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Gimnasia para el Adulto Mayor


Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Cambios morfofuncionales producidos en el proceso de envejecimiento. Enfermedades asociadas a los sistemas de órganos
  3. Sistema osteo- mio- articular
  4. Alteraciones psicológicas más frecuentes en la vejez
  5. Estrés en la tercera edad
  6. Lo sociológico en el envejecimiento

Introducción

El envejecimiento es un proceso biológico y natural que se manifiesta por la disminución de la capacidad de adaptación del organismo a las situaciones cambiantes del medio y en el mismo intervienen tanto las condiciones de vida como factores hereditarios.

La edad no determina el estado de salud, este se relaciona más bien con factores socio cultural y estilos de comportamiento, de ahí la importancia de fortalecer los lazos sociales, familiares y comunitarios como factores importantes para promover la salud en la ancianidad.

Todos tenemos la preocupación de cómo seremos cuando llegue la vejez o si llegamos a ella, pero más que estas preguntas debiéramos cuestionarnos: ¿qué hacer para llegar a una vejez más sana y placentera?; ¿cómo llegar a ella sin que sea llena de dolores e infelicidades? Las respuestas a estas interrogantes están en el hecho de trazarse objetivos y metas en la vida y seguir formando parte activa de un grupo social.

La tercera edad no tiene que ser necesariamente un período de la vida en el que predominen o se hagan inevitable el deterioro fatal de las capacidades físicas e intelectuales, aunque esta etapa sea portadora de irregularidades propias del desarrollo humano y posea una serie de limitaciones provenientes en gran medida de prejuicios socio- culturales, puede ser más placentera si se propician las condiciones para su desenvolvimiento en un entorno rico, variado y estimulante, que favorezcan el intercambio de experiencia y se reconozcan y estimulen los esfuerzos para alcanzar determinados logros en esta etapa de la existencia.

Teniendo como premisas estas concepciones, el gobierno revolucionario cubano ha creado condiciones para la atención al adulto mayor, haciendo énfasis en la atención primaria de salud, la creación de hogares de ancianos, casa del abuelo y cátedra del adulto mayor. No obstante se considera insuficiente el trabajo desplegado en este sentido, si se tiene en cuenta la incomprensión de la familia y la sociedad, que limitan en ocasiones, por sobreprotección y en otras por subestimación, las actividades de los ancianos, convirtiéndolos en entes inactivos, callados y solitarios.

De ahí la importancia de ayudar al anciano a que se sienta parte integrante de la vieja generación, al crearles sus propios espacios que favorezcan las relaciones interpersonales, tanto familiares como sociales y con esto se les ayuda a obtener conciencia sobre el proceso que están experimentando, se les crean y recrean el presente y con ello se favorece un envejecimiento más sano y productivo.

Diversas investigaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) demuestran que las personas que participan en grupos sociales, mantienen un estado de salud superior a los que están socialmente aislados, pero la participación tiene que ser significativa, que sea percibida por la persona como beneficiosa y que les permita compartir pensamientos, emociones, sentimientos y experiencias. En este sentido el fortalecimiento de los lazos sociales, familiares y comunitarios serán factores importantes para promover la salud y los estilos de vida de la ancianidad y estará determinado por el lugar que se le asigne al que envejece y por el que el anciano opte.

Si se tiene en cuenta los medios de activación de los sistemas más debilitados y se actúa favorablemente en las modificaciones de los estilos de vida, el envejecimiento puede ser una etapa placentera de la existencia humana. En esto puede incidir las actividades físicas en los Círculos de Abuelos.

Los Círculos de Abuelos representan una experiencia genuinamente cubana sobre la aplicación de los criterios de promoción de salud, principalmente en su capacidad para estimular la recuperación de capacidades físicas, la sociabilidad y la autonomía. A través de ellos se realizan  acciones como son la autoayuda social y  la incorporación del anciano a labores socialmente productivas que mejoren el empleo de su presupuesto de tiempo y su auto imagen social.

Cambios morfofuncionales producidos en el proceso de envejecimiento. Enfermedades asociadas a los sistemas de órganos

El envejecimiento de los sistemas de órganos se ha descrito en diferentes literaturas y si bien es cierto que durante la vejez existen cambios significativos en la estructura y funcionamiento de la mayoría de los órganos, es difícil discernir el deterioro fisiológico ocasionado por la senescencia, de los efectos provocados por la aparición o agudización de procesos patológicos crónicos que vienen transitando desde edades más tempranas.

La maduración biológica se va completando en los diferentes estadios del desarrollo del ser humano, y es a los 30 años donde se sitúa el pico máximo de eficiencia funcional. A partir de esta edad, comienza la declinación morfo-fisiológica del organismo.

