Aragua de Maturin, Venezuela (II Parte). Historia (página 4)
Enviado por Jesús Israel Acevedo Torrealba
¿Cómo es que puede ser conspirador el que más ha contribuido a sostener al Jefe que hoy por fortuna nuestra nos rige? ¿Cómo será insubordinado un general que ha sido el modelo de la obediencia y del respeto al gobierno? ¿Quién fue sino mi defendido el que en la ausencia de la autoridad suprema se rehusó vigorosamente y despreció con una dignidad heroica las sugestiones y las lisonjeras promesas que le brindaba el general Mariño? ¿Cuándo estaba más convidado que entonces a dividir con otro el poder, y dominar a su antojo en Venezuela? ¿A quién de entre nosotros son desconocidos los incentivos con que se le halagaba? ¿Quién ignora el heroísmo incomparable, el ejemplo sublime de constancia y la invencible firmeza con que desde entonces se decidió contra Mariño? Sus victorias, las circunstancias y los acontecimientos del Jefe Supremo, todo le favorecía, y aun parece que lo colocaba en un gran teatro donde pudiese desplegar a su arbitrio los crímenes de que se le acusan, dando al mundo todo un ejemplo de ellos, cohonestado con el favor de la fortuna.
Hay hechos incontestables que están en favor del general Manuel Piar y tan positivos que ninguno los podrá dudar. Las mismas gacetas de los españoles en Caracas son documentos irrefragables que tiene él en su abono. Allí se ven consignados los actos más irrevocables de subordinación, de fidelidad y de adhesión al Jefe del Estado. Allí se ven estampadas las órdenes más terminantes que hizo circular a todos los que mandaban divisiones para que no obedecieran a Mariño como un general disidente, que desconocía la más legítima autoridad de Venezuela. Allí se ve el fuego y la vehemencia con que el general Piar se entusiasma e inflama en favor del Supremo Jefe; y allí se ven los ejemplos más admirables de consecuencia, respeto y amor al gobierno que tenemos. Sus contestaciones con el general Arismendi comprueban también esta verdad; y su correspondencia con los generales Zaraza, Freites y Rojas, solamente, es suficiente para exculparlo de cualquiera falta.
Si consideramos su conducta en la más atrevida de las empresas militares de la Costa Firme -la de la salvación de esta provincia-, creo que ningún mortal podrá tildarle en lo mínimo, y que ni aun sonando le ha faltado a la autoridad. Un solo sentimiento era el que constantemente le agitaba-la ausencia del Jefe Supremo y la incertidumbre de su suerte-. Ni se pasó un solo día sin que se hiciese recuerdos sensibles, y sin que con las lágrimas por una parte, y el furor por la otra, no se exaltase contra los que creía autores de su adversidad.
Un solo voto -decía frecuentemente-, un solo voto no más debe haber en Venezuela. Bolívar, Bolívar es la salvación de este país, y yo no me tranquilizaré hasta no verle y hasta no acabar de exterminar el último de sus enemigos. A él sólo obedeceré, y me sacrificaré donde me mande con la última obediencia y voluntad. Mientras me quede un soldado, con él sólo haré la guerra al mundo entero por sostener su autoridad». Apelo para testificar esta verdad a algunos miembros de los que componen este respetable Consejo y a los mismos coroneles que declaran contra él, Hernández, Sánchez y Olivares.
Recordaré yo a estos señores la Junta de Guerra celebrada en el Pueblito, y querría me contestasen si jamás han presenciado una escena en que la fidelidad, la subordinación, el decoro y el afecto al gobierno se hayan mostrado más patentemente, que lo que hizo en aquel día el general Piar. Así es que vuelvo a repetir a vuestra excelencia que más fácil me es el concebir la disolución de la República, que persuadirme de los crímenes que se acusan al general. Sólo me extiendo a creer que la vehemencia de sus pasiones, la impetuosidad de su carácter, la indiscreción de algunos individuos, el sentimiento de creerse ofendido y despreciado, el mismo amor y una especie de celo porque creía que el Supremo Jefe no lo distinguía según quería y merecía; he aquí lo que le habrá hecho expresarse de un modo que ni se acuerda, ni sabe lo que ha dicho. En una fibra tan irritable como la suya, y en un hombre que desgraciadamente se transporta y enfurece hasta el término de perder el juicio, no es de admirar nada de esto. Deploremos su carácter, culpemos más bien a la naturaleza, y no a la inteligencia del infeliz general Piar.
¿Puede ser conspirador el que deja el mando de la primera y más brillante división que nunca ha tenido Venezuela, para retirarse a la triste población de Upata? ¿Pensaría en la destrucción del gobierno el que dejó las fuerzas de las manos, prefiriendo su tranquilidad y la vida privada? ¿Por qué se separó de aquéllos que estaban habituados a obedecerle ciegamente, y que le adoraban y temían? Tan difícil e incomprensible es esto como si se quisiese hacer creer que el que premedita un asesinato comienza por desprenderse de sus armas; o que el que quiere ganarse la voz popular se esconde en el último rincón de la tierra.
Si los hombres se considerasen siempre en las mismas circunstancias que un acusado, ¡de qué distinta manera se representarían sus delitos! La conciencia de su inocencia no la puede tener sino el que padece, y los que juzgan u oyen siempre abultan o se preocupan. Los falsos rumores todo lo exageran, y muchas veces acontece que a un inocente se empeña el mundo injusto en hacerlo criminal. Hay mucho de esto en la causa de mi defendido. Si con serenidad y sangre fría investigamos el origen del delito, no encontraremos sino resentimientos de amistad, expresiones de ninguna importancia vertidas con enardecimiento e indiscreción, quejas privadas con sus amigos para desahogar su interior, raptos, en fin , de aquello que todos sabemos padece el general Piar. Calumniado atrozmente por sus perseguidores, hasta el extremo de asegurar que había robado ochenta mil pesos, en alto grado adolorido, ulcerado su corazón de una manera inexplicable, y cansado de recibir avisos de que se intentaba matarlo, este jefe, hoy tan desdichado, todo se desconcertó, habló sin saber lo que decía como un frenético o loco, cargó de imprecaciones a sus enemigos, vomitó quejas terribles, y gritó furiosamente contra los que sospechaba le querían perder; pero sin depravada intención y sin proyectos tan criminales como los que se le atribuyen.
¿Dónde están esos planes de conspiración? ¿Dónde el número de los conspiradores? ¿Dónde las proclamas para excitar al tumulto y a la sedición? ¿Dónde los ejecutores de esta enorme empresa? ¿Dónde los soldados a quienes habló para la comisión del atentado? ¿Dónde, por último, los preparativos para una tan colosal y desatinada maquinación? Regístrense como se han registrado ya sus cofres y todo su archivo. Ni el más pequeño papel se encontrará que condene al general Piar, ni que siquiera dé indicios de los delitos que se le atribuyen. No se verán, por el contrario, sino las instrucciones y positivas órdenes que dejó al general Freites, al partir a la reconquista de esta provincia, para que no obedeciese a otra autoridad que la suprema, depositada en el general Simón Bolívar. No se hallarán sino proclamas y documentos auténticos y sin ceros que no respiran más que orden, subordinación y respeto al gobierno.
Recuerden los generales de la República el discurso que el intrépido Piar hizo en la Junta de aquéllos, convocada por su excelencia el Supremo Jefe frente a esta plaza; en la que a pesar de no ser de sentir que ésta fue se atacada, por las infructuosas tentativas que se habían hecho, hizo una pública declaración al primer Jefe, asegurándole de su obediencia y prometiéndole sagradamente, que nada temiese de su ejército, donde ninguno osaría vacilar, ni contradecir. ¿En qué mejor ocasión pudo ser sedicioso, conspirador e insubordinado, que cuando Barcelona estaba tomada por los enemigos, y los generales en choque, el ejercito casi disuelto por la escandalosa conducta de Mariño, y él más victorioso que nunca por la gran batalla de San Félix? Mas sus procedimientos en aquellas circunstancias son inimitables y le harán eternamente un honor que no se le podrá robar. El fue el paño de lágrimas y el constante consuelo de los miserables que pasaron el Orinoco.
Declare el teniente coronel Olivares cuál fue el objeto de su misión a Barcelona; tribute los homenajes debidos a la verdad y no prive a la inocencia de una manifestación que le puede favorecer. Fue enviado para poner el ejército a las órdenes del Supremo Jefe, asegurándole de la más acrisolada obediencia y del último respeto a su persona. Nadie ha estado más satisfecho de los buenos procederes de Piar que el mismo general Bolívar. ¡Cuántas veces en conversaciones públicas y privadas le hemos visto confirmar esta verdad; cuán honoríficos para aquel y tiernos recíprocamente no son los oficios de su correspondencia, y cuántas ocasiones hemos visto al Primer Magistrado de la República entusiasmarse con ternura al contemplar la fidelidad y las proezas de Piar!
