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Fundamentos bioecológicos de la jutía conga


Partes: 1, 2, 3, 4, 5

    1. Revisión bibliográfica
    2. Materiales y métodos
    3. Resultados y discusión.
    4. Conclusiones.
    5. Recomendaciones.
    6. Bibliografía.
    7. Anexos.

    INTRODUCCIÓN.

    En 1492 Cuba era un territorio cubierto casi en su totalidad por árboles, pero durante la etapa colonial se provocó la destrucción de grandes extensiones de bosques. Al instalarse la seudo-república, las áreas boscosas representaban el 53% del área del país, intensificándose la deforestación en dicho período y en 1959 solo el 12,6% del territorio estaba cubierto de árboles y se tomaron un conjunto de medidas, que permitieron la recuperación paulatina de la superficie boscosa del país (Ramos, 1999).

    Cuba posee la mayor diversidad de especies en el Caribe insular debido a sus características geológicas, geomorfológicos y aislamiento geográfico (Del Risco y Vandama, 1986). La fauna cubana de mamíferos se caracteriza por una baja cantidad de especies: 38; 12 de ellas endémicas, para un 31,6% ( Socarrás et al., 2003) .

    Cada 24 horas desaparecen en la Tierra entre 150 y 200 especies de plantas y animales (Núñez, 1997). Alrededor de 37 especies de aves y mamíferos se han extinguido en las Antillas desde 1492 hasta la fecha y en 27 de los casos se trata de especies endémicas (IUCN, 1994; IUCN, 1996). El 10% de la fauna cubana se encuentra en peligro crítico de extinción por causas no naturales, entre ellas 10 especies de mamíferos (López et al., 2002).

    Los ecosistemas montañosos ocupan la quinta parte del planeta tierra y presentan una diversidad notable (McNeely, 1994; Ives y Masserli, 1996). Se calcula que el 10 % de la humanidad recibe su sustento de las montañas; pero

    estas son importantes no solo para sus habitantes, sino para las personas y animales que viven en su macizo forestal (Barthlott et al., 1996).

    En Cuba se elevan cuatro macizos montañosos, entre ellos el de Guaniguanico en Pinar del Río (Borhidi, 1996). Las montañas representan el 18% del territorio nacional y están distribuidas en 46 municipios de ocho provincias, viviendo en ellas 700 000 habitantes. En estas regiones se encuentra el 37 % de los bosques del país (López, 2001).

    Conocer la biodiversidad y estudiar las especies del macizo forestal central de la cordillera de Guaniguanico aportará útiles resultados, tomando en consideración que en la medida que se conozca cada una de estas especies, el verdadero lugar que les corresponde en la escala evolutiva, estado de conservación, importancia y su papel en el ecosistema, se podrá llevar a cabo un uso sostenible de la biodiversidad de estos mogotes y de su macizo forestal.

    Entre los mamíferos de Cuba existen miembros significativos como el Almiquí (Soledonom cubanus), el Manatí (Trichechus manatus) y las jutías (Ayala, 1989). En este archipiélago las jutías se encuentran bien representadas, pertenecientes al orden Rodentia y al grupo de los Histricomorfos, se han detectado hasta el momento tres géneros y 10 especies según los sistemas de clasificación más modernos (Borroto, 2002).

    Las jutías más abundantes y mejor estudiadas son Capromys pilorides, Mysateles prehensilis y Mysateles melanurus. Las otras especies son Mysateles meridonalis, Mysateles gundlachi, Mysateles garridoi, Mesocapromys sanfelipensis, Mesocapromys angelcabrerai, Mesocapromys nanas y Mesocapromys auritas (Borroto, 2002).

    La jutía conga se encuentra en la categoría de "especies de alto valor económico esperado" (IUCN, 1978); los habitantes de Cuba siempre la han utilizado como alimento, su carne es fácil de digerir, recomendable para las mujeres para concebir y tener una buena gestación (Berovides y Comas, 1993).

    Autores como Von Furstenberg (1978) y Asibey y Child (1990), han señalado los beneficios de la fauna para los países en desarrollo, en tanto FAO-PNUMA (1985); Kile (1987) y NRC (1991), destacan a los roedores como una de las fuentes alimentarias principales a explotar en estos países.

    En el macizo forestal central de la cordillera de Guaniguanico, área rica en especies faunísticas, la jutía conga ha sufrido una declinación acelerada, hasta encontrase en la actualidad en peligro de extinción local (extirpación) (Suárez, 2001; Hernández, 2003).

    Problema: La jutía conga (Capromys pilorides), especie endémica de la fauna cubana, ha sufrido una declinación acelerada y se encuentra amenazada de extinción local en el macizo forestal central de la Cordillera de Guaniguanico.

    Objeto: Aspectos de la bioecología de la jutía conga en vida libre (in situ) en el macizo forestal central de la Cordillera de Guaniguanico.

    Objetivo general: Determinar los principales fundamentos bioecológicos que con su instrumentación permitan el incremento y conservación in situ de la jutía conga en el macizo forestal central de la cordillera de Guaniguanico.

    Objetivos específicos.

    Evaluar el estado actual de la población de la jutía conga en el macizo forestal central de la cordillera de Guaniguanico.

    Determinar los factores ecológicos naturales y antrópicos que influyen en la abundancia de la jutía conga en el área de estudio.

    Determinar la selectividad y nivel de uso de las especies vegetales que alimentan a la jutía conga.

    Evaluar la especie en cuanto a sus valores ambientales, sociales y económicos.

    Hipótesis: Si se realiza un estudio de los principales aspectos de la bioecología de la jutía conga, entre los cuales se incluyan: alimentación, enfermedades, parásitos y depredadores, y se determinen factores como los antrópicos directos ( caza) e indirectos ( deforestación) en el macizo forestal central de la cordillera de Guaniguanico, entonces será posible esclarecer las causas de la extirpación de la especie e instrumentar medidas de manejo en vida libre, que propicien atenuar y posteriormente eliminar su amenaza de extinción en el área de estudio.

    Novedades científicas.

    Por primera vez se utiliza el método de valoración de atributos para evaluar el impacto ambiental que produciría el manejo de la jutía conga en Cuba.

    En la zona se realiza por primera vez un estudio extenso sobre aspectos del manejo in situ de esta especie, que incluye entre otros: alimentación, enfermedades, parásitos y depredadores.

    Se demuestra por primera vez, mediante el estudio de las variables elegidas y el análisis estadístico de los resultados, que la actividad del hombre (de manera indirecta y directa) en su relación con estos ecosistemas, constituye la causa principal de la extirpación de la jutía conga en esta área.

    Constituye el primer estudio a escala regional, sobre aspectos de la bioecología de la jutía conga, que incluye la determinación de los factores naturales y antrópicos que influyen sobre la disminución de su densidad poblacional.

    Aporte teórico.

    Se presenta un análisis de aspectos de la bioecología de la jutía conga, que constituyen herramientas teóricas esenciales para su manejo en Cuba.

    Constituye una herramienta de valor predictivo para otras áreas con condiciones similares, donde no exista información sobre sus poblaciones de jutías.

    Aporte Práctico.

    La conjugación de métodos procedentes del ámbito de diferentes ciencias, tales como encuestas etnobiológicas (Ciencias Sociales), análisis económicos (Ciencias Económicas), estudios biológicos (Ciencias Biológicas) y manejo y protección de la fauna (Ciencias Forestales).

    La evaluación de la factibilidad del manejo sostenible (ecológica y económicamente) de un recurso faunístico, realizado en la presente tesis, permitirá a la dirección del país ejecutar, cuando sea necesario, la explotación de una especie autóctona, que podrá convertirse en una nueva fuente de divisas.

