Período Formativo:
Se lo llama de este modo porque aquí se empezaron a formar las primeras culturas del Ecuador, es decir hubo ya varios acentamientos. Estas culturas son: Valdivia (3.500-1500 a, c ), la Machalilla ( 1800-1500 a.c) y Chorrera ( 1500-500 a.c)
Estas culturas empezaron a utilizar la agricultura, tenían conocimientos sobre cerámica muy avanzados, además aprovechaban lo que más podían la materia prima creando una tecnología muy avanzada de donde hacían utensilios para la vida diaria. El alimento principal fue el maíz.
La cultura Valdivia daba mucha importancia a la fertilidad y hacían figurillas de mujeres con niños en brazos o embarazadas, y parece que la mujer era un ser muy respetado por su condición de madre. La cultura Machalilla, dicen los cronistas que fue una evolución interna de la Valdivia. Esta cultura tiene mucho en común con la Valdivia pero una diferencia importante es que es la primera cultura ecuatoriana que tiene la costumbre de la deformación del cráneo, y en todo lo demás son iguales, y vivían en casas sostenidas por palos que las mantenían lejos del suelo para evitar la mordeduras de las culebras y otros animales. La Cultura Chorrera , ya tuvo avances en estos mismos aspectos, las figurillas ya tenían un volumen y varios detalles que no tenían las anteriores. Esta cultura empezó a movilizarse, y se acentó en varias partes como Esmeraldas, Santo Domingo y la Amazonía. En la Costa se situaron cerca de los ríos para tener el agua y explotar la fauna. En la Sierra conocieron nichos ecológicos explotables. Fue muy importante la fabricación de utensilios domésticos como platos y cuencos e hicieron adornos que tenían un valor jerárquico. Su alimentación no solamente se basaba en el maíz, los vegetales y las frutas sino también en el consumo de animales.
Tenían un curandero que tenia conocimientos herbolarios, y además consumían coca y plantas alucinógenas que les permitían tener contacto con el más allá. Esto tenia un fin religioso.
Período de Desarrollo Regional:
En este período podemos ver un mayor desarrollo en varias culturas. Estas culturas fueron: La Tolita, Daule y Tejar, Jama-Coaque, Guangala y Jambelí en la costa, y Panzaleo en la sierra.
En la costa, la más conocida en este período fue La Tolita que lleva su nombre porque en aquella isla había montículos de tierra que se llamaban tolas. La isla tenia una vegetación muy tupida en la que sus habitantes hacían la huaquería o excavación de huecos.
Se dedicaban a la agricultura, la cerámica, la metalurgia, el tallado de madera y las piedras finas para adornos. Había también escultores, que representaban a otros artista e instrumentos, como flautistas, ocarinas y tambores. Tenían jefes brujos o sacerdotes, es decir hacían ceremonias religiosas, y tenían un sentimiento familiar arraigado.
Se sabe que fabricaban fibras, adelgazando el algodón para así, hacer textiles. En esta cultura tenían muchos animales míticos como los felinos, las serpientes y las aves y además el Dios más importante estaba concebido como un ser humano.
Tenían una especie de jerarquía donde había familias de más importancia que otras y ellos fueron los primeros en preocuparse por el erotismo.
En este período las culturas empezaron a desarrollarse solas, es decir cada una creció estando separada de las demás.
Período de Integración (500 a.c. – 1500 d.c.)
En este período las culturas empezaron a comunicarse entre sí mediante la navegación, dándose así intercambios culturales y comerciales. En la costa se forman ya confederaciones indígenas acentadas que eran la de los huancavilcas y los Mantas y otras en lo que ahora es Atacames, Milagro y Quevedo. Se construyen nuevas infraestructuras de carácter ceremonial, instalaciones para la producción artesanal y caminos. Se hacen grandes terrazas para la agricultura y empieza una organización social más compleja, iniciando así las clases sociales.
También se crea una moneda en forma de hacha con la que empieza un sistema monerio y utilizan también la concha Spondylus, que era un requisito importante para el culto, como moneda, proyectándose el comercio en toda el área andina.
