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Apuntes biográficos sobre Fritz Haber

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    1. Resumen
    2. Aclaración antes de empezar
    3. Infancia y juventud
    4. El ascenso (1892-1906)
    5. Clara Immerwahr
    6. La obtención de amoniaco a partir de sus elementos constitutivos
    7. El Instituto de Química-Física
    8. Haber y Einstein
    9. La Primera Guerra Mundial
    10. Criminal de guerra y Premio Nobel
    11. La República de Weimar
    12. El destierro

    Resumen:

    A partir de unos pocos textos disponibles se han elaborado unas notas biográficas sobre el químico alemán Fritz Haber, quien sentó las bases para la obtención industrial de amoniaco a partir de sus elementos constitutivos (hidrógeno y nitrógeno). La biografía está dividida en los siguientes apartados: Infancia y juventud; El ascenso (1892-1906); Clara Immerwahr; El Instituto de QuímicaFísica; La obtención de amoniaco a partir de sus elementos constitutivos; El Instituto de Química-Física; Haber y Einstein; La Primera Guerra Mundial; Criminal de guerra y premio Nobel; La república de Weimar; El destierro; Bibliografía.

    Aclaración antes de empezar

    En estos apuntes biográficos sobre Fritz Haber he optado por utilizar un estilo de letra normal para las transcripciones literales de las fuentes utilizadas y un estilo de letra cursivo para mis escritos de enlace de información o para aportar información de las fuentes citadas de forma no literal. En ocasiones la trascripción de un texto ha requerido cortar parte del mismo para adaptarlo al contexto en el que va ubicado; en este caso he recurrido al paréntesis con puntos suspensivos (…) que indica precisamente esta circunstancia.

    Las referencias a los textos utilizados aparecen mencionadas en las notas al final del documento pero, sin recurrir a anotar la referencia completa. Así, por ejemplo: "Stern, F. (2003), p. 84" se refiere a la página 84 de un texto de Fritz Stern publicado en 2003, cuya referencia completa se encuentra en la bibliografía como "Stern, F. (2003). El mundo alemán de Einstein. La promesa de una cultura. Barcelona: Paidós".

    Infancia y juventud

    Fritz Haber nació en Breslau, Silesia (actualmente Wroclaw, Polonia), el 9 de diciembre de 1868. La familia de Haber, de origen judío, era una de las más antiguas de la ciudad. Su padre Siegfried Haber era un próspero fabricante de tintes y pinturas de Breslau, era un estimado concejal, (…), una presencia en la vida civil y empresarial de la ciudad. La madre de Haber, Paula, falleció a las pocas semanas de nacer él (…) y nueve años después, su padre contrajo matrimonio con una mujer mucho más joven. Durante su viudedad trató al joven Fritz con una severidad espartana. (…). Con el tiempo, la segunda señora Haber trajo al mundo tres hijas y Fritz fue, como mucho, el solícito hermano mayor.

    Siegfried Haber (…) llamó a su hijo Fritz por «der alte Fritz» e incorporó un nombre bíblico en medio: Jacob. Siguiendo una costumbre alemana, Fritz nunca empleó el segundo nombre, excepto en unos pocos documentos oficiales. (…) La ambición paterna y las costumbres imperantes forjaron los primeros años escolares de Fritz.

    Los estudios de Haber en Breslau se realizaron en la escuela de St. Elizabeth donde realizó sus primeros experimentos químicos. Fue un buen estudiante, aunque no destacó; en la escuela, adquirió una amplia cultura literaria que enriqueció el conjunto de su vida y se vio reflejada en el placer que siempre le procuró la versificación.

    A los diecisiete años de edad , Fritz aprobó el "Abitur", después de esto y contra su voluntad, se puso a trabajar en un negocio de Hamburgo. Sin embargo, abandonó el puesto unos pocos meses después y en el otoño de 1886, se matriculó en la Universidad de Berlín para estudiar física y química. Sus estudios universitarios tuvieron lugar entre 1886 y 1891. Estudió en las universidades de Heidelberg y de Berlín y en la Escuela Técnica de Charlottenburg. Su formación fue primero con Bunsen en Heidelberg, con A. W. Hoffmann en Berlín y con Liebermann en Charlottenburg. Entre tanto, cumplió el servicio militar en el ejército, en un regimiento de artillería de campaña destacado en Breslau.

    El ascenso (1892-1906)

    Una vez finalizados sus estudios universitarios, trabajó voluntariamente en el negocio de su padre, sin embargo falló en el intento y se dio cuenta de que prefería la química. Siegfried deseaba que continuara con la tradición familiar, tal vez porque necesitaba la seguridad en uno mismo que aporta el hecho de que un hijo siga los pasos de su padre. Pero Fritz tenía su propia inclinación (la ciencia) y su propia distracción: la literatura. Así, con respecto a su inclinación, por entonces trabajó temporalmente en el Instituto de Tecnología en Zurich bajo la tutela de Georg Lunge. Finalmente, se decidió por una carrera científica y trabajó durante un año y medio con Ludwig Knorr en Jena, publicando con él un trabajo sobre el ester del ácido succínico.

    Cuando se encontraba en Jena se decidió por su conversión al cristianismo pues en 1892, con veinticuatro años de edad, Haber fue bautizado en la Iglesia Evangélica de San Miguel, en Jena, para consternación de su padre. Las razones de esta conversión nos la da Fritz Stern en "El mundo alemán de Einstein":

    No he encontrado pruebas de que la conversión de Haber marcara un gran momento espiritual o intelectual. Sabía que la conversión traía aparejadas recompensas prácticas en forma de una mayor aceptación social. (…) igual que otros conversos, conservó la conciencia del distanciamiento histórico de los judíos, su orgullo afligido por el sufrimiento colectivo y los logros. La mayoría de sus amigos fueron judíos o de ascendencia judía.

    La conversión de Haber agudizó el conflicto con su padre que, aunque era un hombre práctico, no había dado este paso; su propio hermano sí. Tampoco lo había dado el mejor amigo de Haber en años posteriores, Willstätter, criado en circunstancias similares; de hecho, tenía una opinión muy distinta de la conversión (…).

    Un joven ambicioso, de veinticuatro años de edad, que se había propuesto seguir una carrera académica debía de conocer las ventajas prácticas de la conversión (los judíos tenían acceso a los cargos académicos inferiores, pero casi ninguno al nivel de catedrático; los cristianos de origen judío –y casi nunca se olvidaba el origen– lo tenían un poco más fácil; lo mismo se aplicaba a otros puestos).

    En estos primeros años de la década de 1890 no tenía todavía seguro si dedicarse a la química o a la física. En 1894 le vemos trabajando como asistente del Profesor de Tecnología Química en Karlsruhe, Hans Bunte. En 1896 se habilitó para Privatdozent de química técnica en Karlsruhe donde fue nombrado profesor supernumerario. La tesis que permitió dicha habilitación versaba sobre estudios experimentales de la descomposición y combustión de hidrocarburos. En otra fuente podemos leer que también fue profesor de química orgánica en Karlsruhe.

    En 1898, Haber pronunció una conferencia en la Sociedad Electroquímica alemana –la predecesora de la sociedad Bunsen– que, por la intensidad y amplitud, impresionó a unos y exasperó a otros; fue todo menos un debut corriente ante sus iguales.

    La reunión estaba presidida por el célebre Friedrich Wilhelm Ostwald (…). Más tarde, durante ese mismo año, Haber se incorporó al Karlsruhe Polytechnikum, o Instituto Politécnico, como profesor asociado. También en 1898 Haber publicó un texto sobre electroquímica: "Grundiss der technischen Elektrochemie anf theoretischer Grundlage" (Munich, 1898).

