Los hijos del umbral de la pobreza (la niñez indigente en los países ricos) (Parte II) (página 2)
Enviado por Ricardo Lomoro
Las situaciones de pobreza y exclusión varían mucho de país en país pero están presentes tanto en los antiguos (UE-15) como en los nuevos países miembros de la Unión (UE-28). Se trata de un hecho de una notable persistencia ya que la existencia de importantes bolsones de pobreza y exclusión no es nueva y ha preocupado a los dirigentes de la Unión desde el lanzamiento en 1975 del primer programa comunitario de lucha contra la pobreza, conocido como Pobreza 1. Por entonces unos 30 millones de ciudadanos de la Unión vivían en una situación de pobreza relativa, es decir, tenían ingresos inferiores al 50 por ciento del ingreso medio de su respectivo país. Esto motivó las primeras acciones comunitarias que luego se han multiplicado tal como lo han hecho los llamados a los Estados miembros a emprender acciones enérgicas en los ámbitos de la pobreza y la exclusión. Sin embargo, la pobreza no ha dejado de aquejar a la Unión y a mediados de los años 90 la cifra de pobres, usando el mismo criterio anterior para medirla, llegaba a los 55 millones.
Los aportes realizados en el Informe Final de Pobreza 1, combinados con las nuevas teorías de carácter estructural sobre la pobreza y las experiencias del segundo programa de lucha contra la pobreza (Pobreza 2, enero de 1985-diciembre de 1988), abrieron el camino para una comprensión mucho más profunda del tema de la pobreza dentro de la Comunidad. La evolución desde un concepto descriptivo y estático de la pobreza hacia un concepto analítico y dinámico estaba así claramente iniciada. Esta evolución alcanzaría, después de un período de estancamiento durante la primera mitad de los años 80, su culminación teórica y política a finales de los 80 y comienzos de los 90.
Con Jacques Delors, la idea formulada por François Mitterand en 1981 acerca de la necesidad de crear un "espacio social" en la Comunidad pasaría a ser decisiva y con ella todos los temas relacionados la "dimensión social" de la Comunidad y la búsqueda de una "cohesión económica y social". Esta urgencia en incorporar la dimensión social a un proyecto hasta entonces básicamente definido como económico fue expresada por Delors de una manera tajante en 1985: "Todo intento de profundizar el Mercado Común que no considere esta dimensión social estará condenado al fracaso". Esta nueva orientación fue confirmada por el Acta Única Europea, que introdujo entre las finalidades de la Comunidad aquella de desarrollar su "acción encaminada a reforzar su cohesión económica y social". Esta preocupación por la dimensión social conduciría, algunos años más tarde, a la formulación del artículo B del Tratado de Maastricht, que establece la cohesión económica y social como uno de los tres objetivos centrales de la recién creada Unión Europea, y al Acuerdo sobre la política social que lo acompaña y que fue firmado por todos los Estados miembros con la excepción del Reino Unido.
Los nuevos puntos de vista de la Comunidad fueron claramente expresados en la ya mencionada Resolución del Consejo Europeo de septiembre de 1989 así como en la anterior Decisión del Consejo de julio de 1989 estableciendo un nuevo programa de lucha contra la pobreza que sería conocido como Pobreza 3. La ruptura con los planteamientos contenidos en documentos anteriores del Consejo -por ejemplo la Decisión que creó Pobreza 1 en 1975 y la que creo Pobreza 2 en diciembre de 1984- es evidente. El concepto mismo de pobreza está prácticamente ausente en los documentos de 1989 y los pobres pasan ahora a ser definidos de una manera más sutil, a saber, como "grupos menos privilegiados". Este cambio terminológico es importante ya que la introducción en 1989 del concepto de exclusión social en el vocabulario oficial de la Comunidad está directamente relacionada con la resistencia manifestada por los representantes de varios Estados miembros contra el uso del término pobreza y, en particular, la clasificación de una parte de su población como pobre. Tal como lo establece Jos Berghman: "La razón original para este cambio parece haber sido política, en tanto que los Estados miembros expresaron sus reservas acerca de la palabra pobreza cuando la misma se aplicaba a sus respectivos países. Exclusión social sería entonces una expresión más adecuada y menos acusadora para designar los problemas y las definiciones existentes"
La definición que actualmente utiliza la UE del término "exclusión social" fue presentada en el Informe conjunto sobre la inclusión social de 2003: "Exclusión social es un proceso que relega a algunas personas al margen de la sociedad y les impide participar plenamente debido a su pobreza, a la falta de competencias básicas y oportunidades de aprendizaje permanente, o por motivos de discriminación. Esto las aleja de las oportunidades de empleo, percepción de ingresos y educación, así como de las redes y actividades de las comunidades. Tienen poco acceso a los organismos de poder y decisión y, por ello, se sienten indefensos e incapaces de asumir el control de las decisiones que les afectan en su vida cotidiana".
A comienzos de los años 90 la situación de Europa se empeoró notablemente en términos tanto económicos como sociales. En las palabras de Michael Newman, "la pobreza, la desigualdad y la exclusión social se transformaron en problemas desesperadamente serios en toda UE". Para el Comisario de empleo y asuntos sociales, la Dirección general de empleo, relaciones industriales y asuntos sociales (DGV) y otros órganos dedicados a temas sociales bajo la dirección de la Comisión Europea, esta situación crítica fue vista como una oportunidad óptima para promover medidas nuevas y aún más radicales para combatir la exclusión social. Es en este contexto que la Comisión presenta, en septiembre de 1993, su propuesta de un nuevo programa de acción al Consejo bajo el título de Programa de acción a medio plazo para luchar contra la exclusión social y promover la solidaridad: Nuevo programa para apoyar y fomentar la innovación (1994-1999). Este nuevo programa era más amplio y solicitaba más recursos que los tres programas precedentes en su conjunto a fin de asegurar "la continuidad y el progreso respecto de los programas anteriores". Sin embargo, este programa no fue aprobado por el Consejo Europeo a pesar de la insistencia de la Comisión durante los años venideros mostrando claramente que se había producido un cambio de actitud dentro del Consejo respecto de este tipo de programas. Según Eric Marlier la no aprobación de lo que debería haber sido Pobreza 4 se debió a la oposición de Alemania y Gran Bretaña haciendo alusión al principio de subsidiaridad, es decir, a la ilegitimidad de las intervenciones supranacionales en este campo, y también al hecho de que no existía prueba alguna acerca de la efectividad de los programas anteriores.
Una consecuencia muy importante del severo revés de la Comisión respecto de Pobreza 4 fue la imposibilidad de reanudar las actividades del Observatorio sobre políticas nacionales para luchar contra la exclusión social. Es importante a este respecto recordar que el Observatorio había sido el verdadero motor detrás de muchos de los desarrollos analíticos y prácticos ocurridos entre 1990 y 1993. Por otra parte, los esfuerzos de la Comisión para ganar un amplio apoyo para que se realizase una "una declaración pública solemne contra la exclusión", para expresarlo con las palabras del Libro Blanco de 1994, tampoco tuvieron éxito.
La interrupción de los programas contra la pobreza y la exclusión social coincidió con importantes reformas en el canal de intervención más significativo en manos de la comunidad: los Fondos Estructurales, entre los que se cuenta el Fondo Social Europeo (FSE). Después de la publicación en 1993 del Libro Blanco Crecimiento, competitividad, empleo el FSE reformado se transformó en una herramienta más flexible cuya acción sería canalizada hacia la realización de los objetivos fijados por el Consejo y la Comisión en torno a la creación de empleo y la mejora de la empleabilidad de la fuerza de trabajo. De estas prioridades surgieron las dos iniciativas más emblemáticas del FSE durante la segunda mitad de los años 90 (ambas de 1994 a 1999), Adapt, orientada a facilitar la reestructuración industrial, y Empleo, en torno al crecimiento del empleo y la igualdad de oportunidades en el mercado laboral. En el marco de esta última iniciativa surgirá el Programa Integra en 1996, que es el primer programa que vendrá a ocuparse explícitamente de "los excluidos" después del fin de los programas contra la pobreza.
Como ya se ha dicho, el fin abrupto de los programas contra la pobreza fue un duro revés para la Comisión y, en particular, para las personas que los habían promovido y controlado. Es importante no perder esto de vista ya que lo que llamamos "Comisión" no es de manera alguna un cuerpo homogéneo sino una arena en la que compiten diversas orientaciones políticas, tradiciones culturales y académicas, enfoques, burocracias, expertos, "emprendedores políticos" de diverso cuño y aquello que se ha denominado "comunidades epistémicas", es decir, grupos unidos por un paradigma o una forma articulada de ver las cosas y de accionar. Una parte central de los conflictos que se dirimen en esta arena de rivalidad y cooperación que es la Comisión tiene que ver con la definición de la agenda política de la misma, pero otra parte igualmente importante tiene que ver con el cómo los temas de la agenda política son definidos, presentados y articulados en propuestas de acción.
