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Una nación de indeseables (página 2)

Enviado por Mario Alberto Geller


Partes: 1, 2

"… A mediados de noviembre, la fundación escribió al canciller Carlos Ruckauf pidiendo ayuda en esclarecer "una situación" que los intrigaba. Según parece, la Comisión de

Esclarecimiento de las Actividades Nazis en la Argentina, CEANA, se dedicó a compilar una lista de "diplomáticos argentinos que salvaron judíos", lista que fue homenajeada en la última Feria del Libro en una muestra llamada "Visas a la vida". La Fundación Wallenberg destaca en la carta que la muestra mezclaba a estos argentinos con "probados salvadores" como el nuncio vaticano Angelo Rotta, el portugués Sousa Mendes y el mismo Wallenberg.

No es que la fundación cuestione de por sí la presencia de los argentinos en el mismo ámbito: lo que solicita es la documentación que pruebe que merecen estarlo, documentación que pidieron "en más de una oportunidad" a la CEANA y nunca recibieron.

Cancillería, al contrario de la CEANA, contestó a la fundación. Pero tampoco entregó ? ni ofreció entregar ? documentación alguna. Firmada por el subsecretario de Política Exterior Fernando Petrella, la nota es un modelo de diplomacia que explica que la lista fue compuesta no sólo por el ministerio, sino por investigadores de la CEANA y,parcialmente, por el Centro de Estudios Sociales de la DAIA."…

"Lo que no adjunta Petrella son las referencias concretas a que "registros oficiales argentinos y alemanes" se refiere exactamente, a que documentación probaría la humanidad de estos diplomáticos. El detalle es relevante, porque no sólo muestra una vez más la impenetrabilidad de los archivos del ministerio de Relaciones Exteriores, sino que cubre la inclusión en la lista que el mismo ofrece de la figura de Luis H.Irigoyen"….

"Como Cancillería en ningún momento dice a que archivos alemanes se refiere en particular, es difícil saber si se trata de los mismos que consultó el investigador argentino Uki Goñi para su libro "La auténtica Odessa".

En esta estremecedora historia de cómo Juan Perón armó una vasta red de inteligencia para traer al país a cientos de criminales de guerra alemanes, croatas, italianos,

franceses, holandeses y belgas, Goñi cuenta con un notable nivel de detalle y documentación la constante política exterior argentina de evitar la llegada de perseguidos europeos y colaborar con los nazis, antes, durante y después de la guerra.

Lo impactante es el volumen de documentación que aporta Goñi, rigurosamente anotado y detallado en notas al pie. Sucede que lo que Argentina todavía mantiene en secreto, Alemania ya lo abrió a los investigadores. Los documentos alemanes citados por Goñi pintan a Irigoyen bajo una luz muy distinta, como un diplomático que exasperaba al canciller alemán Ribbentrop por su cazuda negativa a evacuar a los judíos argentinos de Europa. Ribbentrop defendía a este grupo de judíos en particular para mantener buenas relaciones con un país que funcionaba como un aliado, y no entendía realmente la desidia argentina en aprovechar la oportunidad de salvar conciudadanos.

Irigoyen llegó al extremo de negar que cientos de argentinos judíos residentes en Europa fueran realmente argentinos. Lo hizo viendo una lista que los alemanes ? y no él ? se habían molestado en compilar. El destino final de esos compatriotas fueron las cámara de gas."

Al respecto Oliver Galak, en un artículo publicado en La Nación el 1/12/2003 titulado "Polémica por un homenaje en Cancillería", expresa:

"Elaboraron una placa que distingue a "salvadores" de víctimas del nazismo que tienen serias objeciones.

. La Fundación Wallenberg cuestionó a uno de los homenajeados por haber sido colaborador del régimen nazi.

. Hay otros once a los que no se los considera dignos de una distinción.

La permanencia en la Cancillería de una placa en homenaje a doce diplomáticos argentinos que ayudaron a víctimas del nazismo amenaza con convertirse en un dolor de cabeza para las autoridades del ministerio."

"Además de Irigoyen, los diplomáticos cuyos nombres figuran en la placa ubicada en el interior del edificio de Esmeralda y Arenales son: José Angel Caballero, Federico Fried, Miguel Angel Gamas, Juan Giraldes, Jacobo Laub, Roberto Levillier, Luis Luti, Héctor Méndez, José Ponti, Alberto Saubidet y León Schapiera.

La historia, como se dijo, comenzó con una investigación realizada durante la gestión de Di Tella. La placa fue colocada por el canciller de la Alianza, Adalberto Rodríguez

Giavarini, y las primeras denuncias de la FIRW surgieron cuando era Carlos Ruckauf el que encabezaba la jefatura de la diplomacia argentina.