    Está basado en las conferencias que impartió en Karlsruhe. En su prólogo ya manifestó su intención de relacionar la investigación química con los procesos industriales. En este mismo año explicó el proceso de reducción del nitrobenceno en el cátodo, explicación que se convirtió en el modelo para otros procesos similares de reducción. Los estudios electroquímicos continuaron durante los siguientes diez años, destacando, entre otros, su trabajo sobre la electrólisis de las sales sólidas; el establecimiento del equilibro quinona-hidroquinona en el cátodo, que supuso el fundamento del electrodo de Biilmann para la determinación de la acidez de un líquido; también inventó, en colaboración con Cremer, un electrodo de vidrio; por último mencionar que también realizó las primeras investigaciones experimentales de la diferencias de potencial que hay entre los electrólitos sólidos y sus soluciones acuosas.

    Pero sus estudios químicos hasta alrededor de 1910 no se limitaron a la electroquímica. Así, también estudió la pérdida de energía en los motores de vapor, las turbinas y los motores de combustión. También estudió las llamas, realizando estudios fundamentales de la llama del mechero Bunsen que permitieron establecer un método químico para la determinación de las temperaturas en la llama25. Asimismo, estudió la influencia que ejercen las corrientes de los tranvías en las tuberías de hierro del suelo.

    Y también, muy a principios de 1900, Haber investigó la posibilidad de combinar nitrógeno e hidrógeno sometiéndolos a presión para formar amoniaco, usando hierro como catalizador. El amoniaco podía convertirse entonces fácilmente en fertilizante o explosivo.

    Estos estudios de las reacciones gaseosas a alta presión y alta temperatura fueron los que le dieron mas fama. Se prolongaron durante 13 años y desembocaron, como veremos más adelante, en el procedimiento de Haber-Bosch para la síntesis del amoniaco.

    En septiembre de 1902 viajó a Estados Unidos. En este viaje la Sociedad Alemana de Electroquímica le nombró delegado en una convención celebrada en Estados Unidos y le encargó evaluar el estado de la formación en química en Norteamérica. Dotado con una beca de la sociedad y una subvención personal de dos mil marcos que le otorgó el célebre Jacobus van’t Hoff.

    A su regreso de Estados Unidos, Haber se enfrentó a nuevas frustraciones por su lento ascenso. El siguiente paso era una cátedra a tiempo completo; sus esperanzas de obtenerla en Viena se truncaron cuando informó a su principal valedor de que era un «judío bautizado». A un colega en Frankfurt le escribió: «Me resulta muy difícil obtener una plaza en algún sitio. La religión y –aunque no resulte modesto decirlo– los éxitos me obstaculizan el camino por igual. No quieren a judíos o judíos bautizados en puestos importantes».

    En 1905 publicó una obra importante sobre gases ("Thermodynamik technischer Gasreaktionen"). El año 1906 también fue importante, publicó "Experimentaluntersachungen ubre Zersetzung und Verbrennug von Kohlenwarsertoffen" (Munich, 1906) y fue nombrado catedrático a tiempo completo en Karlsruhe, de modo que consiguió esta meta académica a los treinta y ocho años de edad. Además, ese mismo año también fue nombrado director del Instituto de Química, Física y Electroquímica de la Escuela Superior Técnica. En este Instituto, siendo profesor de Electroquímica (…), junto a Robert le Rossignol, logró sintetizar amoniaco en 1908.

    Clara Immerwahr

    El matrimonio de Haber tuvo lugar en 1901. Se casó con Clara Immerwahr, la primera mujer que consiguió un doctorado en química de la Universidad de Breslau. Clara era dos años más joven que Haber, una mujer de gran talento, también de Breslau, y también de ascendencia judía, que se había convertido en 1897. Procedía de una próspera familia laica y Haber la había conocido de estudiante, cuando ella obtuvo el doctorado en química magna cum laude en Breslau (…). Tras un embarazo excepcionalmente difícil, dio a luz a un hijo, Hermann, el 1 de junio de 1902. Tres meses después, Haber dejó a su familia y se marchó a un viaje profesional de cinco meses a Estados Unidos, una inusual desaparición del seno familiar.

    La obra que publicó en 1905, "Thermodynamik technischer Gasreaktionen" se la dedicó a su esposa por su «silenciosa cooperación». Habían trabajado juntos en casa, cada uno en su mesa; Clara calculando y comprobando esmeradamente los datos de Haber. Sin embargo, el matrimonio de Haber no marchaba bien. Tras ocho años de matrimonio, en 1909, ya se encuentran dificultades en el mismo. En la correspondencia de Clara con su antiguo maestro y amigo de su esposo, Richard Abegg encontramos:

    Lo que Fritz ganó en esos ocho años, eso –y mucho más– he perdido yo, y todo lo que queda de mí me llena de la más absoluta insatisfacción […] y si debo culpar a una parte de mí de […] la insatisfacción por un rasgo particular de mi carácter, el peso principal debe recaer, sin lugar a dudas, en la asfixiante seguridad en sí mismo que muestra Fritz en el hogar y en el matrimonio, y cualquier ser humano que no fuera aún más desconsiderado que él […] se rompería en pedazos. Todas las demás cualidades humanas de Fritz, excepto ésta [la voluntad de trabajar], están a punto de reducirse y es, por así decirlo, un viejo prematuro. (Clara Haber a Richard Abegg, 25 de abril de 1909).

    El trágico final del matrimonio tuvo lugar al comienzo de la primera guerra mundial No ofrecen, sin embargo, los textos consultados una información precisa sobre este asunto y en algunos aspectos parece contradictoria. Una de las principales fuentes de esta biografía es el historiador alemán Fritz Stern que al respecto nos cuenta:

    Otto Sackur había sido un viejo amigo del matrimonio Haber. Clara Haber lo conocía desde su época de estudiante en Breslau, hacía unos quince años. Su muerte supuso un gran golpe para ella y fue la prueba inmediata, espeluznante, del horror de la guerra y de la terrible participación de su esposo, que había estado junto a Sackur momentos antes de la explosión. Le horrorizaron las pérdidas humanas, le horrorizó quizás el compromiso total de su esposo, de su persona y su conocimiento científico, con los objetivos de la guerra. Pero también hay indicios de problemas más íntimos en el matrimonio. Haber regresó a Berlín tras presenciar el primer uso del gas tóxico por parte del ejército alemán el 22 de abril y, durante la noche del 1 al 2 de mayo [de 1915], tras una violenta discusión, Clara se suicidó disparándose con la pistola del ejército propiedad de Haber. No ha llegado hasta nuestros días ninguna explicación suya, ni del hijo que encontró a su madre agonizando, ni de su marido.

    Podemos encontrar más información al respecto en el libro de R. Highfield y P. Carter "Las vidas privadas de Einstein" cuando el autor nos informa de las posibles razones de la intervención de Haber en el largo proceso (1914-1919) de separación y divorcio entre Einstein y su primera esposa:

    Una persona que no tenía nada que ver [en el divorcio de Einstein] y que se vio envuelta en el proceso de divorcio fue el colega berlinés de Einstein llamado Fritz Haber. Haber tenía todas las razones para sentirse conmovido por el asunto: su propio desastroso primer matrimonio era muy similar al de Einstein. Al igual que Mileva, su novia había sido una científica: Clara Immerwahr, (…). Al igual que Mileva, era callada y modesta, con un ceceo que acentuaba su timidez natural. Y, además, era una mujer de ideas. (…)

    Sin embargo, pronto todo se estropeó. Haber era un marido tan poco considerado como Einstein: era capaz de marcharse solo en un tren olvidándose de que había dejado a Clara junto a la taquilla. El gran esfuerzo por cuidar a su hijo (…) también pasó factura. En palabras del biógrafo de Haber, Clara tenía menos ánimos y era, tal vez, menos brillante. La depresión se apoderó de ella y se permitió –como Mileva- volverse gordita, desaliñada y poco atractiva. «Donde antaño la educación y los intereses habían creado profundos vínculos, surgió una tolerancia letárgica, y el matrimonio poco a poco empezó a desintegrarse.» El final fue repentino y trágico. Clara Haber se sentía asqueada por el trabajo de su marido, que perfeccionaba gases venenosos para las fuerzas alemanas. Cuando él se fue al frente oriental para supervisar personalmente las operaciones, ella se suicidó.