    La fundamentación de la propuesta de áreas para la protección de la especie, facilitará a los órganos competentes la oficialización de estas áreas con el objetivo de destinarlas a la conservación de la jutía conga en el macizo forestal central de la cordillera de Guaniguanico.

    CAPITULO 1: REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA

    1.1. Importancia de las especies de jutías.

    Los histricognatos forman un grupo de roedores que, por su gran talla, constituyen una fuente de alimento potencial en los lugares donde habitan naturalmente (Kile, 1987; NRC, 1991). Una de las 16 familias de este suborden, la de los caprómidos, está confinada a las Antillas y la forman numerosas especies conocidas como jutías o hutías (Varona, 1974).

    Los roedores son el cuarto grupo de mamíferos que se estableció en Cuba (Silva, 1992) y se han descrito hasta la fecha 10 especies de jutías, la mayoría en los cayos adyacentes y con pequeñas poblaciones en peligro de extinción (Berovides y Comas, 1991). Solo dos especies de jutías, la conga y la carabalí son relativamente abundantes en todo el país y por lo tanto potencialmente explotadas como recurso natural (Berovides y Comas 1993; Berovides y Comas, 1997b y Guerra, 1999).

    Ya en el siglo XIX, Lora y Chávez (1895), mencionó que la utilización de la jutía conga como recurso natural, se remonta a la época de los aborígenes, en tanto Cañizares (2003), abordó este tema con un análisis más profundo y actualizado, incluyendo su uso actual y perspectivas de explotación de este recurso natural en Cuba.

    1.2. La jutía conga (Capromys pilorides Say).

    La más estudiada de las jutías cubanas (Varona, 1974) ha sido descrita en gran cantidad de trabajos científicos. Autores como Smith y Berovides (1984a); Smith y Berovides (1984b); Berovides (1987) y Berovides y Comas (1997b), determinaron que el peso de la canal o carcasa representa entre el 42 y 50% del peso corporal, un rendimiento solo comparable con las mejores razas de ganado bovino. Su carne es rica en proteínas, con un bajo contenido de grasas, característica común a la de todos los animales salvajes. En tanto Berovides y Comas (1993), plantean que la carne de este caprómido, puede competir desde el punto de vista nutricional, con cualquiera de las que se usan tradicionalmente; aunque Suárez (2001) planteó acertadamente que su sabor y olor natural pudieran restarle valor de mercado.

    1.2.1. Características morfoanatómicas.

    1.2.1.1. Morfología.

    Las características morfológicas de la jutía conga han sido documentadas en varios trabajos científicos. Berovides y Smith (1982) y Berovides y Comas (1997a), encontraron que la conga es la jutía cubana que más varía en coloración, peso y tamaño; el diseño básico de cada pelo es el patrón agutí y la coloración general puede ser parda, rojiza, negra, blanca y amarilla; resultados similares a los del presente estudio.

    En tanto Abreu y Manójina (1989) observaron que la jutía conga de la península de Guanacahabibes presenta pelaje rústico, de color blanco en las mejillas, borde de las orejas, dedos, garganta y cuello. La cola cubierta de pelos cortos, es utilizada como órgano de balanceo y representa un tercio del largo total del cuerpo; por su parte De la Fuente et al. (1992), determinaron que el pelaje agutí predomina en las jutías de la Sierra del Chorrillo; coincidiendo con Berovides y Comas (1997a); también en el área de estudio este es el diseño más común (Figura 1.1) (Suárez, 2001; Hernández, 2003). Estos resultados sugieren que el pelaje agutí predomina en las jutías de las rocas.

    Las extremidades son vigorosas, terminadas en cinco dedos; cuatro de ellos con garras fuertes y un pulgar rudimentario con una uña (Desmarest, 1822; citado por Abreu y Manójina, 1989).

    El cráneo que es alargado y aplomado, cambia de estructura según la edad, siendo la forma de la fosa prenasal una de las características diferenciales entre las subespecies de Cuba (Abreu y Manójina, 1989) y se puede añadir un nuevo criterio: Hernández et al. (1987) plantearon que la coloración de la cola es la característica que diferencia a las subespecies de la Isla de la Juventud.

    Los pesos corporales oscilan entre 2,6 y 4,5 Kg., siendo algo mayores en los machos, al igual que el largo del cuerpo y de las extremidades, no ocurriendo así con el índice de robustez, que es mayor en las hembras (Manójina y Abreu, 1985; Berovides y Comas, 1993; Berovides y Amador, 1999).

    1.2.1.2. Aparato reproductor.

    Los aspectos de la reproducción se hallan entre los temas más estudiados, habiendo sido abordados por Angulo (1945), Angulo y Álvarez (1948), Smith y Berovides (1984a), Manójina (1986), Manójina y Abreu (1987), Manójina y Gonzáles (1987), Berovides et al. (1989) y Gutiérrez et al. (1999).

    El tracto genital de las hembras se destaca por el largo y cónico clítoris, que la hace parecer como macho ante el observador inexperto, la longitud y la posición parcialmente abdominal de la vagina, la porción anterior de los ovarios; así como los caracteres de la superficie e inserción. También destaca la posición lateral de los dos pares de mamas, situados en los altos de los costados de la madre y no en la región central. El primer par un poco hacia atrás y en línea recta con las axilas, y el segundo más o menos en la mitad de la distancia entre las extremidades posteriores (Angulo y Álvarez, 1948).

    Smith y Berovides (1984a), midieron los testículos y el pene de tres individuos adultos y seis crías, concluyendo que las medidas reproductivas están correlacionadas con la longitud del cuerpo, no ocurriendo así con el descenso testicular. Estos autores resolvieron acertadamente un aspecto muy controvertido: la determinación de la adultez en esta especie, estudiando el descenso testicular de los machos, el aumento de la masa corporal en ambos sexos y la apertura de la vagina en la hembra. Este trabajo fue sustentado tanto por observaciones de morfología, como por datos anatómicos internos.

    1.2.2. Ecología.

    Los estudios referentes a la ecología de esta especie tienen gran significación, para el diseño de una metodología de su manejo, que propicie al mismo tiempo su conservación.

    Un detallado estudio ecológico de la especie fue realizado por Manójina (1986) quien obtuvo resultados importantes, entre ellos que la jutía es un animal con un ciclo de actividad polifásico, se amansa con facilidad, es menos propenso a las enfermedades que el conejo, posee un ciclo estral de 28 días, la gestación dura 17-18 semanas y el parto dura tres horas como máximo.

    1.2.2.1. Distribución y abundancia.

    Este ha sido uno de los temas más estudiados, debido al interés que despierta la jutía conga, el mamífero terrestre de mayor tamaño de la fauna autóctona de Cuba.

    La jutía conga, por ser el menos especializado de los caprómidos, puede encontrarse en casi todas las regiones de Cuba, viviendo en hábitats tan disímiles como manglares, pinares, cuabales, ciénagas y matorral xeromórfo (Berovides y Comas, 1990; Comas y Berovides, 1990). Su abundancia en términos de densidad (individuos/ha) es muy variable (Berovides y Comas, 1997b). Las mayores densidades (90 individuos/ ha) se registran en manglares (Berovides y Comas, 1991) y las menores (menos de 10 individuos/ha) en las áreas de bosques (Berovides y Comas, 1990; Berovides y Comas, 1997b, Suárez, 2001). Más recientemente Hernández (2003) determinó una densidad media de 2,3 individuos/ha en bosques semideciduos y 5,7 individuos/ha en mogotes del valle de San Andrés.