Aunque la mayoría de las funciones internas disminuyen durante el envejecimiento, estas siguen siendo las adecuadas para el organismo durante el resto de su vida porque en las etapas precedentes, la capacidad funcional (reservas funcionales) de casi todos los órganos es superior a las que necesita el cuerpo para su funcionamiento, esto se debe, según Rocabruno, 1999 a que "cada sistema tiene un factor de seguridad , es decir, un exceso de células que mientras no se pierda, no existe hipofunción del órgano en cuestión." (12)

"Las alteraciones producidas en la mayoría de los órganos no ocurren con la misma intensidad y velocidad en las diferentes personas. Todo depende de la predisposición genética, el estilo de vida que se lleve y la incidencia de los distintos eventos vitales." OMS (2001)

Dentro de los cambios más perceptibles están los relacionados con las modificaciones de la constitución física de la persona. Varios autores: Ronald D.T (1990), Rocabruno (1999), OMS (2001) coinciden en que existe una disminución de la masa corporal (Sarcopenia) como consecuencia de una reducción en el número total de fibras musculares y de su tamaño lo que conlleva a pérdida de tejido a expensas del músculo. Las fibras musculares pueden ser remplazadas por tejido adiposo, lo cual compensa la pérdida del volumen.

Se plantean además que la pérdida de fuerza muscular es frecuente con el envejecimiento, existiendo una reducción de la misma de aproximadamente un 30% entre los 50 y los 70 años y se hace más evidente a partir de esta última edad. Gran parte de la pérdida de fuerza se debe a la atrofia selectiva de las fibras musculares de Tipo II.

La grasa corporal aumenta hasta en más de un 30 % y esto provoca, en mucho de los casos, al aumento del peso. Su distribución y proporción varía, se acumula más en el abdomen y hay menor cantidad debajo de la piel, la cual se vuelve fina, arrugada y frágil lo que hace más sensible al frío a las personas de edad avanzada. (13)

En la actitud postural sobresale la flexión del cuello que acerca la cabeza al pecho, exagerándose la cifosis dorsal y la aparición de la postura semiencorvada y disminución de la estatura; esto se debe al colapso parcial de los cuerpos vertebrales por la osteoporosis.

Como en el mantenimiento de la estabilidad postural intervienen los estímulos visuales, vestibulares y propioceptivos, es posible que en la aparición de esta postura viciosa, además de los cambios que se producen en los huesos y articulaciones, incida la alteración en la integración de estos elementos que en el adulto mayor están disminuidos, además la frecuente aparición en ellos del temor a caerse, provoca que fijen más la vista al suelo que al frente, favoreciendo la cifosis.

Sistema osteo- mio- articular

Además de los cambios antes mencionados, Rocabruno (1999) refiere que los músculos de las piernas y brazos se hacen más fláccidos, esto es más marcado en los músculos de las manos, las cuales adelgazan y se hacen huesudas.

Este autor plantea que en los ancianos sanos pueden aparecer calambres musculares, caracterizado por prolongadas contracciones involuntarias y dolorosas en las pantorrillas, muslos, pies y manos después de un esfuerzo muscular y en particular por las noches. Estos episodios se hacen más evidentes cuando existen insuficiencias vasculares periféricas, privación o pérdidas de sodio e hiploglicemia. Pueden aparecer frecuentemente parestesias que se alivian con el movimiento de las piernas.

"En la remodelación continua del hueso en la vejez, la reabsorción de las superficies internas excede a la formación del hueso con reducción de la matriz proteínica y el mineral lo que incide en la aparición de fracturas de los cuerpos vertebrales y del cuello del fémur en edades extremas así como de las caderas que pueden producirse de forma espontánea o por traumatismos de poca intensidad y se debe entre otras causas a la pérdida de la densidad del hueso." (Rocabruno, 1999)

La pérdida del calcio en el hueso, se acompaña de la calcificación de los cartílagos costales y ligamentos ínter espinales, con la consecutiva disminución de la elasticidad torácica.

Existen atrofias óseas en huesos planos y en especial los del cráneo.

En las articulaciones, la poca capacidad de reparación del cartílago es la causa de la pérdida progresiva de las superficies articulares y artrosis degenerativa.

En los cartílagos de las articulaciones móviles, se observa pérdida de la opacidad, aparición de una superficie granulosa, pérdida de la elasticidad y aumento de la susceptibilidad a la digestión enzimática. Todo esto hace más frágil al cartílago y disminuye su capacidad para soportar los microtraumas inherentes a su función, provocando inflamación y exudación de líquidos.

Al degenerar el cartílago por la artrosis se limita el movimiento en las articulaciones, se inmoviliza la columna vertebral en su región lumbar, los miembros pierden movilidad a nivel de codos, hombros, rodillas y caderas. La marcha se hace más lenta e insegura, los pasos más titubeantes y el balanceo de los brazos va desapareciendo paulatinamente.

En sentido general, el deterioro neuropsicomotor se traduce en:

  • Trastornos en el esquema corporal.

  • Trastornos del equilibrio en posición bípeda.