    Según Stern, la afirmación, tantas veces repetida, de que Haber reaccionó con frialdad o indiferencia ante la muerte de su esposa es errónea. Hizo lo que su carácter y las condiciones parecían dictar a un hombre como él: se lanzó de nuevo al trabajo "in extremis". De hecho, a la mañana siguiente se marchó a desempeñar su cometido en el frente oriental.

    Como vemos, hay discrepancias en las dos fuentes ya que mientras que Stern afirma que Haber se encontraba en la casa cuando Clara se suicidó, Highfield y Carter afirman que se el suicidio ocurrió cuando Haber ya se encontraba en el frente oriental.

    Dos años y seis meses después, en octubre de 1917, Haber contrajo matrimonio con Charlotte Nathan en una ceremonia eclesiástica celebrada en la Kaiser-Wilhelm Gedächtniskirche Berlín, tras insistir en que Charlotte, una mujer laica y emancipada de ascendencia judía, se convirtiera a la fe evangélica43.

    La obtención de amoniaco a partir de sus elementos constitutivos

    Obtener amoniaco a partir de la combinación directa del nitrógeno y el hidrógeno había recibido atención mucho antes de la Primera Guerra Mundial. En 1840 el francés H. V. Regnault había estudiado la reacción, pero sólo cuando se la examinó desde el punto de vista de los principios de la termodinámica se vio que podría llegar a ser explotable comercialmente.

    Henry Le Chatelier (1850-1936), (….) define teóricamente las condiciones de temperatura y de presión que serían necesarias para efectuar esta síntesis en presencia de un catalizador: si se opera a 500 o 600 ºC la combinación de hidrógeno y nitrógeno sigue siendo incompleta, pero como la reacción va acompañada con una disminución del volumen, puede incrementarse el rendimiento con altas presiones. Le Chatelier registra una patente en 1903, pero abandona su aplicación industrial después de una explosión. Así pues, el problema que se ha de resolver mediante la síntesis del amoniaco es doble: no sólo hay que dominar la ciencia de los equilibrios químicos, sino también las técnicas a altas presiones.

    En Alemania y en este campo, en 1903, Haber demostró que el amoniaco se podría sintetizar a la razonable temperatura de 1000 ºC utilizando un catalizador de hierro. Sin embargo, el rendimiento era infinitesimal y carecía de relevancia comercial. Para desconcierto de Haber, Nernst le replicó públicamente y señaló que Haber no había prestado suficiente atención a la presión como factor de desplazamiento del equilibrio. Y es que basándose en unos nuevos cálculos termodinámicos, Nernst había llegado a obtener unas cifras sobre la producción de amoniaco derivadas de mezclar nitrógeno e hidrógeno a altas temperaturas y bajo presión. Haber (…) dirigió experimentos que arrojaron un resultado ligeramente superior, pero en una reunión de la Sociedad Bunsen, celebrada en 1907, Nernst atacó sus resultados tachándolos de «profundamente inexactos».

    Espoleado por los ataques públicos de Nernst, Haber trabajó con furia. Con la ayuda de Le Rossignol y combinando el conocimiento teórico con la experimentación ingeniosa, Haber estuvo en disposición de divulgar los primeros resultados positivos en menos de un año. A continuación, combinó un aparato de alta presión con un nuevo catalizador, descubierto de manera fortuita, el osmio (que más tarde sustituyó por uranio), y, con una presión y una temperatura elevadas, produjo cien centilitros de amoniaco líquido por hora.

    En febrero de 1908, un colega de Haber en Karlsruhe, Carl Engler, que mantenía estrecha relaciones con BASF, instó a la compañía a alcanzar un acuerdo con Haber para impedir que lo captara cualquier otra empresa:

    Desde un punto de vista personal, no tengo ningún interés en que BASF se haga con los servicios del profesor Haber. El señor Haber es un hombre muy ocupado y exigente, de cuyos talentos y energía aún espero importantes éxitos; se trata de un experto totalmente capacitado en la resolución de conflictos en el campo de la electroquímica y posee un agudo e inteligente dominio dialéctico. Como no le ha pasado inadvertida su propia valía y, de acuerdo con el estilo de Ostwald, también le gustaría ganar algo de dinero, no sale precisamente barato48.

    A pesar del escepticismo inicial sobre Haber por parte de BASF y su trabajo aún embrionario, las dos partes entablaron negociaciones de inmediato48. Finalmente, en marzo de 1908, se firmó un contrato formal de cinco años. BASF financiaría todas las necesidades especiales de equipamiento para el laboratorio y concedería a Haber 6.000 marcos anuales (su sueldo como docente ascendía a 4.000 marcos más un complemento para vivienda de 1.200 marcos).

    A cambio, Haber «defendería los intereses de BASF en la media que lo permitiera su trabajo como funcionario y científico», y pondría a disposición de esta empresa los resultados de las investigaciones; el trabajo seguiría siendo propiedad literaria de Haber, pero sus usos comerciales se convertirían en «propiedad ilimitada y exclusiva» de BASF. Le correspondía a la empresa decidir si un proceso determinado se patentaba o se elaboraba en secreto (…) y, en cualquiera de los dos casos, Haber recibiría un diez por ciento de los beneficios netos.

    El 2 de julio de 1909 se realizó una demostración del proceso a Carl Bosch y A. Mittasch de la Badische Anilin-und-Soda-Fabrik (BASF), en la que obtuvieron unos cientos de gramos de amoniaco líquido (unas setenta gotas de amoniaco por minuto). Bosch y Mittasch eran dos ingenieros experimentados nombrados por Heinrich von Brunk, director de BASF, como ayudantes de Haber: Carl Bosch (1874-1941), metalúrgico encargado de encontrar materiales resistentes a las presiones y a la corrosión, y Aldwin Mittasch, especialista en catálisis. Fritz Stern se refiere en su texto "El mundo alemán de Einstein" a que la primera visita de los directores de BASF al laboratorio de Haber, en julio de 1909, empezó con contratiempos y se saldó con un cómico fracaso. A continuación, no trata más este asunto por lo que no he podido averiguar si se trata de la misma reunión mencionada en la que participaron Bosch y Mittasch.

    Dieciocho meses después de la firma del contrato entre Haber y BASF, el primero pidió una renegociación del contrato. El motivo: Haber recibió ofertas de la competencia. Sobre este asunto Fritz Stern escribe:

    En octubre de 1909, antes de poder encarar con garantías (el proceso de producción de amoniaco), Haber comunicó a BASF una oferta que había recibido de la competencia: el presidente de la junta directiva de la Deutsche Gasglühlicht, también conocida como Auer, le había pedido que renunciara a su cátedra, se convirtiera en director de la compañía, montara un laboratorio científico-industrial, con carta blanca en cuanto a equipamiento y colaboradores, y un capital prácticamente ilimitado.

    La nueva compañía podría igualar con facilidad los treinta millones de marcos que BASF consideró necesarios para la producción de amoniaco. Sus ingresos anuales, acordes con la responsabilidad como director de un laboratorio de tanta envergadura, serían «un número de seis cifras». Para esos días de nuestra historia, se trababa de una cantidad increíble, aproximadamente ocho veces sus ingresos anuales en aquel momento. (…)

    Una vez más, Carl Engler utilizó sus buenos oficios para facilitar un acuerdo entre BASF y Haber, aunque la compañía empleó diez páginas mecanografiadas para explicar a Engler lo que estaban dispuestos a hacer, por qué les molestaban ciertas «sospechas» que Haber había expresado acerca de los acuerdos sobre los derechos de autor y que, «en el futuro, querríamos fijar ciertos límites a las algo desmedidas ideas del señor Haber».

    Para el 15 de noviembre, se había firmado otro nuevo contrato: Haber recibiría 23.000 marcos anuales, de los cuales 8.000 estaban destinados a cubrir sus gastos de instrumental y ayudantes; le permitían asesorar a Auer en su empresa sobre la lámpara de gas, pero debía ofrecer primero a BASF el resto de las investigaciones. El nuevo contrato reiteraba que Haber accedería a revisiones previas a la publicación y no entablaría ninguna nueva relación comercial sin notificarlo primero a BASF. El contrato iba a tener una vigencia de cinco años y quedaría renovado de forma automática sin ninguna de las partes comunicaba su intención de darlo por terminado.