En el arte se utilizan metales como el cobre más específicamente en orfebrería, el barro y la piedra. No desarrollaron la escritura pero tenían un sistema de nudos que después fueron llamados quipus, y cada nudo era tenia un significado diferente, y la cerámica no evolucionó como en períodos anteriores pero la manejaban hábilmente.
Otra manifestación artística era la pintura en el cuerpo y los dibujos tenían significados ceremoniales. En la región amazónica fabricaban tintes y con esto podemos ver que conocían muy bien ciertos secretos de la naturaleza. En la selva era más fácil cazar, pero aun así tenían pequeñas parcelas cultivadas, aunque la tierra no era apta para la agricultura porque tenia poco humus.
En la sierra, en este período estaban los pueblos pertenecientes al Reino de Quito. Estos eran la comunidad Puruhá, la comunidad Cañari y la cultura Panzaleo que ya existía anteriormente siendo una cultura que se destacó en la pintura de varios estilos en el período anterior. La variedad de climas y micro-climas ayudaron a la acentuación de estas culturas y su alimentación era básicamente agraria, aunque también cazaban carne de venado y aves. Tenían animales domésticos como el cuy y la llama.
Construyeron montículos o tolas que utilizaban para viviendas o templos y también como tumbas y construían con materiales perecibles como la madera y la paja que combinaban con la piedra, formando casas bastante apropiadas y seguras.
Eran pueblos religiosos que creían en la vida más allá de la muerte y su sistema político encarnado en jefes tribales. Tuvieron un avance muy importante en la metalurgia y desarrollaron técnicas como el laminado, amalgama de oro y cobre, remachado, y repujado.
La llegada de los Incas:
Aproximadamente en el año 1463, Tupac-Yupanqui había extendido el dominio Inca hasta el norte de Chile y el noroeste de Argentina. Decidió entonces iniciar una guerra de expansión del Imperio hacia el norte y en poco tiempo llegó a la actual provincia de Loja donde bautizaron a las tribus locales como "Los Paltas" por su costumbre de deformar los cráneos a los recién nacidos. Palti-Uma se traduce como "cabeza de aguacate".
La estructura política del Ecuador no estaba unificada pues cada comarca tenia un Curaca, por lo cual fue fácil para los Incas imponer su poderío militar. La mayor resistencia la hicieron los Cañaris famosos por su bravura, incluso obligándolos a retornar a la zona de Loja. Simultáneamente Tupac-Yupanqui había hecho incursiones por la Costa y se dice que sus emisarios estuvieron en Tumbes, Puná y Manta.
En el año 1493, cuando ya Cristóbal Colón había puesto pie en la Isla Española, Huayna-Capac asumió el trono a la muerte de su padre y continuó la expansión del Imperio llegando al norte del Ecuador. Los Caranquis y los Otavalos pusieron tal resistencia que los Incas, conseguida su victoria y en venganza, mataron a 30000 hombres y lanzaron sus cuerpos al lago que desde entonces se llama Yaguarcocha o "el lago de sangre".
En los nuevos territorios los Incas aplicaron sus sistemas políticos, religiosos y de represión militar. Su cultura se expandió fácilmente sobre las tribus dominadas y surgió, entonces, una mitología nueva encabezada por la diosa Pachamama y el dios Viracocha a quien se le atribuía la creación del mundo y de sus primeros pobladores los gigantes. Los Incas materializaban sus ritos de adoración dirigiéndose al Sol, fuente de energía natural y sede de todos los dioses.
El Inca como hijo del Sol presidía las ceremonias más importantes secundado por un Sumo Sacerdote. Para el efecto se construyeron grandes edificios donde se desarrollaban servicios religiosos, ceremonias políticas y procesos de dirección administrativas.
En esta línea, el edificio más representativo fue el de Ingapirca construido por Huayna-Capac, una gran estructura de piedra similar a las construcciones del Cuzco, con aquella técnica tan exclusiva de los Incas para unir piedra con piedra en perfecta amalgama. De aquella época y con la misma técnica quedan vestigios de los llamados "caminos del Inca"por donde transitaron los "chasquis", llevando mensajes por todo el Imperio. Sin duda, las construcciones incas fueron más sólidas, más grandes y más funcionales que las que hicieron los pueblos conquistados.