  • Trastornos en la ejecución de movimientos.

  • Alteración de los reflejos articulares y tendinosos.

Enfermedades del sistema osteo-mio-articular.

En las alteraciones óseas, la más significativa es la osteoporosis, que es el paso del hueso desde un estado consistente a otro esponjoso, con las consecuentes deformaciones. Según la Organización Mundial de la Salud (2001) "La osteoporosis es una enfermedad caracterizada por la baja densidad ósea y el deterioro de la matriz ósea, lo que aumenta la fragilidad y el riesgo de fracturas." (14)

Esta enfermedad se presenta como una reducción de la masa ósea, los huesos se debilitan al punto de quebrarse fácilmente. Aunque afecta a cualquier hueso, son más susceptibles los de la cadera y columna vertebral que al ser dañados constituyen las causas más frecuentes de dismovilizaciones en estas edades.

También plantea que si bien la osteoporosis se puede presentar en ambos sexos, las mujeres son más proclives a padecerla, en especial después de la menopausia.

Son factores de riesgo de osteoporosis la baja ingesta de calcio, el consumo de cigarrillos, el abuso del alcohol y la inactividad física.

De acuerdo con los criterios de Llerena Gil y colaboradores (1999) La Osteoartritis "es la enfermedad degenerativa más común en los ancianos. Se caracteriza por un marcado deterioro funcional articular, causa grados diversos de discapacidad para el desempeño de las actividades de la vida diaria, social y personal. Se limita puramente al ataque articular. Afecta manos, caderas, columna vertebral, rodillas y pies."

Su principal síntoma es el dolor articular, que suele ser profundo y fuerte al realizar movimientos y desaparece o se alivia con el reposo; existe además rigidez en los ligamentos y tendones, debilitamiento de las propiedades del líquido sinovial y favorece la atrofia muscular con la respectiva pérdida de fuerza, del tono muscular y de otras capacidades físicas que limitan la actividad motora y modifica la constitución física.

La deformidad articular es otra características presente en estadios avanzados, esto es provocado por el empeoramiento de la sinovial, la cápsula, la frecuencia de derrames y la proliferación del cartílago.

Artritis reumatoide, también llamada poliartritis crónica progresiva, es una enfermedad sistémica, cuyo signo característico es la inflamación y la sinovitis persistente de las articulaciones distales, de distribución generalmente simétrica.

Esta enfermedad es una entidad clínica que afecta a individuos en todos los grupos de edades, pero es frecuente entre la cuarta y quinta década de vida con predominio en las mujeres.

Su etiología es desconocida y se sugiere la intervención de procesos genéticos e inmunológicos. Todo parece indicar que esta proviene como consecuencia de alteraciones en el proceso inmunitario, en el que los anticuerpos, cuyo trabajo consiste en combatir las infecciones procedentes del exterior, identifican por error, como invasores a algunas células del cuerpo, produciendo inflamación y, después de meses o años, lleva a la cronicidad de la enfermedad.

Hasta el momento no se han identificado las medidas de prevención primaria y su evolución es muy variable, en algunas personas las manifestaciones son discretas, mientras que en otras progresa rápidamente hacia la incapacidad grave.

El comienzo es generalmente bilateral, simétrico y poli articular a nivel de las pequeñas articulaciones de las manos, carpos y pies, aunque puede afectar a cualquier articulación. También pueden aparecer nódulos reumatoideos, linfadenopatías, lesiones oculares, pleuritis, pericarditis y neuropatías.

Sus síntomas son el dolor de tipo inflamatorio, movilidad articular limitada, debilidad muscular, deformidad en estados avanzados e incluso anquilosis con restricción total del movimiento articular. La enfermedad al ser sistémica, afecta a otros sistemas, siendo común la aparición de estados depresivos y de ansiedad; astenia, anorexia, pérdida ponderal, debilidad muscular, tumefacción, calor y cuadro febril, estos síntomas son proporcionales al grado de inflamación articular.

Las personas se quejan de cansancio fácil, dolores musculares difusos y paulatinamente aparece el cuadro doloroso. La rigidez matinal es frecuente y está vinculada al acúmulo del fluido edematoso entre los tejidos inflamados durante el periodo de sueño.

El tratamiento debe ser individualizado y comenzar lo más precozmente posible. En función del estado inflamatorio, se utilizan múltiples medidas terapéuticas encaminadas a conseguir una capacidad funcional que permita a la persona desarrollar con independencia las actividades de la vida diaria y la práctica de su actividad laboral.

El reposo es importante para la persona afectada de artritis reumatoide, se recomienda mantener un equilibrio entre el reposo (alternado en breves periodos) y las actividades habituales.

