Las dos historias que forman el epílogo (caps. 17–21) se localizan muy generalmente en el período de los jueces, pero no siguen cronológicamente a lo que ha pasado antes. En ellas el enfoque cambia del pecado de Israel como un todo a los pecados de los individuos y de las comunidades que comprende: "cada uno hacía lo que le parecía recto" (17:6).
La primera historia (Micaías y sus ídolos; caps. 17–18) trata del caos religioso del período, y la segunda (el levita y su concubina; caps. 19–21) trata del caos moral que lo acompañaba. Juntas nos muestran que Israel estaba más en peligro por su propia decadencia interna, moral y espiritualmente, que por cualquier ataque exterior.
La segunda historia en particular muestra cómo las instituciones que debían haber provisto estabilidad (el sacerdocio levítico, la hospitalidad y la vida familiar, los ancianos y la asamblea de los dirigentes de las tribus) se consideraban ineficaces e incluso positivamente dañinas, por causa de la bancarrota moral de los individuos.
El epílogo no nos deja duda que ciertamente no fue la calidad de su liderazgo o de sus instituciones lo que sostuvo unido a Israel. La supervivencia de Israel fue un milagro de la gracia de Dios. El refrán que corre a través del epílogo ("En aquellos días no había rey en Israel … ", 17:6; 18:1; 19:1; 21:25) baja la cortina sobre un período y anticipa otro. Los reyes, como los jueces, tendrán su lugar en la historia de Israel y probarán ser útiles en su momento, pero también fracasarán por la pecaminosidad humana.
Como lo muestra la historia deuteronómica como un todo, ninguna institución, por válida que sea, tiene la llave del futuro de Israel. Es sólo la promesa continua de Dios a su pueblo la que lo logra: "Porque él hace doler, pero también venda; él golpea, pero sus manos sanan" (Job 5:18).
Libro de Ruth
BOSQUEJO DEL CONTENIDO
1:1-22 Regreso a Belén
1:1-7 Se prepara la escena
1:8-18 Decisiones trascendentales
1:19-22 La llegada a su ciudad
2:1-23 Rut halla gracia
2:1-3 Conexiones familiares
2:4-17 Bondad inesperada
2:18-23 Noticias y alimentos para compartir
3:1-18 Fe, resolución y acción
3:1-6 El plan de Noemí
3:7-15 El encuentro a medianoche
3:16-18 Más razones de aliento para Noemí
4:1-22 Las nupcias y su resultado
4:1-12 Arreglos para contraer matrimonio
4:13-17 Un hijo para Noemí
4:18-22 Genealogía final
No es difícil explicarse el atractivo de este breve libro. Ya tiene mucho mérito como un relato bien narrado, con su simetría de forma y vívida caracterización, pero, sobre todo, es un libro con mensaje. Cuando para Noemí la vida ya nada le prometía y carecía de sentido, Rut, su nuera, decidió permanecer a su lado en lugar de dejarla que enfrenta ra sola, anciana y viuda su camino hacia el futuro. La tragedia en Moab tuvo un final feliz en Belén, y la lealtad altruista recibió su recompensa. Dios se hizo cargo de los acontecimientos para dar amor y seguridad a quienes confiaron en él, mientras que paralelamente iba entrelazando sus vidas con su propósito para el mundo. Dios permaneció escondido, no obstante siguió obrando en los asuntos ordinarios de la vida cotidiana, cumpliendo sus promesas a su pueblo.
Se han hecho muchos intentos de clasificar al libro de Rut según las categorías de la literatura europea moderna. Ha sido considerado como una novela, un idilio y una novela histórica, todo lo cual implica un elemento ficticio mayor. En un intento por colocar al libro en un trasfondo del Medio Oriente otros eruditos han sugerido que tuvo sus orígenes en la mitología cúltica, pero no han producido evidencias convincentes de ello. El libro mismo, con sus palabras introductorias:
Aconteció en los días en que gobernaban los jueces, y su genealogía final que termina con el rey David, implican eventos históricos y verificables. Es cierto que trata de una familia común y no de las hazañas de los grandes, pero sería extraño que la conexión entre Rut la moabita y el rey David hubiera sido inventada, porque nada aportaba al engrandecimiento de éste en Israel.
Aunque el escritor fue laborioso para que su libro fuera una obra de arte, es evidente que su intención fue que se aceptara como una narración histórica. Es un relato verídico, contado magistralmente en el estilo de las narraciones patriarcales, donde se encuentran algunos de los mismos temas, como son la hambruna, el exilio y el regreso, la falta de hijos, por medio de los cuales Dios se da a conocer.
AUTOR Y FECHA
El libro no ofrece ninguna indicación sobre el autor. El Talmud (c. 200 a. de J.C.) lo atribuye a Samuel, pero éste murió antes de que David fuera rey (1 Sam. 28:3), y el libro implica que el reinado de David era bien conocido. La referencia al período de los jueces es como a una era pasada, y la necesidad de explicar la ceremonia del zapato en 4:7 indica que había pasado algún tiempo antes de que los acontecimientos fueran volcados a la escritura.
Los escribas en la corte de Salomón hubieran tenido acceso a los archivos reales, y el período que vio el apogeo de la literatura y las artes muy bien puede haber producido esta joya literaria. Varios eruditos recientes han detectado una perspectiva femenina en el libro lo cual les ha sugerido que el autor fuera una mujer.
En una sociedad dominada por los hombres es significativo que el libro haya sido escrito acerca de dos mujeres, cuyas iniciativas generaron la acción y cuya fe fue recompensada. En la providencia de Dios sus vidas aun jugaron un papel en la preparación de la venida del Sal vador (Mat. 1:5; Luc. 3:32).
Quien sea que haya escrito el libro estaba en sintonía con el propósito revelado de Dios de bendecir a "todas las familias de la tierra" (Gén. 12:3), y había vivido suficientes años como para reconocer el obrar de Dios en la vida humana. Pocos escritores han tenido más éxito que éste en hacer que la bondad sea atractiva.
Es difícil establecer la fecha en que fue escrito. Puede ser en cualquier momento entre el reinado de David (c. 1000 a. de J.C.) y la aceptación del li bro en el canon de las Escrituras en el siglo II a. de J.C. La fecha que más se favorece dentro de ese lapso es el período posexílico, especialmente los siglos V y IV a. de J.C., cuando el libro pudo haber sido una protesta contra el nacionalismo cerrado de Esdras y Nehemías.
La presencia de palabras arameas en el heb. se consideraba como un apoyo a la idea de que fuera escrito en una fecha posterior, pero estudios más recientes han puesto en tela de juicio este argumento. El libro no tiene ningún indicio de que fuera "literatura de protesta", y el estudio del idioma ha sido utilizado para mostrar que el heb. clásico utilizado muy posiblemente fuera preexílico (o sea, del siglo VII a. de J.C., a más tardar).
Parece muy posible que el escritor haya vivido con la suficiente posteridad a los eventos que registró como para poder verlos en su justa perspectiva, quizá durante el reinado de Salomón. Otra posibilidad es que el profeta Natán haya sido el autor. Este dejó registros del reinado de David (1 Crón. 29:29), desafió con valentía la vida personal del rey (2 Sam. 12:1–12), y aun así estuvo dispuesto a apoyar más adelante a Betsabé (1 Rey. 1:11–53).
SU LUGAR EN EL CANON
El libro de Rut se valoraba como Escritura tanto en los círculos judíos como cristianos, y estaba incluido en las listas oficiales de los libros bíblicos cuando la iglesia los empezó a compilar en el siglo II d. de J.C. Las referencias en los Evangelios (Mat. 1:5; Luc. 3:32) demuestran que cuando fueron escritos, Rut era considerado autoritativo.
En nuestras Biblias en castellano, Rut aparece después de Jue., como sucede también en la traducción de LXX y de la Vulgata. Pero en las Biblias heb. impresas, Rut aparece en la tercera división, la de los Escritos, donde es el segundo de cinco rollos que ya para el siglo VI a. de J.C. eran usados litúrgicamente en la sinagoga. El Cantar de los Cantares era el primero porque se usaba para la Pascua; Rut se usaba en el Pentecostés. El Talmud Babilónico, que data desde antes del siglo VI, empezaba los Escritos con Rut, seguido por los Salmos. Otros textos colocan a Rut en primer lugar entre los cinco rollos porque así corresponde cronológicamente. Es evidente que al principio se colocó al libro entre los Escritos y posteriormente fue transferido a la posición donde corresponde históricamente, entre Jue. y Samuel.
TEMAS
Una hambruna es la circunstancia que hizo que una familia israelita emigrara a la tierra extranjera de Moab. La hambruna era un hecho recurrente en el tiempo de los patriarcas, obligando a Jacob y sus hijos a emigrar a Egipto. Esclavizados y oprimidos, fueron liberados por Dios, un evento recordado anualmente en la Pascua (Exo. 12:1–29). En el libro de Rut, ese mismo Dios acudió en auxilio de dos mujeres necesitadas, demostrando su poder de sacar un bien de una tristeza, vida de la muerte.