    En 1913, después de que Haber hubiese vendido el proceso a la compañía (BASF), Bosch lograba superar todos los obstáculos que fueron surgiendo para convertir un procedimiento que era esencialmente académico en uno con el que pudiese producir amoniaco en cantidades industriales. Este proceso, denominado de Haber-Bosch, tenía lugar a una presión de 200 atmósferas y utilizaba como materias primas aire y agua.

    El Instituto de Química-Física

    Mientras que las publicaciones continuaban, realizó otra obra en colaboración con A. Moser: "Die elektrolitischen Prozesse der organischen Chemie" (Halle, 1910), Haber estaba a punto de abandonar Karlsruhe. En 1911 se le encargó la dirección del Instituto de Química Física de la Káiser Wilhelm-Gesellschaft para el fomento de las ciencias en Berlín61.

    Parece que las inauguraciones oficiales tuvieron lugar más tarde ya que el primer Instituto Káiser Wilhelm inaugurado (el 23 de octubre de 1912) fue el de Química, siendo el director el químico analítico Ernst Beckmann, que se ocupó también de la sección de química inorgánica (…).

    Prácticamente al mismo tiempo abrió sus puertas un Instituto de Química-Física y Electroquímica, dirigido por Fritz Haber. Ambos centros se construyeron en terrenos cedidos por el gobierno prusiano, en Dahlem, cerca de Berlín.

    La institución estaba financiada por L. Koppel, un respetable banquero judío. Koppel era un hombre hecho a sí mismo, nacido en 1854 en Dresden, de ascendencia judía y fe evangélica. Hacia finales de siglo, Koppel se había convertido en un importante banquero de Berlín, inversor y filántropo. (…). A Koppel se le calculaba oficialmente una fortuna del orden de veinte millones de marcos. Era enormemente rico (…). Él y Haber se hicieron amigos íntimos, tanto que en la financiación aportó la segunda suma más importante, al prometer 700.000 marcos, siempre y cuando Haber fuera el director del nuevo instituto físico-químico (…). A petición de Haber, Koppel añadió otros 300.000 marcos y accedió a aportar 35.000 marcos para sufragar los gastos anuales de mantenimiento, siempre y cuando el estado contribuyera con los 15.000 marcos del sueldo del director más un complemento para vivienda de 5.000 marcos y 35.000 más para gastos (y, por supuesto, el terreno donde iba a construirse el instituto y la casa del director).

    Otras condiciones impuestas por Haber para hacerse cargo de la dirección del Instituto de Química-Física y Electroquímica: ser nombrado catedrático de la Universidad de Berlín y miembro de la Academia de Ciencias de Prusia. Y efectivamente, el estado asumió el sueldo del director, aceptando con ello conceder la categoría de funcionario a Haber, como éste había exigido. Además, para cuando se inauguró oficialmente el instituto, en 1912, Haber había sido nombrado Honorarprofessor en la Universidad de Berlín; el Káiser le había concedido el título de Geheimrat, o consejero imperial. Pocos años después, entró en la Academia Prusiana de las Ciencias. (…) Es más, contribuyó a crear el Instituto Káiser Guillermo de Química y fue responsable, más que nadie, del nombramiento de Richard Willstätter, químico orgánico y por entonces profesor en Zurich. Los institutos se construyeron en edificios contiguos, y Willstätter se convirtió en el amigo más íntimo de Haber68.

    Haber y Einstein

    Haber y Einstein se conocieron en 1911 en un congreso científico celebrado en Karlsruhe donde Haber pronunciaba la conferencia principal. Debieron permanecer en contacto desde entonces pues a principios de 1914 Albert Einstein se trasladó a Berlín procedente de Zurich gracias a la invitación de Haber para trabajar en dicha ciudad.

    En una carta de Einstein a Michele Besso de principios de marzo de 1914 podemos leer: «Nos marcharemos de Zurich el 20 de este mes (…). Iré a vivir a Dahlem y tendré una habitación en el instituto de Haber». Mientras se preparaba dicho traslado, después de la Navidad de 1913, la esposa de Einstein por entonces, Mileva, se alojó con Fritz Haber (…). Haber era un hombre pequeño y gallardo con una gran calva y unos enormes quevedos. Era extremadamente corto de vista, (…), y una vez provocó una escena muy divertida en una visita a Einstein al servirse el té en el azucarero y casi bebérselo.

    Haber era judío y, al contrario que Einstein, se esforzó por acatar los convencionalismos de la sociedad alemana. Combinaba una arrogancia exterior con un tierno corazón bastante menos visible, y fue uno de los que ayudaría a Einstein durante su divorcio, tal como hemos mencionado anteriormente y ampliaremos a continuación. Durante el traslado echó una mano a Mileva para encontrar un piso apropiado y le cogió mucho cariño71.

    Según hemos leído, la llegada de Einstein a Berlín fue gracias a la invitación de Haber. No es esto lo que se puede leer en otras fuentes ya que parece ser que fue atraído a Berlín por Max Planck y Walter Nernst. Sin embargo, Haber intervino activamente en este hecho, así, Haber había empleado todos los medios a su alcance para promover el nombramiento de Einstein; en enero de 1913, había escrito a un colega del Ministerio de Educación prusiano afirmando que supondría una inmensa ventaja para la química teórica de Berlín que Einstein estuviera allí, aunque ya había sondeado el terreno antes: «Es una coincidencia muy poco frecuente no sólo que este hombre esté disponible, sino que su edad (34 años) y las circunstancias personales propicien el traslado, y su carácter y demás rasgos me hacen tener plena confianza de que la relación resultará beneficiosa»72.

    Haber ejerció de director principal en el debut de Einstein en Berlín. Sólo él sabía que Einstein tenía razones personales para el traslado ya que la amistad entre Einstein y Haber contribuyó a que éste interviniera en el proceso de separación del matrimonio de Einstein y Mileva ocurrido en 1914. Sobre este asunto Fritz Stern escribe:

    En la primavera de 1914, la esposa de Einstein, Mileva Einstein-Mariae, y sus dos hijos llegaron a Berlín y, durante un tiempo, estuvieron viviendo con Fritz y Clara Haber (…). Entre tanto, Einstein estaba invitado en el instituto de Haber, cuyas habitaciones se encontraban muy cerca. Haber sabía que el matrimonio de Einstein, aquejado de problemas desde hacía mucho tiempo, estaba tocando a su fin; y a pesar de todo, Einstein dudaba y, tal vez de forma impetuosa, redactó un memorando de condiciones para quedarse con Mileva: este asombroso documento exigía la completa subyugación de ésta a su monumental voluntad. Mileva dijo a Haber que aceptaría las condiciones y Einstein escribió a aquélla diciéndole que debía entender que la "única" razón para quedarse con ella era su cariño hacia los chicos, que "una relación amistosa" con ella resultaba totalmente imposible; sería una "relación de negocios". Se comportaría de forma correcta, "igual que haría ante una desconocida".

    Es posible que este comportamiento brutal estuviera planeado para forzar a Mileva a la ruptura final, ya que Einstein quería estar libre para su trabajo y para su nuevo amor. Hacia julio, se separaron y Haber redactó el acuerdo por el que Einstein iba a pagar a Mileva 5.600 marcos en concepto de manutención anual. El 29 de julio, Mileva y los niños abandonaron Berlín; Einstein les despidió en la estación de tren, llorando por la pérdida de los chicos, con Haber a su lado. «Sin él, no hubiera sido capaz de hacerlo», dijo más tarde; deshecho, pasó la noche con su amigo. Tres días después, estalló la Gran Guerra.

