- Somos más en la medida en que amemos, soñemos, luchemos
- Sólo bajo la verdad el hombre se vuelve libre
- El ser humano posee una genética apertura que se fundamenta en una misma relación, comunicación extática, con el sujeto absoluto
- Ventajas y desventajas del tabú
- Ideas centrales sobre la moral. Diálogo Eco vs. Martini
- Síntesis, punto de vista: la persona como raíz de la visión cristiana
- Es razonable asumir una actitud crítica frente a los principales tipos de ética? Por qué?
- Es bueno educar en la ciudadanía y en el mundo cristiano?
- El rol que cumplen los Derechos Humanos por una auténtica convivencia personal y social
- Reflexión personal sobre la Ética para náufragos y la Ética para Amador
Somos más en la medida en que amemos, soñemos, luchemos
La reflexión filosófica introducida por Aristóteles destinada al estudio de la conducta del hombre y la posible valoración de sus actos la llamamos Ética. El problema ético identificado siempre como la continua búsqueda del bien ha hecho posible que busquemos la orientación y sobre todo la evaluación de nuestras acciones humanas.
En el contexto de las normas y valores que han regido la conducta del hombre en sociedad encontramos orientaciones que lo han llevado hacia la búsqueda de valores y virtudes que lo encaminen hacia un paradigma moral, el bien, la excelencia, la virtud etc. Pero para lograr la valoración que los actos humanos necesitan o tienen que estar dirigidos a otros seres, porque no podemos considerar al hombre solo, aislado.
Aristóteles fundó su ética en el hecho de que en la naturaleza humana se inscriben los principios del comportamiento humano, esto es, que en su misma naturaleza se inscribe la racionalidad tomada como el vértice de las facultades que le permitirá al hombre el pensamiento y la contemplación de las cosas hasta llegar a Dios mismo.
En las doctrina éticas se encuentra una corrientes objetivista, de acuerdo con la cual el hombre, en su manera de actuar, de ser, en su conducta digamos así, debe perseguir los medios adecuados para alcanzar los fines propuestos. En contraposición a esta corrientes observamos la subjetivista por la cual el bien no se lo considera como perfecto o real, más bien fija su razón de ser en base a las reglas que el hombre mismo se traza en su camino.
Históricamente son los moralistas ingleses del 700 quienes dan una explicación a la existencia humana dotándola de un sentido moral que lo porta no solamente a la propia utilidad y felicidad sino a otro elemento esencial de la relación que son los demás. En los últimos años, Fernando Rielo funda la ética basada en una concepción mística, en la cual el modelo de vida moral para el hombre hecho a imagen y semejanza de Dios, es el amor absoluto en que se constituyen las tres personas divinas. La formación de la conciencia moral no se aleja de las condiciones geográficas, históricas, culturales, familiares etc, pero la actuación del hombre no se ciñe estrictamente a estas condiciones, ya que de por medio está la libertad moral que hace del hombre responsable de su actos.
La ética es el estudio de la conducta humana; consideramos la visión de Rielo en donde la persona está abierta a Dios, quien lo define, le permite a la vez relacionarse con la realidad y con los demás seres humanos, ya que estando el sujeto absoluto en el hombre los une y provoca entre ellos un sentido de unidad y dirección. Debemos entender que esta unión es recíproca y basada en el amor. Por ello nos sentiremos más, cuando en base a la tesis propuesta por Rielo, sepamos entregar amor, cuando seamos libres para realizar nuestros actos, cuando podamos soñar por nosotros mismos por y para los demás, en una lucha constante por alcanzar la comunión plena a la que todos aspiramos.
Sólo bajo la verdad el hombre se vuelve libre
Cuando el espíritu asume y unifica las funciones corporales con el alma se produce un primer acto trascendental en el ser humano, ya que recibe de esta unión un imperativo racional que es dar dirección y sentido que conferirá unidad a todos los actos basados en la inteligencia y la voluntad, así como a la parte material que es el cuerpo.
Cabe la pregunta, qué es ser libre o qué es la libertad? A esta respuesta han sido tantas las corrientes del pensamiento que han tratado o se han acercado a esbozar un concepto, una definición, partiendo siempre de la concepción filosófica a la cual pertenecen, desde la reflexión de los trágicos en la antigua Grecia hasta el pensamiento rieliano contemporáneo. Por ejemplo S. Agustín habla de la libertad al decir: el primer libre albedrío que fue dado al hombre cuando al inicio fue creado inocente y podía no pecar, pero también pecar, el último será mucho más libre porque no podrá pecar.
Deducimos que para San Agustín el uso indebido de la libertad es el pecado, es decir mal uso de la libertad, mal uso de la voluntad libre y defectible, porque no puede haber pecado sin voluntad. La causa para que se oriente la voluntad al mal radica en la misma voluntad.