El Consejo Europeo Extraordinario de Lisboa celebrado en marzo de 2000 marca el tercer salto en política social comunitaria. Lo antecede, como en los dos casos anteriores, un periodo de bonanza y optimismo que lleva a plantearse nuevas metas en materia social, particularmente a fin de extender a todos los beneficios del progreso alcanzado. Con los acuerdos de Lisboa se abre la fase más reciente del desarrollo de nuestro tema, con su momento de entusiasmo inicial para luego caer en la rutina y mostrar hoy por hoy todos los síntomas de estar plenamente agotada. La reunión del Consejo Lisboa tenía una intensión mucho más amplia que el lanzamiento de nuevas ideas y metas de política social. Su intención era producir un programa que guiase el desarrollo de la UE en su conjunto durante la siguiente década. El resultado del mismo fue uno de los programas más célebres y, a la vez, más fracasados producidos en el seno de la Comunidad: la así llamada Estrategia o Agenda de Lisboa. A diez años de su aprobación se puede constatar que ninguno de los objetivos estratégicos allí establecidos se ha hecho realidad, más bien todo lo contrario.
El punto de partida de la Agenda de Lisboa es, tal como lo son sus conclusiones, realmente optimista, constatando que "la Unión está experimentando sus mejores perspectivas macroeconómicas en una generación". Esta solidez económica permite, según el Consejo, encarar con éxito el gran desafío representado por la globalización y el paso a la "economía del conocimiento": "La Unión Europea se enfrenta a un enorme cambio fruto de la mundialización y de los imperativos que plantea una nueva economía basada en el conocimiento. Dichos cambios afectan a todos los ámbitos de la vida de las personas y exigen una transformación radical de la economía europea".
Al mismo tiempo, este momento de auge económico debería brindar la oportunidad propicia para encarar algunos problemas fundamentales de la Unión, como el alto nivel de paro y la persistencia de la exclusión social y la pobreza. Esto se haría dentro del accionar de lo que se define, con la intención de marcar claramente su diferencia respecto del viejo Estado del bienestar, como un "Estado activo del bienestar". El punto decisivo en nuestro tema es el I.32, que establece lo siguiente bajo la rúbrica "Promover la integración social": "Es inaceptable el número de personas que viven en la Unión por debajo del umbral de pobreza y excluidas socialmente. Deben tomarse medidas que tengan un impacto decisivo en la erradicación de la pobreza estableciendo objetivos adecuados que deberá acordar el Consejo a más tardar a finales de año ( ) La nueva sociedad basada en el conocimiento ofrece un enorme potencial para reducir la exclusión social ( ) Al mismo tiempo, se corre el riesgo de dar pie a una diferencia cada vez mayor entre quienes tienen acceso a los nuevos conocimientos y quienes quedan excluidos. Para evitar este riesgo y aprovechar al máximo este nuevo potencial, deben hacerse esfuerzos para mejorar las cualificaciones, promover un acceso más amplio a los conocimientos y oportunidades y luchar contra el desempleo: la mejor salvaguardia contra la exclusión social es un trabajo. Las políticas para combatir la exclusión social deberían basarse en un método abierto de coordinación que combine los planes de acción nacionales y una iniciativa de la Comisión para la cooperación en este ámbito que deberá presentarse a más tardar en junio de 2000".
En la Agenda de Lisboa se proponía lisa y llanamente la erradicación de la pobreza en los diez años venideros. En Europa 2020 no queda nada de esa hybris y la meta para los diez años venideros es de una modestia que claramente indica que la lección del fracaso de la Agenda de Lisboa y el impacto devastador de la crisis han surgido efecto: "El número de europeos que viven por debajo de los umbrales nacionales de pobreza debería reducirse en un 25 por ciento, rescatando así a más de 20 millones de personas de la pobreza"
Jacques Delors dijo alguna vez que la Comunidad Europea era "un object politique non identifié", captando de esta manera mejor que nadie su naturaleza inédita. La UE es una realidad política sui generis y llena de dilemas que reflejan su insólito carácter híbrido que la hace ser, simultáneamente, muchas cosas diferentes y aparentemente incompatibles.
Pobreza 1, 2, 3. 4 "grupos diana", "people-driven" (impulsado por la gente), "bottom-up" (de abajo hacia arriba), "community-based" (basado en la comunidad), "civic responsibility" (responsabilidad cívica) y otras utopías holísticas, que quieren dar la impresión que es la voluntad de "la gente", es decir, de los involucrados que dicta la necesidad y las características de las intervenciones. La experiencia de los programas de la pobreza muestra a este respecto que se trató de una aspiración irrealizable en la mayoría de los casos.
– La protección de la infancia frente a la pobreza (la voz de los que no tienen voz) (Fuente: 2.826.549 Razones – Save the Children España 2013)
En los últimos años, la coyuntura económica de crisis ha expuesto a muchas familias a una disminución de sus ingresos, algo que ha disparado todos los indicadores de pobreza y exclusión social a niveles alarmantes. Particularmente grave es el hecho de que un significativo porcentaje de la población menor de 18 años (más de un 30% en España) se encuentre en riesgo de pobreza o exclusión social, lo que convierte a los niños y las niñas en el grupo de edad más vulnerable frente a la pobreza actualmente.
Save the Children señala el modo en que la situación de pobreza se erige en un serio obstáculo, en ocasiones insalvable, para el disfrute y ejercicio de derechos esenciales reconocidos en la Convención sobre los Derechos del Niño, y plantea, en definitiva, observar la situación de pobreza infantil desde una perspectiva de derechos de infancia.
Para ello resulta fundamental entender lo que nos dicen los datos y estadísticas oficiales, así como las diferentes organizaciones sociales que intervienen ante la pobreza y exclusión social sobre la situación de pobreza infantil. Pero, sobre todo, atender a cómo nos describen su situación las familias, los niños y las niñas, así como los profesionales que trabajan con ellos.
La pobreza infantil no es simplemente un índice alarmante de insuficiencia o falta de recursos económicos. Es el contexto en el que Lucas, Eva, Javier, María, Ana, Andrea, Hugo, Lara, Carlos, Cristina, Miguel y Manolo viven su infancia, crecen y se preparan para su vida adulta.
Lucas, Eva, Javier, María, Ana, Andrea, Hugo, Lara, Carlos, Cristina, Miguel y Manolo son ciudadanos del presente y actores clave del futuro de España (en este caso), cuya sociedad debe tomar conciencia a todos los niveles (gubernamental, legislativo, judicial, empresarial, asociativo e individual) de la gravedad de que vean limitada la realización de sus derechos.
La sociedad en su conjunto debe ser consciente de la necesidad de adoptar medidas efectivas para paliar la actual situación garantizando el respeto, promoción y protección de los derechos reconocidos a todos los niños y las niñas en la Convención sobre los Derechos del Niño.
El Estado -los poderes y administraciones públicas- tiene la obligación de actuar como garantes de la plena realización de estos derechos de los que son titulares los niños y las niñas, una obligación adquirida a nivel internacional, definida en los tratados de Derechos Humanos. Sin embargo, su actuación ante la actual coyuntura económica antepone a esta obligación el cumplimiento con las exigencias de las instituciones financieras nacionales e internacionales. Las políticas "de austeridad" están agravando considerablemente la situación al restringir, aún más, la ya limitada capacidad del modelo de protección social para dar una respuesta adecuada a las necesidades de niños, niñas y familias en una situación económica desfavorable. Además, en este mismo sentido se están llevando a cabo una serie de reformas estructurales de las políticas y servicios sociales que resultan preocupantes porque anteponen la eficiencia económica del modelo a la mayor garantía posible de los derechos de la población en general, y de los niños y las niñas en particular.
"La pobreza no es exclusivamente una situación de insuficiencia o falta de recursos materiales. Es, de acuerdo con Naciones Unidas, una situación "que se caracteriza por la privación continua o crónica de los recursos, la capacidad, las opciones, la seguridad y el poder necesarios para disfrutar de un nivel de vida adecuado y de otros derechos civiles, culturales, económicos, políticos y sociales". Es decir, una situación que propicia la aparición de una serie de obstáculos para disfrute y ejercicio de los derechos humanos"
Lucas tiene 11 años y su hermana Eva 4. Sus padres, Juan y Carmen, han sido propietarios de varios puestos de alimentación, hasta que empezó a notarse la crisis y las ventas empezaron a bajar: "Hasta 2008 vivíamos bien, muy bien. Hasta nos compramos un apartamento en la playa. Otro crédito hipotecario, que al firmar no imaginábamos que pudiera tener consecuencias tan horribles. Éramos conscientes de lo que firmábamos nos equivocamos".