Una de las medidas útiles para reducir la progresión de la artritis reumatoide (prevención secundaria) consiste en la administración de medicamentos antiinflamatorios no esteroides para combatir la inflamación, el dolor y la fiebre, porque según especialistas, estas manifestaciones de la enfermedad incrementan la lesión de los tejidos articulares. No obstante, es preciso tener cuidado para evitar una sobredosificación de estos medicamentos que pueden dañar a otros órganos.

Sistema respiratorio, Melvyn S. Tockman (1990) plantea que el envejecimiento no solo afecta la función fisiológica de los pulmones (ventilación e intercambio gaseoso) sino también su capacidad de defensa. (13)

Rocabruno (1999) refiere que …" resulta difícil separar estrictamente los cambios ocasionados por la senescencia, de los efectos deletéreos de los factores ambientales ligados al modo de vida, puesto que a mayor tiempo de vida, más exposición han tenido los pulmones a la acción de sustancias tóxicas, infecciones respiratorias u otras enfermedades del tórax y traumatismos.

Autores como Melvyn S. Tockman (1990), Rocabruno (1999) y Roberto Suárez Ferry (1999) concuerdan que los principales cambios en el sistema respiratorio se dan en la disminución progresiva de la función pulmonar debido a las alteraciones en la distensibilidad, tanto de la pared torácica como de los pulmones. Se pierde tejido elástico que rodea los alvéolos y a los conductos alveolares, aumentando las fibras colágenas que son más rígidas que en la juventud.

La disminución de la elasticidad del pulmón va acompañada de un adelgazamiento y/o desaparición de los tabiques interalveolares, formándose cavidades más grandes y dilatadas.

El área superficial interior total del pulmón desciende desde 70 – 80 m2 a los 25 años a 55 – 65 m2 a los 80 años, todo esto incide en la disminución de la capacidad para el intercambio gaseoso, con disminución de la tensión de oxígeno y aumento de la tensión de dióxido de carbono en sangre arterial y dentro de los alvéolos.

A partir de los 55 años, la fuerza de los músculos respiratorios se debilitan y esto contribuye a una deficiente movilidad del tórax agravada por la rigidez de la caja torácica como consecuencia de la osificación de los cartílagos costales, la osteoporosis de las costillas y vértebras, la debilidad y atrofia de los músculos respiratorios; esto provoca una limitación de su desplazamiento normal favorecida por la presencia de deformidades en la región torácica tan frecuentes en estas edades.

A partir de los 40 años, disminuye progresivamente la capacidad respiratoria. La tos, como movilizadora de secreciones, disminuye su eficiencia producto a la desvalorización de la actividad ciliar del epitelio bronquial y al incremento del espacio muerto.

Aparece disnea de esfuerzo en ausencia de insuficiencias cardiacas u otras enfermedades que puedan justificarla.

Existe ligera insuficiencia respiratoria crónica que se compensa con el aumento de la frecuencia respiratoria, pero con inspiraciones menos profundas. Se hace necesario un trabajo mayor de los músculos respiratorios encargados de la acción ventilatoria, los cuales reducen su velocidad y fuerza de contracción, trayendo como consecuencia que el volumen pulmonar y la capacidad vital disminuyan hasta un 70% después de los 70 años en comparación con etapas precedentes.

También existe un aumento de la cantidad de aire remanente (capacidad funcional residual), disminuye la elasticidad de la membrana pulmonar, de los alvéolos y de los bronquios que dificulta el intercambio gaseoso.

La sensibilidad de los quimiorreceptores disminuye, por lo que el estímulo generado por las concentraciones de oxígeno y dióxido de carbono en sangre debe ser más intenso para provocar una respuesta respiratoria, esto trae como consecuencia que la respuesta de la frecuencia ventilatoria a la hipoxia y a la hipercapnia disminuyen haciendo al anciano más susceptible a enfermedades que producen una reducción de los niveles de oxígeno como la neumonía.

El deterioro de este sistema es progresivo e irreversible haciéndolo uno de los más vulnerables a padecer enfermedades infecciosas y otras complicaciones. Según Melvyn S. Tockman (1990) aunque los parámetros de la función pulmonar disminuyen con la edad, la reducción de la ventilación rara vez limita el ejercicio físico en individuos sanos. Se plantea que el ejercicio físico regular puede enlentecer considerablemente la disminución del aporte máximo de oxígeno. (14)

Sistema cardiovascular

Edward G. Lakatta (1990) refiere que en el adulto mayor, el corazón puede sufrir atrofia, mantenerse inalterable o presentar hipertrofia moderada o importante. (16)

Este autor coincide con Rocabruno (1999) al plantear que los músculos miocárdicos se vuelven más fibrosos pero esto no incide en el aumento de la masa cardiaca, su aumento se debe al incremento del tamaño de los miocitos. También aumenta la grasa subepicárdica y hay alteraciones en la circulación coronaria. Las arterias periféricas se hacen más rígidas. La aorta se dilata, se elonga y se hace más tortuosa, pierde elasticidad y aumenta de grosor, esto no es atribuible a la aterosclerosis, que aumenta notablemente con la edad, sino a alteraciones en la cantidad y naturaleza de la elastina y del colágeno así como al depósito de calcio. Como respuesta a las modificaciones de la aorta, la frecuencia cardiaca aumenta.

