La era de la desigualdad (¿Consecuencia directa del imperialismo monetario?) – Parte I (página 5)
Enviado por Ricardo Lomoro
Mientras que en los países escandinavos (con poblaciones tradicionalmente muy euroescépticas) la desconfianza de sus poblaciones hacia Europa de hecho se ha reducido ligeramente en la última década, en los países del centro del continente y, sobre todo, en la periferia más afectada por la crisis (los famosos PIIGS), se puede detectar un claro aumento de la desconfianza hacia la UE en los últimos cinco años. Por el papel central que, según algunos, la opinión pública alemana ha jugado en la capacidad de los líderes europeos de adoptar determinadas decisiones, es particularmente preocupante el aumento de la desconfianza hacia la UE en este país que, a pesar de no haber sufrido apenas la crisis económica, ha visto cómo su nivel de desconfiados hacia Europa ha aumentado en solo cuatro años en veinte puntos, hasta colocarse en un 55%.
Los jóvenes que ni estudian, ni trabajan (el problema crece en toda Europa por el paro y la falta de alternativas)
Hay grandes diferencias entre los distintos países de la UE. Y España, con un paro juvenil cercano ya al 50%, está entre los que tienen peores datos: son el 22,4% (en 2008 eran el 17%, y un año antes, el 13,8%). Con más de 800.000 jóvenes que ni estudian ni trabajan, unos 280.000 más que en 2007 (si se cruzan los porcentajes de la Encuesta Europea de Fuerza del Trabajo de Eurostat con los datos del padrón del INE), España ocupa el quinto puesto de la Unión en este preocupante ranking. Por delante están Letonia (22,5%), Irlanda (24,1%), Italia (24,2%) y Bulgaria (27,8%). Donde menos hay es en Holanda (5,9%) y Luxemburgo (6,9%). Este último está en el grupo de los únicos cuatro países que han logrado reducir sus cifras durante la crisis, junto a Alemania Malta, de forma levísima, Bélgica.
"Es difícil hacer generalizaciones para toda Europa, pero lo que parece estar ocurriendo es que los jóvenes están siendo víctimas del paro (esto ha sido peor en países como España), pues son los más fáciles de despedir; y de los recortes de las ayudas sociales. En Reino Unido se espera que bajen un 20% en los próximos tres años, además de lo que ya se han reducido", señala Neil Lee, economista del instituto de investigación The Work Foundation, de la Universidad de Lancaster.
El catedrático Psicología Social de la Universidad de Valencia José María Peiró distingue dos grandes grupos de jóvenes bajo la etiqueta de ni-ni (ni estudian ni trabajan). Primero, los que lo son porque no les queda más remedio: han fracasado en los estudios y no encuentran trabajo. Segundo, los de tipo "sabático", que se toman un tiempo antes de ponerse a trabajar, al final o en medio de los estudios. "Lógicamente, estos tienen salario de reserva, quizás por la familia", añade.
Precisamente el apoyo familiar -más en los países del sur de Europa-, junto con las ayudas sociales y el trabajo sumergido -el Ministerio de Economía estimó a principios de 2011 que la economía sumergida en el 20% del PIB español-, amortiguan el impacto social de una cifra como ese 22,4% de ni-nis.
Aventurar cuántos jóvenes pertenecen a cada situación es realmente complicado, pues la encuesta europea simplemente señala a los jóvenes parados o inactivos que no han estudiado, ni siquiera un cursillo de inglés o de informática, en el último mes. Y en realidad las variantes son infinitas: el que encuentra trabajo pero lo rechaza por las malas condiciones del empleo o porque tiene que desplazarse; el que vuelve a estudiar, pero se frustra y lo deja (en Madrid, se titula sólo el 10% de los matriculados en escuelas de adultos, según CC OO); el que decide agotar el paro antes de ponerse otra vez manos a la obra; el que se desanima tras mucho tiempo buscando empleo…
Sin embargo, parece claro que el primer grupo que señala Peiró, el de los que no trabajan porque no pueden, y ni se les pasa por la cabeza retomar los libros, crece en medio de la crisis. Sobre todo en un país como España, que ha mantenido durante toda la década un porcentaje de abandono escolar temprano cercano al 30%, aunque ahora haya bajado al 28%. Fue en 2008 cuando en España empezó a crecer mucho la cifra de ni-nis y se disparó en 2009, precisamente cuando todos esos jóvenes escasísimamente formados empezaron a engrosar masivamente las filas del paro.
Antes de la crisis los jóvenes españoles ya tenían serias dificultades para acceder a empleos de calidad
Es decir, que son precisamente los más vulnerables los que están engordando la estadística, asume el catedrático de Economía de la Pompeu Fabra José García-Montalvo. "Las tasas de paro que han crecido más rápidamente son las de los jóvenes con menos formación; a diferencia de otras crisis anteriores, mucho más rápido que las tasas de desempleo de los universitarios", señala.
Así, no hay trabajo, y el reenganche en el sistema educativo se hace complicado, no solo porque a los jóvenes les pueda costar más o menos tomar la decisión, sino "la escasa relevancia de los programas de segunda oportunidad para mejorar la formación de los alumnos que abandonan", señala el profesor de Economía de la Universidad de Vigo Alberto Vaquero.
La bomba de tiempo del desempleo juvenil
El mundo, dicen, está "sentado sobre una bomba de tiempo, social y económica". El mundo está plagado de desempleo juvenil.
Los números son duros. En algunos países del mundo árabe hasta el 90% de los jóvenes en edades comprendidas entre los 16 y 24 años está desempleado. En EEUU el desempleo juvenil llega a 23%, en España al casi 50% y en el Reino Unido al 22%.
En todo el mundo hay 200 millones de desempleados. 75 millones tienen edades entre los 16 y 24 años, y cada año cerca de 40 millones de jóvenes están listos para entrar al mercado laboral.
Los líderes empresariales reunidos en el Foro Económico Mundial (enero 2012) saben que las cifras son importantes: los jóvenes que estuvieron desempleados por mucho tiempo ganaran menos dinero durante toda su vida.
Tendrán menos probabilidades de ser empleados. No tendrán las habilidades que las empresas necesitan. Es más probable que tengan problemas de salud a largo plazo. Y la situación puede degenerar en descontento social.
Hay un término para eso: la generación perdida. O como dice un profesor de una escuela de negocios "El desempleo es una porquería. El desempleo juvenil es peor aún. Los jóvenes perdieron la línea de visión hacia el futuro".
Cifras duras
•200 millones de desempleados a nivel mundial
•75 millones con edades entre 16 y 24 años.
•90% de los jóvenes en países árabes no tienen trabajo.
•23% desempleo juvenil en EEUU.
•22% en Reino Unido
•50% en España
•Cada año 40 millones de jóvenes ingresan al mercado laboral.
A los jefes les preocupan estas cosas, hasta a los de corazón más frío, porque todo lo mencionado arriba cuesta dinero.
Indirectamente, porque hay un menor demanda para sus productos y servicios; directamente, en costos de entrenamiento y de salud, e impuestos más altos.
Luego tenemos la parte demográfica. En Jordania cerca del 70% de la población tiene menos de 30 años. Si los jóvenes no están preparados para el trabajo, el país se quedará pronto sin talento, dijo un participante.
Para los políticos, la Primavera Árabe es algo que sigue fresca en la mente de la gente. Los levantamientos comenzaron en Túnez cuando Mohamed Bouazizi se inmoló.
"Se mató no porque quería hacer una protesta política. Se mató porque no tenía un empleo", dijo un gerente de fondos de inversión de Pakistán. La falta de oportunidades para los jóvenes fue uno de los catalizadores de la llamada Primavera Árabe.
Los organizadores del Foro Económico Mundial de Davos quieren demostrar que su inmensa red -una combinación única de grandes empresas, gobiernos, activistas sociales y organizaciones no gubernamentales- puede hacer una diferencia.
Se organizó un taller para identificar qué causa el desempleo juvenil y si puede existir alguna solución rápida para atacar el problema, para quienes hablaron era obvio que el problema desafía las soluciones simples.
Claro que todo desempleo tiene una cosa en común: la falta de demanda de trabajadores. Pero cada país, cada región tiene problemas diferentes.
La automatización reemplaza muchos trabajos rutinarios, no sólo en los países desarrollados.
