De aquí parte una situación lógica. Si la mayoría de los niños/as y adolescentes trabajadores son de la población rural, la tasa es mayor en los hablantes quichuas. Anotamos aquí algunos datos de la UNICEF: la participación laboral de los niños/as y adolescentes que hablan español es del 34.6%, mientras que de los que hablan quichua se eleva al 89 por ciento. La cifra es contundente, nueve de cada 10 niños trabaja en el sector rural y lo hacen en tareas agrícolas y junto a sus familias. Uno de los efectos de esta situación es la baja escolaridad de niños/as y adolescentes.
Otro dato importante que hay que anotar es que "8 de cada 10 niñas en el sector rural trabaja en el ámbito familiar sin remuneración alguna. El 34 por ciento de niñas/os y adolescentes son asalariados en actividades agrícolas".
Todo este marco referencial nos permite concluir entre otras cosas que la situación del menor indígena quichua no es de las mejores. Los niveles de pobreza son altos y a esto se suma que los productos generados en la Sierra tienen una variación de precios que no permite a los pequeños agricultores indígenas mejorar su situación socio-económica. Todo esto genera un "circulo vicioso social" que se repite entre padres e hijos. Solo los que emigran o buscan otras oportunidades logran salir de la pobreza. ¿Pero qué oportunidades pueden existir para quienes no ha terminado siquiera el Colegio?
En Chimborazo esta situación se puede observar en las calles, ya que aquí se concentra una de las mayores poblaciones indígenas.
Descendientes de los bravos Puruhaes, habitan los sectores rurales y muchos han emigrado a la ciudad de Riobamba, formando parte de los problemas sociales y de la desatención de los servicios básicos.
Pocos son los sectores rurales que pueden considerarse altamente productivos (Ej.San Luis). Vastas zonas no tienen regadío o han sido sobre-explotados. A esto podría sumar la Reforma Agraria implementada en los años setenta, que lotizó latifundios sin que se haya dado asesoramiento y crédito a los nuevos propietarios.
En 1997, un estudio revelaba algo que todos conocíamos, pero que aún no se demostraba en datos. Guamote era el segundo cantón más pobre del país. No muy lejos se encontraba el resto de poblaciones de Chimborazo.
La ecuación de la pobreza se hacía evidente. Si algunos cantones de Chimborazo ocupaban primeros lugares en niveles de pobreza, sus habitantes vivían en esa realidad. Como es lógico, esta situación afecta principalmente a los más débiles, los niños, quienes con su poca o ninguna experiencia tienen que hacerle frente a la vida, motivados muchas veces por padres, quienes consideran que el trabajo prematuro es mejor.
En efecto, según la UNICEF "la gran mayoría de las familias ecuatorianas y la sociedad en general no consideran al trabajo infantil como nocivo para los intereses de quienes lo ejercen, al contrario, lo estimulan y lo valoran porque creen, equivocadamente, que la incorporación temprana al trabajo les dota de habilidades para su futura inserción en el mercado laboral. El trabajo de niñas/os afecta a su futuro, impide el ejercicio de sus derechos y muestra un país negligente en cuanto al desarrollo de su capital humano".
Respecto a este tema el Sistema Integrado de Indicadores Sociales del Ecuador anota, "Aún si se acepta que el trabajo infantil puede ser necesario para su supervivencia o, incluso, un "factor fundamental de construcción y afirmación de la niña o niño como sujeto social" (García Méndez et. al., 1998), es necesario que toda sociedad vigile su incidencia y condiciones. Mejorar las condiciones del trabajo infantil, para quienes es una necesidad, constituye una obligación social. Garantizar sus derechos a los niños/as implica "cambiar el énfasis de la inserción precoz en el mercado de trabajo, por la inserción precoz y permanencia en el sistema educativo"
Todos estos antecedentes nos sirven para explicar el tráfico de niños/as y adolescentes, que según ciertas personas se habría implementado desde hace ya varios años. "Era un secreto a voces que se destapó por el escándalo Chito-Mocha", decían ciertos habitantes del cantón Colta.
Los hijos alquilados
Los autos lujosos, la ropa cara y el abundante dinero en Santiago de Quito, son una influencia muy grande para aquellos, quienes tienen que sobrevivir con una comida diaria y en viviendas infrahumanas. Tal como se dijo durante el proceso Chito Mocha, los padres eran quienes "rogaban" a los emigrantes de Colombia y Venezuela para que sus hijos sean llevados a estos países en procura de un futuro mejor o en algunos casos para su propio beneficio económico, "alquilando a sus hijos".
Esta última versión se comprueba por un solo hecho evidente, cuando en una carta enviada a Venezuela por uno de los familiares de un menor se pedía su regreso, no porque se lo extrañara, sino porque el tiempo de servicio había terminado. En esta misiva se anota; "solo para que vaya a Colombia están pagando dos millones de sucres".
Sin duda la situación de los menores en el Ecuador es alarmante y no se observan señales de que esta situación vaya a mejorar. En los actuales momentos hay que apelar a la sensibilidad de los padres, quienes al procrear a sus hijos adquieren responsabilidades irrenunciables e intransferibles. Ninguna persona puede garantizar estabilidad emocional en aquellos que aún no pueden sobrevivir por sí mismos. El hecho de enviar a estos menores a otros países para que trabajen, implica riesgos que los padres, por ser tales, no pueden correr. Este es un proceso formativo y de educación que tiene que ser cambiado.
Niños trabajadores que se quedan
Como hemos anotado en nuestro país el trabajo infanto-juvenil crece a un ritmo acelerado. Solamente entre 1.990 y 1994 este índice se duplicó.
Sin embargo en países subdesarrollados como el nuestro el trabajo infanto-juvenil podría ser comprendido (no aceptado), mas cuando el niño tiene que aportar con la economía de su hogar. Según el Sistema Integrado de Indicadores Sociales, SIISE "el trabajo infantil que realmente es cuestionado es aquel que se considera peligroso en tanto atenta contra el bienestar de los niños. Según el UNICEF (1997), el trabajo infantil reviste características de explotación si cumple con una o más de las siguientes condiciones: (i) trabajo a tiempo completo a una edad muy temprana; (ii) horario laboral prolongado; (iii) trabajos que producen tensiones indebidas de carácter físico, social o psicológico; (iv) trabajo y vida en la calle en malas condiciones; (v) remuneración inadecuada; (vi) demasiada responsabilidad; (vii) trabajos que obstaculizan el acceso a la educación; (viii) trabajos que socavan la dignidad y autoestima de los niños tales como la esclavitud o el trabajo servil y la explotación sexual; (ix) trabajos que perjudican el pleno desarrollo social y psicológico"
Como anotamos anteriormente, en 1.996 se consideraba que aproximadamente 810 mil niños/as y adolescentes trabajaban en el Ecuador. Esta cifra sin duda se habrá incrementado debido a la difícil situación económica por la que vive el país.
El estudio de la UNICEF (1996) señala que la mayor parte de niños y jóvenes trabajadores pertenecen al sector rural, seguido de niños pertenecientes al sector urbano marginal.
Posiblemente estos datos demuestran una cosa: los niños del sector rural y que decidieron trasladarse junto con sus padres a las ciudades forman parte de los trabajadores prematuros del sector urbano.
El trabajo infantil si bien es rechazado por muchas personas, también es muy estimulado. Ya lo anotamos anteriormente cuando ciertas personas piensan que la incorporación temprana de un niño al trabajo es necesaria para adaptarlo y dotarlo de habilidades que lo beneficiarán posteriormente.
Sin embargo, esta forma de pensar tiene varios inconvenientes, entre ellos: un niño que realiza algún trabajo difícilmente podrá educarse, lo que le podría servir para cambiar su situación; y el trabajo infantil, se quiera o no genera riesgos, sobre todo si es desarrollado en la calle y en ciudades que tienen un alto índice de violencia
La Convención sobre los Derechos de los Niños, en su artículo 32, compromete a los Estados a proteger al niño/a contra el desempeño de cualquier trabajo nocivo para su salud, educación o desarrollo, y a fijar edades mínimas de admisión al empleo y reglamentar sus condiciones. Esta norma obliga al Estado ecuatoriano, signatario de dicha convención.
El SIISE señala además, "el tipo de trabajo, los riesgos para la salud, el salario, los beneficios sociales, la intensidad de la jornada de trabajo y la estabilidad son algunos aspectos clásicos para analizar las condiciones de trabajo. En el caso de los niños/as que trabajan es preciso añadir una dimensión: los riesgos de explotación económica y de abuso, tanto físico como sexual. De hecho, en el mundo actual, los ámbitos del trabajo infantil, además de su aporte no remunerado a las tareas domésticas o a empresas familiares, incluyen el trabajo servil o forzoso, la explotación sexual con fines comerciales, el trabajo industrial y en plantaciones y el trabajo en la calle. La medición del trabajo infantil y sus condiciones es imprescindible para alertar sobre las amenazas a su derecho a la calidad de vida.