Pero, señores, donde la maledicencia parece que más se ha complacido en difamar a nuestro triste acusado, es en el documento número 6, en el que el coronel Sánchez dice al Supremo Jefe que el general Piar había hablado a todos los comandantes de caballería y a muchos oficiales subalternos, que no dejaron de ser sensibles a sus insinuaciones. Ni es cierto que este jefe haya hablado a todos los comandantes ni ninguna declaración lo justifica; ni al señor Sánchez le consta; ni menos puede comprobarlo. ¿Y cómo es que también envuelve en su fiera y maliciosa acusación a los inocentes jefes y oficiales de la caballería, representándolos como sensibles al crimen y a las sugestiones de Piar? ¿Cómo es que en el primer documento se atreve a llamar serpiente y monstruo de la República al que más ha contribuido a regenerarla, al libertador del oriente, al héroe de Maturín, al afortunado en los Corocillos, al espanto de los españoles en Cumanacoa, al que con su nombre y su audacia sola fue triunfador en el Juncal, al que pulverizó en San Félix las huestes arrogantes de Morillo y al que nunca ha sido vencido entre los generales de Venezuela? Tan sabida es la enemistad inconciliable que Sánchez profesa al que defiendo, como que el acontecimiento del pueblito de la Pastora es a todos conocido. Sánchez, desde allí, juró ser el perseguidor de Piar; y parece que los acontecimientos, la revolución, su saña y su sagacidad le han procurado el triunfo en esta lid. El coronel Francisco Sánchez emprendió allí el repase de nuestro ejército a Barcelona: y sin la firme resolución del general Piar y de otros jefes justos y constantes no poseeríamos tranquilamente hoy a Guayana. Sánchez fue despedido, como es notorio, del ejército del general Piar, y desde entonces le juró venganza. El que conoce la ninguna elocuencia ni facilidad que éste posee, al ver la carta de aquél no puede menos que espantarse, porque es tan impropia la arenga de Piar, como exagerada es la acusación de Sánchez.
Son también sus enemigos el coronel Pedro Hernández y el teniente coronel Olivares: el primero, porque en la acción de San Félix fue fuerte y públicamente reprendido por él, declarándose aquél desde entonces en su contra; y el segundo, por el suceso de Upata con el subteniente Arias, en el que Piar le echó toda la culpa a Olivares, y éste acabó por no ser más su amigo.
O el general Manuel Piar es el más loco de los hombres, o él no ha intentado tal conspiración. O él perdió el juicio en aquellos días, o no hizo más que prorrumpir indiscretamente contra los que se imaginaba le querían sacrificar. Nada apoya más esta razón que la pretendida indignación contra los mantuanos, que es el fundamento y origen de toda esta causa. Esta es una clase de hombres que desde el 19 de abril se extinguió junto con la tiranía, y a nadie todavía en Venezuela le ha ocurrido un pretexto semejante para revolucionar. El menos que ninguno otro, podía apelar a un tan diabólico y detestable medio; él, cuyos principios han sido siempre opuestos al desorden y a la anarquía, y que constantemente ha dado pruebas irrefragables de ello.
Si mi defendido encerraba en su seno unos planes tan alevosos y homicidas, ¿por qué se desprendió de su valiente escuadrón todo compuesto de hombres que le idolatraban tanto, y todo de gente de color? ¿Por qué no se opuso a entregarlo? ¿Por qué no los invitó a esta horrorosa ejecución, ni les dijo lo que a los testigos que tiene en contra? ¿Por qué no se fue a tomar el mando de su división? ¿Por qué no les escribió a sus oficiales amigos? ¿Por qué no convidó al proyecto a sus predilectos generales Anzoátegui y Torres? ¿Como no declaró sus ideas a su confidente, a su amigo y a su querido secretario Briceño? ¿Cómo no comprometió, ni se valió de su edecán el guapo comandante Mina? ¿Es tan necio mi cliente que para una empresa superior a la de Catilinas, Desalines y Robespierres ocurriese a la sencillez y bondad del coronel Hernández, al ningún genio revolucionario del teniente coronel Olivares, y al más diestro, y al más oculto, y al más terrible de sus enemigos, al coronel Francisco Sánchez? Esta no es, no ha sido, ni puede ser jamás la conducta de un conspirador; puede ser sí la de un furioso resentido, con quien es preciso que haya indulgencia, y a quien se debe reputar por loco cuando se transporta e irrita.
¿Y qué diremos al ver a este mismo jefe llegar a la ciudad de Maturín, y en la sala del general Rojas decir: Todas las clases diversas del Estado deben ligarse estrechamente, y no formar más que una gran familia que haga la guerra a los españoles; olvídense resentimientos pueriles y seamos todos hermanos, todos libres, todos republicanos? ¿Qué me contestarán sus adversarios cuando les diga que el primer paso que dio Piar al hacerse cargo del mando del ejército del general Mariño, fue establecer una Comisión militar; contener los excesos de la tropa, castigar los crímenes de los delincuentes, cortar todo abuso, aterrar a los sediciosos y hacer juzgar y castigar al capitán León Prado, el más implacable de los enemigos del Jefe Supremo, que es pardo; que tenía estas dos recomendaciones y de quien tanto se podía valer para obtener sus fines? Si en tan corto tiempo logró mi defendido formar una brillante y brava división compuesta de más de quinientos hombres de ciento y pico que sólo le dejó Mariño, ¿por qué no marchó sobre Maturín? ¿Por qué no proclamó sobre este apoyo los principios de conspiración?; y ¿por qué no siguió al instante sobre esta provincia donde dicen que tenía o contaba con algún partido? Lo vemos, por el contrario, no contraerse sino a Cumaná, e ignoramos que allí haya declamado o conspirado contra la autoridad.
El acto de acogerse al general Mariño, de quien siempre ha sido enemigo, prueba bien claramente que su espíritu no estaba todavía muy tranquilo, ni su juicio muy en su lugar, para refugiarse en casa del que más le ha odiado siempre. Piar sencillamente declara que su objeto era irse a las colonias a gozar de alguna tranquilidad; lo que es bastante verosímil porque este era su antiguo deseo, y por esto fue que exigió el permiso temporal que se le acordó. Tan moderada y diversa ha sido su conducta posterior en la provincia de Cumaná, como que el mismo general Rojas, que antes había negado los auxilios que le pidió el general Mariño como un jefe que desconocía la suprema autoridad, le envió a Piar voluntariamente pertrechos para el ejército que estaba mandando; y ¿cómo se los habría remitido si su conducta no hubiese sido opuesta a lo que se quiere asegurar contra él? Si el general Piar hubiese desconocido al Supremo Jefe; si hubiese predicado el asesinato; convidado a la anarquía y autorizado la rebelión, ¿es creíble que el general Rojas le hubiese mandado pólvora para hacer la guerra a sus hermanos e incendiar a Venezuela?
Yo voy a persuadir a vuestra excelencia, señor presidente, y a ustedes, señores vocales, de que hay mucho estudio y demasiada animosidad en algunas declaraciones dadas contra el general acusado. Obsérvese atentamente la deposición del teniente coronel Olivares, y se verá cómo no contento con atacar tan duramente a Piar, adelanta el que le aseguró que contaba con todas las tropas; y que si quería convencerse más de cuanto le decía, escribiría al general Anzoátegui, y por su contestación vería si tenía fundamento para hablar con esta seguridad. ¿Puede caber esta idea en el más desconcertado cerebro? Escribir al general Anzoátegui sobre semejante materia; contar con él para un tal proyecto; empeñar en igual conspiración a un jefe tan enemigo del desorden y de la insurrección; comunicar este plan y contar para realizarlo con uno de los que por la naturaleza misma de la empresa debía ser comprendido en la proscripción. Al general de la Guardia de Honor del Gobierno, y al que por todos motivos debía estar más en contradicción con el asesinato de los blancos, y a uno de los jefes de más confianza de la autoridad, ¿podría dirigirse Piar como instrumento de este horror? Esto no se puede creer ni aun en delirio, y es más ridículo que cierto. No menos lo es el cargo de que contaba con todas las tropas. Y si estaba seguro de esto, si se hallaba cierto de que se sacrificarían por sus designios; si podía emprender cualquier trama satisfecho en su influjo y su autoridad, ¿cómo ha sido tan ignorante y sencillo para venirse solo y desprevenido al Juncal, y no fue al Cuartel General a disponer de las fuerzas y verificar sus intentos? ¿Por qué, si estaba seguro de que el general Anzoátegui y los cuerpos obedecerían sus mandatos, se separa de las misiones, se desprende de su valiente escuadrón y se viene solo a hablar para la conspiración a algunos de sus enemigos? En todo esto debe haber un gran misterio que yo no puedo penetrar.
¿Quién dudará que la falta del árbol genealógico que se dice haber sido encontrado en sus papeles, y en el que se le hace descender de los príncipes de Portugal, es una invención forjada por sus enemigos? ¿Todo esto no prueba suficientemente que tiene muchos, secretos y poderosos? Sería ensordecerse a los clamores de la justicia no conocer lo que digo.
Yo creo que es tiempo, excelentísimo señor, de que yo termine mi defensa. Quisiera extenderme más en favor del acusado, pero me parece haber dicho cuanto puedo; que la sabiduría y prudencia de los dignos miembros de este tan augusto Consejo conocerán mejor que el defensor las razones que éste no haya podido alegar, y que más amparen al defendido. Él y yo nos tranquilizamos al ver que va a ser juzgado por un tribunal de jefes rectos que no serán insensibles a sus grandes y continuados servicios, a su mérito, a sus padecimientos y a los laureles que ha recogido en tantos gloriosos campos, cuya ilustre memoria no se pueden recordar sin interesar la compasión. Contemple vuestra excelencia y ustedes, señores ministros del Consejo, que este es el mismo general Piar que tantas veces ha dado la vida a la República, que ha roto las cadenas de tantos venezolanos y que ha libertado provincias; que su espada es más temible a los españoles que lo que les es la de Napoleón; y que a su presencia han temblado todos los tiranos de Venezuela; que sus trabajos y persecuciones serán un triunfo para nuestros verdugos, y los complacerán más que diez batallas; que la República parece que debe ser generosa con uno de sus más ínclitos hijos, pues la clemencia bien aplicada es el mayor bien del universo; que se considere su decaída salud, su delicada naturaleza, sus sufrimientos, su edad, el oprobio que ha padecido, su conocido arrepentimiento y las aflicciones que ahogan su alma; que se le dispense a su calor; que no se sea tan fiero con un libertador de Venezuela, y que se recuerde que se creyó dañado y se desahogó con sus quejas, pero sin la intención de hacer mal.
