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Imprentas Rioplatenses "Imprenta de Doctrinas" (página 2)


Partes: 1, 2

En 1587 llegaban del Brasil, los Padres Armini, Grao, Saloni, Ortega y Fields; los tres últimos, conocedores de la lengua guaraní, fueron destinados al Paraguay.

La primera jurisdicción en estas tierras fue la Provincia Jesuítica del Paraguay, creada el 9 de febrero de 1604 por el Padre General de la Compañía de Jesús, Claudio Acquaviva; comprendía territorios que hoy forman parte de Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile, y el Brasil (sureste del Mato Grosso y los estados de Santa Catalina, Paraná y Río Grande del Sur). En 1625 se reduce, al crearse la Vice Provincia Jesuítica de Chile. El provincial de la orden tenía su sede en Córdoba, siendo nombrando como primer Provincial el Padre Diego Torres Bollo.

Por una Real Cédula del 16 de marzo de 1608 se ordenó al entonces Gobernador del Paraguay, D Hernando Arias de Saavedra, que los jesuitas se dirigieran al Paraná, al Guayrá y a la región de los guaycurúes; más tarde las acciones se dirigieron también a la zona de Itatí y Tapé. En tal sentido, en 1610 se fundaron las primeras Reducciones; para ello se enviaron a los Padres José Cataldino y Simón Masseta al Guayrá; a los Padres Marcial de Lorenzana y Francisco de San Martín a las regiones meridionales; y a los Padres Roque González de Santa Cruz y Vicente Griffin al país de los guaycurúes.

Se organizaron aproximadamente unas 60 Reducciones, que desde 1612 fueron objeto de ataques por parte de los bandeirantes, quienes esclavizaban a los nativos para venderlos en las haciendas. Estos ataques se agudizaron a partir de 1628, destruyéndose varios pueblos; los sobrevivientes tuvieron que emigrar, y después de traslados y reubicaciones, se asentaron finalmente en una región más segura, entre los ríos Paraguay, Paraná y Uruguay, siendo el centro de la misma la actual provincia de Misiones. Dirigidos por el P. Antonio Ruiz de Montoya protagonizaron el éxodo guayreño, que terminó con la fundación de San Ignacio Miní y Nuestra Señora de Loreto, a orillas del arroyo Yabebirí.

Hacia el 1700 la Provincia Jesuítica del Paraguay tenía 250 religiosos, de los cuales 73 trabajaban en las 30 Reducciones ya fundadas: 17 en torno al río Uruguay, que dependían del obispado de Buenos Aires, y 13 cerca del Paraná, pertenecientes a la diócesis de Asunción. En ellas vivían cerca de 90.000 indios, que formaban 23.000 familias. Las visitas episcopales fueron muy raras, sólo siete en 158 años.

En el año 1744 la Compañía de Jesús realizó un censo poblacional de sus reducciones, lo que arrojó un total de 84.000 indígenas.

Esos pueblos jesuíticos durante los siglos XVII y XVIII conformaron no solo un ámbito territorial definido, sino también un sistema integrado en el orden económico y político-administrativo; desaparecen en 1768, al ejecutar Francisco de Paula Bucareli y Ursúa, entonces Gobernador de Buenos Aires, la expulsión ordenada por Carlos III, Rey de España, en la Pragmática Sanción del 27 de febrero de 1767.

Las Misiones recogieron las antiguas experiencias evangelizadoras e intentaron plantear un modelo alternativo para la integración del indígena que abarcó los planos sociales, culturales, económicos y políticos; la expulsión efectiva de los jesuitas en 1768 significó el fin de esta experiencia tan singular y exitosa, y los pueblos sufrieron un rápido proceso de deterioro.

Refiere en tal sentido la catedrática de la Universidad Complutense de Madrid, Labrador Errázuriz:

"El pueblo guaraní y la Compañía de Jesús protagonizaron en esta región, y en poco más de siglo y medio, una experiencia original de vida y de fe, cuya síntesis cultural y realización de valores son sus indiscutibles señas de identidad".

En 1773 fue disuelta la Congregación por orden del Papa Clemente XIV, quien mediante la Bula "Dominus ac Redemptor", supuestamente por motivos y presiones puramente políticas.

En 1814, mediante otra Bula, el Papa Pío VII restableció su organización. Recién en 1836 la Congregación volvió a la República Argentina.

2. "Imprenta de Doctrinas"

a. Origen y desarrollo

Desde el primer tercio del siglo XVII, venían los padres de las Reducciones insistiendo ante los superiores de la Orden en la necesidad y conveniencia de que se pudiese disponer de una imprenta donde editar los libros para la catequesis, especialmente los redactados en lengua guaraní por el P. Antonio Ruíz de Montoya, y del envío de un hermano impresor, perito en el arte de imprimir.

Para 1630, la Quinta Congregación Provincial reunida en Córdoba, resolvía pedir una imprenta:

"Insistentemente pide [la Congregación Provincial] que nuestro Procurador General nos conceda una imprenta para publicar varias obras en lengua indígena sumamente necesarias".

En 1632, el Procurador Padre Juan Bautista Ferrusino llegaba a Roma y entregaba al Padre General, Mucio Vitelleschi, un Memorial en donde decía:

"suplico a V. P. nos mande dar de las provincias de Francia o de Alemania y Flandes algún hermano que entienda de eso [arte tipográfico] para que, comprando una imprenta, se pueda conseguir este efecto de gran importancia para el bien de las almas."

Recibía, en consecuencia, la siguiente respuesta:

"Nos esforzaremos cuanto podamos y tendremos sumo placer en que se consiga lo que se desea". (…) "Por lo que toca al Hermano impresor, daré lo que pide con mucho gusto."

Durante 1634, el Procurador del Paraguay escribía al Padre General insistiendo sobre el tema; si bien no se logra lo deseado, embarcar rumbo al Río de la Plata con el Hermano impresor, la imprenta y las reales licencia para su uso, de la lectura de la correspondencia se infiere la buena voluntad de ambos por conseguirlos:

"Para el hermano impresor que pedí a V. P. para mi Provincia, ha rogado el Padre Asistente de Alemania a los Provinciales de aquella Provincia para que me den alguno y me ha prometido que lo hará luego. Suplico a V. P. se sirva de dar orden de que, hallándole, me le remitan con tiempo a Lisboa, y me avise a mí también con tiempo para que sepa lo que he de hacer en razón de comprar la estampa [o imprenta] o no".

En respuesta del 8 de agosto, el Padre General expresaba:

"Ya he avisado se escriba que se haga diligencia en buscar aquel Hermano impresor, y se cuidará de enviarlo a Lisboa".

Con fecha 30 de noviembre le escribía al Padre Provincial de la Provincia del Paraguay, Francisco Vásquez Trujillo:

"Lo de estampar ahí los Vocabularios de los Padres Ruiz y Lope de Castilla me parece bien; y en orden a su ejecución he avisado que vaya un hermano de Flandes para que los disponga".