Son precisamente las debilidades de los niños/as las que los vuelven más codiciados por los empleadores: esto es, se les paga menos, son más maleables e indefensos, y es menos probable que se organicen y luchen por sus derechos. Según el UNICEF (1997), los niños/as consiguen trabajo con más facilidad porque a la vez, son más fáciles de explotar. Asimismo, por sus características físicas, los niños/as son más propensos a los riesgos laborales. El lugar de trabajo es uno de los factores de riesgo más importantes. En la calle, por ejemplo, los niños/as trabajan principalmente como vendedores ambulantes lo que los expone a situaciones -como el tráfico- que incluso amenazan sus vidas".
25 de octubre de 1998, Juan Chávez, trabaja en el Parque Maldonado. Él es un betunero como otros tantos existentes en la ciudad, de pronto una señora se acerca donde los menores, quienes se agrupan en las bancas y les pregunta si quieren salir a la ciudad de Guayaquil. Juan asiente con la cabeza, tal vez porque ha oído que en esa ciudad se gana bien.
Al igual que él otros seis menores se entusiasman con la idea, entre ellos, Luis Guevara y Luis Colcha. Inmediatamente la mujer, los embarca en un taxi, rumbo al Terminal Terrestre.
Este caso es real. En esa fecha una mujer de nombres María Guambo Lalón, dijo ser madre de uno de los menores, por lo que inició de inmediato una acción para encontrarlo.
Luego de averiguar en el Parque, supo que su hijo se hallaba en ese grupo llevado por la extraña señora. Inmediatamente optó por acudir al Instituto Nacional del Niño y la Familia, INNFA pues al parecer su hijo por ser trabajador prematuro, participaba de uno de los Programas. En el INNFA le prestaron atención e inmediatamente se trasladaron al Terminal Terrestre, el ahorro de tiempo era fundamental. Ya en la estación, se supo que dos hombres habían partido con tres menores rumbo a la ciudad de Guayaquil. Su actitud habría sido un tanto sospechosa por lo que llamaron la atención de los transportistas.
Personal del INNFA y de la Policía, lograron dar alcance al autobús en el control sur y verificar la identidad de los pasajeros. En efecto dos personas que decían llamarse Carlos Lemay y Carlos Humberto Lemay, padre e hijo, llevaban a tres menores recogidos en el Parque Maldonado.
Luego de la detención, el Intendente General de Policía, que en ese año actuaba como Juez de Instrucción ordenó el encarcelamiento de los presuntos plagiadores. Durante las investigaciones Carlos Lemay, (hijo) reconoció que los menores viajaban con él y que su objetivo era darles trabajo en Guayaquil, como vendedores de canguil, por lo que recibirían un mensual de 100 sucres y el 25 por ciento producto de la venta.
Las conclusiones del informe policial señalan que Carlos Lemay "asume responsabilidades en su contra por haber estado llevando a los menores a la ciudad de Guayaquil, sin la debida autorización de sus padres o del Tribunal de Menores". Más adelante se anota que los padres si habrían autorizado a los menores para que salieran de la ciudad rumbo a Guayaquil.
El caso no estaba claro por lo que Carlos Lemay (hijo) y Carlos Humberto Lemay (padre) fueron liberados tres días después.
Los antecedentes señalados no sirvieron de nada para poder juzgar a los detenidos, pues los padres de los menores, posteriormente habrían declarado que efectivamente los menores salieron con su autorización.
Una vez más la agilidad de ciertos abogados y vacíos legales provocaron la salida de dos personas, en las cuales existía una presunción cierta del cometimiento de un delito.
Caben dos preguntas. ¿Por qué si ellos tenían la autorización de los padres, no la tramitaron por medio del Tribunal de Menores? y ¿es lícito que tres menores viajen con dos personas, quienes les someterán a un trabajo en situación de riesgo?
El Estado ecuatoriano, garantiza la protección de todos los menores, pero especialmente de quienes se encuentran en situación de riesgo. El Art. 154 del Código de Menores señala: "El Estado protegerá al menor de la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda entorpecer su educación, o que sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social".
En la Cumbre Mundial a favor de la Infancia, en donde participó nuestro país, realizada en 1.990 existe un párrafo que dice: "nos esforzaremos por lograr la protección especial de los niños que trabajan y la abolición del trabajo ilegal de menores".
Ecuador fue el tercer país del mundo, en ratificar la Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada en las Naciones Unidas en 1989. sin embargo todas estas declaraciones han quedado en eso, simples declaraciones.
No podemos desconocer las acciones del Estado por atender a los menores en situación de riesgo, sobre todo en Gobiernos progresistas. Sin embargo, solo se podrá resolver significativamente los problemas de los menores en esta situación, mejorando el nivel de vida de toda su familia.
El tráfico de menores es un delito
Varias son las leyes que protegen al menor. El Código de Menores señala claramente que un niño-ña para salir del país tiene que cumplir con algunos requisitos, pero esencialmente debe tener la autorización, ya sea de sus padres o del Tribunal de Menores. Como es obvio este Tribunal nunca iba a autorizar la salida de un menor, con alguien que no fuese su familiar y peor para fines lucrativos.
Es por ello que los traficantes de niños decidieron violar esta disposición y prefirieron "adaptar", las leyes a sus propios intereses.
En Santiago de Quito, cantón Colta, la OID, hoy Policía Judicial, encontró varias actas, autorizando la salida de un menor. Los documentos fueron realizados en la Tenencia Política de esta parroquia y son elaborados en su mayoría por José Guamán Quishpe, Teniente Político.
El acta es denominada de "mutuo acuerdo", y en ella comparecen los padres de la menor y la persona que los lleva. Analicemos un caso
El 26 de febrero de 1997. Alpio Delgado y María Naula, autorizaron la salida de su hija María Rosa Delgado en compañía de Manuel Pilamunga. La menor y sus padres son oriundos de la parroquia Pantza, cantón Pallatanga. El documento señala que la menor trabajará por el lapso de seis meses en Medellín-Colombia en calidad de empleada doméstica, por lo que se autoriza para que en ese lapso de tiempo Manuel Pilamunga haga las veces de padre de la menor. El acta dice "por hará valer este documento para el paso por los diferentes lugares de control tanto en el Ecuador como en Colombia".
Este documento según nuestro entender servía para dos cosas, primero para el paso de la menor por los diferentes puestos de control migratorio, tanto en el Ecuador, como en Colombia o Venezuela, según fuere el caso y segundo para dejar constancia de un "trato", posiblemente económico y que beneficiaba a los padres y que obviamente no se hacia constar en el acta.
La pregunta es: ¿este documento fue considerado válido por las autoridades migratorias? Al parecer y en una primera impresión la respuesta sería sí, pues de no haber surtido efecto, no se habría firmado más de una acta. Según una investigación realizada por la Fundación de Solidaridad y Rescate, Fundesor, más de ocho actas similares a la analizada fueron elaboradas en la tenencia política de Santiago de Quito.
A criterio del Tribunal de Menores, estas actas son totalmente ilegales y violan el Código de Menores. Los niños-as no pueden salir del país si no cuentan con la autorización del Tribunal de Menores, de esta forma el Estado garantiza la seguridad del menor. Esto se suma a que la Tenencia Política de Santiago de Quito, asumió funciones que no le correspondían, lo que se conoce con el nombre de prevaricato.
Una vez que un menor sale del país, la única ley que lo amparará será la que le señale su "representante legal".
Sin embargo existe una salida para aquellos menores que por algún motivo salieron ilegalmente de un país. Esos instrumentos se conocen como los tratados o convenciones internacionales, que son firmados de Estado a Estado.
El 25 de octubre de 1980, en La Haya-Holanda, varios Estados firmaron la "Convención sobre los aspectos civiles del plagio internacional de menores". Dicho documento en varios de sus artículos señala algunas pautas a seguir cuando un menor sale ilegalmente de su país de origen.
Por ejemplo en el artículo uno, referente a los objetivos de la Convención se anota: a) "Asegurar el regreso inmediato de los menores trasladados o retenidos ilegalmente en todo Estado Contratante…"
En nuestro caso, los menores que salieron del Ecuador, sea mediante una acta ilegal o sin ella, podrían ser devueltos a su país de origen, siempre y cuando países como Colombia y Venezuela hayan ratificado dicha Convención.
En el caso del Ecuador esta Convención fue ratificada mediante la publicación en el Registro Oficial del 29 de septiembre de 1992.
En el artículo tres se señala cuándo el traslado o retención de un menor ha sido ilegal. En el párrafo a), dice: "Si ha tenido lugar en violación de los derechos de custodia atribuidos a una persona, institución u otro organismo, solo o conjuntamente, de acuerdo con la Ley del Estado en el cual el menor tenía su residencia habitual inmediatamente antes de su traslado o de su retención".
Esto se aplicaría claramente a los casos analizados anteriormente. Los menores salieron del país mediante la firma de actas ilegales. Además su custodia no puede ser transferida por parte de los padres, si de por medio no existe un trámite en el Tribunal de Menores.