El corazón sufre una hipertrofia ventricular y auricular izquierda, hay mayor rigidez en las válvulas cardiacas. La frecuencia cardiaca en reposo no sufre cambios significativos aunque aumenta la frecuencia cardiaca máxima; la fuerza y el volumen sistólico disminuye provocando que el corazón necesite trabajar más para transportar la misma cantidad de sangre (se hace menos económico) esto tiende a un aumento de la presión arterial en estas edades.

Según Edward G. Lakatta (1990) existe un aumento moderado del grosor de la pared ventricular izquierda, con aumento del tamaño de la aurícula izquierda exagerado en los hipertensos. (17)

La cantidad de sangre que fluye hacia los riñones, el hígado y el cerebro disminuye, lo que incide en el decrecimiento de la capacidad de depurar toxinas y medicamentos por parte de los riñones y del hígado.

El sistema cardiovascular sufre algunas alteraciones que lo hace susceptible a sufrir accidentes isquémicos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera las enfermedades cardiovasculares (ECV) como la causa principal de muerte más común entre la población del adulto mayor de ambos sexos y dentro de ella la cardiopatía coronaria y el infarto agudo del miocardio. Los índices de mortalidad por ECV aumentan en la medida en que avanza la edad.

Según Geno J. Martí y Howward H. Weitz (1990) en la cardiopatía coronaria, a menudo no existe angina de pecho asociada y el Infarto Agudo del Miocardio (IMA) se presenta con dolor agudo en menos del 50% de los casos en comparación con el 80% de los jóvenes. (15)

Los autores antes mencionados consideran la Angina de pecho como un síndrome provocado por la oxigenación inadecuada del músculo cardiaco que aparece relacionado con esfuerzos o emociones y se calma con el reposo y uso de nitritos.

El dolor en el anciano suele ser menos intenso y, en ocasiones, comportarse como un dolor sordo o una molestia retroesternal o epigástrica mantenida. Puede confundirse con otras enfermedades (osteoartritis, trastornos gastrointestinales, úlcera péptica, hernia hiatal.)

Entre los factores desencadenantes más comunes están la anemia, la hipoxia de cualquier origen, elevación tensional, trastornos del ritmo o la alteración funcional tiroidea y el consumo agudo de tabaco.

La actividad física controlada y progresiva, conjuntamente con la actividad intelectual son con frecuencia tan importantes como los medicamentos.

Infarto Agudo del Miocardio (IMA): es el síndrome clínico resultante de un riego deficiente para la zona del miocardio que causa necrosis celular y muerte del tejido en dicha zona.

La expresión clínica en el anciano difiere mucho de la del adulto joven: puede o no referir dolor retroesternal o epigástrico; disnea intensa o incremento de una insuficiencia cardiaca hasta ese momento controlada; confusión mental; episodios sincopales; vértigos; palpitaciones; arritmias cardiacas; debilidad o sudoración profusa.

Otra de las alteraciones muy frecuentes en al adulto mayor es la insuficiencia cardiaca (IC) definida por Rocabruno (1999) "como un síndrome complejo que se caracteriza por la incapacidad del corazón de bombear un volumen de sangre suficiente para satisfacer las necesidades periféricas en ejercicios o en reposo.

"La insuficiencia cardiaca es una causa importante y creciente de mortalidad para el hombre al envejecer y puede manifestarse como debilidad, confusión aguda, fatiga, anorexia y desorientación. Los síncopes pueden manifestarse como caídas inexplicables con amnesia." (OMS, 2001)

Desde el punto de vista fisiopatológico, la IC en el anciano ocurre por:

  • Un problema mecánico que determina obstrucción del tracto de salida (estenosis mitral o aórtica, HTA)

  • Una falla muscular primaria (miocardiopatía) o secundaria (cardiopatía isquémica)

  • Una sobrecarga de volumen (insuficiencia aórtica o mitral), estados circulatorios hiperquinéticos.

  • Una dificultad o restricción al llenado cardiaco (pericarditis constrictiva, derrame pericárdico, miocardiopatía hirpertrófica).

Los factores de riesgo más importantes de sufrir ECV: la avanzada edad y el sexo masculino, no son modificables (aunque algunos de los mecanismos relacionados con el sexo y que aumentan el riesgo sí pueden ser modificados). No obstante, existen cuatro factores principales de riesgo que claramente pueden modificarse: el consumo de cigarrillos, la hipertensión, el elevado colesterol en el suero, y la obesidad. (OMS, 2001)

La incidencia del consumo de tabaco está en proporción paralela a la duración del hábito y el número de cigarrillos consumidos y esto puede desencadenar crisis anginosas al favorecer la vasoconstricción coronaria.