Al asumir Bielsa la fundación insistió en su reclamo y sus autoridades lograron ser atendidas por el canciller el 8 de setiembre. En ese momento, Moreno y Baruj Tenembaum, fundador de la FIRW, elogiaron la actitud de Bielsa como diametralmente opuesta a las asumidas por sus antecesores. El ministro creó entonces una comisión para investigar los antecedentes de los diplomáticos mencionados en la placa, encabezada por el secretario de Culto, Guillermo Oliveri.

El propio Oliveri se había fijado a sí mismo el 15 de noviembre como fecha límite para emitir un dictamen.

Días antes de que venciera el plazo, la comisión entregó a Moreno toda la documentación disponible sobre Irigoyen. Fuentes de la Cancillería con acceso a esas

copias explicaron que del expediente no surge que Irigoyen haya sido colaborador nazi.

La comisión no presentó ninguna documentación para avalar la inclusión del resto de los diplomáticos en la placa, hecho que motivó la carta de protesta. La FIRW consideró que no se habían dado las explicaciones necesarias para justificar el homenaje.

Consultado por La Nación, Oliveri ratificó su absoluta propensión a la investigación solicitada por la Fundación Wallenberg. Señaló que enviaría el expediente a la directora de Derechos Humanos de la Cancillería, Alicia Oliveira, y agregó: "Le hemos dado toda la cabida necesaria en la Secretaría. El hecho de que la investigación pase al área que corresponde, no significa que dejará de tener la celeridad que debe tener".

Por su parte, Oliveira se mostró entusiasmada con continuar la investigación, aunque evitó ponerse un plazo porque dice que hay que hacerla con seriedad. Explicó que pedirá más documentación sobre Irigoyen y abrirá los expedientes sobre los once diplomáticos restantes."

¿Cuál es, entonces, la verdadera magnitud del incidente en discusión? Uki Goñi, mencionado anteriormente, en su artículo titulado "Una placa sin explicación" dice lo siguiente:

"En el nuevo y moderno edificio de nuestra Cancillería existe una placa para homenajear a doce diplomáticos argentinos quienes ? según reza en el bronce ? "se mostraron solidarios con las víctimas del nazismo". El impulso original para colocarla se dio en 1998 cuando, con el aparente deseo de contrarrestar la creciente evidencia histórica sobre los lazos secretos entre el Estado argentino y el nazismo, la Cancillería vislumbró la posibilidad de encontrar algún Wallenberg argentino que haya socorrido a judíos en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.

Raoul Wallenberg fue un valiente diplomático sueco que, siguiendo instrucciones de su gobierno, salvó a miles de judíos en Hungría. Repartía entre los perseguidos por el nazismo "pasaportes" suecos que él mismo fabricaba. En una ocasión, se trepó a un tren que transportaba judíos a los campos de concentración y, caminando por sobre el techo de los vagones, arrojó sus "pasaportes" adentro.

Luego obligó a los oficiales nazis a detener el tren, diciendo que había "ciudadanos suecos" a bordo.

El caso argentino es diferente. Nuestro país dictó órdenes secretas que prohibían el otorgamiento de visados a judíos. Esto dividió a nuestros diplomáticos entre los que acataron y los que aceptaron otorgar visados a cambio de favores económicos. Esto resultó en la aparente contradicción de que, a pesar que la Argentina cerró sus fronteras, a su vez recibió a más judíos que cualquier otro país de América.

Pero existe otra incongruencia más alarmante respecto de la placa descubierta en julio de 2001. El comunicado de prensa emitido para la ocasión deja en claro que estos doce diplomáticos habrían intervenido mayormente a favor de ciudadanos argentinos residentes en Europa, a quienes simplemente renovaron sus pasaportes, o para quienes lograron algunas excepciones al régimen de raciones alimenticias impuesto por los nazis a la población judía. Cumplieron solamente con su deber, lo cual no merece placa alguna, a menos que se considere a los judíos argentinos una parte de la humanidad diferenciada del resto.

Igual sorpresa causó la inclusión de diplomáticos que actuaron a la inversa de Wallenberg, rehusándose a socorrer judíos argentinos que los nazis ofrecían entregar a nuestra embajada en Berlín. Ya en 1991, en su monumental obra "Argentina and the jews", el historiador israelí Haim Avni reveló como el canciller alemán Joachim von Ribbentrop mantuvo con vida a unos cien argentinos a quienes el oficial SS Adolf Eichmann, a cargo de la cuestión judía, deseaba enviar al campo de Bergen-Belsen.

En reiteradas oportunidades, el secretario de la embajada argentina en Berlín, Luis H. Irigoyen, fue citado por Eberhardt von Thadden, el enlace entre Ribbentrop y Eichmann.