En los años 1635-1636 la correspondencia seguía con la misma intención: poder contar con un hermano impresor y la tan requerida imprenta.

En 1637, el postulado 14 de la Sexta Congregación celebrado en Córdoba, señalaba que el Padre Antonio Ruiz de Montoya, llamado paí guazú por los guaraníes, partía para España con libros de lengua guaraní para imprimir, y recordaba la necesidad del hermano impresor. La respuesta del Padre General no se hizo esperar, recomendando enviar los libros a Lima donde había más facilidad y competencia para imprimirlos:

"Tengo por dificultoso que pueda hacer nada el Padre Antonio Ruiz acerca de la impresión de los libros de la lengua guaraní, por el empleo a que vino, y por la dificultad de los requisitos necesarios para la estampa; holgaré que se disponga a su satisfacción; ya sobre la materia le he escrito algo a Madrid. Deseo se halle un Hermano impresor: no sé si de presente será posible. Lo que hubiese que imprimir se podía enviar a la Provincia del Perú, donde habrá más comodidad, en el interim que en ésa no se descubra propósito".

Finalmente las obras del P. Montoya se publicaron en Madrid, entre 1639 y 1640:

"Cuatro libros publicó durante su estadía en Madrid, quizás el fruto más decantado de su labor entre los guaraníes.

El primero, la Conquista espiritual hecha por los religiosos de la Compañía de Jesús en las provincias del Paraguay, Paraná, Uruguay y Tape, al que tanto hemos recurrido para esta semblanza, apareció el año 1639. Basándose en las Cartas Anuas de la provincia jesuítica del Paraguay, así como en su experiencia de testigo, muchas veces protagónico, lo compuso durante su viaje a España, para dar noticia en Europa de los trabajos de los misioneros, con la intención de suscitar, mediante copias manuscritas difundidas por doquier, posibles nuevas vocaciones para aquel trabajoso ministerio. No se trata de una obra pacientemente madurada, sino de un texto escrito con premura, estrechamente vinculado, más allá del propósito vocacional, con su gestión ante las autoridades políticas de la Metrópoli. Por eso, al tiempo que una crónica, es también un informe del estado de las misiones, y un alegato contra los bandeirantes, que completaba sus acusaciones ante la Corte. En su Dedicatoria a Octavio Centurión, marqués de Monasterios, le dice: «Gozaráse de ver cómo se funda la Iglesia en las regiones que estaban en la sombra de la muerte, y las puertas del infierno, cómo se exalta la Fe, cómo se vence al demonio, cómo se redimen las almas». En la Introducción leemos: «El haber cerca de treinta años que sin divertirme a otro empleo, mi principal ha sido su enseñanza y conversión a nuestra santa fe, coronando mi deseo trabajos y los más ordinarios peligros de muerte y de ser comido de bárbaros… He vivido todo el tiempo dicho en la provincia del Paraguay y como en el desierto, en busca de fieras, de indios bárbaros, atravesando campos y trasegando montes en busca suya, para agregarlos al aprisco de la Iglesia santa y al servicio de Su Majestad, de que con mis compañeros hice trece reducciones o poblaciones, con el afán, hambre, desnudez y peligros frecuentes de vida que la imaginación no alcanza, en cuyo ejercicio me parecía estar en el desierto». La defensa que en dicho libro intenta de los indios para que, como dice al final, dirigiéndose al Rey, «vivan amparados del poderoso brazo con que Su Majestad, que Dios aumente, defiende sus vasallos», hace que la obra del P. Montoya haya sido comparada a la de Las Casas. Pero las diferencias son abismales. Para Las Casas la dialéctica entre el indio y el español es desmesurada e implacable, mientras que a Montoya no le nubla el juicio, más aún, su libro expone uno de los más originales intentos de instituir una Cristiandad en nuestra tierras, en armonía con el resto de la sociedad española y bajo la protección de la Corona.

La segunda obra que publicó durante su estancia en Madrid, el año 1639, fue el Tesoro de la Lengua Guaraní, dedicado a la Soberana Virgen concebida sin mancha de pecado original, de más de 400 páginas. El idioma guaraní, difícil de hablar y que nunca había sido escrito por los aborígenes, le debe la gramática de mayor autoridad. De los guaraníes aprendió la lengua y, mediante ella, se interiorizó en toda la riqueza de su cultura. Mitre ha destacado la importancia historiográfica de la obra: «Esta es el panléxico de la lengua guaraní… Sin él, el guaraní… sería un idioma indescifrable para el filólogo. Es no sólo un diccionario, que da la significación de las voces con sus etimologías, sino que las descompone en sus elementos, analizándolas gramaticalmente por sus radicales y partículas de composición, de manera de penetrar en su sentido primario y en su artificio de frases». M. Domínguez, por su parte, afirma que en el Tesoro «está virtualmente el indio tal como era en el momento histórico de la conquista, su antropofagia, su aritmética o manera de contar por nudos, los arrebatos con que las mujeres lloraban a sus deudos, sus hechizos y adivinaciones inocentes, sus extrañas endechas melancólicas y otros miles datos que escaparon a quienes nos describieron sus costumbres… Allí está cuanto el hombre de la selva amó y esperó en esta vida y en la otra, el mundo de los conceptos, su ideación, etc.»

El tercer libro fue el Catecismo de la Lengua Guaraní dedicado a la Purísima Virgen María Concebida sin pecado original, que apareció también en 1639. Esta obra, de más de 300 páginas, con un texto paralelamente escrito en castellano y guaraní, estaba destinado al uso de los misioneros, haciéndoles partícipes de su larga experiencia apostólica. Ya Bolaños había publicado un Catecismo, pero era un breve compendio de doctrina, mientras que ésta es una obra más completa, dirigida sobre todo a los catequistas.

Finalmente nos dejó Arte, Bocabulario de la lengua Guaraní, publicado en 1640, de más de 600 páginas. La arduidad para poder expresar con letras impresas los sonidos de esa lengua, lo que hizo «teniendo por intérpretes a los naturales», se hace evidente cuando leemos lo que él mismo nos dice en su obra: «Quatro pronunciaciones tiene esta lengua muy necesarias, para hablar propiamente… La primera pronunciación es narigal, que se forma en la nariz… La segunda es una pronunciación gutural, que se forma in gutture, contrayendo la lengua hacia dentro… La tercera incluye las dos dichas, y se ha de pronunciar con nariz e in gutture juntamente… La cuarta pronunciación es gutural, contracta…» ¿Cómo expresar con nuestras letras tan diversos sonidos y matices? Fue ello lo que llevó a que desde ya se pensase en establecer una imprenta en las mismas reducciones, creándose nuevos cuerpos de letras, para editar allí dichas obras. Como se sabe, la primera imprenta que existió en nuestra Patria se instaló en la reducción de Loreto, en la actual provincia de Misiones".