Se dice que la libertad es tan profunda como el espíritu, es decir la referencia se dirige hacia la parte mas intrínseca del ser humano que es su esencia, aquella que permite la comunicación con Dios, traduciéndose en la capacidad humana para aceptar o rechazar ese diálogo. Si hemos encontrado a Dios, como la fuente de la Verdad y de la Vida habremos encontrado el camino correcto, un camino con dirección y sentido que nos portará a ser totalmente libres, y si hacemos buen uso de esa libertad con la voluntad y con la conciencia de por medio seguro que nos encaminaremos hacia el Bien y por tanto a la libertad plena.
El ser humano posee una genética apertura que se fundamenta en una misma relación, comunicación extática, con el sujeto absoluto
Manifestaremos que la constitución de la persona viene dada por la relación con otra persona, así como las personas divinas se definen entre sí. Persona, podríamos conceptuarla como un concepto relacional, porque la persona humana es definida y constituida por la divina presencia del Sujeto Absoluto en su espíritu libremente creado. Esta divina presencia constitutiva constituye el elemento increado de la persona humana, inmanente, indestructible, permanente inherente al hombre, sea cual fuere su naturaleza . Siendo como se manifiesta, esa presencia divina, que es absoluta, constituye a los hombres y los convierte en otro alguien, es decir otra persona.
Ventajas y desventajas del tabú
El tabú aparece como la primera manifestación de la conducta humana, como un condicionante de la conducta podría decirse, muchas veces creado para defender intereses ocultos de los gobernantes, otras, para encontrar en lo oculto y prohibido una salida de orden psicológico, moral y aún religioso; como fuente de sumisión, pero de todas formas es en la tradición donde encontramos el caldo de cultivo de los más diversos temas prohibidos e intocables que constituyen los tabúes conocidos en el mundo Asì que el tabú permanece y permanecerá en la conciencia de las culturas como un lazo atávico con el pasado, lo desconocido y aún lo reverente. ya que en los tiempo contemporáneos es muy difícil que la gente crea en tabúes debido quizá al avance de la cultura, de la ciencia, de la tecnología y un cierto abandono por la religión, mas aún de lo que se puede considerar tabú en el campo de la moral, aunque en otros campos puede subsistir.
Cuando las reglas morales no estaban definidas, hablamos de los más remotos tiempos de la historia, constituía un imperativo la necesidad de contar con reglas que precautelaran la permanencia de los fuertes y poderosos a fin de sojuzgar al pueblo que siempre estaba oprimido. Se debía recurrir a lo divino, a lo esotérico, y aun a la más pura materialidad. El tabú se constituye en el referente histórico de una sociedad, pues algo que sería bueno para un grupo social no tiene cabida en otro , en una sociedad y en un estado. Los tabúes de pueblos paganos nada tienen que ver con la idiosincrasia de los pueblos cristianos y viceversa.
El tabú arraigado en la conciencia de los hombres muchas veces ha sido el freno a los avatares de las conciencias desordenadas, una norma de conducta muchas de las veces, pero también el medio para la comisión de grandes crímenes que han horrorizado a la humanidad.
Ideas centrales sobre la moral. Diálogo Eco vs. Martini
En el coloquio sostenido entre un laico y un religioso, Umberto Eco, escritor y filósofo italiano, y el Arzobispo de Milán que a través de sus cartas encontramos las ideas centrales siempre relacionadas con el problema de la ética en el vasto campo de la moral.
La vida implica una serie de comportamientos que tienen su base en los principios religiosos,; pero existen también personas que sin tener algún fundamento de fe o religión alguna han hecho de su existencia un modelo de conducta y virtudes. Hay quienes que bordeando el ateísmo son verdaderamente convencidos de ciertos valores, considerados como buenos, y que son capaces de arriesgar hasta sus vidas para mantener incólumes sus principios morales, aunque en la practicidad no lleguemos a entender què fuerza interior mueve a estas personas.
Que no se necesita estar inmerso en el plano religioso para acceder a la escala axiológica en defensa de valores como la libertad, la justicia, y la paz. Los religiosos y los laicos deben participar en la defensa de estos altos valores del hombre.
Siendo la ética el principio filosófico de la moralidad, ella se basa en la interrelación de los hombres, por ello se dice que la dimensión de la ética aparece cuando están presentes los demás ( hombres)
Todas las religiones monoteístas han iniciado un diálogo para lograr cimentar y afirmar los principios éticos que las animan , promocionando al hombre sobre un plano superior, es decir manifestando la existencia de un Misterio trascendente que se constituye en el fundamento de la moralidad universal.
Que el amor es la fuente inagotable que da sustento a la vida e inclusive después de ella.