El matrimonio es otro tema central del libro. Era central en el pensamiento de Noemí. Aunque se consideraba ella misma demasiado anciana como para casarse, para sus nueras era una prioridad que les instaba a atender (1:9). El nacimiento de un nieto daría nuevo impulso a su vida y si, por la providencia de Dios, éste podía ser aceptado legalmente como el heredero de Elimelec, su gozo sería total. Rut, la joven viuda de Moab que había decidido permanecer junto a su suegra y había abrazado la fe de Israel, daba por sentado que volver a casarse no sólo era lo bueno y correcto sino también su deber específico.
A fin de poder suplir las necesidades de Noemí, necesitaba un marido que aceptara a Noemí como miembro de la familia. Por dicha razón su historia tenía que ser una historia de amor distinta, pero bajo la dirección de Noemí terminó siendo aun más extraña y excepcional. Rut podía haberse casado con un joven soltero de su propia generación, pero eso no hubiera resuelto el problema que Noemí tenía respecto a la propiedad de su familia, ni le hubiera dado un heredero a Elimelec.
Casándose dentro de la familia de su esposo fallecido, Rut dio seguridad a la vida de Noemí tanto como a la propia. Su amor altruista era un reflejo del de Dios por Israel, en quien ella había puesto su confianza.
Las dos mujeres dominan el relato, pero, Boaz, pariente cercano de Elimelec, también tenía que estar dispuesto a asumir nuevas obligaciones. Noemí no sólo esperaba que se casara con la viuda de Majlón, pariente de él que había muerto en Moab, sino que también comprara una propiedad que posiblemente no terminaría siendo de él. La prescripción legal favorecía a la familia que había perdido al ser querido, asegurando que el hijo varón nacido del matrimonio heredaría la propiedad de Elimelec y continuaría la línea de éste.
El pariente más cercano a quien Boaz presentó la proposición la rechazó aduciendo que pondría en peligro su propia propiedad (4:6). Boaz, con su gran corazón, aceptó la obligación familiar, aunque costosa, con el beneplácito total de los ancianos y los habitantes de Belén, quienes oraron para que la bendición de Dios prosperara su posición en la comunidad y diera muchos hijos a Rut.
Al llegar al final de la historia estas oraciones habían sido contestadas más plenamente de lo que hubieran podido imaginar ninguno de los involucrados. La necesidad que Israel sentía de tener un rey se cumplió después de la muerte de Saúl, a través de David, nieto de Obed, quien fue el hijo nacido de Rut y Boaz. David, a pesar de todas sus faltas, estableció el reino, edificó a Jerusalén e inspiró las visiones del rey ideal por venir.
Dios tomó el amor y la obediencia de Noemí, Rut y Boaz y los entretejió en su propósito eterno de mostrar "misericordia por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos" (Deut. 5:10). Es digno de notar que el Mesías nació dentro de esta misma familia (Mat. 1:5, 6, 16; Luc. 3:23–31).
Otro tema, implícito en todo lo que hasta aquí se ha explicado, es cómo Dios ordena providencialmente la vida humana. El autor de Rut podía ver parte del propósito de Dios para la historia humana cumplido en David; el lector cristiano puede hacer caber esa parte dentro del todo, porque Dios estaba llevando a cabo su plan de redimir a la humanidad por medio de un descendiente más grande que el gran David.
El autor de Rut también percibía la mano de Dios sobre las circunstancias personales de familias e individuos, animándoles a dar una mi rada retrospectiva a otros eventos para ir viendo los resultados misteriosos de la bondad sobreabundante de Dios en sus vidas. Los eventos hablan por sí mismos. En la vida personal y en la historia Dios obraba para llevar a cabo su gran propósito
1 y 2 Samuel
INTRODUCCIÓN
En el texto heb., los dos libros de Samuel eran uno solo. El AT gr. de la antigüedad consideraba a los libros de Sam. y Rey. como una sola obra histórica, dividiéndola en cuatro secciones llamadas los "Libros de los Reinos" (o "Reinados"). La Biblia en latín conservó esta división, llamando a las cuatro secciones "Reyes". Desde el siglo XVI, las Biblias hebreas también han dividido el libro original de Sam. en dos partes, llamadas 1 y 2 Sam.
EL TEXTO
Es lamentable que el texto heb. estándar (masorético) de los libros de Sam. no se haya conservado bien (ver p. ej.: 1 Sam. 13:1 y sus notas). El texto gr. antiguo (LXX) muchas veces difiere del heb., y puede ser de mucha ayuda. Los mss. de Qumrán (Rollos del Mar Muerto) aportan algunas evidencias útiles adicionales del heb. Ocasionalmente es posible usar otras traducciones antiguas. Las notas en la RVA hacen alusión a estas fuentes de información cuando son importantes (ver p. ej.: 2 Sam. 12:7; 14:4).
METODOS PARA EL ESTUDIO DE LOS LIBROS DE SAMUEL
La erudición bíblica encuentra tres problemas básicos en la manera de encarar el estudio de los libros de Sam. El primero es TEXTUAL. ¿Se debe seguir el texto heb. estándar, o el de Qumrán u otras evidencias donde éstos difieren? El segundo es LITERARIO. ¿Las secciones complejas de Sam. se basan en diferentes documentos originarios o tradiciones? En dicho caso, ¿tienen que separarse del texto y ser considerados individualmente? El tercero es HISTÓRICO. ¿Los hechos sucedieron exactamente como aparecen en Sam., o debemos tratar de discernir entre lo histórico y lo que no lo es? A veces los tres problemas se dan al mismo tiempo como, p. ej. en el relato de David y Goliat. En este caso, el texto es mucho más breve en un importante manuscrito gr. que en el heb., y muchos eruditos opinan que el texto más breve es el original. El relato heb. quizá haya utilizado materiales de por lo menos un documento originario más. De ser así, ¿este material adicional es o no tan históricamente fidedigno como los demás?
Para entrar en una explicación detallada de preguntas técnicas como éstas, deben consultarse comentarios más extensos. La RVA por lo general se sujeta al texto heb. En segundo lugar, el comentario supone que los relatos deben ser considerados tal como aparecen. Muchos estudios recientes enfatizan la necesidad de encarar al material como una unidad, sin negar que los autores bíblicos se hayan valido de muchas fuentes. En tercer lugar, el comentario también trata estos relatos como históricos. Con esto no se pretende negar que existan algunos problemas históricos. No obstante, los escritores bíblicos creían indudablemente que estaban presentando hechos históricos, y debemos compartir su forma de pensar si hemos de comprender su propósito y mensaje.
Para este período en la historia de Israel hay escasa evidencia externa, pero podemos ofrecer dos argumentos para apoyar la exactitud histórica en general de los libros de Sam. Primero, el contenido en general, visto panorámicamente tiene sentido y concuerda bien con el contexto histórico. Por ejemplo, el comienzo de la monarquía de los israelitas ha de haber sido inevitablemente difícil y controversial, exactamente como se lo presenta. Además, las actividades filisteas son totalmente creíbles. Segundo, las descripciones de los personajes principales son plausibles. David, en particular, es presentado realísticamente como un hombre muy habilidoso y atractivo, pero con algunas debilidades y fallas muy evidentes. No se lo idealiza, a pesar de ser tratado con simpatía.
FECHA, AUTOR Y PROPOSITO
El nombre Samuel en el título se refiere al primer personaje de importancia en los libros, pero no fue él el autor; su muerte ya se registra en 1 Sam. 25:1. El autor es desconocido pero no puede haberlos escrito antes de la muerte de Salomón, hacia fines del siglo X a. de J.C., ya que 1 Sam. 27:6 demuestra conocimiento de la división del reino. Por lo general se coincide en que los libros de Sam. no fueron escritos solos sino que eran parte de toda una secuencia de libros empezando con Josué y terminando con Reyes. De ser así, el autor de toda esta obra histórica los escribió en la época del exilio babilónico (siglo VI a. de J.C.). Algunos versículos, como son 1 Sam. 9:9 y 2 Sam. 13:18, sugieren que el escritor vivió mucho después de los eventos que registra. No obstante, éste se valió de muchos documentos originarios antiguos y auténticos, uno de los cuales es mencionado por nombre (2 Sam. 1:18).
Al investigar, entonces, el propósito del autor, tenemos que considerar el propósito de Jos., Jue., Sam., Rey. como un todo. Estos libros abarcan la historia de Israel desde la época de la conquista de Canaán hasta el exilio. Fue un período de victoria, apogeo, decadencia y caída. Sobre todo, el autor quería demostrar la mano de Dios y sus propósitos en todos estos eventos históricos. En particular, estos libros son un comentario sobre la monarquía, institución que últimamente fracasó y que, no obstante, estableció la base de la esperanza mesiánica. En este contexto más amplio, los libros de Sam. tratan de los dos primeros reyes: Saúl y David.