    Haber hizo enérgicos esfuerzos para reconciliar a la pareja, pero más tarde claudicó. A partir de entonces, como le dijo Hans Albert a Ronald Clark, hizo lo que pudo para conseguir para Mileva «el mejor acuerdo posible».

    En 1914, con la Primera Guerra Mundial empezada, Haber y Einstein se movieron en direcciones diferentes, tanto en sus opiniones como en sus actos. Sin embargo, los estrechos lazos personales no se rompieron: durante los primeros meses de 1915, Einstein dio «clases de matemáticas» a Haber (…) porque había estado «bastante enfermo y no había podido ir a la escuela» (sic). Otra muestra de esta amistad, 14 años más tarde con motivo del cincuenta cumpleaños de Einstein, Fritz Haber le escribió:

    De todas las grandes cosas que he vivido en el mundo, la solidez de tu vida y logros me conmueve profundamente. Dentro de unos pocos siglos, el hombre de la calle conocerá nuestra época como el período de la Guerra Mundial, pero el hombre culto asociará el primer cuarto de siglo a tu nombre […].

    En cuanto a los demás, lo único que quede será cualquier relación que exista entre nosotros y los grandes acontecimientos de nuestro tiempo y en tu biografía […]. No pasará inadvertido que fui tu compañero en comentarios más o menos mordaces sobre el asunto de la Academia [prusiana], con el café más o menos malo que siguió a las reuniones. Por consiguiente, redunda en beneficio de mi propia fama futura y mi presencia en la historia el rogarte cariñosamente, por tu cincuenta cumpleaños, que te cuides para que no pierdas la salud y para que pueda seguir burlándome de la gente, tomándome un café contigo y permitiéndome una sosegada vanidad, porque puedo contarme entre los miembros del círculo que, en un sentido más cercano e íntimo, vive contigo. (F. Haber a A. Einstein, 14 de marzo de 1929).

    La Primera Guerra Mundial

    En 1913 Haber vende el proceso de fabricación de amoniaco a la compañía BASF, consigue un título nobiliario y se hace rico ya que recibe un céntimo por kilogramo de amoniaco. Su procedimiento proporcionará el 45 por ciento del ácido nítrico necesario para la fabricación de los explosivos empleados en la guerra que se avecina. Como veremos, no fue la única contribución importante a su país durante la guerra.

    En el primer momento, cuando empezó la guerra quiso enrolarse en el ejército en el que había servido en su juventud, pero fue declarado inútil a causa de su edad. Con 46 años, sus contribuciones al esfuerzo bélico de Alemania tuvieron más que ver con cualidades científicas. Pronto los militares alemanes recurrieron a científicos como Carl Duisberg y Nernst y el propio Haber y les pidieron que desarrollaran métodos químicos para utilizar contra las líneas enemigas en el campo de batalla.

    En octubre y noviembre de 1914, mientras Haber llevaba a cabo distintos intentos sin éxito, Duisberg y Nernst prepararon, utilizando las instalaciones de la Bayer, varios tipos de granadas y bombas incendiarias, y comenzaron a estudiar gases no letales, que, por lo visto, consideraban utilizables sin violar los acuerdos de las Convenciones Internacionales de La Haya de 1899 y 1907. (…) En el otoño e invierno de 1914 utilizaron semejante arma, pero con escaso éxito militar.

    Haber puso su instituto en pie de guerra (…) al reclutar a ciento cincuenta «colaboradores científicos» y una cantidad más elevada de personal de distinta índole. El instituto organizó el uso a gran escala del proceso Bosch-Haber de fijación de nitrógeno para conseguir que la producción de ácido nítrico para explosivos y fertilizantes se adecuara a una demanda cada vez mayor. Pero también se puso manos a la obra en el desarrollo de armas químicas.

    Sobre este asunto J. M. Sánchez Ron escribe:

    Haber (…) encontraba una solución en principio simple e ingeniosa: un gas venenoso de cloro, que se lanzaría desde las propias líneas alemanas utilizando contenedores apropiados y aprovechando vientos adecuados. Haber explotó la posibilidad de licuar el cloro a la temperatura ambiente, utilizando presiones moderadas. Comprimido en contenedores cilíndricos, podía ser luego expulsado igual que la gaseosa de un sifón.

    No todo el mundo estuvo de acuerdo con que la solución de Haber era conveniente. Además de objeciones morales, estaba el sentido de los vientos predominantes en el frente Oeste, que era el contrario al que se necesitaba. Tras preguntar cuánto tiempo podrían tardar franceses y británicos en desarrollar armas similares, y respondérseles que cerca de seis meses, el Ejército consideró que la posible ventaja inicial que tendría justificaba los riesgos.

    Los vientos retrasaron, efectivamente, durante semanas el comienzo de los ataques, lo que llevó al general Falkenhayn a trasladar parte de sus tropas al frente del Este el 17 de abril de 1915. Muy poco después, el día 22, comenzaba la guerra química. Aquel día una nube de cloro de unos 6 kilómetros de longitud y entre 600 y 900 metros de profundidad, se dirigió desde cilindros de acero hacia las posiciones francesas en el saliente de Ypres. El éxito inicial fue muy superior al previsto, pero al no haber utilizado una gran cantidad de gas y al no disponer de fuerzas suficientes, el Ejército alemán no pudo desencadenar una ofensiva a gran escala. Se perdió de esta manera una ocasión única; nunca más se contaría con una ventaja psicológica y táctica similar.

    (…) Entre los alemanes, el éxito inicial no hizo, naturalmente, sino estimular la investigación en este campo. En 1916, y a iniciativa de Haber, se fundó una Kaiser-Wilhelm-Stitung für Kriegstechnische Wissenschafen (Fundación Kaiser Guillermo para las Ciencias Técnicas y Militares), que en 1917 pasó a depender del Ministerio de la Guerra. Esta organización no tenía instalaciones de investigación propias; su propósito era promover y coordinar trabajos relacionados con la guerra realizados en instituciones universitarias o en laboratorios de los Institutos Kaiser Guillermo. Emil Fischer, el gran químico orgánico y líder científico de la Kaiser-Wilhelm-Gesellschaft, se encargó de dirigir, junto a Haber, la nueva organización (…).

    En cuanto a los trabajos de Haber en Dahlem, tenemos que en 1917 manejaba un presupuesto 50 veces superior al que había dispuesto antes de la guerra en su instituto, dirigiendo todo un batallón de trabajadores que se ocupaban del tema: 1.500 personas, de las que 150 eran científicos (…).

    Se desarrollaron nuevos compuestos y gases. Se abandonó el método de dirigir los gases químicos contra el enemigo utilizando el viento como fuerza motriz, optándose por proyectiles lanzados desde piezas de artillería (…).

    Sobre estas contribuciones de Haber a la guerra química podemos ampliar algunos datos. Así, el gas sofocante utilizado en Ypres se denominaría después "iperita". El propio Haber participó en la aplicación de cloro en el frente de combate. Al experimentar con varios tipos de gases, él mismo escapó por muy poco de una nube de gas altamente tóxica. Después de la experiencia de Ypres y con Haber en el frente oriental, informó a Rudolf von Valenini sobre los resultados: «El pánico que provocó en el enemigo el primer ataque en Ypres sólo causó el mismo efecto en los rusos del Este tras reiterados ataques en el mismo lugar, y después regularmente»92.

    En diciembre de 1914 se produjo una explosión en el instituto de Haber. En una larga carta manuscrita de enero de 1915, dirigida a Arnold Sommerfeld, que vivía en Munich, Haber explicaba su nueva vida durante la guerra. Agradecía a Sommerfeld las palabras de consuelo por la muerte de Otto Sackur (…), un joven médico muy brillante que falleció a consecuencia de una explosión en el instituto (…) mientras experimentaba en una nueva carcasa de proyectiles para el ejército: «Murió como un soldado en el campo de batalla, intentando mejorar los medios técnicos de la guerra con la ayuda de nuestra disciplina. Mi propio trabajo científico se encuentra detenido. Paso los días como asesor del departamento de guerra, cuando no estoy viajando para fotografiar campos de tiro y fábricas».