Solamente en planos elevados de la mente podremos encontrar el valor que los santos han tenido en este mundo, y de esta manera lograr una aproximación a su pensamiento y a sus actos, a fin de intentar comprender sus conductas ejemplares.
El modelo de Cristo, su sacrificio por la humanidad es un hecho que perturba a cualquier ser humano posibilitándole ablandar su corazón por los demás. Se lo debe conocer.
Las consideraciones de los actos humanos tienen permanencia, se mantienen cuando encuentran sus raíces en lo profundo, en lo divino. "Solo aquello que no te condiciona puede obligarte de manera absoluta" dice H-Kung.
Dice Eco en su respuesta, que el pensamiento laico tiene sus fundamentos en aspectos religiosos, profundos, con un sentido sagrado de las cosas. Expresa existir "semánticos universales", es decir que hay nociones elementales a la especie humana que son inherentes a todas las lenguas y culturas., y concluye expresando que efectivamente en todas se encuentra una y que se refiere a la posición del cuerpo en el espacio. Todos sabemos lo que es estar arriba, abajo, las diversas posiciones que puede optar el cuerpo, lo que es derecha e izquierda, en fin una serie de señales o signos comunes a todos los hombres y que están íntimamente vinculados a los sentidos, y que el hombre jamás acepta que ellos sean constreñidos
Que esta semántica se ha convertido en la base de la ética porque, ante todo, debemos respetar a los demás en todas sus manifestaciones humanas (cuerpo y alma)
El concepto de los "demás" es lo que prima en la moralidad; su ausencia o su carencia es la que ha originado conductas culturales, a su debido tiempo, como los grandes males originados como el canibalismo, masacres y todas las humillaciones que se han infligido los hombres.
Es la maduración elaborada con el paso de los tiempos la que da esa categoría a los actos humanos como en el cristianismo donde su principio está basado en el amor.(ética natural)
Por qué existe el remordimiento entre las personas que se consideran ateos? Qué existe mas allá de la simple materia que- a quien no tengan un fundamento religioso en la creencia de un ser absoluto o superior – le haga pensar en situaciones de conciencia que no es materia misma ?
Finalmente llega a la conclusión de que una ética natural, respetada en su profunda religiosidad, puede encontrar los principios de una ética fundada sobre la fe en la trascendencia.
Síntesis, punto de vista: la persona como raíz de la visión cristiana
Debo iniciar el presente señalando algo que es importante y preocupante en la visión actual del hombre en el mundo. La religión, como atributo exclusivo de la vida personal, como el carácter único del ser humano. La persona humana considerada como la obra fundamental de la creación divina es el centro de la atención por constituir el nùcleo de todo cuanto le rodea. LA religión, cualquiera que ella sea, se liga a la persona, y no a otro ser viviente porque, en el caso del cristianismo, su esencia radica en la visión del hombre como persona. La religión es parte de la vida del hombre, la vive, la siente, es un elemento de la existencia.
Se ha manifestado que el hombre es relación, relación con sus semejantes, con un dios, convivencia de los seres, libre y responsable capaz de asumir una posición en el mundo, en la realidad considerada como el preámbulo del futuro de sus acciones y de su accionar.
El hombre por su íntima relación con Dios, participa de su esencia, lo que le permite pensar más allá de la simple existencia material, trascender a otros y a su Dios por su dimensión religiosa.
Manifestamos lo anterior porque, si nos remitimos al Génesis podemos verificar que la visión del hombre subsiste en tres convicciones de fondo:
El hombre está en puesto de relación de diálogo con Dios
El hombre es diferente de los animales, y es mucho más que ellos
El hombre es constitutivamente social
Sobre lo primero decimos que existe una relación entre hombre y Dios instituido por un acto soberano del Ser Supremo, que pide al hombre una respuesta libre, y así es- bozada la dimensión religiosa de la persona como dimensión original, constitutiva de la humanidad del hombre.
La segunda convicción significa una relación del hombre con la naturaleza, de manera que el hombre no es plenamente reducible a la misma naturaleza. La naturaleza humana aparece en el universo con una soledad original, debido al hecho de no encontrar nada igual a él. El hombre es único. Esta situación original de soledad no es una buena condición para el hombre. De aquella condición originaria sale el hombre al encuentro con los demás.
Hay muchas razones para reflexionar sobre el concepto de persona como llave de la visión cristiana del mundo; una verdadera filosofía de la persona es el camino para no naufragar en los mares del reduccionismo materialista que hoy parece dominar la visión occidental del hombre.
Solamente una clara visión del ser personal permite ver y ser el vértice del universo existente. No se puede ser más persona, pero si se puede ser menos que otra persona. La visión y filosofía de la persona es el fundamento de la ética, es el principio antropológico y principio ético. La persona jamás debe ser considerada como un medio sino como el fin en sí mismo, de alì se considera que la ética o la bioética sin el concepto de persona son construcciones demasiado frágiles.