Cuartel General de Angostura, 15 de octubre de 1817.
Excelentísimo señor.
F. Galindo
También es necesario decir que tras el fusilamiento de Piar, hubo dolor, llanto y deserción; que para evitar una debacle en lo militar Bolívar comenzó a premiar a los militares, especialmente a quienes le habían ayudado con su propósito de destruir a Piar.
En la proclama posterior a la muerte de Piar, por parte de Bolívar no disminuyó un ápice del odio que había motivado el sacrificio del héroe de San Félix: Una mancha imborrable en la historia de Venezuela:
SIMÓN BOLÍVAR,
Jefe Supremo de la República de Venezuela, etc.
A los soldados del Ejército Libertador
Soldados: Ayer ha sido un día de dolor para mi corazón.
El general Piar fue ejecutado por sus crímenes de lesapatria, conspiración y deserción.
Un tribunal justo y legal ha pronunciado la sentencia contra aquel desgraciado ciudadano, que embriagado con los favores de la fortuna y por saciar su ambición, pretendió sepultar su patria entre sus ruinas.
El general Piar, a la verdad, había hecho servicios importantes a la República, y aunque el curso de su conducta había sido siempre la de un faccioso, sus servicios fueron pródigamente recompensados por el Gobierno de Venezuela.
Nada quedaba que desear a un jefe, que había obtenido los grados más eminentes de la milicia.
La segunda autoridad de la República, que se hallaba vacante de hecho, por la disidencia del general Mariño, iba a serle confiada antes de su rebelión; pero este general que sólo aspiraba al mando supremo, formó el designio más atroz que puede concebir un alma perversa.
No sólo la guerra civil sino la anarquía y el sacrificio más inhumano de sus propios compañeros y hermanos, se había propuesto Piar.
¡Soldados! Vosotros lo sabéis: la igualdad, la libertad y la independencia son nuestra divisa.
¿La humanidad no ha recobrado sus derechos por nuestras leyes?
¿Nuestras armas no han roto las cadenas de los esclavos? ¿La odiosa diferencia de clases y colores, no ha sido abolida para siempre? ¿Los bienes nacionales, no se han mandado repartir entre vosotros? ¿La fortuna, el saber y la gloria no os esperan? ¿Vuestros méritos, no son remunerados con profusión o por lo menos con justicia? ¿Qué quería, pues, el general Piar para vosotros? ¿No sois iguales, libres, independientes, felices y honrados? ¿Podía Piar procuraros mayores bienes? ¡No, no, no! El sepulcro de la República lo abría Piar con sus propias manos, para enterrar en él la vida los bienes y los honores de la inocencia, del bienestar y de la gloria de los bravos defensores de la libertad de Venezuela; de sus hijos, esposas y padres.
El cielo ha visto con horror a este cruel parricida; el cielo lo entregó a la vindicta de las leyes, y el cielo ha permitido que un hombre que ofendiera a la Divinidad y al linaje humano no profanase más tiempo la tierra que no debió sufrirlo un momento después de su nefando crimen.
¡Soldados! El cielo vela por vuestra salud; y el gobierno que es vuestro padre sólo se desvela por vosotros. Vuestro Jefe, que es vuestro compañero de armas y que siempre a vuestra cabeza ha participado siempre de vuestros peligros y de vuestras miserias como también de vuestros triunfos, confía en vosotros.
Confiad, pues, en él seguros de que os ama más que si fuera vuestro padre o vuestro hijo.
Cuartel General de Angostura 17 de octubre de 1817.-7°
Simón Bolívar
Ninguna palabra podrá borrar los amargos hechos de la realidad. No podrán ser borrados de la historia, los repartos hechos para recompensar a los que contribuyeron a la muerte de Piar; tampoco puede ser borrado el ascenso de Manuel Cedeño a general de división, y las dádivas que se le hicieron a costas de la República: 100 yeguas, las mejores tierras de Upata, las sabanas de El Palmar, y ganado vacuno por valor hasta de 20.000 pesos. También A Pedro Hernández, otro de los testigos falsos, que llevaron a Piar al patíbulo, le fueron otorgados: 10.000 pesos, más el hato del Camoruco, por disposición del propio Libertador: y por último al Almirante Curazoleño Brión, por sus servicios como Presidente del Tribunal que sentenció a Piar, se le franquearon: 650 mulas [73]
Además, comprendiendo que entonces Bolívar, que había desagrado en las filas patriotas tras la muerte de Piar, y decretó una repartición de bienes de la república, de manera que para recompensar a los militares,y asigna a cada General en Jefe: 25.000.(pesos); a los de división: 20.000. A los de Brigada: 15.000. A los Coroneles: 10.000. A los Tenientes Coroneles: 9.000: a los Mayores: 8.000. A los Capitanes: 6.000. Tenientes: 4.000. Subteniente: 3.000 al Sargento de Primera y de Segunda: 1.000. Al Cabo Primero, y Segundo: 700 y al Soldado: 500.- Y que además todos aquellos que en una u otra forma, habían participado en la captura y destrucción, y ejecución de Piar, comenzaran a gozar de distinciones, ascensos y de grandes recompensas pecuniarias.
Sabido es que Mariño se enfrentó a Bolívar por la ejecución de Piar; que Bolívar con Bermúdez intentó hacer lo mismo con Mariño, pero este descubrió los planes y actuó en consecuencia.
La muerte de Piar fue llorada en todo el Oriente, incluido el pueblo de su última residencia: Aragua de Maturín. Los patriotas aragüeños estuvieron muy golpeados por aquella muerte revestida de intrigas; más aún cuando empezó a sentirse que el proceso de persecución incluía al mismísimo general Santiago Mariño, por las diferencias o desacuerdos que también éste había mostrado alguna vez en contra de la voluntad del Jefe Supremo.
En efecto, es sabido que dentro de los planes de Bolívar estaba contener también a Mariño, y así se lo había hecho saber a Manuel Cedeño, quien tras mandar a Juan Francisco Sánchez con Piar engañado hacia Angostura, aquel fatídico 27 de septiembre de 1817, se dirigió a los territorios donde operaba el héroe de Oriente. L mismo día que Manuel Piar fue detenido a Angostura, o sea, el día 4 de Octubre de 1.817, Simón Bolívar remitió una carta al general Bermúdez, ordenándole que fuera a Cumaná; para que en conformidad con el gobernador de aquella provincia, el General Montes, convenciera a Santiago Mariño, para que se trasladara a Angostura.
Bermúdez con 600 hombres cruza el Orinoco y se dirige a los llanos de la provincia de Maturín, rumbo a Cumaná. Para esos días Mariño estaba en Margarita, de donde salió hacia San Francisco (de Maturín) donde se entrevistó con Bermúdez, cuyas intimidaciones resistió de manera muy certera, sin caer en provocaciones y violencias. Mariño logró hacer razonar a Bermúdez, a quien de hecho le quitó algunos oficiales cuando llegaron a Cumanacoa. Bermúdez se dio cuenta que algunos seguidores de Mariño eran más insubordinados con respecto a Bolívar que su mismo comandante, pues les escuchó amargas expresiones sobre el Libertador, resentidos por la ejecución injusta del general Piar. Este resquemor aumentó cuando se enteraron cuál era el objetivo de Bermúdez con respecto a su Jefe Mariño, es decir, la pretensión de llevárselo a Angostura como a Piar.
La reacción de la propia tropa que llevaba Bermúdez fue digna de preocupación, pues unos 450 desertaron de ella y se quedaron con el general Domingo Montes, por lo que Bermúdez muy contrariado regresó con 150 a Angostura. El amor de la tropa rasa por Piar no se había extinguido con su muerte. La cosa no fue solo una reacción de la tropa rasa, más bien los oficiales de Montes tuvieron su parte en este asunto, pues una vez que se informaron por su comandante que Bermúdez pretendía hacerse cargo de aquella tropa cumanesa, deliberaron y rechazaron la comandancia del emisario de Bolívar. Montes había sido informado de aquella disposición de Bolívar por el propio general Rojas, gobernador de Maturín.
Hasta aquellos días, Mariño se mantenía en Margarita, luego cruzó hacia Cariaco, tomó esta ciudad, pasó a Cumanacoa y fue allí donde fue reconocido por la tropa que había desertado de las filas de Bermúdez y donde se originó el enojo de éste al quedarse con solo 150 soldados. Aquella debilidad fue aprovechada por los realistas quienes a dos leguas de Cumaná atacaron a Bermúdez, lo derrotan y le arrebatan toda la artillería, fusiles y equipajes.