Los demás países habían repatriado a sus ciudadanos, ¿por qué la Argentina demoraba tanto en repatriar a los suyos?. Irigoyen respondía con evasivas. La repatriación se hacía dificultosa, argumentaba, no había comprensión de este tema en Buenos Aires.

En julio de 1943, Thadden citó nuevamente a Irigoyen. Había cincuenta y nueve argentinos en el gueto de Varsovia. Sobre su escritorio se apilaban los documentos de dieciséis de ellos. "Son falsificaciones", dijo Irigoyen. "Evidentemente la embajada argentina no tiene ningún interés en los poseedores de esos documento falsos". ¡Qué diferencia con Wallenberg! El diplomático sueco hubiera seguramente declarado los documentos legítimos y salvado a las cincuenta y nueve personas. Ante la reiterada negativa de la embajada argentina, los cien argentinos fueron finalmente enviados a Bergen-Belsen por Eichmann en 1944.

Es comprensible, entonces que, desde hace más de un año, la fundación Wallenberg, dedicada a preservar la memoria del diplomático sueco, viene exigiendo a nuestra

Cancillería la prueba documental en la que se basa el homenaje a estos doce diplomáticos. También el Centro Wiesenthal ha exigido estas pruebas. Hasta ahora, las pruebas no han aparecido. Sin ofender la memoria de algún diplomático entre los homenajeados que haya mostrado más humanidad que el resto de sus colegas, sería deseable que la Cancillería revea las razones tras la colocación de una placa tan mal aconsejada."

En el mismo tenor, Laureano Pérez Izquierdo para Infobae escribe en su artículo titulado "Abandonó a 100 judíos, pero lo homenajean como a un héroe" el 10/05/2005:

"Luis H. Irigoyen fue secretario de la embajada en Berlín durante el nazismo. En 1943, funcionarios del Tercer Reich quisieron entregarle a las autoridades argentinas a 100 compatriotas judíos. Irigoyen jamás respondió a los alemanes, dejando librado al criterio de la máquina asesina nazi el destino de sus compatriotas: la cámara de gas.

Lustrada todos los días por un ordenanza de Cancillería, una placa que recuerda a supuestos "salvadores" del genocidio nazi lo incluye.

A pesar de los reiterados y fundados reclamos de diferentes organizaciones y particulares que muestran su indignación por la placa descubierta durante la gestión de Adalberto Rodríguez Giavarini en julio de 2001, el Ministerio de Relaciones Exteriores aún no removió el homenaje a doce personas que continúan en la planta baja del edificio de Esmeralda 1212.

La Comisión para el Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en la Argentina (CEANA), creada por Guido Di Tella en 1997, promovió como "héroes" a doce ex integrantes de la Cancillería durante los años del Holocausto por su presunta "solidaridad con las víctimas del nazismo".

La indignación entre diversos sectores de la sociedad da cuenta de los "horrores" que se cometieron al incluir como "solidarios" y "héroes" a personas que, a lo sumo,

cumplieron con sus deberes de funcionarios públicos, aseguran desde la Fundación Internacional Raoul Wallenberg.

Sin embargo, lo que más indignación causó fue leerse la inclusión de Irigoyen en esa placa, sin que se conocieran los motivos ciertos que llevaron a la CEANA a colocarlo como un héroe de la lucha contra el genocidio.

El accionar de Irigoyen, del cual constan documentos, fue lo que mayor indignación causó entre diversas personalidades que se sumaron solidariamente al reclamo hecho en forma oficial por la Fundación Internacional Raoul Wallenberg como también del escritor Uki Goñi, quienes no comprenden tanta contradicción histórica.

Los pedidos llegaron hasta el despacho del ministro del Interior, Aníbal Fernández, quien luego de entrevistarse con el canciller Rafael Bielsa prometió descolgar "el homenaje" cuanto antes, mostrándose sumamente indignado por el error histórico."

Finalmente, el diario Clarín con fecha 19/05/2005 publica el artículo "Retiran de Cancillería un placa polémica. Denuncia de Nazismo" donde expresa:

"La Cancillería debió retirar una controvertida placa de su edificio que homenajeaba a 12 diplomáticos argentinos por sus actuaciones en "favor de los judíos" durante la

Segunda Guerra Mundial, uno de los cuales está acusado por organizaciones de la colectividad de haber hecho exactamente lo contrario.

La Resolución 999, firmada por el canciller Rafael Bielsa el lunes, y dada a conocer ayer, dispuso, "como medida preventiva", el retiro de la placa ubicada en el edificio sede del ministerio. La resolución toma en cuenta la "gravedad" de una denuncia, y por "razones de procedencia y responsabilidad institucional" adoptó medidas preventivas hasta tanto una comisión termine sus investigaciones sobre el asunto.