David fue el rey más grande de Israel y sus importantes logros se describen en detalle. Pero distaba de ser perfecto, y por cierto que a su reinado no le faltaron problemas. Los libros de Sam. explican las dos facetas, y muestran cómo Dios imponía su voluntad en la historia de Israel por medio de interactuar con David y otros individuos importantes. El mensaje es un llamado al arrepentimiento, al sufrir el pueblo de Dios durante el exilio por sus pecados cometidos en el pasado. También es un llamado a tener fe, con sus recordatorios de la elección de Israel por parte de Dios, su providencia para su pueblo en todas las edades, su fidelidad a él y su promesa de un Rey venidero.
BOSQUEJO DEL CONTENIDO
1 SAMUEL
1:1-7:17 PRIMEROS AÑOS DE SAMUEL
1:1-3:21 Samuel y Elí
4:1-7:17 Batallas contra los filisteos
8:1-15:35 Samuel y Saúl
8:1-12:25 Saúl llega al trono
13:1-15:35 Guerras y conflictos
16:1-31:13 Saúl y David
16:1-17:58 David ocupa su lugar en la corte
18:1-20:42 David y Jonatán
21:1-26:25 David como fugitivo
27:1-30:31 David en territorio filisteo
31:1-13 La batalla de Gilboa
2 SAMUEL
1:1-8:18 PRIMEROS AÑOS DEL REINADO DE DAVID
1:1-4:12 David e Isboset
5:1-25 David adquiere todo el poder
6:1-7:29 David, el arca y la casa de Dios
8:1-18 Más victorias
9:1-20:26 El rey David y su corte
9:1-13 David y Mefiboset
10:1-12:31 Guerra contra Amón y sus consecuencias
13:1-18:33 David y sus hijos mayores
19:1-20:26 Regreso de David y sublevación de Seba
21:1-24:25 Reinado de David: problemas y perspectivas
21:1-22 Hambruna y guerra
22:1-23:7 Dos salmos de David
23:8-39 Los valientes de David
24:1-17 Censo y plaga
24:18-25 El nuevo altar.
1 y 2 Crónicas
INTRODUCCIÓN
Originalmente los libros de Crón. fueron sólo un libro y el nombre en heb. era "Los eventos del día"; es decir, en el sentido más estricto de la palabra un "diario" aunque se le debería haber llamado "anales": los eventos de los años. La LXX, versión gr. del AT, lo llamó "Paraleipómenon", el "libro de cosas omitidas" ya que a primera vista parecería contar de nuevo las historias de los libros de Sam. y Rey. añadiendo alguna información que ellos omiten. Al leerlo más cuidadosamente nos damos cuenta muy pronto de que el nombre es inadecuado porque obviamente Crón. hace más que rellenar los huecos. También excluye mucho de lo que Sam./Rey. cuentan, y cuando los dos cuentan la misma historia generalmente lo hacen de forma muy diferente. Al traducir la Biblia al latín, Jeró nimo dijo que este libro era de hecho una "crónica de toda la historia sagrada" y de allí es de donde proviene el título actual. Tal como lo indica Jerónimo, no solo cubre el período que Sam./Rey. relatan sino la historia del AT completa desde Adán hasta casi la gente del tiempo del mismo autor.
FECHA Y PATERNIDAD LITERARIA
Después que Ciro, rey de Persia (quien conquistó Babilonia en 539 a. de J.C.) ascendió al poder, muchos de los judíos que vivían desterrados en su territorio regresaron a su propia tierra. Ya que Crón. más de una vez da por concedido ese hecho, debe ser obvio que fue escrito después de ese evento. Muchos han creído que Crón., Esd. y Neh. fueron todos escritos por la misma persona y que esa persona fue el mismo Esdras, quien los escribió bastante pronto después de haber regresado del exilio. Pero también hay motivos para fechar Crón. más tarde, probablemente en el siglo IV a. de J.C. Si eso es correcto entonces no se sabe quién fue el autor. Simplemente se le llama "el cronista". En todo caso su libro fue escrito para la comunidad judía que se había establecido nuevamente en el área alrededor de Jerusalén con un templo reconstruido y con sacerdotes descendientes de Aarón (aunque ya sin trono para los reyes de la descendencia de David dado que ahora formaba parte del Imperio Persa).
CONTENIDO
Aunque Crón. cubre un período larguísimo de historia, se concentra en el período de la monarquía, cuando Israel fue gobernada por cerca de 450 años por una sucesión de reyes desde Saúl (c. 1050 a. de J.C.) hasta Sedequías (c. 600 a. de J.C.). Seguramente Sam./Rey. fue su fuente de información principal, reforzada por otros libros que para nosotros se han perdido. En lugar de idealizar los eventos que no se encuentran en la historia más antigua -como algunos han sugerido- es posible que el cronista esté siguiendo distintos documentos veraces. En 1 Crón. 1–9 se han compilado listas de nombres (la mayoría pero no todas de árboles genealógicos) que unen la historia del pueblo de Dios desde el principio de los tiempos bíblicos. Primero Crón. 10–29 cubre el reinado de David, y 2 Crón. 1–10 el de Salomón. 2 Crón. 11–36 trata el linaje real que descendió de ellos -o sea los reyes del reino israelita sureño de Judá- hasta que termina en el exilio en Babilonia.
PROPOSITO
Crón. presenta la historia desde un punto de vista diferente de Sam./Rey. Las diferencias, los rasgos característicos de Crón., tienen que ver con la teología -verdades acerca de Dios y del pueblo de Dios que le interesan- del cronista. De principio a fin asume que sus lectores ya saben lo que pasó y su objetivo es interpretar los hechos.
De estas características, una de las más obvias es el énfasis en el linaje real de David, y por lo tanto en el reino ubicado en Jerusalén. (Los reyes que gobernaron el reino del norte desde 931/30 a. de J.C. en adelante de por sí no le interesan mucho.) Otro asunto al que le dedica mucho tiempo y lugar es el templo de Salomón con su sacerdocio y su culto. Algunos han sugerido que este interés especial se debía a su deseo de motivar a sus contemporáneos a dedicarse con todo corazón a las actividades del "segundo templo", el templo de ellos que reemplazó al de Salomón pero sin la misma gran diosidad. Pero cuando nos fijamos en cuán seguido dirige la atención del lector no sólo al templo de Salomón (del cual tenían uno equivalente en sus días), sino también al trono de David (del cual no tenían equivalente), estamos en camino a comprender el significado más profundo de su mensaje. No se trata de celebraciones religiosas ni de estructuras políticas. El doble énfasis de trono y templo, monarquía y sacerdocio que da el cronista es relevante en toda época porque el primero es acerca de cómo Dios gobierna a su pueblo, y el segundo es acerca de cómo el pueblo se relaciona con Dios.
Esto a su vez ayuda a explicar la opinión del cronista sobre el reino dividido. En lo que a nombres respecta, el norte se llamaba Israel y el sur Judá. Pero el verdadero "Israel" se refería a todos aquellos para los cuales la monarquía verdadera se expresaba por medio de los hijos de David y el sacerdocio verdadero por medio de los hijos de Aarón. Esto se refería directamente a los del sur (al menos que se rebelaran), pero podía incluir a los del norte igualmente (si volvieran). 2 Crón. 13 es un capítulo clave en este respecto (ver especialmente vv. 4, 5, 8–12). El cronista por lo tanto utiliza frecuentemente la frase "todo Israel", habla de la posibilidad de su reunificación y renovación, y presenta una imagen de un Israel ideal (no como si fuera una fotografía de la nación en un momento dado, sino como un calidoscopio o montaje de vislumbres reunidas de varios lugares y de diferentes tiempos).
En manera semejante describe una monarquía ideal en el centro de un Israel ideal en los reinados sucesivos de David y Salomón. Como ya hemos notado, sus primeros lectores conocían bien las historias de estos dos hombres, y sabían cuán humanos eran, incluyendo sus grandes fracasos y virtudes. Así que nosotros, como los antiguos lectores, debemos entender que la representación de David y Salomón que nos da el cronista es el "retrato oficial" que complementa (y no contradice) al de Sam./Rey. con arrugas y verrugas mundanas. Nunca es incorrecto, lo que sí es selectivo. Llama la atención a las características de sus reinados que nos demuestran algunos aspectos de la manera corriente en que Dios gobierna las vidas de su gente.
Lo que el cronista anhela para su propia época y lo que constituye su mensaje para las épocas futuras incluye todo esto y también tres características más. Una es continuidad. Esto se destaca en las listas de nombres en los primeros nueve capítulos, las cuales unen al pueblo de Dios a través de las generaciones; y a nivel más profundo por medio de su constante interés en principios inalterables. Le gustaría poder decirnos que no hay motivos por los cuales (teniendo en cuenta el cambio de algunas circunstancias) los mismos principios no debían de poder aplicarse en la vida del pueblo de Dios tanto ahora como en aquel entonces.
