- Introducción
- Algo de historia
- Fundación tardía y afortunada
- El amargo sabor de la guerra
- Aragua en los comienzos de la República
- El aciago marzo de 1813
- El "apresamiento" de Piar
- La persecución siguió, pero debió detenerse ante las realidades de la guerra
- Aragua siempre patriota
- Símbolos del municipio Piar
- Biografías de algunos aragüeños destacados
- Aragua… algunos rasgos culturales y turísticos
- El turismo
- Proposición final
Este pueblo batallador, con ansias de ciudad, tiene una historia muy especial. Su nombre está escrito con sangre en los anales de Venezuela. Derramó su sangre por amor a la libertad, en los días bélicos de la independencia, y hoy sigue construyendo su historia y contribuyendo con el desarrollo nacional.
Bien vale la pena, que las nuevas generaciones sepan algo de esa historia. En estos trabajos, con la intención de que sirvan de estimulo a los investigadores, apenas se tocan algunos aspectos resaltantes de la misma; también con la intención de ser útiles a los estudiantes en sus labores de investigación de la Historia local. Así logro como autor dos objetivos: publicar mis notas y, como docente, contribuir una vez más con la educación de los niños y niñas de mi pueblo.
Es de hacer notar que los topónimos, nombres y palabras indígenas se han puesto en cursivas.
***
Si no atuviéramos, como Pitágoras, a la verdad de la Matemática, en tanto ciencia del humano saber, podríamos ubicar a Aragua de Maturín en las coordenadas terrestres, en el punto 9º58"05.32" N, 63º29"13.85"O…
Aragua es el nombre que daban los chaimas a la lisa de río. Así lo dice Francisco de Tauste en la pág. 13, línea 15, de su obra Arte y Bocabulario de la Lengua de los Indios Chaymas…[1] La voz aragua se conserva aún entre los indígenas de nación pemón, quienes a la guabina llaman arawavina. No me cabe la menor duda que el topónimo de esta voz es el río, donde las araguas todavía podrían –tal vez– conseguirse, después de que la mano depredadora del "desarrollo" agrícola casi acaba con su caudal.
Es decir, en mi opinión, el río dio nombre al lugar. Y el nombre se le dio al río a causa de la abundancia de este pez llamado aragua. Y esto es lógico de deducir del acta fundacional del pueblo, donde se hace referencia al hato "Aragua" ubicado hacia el río, al oeste de la meseta de Inozúa, que había tomado su nombre del río y así, pasó a designar el pueblo.
Lo que si no se duda es que Aragua es una voz caribana, tan autóctona como cualquiera de las que llenan la toponimia nacional. Es una palabra muy antigua que pareciera haber venido abriéndose camino desde el sur, desde el Pilcomayo y más allá, atravesando la selva amazónica, hasta asentarse en tres regiones del país, que están en la ruta invasora de los proto-indios, cuando estos avanzaron hacia este territorio hace por los menos unos 1.200 años: el río Aragua en el estado homónimo, Aragua de Barcelona y nuestra Aragua.
En efecto, el nombre pudo haber venido volando en el viento como las píscuas (pishqu = pájaro, en quechua), desde aquellas lejanas tierras, mientras se transformaba y tomaba otros significados, no tan lejanos del original. Araguay en quechua significa "río de los loros" (Ara= loro; guay= río).
En esto de la toponimia y la lingüística, la imaginación, la "loca de la casa" de que hablaba Voltaire, vuela también. De manera que, si nos ponemos imaginativos, nos pondríamos a relacionar esta toponimia con la Arawa de la provincia de Bougainville, en Nueva Guinea, especulando sobre la procedencia guinea transoceánica de los ancestros de nuestros primeros pobladores americanos, lo cual como ya se sabe, no es tan descabellado. Pero ya se sabe también como es esto de la comparación lingüística. Palabras de igual sonido en lenguas distintas pueden tener significantes diversos y hasta contradictorios.
Así que, centrémonos en nuestra querida Aragua. La Aragua de estas remembranzas, que existía como aldea indígena desde tiempos inmemoriales, pero que para los euro-centristas nació formalmente un 18 de diciembre de 1806, bajo el manto del patriota Joseph Gabriel de Alcalá como Comisionado demarcante, de Salvador Romero como poblador y del escribano real Francisco Barroso, autor del acta fundacional del pueblo.
Los comienzos
Es un hecho que Aragua existió como pueblo o si se prefiere como sitio poblado, desde hacia más de doscientos años, como mínimo. Y es muy seguro que se tratara de un pueblo de aborígenes.
A propósito de este nombre, viene a colación el asunto de los sustantivos indígenas españolizados. Para los chaimas, habitantes de la región donde se asentó la aldea primitiva, los nombres en sí no tienen desinencias de masculinos o femeninos, son nombres neutros asignados a las cosas; son masculinos y femeninos los animales y las personas; pero no las cosas.