Hay problemas estructurales, por ejemplo cuando es muy burocratizado contratar a alguien.
También puede achacársele alguna culpa al sistema educativo, que falla en darles a los jóvenes las destrezas que se necesitan para trabajos en economías avanzadas.
En Corea del Sur es al contrario. Hay tantos graduados universitarios que el país se está quedando sin gente para llenar trabajos de obreros.
Además están las destrezas vitales o la falta de ellas. Algunos jóvenes no conocen lo básico, desde vincularse con compañeros de trabajo hasta tener las habilidades empresariales fundamentales.
Pero a veces una mejor educación podría aportar una solución: en China, muchos repartidores de correspondencia sólo pueden leer chino, lo que les impide trabajar en compañías logísticas internacionales que distribuyen correos y paquetería llegada del mundo entero.
También hay problemas culturales. Algunos países gradúan grandes cantidades de mujeres en la educación universitaria, sólo para negarles las oportunidades de trabajo, con lo que desperdician sus talentos.
¿Qué hacer?
Es un tema que se presenta una y otra vez: negocios, universidades y escuelas, gobiernos y organizaciones no gubernamentales, no logran comunicarse sobre qué es lo que necesitan y qué es lo que pueden lograr.
"El sector privado podría ser un elemento de cambio", afirmó un participante, un activista de izquierda que trabaja en una campaña educativa.
"Las universidades son simplemente muy lentas", dice un industrial, "Si les digo que necesito graduados con diferentes destrezas, les toma dos o más años cambiar sus cursos. Para ese entonces la tecnología estará cambiando de nuevo".
Pero de todos modos, otro empresario advirtió que "una buena educación ya no te garantiza una buena vida".
Sean del mundo árabe, de América del Norte o de América Latina o Asia, muchos ejecutivos lamentaron la falta de impulso empresarial y de destrezas básicas de negocios y la necesidad de una cultura donde el fracaso no sea celebrado.
Un hombre que está a cargo de una empresa con varios cientos de miles de empleados en todo el mundo se quejaba de que "vivimos en un mundo en el que la creación de la riqueza no va paralela a la creación de trabajo. Esa otrora cercana conexión está rota".
Mientras algunos sugieren la creación de grandes programas, con una inversión de US$ 50.000 millones en los próximos diez años para adiestrar gente en todo el mundo, otros proponen pasos más pequeños con mayor garantía de éxito…
En las siguientes páginas se ofrece una selección de Gráficos, comentarios e Informes de Organismos internacionales, sobre Distribución de los Ingresos en los países desarrollados.
Parte I – Un largo viaje a ninguna parte: Gráficos, comentarios e Informes
– Informe mundial sobre Salarios – OIT – 2010/2011
Nota: Al excluir a China del análisis, resultan tasas mucho más bajas del crecimiento mundial en salarios, a razón de 2,2 por ciento en 2007, 0,8 por ciento en 2008 y 0,7 por ciento en 2009.
Nota: Al restringir la muestra a los países del G20, los cuales representan alrededor del 70 por ciento de los asalariados del mundo, se observan resultados muy similares. Excluyendo a China de la agrupación, se observa un crecimiento real de los salarios del 1,8 por ciento en 2007, 0,5 por ciento en 2008 y 0,5 por ciento en 2009 en los demás países.
Nota: Existen considerables variaciones regionales en las tasas de crecimiento de los salarios. En los países avanzados, estimamos que después de crecer alrededor de 0,8 por ciento al año antes de la crisis, los salarios reales se redujeron en -0,5 por ciento al inicio de la crisis en 2008, antes de crecer a una tasa del 0,6 por ciento en 2009. En total, el nivel de los salarios reales cayó en 12 de los 28 países avanzados en 2008 y en siete de los países avanzados en 2009.
Existen ejemplos de países importantes dentro del grupo del G20 que experimentaron un crecimiento salarial negativo en 2008 y/o 2009. En los Estados Unidos, por ejemplo, el promedio aritmético anual de los ingresos semanales reales resultó 1,1 por ciento menor en 2008 que en 2007, antes de recuperarse, y aumentar 1,5 por ciento en 2009 respecto del 2008.
Nota: Observamos que, en 2008, el índice de precios al consumidor, que abarca a todos los consumidores urbanos (IPC-U), aumentó con relativa rapidez durante la primera parte del año, lo cual desgasta el poder adquisitivo de los salarios en ese periodo. La caída en los precios al consumidor durante la última parte de 2008 dio posteriormente impulso a los ingresos reales (a pesar de que los ingresos nominales aumentaron sólo modestamente), lo cual explica por qué el nivel promedio de los salarios reales fue mayor en 2009 que en 2008.
Nota: En general, las semanas laborales más cortas parecen haber desempeñado un papel importante en amortiguar el crecimiento de los salarios en países desarrollados. El gráfico muestra que el promedio de horas trabajadas o pagadas por semana disminuyó entre 2007 y 2009 en casi todos los países donde estos datos estaban disponibles. Ello ocurrió ya sea como resultado de acuerdos a nivel de empresa, como en los Estados Unidos, donde la disminución en los ingresos semanales entre febrero de 2009 y febrero de 2010 fue resultado tanto de la caída en los salarios por hora como de menos horas de trabajo, o fue una medida dentro de esquemas más amplios conocidos como "repartición del trabajo", los cuales promueven una reducción del tiempo de trabajo para evitar despidos, redistribuyendo un volumen reducido de trabajo. En Alemania, por ejemplo, los salarios mensuales reales de todos los trabajadores se redujeron durante tres años consecutivos, incluido el 2009, cuando los salarios mensuales nominales cayeron por primera vez en la historia del país después de la guerra. Sin embargo, esta caída se debió principalmente a una reducción en las horas de trabajo para preservar el empleo. La restricción de la muestra a trabajadores de tiempo completo indica un crecimiento de los salarios mensuales reales en Alemania de 0 por ciento en 2008 y 0,8 por ciento en 2009.
Nota: El cuadro muestra que los salarios mundiales promedio aumentaron casi una cuarta parte durante ese período. En los países avanzados, los salarios reales aumentaron sólo 5 por ciento en términos reales durante toda la década, lo que refleja un período de moderación salarial.
Nota: El cuadro muestra que, en el caso de los países incluidos en este análisis, se observó una tendencia predominantemente negativa a largo plazo en la participación de los salarios. En general, en el período 1980-2007, 17 de los 24 países registraron un descenso en la participación de los salarios. En general, la tendencia a una menor participación de los salarios en los países de la OCDE a partir de mediados del decenio de 1980 se atribuye a la introducción de nuevas tecnologías, los efectos de la globalización, la creciente influencia de las instituciones financieras y/o el debilitamiento de las instituciones del mercado laboral.
Nota: En el gráfico vemos que, en la mayoría de los casos, tanto el "efecto desplazamiento" como el "efecto participación" tuvieron un impacto negativo en la participación de los salarios desde la década de 1980. En la mayoría de los países, sin embargo, el efecto "participación" superó al efecto "desplazamiento".
Nota: Tal como se presenta en el gráfico, el cambio a largo plazo en la participación de los salarios en el sector de manufactura fue negativo para todos los países excepto Francia, Islandia y el Reino Unido. Esto demuestra que, en la mayoría de los países, el valor agregado sectorial de la industria manufacturera aumentó más rápidamente que la remuneración total de los empleados durante el período 1990-2007.
Nota: Similar a la tendencia en manufactura, el cambio a largo plazo en la participación de los salarios es también mayormente negativo en el sector de la construcción, a pesar de que la situación en ese sector es más variada que en manufactura. En general, 17 de los 30 países analizados muestran un cambio negativo a largo plazo en la construcción, en comparación con 26 en el sector de manufactura.
Nota: El gráfico destaca la participación de los salarios en las industrias FIRE. Vemos que las dos terceras partes de los países muestran un cambio positivo a largo plazo, lo que refleja un crecimiento más rápido en la remuneración de los empleados en comparación al valor agregado en este sector. La participación de los salarios en el sector FIRE continuó aumentando durante la crisis en la mayoría de los países. En la interpretación de estas tendencias, es necesario tener en cuenta que las bonificaciones se cuentan como parte de la participación de los salarios, no como utilidades.