Otra característica es lo que algunos llaman "retribución merecida", lo que significa "si peco recibiré mi castigo" (aunque también "si obedezco recibiré bendiciones"). Las Escrituras reconocen en otras partes, y el cronista también lo hace, que en la práctica las cosas son más complicadas que eso, pero este principio de causa y efecto sigue como hecho básico y fundamental. Una de sus consecuencias es que siempre existe la esperanza nueva para cada nueva generación: Para simplificar este aspecto de este principio también se entiende que "si me arrepiento, seré perdonado". El NT simplemente clarifica el principio. El cristiano, tal como su homólogo en el AT, descubre que tanto la obediencia como la desobediencia tienen efectos inevitables; y la persona que no es convertida, por su parte, recibirá el castigo por el pecado básico de rechazar a Cristo, y recibirá bendición cuando obedezca el evangelio.
Finalmente, hay estadísticas sorprendentes del cronista. Sumas de dinero, el tamaño de los ejércitos, y cosas por el estilo, muy seguido difieren de las de Sam./Rey., y frecuentemente son tan grandes que parecen ser improbables. Muchas de las discrepancias de hecho se pueden hacer compatibles fácilmente, y puede ser que muchas de las aparentes exageraciones se deban a malentendidos de palabras como "miles", que generalmente se refiere a unidades de combate mucho más pequeñas; o a la clase de errores que uno comete al copiar documentos como los que nosotros mismos ha cemos cuando agregamos un cero extra o ponemos la coma en un lugar equivocado. Pero varias de estas dudas siguen sin explicación. Es apropiado dejarlas de esa manera, siempre y cuando recordemos que en otras áreas el cronista era un escritor muy cuidadoso; que su preocupación con los principios regulares por los cuales Dios obra en el mundo sería servida mejor por los hechos verdaderos que por la ficción; y que tanto él como sus primeros lectores -quienes conocían bien las historias antiguas (Sam./Rey.) y que estaban mucho más cerca que nosotros del mundo que ambas historias describían- obviamente tomaban con mucha más calma esos asuntos como las cifras que nos parecen difíciles de aceptar.
BOSQUEJO DEL CONTENIDO
1 CRÓNICAS
1:1-9:34 CONEXIONES
1:1-3:24 Conexiones con el pasado
4:1-7:40 Conexiones entre la familia
8:1-9:34 Conexiones entre la corona y el templo
9:35 -29:30 David
9:35-12:40 Rey y pueblo
13:1-14:17 David en Jerusalén
15:1-17:27 El arca del pacto
18:1-20:8 Israel entre las naciones
21:1-22:19 La casa de Dios
23:1-27:34 Organización del templo y el reino
28:1-29:30 La sucesión
2 CRÓNICAS
1:1-9:31 SALOMÓN
1:1-2:18 Se establece a Salomón
3:1-5:14 La construcción del templo
6:1-7:22 La ceremonia de dedicación
8:1-9:31 El esplendor de Salomón
10:1-36:23 Los reyes
10:1-12:16 Roboam
13:1-14:1 Abías
14:2-16:14 Asa
17:1-21:1 Josafat
21:2-20 Joram
22:1-9 Ocozías
22:10-23:21 Atalía
24:1-27 Joás
25:1-28 Amasías
26:1-23 Uzías
27:1-9 Jotam
28:1-27 Acaz
29:1-32:33 Ezequías
33:1-20 Manasés
33:21-25 Amón
34:1-35:27 Josías
36:1-23 Los últimos reyes.
Esdras y Nehemías
INTRODUCCIÓN
Aunque los libros de Esd. y Neh. aparecen como dos obras separadas en nuestra Biblia, originalmente eran una obra en dos partes y esas partes se deben estudiar juntas. No sólo la antigua tradición judía es muy clara en este respecto (probablemente la división en dos libros fue una innovación de la iglesia cristiana), pero lo que es más importante es que el contenido de los libros mismos demuestra ese hecho. Especialmente la segunda parte de Neh. sirve como el clímax de todo lo que ha pasado anteriormente, incluyendo la obra de Esdras, como su presencia e importancia en Neh. 8 lo prueba. Aunque Neh. 1:1 obviamente comienza una nueva sección de la obra, no marca un cambio más drástico en la narrativa que el de Esd. 7:1 en donde se presenta al mismo Esdras. Lo que no es tan seguro es si se deberían considerar estos libros como parte integral de la obra del autor de los libros de Crón. Obviamente sirven de continuación a su narrativa, como lo muestra la repetición del final de Crón. en los primeros versículos de Esd., pero eso de por sí no demanda que sea el mismo autor. Ambas obras parecen estar interesadas en varios de los mismos temas, notablemente la atención que le dan a la obra y al personal del templo de Jerusalén. Pero dado que ambos son productos de una comunidad relativamente pequeña que por su parte estaba dominada por el templo, tales elementos en común no deberían sorprendernos. Los eruditos en la materia difieren sobre este punto. Afortunadamente no hay muchos lugares donde la decisión hace mucha diferencia para la interpretación de Esd. o Neh. Por lo tanto, estos libros serán considerados en esta sección sin referirnos más a los libros de Crón. de aquí en adelante.
LA SITUACIÓN HISTORICA
Dado que los libros de Esd. y Neh. llevan la forma de una narrativa histórica, tenemos que saber algo de su situación y del transcurso de los eventos a los cuales se refieren para que podamos comprender la contribución que hacen al desarrollo del resto de la historia bíblica.
Los libros de Rey. cuentan la larga historia de los reinos de Israel y Judá. La existencia por separado de Israel llegó a su fin en 722 a. de J.C. cuando los asirios finalmente incorporaron el país al resto del Imperio (2 Rey. 17). Por los siguientes 150 años el pequeño reino de Judá con el descendiente de David como rey y con su capital en Jerusalén, continuó existiendo como nación individual con experiencias mixtas. Sin embargo, es importante recordar que todo lo que sabemos del pasado de Israel debe haber llegado hasta nuestros días por este medio.
En 587 a. de J.C. Judá sufrió la misma ruina que su vecino del norte, Israel, aunque en su caso por mano de los babilonios que, en el transcurso del tiempo, sustituyeron a los asirios como el Imperio mundial dominante en esos días. Sería difícil exagerar el trastorno radical que causó la conquista babilónica. Muchas personas, particularmente los líderes y las clases en el poder, fueron deportados a Babilonia. El templo que por tanto tiempo había permanecido como el punto focal de la religión y la unidad del pueblo fue arrasado por completo y todos sus artículos de valor transportados al templo de los victoriosos babilonios. El rey también fue qui tado (2 Rey. 25:7) tal como pasó con sus antepasados (2 Rey. 24:15), de modo que la monarquía que desde la época de David había representado la esperanza del pueblo (2 Sam. 7) sencillamente dejó de existir. El país mismo parece haberse convertido nada más que en una provincia bastante remota del Imperio Babilónico. Con este desmantelamiento al por mayor de todas las instituciones más importantes del país, a muchos les debe haber parecido que Judá (y con él la religión de la cual eran los únicos testigos) había sido relegada a las páginas de la historia, la misma clase de suerte que varias naciones vecinas sufrieron al mismo tiempo. El li bro de Lam. capta esta escena de impotencia y de desesperación.
No sabemos lo suficiente acerca de la situación en Judá o Babilonia durante los siguientes 50 años, o sea el período comúnmente conocido como el exilio. Lo que sí esta claro, sin embargo, es que entre los deportados hubo algunos quienes no sólo elaboraron una estrategia para sobrevivir física y socialmente sino que también (y esto es lo más importante) pudieron darse cuenta de que Dios todavía tenía algo en mente para ellos. Verdaderamente ser capaz de apreciar que esos eventos catastróficos eran de parte de Dios y no quedaban fuera de su control fue un avance teológico de grandes proporciones. Al estar conscientes de eso y al tratar de aprender las lecciones dolorosas que podía enseñar, al menos algunos miembros de la comunidad cautiva aprendieron a leer, a conservar y finalmente a añadir a las escrituras sagradas desde el punto de vista de su nueva perspectiva.
El año 538 a. de J.C., el momento en que comienza el libro de Esd., proclamó un tremendo cambio no sólo en las condiciones de la comunidad judía en el exilio sino en toda la historia del antiguo Cercano Oriente. Ciro el persa, quien en poco tiempo se había hecho con el poder en su patria y había comenzado una serie de conquistas extensas en los últimos años, entró en Babilonia triunfalmente y de allí en adelante fue considerado el soberano indiscutible de todo lo que previamente era el Imperio Babilónico. El Imperio Persa que él estableció fue la potencia mundial principal los dos siguientes siglos más o menos. En diferentes períodos sus reyes controlaban un área que se extendía desde Egipto hasta la India. Por supuesto, también tuvieron sus vicisitudes. Hubo períodos de gran inquietud y rebelión interna; Egipto de ningún modo estuvo bajo control todo el tiempo y algunos de los conflictos con las potencias vecinas como Grecia han llegado a ser legendarios. Tampoco fue ron todos los reyes persas tan capaces como Ciro, Darío y Artajerjes, los tres reyes acerca de quienes se oye más en los libros de Esd. y Neh.