Carmen siguió al frente de uno de los establecimientos mientras Juan buscó otro tipo de trabajo. De repente, en muy poco tiempo, todo cambió: a Juan dejaron de pagarle porque la empresa a la que facturaba sus servicios como autónomo empezó a atravesar serias dificultades económicas y acabó quebrando. En ese momento Carmen estaba embarazada de 8 meses de Eva y tuvo que dejar de trabajar también. Dejaron de tener ingresos regulares con los que poder hacer frente al pago de las dos hipotecas entre todos los demás gastos "incluidas las cuotas como autónomos a la Agencia Tributaria y la Seguridad Social. Como resultado de esta deuda con la administración nos deniegan cualquier beca o subvención que solicitemos para los niños".
Al tercer mes de no poder pagar la letra de la hipoteca el banco inició el proceso de embargo de su vivienda habitual. Tuvieron que abandonarla definitivamente cuando Eva tenía 7 meses. Se trasladaron a una vivienda de alquiler cerca de la anterior, pero el precio del alquiler hizo que aún tuvieran que buscar una opción más económica en otro municipio vecino. "Dentro de lo que cabe, tenemos que agradecer que Juan no tardó en conseguir otro trabajo, pero cobra 850 al mes, no podíamos pagar 650 de alquiler más los recibos de agua, luz y gas tenemos que dar de comer a dos niños pequeños. Ahora pagamos 500 y, bueno, mucho apoyo familiar y algún dinero extra de algún modo podemos seguir adelante. Pero es difícil, a veces nos cortan la luz porque no podemos pagarla". Procuran que Lucas y Eva no se den cuenta de las dificultades que atraviesan "pero no es fácil, sobre todo con Lucas que ha pasado de que pudiéramos darle todo a esto".
A Lucas le encanta el fútbol y gracias a sus abuelas sigue jugando en un equipo (150 anuales) y dispone de la equipación adecuada. Quiere ser futbolista, pero si este plan no resulta, no tiene demasiado claro qué le gustaría ser de mayor "bueno, si hay trabajo ¡de lo que sea!", palabras que son la prueba de que no es ajeno a la difícil situación económica actual. Eva quiere ser profesora. "A diferencia de Lucas ella es esto lo único que conoce. Cuando nació ya estábamos en esta situación. En este sentido, en ella no hemos notado un cambio tan notorio como el de Lucas, que ahora es más contestón, demasiado exigente y en casa un poco maleducado. Eva tiene 4 años y ya se ha mudado 2 veces porque la primera casa la perdimos y la segunda no podíamos permitírnosla".
Actualmente no reciben ningún tipo de ayuda pública. Juan tiene un trabajo y por ser su salario 200 superior al Salario Mínimo Interprofesional no son beneficiarios de los programas de servicios sociales municipales. "De hecho Juan tiene un salario algo mayor de los 850, pero por la deuda que tenemos con la Seguridad Social le descuentan unos 80 o 90 euros mensuales de la nómina para saldarlo. Por otro lado, al tener esta deuda con la administración, la beca de comedor que nos daban para Lucas nos la dejaron de conceder. Casi 100 euros de comedor por niño al mes Tú descuenta a una nómina de 850 euros, 500 de alquiler y casi 200 de comedor al mes, ¿se puede comer, pagar los recibos del agua, la luz, el gas, el teléfono, la gasolina del coche con 150 euros?"
Para poder hacer frente a estos gastos que permitan a sus hijos vivir una infancia lo más normalizada que sea posible, Carmen trabaja actualmente algunas horas por la mañana en el negocio de un amigo sin estar dada de alta en la Seguridad Social. Además "afortunadamente sus abuelas nos ayudan en lo que pueden y les compran ropa, juguetes, las cosas para el fútbol".
Han tratado de ocultar la situación que atraviesan: "Nos hemos callado esto por vergüenza. Tratas de mantener el tipo cuando escuchas según qué cosas que duelen muchísimo. No queremos que nos tengan lástima. Queremos trabajar y salir adelante, como hemos hecho siempre
"El impacto de la crisis económica en el empleo es el detonante de las dificultades económicas de muchas familias. La merma de sus ingresos las está exponiendo a un riesgo de pobreza y exclusión social que ha elevado exponencialmente los indicadores sobre pobreza"
Javier tiene 10 años y su hermana María 7. El padre de Javier es una pareja anterior de su madre, Leonor, en su país de origen. El padre de María, Iñaki, es español. Viven los cuatro en una casa prefabricada cedida gratuitamente por el Ayuntamiento de la pequeña localidad rural en la que residen. En la casa no se realiza ningún tipo de mantenimiento, por ello el invierno pasado sufrieron un incendio en la habitación de los niños debido al mal estado de una estufa. Tienen acceso a agua corriente y luz aunque a menudo no pueden pagarla y deben engancharse al alumbrado público para disponer de electricidad.
El calor en la casa prefabricada es insoportable en verano y el frío húmedo del invierno ha provocado que los dos niños hayan tenido serios problemas de salud en los últimos años. Javier sufrió una bronconeumonía aguda. María también estuvo ingresada por padecer una enfermedad debida a un virus que, según el personal sanitario que la atendió, pudo deberse a la suciedad existente en el entorno de la casa.
A María le gustaría vivir en una casa de ladrillo, como sus amigas, aunque hace tiempo que apenas lo menciona, resignada.
Su madre que es licenciada universitaria en su país de origen, actualmente trabaja en el campo intermitentemente unas horas al día. Parte de su sueldo lo cobran "en negro", y si bien tiene que estar disponible para trabajar las horas que le pidan cada día, sin horarios, de lunes a domingo, confiesa que está mejor con su patrón actual que con otros de la zona que descuentan el tiempo de la merienda del jornal y, al no mediar contrato de ninguna clase ni alta en la Seguridad Social, no dan siquiera "finiquito".
Pese a estar trabajando no gana lo suficiente para poder pagar todos los gastos a los que deben hacer frente. Pero al tener una fuente de ingresos han dejado de percibir ayudas de los servicios sociales aunque las siguen solicitando. Por ello, con regularidad precisan ayuda alimentaria que obtienen de canales informales: vecinos, comerciantes de la localidad, la parroquia. La ayuda de alimentación que reciben es abundante en cantidad pero apenas variada (arroz, legumbres y pasta), por lo que apenas comen alimentos frescos (frutas, verduras, carne o pescado), salvo los niños que comen en el colegio y ello añade algo de variedad a su dieta.
La participación de los niños en el programa de Save the Children proporciona una ayuda económica para el equipamiento escolar de los niños que, de otro modo tendrían que tratar de obtener a través de estos canales informales.
Aunque Leonor e Iñaki agradecen enormemente las ayudas se sienten señalados por tener que pedirlas, sienten que su comportamiento y rutinas son juzgados por sus vecinos y eso les hace sentir incómodos. Aunque lo que peor llevan es la frustración de tener que contestar sistemáticamente a cualquier petición de los niños con un "a ver si se puede". Acaban admitiendo haber llegado a pegar a los niños en alguna ocasión para que no les pidieran más cosas.
Si por algo les resulta particularmente doloroso perder el control de esta manera es por la naturalidad y resignación con que Javier y María han comprendido la situación: "Mis papás se enfadan con la situación, no con nosotros", excusa Javier. No pueden comer helados en todo el verano, ir a la playa, estrenar ropa o recibir algún regalo de la carta que escriben ilusionados todos los años a los Reyes Magos, y sin embargo la relatan con normalidad: "sabemos que no hay dinero para comprar los juguetes que me gustan, ya que papá y mamá tienen que pagar la luz, el agua y todo eso, pero la crisis no nos afecta tanto".
María va muy bien en el colegio y no parece que le afecten las difíciles condiciones en las que vive, de mayor quiere ser veterinaria o modelo. Javier tiene más problemas, le ha costado adaptarse y confiesa haber sufrido algunos insultos por ser extranjero. De mayor quiere ser futbolista o policía.
Leonor e Iñaki sólo quieren que estudien, lo que sea, pero que saquen una carrera que les permita vivir de otra manera, tener más oportunidades. Tienen claro que harán lo imposible para que sus hijos estudien: "les hemos llevado al campo para que vean lo dura que es una jornada de trabajo ya que nos decían que con el trabajo en el campo no les hacía falta estudiar porque así tendrían dinero".