Por donde se mire la salida del país de los "menores encargados", es ilegal. Sin embargo faltaría un instrumento para poder procesar a quienes incurren en este delito -Que el tráfico de menores sea considerado dentro del Código Penal, como lo que realmente es: un delito-.
El pedido de que el tráfico de menores sea sancionado por el Estado ecuatoriano, guardaría concordancia con el pedido de varios organismos no gubernamentales que trabajan con niños como Defensa de los Niños Internacional, organismo que ha venido solicitando insistentemente la inclusión de este tema en el seno del Congreso Nacional, con el fin de que un articulado sea incluido en el Código Penal.
Además el Código de Menores señala claramente la necesidad de que los menores sean protegidos del tráfico ilegal al señalar en su artículo 195: "El Estado por medio de los organismos competentes, tomará todas las medidas necesarias de carácter nacional, bilateral y multilateral, para prevenir y sancionar el tráfico, el secuestro, la venta o la trata de menores y las adopciones ilegales para cualquier fin y en cualquier forma"
Las disposiciones en defensa de los menores están ahí, solo faltaría aplicarlas.
CAPÍTULO II
Caso Chito Mocha: Develando una realidad
20 de febrero de 1997, para muchos esa fecha es imborrable. Antonio Chito Mocha de 75 años de edad, analfabeto y María Dolores Balla son detenidos por elementos de la Policía de Migración. La causa: llevaban 6 menores de edad; tres oriundos de la parroquia Tixán, dos de Columbe y uno de Licto.
Según la información difundida por Diario El Comercio, Chito Mocha habría pasado la frontera la mañana del jueves con los menores y los habría dejado al cuidado de su mujer en la ciudad de Ipiales, mientras él y su hijo realizaban algún trámite en el Ecuador. Esto fue aprovechado por la Policía para detenerlo.
Pero esta detención pudo tener un antecedente, cuando el 15 de febrero del mismo año, por medio de Diario La Prensa de Riobamba, el autor de este trabajo denunció el tráfico de niños, por medio de un artículo periodístico. Esto fue leído por el padre de una de las menores desaparecidas, quien se trasladó a la frontera Colombo-Ecuatoriana, y alertó a la Policía de Migración, sobre indígenas que estaban llevando a menores a Venezuela y Colombia.
Los menores luego de la detención de Chito Mocha fueron trasladados al Instituto Virgilio Guerrero y al Hogar de Tránsito de Mujeres.
El 20 de febrero la Oficina de Investigación del Delito de Pichincha emite un primer informe sobre este caso. De el se desprende que en poder de Chito Mocha se encontraron once partidas de nacimiento de menores que fluctuaban entre los 9 a 17 años.
En su declaración Antonio Chito dijo haber residido 18 años en Venezuela, en la ciudad de Caracas, en donde era comerciante en los mercados de Capitolio, La Ganga y La Hoyada. Esta no era la primera vez que llevaba menores de edad a trabajar, pues en tres ocasiones anteriores llevó a cinco menores, por los cuales pagó o prometió el pago de un millón de sucres.
En carnaval de 1997, Chito Mocha -según su propia declaración- recorre las poblaciones de Tixán, en donde recoge tres menores; Licto un menor y en Riobamba un menor. Por ellos paga un anticipo de 200 a 300 mil sucres y promete un pago de un millón quinientos mil sucres anuales.
Una vez que realizan el viaje hasta el puente de Rumichaca, Chito Mocha, María Balla y Rodolfo Chito Tene, cruzan la frontera Colombo-Ecuatoriana, con los seis menores, avanzando hasta Ipiales, ciudad donde quedan los menores al cuidado de María Balla, mientras Antonio Chito y Rodolfo Chito, cruzan la frontera con la finalidad de poner los sellos de migración en algunos documentos.
Chito Mocha declaró en esa fecha que había llevado en total a 17 menores y que en la actualidad 12 de ellos habían sido devueltos al país.
El informe de la OID de Pichincha, concluye que Chito Mocha violó las disposiciones Nros. 197 y 155 del Código de Menores, que hablan sobre la prohibición del trabajo en relación de dependencia de los menores de 14 años y de la salida de los menores del país sin la autorización de sus padres o del Tribunal de Menores.
Además se lo responsabilizó de fraguar una partida de nacimiento en el Registro Civil de Colta de un menor que nació en otro país.
Luego de la detención de Antonio Chito Mocha, sus abogados defensores insistieron en que su cliente era inocente de todos los cargos de los que se le acusaba. Para demostrarlo, llevaron hasta la ciudad de Quito a las madres de los menores, quienes afirmaban haber enviado a sus hijos por su condición de extrema pobreza.
En cierta manera, estas afirmaciones desvirtuaban el hecho de que Chito Mocha haya infringido las leyes de Código de Menores. Se trataba únicamente de "un encargo de padres pobres para que sus hijos aprendieran a trabajar en el exterior", lo que nuestras leyes no lo tipifican como un delito.
Luego de iniciado el proceso en uno de los Juzgados de lo Penal de Pichincha, éste pasó al Juzgado Segundo de lo Penal de Chimborazo, donde se dio el trámite respectivo.
Antonio Chito fue trasladado al Centro de Rehabilitación Social de Riobamba, el 10 de marzo. En todo momento se negó a dialogar con la prensa local, pues consideraba que le habían hecho mucho daño.
Desde que el proceso se inició en Chimborazo, el fiscal de lo Penal buscaba pruebas que comprometieran a Chito Mocha, para ello el Dr. Humberto Gallegos, tomó contacto con la Fundación Ecuatoriana de Solidaridad y Rescate, Fundesor, organismo creado por familiares de menores desaparecidos. No obstante Fundesor solo pudo colaborar con el fiscal informándole sobre los casos de desapariciones. Nada en concreto contra Chito Mocha.
Una pieza clave en las investigaciones pudo haber sido el testimonio de María Rosario Tarco Bacuy, quien regresó al país
en marzo de 1997, ella habría sido la única persona que pudo haber testificado en contra de Chito Mocha, pues presuntamente fue víctima de rapto. Sus padres afirmaron no haber autorizado que su hija salga del país, por tanto se trataba de un delito. Sin embargo, María Tarco nunca quiso testificar en contra de Chito Mocha. Más adelante conoceremos la historia de esta joven.
El informe de la OID tampoco determinó presunciones serias de rapto en contra de Chito Mocha, señaló "que se han establecido graves presunciones de responsabilidad por el delito de explotación económica, tráfico ilegal y en algunos casos abuso y malos tratos". Todo esto no bastó para señalar culpabilidad en un hombre que veía muy cerca su libertad.
En efecto, la liberación de Chito Mocha se hizo efectiva en septiembre de 1997, por falta de pruebas. El Juez Segundo de lo Penal, Miguel Guambo Llerena, manifestó que la libertad se hacía efectiva, pues no se pudo comprobar el delito de rapto o secuestro. En esa ocasión el juez dijo que no correspondía acusar al detenido de tráfico de menores, pues ese delito no existe en el Código Penal.
Pese a todas las afirmaciones en este caso, corresponde una interpretación. Si bien el tráfico de menores, como delito, no existe, éste sí es una realidad. Los niños/as trabajadores salían sin la autorización del Tribunal de Menores, único organismo que pudo autorizar las salidas. Los documentos nunca estuvieron en regla, lo que evidentemente constituye una anormalidad, que extrañamente no es sancionada por las leyes penales. Delito o no, ésta es la realidad.
CAPITULO III
Historias que contar
La niña que desapareció con su bicicleta
María Fernanda Barreno tenía 10 años y nueve meses de edad, cuando desapareció. Este suceso se dio el primero de enero de 1995.
En ese entonces sus familiares relataron que la niña se perdió mientras se encontraba jugando en la calle con su bicicleta, que había sido comprada la Navidad anterior. Al parecer esa no era la primera vez que María salía a jugar, recorriendo las calles de su barrio, aprendiendo a manejar el pequeño vehículo. Niña y bicicleta desaparecieron. Nunca nadie se imaginó que desde ese primero de enero no la volverían a ver.
Como es lógico la pérdida afectó mucho a toda su familia, especialmente a los padres, quienes veían a María como la más querida, pues era la última de 9 hermanos, quienes le prodigaban amor y cariño.
La búsqueda fue intensa y se extendió por varias ciudades del país. Luego de la pérdida que fue muy comentada por todos los riobambeños se intentó organizar una Fundación para la búsqueda de niños perdidos y para ofrecer asistencia a sus familiares. Esta tarea se inició casi enseguida, con la participación del ex-Gobernador de Chimborazo, Sr. Ruffo Didonato, quien ayudó en la adquisición de una casa, la cual sería rifada con la finalidad de reunir fondos y estructurar esta Fundación, que al decir de sus organizadores serviría para buscar a María Fernanda y a otros niños desaparecidos.
La iniciativa no tuvo la acogida necesaria, por factores que no nos compete analizar, la Fundación no se llegó a formar.