La denuncia la llevaba adelante desde hace años la Fundación Wallenberg y apuntaba contra la controvertida placa, inaugurada con toda la pompa en julio de 2001 por el entonces canciller Adalberto Rodríguez Giavarini. Esta homenajeaba a un grupo de funcionarios argentinos que "se destacaron durante el régimen del Tercer Reich por sus muestras de solidaridad y humanidad con las víctimas del nazismo.".

Pero, tras una sesuda investigación, apoyándose en documentos en los juicios de Nuremberg, de libros y en averiguaciones propias, la Wallenberg sostiene que no sólo se distinguió a hombres que "sólo cumplieron con su deber diplomático de ayudar a argentinos judíos", sino también que hay un caso más conflictivo. El director de la fundación, Gustavo Jalife apuntó contra el ex secretario de la embajada argentina en Berlín, Luis H. Irigoyen, quien -aseguró? rehusó repatriar a 100 judíos argentinos que el régimen de Adolf Hitler deseaba entregar a la Argentina."

Del artículo de Uki Goñi surge que la actuación de estos funcionarios de la Cancillería se enmarcó dentro de un marco legal, secreto, que le dio fundamentos a su accionar: la circular 11.

Al respecto Infobae publica el 12/05/05 el siguiente artículo titulado "La orden inmoral que envió a la muerte a miles de judíos":

"La Cancillería argentina prohibió en 1938 que los perseguidos por el nazismo fueran refugiados en el país. Su derogación, una obligación ética.

La Fundación Wallenberg comenzó una campaña masiva en busca de adhesiones para que la Cancillería derogue la orden secreta Nº 11, de 1938, que prohibía dar refugio a los judíos que huían del sangriento régimen nazi y que dejó así librados a su suerte a miles de judíos que murieron en campos de concentración.

La entidad ya recogió el aval de distintas figuras del ámbito académico y prestigiosos intelectuales para exigir que el canciller Rafael Bielsa derogue esa norma inmoral que agravia a la Argentina y a los argentinos.

La circular Nº 11 fue descubierta en 1997 en un archivo olvidado de la embajada argentina en Estocolmo, en Suecia, por la académica Beatriz Gurevich, y tomó estado público meses atrás por el escritor y periodista Uki Goñi, en su libro "La auténtica Odessa".

En una carta que Goñi escribió a Bielsa para exigirle la eliminación de la orden, el periodista advierte que la orden "fue dictada secretamente por el canciller de ese entonces, José María Cantilo" y que su propio "abuelo, Santos Goñi, cónsul argentino en el exterior durante la Segunda Guerra Mundial, la aplicó denengando visas a quienes huían del Holocausto, condenadondo a muchos a una segura muerte en esos años terribles".

"Qué circular ignominiosa y absolutamente contraria al espíritu de nuestra Constitución alberdiana", manifestó el historiador José Ignacio García Hamilton, en la adhesión a la que se sumaron otros intelectuales.

Marcos Aguinis, Sylvina Walger, Carlos Escudé,  los periodistas Joaquín Morales Solá, Andrew Graham-Yooll, entre otros rubricaron la exigencia de la Fundación Wallenberg."

El día 13/05/05, con la firma de Jaime S. Dormí, el Miami Herald publica el siguiente artículo titulado "La misteriosa Directiva 11":

"Dígame usted que está leyendo estas líneas, ¿cuántas veces se encontró cara a cara con acciones criminales cometidas por un gobierno? Y, si pasó por esa experiencia, ¿qué hizo? Yo acabo de enfrentarme con una situación semejante y decidí preguntarles a ustedes qué creen que debo hacer. Permítanme contarles.

Todos sabemos que con la directa cooperación de las autoridades argentinas una cantidad desconocida de jerarcas nazis, que se cree oscila en muchos miles, se mudaron al territorio de varias provincias de ese país. Uno de ellos, Eichmann, fue llevado a Israel y allí juzgado y ejecutado. Sabemos también de las simpatías nazis de muchos entre los altos mandos del gobierno argentino durante la Segunda Guerra Mundial.

Pero no sabíamos que esos nazis argentinos dejaron huellas de sus fechorías, y no sabíamos que el ministro de Relaciones Exteriores, José María Cantillo, firmó la directiva secreta No. 11, que aún hoy está vigente y que las autoridades argentinas mantienen todavía en secreto y se resisten a derogar, aunque fue esa directiva la que no permitió salvar a incontables miles de judíos.

Los mejores datos los da el famoso periodista Uki Goñi que escribió La auténtica Odessa. Uki es nieto de Santos Goñi, que era un miembro del servicio exterior argentino y por cuyo intermedio conoció los movimientos judeófobos del mismo, la Directiva 11 y muchos detalles adicionales que se acumulan en la lista de las vergüenzas argentinas.