"Se está produciendo un descenso de la renta media, un empobrecimiento de la sociedad que puede constatarse al observar cómo en los últimos años ha descendido el umbral de la pobreza, esto es, la cantidad de ingresos anuales por debajo de los que se considera a una. Por otro lado, la pobreza y el riesgo de exclusión social son situaciones que se están cronificando desde el inicio de la crisis económica"
Ana tiene 16 años, Andrea 11 y Hugo 3. Viven con su madre en una capital de provincia. Su madre, Paloma, perdió su empleo como dependienta en un comercio al empezar a materializarse los efectos de la crisis. Desde entonces sobrevive de lo que saca con la venta ambulante: "El cambio, a muy mal, es lo peor. Antes con mi sueldo me apañaba muy bien, vivíamos modestamente pero a los niños no les faltaba nada. Ahora el día que vendo comemos, el que no vendo no. Y con los 5 a 10 euros que saco los días buenos tenemos que comer los cuatro".
Con el único apoyo de Ana su hija de 16 años, una vecina, puntualmente de su madre y las ayudas que recibe a través de Save the Children para los niños, Paloma acumula recibos sin pagar y apenas tiene para que sus hijos puedan comer medianamente bien. No puede hacer frente al reducido pago de la hipoteca de la casa en la que viven (150 euros al mes), y debe ya varios recibos "para mí lo importante es que mis hijos coman". Tampoco puede hacer frente al pago de la luz, el agua o la comunidad y acumula en el mes de julio una deuda de más de 2000 euros que sigue incrementándose a la espera de que la "corten los contadores y, tarde o temprano, acabar en la calle con los niños o en algún piso de acogida".
Ana recibe ayuda y come diariamente en un centro de servicios sociales municipal, sin embargo cuando Paloma ha acudido para pedir ayuda para comer y poder pagar algún recibo: "la respuesta que me dio la trabajadora social fue que había mucha gente como yo y no se puede ayudar a todos". Tampoco el padre de Ana o el de Andrea y Hugo contribuyen a aliviar su situación.
La únicas ayudas que reciben son la beca de comedor de Andrea y Hugo (cubierta en parte por una beca y completada por el propio centro escolar), esporádicamente la ayuda de Cáritas y la del programa de Save the Children en el que participan los niños. Este programa les proporciona ayudas para Hugo, y hace posible la participación de sus hijas en un campamento de verano que para Paloma supone, sobre todo, asegurar su comida durante las vacaciones. Este año Ana, por edad, ya no ha podido participar en él.
Ana asiste a un programa de los servicios sociales públicos donde, además de darle de comer, "me han ayudado a entender mejor mi situación, a madurar, a no pensar sólo en mí, sino sobre todo en mis hermanos y mi madre".
Cuando a Paloma se le pregunta por la dieta que llevan habitualmente responde significativamente que "viven al día". La dieta básica de los niños es el menú escolar (Andrea y Hugo) y del centro de servicios sociales (Ana), y en casa "todas las combinaciones posibles de pan, mortadela, huevos y patatas".
Hugo apenas tiene edad de comprender lo que sucede, "y además es esta la situación de nuestra familia prácticamente desde que nació". Andrea es la que peor lo lleva, "no acaba de entender que antes podía tener cosas y ahora no".
A Ana el cambio también le ha afectado enormemente y se le nota. Es una adolescente que tiene la responsabilidad de ayudar a su madre en el cuidado de sus hermanos y de echar una mano con la venta ambulante para poder comer. Pero lo ha asumido y confiesa: "lo que peor llevo es ver a mi madre triste y nerviosa por sacar dinero", admite que la relación directa con su madre ha cambiado porque no quiere contarle cómo se siente para no agobiarle más. Además, todo esto que está viviendo hace que no pueda dejar de pensar en el modo de ayudar a su madre y hermanos "de mayor me gustaría ser un montón de cosas, no sé, pero me cuesta concentrarme en estudiar con todo esto que pasa en mi casa".
Reconoce que a pesar de no querer hablar mucho del tema "Claro que me afecta en muchas cosas: vas a comprar y tienes que mirar mucho el dinero, hace mil que no me compro ropa y no salgo con mis amigos porque no puedo pagar algunas cosas".
"El impacto de la crisis económica no ha hecho más que agravar aún más la manifiesta incapacidad del modelo de protección social de abordar las situaciones de pobreza de manera eficaz. En época de crisis, cuando aumenta el número de personas en riesgo de pobreza y exclusión y las necesidades sociales crecen, se explicitan en toda su crudeza las consecuencias de la debilidad de las políticas sociales"
Lara tiene 11 años y su hermano Carlos tiene 8. Llegaron con su madre, Ester, desde Guinea Ecuatorial hace casi 8 años. Lara estaba a punto de cumplir 4 años y apenas pesaba 9 kilos. Carlos tenía un tímpano dañado por una infección de oído para la que hubiera necesitado un antibiótico al que no podían acceder. "Al llegar aquí, dormíamos los tres en la misma cama de 0.90 centímetros".
Ester ha trabajado como empleada de hogar, por horas, y sin estar dada de alta en la Seguridad Social. A pesar de las muchas dificultades que relata Ester, admite que todo fue más o menos sostenible hasta el momento en que se quedó sin trabajo. Ha tratado de regularizar su situación en España pero el tiempo de cotización efectivo que acumuló antes de perder su empleo no fue suficiente para lograrlo y actualmente se encuentra en situación irregular y carece de ingresos regulares. "Salgo a buscar trabajo, pero es peligroso, la policía me ha parado varias veces para pedirme la documentación. Apenas salgo de casa si no es imprescindible. Siento miedo todo el tiempo y mis hijos también, de perderme, soy lo único que tienen".
Su situación administrativa la ha excluido del derecho a la asistencia sanitaria que no se deba a una urgencia. Además, hasta que lo habló con la coordinadora del programa de Save the Children, estaba convencida que los niños sólo tendrían garantizada esta asistencia hasta que caducara la tarjeta que actualmente tienen en vigor "fue un alivio enorme saber que estaba equivocada, la tarjeta de Lara caducaba en 2014 y me daba un miedo horrible que pudiera hacerse daño en algún momento afortunadamente apenas se ponen enfermos".
Viven en el área metropolitana de una gran ciudad junto a su abuela materna y una tía en una casa cuyo alquiler cuesta 500 que pueden pagar gracias a la ayuda de otra hermana que también vive en España y de la actual pareja de Ester, a pesar de lo cual, ya debe 3 meses. Les han cortado varias veces la luz del piso que ha podido recuperar gracias al apoyo de estos familiares y a las puntuales ayudas recibidas de los servicios sociales y algunas organizaciones. Recientemente los servicios sociales le han comunicado que no le queda opción de obtener más ayudas económicas, "sólo atención psicológica, voy y me escuchan sí, algo me ayuda poder hablar".
Lara y Carlos asisten a clase en un colegio del municipio. "Carlos está bien, me ve triste y marchitándome pero apenas entiende lo que sucede. Lara ella sí sabe lo que pasa. Y por eso creo que, para no preocuparme más apenas habla de sus problemas. Pero es una niña de 11 años, y a veces estalla y se pone a llorar muy fuerte, y entonces sí cuenta todo. Pero apenas entiendo lo que me dice porque no puede parar de llorar". Desde hace tiempo, Lara duerme con su madre: "Es que llora en sueños yo quiero estar con ella cuando se despierta".
Lara y Carlos no tienen problemas académicos. Comen en el colegio becados extraoficialmente por el propio centro. Y los gastos de vestido, material escolar y actividades extraescolares son sufragados por el apoyo que reciben del programa de Save the Children en que participan y un apoyo informal que reciben de la dirección del centro educativo.
"Sobrevivimos en casa gracias a lo que recibimos de Save the Children y al colegio, que nos da lo que sobra del comedor a mediodía para que podamos cenar. Sé que hacen lo mismo con otras familias que están en una situación parecida. También nos dan ropa que recogen en el colegio de otras familias a los que ya no les sirven. Justo antes de las vacaciones algunos responsables del colegio hacen una compra grande en el supermercado para que tengamos comida cuando los niños no van a clase"
"Las dificultades económicas que atraviesan numerosas familias se ha traducido en un aumento exponencial de las demandas a los servicios sociales que han visto desbordada su limitada capacidad de ofrecer una respuesta eficaz. A esto se ha unido una reducción de los recursos públicos para estos servicios. Por ello, en lugar de disponer de los recursos humanos y materiales necesarios para abordar esta situación, se han endurecido los requisitos de acceso a estos programas limitando enormemente la concesión de estas ayudas, y dilatando en el tiempo su concesión o reconocimiento"…
Cristina tiene 12 años y tres hermanos, uno mayor, Ángel de 18 años, y dos pequeños: Manolo de cinco y Miguel de tres. Viven con su madre, Celia, y con el padre de sus hermanos, Cosme, en un piso de un barrio humilde de una gran ciudad.