Luego de dos años, antes de que estalle el escándalo Chito Mocha, los familiares de María Fernanda Barreno vuelven a iniciar las gestiones con la finalidad de estructurar una Fundación para el rescate de niños perdidos. En esta vez se incorporan al grupo los familiares de Marcelita Guamán y de otros niños y jóvenes perdidos en esta temporada.
Si bien la Fundación ayudó en la recuperación de desaparecidos, jamás se tuvo una pista real del paradero de María Fernanda, excepto un hecho que a continuación reseñamos.
El 16 de mayo de 1997, una menor de nombres María Hermelinda Sagñay, (de la que reseñaremos más adelante) regresó desde Venezuela con una historia que contar. En diálogo con el autor, la niña relató cómo fue a parar en un Hospital debido a serias quemaduras en su cuerpo.
En la entrevista dijo haber conocido a una niña mayor de edad, mestiza y que sabía escribir. Ella le habría dicho que se llamaba María Fernanda y que había dejado su bicicleta en la calle –un detalle muy importante ¿María Fernanda extrañaba su bicicleta?.
Pero si este hecho es asombroso, veamos lo que pasó cuando revisaron las posesiones de María Hermelinda al llegar al Ecuador. En uno de los bolsillos de su mameluco se encontró un papel con un nombre: María Fernanda Barreno Guijarro. Según María Sagñay ese papel le entregó la misma María Fernanda, cuando le estaba enseñando a escribir.
Una prueba de esa afirmación podría ser el hecho de que María Sagñay sabía escribir el nombre de María Fernanda.
Esto demostraría que María Fernanda está en Venezuela, como una de las menores llevadas a ese país. Conviene hacer una consideración: Si el papel encontrado fue puesto intencionalmente, caben dos preguntas: ¿quién esta interesado en confundir a los familiares de María Fernanda? y ¿por qué
María Sagñay se prestaría a corroborar la versión?
Otra desaparición un primero de enero
El primero de enero de 1996, nuevamente la tragedia de la pérdida de una menor se hizo presente en el hogar de una familia.
Ese día Marcelita Noemí Guamán Zúñiga, siendo las diez de la mañana, salió de su hogar rumbo a una librería, ubicada en la esquina de su casa. Tenía que realizar una tarea y debía comprar una papel ministro. Sin embargo nunca regresó a su hogar
Este extraño suceso ocurrió en el barrio La Panadería, donde los Guamán Zúñiga tienen su hogar.
Al igual que María Fernanda Barreno, Marcelita era la última de sus nueve hermanos y por lo tanto la más querida.
Luego de conocido el hecho, los familiares de la niña iniciaron una intensa búsqueda, empezaron por el barrio, luego por la escuela "Martiniano Guerrero", donde Marcela era alumna y finalmente por varias ciudades del país. Su padre Bolívar Guamán gastó todos sus ahorros en la búsqueda.
Cuando Marcela Guamán desapareció vestía tan solamente una camiseta de su escuela, una pantaloneta floreada y zapatillas. Fue como si se hubiera preparado para una larga caminata.
La desaparición de Marcelita dolió mucho a todos los que la conocían, una niña alegre, bien educada y perteneciente a una familia muy grande, pero así mismo muy unida. Era imposible de creer que a una familia tan buena le estuviera sucediendo esto.
Luego de la desaparición de Marcelita, sus familiares se unieron a la organización Fundesor, sabían que no podían luchar solos para recuperar a su niña. Todos los esfuerzos fueron inútiles, el más entusiasta en su búsqueda era su padre, quien recibía fuerzas de su esposa e hijos.
Luego de la denuncia realizada por el autor sobre el tráfico de niños en la provincia, Bolívar Guamán decidió viajar a la frontera para alertar a las autoridades de migración sobre lo que estaba ocurriendo. Tomó contacto con las autoridades de migración, con la finalidad de que ellos vigilen la frontera. Esta acción habría sido definitiva para la captura de Antonio Chito Mocha.
Pese a las constantes investigaciones, no se logró determinar que Marcelita Guamán estuviera en países como Colombia o Venezuela, víctima de los traficantes de niños.
La búsqueda de Marcelita, llevó a Bolívar Guamán a viajar a Venezuela. Sus constantes gestiones provocaron este viaje, que tuvo una duración de cuatro semanas.
Pese a las averiguaciones en dicho país no logró conocer nada acerca del paradero de su hija. Visitó los lugares en los cuales, alguna vez niños ecuatorianos pululaban en las calles, en busca de alguna pista concreta. A su regresó nos contó su historia.
¿Cuándo viajó Ud. A Venezuela?
Yo salí el 30 de julio de 1998 y regrese el 30 de septiembre, pude pasar un mes en Caracas.
¿Gracias a quién pudo Ud. Viajar?
Bueno en verdad, los políticos no me ayudaron mucho, pero por suerte había estado reemplazando al Diputado Miguel Lluco, la Sra. Lupe Ruiz, ella me ayudó a salir.
Una vez que Ud. llegó a Caracas ¿Qué hizo?
Cuando llegue a Caracas, fui donde una familia del cantón Guano que residen ahí, a quienes agradezco. La ciudad la conocí recorriendo y poco a poco me guiaba por los edificios. A los quince días empece a pegar los anuncios de mi hija Marcelita. A los cinco días empece a recibir llamadas de las personas que trabajaban con esta mafia, que se llevaban los niños para allá, ellos me decían "su hija se encuentra aquí en Caracas".
Según las referencias que me dieron dijeron que se trataba de otra persona, por al parecer quienes llevan a los niños ya les cambian los nombres.
La señora que me llamó decía ser de la ciudad de Ambato y que "al ser ecuatoriana y madre de familia me dolía esta situación". Ella dijo además que "ha trabajado con estos 25 años y conozco a estos desgraciados como traen a los niños. Cuando cayo Antonio Chito allá, Aquí cayó Manuel Chito, el hermano, cuando cayó, cayó con cien niños en la casa, de todos las edades, para la venta. No son solamente los dos son cinco los mafiosos que hay, un Lata, un Huacho y otro, creo que es Quishpe".
Al recorrer los mercados ¿Qué es lo que encontró?
La verdad es que les habían puesto un ultimátum a ellos (los traficantes) –niño que se encuentre vendiendo baratijas, será deportado a su país- entonces ese temor tuvieron y como cayeron presos se cuidaban mucho.
En el INAM (Instituto Nacional del Menor), me informaron que ellos estuvieron a cargo de cientos de niños, al enseñarles la foto de mi hija dijeron no reconocerla. Ellos me informaron que estas personas (los traficantes) tuvieron un gran poder y una gran caída. Son dueños de todo un mercado que compraron a costa de las lágrimas de padres de familia y de los niños. Fuera de eso el Gobierno les pagaba, pues por cada niño que estudiaba el Estado les paga a los padres de familia 50 mil bolívares, como ellos tenían papeles ficticios diciendo que eran los padres, mandaban a los niños a las escuelas nocturnas y cobraban ese dinero.
¿Qué le informaron las personas ecuatorianas que residen allá?
Bueno antes de yo llegar, no creía esas cosas. Los ecuatorianos de los que me hice amigo decían que había niños que lloraban de arriba para abajo. Ellos (los traficantes) andaban con los niños por la calle, asomaban 20, luego 15 y luego desaparecían, vuelta llegaba una nueva remeza.
Mi llegada a Caracas fue tarde, pues la Policía había realizado las batidas, pero yo sé que ya no pueden hacer esas cosas. Ahora se ocultan para traficar con los niños.
¿Sentía mucho miedo?
Bastante temor, porque existían muchas muertes. Matar a una persona es allá como matar a un perro y nada más. Sentía bastante temor, mas que todo andando solo.
Al embarcarse en el avión de regreso, pensó que su misión quedó inconclusa
Bueno, la verdad es que pense que debí ir apoyado por alguna autoridad para poder decir: "Miren allí están los chicos, hagan algo". Con las autoridades de allá he hablado, incluso con la INTERPOL, pero para poder iniciar algún operativo se necesitaba el apoyo de alguna persona o autoridad.
Este caso ha sido olvidado por muchos. ¿Qué le recomendaría a las autoridades?.
Bueno, quisiera que ellos supieran lo que es perder a un hijo, a un ser querido. Es lo más duro en la vida, preferible verle muerto pasado por un tractor o lo que sea, pues ya se sabe que está en la tumba, antes que verle desaparecido. Que persona puede estar bien, al menos tratándose de un niño. Aunque ellos estén bien nunca es lo mismo, pues nosotros como padres sabemos como tratarles con amor. Es lo más cruel que pueden hacer estas personas, llevarse a los niños.
¿Usted no pierde las esperanzas de encontrar a Marcelita?
Yo, en ningún momento puedo perder las esperanzas. El momento en que pierda las esperanzas dejaría de ser padre. Yo sigo en esa lucha en la esperanza del Divino Dios, el poder verle en algún momento. Pido para que Dios le dé fuerza (a Marcelita) para que llegue a la casa escapando de donde se encuentre, ese es mi deseo no solamente por mi hija, sino por todos los niños que están fuera de sus hogares.