Nota: El análisis del gráfico muestra que la distancia entre el 10 por ciento de los trabajadores de menores salarios y el 10 por ciento de los empleados con mayores salarios aumentó en 17 de los 30 países seleccionados, de los cuales se dispone al menos de un dato para comparar los períodos 1995-2000 y 2007-2009 (Grupo A). Aunque la mayor parte de este aumento en desigualdad se debe a que los que más ganan "se alejan" de la mayoría, otra parte se debió al llamado "colapso del fondo", donde aumentó la distancia entre los trabajadores de ingresos medianos y los de ingresos bajos en 12 de los 28 países (Grupo B).
Nota: Aunque no todos los trabajadores con bajos salarios son pobres, una caída en el poder adquisitivo de los del extremo inferior de la distribución sin duda aumenta el riesgo de pobreza. También puede socavar la percepción pública en relación a si las políticas son justas o si conducen a un futuro mejor. Cabe señalar que las preocupaciones sobre el trabajo de bajos salarios no se limitan a lo escaso de la remuneración, sino también a la inestabilidad del salario. En el caso de los países desarrollados, tales como los de la Unión Europea (UE), el riesgo de quedar desempleado o inactivo es a veces dos o tres veces mayor entre los trabajadores de bajos salarios que entre trabajadores de remuneraciones más altas.
Nota: Si observamos los cambios dentro de los países a lo largo del tiempo, veremos que la tendencia general a largo plazo es evidente: la mayoría de los países presenciaron un aumento del empleo de bajos salarios en los últimos 15 años. En general, el gráfico muestra que, a partir de la segunda mitad de la década de 1990, aumentaron los bajos salarios en cerca de dos tercios de los países con datos disponibles (25 de los 37 países).
Nota: Si bien existe una tendencia mundial hacia un aumento del empleo de bajos salarios, su incidencia muestra una considerable variación entre países. Las últimas estimaciones nacionales de tal incidencia se proporcionan en el gráfico. Mientras que algunos países proveen estimaciones referidas a todos los asalariados, otros limitan la muestra a los empleados, a tiempo completo. Se sabe que las estimaciones que excluyen el empleo a tiempo parcial tienden a subestimar la escala de empleo de bajos salarios, ya que los trabajadores, a tiempo parcial, a menudo reciben menor remuneración por hora en comparación con sus homólogos de tiempo completo.
– Informe mundial sobre Salarios – OIT – 2012/2013
Nota: Tras un período de crecimiento económico robusto a principios del siglo XXI, la economía mundial se contrajo en 2009 como resultado de la crisis financiera y económica mundial. El impacto de la crisis se ha sentido en forma muy diversa alrededor del mundo. En el grupo de países más avanzados, 2009 se llamó el año de la "Gran Recesión", el revés económico más severo desde la "Gran Depresión" de los años 30.
Nota: El desempleo mundial aumentó en 27 millones desde el inicio de la crisis, llevando el número total a cerca de 200 millones o 6 por ciento de la fuerza de trabajo mundial. Tal vez la preocupación más seria se refiere al desempleo juvenil, el cual ha llegado a proporciones alarmantes. La OIT estima que en 2011 el desempleo afectó 75 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años a nivel mundial, representando más de 12 por ciento de todos los jóvenes. Muchos más no aparecen en las estadísticas de desempleo porque se desilusionaron al punto que dejaron de buscar trabajo.
Nota: El cuadro adopta una visión de más largo plazo y muestra el aumento acumulado de los salarios promedio reales desde el año 2000. Vemos que entre 2000 y 2011 los salarios promedio mensuales reales a nivel mundial aumentaron cerca de un cuarto, pero las diferencias entre regiones son claras.
En las economías desarrolladas los salarios promedio sufrieron una doble recaída: cayeron en 2008 y nuevamente en 2011.
Nota: Remuneración neta por hora trabajada es el salario por el tiempo real trabajado.
Nota: El gráfico 9, que resalta las tendencias en los salarios promedio nominales y la inflación de precios en las economías avanzadas, muestra que en 2008 una inflación inusualmente alta excedió el alza en los salarios nominales, llevando a una caída de los salarios reales. En 2009, el año de la recesión económica mundial, tanto los salarios nominales como los precios al consumidor prácticamente se congelaron. Desde entonces, la recuperación del crecimiento en los salarios nominales se paralizó en 2011, pero el aumento en los precios al consumidor retornó a tasas pre-crisis, lo cual explica la caída en los salarios reales durante ese año.
Nota: En el gráfico, vemos que sin China, donde el crecimiento del PIB y de los salarios fue excepcionalmente alto durante los últimos años, el panorama se ve considerablemente diferente, reflejando la menos positiva historia de los salarios en países como la República de Corea o India durante los últimos cuatro años.
Nota: Las estimaciones regionales muestran que en América Latina y el Caribe los salarios promedio reales crecieron durante todos los años entre 2006 y 2011, a pesar de la crisis en 2009.En general, estas tendencias salariales en América Latina y el Caribe están fuertemente influenciadas por países grandes como Brasil, donde el crecimiento salarial se mantuvo positivo durante el período.
Nota: Entre las economías desarrolladas, el salario mínimo varía substancialmente cuando se lo calcula como proporción de la mediana de los ingresos de los asalariados a tiempo completo, desde cerca de 60 por ciento en Nueva Zelanda y Francia a menos de 40 por ciento en Japón, España y Estados Unidos.
Nota: Centrándonos solamente en las economías desarrolladas, pareciera que los hacedores de política utilizaron activamente el salario mínimo como una herramienta de protección social para los trabajadores más vulnerables al comienzo de la crisis durante 2009. Sin embargo, en los últimos años el salario mínimo fue, en la mayoría de los casos, solamente ajustado con el objetivo de compensar por inflación; esto se puede ver en el gráfico, donde en los años posteriores a 2009 el salario mínimo real aumentó considerablemente menos en las economías desarrolladas (o incluso declinó).
Nota: Los gráficos 31 y 32 ilustran las tendencias en la así llamada participación del trabajo en la renta "ajustada" para el período 1970 a 2007 o 2010 para ciertos países desarrollados individuales y agrupados y para los tres grupos de economías en desarrollo y emergentes. En el gráfico 31 se observa que el promedio simple de la participación del trabajo en 16 países desarrollados para los cuales existen datos disponibles para este largo período declinaron desde alrededor de 75 por ciento del ingreso nacional a mediados de la década de 1970 hasta alrededor de 65 por ciento en los años inmediatamente anteriores a la crisis económica y financiera.
Nota: El gráfico muestra cómo el promedio de la participación del trabajo también declinó en un grupo de 16 economías en desarrollo y emergentes, desde alrededor de 62 por ciento del PIB a inicios de los años 1990 hasta 58 por ciento inmediatamente antes de la crisis. Los datos disponibles para China, Kenia, República de Corea, México y Turquía (gráfico 32) sugieren que la declinación en este grupo de países podría haber comenzado ya en la década de 1980.
Nota: Incluso en China, un país donde los salarios a groso modo se triplicaron en la última década (ver la Parte I), el PIB aumentó a una tasa más acelerada que la masa salarial total y, por lo tanto, se redujo la participación del trabajo en la renta.
Nota: Las zonas sombreadas son zonas que han registrado retrocesos de la actividad económica.
Una publicación de la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, por ejemplo, indica que la brecha entre productividad laboral por hora y el aumento en la retribución por hora ha resultado en una menor participación del trabajo en Estados Unidos (Fleck, Glaser y Sprague, 2011). Desde 1980 la productividad laboral por hora en el sector empresarial no agrícola aumentó 90 por ciento, mientras que la compensación real por hora aumentó 26,7 por ciento, una cifra mucho menor.
Nota: Otro ejemplo es Alemania, donde la productividad laboral (definida como el valor agregado por ocupado) aumentó en casi un cuarto (22,6 por ciento) durante las dos últimas décadas, mientras que los salarios mensuales reales permanecieron estables durante el mismo período. De hecho, entre 2003 y 2011 cayeron por debajo del nivel visto a mediados de los años 1990.
Nota: La caída de los salarios mensuales se atribuye en parte a una marcada reducción en el tiempo de trabajo por mes, desde 122,7 horas en 1991 hasta 110,7 horas en 2011, a medida que el número de trabajadores a tiempo parcial y formas atípicas de empleo, tales como los así llamados "miniempleos", aumentaron sustantivamente.