Desgraciadamente, una parte considerable de la obra del Padre Ruiz de Montoya se perdió en Lisboa. Vuelto de España, le escribía al Padre Comental, el año 1642, refiriéndose a sus libros en lengua guaraní:

"Fue ventura haber dejado en Madrid la mitad de dos mil cuatrocientos cuerpos que imprimí, porque la otra mitad, con todo cuanto tenía, lo envié a Lisboa, donde queda todo sin haber podido sacarlo, y así vengo de la misma manera que si me hubiesen robado holandeses, padeciendo las necesidades del que, perdida la nao, escapa a nado, y gracias a Dios, que escapé con la vida, porque si me cogiera el alzamiento de Lisboa, sin duda que me la quitaran por lo que obré en la Corte contra portugueses». Recuérdese que precisamente en ese tiempo se producía la separación de España y Portugal, y Montoya había hablado duramente contra la corte de Lisboa".

Hacia 1670, España tenía dificultades para abastecer a las Reducciones del Paraguay de misioneros calificados para el desempeño de determinadas industrias y oficios; en tal sentido, el Padre Sebastián Izquierdo, asistente en Roma por las Provincias de España, formula un urgente llamado al rey para que autorizara el envío a América de jesuitas de origen alemán e italiano. En 1674 se expide una Real Cédula, que estipulaba que la tercera parte de los miembros de las expediciones jesuíticas podían ser extranjeros; entre ellos, insignes misioneros, figuras excepcionales por sus virtudes, su ciencia o sus extraordinarias habilidades técnicas, arribaron los Padres: Ladislao Orosz, húngaro; Martín Dobrizhofer, austriaco; Antonio Sepp, tirolés, y pieza clave para la construcción de la imprenta por haber descubierto hierro en la región y haber conseguido fundirlo; José Jolís; Juan Bautista Neumann, alemán y Paulo Restivo, siciliano, quien fuera el gran filólogo de las misiones y llegara a hablar con gran fluidez el guaraní, y quien junto con Ruiz de Montoya le diera forma a la gramática así como a nuevos signos fonéticos para llevar esta lengua a la escritura por primera vez.

Pasaron los años y no se lograba conseguir el prometido Hermano impresor ni la imprenta, a pesar de las buenas intenciones de todos los responsables; estas dificultades obedecían en primer lugar, a la escasez de entendidos en el oficio tipográfico en toda Europa, y en segundo lugar, a que los jesuitas tenían asignados a sus expertos en las treinta imprentas que poseían en todo el mundo.

A fines del siglo XVII les correspondía a los Padres Juan Bautista Newman y José Serrano, a decir por el Padre Furlong:

"…la gloria de haber sido los fundadores del arte tipográfico en la República Argentina, pues fueron ellos los primeros en armar una prensa, fundir los necesarios tipos y dar a la publicidad los primeros libros argentinos".

En realidad, ya en 1658 había llegado al Río de la Plata el Padre Serrano, y en 1680 el Padre Neumann, pero ambos desempeñaron diversos cargos y responsabilidades antes de radicarse en las Misiones y dar comienzo a su empresa.

La Reducción Guaranítica "Nuestra Señora de Loreto", pasó a ser en 1695 la cuna de la "Imprenta de Doctrinas", en el Río de la Plata, ya que el Padre Neumann anunciaba que:

"sus indios habían fabricado una imprenta".

Utilizando maderas duras de nuestras selvas tropicales ayudados por los inteligentes y dóciles guaraníes que las labraron tallaron los tipos o lo fundieron en estaño, la imprenta comenzó a funcionar. Acerca del material de que fueron fabricados los tipos, algunos sostienen que fueron de madera dura, de cobre, de bronce, de estaño; en opinión del Padre Furlong:

"de una amalgama (sic) de estaño y plomo".

En relación al hierro, indispensable para la construcción de la imprenta, el Padre Sepp cuenta que entre los materiales que serían utilizados para la construcción del pueblo misionero de San Juan Bautista en 1697, encontró una piedra llamada "itacurú", perteneciente a las hematites y que contenía aproximadamente el 60% de hierro puro; se instalaron hornos para su fundición y cuando el hierro aún estaba al rojo, lo templaban en agua fría.

El Padre Furlong lo relata de la siguiente manera:

"…valiéndose de maderas de la selva americana y fundiendo tipos de estaño que pudieron haber a las manos, y abriendo láminas que grabaron con singular acierto y maestría, fundaron los Jesuitas la primera imprenta rioplatense."

Respecto a la tinta, el Padre Dobrizhoffer, refiere que se extraía de la madera de tapý; el hollín desprendido de su combustión se recogía en un recipiente, se vertía agua caliente y se mezclaba con goma y azúcar. Asimismo el Padre Jolís, escribía sus originales con tinta que él mismo fabricaba con algarrobo y que, según dice, "no resultaba inferior a la europea".

En cuanto al papel, áspero y similar al producido en la España del siglo XVII, sin duda el elemento más problemático y valioso de toda la labor tipográfica en las reducciones, el Padre Sepp señalaba en 1709:

"quiso el padre Serrano establecer una imprenta y con feliz éxito lo llevo a cabo… cierto que fabricar aquí el papel es del todo imposible, y a veces no hay ninguno…; es forzoso traerlo de Europa, lo que resulta muy caro. Hanse implantado muchas artes y oficios… ahora pensamos seriamente en poner una fabrica de papel y otra de vidrio".

Por su parte, el Padre Streicher, en 1725 escribía:

"ahora pensamos seriamente en poner una fábrica de papel y otra de vidrio".

En 1705 terminó y dio a luz la imprenta guaranítica su primer libro del que se conserva ejemplar: "De la diferencia entre lo temporal y eterno"; en la dedicatoria, su traductor, el Padre Serrano, a 3 de enero de 1703, en las "Doctrinas del Paraguay", dice al Padre Tirso González, Propósito de la Compañía de Jesús en Roma:

"Yo, el más mínimo, puedo ser pregonero, pues habiendo tornado el traductor el libro de la Diferencia (de lo temporal y eterno) y el Flos Sanctorum en idioma guaraní, dando cuenta a V. P. M. R. de este asunto y el deseo que tenían éstos los PP. se diese a la estampa, V. P. M. R., en la de junio de 1694, apoya este intento, deseando se traiga imprenta para este efecto. Lo mismo repite V. P. M. R. en la del 31 de enero de 1696, añadiendo: Estimo a V. R. el trabajo tan fructuoso que ha tomado de hacer esas traducciones. Pero donde se manifiesta con mucho realce el ardiente celo de V. P. M. R., es en la última del 14 de diciembre de 1699; en ella me dice: Yo escribo hoy al P. Alonso de Quirós, nuevo procurador de Indias, en Madrid, para que solicite la licencia del Consejo, (de Indias) para que puedan imprimir esos libros, y le aviso que luego que la saque la remita al P. Provinciano de esa provincia".