Esta es la idea de persona que parte de una religión razonable de otras constantemente asediada por supersticiones; un Dios no personal indica preferentemente "lo divino" con el que sería muy difícil establecer una relación veraz y valedera. En fin, si el hombre no fuese persona toda la esencia del cristianismo sería destruida. Kierkeegard manifestó que " si del pensamiento cristiano desaparece la categoría de lo singular, de lo único, todo el pensamiento cristiano perdería sentido, convirtiéndose en un mito, y no de los mejores"
Otra premisa de carácter histórico, la que es pacíficamente aceptada por todos los historiadores de las ideas, que el concepto de persona y la definición de hombre en términos personales fue labor del cristianismo. También es bien sabido que incluso hoy en día el concepto y la definición está ausente de las culturas que todavía no han tenido un profundo encuentro con la propuesta cristiana. El pensamiento cristiano se ha visto obligado a un enorme esfuerzo teórico, porque sólo la idea de la persona que informe la idea de la naturaleza o esencia podría permitir una confesión cristiana ortodoxa de los dos principales misterios de su fe, el misterio de la Trinidad y el misterio cristológico.
Si logramos tener muy en claro el concepto de persona a la luz de la Verdad, buscaremos en lo posterior una reflexión sobre las nociones fundamentales para tratar de entender al ser personal. Y esto lo hallamos precisamente en el cristianismo.
Es razonable asumir una actitud crítica frente a los principales tipos de ética? Por qué?
Del mismo modo que el mundo ha cambiado, también los problemas a los que se enfrenta la Humanidad son nuevos, o, al menos, se nos presentan bajo estructuras nuevas, o con un grado de interrelación y complejidad que exigen una reflexión nueva.
La manera de enfrentarse a muchas cuestiones nos sitúa ante la necesidad de abrir nuestra conciencia a nuevos parámetros: como la fabula del águila, renovarse o morir.
Los cambios de la realidad van siempre precedidos del hecho de que alguien, o algunos, hayan soñado. Las nuevas formas de relaciones humanas en el ámbito político, económico y social sólo pueden construirse si recuperamos la capacidad de imaginar alternativas, nuevas formas de convivencia y de organización de nuestro mundo. Hacen falta puès, nuevas utopías para emerger del pesimismo, del «no hay nada que hacer…»
Recordemos algunas propuestas de los filósofos: el paraíso marxista, la comunidad ideal de comunicación, el estado natural, el estado hipotético con el velo de la ignorancia!. Utopías que han servido a la humanidad para mejorar las condiciones de vida, para afrontar los problemas sociales del momento.
Los cristianos debemos recuperar el «cielo», no como evasión, sino como «horizonte escatológico», horizonte crítico frente a las realidades presentes y, al mismo tiempo, horizonte esperanzador que nos atrae. Imaginar un mundo mejor es el primer paso para mejorar el mundo.
Ahora bien, a pesar de la fuerza imprescindible de lo casi imposible, tampoco debemos descartar el factor «miedo», como móvil de estos cambios, o bien como sensibilizador previo a los cambios. No un «miedo» paralizante, sino un «miedo» que denota prudencia, que nos impele a ocupamos de los problemas.
Nos guste o no, las grandes declaraciones éticas han sido enunciadas después de grandes desastres. La Declaración de los Derechos Humanos de 1948 tuvo lugar después de la Segunda Guerra Mundial; o las declaraciones éticas sobre la investigación médica con seres humanos, después de damos cuenta de las barbaridades que la medicina nazi llevó a cabo en los campos de concentración.
Nuestro mundo de hoy es plural. En él convivimos personas que pensamos de manera distinta, procedentes de distintas tradiciones culturales, religiosas, ideológicas… basta con pasear por las calles de nuestras ciudades. Una pluralidad que lo puede ser todo, menos pacífica, pues a menudo, complica la solución de los problemas comunes. Entre todos podríamos ir buscando, en el seno de este pluralismo, aquello que nos pueda unir en el ámbito de los valores o de los derechos fundamentales de las personas y de los pueblos. De este modo, podríamos construir una sociedad donde tuviera lugar la cooperación, y no una mera coexistencia.
Es bueno educar en la ciudadanía y en el mundo cristiano?
El problema radica de cómo se sitúa una ética religiosa (por consiguiente de máximos) como la cristiana frente a la propuesta de la ética civil o de mínimos. Cualquier otra ética de máximos, religiosa o no, también debería explicar cómo se sitúa en un mundo éticamente plural. Creemos que una comunidad, por ejemplo la cristiana, podría tomar, en principio, dos alternativas: permanecer cerrada en el gueto de sus seguidores o, si pretende realmente tener una presencia eficaz en la sociedad plural, entrar en el juego del diálogo propuesto por la Ética Civil. Otras «posibles» alternativas pasarían por la conversión de todos a su propuesta, o bien por imponer, mediante la fuerza, la propuesta ética.