    Es muy importante determinar las causas de la reducción de las poblaciones de jutías. Al respecto la mayoría de los autores coinciden en atribuirla a la actividad antrópica. Oliver (1977), planteó que a esta reducción poblacional han contribuido varios factores, entre los cuales pueden citarse: la acción antrópica, cambios drásticos en el ecosistema natural en el que habitan, depredación y competición con animales introducidos. Berovides y Comas (1993), reafirmaron estos criterios y precisaron que las densidades medias de 2 a 4 jutías/ ha en los hábitats boscosos, parecen ser las normales bajo las condiciones de actividad humana en forma de caza furtiva o presencia de otras especies de caprómidos.

    1.2.2.2. Alimentación y requerimientos de agua.

    Estos aspectos han sido evaluados por diferentes autores, entre ellos Manójina et al. (1989); Comas et al. (1989a); Comas et al. (1989b); Hernández (2003) y Rosa (2004) quienes demostraron el amplio espectro de especies vegetales que consumen las jutías, así como la no selectividad de sus partes, aunque en ocasiones prefieren corteza u hojas, en dependencia del hábitat y de la densidad poblacional. Estos resultados sugieren que en lugares de alta densidad las jutías son menos selectivas, ocurriendo lo inverso en sitios de una densidad baja, como es el caso del macizo forestal central de la cordillera de Guaniguanico.

    La jutía conga es un fitófago universal. En Guanacahabibes, Manójina et al. (1989); determinaron que de 51 especies vegetales solo rechazaron 12 y consumieron productos de origen animal; más recientemente, en esta misma área Linares (2005) en un estudio acerca de la utilización de las diferentes especies de plantas por la jutía, identificó un total de 40 especies, las cuales son incluidas en su dieta. De ellas 34 son árboles (85%) y 6 son arbustos (15%). Las diferencias en cantidad de las especies utilizadas se debe probablemente a que el estudio de Manójina et al. (1989) se realizó con jutías en cautiverio y el de Linares (2005) en vida libre. Por su parte Hernández (2003) determinó, en el área del valle de San Andrés que las jutías no consumían productos de origen animal, esto pudiera estar relacionado con las diferencias en la disponibilidad de materiales alimenticios en distintas áreas.

    Los requerimientos de agua son bajos para todas las jutías. En Guanacahabibes Manójina et al. (1989) demostraron que pueden vivir sin agua durante meses, aunque en condiciones normales el consumo promedio diario es de 118 ml, oscilando entre 20 y 455 ml.

    En general se satisfacen de este líquido con materiales alimenticios suculentos y lamiendo el rocío de las hojas y el que se deposita en las oquedades de las rocas, ya que la estructura de los riñones les permite la máxima reabsorción de agua a partir de la filtración glomecular (Sánchez et al., 1992). Johnson et al. (1975), expresaron que los riñones de la jutía conga presentan grandes asas de Henlen, típico de los riñones capaces de realizar una abundante reabsorción del agua contenida en la orina.

    Depredadores y parásitos.

    La depredación es un factor importante que incide sobre la decadencia de las poblaciones de jutías, pero para muchos es aun más importante la depredación directa por el hombre, ya que la carne de las jutías es nutritiva y sabrosa y estas han sido consistentemente cazadas por el hombre y perros desde los tiempos precolombinos. Se supone que la cacería excesiva dio como resultado la exterminación de varias especies de jutías, cuyos fósiles son muy conocidos, por haber sido hallados en los residuarios aborígenes, que marcan el lugar donde se asentaron las comunidades primitivas (Varona, 1974).

    Entre las especies animales, el principal depredador de jutías es el perro jíbaro, que en las Bahamas, es señalado por Clough (1972) como depredador natural y uno de los factores que contribuyó a la desaparición de una especie de Geocapromys desde los tiempos precolombinos. En el área de estudio este mamífero ataca tanto en manadas o en solitario a las jutías, llegando a eliminar en una sola noche a decenas, aunque utilice solo unas pocas para alimentarse (Pimentel, 1987).

    Coy y Lorenzo (1982), realizaron un estudio sobre parásitos de los vertebrados cubanos, en el cual identificaron nueve especies de helmintos que parasitan a la jutía conga, dos a la jutía carabalí y una en Capromys sanfelipensis; este tema debe ser profundizado, para determinar la posible existencia de parásitos específicos de la jutía conga.

    1.2.2.4. Dinámica de la reproducción.

    Este tema ha sido profundamente estudiado por diversos autores. Smith y Berovides (1984a) plantean que en Capromys pilorides, la pareja en edad reproductiva realiza la cópula en horas de la tarde, la gestación dura 142 días, las hembras presentan antes del parto las mamas inflamadas, las crías al nacer son de mayor tamaño que en Mysateles prehensilis y con las orejas y patas más grandes, las crías por lo general, a los dos meses aún maman y no toman alimentos; la reproducción tiene lugar en cualquier época del año, siendo mayor en el mes de junio. Los picos de gestaciones ocurren en la estación de seca y los picos de partos en mayo y julio, relacionando acertadamente, que esto depende de la disponibilidad de alimentos (Manójina y Abreu, 1987).

    En la jutía conga, un macho puede tener varias hembras y los más jóvenes que no han formado sus familias, así como los sub-adultos desplazados del grupo al llegar a su madurez sexual, tienden a desplazarse solos, por las características de los grupos familiares que son muy filopáticos, hasta encontrar hembras jóvenes con las cuales formar un nuevo grupo familiar. Esto también puede ocurrir con los viejos reproductores que son desplazados por otros machos más fuertes (Hernández, 1985, Berovides, 1998), igual a como ocurre en otras especies parecidas, como Myocastor coypus (Dagault y Suboreau, 1990).

    Las crías recién nacidas tienen los ojos y el pabellón de las orejas abiertas, son capaces de una locomoción normal al cabo de una hora de nacidas y son expulsadas del grupo familiar al producirse un nuevo parto (Smith y Berovides, 1984a; Frías et al., 1987). Otras variables reproductivas de la especie, tanto en vida libre como en cautiverio, como la duración de la gestación, número de camadas por año, crías por parto y edad al destete fueron estudiadas por Bucher (1937) y Taylor (1970).

    Manójina y Abreu (1987) describieron un parto de Capromys pilorides: dos crías nacieron con un intervalo de 20 minutos, de posición cefálica; la madre se comió la placenta y lamió a los recién nacidos.

    Resultados relevantes fueron obtenidos por Gutiérrez et al. (1999), al estudiar la dinámica reproductiva de dos poblaciones de jutía conga (Jardines de la Reina y Najasa) durante un año (de noviembre de 1991 hasta octubre de 1992), investigaron los cambios trimestrales de los índices reproductivos y compararon dicha dinámica entre estas poblaciones con diferentes hábitats: una de bosque y otra de manglar; en ambas analizaron 118 machos y 334 hembras. A los machos se le midió el largo corporal y el largo del testículo, para determinar el índice reproductivo (IRM), según la formula:

    IRM= (largo del testículo / largo del cuerpo) x 100.

    A las hembras se les tomó el estado reproductivo por observación de los cuernos uterinos y las mamas, definiendo los estados reproductivos: hembras vacías, hembras lactantes y lactantes-gestantes. Al analizar estadísticamente los resultados (frecuencia, valores medios y coeficiente de variación), los compararon entre trimestres y entre poblaciones, concluyeron que los índices reproductivos son siempre más altos en las estaciones de mayor disponibilidad de alimentos y los hábitats más ricos en estos recursos; otros estudios sobre el tema fueron desarrollados por Manójina y Abreu (1987) y Dagault y Suboreau (1990).

    1.2.3. Las excretas de Capromys.

    Las excretas de las jutías, son variadas en forma y tamaño, aunque siempre mantienen una coloración determinada, en un individuo en particular y sobre todo en la especie, siempre y cuando no se varíe el alimento de forma brusca (Berovides y Comas, 1997b; Berovides, 1998 y Hernández, 2003).