La muerte injusta de Piar había desatado el rechazo a la autoridad de Bolívar, es decir, no logró los resultados esperados por éste; incluso, Arismendi hizo todo cuanto pudo para evitar que Mariño corriera la misma suerte de Piar, al darse cuenta de que la orden de Bolívar de que Bermúdez se apoderara de las tropas de Cumaná llevaban la intención de acusar a Mariño de insubordinación y sedición.
Una situación semejante ocurría en los llanos del sur, bajo el comando de Páez y otros llaneros; el rechazo a las pretensiones dictatoriales de Bolívar se hizo evidente al proclamar a José Antonio Páez como su líder indiscutible, rechazando la autoridad del Jefe Supremo, quien se vio así precisado a cambiar las estrategias.
El pueblo de Aragua en todas aquellas contiendas, siguió siendo fiel a la figura de Piar y de Mariño, quien muchas veces lo utilizó como su cuartel general. De hecho no solamente de Mariño, si no de otros jefes patriotas como Bermúdez y Sucre. Los testimonios abundan en este sentido.
Así, por ejemplo, uno de los familiares directos del fundador de Aragua, el entonces coronel Antonio José de Sucre, por los días en que Bolívar ejecutaba a Piar en Angostura, se encontraba en Aragua, desde donde le envió un informe de carácter militar al Jefe Supremo, diciéndole: "Dirijo a V.S. un estado de las fuerzas que obran contra Cumaná". Y enseguida firma el informe: "Dios y la Patria. Antonio José de Sucre. 31 de octubre de 1817".[74]
A la sazón era Sucre era Jefe del Estado Mayor de la División de Cumaná del ejército patriota, por esta circunstancia se movía constantemente entre Cumanacoa y Maturín; lo que le permitió ubicar en Aragua su cuartel General. El primero de mayo de 1818, le escribe a Carlos Soublette, informándole que Bermúdez había llagado a Aragua el 28 de abril y que se iba a San Francisco para colocarse más cerca del pueblo de Cumanacoa. Aquella carta está despachada y firmada por Sucre desde el Cuartel Divisionario en Aragua.[75]
Es justo y necesario señalar que el pueblo fue lugar de paso y de estancia de las tropas durante el transcurso de la guerra de la independencia, de manera que no es de extrañar que muchos jefes patriotas la escogieran por ser lugar estratégico entre Cumaná y Maturín. Así, se lee en varios informes militares de aquellos años:
Por ejemplo, el 19 de julio de 1818, Santiago Mariuño, a la sazón ya reconciliado con el Liberrtador, le escribe a este del siguiente tenor:
Excmo, señor Jefe Supremo. Excmo. señor:
Estoy activando el aumento de estas fuerzas con cuantas diligencias están a mi alcance; a cuyo efecto he transpor-tado mi Cuartel General a Aragua. Ellas exceden ya más de mil hombres, distribuidos en los puntos siguientes: 300 infantes en Cumanacoa, 700 en Aragua, y 90 dragones en Maturín; y estoy persuadido de engrosarlas con 500 hombres más, dentro de quince días, sino me falta la carne. Yo puedo asegurar a V.E. que en varias marchas y contramarchas que he hecho a San Félix. San Carlos (sic). Areo. Caicara, Aragua y Maturín para restablecer la confianza en las tropas, no he tenido cuatro desertores". Y concluye: "Dios guarde a V.E. muchos años. Cuartel General en Maturín, a 19 de Julio de 1818. Santiago Marino. [76]
De la misma manera, el 26 de mayo de 1819, desde Maturín, Sucre vuelve a hacer referencia a Aragua como punto estratégico de paso militar, al señalar en un informe lo siguiente:
Así, para evitar todo, como por la utilidad que redunda, yo he instado ahora a Bermúdez, cuando lo encontré Aragua […] Le hice a Bermúdez escribirle muy dulcemente a Mariño desde Aragua […]. [77]
Esto lo dice Sucre porque por aquellos días el general José Francisco Bermúdez estaba en el cuartel divisionario de Aragua; de hecho, el 24 de aquel mismo mes le había escrito a Bolívar diciéndole:
Yo marcho al amanecer para Cumanacoa […] a V.E. también participaré los resultados […], pero cuente V.E. que me esforzaré hasta el extremo, que comprometeré acaso nuevamente mi reputación. Dios guarde a V.E. muchos años. José Francisco Bermúdez, Cuartel General Divisionario de Aragua, a 24 de mayo de 1819.[78]
Durante aquellos años de idas y venidas de soldados por el pueblo, fueron muchos los venezolanos que decidieron fundar familia en la población, de manera que Aragua fue nutriéndose de sangre patricia, creciendo y sirviendo a la República durante todo el proceso independentista, hasta los años de la separación de la Gran Colombia, cuando continuó siendo cuna de virtuosos ciudadanos, hombre y mujeres de bien.
2. EVOLUCIÓN POLÍTICO-ADMINISTRATIVA DE ARAGUA
La edificación total del pueblo de Aragua, desde 1806, tal duró unos cinco o seis años, pues cuando se levantó el acta fundacional, solamente se indicaron las cuadras y las parcelas de las 108 casas a edificar. Como se ve en el acta fundacional, habría cárcel, iglesia y casa para el cura.
Es lógico que para ese momento se nombrara un corregidor para el manejo administrativo del pueblo y también que se destinara a algún sacerdote.
En el año de 1.810, Aragua, era parte de la provincia de Cumaná, como se sabe, tuvo su representación en la Junta Provincial surgida a partir del 19 de abril.
La presencia de las tropas españolas en su jurisdicción, la convirtieron en cuartel en los años de la guerra de la independencia. Hasta el año 1821, en que se estabilizó la situación politica tras el triunfo de Carabobo, y estuvo adscrita junto con Barcelona, Cumaná, Guayana y Margarita a la provincia del Orinoco.
En los años sucesivos, dependiendo de la organización político-territorial que determinara la constitución, Aragua formaba parte de una u otro estado; tal como se puede observar en la siguiente relación.
Cuando llega el año 1824, la organización territorial coloca a Aragua en la jurisdicción del Departamento Maturín, a su vez adscrito a la Provincia de Cumaná.
En 1832, con la nueva organización polñitico territorial y administrativa, Aragua pasa a ser un cantón de la provincia de Cumaná. En 1.835, pasa a ser cabecera o capital del cantón de Aragua, al cual pertenecían las parroquias de Caripe, Caicara, San Félix de Cantalicio, Guanaguana, Chaguaramal y San Francisco.
La administración del gobierno estaba constituida por un jefe político que designaba el Gobernador de la Provincia, y existían dos alcaldes, subordinados al Jefe Político, que se encargaban de la policía y el orden público.
En 1.856, fue creada la Provincia de Maturín, que estuvo formada por los cantones Aragua, Bermúdez, Montes y Maturín. En 1.857, bajo el gobierno de Judas Tadeo Monagas[79]fue promulgada una Constitución que al año siguiente fue derogada el año siguiente por Julián Castro, este contratiempo legislativo originó inestabilidad en lo político-territorial.
En el año 1865, Aragua retorna a formar parte de la provincia de Cumaná; hasta que una nueva división política promulgada en 1873, crea el Estado soberano de Maturín, formado por cuatro departamentos, entre ellos el de Piar; que pasó a sustituir al antiguo cantón de Aragua
En 1.881 Antonio Guzmán Blanco, decreta una nueva división político-territorial del país, en la cual mantiene a Maturín como Estado Soberano; y reduce el Departamento Piar a cuatro parroquias, a saber, Chaguaramal, Guanaguana, Aragua y Punceres; posteriormente, el Estado de Maturín pasa a formar parte del Gran Estado Bermúdez, cuya Capital era Barcelona.
En 1.890, Maturín nuevamente es Estado Soberano[80]hasta que bajo el gobierno dictatorial del general Juan Vicente Gómez, en 1909 se crea el Estado Monagas, pasando Aragua a formar parte del Distrito Piar, como capital del mismo.
Desde el gobierno de Juan Vicente Gómez, no se hizo ningún cambio en la división político-territorial del país. En 1967, la Constitución del estado Monagas reconoce la existencia de siete distritos, entre ellos el distrito Piar, conformado por los municipios Chaguaramal, Guanaguana y Aragua, siendo Aragua de Maturín la capital.
En el año de 1.989, por nuevas legislaciones nacionales, se realizan elecciones para Concejales, Alcaldes y Gobernadores. También se reorganizan los distritos, convirtiéndolos en municipios. El distrito Piar adquiere dicha condición, y hasta la fecha sigue en la misma, teniendo como sus parroquias, los poblados de La Toscana, Chaguaramal, El Pinto, Taguaya, Aparicio, Guanaguana, con Aragua como la capital municipal.
Aragua como capital del Municipio Autónomo Piar se enorgullece de poder presentar la simbología heráldica y el himno del municipio, gracias a la preocupación de sus autoridades. A continuación, se muestran el himno, la bandera y el escudo, con las explicaciones de sus significados.
Himno del Municipio Piar (Letra y Música de Ricardo González)
En el pleno centro del Oriente
Se levanta un emporio en honor
De los mártires que en Inozúa
Por la Patria legaron su amor.