Recordemos que la Ética Civil se presenta como una ética laica, es decir, que, a diferencia de la religiosa o de la laicista, no hace referencia alguna a Dios. Así pues, es perfectamente articulable con las éticas religiosas dentro de una sociedad pluralista. La Ética Civil reconoce que en la vida ética de las personas hay unos mínimos que compartimos todos los humanos y unos máximos de los que ella no puede disponer. Estos mínimos comunes son exigibles a todo el mundo. En cambio, los máximos son presentados como una invitación por parte de los diferentes grupos, comunidades y religiones.
En diálogo
Si los cristianos queremos compartir, con los demás hombres y mujeres, cuestiones éticas, en esta sociedad plural y fragmentada, la única forma de hacerlo es que nos presentemos con la idea de que todos podemos compartir unos mínimos, a fin de asegurar que podamos convivir. Entre todos podemos buscar estos mínimos, estos valores éticos. El proceso dialógico será una forma de diálogo, en donde los cristianos, junto con todos los hombres y mujeres, intentarán construir un mundo mejor, tal como propuso el Concilio Vaticano Segundo : «Sin embargo, la Iglesia, al mismo tiempo que rechaza totalmente el ateísmo, profesa sinceramente que todas las personas, creyentes y no creyentes, deben contribuir a una eficaz construcción de este mundo en el que todos vivimos, lo cual es imposible sin un auténtico y prudente diálogo» . Por fidelidad a la conciencia, los cristianos se unen a los demás hombres para buscar la verdad y resolver tantos problemas morales que surgen, no sólo en la vida individual, sino también en la social.
Vale la pena recordar que el Parlamento Mundial de las Religiones ha contribuido al tema de la creación de una Ética Mundial elaborando hace 20 años, una declaración ética acordada, a fin de demostrar como las diferentes religiones contienen unos principios éticos comunes. Para el Parlamento Mundial de las Religiones no es posible un nuevo orden mundial sin una Ética Mundial, entendida como un «consenso básico sobre una serie de valores vinculantes, de criterios inamovibles y de actitudes personales básicas. Sin semejante consenso ético de principio, toda comunidad se ve, tarde o temprano, amenazada por el caos o la dictadura, y, los individuos, por la angustia». Los creyentes deben entrar en el diálogo propuesto por la Ética Civil conscientes de que, por la razón común a todos los hombres y mujeres inspirada por la presencia del Espíritu, podemos irnos acercando a la verdad. Dios, para los creyentes, no está ausente de nuestro mundo, de nuestra realidad; por lo tanto, debemos considerar este diálogo entre distintas concepciones éticas como una huella de Dios, que quiere que su Reino sea de todos y para todos .A lo largo de la historia de la humanidad, Dios ha ido manifestando progresivamente cual era la forma más humanizadora de vivir. En otras palabras, Dios ha respetado, en su Revelación, la progresividad del aprendizaje humano. Si Dios lo ha aceptado así, nosotros que creemos en Él, debemos aceptar que el descubrimiento de las verdades, en este diálogo es un proceso lento, en el que se llegará a verdades parciales; incluso tolerando acciones que los creyentes consideramos como males.
Iglesia en diálogo
Los cristianos no podemos recluirnos en un gueto, encerrados dentro de nuestra comunidad de creyentes; debemos salir al exterior, a fin de proclamar la Buena Nueva, y debemos escuchar a los demás para aprender, ya que la nueva humanidad ha de ser construida entre todos. Este planteamiento es posible, pues los cristianos vivimos de una fe que afirma que el Espíritu de Dios está presente en cada hombre y en cada mujer, y en toda la realidad de nuestro mundo.
Creemos que recluirse dentro de la comunidad de fe sólo puede responder a una inseguridad ante el mundo, o a una visión muy negativa acerca del mundo (que no forma parte de su comunidad), como si el bien, o la misma presencia del Espíritu, se encontraran únicamente dentro de ella. La aceptación de esta propuesta moral por parte del creyente tiene mucho que ver con la concepción teológica de fondo sobre la Pneumatología y la Revelación. De este modo, determinadas posturas teológicas más escépticas sobre la presencia del Espíritu en el mundo, o con la visión de un mundo excesivamente marcado por el pecado, o que niegan que la razón de todo ser humano pueda llegar a alcanzar el bien sin gozar de una fe explícita en Dios, difícilmente considerarán positiva la propuesta de la Ética Civil.