    El colorido de las excretas es bastante uniforme. En la jutía conga son características, pues son mayores que las del resto de las jutías y además presentan una fisura media muy marcada, que le dan el aspecto de un dátil. Su tamaño varía mucho de acuerdo con el tamaño, el sexo y la edad del animal.

    Las excretas de consistencia dura, son expulsadas en forma de píldoras, se secan rápidamente a la intemperie y se solidifican. Se ha podido observar que la jutía puede producir un número bastante elevado (hasta 30) en una sola evacuación (Berovides y Comas, 1990).

    Es importante señalar que las excretas son usadas para determinar de forma indirecta la abundancia de las jutías, un método muy empleado en otras especies de mamíferos (McClanahan, 1986). Específicamente para la jutía conga, Comas et al. (1989d) desarrollaron este método de forma bastante confiable. Por otra parte Garrido (1971), cuestiona la importancia de las excretas en los estudios taxonómicos de las diferentes especies de jutías.

    1.3. Manejo in situ de la jutía conga.

    En su concepción moderna, la conservación de un recurso natural biótico implica tanto su protección como su explotación racional (IUCN, 1978), basados ambos aspectos en el conocimiento de la ecología de las especies. (Heywood y Watson, 1995; Prexot-Allen y Prexot-Allen, 1996). Los estudios de manejo de recursos y condiciones en vida libre (in situ), sientan las bases para decidir el uso sostenible de la especie, en aspectos tales como: en qué época extraer los animales, cantidad a extraer y factores claves del hábitat que no deben alterarse durante las extracciones (Prexot-Allen y Prexot-Allen, 1996; Cawghley y Grunn, 1996).

    El manejo in situ de la fauna silvestre se realiza a través de medidas biotécnicas, que constituyen un aspecto de una disciplina conocida como biocinegética, que trata de resolver de forma científica la protección y el aumento cualitativo y cuantitativo de la fauna silvestre (McNeely, 1994).

    Como medida biotécnica se conocen los trabajos que se realizan en áreas faunísticas para aumentar su población, mejorando las condiciones de vida, alimentación y reproducción de las diferentes especies (Rodríguez de la Fuente, 1985), clasificándose en:

    Medidas dirigidas al aumento cuantitativo de las reservas faunísticas:

    Dirigidas al aumento del volumen de las poblaciones.

    Dirigidas a la extensión del hábitat de la fauna, mediante introducciones en otras áreas.

    Medidas dirigidas al aumento cualitativo de la productividad de la fauna:

    Mejoramiento de las condiciones de refugio y anidación.

    Mejoramiento de la alimentación.

    Mejoramiento de las condiciones sanitarias.

    Cambio de la estructura de edad para aumentar la reproducción.

    Métodos zootécnicos modernos (incubación artificial de huevos, dietas científicamente mezcladas, etc).

    Por ejemplo, durante la tala de los bosques empeoran las condiciones de refugio y anidamiento; después cuando en el lugar de la tala crecen hierbas, arbustos y retoños (regeneración natural), mejoran las condiciones para la construcción de refugios y nidales, aparecen fuentes de alimentación para la fauna local; pero cuando a la tala sigue una plantación estas condiciones desaparecen y desaparece la fauna. También durante las talas se eliminan, por no tener valor comercial, los árboles huecos, los cuales en áreas de baja rocosidad, son utilizados por la jutía conga (Pimentel, 1987).

    En parques nacionales de EE. UU. se recomienda dejar seis árboles huecos por 10 ha de bosques habitados por ardillas. También se dejan árboles como cortinas alrededor de la tala para la protección de algunas especies faunísticas y durante las plantaciones en bosques ricos en fauna se mezclan especies y si esto no es posible, los bosques productores deben tener lugares declarados refugios de fauna (Kuznetsov, 1984).

    Los trabajos de Guerrero (2001) también destacan estos aspectos cuando apuntan hacia dos grandes metas de la conservación:

    Investigar los impactos humanos sobre la diversidad biológica.

    Desarrollar enfoques prácticos para prevenir la extinción de especies.

    1.3.1. Mejoramiento y aumento de la base alimentaria.

    El número de muchas especies faunísticas depende, en primer lugar, de la existencia y la posibilidad de obtener el alimento. La escasez de fuentes alimenticias puede traer consigo migraciones y producir la no-adaptación al nuevo lugar de vida y su posterior desaparición (Martínez, 1996). Por su parte Hernández (1987), plantea que algunas medidas silviculturales pueden contribuir al aumento de la base alimentaria del bosque, pero cuando esto no sucede (en la mayoría de los casos), se recomienda la mejora de los recursos alimentarios mediante la realización de la plantación de especies vegetales, mejoramiento de las condiciones de crecimiento y desarrollo de estas, alimentación adicional en períodos de escasez, mejoramiento del acceso a los alimentos, adición de minerales y vitaminas y el mejoramiento de los aguaderos. Iguales recomendaciones realizó Muul (1993).

    Estas medidas no se realizan todo el año, sino en situaciones que cambien la composición del bosque o extremas, como sequías e inundaciones prolongadas e incendios forestales extensos (Lusigi, 1992); por ejemplo Pimentel (1987) aplicó medidas de mejoramiento de la base alimentaria en bosques de pinares (Cajálbana) después de un incendio en 1985, logrando la recuperación de la población de jutías del área.

    La aplicación de estas medidas en especies con características parecidas (conejos salvajes y capibaras), se describen en trabajos de Taran (1982); Tome (1984); Rodríguez de la Fuente (1985) y Lusigi (1992).

    1.4. Análisis del impacto ambiental.

    El análisis del impacto ambiental de trabajos de investigación científica, proyectos y otros de esa índole, se pueden realizar siguiendo la metodología de Harrison (1993), descrita por Canter (1998). Durante el desarrollo de muchos proyectos se pueden causar impactos no deseables en los ecosistemas, ejemplos son la degradación del hábitat por prácticas de pastoreo excesivo, drenajes de las zonas húmedas para el desarrollo de la agricultura o la industria, pérdida de hábitat por prácticas de deforestación, pérdida de hábitat crítico de las especies en peligro de extinción o amenazadas, como consecuencia de la tala de árboles (Canter, 1998).

    Las presiones ejercidas por los seres humanos sobre el medio ambiente pueden traer consigo cambios en este, tanto cuantitativos como cualitativos. Para determinar la intensidad de estos cambios se pueden utilizar instrumentos de investigación social, como encuestas a particulares o instituciones, que de una forma u otra estén relacionadas con el área antropizada (Riera, 1992).

    Análisis económico.

    En la actualidad, ningún proyecto de manejo de una especie puede pasar por alto el análisis de su factibilidad económica. Sí se trata de explotar animales con objetivos de conservación y utilización, es estrictamente necesario que el proyecto sea viable, desde el punto de vista de los gastos que ocasiona y de los ingresos que pudiese aportar, tanto al criador como a la economía de la región o país.

    Valores de los recursos naturales.

    Según David y Kerry (1992) y Heywood y Watson (1995) los recursos naturales tienen los siguientes valores fundamentales:

    Valor de subsistencia: El recurso se obtiene por el usuario. Generalmente este valor no entra en los análisis económicos.

    Valor económico: El recurso se intercambia o se vende, por lo que tiene un valor monetario; esto permite a su vez su análisis económico.

    Valor recreativo: El recurso solo se disfruta como placer estético, pero no se consume. No tiene valor monetario establecido, pero puede calcularse.

    Valor ecológico: El recurso brinda solo servicios ecológicos al hombre, que en el caso de la fauna puede ser polinización, dispersión de semillas, control de plagas, etc. No tiene tampoco valor monetario establecido, pero puede calcularse.

    Valor económico: La economía es la asignación humana de recursos escasos a fines alternativos, el análisis económico enseña que las funciones de producción y las funciones de corte, son como el positivo y el negativo de una fotografía (Michel, 1991). A una conclusión similar arribaron Martínez y Schlupman (1992).