A pesar de esto, dos puntos importantes emergen que se deben mantener en mente. Primero, para los persas el territorio de Judá era más importante de lo que uno se imaginaría debido a su posición estratégica cerca de la frontera tumultuosa de Egipto. Les preocupaba mucho asegurarse de que esta área se mantuviese fiel al Imperio. Y segundo, cuando les convenía hacerlo, los persas tenían la práctica de ganarse esa clase de fidelidad al concederles a los pueblos subyugados un nivel de autonomía local en asuntos religiosos y legales. Por supuesto, cuando les convenía, podían ser tan tiránicos y crueles como los asirios o los babilonios; pero junto a esto, la política más liberal de repatriar a pueblos ocupaba su lugar en el método de gobierno que tenían, como lo ilustra el libro de Esd.
Como veremos muy pronto, los autores bíblicos no se centran en estos asuntos más amplios. Sin embargo, éstos influencian mucho la actitud que tienen sobre las políticas internacionales y, lo que quizá sea más significativo, estas políticas proveen el marco dentro del cual actúan los personajes de los cuales escriben. La realidad de la situación los obliga a hacer y a esperar lo que sea más práctico, de modo que al leer no debemos buscar lo que no hubiera sido razonable para ellos en aquellos días. Conseguir independencia para la nación en el mejor de los casos sólo hubiese sido un sueño remoto. Lo que se necesitaba en esos momentos era encontrar la manera de adaptar las verdades y normas religiosas, establecidas en el pasado y en circunstancias muy distintas, a la nueva situación de una comunidad religiosa pequeña viviendo bajo la sombra de una de las potencias mundiales más importantes.
ESCENARIO
Dada la situación histórica, ¿dónde encajan los libros de Esd. y Neh.? Esta pregunta no es tan fácil de contestar, como uno se imaginaría, por varias razones.
Como es el caso con muchos de los libros bíblicos, es necesario mantener en mente dos niveles diferentes. Primero, es obvio que existen los eventos al nivel que se describen, y este es el más directo de los dos métodos. La mayor parte de la información necesaria para entender esto se encontrará en los puntos relevantes del comentario que sigue. Un punto que no recibirá comentario, en todo caso, es la fecha cuando Esdras viajó a Jerusalén. Según Esd. 7:7 esto ocurrió en el séptimo mes del rey Artajerjes pero hubo tres reyes con el mismo nombre y la historia no hace ninguna distinción. Ya que la historia de Esd. se cuenta antes de la de Neh. generalmente se supone que fue Artajerejes I, de modo que la fecha en cuestión sería 458 a. de J.C. Hay que avisar al lector, sin embargo, que varios eruditos prefieren las fechas de Artajerjes II (poniendo a Esdras en 398 a. de J.C.) y que Esdras fue a Jerusalén después de Nehemías. Esta opinión, que se puede encontrar en otros comentarios, obviamente requiere que se arregle mucho material a este nivel histórico elemental. En todo caso, no es tan popular ahora como solía serlo, y no es lo que este comentario asume.
En segundo lugar, siempre vale la pena, al leer libros históricos, preguntarse acerca del escenario y el propósito del autor o del redactor que compiló la obra en su forma actual. Obviamente esto ocurrió más tarde, en algunos casos mucho más tarde, que los eventos que se describen. Por ejemplo, al leer los Evangelios lo normal es investigar el énfasis de cada uno de los evangelistas, y lo que ayuda es el hecho de que podemos comparar la presentación de uno con la de los otros. Podemos observar lo que se ha incluido u omitido, dónde difiere el orden de la presentación y otros elementos por el estilo. Uno quiere saber lo que cada autor enseña acerca de Jesús mismo y por qué lo ha hecho en la manera peculiar.
En principio lo mismo es cierto de Esd. y Neh. Es obvio que el autor ha utilizado diferentes documentos y que no ha utilizado todo el material que ellos le ofrecían. Asimismo, observaremos en el comentario varios lugares donde ha arreglado el material a su propia manera por sus propias razones. El estudio de estos asuntos nos ayuda a ver lo que el autor quería hacer destacar más a sus lectores.
Esto, sin embargo, es lo que da lugar a otros problemas, especialmente el hecho de que no hay modo seguro de determinar con exactitud cuándo escribió el autor y por lo tanto para quién escribía. Una opinión muy probable es que los relatos de la obra de Esdras y Nehemías (o sea, más o menos Esd. 7-Neh. 13) fueron combinados alrededor del 400 a. de J.C. y que Esd. 1–6 fue añadido un siglo más tarde creando los libros en la forma actual. Si eso es correcto, entonces, un posible interés de los primeros capítulos p. ej. sería la legitimidad de la forma de expresión del culto en la comunidad judía en presencia de afirmaciones rivales, especialmente el crecimiento del grupo que llegamos a conocer más tarde como los samaritanos. Observamos entonces que la restauración del templo se presenta como la verdadera línea de continuidad con las formas del culto israelita antiguo y como la comunidad establece su sentido de identidad en presencia de afirmaciones rivales. De esto se pueden aprender lecciones útiles para hoy en lugares donde la iglesia también se esfuerza para mantener su verdadera identidad en un ambiente hostil, especialmente porque los eventos que son la fundación de nuestra fe ocurrieron hace tanto tiempo.
ALGUNOS DE LOS TEMAS PRINCIPALES
Es posible, dadas estas consideraciones, escoger varios temas que corren por ambos libros. La razón para mencionarlos aquí no es para poder decir todo lo que los libros enseñan acerca de estos asuntos, sino hacer preguntas que uno pueda tener en mente al leer el texto mismo.
Concepto teológico de la historia
La primera observación que notamos es que estos libros son muy selectivos en lo que escogen para contarnos. La frase "pasadas estas cosas" en Esd. 7:1, p. ej. cubre un período de más de 50 años. Las actividades de Esdras mayormente ocupan un período de 12 meses, y de la obra de Nehemías no sabemos nada de lo que pasa durante los 12 años entre su primer año de actividad intensa y su segundo período de gobernador más de 12 años más tarde. Asimismo, las citas en Neh. 12:26 y 47 parecen que unen directamente a la generación de los que regresaron primero a la obra de los reformadores que vinieron dos o más generaciones más tarde.
Claramente, ésta no es una historia científica moderna. Por lo contrario, el período que se cubre está considerado del punto de vista del completo control de Dios sobre el proceso y por medio del cual su pueblo fue primeramente restablecido y luego reformado sobre la tierra. Solo son incluidas las cosas que contribuyeron a eso. Nosotros también necesitamos alzar los ojos de los acontecimientos mundanos de todos los días, los cuales a veces resultan desalentadores, para poder discernir los propósitos mayores de Dios en la vida y mundo nuestros. Teniendo esa vista más amplia enfrente, aprendemos a apreciar más la contribución que cada uno de nosotros hacemos.
Continuidad
Dadas las desconcertantes circunstancias del exilio ya mencionadas, era muy importante para los que regresaban a Jerusalén y para los que venían detrás de ellos asegurarse de que seguían la misma fe que sus antepasados. ¿Podían seguir confiando en las mismas promesas que encontramos en los libros más antiguos del AT? ¿Podían depender en que Dios les ayudara y guiara como lo había hecho en las generaciones pasadas? Ya que su situación era tan diferente de la que los precedió, ¿tenían derecho aún de llamarse el pueblo de Israel? En el comentario se dan muchos ejemplos de la atención que el autor presta a estos temas, y sin duda hay muchos otros que todavía se podrán descubrir. La manera en que se describe el regreso del exilio, el proceso de reconstrucción del templo, la manera en que fue amueblado, y las personas que ministraron allí, todos estos fueron los medios por los cuales el autor quiso tranquilizar a los lectores y darles un sentido de orientación religiosa.
Quizá lo más importante de todo fue la atención que le dio al libro de la Ley, la ley de Moisés (utiliza varios títulos diferentes, pero todos se refieren a lo mismo). Por supuesto, gran parte de la ley, que llamamos el Pentateuco (de Gén. a Deut.), fue escrita por un pueblo que vivió en distintas condiciones: Eran una nación soberana y podían controlar todos sus propios asuntos internos. Tal vez por esa misma razón muchos llegaron a considerarla como palabra muerta. La contribución especial de Esdras, como veremos, fue desarrollar métodos de interpretación que les enseñasen a obtener los principios fundamentales de las Escrituras para que los pudiesen aplicar de nuevo en sus propios días, algo que es tan necesario que nosotros hagamos como lo fue para ellos. La adherencia a las enseñanzas de este libro (el cual, por supuesto, tiene tanto de la gracia y salvación de Dios y del carácter de la fe como de la "ley" definida estrictamente) les permitió obtener los medios principales de acceso al conocimiento de Dios, como también lo hace para nosotros. Esto es lo más importante para establecer continuidad con la fe de los que nos precedieron.
El Imperio Persa en el siglo V a. de J.C.
El progreso de la restauración
Las primeras tres secciones principales de los libros (Esd. 1–6; 7–10; Neh. 1–7) siguen el mismo modelo: Se concede permiso a una persona o a un grupo para regresar a Jerusalén desde Babilonia para realizar una tarea específica; al ponerse a hacerla se encuentran con oposición de una clase u otra, pero finalmente la superan para completar al menos la parte principal de la tarea. Este modelo a su vez sirve para animarnos a tener paciencia y ser fieles y al mismo tiempo nos advierte que no nos desviemos por culpa de problemas externos.