En 1942, el jefe de la Oficina Principal de Seguridad del régimen alemán, Reinhard Heydrich, reunido con otros jerarcas nazis para abordar la llamada ''solución final a la cuestión judía'', planteó que la misma no podría llevarse a cabo si las fronteras no se mantenían cerradas y para eso contaba con gobiernos amigos que iban a emitir las órdenes necesarias, como por ejemplo la Directiva 11, que simplemente prohibía la asistencia a judíos.

El secretario de la embajada Argentina en Berlín era un tal Luis H. Irigoyen, hijo ilegítimo del ex presidente Hipólito Yrigoyen, y que hablaba alemán. A diferencia de cónsules como el sueco Wallenberg, el portugués Souza-Méndez, el japonés Fukujama o el suizo Lutz, que salvaron a millares de judíos arriesgando sus vidas y fortunas, Irigoyen no quería emitir las visas necesarias para 100 judíos, ciudadanos argentinos, que los alemanes no querían matar para evitar problemas a los miles de alemanes que vivían en Argentina.

Uno de los documentos que obtuvo Goñi corresponde a la oficina del oficial alemán Eberhardt von Thadden, enlace de Eichmann con el cuerpo diplomático extranjero acreditado en Berlín; en él establece que a pesar de los intentos de oficiales alemanes, dirigidos por el canciller Von Ribbentrop para que Buenos Aires, neutral en la guerra, repatriara a esos judíos argentinos, en vista de la negativa de Irigoyen los mandaron a Auschwitz y a Bergen-Belsen para ser eliminados.

La historia de Irigoyen no termina allí. Debido a las terribles historias que se cuentan sobre Argentina como asilo de criminales de guerra nazis que escaparon de los aliados, el gobierno argentino decidió presentar héroes que salvaron a judíos durante la guerra.

De alguna manera encontraron 12 nombres y en una linda ceremonia inauguraron una placa de bronce que se plantó en la pared del edificio de la cancillería argentina. Entre los 12 nombres figuran once desconocidos y uno que era un colaboracionista nazi, el señor Luis H. Irigoyen.

Desde hace varios años se viene pidiendo a la cancillería argentina que quite esa vergonzosa placa. El propio ministro Bielsa ya hace dos años que dijo que se ocuparía del caso -pero nada ocurrió-. Me han confirmado que se mandaron cartas al presidente Néstor Kirchner y a su esposa, la senadora Cristina Fernández de Kirchner. El ministro del Interior también prometió ocuparse de este asunto. Hasta hoy la placa sigue pegada a la pared de la cancillería en la calle Esmeralda 1212.

Acabamos de festejar el 60 aniversario del fin de la terrible gran guerra y la liberación de los campos de concentración, y las experiencias aprendidas del Holocausto deben recordarnos continuamente el valor de la democracia, la libertad y la justicia.

Roguemos al Todopoderoso que nos proteja en el futuro de circunstancias similares.

¡Amén!"

Finalmente, se produce la derogación de la citada directiva. El día 07/06/05 Infobae publica el artículo titulado "La Cancillería blanquea y deroga un documento racista":

"La nefasta Circular 11 impidió el ingreso de miles de judíos durante el Holocausto. El Gobierno reconoce la existencia de uno de los mayores secretos de Estado

Casi setenta años de silencio y ocultamiento llegarán a su fin el miércoles 8 de junio a las 18 en el Palacio San Martín, cuando el canciller Rafael Bielsa firme la derogación de un documento reservado, estrictamente confidencial y profundamente discriminatorio.

Se trata de la Circular secreta Nº 11, uno de los mejor guardados secretos de Estado de la Argentina, instrucción secreta firmada en 1938 por el canciller José María Cantilo y girada a todas las delegaciones argentinas en el mundo con el propósito de impedir que judíos y otros perseguidos por los nazis ingresaran a Argentina.

La derogación de la Circular 11 es solicitada desde hace años por la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, una ONG educativa fundada en Argentina.

En la ceremonia, Bielsa será acompañado por el ministro del Interior, Aníbal Fernández, y por Natalio Wengrower, vicepresidente de la Fundación Wallenberg.

El ministro político había intercedido en el caso cuando el pasado 21 de abril la Fundación Wallenberg publicó una dura carta en la cual denunciaba la existencia de una placa emplazada en la Cancillería que homenajeaba a doce diplomáticos argentinos por presuntas acciones solidarias durante el Holocausto.

La placa, inaugurada en julio de 2001 por el Canciller Adalberto Rodríguez Giavarini, incluía el nombre de Luis H. Irigoyen, diplomático que durante su misión en Berlín en 1943 se había desentendido de la suerte de 100 argentinos judíos que el régimen nazi ofreció repatriar a Argentina como gesto de buena voluntad hacia el país con el que mantenía excelentes relaciones.