Era una cultura superior que dejo profundas huellas en lo que ahora somos. Basta decir que los caminos y los puentes sólidos o colgantes fueron comparados por los españoles por el sistema vial romano. Fuera de sus centros religiosos y administrativos donde estaba la clase dirigente, el resto de la población vivía esparcida por el campo en casas que estaban más cerca de sus cultivos. Este modelo de asentamiento es el que perdura hasta ahora y que explica el fuerte arraigo del campesino ecuatoriano a la tierra. Muchas casas siguen siendo de tierra apisonada con una sola puerta pero sin ventanas.
La cerámica cuzqueña fue incorporada a la producción local aunque los utensilios en ese estilo eran usados por altos dignatarios. El pueblo llano siguió trabajando y utilizando su propia cerámica. Consecuentemente, la escultura no tuvo una evolución trascendental, aunque los Incas desarrollaron una alta producción de objetos de oro ceremoniales mezclando sus propias técnicas con las que ya conocían los pueblos del Reino de Quito.
Si juzgamos las manifestaciones culturales actuales, encontramos en la fusión con los Incas la explicación de nuestras similitudes con peruanos y bolivianos, pues, concluida la guerra entre Huascar y Atahualpa el Imperio llegó a ser uno solo en todas sus manifestaciones.
De las culturas indias nos quedan manifestaciones artísticas que vale la pena resaltar y que los investigadores definen como "arte popular". Nuestro pueblo mantiene, domina y ha mejorado variadas técnicas para trabajar materiales como el barro, la madera y los metales. Es un arte donde el creador no individualiza su obra, es una expresión y un estilo que lo encontramos en cualquier mercado popular reflejando esa sensibilidad y esa habilidad transmitidas de generación en generación a lo largo de centurias.
Aquí destacan el arte de las cestería para trabajar objetos de utilidad práctica pero de ingenua belleza, utilizando fibras naturales como la paja toquilla, el suro, el carrizo, la totora, el mimbre, el yute y la cabuya. De las hábiles manos de nuestros artesanos han surgido cestos, canastos, sombreros de exportación y fama en el mundo, petates, adornos y más.
La vieja técnica de la alfarería que viene de la cultura Valdivia se mantiene hasta hoy como artesanía pura y como industria. La producción va desde pequeños adornos y utensilios caseros, hasta vajillas de exportación. En todo caso, aquí estamos para tomar en cuenta lo que es artesanía; es decir, donde el trabajo todavía se hace con las manos, la paciencia y una profunda creatividad. Con la técnica del "acordelado" se hacen recipientes conocidos como "puños" y "pondos", básicamente.
Los tejidos constituyen la artesanía mas desarrollada y representativa, por lo cual tienen gran demanda, incluso, en los mercados internacionales. Por eso, no es raro encontrar indígenas ecuatorianos, otavaleños sobre todo en cualquier capital del mundo desarrollado.
En nuestro medio los tejidos que surgen de los telares indígenas son todavía muy importantes en la indumentaria de los ecuatorianos, pese al desarrollo textil industrial. Se hacen en telares de cintura y de pedales, utilizando la fuerza y la coordinación humana. Las materias primas fundamentales han sido la lana de oveja y el algodón, aunque ahora se han incorporado el nylon y el poliester. En lo más notable y llamativo están los bordados de prendas de vestir que han adquirido fama como las blusas de Zuleta o de Otavalo, por mencionar algo. La tinturación también se hacia con elementos y métodos naturales, pero, en la actualidad se han incorporado los materiales sintéticos.
La talla de madera ha alcanzado expresión artística indudable, como se aprecia en las vitrinas de San Antonio de Ibarra. Un formón en manos del artesano lo transforma todo. Es notable el dominio de la figura humana aplicada a la escultura religiosa y los primeros indicios de un arte abstracto en figuras menos comunes, lo cual le da a esta artesanía una proyección indudable.
También esta la orfebrería con trabajos en cobre, plata y oro, que vienen de los tiempos antiguos. Ha ello se han sumado los trabajos en hierro forjado para elaborar diversos objetos para adornar viviendas, como rejas, vallas, faroles, lámparas y otros.