La última parte de la obra (Neh. 8–13), sin embargo, es bastante difícil. Al centro de ella se encuentra la lectura de la ley, seguida por la confesión y el compromiso de obedecer la ley de Dios (Neh. 8–10). Pero pronto, a pesar de la celebración por lo que se ha logrado (Neh. 12:27–43), leemos de los intentos, no siempre exitosos, de trasladar los valores de ese gran evento a la rutina más monótona que invariablemente los sigue. De esto hacemos dos observaciones. Primera, la "renovación del compromiso" de Neh. 8–10 está ubicada firmemente como el clímax de la obra de Dios por medio de los reformadores y no como condición de ella. Los lectores futuros podrán aprender que la obediencia fiel que se les requiere no es un medio para ganar el favor de Dios sino que representa la acción en respuesta a la manera en que Dios ha restaurado y transformado la existencia de su comunidad. Segunda, el pueblo de Dios no puede suponer que se le puede mantener para siempre en un alto plano de emoción espiritual. En verdad esos momentos pierden su valor si no se les convierte en una vida de fidelidad y obediencia regular y cotidiana inclusive en asuntos tan "mundanos" como las contribuciones financieras para el servicio de Dios. La manera medio desalentadora en que termina el libro en Neh. 13 sugiere que, sin ayuda, ésta es verdaderamente la parte más difícil del mensaje del libro.
Relaciones
Casi en todas partes (Neh. 9:32–37 es la única mayor excepción) los libros pintan a los reyes persas en una luz positiva. Desde el primer versículo de Esd., donde Ciro reacciona en respuesta al impulso de Dios, pasando por la confirmación por parte de Darío del permiso para reconstruir el templo (Esd. 6:6–12; ver el v. 14) y la encomienda de Esdras por Artajerjes (Esd. 7:12–26) y su apoyo de Nehemías (Neh. 2:6), estos reyes son los agentes humanos principales de la voluntad divina a nivel oficial. En contraste, la importancia política de los actores principales judíos recibe muy poca atención. Al seguir el rastro de este tema, se hace claro que el autor trataba de dar un bosquejo del programa que fuese fiel a la realidad y, por otra parte, insistió en las lecciones de lo que significa ser fiel bajo estas circunstancias. Ya que las autoridades dominantes tenían buena disposición hacia los judíos, se debían concentrar en las oportunidades que Dios les daba de servir en vez de perturbar las cosas tratando de hacer cambios radicales en el statu quo. Solo el final de Neh. 9 sirve para recordar que lo bueno que Dios desea todavía queda por venir.
En cambio, a las autoridades de los países vecinos se les proyecta de modo uniforme en una luz negativa, con Sambalat siendo el peor de todos, aunque de ninguna manera el único. Y aquí, la amenaza es muy seria ya que estos vecinos compartían hasta cierto punto los valores religiosos de los judíos mismos (ver, por ej. Esd. 4:1–3). No se necesita dudar de que haya un tono lleno de disculpas en la manera resuelta en que se describe el tratamiento de esta oposición. Para muchas personas este es uno de los aspectos menos atractivos de estos libros, especialmente cuando parte de la solución a los problemas incluye disolver los matrimonios mixtos (Esd. 9–10; Neh. 13:23–28). Nueva mente en estos pasajes es necesario mantener en mente las circunstancias que los judíos enfrentaban y no tratar de evitar el problema al darle una respuesta "espiritual". La pureza de su religión era vital para la continuidad de la comunidad y por eso el legado que nos deja es que en este período formativo no debía haber término medio ni en su posición legal bajo la ley persa ni en la integridad de su auto identidad. (Además, se debe recordar que estaban dispuestos a recibir a toda persona que quisiese unirse a ellos con sinceridad; cf. Esd. 6:21.) Hay veces, y sin duda ésta era una de esas, cuando hay que darle prioridad a la pureza de las cualidades de "luz" y de "sal" del pueblo de Dios para que no se disuelvan completamente y el testimonio del amor y gracia salvífica de Dios se pierda de vista completamente.
Estos son algunos de los temas característicos de estos libros que pueden servirnos de orientación para leerlos inteligentemente. Por supuesto, esto no es como para negar que haya otras observaciones que nos llamarán la atención. Entre otras cosas mencionaremos la soberanía característica de Dios, especialmente teniendo en cuenta la situación política en la que se encuentran estos libros en comparación con los libros más antiguos de historia del AT, la naturaleza y práctica de la oración, también los rasgos de los actores principales, las cualidades del liderazgo que ejemplifican, etc. En todo caso, es obvio que hay mucho de valor eterno que se puede aprender al estudiar estos libros frecuentemente malentendidos.
ESDRAS
BOSQUEJO DEL CONTENIDO
1:1-6:22 El regreso del exilio y la reconstrucción del templo
1:1-11 Ciro manda el regreso de los exiliados y de los utensilios del templo
2:1-70 La lista de los exiliados que regresaron
3:1-4:5 La restauración del culto
4:6-24 La oposición abierta
5:1-6:22 La reconstrucción del templo
7:1-10:44 Esdras
7:1-10 Introducción de Esdras
7:11-28 La comisión de Esdras
8:1-36 El viaje de Esdras a Jerusalén
9:1-15 Informe de matrimonios mixtos y la confesión de Esdras
10:1-44 Se resuelve el problema de los matrimonios mixtos.
NEHEMIAS
BOSQUEJO DEL CONTENIDO
1:1-7:73 Nehemías restaura los muros de Jerusalén
1:1-11 La vocación de Nehemías
2:1-20 Nehemías llega a Jerusalén
3:1-32 La reconstrucción de los muros
4:1-23 Más oposición
5:1-19 Problemas sociales y económicos
6:1-19 Se completa el muro a pesar de amenazas personales
7:1-73 La necesidad de repoblar Jerusalén
8:1-10:39 La renovación del pacto
8:1-18 La lectura de la ley
9:1-37 La confesión
9:38-10:39 La promesa de obedecer la ley
11:1-13:31 Consolidación
11:1-20 Los nuevos habitantes de Jerusalén
11:21-12:26 Listas suplementarias
12:27-13:3 La dedicación del muro y su secuela
13:4-31 Reformas finales
Ester
INTRODUCCIÓN
Ester, tal como Esdras y Nehemías, vivió durante el período cuando los persas dominaron todo el oeste de Asia y Egipto e impusieron un alto grado de organización en su vasto imperio. Ciro, gran constructor del imperio, había permitido que los judíos exiliados volvieran a Jerusalén desde Babilonia en 539 a. de J.C. (Esd. 1:1–4), y de allí en adelante los exiliados volvieron a reconstruir, primero sus hogares, después el templo y más adelante, bajo Nehemías, la muralla de Jerusalén. Eran una minoría, y muchos judíos permanecieron en Babilonia, se desparramaron por toda el área que ahora conocemos como Irán e Irak (vea el mapa en la pág. 445).
En los tiempos de Ester, Susa, la ciudad real persa (la moderna Shush en el sudoeste de Irán), disfrutaba de su apogeo bajo el rey Jerjes, conocido en heb. como Asuero, quien llegó al trono en 486 a. de J.C. El disfrutó de los edificios lujosos construidos durante el reinado de su padre Darío (521–486). Poco queda de ellos, pero los musulmanes chiítas visitan la aldea para venerar la supuesta tumba del profeta Daniel. Excavaciones arqueológicas a mediados del siglo XIX de la antigua ciudad identificaron las características principales del palacio, incluyendo el salón del trono, el harén y el "patio de los jardines" mencionado en 1:5.
El libro de Est. cuenta del favorito del rey Jerjes, el cortesano Amán, quien odiaba a un judío llamado Mardoqueo. Por esta razón tramó matar a todos los judíos que vivían dentro del Imperio Persa. Tal era la extensión del Imperio en aquel tiempo que prácticamente toda la raza hubiera sido aniquilada si él lo hubiera logrado. La intervención providencial vino a través de Ester, la joven judía que había sido elegida por el monarca para ser su reina. Las circunstancias resultaron en que Amán se convirtió en la víctima de su propia trama, mientras que los judíos lograron escapar. Los enemigos fueron eliminados y Mardoqueo reemplazó a Amán como la mano derecha del rey.
Este cambio extraordinario de funciones proveyó al narrador un tema cautivante. Para los judíos, cuya historia iba a incluir muchos incidentes trágicos, el libro se convirtió en una fuente de esperanza, y los eventos que relata son celebrados anualmente en la fiesta de Purim. A lo largo de los siglos la lectura pública de este libro en ocasión de Purim ha mantenido vi vas las expectaciones nacionalistas. Aun hoy, cada vez que se menciona el nombre de Amán en la liturgia de Purim, las congregaciones responden con estrepitosos golpes, exclamaciones y taconazos, y comen "sombreros de Amán" (tortas triangulares) durante las celebraciones. No es de sorprender que el judío común conozca mejor la historia de Ester que cualquier otra sección del AT.