Territorio de la buena gente
Tierras fértiles que cultivar
Donde Dios puso toda su mente
Lo más grande, El Municipio Piar.IManuel Carlos te dio su apellido
Y su casta de gran General
Estuviste tirado al olvido
Y hoy renace tú gloria triunfal
Son tus hombres guerreros triunfantes
Tus mujeres dignas luchadoras
Pues encarnan a Leonardo Infante
Y la gran "Juana La Avanzadora".IIDesde El Pinto se levanta el agro
Descendiendo va por La Toscana
Extendiéndose hasta Guanaguana
Cual si fuera del cielo un milagro
El Petróleo y la agricultura
Más la fuerza del trabajador
Hacen hoy una ruta segura
Tras las huellas del Libertador.IIIHoy levantas la frente orgullosa
Vives lleno de amor y virtud
Y el futuro se ve esplendoroso
En las manos de tu juventud.
Ni la muerte con veinte Zuazola
Volverán este fuego apagar
¡Viva Aragua la mártir de otrora
¡Dios Bendiga al Municipio Piar!
Bandera del Municipio Piar
La bandera municipal, creada por la Oficina del cronista del Municipio Autónomo Piar, tiene la explicación siguiente:
ARTÍCULO 4: La Bandera del Municipio Piar, creada por la Oficina Municipal de Acervo Histórico y seleccionada mediante consulta ante los entes educativos del municipio y bajo el concurso del ilustre Concejo Municipal, se corresponderá con la siguiente descripción vexilológica: Atributos: Consta de un paño de proporción vexilológica aproximada 2:3; esto es, cuadrado y medio de largo, cuyo adverso queda dividido en tres franjas horizontales de igual tamaño con los colores amarillo en la franja superior, roja en la central y verde en la inferior. Como cargas, llevará una planta de maya con seis estrellas blancas dispuestas de forma semicircular igualmente centradas en la franja roja. Semiología: La franja amarilla: simboliza las riquezas de la localidad y el calor humano de su gente. También recuerda la frase "Amarillo es el color del fruto cuando madura" del poeta Epiménides Mérida Pimón en sus décimas a la maya. La franja roja: simboliza el sacrificio y valor del pueblo de Piar y representa la sangre derramada por los hombres y mujeres que escribieron la historia del Municipio en los dantescos episodios de 1813; igualmente recuerda otra frase del poeta Epiménides Mérida Pimón en sus décimas a la maya. "Su semilla roja oscura incrustada en su interior." La franja verde: simboliza la abundancia, la amistad, la cortesía, la esperanza, la Juventud; representa los recursos naturales y la fertilidad de los campos. Las seis estrellas simbolizan las parroquias que integran el municipio y la planta de maya exalta el gentilicio del pueblo de Aragua y uno de los iconos más relevantes del folklor de nuestro municipio.
Escudo del Municipio Piar
Este escudo, diseñado por Estarli Marcano bajo la supervisión de Félix Armando Leonett, de la Oficina Municipal de Acervo Histórico, de acuerdo a la ordenanza correspondiente, tiene la siguiente explicación:
ARTÍCULO 13: […] Campo de contorno englesado cortado y medio partido con trazo rectos orientado al jefe (hacia arriba), presenta tres cuarteles: El primero o superior del jefe, esmaltado en Oro (amarillo) carga un paisaje natural que muestra la serranía de Cimarronera destacando el Pico e García al fondo y al pie un sembradío o cultivo. El segundo cuartel inferior derecho es de color Gules (rojo) muestra una planta de Maya. El tercer cuartel inferior izquierdo de color Sinope (verde) muestra la iglesia colonial de Guanaguana. Al centro separando el cuartel superior de los dos inferiores trae la inscripción "Piar tierra de héroes y mártires" en letras góticas capitales negras del tipo arial. Como ornamentos exteriores, el campo muestra en la parte superior dos cestas o maras llenas de las frutas producidas en la región y siete estrellas centradas blancas en forma de arco sobresaliendo la estrella central. En el flanco derecho muestra dos plantas de Maíz y el flanco izquierdo dos de Caña. En la parte inferior muestra entrelazada la Bandera del Municipio y más abajo dos machetes entre cruzados. PARÁGRAFO ÚNICO: Podrán omitirse los ornamentos exteriores cuando sea necesario conforme a lo que en efecto establezcan las autoridades municipales competentes. Semiología: El primer cuartel superior, esmaltado en Oro (amarillo) simboliza la autoridad, la constancia y magnanimidad, las riquezas y potenciales del municipio. Muestra también la serranía de la Cimarronera y el Pico e García exaltando ese importante monumento natural. El extenso sembradío al pie de la serranía representa el gran potencial agrícola del municipio. El segundo cuartel inferior derecho (diestro), esmaltado en Gules (rojo) simboliza la audacia, el coraje y el valor, representa la sangre derramada por los hombres y mujeres fundadores de este municipio en sus luchas contra la tiranía y exalta la fidelidad de los mártires que enfrentaron a Zuazola en 1813. La planta de maya, representa el gentilicio de nuestro pueblo y a la vez refiere la majestad de un símbolo cultural que ha enaltecido siempre nuestros valores tradicionales. El tercer cuartel inferior izquierdo (siniestro) esmaltado en Sinope (verde) para simbolizar la abundancia, la amistad, la cortesía, la esperanza, la industria, la Juventud, la laboriosidad como también el verdor y la fertilidad de los campos piareños, muestra la imagen de la histórica iglesia San Miguel Arcángel de la población de Guanaguana la cual representa el más antiguo icono religioso de nuestra entidad y denota la voluntad cristiana del municipio, además de ser uno de los monumentos arquitectónicos más importantes de la región. En los contornes exteriores: La parte superior (blasón) muestra siete estrellas blancas, seis representan las parroquias La Toscana, Chaguaramal, Taguaya, El Pinto, Aparicio y Guanaguana; la estrella central representa a Aragua de Maturín como capital. Las dos cestas o maras con las frutas, simbolizan la prosperidad representando la abundancia y la riqueza agrícola de estas tierras; sugiriendo que la agricultura debe considerarse puntal de desarrollo sustentable del municipio. En el flanco derecho muestra una planta de maíz que simboliza la importancia de este rublo para la seguridad agroalimentaria, enalteciendo su sempiterna presencia en el sustento de cada uno de los hombres y mujeres formadores de nuestros pueblos originarios. En el flanco izquierdo se encuentra una planta de caña que representa la diversidad de rublos que se pueden producir en los campos del municipio y sobre todo en aquellos que circundan los valles del río Aragua. Abajo en la parte inferior del campo se muestra la Bandera del Municipio sobrepuesta entre los tallos del las plantas de maíz y caña simbolizando la intrínseca comunión entre el pueblos y sus recursos naturales. Además se encuentran dos machetes entrecruzados simbolizando las eternas armas utilizadas por el pueblo para defender su dignidad y su libertad representando también las herramientas usadas desde los orígenes para poner a producir esta sagrada tierra, cuna de héroes y de mártires.
Sería interesante una explicación sobre la palabra "englesado" que aparece en esta ordenanza, pues parece no ser fácil de encontrar en los diccionarios, ni el en DRAE ni en los de heráldica.
Quienes en el año 1813 murieron bajo las cuchilladas de Zuazola, Boves y sus secuaces, fueron los mártires aragüeños que habían servido de población fundacional apenas siete años antes. No pudieron ser héroes, pero fueron mártires, y sus muertes motivaron la aparición de muchos héroes que dieron lustre a la población y al país.
Hacer una reseña de todos los que dan lustre por sus acciones a este pueblo haría interminable este opúsculo. Sin embargo, recogeremos a continuación algunas pequeñas biografías de personas dignas de ser recordadas por haber contribuido a las causas más nobles de la libertad, la igualdad, la fraternidad y la convivencia entre los hombres, así como a la edificación moral del pueblo de Aragua.
General Manuel Carlos Piar
El General Manuel Carlos Piar es el primer patriota que podemos considerar aragüeño, aunque no nació en Aragua. Sentimentalmente es nuestro héroe más importante, pues fue vecino del pueblo y estuvo ligado a él en labores de agricultura; sus manos, por así decir, llegaron a acariciar su tierra, caminó sus calles, habló con sus vecinos, apadrinó niños, en el pueblo durmió y vivió hasta aquel 27 de septiembre de 1817, que tanto dolor ha dejado en Aragua, hasta el día de hoy.
Manuel Carlos Piar, según dice la historia "oficial", nació en Curazao, hijo de la mulata María Isabel Gómez y del comerciante canario Fernando Piar Lottyn. Más, según las más verídicas investigaciones, Manuel Carlos Piar nació en Caracas, un día del año 1782, en el Convento de las Monjas Concepciones, en el lugar en que hoy se encuentra el Palacio Legislativo, donde sesiona la Asamblea Nacional, siendo su madre Soledad Belén Concepción Xérez de Aristeguieta y Blanco Herrera, casada más tarde con el Coronel de origen vasco, Joaquín Pérez y Narvate, en el año 1.787.
Esto se sabe porque en su afán de modernización de Caracas, en 1871 el presidente Guzmán Blanco hizo derribar el convento mencionado para edificar el Capitolio que conocemos hoy. Cuando mudaron los archivos de las monjas, se hizo una investigación en ellos y se halló la partida de nacimiento del héroe. El documento fue visto por personalidades como Juan Pablo Rojas Paúl, quien luego fuera Presidente de Venezuela, el Juez Ovalles y Francisco Herrera Vegas, abuelo de Francisco Herrera Luque, autor de la obra Manuel Piar, caudillo de dos colores. El documento fue desaparecido supuestamente por Guzmán Blanco, porque lesionaba el honor familiar, ya que el presidente era sobrino nieto de aquella mantuana, de la familia Aristeguieta Blanco y Bolívar, la madre de Piar. Como se sabe, Guzmán Blanco se distinguió por su tendencia a la manipulación y torcedura de las cosas, como cuando eliminó de las Memorias de O"Leary lo concerniente a Manuelita Sáez, poque "mancillaba" la memoria de Bolívar…
Piar era hijo bastardo, y se han tejido tres versiones acerca de quién era su padre. Según la primera, era hijo del padre de José Félix Ribas, don Marcos de Ribas y Betancourt, quien era ya anciano para cuando se embarazó Soledad Belén; según la segunda, era hijo del padre del Libertador, don Juan Vicente Bolívar; y, finalmente, la tercera hipótesis, era hijo de José Francisco, príncipe de Braganza, quien habría casado clandestinamente con la madre de Piar, en un viaje secreto que realizara a Caracas.