María Rosario volvió a casa
Luego de la detención, proceso y liberación de Antonio Chito Mocha, uno de los casos más publicitados por el tráfico ilegal de menores fue el de María Rosario Tarco Bacuy.
Esta joven, menor de edad trabajaba diariamente con sus padres en los mercados de Santa Rosa y La Condamine. Su tarea consistía en vender productos de primera necesidad. Sin duda es en uno de estos mercados en donde María Tene, esposa de Antonio Chito, la conoce y comienza a convencerle para que trabaje con ella.
Poco a poco la menor de edad es convencida para que trabaje con la familia Chito Tene. El 9 de marzo de 1996, María Rosario se decidió a trabajar con la familia Chito.
En una nota de diario "El Universo", del 7 de marzo de 1.997, María Rosario cuenta cómo fue convencida por María Tene: "Un día mientras vendía legumbres, se me acercó la señora María Tene de Chito y me dijo que si quería trabajar para ella que la siguiera. La señora me llevó a su casa en Riobamba y al llegar me puso a encerar el piso, cuando terminé le pedí permiso para irme a mi casa y avisarles a mis padres, dónde me encontraba, pero ella se negó a dejarme salir"
En la misma nota de prensa, María Rosario señala que luego de pasar un día encerrada en una habitación, fue llevada en una camioneta, junto con otros niños, a la casa de un hijo de Chito Mocha, de ahí partieron rumbo al puente internacional de Rumichaca.
El cronista de "El Universo" señala además: "Al ser preguntada sobre la travesía entre Colombia y Venezuela, María Rosario recuerda "Eramos en total siete niños, siempre viajábamos en la noche porque Antonio Chito y su mujer tenían el temor de que la policía los agarrara, para evitar eso, ellos siempre avanzaban primero, luego nos hacían pasar a nosotros".
Al llegar a Venezuela la vida de María Rosario Tarco Bacuy cambió drásticamente, lo que comenzó como un sueño para mejorar económicamente se convirtió en un verdadero infierno. Según cuenta María Rosario, al llegar a Venezuela se establecieron en la casa de los Chito Tene en Catia, "En esa casa la señora nos despertaba a las tres de la mañana y nos hacía lavar ropa, nos ponía a limpiar la casa y luego a cocinar. Nunca nos daban café y cuando terminábamos las tareas nos llevaban al mercado a trabajar".
Luego de 10 meses de vivir esta situación, María Rosario decidió escapar de esta situación, refugiándose en la casa de una familia caraqueña.
La situación de esta joven indígena, originaria de la comunidad de Pachacshi, parroquia Punín, fue conocida gracias a dos reportajes de diario "El Universo", publicados el 3 y el 7 de marzo de 1997.
Feliciano Tarco Zamora, padre de María Rosario Tarco Bacuy, conoció del paradero de su hija, poco después de publicada esa nota. Según dijo recibió una llamada telefónica de un pariente cercano, quien le comunicaba que su hija estaba en una nota de "El Universo". Inmediatamente se apresuró a buscar un periódico de esta fecha, encontrándose con la fotografía de su hija, totalmente cambiada.
A partir de ese momento Feliciano Tarco y María Juana Bacuy, comenzaron las gestiones para que su hija pueda regresar al hogar que había abandonado un año atrás.
El regreso de María Rosario.
Durante un mes, a partir del 6 de marzo, los padres de María Rosario hicieron todo lo posible para recuperar a su hija, participaron constantemente de las gestiones realizadas por la Fundación Ecuatoriana de Solidaridad y Rescate, Fundesor, organismo creado en febrero de 1996.
Antes de esta participación con Fundesor, Feliciano realizó una gestión en febrero del año 1997, durante las fiestas de carnaval. Según cuenta, se acercó hasta la casa de Antonio Chito Mocha en la ciudad de Riobamba, para poder hablar con él, en este lugar tomó contacto con el hijo de Antonio Chito Mocha, quien dijo no conocer nada del caso. En una nota de diario La Prensa del 6 de marzo de 1997, se da cuenta de este encuentro "El hijo de Chito Mocha le habría manifestado que no estaba seguro del destino de su hija, pues ellos habían llevado cinco menores el año pasado (1996), quienes habrían sido repartidos por Colombia, Venezuela y por nuestro país. Además habrían manifestado que no conocen a María Rosario pues en Venezuela a todas las trataban de "Marías".
En esa ocasión el hijo de Antonio Chito Mocha, habría solicitado a Feliciano Tarco, una carta o una grabación para de esta manera localizar a su hija. Estas dos peticiones no fueron cumplidas por la familia Tarco Bacuy por temor a represalias contra su hija, por lo que el caso quedó allí.
Durante el mes de marzo, la familia Tarco Bacuy hizo las gestiones para que su hija regrese al país. En este proceso participaron directamente Fundesor, La gobernadora de Chimborazo, Lic. Lolita Díaz de Salazar, el Instituto del Niño y la Familia (INNFA) y la Cancillería de la República.
María Rosario en marzo de 1997, permanecía en el consulado del Ecuador en Venezuela, mientras sus padres realizaban las gestiones para recuperarla. La Cancillería informaba de todos los pasos a Fundesor y a la familia Tarco por medio de la Gobernación de Chimborazo. El INNFA, donaría el pasaje para traer de vuelta a María Rosario.
Por fin, el viernes 21 de marzo de 1997, a las 19h00, María Rosario llegó al país en un vuelo de AVENSA. Ella fue la primera joven que regresó al país luego del estallido de este escándalo internacional.
Una delegación de 29 personas de Fundesor viajó hasta la ciudad capital a recibir a la joven, quien al llegar al aeropuerto fue entrevistada por los medios de comunicación televisivos. El despliegue informativo fue enorme, incluso se improvisó una rueda de prensa.
Al llegar a la capital, la menor no quiso dar mayores declaraciones, pues se encontraba muy confundida y sorprendida por esta situación. En todo caso lágrimas y abrazos fue la tónica del encuentro entre padres e hija.
María Rosario fue recibida en el aeropuerto Mariscal Sucre por sus familiares y por el Embajador Gonzalo Salvador, Subsecretario Político del Ministerio de Relaciones Exteriores. Ella llegó hasta la ciudad de Riobamba, la madrugada del sábado 22 de marzo.
Durante una entrevista, María Rosario demostró mucha timidez para contestar las preguntas. Sin embargo dio algunos detalles de su permanencia en Venezuela. Dijo que había sufrido varios maltratos por parte de la familia Chito Tene, como golpes, encierros, falta de alimento, celos de la mujer de Chito Mocha e incluso amenazas de muerte.
Habló sobre su viaje con Chito Mocha, señaló que cuando ella salió del país, lo hizo con cinco menores más, en total viajaron tres hombres y tres mujeres. Niños de 6 y 8 años, que también eran llevados hasta ese país.
En Venezuela sus actividades se centraban en cocinar, lavar, vender ropa en el mercado y otros oficios. Jamás recibió pago alguno.
Afortunadamente para María Rosario Tarco Bacuy, la pesadilla caraqueña llegó a su fin. Ya en la población de Punín, su padre contó que a María Rosario le era muy difícil acostumbrarse a su nueva vida. Volvió a vestirse como una indígena del sector de Punín.
María Rosario nunca declaró en el juicio que por tráfico de menores se llevaba adelante en el Juzgado Segundo de lo Penal en contra de Chito Mocha. Nunca se conocieron las causas para que tomara tal decisión. Su testimonio habría sido una prueba contundente en el proceso.
La historia de Margarita
Posiblemente una de las historias que más conmovieron a quienes cubrimos toda esta serie de hechos referentes a la salida de menores de nuestro país, es la que involucra a Margarita Quigla.
Ella fue llevada a Venezuela en 1990, cuando su madre, que lleva el mismo nombre, Juana Margarita Quigla, cedió ante las pretensiones de un hombre llamado José Arsenio Cujilema, quien en innumerables ocasiones le pidió a su hija.
Según este indígena, oriundo del cantón Colta, su hija necesitaba de una persona que la acompañara, por ello escogió a Margarita Quigla, quien en ese entonces contaba con tan solo 13 años. La madre de Margarita, en varias ocasiones se negó a entregar a su hija, pero habría sido tal su insistencia que, a la final, la madre accedió, pero bajo dos condiciones: la primera se refería a que Margarita, la hija, estaría en permanente contacto con su madre y la segunda; que ella permanecería en el cantón Colta.
Todas estas promesas no pasaron de ser eso, pues cuando Juana Margarita salió de su hogar, su madre nunca se imaginó que la volvería a ver, pero siendo ya adulta.
Como sucede en la mayoría de estos casos el engaño fue la mejor manera para arrebatar a una hija de su hogar. Margarita Quigla nunca llegó al cantón Colta. En varias ocasiones, la madre trató de saber su paradero. Sin embargo, nunca pudo llegar a determinar el destino cierto de su hija. En todas partes se le negaba información.