EL LIBRO DE ESTER EN LA HISTORIA CRISTIANA
Este es uno de los libros de la Biblia que a menudo es ignorado por los cristianos. En los primeros siglos del cristianismo era mejor conocido en las versiones griegas. A éstas se habían agregado pasajes adicionales, los cuales tenían el efecto de fomentar la hostilidad hacia los gentiles y mantener a los judíos aislados, mientras que los cristianos estaban tratando de integrar a los creyentes tanto de origen judío como gentil. Es comprensible, por lo tanto, que los cristianos no hicieran uso del libro en la forma como lo recibieron porque iba en contra de sus propósitos.
Frecuentemente se señala que el nombre de Dios no es mencionado en el libro de Ester. Una reacción superficial a esta omisión es poner en duda la inclusión de este libro en la Biblia. Los grandes expositores de la Reforma, Lutero y Calvino, no dejaron comentarios sobre Ester, y aquellos que escriben sobre la historia del período del AT raramente se refieren a este libro. Debido a que aduce ser un informe real de los sucesos tiende a ser tomado con escepticismo. ¿Por qué entonces deben los cristianos estudiarlo en la actualidad?
En la práctica, la mayoría de los cristianos acepta el libro porque está encuadernado junto con los otros 65 libros que completan la Biblia. Merece nuestra atención porque está allí, y es parte de nuestro patrimonio. Históricamente ayuda a completar la escena de la vida después del exilio de los judíos de la dispersión durante el siglo V a. de J.C., y explica los orígenes de una de las festividades que los judíos han observado anualmente desde los tiempos previos al cristianismo hasta ahora. Cualquiera que desee comprender la cultura de nuestros vecinos los judíos querrá leer este informe de los orígenes de la fiesta de Purim.
Estas, sin embargo, son más bien razones educacionales en vez de personales, y aunque son importantes, no necesariamente satisfacen el deseo de los lectores de encontrar una luz para su camino y para el entendimiento de Dios.
¿Realmente, puede el libro tener una teología dado que omite el nombre de Dios?
LA TEOLOGIA EN ESTER
Est. es un libro de deducciones teológicas y no de declaraciones explícitas. Habla de ayuno, pero no de la oración que siempre acompañaba al ayuno, y tampoco menciona las respuestas a la oración que son claramente parte de la historia. Además, cuando Mardoqueo desafió a Ester a rescatar a su pueblo, le dijo que si ella no actuaba, el alivio y la liberación de los judíos surgirían "de otro lugar", dando a entender que seguramente Dios liberaría a su pueblo. La fe en Dios puede estar implícita en la gente que, por cualquier razón, casi nunca da a conocer su fe.
La vida en Persia bajo el reinado del rey Jerjes era opresiva para los grupos minoritarios como los judíos y, según el escritor de Est., peligrosa. Puede parecer improbable que un soberano decretara por capricho la ejecución de un pueblo entero, como lo hizo Jerjes (3:9–11), pero Heródoto, historiador de esa época, confirma que Jerjes era cruel y déspota hacia su propia familia, cuánto más con los extranjeros. El autor, consciente de la necesidad de ser diplomático por temor a que la historia se volviera a repetir y la vida de su gente fuera puesta en peligro otra vez, fue cuidadoso en basarse en los hechos y en ser objetivo, evitando referencias a la ayuda sobrenatural. De todas maneras, encontró la manera de señalar que Dios estaba dirigiendo los sucesos. Efectivamente éstos hablaron por sí mismos; él sólo tuvo que narrarlos.
El libro describe la vida en la corte persa con toda su extravagancia. El rey Jerjes gobernaba sobre 127 provincias, pero no logró gobernar a su esposa, Vasti. Quizá el autor se expresó con cierta ironía cuando terminó el primer episodio con el decreto del rey que decía que "todo hombre fuese señor en su casa". La pregunta implícita, ¿dónde descansa finalmente la autoridad?, genera un interrogante teológico.
Amán hizo un intento ambicioso por ganar el poder y logró obtenerlo al principio, sólo que Mardoqueo el judío no se arrodilló ante él. Amán deseaba usar su autoridad y su influencia con el rey para eliminar no solamente a Mardoqueo, sino a toda su raza. Lo único que se necesitaba era un decreto sellado con el anillo real para llevar adelante la trama. Solamente tenía que asegurarse de una cosa: La fecha necesitaba ser oportuna, si no el destino podría frustrar su plan. El autor enfrenta al destino contra la autoridad del que era adorado por el pueblo judío.
La idea de un destino predeterminado, operando en todos los aspectos de la vida, desde el del individuo hasta las decisiones de los gobernantes de una nación, era muy difundida y persistente. Un dado perteneciente al reinado de Salmanasar (858–824 a. de J.C.) queda como un recordatorio de que el primer día del año nuevo se echaban suertes sobre el calendario del año para determinar las fechas favorables. Este dado lleva la inscripción pur, que confirma el significado de la palabra purim dada en 9:24. La gente de estas tierras en el Cercano Oriente no solamente creía en el destino, sino que también practicaba lo que creía. ¿Qué sucede cuando los que creen en el Dios creador habitan entre los que viven de acuerdo con el destino? El escritor de Est. espera que sus lectores observen y tomen nota.
No todo en el desarrollo de la situación podría ser atribuido directamente a Dios, porque cada uno de los personajes principales tomó iniciativas. Mardoqueo inscribió a su protegida, Ester, en el concurso de selección, esperando que fuera elegida como la nueva reina. Solamente después de que fue reina la ventaja de su posición proveyó la oportunidad para que ella registrara la lealtad de Mardoqueo en los anales del rey y desacreditara a Amán ante el rey. Mardoqueo no podría haber imaginado que se presentaría tal necesidad. Ester, por su parte, tuvo que arriesgar su propia vida para presentar la petición al rey, y usó astucia al invitar al rey y a Amán a su banquete privado, no solamente una vez sino dos veces. Ella no tenía manera de saber cómo iba a terminar el episodio, pero ya que su acción fue precedida por ayuno (y oración), evidentemente esperaba que se le presentara una oportunidad para implorar por la causa de su gente. La iniciativa humana sola no podría haber provisto las oportunidades necesarias, pero la providencia divina con la atención humana y la acción oportuna produjo el final deseado.
En resumen, el libro de Est. apoya fuertemente e ilustra la doctrina de la providencia divina, al obrar en un momento particular de peligro para el pueblo judío que vivía bajo el dominio persa. La declaración de Mardoqueo: "¡Y quién sabe si para un tiempo como éste has llegado al reino!" (4:14), anunciada en el momento de crisis, conduce al lector a esperar que Ester intervenga exitosamente, porque la providencia ya había estado obrando en su selección como reina. Esta impresión se confirma cuando el rey extendió su cetro a Ester y recibió su petición. A medida que los eventos se desarrollan y Amán es ahorcado en su propio patíbulo, mientras que Mardoqueo es ascendido a una posición importante, el cambio dramático es tan inesperado que requiere explicación divina. Hasta personas de otras nacionalidades llegaron a la misma conclusión (8:17), haciendo que aceptaran que el Dios que obra justicia para su pueblo debe ser el verdadero Dios. Ellos, por lo tanto, declararon su fe en él.
Aunque las implicaciones de la creencia en la providencia divina son sin duda misteriosas, la soberanía de Dios afecta a toda su creación, pero especialmente a su pueblo quien deposita su confianza en él. Jesús confirmó el cuidado paternal de Dios por la naturaleza (Mat. 6:26–30), y exhortó a sus seguidores a confiar en que su Padre provee en cada necesidad. Eso no quería decir que los desastres iban a ser excluidos. La traición, el odio y la muer te esperaban a Jesús, y él advirtió a sus discípulos que podían esperar lo mismo (Mat. 10:21–25). El dolor y conflicto no cancelan el cuidado providencial, porque el interés de Dios por los pajaritos fue declarado al mismo tiempo que "aun vuestros cabellos están todos contados" (Mat. 10:29–31). En el libro de Est. la muerte de los judíos fue reemplazada por la muerte de sus enemigos. Jesús declaró que él no vino a traer paz, sino espada (Mat. 10:34). La providencia de Dios abarca su justicia y su amor a medida que pone orden en los asuntos de este mundo imperfecto, de aquí el papel que desempeña la espada.
El libro de Est. es para meditar en un intento de encontrar la relevancia de los valores bíblicos de la vida en un mundo cada vez más secular. La creencia en un destino inflexible sobrevive en el día de hoy, como lo demuestra la popularidad que tienen los horóscopos. Este libro demuestra que el destino no es inmutable cuando se opone a los propósitos eternos de Dios.