    Durante casi toda la guerra Haber tenía unas fuertes creencias en la victoria de Alemania. Sobre este asunto Fritz Stern escribe:

    Por «temperamento», Haber se consideraba «pesimista», pero como seguía albergando esperanzas de una victoria alemana, era contrario a cualquier tipo de paz de compromiso. A principios de 1916, escribió a Valentini: «Espero que llegue la paz [en los próximos meses], aunque no querría una paz que permitiera a Francia y Bélgica seguir siendo enemigas con capacidad militar, porque, aparte de todas las consideraciones éticas y políticas, una paz que nos obligara a armarnos para hacer frente a un enemigo formidable en Occidente, como tuvimos que hacer con tanto esmero en el pasado, nos impondría unas cargas materiales que, al parecer, hoy aún no admitimos».

    A continuación, esboza los peligros de otra guerra, dominada, como creía que iba a estarlo, por los aviones. Pero ¿acaso una paz que no fuera cartaginense habría otorgado a Alemania preponderancia continental? A principios de 1917, Haber seguía creyendo que la guerra ilimitada mediante submarinos obligaría a Gran Bretaña a finalizar la contienda. Un año después, fue perdiendo la fe en una victoria decisiva alemana. (…) La petición efectuada por Ludendorff, en septiembre de 1918, de que un nuevo gobierno solicitara un armisticio sin demora supuso un golpe inimaginable, incluso para los alemanes muy cercanos al gobierno, incluido Haber.

    Criminal de guerra y Premio Nobel

    Al finalizar la guerra Haber fue «desmovilizado» y tuvo que volver a encontrar su camino en la vida civil; él también padeció la humillación que el Tratado de Versalles imponía a todos los alemanes. (…) Cuando su nombre apareció en la lista de criminales de guerra para extraditarlo y procesarlo, su seguridad se vio amenazada; durante un breve periodo de tiempo, buscó asilo en Suiza.

    En aquellos días, ni siquiera una carta del ministro de Guerra, Heinrich Scheüch, donde admitía la dimisión de Haber, le otorgó consuelo:

    Durante el largo transcurso de la guerra, pusiste sin descanso tu amplio conocimiento y tu energía al servicio de la patria. Gracias a la alta estima de tus colegas, fuiste capaz de movilizar al mundo de la química alemana. Alemania no estaba predestinada a salir victoriosa de esta guerra. Que no sucumbiera ya durante los primeros meses ante la superioridad de los enemigos por escasez de municiones, dinamita y otros compuestos químicos de nitrógeno lo debemos, en primer lugar, a ti […]. Tus brillantes éxitos vivirán para siempre en la historia y seguirán siendo […] inolvidables. (Heinrich Scheüch a Haber, 27 de noviembre de 1918).

    La derrota alemana afectó duramente a Haber, quien pasó algunos meses con problemas de nervios. Además, su destacado papel en el desarrollo de la guerra química hizo que durante algunos años numerosos colegas de otros países intentaran evitarle, más aún en tanto que no renegó de las actividades que había desempeñado en defensa de su patria.

    El 7 de febrero de 1920, los aliados presentaban una lista de "criminales de guerra", 194 páginas con 895 nombres. La lista incluía, entre príncipes, líderes del Ejército, como Hindenburg y Ludendorff y comandantes de submarinos, al capitán y Consejero Privado del Estado, profesor Fritz Haber.

    A pesar de esto, en 1918 Haber recibió el premio Nobel de Química por su contribución a la síntesis del amoniaco. La Academia Sueca de Ciencias calificó la síntesis del amoniaco, "un medio extraordinariamente importante para el desarrollo de la agricultura y el bienestar de la humanidad", y felicitaba al profesor alemán por este "triunfo en el servicio de su país y de la humanidad"98.

    La entrega del premio Nobel se realizó dos años después del correspondiente al premio, es decir, en 1920. Las dificultades en Europa, que acababa de salir de una gran guerra, debieron ser el motivo de tal retraso ya que si se observan las fechas de lectura de los discursos de aceptación de esos años vemos que para el premio Nobel de química de 1915, concedido a Richard Willstätter, el discurso de aceptación fue leído el 3 de junio de 1920.

    En los años 1916 y 1917 el premio de química no fue concedido. El discurso de aceptación del premio Nobel de 1918 fue leído por Haber el 2 de junio de 1920, mientras que en 1919 no se concedió el premio Nobel de química. En 1920 el premio Nobel fue concedido a Walther Nernst, pero su discurso de aceptación fue leído a finales de 1921. El retraso en la lectura de aceptación del premio continuó hasta 1922, año en que se leyeron los discursos correspondientes a 1921 y 1922.

    Como podemos ver los premiados de esos años eran alemanes, amigos o colegas de Haber. Acaso el hecho de que sean alemanes, participantes activos en la guerra (al menos Haber y Nernst) fuera también motivo del retraso en la lectura del discurso de aceptación del Nobel.

    Por su parte, en su discurso de aceptación del premio Nobel, Haber pronunció las siguientes palabras:

    Un interés profesional particular en la obtención del amoniaco a partir de sus elementos, buscaba el logro de un resultado simple por medio de un equipo especial. Un interés más amplio se debía a que, si se realizara la síntesis del amoniaco a partir de sus elementos, en gran escala, tendríamos una forma útil de satisfacer importantes necesidades económicas. Tales aplicaciones prácticas no fueron el propósito principal de mis investigaciones.

    Por otra parte, difícilmente me hubiese concentrado tanto en este problema, si no hubiese estado convencido de la necesidad económica del avance químico en este campo, y si no hubiese compartido plenamente la convicción de Fichte que, mientras que el objetivo inmediato de la ciencia es su propio desarrollo, su fin último debe estar ligado a la influencia moldeadora que ejerce, en el momento oportuno, sobre la vida en general y sobre toda organización humana de las cosas que nos rodean.

    La República de Weimar

    En noviembre de 1918 tuvo lugar en Alemania una revolución que acabó con el imperio y estableció una república. Este periodo ha pasado a llamarse la República de Weimar. La República fue proclamada el 9 de noviembre de 1918 (razón ésta por la que se podría considerar que la República de Weimar comenzó su existencia en dicho año), después de que los trabajadores y las tropas del II Imperio Alemán se sublevaran contra el gobierno a comienzos de ese año por negarse éste a entablar conversaciones que pusieran fin a la I Guerra Mundial.

    El emperador Guillermo II huyó del país y se formó un Gobierno Provisional del Consejo de los comisarios del Pueblo, integrado por una coalición formada por miembros del Partido Socialdemócrata Alemán, liderados por Friedrich Ebert, y del Partido Social-demócrata Alemán Independiente (escisión radical del anterior), que contó con el apoyo del partido católico del Centro (Zentrumspartei). (…)

    La nueva Asamblea Nacional Constituyente se reunió en Weimar (Turingia) en febrero de 1919 y redactó una Constitución según la cual Alemania pasaba a ser una república federal democrática con dos cámaras parlamentarias, el Reichstag (cámara baja legislativa) y el Reichsrat (cámara de representación federal). Haber aceptó el nuevo régimen, aunque muchas veces con recelo, y trató de trabajar con él para salvar lo que pudiera salvarse.

    Los años 20 fueron difíciles para Alemania con numerosos problemas sociales, económicos y políticos. La penuria de aquellos años también afectó a los profesores y científicos. En esta situación surgieron iniciativas para apoyar la ciencia. Entre ellas, a comienzos de 1920, Haber presentó a la Asamblea Nacional, a través de la Academia de Berlín y en nombre de todos los académicos germanos, una solicitud de 3 millones de marcos.