En el castellano el asunto cambia. Por ejemplo, cuando nos referimos a Aragua, tendemos a hacerlo femenino y hablamos de ella, de "la Aragua", en vez de "él". Así, a menos que nos refiramos al río, anteponerle el artículo "el" parece no tener cabida cuando nos referimos al pueblo. Podríamos decir, por ejemplo, "Aragua es bonito"; pero algo nos suena odioso, y por eso, preferimos decir, "Aragua es bonita". Tratamos al pueblo como dama. (Ojalá quienes la gobiernen tengan todos este mismo sentimiento filial, de verdad), a diferencia de Caripito, Maturín, San Antonio, Caripe, por ejemplo, que nos suenan masculinos y paternales.
Estoy convencido de la influencia que ejerce el nombre en la vida de la gente. El nombre personal, por ejemplo, suele convertirse en un argumento de vida. Así mismo, el nombre del pueblo de Aragua tiene su influencia en el desarrollo mismo del pueblo, en su historia y en la mentalidad de sus habitantes, para quienes Aragua como femenina es una madre que cobija, tiene ese sentido protector. ¿Sintió lo mismo Piar cuando escogió al pueblo como su hogar? ¡Quien sabe! Lo cierto es que, como escribió el historiador y poeta Simón Sáenz Mérida, a él (Piar) el pueblo "se le convirtió en una trampa".
En los ejercicios de la imaginación que suelen hacer las almas románticas (y cada quien lo es a su manera), se nos presenta la Aragua de la colonia, la Aragua que servía de paso a los misioneros invasores, a los tiponken, a los hombres vestidos, a los españoles.
En el libro ya mencionado de Francisco de Tauste (1626-1685), el fundador del desaparecido pueblecito de San Francisco, se nombra a Aragua como lugar, en la pág. 155. Menciona a Aragua como un sitio determinado al suministrar un ejemplo sobre el uso de la forma de expresar en chaima, el lugar de procedencia.
Y señala estos ejemplos:
Azia dónde va este camino? Eticnacan chen azama?
De que sitio? Anec patacan?
De que casa? Anec yegutacan?
De Cumaná. Cumanantacan.
Del Alto. Atoyacan.
De Aragua. Araguacucan.[2]
Es decir, el autor está poniendo ejemplos de cómo expresar el equivalente a la preposición "de" cuando indica procedencia. Tauste aquí no usa el "de" como gentilicio, sino sólo procedencia u origen, es decir, "desde Cumaná; desde el Alto; desde Aragua", con las "posposiciones" tacan, yacan, y cucan. Esto es, en contraposición con la voz "hacia" (azia) que indica una direccionalidad en contrario, con la voz eticnacan. Seguidamente, coloca ejemplos de la preposición "de", pero con significado causal, con la voz nerpe. Por cierto, es curioso que cuando imprime la voz atoyacan, parezcas un lapsus que apunta ya al hato existente en esta zona… pero esto es desbordar la imaginación, seguramente.
Como dato también muy curioso, la expresión "desde Aragua" o "de Aragua" implica que era punto de origen de cosas, reses, ganado, productos; con un camino por el cual venir "de Aragua".
Finalmente, al sacar las cuentas, vemos que Tauste estuvo 22 años entre los chaimas, lo cual nos hace calcular que conoció a Aragua por lo menos antes, en o después del año 1663.
Eso significa, por supuesto que nuestro pueblo ya existía como sitio desde esos años 1600. Lo más seguro, como ocurrió con casi todas las ciudades fundadas por los españoles en el territorio de esta "Tierra de Gracia", es que en las cercanías de la meseta de Inozúa existiera una aldea chaima con el nombre de Aragua, que fue aniquilada por el embate de la conquista y las encomiendas, iniciadas por la Corona a partir de las Leyes Nuevas de 1542, aunque en Venezuela se cumplieran desde 1545.
Es también probable que en la aldea se fundara el hato de Aragua, acerca del cual hablaremos más adelante. Así que es más que probable que aquellos "propietarios" que se apersonaron el 17 de diciembre de 1806 a presentar sus documentos de "propiedad" sobre la meseta de Inozúa, fueran herederos de los antiguos encomenderos (vale decir conquistadores) de la zona, invasores, ladrones de las tierras de los chotos chaimas de esa zona.
En efecto, el conquistador se sintió propietario de las tierras que pisaba. Para subyugar a la población se impuso por la fuerza de las armas e implantó sus leyes, organización civil y modos de vida. Así, en el siglo XVI las encomiendas avanzaron desde Cariaco hacia el Neverí. Según se recoge de la visita de Don Fernando de la Riva Agüero, Oidor de las Audiencia de Santo Domingo, comisionado por el Rey el 23 de marzo de 1686,
Las encomiendas se repartían, según su localización en 4 partidos en las regiones siguientes:
I Partido:
-Valle de Cumanacoa- Jurisdicción de San Baltazar de los Arias: 7 encomien-das.