Este documento ratifica la voluntad del Padre General de la Compañía, tal como sus antecesores lo venían haciendo desde 1630, por gestionar en España la introducción de la imprenta en las misiones guaraníticas, al finalizar el siglo XVII.

Y sigue en su dedicatoria aportando interesantes datos:

"Retorno al Divino Señor el haber logrado el deseo de V. P. M. R. de imprimir estas otras en las Doctrinas, sin gastos, así de ejecución, como de los caracteres propios de esta lengua, peregrinos en la Europa; pues así la imprenta como las muchas láminas para su realce, han sido obra del dedo de Dios, tanto más admirable, cuando los instrumentos son unos pobres indios, nuevos en la fe y sin la dirección de los maestros de Europa, para que conste que todo es favor del cielo, o que quiso por medio tan inopinado enseñar a éstos las verdades de la fe".

b. Publicaciones y censura

La censura y la licencia para imprimir se aplicaba en América de igual modo que en España. La impresión de libros estaba sujeta a determinadas normas: poseer la licencia del Rey y de su Consejo, engorroso trámite que exigía la presentación del manuscrito ya censurado, al Escribano del Consejo quien rubricaba todas sus páginas. En hoja aparte se salvaban las correcciones, erratas, y lo tachado en el original, remitiéndose entonces ese original a la imprenta para su tirada. Impresa la obra se entregaban dos ejemplares al Consejo para su cotejo con el original. Se otorgaba entonces la licencia, la tasa de venta de los pliegos y la cédula de privilegio.

Los libros religiosos escritos en latín y en romance, las cartillas, vocabularios y gramáticas sólo requerían la licencia del prelado del lugar, pero los asuntos que caían bajo la jurisdicción de la Inquisición requerían la licencia del inquisidor general y su Consejo.

Los textos suelen presentar una portada con el nombre del autor y el título de la obra, generalmente extenso como era común en esa época; se observan asimismo, elementos barrocos o bien intercalados entre ellos, un escudo de armas, sea de la congregación o la figura del santo a quien debían su nombre.

Sus formatos varían del in folio al in cuarto e in octavo predominando los dos últimos; a veces a dos columnas, especialmente en las obras bilingües o a plena página. Se usaron caracteres góticos, romanos, cursivos; es frecuente en un mismo libro la combinación de distinto tipo de caracteres.

Preceden al texto, en algunos casos, una serie de páginas accesorias representadas por el privilegio otorgado por la autoridad competente y la licencia o las distintas licencias otorgadas por distintas autoridades políticas y religiosas, las aprobaciones, la tasación, la dedicatoria del autor y frecuentemente un prólogo dirigido al lector terminando con el colofón.

Los datos tipográficos se expresan de distinta manera en un mismo autor y a veces hay divergencia en la forma de citarlos en la portada y en el colofón.

Inicialmente, las publicaciones trataban de obras de enseñanza de las lenguas indígenas a utilizar por los mismos religiosos: Vocabularios Diccionarios, Artes -conjunto de preceptos y reglas para hacer bien algo; libros de rezo o de liturgia: Misales, Salterios. Antifonarios; obras bilingües de adoctrinamiento ya para ser utilizadas por los religiosos o bien dirigidas directamente a los indios; entre ellas figuran:

"Martirologio Romano".

"Flox Sanctorum", del Padre Pedro de Rivandeneira.

"De la diferencia entre lo temporal y eterno", del Padre Juan Eusebio de de Nieremberg.

"Instrucción practica para ordenar santamente la vida", por el Padre Antonio Garriga.

"Manuale ad usum Patrum Societatis Jesu qui in Reductionibus Paraquariare Versantur", por el Padre Segismundo Asperger.

"Vocabulario en lengua guaraní", compuesto por el Padre Antonio Ruiz de Montoya.

"Arte de la lengua guaraní", por el Padre Antonio Ruiz de Montoya.

"Explicación del catecismo en lengua guaraní", por Nicolás Yapuguay.

"Catecismo que el concilio limense mando hacer para los niños".

"Sermones y ejemplos en lengua guaraní", por el indio Nicolás Yapuguay.

"Carta que el señor D. José de Antequera y Castro dirigió al obispo de Asunción José Paloz".

"Relacionista de los sucesos en tiempos de Antequera", por el Padre Juan Francisco Dávila.

Se imprimieron también obras destinadas a la enseñanza que se impartía en los colegios creados por los religiosos tales como obras de autores religiosos, sobre medicina indígena, libritos de efemérides, calendarios, tablas astronómicas, anuarios, cursos de los planetas, mudanzas del tiempo, boletines; entre estos opúsculos diversos figuran:

"Algunos trataditos en castellano", por el Padre Serrano.

"Algunos trataditos en guaraní", editados por el Padre Serrano.

"Efemérides", editadas por el Padre Buenaventura Suárez.

"Diarios manuales", editados por el Padre Buenaventura Suárez.

"Calendarios", editados por el Padre Buenaventura Suárez.

"Tablas astronómicas", editadas por el Padre Buenaventura Suárez.

"Estaciones del año", editadas por el Padre Buenaventura Suárez.

"Mudanzas de los tiempos", editadas por el Padre Buenaventura Suárez.

c. Rol de los Guaraníes

Cabe destacarse que esta labor no fue sólo obra de los jesuitas sino que contaron con la habilidad de los guaraníes. El Padre Dobrizhoffer escribía:

"que no pocos de ellos [los indígenas] imprimieron libros, y libros de gran volumen, y no solamente en lengua guaraní sino también en lengua latina, y, […] ellos mismos fundieron con estaño los caracteres o notas tipográficas".

El Padre Sepp, en una carta sin fecha que escribía a su colega Gulliermo Stinglhaim, refiere sobre las cualidades de los indígenas:

"No se puede concebir hasta dónde llega la industria de los indios para las obras de mano. Les basta ver una obra de Europa para hacer otra semejante, imitándola con tanta perfección que no es fácil saber cuál de las dos ha sido hecha en el Paraguay. Tengo entre mis neófitos uno llamado Paica que hace todo género de instrumentos músicos y los toca con admirable destreza. Él mismo graba sobre el bronce, habiéndolo pulido, esferas astronómicas, órganos de nueva invención, y otras muchas obras de esta naturaleza".

La destreza en el trazo, la prolijidad en el detalle, la atención y minucia ejercitados por el indígena en la copia a pluma de letra de molde y en la orfebrería le sirvieron pues de provechoso punto de partida para el éxito en la nueva fase artesanal, la tipografía, en lo que se refiere al diseño de caracteres, su eventual burilado o su fundición. Así, tipógrafos indios tallaron, grabaron o fundieron los tipos o caracteres requeridos; manos de aborigen manejaron las prensas y trabajaron las encuadernaciones.