Luego de algunos meses logró encontrar a Cujilema a quien averiguó sobre el paradero de su hija, éste le habría respondido que no se preocupara pues su hija estaba en perfectas condiciones y muy "enseñada".
La duda siempre estaba presente en esta mujer, que suponía que algo raro pasaba. Así, mediante investigaciones posteriores llegó a saber que su hija tuvo un destino: Colombia, país a donde habría ido en compañía de una hija de Cujilema. Pero lo que más desesperó a Margarita fue el hecho de que no se conocía bien el estado de la joven, había tres presunciones: que ella se habría perdido en ese país, que habría sido llevada a Venezuela o que, a la final, falleció.
Pese a todas estas condiciones adversas, Juana Margarita nunca perdió las esperanzas de volver a ver a su hija.
Una carta salvadora
La respuesta a tantas plegarias y oraciones de esta mujer, que lo único que quería es ver nuevamente a su hija, tuvieron una respuesta que fue fundamental. En julio de 1993, llega una carta a la parroquia Pungalá, población muy cercana a la comunidad de Alao, lugar donde vive Margarita Quigla. En la misiva un sacerdote confía al párroco de Pungalá la misión de buscar a Margarita y decirle que su hija quería verla.
La carta salvadora, venía desde la ciudad de Maracaibo, Venezuela, y era enviada por el padre Antonio Grace, quien explica que una joven que fue traída hace tres años, sin documentos, quiere comunicarse con su madre, quien, dice, vive cerca de la parroquia Pungalá, para ello envió escritos varios números telefónicos del convento de su comunidad.
La carta fue la pieza clave para que Margarita supiera dónde realmente estaba su hija. Ella se comunicó a los teléfonos indicados y pudo hablar con su hija. Una voz lejana le explicó lo que le había ocurrido. Las dos mujeres lloraron.
Pese a todo, Margarita no hallaba la forma de que su hija volviera. Ella estaba en Venezuela y no contaba con los recursos para traerla. Frente a estas dificultades decidió denunciar su caso y unirse a la Fundación de Solidaridad y Rescate, Fundesor. Participó de una marcha realizada en la ciudad de Quito y dio a conocer su caso a las autoridades de la Cancillería.
Un alcalde salvó a Margarita
Pese a las constantes movilizaciones, Margarita Quigla no hallaba respuesta a sus pedidos. Sus esperanzas, a pesar de ser una mujer fuerte, decaían.
Pero llegó otro hecho que fue definitivo para el regreso de Margarita. En los primeros días del mes de mayo de 1997, el alcalde de Guamote, Mariano Curicama, es invitado a la ciudad de Maracaibo a un curso internacional. Esta era la oportunidad que se esperaba para poder rescatar a Margarita. Un alcalde consciente de esta problemática viajaría a la ciudad donde se encontraba la joven Margarita.
Unos días antes de su viaje el alcalde, en una entrevista con la madre de Margarita, conoció todos los pormenores de su pérdida y ubicación. Una carpeta fue entregada al burgomaestre, quien aceptó gustoso ayudar.
Así, el alcalde Curicama llegó a Venezuela y se puso en contacto con el padre Antonio Grace y con la joven Margarita. Juntos hicieron los respectivos contactos; se hizo indispensable un viaje de Maracaibo a Caracas con el fin de arreglar su situación legal.
Por fin, el 9 de mayo Margarita Quigla regresa al país en compañía del alcalde Curicama. Hizo falta pedir "cuotas" para reunir el dinero para el pasaje de la joven. La entrega formal de Margarita se hizo efectiva el lunes 12 de mayo cuando, en presencia de las principales autoridades de la provincia, el alcalde Mariano Curicama, con emotivas palabras entregó a la joven a su madre. Las dos mujeres se abrazaron y derramaron lágrimas que –seguro- salían de sus corazones. Una foto muestra a Margarita abrazando a su madre, a quien volvió a ver luego de siete años. Detrás de ella quedó otra historia de dolor que no podemos contar.
Un accidente fue su salvación
María Sagñay es una menor ecuatoriana asilada en un hospital de Venezuela. La causa para que haya sido internada en la casa de salud se originó en un accidente casero. Mientras cocinaba para varias personas, se derramó algún líquido hirviente que le produjo quemaduras de tercer grado en su brazo izquierdo.
Mientras María permanece en el hospital, sus "protectores" han preferido no acercarse hasta su cuarto para evitar problemas con migración, pues la niña fue llevada ilegalmente a Venezuela. Inmediatamente, los funcionarios del hospital se ponen en contacto con las autoridades policiales de Caracas, con el fin de canalizar acciones, para resolver la situación de esta joven ilegal.
Luego de algunos días de la hospitalización de María Sagñay, el Consulado del Ecuador en Venezuela abocó conocimiento de la situación de la menor e inmediatamente propició el regreso de María Sagñay.
El ocho de abril de 1997, el Embajador Gonzalo Salvador, Subsecretario Político de la cancillería, envía un telegrama oficial a la Gobernadora de Chimborazo, Lic. Lolita Díaz de Salazar, para procurar la llegada de la menor hasta su lugar de origen. Inmediatamente la primera autoridad de la provincia toma contacto con Fundesor para iniciar las acciones.
Una vez que se conocieron los nombres completos de María Hermelinda Sagñay Llinín, se realizó una investigación para dar con sus más cercanos parientes. Su madrastra fue localizada el 9 de abril.
Según una nota publicada por el autor en el Diario La Prensa del 10 de abril de 1997, se informa que la menor tendría aproximadamente 13 años de edad y habría sido enviada hasta Venezuela en el mes de marzo de 1997, un mes antes. Señala, además: "La menor pertenece a la comunidad de Chancahuan, parroquia Cajabamba, cantón Colta y se espera pueda regresar al país en los próximos días".
Por versiones de la madrastra, se conoció que la madre biológica de María se habría despreocupado mucho de ella, además su padre vivía y trabajaba en la ciudad de Guayaquil, por lo que la menor fue enviada hasta Venezuela, "para que aprendiera a trabajar".
Un ingrediente adicional se incluía en esta historia: la existencia de una declaración juramentada avalizada por el Notario Público de Penipe, Jorge Enrique Villa, el 10 de marzo de 1.997 en la que José Manuel Sagñay Rea, padre de María, reconoce que "di consentimiento expreso y voluntario para que mi hija…, de trece años de edad, pueda salir del Ecuador con destino a la ciudad de Caracas..".
En este mismo documento se da a conocer el nombre de la persona que lleva a la menor hasta esta ciudad "la señora María Lata Anta, pariente cercana de mi hija, quien le dará la respectiva educación".
Sin duda, la escritura pública busca descargar responsabilidades de María Lata, pues en una de sus partes señala: "por lo tanto debo aclarar que no se trata de ningún secuestro o tráfico de menores, por lo que deslindo desde ya cualesquier reclamo que de esta naturaleza se pudiera dar ". El documento fue realizado el 10 de marzo, quince días después de la detención de Chito Mocha, además no es la primera vez que se menciona el nombre de María Lata, pues en febrero de 1997, regresaron tres menores al país y uno de ellos portaba una carta dirigida a esta mujer.
Finalmente, gracias a las gestiones de la Cancillería y del INNFA, institución que donó el pasaje aéreo, María Hermelinda Sagñay, pudo regresar al Ecuador el 16 de mayo de 1997, plenamente restablecida en su salud y con una odisea que contar.
La historia de María Sagñay, no es tan diferente a la de los demás menores. Indígena muy vivaz y de mirada triste, contó al llegar sus prematuras experiencias por ese extraño país. He aquí la transcripción de una entrevista hecha, poco después de su llegada a Riobamba.
¿Quién te llevó a Venezuela?
Me llevó Manuel Chito. Él me llevó desde mi casa, de la mano de mi abuelita.
¿Cuántas personas viajaron contigo a Venezuela?
Conmigo viajaron tres niños más. Uno se llamaba Elías y otra se llamaba Martha.
¿Cómo fue tu viaje?
Nosotros viajamos en avión. Me sacaron una cédula y fotos. También me sacaron papeles falsos, me pusieron apellidos de ellos. Me pusieron como Rosa Chito.
¿Esa cédula dónde está?
No sé que se hizo esa cédula.
¿Al llegar a Venezuela que pasó?
Directo fuimos a la casa de ellos (Chito). La policía preguntó cómo se llama esta niña y ellos respondieron que es mi hija, pero no se parece. Ellos (los policías) no sabían que yo era robada.
¿Cada vez que venía la policía, ustedes se escondían?
Si, nos escondían. Decían ¡Visita viene!. Entonces nos escondían o nos abrían la ventana para que brincáramos para afuera. En la calle nos tapaban los ojos y la boca para que no gritáramos.
¿Adónde les llevaban?
Nos llevaban donde hay bastantes niños, donde dormíamos.
¿En qué trabajabas en Venezuela?
Yo barría, planchaba, cocinaba, ahí es cuando me quemé, entonces ya no podía caminar.
¿No vendías en las Hoyadas?