II Partido:
-Valle de Marigüitar-Valle del Golfo de Cariaco desde Margarita hasta Urintar: 6 encomiendas.
II Partido:
-Valle de Cariaco- jurisdicción de la ciudad de San Felipe de Austria: 16 enco-miendas.
IV Partido:
-Valle de San Juan y Valle de Santa Fe-: 11 encomiendas.[3]
Note, lector, cómo vienen avanzando los encomenderos. El Valle de Cumanacoa, queda bastante cerca de Aragua; y por lo que dice el acta de fundación, este pueblo, llamado San Baltazar de los Arias, tenía jurisdicción sobre Aragua y La Enea, vale decir, abarcaba administrativamente estos territorios.
Busque el mapa y véalo; desde el norte hacia el sur, avanzaron hasta posesionarse de todo aquel territorio. Es muy posible que en las siguientes encomiendas estuviera incluido este territorio aragüeño.
Por eso, cuando Salvador Romero y José Gabriel Alcalá se apersonaron en la Mesa de Inozúa y seleccionaron el sitio para el pueblo, se presentó un representante de los "propietarios" de los terrenos. Veamos lo que dice el acta de fundación:
pero estando en esta diligencia se presentó Don Bernardo Gil por sí como marido de Da. Manuela Barreto, y prestando voz y canción por sus cuñados ausentes Don Miguel Cavello y Juan Cabeza, también maridos de Da. Rosalía y Da. María Barreto hijos y herederos lexitimos de Don Sebastian Barreto y Doña Leonor de Rojas sus difuntos padres, y representó que todo ese dicho sitio* le corresponde por herencia proindivisa y común como bienes que fueron de su causa ante lo qual acreditó con testimonio del Escribano de Real Hacienda autorizado por el que lo fue Don Joseph Croare en Cumaná [4]
Más adelante se señala que en los documentos de las herederas de Sebastián Barreto y Leonor de Rojas el sitio de La Enea se ubicaba en jurisdicción de la ciudad de San Baltazar de los Arias (Cumanacoa), con lo cual nos convencemos más de la procedencia encomendera de aquellas "propiedades", dado que Cumanacoa era parte del Partido I de las Encomiendas distribuidas por aquellos años de 1680 (vide supra).
Quienes reclamaron eran los herederos de Leonor de Rojas y de Sebastián Barreto. Estos aparecen en el acta entre los más antiguos propietarios. Eran los padres de las tres hermanas Barreto: Manuela (esposa de Bernardo Gil); Rosalía (esposa de Miguel Cabello) y María (esposa de Juan Cabeza), reclamantes de las tierras que se estaban demarcando para asentar allí el pueblo.
Otros "propietarios" de la mesa de Inozúa que aparecen en el acta son: Miguel Calzadilla (propietario a la sazón del hato "Aragua", ubicado al oeste, hacia el río), Fernando Moreno (quien ya no vivía por el farallón del sur de la mesa); y Luis Pérez de Aguilera quien había adquirido las tierras del poniente al anterior propietario, llamado Bartolomé García de Calzadilla.
En resumen, los "propietarios" eran cinco.
Es de señalar que el proceso encomendero en Cumanacoa y sus alrededores, comenzó el año 1576, pues en mayo del año 1617, cuando el Gobernador otorga una encomienda a Diego de Betancurt, en el Título se leen los términos siguientes:
Por cuanto por Gregorio de Umpierres vecino de esta ciudad de Cumaná, en ella en 18 días de este presente mes y año por el escribano de suso escrito hizo y otorgó, de su libre y espontánea voluntad y fitura (sic) dejación del indio principal llamado Pumetan que vivía en la provincia de Cumanacoa y del principal que le sucedió y de todo lo que a ellos anejos y pertenecientes, en manos y cabeza de Su Mjd. Por las causas y razones en ella contendidas y por constar mejor vista de ojos ser vistos y verdaderos y haber visto este título de encomienda que el dicho principal trae el dicho Gregorio Umpierres que le fue dado por el gobernador don García Fernández de Serpa en 10 días del mes de mayo de 1576 por ante Juan Gago escribano público… [5]
Vale decir, que desde el año 1576, ya Fernández de Serpa ("dueño y señor" de la provincia), había entregado una encomienda a Gregorio de Umpierres en la jurisdicción del valle de Cumanacoa. Además, según los registros, relacionados con estas encomiendas del Valle de Cumanacoa y zonas de influencia y efectuados por el oidor de la Audiencia de Santo Domingo, Fernando de la Riva Agüero, en 1688, en estas zonas habían sido otorgadas siete encomiendas, localizadas en los sitios siguientes: 1) Valle de Cocoyar, 2) junto al Río Aricagua, 3) Valle de Cumanacoa, 4) Valle de Guarintar, 5) Valle de Tunantar, 6) Valle de Canapan y en 7) el Nevera. Siendo los encomenderos titulares: Fernando del Bastardo y Loaysa, Diego Rengel, Melchor Martínez de Gordón, Antonio Martín Jiménez, Pedro Rendón Sarmiento, Jacinto de Peñalver y Francisco Mejía Boza de Zerpa, respectivamente.