En tal sentido vayan los siguientes testimonios:

"…los indios llegaron a imitar con la pluma tanto la mejor letra, que copian un misal impreso en Antuerpia (Amberes) con tal perfección, que es necesaria mucha advertencia para saber cuál escribió la mano del indio. Y con este acierto copian una Sacra de las que sirven para Misa estampada en Roma con varias imágenes de la Pasión y Santos, como si fuera de molde. Así, en parte, suplen los misioneros la falta que hay de imprenta alguna en toda aquella provincia".

"Remedaban con la mano cualquier forma de letra, y aunque exhibieres ante ellos el más elegante de los libros, impreso en una de las impresiones más exornadas, de tal suerte la reproducían, que te quedarías después sin saber cuál era el original…" (…) "… copian con eminencia lo impreso, sacando el traslado tan semejante al original que es menester mucho cuidado para distinguir…".

Pero los guaraníes no solo descollaron en sus cualidades manuales, sino también como autores. El caso más saliente es el de Nicolás Yapuguay. Este escritor indígena fue maestro perpetuo de los jóvenes misioneros y el compañero inseparable del Padre Restivo; en el prefacio de la obra de su autoría: "Explicación del catecismo en lengua guaraní", el citado sacerdote señala:

"Muy conocida y superior a lo que puede caber en un indio es la capacidad de es Nicolás Yapuguay, cacique y músico de Santa María, y con razón muy alabada de todos su composición, por la propiedad, claridad y elefancia con que felizmente se explica, aún en cosas tocantes a Dios…Yo no hice más que darle la materia…".

El Padre José Peramás refiere a otro autor indígena, llamado, Vásquez, quién compuso un volumen de discursos sagrados en Loreto.

Asimismo los autores coinciden en autor indígena, Melchor, quien llegó a escribir una obra histórica en Corpus Christi, y en otro, cuyo nombre se desconoce, autor de una obra en guaraní titulada: "Historia del pueblo de San Francisco Javier".

Conviene recordar que en las escuelas jesuíticas los niños aprendían a leer, escribir y contar sobre todo en guaraní, que era la lengua que realmente se hablaba; no obstante, con sus conocimientos a menudo dejaban maravillados a los nuevos misioneros:

"Los indios llegaban a leer admirablemente tanto en guaraní, como en español y latín."

El Padre Anton Betschor, suizo, que llegó a la reducción de San Juan Bautista en 1719, escribe:

"Los niños nos dieron la bienvenida en alemán, latín, español y guaraní."

d. Desaparición

Examinando las portadas de los libros impresos, llama la atención el pie de imprenta que llevan: en unos, Santa María la Mayor, en otros, el pueblo de San Francisco Xavier, en otros, Nuestra Señora de Loreto, en otros, por último, la indicación general de "Impreso en las Misiones".

Santa María la Mayor y San Francisco Javier distaban una de otra a cinco leguas, al paso que Loreto se encontraba a treinta y una leguas de la una y a treinta y seis de la otra.

La imprenta funcionó al comienzo, y luego desde 1713 hasta 1722, en "Nuestra Señora de Loreto"; en 1715, 1722 y 1724 en "Santa María La Mayor"; en 1727 en "San Francisco Javier". Algunos investigadores sostienen que funcionó también en Corpus y en San Miguel, aunque sin dar fechas ni razón de obras impresas.

Si los años de impresión fuesen los mismos, podría afirmarse que había más de una imprenta funcionando en distintos sitios a la vez; pero la diversidad de años y la similitud de tipos indican que era uno sola, que funcionaba sucesivamente en cada una de las misiones. Por ello podemos concluir que se trataba efectivamente de una sola imprenta, que era itinerante, y que se instalaba en esas Reducciones según lo requerían los trabajos de impresión.

En el año 1727, se publicó la última de las obras guaraníticas. El texto contiene 6 páginas no tiene portada pero al fin del texto se hallan estas líneas: "Tupis Missionariorum, Paraguariae, in Oppido". S. Francisci Xaverij, Anno 1727.

Las producciones de la imprenta de las Misiones abarcan los años transcurridos entre los de 1705 a 1727; no se conoce libro alguno impreso con posterioridad a esa última fecha.

Se adujo, entre las posibles causas: la falta de papel, que se traía de España; la creciente prevención metropolitana respecto del uso casi exclusivo del guaraní en detrimento del castellano -al visitador real Juan Vázquez de Agüero le fue encomendado en 1730 averiguar si estaban instruidos los indios en la lengua castellana-; el hecho de haberse publicado con sus tipos la Carta de Antequera y Castro, que fuera condenado poco después al suplicio por el Virrey de Lima; no obstante, a la luz de los hechos, desde la fecha en que se hizo pública en San Francisco Javier dicha Carta hasta que se cumplió la real cédula de Carlos III, se cuentan cuarenta años, extenso período durante el cual no se ve aparecer libro alguno editado por el taller de las Misiones, a pesar que la imprenta estaba todavía en la misión de Santa María la Mayor.

En 1784, el Virrey Marqués de Loreto quiso averiguar qué había pasado con la imprenta jesuítica, y he aquí lo que resultó, según los términos de la siguiente carta de oficio dirigida por don Francisco Piera a don Juan Ángel de Lazcano:

"Muy señor mío: -A la de V. de 28 de Noviembre último sobre el encargue que hace a V. Su Excelencia de que solicite en el pueblo de Santa María la Mayor, u otros, si existe o no algunos caracteres, muebles o utensilios de la imprenta que aquí hubo en tiempo de los expatriados, digo: que habiéndome informado del teniente gobernador don Gonzalo de Doblas, me dice que en el tiempo que permaneció en dicho pueblo de Santa María tuvo ocasión de examinar con todo cuidado y prolijidad cuanto allí hay, y que, efectivamente hubo imprenta en aquel pueblo, de la que sólo existen los fragmentos de la prensa que era de madera, muy mal construida y al presente toda hecha pedazos, y que en el almacén habría una corta porción de caracteres de estaño, que ocuparían como medio celemín, y que como cosa de ningún valor ni provecho los iban gastando en remendar fuentes y platos de estaño. Con esta noticia, he dado orden para que, si aún existen algunos de estos caracteres, me los remitan, de lo que avisaré a Vd. para que lo comunique a S. E. -Nuestro Señor guarde a Vmd. muchos años. Desta de Candelaria y Enero 16 de 1784. Besa V. ms. de Vmd. su atento y seguro servidor. -Francisco Piera ".

3. "Publicaciones Misioneras"

Reducción de "Nuestra Señora de Loreto"

1ro- "Martirologio Romano".

Es el primer libro impreso, en 1700; no se ha conservado ningún ejemplar. Se sabe que esta primera impresión resultó defectuosa, por lo cual se lanzó una segunda en 1709.

2do- "Flos Sanctorum", del Padre Pedro de Rivandeneira.

Es el segundo libro impreso; no se ha conservado ningún ejemplar. Traducido por el Padre José Serrano, quién trabajaba en esa traducción desde 1685.