En fin, el arte popular ecuatoriano tiene fuertes raíces indígenas y ello se expresa también en la música, en los ceremoniales religiosos donde se mezcla lo cristiano y lo autóctono, en las fiestas tradicionales como la "de finados" para homenajear a los muertos, en el "carnaval" y en buena parte de las celebraciones cristianas incorporadas a la cultura indígena con caracteres propios.
La pintura indígena de dos dimensiones, conocida como "naif" por su estilo ingenuo y natural también tiene su propio sitio en la cultura nacional. Sumemos los trabajos en papel y la pirotecnia, entre otras manifestaciones que se nos escapan.
Basta mirar a nuestra gente y a sus quehaceres diarios para darnos cuenta de que las raíces indígenas pesan en nuestra vida cotidiana.
La conquista española:
El fin del incario se da cuando aparecieron los primeros españoles en el año 1526, en las costas ecuatorianas. Según las tradiciones incas, el retorno del Viracocha debía darse y esa premisa histórica confundió a los bravos incas que aceptaron al hombre blanco sin mayor resistencia. La guerra entre Huascar y Atahualpa también los había debilitado y bajo el liderazgo de Atahualpa, que demostró gran visión de futuro y de progreso, el imperio buscaba desarrollarse en paz y mejorar sus condiciones de vida. La agricultura había tomado gran preponderancia con el sistema de terrazas que permitió aprovechar las escarpadas montañas andinas. La producción estaba segura y el pueblo tenía para alimentarse y para ofrendar a sus reyes y a sus dioses.
Buscando mantener el dominio de tan extenso territorio, Atahualpa, quiteño de nacimiento, se instaló en Cajamarca, ciudad intermedia entre el Cuzco, Tomebamba o la actual Cuenca y Quito. Hasta allá llegaron los españoles para destronarlo. El hombre blanco y barbado lucía como la representación del señor Viracocha que retornaba y el caballo era una figura demasiado imponente para los indígenas que acaban de conocerlo. También sufrieron en carne propia la presencia de la pólvora y los arcabuces, instrumentos extraños para una comunidad que se apegaba a la naturaleza y no conocía estas técnicas avanzadas de conquista.
Blasco Nuñez de Balboa había abierto el camino con el descubrimiento del Océano Pacífico desde Panamá. Francisco Pizarro había oído del Imperio Inca bajo el nombre de "Viru" palabra original para "Perú", como una tierra rica en oro. El piloto Bartolomé Ruiz lo trajo en una destartalada embarcación hasta las costas de Manabí. La selva asustó a los conquistadores, pero Pizarro, en la Isla del Gallo citó a los trece de la fama trazando una línea en el suelo. Los que lo siguieron avanzaron por el trópico inhóspito hasta llegar al desierto peruano y se instalaron en Piura. Allí se dividieron en dos expediciones, Pizarro siguió hacia Cajamarca y Sebastián de Benalcazar tomó hacia el norte hasta llegar a Quito donde dominó a Rumiñahui, el último general de la resistencia.
Los españoles trajeron estas tierras un idioma distinto que lo asumimos como propio, una religión que los indo-americanos tampoco conocíamos, una cultura más avanzada que provenía del continente más antiguo donde habían florecido civilizaciones como la griega y la romana, tecnologías mas avanzadas en la navegación y el transporte y, desde luego, una organización social basada en el individualismo, tan distinta del sistema incaico que mas bien parecía un organización socialista donde todos trabajaban para todos y para el Inca.
Simultáneamente, vinieron los nuevos conceptos de arte, arquitectura y más expresiones culturales que se fundieron magníficamente con las expresiones de la cultura india. El peso de la religión católica se reflejó en los primeros pasos de la conquista, junto a cada conquistador había un sacerdote dispuesto a cristianizar a los "paganos" indígenas. Por eso, las ciudades se construyeron a partir de una plaza mayor donde siempre tuvo fuerte predominio la presencia de un templo. La ciudad de Quito adquirió fama, ya en los templos coloniales, por el arte de sus imponentes iglesias hechas en piedra indestructible, adobe y madera, con cúpulas imponentes, púlpitos, retablos y altares bañados en pan de oro donde lucían las pinturas y esculturas más impresionantes. En los tiempos actuales seguimos siendo orgullosos de esas iglesias que configuran una escuela artística bautizada como quiteña y reflejada en las pinturas y esculturas de imágenes de seres celestiales y santos que se elevaron de tierra por sus virtudes. Dicen los expertos que los templos de la Audiencia de Quito no son desmesuradamente grandes como en las viejas capitales europeas donde el ser humano se siente aplastado y empequeñecido. Acá hay una relación de medida que facilita el contacto espiritual del creyente con Dios. Así mismo, la arquitectura de esa época logró vencer la topografía del terreno quiteño lleno de quebradas y hendiduras.