Los seis dependen económicamente de los ingresos de Cosme (entre 800 y 1000 euros mensuales, parte de los cuales debe destinarlos al pago de la pensión de alimentos de una hija fruto de una relación anterior). Celia tuvo que dejar de trabajar debido a la enorme atención que demandaban sus hijos y a un accidente laboral que tuvo mientras trabajaba como camarera estando embarazada de Manolo. Es a partir de este momento cuando la situación se vuelve más insostenible, con el nacimiento de los dos niños pequeños que, además, reclaman un enorme cuidado y atención especializada de la que Celia tiene que estar pendiente: Manolo ha sido diagnosticado con TDAH, a Miguel debido a su corta edad, aún no le han diagnosticado, pero presenta los mismos comportamientos y síntomas.
Afortunadamente, pagan un alquiler bastante reducido (300 euros) porque el piso en el que viven es propiedad de la madre de Cosme. Es también gracias a su ayuda como sortean muchas dificultades cotidianas: se hace cargo de los niños pequeños cuando a Celia le sale puntualmente algún trabajo extra "en negro", cuando puede comprar alimentos, ropa para los niños, "y también es la mediadora de las discusiones familiares".
La unidad familiar recibe varios tipos de ayudas que les ayudan a aliviar su situación y afrontar dificultades puntuales: los servicios sociales municipales y la parroquia les proporcionan recursos para la alimentación y el pago puntual de recibos; han sido beneficiarios de becas para libros de texto, pero hace dos años que no se las conceden; en el colegio, a nivel informal los profesores costean la participación de Cristina en las actividades extraescolares y en ocasiones han sido ellos quienes han comprado los libros de texto.
De manera regular perciben las ayudas de los programas de Save the Children. Además, como familia numerosa, a nivel autonómico se les ha reconocido el derecho a percibir una transferencia económica que sólo llegaron recibieron el primer año y sobre la que recientemente les han comunicado una importante reducción en su cuantía.
Con estas ayudas informales, de organizaciones sociales y del sistema público van saliendo adelante como pueden. Cristina, dice Celia, es la que más lo sufre puesto que antes de que la situación fuera tan complicada, podía disfrutar de un montón de cosas que ahora no pueden permitirse, y se enfada porque no acaba de entenderlo.
Pero no es esto lo que Cristina considera que más le afecta de la situación de crisis: "No me gustan las peleas y gritos de mamá y Cosme cuando discuten porque no llega el dinero para todo el mes. Ni a mí ni a mis hermanos nos gusta". Celia admite estos problemas en la pareja, problemas que aumentan cuando la situación se complica y aunque no le guste discutir delante de los niños, cree que es inevitable que las discusiones de pareja aumenten en estas situaciones.
"El apoyo que brinda la familia es el principal con el que se cuenta para afrontar las dificultades económicas. Sin embargo, esta red de protección ante la pobreza también está dando muestras de debilitamiento debido a la ya aludida cronificación de muchas situaciones y el continuo empeoramiento de la situación económica. Esto también provoca el agotamiento emocional de las familias que se encuentran en una situación de riesgo de pobreza o exclusión social que afecta la vida de todos sus miembros, incluida la familia extensa, y alcanza de un modo particularmente grave a los niños y las niñas"…
– El valor social de los niños (en pecado original y con dinosaurios carnívoros) (Fuente: La infancia en España – UNICEF 2014)
Invertir en infancia es justo, es rentable, beneficia a todos, y es un elemento fundamental en el cumplimiento de los derechos de los niños y en la transformación de las sociedades.
Desde la aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño, el Comité de los Derechos del Niño, UNICEF y otras muchas organizaciones han venido defendiendo a escala mundial la importancia de la inversión en la infancia. La propia Convención en su artículo 4 compromete a los Estados a aplicar los derechos económicos, sociales y culturales de los niños "hasta el máximo de los recursos de que dispongan", en el artículo 6 a garantizar su supervivencia y desarrollo, y en el artículo 27 a ayudar a los padres cuando sea necesario para garantizar un desarrollo y un nivel de vida adecuado de la infancia.
En línea con la CDN, la percepción del gasto social, de salud y educativo en los niños y niñas como una carga en los presupuestos públicos y para los ingresos privados debe ser revisada. Si hay un grupo social y generacional en el que la inversión en las personas tiene todavía más sentido es el de los niños y niñas.
Los argumentos son muchos, pero se pueden resumir en cuatro: éticos, relacionados con la edad, económicos y políticos (ver cuadro); pero uno de ellos en particular es específico de los niños, y es el que tiene que ver con los efectos irreversibles que incluso las privaciones temporales que experimentan los niños pequeños pueden tener en sus capacidades futuras y, a su vez, en las perspectivas de futuro de una nación. Las intervenciones y decisiones políticas que se tomen hoy determinarán si millones de niños y jóvenes son capaces de alcanzar todo su potencial o si se dejan atrás para enfrentar un futuro de empeoramiento de la desigualdad y la marginación. Muchas personas estarían de acuerdo en que no puede haber argumento más convincente que este.
La Comisión Europea, en febrero de 2013 aprobó la Recomendación Invertir en la infancia: romper el ciclo de las desventajas6. Esta Recomendación supone un marco europeo para el desarrollo de políticas nacionales de lucha contra la pobreza infantil y promoción del bienestar de los niños, en un momento en que las cifras de pobreza y exclusión infantil están creciendo en la mayoría de los países europeos, muchas veces por encima de las del resto de la población.
La propia Comisión reconoce en este texto que "evitar que se transmitan las desventajas entre generaciones es una inversión crucial para el futuro de Europa" o que para luchar contra la pobreza infantil es necesario "mantener una inversión en los niños y las familias que permita la continuidad de las políticas y la planificación a largo plazo". La Recomendación establece tres pilares estratégicos para el desarrollo de políticas:
– El acceso de las familias y los niños a recursos adecuados: apoyando el acceso al trabajo a los padres y madres, y garantizando un nivel de vida adecuado a los niños mediante ayudas económicas, desgravación de impuestos y ayudas a la vivienda.
– El acceso a servicios de calidad: promoviendo la atención desde la primera infancia, garantizando la igualdad de oportunidades en el sistema educativo, el acceso en condiciones de igualdad a los sistemas de salud, a una vivienda y un entorno adecuado, y mejorando los sistemas de protección de la infancia.
– El derecho de los niños y niñas a participar: mediante el apoyo de su participación en la vida cultural, deportiva y el derecho al juego; y estableciendo mecanismos de participación en las decisiones que afectan a sus vidas.
Aunque tienen formalmente reconocidos y protegidos sus derechos, los niños y niñas no votan, y tienen poca capacidad individual y colectiva de influencia en las elecciones políticas. No suelen tener amigos influyentes, ni instrumentos ni capacidad económica para hacer valer sus necesidades y derechos, ni para llevar a los tribunales sus casos. No participan de las grandes discusiones sobre el diseño del estado del bienestar y muchas veces no se valora el impacto que las decisiones políticas y económicas tienen sobre ellos. Junto a ello, el tiempo en la política no juega a su favor. Los resultados de posibles inversiones y cambios políticos de calado en la infancia muchas veces no tienen efectos visibles a corto plazo y el coste electoral de no realizarlos es muchas veces pequeño.
Sin embargo los niños son (y serán) actores clave en la evolución y la sostenibilidad de cualquier sociedad. El análisis del estado del bienestar desde una perspectiva generacional en el que se incluya a los niños y niñas como actores fundamentales plantea nuevos desafíos y adopta un cariz especial en las sociedades desarrolladas de nuestro entorno económico, cultural y político.
"El futuro debe escribirse y posibilitarse desde el respeto a los compromisos y los principios de solidaridad entre generaciones y en el seno de cada generación" Y sin embargo, no es descabellado afirmar que en términos generales, las inversiones en los niños son todavía una responsabilidad predominante de los padres y madres, mientras que los beneficios de esas inversiones se comparten entre todos. ¿Es esto justo? ¿Es sostenible? ¿Cuál debe ser el papel de los niños y las niñas en el estado del bienestar?