CARACTERISTICAS LITERARIAS
El libro de Est. es el trabajo de un artista literario que usa sus dones como el vehículo para expresar sus convicciones más profundas. El episodio de introducción describe eficazmente al rey Jerjes como gobernante de su inmenso dominio pero incapaz de controlar a su esposa. Implícitamente se plantea una pregunta acerca de liderazgo y autoridad. El rey designó a Amán como su primer ministro. Este estaba totalmente absorto en su propia importancia, presentando de esa forma otro aspecto sobre el liderazgo. La designación no funcionó bien para el Imperio porque el rey dejó el poder en las manos de su ministro, sin preocuparse por averiguar lo que estaba sucediendo. Todo esto se presenta sin ninguna indicación de desaprobación. Un concepto de responsabilidad muy diferente es presentado por Mardoqueo el judío, quien tomó en cuenta el valor de aquellos que estaban en la autoridad, salvó al rey de una conspiración de homicidio y se negó a someterse al engreído Amán. El contraste entre los dos hombres plantea la pregunta: ¿Cómo puede prevalecer la justicia cuando aquellos que hacen el bien no tienen poder?
El contraste entre Amán y Mardoqueo se acentúa más a medida que cada uno sigue su propia estrategia. Mardoqueo ayunó y lamentó mientras que el rey y Amán se sentaron a beber (3:15; 4:1). Mardoqueo manifestó su fe (4:14), mientras que Amán encontró satisfacción construyendo una horca para Mardoqueo (5:14). Así se libró una lucha entra la vida y la muerte. El momento crucial fue la noche de insomnio del rey (6:1), cuando le fue recordada su deuda hacia Mardoqueo y se propuso recompensarlo. Desde este punto comienza un cambio dramático. Amán se vio forzado a otorgar honores a Mardoqueo y luego fue colgado en la horca que le había preparado. Mardoqueo tomó la posición de Amán al lado del rey, y fue promulgado un nuevo edicto. Repentinamente la justicia había prevalecido. La amenaza hecha en contra de los judíos en los primeros cinco capítulos no se materializó y su fortuna se invierte en los últimos cinco; por lo tanto la estructura del libro concuerda con el contenido.
Esta percepción artística se hace aparente también en la hábil representación. Tanto los personajes masculinos como los femeninos son finamente descritos y actúan consistentemente de acuerdo con su personalidad. El rey impresionaba a sus súbditos con su riqueza y no por su interés en asegurar que tuvieran un gobierno justo. Disfrutaba de sus privilegios, promulgó nuevas leyes sin pensarlo dos veces y delegó su autoridad a un príncipe en quien él confiaba absolutamente. La reina Ester fue en muchas formas la antítesis del rey. Desde el principio estuvo sujeta a Mardoqueo pero, cuando se encontraron en peligro, ella fue quien sugirió que todos los judíos debían ayunar por tres días. Ester reconoció un poder más grande que el de ella y encontró fortaleza para tomar la iniciativa. Se presentó ante el rey con su invitación, pero sin saber cómo iba a lograr su objetivo. Su preocupación era por su pueblo y por la justicia. El libro concluye con el hecho de que el pueblo fue liberado y, bajo Mardoqueo, prosperado, y se deja al lector meditando sobre el resultado. ¿Ha estado obrando en esto la providencia divina?
Tanto Mardoqueo como Ester enfrentaron un conflicto de lealtades como consecuencia de su fe. Mardoqueo no podía pretender aceptar el liderazgo corrupto de Amán, y Ester se arriesgó a desobedecer al rey por el bien de su pueblo. La desobediencia civil se justifica por la causa mayor. El autor frecuentemente hace uso de la ironía, llamando la atención a las fiestas ostentosas del rey, su estupidez en pasar leyes sin darles la debida atención (1:21, 22) y al hecho de haber renunciado a su autoridad (3:8–11). El autor también usa palabras y frases específicas para llamar la atención a ciertos temas. Las fiestas en el libro tienen consecuencias terribles, mientras que los ayunos (4:1–3, 16) obran para bien, al punto de que al final los judíos mismos ayunan. Este es un ejemplo de cómo el autor trata de "atar los cabos".
VERDAD O FICCION
Se podría pensar que tales características artísticas sugieren que el libro debe ser clasificado como ficción, y algunos eruditos han argumentado que la narración no es concebible debido a ciertos detalles. Citan los 180 días de la fiesta del rey (1:4), la negativa de la reina de estar presente (1:12), el nombramiento de personas que no eran persas, como Ester y Mardoqueo, a puestos de importancia en el reino y el permiso del rey para aniquilar a todo un pueblo. Además, se dice que los personajes se conforman a ciertos papeles, en vez de actuar como individuos. Tales juicios, sin embargo, se hacen desde el punto de vista moderno. En vista de la falta de literatura que haya sobrevivido a este período en Persia es imposible verificar lo que pasó o apreciar el relato en su ambiente literario. Los historiadores han verificado el conocimiento preciso que el autor tenía de los palacios y costumbres reales de Persia, y cierta evidencia independiente ha salido a relucir acerca de que un cierto Marduka (Mardoqueo) que tenía un puesto de autoridad en Susa, como contador en los primeros años de Jerjes. La confirmación del uso de suertes o pur también ha apoyado la historicidad del relato. La parte que la ironía juega en la narración del autor explica algunos de los aspectos "improbables" del libro.
¿Cuándo podría haberse escrito el libro? No se hace ninguna referencia al mismo en otra literatura, por eso ha de hacerse un juicio basado en la evidencia interna. El tema y el frecuente uso de palabras persas en el heb. sugiere una fecha durante el período persa, en algún tiempo después del reinado de Jerjes, al que se refiere como si estuviera en el pasado. El autor se preocupaba porque los judíos no se olvidaran de su liberación de la masacre que se hubiera extendido por todo el Imperio. He allí la razón de este libro, que establece la conmemoración anual de Purim, debidamente autorizada por mandamiento real. Esto bien podría haberse necesitado a principios del reinado de Artajerjes I, alrededor de 460–450 a. de J.C., después de la muerte de Jerjes. El autor evidentemente tenía acceso a los anales de los reyes persas (6:1; 10:2) y era un judío involucrado en los asuntos del Estado en Persia y su imperio.
EL LUGAR DEL LIBRO EN LAS ESCRITURAS
En nuestras Biblias en castellano el libro de Est. sigue a los libros de historia y añade su contribución a la historia ilustrando la vida en el siglo V a. de J.C. entre los judíos en el oeste de Asia. En los cánones hebreos está entre los "Escritos", y generalmente es el último de los "cinco rollos" que se refieren a las fiestas. Est. es el texto de Purim, celebrada en el duodécimo mes del año judío, y por lo tanto la última. La popularidad de esta fiesta hizo que se necesitaran muchas copias del libro, y las primeras traducciones contienen una variedad de lecturas diferentes al heb. La LXX, probablemente traducida ya en el siglo II a. de J.C., contiene más de 100 versículos que no están en el heb. Probablemente fueron añadidos para introducir un énfasis religioso más obvio, y se pueden encontrar como colección en los apócrifos.
La maravillosa liberación de la muerte del pueblo judío en los tiempos de Jerjes ha sido instrumental, a través de la celebración anual de Purim, para mantener viva la fe judía a través de muchas otras persecuciones, aun hasta el presente día. La identidad judía ha sido preservada entre las muchas otras culturas, y ha sobrevivido a pesar del Holocausto. Dios no ha abandonado a su pueblo antiguo, más bien continúa siendo misericordioso con ellos. Sin embargo, su plan es salvar al mundo, y los gentiles cristianos le deben su salvación al pacto de Dios, iniciado con Abraham y cumplido en Cristo. El libro de Est. debe generar un espíritu de gratitud en el corazón del cristiano tanto como en el del judío, y recordar a los cristianos de su deuda con los fieles líderes judíos como Mardoqueo y Ester. Conforme los cristianos vayan formando parte de los propósitos del pueblo judío a la luz de sus sufrimientos pasados, y se arrepientan de las crueles desavenencias y persecuciones de parte de la iglesia cristiana en el pasado, es posible que se ganen el derecho de encomendar a los judíos al señorío de Jesucristo "quien es la cabeza de todo principado y autoridad" (Col. 2:10).
BOSQUEJO DEL CONTENIDO
1:1-22 El rey Jerjes destrona a la reina
2:1-18 Ester es escogida para ser reina
2:19-23 Mardoqueo descubre un complot
3:1-15 Amán trama contra los judíos
4:1-17 Ester acepta interceder
5:1-8 Ester toma la iniciativa
5:9-14 Amán trama contra Mardoqueo
6:1-14 El rey honra a Mardoqueo
7:1-10 El rey manda colgar a Amán
8:1-17 El decreto de Amán trastrocado
9:1-19 Los judíos salen victoriosos
9:20-32 El origen de Purim
10:1-3 El éxito de Mardoqueo.
Bibliografía
Ching Meletz Joel Apuntes de los Libros Históricos.
Carson, D.A.; France, R.T.; Motyer, J.A Wenham, G.J., Nuevo Comentario Biblico: Siglo Veintiuno, (El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones) 2000, c1999.
Autor:
Joel Ching Meletz
LICENCIADO Y MAGISTER EN TEOLOGIA
DERECHOS RECERVADOS DE AUTOR
LA BELLA GUATEMALA JULIO DEL 2013
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