    En parte por motivos formales, la solicitud fue rechazada. No se desanimó, sin embargo, el célebre químico, que en abril comenzó a defender la idea de una organización en la que participasen como miembros todas las agrupaciones alemanas relacionadas con la ciencia (…). Al Reich, representado por el Ministerio del Interior, le agradó la idea. (…)

    El 30 de octubre de 1920, 40 miembros distinguidos del mundo académico germano, reunidos en la biblioteca del Estado Prusiano, constituían formalmente la Notgemeinschaft der deutschen Wissenschaft (NGW). Tres semanas más tarde, la nueva organización fue presentada en el Reichstag. (…) La política seguida por la Notgemeinschaft (…) fue la de apoyar a la investigación científica a través de investigadores individuales (preferentemente jóvenes), no a instituciones educativas. (…) de la comisión de Electrofísica dentro de la Notgemeinschaft formaban parte Planck, Haber, von Laue, Nernst y Franck.

    La labor científica de Haber también estuvo centrada en la reconstrucción del país, continuando sus investigaciones (secretas) sobre armas químicas e investigando la viabilidad de extraer todo el oro de los océanos. Pensó que esta posibilidad permitiría a Alemania afrontar la deuda impuesta después de la guerra: treinta y tres mil millones de dólares.

    El programa fracasó ya que finalmente se demostró que el agua de mar contiene mucho menos oro que el suficiente para hacer viable un proceso a escala industrial. Deprimido por el fracaso del proyecto, se centró en la reorganización de su Instituto para lo cual estableció directores de sección con libertad completa en su trabajo. Entre estos estaba James Franck, Herbert Freundlich, Michael Polanyi y Rudolf Ladenburg. Los estudios del instituto, entre otros, fueron importantes en el campo de la química de coloides y en física atómica. Durante estos años sus investigaciones se centraban en las reacciones en cadena, en mecanismos de oxidación y en la catálisis del peróxido de hidrógeno.

    También hizo grandes esfuerzos en el intento de reestablecer las relaciones científicas de Alemania con otros países, realizando coloquios quincenales que ayudaron a reestablecer la reputación internacional de su Instituto107. En 1926 la posición de Haber sobre la ciencia alemana la podemos encontrar en una carta de éste a H. R. Kruyt:

    Sabemos perfectamente que hemos perdido la guerra y que política al igual que económicamente ya no estamos en el consejo de directores del mundo. Pero creemos que científicamente todavía podemos contarnos entre aquellos pueblos que tienen derecho a ser reconocidos entre las naciones principales. (F. Haber a H. R. Kruyt, 7 de julio de 1926).

    El destierro

    Con la llegada de Adolf Hitler al poder (el 30 de enero de 1933) el antisemitismo se oficializa. El 7 de abril se promulgaba la famosa "Ley de restauración de la carrera del funcionario" (…), con la que de hecho se pretendía purgar todas las escalas de funcionarios, profesores universitarios incluidos, por supuesto. El parágrafo número 3 (popularmente conocido como "Arierparagraph") era el que se refería a los no-arios:

    (1) Serán apartados de sus puestos todos los funcionarios que no sean de origen ario. En lo que se refiere a los funcionarios honorarios, serán apartados de todo tipo de funciones oficiales.

    (2) El parágrafo (1) no se aplicará a aquellos funcionarios que lo fuesen el 1 de agosto de 1914, o que luchasen en el frente defendiendo al Imperio Alemán o a sus aliados durante la Guerra, o cuyos padres o hijos cayesen en la Guerra.

    Obviamente, Haber constituía una de las excepciones previstas por la ley del 7 de abril; sin embargo, él no quiso utilizar tal posibilidad y el 20 de abril dirigía la siguiente carta al ministro para la Ciencia, arte y educación:

    Honorable señor:

    Por la presente le solicito respetuosamente mi jubilación, con fecha del 1 de octubre de 1933, de mi puesto en Prusia de director de uno de los Institutos Kaiser Guillermo, así como de mi, secundario, puesto de catedrático en la Universidad de Berlín. De acuerdo con las previsiones de la Ley para Empleados Gubernamentales del 7 de abril de 1933, que se ordenó fuese aplicada a los Institutos de la Sociedad Kaiser Guillermo, tengo derecho a conservar mi puesto a pesar de ser descendiente de abuelos y padres judíos.

    Sin embargo, no deseo aprovecharme de este permiso más allá de lo que sea necesario para abandonar de manera ordenada los deberes científicos y administrativos de mis puestos.

    Mi solicitud es similar en su contenido a la que han dirigido al presidente de la Sociedad Kaiser Guillermo los profesores H. Freundlich y M. Polanyi, miembros científicos y directores de división del Instituto Kaiser Guillermo de Química Física y Electroquímica. Recomendé que se aceptasen estas solicitudes.

    Mi decisión de pedir la jubilación ha surgido del contraste entre la tradición investigadora en la que he vivido hasta ahora y los puntos de vista diferentes que usted, Sr. Ministro, y su Ministerio defienden como protagonistas del actual gran movimiento nacional.

    En mi puesto científico, mi tradición exige que al escoger mis colaboradores tenga en cuenta solamente las cualificaciones profesionales de los solicitantes, independientemente de sus ascendientes raciales. No esperará usted que de un hombre de 65 años el que altere la forma de pensar que le ha guiado durante los últimos 39 años de su vida universitaria, y comprenderá que el orgullo con el que ha servido toda su vida a su patria alemana le dicta ahora esta solicitud de jubilación.

    Respetuosamente

    F. Haber

    Un día después de recibir la carta, el ministro Bernhard Rust tuvo la siguiente reacción en un acto público:

    ¡Estudiantes y profesores alemanes!

    No culpo en absoluto a los caballeros que no son de origen ario por intentar, siguiendo el instinto de su sangre, emplear a aquellos instructores y ayudantes que les son más cercanos por sangre. Pero yo no lo puedo permitir. Y cuando un muy conocido profesor del Instituto Kaiser Guillermo me escribe ayer diciéndome que él no va a someterse en modo alguno a que se le dicte la composición del grupo de investigación que él ha creado, yo debo declarar que no estoy autorizado a no llevar a la práctica leyes que el pueblo alemán se ha dado a sí mismo a través del Gobierno del Reich.

    En el futuro, la generación que surja en las universidades debe ser aria o todo habrá sido inútil. Personalmente simpatizo profundamente con la tragedia de la gente que en lo profundo de sí mismos quieren considerarse miembros de la comunidad de personas alemanas, y que han aportado su trabajo a ella.

    No hay nada más duro para mí que tener que firmar con mi nombre la jubilación de hombres que como individuos a menudo no me han dado motivo para hacer tal cosa. Pero se debe mantener el principio en beneficio del futuro. Cuando hayamos establecido una vez más… entre los dirigentes y los dirigidos en las Universidades alemanas la misma relación que existe en el pueblo alemán entre no arios y arios, entonces, señores, no habrá más guerra racial en Alemania. Entiéndanme correctamente: detendremos la guerra de esa manera, porque habremos reestablecido la relación adecuada.

    Planck, uno de los pocos colegas de Haber preocupado por el apuro que estaba pasando, le escribió en agosto de 1933 diciéndole que no podría imaginarse los sentimientos más íntimos de Haber: «Porque el mero intento suscita una rebelión de mi corazón.

    En este profundo abatimiento, mi único consuelo es que estamos viviendo una época de catástrofe como las que aguardan a cualquier revolución y que debemos soportar gran parte de lo que está sucediendo como un fenómeno de la naturaleza, sin rompernos demasiado la cabeza preguntándonos si las cosas podrían haber sido de otro modo». (…) Planck, como presidente de la Sociedad Káiser Guillermo solicitó una entrevista con Hitler (…). Planck quiso proteger a Haber y a otros judíos "valiosos", pero tuvo que conformarse con esperar que el régimen fuera generoso con la Sociedad Káiser Guillermo en otros ámbitos.

