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Una nación de indeseables

Enviado por Mario Alberto Geller


Partes: 1, 2
Monografía destacada

    1. Resumen
    2. Desarrollo

    Resumen:

    Comportamiento de la Argentina en cuanto al tratamiento de refugiados judíos durante la Segunda Guerra Mundial.

    Desarrollo

    Toda historia debe tener algún inicio y, empezar diciendo que todo comenzó aquel día mientras desayunaba ante las páginas de un matutino, parecería simplificar demasiado las cosas.

    Formar parte de una sociedad que nos revela más por lo que calla u oculta; por lo que gritan y reclaman todas aquellas voces silenciadas, "desaparecidas", esas entelequias según sus victimarios, se potencia aún más en mi ser judío y la sed infinita de justicia que marca ese momento trágico de la modernidad que fue la Shoá.

    Decía que, leyendo las páginas de "Cartas al país" del diario Clarín del 11/05/2005 me detuve en la titulada: "Sobre nazis y placas de bronce" firmada por José Ignacio García Hamilton, Raúl Otero y Nicholas Tozer de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg.

    En la misma, refiriéndose a la visita del presidente Kirchner y su esposa al campo de exterminio de Dachau en Alemania en la que éste se expresó sobre el silencio del mundo ante el ascenso al poder de Hitler en 1933 y a las atrocidades cometidas por el nazismo, los autores decían lo siguiente:

    "Lamentamos que ese silencio se parezca al que la actual administración guarda en relación a una placa que rinde tributo a diplomáticos argentinos que "se mostraron solidarios con las víctimas del nazismo", tal la leyenda grabada en la pieza de bronce emplazada en 2001 en la planta baja del nuevo edificio de la Cancillería argentina.

    Nada habría para objetar a un homenaje a funcionarios del servicio exterior argentino, si no fuera por que no sólo ninguno de los diplomáticos de la placa fue solidario con las víctimas del nazismo (sólo cumplieron con el deber de asistir a ciudadanos argentinos en Europa durante la guerra) sino por que, además, uno de los homenajeados es Luis H. Irigoyen, secretario de la embajada argentina en Berlín y responsable de dejar morir en las cámaras de gas a alrededor de 100 judíos argentinos, a pesar de que altos jerarcas del Tercer Reich quisieron entregarlos a las autoridades de nuestro país, de acuerdo con las investigaciones del profesor Haim Avni, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, y el escritor Uki Goñi."

    Concluían la misma expresando:

    "A pesar de las numerosas gestiones de la Fundación Wallenberg para que la placa sea retirada, realizadas ante el canciller Rafael Bielsa, así como de cartas enviadas al presidente de la Nación y a la senadora Cristina Fernández de Kirchner, nunca respondidas, la placa continúa simbolizando la vergüenza de un país bifronte, que se escandaliza en el exterior de lo mismo que no lo conmueve en su propio suelo."

    Demás está decir la conmoción que en mí produjo esta historia. Por un lado, todo lo que la misma implicaba, los distintos hechos que en ella se destacaban y, por el otro, el sentir que la magnitud de lo no revelado, de lo ignorado, no podían dejar de influir sino notablemente en esta sociedad que construimos y que nos construye día a día.

    Tomé la decisión de interiorizarme sobre el asunto en cuestión verificando la secuencia de sucesos que se producirían a lo largo del tiempo y profundizando, dentro de lo posible, en cada uno de los puntos principales de la denuncia.

    En un artículo titulado "Las relaciones con Hitler siguen siendo un secreto" publicado en Página 12 del 30/12/2002, Sergio Kiernan manifiesta:

    "Todo indica que las amistosas relaciones de Argentina con el Tercer Reich van a seguir siendo un hecho maldito, algo que no se menciona. La respuesta oficial de la Cancillería argentina a una carta de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg demuestra materialmente que la negativa cerrada a investigar ese período vergonzante sigue siendo política de Estado."…

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