De acuerdo a investigaciones de la FIRW los restantes once miembros del servicio exterior tampoco ameritaban homenaje alguno pues sólo habían cumplido con su deber de asistir a ciudadanos argentinos en Europa durante los años de la guerra.

La placa fue finalmente retirada por disposición de la Resolución 999, firmada por Bielsa el 16 de mayo pasado."

Al día siguiente del acto BBCMundo con la firma de Rosario Gabino informa "Argentina deroga orden antisemita":

"La Cancillería argentina derogó un documento secreto que fue diseñado para impedir la entrada de judíos y otros perseguidos por los nazis al país.

Se trata de la "Circular Nº 11", una instrucción dictada en 1938 por el entonces canciller argentino José María Cantilo y enviada a todas las delegaciones de este país en el mundo.

La circular ordenaba a los consulados a negar visas, "aún de turismo o de tránsito, a toda persona que fundadamente se considere que abandona su país de origen como indeseable o expulsado, cualquiera sea el motivo de su expulsión".

El gobierno del presidente Néstor Kirchner reconoció la existencia de este polémico documento, uno de los secretos mejor guardados por el Estado argentino, y este

miércoles el canciller Rafael Bielsa firmó su derogación.

La medida era reclamada desde hace años por la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, una organización educativa fundada en Argentina con sede en varios países.

La única copia original que existe de la "Circular 11" fue descubierta en 1998 por la investigadora Beatriz Gurevich en los archivos de la embajada argentina en Estocolmo.

Sin embargo, a pesar de las gestiones de Gurevich, el documento no fue revelado de inmediato.

Fue en 2002, cuando la Fundación Wallenberg decidió darlo a conocer publicándolo en su sitio de internet, que el secreto fue revelado en Argentina y el resto del mundo.

En el acto de derogación, Bielsa fue acompañado por el ministro del Interior argentino, Aníbal Fernández, y por Natalio Wengrower, vicepresidente de la Fundación Wallenberg.

Gustavo Jalife, director ejecutivo de la institución, explicó a la BBC que "la sensación que tiene la fundación es que finalmente se hace justicia, después de 77 años."

"Creemos que el gobierno está cumpliendo con su deber, no está haciendo nada extraordinario, pero nos parece muy correcta, elogiable y oportuna la decisión del

gobierno de intervenir para poner fin a esta vergüenza".

Según muchos investigadores, son cientos los ex nazis que llegaron a Argentina luego de la Segunda Guerra Mundial, en 1945.

Durante las dos primeras presidencias de Juan Domingo Perón (1946-1955) entraron clandestinamente a Argentina importantes jerarcas nazis como Josef Mengele, Adolf

Eichmann y Erich Priebke, todos con documentos falsos.

"Se habla de grandes centenares, algunos afirman que la cifra supera los mil", explicó a la BBC Gustavo Jalife.

"La colaboración de Argentina con el nazismo se explica por muchos años de neutralidad, cuando casi todo el mundo había declarado hostilidades a Alemania. Argentina lo hace sólo después de la guerra, apremiada por las circunstancias".

Según Jalife, Argentina "era un buen lugar donde los nazis podían disfrutar de transacciones, reservas y otros beneficios que le daba la neutralidad argentina"."

El mismo día 09/06/05 Infobae titula "El Gobierno derogó ayer una nefasta y racista circular":

"El Presidente dejó sin efecto una resolución de 1938 en la que se impedía el ingreso al país de judíos perseguidos por el régimen nazi.

El presidente Néstor Kirchner derogó ayer un documento reservado del año 1938 que limitaba el ingreso de judíos y perseguidos por los nazis a la Argentina.

Lo hizo junto al canciller Rafael Bielsa y el ministro del Interior, Aníbal Fernández, durante un acto en la Casa de Gobierno.

La resolución secreta, impulsada por el entonces canciller José María Cantilo y ahora derogada después de casi setenta años, impedía que judíos y otros perseguidos por el régimen de Adolfo Hitler ingresaran a la Argentina.

Su derogación fue solicitada durante años por la Fundación Internacional Raoul Wallenberg, una ONG fundada en la Argentina y que cuenta hoy con delegaciones en

Caracas, Jerusalén y Nueva York.

La polémica resolución número 11 del año 1938 fue descubierta en 1998 por la investigadora Beatriz Gurevich durante su paso por la Comisión de Esclarecimiento de

las Actividades del Nazismo en la Argentina, una entidad creada por el canciller Guido Di Tella durante el gobierno de Carlos Menem.

Sin embargo, la investigadora decidió abandonar su cargo luego que reportó su hallazgo y las autoridades de entonces decidieran archivarlo nuevamente y no revelar su contenido.