Los sacerdotes dirigían las construcciones y se encargaban de la parte concerniente a diseño, pero los indígenas ponían la mano de obra, incluyendo sus capacidades artísticas. Era el año 1535 cuando Quito ya tenía su primer párroco, Juan Rodríguez, partícipe un año antes de la fundación de la ciudad. En 1550 vino el Obispo Díaz a terminar la Catedral. Los terremotos no han logrado echar abajo a las iglesias quiteñas sometidas a constante restauración como verdaderos símbolos de nuestra cultura y nuestra historia.
Lo que mencionamos para Quito también es válido para las provincias, aunque por razones obvias la ciudad de San Francisco de Quito estaba llamada a ser el centro cultural del país y uno de los más importantes de la América colonizada. Paralelamente, se hicieron los monasterios y conventos para alojar a sacerdotes y monjas que pasaban a administrar los tesoros culturales de la época; esto es, cuadros, esculturas y adornos religiosos que con el paso del tiempo han ido adquiriendo mayor valor.
En los siglos 16 y 17 se hicieron solo casas y no mansiones ni palacios, pero en cambio tomó gran desarrollo el fino arte de la pintura y la escultura. Fray Jodoco Ricke, un fraile franciscano de avanzada que fue el que trajo las primeras semillas de trigo a continente americano, fundó en Quito la primer Escuela de Bellas Artes y Oficios que se llamó San Juan Bautista, que después se llamó Colegio San Andrés. Fue la cuna de la pintura quiteña y aquí surgen los primeros nombres de artistas indios, como Andrés Sánchez Gallque, que trabajaron bajo la dirección del Padre Pedro Bedón, sacerdote criollo de magnífica formación y espíritu educativo. Advirtiendo las diferencias sociales de la época creó la Cofradía del Rosario para unir a españoles, criollos e indios bajo el mando de María, buscando eliminar diferencias.
En el siglo 17 surge la figura de Miguel de Santiago, pintor extraordinario cuyas obras religiosas son reconocidas en el mundo entero. Con él llegamos a la máxima altura del arte hispanoamericano de la época y toma forma ante los críticos, la escuela quiteña. Fue indígena y adoptó el apellido de su protector Hernando de Santiago. Son famosos sus lienzos sobre la vida de San Agustín. Que reposan en el claustro del convento, lo mismo que la Virgen de las Flores y otras pinturas.
También surgieron los escultores talladores e ingenieros que también trabajaron en los temas religiosos con un estilo barroco y trabajando sobre todo en madera. Se pintaban con colores naturales, pero se ponía énfasis en los plateados y dorados.
Aquí destacan Diego de Olmos, artista mestizo mejor conocido como Pampite y famoso por sus vívidos crucifijos.. También Juan Martínez Montañés.
En Cuenca destacó un gran escultor llamado Gaspar de Sangurima cuyas imágenes tenían incomparable expresividad impresionista.
En los pintores del siglo 18 están Bernardo Rodríguez, Manuel Samaniego y Jaramillo, los escultores Bernardo de Legarda famoso por su virgen alada y Manuel Chili, mejor conocido como Cascapicara.
En el siglo 19 se inicia la dinastía de los pintores Salas que dejaron obras maestras.
Lo que nos queda del pasado y lo que podemos cambiar: una perspectiva sicológica
Los ecuatorianos tenemos una personalidad que nos distingue de cualquier otro ser humano, y esta es el resultado de lo que nos han enseñado, lo que hemos heredado, la influencia de nuestro alrededor, la cultura que nos viene de generación en generación y. en lo individual, experiencias de nuestra infancia.