La obra versaba sobre las vidas de santos que corresponden con el calendario litúrgico, lo cual revela que su propósito inicial es ante todo enriquecer la lectura del breviario con la de los relatos hagiográficos que constituyen la mayor parte de las lecciones nocturnas.

Contenía:

Un prologo del autor Al christiano lector sobre la necesidad de escribir vidas de santos tanto para los religiosos como para los laicos y las dificultades que supone este tipo de relato. Esta declaración liminar es una definición clara de las intenciones del autor: ofrecer a todos los cristianos ejemplos de santidad a modo de pan cotidiano, para incitarles a hacerse santos.

Un preámbulo titulado De los tormentos de los mártires

Una Introducción a la vida de Cristo

Una vida de Cristo

Una vida de su Santa Madre

Las vidas de los santos de los meses de enero, febrero, marzo y abril, precedidas de una tabla y de una lista alfabética de sus nombres.

Las vidas de los santos de los meses de mayo, junio, julio y agosto, precedidas de una tabla y de una lista alfabética de sus nombres.

Las vidas de los santos de los meses de septiembre a diciembre, precedidas de una tabla y de una lista alfabética de sus nombres.

3ro- "De la diferencia entre lo temporal y eterno", del Padre Juan Eusebio de Nieremberg.

DE LA DIFERENCIA ENTRE LO / TEMPORAL Y ETERNO / CRISOL DE DESENGAÑOS, CON LA ME- /MORIA DE LA ETERNIDAD, POSTRIMERÍAS HV- / MANAS Y PRINCIPALES MISTERIOS DIVINOS, por el / P. Ivan Eusebio Nieremberg /de la Compañía de JESUS / y traducido en lengua guarani / por el Padre / Joseph Serrano / de la misma Compañía / dedicado a la Magestad del Espíritu Sancto. / Con licencia del Ecelentissimo Señor D. Melchor Lasso de la Ve- /ga Porto Garrero, Virey, Governador, y Capitán General del Peru / Impreso en las Doctrinas. AÑO DE M. D. CC. V.

En relación a los diversos trámites para su impresión, nos señala el Dr. Mitre:

"Las diligencias para imprimir el libro del padre Serrano empezaron a tramitarse en 1696 en el Río de la Plata, pero con sólo la intervención de las autoridades eclesiásticas. En este año el provincial de la Compañía, Simón de León, a la sazón residente en Buenos Aires, otorgó "por particular comisión del general Tirso González, la licencia de la religión al efecto". En el siguiente año de 1697, el padre Francisco de Castañeda, revisor de la obra, dio su parecer "pidiendo que saliere cuanto antes a luz". El 18 de septiembre del año 1700, el deán doctor José Bernardino Cerbín, gobernador del obispado del Paraguay, dio su aprobación en la Asunción a 6 de agosto de 1701, declarando que "podía darse licencia para imprimirlo".

Una inscripción al frente del volumen, reza:

"Fue impreso en las Misiones del Río Yryguay, en la primera imprenta del Río de la Plata (1705)".

Es un grueso volumen in folio, que revela una larga y laboriosa preparación. Anteportada grabada, representando el Tiempo y la Eternidad. Portada orlada. Aprobación de Dr. D. José Bernardo Cerbín. Asunción y septiembre 18 de 1700. Compónese de 7 fojas preliminares sin registro, y de 472 páginas útiles bajo cinco foliaturas distintas; texto a dos columnas, todo en guaraní. En todo el cuerpo de la obra, 67 viñetas contando las iniciales y 43 láminas (exentas), grabadas a buril en cobre al estilo de Alberto Dürer.

Una hoja grabada con los atributos papales reales y de la Compañía. A la majestad del Espíritu Santo. Hoja con las efigies de los P. P. Ignacio y Javier, ambos iluminando al mundo con sendas antorchas. Hoja grabada con el retrato del P. General Tirso González, y dibujo en reloj con esta leyenda "hic est digitus Dei". Al Pie se lee: Joan. Yapari Sculpsit Doctrinis Paraquariae. Dedicatoria al R. P. Tirso González, por el P. José Serrano.

Las letras capitales representan escenas de la vida de Cristo y tienen 35 mm. de lado y en cuanto a las viñetas, están ejecutadas en xilografía.

Las ilustraciones no son trabajos originales sino, en su mayoría, reproducciones, algunas veces invertidas de una edición flamenca publicada en Amberes en 1684 con láminas originales de Bouttats, especialmente grabada para esa edición.

4to- "Martirologio Romano".

Reimpreso en 1709; no se conserva ejemplar alguno.

5to- "Instrucción practica para ordenar santamente la vida", por el Padre Antonio Garriga.

Impresa en 1713. Primera obra en castellano editada en el Plata. Además, es la primera obra original, es decir, producida en el área y publicada en estas regiones.

6to- "Manuale ad usum Patrum Societatis Jesu qui in Reductionibus Paraquariare Versantur", por el Padre Segismundo Asperger.

Se publica en 1721. Volumen en octavo, de 266 páginas foliadas. Texto en latín con excepción de las páginas 46-54, 66-74, 88-90, 105-110, 116-148, 177; 219-220, 225-228, 246-258. En la página 267 comienza un tratadito, De Sacramento penitantiae que comprende otras 79 páginas. Se opina que esta continuación es un acoplamiento.

Reducción de "Santa María la Mayor"

7mo- "Vocabulario en lengua guaraní", compuesto por el Padre Antonio Ruiz de Montoya.

VOCABULARIO / DE / LA LENGVA GUARANI / COMPVESTO / Por el Padre Antonio Ruiz /de la Compañía de / Iesus. REVISTO, y augmentado / por otro Religioso de la misma. EN EL PVEBLO DE S. MARIA / LA MAYOR / EL AÑO DE MDCCXXII.

Es un grueso volumen en cuarto, con dos fojas sin foliar, incluso la portada, y 589 páginas de texto a dos columnas en castellano y guaraní. Las licencias están expedidas por el obispo de Buenos Aires el 19 de abril de 1722, y por el propósito provincial residente en Córdoba del Tucumán el 15 de noviembre del mismo año. Trabajo inferior a otros, por el mal alineamiento y la impresión borrosa.

8vo- "Arte de la lengua guaraní", por el Padre Antonio Ruiz de Montoya.

ARTE / DE LA LENGUA GUARANI / POR EL P. ANTONIO RUIZ / DE MONTOYA / DE LA COMPAÑIA DE / JESUS / Con los Escolios Anotaciones / y Apendices DEL P. PAULO RESTIVO / de la misma Compañía / Sacados de los papeles / DEL P. SIMON BANDINI y de otros. / En el Pueblo de S. MARIA LA MAYOR / EL AÑO de el Señor MDCCXXIV.