Nota: Dado que algunas de las economías grandes, inclusive Estados Unidos, Alemania y Japón, han visto rezagado el crecimiento de los salarios en relación al aumento en la productividad, nuestro informe considera que en las economías desarrolladas en su conjunto la productividad laboral promedio ha sobrepasado el crecimiento de los salarios promedio reales. Sobre la base de los datos de 36 países, estimamos que desde 1999 la productividad laboral promedio aumentó en más de dos veces los salarios promedio en las economías desarrolladas.
Nota: El gráfico ofrece una ilustración de los "sospechosos habituales": cambios tecnológicos, globalización, mercados financieros, instituciones del mercado de trabajo y la declinación en el poder de negociación de los trabajadores. En nuestra ilustración, los círculos para los cambios tecnológicos, globalización y mercados financieros se superponen, reflejando las dificultades para distinguir entre estos fenómenos tanto a nivel conceptual como empírico. La estructura del diagrama indica, además, que el poder de negociación de los trabajadores deriva directamente de las instituciones del mercado laboral (particularmente la existencia y fuerza de los sindicatos) pero es también influenciada por la globalización y los mercados financieros, los cuales permiten mayores opciones para la inversión en activos financieros además de en activos reales, tanto a nivel nacional como en el extranjero. De hecho, mientras gran parte de la evidencia se ha centrado en el papel de la globalización y especialmente la tecnología, muchos estudios han pasado por alto los efectos potenciales de los mercados financieros y la reducción de las instituciones sociales y del trabajo.
La globalización de los mercados financieros y la "financiarización", definida como el papel creciente de los motivos financieros, los actores financieros y las instituciones financieras en la operación de las economías nacionales e internacionales se han incluido solo más recientemente en esta ecuación. Un informe del IIEL identificó la integración internacional de los mercados financieros como un importante motor de la declinación en la participación de los salarios, al menos en las economías avanzadas.
Nota: El gráfico 38(a) muestra que, en el caso de las economías avanzadas, todos los factores contribuyeron a la caída en la participación del trabajo en la renta a lo largo del tiempo, jugando la financiarización mundial el papel más preponderante. Estas estimaciones significan que, en términos de contribución relativa, la financiarización mundial contribuye 46 por ciento de la caída en la participación del trabajo en la renta, en comparación a contribuciones de 19 por ciento de la globalización, 10 por ciento de la tecnología y 25 por ciento de los cambios en dos variables institucionales amplios: el consumo público y la densidad sindical. Estos resultados abren la posibilidad de que el impacto de las finanzas se podría haber subestimado en muchos de los estudios anteriores y sugieren que pasar por alto el papel de los mercados financieros podría tener implicancias serias para nuestra comprensión de las causas de las tendencias en la participación del trabajo en la renta.
En el caso de las economías en desarrollo, el gráfico 38(b) ilustra el impacto positivo de la tecnología sobre la participación del trabajo, lo cual se podría posiblemente explicar mediante un efecto de "ponerse al día" del crecimiento económico, la contracción de los mercados laborales y el agotamiento del exceso de oferta laboral. Este efecto de la tecnología compensa parcialmente los efectos adversos de la financiarización, la globalización y la reducción del estado de bienestar. No obstante, tal como fue el caso con la descomposición para las economías avanzadas, la financiarización se destaca como el factor más adverso en términos de explicar la declinación en la participación del trabajo en la renta entre las economías del mundo en desarrollo que se incluyen en la muestra.
Nota: La demanda agregada es la suma del consumo de los hogares, inversión del sector privado, exportaciones netas y el consumo público. El mecanismo económico ilustrado en el gráfico indica que un desplazamiento entre los dos componentes de la distribución funcional del ingreso (participación del trabajo y del capital) afecta los principales elementos de la demanda agregada y, en última instancia, estos cambios afectan el crecimiento del ingreso nacional en un proceso dinámico.
Nota: El cuadro ilustra el hallazgo que una declinación de 1 por ciento en la participación del trabajo se ha asociado sistemáticamente a una menor participación del consumo privado en relación al PIB en todos los 15 países, además de la eurozona como conjunto. Inversamente, una participación del trabajo 1 por ciento más baja se asoció a una mayor participación de las exportaciones netas en todos los países, especialmente China (según se destaca mediante las dos flechas ascendentes) que ha seguido muy explícitamente una estrategia de crecimiento liderada por la exportación. El vínculo entre la participación del trabajo y la inversión es menos claro. Una participación del trabajo 1 por ciento más baja se asoció a tasas más altas de inversión en el PIB en nueve países, así como en el grupo de la eurozona, pero no tuvo efecto perceptible sobre la inversión en cinco economías emergentes y en Estados Unidos.
Nota: En años recientes, muchos países han implementado estrategias de crecimiento impulsadas por la exportación en base a bajos costos laborales unitarios. En Alemania, miembro de la eurozona que no puede devaluar su moneda unilateralmente, los excedentes de exportación se potenciaron mediante la baja inflación y la declinación en los costos laborales reales unitarios en relación a otros países de la eurozona.
Nota: En algunos de los principales "motores de la demanda" en el mundo, el auge en el consumo desde el cambio de siglo se basó en un crecimiento vertiginoso del endeudamiento de los hogares más que en el alza de los salarios. En Estados Unidos en particular, el fuerte crecimiento en el consumo de cara al estancamiento de la mediana salarial fue posible solamente mediante el consumo financiado por el endeudamiento y el basado en la riqueza. El gráfico plantea que los déficits en cuenta corriente se asocian al mayor endeudamiento de los hogares en una selección de economías avanzadas que comparten el acceso fácil a los mercados de crédito, lo cual es indicativo de cómo la financiarización ha contribuido a los desequilibrios externos al canalizar recursos hacia el endeudamiento de los hogares para la demanda del consumo.
Nota: El gráfico A1 presenta los resultados de simular el impacto de una caída de 1 por ciento en la participación del trabajo en la renta sobre cada uno de los componentes de la demanda agregada. En comparación a la inversión y las exportaciones netas, la respuesta del consumo privado de productos nacionales es negativa y sustancial en todas las unidades económicas: en este caso no es posible distinguir entre economías desarrolladas y en desarrollo ya que todas parecen sufrir pérdidas de magnitud similar.
Mientras cae el consumo, la inversión es afectada positivamente por una declinación en la participación del trabajo en la renta en todas salvo seis unidades económicas y, en estas, el efecto es distinto a cero pero no significativo.
En el caso de las exportaciones netas, el gráfico A1(c) muestra que una caída de 1 por ciento en la participación del trabajo en la renta induce un aumento en exportaciones netas en todos los países. Es importante observar que en el caso de las exportaciones netas la magnitud se estima con un compuesto de elasticidades que dependen de los precios relativos de las exportaciones e importaciones, el grado de apertura de la economía y la elasticidad de los precios a nivel nacional.
Las estimaciones presentadas en el gráfico A1 son informativas: para la mayoría de las economías consideradas, el impacto de disminuir la participación del trabajo en la renta (digamos, reduciendo los salarios por debajo de la productividad promedio para ganar en competitividad) probablemente tendría un efecto tan negativo sobre el consumo doméstico(bienes y servicios comercializados a nivel nacional) que requeriría de una respuesta masiva en forma de inversión nacional y exportaciones netas para compensar el efecto adverso sobre la demanda agregada.
Pero esta "historia" viene de lejos: hace tiempo que comenzó la "vía al subdesarrollo" de los países avanzados.
Desigualdades de la renta en la era de la financierización de la economía
– Informe sobre el trabajo en el mundo – OIT – 2008
Nota: En los últimos decenios se ha asistido a un importante cambio en la distribución de los ingresos entre capital y trabajo. Un análisis de los datos recopilados -en relación tanto con las economías avanzadas como con los países recientemente industrializados y los países en desarrollo- revela que el componente salarial (o laboral) de los ingresos totales ha disminuido en casi tres cuartas partes de los países.
Nota: En el gráfico se comparan las tasas de crecimiento de la remuneración con la producción por empleado. Si la tasa de crecimiento anual de los salarios reales es menor que la de la productividad, el componente salarial de los ingresos disminuye.