Según todos los indicios, probados por los historiadores, la "partida de nacimiento" hallada en Curazao, fue forjada a través de los manejos del mismo presidente Guzmán Blanco, quien la hizo introducir en los archivos curazoleños en su afán por salvar el "honor" de su familia; investigaciones posteriores demuestran que en Curazao no existe el registro de tal partida, cuestión ampliamente certificada por las autoridades curazoleñas y por los investigadores; además, la antigüedad del documento determinada por los métodos modernos de investigación, no se corresponde con las fechas cercanas al natalicio de Manuel Carlos Piar.
El año 1884, precisamente el último año del período guzmancita llamado "el quinquenio" apareció envenenado el Obispo de Guayana, José Manuel Antonio y Niño Ladrón de Guevara, cuyos archivos habían desaparecido. En ellos se encontraban los documentos probatorios de la verdadera filiación de Manuel Carlos Piar, con todos los detalles relacionados con su crianza y educación, además de pruebas fehacientes de su inocencia ante el tribunal militar que lo sentenció a muerte.
Constaba en esos documentos que Piar era hijo de la mencionada mantuana caraqueña y del príncipe de Braganza, quien dispuso todo lo concerniente a su educación y crianza por parte de la partera curazoleña María Isabel Gómez Quemp y el piloto mercante y comerciante canario Fernando Alonso Piar y Lottyn, a quienes se les pagaba todo el cuidado del niño; una casa de banca de Curazao recibió del príncipe 100.000 pesos a nombre de Manuel Piar y sus tutores, cuyos intereses tenía la obligación, por órdenes del príncipe de girarles mensualmente, era una cantidad muy importante para la época, lo que les permitió no solo educarlo, sino progresar materialmente, llegando Fernando Piar a tener sus propios barcos mercantes.
Los documentos de Arroyo Niño se basaban en los documentos dejados en el palacio arzobispal de Guayana por el confesor en capilla ardiente de Piar, Presbítero Remigio Pérez Hurtado; en ellos se demostraba además la inocencia de quien había sido ajusticiado por los manejos de sus primos Simón Bolívar y Carlos Soublette.
Pues bien, además de haberse formado en las artes de la navegación gracias a las instrucciones de su padre adoptivo, Manuel Piar logró tener una culta educación. Hablaba holandés, español, francés, inglés, papiamento de su isla natal, el patois o creole de Haití, y el guinés, lengua africana hablada en Curazao entre los esclavos.
En 1784, Manuel Piar, todavía muy joven, en compañía de su madre de crianza, María Isabel Gómez Quemp llegó a La Guaira, donde se residenció en la zona conocida como El Cardonal. En 1797, cuando Gual y España organizan la revolución libertaria que resultó fallida, Piar se encuentra entre los conjurados, era un joven de apenas 17 años. Debelada la revolución, estuvo entre los que debieron huir a Curazao, muy posiblemente en su propia embarcación.
El 8 de abril 1798, ante el Gobernador de la isla de Curazao, en el castillo de Willemstad, tras adulterar su edad para poder casarse, contrajo nupcias con la holandesa María Martha Boom, con la cual engendraría una hija de nombre María Isabel Piar Boom. De haber sido Piar un mulato, como lo acusó Bolívar y lo han repetido equivocadamente muchos historiadores, jamás hubiera podido desposar a una mujer blanca, pues las rígidas leyes de castas también regían en los territorios de Holanda.
En 1805 y 1806, se encontraba en Haití cuando Miranda prepara la segunda expedición libertadora a Venezuela. Piar se anexa a esa expedición y al llegar a tierra firme, el 3 de agosto de 1806, fue el encargado de arriar la bandera española en la Vela de Coro y de izar la primera bandera de la República, privilegio que ya lo marca como un ser excepcional en la historia nacional. Como se sabe, aquella acción mirandina no tuvo éxito, por lo cual Piar volvió a las Antillas.
En enero de 1807 se encontraba en Haití con su amigo Petión, involucrado en la independencia de la isla y conduciendo un buque de guerra, bajo el mando de Alexander Petión, Desalines y Chris Brown; pero no habiendo abandonado su deseo de ver libre a Venezuela, se embarcó para Cumaná, donde arribó al mando de su propia embarcación, para envolverse en los sucesos del año 1810, iniciados en Caracas el 19 de abril y en Cumaná en mayo de aquel mismo año. Por su mostrada convicción revolucionaria es electo como comisionado por la Junta Provincial para responder a la de Caracas, positivamente, en cuanto a la unión de las provincias en pro de la libertad de Venezuela. Se sabe a ciencia cierta, que fue Manuel Piar, quien llevó a Caracas las Actas de adhesión al Movimiento revolucionario del 19 de Abril, de las provincias de Margarita, Barcelona y Cumaná. He aquí otro privilegio que ejerció Piar, que de haber sido pardo jamás hubiese tenido.
Al alistarse en el ejército patriota comandado por Miranda, éste con la aprobación del Consejo Supremo Ejecutivo, el 30 de septiembre de 1811, en la ciudad de Puerto Cabello, lo nombra Alférez de Fragata (de haber sido pardo, jamás hubiera tenido este grado militar). Piar actuó brillantemente en las acciones de El Morro de Valencia, el 23 de julio de 1811; y en Valencia, el 13 de agosto de 1811; así mismo, el 26 de marzo de 1812 participa en la batalla naval de Sorondo, librada en aguas del Orinoco, como parte de la tripulación patriota organizada por el gobierno de la provincia de Cumaná o Nueva Andalucía. Allí estuvo en compañía de los cuadros dirigentes de las provincias orientales. En los valles de Aragua en el año 1811, en plena guerra, es ascendido a Sub-Teniente y a Teniente cuando luchó en Valencia. Estos grados militares no podían obtenerlos los pardos o mulatos; eran sólo otorgado a los blancos.
Al volver a La Guaira en 1812, todo parece indicar que estuvo en el bochornoso apresamiento de su jefe Francisco de Miranda, quien terminó en poder de los españoles, cuestión esta que nunca le perdonó a Simón Bolívar, por encabezar el grupo de patriotas que lo apresó y obtuvo pasaporte de Monteverde.
Ante la caída de la Segunda República en 1812, el ejército patriota quedó en desbandada. Piar huye con a Trinidad, con un grupo de cuarenta y cinco compañeros de armas. En este grupo se encontraban, entre otros, Santiago Mariño, Antonio José de Sucre, José Francisco Bermúdez, Manuel Valdez, Bernardo Bermúdez, Francisco Azcúe, José Félix Rivas y otros muchos más.
En Trinidad no son bien recibidos, pues un inglés de apellido Woodford los obligó a mantenerse en el lado occidental de la isla, en un islote llamado Chacachacare, en cuyas cuevas pernoctaban y subsistían. En este entorno hostil Santiago Mariño, quien se perfila como líder del grupo, les toma juramento a todos, elaborando la famosa "Acta de Chacachacare" , donde se comprometen a salvar a la Patria, sacrificándose hasta verla independiente del dominio español. Todos aquellos hombres hicieron honor a aquel juramento.
El 13 de Enero de 1.813, los patriotas a bordo del barco de 40 pies de eslora propiedad de Manuel Piar, desembarcaron en las Costas de Guiria, yendo a alojarse a una hacienda llamada Caruanta, propiedad de la madre de Santiago Mariño. Venían dispuestos a atacar las guarniciones españolas. Esa misma noche, un italiano de nombre Juan Caboso, al mando de las tropas realistas, lleno de pánico por la presencia de los patriotas, salió huyendo y abandonó la guarnición española, quedando Güiria en poder de los patriotas recién llegados.
Entonces, con la anuencia de Mariño, Manuel Piar, al frente de varios hombres, entre ellos Francisco Azcúe, decide avanzar sobre otras ciudades, siendo su meta la ciudad de Maturín. Piar avanza por la ruta ancestral Güiria Cumanacoa, San Francisco, Aragua, Guayuta, Chaguaramal y llega a Maturín el día 2 de Marzo de 1.813. Al pasar por Aragua, viniendo do Guanaguana, los pobladores salieron hasta muy lejos a las afueras del pueblo a recibirlo con música y vivas… cosa esta que encendió a La Hoz, Zuazola y Boves, tomando contra el pueblo las represalias que ya hemos narrado antes.