Prevenir la adicción al tabaco en la juventud a través de programas para dejar de fumar, con labores educativas y no prohibitivas y restrictivas, ofrecen una vía para reducir significativamente la enfermedad.

Hipertensión Arterial: Su incidencia es alta, el 40% de las personas entre 65 y 75 años la padecen, sobre todo el sexo femenino y la raza negra. Ella aumenta el riesgo de cardiopatías isquémicas, todo tipo de arritmias y muerte súbita. Provoca la muerte como consecuencia de sus complicaciones cerebrovaculares, cardiocoronarias y renales. Aunque no conlleve a la muerte, provocan incapacidad laboral, social y psicológica. Esta enfermedad favorece la hipertrofia ventricular izquierda.

La diabetes mellitus, que a menudo se acompaña de la obesidad, es también un factor importante de riesgo cardiovascular, y la hiperglucemia puede modificarse mediante tratamiento médico y la pérdida de peso. La frecuencia de la diabetes mellitus aumenta progresivamente con la edad. Del 8% al 10% de los mayores de 60 años la presentan y casi el 20% a la edad de 80 años, siendo muy marcado el número en las mujeres ancianas. El empeoramiento de la tolerancia a la glucosa y la diabetes, en las personas de la tercera edad, son principalmente consecuencia de la falta de actividad física y del aumento de peso corporal.

Hay pruebas sustanciales de que el ejercicio físico, especialmente el entrenamiento aeróbico sostenido, disminuye el riesgo de hipertensión e hiperlipidemia.

Independientemente de la influencia positiva sobre los factores de riesgo de ECV mencionados con anterioridad, el ejercicio físico ha demostrado reducir los índices de enfermedad de las arterias coronarias. La Asociación Americana del Corazón y otros grupos de consenso incluyen la inactividad física entre los factores independientes de riesgo de cardiopatía coronaria

Llevar a cabo una actividad física con regularidad, incluso a un nivel moderado, representa el método más rentable, junto con el control del tabaco, para aliviar la carga de las ECV entre las poblaciones que envejecen en el mundo.

Sistema nervioso: Su envejecimiento se debe en gran medida a la pérdida de neuronas, lo que conlleva a un enlentecimiento de todas las funciones motoras, sensitivas y sensoriales.

Según E. Vega y J, Pérez. (1999) El cerebro muestra reducción de la masa encefálica, engrosamiento meníngeo y aumento del líquido a nivel de ventrículos laterales.

Rocabruno (1999) plantea que entre los 30 y 90 años, el cerebro pierde aproximadamente de 150 a 200 g de su peso, esto se debe a la degeneración y posterior pérdida neuronal y a gliosis sustitutiva, esto último hace que la sustancia cerebral se vuelva más consistente.

Según los autores antes mencionados, existe una disminución significativa del número de neuronas, aunque se considera que la potencialidad del crecimiento neuronal no se pierde. "Es probable que las neuronas comiencen a fallar funcionalmente antes de su desintegración final pero como todo sistema tiene un "factor de seguridad", es decir, un exceso de células, mientras este no se pierda, no existe hipofunción del órgano en cuestión. De ahí que a pesar de la pérdida neuronal constante y progresiva desde la maduración del individuo, no haya manifestación clínica hasta cierta edad." Rocabruno, 1999.

Hay pérdidas de dendritas con lo cual se reducen las superficies sinápticas y disminuye la sustancia gris al nivel del cerebro y la médula, con adelgazamiento de la corteza cerebral.

Las circunvoluciones presentan un aspecto aplanado, acompañado de un ensanchamiento de los surcos que las separan.

Los ventrículos aparecen agrandados con mayor cantidad de líquido cefalorraquídeo (hidrocefalia a vacuo). El flujo sanguíneo del cerebro disminuye y el consumo de oxígeno aminora. La presión arterial media se mantiene.

El proceso perceptivo en el anciano se ve afectado en primer término por la alteración de los órganos sensoriales, lo que provoca una respuesta perceptiva motriz más lenta.

La capacidad perceptiva del anciano sufre cierta disminución que varía considerablemente de un individuo a otro lo que provoca una alteración al recibir y tratar la información del entorno: la vista, el oído y otros sentidos sufren déficit con la edad, aunque la mayoría de ellos continúan normalmente sus actividades.

Las alteraciones de la vista debido a la disminución del cristalino y su capacidad de enfocar a diferentes distancias (presbicia) hacen que la lectura sin lente resulta difícil a partir de los 40 años. El cristalino aumenta su opacidad (cataratas), dobla su peso y volumen, algunas capas de la cápsula degeneran. Los reflejos pupilares disminuyen. Aumenta la sensibilidad a la luz intensa por los cambios en el cuerpo vítreo al comenzar las cataratas y se relaciona con la necesidad del aumento de la luz brillante para leer, al disminuir la reactividad retiniana. Las cataratas son la principal causa de deterioro visual de las personas mayores.