Es de señalar que en el Municipio Autónomo Piar existe un sitio denominado "el Nevero" cerca de Guayabal hacia el este de los límites. ¿Podría ser ese el sitio llamado "el Nevera"?
Sí se puede afirmar que los españoles que fungían como "propietarios" de las tierras de la mesa de Inozúa, habían recibido sus títulos desde hacía ya algún tiempo, como se puede deducir del acta misma de fundación del pueblo.
En el esquema que hemos hecho de la demarcación del pueblo en las páginas siguientes, pueden verse las medidas en metros, recogidas en el acta en la unidad de medida de entonces, la vara castellana, equivalente a 0,8359 m. Esto conduce a obtener la cantidad de 17.484.638,58 m2 como ejidos o terrenos del pueblo, partiendo de la plaza central. Esto significa algo más de 17 km2.
Provoca detenerse en el Acta de Fundación no sólo para determinar la propiedad de la tierra durante la Colonia, un tema que da mucho de que hablar, toda vez que los legítimos propietarios de ella, los aborígenes, fueron despojados de ellas, desplazados, exterminados por el Imperio español, cuyos representantes tenían como motivación principal, la ambición, tanto de riquezas como de poder. Provoca detenerse en el examen del acta y su contexto, para determinar algunos hechos importantes, tales como:
1. Las tierras de la meseta de Inozúa y sus alrededores eran tierras "de labor", o sea, de uso agrícola y pecuario, desde hacía ya muchos años, a través de los cuales habían venido cambiando de propietarios. Así, por ejemplo, el hato que en 1718 era de Francisco Blanco, el Alcalde de Cumanacoa (pueblo llamado San Baltasar de los Arias, en las crónicas), ochenta y ocho años más tarde, es decir, a la fecha de la fundación del pueblo de Aragua (1806), era propiedad de Miguel Calzadilla.
2. En el lugar ya había viviendas con hogares consolidados, pues los fundadores y sus acompañantes, pudieron estar en el sitio desde el miércoles 17 al lunes 22 de diciembre de aquel año 1806, o sea, por lo menos por seis días. Es decir, esto implica que no estuvieron en descampado haciendo las diligencias fundacionales, sino que tuvieron las facilidades y comodidades en cuanto a su alimentación, estancia y pernocta en las casas de las familias allí establecidas. Esta estancia debió ser en el hato de Miguel Calzadilla, ubicado al oeste de la mesa de Inozúa.
3. Un sitio con estas características necesariamente tenía algún nivel de organización vecinal, para proveerse de alimentos y agua, así como medios de transporte y defensa. Implica la existencia no sólo de las instalaciones para los hatos y casas para los propietarios, sino habitaciones para los peones, así como caballerizos y tal vez aguadores. Así debía ser desde los años 1600, cuando en diversas crónicas se mencionaba a Aragua como un lugar poblado.
4. Las leyes de Indias estaban en plena vigencia, pero había ya cierta distensión en los protocolos fundacionales, otrora estrictos; y en el acta se muestra esa flexibilidad.
Aragua fue un centro poblado precolombino, muy apreciado y con fama propia, quizás por su estratégica ubicación en el camino de la sierra al llano. Sobre él se edificaron luego las casas de los conquistadores que, al invadir, tomaron aquellas tierras como propias.
El sitio posiblemente fue objeto de los primeros repartos de encomiendas hechos por Diego Fernández de Serpa cuando al llegar a Tierra Firme como gobernador, se dedicó a "organizar" el territorio a su cargo.
Así lo demuestra el hecho de que se le escoge como ideal para mudar allí al pueblo de San Felipe de Austria (Cariaco) cuando los ataques permanentes de los caribes y chaimas obligan a las autoridades españolas a buscar un sitio más seguro para la población. Cariaco habría sido fundado, según Caulín[6]Desde el sitio original en el Golfo de Cariaco hasta Aragua, se les ubica a 40 leguas (unos 167 km) al sureste de Cumaná.
La permanencia en el lugar fue de pocos años, se cree que unos siete, es decir, hasta 1614; porque los ataques continuos de los chaimas coaligados por caribes, cores, coacas y parias, hicieron insoportable la consolidación de la ciudad, formada por aquella escasa población inerme. De manera que tornaron a irse de nuevo a la costa cumanesa.
Pero ya el sitio quedó señalado como estratégico.