Pero el gobernador de Barcelona, Lorenzo Fernández de La Hoz decide atacar a Piar en Maturín, y se presenta en la ciudad, donde el día 20 de marzo de 1813 libra batalla contra las tropas patriotas al mando de Piar y Azcúe, siendo derrotado. En dos ocasiones siguientes, Piar defiende a Maturín: el 11 de abril y el 25 de mayo de aquel año. En esta última oportunidad derrota al propio Monteverde que había vcenido desde Caracas a combatirlo. La victoria del 25 de mayo fue contundente, tal como lo hemos narrado previamente. Piar, hombre de principios morales muy fuertes, como correspondían a quien había sido criado como príncipe, ante la derrota de Monteverde, quien salvó la vida milagrosamente el 25 de mayo, ordena que se recojan los cadáveres de los realistas y que se entierren en el cementerio de Maturín con honores militares. Lo mismo, por supuesto, que a los patriotas. Realmente, era un hombre especial.
Desde ese momento, comenzó la liberación de Oriente. Mariño puso sitio a Cumaná. Piar toma Barcelona, el 19 de agosto de 1813. Finalmente cae Cumaná en manos de Mariño, La Hoz, Zuazola y Boves huyen cobardemente; y Mariño y Piar son proclamados Primero y Segundo jefes supremos de las provincias orientales, respectivamente.
Piar actuó entonces con una flotilla que vence a los españoles en 1813, en Puerto Francés y Chuspa, frente a las costas del Litoral, en compañía de Simón Bolívar, cuestión que recordará Bolívar en la Expedición de Los Cayos, al incluirlo en la expedición de 1816.
En 1814 está como gobernador de Margarita en Pampatar. El 28 de agosto de ese año, se acercas a la isla unas embarcaciones, era Bolívar y Mariño, el primero iba rumbo a Cartagena. Piar los recibe a cañonazos, por lo cual las embarcaciones se separan. Piar decide perseguir a Bolívar, a quien acusaba de desleal con la República y se embarca con 700 hombres tras de él, rumbo a Carúpano, tras dejar 100 hombres en Cariaco. Prosigue hacia Cumaná, en la quebrada de Los Caneyes tiene un encuentro con Juan de la Cruz Pineda, subalterno del Gobernador, quien salió huyendo, lo que permitió a Piar entrar a la ciudad de Cumaná. Cuando Piar se entera que viene Boves avanzando hacia ésta, el 15 de octubre de 1814, le sale al encuentro en el sitio de El Salado, pero Piar es derrotado el 16 de octubre, principalmente por la inexperiencia de sus hombres. Piar huye a la ciudad, donde ya lo esperaba gente de Boves, se desvía hacia Cariaco resultando también derrotado allí, por lo cual, huye a Margarita, donde es arrestado junto con Manuel Valdés, por Juan Bautista Bideau el 6 de febrero de 1815. Días después es expulsado de Margarita y se refugia en la isla de Granada, hasta el 9 de ese mes, cuando las autoridades, haciendo caso al Gobernador español de Venezuela, deciden expulsar a todos los insurgentes venezolanos.
De allí, Piar pasa a Los Cayos, en Haití, donde como amigo personal de Petión, colabora en obtener ayuda de este para la expedición libertadora que los patriotas estaban organizando; obteniendo la buena pro del presidente haitiano. Petión sólo pide que al liberar al país se decrete la libertad de los esclavos, cosa que prometen todos. Piar propone que sea Bolívar el jefe de la expedición, tras reconciliarse con él, Luis Brión lo apoya, así como los demás. En la lista de patriotas se hallan Mariano Montilla y José Francisco Bermúdez (enemigos de Bolívar en ese entonces), Luis Brión, Santiago Mariño, Gregor Mac Gregor, conduciendo unos 250 hombres más.
La expedición salió de Los Cayos de San Luis a las 10 de la mañana del 20 de marzo de 1816, tomando el rumbo de Margarita, donde ya estaba fuerte Juan Bautista Arismendi. En la goleta "General Bolívar" vienen Bolívar, Mariño y Piar. Al encontrarse en alta mar con dos buques españoles que tratan de evitar el desembarco, son el bergantín "Intrépido· y la goleta "Rita". Cuando esta trato de fugarse, Piar y Mariño la persiguen, de un cañonazo logran vencerla. Con este triunfo, la expedición llegó a Juan Griego el 13 de mayo. El 25 de mayo llegaron a Carúpano. En esta ciudad a instancias de Diego Bautista Rojas Zaraza, y de Manuel Cedeño, Bolívar es proclamado como la autoridad suprema patriota, cuestión que Piar aceptó junto con los otros jefes patriotas.
Allí Bolívar ordenó que Mariño fuese hacia Guiria por mar, y que Piar se dirigiera a Maturín. Piar se viene a esta ciudad, no por la ruta ancestral, sino por el Caño Colorado. Empleando muy bien los recursos aportados por Bolívar desde Carúpano y Barcelona. Entonces Bolívar le asignó a Piar como secretario a quien había sido su Secretario de Guerra en la campaña del Magdalena, Pedro Briceño Méndez, este lo acompañaría hasta su última batalla en Upata.
A partir de allí siguen las victorias de Piar, como en El Juncal, el 27 de septiembre de 1816. Exactamente un año antes de su "apresamiento" en Aragua de Maturín. Y las que desembocaron el la campaña de Guayana, que arrancó el 8 de octubre de 1816, y que tanto éxito, renombre y poder le dieron. Como se sabe, después de los triunfos de San Félix y Upata, todo lo puso Piar, con una gran lealtad patriótica, en las manos y bajo la autoridad de Simón Bolívar.
Por estas razones, es que extraña tanto, cómo las intrigas de Juan Francisco Sánchez y de todos aquellos que el mismo Piar había formado, ascendido y alentado, como su compadre Anzoátegui, terminaron traicionándolo tan vilmente.
Sus palabras antes de morir bajo el disparo de 16 balas de rifle, las repetiremos aquí, fueron "APUNTEN BIEN A MI INOCENTE CORAZÓN, QUE ME MATAN POR SIMPLÓN EN NOMBRE DEL GOBIERNO DE SIMÓN BOLÍVAR. ¡VIVA LA PATRIA!".
La muerte de Piar, ocurrida el 16 de octubre de 1817 en Angostura, será una mancha en la historia de Venezuela, y en los nombres de quienes actuaron a favor de la intriga que condujo a ella: Bolívar. Soublette, Anzoátegui, Brión… y los demás.
La historia no ha reivindicado aún a Piar, parece estar encandilada por el genio de Bolívar, aunque en el Panteón Nacional hay en una cripta un puño de tierra tomado del antiguo cementerio de El Cardonal de Ciudad Bolívar, para simbólicamente representar los restos de Piar. En la memoria de los aragüeños, en la cual la tradición oral alimenta su afecto por el héroe, su caballo sigue cabalgando, buscando esa justicia histórica que la historiografía le ha negado, tratándolo aún de traidor a la Patria que tanto amo.
Teniente José María Espín
Era natural de Cumaná, pero le dio lustre al pueblo al hacerlo su residencia tras haberse convertido en uno de los héroes de la independencia desde muy joven.
El 5 de diciembre de 1814 peleó en la batalla de Urica donde perdió la vida José Tomás Boves. En esa ocasión, cae entre los muchos detenidos por los realistas triunfantes, cuando la batalla fue finalmente conducida por Francisco Tomás Morales, quien asumió el mando tras la muerte de Boves. Espín estaba herido, y los españoles no estaban dispuestos a cargar heridos patriotas, así que los ajusticiaban: pero Morales parece que se conmovió ante el niño Espín herido de un lanzazo y le perdonó la vida dejándolo en el campo de batalla, desde donde pudo llegar al pueblo y sobrevivir tras curar sus heridas.
Para el año 1816, cuando se reinicia la reconquista del Oriente, a las órdenes de Mariño, se encontraba el joven José María Espín, quien a la sazón se incorporó en Cariaco, participando el 14 de marzo de aquel año en el triunfo contra el coronel español Francisco Jiménez.
José María Espín sirvió con dedicación en el ejército patriota, bajo el mando de los jefes orientales Mariño, Piar y Bermúdez; en 1828, todavía se encuentra en pleno ejercicio militar, cuando es ascendido a Sargento Primero, como miembro del cuerpo de artillería de la guarnición de Maturín.
El lanzazo que había recibido en Urica lo fue postrando poco a poco, hasta que en 1829, por las dolencias físicas y las morales, ante la debacle anti-bolivariana que vive el país, en luchas intestinas que preparaban la separación de Colombia y Venezuela, decide pedir la baja del ejército; la cual obtiene como enfermo. Entonces se dedica a la agricultura en las feraces tierras aragüeñas, donde murió entrado ya en la vejez.
General José Miguel Barreto Pérez
Nació en Aragua en 1825, según unos, o en 1830, según otros. Era hijo de Pedro Barreto, un hacendado de Cumanacoa y de Eduarda Pérez, descendiente de los Pérez de Aguilera, habitantes originarios de Aragua. Cuando Boves y Zuazola se presentaron en Aragua, la familia Barreto huyo a los montes, y cuando la guerra se apaciguó en estos contornos, se radicaron en Aragua.
José Miguel Barreto tuvo una destacada actuación en el ejército de la recién nacida República de Venezuela, conducida por Páez y sus sucesores. En su carrera militar llegó a alcanzar el grado de General de división, tras pelear en la guerra de la federación. En 1862, estuvo en el encuentro con las tropas del gobierno en el cerro El Zamuro cerca de La Victoria, estado Aragua.
Motivado por la campaña iniciada en el país a favor de la independencia de Cuba, viejo sueño del Libertador, y ahora conducida por Céspedes, el general aragüeño se dirige a Cuba con la intención de contribuir con el sueño de libertad de aquella isla, como jefe de la segunda expedición del barco "Virginius", desembarcando en la Ensenada de La Mora el 6 de julio de 1873.