El glaucoma es una de las primeras causas de ceguera en el anciano. Se debe al aumento del tamaño del cristalino y el desarrollo de nuevas fibras en su cápsula. Poco a poco se va reduciendo el campo visual. E. Vega y J, Pérez. (1999)

Arthur D. Kay y Rein Tideiksaar (1990) resumen los cambios en la visión en: la disminución de la agudeza visual debido a la disminución del tamaño y capacidad de reacción pupilar, desvaloración de la acomodación del ojo, afectación de la visión cercana (presbicia), menor tolerancia a la luz brillante y alteraciones en la visión de los colores (azul/verde) (19)

La hipoacusia aparece con la pérdida de cierta capacidad para oír los tonos más agudos. En algunos casos es tan progresivo el proceso de degeneración, que no llegan a escuchar tonos graves (sordera), esto dificulta la comunicación, al existir una comprensión trastornadas de las palabras, no pueden mantener una conversación fluida, lo que conlleva a un aislamiento voluntario del anciano o por reacción de las demás personas.

Los autores antes mencionados destacan dentro de los cambios en la audición en la vejez, los trastornos de la discriminación del lenguaje, aumento del umbral del tono puro (sonidos de alta frecuencia) y una acumulación excesiva del cerumen.

Estas afecciones tienen graves consecuencias sobre las interacciones sociales y personales, la viabilidad económica, y la salud mental de las personas afectadas, de ahí la importancia de tenerlas en cuenta en las intervenciones.

Las alteraciones del gusto y el olfato, producto a un proceso degenerativo senil de las mucosas y células nerviosas, traen consigo un aumento del umbral de estimulación para estos sentidos, provocando unos de los problemas mayores en esta etapa: desinterés por ciertos alimentos y crisis alimenticias y nutricionales. "La función gustativa se reduce con la edad y generalmente son moderados y específicas para una cualidad gustativa determinada (dulce, salado, amargo)" Bruce J. Baum (1990) (20)

Estos autores resumen los cambios en el sistema nervioso en el enlentecimiento del tiempo de reacción; disminución del reconocimiento sensorial mediante el tacto suave, vibración y temperatura; aumento de la marcha oscilante y trastornos de los reflejos de enderezamiento del cuerpo y aumento de la inclinación del mismo.

Otras alteraciones en el sistema nervioso en estas edades, son los trastornos del sueño y dentro de ellos los más frecuentes según Charles O. Herrera (1990): (21)

  • Mucho tiempo en conciliar el sueño (aumento del tiempo necesario para dormirse – latencia del sueño)

  • Frecuentes despertares nocturnos

  • Dificultad para reconciliar el sueño

  • Disminución del sueño nocturno

  • Breves períodos de siestas recurrentes, involuntarias y embarazosas durante el día.

La OMS (2001) considera a los accidentes cerebrovasculares (apoplejía) como una causa principal de mortalidad y contribuye sustancialmente a la discapacidad funcional de la persona.

E. Vega y J, Pérez. (1999) plantea que "el hecho de que la aterosclerosis sea un proceso relacionado con la influencia que ejercen a través de la variable tiempo factores tan diversos como nutrición, hábitos tóxicos, estilo de vida y herencia, hace que la edad sea un factor de riesgo importante de la enfermedad cerebrovascular.

Más adelante acota, "el término enfermedad cerebrovascular incluye dos grandes grupos de procesos: aquellos cuyos síntomas dependen de isquemia cerebral y los provocados por fenómenos hemorrágicos.

Enfermedad cerebrovascular isquémica: se deben al bloqueo o interrupción de la circulación de la sangre en el cerebro, pueden ser de muy breve duración (ataques transitorios de isquemias) o provocar necrosis en los tejidos (infarto isquémico trombótico o embótico). Generalmente existen síntomas precursores a los accidentes cerebrovasculares como: debilidad, torpeza motora, cefalea homolateral, síntomas sensitivos contralaterales, mareos, trastornos del equilibrio y los trastornos motores por lo general se instalan durante el sueño.

Son síntomas después de instalado: hemiparesias o hemiplejia.

Los programas centrados en el control médico de la hipertensión en la cual incide la disminución de la ingesta de sal con la comida, de alimentos en conservas ricos en sal y de verduras en vinagre y el aumento del consumo de fruta y verduras frescas, pueden prevenir la hipertensión y en consecuencia las enfermedades cerebrovasculares.

Según la OMS, 2001. La Demencia es "el deterioro adquirido y global de la cognición que tiene importantes efectos sobre la capacidad laboral, social y funcional". Incluye el deterioro de la capacidad para resolver problemas de la vida diaria, de las habilidades perceptivas, del lenguaje y la comunicación, y frecuentemente implica alteraciones de las reacciones emocionales.