Nota: El período 1990-2000 ofrece la instantánea más amplia de la desigualdad de ingresos y su estructura a lo largo del tiempo por regiones y países. En ese período, más de dos terceras partes de los 85 países respecto de los que se dispone de datos registraron un aumento en la desigualdad de ingresos, medida por la variación del coeficiente de Gini.
Nota: Un análisis más amplio de todo el período (1990-2005) indica que la desigualdad salarial creció en más de dos terceras partes de los países respecto de los que se dispone de datos. En la mitad aproximadamente de esos países, la desigualdad de ingresos aumentó tanto en 2000 como en 2005.
Nota: La brecha salarial entre el 10 por ciento superior y el 10 por ciento inferior de los asalariados ha tendido también a aumentar. Un examen de los datos existentes sobre los países de la OCDE y los micro datos relativos a Brasil, China e India pone de manifiesto que, desde principios del decenio de 1990, la desigualdad ha aumentado en 18 de los 27 países respecto de los que se dispone de datos 15. La mayor dispersión salarial se registró en Brasil, China, India y Estados Unidos, y la menor, en Bélgica y los países nórdicos.
Nota: La remuneración media real de los directores generales estadounidenses, incluida la remuneración basada en acciones, aumentó de más de 16 millones de dólares de los Estados Unidos anuales en 2003 a casi 24,5 millones en 2007. Este aumento, de un promedio anual de casi el 10 por ciento, superó con creces el del 2,5 por ciento de otros directivos y del 0,7 por ciento en el caso de los empleados (gráfico 1.9, cuadro A). La remuneración basada en acciones acentúa la diferencia entre la remuneración de los directores generales y el salario medio. En 2007, los directores generales de los Estados Unidos percibieron remuneraciones más de 521 veces mayores que los salarios del empleado medio, en comparación con las remuneraciones 370 veces mayores que percibían cuatro años antes (gráfico 1.9, cuadro B).
Nota: Los datos empíricos indican que las desigualdades pueden ser persistentes, ya que reducen la movilidad social. Los hogares de ingresos bajos están confinados en gran medida en su nivel de ingresos actual, incluso durante varias generaciones.
Nota: El proceso de la apertura de las cuentas de capital ha avanzado de manera desigual en el mundo.
Nota: Al igual que la liberalización financiera, la globalización financiera ha avanzado de forma desigual en el mundo en el curso de los últimos decenios.
Nota: Las diferentes tasas de apertura financiera han impedido hasta ahora la convergencia de la desigualdad de la riqueza entre países desarrollados y países emergentes. En efecto, a pesar de que los flujos de capital podrían atenuar las restricciones al crédito a las que se ven enfrentados los hogares de bajos ingresos, su aumento ha sido tan inconexo desde el punto de vista geográfico, que aún no ha afectado a la desigualdad de la riqueza en los países en desarrollo, que -en promedio- siguen siendo mayores que en los países desarrollados.
Nota: Además de la tendencia a la baja del componente salarial que puede haber sido inducida por desplazamientos sectoriales, las elasticidades crecientes de la demanda de mano de obra o los cambios en las reglamentaciones e instituciones del mercado de trabajo, la globalización financiera ha tenido un efecto claro en la parte correspondiente a los ingresos de los trabajadores tanto en las economías desarrolladas como en las emergentes.
Nota: Las interrupciones repentinas tras los períodos de rápida expansión económica son características de países cuyo sector financiero experimenta una transformación y desarrollo fundamentales que contribuyen a atenuar las restricciones del crédito a empresas y hogares, con el consiguiente equilibrio entre un crecimiento mayor a largo plazo y una reducción de la desigualdad. En concreto, la aceleración del crecimiento del crédito parece impulsar tanto la tendencia al crecimiento del PIB por habitante como la desigualdad.
Nota: La liberalización financiera también tiene efectos indirectos sobre los resultados macroeconómicos y la desigualdad de ingresos, al imponer restricciones adicionales a la capacidad de los gobiernos para aplicar políticas redistributivas. La mayor movilidad del capital restringe aún más el margen para gravarlo sin provocar la reubicación de la producción y sin que se inviertan los flujos de capital. Dicha mayor movilidad del capital también reduce la capacidad de negociación de los trabajadores y hace que los gobiernos se sientan más tentados a desplazar las cargas tributarias hacia los sectores relativamente inmóviles de la sociedad.
Se debería hacer hincapié en que, algunas medidas dictadas por la liberalización financiera, formuladas con el objeto de abordar políticas macroeconómicas permisivas, tienen un alto precio, en lo que atañe al crecimiento económico y la desigualdad y, lo que es aún más importante, a menudo no solucionan los problemas estructurales subyacentes, como las enormes desigualdades en materia de ingresos.
Nota: El gráfico muestra la correlación de dos variables entre un indicador sumario de la influencia de los trabajadores y un indicador sumario de la amplitud del estado del bienestar antes y después de 1990. La relación es positiva en ambos períodos. Los países donde el grado de influencia de los trabajadores es menor, sobre todo los Estados Unidos, tienden a caracterizarse por una limitación del estado del bienestar, mientras que en los países donde esa influencia es grande (países escandinavos y centroeuropeos) sucede lo contrario.
Nota: El gráfico muestra la relación entre el indicador compuesto de la amplitud del estado del bienestar y el indicador compuesto de la desigualdad en los dos períodos. Esta relación es negativa, como cabía esperar: cuanto mayor es la amplitud del estado del bienestar, menor es la desigualdad. Una vez más, los dos polos opuestos son los Estados Unidos, país con un estado del bienestar residual y altos niveles de desigualdad, y Suecia, donde una amplia protección social va acompañada de una distribución de los ingresos mucho más igualitaria.
Nota: Los gráficos anteriores muestran la correlación parcial entre el indicador de la desigualdad y el indicador de la influencia de los trabajadores, ajustados en función de la amplitud del estado del bienestar, durante los dos períodos. En los diagramas correspondientes se comparan los residuales de una regresión de la desigualdad en la amplitud del estado del bienestar y de una regresión de la influencia de los trabajadores en esa amplitud. La pendiente lineal es mucho menos pronunciada en el período 1990-2002 que en el período 1978-1989.
Estos diagramas indican que desde principios del decenio de 1990, las instituciones vinculadas a la influencia de los trabajadores -alto índice de sindicación, amplia cobertura de la negociación colectiva y estructura coordinada de negociación (en particular, negociación coordinada)- perdieron en gran parte su capacidad de reducir directamente la desigualdad mediante la compresión de los ingresos de mercado y mantuvieron tan sólo un efecto indirecto en la desigualdad, gracias al factor de la amplitud del estado del bienestar.
Nota: Puede que a los responsables de la formulación de políticas les preocupe la posibilidad de que, al limitar la desigualdad de ingresos, empeoren los resultados en materia de empleo. Pero si bien el crecimiento del empleo parece ir contra cualquier cambio en la desigualdad de ingresos desde principios del decenio de 1990, en realidad no hay una relación patente entre ambos factores. En otras palabras, no es verdad que un mayor (o menor) crecimiento del empleo vaya necesariamente asociado a una mayor (o menor) desigualdad de los ingresos.
Nota: La incidencia del empleo a tiempo parcial ha aumentado considerablemente desde principios del decenio de 1999 en la mayoría de las economías avanzadas, especialmente entre las mujeres (gráfico 4.2, cuadro A).La incidencia del empleo temporal también ha tendido a aumentar en los dos últimos decenios (gráfico 4.2, cuadro B), en particular entre las mujeres.
Nota: En los países europeos, el empleo de duración determinada está mucho peor remunerado que el empleo permanente siendo la única excepción Irlanda, en donde los dos están remunerados por igual.
Nota: En el último decenio, las diferencias salariales entre el empleo en el sector formal y el empleo en el sector informal han aumentado en todos los países que figuran en el gráfico, excepto en Chile, México y Venezuela.
Nota: Hay una asociación negativa relativamente sólida entre gasto en transferencias sociales y desigualdad. La correlación entre gastos en prestaciones sociales del gobierno central y desigualdad de los ingresos es de –0,75 en los 64 países sobre los que se dispone de datos.
Nota: Hay grandes divergencias regionales en el gasto en transferencias sociales. Los países de alto ingreso de la OCDE son los que realizan mayores gastos, por término medio, aunque se ha observado un ligero descenso durante el período comprendido entre 1990 y 2004, en que pasó del 13,5 al 12,7 por ciento del PIB.