Primera gramática de la lengua guaraní en el Río de la Plata, impresa en 1724. En cuarto menor con dos fojas sin foliar, incluso la portada, conteniendo, como en el anterior, las licencias del obispo de Buenos Aires y del provincial de Córdoba del Tucumán, expedidas con la misma fecha, y a más, 132 y 256 páginas de texto, con asignaturas de 8 páginas por pliego, a excepción del último que es de 4. Impresión descuidada en su ajuste como la del vocabulario, pero con los mismos signos inventados por los jesuitas para señalar los sonidos especiales de la lengua guaraní.

El grueso volumen consta de 388 páginas, y está revisado por los padres Pablo Restivo y Simón Bandini. Unas palabras del primero, cuyo prólogo le pertenece, denotan que era esta la segunda edición que se hacía en las Misiones; asimismo agrega que:

"los autores que se citan son: Ruiz, Bandini, Mendoza, Pompeyo, Insaurralde, Martínez y Nicolás Yapuguay; todos son de primera clase".

9no- "Explicación del catecismo en lengua guaraní", por Nicolás Yapuguay.

EXPLICACION DE EL / CATECISMO / EN LENGUA GUARANI POR Nicolas Yapugay / CON DIRECCION / DEL P. PAULO RESTIVO / DE LA COMPAÑÍA / DE / JESUS / (Plancha de cobre grabada) / En el Pueblo de S. María La Mayor AÑO DE MDCCXXIV.

Este grabado es de un valor fundamental en la historia gráfica argentina no solamente por la calidad de su impresión, sino también porque tanto la fecha como el lugar están indicados con precisión.

Consta de un volumen de 402 páginas, en cuarto; constituido por tres obras distintas: la primera (páginas 5-152) trata de los Misterios de la Fe; la segunda, 22 páginas sin foliar, sobre la Pasión de Cristo; la tercera, 228 páginas, trata de los Sacramentos, Virtudes, etc.

La tapa de este libro lleva una pequeña plancha grabada en cobre en la portada representando a la Virgen con el Niño. Una letra capital y dos viñetas grabadas en el texto. Comprende, además de los preliminares, varios tratados bajo distintas foliaturas y uno de ellos sin foliatura que suman un total de 443 páginas. Las licencias son dadas por el obispo de Buenos Aires y por el provincial de Córdoba, en los mismos términos y con la misma fecha de las dos anteriores. La Prefación al lector en que se dice que el traductor del catecismo en guaraní era un indio, cacique y músico en Santa María, lleva el milésimo de 1724.

10mo- "Catecismo que el concilio limense mando hacer para los niños".

Publicado en 1724. En cuarto, 55 páginas. Explicado en lengua guaraní por los primeros Padres. 2 viñetas (Págs. 4 y 13).

Reducción de "San Francisco Javier"

11ro- "Sermones y ejemplos en lengua guaraní", por el indio Nicolás Yapuguay.

SERMONES / Y / EXEMPLOS / EN LENGVA GVARANI / Por Nicolas Yapuguay / Con dirección / De VN RELIGIOSO DE LA COMPAÑIA / DE / IESUS (Viñeta) / En el Pueblo de San Francisco Xavíer / Año de MDCCXXVII.

En 4º mayor. Con tres fojas preliminares sin foliar, incluso la portada, y 165 + 98 + 44 páginas de texto que forman un total de 313 páginas. Las licencias son dadas por el obispo de Buenos Aires y por el provincial de Córdoba, en los mismos términos y con la misma fecha de las anteriores.

Un ejemplar se encuentra entre los documentos lingüísticos del Archivo Franciscano de Tarija, Bolivia.

12do- "Carta que el señor D. José de Antequera y Castro dirigió al obispo de Asunción José Paloz".

"CARTA que el Señor Don Joseph de Antequera y Castro, Cavallero del Orden de Alcántara Protector Genl. de Indias y Governador que fue de la Provincia de el Paraguay Escrivio al Illmo. y Revmo. Obispo de el Paraguay Doctor D. Fr. Joseph Palos etc. – (Colofon:) Typis Missionarium Paraquaria Superiorum permissu in Oppido S. Xavierj Anno 1727". (En 4º con 27 fojas sin foliar, en que se comprende la contestación del Obispo).

La carta de Antequera (fechada en la cárcel de Lima 14 de agosto 1725) ocupa seis páginas; en la 7ª comienza la respuesta de Palos. Volumen en cuarto

13ro- "Relacionista de los sucesos en tiempos de Antequera", por el Padre Juan Francisco Dávila.

14to- "Varias" tratadito del Padre José Serrano y lunario, tablas astrológicas, movimiento de los astros, etc. del Padre Buenaventura Suárez.

4. Fondo antiguo de la Compañía de Jesús en Argentina

Está constituido por una biblioteca de unos 13.000 volúmenes antiguos y un importante conjunto de documentación manuscrita.

Entre los libros de los siglos XVI al XVIII se destacan:

1500 volúmenes que originariamente se encontraban en la Sección de Raros y Antiguos de la Biblioteca del Colegio del Salvador.

1000 volúmenes provenientes de la Biblioteca del Colegio de la Inmaculada en Santa Fe.

1000 volúmenes provenientes de la Casa Profesa de la Compañía en Córdoba.

500 volúmenes provenientes de la Residencia de los jesuitas en Mendoza.

4000 volúmenes aún depositados en la Biblioteca de las Facultades de Filosofía y Teología en las instalaciones del Colegio Máximo en San Miguel (Buenos Aires).

Esta colección de libros estaba diseminada en las cinco residencias de la Compañía de Jesús en Argentina; por ello, para una mejor administración y conservación de todo este patrimonio bibliográfico y documental, se unificaron los fondos como primer paso para la creación de un centro de investigaciones al servicio de la comunidad científica. Por carta circular del 15 de octubre de 1999 (Cir. 99/20 Prov.), el Padre Provincial de la Compañía de Jesús en Argentina, Álvaro Restrepo, SJ, constituyó el Fondo Antiguo.

Entre los ejemplares más importantes sobresalen algunos impresos en las Reducciones de la Antigua Provincia del Paraguay. Se trata de una serie de volúmenes realizados con tipografías construidas por los mismos jesuitas a comienzos del siglo XVIII, con la particularidad de haber sido impresos en guaraní.

El fondo posee:

"Tesoro de la lengua guaraní", compuesto por el Padre Antonio Ruiz de Montoya (Juan Sánchez, Madrid, 1639).

"Manuale ad usum Patrum Societatis Iesu qui in Reductionibus Paraquariae versantur" (Laureti typis PP. Societatis Iesu. 1721)

"Explicacion de el Catecismo en lengua Guarani, por Nicolas Yapuguay con direccion del P. Paulo Restivo de la Compañia de Jesus" (En el Pueblo de S. María la Mayor. 1724).

"Sermones y exemplos en lengua Guarani por Nicolas Yapuguay" (En el Pueblo de San Francisco Javier 1727).