    Mientras tanto, durante esos días aciagos para él, Haber visitó España. En "Cincel, martillo y piedra" de J. M. Sánchez Ron podemos encontrar información al respecto:

    Como preparación del Congreso, del 9 al 20 de agosto de 1933 se celebró una Reunión Internacional de Ciencias Químicas en la Universidad de Verano de Santander, (…). En esta Reunión participaron destacados especialistas españoles y extranjeros; entre los primeros cabe citar a Ángel del Campo, Obdulio Fernández, Antonio Madinaveitia y Moles [Enrique]; y entre los segundos a los premios Nobel de Química Fritz Haber y Richard Willstätter, y a H. Von Euler y George Barger. Es interesante reproducir algunos fragmentos de las memorias de Willstätter (1965) en los que comentaba sus vivencias en Santander. (…):

    Comíamos [desgraciadamente] y nos alojábamos en el que había sido palacio real… Un sendero real descendía a una bahía, con una playa muy pequeña pero convenientemente cercana. El baño era habitualmente exquisito. Una procesión de torpederos patrullaban la entrada de la bahía…

    Algunos de nosotros, como H. Von Euler y G. Barger, dimos series de conferencias que fueron impresas en español. Otros habían sido invitados solamente para discutir el programa de la reunión de Química de Madrid y se limitaron a dar una sola conferencia como compensación por sus gastos de viaje. Fue costoso para el Gobierno, ¡pero mucho más barato que incluso un solo cañón! Las audiencias eran muy pequeñas, ya que ninguno de nosotros sabíamos hablar el español.

    Como resultado de comer alimentos prohibidos en mi dieta sufrí un severo ataque de gota durante mi curso…

    Ésta fue una de las últimas veces que vi a Fritz Haber… La vida de Haber pendía de un delgado hilo. Se tomó su conferencia muy seriamente y trabajó con ella conmigo hasta tarde en la noche, a pesar de que la audiencia no era otra que un pequeño grupo de colegas cuya cortesía les obligaba a ir a una pequeña y calurosa sala de conferencias, ya que la mayoría de ellos no hablaban alemán.

    Uno de los pocos oyentes que hablaba alemán solía ponerse a dormir siempre que no le tocaba hablar a él. Mi pobre amigo tomó medicamentos antes de la hora a la que le tocaba dar la conferencia, pero incluso así no pudo librarse de uno de sus espasmos al corazón; se derrumbó, tomó la nitroglicerina que tenía siempre preparada y, jadeando y temblando, terminó como pudo su conferencia.

    La solicitud de Haber (su dimisión) le fue concedida en octubre114. Tras abandonar sus puestos en Alemania, Fritz Haber se trasladó a Inglaterra, invitado por la Universidad de Cambridge. Aparentemente, ni el ambiente ni el clima ayudaron a levantar su estado anímico y energías. Se fue a Suiza para estar más cerca de Alemania y allí se murió algunos meses más tarde completamente desesperado. Fritz Haber murió el 29 de enero de 1934, a la edad de 65 años, cuando se dirigía a Basilea en busca de reposo.

    Haber vivió para la ciencia, por su propia causa y por la influencia que tiene en moldear la vida, la cultura y la civilización humana. Poseyó un conocimiento asombroso de la política, historia, economía, ciencia e industria y pudo haber tenido éxito en cualquiera de estos campos. Dio la bienvenida a sus responsabilidades administrativas además de realizar sus trabajos de investigación.

    Siempre accesible y cortesano, estaba interesado en todo tipo de problemas. Una característica valiosa en los coloquios que llevó a cabo en su Instituto era su capacidad de clarificar, en algunas oraciones, las oscuridades de una discusión científica. Su talento organizador le hizo director modelo de una gran institución, en la cual permitió completa libertad para sus colaboradores subordinados manteniendo, sin embargo, un control notable sobre las actividades del Instituto en su totalidad. Hombre de personalidad poderosa, dejó una duradera impresión en las mentes de todos sus asociados.

    Aparte del premio Nobel, Haber recibió muchos honores durante su vida. Por instigación de Max von Laue, el Instituto de Física y Electroquímica de Berlín-Dahlem fue renombrado como el Instituto Fritz Haber después de su muerte.

    Además, sobre las acciones de Max von Laue después de la muerte de Haber tenemos más información en el texto de Fritz Stern:

    A instancias de Max von Laue, decidió organizar un acto en memoria de Fritz Haber un año después de su muerte en el exilio, en enero de 1934. El gobierno y el Partido Nazi quisieron impedir una ceremonia pública de tales características y, en todo caso, prohibieron la asistencia a los funcionarios. (…) A pesar de todo, (…) el acto se celebró con gran solemnidad en la Casa Harnack. La sala estaba llena y asistieron muchas mujeres representando a sus maridos, que tenían prohibido acudir o sentían miedo. Otto Hahn pronunció el discurso principal y también leyó un texto del químico Karl Friedrich Bonhoeffer, el leal alumno de Haber que, en tanto funcionario académico, tenía prohibida la participación.

    Al final de la conmovedora ceremonia, Planck declaró: «Haber mantuvo su lealtad hacia nosotros; nosotros debemos mantener nuestra lealtad hacia él» (18 de enero de 1934).

    Bibliografía

    Aparecen aquí todos los textos manejados, aunque algunos de ellos no están en las referencias. Esto se debe a que en el momento de consultarlos su aportación no fue novedosa respecto de lo ya conseguido y, en cualquier caso, confirmaron los datos obtenidos.

    Andrés, D. M., Antón, J. L., Barrio, J., de la Cruz, M. C., González, F. (1997). Química. 2º Bachillerato. Madrid: Editex.

    Asimov, I. (1987). Enciclopedia biográfica de ciencia y tecnología (Vol 3). Madrid: Alianza Editorial.

    Asimov, I. (1988). Breve Historia de la Química (9ª reimpresión). Madrid: Alianza Editorial.

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    Brook, W. H. (1998). Historia de la Química. Madrid: Alianza Editorial.

    Clarke, J. S. (1985). Química. Madrid: Ediciones Pirámide S.A.

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    Espasa Calpe (Ed.). (1932). Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana (Apéndice, Vol V). Madrid: Espasa Calpe S.A.

    Haber, F. (1920). The Synthesis of Ammonia from Its Elements. Extraído de Nobel Lectures, Chemistry 1901-1921, Elsevier Publishing Company, Amsterdam, 1966, tal como se recoge en el Official Web Site of The Nobel Foundation:

    http://nobelprize.org/chemistry/laureates/1918/haber-lecture.html

    Highfield, R. y Carter, P. (1996). Las vidas privadas de Einstein. Madrid: Espasa Calpe.

    McCoy, S. y Phillps, J. Fritz Haber: Chemist and Patriot. Extraído el 14 Noviembre, 2004 del sitio Web 1992 Woodrow Wilson Sumer Institute:

    http://www.woodrow.org/teachers/chemistry/institutes/1992/Haber.html

    Miall. (1989). Diccionario de Química. Madrid: Alhambra.

    Microsoft Corporation. (1993-1998). Enciclopedia Microsoft® Encarta® 99.

    Nobel e-Museum. (2002). Fritz Haber – Biography. Extraído el 22 Septiembre, 2002 del Official Web Site of The Nobel Foundation:

    http://www.nobel.se/chemistry/laureates/1918/haber-bio.html

    Quílez, J., Lorente, S., Sendra, F., Chorro, F. y Enciso, E. (1998). Química. 2º Bachillerato. Valencia: ECIR.

    Perutz, Max F. El gabinete del doctor Fritz Haber. Mundo Científico. Junio, 1997. Barcelona. RBA Revistas.

    Sánchez Ron, J. M. (1992). El poder de la ciencia. Madrid: Alianza Editorial.

    Sánchez Ron, J. M. (1999). Cincel, martillo y piedra. Historia de la ciencia en España (siglos XIX y XX). Madrid: Taurus.

    Speziali, P. (ed.). (1994). Albert Einstein Correspondencia con Michele Besso. Barcelona: Tusquets Editores.

    Stern, F. (2003). El mundo alemán de Einstein. La promesa de una cultura. Barcelona: Paidós.

     

    Felipe Moreno Romero

    http://es.geocities.com/apuntes_ensayos/index.htm

    Puede encontrar una versión de este artículo con fotografías en

    http://es.geocities.com/apuntes_ensayos/Haber/inicio.htm

    OCTUBRE, 2005