El Presidente Céspedes lo ascendió a Mayor General el día 15 de julio de 1873; aquel conductor de hombres había evaluado al General Barreto Pérez de una manera muy sagaz. Dijo de él:
El general Barreto es un hombre simpático, delgado, carilargo, con los ojos pequeños y vivos, parece de buen carácter. No creo que haya recibido una educación esmerada; pero ha aprendido bastante en su roce con hombres más instruidos. Manifiesta mucho entusiasmo por la causa cubana. [81]
El Presidente Céspedes lo promueve rápidamente dentro de las filas de su gobierno y en agosto de aquel año 1873, lo nombra Secretario de Guerra. Al referirse a Barreto, había escrito: "Aunque acaba de llegar ha gustado generalmente, está bastante instruido de nuestros asuntos; se interesa muchísimo por el triunfo de Cuba y tiene los conocimientos necesarios para ese puesto" [82]
Barreto y Céspedes en los dos meses que trabajaron juntos, cultivaron una estrecha amistad, por esa causa Barreto se mantuvo fiel a su amistad y al compromiso revolucionario hasta el último momento. El 27 de octubre de 1873, fue depuesto el presidente y Barreto Pérez es destituido de su cargo y enviado a dirigir una división del ejército ubicada en Jiguaní-Bayamo.
Como parte de esta división participó en el asalto a Manzanillo el 10 de noviembre de aquel año; a la sazón el general Calixto Díaz lo mantuvo a su lado, como miembro de su estado mayor.
En enero de 1874, en San Diego de Buenaventura, encontramos a Barreto Pérez como parte del grupo revolucionario patriota formado por hombres como Máximo Gómez, Vicente García, Antonio Maceo, Calixto García y Modesto Díaz, planificando acciones de guerra dirigidas a tomar el occidente de la isla. Pero aquella invasión fue pospuesta por disparidad de opiniones en el grupo.
En Septiembre de 1874, el presidente Salvador Cisneros dispuso que Barreto Pérez pasara a la provincia de Camagüey, bajo las órdenes del mayor general Máximo Gómez; sin embargo, Barreto se mantuvo en Las Tunas y en los territorios de Bayamo y Manzanillo, bastante conocidos por él.
El 27 de febrero Céspedes era vencido en San Lorenzo; su muerte enlutó a los patriotas, entre ellos a Barreto Pérez, quien escribió estas palabras a la Cámara de Representantes:
A mí no me ha sorprendido, porque siempre creí que fuese el complemento de un plan preconcebido por sus gratuitos enemigos, en que el León de Iberia había de concurrir con garras ensangrentadas. En efecto, el ilustre mártir rindió la vida heroicamente haciendo fuego con su revólver a los españoles, postrado en tierra, con una pierna rota, y solo, como lo dejaron abandonado en las selvas. Estaba escrito sin duda, en el libro de sus destinos, que habla de recibir en premio de sus servicios, la ingratitud y el tormento[83]
La vida de Barreto Pérez transcurre en medio de las intrigas, encuentros y desencuentros que se suceden en los procesos bélicos. Después de la prisión de Calixto García, Barreto Pérez se pone al lado de Vicente García y continúa con su actividad revolucionaria, oponiéndose al presidente Salvador Cisneros Betancourt por considerarlo responsable de la muerte de Céspedes.
Así que, el 20 de abril de 1875, en acuerdo con el general de brigada Miguel Bravo Sentíes redactó el manifiesto que seis días más tarde fue proclamado en Lagunas de Varona, donde Barreto fue uno de los principales instigadores de esa sedición.
En efecto, el 27 de abril de 1875, García promueve un movimiento en Laguna de Varona; el día 28, Barreto Pérez y el Dr. Bravo Sentíes hicieron saber a Cisneros Betancourt que sería recibido como un ciudadano más y que no obedecerían sus órdenes; pero este les respondió: "Yo soy el Presidente de la República, y solo la Cámara de Representantes tiene la facultad de deponerme, y, o ustedes se someten a mi autoridad, acatando mis órdenes, o se declaran inmediatamente fuera de la ley"[84] Entonces Bravo Sentíes le respondió que antes de obedecerle, se declaraban fuera de la Ley.
Las conversaciones entre los dirigentes revolucionarios civiles y militares se hicieron tensas y extensas. Pero por fin Cisneros cedió y a principios de julio renunció al cargo. Barreto, siempre a las órdenes de Vicente García, regresó al Oriente de la isla. Había transcurrido tres años de la muerte de Céspedes y aún Barreto Pérez continuaba fiel a su pensamiento. En el mes de marzo de 1877 escribió que: "Cada día haciendo más falta en la república el inmortal Caudillo de la Libertad, nuestro malogrado presidente, y no puede ser de otro modo cuando tampoco ha surgido todavía el genio capaz de reemplazarlo"[85]
Barreto lideró la Sedición de Santa Rita, el 11 de mayo de 1877, en compañía del entonces teniente coronel Modesto Fonseca. Posteriormente, José Miguel Barreto Pérez se encuentra dirigiendo un motín de insubordinación contra el presidente Tomás Estrada Palma, en compañía del revolucionario de origen francés Charles Philibert Peissot, veterano de la Comuna de París, resultando proclamado Jefe del Ejército Libertador al general Vicente García: pero aquel mismo año tanto Estrada Palma como Barreto cayeron en manos del enemigo.
Barreto fue capturado el 25 de octubre de 1877 en el sitio de Las Pelona, Las Tunas, y fue encerrado en el cuartel de La Loma, en Puerto Padre El 29 de diciembre de aquel año fue sometido a juicio en Holguín y condenado a muerte; afortunadamente el gobierno pacificador del español Arsenio Martínez Campos hizo posible que no se cumpliera el fallo, y la pena se le cambio a prisión perpetua en las cárceles hispanas en África; pero Barreto finalmente no salió de Cuba, más bien fue internado por seis meses en el Castillo del Morro de La Habana en un frio pabellón.
Cuando se firma el Pacto del Zanjón que puso fin a la contienda entre cubanos y españoles, José Miguel Barreto es liberado. Entonces regresó a Venezuela, específicamente a Aragua de Maturín, donde se dedicó a la agricultura, tal como había hecho Espín; pero nunca se desentendió de Cuba, y colaboró siempre con el Partido Revolucionario Cubano , fundó un club de amigos de Cuba y formó parte del Centro Propagandista Cubano "José Martí", en la ciudad de Maturín.
El 29 de julio de 1898, el presidente de la República en Armas de Cuba, le escribió una carta con estas hermosas palabras:
Para usted un saludo fraternal de hermano de ideas y compañero de fatigas durante la primera guerra, y ahora quiero significarle que el tiempo y la distancia no han entibiado mi afecto hacia los nobles caracteres que vinieron a ayudarnos en las horas tristes de tremenda prueba. Los cubanos guardaremos donde no es posible olvidarlos, los nombres de todos los que como usted lucharon a nuestro lado, y tendremos siempre para ellos un lugar preferente en nuestra estimación y cariño[86]
El general José Miguel Barreto Pérez, casó con María Coll Pérez. Tuvieron doce hijos, a saber: María, Eduarda, Narcisa, Carmen, Carlos, José Miguel, Rosario, Celestino, Pedro, Agustín, Rafael y Mercedes. Murió en Aragua de Maturín, el 14 de octubre de 1900, a la respetable edad de 75 años.
General Santos Carrera
Nació en la población de Urica, estado Anzoátegui en 1840. Se residenció con su familia en Maturín desde pequeño donde fomentaron fincas agropecuarias.
Se hizo soldado en la Guerra Federal bajo las banderas del Cabo Juan Sotillo con quien luchó en la Campaña del Centro y estuvo presente en la batalla de Coplé como segundo comandante de las fuerzas lideradas por el general Antonio Guzmán Blanco.
No obstante, parece que cayó en desgracia con el gobernante, pues su nombre se menciona en el manifiesto del alzamiento (llamado "La Colinada", en honor a su líder León Colina), que se inició en Coro, precisamente contra el gobierno de Guzmán Blanco entre octubre de 1874 y febrero de 1875.
En la proclama que desde la Asamblea Legislativa del Estado Falcón, lanzó este movimiento, explicando los motivos del alzamiento, se dice que entre los agravios cometidos por Guzmán Blanco a la dignidad de la República, se destacaban las prisiones del senador neoespartano general Eduardo Ortega y del diputado por Maturín general Santos Carrera, lo cual muestra que había sido electo diputado al congreso nacional en los tiempos de Guzmán Blanco.
Posteriormente, lo vemos ejerciendo labores ejecutivas cuando ejerció la vice presidencia del estado de Maturín y luego el 1 de agosto de 1880 ejerció la presidencia –hoy gobernación- del estado. También ejerció la gobernación en 1881 y 1882.
Santos Carrera fomentó una rica hacienda en Guayuta, muy cerca de Aragua de Maturín y desde muy joven se alistó en la Revolución Federal. Al General Santos Carrera se le conoce como el Caudillo de Guayuta.
Fue un hombre con ganas de imprimirle a Maturín aires de ciudad. Fundó el primer matadero (que estuvo ubicado en donde hoy se levanta la Escuela República del Uruguay) y el cementerio de la ciudad, ampliando el mismo lugar donde Piar había enterrado a los patriotas caídos en 1814.
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