Reflexionar no sólo sobre la evidente importancia de cada niño como sujeto de derechos, sino también sobre su papel como grupo generacional es una tarea urgente y necesaria para dar solidez y sostenibilidad a cada país. Si no lo hacemos, si no somos una sociedad esperanzada con su infancia y que apuesta por ella, los escenarios de futuro pueden volverse muy adversos y no sólo no estaríamos hablando de una salida de la crisis, sino de un agravamiento del impacto de ésta en años venideros.
En 2004, el sociólogo Gøsta Esping-Andersen, en un artículo titulado El estado del bienestar en el siglo XXI planteaba algunos escenarios de futuro para la sociedad española (pero que fácilmente se pueden extender a la mayoría de los países avanzados) en su adaptación a las nuevas realidades económicas y sociales. En dos de esos tres escenarios (los menos deseables) los niños y las niñas tienen mucho que ver.
En el escenario que el autor llama "un país sin hijos", hace referencia a un previsible rápido descenso de la natalidad y de la población en las próximas décadas y el consiguiente envejecimiento de la sociedad.
El otro escenario "de las dos naciones" nos aboca a una sociedad dual en la que gran parte de la población se queda al margen del bienestar, con más pobreza y más exclusión; en un proceso en el que, además, el riesgo social se va desplazando cada vez a edades más tempranas, a las familias jóvenes con hijos.
Diez años después y tras seis de crisis económica y social podemos decir que en España (y en la mayoría de los países avanzados) estamos más cerca de ambos escenarios.
Repensar el valor social de la infancia
En el eje de los cambios necesarios en las políticas está la tarea urgente e importante de repensar quién y en qué medida asume los costes de los niños y niñas, y si somos capaces de ver ese coste como una inversión, no sólo de las familias (que ya lo hacen) sino de las administraciones públicas y de toda la sociedad. Redefinir cuál es el papel de los actores privados y públicos en el cuidado y desarrollo de los niños y cuál es el valor social que como país atribuimos a la infancia, es un tema de enorme calado.
En la pobreza infantil está el germen de una sociedad más pobre y más desigual
La no discriminación y la igualdad de oportunidades son fundamentos esenciales de los derechos humanos y de los derechos del niño. La protección de los niños y niñas y el acceso a unos recursos y unos servicios básicos para todos se asume como un imperativo moral y legal. Sin embargo, la creciente desigualdad social y el incremento de la pobreza infantil en los países ricos son fenómenos que se han venido gestando desde hace décadas y que durante la crisis están mostrando su rostro más cruel.
La desigualdad, sus causas, sus costos individuales, económicos y sociales y sus posibles remedios son especialmente ahora objeto de un amplio debate. Por un lado se defiende que un mayor nivel de igualdad mejoraría el bienestar de todos, otros defienden que ciertos niveles de desigualdad se justifican en los diferentes méritos y esfuerzo de las personas y que son un acicate para el progreso de las sociedades.
Pero no sería razonable aplicar a la infancia la premisa de las diferencias de méritos, ya que la gran mayoría de sus condiciones de vida escapan a su control. La infancia debe ser, más que ningún otro periodo en la vida, una época de igualdad de oportunidades que no debe depender sólo de los ingresos o las capacidades de los padres. Crecer en la pobreza, crecer sin las mismas oportunidades de acceso a la salud, o a una educación de calidad que otros niños implica un riesgo mucho mayor de tener unos resultados inferiores en los estudios, peor salud, menores ingresos, y de trasladar esas desventajas a la siguiente generación. Y, por tanto, tener muchas más posibilidades de ver vulnerados tus derechos. Y esa responsabilidad no se la podemos atribuir a los niños.
La educación, elemento para la inclusión
La educación es uno de los derechos de los niños y niñas que más capacidad tiene para romper el círculo de la pobreza y la exclusión social. El acceso en condiciones de igualdad a una educación de calidad es un elemento clave en el desarrollo y la inclusión de la infancia. Condiciones de igualdad de oportunidades que no sólo tienen que ver con el requisito legal de no discriminación, sino con una labor activa de eliminar los obstáculos y apoyar a aquellos niños y niñas que por su condición económica, social, familiar o por tener alguna discapacidad o cualquier otra desventaja tienen más problemas para acceder, mantenerse o tener éxito en el sistema educativo.
La importancia de la etapa educativa de 0 a 3 años, especialmente entre los niños con un entorno social o familiar más complicado (que son precisamente los que tienen más problemas para acceder a este tipo de servicios), está cada vez más fuera de duda. Pero incluso en el ámbito de la educación formal, obligatoria y gratuita, la constatación de que estamos dejando atrás a demasiados niños se repite.
La desigualdad de oportunidades, el abandono y el fracaso escolar no tienen una repercusión sólo en la pobreza y en su transmisión generacional, sino también en los ingresos y los recursos económicos del Estado. La OCDE en su informe sobre el Panorama de la Educación 2013 afirma que "las ganancias esperadas de la inversión en educación superan ampliamente la inversión realizada en todos los países de la OCDE" y que un mayor nivel educativo reduce drásticamente el riesgo de desempleo y aumenta la empleabilidad y los ingresos relativos. También asegura que el retorno en términos económicos, tanto público como privado, crece sustancialmente a medida que crece el nivel educativo. Por ejemplo, en la OCDE el retorno en forma de ingresos públicos se triplica en el caso de una persona que ha alcanzado los estudios superiores respecto a una que ha completado la educación secundaria. Las oportunidades perdidas por cada fracaso o abandono escolar tienen un coste personal, económico y social enorme y, pese a los avances, siguen siendo una asignatura pendiente en muchos países ricos.
"Dadnos a nosotros, vuestros niños, un buen presente. Nosotros, por nuestra parte, os daremos un buen futuro". (Toukir Ahmed, 16 años nacido en Bangladesh – Sesión especial de la ONU en favor de la infancia, Nueva York, mayo de 2002)
"Pedimos a nuestros políticos que de verdad nos escuchen y que nuestras opiniones e ideas sean tomadas en cuenta, tanto en las cosas pequeñas como en las importantes; que no sólo seamos una imagen sino una realidad"… (Manifiesto infantil de Málaga, 2012)
Informe Child Poverty and Material Deprivation in the European Union during the Great Recession – UNICEF Innocenti – 2014
Abstract
The 2008 financial crisis triggered the first contraction of the world economy in the post-war era. This paper investigates the effect of the economic crisis on child poverty and material deprivation across the EU-28 plus Iceland, Norway and Switzerland. First, it examines if children were affected by the crisis to a greater extent than the population as a whole. Second, it analyses inequities among households with children and the degree to which those in workless households, migrant households, lone parent families and large families were at a greater risk of poverty and deprivation. Finally, it studies the extent to which social safety nets may have softened the negative impact of the economic crisis.
The paper observes a negative relationship between the absolute change in economic output and the change in material circumstances of children: absolute increases in both child poverty and deprivation between 2008 and 2012 were larger in countries experiencing greater falls in GDP per capita. The relationship was stronger for child poverty, indicating that household income is more responsive to macroeconomic shocks. The effect of adverse economic circumstances was not distributed equally among households with children: in countries most affected by the crisis, notably Greece and Iceland, child poverty and deprivation rates rose substantially faster among children in workless households, lone parent families and migrant families than among the population of children as a whole. Controlling for the socio-demographic structure of the child population, both the child poverty rates and the severe deprivation rates were significantly lower in countries with more generous safety nets. However, once total social spending and working-age unemployment were accounted for, the effects of the minimum income protection indicator were no longer statistically significant. Social spending was associated with lower risks of child poverty at the start of the crisis only, when many European countries implemented fiscal stimulus packages, while unemployment had large effects on both poverty and deprivation throughout the entire period 2008-2012. This suggests that social safety nets and social spending did not shield children from the effects of labour market turbulence during the Great Recession
Results
Changes in child poverty between 2008 and 2012
There was a lot of variation in child poverty levels before the start of the Great Recession. In 2008, the share of children living in households with equivalent income below 60% of the national median ranged from around one in ten (9-13%) in the Nordic countries, the Netherlands and Slovenia to between a quarter and one-third (25-33%) in Bulgaria, Spain and Romania. In 11 out of 31 countries in this analysis, at least one in five children were at risk of poverty in 2008.
Moreover, children were often more likely to be poor than the population as a whole (Figure 1a). In 20 out of 31 countries, child poverty rates exceeded the total poverty rates by 2ppt or more. In contrast, total poverty rates exceeded the child poverty rates by at least 2ppt in four countries only, i.e. Cyprus, Denmark, Estonia, and Latvia. However, in the two Baltic countries and Cyprus, population poverty appeared to have been driven by inordinately high pensioner poverty rates.