Nota: Los países que gastaron más en educación en los primeros años del decenio de 1990 tuvieron en general menos desigualdad de ingresos en el decenio de 2000.
Nota: El tipo medio del impuesto de sociedades bajó, en el conjunto del mundo, del 38 por ciento en 1993 a menos del 26,6 por ciento en 2007 (KPMG 2008) (gráfico 5.5). Es interesante observar que el tipo descendió en 78 de los 97 países respecto de los que se dispone de datos.
Nota: Las tasas aplicadas a los ingresos más elevados de las personas físicas han disminuido también. Desde el comienzo de los años noventa han bajado 3 puntos porcentuales, en promedio. Se han registrado descensos en 66 de los 110 países sobre los que se dispone de datos. Hubo ligeros aumentos en 28 países y las tasas se mantuvieron estables en los otros 16.
Nota: Las tasas del IVA aumentaron en general en el decenio de 1990, salvo en Irlanda, pero se estabilizaron en el decenio de 2000. En Alemania, han aumentado constantemente, y han pasado del 13 por ciento en 1980 al 19 por ciento en 2007; lo mismo ha ocurrido en Noruega, donde subieron del 20 al 25 por ciento. En la región de América Latina, el tipo aumentó de forma constante, desde el 10 por ciento en 1980 hasta el 15 por ciento en 2007. En otros países en desarrollo se mantuvo estable durante el período comprendido entre 1990 y 2007.
Nota: Entre los primeros años del decenio de 1980 y los últimos del de 1990, y con excepción de Suiza, donde se mantuvo estable, la desigualdad de los ingresos antes de deducir los impuestos aumentó en los países a que se refiere el estudio. El promedio del coeficiente de Gini antes de impuestos en los 14 países subió de 0,41 en el decenio de 1980 a 0,45 a finales del decenio de 1990, lo que representa un aumento de 3,4 puntos porcentuales (gráfico 5.8).
Según un estudio (Mahler y Jesuit 2006) las transferencias sociales tienen en general mayor repercusión en la redistribución que los impuestos. Por término medio, las transferencias representan el 75 por ciento de la distribución fiscal en los países de la OCDE, y los impuestos sólo el 25 por ciento (gráfico 5.9). Además, la parte de la distribución fiscal correspondiente a los impuestos bajó del 27 por ciento en el decenio de 1980 al 24 por ciento a finales del decenio de 1990, mientras que la contribución de las transferencias aumentó en la misma proporción.
Los países con bajo nivel de desigualdad (países nórdicos, Alemania, Bélgica y Países Bajos) recurren fundamentalmente a las transferencias sociales como instrumento de redistribución. Por el contrario, los países con mayor desigualdad (Australia, Canadá y Estados Unidos) recurren más a los impuestos.
Los fuertes efectos redistributivos de las transferencias sociales se ponen también de relieve al examinar las relaciones entre transferencias y pobreza (gráfico 5.10). Los países que tienen niveles más elevados de pobreza -personas con menos ingresos disponibles- suelen redistribuir menos. Por ejemplo, los Estados Unidos, que tienen el mayor nivel de pobreza del mundo desarrollado, son el país que menos redistribuye, mientras que Dinamarca, Finlandia y Suecia, que tienen niveles bajos de pobreza, son los que más redistribuyen.
Más de la mitad del impacto redistributivo de las transferencias sociales se debe a las pensiones (hasta el 80 por ciento o más en Suiza y el 70 por ciento en Alemania) (gráfico 5.11). La contribución de las transferencias por desempleo a la redistribución es de aproximadamente el 7 por ciento. Otras prestaciones, como la asistencia social y las prestaciones de enfermedad, representan en torno a un tercio de la redistribución.
Nota: La conclusión principal del análisis es que es posible evitar una excesiva desigualdad de ingresos sin perjuicio de lograr altos niveles de ocupación, tanto en el caso de los países con niveles altos de PIB por habitante como en el de los países con niveles medios/bajos. Por ejemplo, entre los países con un alto PIB por habitante, Austria, Australia, los países nórdicos y Suiza han logrado alcanzar ese objetivo…
– Informe Oxfam Internacional – Enero 2013
Los ingresos en 2012 de las 100 personas más ricas del mundo podrían acabar cuatro veces con la pobreza mundial
• Oxfam insta los líderes políticos a atajar la desigualdad global al menos a los niveles de 1990
• El pasado diciembre se presentó un informe de Intermón Oxfam que alerta de la creciente desigualdad en España
El 1% de las personas más ricas del planeta han incrementado sus ingresos en un 60% en los últimos 20 años y la crisis financiera no ha hecho más que acelerar esta tendencia
La explosión de la riqueza y los ingresos extremos está exacerbando la desigualdad y dificultando la capacidad mundial para atajar la pobreza, según advierte hoy la organización internacional Oxfam, Intermón Oxfam en España, en un comunicado hecho público a pocos días del Foro Económico de Davos, que tendrá lugar la semana que viene.
Los 240.000 millones de dólares de ingresos netos de las 100 personas más ricas del planeta bastarían para acabar cuatro veces con la pobreza extrema, según el informe "The cost of inequality: how wealth and income extremes hurt us all" (El coste de la inequidad: cómo la riqueza y los ingresos extremos nos dañan a todos). El informe de Oxfam hace un llamamiento a los líderes mundiales para contener los ingresos extremos y que se comprometan a la reducción de la desigualdad, al menos hasta los niveles existentes en 1990.
El 1% de las personas más ricas del planeta han incrementado sus ingresos en un 60% en los últimos 20 años y la crisis financiera no ha hecho más que acelerar esta tendencia, en lugar de ralentizarla.
Oxfam advierte de que la riqueza y los ingresos extremos no solo no son éticos, sino que además son económicamente ineficientes, políticamente corrosivos, dividen a la sociedad y son medioambientalmente destructivos.
José María Vera, director general de Intermón Oxfam, afirma: "No podemos seguir fingiendo que la generación de riqueza por unos pocos beneficiará al resto – y muchas veces la realidad es la contraria".
"La concentración de recursos en las manos del 1% más rico debilita la actividad económica y hace la vida más difícil para el resto – particularmente para los más vulnerables y los más pobres".
"En un mundo en el que incluso los recursos más básicos, como la tierra y el agua son cada día más escasos, no podemos permitirnos concentrar activos en las manos de unos pocos y dejar a la mayoría pelear por lo que queda".
Se estima que cada persona del 1% más rico utiliza unas 10.000 veces más carbono que un ciudadano norteamericano medio.
Oxfam afirma que los líderes deben aprender de los éxitos actuales de países como Brasil, que ha crecido rápidamente al tiempo que reducía la desigualdad – así como el éxito histórico de los Estados Unidos en los años 30 cuando se implantó el New Deal de Roosevelt que ayudó a reducir la desigualdad y a atajar los intereses espurios.
Según Vera, "necesitamos un New Deal global para revertir décadas de incremento de la desigualdad. Como primer paso los líderes mundiales deberían comprometerse formalmente a reducir la desigualdad a los niveles existentes en 1990".
"Desde paraísos fiscales hasta débiles leyes de empleo, los más ricos se benefician de un sistema económico global que está amañado a su favor. Es hora de que nuestros líderes cambien el sistema para que funcione en el interés de toda la humanidad en lugar de hacerlo para una élite mundial".
Acabar con los paraísos fiscales – que albergan cerca de 32 billones de dólares (o una tercera parte de la riqueza global) podría generar 189.000 millones de dólares adicionales en recaudación impositiva. Además, el New Deal debería incluir elementos como:
– Revertir la tendencia hacia sistemas fiscales regresivos
– Aplicar un tipo mínimo global a las empresas
– Medidas que incrementen los salarios en relación con los rendimientos crecientes del capital
– Incrementar las inversiones en los servicios públicos universales y en redes de protección
La desigualdad en España
Intermón Oxfam presentó diciembre pasado el informe "Crisis, desigualdad y pobreza" en el que alertaba de la creciente desigualdad entre ricos y pobres en España. Tras cuatro años de crisis España encabeza el nivel de desigualdad en la Unión Europea, y de no rectificarse el rumbo, dentro de diez años el 20% de las personas más ricas en España ingresarán 15 veces más que el 20% más pobre.