Posteriormente, una de las fechas históricas que lo demuestran es el ataque de los chaimas y los caribes a los hatos fundados en ese mismo "sitio", de acuerdo a los registros del año 1669. Es en Aragua, el 15 de agosto de este año, donde el indio Maturín convoca la rebelión a la cual se unieron Achacapraca, Tuapocán, Guazapín, Iguanaima, Tonorin, el Herrero y otros caciques, para acordar las acciones bélicas contra los invasores. Prácticamente, aquella reunión sirvió para determinar una declaración de guerra contra los invasores españoles y así quedó demostrado con los sucesos posteriores, que arrancaron con el ataque al hato de Aragua en el cual intervinieron 20 caciques y 800 indios.
Lo que motivó esta decisión de guerrear contra los españoles nuevamente, fue el deseo de poner fin a los abusos, violaciones y humillaciones que venían soportando:
"En el año 69 empezaron otra vez las guerras, e inquietudes de los indios, y la ocasión fue los malos tratamiento de algunos españoles menos atentos, que andaban por sus tierras quitándoles las amacas en que dormían, el algodon, y otras alhajillas que ellos usan, y aun llegándoles a dar de palos, y pescozones, y aun algunos poco temerosos de dios violándoles a sus mugeres, que irritados los miserables y no pudiendo sufrir tantas injurias, se resolvieron a tomar otra vez las armas contra los españoles (…) [7]
Apartemos de lado, de momento, el tono despectivo del texto, para enfatizar que, en efecto, estos caciques coaligados, de diferentes naciones, pero todas caribanas, se dedicaron a una guerra de guerrillas con la cual, a pesar de las diferencias bélicas y técnica, lograron producir bajas, desasosiego e inseguridad en las tropas que acompañaban a "la cruz del evangelio" según los acuerdos establecidos entre el Rey y las congregaciones misioneras católicas que invadieron la provincia de la Nueva Andalucía, dentro de la cual estaba inserta Aragua.
Ya hemos dicho que el "levantamiento" de los caciques, unos 20, tuvo lugar en Aragua, y así lo testimonia la historia:
(…) y dieron en un ato de bacas que estaba en un sitio llamado Aragua, cerca del río Guarapiche; donde mataron a la gente que cuidaba a los baqueros que pudieron, y entre todos los españoles difuntos fueron onze" [8]
Después de este ataque, los aborígenes fueron más allá e "(…) intentaron destruir las misiones (…) amenazando a los indios de ellas"; esto es porque estaban convencidos de "(…) que el trato de los españoles, les había venido por medio de los religiosos"[9]. Los religiosos eran la mano "amiga, suave", los españoles conquistadores, venían con arcabuces y espadas.
Entre los caciques que dirigieron estas acciones estuvieron los que provenían de los sitios de "Aragua, Cumtere y Guarapiche y muchos de los Caribes"[10] Obviamente, Cumtere es el nombre de la zona de Punceres, tal vez mal escrito.
Como consecuencia inmediata y lógica, quedó interrumpido el paso de los españoles hacia los llanos del Guarapiche, lo cual alejaba su meta de conquistar esa zona, la cual venían planteándose desde los tiempos de Diego Fernández de Serpa. Esto es porque debían "pasar por las tierras de los indios alzados"[11]
Aunque desde hacía mucho los indios estaban obviamente enfrentados a los invasores por que estaban apropiándose de sus territorios ancestrales, después de aquel congreso indígena de Aragua, motivado también por los abusos de eran objeto, la guerra se intensificó y la continua actividad de los indígenas dio dolores de cabeza por lo menos a los siguientes gobernadores: Juan Bautista de Uriarte (1667-1670), Juan Bautista de Uriarte (1670-1675), Ventura de Palacio y Rada (1675-1680), Francisco de Riveros y Galindo, Juan de Padilla Guardiola, Gaspar Mateo de Acosta y Gaspar de Hoyo y Solórzano (gobernaron desde 1680.1689), José Ramírez de Arrellano (1701 a 1706), Alberto de Bertolano (1706-1711), Mateo Ruiz de Mazo (1712-1715), y José Carreño (1716-1721).
Después de casi 50 años de guerrillas indígenas que impedían el surgimiento de las misiones a pesar de las continuas solicitudes de los misioneros dirigidas al Rey y a las autoridades para repoblarlas, además de los ataques a los españoles en las villas, hatos y pueblos de encomiendas, el Gobernador Carreño decidió tomar medidas.
Dice la Historia que el Gobernador organizó una campaña "pacífica" a las tierras ubicadas hacia el Guarapiche. Así, aprovechando la reunión del Capítulo de los Misioneros Capuchinos en la Provincia de Nueva Andalucía, les escribe el 4 de abril de 1717 para pedirles su apoyo en la campaña que tiene planeada.