El problema de nuestro país es que tenemos un concepto errado del desarrollo y pensamos que primero es el país como estructura, es decir carreteras, puentes, escuelas. Hospitales, lo cual deben hacerlo otras personas en favor nuestro. El país está frente a nosotros y no dentro de nosotros; por eso, nos confiamos a los políticos y a quienes, en nuestro concepto "deben salvar a este país".
Muy difícilmente llegamos a admitir que podemos aportar con nuestro propio granito de arena. En cambio, en los países desarrollados, cada cual es consciente de sus obligaciones personales frente a la sociedad; en primer lugar está el individuo y como consecuencia de la preparación personal que es asumida primero por cada uno y después por el Estado. La educación general es la meta, pero cada uno la siente y quiere superarse. Así, la estructura del país es primero humana, el país está echo por los hombres y mujeres que quieren ser mejores y contribuir con lo suyo que el país y la sociedad progresen.
Lógicamente, están otros aspectos como la explotación y el dominio de los pocos ricos hacia los miles de pobres, aunque pienso que también algunos pobres esperan que les caigan las cosas del cielo, pero también otras personas luchan mucho, y aún así no progresan como quisieran. Los latinoamericanos tenemos muchos problemas que ahora mismo los voy a enumerar.
Somos acomplejados físicamente, socialmente, sexualmente, económicamente, y culturalmente. La agresividad la asociamos con la virilidad, es decir somos machistas tanto hombres como mujeres, hacemos problemas por cualquier cosa; de este punto salen las falsedades, los desprecios, y otras cosas más.
Existen otros factores para que este país no crezca, y uno de ellos es la corrupción, que va desde los más altos dignatarios hasta los conserjes, todos nos explotamos los unos a los otros, y no tenemos ni siquiera vergüenza de hacerlo, lo hacemos en la cara de las otras personas sin ningún problema. Nuestro país es el que tiene más puentes vacacionales, por cualquier cosa un puente, no perdonamos el "san viernes" y vivimos en huelgas sin sentido porque los gobernantes pocas veces hacen caso, y si lo hacen es porque van a sacar alguna tajada de todo eso. La ley del menor esfuerzo está en todo, recurrimos al camino mas corto y fácil, en vez de trabajar lo que más puede cada uno para hacer un mejor país.
Ciertas tradiciones populares asociadas a nuestros orígenes son muy pintorescas y folclóricas, pero las degeneramos con facilidad lo cual trastorna esa misma dignidad que debemos asociar con nuestros orígenes. Entonces, las fiestas de pueblo siempre terminan en borrachera, en broncas y duran varios días, porque lastimosamente nuestro país es un país alcohólico, en donde disfrutar y pasar bien es sinónimo de pegarse la borrachera del siglo.
Un caso típico es el del carnaval con agua. No tengo nada en contra si nos reunimos a jugar carnaval, pero no estoy de acuerdo en que desahoguemos nuestros complejos y resentimientos sociales sobre un pobre cristiano, que va al trabajo o a cualquier otro lado. Hay una carga de agresividad en lo que hacemos, lo cual solo esconde nuestra propia debilidad. Cuando no podemos agredir nos vamos al adulo y al facilísimo. Por eso, otra característica de nuestra personalidad sico-social es el palanqueo, para conseguir un trabajo buscamos alguien que tenga algún tipo de poder en alguna empresa o una institución pública, mientras otras personas que se esfuerzan mucho, estudian y se preparan no consiguen trabajo porque las que no están debidamente preparadas se humillan con el palanqueo.
Los ecuatorianos podríamos superar estos defectos encontrándonos a nosotros mismos en nuestra propia realidad, evaluándonos todos los días y tomando conciencia de que somos integrantes de un gran cuerpo social que no puede estancarse. Pero, también confundimos el factor progreso con imitaciones sin sentido de los grandes defectos de las sociedades desarrolladas. Miramos en ellas, no el sentido de superación y la capacidad de trabajo, sino el consumismo y la mediocridad. No pensamos, por ejemplo, que los Estados Unidos para llegar a ser lo que son, tuvieron que evolucionar como verdaderos pioneros. Solo queremos parecernos a ellos en los resultados y en sus desviaciones.