– Informe "El coste de la inequidad: cómo la riqueza y los ingresos extremos nos dañan a todos" (en inglés en el original)
OXFAM MEDIA BRIEFING 18 January 2013 Ref: 02/2012
The cost of inequality: how wealth and income extremes hurt us all
The world must urgently set goals to tackle extreme inequality and extreme wealth
It is now widely accepted that rapidly growing extreme wealth and inequality are harmful to human progress, and that something needs to be done. Already this year, the World Economic Forum"s Global Risk Report rated inequality as one of the top global risks of 2013. The IMF and the Economist agree. Around the world, the Occupy protests demonstrated the increasing public anger and feeling that inequality has gone too far.
In the last decade, the focus has been exclusively on one half of the inequality equation -ending extreme poverty. Inequality and the extreme wealth that contributes to it were seen as either not relevant, or a prerequisite for the growth that would also help the poorest, as the wealth created trickled down to the benefit of everyone.
There has been great progress in the fight against extreme poverty. Hundreds of millions of people have seen their lives improve dramatically -a historically unprecedented achievement of which the world should be proud. But as we look to the next decade, and new development goals we need to define progress, we must demonstrate that we are also tackling inequality- and that means looking at not just the poorest but the richest. Oxfam believes that reducing inequality is a key part of fighting poverty and securing a sustainable future for all. In a world of finite resources, we cannot end poverty unless we reduce inequality rapidly.
That is why we are calling for a new global goal to end extreme wealth by 2025, and reverse the rapid increase in inequality seen in the majority of countries in the last twenty years, taking inequality back to 1990 levels.
Extreme wealth and inequality are reaching levels never before seen and are getting worse
Over the last thirty years inequality has grown dramatically in many countries. In the US the share of national income going to the top 1% has doubled since 1980 from 10 to 20%. For the top 0.01% it has quadrupled to levels never seen before. At a global level, the top 1% (60 million people), and particularly the even more select few in the top 0.01% (600,000 individuals – there are around 1200 billionaires in the world), the last thirty years has been an incredible feeding frenzy. This is not confined to the US, or indeed to rich countries. In the UK inequality is rapidly returning to levels not seen since the time of Charles Dickens. In China the top 10% now take home nearly 60% of the income. Chinese inequality levels are now similar to those in South Africa, which are now the most unequal country on earth and significantly more unequal than at the end of apartheid. Even in many of the poorest countries, inequality has rapidly grown.
Globally the incomes of the top 1% have increased 60% in twenty years. The growth in income for the 0.01% has been even greater.
Following the financial crisis, the process has accelerated, with the top 1% further increasing their share of income. The luxury goods market has registered double digit growth every year since the crisis hit. Whether it is a sports car or a super-yacht, caviar or champagne, there has never been a bigger demand for the most expensive luxuries.
The IMF has said that inequality is dangerous and divisive and could lead to civil unrest. Polling shows the public is increasingly concerned about growing inequality in many countries, and by people across the political spectrum.
Extreme wealth and inequality is economically inefficient. A growing chorus of voices is pointing to the fact that whilst a certain level of inequality may benefit growth by rewarding risk takers and innovation, the levels of inequality now being seen are in fact economically damaging and inefficient. They limit the overall amount of growth, and at the same time mean that growth fails to benefit the majority. Consolidation of so much wealth and capital in so few hands is inefficient because it depresses demand, a point made famous by Henry Ford and more recently billionaire Nick Hanauer in his much-discussed TED talk.
There quite simply is a limit to how many luxury yachts a person could want or own. Wages in many countries have barely risen in real terms for many years, with the majority of the gains being to capital instead. If this money were instead more evenly spread across the population then it would give more people more spending power, which in turn would drive growth and drive down inequality. The top 100 billionaires added $240 billion to their wealth in 2012- enough to end world poverty four times over. As a result growth in more equal countries is much more effective at reducing poverty. Oxfam research has shown that because it is so unequal, in South Africa even with sustained economic growth a million more people will be pushed into poverty by 2020 unless action is taken.
Extreme Wealth and Inequality is Politically Corrosive
If, in the words of the old adage "money equals power" then more unequal societies represent a threat to meaningful democracy. This power can be exercised legally, with hundreds of millions spent each year in many countries on lobbying politicians, or illegitimately with money used to corrupt the political process and purchase democratic decision making. Joseph Stiglitz and others have pointed out the way in which financial liberalization led to huge power for the financial industry, which in turn has led to further liberalization. In the UK the governing
Conservative party receives over half its donations from the financial services industry. Capture of politics by elites is also very prevalent in developing countries, leading to policies that benefit the richest few and not the poor majority, even in democracies.
Extreme Wealth and Inequality is Socially Divisive
Extreme wealth and inequality undermines societies. It leads to far less social mobility. If you are born poor in a very unequal society you are much more likely to end your life in poverty. As Richard Wilkinson, co-author of the Spirit Level, has said, the American dream is more real in Sweden than it ever has been in the United States. Social mobility has fallen rapidly in many countries as inequality has grown. If rich elites use their money to buy services, whether it is private schooling or private healthcare, they have less interest in public services or paying the taxes to support them. Those from elites are much more likely to end up in political office or other positions of power, further entrenching inequality. Their children are likely to be as rich, if not richer, than their parents, with inter-generational inequality increasing. Inequality has been linked to many different social ills, including violence, mental health, crime and obesity.
Crucially inequality has been shown to be not only bad for the poor in unequal societies but also the rich. Richer people are happier and healthier if they live in more equal societies.
Extreme Wealth and Inequality is Environmentally Destructive
As the world is rapidly entering a new and unprecedented age of scarcity and volatility, extreme inequality is increasingly environmentally unaffordable and destructive. The World Bank has shown that countries with more equal distribution of land are more equitable and more efficient, and grow faster40. Those in the 1% have been estimated to use as much as 10,000 times more carbon than the average US citizen. Increasing scarcity of resources like land and water mean that assets being monopolized by the few cannot continue if we are to have a sustainable future. Poverty reduction in the face of extreme wealth will become harder as resources become scarcer. More equal societies are better able to cope with disasters and extreme weather events. Studies show that more equal countries are also better able to reduce carbon emissions.
Extreme Wealth and Inequality is un ethical
Gandhi famously said "Earth provides enough to satisfy every man's need, but not every man's greed". From an ethical point of view, it is extremely difficult to justify excessive wealth and inequality. In fact, most philosophers and all of the major religions caution against the pursuit of excessive wealth at all cost and prescribe sharing of income with less fortunate members of the community. For instance, the Koran bans usury and says that the rich should give away a portion of their money. The decision of Bill Gates and Warren Buffet to give away their fortunes or to call for greater taxation of excess wealth is an example to the rest of the world"s billionaires.
Extreme wealth and inequality is not inevitable
After the Great Depression in the US in the 1930s, huge steps were taken to tackle inequality and vested interests. President Roosevelt said that the "political equality we once had won was meaningless in the face of economic inequality". These steps were echoed in Europe after World War Two, leading to three decades of increasing prosperity and reduced inequality. Similarly the growth of the Asian tiger economies like Korea was achieved whilst reducing inequality and meant the benefits were widely spread across their societies. More recently, countries like Brazil, once a poster child for extreme inequality, have managed to buck the global trend and prosper whilst reducing inequality.
The policies required to reduce inequality are also well known. Decent work for decent wages has had a huge impact. The rise in the power of capital over labour has been identified by Paul Krugman among many others as a key cause of the recent crisis and one that means that assets are not being used productively, in turn reducing demand.
Free public services are crucial to leveling the playing field. In countries like Sweden, knowing that if you get sick or that you will receive good treatment regardless of your income is one of the greatest achievements and the greatest equalizers of the modern world. Knowing that if you lose your job, or fall on hard times, there is a safety net to help you and your family, is also key to tackling inequality. Similarly, access to good quality education for all is a huge weapon against inequality.