Así, entre otras cosas, se propone Carreño convocar a los indios vecinos del Cacique Uricuar, a una reunión en el sitio de Aragua, donde se fundaría un pueblo, si quedaban indios tras ubicar a los que quisieran en los pueblos de San Francisco, San Miguel y San Antonio. Así mismo se proponía hacer una especie de cerco a los caribes, al fortalecer Punceres y Caripe, y así acercarse a la meta final que era el río Guarapiche, vía fluvial estratégica para los caribes, y por medio de la cual recibían armas de los franceses a cambio de esclavos de otras nacionalidades indígenas, especialmente chaimas y coacas.
Así pues, en febrero de 1718 organizó una expedición "pacífica" a los territorios aborígenes, y escogió precisamente el sitio de Aragua, como el lugar ideal para reunir a los caciques de aquellos lares y hacerles las propuestas que, en realidad, constituían una forma de adueñarse de las tierras indígenas con engañifas y truculencias.
La entrada de Carreño a las tierras de su gobernación con el plan propuesto a los capuchinos se inició el día 14 de febrero de 1718, partiendo desde Cumanacoa en compañía de gente "respetable" de este lugar y de Cumaná. Siguiendo las sugerencias de los capuchinos hizo una ruta hacia Cocoyar, San Antonio (de Capayacuar), y San Francisco, llegando al sitio de Aragua tres días después. En efecto, gracias al pregón que precedió su entrada, al sitio acudieron algunos indios en compañía de sus caciques, a saber, Caraucán, Guazapín, Juanico, Yauya y Zacón, a quienes, siguiendo el plan de conquista "pacífica", agasajaron.
Cuando se observa un mapa físico de esta zona, se entiende el porqué de esa escogencia de Aragua como sitio de la reunión y como punta de lanza de los propósitos de Carreó. Obsérvese cómo el lugar está al pie de las serranías de la Cimarronera, dominando prácticamente todo el sur. Se constituía en una especie de atalaya hacia los llanos, ubicada a unos 250 metros sobre el nivel del mar.
Un poco al suroeste, pasados unos quince días de la incursión de Carreño, el capuchino Gerónimo de Muros, fundaba el 2 de marzo de 1718 el pueblo de San Félix de Cantalicio, bastante cerca del río Guarapiche. Es decir, ya estaba dando resultados el programa de Carreño. San Félix de Ropopán fue una avanzada en el proyecto de conquistar el río Guarapiche llanero.
Carreño propuso a los capuchinos que solicitaran que los caribes pudieran ser conquistados por las armas; tan "belicosos" le parecían. Sin embargo, un hecho le hizo tomar acciones más inmediatas, tal como lo cuenta Caulín: La incursión indígena contra el Hato de Aragua el 9 de diciembre de 1718:
Hizo D. Francisco Blanco una conquista al sitio de Areocuar, ó Caripe, con cincuenta hombres de Cumanacoa, en la cual trajo entre otros indios algunos que pertenecían en el monte á la capitanía de un indio llamado el Herrero, con los cuales dieron principio al pueblo de San Francisco, que fundó el P. Fr. Guillermo, capuchino de la provincia de Aragon. Resentido el Herrero de la reduccion de los indios, convocó á otros cabezuelas Cunaguara y Tuapocan; y cayendo tumultuosamente al hato de D. Francisco Blanco, dieron fuego á las casas, le mataron once personas, y lo mismo hicieron con los pueblos de San Francisco y San Félix, alegando ser todas tierras suyas, y otros atrevimientos hijos de la altivez y gentílica conspiración[12]
A raíz de este hecho, se desencadenó una nueva acción de Carreño. Cuenta Caulín:
Sabido este tan pernicioso estrago por el Gobernador de la provincia D. José Carreño, y conociendo pedia el mas pronto y oportuno remedio, ántes que la osadía de los indios tomase mayores incrementos, hizo alistar unos piquetes de soldados de Cumaná, Barcelona, Cumanacoa, Cariaco y su golfo, señalando por cabo de los de Cumaná al capitan D. Miguel de Arrioja, de los de Barcelona á D. Miguel de Sifontes, de los de Cumanacoa y Cariaco á D. Antonio Salazar y al maese de campo D. Alvaro Núñez. Emprendieron el viaje por el mes de Diciembre del año de 1718, comandados del mismo Gobernador D. José Carreño, y fueron al rio Amana, donde estaban los indios Tuapocan y Maturin, de nacion Caribes, que con los demas de sus capitanías tenían puesto en cuidado á los habitadores de aquel pais con sus continuos robos, muertes y otras insolencias que ejecutaban en las haciendas de los españoles y otros dependientes de sus casas, y aun en sus mismas personas.