The 2008 financial crisis triggered the first contraction of the world economy in the post-war era. This paper investigates the effect of the economic crisis on child poverty and severe material deprivation across the enlarged EU, Iceland, Norway and Switzerland. Evidence from previous recessions in industrialized countries suggests that children tend to suffer disproportionately. However, given the two- to three-year lag with which household income data become available, it is only recently that statistics on the circumstances of children have started to emerge. Although this study focuses on the material well-being of children, more data are needed to investigate the impact on other aspects of child well-being, such as health and safety, education, and behaviours and risks, as well as subjective well-being. Some of these effects may not manifest until long after the Great Recession.
This paper defines income poverty as anchored at a point in time to allow for comparison in living standards since before the crisis. Changes in the anchored child poverty rate during the Great Recession have not been analysed extensively to date. The study finds that absolute increases in both child poverty and deprivation between 2008 and 2011 tended to be larger in countries experiencing slower growth and greater increases in unemployment in this period. The relationship was stronger for child poverty, indicating that household income is more responsive to macroeconomic shocks. Increases in child poverty in excess of 10ppt were observed in Iceland, Greece and Latvia. Absolute increases in severe child deprivation of more than 10ppt were recorded in Greece and Hungary.
There is evidence that children suffered disproportionately during the Great Recession. Child poverty and severe deprivation rose faster for children than the population as a whole in many countries, notably the ones most affected by the crisis. Moreover, in most of the EU countries child poverty and deprivation increased faster or fell slower for children than for the elderly population (65 or over), although in some of these countries the absolute levels of poverty and deprivation remained higher among the elderly. This may be due to the fact that old-age pensions tend to be stable, albeit ungenerous, sources of income, while children tend to live in households where working age adults are vulnerable to the vagaries of the labour market.
Meanwhile, the effects of adverse economic circumstances were not distributed equally among children: those in the types of households that have consistently been identified as the most vulnerable to poverty before the Great Recession were often affected by the crisis to a greater extent than other children. Child poverty and deprivation rates often rose faster or decreased more slowly among children in workless households, lone parent families and migrant families than among the rest of the child population. This pattern was particularly strong in the countries suffering the greatest increases in child poverty or severe child deprivation over this period, suggesting that the most economically vulnerable children were hit excessively by the crisis.
Using a multi-level framework that accounts for both household level and country level characteristics, the analysis finds evidence for minimum income protection schemes cushioning the blow of the crisis: children were significantly less likely to be poor in countries with more generous safety nets in 2008-2012. However, once total social spending and working-age unemployment were accounted for, the effect of the minimum income protection indicator was no longer statistically significant. Consistent with previous research on the pre-crisis relationship between poverty and social spending (see Caminada et al 2012), expenditure on social protection as a share of the GDP had a sizeable negative effect on the risk of a child being poor in 2008 (and a smaller one in 2009), but the effect was no longer significant in 2010-2012, when many countries implemented austerity reforms. In contrast, unemployment had large effects on the risks of child poverty both before and during the crisis. These results suggest that the generosity of minimum income protection schemes and the level of social spending, while having non-negligible effects on the risks of child poverty, were insufficient to offer adequate protection at the time of labour market turbulence.
Similar findings emerge for child deprivation. The effects of social safety nets were only significant while total social spending and unemployment were not accounted for. Throughout the period 2008-2012, both social spending and the unemployment rate had large significant effects on the risks of severe child deprivation. Expenditure on social protection had larger and more precisely estimated effects on child deprivation than child poverty. This is not surprising, as it has been well documented that deprivation rates (based on the EU-wide deprivation threshold of four out of nine items) are higher in newer accession states, which tend to spend a smaller share of the GDP on social protection benefits.
Informe The Consequences of the Recent Economic Crisis and Government Reactions for Children – UNICEF Innocenti – 2014
Abstract
During the late 2000s, European countries were affected by an economic crisis considered the most severe since the Second World War. Although the nature of the shock and its evolution were different across countries, the reactions of governments were quite similar. Indeed, governments implemented stimulus fiscal packages in the early stages of the crisis; nonetheless, the worsening of economic conditions plus the pressures coming from financial markets pushed them into a process of fiscal consolidation. This paper shows that these different policy reactions provoked important consequences for people"s living standards. If the increase in social transfers and the reduction of the tax burden partially compensated the drop in private income over the period 2008-2010, the implementation of the austerity packages amplified the negative consequences of the economic recessions. Moreover, the policies implemented by governments during the austerity period deepened inequality. In some countries -such as Estonia, Greece and Spain- the burden of the adjustment fell on the bottom of the distribution producing a deterioration of living conditions for the most vulnerable. Lastly, government interventions worsened the conditions of the poorest children in countries such as France and Hungary.
Conclusion
The recent macroeconomic shock affected European countries in different ways. Nonetheless, their governments reacted similarly. While in the early stages (2008-2010), they implemented stimulus fiscal packages, the worsening of economic conditions plus the pressures coming from financial markets pushed governments into a process of fiscal consolidation.
These reactions provoked important consequences on people"s living standards. If the increase in social transfers and the reduction of the tax burden partially compensated the drop in private income over the period 2008-2010, the implementation of the austerity packages amplified the negative consequences of the economic recessions.
In addition, the switch from a stimulus to consolidation policy stance generated important redistributive consequences. While in the first period inequality kept stable, the policies implemented by governments during the austerity period widened inequality. In some countries, such as Estonia, Greece and Spain, the burden of the adjustment fell on the bottom of the distribution producing a deterioration of living conditions for the most vulnerable groups. Furthermore, government interventions worsened the conditions of the poorest children in countries such as France and Hungary.
Nonetheless, our analysis is limited by the fact that no data are yet available after 2012 – i.e. 2011 income year. However, it is evident that the more recent policies implemented by European countries continue to worsen living conditions for their population, following the same line of the first austerity measures. Indeed, many governments continue to consolidate their fiscal position through further rationalization in their social protection system.
Although the need to adjust is undeniable for some European economies, the way in which they operate is sometimes less justifiable. Irrational cuts in social as well as education and health spending are detrimental not only for the present but especially for the future generations. Moreover, past experiences show that the fiscal consolidation could become an illusion when austerity is pushed to extremes with negative economic consequences in the long run (Jolly et al., 2012). All in all, a return to "a more people-sensitive approach to adjustment" (Cornia et al, 1987: 3) is necessary in order to ensure that policies implemented to cope with the negative consequences of the crisis safeguard people"s living conditions and especially those of children.
Informe Child Poverty (Part 1) State of play in Europe Good – Caritas Europe – 2011
Introduction
Children, vulnerable and powerless, are often treated within our societies as the least amongst us. Poverty is one of the main consequences of social exclusion and it prevents children from accessing the resources they need to enable them to become all they could and should ever be.
Caritas Europa defines poverty thus:
Poverty is a multi-dimensional, multi-faceted phenomenon. Poverty is not solely based on income, it also includes basic needs, human rights and more intangible factors such as vulnerability, risk, inequality, marginalisation, discrimination, exclusion, a feeling of powerlessness and the circumscribing of options and choices. It follows that children are often the first to suffer the consequences of poverty. They suffer poverty, not in a vacuum but usually within their families who are also poor. The Caritas "poverty paper" for the European Year 2010, "Poverty Among Us", defines the family as one pillar of social welfare and social security. Within the family, wellbeing, capacities and capabilities are nourished, satisfying the material needs of its members as well as offering a home and not only a shelter. Families are however also at risk of poverty. In the context of a biographical model of poverty and the fight against it, families also play a key role as the milieu where poverty can be prevented at its roots.
Our subtitle, Navigating safe passage through the labyrinth of poverty, seeks to convey that poverty is something which families may find themselves entering, as one might enter into a labyrinth and get lost. The entrance point might be one or more of a number of factors which set a family onto the trajectory into the labyrinth. The ability to find a way out of the labyrinth will depend upon the navigation skills of those who find themselves within it and the resources that they have to help them find safe passage through. Within this metaphor Caritas workers act as co-navigators, guiding families, assisting and providing them with the resources they need to move safely towards the exit. For those families who have not navigated their way out of poverty it is apparent that they will have children born into poverty. Where two or three generations of the family have remained in the labyrinth we may talk of the intergenerational transfer of poverty.
A special focus of this paper will be on the intergenerational transmission of poverty because the impact of experiencing poverty in most cases is different when poverty is "only" a (short) phase in one"s life compared with the situation where poverty is passed on from generation to generation.