Finally, regulation and taxation play a critical role in reining in extreme wealth and inequality. Limits to bonuses, or to how much people can earn as a multiple of the earnings of the lowest paid, limits to interest rates, limits to capital accumulation are all only recently -abandoned policy instruments that can be revived. Progressive taxation that redistributes wealth from the rich to the poor is essential, but currently the opposite is the case -taxation is increasingly regressive and the poor pay higher effective tax rates than the rich, a point recently highlighted by Warren Buffet among others, who has called for greater taxes on the rich. Cracking down on tax avoidance and tax evasion goes hand in hand with more progressive taxation. Closing tax havens and ending the global race to the bottom on taxation, for example with a globally agreed minimum rate of corporation tax would make a huge difference It is estimated that up to a quarter of all global wealth -as much as $ 32 trillion- is held offshore. If these assets were taxed according to capital gains taxes in different countries, they could yield at least $189 billion in additional tax revenues.
End extreme wealth and inequality
Whatever the combination of policies pursued, the first step is for the world to recognize this as the goal. There are many steps that can be taken to reverse inequality. The benefits are huge, for the poorest -but also for the richest. We cannot afford to have a world of extreme wealth and extreme inequality. We cannot afford to have a world where inequality continues to grow in the majority of countries. In a world of increasingly scarce resources, reducing inequality is more important than ever. It needs to be reduced and quickly.
An end to extreme wealth by 2025. Reversing increasing extreme inequality and aim to return inequality to 1990 levels.
– Informe Tendencias Mundiales del Empleo – OIT – Enero 2013
Sumario ejecutivo
Este informe Tendencias Mundiales del Empleo para 2013 es una edición especial, justificada por el resurgimiento de la crisis en 2012. En el año 2011 hubo un debilitamiento de la recuperación, seguido en 2012 por una disminución tanto en el crecimiento como en el empleo.
El desempleo aumentó en otras 4 millones de personas a lo largo de 2012.
El informe analiza la crisis en los mercados laborales tanto de las economías avanzadas como de las economías en desarrollo. El epicentro de la crisis ha estado en las economías avanzadas, que representan la mitad del incremento total del desempleo de 28 millones de personas desde el estallido de la crisis. Pero la pronunciada recaída del empleo en las economías avanzadas además ha tenido repercusiones considerables en los mercados laborales de las economías en desarrollo. Una cuarta parte del incremento de 4 millones de personas en el desempleo mundial durante 2012 tuvo lugar en las economías avanzadas, mientras que tres cuartos en otras regiones, con efectos significativos en Asia Oriental, Asia Meridional y África Subsahariana…
Al examinar el impacto de la evolución macroeconómica en los mercados laborales, el informe analiza los bucles de retroalimentación negativos de los hogares, las empresas, los mercados de capital y los presupuestos públicos que han debilitado los mercados del trabajo.
Constata que los desequilibrios macroeconómicos han sido transferidos en gran medida a los mercados laborales. En un número de países, los mercados del trabajo debilitados por la vacilante demanda agregada, han sido aún más afectados por los programas de austeridad fiscal, los cuales con frecuencia conllevan recortes en el empleo y en los salarios, con un impacto directo en los mercados laborales. La reacción política, lejos de la respuesta anticíclica a la crisis inicial en 2009 y 2010, en muchos casos fue procíclica en 2011 y 2012, generando la recaída aquí descrita…
Los mercados del trabajo mundiales se están deteriorando de nuevo
En el quinto año después de la irrupción de la crisis financiera mundial, el crecimiento mundial ha registrado una desaceleración y el desempleo ha comenzado a aumentar de nuevo, dejando un total acumulado de 197 millones de personas sin empleo en 2012. Además, unas 39 millones de personas han abandonado el mercado de trabajo ya que las posibilidades de trabajar demostraron ser inalcanzables, generando un déficit de 67 millones de puestos de trabajo a nivel mundial desde 2007. A pesar de un repunte moderado en el crecimiento de la producción previsto para 2013-2014, se estima que la tasa de desempleo experimentará un nuevo incremento y que el número de desempleados en el mundo aumentará de 5,1 millones en 2013, hasta llegar a más de 202 millones en 2013 y otros 3 millones en 2014. Una cuarta parte del incremento de 4 millones de personas en el desempleo mundial durante 2012 tuvo lugar en las economías avanzadas, mientras que tres cuartos en otras regiones, con efectos significativos en Asia Oriental, Asia Meridional y África Subsahariana. Aquellas regiones que han logrado prevenir un incremento adicional en el desempleo con frecuencia han experimentado un deterioro en la calidad del empleo, en la medida en que el empleo vulnerable y el número de trabajadores que viven por debajo o muy cerca de la línea de la pobreza aumentaron.
Las nuevas condiciones de recesión en Europa se han propagado a nivel mundial
Una disminución de la actividad económica y del crecimiento del empleo aún en los países que inicialmente habían logrado eludir la segunda ola de la crisis constituye un efecto secundario del crecimiento débil de las economías avanzadas en 2012, en particular las condiciones de recesión en Europa. Hasta el momento, el principal mecanismo de transmisión de las consecuencias a nivel mundial ha sido el comercio internacional, pero regiones como América Latina y el Caribe también se han visto afectadas por la creciente volatilidad de los flujos internacionales de capital que las han obligado a ajustar rápidamente sus políticas macroeconómicas a fin de mitigar los efectos sobre las tasas de cambio, debilitando de este modo sus economías nacionales…
La incoherencia de las políticas ha intensificado la incertidumbre, impidiendo inversiones más consistentes y una creación de empleos más rápida
La incoherencia entre las políticas monetarias y las fiscales adoptadas en diferentes países y un enfoque poco sistemático hacia el sector financiero y los problemas de la deuda soberana, en particular en la zona euro, han provocado que la incertidumbre perjudique las perspectivas mundiales. En muchos países, las inversiones aún no se han recuperado hasta los niveles anteriores a la crisis. La indecisión de los responsables de la formulación de políticas en diversos países ha generado incertidumbre sobre las condiciones futuras, y reforzado las tendencias de las empresas a aumentar los excedentes de efectivo o pagar dividendos antes que expandir su capacidad y contratar nuevos trabajadores.
La naturaleza persistente de la crisis ha agravado los desajustes en el mercado de trabajo, intensificando los riesgos de pérdida de los mercados laborales
La duración y la gravedad de la crisis de los mercados de trabajo están agravando la falta de correspondencia de las calificaciones en el mercado laboral, contribuyendo a prolongar los períodos de desempleo. Dado que la crisis se propaga a través del comercio internacional, las ocupaciones concentradas en las industrias de exportación son particularmente vulnerables y, en diversos países, su importancia en el empleo total ha disminuido por un margen significativo.
Los nuevos puestos de trabajo con frecuencia requieren de competencias que los desempleados no poseen. Estos desajustes de competencias y profesional harán que el mercado laboral reaccione más lentamente a cualquier aceleración en la actividad a medio plazo, a menos que se intensifiquen las políticas de apoyo para recapacitar y activar a las personas que actualmente buscan trabajo.
Las tasas de creación de empleo son particularmente bajas, como generalmente ocurre después de una crisis financiera
Los orígenes de la crisis en el sector financiero gravan sobre la creación de empleos. Después de las crisis bancarias como la actual, más puestos de trabajo son destruidos y la cantidad de empleos creados es inferior ya que la asignación errónea de los recursos y la inversión excesiva precisan de tiempo para ser corregidas. En las economías avanzadas, las tasas de destrucción de empleo aumentaron de nuevo tras una breve pausa en 2010, lo cual indica que probablemente habrá una nueva reestructuración del empleo antes de que pueda esperarse un repunte más consistente en los mercados laborales. Otras regiones todavía registran tasas de destrucción de empleo más altas del promedio.
La crisis del empleo aleja más y más mujeres y hombres del mercado laboral
La participación de la fuerza de trabajo ha disminuido drásticamente, en particular en las economías avanzadas, encubriendo el verdadero alcance de la crisis del empleo. El problema es especialmente grave en las economías desarrolladas y en la región de la UE donde la tasa de participación de la fuerza de trabajo descendió en casi un punto porcentual y se estima que disminuya aún más a medida que el desempleo de larga duración y las débiles perspectivas de la economía desalientan a las personas a permanecer en el mercado de trabajo. Como consecuencia, la relación empleo-población ha disminuido drásticamente – en algunos casos 4 puntos porcentuales o más- y aún no se ha recuperado, ni siquiera donde la tasa de desempleo ha comenzado a descender.
Los jóvenes siguen estando especialmente afectados por la crisis
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