    Construcción del mercado artificial (para recursos con valores monetarios no establecidos): Se efectúa de la siguiente manera: el papel de la demanda lo juega un entrevistador. El de la oferta, las personas que puedan disfrutar del bien o sufrir del mal ambiente y finalmente el papel del mecanismo que interacciona la oferta y la demanda, lo desempeña el cuestionario que el entrevistador presenta a los usuarios del activo ambiental (Romero, 1994).

    Métodos de valoración monetaria.

    Preferencia hipotética: Los consumidores expresan directamente sus valoraciones del medio ambiente, pero no en situaciones reales, sino hipotéticas, en los que pueden pagar por un aspecto del medio ambiente en particular (o recibir compensación por la pérdida del mismo) y luego se le pregunta cuanto considera que vale, con la utilización de los métodos de Valoración contingente (cuanto usted podría pagar por una mejora del medio ambiente dado, o por no sufrir su pérdida) y de Preferencia expresa (aquí el cuestionario describe varias situaciones alternativas posibles y cada una de las cuales tiene una combinación de atributos diferentes) (Romero, 1994).

    Según David y Kerry (1992) el valor económico de los bienes ambientales se puede determinar por la siguiente ecuación:

    Valor económico total= valor de uso actual+valor de opción+valor de existencia.

    Valor de uso actual es igual al valor de mercado que en la actualidad tiene el bien ambiental.

    Valor de opción es igual al valor de legado o sea lo que se está dispuesto a pagar para que los hijos y nietos disfruten un bien ambiental.

    Valor de existencia es el valor que se le da a un bien ambiental o ser no humano, aunque no la usemos o ni siquiera estemos seguros de verlos por nosotros mismos.

    Otro método empleado es el de Costo de Reposición, el cual consiste en determinar lo que cuesta reponer los recursos dañados o las especies extintas o en extinción (Tribe, 2000).

    1.6. Política gubernamental sobre la protección de los recursos naturales.

    Los recursos naturales que enriquecen el país son fuente de riquezas materiales y espirituales para el pueblo, por esto el Gobierno Revolucionario le presta una esmerada atención a la protección de la flora y la fauna, esto lo demuestra la ley forestal puesta en vigor a mediados de 1998 (Ramos, 1999).

    En 1994 el Comandante en jefe Fidel Castro expresó:

    "En Cuba país socialista, el medio ambiente y los recursos naturales son patrimonio común de la sociedad y constituyen por tanto interés fundamental de la nación en su conjunto, de ahí que la atención a los problemas ambientales se realice de forma integral por toda la sociedad. La Constitución de la Republica, promulgada en 1976, incluye expresamente en su articulado la obligatoriedad de la protección del medio y de los recursos naturales del país, tanto por el estado como por cada ciudadano. En 1981 la Asamblea Nacional del Poder Popular, máximo órgano legislativo del país, aprobó la ley de protección del medio ambiente y el uso racional de los recursos naturales" (Castro, 1994).

    Como continuación de los trabajos desarrollados en el país con vista a la creación de un sistema de normas para la protección del medio ambiente, en 1990 se aprobó el sistema nacional de protección (Castro, 1992).

    La Ley Forestal de Cuba expresa en su capitulo 1 "Disposiciones generales", inciso D: ….uno de los objetivos de la presente ley es conservar los recursos de la diversidad biológica, asociados a los ecosistemas forestales".

    Esta misma ley continua expresando en su capítulo 7, artículo 51: la conservación y la protección de los bosques es un conjunto de actividades dirigidas a garantizar la vigilancia, control y desarrollo sostenible del patrimonio forestal, obligación de toda la sociedad, en las que participan el Ministerio de Agricultura; el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y el Ministerio del Interior, de acuerdo con las facultades, que a estos fines le confiere la presente ley y la legislación vigente (MINAGRI, 1998).

    CAPÍTULO 2: MATERIALES Y MÉTODOS

    2.1. Caracterización del área de estudio.

    2.1. 1. Ubicación geográfica y límites del área de estudio.

    Según la actual división político-administrativa del país, 65% del área de estudio (32 567 ha) está ubicada en el municipio de La Palma y 35% en el de Los Palacios, en la provincia de Pinar del Río (Figura 2.1).

    Esta área pertenece a la región occidental y está ubicada en un área de contacto donde inciden varias subregiones geográficas que son: Sierra de los Órganos, Alturas de Pizarras, Poljas, Valles cársicos, Hoyos, Sierra del Rosario, Sierra de Guacamaya, Pan de Guajaibón y Sierra de Cajálbana, siendo ello la razón de su extraordinaria variedad faunística, florística y paisajística (Núñez, 1982). Cartográficamente el área está ubicada entre las coordenadas planas rectangulares 313, 150 – 335,150 mt y 326,000 – 268,400 mt, de las hojas cartográficas a escala 1:25 000, emitidas por el Instituto Cubano de Geodesia y Cartografía (ICGC, 1982).

    Para establecer los límites del área de estudio se realizó un análisis integral, donde se valoraron numerosos factores, entre ellos:

    Circunscribir dentro del área de estudio todas las áreas pertenecientes al macizo forestal central de la cordillera de Guaniguanico.

    Circunscribir dentro de los lίmites del αrea todas las áreas boscosas

    que por su población de esta especie faunística fueran importantes.

    Excluir las áreas donde en reiterados inventarios, en diferentes épocas del año y en diferentes años, la densidad fuera nula.

    Excluir las áreas excesivamente antropizadas.

    Determinar los límites del área mediante acotación natural, que sirva de barreras naturales a la especie estudiada.

    Garantizar el cumplimiento de los objetivos principales trazados en la investigación.

    Acorde a este análisis, se establecieron los límites que a continuación se describen:

    Norte: Carretera Viñales a La Palma, a continuación los límites urbanos al sur de La Palma, tomando por la carretera a Bahía Honda hasta el entronque de Magueyes, continúa en el camino a las Maniguas hasta el entronque de Cajálbana, sigue por el curso del arroyo Marbajitas hasta su desembocadura en el río Las Cadenas y a continuación el camino a San Marcos, hasta la reserva del mismo nombre.

    Este: Límites de La Reserva de San Marcos, tomando por el camino Sagua – San Marcos, hasta el entronque (lugar donde comienza el cuabal de la ladera sur de la meseta de Cajálbana), continuando por la carretera a Mil Cumbres, a partir de esta localidad el camino hasta el puente del río San Diego, que se encuentra a la entrada al poblado del mismo nombre.

    Sur: Carretera San Diego – La Güira, hasta encontrar el camino a la granja Capitán Tomás, tomando por este camino hasta María Luisa, continuando por el arroyo La Bija, que intercepta la carretera la Güira – Los Pinos y la carretera San Andrés – Entronque de Herradura, hasta La Legua, a continuación por el camino de Hoyo de la Sierra hasta Ramón Gordo, llegando a los altos de Pinar Llano.

    Oeste: Límite del parte aguas, desde las alturas del Yayal hasta Canalete.

    Se debe aclarar que estos límites son aproximados, ya que el área estudiada incluye solamente el macizo forestal.

    2.1. 2. Características físico-geográficas.

    Las características físico-geográficas del macizo forestal central de la cordillera de Guaniguanico se destacan por su complejidad, causada por los procesos que han actuado durante su formación (Núñez, 1982; Rivera, 1998).

    Geología.

    Geológicamente, el macizo forestal central de la Cordillera de Guaniguanico está ubicado dentro de la zona tectónica facial de Guaniguanico, coincidiendo en ella tres grandes complejos de unidades conocidas por: Sierra de los Órganos, Sierra del Rosario y Sierra de Guacamaya, que a su vez, según Valdés (2003), están constituidas por las unidades: Sierra La Güira; Alturas de Pizarras del Sur; Alturas de Pizarras del Norte; Loma Colorada; Bermejales; El Caimito y Cajálbana.