Sólo de este modo podrá dar testimonio de una nueva manera de entender el diálogo, la educación en la ciudadanía y cristianismo, en un mundo en el cual éste ha sido muchas veces manipulado. La comunidad cristiana, en su vida interna, debe estar presidida por un diálogo amoroso que sea capaz de amar a quienes no piensan de manera similar, en donde los valores éticos sean mostrados y comunicados y no impuestos. Al mismo tiempo, una comunidad que cree sinceramente en el diálogo debe tener fe en la presencia del Espíritu en todas las realidades del mundo; en otras palabras, debe ver el mundo, no sólo impregnado de pecado, sino grávido del Espíritu Santo. Debe ser una Iglesia que tenga más fe en el Espíritu Santo, y en la cual tal vez sea necesario elaborar una nueva manera, más pneumatológica, de entender la Iglesia.
.Verdad y tolerancia
Los creyentes deberíamos aceptar que mediante el diálogo sólo se puede llegar a unos mínimos y que, en algunas ocasiones, hay que tolerar el mal, que no es visto como tal por los demás. Esta tolerancia no debe ser presentada exclusivamente como un mal menor, como la imposibilidad de conseguir el bien de una manera total. En otras palabras, la tolerancia es un reflejo del amor al prójimo, renunciando a imponer las propias verdades y respetando que los demás todavía no hayan captado el valor que se defiende. Para el creyente, esta tolerancia no debe representar ninguna claudicación, ya que el diálogo debe proseguir; es decir, hay que seguir profundizando hasta conseguir que los mínimos se vayan ampliando. El creyente debe convencerse que, hasta que no se dé una comunidad ideal de diálogo, los resultados serán siempre provisionales. La Iglesia debe dirigirse hacia un diálogo con el mundo en el que le ha tocado vivir.
El educado en ciudadanía y valores cristianos debe entrar en este diálogo convencido de que no dispone de toda la verdad, y consciente de que, muchas veces, en la Ley Natural ,en cuanto a inmutable, leyes ligadas a costumbres o a culturas, las cuestiones éticas que preocupan a la humanidad pueden resultar el marco a través del cual la ética cristiana se muestre al mundo al resto de comunidades particulares como portaestandarte de un proyecto humanizador para todos.
Por todas estas razones, la moral cristiana debe encontrarse a gusto en medio de una propuesta ética que la impele a dialogar con todos los hombres y mujeres, y que respeta su propuesta de máximos y deja que dicha propuesta pueda vivirse dentro de una comunidad de creyentes. A menudo, el problema no es la imposibilidad de encontrar un principio compartido, sino el discernimiento posterior, para ver si una situación nueva entra o no dentro del principio. Todo el mundo estaría de acuerdo con el respeto a la igualdad humana y con el respeto a la persona (aceptando que la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU no sea cuestionada y sea considerada como un contenido mínimo de la Ética Civil), pero, ¿podemos intervenir sobre el genoma humano para otorgar más facultades (físicas o psíquicas) a la especie humana? .
El rol que cumplen los Derechos Humanos por una auténtica convivencia personal y social
Considero que una verdadera y auténtica convivencia personal y social no podría sostenerse y valerse por sí misma si no tuviere raigambre en principios morales elevados a normas de conducta con sentido coercitivo que logre poner en orden las cosas y pueda dar sustento a una sociedad inmersa en un mundo de problemas aparentemente sin solución. El rol de los derechos humanos constituye un espectro gigantesco dentro del cual se desarrollan y que permite ir de la mano los más variados aspectos de la manifestación humana en un conglomerado social.
Podríamos señalar sucintamente el verdadero rol de los derechos humanos en :
-La convivencia entre los seres humanos: moral y valores como elementos ineludibles
para convivir, es un hecho imprescindible para lograr la armonía social que se necesita en la vida actual.
-Los aspectos individuales y colectivos de los valores que deben ser considerados y tratados como el medio necesario e indispensable considerando los otros en la reflexión ética.
-Los derechos humanos se constituyen en el punto de referencia para la educación moral, a fin de alcanzar la expresión mas alta de ellos, la libertad , la igualdad, solidaridad, justicia y respeto a la diversidad, como valores básicos para la convivencia.
– Debemos considerar aspectos tales como los valores y estilos de vida en la sociedad contemporánea. Las culturas juveniles en la sociedad actual y su impacto en el medio social, sin desechar que ellas pasan a ser parte de los valores universales y las formas específicas de convivencia a las que nos vemos sometidos.
-Las actitudes personales y sociales ante la diversidad: pluralidad y tolerancia.
-La multiculturalidad y mestizaje.
-La diversidad entre los adolescentes: autoestima y aceptación.
-La equidad de género. La perspectiva de género como una producción cultural.
-Las condiciones de desigualdad y estereotipos en torno a los roles sexuales en la adolescencia.