Al agradecer al Gobierno la derogación de esta resolución, el vicepresidente de la Fundación Wallenberg, Natalio Wengrower, advirtió sobre "el surgimiento de nuevas

formas de discriminación de toda especie cuyos promotores aguardan agazapados el cambio de vientos de la historia para instilar sus perversos designios".

"A ellos les recordamos que la historia no gira para atrás", afirmó."

Para terminar creo importante agregar dos artículos más fechados el 10/06/05.

Uno de ellos marca la repercusión internacional del tema y es publicado por el diario El país de España, lleva la firma de Jorge Marirrodriga y se titula "Argentina limpia una vieja mancha":

"Kirchner anula una orden de 1938 que impidió salvarse a miles de judíos.

En julio de 1938, un año antes del comienzo de la II Guerra Mundial, las embajadas de Argentina en Europa recibieron una comunicación secreta -la circular número 11- en la que se les ordenaba negar el visado a quien quisiera huir de su país "o que lo ha abandonado como indeseable o expulsado". La orden supuso la muerte para miles de judíos que no pudieron salir de Alemania y fueron deportados más tarde a los campos de exterminio. Sin embargo, y al igual que sucedió con otras pruebas escritas sobre el Holocausto, estos documentos desaparecieron tras la contienda hasta que en 1998 apareció una de las copias olvidada en un archivo de la Embajada argentina en Suecia.

Ahora la circular secreta ha sido anulada solemnemente en la Casa Rosada por el ministro de Exteriores argentino, Rafael Bielsa, ante el presidente Néstor Kirchner.

Argentina fue refugio, tras la victoria aliada, de personas que sirvieron al régimen de Adolf Hitler. Pero diferentes organizaciones judías pidieron durante años que se indagara sobre si esta colaboración había ido más allá de la concesión de refugio. Así durante la presidencia de Carlos Menem, su ministro de Exteriores Guido di Tella creó la Comisión de Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en Argentina. Una de sus investigadoras encontró el documento que implicaba al Gobierno de 1938 en la negación de auxilio a los perseguidos, pero la Administración de Menem decidió archivar el caso y mantener secreto su contenido. La investigadora abandonó la comisión y desde entonces la Fundación Wallenberg -que lleva el nombre del diplomático sueco que salvó a decenas de miles de judíos y desapareció detenido por los soviéticos- exigió la derogación de un decreto que obviamente no seguía en vigor, pero que había dejado desamparadas a miles de personas.

La actitud de las autoridades argentinas fue la de negar la existencia de la circular. "Decían que luchábamos contra molinos de viento y que ese antisemitismo no existía. Incluso en la cancillería desaparecieron los archivos. Pero finalmente pudimos encontrarla", destaca Baruj Tenembaum, presidente de la Fundación Wallenberg, para quien está claro que la Argentina de la guerra "era un nido de nazis". Bielsa reconoció ayer que la orden original estuvo "perdida" durante dos años y que finalmente fue encontrada en otro expediente donde había sido escondida. "Los Gobiernos peronistas y radicales se negaron a derogar el decreto porque hacerlo suponía reconocer su existencia", apunta Tenembaum.

Para enrevesar las cosas, en julio de 2001, bajo el Gobierno del radical Fernando de la Rúa, fue colocada una placa frente al Ministerio de Exteriores argentino en la que se homenajeaba a 12 diplomáticos argentinos "que se destacaron durante el régimen del Tercer Reich por sus muestras de solidaridad y humanidad con las víctimas del nazismo", según el texto. Pero a la luz del nuevo documento no hicieron eso, sino que, además, uno de ellos fue el responsable directo de que 100 judíos argentinos que pedían volver a su país no pudieran hacerlo.

El antisemitismo no es un asunto menor para un país en cuya capital y provincia viven al menos 250.000 judíos y que ha sufrido los dos mayores atentados terroristas de su historia.

En 1992 una bomba contra la Embajada de Israel causó 29 muertos. Dos años más tarde un coche bomba destruyó la Asociación Mutual Argentina Israelita (AMIA) con el resultado de 85 muertos. "Yo destacaría la actitud del Gobierno, que ha procedido a retirar la placa y derogar el decreto", señala Jorge Kirszenbaum, presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA)."