    Relieve.

    El área presenta una topografía compleja y diversificada, donde se combinan áreas más o menos elevadas, que responden a distintas etapas del desarrollo del relieve, donde los procesos morfológicos han actuado de manera combinada o aislada (Área Protegida Mil Cumbres, 2000).

    De acuerdo al valor hipsométrico, se distinguen cuatro tipos de relieve: llanuras (valle de Sagua, valle de Canalete) depresiones (Abra de Caiguanabo, El Caimito y El Naranjal); alturas (Pizarras del Sur, La Catalina, Melindres y San Diego) y montañas (Pan de Guajaibón y Sierra de La Güira), lo que le confiere al área una muy variada topografía (Gutiérrez y Rivero, 1995; Novo, 1996).

    Clima.

    La caracterización climática está basada en los valores medios obtenidos de las Estaciones Meteorológicas de La Palma y Bahía Honda y la estación Hidrológica Amistad, tomadas en el período 1988-1999 (tabla 2.1 en anexos).

    A manera de resumen se puede expresar que el área de estudio tiene un clima cálido y húmedo, con dos estaciones bien definidas: una cálida y lluviosa y otra fresca y poco lluviosa, con valores promedio superiores al resto de la provincia de Pinar del Río (Samek y Travieso, 1968).

    Hidrografía.

    Desde el punto de visita hidrográfico, el área es de extraordinaria importancia, ya que está ubicada en las cuencas hidrológicas del río San Diego en la región sur; en la región central se halla la cuenca del Caimito y Tortuga y al norte la cuenca del río San Marcos, cada una de ellas cuenta con sus propias sub-cuencas, formadas por ríos y arroyos como afluentes (Rivera, 1998).

    Como consecuencia de las altas precipitaciones que ocurren en el área y el predominio de rocas arcillosas y arcillo–arenosas, que ocupan el 70% de su territorio, se ha favorecido la existencia de un alto escurrimiento superficial, que da lugar a numerosos ríos, cañadas y arroyos. El escurrimiento superficial es interrumpido por la presencia de áreas calcáreas, que dan lugar a las cuencas endorreicas; estas posibilitan la efluación de las aguas (penetración a través de sumideros y grietas), tal como ocurre en el Pan de Guajaibón, la Hoyada de la Catalina y la Sierra de la Güira (Ares, 1999).

    La red hidrográfica es abundante, compuesta principalmente por los ríos San Marcos, Tortuga y San Diego, que abarcan aproximadamente el 70% del territorio, existiendo solamente serios problemas con el abasto de agua en los grandes macizos calizos del Pan de Guajaibón, la Sierra de la Güira, El Abra y La Hoyada de la Catalina (Área Protegida Mil Cumbres, 1998).

    2.2. Características de las formaciones vegetales del área de estudio.

    La vegetación del área está condicionada por distintos factores naturales, como el clima, los suelos y el relieve entre otros, que determinan su carácter. Lamentablemente, desde finales del pasado siglo esta área fue sometida a una devastación bastante fuerte, con el propósito de acondicionar tierras para el desarrollo agrícola y ganadero, esta explotación irracional de los bosques solo se vio frenada en las zonas montañosas de más difícil acceso (Valdés, 2003).

    En este acápite se dan las características más generales por tipo de formación vegetal, clasificados según Capote y Berazaín (1984):

    2.2.1. Pinares.

    En el área de estudio se distinguen:

    Pinares sobre serpentinas: En este tipo de pinar está ausente el pino hembra (Pinus tropicalis), su estrato arbóreo está exclusivamente formado por pino macho (Pinus caribaea). Esta formación que solo se desarrolla sobre suelos ferríticos, está presente en la ladera sur de la Meseta de Cajálbana, con diferentes tipos de asociaciones; debe su origen a las condiciones del relieve y profundidad de los suelos, apareciendo un pinar más denso y desarrollado en las áreas bajas de suaves pendientes. Es un tipo de pinar florísticamente rico y complejo, con numerosos endemismos (Valdés, 2003).

    Pinares sobre esquistos (Pizarras): Este tipo es el más distribuido en el área, desarrollándose sobre suelos de origen esquistosos. Presentan una capa arbórea, formada por pino macho (Pinus caribaea) y pino hembra (Pinus tropicalis) especie endémica que ocupa los terrenos más áridos. En ocasiones encontramos asociado al encino (Quercus oleoides, var. sagraeana) único roble verdadero que existe en Cuba (Sablón, 1982); esta asociación esta localizada en el camino que conduce del Burén al Caimito (Ares, 1999).

    En su estrato arbustivo, se destaca la presencia de una especie endémica: La Guayabita del Pinar (Psidium salutare), además están presentes la Malagueta (Xylopra aromática), vaca buey (Curatella americana), Peralejo (Byrsonima crassifolia), Cordobán (Pachyahtus polretii). El estrato herbáceo es bien denso, sobre todo cuando la densidad del pinar es baja, abundando gramíneas del género Andropogon, así como distintas lianas y bejucos (Valdés, 2003).

    2.2.2. Material xeromorfo espinoso sobre serpentina (cuabal).

    Los cuabales son formaciones xerofíticas que alcanzan una altura máxima de 8-10m. Se desarrollan por lo general sobre un suelo de roca ultrabásica que es normalmente muy esquelético y con poca capacidad para retener el agua, lo que explica las características xerofíticas de la vegetación, aunque las precipitaciones sean semejantes a las que reciben los bosques vecinos (Sablón, 1982).

    En los cuabales predominan las especies espinosas o con hojas espino dentadas, que aparecen en una proporción mayor que en los montes secos costeros con los que tienen relaciones tanto fisonómicas como florísticas. Su rasgo fisonómico más importante, es la abundancia de palmas pequeñas de los géneros Coccothrinax y Copernicia, de los cuales el primero, especialmente después de la destrucción de la vegetación originaria, puede llegar a ser predominante (Roig, 1988).

    En el área de estudio se encuentran representados en la ladera del sur de la meseta de Cajálbana, siendo una formación de escaso valor maderable, pero de gran interés científico por su elevado endemismo. En esta formación se pueden encontrar el Guano Espinoso (Copernica glabrescens), Guano Prieto (Acaelorraphe wrightii), Guao (Comocladia dentata), Guasimilla (Procleia crucis), Aguedita (Pricramnia pentandra) y Agracejo (Gossypiospermun enophorus). Los arroyos en esta formación presentan en sus orillas una vegetación dominada por el Tibisí (Arthrostylidium capillofolium) (Sablón, 1982).

    2.2.3. Bosque semideciduo.

    Este tipo de vegetación ha sido la más alterada en el territorio, dando lugar en muchos lugares a una vegetación secundaria, donde prácticamente están ausentes las especies de valor maderable (Álvarez y Varona, 1988). No obstante, aún existen áreas de este tipo de vegetación, algunas de ellas bien conservadas, como en Sierra de Guacamaya, Sierra de La Güira, Pan de Guajaibón y la reserva de San Marcos (Pimentel, 1987).

    El bosque semideciduo presenta un estrato arbóreo de 15 a 20 m de altura, donde se destaca la presencia de especies como el Cedro (Cedrela odorata), Dagame (Calycophyllum candidissimun), Baría (Cordia gerascanthus), Jocuma (Mastichodendrum foetidissimun), Ateje (Cordia collococca), Ayúa (Zanthoxylum martinicensis) entre otras. En su estrato arbustivo abunda la Yaya (Oxandra lanceolata), Yaití (Gymnanthes lucida), Guairaje (Eugenia maleolens), Guara (Cupania americana), Sigua (Nectandra coriacea), Siguaraya (Trichilia havanensis), Cabo de hacha (Trichilia hirta) y otras (Álvarez y Varona, 1988).