Nadie puede escapar de las influencias, sobre todo, en una época en que las comunicaciones nos ponen al alcance de todo el mundo, absorbemos todos los días las características de otras culturas y nos vamos incorporando a corrientes globalizadoras en que todos queremos ser lo mismo. Así hemos perdido lo que teníamos de identidad nacional que es herencia del pasado, nuestros intereses en cuanto al conocimiento han ido variando también y lo que realmente somos ha quedado refundido entre los extranjerismos más mediocres.
Ojalá en el nuevo siglo podamos medir esa influencia y asimilarla debidamente; crecer sin aislarnos ni perder personalidad propia como país, aprovechar bien nuestros maravillosos recursos naturales, el talento y la creatividad que si tenemos y tener proyección propia en el concierto de las naciones.
Recomendaciones para mantener y desarrollar nuestras raíces culturales
Que nuestras raíces culturales perduren depende de acciones en el fondo y en la forma.
Por ejemplo, que va a pasar con nuestras comunidades indígenas, con sus costumbres y tradiciones…? Están condenadas a desaparecer. ? Sin duda, no. Nuestra obligación es evitar que ello ocurra.
Hay grupos indígenas que están solitarios y apartados en razón de la propia geografía, como las tribus del Oriente, mientras otras, están incorporadas y cercanas a lo que llamamos civilización, como ocurre con las comunidades serranas que ocupan campiñas cruzadas de carreteras y caminos.
Para las tribus orientales, como los Huaoranis o Aucas, los Schuaras y Aschuaras, los Alamas y Quechuas, la solución sería la de respetar su hábitat en razón de que ellos están plenamente incorporados a la selva y a todos los fenómenos naturales que en ella se dan, su supervivencia y forma de vida está conectada con el manejo de la flora y de la fauna en términos naturales. Entonces, hay que reconocerles esa tierra y esa selva, entregándoles grandes áreas que pueden constituirse en parques naturales donde los visitantes respeten no sólo las condiciones del parque en sí, sino a sus habitantes y a su forma de vida. Allí, la explotación de recursos tendría que desaparecer, porque ésta puede afectar esas condiciones naturales que se trata de preservar.
En las áreas que rodeen los parques la explotación tendría que ser limitada y cuidadosa, sujeta a normas especiales para evitar contaminación y destrucción. Felizmente, ya se ha comprobado que es más importante para la humanidad que la cuenca amazónica permanezca como factor de la ecología del planeta, lo cual, ayuda a entender mejor que el habitante de la selva también es parte de ese equilibrio natural que se trata de preservar.
En el caso de las comunidades indígenas de la sierra, como los Imbayas –de Otavalo y sus alrededores–, los Salasacas, y otros, ya no pueden permanecer aislados y se han incorporado a la vida de blancos y mestizos asimilando costumbres y cultura. En este caso, corresponde respetar las expresiones propias de su tradición, los simbolismos como la vestimenta y el folklore, bajo el concepto de que enriquecen la cultura nacional y le dan identidad. Hay que mirar a nuestros indígenas como lo que son, sin menospreciarlos ni acomplejarlos, porque hay en ellos un gran potencial para el trabajo y la superación que puede ser la salvación de nuestro país.
En lo de fondo, debemos reconocer que el indígena ecuatoriano tiene siglos aferrado su tierra porque depende de ella. Esto es algo que no todos podemos entender, aunque si miramos nuestros campos veremos –como en los tiempos inmemoriales de los primeros asentamientos– que las viviendas están desperdigadas ya que cada una corresponde a un pedazo de tierra de cultivo. Si tomamos conciencia de nuestra propia utilidad, tenemos que reconocer que de aquello depende nuestra diaria alimentación, pues, son los campesinos los que en base a su apego a la tierra, permanecen en ella amándola, cultivándola y dándonos el alimento.
Hay un gran ejemplo en la vida de los indígenas que los demás deberíamos seguir e imitar: su condición gregarista y su sentido de solidaridad para pensar y actuar como comunidad y no como individuos. En medio de la crisis económica y social que cada día se ahonda mucho más, estamos viendo como los indígenas y campesinos desarrollan proyectos de autosugestión produciendo bienes de consumo que salen, incluso, a los mercados internacionales. Un caso muy conocido es el de las "queseras de Bolívar", donde un grupo de indígenas antes sometidos al abandono y a la pobreza, se organizaron para producir quesos de alta calidad. Alentados por el éxito ahora producen otros alimentos como chocolates y licores. A manera de pequeña industria, también procesan lana de oveja y elaboran tejidos. Aparte, se han preocupado de la educación de los miembros jóvenes de la comunidad, becándolos para que estudien en los centros poblados con la condición de que regresen a servir a su comunidad, una educación dirigida pues escogen profesiones a nivel universitario, que les sean útiles en los proyectos comunitarios.