El otro artículo seleccionado por todo lo que ha significado como medio de prensa corresponde al Buenos Aires Herald que editorializa con el título "Una circular viciosa" el siguiente artículo:

"Muchos ubican el inicio de los problemas de la Argentina con el resto del mundo en la declaración de cesación de pagos de fines del 2001, y con mucha razón, pero a fin de enfrentar la cuestión de dónde falló la Argentina es necesario ir todavía más atrás, hasta el siglo pasado. El golpe militar de 1930, cuando la Argentina le volvió la espalda por primera vez a la constitución de 1853, fue engendrado por el mismo huevo de la serpiente de la depresión mundial que incubó al nazismo, y durante demasiado tiempo la Argentina siguió por el mismo camino. El mundo exterior todavía no ha olvidado del todo el contraste entre el comportamiento de este país y el de Brasil durante la Segunda Guerra Mundial: mientras que Brasil le declaró la guerra a Adolf Hitler y a Benito Mussolini ya en agosto de 1942 y envió una importante fuerza (incluido un regimiento blindado) para pelear en Italia, la Argentina mantuvo una neutralidad que nítidamente la inclinaba hacia el Eje hasta casi el mismo fin del Tercer Reich (especialmente después del golpe de 1943) para a continuación dar refugio a criminales de guerra.

En este contexto, la importante iniciativa de la Cancillería de derogar una ley secreta antisemita que databa de 1938 no debe ser subestimada. De hecho, no había nada

expresamente antisemita en el texto de la Circular 11 de mediados de 1938, firmada por el entonces ministro de Relaciones Exteriores José María Cantilo (quien poco después demostró su simpatía por los Aliados), cuyas instrucciones a los cónsules argentinos eran las de "negar la visa … a toda persona que fundadamente se considere que abandona o ha abandonado su país de origen como indeseable o expulsado, cualquiera sea el motivo de su expulsión". Sin embargo, en las circunstancias de 1938 esto significaba efectivamente cerrarles las puertas a los refugiados judíos de Europa. Gracias a la investigación de la Fundación Wallenberg, sabemos ahora que esta circular no fue una aberración aislada:

apenas el mes pasado el ministerio de Relaciones Exteriores retiró una placa que homenajeaba a 12 diplomáticos por haber salvado vidas de judíos durante la Segunda

Guerra: esa docena de diplomáticos incluía a Luis Irigoyen (supuestamente hijo extramatrimonial del gran dirigente radical) quien, lejos de ser un Wallenberg argentino

(el diplomático sueco que rescató a cientos de miles de judíos durante la guerra en Hungría concediéndoles pasaportes suecos) consideraba sus excelentes contactos con los nazis como un fin en sí mismo, dándoles a entender a sus amigos alemanes, cuando a este país se le ofreció la repatriación de 100 judíos argentinos en 1943 como gesto de buena voluntad hacia uno de los regímenes sudamericanos más adictos al Eje, que a la Argentina esa repatriación le importaba un bledo.

Quizá la Argentina necesite más que un canje de bonos para que su historia pueda olvidarse."

Me gustaría enmarcar este informe dentro de un contexto más general. Jaime Krejner en un artículo titulado "La riqueza de las naciones" dice:

"Quienes sí aportan documentos son Carlos Escudé y Andrés Cisneros en la "Historia general de las relaciones exteriores de la República Argentina", monumental obra en catorce volúmenes.

En un capítulo dedicado a "Las actividades del nazismo en la Argentina", los autores señalan: "La embajada alemana en la Argentina hizo esfuerzos por cultivar a

intelectuales, profesionales y funcionarios argentinos en la visión de la "nueva Alemania". A mediados de 1936 se fundó un Comisión de Cooperación Intelectual,

Integrada por 19 destacados argentinos proalemanes, entre los que se destacaban Gustavo Martínez Zuviría, el premio Nóbel Bernardo Houssay, el decano de la

Facultad de Derecho de Buenos Aires Juan P. Ramos, el político derechista Matías Sánchez Sorondo, los médicos Gregorio Aráoz Alfaro y Mariano Castex y los

historiadores Ricardo Levene, Carlos Ibarguren y Roberto Leviller"."

Por lo que esta inquietud que me llevó a escribir estas líneas entiendo que se sustenta en una ética de la responsabilidad que me permite adherir a lo también manifestado por Krejner:

"La riqueza de las naciones no es sólo el resultado de acumular capital sino, ante todo, un preciado bien que los grandes países obtienen y preservan mirando de frente a su pasado, por atroz que éste haya sido".

Para no ser una nación de indeseables, agregaría.

Sitios consultados

La Fundación Internacional Raoul Wallenberg es una Organización no Gubernamental cuya misión es desarrollar proyectos educativos y de divulgación que promuevan el ejercicio de los valores de solidaridad y coraje cívico que animaron las gestas de los Salvadores del Holocausto

http://www.daia.org.ar/

La DAIA es una Organización No Gubernamental que representa a la comunidad judía argentina y lleva adelante la tarea de preservar los Derechos Humanos erradicando el antisemitismo, la discriminación y la persecución de las minorías. Vela por la seguridad de los integrantes de la comunidad judía y de sus instituciones.

Mario A. Geller

Analista

Buenos Aires, Argentina

Enero de 2006

Partes: 1, 2
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