Llegaron al sitio de Maturin, (que media entre los ríos Amana y Guarapiche) donde el indio de su nombre salió al encuentro al capitan Arrioja; y puesto en tono de batalla, se mantuvo peleando á bala y flecha contra los españoles, hasta morir de un balazo, con que le quitó la vida uno de ellos. Con la muerte de este indio se dieron los demas á la fuga, escepto un compañero suyo llamado Achacapraca, á quien despues de vencido, aprisionó el capitan Arrioja y lo llevó á su Gobernador, para que hiciese con él lo que en el caso pedia la justicia. Lo mismo hicieron los demas capitanes con los indios Iguanaima, de nacion Chaima, y Tuacopan, á quienes incontinenti mandó el Gobernador dar la muerte, poniendo á Iguanaima en una horca y á Tuacopan en una estaca, despues de haber recibido el Santo Bautismo que pidió, y en él el nombre de Felipe.
Achacapraca fué llevado al pueblo de San Félix, donde lo hizo pasar por las armas, quedando con el sentimiento de no haber podido aprisionar al indio Herrero, que viendo á sus compañeros e/i mal estado, se refugió á las montañas del rio Tique, donde se mantuvo oculto hasta que despues lo sacó y redujo al cristianismo el R. P. Fr. Gerónimo de Muros, que lo llevó al pueblo de San Félix, donde murió cristiano, y con su gente se dió principio al pueblo de Caicara, que fundó el R. P. Fr. Antonio de Blesa. El indio Cunaguara se refugió á las vegas del rio Neverí, donde se mantuvo hasta la vuelta del Señor Carreño, que fué el siguiente año de 1719, en el que salió con toda su gente y ofreció poblarse, pidiendo al mismo Gobernador licencia para ello y juntamente perdon de su delito.
La esperiencia que D. José Carreño tenia de la astuta sagazidad de los indios y la consideracion de que quedando sin castigo podia repetir sus vellacadas, no le permitia asentir á la peticion de este indio; y así atendiendo á su voluntaria presentacion, le perdonó la muerte que merecia, enviándolo al castillo de Araya, donde murió de su muerte natural, y á su gente la destinó al nuevo pueblo de San Félix, donde se mantuvieron pazíficos y al mismo tiempo escarmentados. De esta conquista resultó alguna enmienda en los Caribes, que huyendo de los españoles, se fueron retirando al Orinoco, en cuyas cercanías los han reducido y poblado en varios lugares los PP. observantes de Piritu, que padecen mucho con ellos por la falta de escolta con que contener sus repetidos atrevimientos, sujetarlos á doctrina cristiana y enseñarlos á vivir en temor de Dios y racional crianza.[13]
Adviértase una vez más, cómo es utilizado, pues el sitio de Aragua como lugar estratégico. Los indígenas lo tuvieron como tal desde mucho antes de la llegada de los españoles. Recordemos que Aragua estaba casi en los límites entre los chaimas y los caribes. Y los españoles, al parecer comprendieron que por estar entre los límites de varias naciones y/o tribus, era un lugar ideal para tomar las acciones de avanzada que ya hemos relatado.
Las acciones conquistadoras de los misioneros continuaron en el territorio aledaño a Aragua; de manera que en los años posteriores y como resultado de la incursión de José Carreño, se fundaron los pueblos de Santa teresa de Jesús de Guayuta (el 8 de febrero de 1728), San Miguel de Guanaguana por Pacián de San Martín (1729 según Torrelosnegros, y en 1732 según otros documentos), y Santa teresa de Jesús de Chaguaramal por el fraile Tomás de Abiego (el 18 de enero de 1731).
Como se sabe, unos cuatro años después, al haber sido desalojados los caribes del Guarapiche llanero, se fundó San Juan de la Tornera de Maturín (el 18 de abril de 1722) como pueblo de españoles, y finalmente el pueblo de Misión fundado por Fray Lucas de Zaragoza, con el nombre de San Judas Tadeo de Maturín (el 7 de diciembre de 1760), ciudad que persiste hasta nuestros días, solamente con el nombre indígena.[14]
Todavía en el sitio de Aragua siguieron funcionando los hatos de los españoles, de manera que el lugar llega a tener una real importancia económica, al abastecer a las poblaciones ubicadas hacia el norte del territorio neoandaluz; y convirtiéndose en un lugar donde se reciben para cría y distribución los ganados de los llanos, que poco a poco se van convirtiendo en territorio arrebatados a los cariña, quienes emprenden su huida hacia el sur de lo que hoy es Anzoátegui y hacia el Orinoco.