Se produce en la ausencia de grandes nubes de conciencia que generalmente están relacionadas con estados agudos de confusión, como el delirio. Aunque el deterioro cognitivo es inevitable, el ritmo de su progresión es impredecible y depende en gran medida del tipo de demencia.

Según el grado de demencia, el deterioro observado es distinto, desde las alteraciones cognitivas relativamente aisladas que incluso pueden no detectarse en circunstancias sociales normales, hasta niveles graves de falta de memoria y de alteraciones intelectuales globales con pérdida de funcionamiento psicológico y social.

La incidencia de la demencia después de los 65 años aumenta proporcionalmente con la edad y van desde un 4% hasta un 25% después de los 85 años.

Aunque la demencia es más frecuente entre las mujeres, los estudios sobre su incidencia generalmente encuentran una incidencia pareja en ambos sexos, lo que supondría que los hombres sufren demencia en la misma proporción que las mujeres pero fallecen antes.

Las causas principales de demencia son la enfermedad de Alzheimer (aproximadamente un 50% de los casos), la demencia con cuerpos de Lewy (aproximadamente el 20%), la demencia vascular (aproximadamente el 20%) y otros casos más raros, incluidas la demencia frontotemporal, la enfermedad de Huntingdon, y otras demencias relacionadas con la enfermedad de Parkinson,

Sexualidad: Uno de los grandes mitos en la ancianidad es lo relativo a la sexualidad, pero si se tiene en cuenta que la misma es mucho más amplia que el simple enfoque genital, se debe analizar no solo a partir de los cambios que naturalmente pueden afectar la respuesta ante situaciones eróticas, el hecho está en como se enfrente la situación para suplir las disfunciones.

A pesar del previsible deterioro en la mayoría de las personas a medida que avanza su edad, los niveles de testosterona total en el suero de la mayor parte de los hombres permanecen dentro de lo normal, aunque a partir de los 60 años, las concentraciones de testosterona en el suero son más bajas que los niveles normales de hombres adultos jóvenes.

Tanto la falta de testosterona como la fragilidad del envejecimiento están agravadas por otros factores de morbilidad simultáneos, como enfermedades agudas o crónicas, medicación concurrente, pérdida de peso y estrés metabólico no compensado.

El impacto biológico de la disminución de las concentraciones de testosterona libre en hombres mayores se ha denominado "andropausia". Se cree que la andropausia tiene importantes consecuencias clínicas sobre problemas relacionados con la edad, como la disminución de la capacidad física (aeróbica), la reducción de la masa y fuerza musculares, la pérdida de densidad mineral de los huesos, el deterioro del bienestar psicológico, y el debilitamiento de la libido y de la función sexual.

Los mecanismos que provocan el descenso de las concentraciones de andrógenos en el hombre al envejecer probablemente incluyan tanto el fallo testicular como la secreción anormalmente reducida de gonadotropina.

Los niveles en sangre de andrógenos adrenales alcanzan el punto máximo a los 25 años, y a los 70 años son sólo del 5-10% de lo que eran durante la juventud. Esta lenta progresión del descenso de los andrógenos adrenales a lo largo de toda la vida parece ser uno de los factores que contribuyen al empeoramiento de la calidad de vida de las personas mayores.

Los estudios de sustitución en hombres de edad avanzada, que les devuelven los niveles hormonales normales que tenían en la juventud, han demostrado tener consecuencias beneficiosas sobre la osteoporosis, la morbilidad cardiovascular y las funciones cognitivas, así como sobre el bienestar general.

Relacionada con el envejecimiento, también está la disminución de la secreción de la hormona del crecimiento (GH) por parte de la glándula pituitaria, con una reducción de la secreción de aproximadamente un 14% por década.

La secreción de la GH se produce principalmente durante las fases más profundas del sueño y como el mismo en la ancianidad suele ser ligero y fragmentado, la producción de la hormona del crecimiento desciende al envejecer

De igual manera, con la edad hay una disminución de la secreción de melatonina, una hormona que regula los ritmos circadianos y otras funciones fisiológicas y sus bajas concentraciones traen como consecuencia trastornos del sueño tan frecuentes en la vejez.

Oscar Díaz, (1999) plantea que con la edad, algunos hombres mayores pueden volverse menos activos sexualmente. Las razones para la disminución de la actividad sexual incluyen la pérdida de la libido (en parte debida al descenso de la cantidad de andrógenos), la disfunción eréctil (debido a los cambios vasculares progresivos en el tejido eréctil), la falta de compañera, las enfermedades crónicas y varios factores sociales y medioambientales.

Entre los problemas sexuales, la disfunción eréctil es una de las afecciones más frecuentes. Ésta puede contribuir de manera significativa a que un hombre pierda su actividad sexual en la tercera edad. La mayor parte de los datos indican que la disminución de la capacidad vasodilatadora peniana es la primera causa de disfunción eréctil relacionada con la edad.

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