ilustra la medida en que los individuos están integrados y toman parte en la vida social, y es signo de que el sistema político disfruta de un alto grado de legitimidad. Sin embargo, en los países de la OCDE coexisten altos niveles de votación en las elecciones con grados relativamente bajos de confianza en las instituciones políticas y porcentajes aún menores de confianza en el gobierno, lo cual indica que esta afirmación debería ser matizada. En lo que respecta a la incidencia que podría tener la obligatoriedad del voto en la votación efectiva, de acuerdo a la OCDE (2007), este factor no explica sustancialmente la variación observada entre los países.
La confianza en las instituciones políticas es fundamental para la estabilidad social y para el funcionamiento de la democracia, y también constituye un marco esencial para que las personas cooperen en alcanzar metas colectivas y en el financiamiento de bienes públicos. En este ámbito, uno de los mayores problemas se encuentra en el seguimiento de los cambios en los niveles de confianza hacia las instituciones. En el caso de los estudios panel que ocupan muestras diferentes, existen problemas de validez (se comparan personas que son distintas, y por tanto, no hay control de inobservables) y también se verifican dificultades de comparabilidad, por diferentes tamaños de muestra y otras características de las encuestas (OCDE, 2007).
Entre los indicadores que proporcionan evidencia sobre la extensión de las dificultades personales y el malfuncionamiento de la sociedad, se encuentran la medida de población encarcelada y la tasa de suicidio (OCDE, 2007). En cuanto al primer indicador, un problema es que la cantidad simple de encarcelados con respecto a la población total en un momento del tiempo no necesariamente refleja la dureza de la respuesta sancionadora del sistema penal y tampoco da cuenta cabal del grado de exclusión y segregación que afecta a la población ingresada al sistema penitenciario. Al mismo tiempo, uno de los indicadores complementarios que emplea la OCDE, el porcentaje de extranjeros en la población penal, podría verse afectado por diferencias en las prácticas de entrega de nacionalidad entre los países.
Las tasas de suicidio se cumplimentan sobre la base de registros oficiales que proporcionan información sobre las causas de muerte de las personas. La OMS define el suicidio como un acto deliberadamente iniciado por una persona, en conocimiento y expectativa completa de su desenlace. Un problema de este indicador es que no diferencia entre los suicidios propulsados por factores intra personales y aquellos efectivamente vinculados con la deprivación o el malfuncionamiento social.
Adicionalmente, la OCDE (2007) señala que la comparabilidad de los datos de suicidio está afectada, entre otros factores, por las diferencias en los criterios utilizados por los funcionarios oficiales de los distintos países para establecer las intenciones individuales de cometer suicidio, por la frecuencia de las investigaciones forenses y por las reglas de confidencialidad sobre las causas de muerte. Otra dificultad se encuentra en aquellas situaciones en las cuales la causa de muerte puede esconder intenciones de suicidio (por ejemplo, las ocasionadas por accidentes, violencia u otros factores). Al respecto, Jougla et al. (2002; citado en OCDE, 2007) concluyen que las estadísticas francesas sub-reportan el suicidio en una tasa cercana al 20%.
Los indicadores de huelgas y paros proporcionan información sobre la naturaleza consensual de los sistemas de relaciones laborales, mientras que los altos niveles de accidentes en el trabajo reflejan malfuncionamiento en las salvaguardias que se aplican a los trabajadores (OCDE, 2007).
La OIT define las huelgas/paros como una detención o cierre temporal de un lugar de trabajo, que resulta de la iniciativa de uno o más grupos de trabajadores o empleados para hacer cumplir demandas o expresar reivindicaciones, o para apoyar a otros trabajadores o empleados en sus peticiones. Según la OCDE (2007), el indicador más comprehensivo de conflicto laboral es la proporción de horas de trabajo perdidas a causa de las huelgas o paros, pero está disponible en muy pocos países. Las estadísticas sobre paros o huelgas adolecen de problemas de comparabilidad internacional, por la existencia de diferentes definiciones y métodos de medida: en efecto, muchos países no registran los paros de pequeña envergadura y emplean distintos criterios para definir el número de trabajadores implicados (por ejemplo, algunos registran a quienes no pueden trabajar a causa de que su empresa está en huelga, mientras que otros no lo hacen) y al número de días perdidos (OCDE, 2007).
Los accidentes del trabajo son eventos que suceden durante la jornada laboral, que conducen a daños en la salud o a la pérdida de vida del trabajador. Según la OCDE (2007), las comparaciones internacionales de los niveles de accidentabilidad son problemáticas, debido a las diferencias en las prácticas de registro (en algunos países se contabilizan solamente los accidentes en las empresas de mayor tamaño y que afectan a personas cubiertas por la seguridad social). En todo caso, la comparabilidad ha mejorado desde la adopción de una resolución de la OIT (1998, citada en OCDE, 2007), la cual recomienda registrar todos los accidentes laborales que causen una ausencia laboral de al menos un día (excluyendo el día del evento) durante un período de referencia (usualmente un año). Davoine (2005) indica que el indicador de accidentes laborales puede ser utilizado para ilustrar la calidad de las condiciones en el trabajo, pero añade que debería considerarse como medida complementaria la incidencia de enfermedades ocupacionales, por cuanto en algunos países con alto nivel de presión laboral, el número de accidentes es bajo.
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