-La responsabilidad humana ante el medio natural, la vida y la salud. Desarrollo
Ambiental y Bioética: el patrimonio de la humanidad a las generaciones posteriores.
-Principio y fin de la vida. Genoma humano. La juventud y su compromiso con
la vida en sus diversas manifestaciones.
-Las condiciones y perspectivas de los adolescentes y jóvenes.
-La diversidad de estilos de vida y crecimiento. Los valores compartidos y no compartidos
-La escala de valores y proyecto de vida. Jerarquía de valores. Autoconocimiento y clarificación de valores. Comportamiento, voluntad y razonamiento moral. Entre los valores universales y las elecciones personales.
Como se ha señalado, el papel de los derechos humanos constituye una fuente inagotable en los procesos sociales, por consiguiente el impacto de la ética en la convivencia personal y social.
Reflexión personal sobre la Ética para náufragos y la Ética para Amador
El título del libro , Ética para náufragos, es ya sugerente, sin duda dice algo del hombre actual. Parece que el pensamiento occidental no termina de curarse del desfondamiento y de la falta total de referentes. Según José A. Marina, el hombre sigue siendo un náufrago, perdido entre el océano de la Modernidad, que le dejó sin rumbo, sin asidero y sobre todo…solo.
Que el hombre del siglo XX se encontraba solo (sin mundo, sin Dios y sin sí mismo) es cosa que ya conocemos repetida y probadamente; la cuestión es si hoy – sigue siendo el hombre (así, en general) un náufrago, o si, por el contrario, ha llegado a una etapa en la que la postmodernidad y sus reduccionismos están superados.
Aun partiendo de esta concepción del hombre, Marina en su libro pretende ser luz para la búsqueda de una ética fundamentada, es decir, para el paso de la etapa de naufragio (de la filosofía más que del hombre) a una etapa de tierra firme.
Todo el mundo coincide en que es necesario devolver al hombre parte de la seguridad que le restó la Modernidad. El problema está en cómo llegar al arraigo pre moderno sin caer en la negación de los valores que la Modernidad ha dado.
Es ahí donde Marina hace hincapié: en no negar los triunfos de la Modernidad (liberalismo, racionalismo, derechos humanos, "dignidad, igualdad, fraternidad", etc.) en favor de un nuevo arraigamiento. Y es también ahí donde la unidad de la humanidad peligró en los años treinta: el vitalismo de principios de siglo, unido al irracionalismo dio origen a los fascismos que hicieron tambalear por todos los frentes a la lógica de la Modernidad y hoy, parece ser, que aún no se ha cerrado la herida y siguen apareciendo regresionismos.
Marina intenta fundamentar una ética con los ideales modernos retomando la Modernidad desde sus orígenes. Las ideas de la Ilustración, sobre todo las ideas liberales y democráticas buscando una ética democrática que pueda unificar la conducta particular con la conducta social democrática.
En su libro Ética para náufragos, José Antonio Marina no pretende partir de una teoría del hombre como ser actual, pero parece obligado, antes de hablar del obrar del hombre, a sentar unas bases de lo que se entiende por ser humano.
El método empleado por el autor será el de ir introduciendo conceptos que irán perfilando las ideas sobre el ser humano que permiten la ética.
El primer concepto que introduce es el de inteligencia deseante , pero afirma que fue Aristóteles el creador de esa idea.
Con este concepto quiere introducirse en la raíz de la ética. La ética nace del deseo, el hombre tiene muchas cosas frente a él y debe decidir constantemente cuàles son beneficiosas para su vida y cuáles no. En esta línea introducirá las llamadas necesidades básicas, construyendo el edificio ético desde la base del deseo humano.
Afirma que de la satisfacción o no del deseo provienen ciertos estados sentimentales que nos instalan en la realidad de forma triste, alegre, depresiva, amorosa, etc.
El hombre está pues sujeto a ciertas necesidades que debe satisfacer continuamente para vivir y estas necesidades le llevarán a estados de ánimo que serán deseables o indeseables. En el deseo y en la necesidad se funda la ética (si se entiende que la ética es la ciencia que estudia el simple comportamiento humano), pero el hombre puede estar por encima de éstas necesidades, y gracias a su inteligencia puede llegar a otro tipo de necesidades no tan necesarias, como puede ser la búsqueda de la felicidad y/o el perfeccionamiento.
La ética siempre se ha basado en la búsqueda de la felicidad o en la búsqueda de la perfección llegando a identificar ambas finalidades. Cuando el hombre asciende del nivel puramente biológico o pulsional ( estímulo) entra la ética en juego, la ética será pues la ciencia que estudia el deseo inteligente, pues el hombre siente inteligentemente y todo lo hace lo hace inteligentemente.