Child poverty and social exclusion, although different in shade and form, are problems that all European states have in common. In most countries, the risk of being affected by poverty and social exclusion is greater for children than for adults. Child poverty is recognised as a multidimensional problem which requires urgent action in the fields of social, economic, health, environmental and cultural policies. Growing up in poverty may affect every area of a child"s development and may have severe long-term consequences, restraining children from achieving their full potential; adversely affecting their health; inhibiting their personal development, education and general well-being.
Reality for children and their parents across Europe
Child poverty is to be considered in relation to the situation of the family. In many countries, the mere fact of having three or more children may be a contributing factor towards a life lived in poverty. In general, the entry of families into poverty may be triggered by one or more factors, the most common include:
– Unemployment
– Death
– The long term illness of the main earner
– Caring for elderly family members
– Separation or divorce
– Discrimination
It may take families many generations to negotiate and to navigate their way through this labyrinth to come out of poverty. Their journey is not linear, each family will have a different starting point from which to find their way out. It should be recognized that the factors affecting child poverty may, over time, become both embedded within the family itself and in the structural organization of the society.
The intergenerational transmission of (income) poverty, as well as the duration and persistence of child poverty have been recently addressed in a study of the European Commission. There is statistical evidence of intergenerational transmission of disadvantage with regard to education. An analysis of the results from the 2005 EU-SILC, for example shows that being born in a family with a low-educational background diminishes the chances of achieving a high level of education. Also, children of skilled manual workers are up to three times less likely to become managers, professionals or technicians than children whose parents were in such employment. Other data confirm that there is an interconnection between being poor and disadvantaged in young age and being poor and disadvantaged when an adult. This relates not only to income poverty and education but also to other living conditions as for example health and housing. The phenomenon of intergenerational transmission of poverty is thus to be seen as a multidimensional problem. The attention shown towards these phenomena demonstrates the existence and the scale of such problems.
Dimensions of child poverty
Following the framework outlined in the Caritas document, "Poverty Among Us" eight primary dimensions of poverty can be analysed: financial resources, health, housing, education, occupational integration, social integration, residence status and family of origin. There are also psychological, cultural, cultic, ethical and spiritual dimensions of poverty. Some of these dimensions are referred to in the following.
Income poverty
The complexity of poverty cannot be captured simply by measuring income and / or expenditure. Nevertheless describing the financial situation of children and their families in Europe is a useful illustrative tool.
EU-SILC provides the at-risk-of-poverty rates of children which vary across the European Union member states. They generally lay in between 10 and 26 percent of the whole child population of any European country.
While in general the formal European definition of relative poverty or of being at risk of poverty is a good indicator because it enables countries to be compared, other indicators have to be considered in order to get a fuller picture, especially as the definition does not give an insight into the living conditions of people being at risk of poverty in any specific country. So, when interpreting data on poverty one has to look at the situation behind the numbers and at the specific problems of people to understand their needs. Thus the figures only tell us "what"; they do not explain the "why" of any given context. Thus the analysis and policy recommendations drawn in this paper must be adjusted to the individual country"s need.
Consequences of parental unemployment and in-work-poverty for children
Employment and earnings from work are the best remedy to minimize one"s risk of becoming poor. In general, in the EU Member States social transfers reduce the at-risk-of-poverty rate significantly (for differences in reduction rates, see below under "public social transfers"). For all countries it can be affirmed that having well remunerated work provides some resilience to poverty. This is all the more true for families with children: the impact of either joblessness or not working full time on the risk of poverty is much higher for families with children than for families without children. On average in the EU-27, more than half of children in families with no or very weak attachment to the labour market are at risk of poverty.
Access to the labour market is especially difficult for lone parents and larger families. Without appropriate, accessible and affordable child care services or care facilities for other dependent relatives they cannot optimize their working or training opportunities. Employment has to be placed in juxtaposition with the issue of fair remuneration for work: even in cases of full-time work, the hourly payment can still be insufficient to ensure a decent living for the employee and his or her family.
In-work-poverty exists within Europe: 13% of children living in households at work are living below the poverty threshold. However this proportion is much smaller than the proportion for children in households which are jobless or where attachment to the labour market is unsatisfactory
Recommendations
Fighting poverty is a process which goes far beyond material and financial assistance – although these are needed to guarantee a dignified life for everybody. These recommendations are based on the following fundamentals in accordance with the UN Convention on the Rights of the Child:
– In the collective political endeavour, on behalf of the EU and its Member States, to fight against child poverty, utmost attention should be given to the situation of families. In most cases, child poverty occurs within the context of the family. Caritas Europa, therefore, suggests adopting a political terminology whereby "family poverty" is considered together with "child poverty". As family structures and forms differ considerably, this must be taken into account when thinking about policies.
– For children"s economic, social and cultural rights to have substance, states must guarantee that they are duly enshrined into national law and are made enforceable. This would ensure access of children to their own rights. General access to justice is a precondition of fighting poverty successfully.
– Children should be able to play and socialise with other children, make friends and learn how to relate to a group. Communities and social networks are necessary to give children the opportunity to interact with adults other than their parents.
– The engagement and participation of children in community and public life should be fostered. Children should specifically be consulted about policies that affect them. Children require training and support to enable them to do this effectively.
– Children have the right to grow up in good health. Health care, housing conditions, infrastructure and environment must foster the health of children regardless of the income of their family.
– Politicians and policy makers need to look at the possible unintended and undesirable messages and consequences of policies that target poor children and families as these may increase the very social exclusion they are seeking to address.
– Fighting child poverty requires multi-dimensional policy measures which take account of the various stakeholders: the state, the local communities, educational authorities as well as teachers and kindergarten workers, welfare institutions, churches, volunteers, etc. Above all, the attitude of the society as a whole is crucial for overcoming poverty and requires political will.
– In order to avoid the intergenerational transmission of poverty, solidarity between generations must be strengthened, in particular through holistic support to families.
More specific policy recommendations can be subsumed into five main requests:
1. Establish and guarantee the minimum income needed for a dignified life,
2. Enhancing capabilities and education,
3. Enable children to grow up in health and confidence including guaranteeing good housing conditions.
4. Monitor and evaluate policies to fight child poverty, also by involving children in the process.
5. Foster intergenerational solidarity within families and society in general.
Conclusions and further questions
To invest in childhood policies is to invest in the future of us all. Early interventions in the life cycle of children and early help and support for families are crucial in combating the intergenerational transmission of poverty. The only family inheritance of a child should never be that of a life lived trapped within the labyrinth of poverty. With targeted and timely interventions it should be possible to build a safe and nurturing environment in which children can be given aspirations and the wherewithal to achieve them. Children are vulnerable and are too often the first victims of poverty. Too often governments do not hear them because children do not vote but children are themselves part of the solution and our task is to listen, learn and to deliver the change that will end child and family poverty.
At a time of global financial crisis we are mindful that governments and local authorities are inclined to make reductions in public expenditure. This highlights the need to find new cost effective and innovative ways of delivering support and services to vulnerable and poor children.
We believe that within Caritas organizations in Europe there are projects which may be under threat of closure at a time when they are most needed. We are keen to know how these organizations are responding to the needs of children and families in new and imaginative ways with fewer resources. We are also keen to understand the greater complexity that the global financial crisis has brought to the labyrinth in which poor children are located
Informe Child Poverty Ten pack of recommendations – Caritas Europe – 2012
Caritas Europa"s Ten Pack
Informed by the wide experience of its member organizations working with children in poverty and their families, Caritas Europa is calling on the EU and its Member States to:
(1) Adopt a child-specic, multi-dimensional, rights-based approach to tackling child poverty based on the standards and principles enshrined in the United Nations Convention on the Rights of the Child. is approach should incorporate the three pillars (i) access to adequate resources (ii) access to quality services and (iii) opportunities for children's participation in all matters that affect them.
(2) Ensure an adequate minimum income for families, at least above the relative poverty threshold, to prevent as well as to combat child poverty. Provide universal child benefit paid directly to the child"s main career, and underpinned by adequate minimum income schemes related to real needs.
(3) Maintain a particular focus on children who are at greater risk of poverty, including children living in or leaving institutions, children with migrant or minority backgrounds, children of asylum seekers and refugees, traveler and Roma children, children with disabilities or with parents with a disability, children living with single parents, and children growing up in low-income families and/or with parents in low-paid employment.
(4) Promote a greater integration of family and child-centered policies aimed at breaking the cycle of poverty and the transmission of disadvantage across generations. Take the best interests of the child into consideration with regards to asylum legislation, especially when vulnerable unaccompanied children are involved, and provide for effective access to family reunification for children of migrants and refugees.
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