    Esta formación vegetal presenta un bajo porcentaje de endemismos, no obstante por su rica composición florística, tiene diversos valores entre ellos maderable, melífero y estético (Álvarez y Varona, 1988; Kani y Tuvic, 1997).

    2.2.4. Vegetación de mogotes.

    Los mogotes de la Sierra de los Órganos presentan una vegetación mucho más rica que los restantes. Estos mogotes, constituyen un complejo de formaciones vegetales, que tienen sus características propias en dependencia del suelo donde se desarrollan, diferenciándose en la base de los mogotes con suelo fértiles y húmedos (hoyos), una vegetación de bosques semideciduos ricos en especies, mientras que en los paredones predomina una vegetación muy xerófila, abierta, de árboles y arbustos, con escasas plantas herbáceas. En las cumbres, la vegetación es arbustiva y densa con árboles emergentes (Rivera, 1998).

    Por su difícil acceso, esta vegetación ha sido poco alterada y es rica en especies endémicas, entre las que se destacan: la Palma de la Sierra (Gaussia princeps), Roble Caimán (Ekmanianthes actinophylla), Cuaba de Sierra (Ceratopyxis verbenacea), el Protocán (Sparthelia brihonii) y otras exclusivas de la Sierra de los Órganos. También aparecen otros endemismos de Cuba occidental, como el Ceibón (Bombacopsis cubensis) (Capote, 1983; Rivera, 1998).

    Bosque siempreverde (encinar).

    El encinar es otra formación vegetal que, aunque en pequeña escala, está presente en el área de estudio. Esta formación se desarrolla sobre suelos ácidos, en Ceja del Río, Gavilán, Canalete, Guacamaya y el Caimito, considerados estos últimos como los encinares más orientales de Cuba (Área Protegida Mil Cumbres, 1998).

    Esta formación boscosa posee una capa arbórea constituida por Quercus oleoides, var. sagraeana, que a veces se encuentra asociada con Almacigo (Bursera simaruba), Pino Hembra (Pinus tropicales), Macurije (Matayba oppositifolia), Peralejo (Byrsonima crassifolia), Granadillo (Brya ebenus), entre otros (El Caimito); pero en otros lugares (Ceja del Río, Gavilán, Guacamaya y Canalete) se encuentran puros, presentando un rico estrato herbáceo, formado por Hierba de Guinea (Panicum maximun), Pangola (Digitaria decumbens), Sacasebo (Paspalum notatum), Grama (Cynodon dactylon), Pajón Macho (Sorgastrum stipoides) entre otras, que son utilizadas para el silvopastoreo (Valdés, 2003).

    Esta formación se encuentra excesivamente antropizada, pues el hombre la ha utilizado para la cría porcina, aprovechando la producción de bellotas de Encino, ricas en grasas y muy nutritivas (Sablón, 1982).

    2.3. Metodología para los inventarios.

    2.3.1. Abundancia de jutía conga.

    El diseño de muestreo se elaboró para relacionar la abundancia de jutías (densidad, dada como individuos/ha) con variables de la vegetación, el substrato y la actividad humana.

    El tamaño elegido de las parcelas fue de 20×20 m o sea de 400 m², siguiendo a Noon (1981), quien las recomienda para evaluar la vegetación en relación con la fauna. La distancia media entre parcelas fue de 500 m.

    La selección de las parcelas se realizó mediante el método aleatorio estratificado (Davis, 1973; Freund, 1977), de la siguiente forma: Se tomó como población el macizo forestal central de la cordillera de Guaniguanico, las subpoblaciones (estratos) fueron los tipos de formaciones vegetales presentes; estos se dividieron en lotes, estos en rodales y los rodales en parcelas de 400m², enumerándose estas últimas e inventariando las elegidas mediante una tabla de números aleatorios (Freund, 1977).

    Para estimar la densidad de jutías se utilizó el método de inventario de grupos fecales o excretas frescas utilizado por Comas et al. (1989d), utilizado también por Hernández (2003), siempre en áreas con baja densidad de jutías por ha, este método se estima en forma indirecta como:

    D=½ E

    Donde: D= densidad en jutías/ha y E= No. de grupos fecales frescas/ha.

    Este método también fue utilizado por Batisse (1986), Amend y Amend (1992), Burkalt (1993) y Wells y Brandon (1993).

    Para el inventario por grupos fecales, las parcelas eran recorridas por cuatro a ocho observadores en dependencia de las condiciones del terreno, siempre entre las 0530 y las 0730 hr o las 0600 y 0800 hr, según el horario normal o de verano. El hallazgo de las deyecciones frescas no presentó problemas ya que su coloración, consistencia y humedad son diferentes a las depositadas con 12-14 horas de antelación; esto permitió no contar varias veces el mismo grupo fecal.

    Para determinar el tamaño óptimo de la muestra de la población y para cada estrato se tuvieron en cuenta los siguientes criterios:

    Tamaño del estrato con respecto a la población total.

    Variabilidad dentro de cada estrato.

    Criterios económicos, fundamentalmente costos de muestreos.

    Para este tipo de muestreo similares planteamientos realizaron Lerch (1977), Irwin et al. (1992); Sánchez y Torres (1991) y Hair et al. (1999).

    Para estimar el tamaño de las muestras (número de muestras a tomar en la población y en cada subpoblación o estrato) en el muestreo aleatorio estratificado, se utilizó el método enunciado por Gonzáles (1986), utilizado también por Irwin et al. (1992).

    Para comenzar se realizó el muestreo preliminar, tomando 200 muestras simples (parcelas de 400m²=0,04 ha) al azar en toda la población (macizo forestal central de la cordillera de Guaniguanico), es decir 40 muestras por estrato (nh), se determinaron las densidades de jutías y se calcularon las medias, las varianzas y los errores estándares de esta variable por estrato. Estos resultados juntos con el tamaño de cada estrato (expresados en número de sitios de 0.04 has) servirán para obtener el número necesario de muestras en toda la población, según la siguiente formula (Gonzáles, 1986):

    Donde:

    Np— Número de muestras en la población.

    Nh— Tamaño de la población (Número de sitios de 0,04 has).

    nh— Número de muestras preliminares por cada estrato.

    S²h— Varianzas de la densidad de jutías por cada estrato.

    E– Error prefijado (0,1).

    Tabla 2.2. Resultados del análisis del muestreo preliminar (n=200).

    Estrato

    Nh

    nh

    S

    XM

    183050

    40

    1,3

    0,7

    0,04

    Cb

    37525

    40

    1,6

    0,6

    0,05

    Scf

    206425

    40

    1,1

    0,5

    0,02

    Pn

    363300

    40

    1,2

    0,5

    0,02

    Enc

    23875

    40

    0,9

    0,4

    0,05

    Total

    814175

    200

       

    Simbología: Nh-Tamaño del estrato = Número de sitios de 0,04 has); nh-Tamaño del muestreo preliminar; – Media de la densidad de jutías; S- Varianza; S²– Error estándar de la media; XM- Vegetación de mogotes; Cb- Cuabal); Scf- Semideciduo; Pn- Pinares; Enc- Encinares.

    .

    Después de calculada el número de muestras en la población (Np) se utilizó la afijación proporcional para determinar el número de muestras por estratos (Ne), mediante la formula:

    Donde:

    Ne—Número de muestras por estrato (formación vegetal).

    Nh— Tamaño del estrato (número de sitios de 0,04 has).

    N— Tamaño de la población (número de sitios de 0,04 has).

    Np— Número de muestras en la población.