En 1793, a raíz del conflicto de cacicazgo que se presenta en San Félix de Cantalicio del Ropopán con el cacique Guaimarín o Cayaguarín, por lo menos dos habitantes de Aragua se convierten en declarantes en el juicio que se le hizo. En efecto,
El […] caso se inicia en 1793, en el pueblo de San Félix Cantalicio, donde, el cacique José Antonio Guaimarín llamó a una congregación en la plaza del pueblo. Esta llamada fue hecha con el toque de tambor, que sólo podía ser ejercido por parte, o con autorización, del corregidor como símbolo de la jerarquía impuesta. Ante esta violación de las predisposiciones legales por parte del cacique del pueblo, se inició una averiguación sobre las causas de esta violación, los sujetos involucrados y, principalmente, sobre la autenticidad del cacicazgo de Guaimarín, en relación con lo dispuesto por las Leyes de Indias (…)[15]
Uno de los testigos que presta declaración en este juicio es habitante de la villa de Aragua, a saber, Bartolomé García de Calzadilla, quien declaró que
"…conoce el pueblo de San Felix de Cantalicio hace dilatado tiempo de mas de sesenta años, en el qual era cura misionario de él, el padre fray Jerónimo de Muro Religioso capuchino, que fue el primero que entro en aquella fundación, la qual se hizo por el capitanejo Callaguarin, con cuio motibo tuvo, y se le dio el cacicazgo de él, como primer fundador, y que trajo toda la gente del monte para ello… […] que por muerte del citado Callaguarin recayo el cargo en su hijo primogénito, que aunque el declarante no hace memoria de su nombre, lo conocio mui bien, como que en aquel tiempo fue correxidor de dicho pueblo siete año, en que siempre se le guardaron los fueros y privilegios como al cacique que era, y que por muerte de este le subcedio en el referido cargo su hijo primogénito [16]
Si desde el año 1793 se restan los 60 años que él conoció a San Félix de Cantalicio, nos lleva al año 1733, es decir que muy probablemente para entonces fuera ya él propietario y vecino de la villa-hato de Aragua. Este dato es importante para determinar el tiempo que tenía este español en propiedad del hato de Aragua, pues recuérdese que fue uno de los que se presentó como tal el día de la fundación oficial del pueblo.
En este juicio también declaró otro vecino de la villa de Aragua, llamado Lorenzo Verrano, quien, con respecto al conocimiento que tenía de los asuntos de que se trataba en las investigaciones judiciales, daba testimonio –como se pasada– de acontecimientos en los cuales intervinieron de manera muy particular algunos españoles que habitaban en la villa. Entre otras cosas, declaro:
"…Que presencio el declarante que en tiempo del cura don Josef Aleman, y del corregidor don Jorge Figueroa, el padre del actual cacique levanto su gente contra dicho padre y corregidor y los tubieron cerrados y cercados en el convento hasta que tuvieron forma de dar aviso con un pagecito â los de Aragua de donde vinieron españoles, y amarraron a los amotinados: resultándose todo de querer el cacique hacer justicias solo â los de su partido, quitando todo el mando â los de Guatatar, que siempre han sido preferidos para el, por ser quietos, y de regular conducta, al paso que los de Guarapiche siempre se han manifestado revoltosos é inquietos…Que presencio el declarante en tiempo del cura fray Miguel de Bea, que armado de su autoridad el actual Cacique Josef Antonio levantó los yndios de su partido de Guarapiche, y quito violentamente los bastones de gobernador, alcalde y demas justicias que habian elegido, y confirmando el corregidor don Bartolomé Calzadilla, y pusieron otros, todos de su partido de Guarapiche, y oponiéndose â esto el padre cura, lo atropello con palabras pesadas, el cacique, el que tenia guardias puestos en el camino cuio paso venia el corregidor para ponerlo en una enpalma y despacharlo â Cumanacoa el que costó el golpe entrando de noche, y apreso â los levantados…"[17]
En estos testimonios se puede observar cómo Aragua fue en algún momento un lugar al cual acudir en busca de ayuda; aun cuando no era para ese momento un pueblo formalmente establecido.
En primer término acuden en busca de testigos que tuvieran conocimientos suficientes sobre San Félix de Cantalicio y su dinámica social inter-etnica; y luego, de sus testimonios se colige que Aragua fue importante en la administración de los espacios y de la "justicia" del conquistador.
Por lo tanto, resulta obvio que en aquella villa había recursos a los cuales acudir en casos extremos de inseguridad; es decir, que Aragua cumplió su papel de apoyo para los pueblos que se abrían paso hacia el Guarapiche, tal como estaba previsto en los propósitos de apropiación de los espacios de los conquistadores.
Antes de la fundación definitiva, y desde que el sitio estuvo bajo las huellas españolas, bien como conquistadores, como colonizadores o como "propietarios", fueron muchos los gobernadores y autoridades que se hicieron cargo del territorio de la Provincia de Cumaná, y bajo los cuales estuvo sujeta la población del sitio, del hato-sitio o de la villa.
En la tabla que sigue se indican todos los que ejercieron sus cargos hasta la fundación y desde el conquistador Diego Fernández de Serpa en adelante. En períodos convulsos, se dio el caso de que la autoridad se repartió en el tiempo entre varios y en algunos casos hubo alcaldes haciendo de tal, como se puede observar.
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