Una vez que vendí.
¿Cuánto ganabas en tu trabajo?
Nada, todavía no me pagó nada
¿Cuánto le dijo que le iba a dar a tu abuelita?
No sé, todavía no me dio precio.
¿Qué clase de maltrato recibiste?
Me empezaron a maltratar, pegándome, porque quise escapar. Cuando me cogieron me encerraron y no me daban de comer. Por eso me llevaron a un lugar donde había muchos niños
¿Cuántos niños?
Así (mueve los dedos) millones ¿?.
¿Conociste a otros niños?
No, solo conocí a María Fernanda.
¿Cómo es María Fernanda?
Ella es grande. No le pregunté la edad.
¿Algunas niñas se han fugado?
Sí algunas, embarazadas ya se fugan. Ellas son grandes.
En un momento dado tú estuviste en el hospital ¿por qué estuviste allí?
Por quemaduras. Yo estaba en el hospital y me abandonó (Chito) por eso se hizo cargo la policía, para llevarme a la casa de ellos. Ellos me ayudaron a cobrarle el trabajo.
En esta parte de la entrevista, María relata un hecho vivido
en el hospital, cuando una menor murió por haberla ayudado-
Sabemos que una menor murió en el hospital, relátanos este hecho
Ella se llamaba Ana. Ella me fue a ayudar a mí por lo que se quemó.
Entonces al lado de mí cama se encontraba acostada, cuando revolcó, entonces el doctor vino y dijo que ya estaba muriendo. Por eso le llevaron los patrones de ella.
Ella se encendió todo, por eso dijeron que no podía vivir.
¿Ana, qué edad tenía?
14.
¿Tus padres supieron que viajaste a Venezuela?
Sabía mi abuelita, no sé mi papá. Yo estoy segura que mi papá no sabe.
¿Tu abuelita accedió a que te llevaran?
Si, pero dio mucha pena. Mi abuelita quedó llorando. Entonces yo no quise irme, por la plata me fui.
Ahora que estas en Ecuador ¿qué quieres hacer?
Quiero verle a mi abuelita, y a mí tío que me quiere mucho.
Como siempre, cada historia tiene un final diferente, según el destino de su protagonista. En este caso María Sagñay regresó, gracias a una desgracia.
Hilda Guapi volvió después de dos años
Luego de casi dos años de permanencia en Venezuela, Hilda Yolanda Guapi regresó a su hogar, de donde nunca debió haber salido.
El regreso de Hilda Yolanda Guapi Betún es diferente a los demás casos. Ella regresó por voluntad de quienes la habían llevado.
Según cuentan sus padres, la menor nació el 8 de noviembre de 1979, tenía 14 años cuando fue tentada a ir a Venezuela en compañía de Manuel Tene y María Tayupanta. Al parecer estas dos personas tienen algún parentesco con Antonio Chito Mocha.
Hilda Yolanda es oriunda de Lopaxí Grande, parroquia Cajabamba, cantón Colta. Una zona, de donde salen muchos menores hasta Venezuela.
El primero de junio de 1994 fue la fecha en que Hilda Yolanda y Blanca Flor Guapi Betún, salieron con rumbo a Venezuela. Blanca Flor, para esa fecha, era mayor de edad y había decidido viajar hasta Venezuela, su hermana menor la acompañaba.
En una nota de diario "El Universo" del 7 de marzo de 1997, se da cuenta de la historia de Hilda Yolanda Guapi. En la noticia escrita por César Herrera, corresponsal de este diario, se anota lo dicho por Manuel Guapi, padre de Hilda Yolanda: "Manuel Tene y María Inca Tayupanta…les aseguraron que su hija Hilda estaría dos meses en Venezuela; si no se enseñaba sería entregada nuevamente a sus padres a quienes como seña del negocio le entregaron cien mil sucres".
Esa promesa nunca se cumplió pues los esposos Tene Tayupanta, no regresaron con la joven, ni dieron ninguna noticia de ella.
Una vez que en febrero de 1996, estalló el escándalo de Chito Mocha, Manuel Guapi se movilizó para que su hija regrese. Acudió hasta el Tribunal de Menores de Chimborazo, en donde suscribió una denuncia y se unió a la Pre-Fundación de Solidaridad y Rescate, Fundesor. Participó en la marcha realizada por esta organización el 14 de marzo, en la ciudad de Quito y dio a conocer su caso a los funcionarios de la Cancillería ecuatoriana, entre ellos el embajador Gonzalo Salvador, Subsecretario Político y el embajador Alfredo de la Vega, Director de Asuntos Consulares.
No se tenía ningún dato de Hilda Yolanda. Hasta ese momento, solo se conocía que se encontraba en la ciudad de Caracas, en compañía de los esposos Tene Tayupanta. Su realidad en esa ciudad era totalmente desconocida para los desilusionados padres.
11 de Abril de 1996. Como todos los días Manuel Guapi se levantó para realizar sus labores agrícolas, estaba empezando a trabajar cuando divisó a lo lejos a una persona que se acercaba. Poco a poco reconoció a su hija.
Hilda Yolanda regresó a su hogar, la habían traído quienes la apartaron de su familia. Poco después la menor contaría que regresó en un bus, junto con otros menores de diversas zonas del país.
La Prensa del domingo 13 de abril, registra este suceso de la siguiente forma. "Hilda Yolanda Guapi de 17 años de edad, regresó a su hogar, luego de haber atravesado por una odisea en la ciudad de Caracas. Su regreso que se produjo este viernes, provocó en la familia Guapi Betún una enorme alegría. Hilda Yolanda manifestó que regresó junto con otros jóvenes.
La menor fue llevada hace tres años por María Tayupanta y Manuel Tene. Luego habría trabajado en el negocio de Yolanda Tene en la ciudad de Caracas".
El regreso de Hilda Yolanda, señaló un rumbo para quienes quieren recuperar a sus seres queridos. El trabajo constante logró que los raptores se sintieran presionados a regresar con la menor.
La Historia de Hilda Yolanda
Al igual que las otras menores que regresaron a su hogar, Hilda Yolanda no quería hablar mucho sobre su estadía en Caracas-Venezuela, sin embargo accedió a contestar algunas preguntas.
¿Qué situaciones viviste en Venezuela?
Yo al llegar a Venezuela trabajé en la casa de Yolanda Tene en la cocina, lavando ropa, cuidando niños, entonces a mí me pegaban mucho, me jalaban del cabello, me botaban incluso al suelo.
¿Cómo lograste escapar de la casa de Yolanda Tene?
Yo no podía escapar, una vez me escondí en la bolsa que se lava la ropa pero me descubrió, por lo que me pegó y me puso bajo llave.
Luego de algunos días yo andaba en el puesto de venta y una noche los policías andaban buscando a personas sin papeles, entonces me escondí y pude subirme al metro, escapándome así; luego conocí a una señorita que estaba sentada en una vereda a la cual le pedí que me llevara, luego supe que era ecuatoriana y que se llamaba Marlene.
¿Yolanda Tene te pagó algún mensual?
Me dio 5000 bolívares por el tiempo trabajado.
¿Extrañaste mucho tu hogar?
Sí, extrañaba mucho mi casa, desde el día que me fui lloré casi un mes, todos los días, andaba muy mal y con los ánimos caídos, incluso por eso me pegaban.
¿Vinieron otros niños de Venezuela?
Sí, la madrugada del viernes vinieron otros 37 muchachos entre hombres y mujeres.
¿Quién trajo a estos menores?
Algunos vinieron solos, a mí me trajo Manuel Tabacundo quien vive en Venezuela.
¿Todos son de Santiago de Quito?
No, de otros lugares: de Otavalo, Guamote y de otras comunidades.
¿Regresarías a trabajar en Venezuela?
Ya no, porque anduve muy mal. Cuando me llevaron, me dijeron que me iba a ir muy bien y no fue así.
Hilda Yolanda regresó a su hogar en Lopaxí. Cuando volvió tenía cerca de 17 años, su vestimenta y forma de hablar el español cambiaron mucho.
El regreso de Hilda Yolanda hizo que familiares y amigos se acercaran a la casa de los Gaupi Betún, para felicitarles por la buena noticia.
CAPITULO IV
¿Qué se dijo en Venezuela?
Terán: Pieza clave en las investigaciones
Venezuela es uno de los lugares donde suceden y siguen sucediendo estos hechos. Este país por su producción petrolera es uno de los más atractivos para los inversionistas extranjeros. Es por ello que su condición económica es mejor que la de nuestro país.
Dado los alcances internacionales que produjo el caso Chito Mocha y la denuncia del ex-Cónsul Luis Terán, la prensa venezolana también se hizo eco de este caso. He aquí algunos titulares de sus periódicos.
El Universal del 23 de febrero de 1997, dice a grandes titulares, "Trafican menores de Ecuador a Venezuela". En el texto se informa que el ex-Cónsul Luis Terán, "reveló ayer que aproximadamente 150 menores ecuatorianos trabajan en calidad de "esclavos" en Venezuela, y han sido llevados al país a través de Colombia".