    Nh/N—Tamaño relativo del estrato.

    Tabla 2.3. Número de muestras por población y estratos.

    Estrato (Formación vegetal)

    Superficie

    (Has)

    Tamaño relativo

    Número de muestras

    Pn

    14 532 ha

    0,45

    1631

    Scf

    8 257 ha

    0,25

    906

    XM

    7 322 ha

    0,22

    797

    Cb

    1501 ha

    0,05

    181

    Enc

    955 ha

    0,03

    109

    Total

    32 567 ha

    1,00

    3624

    Simbología: Como en la tabla 2.2.

    El tamaño de la muestra por estrato (número parcelas), es representativo, ya que el hábitat es homogéneo y existe poca varianza de la densidad de jutías dentro de cada uno de los estratos (Noon, 1981; Hernández, 2003).

    2.3.2. Determinación de los factores o variables del hábitat.

    Para la determinación de los factores o variables del hábitat con posible influencia en la densidad de las jutías en el área estudiada, se tomaron los factores que se consideran limitantes para una especie, entre ellos las condiciones (temperatura, humedad relativa, PH del suelo y del agua, salinidad, estructura del suelo, substratos y contaminantes); los recursos (radiación como recurso, agua, alimentos, oxígeno como recurso, las plantas como alimentos y el espacio como recurso), entre otros factores bióticos y abióticos (Berovides, 1985; Caro, 1998; Prokopenko, 1992). A partir de la delimitación de estos factores se analizó su comportamiento desde el año 1983 hasta el 2003 mediante la revisión de los datos de archivo de la Estación Hidrológica Amistad (1980-2000), la EFI La Palma (1980-2000), Estación Metereológica La Palma (1980-2000) y del Área Protegida Mil Cumbres (1980-2000) y se eligieron los que habían sufrido cambios que coincidían en tiempo y espacio con la disminución de la densidad de la especie, iguales criterios utilizaron en trabajos similares Barnes (1992) y Fredriksson (1995).

    También se consideraron aquellos factores que al cambiar naturalmente o con la actividad del hombre (como los refugios y la cobertura vegetal), en otras áreas (Venezuela) y otra especie (Capibara, Hidrochoerus hidrochaeris), determinaron reducciones de la población de esta especie (Rodríguez de la Fuente, 1985).

    Otros factores analizados por Comas et al. (1989d) en la jutía conga, se comprobaron en la práctica varias veces, eliminando aquellos que no ejercían influencia sobre la densidad. Por ejemplo tras 183 inventarios repetidos en 55 parcelas diferentes y la observación en tres criaderos, se comprobó que la presencia de agua no determinaba la densidad de esta especie. Otros de los factores despreciados fueron la fauna acompañante, los depredadores (por su pequeño numero en esta área) y la contaminación ambiental.

    El número de árboles y arbustos para calcular sus densidades, se determinó por conteo directo. La cobertura vegetal se midió según el método de Emlen (1967), utilizado también por Bookhout (1994); la rocosidad se midió según Comas et al. (1989d): marcando 10 líneas perpendiculares a los límites de las parcelas y por cada dos pasos se anotaba si el sustrato estaba formado por suelo (-) o roca (+), la rocosidad se estimó entonces como porcentaje de valores positivos sobre el total. Las plantas alimenticias se determinaron por conteo físico.

    El grado de antropización (AH) se determinó de la siguiente forma:

    Criterios Puntos

    Presencia de hombres todos los días————————— 5

    Presencia de hombres el 76-100 % de los días————— 4

    Presencia de hombres el 50-75 % de los días——————3

    Presencia de hombres el 25-49 % de los días—————– 2

    Presencia de hombres menos del 25 % de los días———–1

    La presencia de hombres se refiere a trabajos agrícolas, pecuarios, construcciones, viales, obras de la defensa y otros.

    La caza furtiva o de subsistencia (CS), se separó del resto de las actividades del hombre, debido a que se pudo determinar que cuando se eliminan las actividades del hombre antes señaladas, la caza no determina una reducción considerable de la especie (Suárez, 2001; Hernández, 2003).

    La actividad de CS se valoró de la siguiente forma:

    Criterios Puntos

    – Cazadores, trampas o ruidos de disparos o perros el 81-100% de los días-5

    – Cazadores, trampas o ruidos de disparos o perros el 61-80% de los días—4

    – Cazadores, trampas o ruidos de disparos o perros el 41-60% de los días—3

    – Cazadores, trampas o ruidos de disparos o perros el 21-40% de los días—2

    – Cazadores, trampas o ruidos de disparos o perros el 0- 20% de los días—1

    Estas técnicas de puntaje de actividades humanas han sido utilizadas en varias especies de vertebrados (Hicts y Elder, 1979; Levenson y Kaplin, 1984) y resumidas por Liu et al. (1999).

    2.4. Análisis estadístico.

    Se analizaron 15 localidades que corresponden a los tipos de bosques estudiados: Nido de los Perros, Guacamaya y El Orquideario (vegetación de mogote); Reserva de San Marcos, El Majagual y Pata del Pan (semideciduo); El Burèn I, El Burèn II y Los Pécaris (encinar); Marcos Guerra y El Coto I y El Coto II (pinares) y El Americano, Torre de TV y La Subida (cuabal). Las densidades obtenidas en este estudio y las del perίodo 1983-1985, extraídas de los inventarios contenidos en los archivos del área protegida Mil Cumbres y que fueron estimadas utilizando la misma metodología de inventarios, a la misma hora del día, en las mismas áreas, con la misma cantidad de parcelas de la misma medida (400 m²) y realizando en cada parcela igual número de inventarios en ambos perίodos, se compararon por una prueba U de Mann-Witney y se calculó la tasa de decline (µ) para cada localidad, según la fórmula de Cawghley y Grunn (1996):

    µ= ℓn Nt-ℓnNo/t.

    Donde: Nt =Población en 1997-2000; No =Población en 1883-1985; t= Tiempo transcurrido; ℓn =Logaritmo neperiano.

    Se realizaron un total de 57 244 inventarios y observaciones, después se procedió al análisis estadístico de los resultados de los inventarios utilizando diversas pruebas (Siegel (1974) y Sokal y Rolhf (1981). Las densidades y las variables del hábitat se procesaron para el cálculo de sus estadísticos básicos (media, mediana, moda, desviación stándard).

    Los valores medios de la densidad de jutías fueron comparadas entre formaciones vegetales por pruebas de Studen-Newman-Keus (SNK) de comparación de medias.

    El grado de asociación entre las variables del hábitat y la densidad de jutías se comprobó mediante un análisis de componentes principales cuyo propósito fundamental según Hair et al. (1999) es identificar las variables subyacentes, o factores que explican el modelo de correlaciones dentro de un grupo de variables observadas.

    Las comunalidades constituyen el primer aspecto del análisis, representando las proporciones de las varianzas con las que contribuye cada variable. Este análisis permite eliminar (o no) las variables que no aportan al análisis en función del valor de extracción ( > 0,5). Las formaciones vegetales fueron clasificadas por un análisis de conglomerados de Cluster y se relacionaron las variables del hábitat con la densidad de jutías (variable dependiente), mediante una matriz de correlación no paramétrica de Kendalls.

    Se relacionaron las variables estudiadas con la densidad poblacional de la especie, dando sus valores promedios y desviaciones estándar por formación vegetal y trabajando los puntajes de actividad del hombre (AH) y caza de subsistencia (CS) como tratamientos y se contrastaron los valores medios de densidad de jutías dentro de estos puntajes (entre hábitats) y el efecto lineal cuantificado del aumento de un puntaje sobre la densidad de jutías.

    El procesamiento estadístico se realizó mediante los programas Microsoft Excel 2003 y SPSS. 10 (Statistical Package for Social Science).

    Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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