5. Síntesis Biográfica Del Padre Guillermo Furlong S.J.

21 de junio de 1889: nace en Arroyo Seco, Provincia de Santa Fe, Guillermo Furlong. Sus padres fueron Santiago Furlong y Anita Cardiff.

1902: ingresa al Colegio de la Inmaculada en Santa Fe. Tiene como compañero de estudios al futuro cardenal Antonio Caggiano y traba amistad con el jesuita Julián Hurley.

1903: orientado espiritualmente por el Padre Hurley, ingresa a la Compañía de Jesús, en Córdoba.

1905: viaja a España e inicia el estudio de las humanidades en el Monasterio de Veruela (Aragón).

1911: llega a los Estados Unidos para concluir el estudio de las ciencias y comenzar los de filosofía en el Woodstock College, de Maryland.

1913: al concluir los estudios de filosofía, la Georgetown University de Washington D.C. le otorga el título de Doctor en Filosofía. Regresa a la Argentina.

1916: es designado profesor de historia en el Colegio del Salvador.

1920: regresa a España para iniciar sus estudios teológicos en el Colegio Máximo de Sarriá (Barcelona).

1924: es ordenado Sacerdote.

1925: regresa a la Argentina y entre los años 1925 y 1929 ejerce la titularidad de la cátedra de literatura castellana, apologética, historia argentina, instrucción cívica e inglés, en el Colegio del Salvador.

1929: publica "Glorias Santafesinas", su primer libro sobre temas históricos.

1937: participa en el II Congreso Internacional de Historia de América. Presenta dos trabajos y es relator de la sección Historia Religiosa.

1939: es designado miembro de número de la Academia Nacional de Historia.

1940: se lo nombra asesor general de la Juventud de la Acción Católica Argentina. Pide a sus superiores que le permitan dejar la cátedra de historia argentina por entender que era desmoralizador para sus alumnos "el tener que contradecir a cada paso, lo que decían los textos oficiales o de uso general".

1942: participa activamente en la fundación de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina.

1947: se lo nombra director de la Revista "Estudios" y ejerce el cargo hasta 1952.

1952: se publica su obra: "Nacimiento y desarrollo de la filosofía en el Río de la Plata, 1536-1810", por la que en enero de 1957 se le otorga el Premio Nacional de Historia.

Recibe la Orden de Isabel La Católica, del Gobierno Español.

1953: aparece el primer tomo de su historia y bibliografía de las primeras imprentas rioplatenses, 1700-1850.

1956: funda la Academia Nacional de Geografía. Fue elegido su presidente en tres oportunidades: 1957,1962 y 1974. Dirigió durante esos mismos años la revista Anales.

1962: La Universidad del Salvador le otorga el título de Doctor Honoris Causa: "por su amplia y valiosa labor historiográfica desarrollada incansablemente a lo largo de más de medio siglo".

1969: Aparecen los tres tomos de su obra: "Historia social y cultural del Río de la Plata, 1536-1810".

1970: es designado miembro titular del Instituto de Cultura Hispánica (Madrid).

1971: la Universidad Nacional de Buenos Aires le otorga el título de Doctor Honoris Causa.

1972: El Gobierno de la Provincia de Santa Fe le otorga el Primer Premio Provincia de Santa Fe.

1973: se lo nombra Miembro de Honor del Instituto Argentino de Cultura Hispánica.

1974: (mayo 20) fallece en Buenos Aires a los 86 años, mientras regresaba en subterráneo de una conferencia. Un hermano de religión que le había ofrecido llevarlo en automóvil, recibió esta respuesta de Guillermo Furlong: "Mi estimado Padre, se lo agradece, pero quiero morir de pie".

La vasta obra del Padre Furlong incluye más de 80 libros y 1.500 publicaciones menores. Entre ellos se puede mencionar:

Glorias santafesinas (1923), Los jesuitas y la cultura rioplatense (1930), El padre Quiroga (1930), La enciclopedia rioplatense de José Sánchez Salvador (1930), La catedral de Montevideo (1931), Cartografía jesuítica del Río de la Plata (1936), Entre los mocovíes de Santa Fe (1937), Entre los pampas de Buenos Aires (1938), Entre los abipones del Chaco (1938), Entre los vilelas de Salta (1940), Entre los lules de Tucumán (1940), Médicos argentinos durante la dominación española (1947), Naturalistas argentinos durante la dominación hispánica (1948), Historia y bibliografía de las primeras imprentas rioplatenses (1953), Nacimiento y desarrollo de la filosofía en el Río de la Plata (1957), Los jesuitas y la escisión del reino de las Indias (1961).

Fue, durante muchos años, redactor de la revista especializada Todo es Historia y colaborador de la Enciclopedia Universal Ilustrada Europea-Americana Espasa-Calpe.

A la fecha de su muerte, en 1974, se mantenía aún en su actividad de historiador y escritor

Bibliografía

a. Libros

BRUNO, CAYETANO: "Historia Argentina". Editorial Don Bosco. Buenos Aires. 1977.

FURLONG, GUILLERMO, S.J.:

"Historia y bibliografía de las primeras imprentas platenses". Buenos Aires. 1953.

"Historia Social y cultural del Río de la Plata (1536-1810). El trasplante social. El trasplante cultural: ciencia y arte". 3 volúmenes. Buenos Aires. 1991.

"Los jesuitas y la cultura rioplatense". Biblos. Buenos Aires. 1994.

"Orígenes del Arte Tipográfico en América. Especialmente en la República Argentina". Editorial Huarpes. Buenos Aires. 1947.

GÁLVEZ, LUCÍA: "Guaraníes y Jesuitas. De la Tierra sin Mal al Paraíso". Sudamericana. Buenos Aires. 1995.

MITRE, BARTOLOMÉ: "Orígenes de la imprenta argentina". En La Biblioteca. Buenos Aires. 1896.

PERAMAS, JOSE MANUEL: "Diario del destierro". Buenos Aires. 1932.

SÁENZ, ALFREDO, S.J.: "Arquetipos cristianos". Fundación Grátis Date. Pamplona. 2005

SARMIENTO, NICANOR: "Historia del libro y de las bibliotecas argentinas". Buenos Aires. 1930.

XARQUE, JOSE: "Insignes misioneros de la Compañía de Jesús en la Provincia del Paraguay". Pamplona. 1687.

ZURETTI, JUAN CARLOS: "Nueva Historia Eclesiástica Argentina. Del Concilio de Trento al vaticano Segundo". Itinerarium. Buenos Aires. 1972. b. Revistas

LABRADOR ERRÁZURIZ, CARMEN: "Las Reducciones del Paraguay, una experiencia educativa singular". Revista galega do Ensino. Año 14. Num. 48. Marzo 2006.

Autor

Descripción

La imprenta de las misiones jesuíticas. Aguada de Leonie Mathis.

Con marco de madera moldeada. Mide 0.60 x 0.35 m.

 

 

 

 

Autor:

Lic. Gustavo Carrère Cadirant

Partes: 1, 2
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