Cuantos ecuatorianos pueden encontrar un futuro digno en esta forma de trabajar…? Ojalá imitemos a los indígenas en esta faceta de su vida e investiguemos mas profundamente el sistema de organización social que mantienen con todas sus virtudes. Mucho discutimos los ecuatorianos sobre ideologías y métodos extraños, dejando a un lado lo que realmente somos. La integración tiene que ir en dos vías, de ellos a nosotros y de nosotros a ellos.
En Guatemala, por ejemplo, la cultura maya está cada día más incorporada, al punto de que sus conocimientos se reflejan en el diseño de programas de computación especiales, diseños de ropa típica que son aceptados, incluso, en los mercados internacionales.
En México, la cultura azteca es sumamente respetada y está en la sicología nacionalista de todos los mexicanos, por eso son un país fácilmente identificable y hasta una representación latinoamericana en otras zonas del mundo.
Leí recientemente que los Mayas son "un pueblo obcecado, pero, práctico y eso han hecho que perduren". Esto significa que hacen valer lo que son frente al resto del mundo, aunque caigan en la necedad. En los tiempos de la guerra civil en Nicaragua, El Salvador y países vecinos, fueron perseguidos y obligados a tomar parte en la contienda. Sin embargo, resistieron y su identidad cultural no ha resultado afectada. Lo mismo ha ocurrido en Perú. Imitemos, entonces, esta perseverancia y apoyemos a nuestros indígenas pensando en nosotros mismos, porque en nuestras venas también corre su sangre.
Solo pensemos en la herencia indígena de "la minga", como un mecanismo que ha permitido el trabajo comunitario con grandes resultados. Hay que desarrollar esta actitud positiva, solidaria y progresista. Si estamos unidos alrededor de pequeños y grandes objetivos, seremos mucho más en la lucha contra las dificultades.
De los españoles heredamos muchas cosas en el campo cultural y artístico. Sin embargo, lo que mejor deberíamos aprender de ellos es su espíritu de aventura demostrado en la conquista de terrenos desconocidos e inhóspitos. Fueron pioneros en esa lucha. Ahora, pudiéramos emprender otras aventuras de conquista, para ser inventores y creadores de nuestro propio destino como nación y como estado, educarnos sin complejo para descubrir una ciencia y tecnologías propias que aporten en beneficio de la humanidad, una organización social y económica que responda a nuestra idiosincrasia y a nuestros propios valores.
- En aspectos de forma, casi sobra decir que tenemos que preservar nuestros monumentos históricos y todas las expresiones culturales propias.
- El patrimonio de nuestras ciudades, por ejemplo, está en las obras que en otros tiempos hicieron los indígenas sometidos, los españoles recién llegados y los mestizos de las generaciones siguientes.
- Otra de las riquezas del Ecuador son las Iglesias, las obras de arte pictórico y escultórico que hemos descrito ya, no para que sean contempladas en postales o en documentales televisivos, sino para que sean visitadas y admiradas por todos, especialmente, los niños y jóvenes que deben encontrar allí sus raíces.
- También podemos desarrollar una conciencia turística para que visitemos nuestro país, primero.
- Hay mucho que conocer de paisaje, manifestaciones artísticas y culturales en las distintas regiones. Por ahora, los extranjeros las aprecian mucho mas que nosotros. Ojalá cambiemos.
- Paula Espinosa de los Monteros Mayo 1999
- Instituto Científico de Culturas Indígenas Calle Gaspar de Carvajal N26-27 y Luis Mosquera Narváez Casilla 17-15-50B Quito-Ecuador
Autor:
Luis Chisaguano
COLEGIO "CARLOS ZAMBRANO"
Quito, 05 de Junio del 2006
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