En el texto se da cuenta, además, del arresto de Antonio Chito Mocha, quien fue detenido junto a su hijo y nuera, "llevaban a cuatro niñas y dos niños de entre 12 y 14 años, supuestamente con consentimiento verbal de sus padres, quienes iban a recibir 1,5 millones de sucres al año (unos 400 dólares), informó el jefe de Migración de Carchi, vecina a Colombia, mayor Alberto Revelo.
El artículo señala, además, que la mayoría de los muchachos hallados en Venezuela provienen del centro andino del Ecuador, en las zonas indígenas de Chimborazo y Cañar. Finalmente informa que "los chicos debían trabajar en Venezuela como empleados domésticos, pero Terán sostiene que las jovencitas incluso podrían ser luego prostitutas".
Trabajo doméstico, esclavitud y prostitución, estas son las labores que denuncia Luis Terán por medio del diario venezolano El Universal, un periódico de 108 páginas.
Este mismo diario, el lunes 24 de febrero, publicó un reportaje mucho más amplio de lo que sucede con los niños ecuatorianos en Venezuela.
Bajo el título "Por Maicao han ingresado unos 200 niños al país", la periodista de El Universal, Mirna Mendoza, explica detalladamente las denuncias de Terán y da a conocer otros datos muy interesantes. Mendoza, escribe "En Catia y Quinta Crespo son escondidos los niños ecuatorianos que de manera ilegal traen al país una red de traficantes de menores de edad para someterlos a trabajos domésticos, venta de textiles y hasta la prostitución".
Según Luis Terán, esta red de traficantes sería liderada por Antonio Chito Mocha "dueño de una empresa de textiles que desde hace dos años opera en este negocio ilegal e inhumano junto a sus hijos y a su yerno….Afirmó(Terán) que desde hace cuatro meses venía investigando el caso y aseveró que estos niños estaban entrando a Venezuela por Maicao, con la complicidad de personas que trabajan en el mismo negocio, tanto venezolanos como colombianos".
Pero Mirna Mendoza preguntó a Luis Teràn, sobre los motivos que le impulsaron a revelar esta denuncia sin haber concluido sobre sus investigaciones. Terán respondió, "que los periodistas de varios medios de comunicación ecuatorianos y de las agencias internacionales comenzaron a consultarlo una vez que la señora Elizabeth Criollo, con quien envió a tres niños al Ecuador, se acercó a la prensa a denunciar este trafico con el objetivo de que se paralizara y se impidiera que más niños siguieran saliendo del Ecuador de manera ilegal".
En este artículo de El Universal, se explica además que en el gobierno de Carlos Pérez con el boom petrolero venezolano, ingresaron muchos ecuatorianos "que hoy constituyen una colonia de 50 mil personas".
Finalmente en el artículo, Luis Terán señala que "cuando cumplen los 16 años abandonan (las jóvenes) los puestos de venta en los mercados de La Hoyada 1 y 2 y Catia y yo tengo la presunción de que desaparecen para ser llevadas a antros de prostitución, lugares en los que comenzaba a trabajar para detectarlas".
En todo caso el artículo de Mirna Mendoza se basa especialmente en las declaraciones de Luis Terán, ex-Cónsul cesado por el gobierno interino de Fabián Alarcón.
En un recuadro de este extenso artículo se da cuenta, de la indignación que existe en Colta, por los casos de tráfico denunciados por Terán y por la prensa nacional e internacional. El texto señala que "los indígenas mostraron su molestia, porque, según ellos, los niños que abandonan el país para venir a Caracas, lo hacen con procedimientos legales, con autorización de sus padres, para unirse a familias que viven en esta ciudad".
Anota que esta migración ilegal se viene realizando desde hace 40 años atrás y que son más de 200 menores los que habrían viajado hasta Venezuela.
Finalmente el artículo, en una de sus partes señala que se investigan serias presunciones en contra de varios funcionarios del Instituto Nacional del Menor (INAM) y una jueza de menores, quienes "estarían implicados en procesos de adopción, cobrando a las familias que requieren niños, cuando este procedimiento no contempla el lucro o pago".
El Nacional: "Jefe de la red es un indígena"
Este fue uno de los intertítulos de "El Nacional", uno de los más importantes diarios venezolanos. El artículo fue publicado el 23 de febrero de 1997, día en que toda la prensa inició las investigaciones de este hecho.
El titular de este artículo dice: "Ex-Cónsul de Ecuador denuncia tráfico de niños hacia Venezuela". El reportaje señala las denuncias formuladas por Luis Terán en otros diarios, incluido El Universal. Sin embargo revela nuevos datos, cuando Terán afirma categóricamente que "he visto alrededor de 180 niños ecuatorianos en esas condiciones (de esclavitud). Comunique estos hechos a la Cancillería y no tuve la respuesta, por lo que procedí por mi cuenta a rescatar y devolver a unos 10 o 12 de esos niños".
El periodista anota más citas de Terán. Una de ellas señala que "los encargados de raptar a los menores van a Ecuador y ofrecen un millón de sucres por traerlos por uno o dos años, para hacerlos trabajar durante la semana y encerrarlos los domingos en el caso de que no haya nada que hacer".
Un dato novedoso. "El ex-Cónsul reconoció que ha tenido contacto con alguno compradores de niños, pero dijo que no los denunció a la policía porque eso podría "espantar a los otros" y hacer el negocio más clandestino, impidiendo el rescate de más niños".
Cuatrocientos dólares: el precio de un niño
Un tercer diario venezolano se hizo eco de las denuncias de Luis Terán en Venezuela. "Ultimas Noticias", publicó varios artículos el 23 y 25 de febrero de 1997.
El 25 de febrero publicó un extenso reportaje, dividido en tres partes, bajo los títulos "Rescatados en Caracas varios niños traídos de Ecuador por mafia traficante"; "alarmada la colonia ecuatoriana por denuncia de niños esclavos" y "la PTJ investiga el tráfico de niños".
En este reportaje, el periodista Gustavo Rodríguez, anota partes importantes de las declaraciones del ex-Consul Terán. Inicia escribiendo; "cuatrocientos dólares es el precio que cobran las mafias organizadas para traer a un niño a nuestro país, y someterlo a cualquier tipo de trabajo ilícito, denunció Terán".
Rodríguez, al contrario de las otras publicaciones anota hechos y nombres de víctimas e implicados de esta actividad ilegal. Cita el caso de "un jovencito de 15 años, llamado Eugenio Remache, quien era constantemente azotado y sometido a brutales golpizas. Este niño fue traído a Venezuela por Luis Alberto Guamán. También fueron rescatados Marcia Terisela de 14 años y Purificación Simbaña de 13 años, Luz Rebeca Chuqui Guacho (13), María Rosario Delgado (12) y Julio Yambay (14).
"Las mafias han constituido empresas dedicadas al robo y trafico de niños que pululan por las calles de Caracas bajo la tutela de guardianes quienes los obligan a pedir dinero en las distintas esquinas o en el mejor de los casos los colocan como vendedores de golosinas o ropa de algún céntrico mercado", continúa.
En este mismo reportaje se cita el caso de la niña "Zoila Patagalo que fue robada en su país hace cinco años…La menor confesó haber sido sometida a maltratos y torturas físicas por parte de José Alberto Guamán y María Asitimbay
En resumen, la primera parte del reportaje de Rodríguez, ratifica las denuncias de Luis Terán, sin embargo es más detallado en otros casos. Hace mención de los tres menores traídos por Elizabeth Criollo a la ciudad de Riobamba, en febrero de 1997. "se ha determinado que muchos niños se encuentran hacinados en un apartamento ubicado en el edifico 23 de Quinta Crespo y otro grupo es obligado a pernoctar en Catia….Gracias a un trabajo coordinado se logró rescatar a los niños Roberto Ortiz, Julio Yambay y Marcelo García, este último de apenas 9 años de edad. A las personas que los mantenían en su poder se les obligó a cancelar cierta cantidad de dólares como parte de pago y fueron puestos a las órdenes de los tribunales de menores de Ecuador".
La buhonería, las actividades domésticas, son algunas de las tareas que realizarían los menores ecuatorianos en la ciudad de Caracas. Finaliza esta parte del reportaje, señalando que "trascendió que en las ciudades de Cúcuta y Maicao se encuentran las oficinas regionales de estas organizaciones dedicadas al tráfico de niños, donde reciben los pedidos y al mismo tiempo se encargan de distribuir a las víctimas al mejor postor".
Este último párrafo, sería muy difícil de creer y podría tratarse de un simple rumor o una excesiva imaginación del articulista; ¿abrirían oficinas los traficantes de niños?. Esto podría dar mayor importancia al caso. En Cúcuta y Maicao podrían estar niños ecuatorianos, realizando labores no propias de su edad.
Una parte del reportaje se refiere a la actividad de la Policía Técnica Judicial (PTJ) de Venezuela para esclarecer estos hechos. La PTJ realiza similar actividad a la de la OID del Ecuador.
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