Marina estudia el aprendizaje de la moral poniendo de relieve la aprehensión de realidad de forma sentimental.
La moral, la estética y la verdad son aprendidas y transmitidas por la tradición. Creo haber entendido que no deja espacio para una fundamentación de la moral, siquiera como disposición, basada en las notas constitutivas del ser humano. Pero de todos modos arriba se dijo que no está haciendo Marina una teoría de lo que sea el ser humano, sino una teoría de las posibilidades, además, el hecho de que el hombre pueda tener nociones éticas a edades muy tempranas significa que existen, al menos, las disposiciones para tal aprendizaje. Disposiciones que permiten la familiarización con la ley moral dentro del sujeto, para tener, como apetecía Kant, el cielo estrellado sobre mi y la ley moral en mi .
Si la moral es un hecho histórico, biográfico y social tan sólo un producto de la tradición, la convención o el paso por la intelección de cada uno. Se plantea entonces el problema de la fundamentación de la moral, pues todas las morales serían válidas y estarían fundadas igualmente en procesos inteligentes ya que por seres inteligentes son realizadas. Ya no es la razón la rectora absoluta del ser humano sino la inteligencia (que siente, quiere y valora), lo que lleva a ampliar el problema de la fundamentación.
Lo que está claro es que si se trata de fundamentar la moral y ya no podemos utilizar al hombre como ser actual sujeto a la ley natural (que suponía cierta base moral en todo hombre de la que partiría el edificio de la moral), ni los criterios puramente racionales (pues se deja ver una nueva teoría del hombre que integra todas sus facetas en todas sus acciones), tenemos entonces el problema de la verdad sobre los juicios morales que por cierto, no se refieren al hombre como ser actual sino al hombre como ser en potencia: como posibilidad.
La verdad en tiempos del racionalismo era la argumentación que partía de evidencias claras y distintas. El problema que planteó con el desarrollo de la Modernidad fue juntamente sobre la aparición de contradicciones y lagunas imposibles de llenar con el método científico, lo que llevó directamente a la quiebra del concepto verdad.
La Modernidad parece que logró salvar la verdad evitando toda connotación con lo absoluto negando toda autoridad en favor de la razón del sujeto individual. La verdad pre moderna inamovible dejó su paso a la verdad provisional que actualmente rige la ciencia y en esta línea de verdad el libro de J.A. Marina se inscribe.
La ética debe llevar a la búsqueda de una verdad fiable, o al menos, a un método de verdad o, en todo caso, debe dar unos criterios para la admisión de proposiciones verdaderas que no serían otros distintos a los de la ciencia actual (de evidencia, transcendentalidad, progreso, coherencia, previsión de resultados…).
Con esto Marina da por salvada la verdad, es decir, encuentra el método para -como Descartes– encontrar evidencias cada vez más claras y distintas.
Pero como Marina parte de esa mezcla de inteligencia y sentimiento la primera evidencia que encuentra es la aparición de los valores. Los valores no son más que significados que produce la realidad en nosotros. Es decir, respuestas construidas racionalmente al modo de afectarnos la realidad.
Pero estos valores sólo cuando se presentan como evidentes serán tomados por la ética como posibilidades. De todos modos la última palabra siempre tendrá la razón pues al igual que no hay una adecuación total entre las cosas en la realidad y las cosas en el sujeto que las percibe tampoco la habrá entre lo que percibo como bueno y lo que sea en realidad bueno para mí. La ética se encargará de revisar estas evidencias a lo largo del tiempo para lograr que la verdad ética sea cada día más completa.
En este contexto afirma que el placer es lo auténticamente bueno, pero que es labor de la razón la búsqueda del placer bueno. El problema se centra ahora en qué es el placer bueno, que no será otro que el placer racional.
Hasta aquí el libro nos habla de la visión del hombre; a partir de este momento entra Marina en cuestiones de lo que él considera que debe ser la ética, que será una formulación de una teoría de las posibilidades futuras del hombre partiendo de un modelo ideal de ser humano que sea considerado universalmente como querido por todos.
Este modelo deberá estar radicalmente inserto en un sistema de derechos y deberes que garanticen su dignidad y su permanencia dentro de la órbita de la ética.
Para lograr el modelo ético querido el hombre debe hacer un esfuerzo por lograr una inteligencia creadora. La inteligencia creadora o poética será una forma nueva de estar en el mundo en la que el sujeto toma conciencia de su situación ética, es decir, de la existencia de valores y la existencia de unos derechos y unos deberes.
La inteligencia poética es uno de los ejes centrales de la ética de Marina y uno de los conceptos más interesantes. En ella, une la razón y el sentimiento, rompiendo la tradición reduccionista de la Modernidad y colocándose en posiciones más globalizadoras de la existencia humana.
Ética para Amador (Fernando Sabater-1991)
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