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La guerra de la alianza suramericana contra España (1864 – 1866)

Enviado por Patricio Gonzalez


Partes: 1, 2
Monografía destacada
  1. La escuadra española en América
  2. El conflicto con Perú
  3. Los sucesos en Chile
  4. La guerra con Chile y la alianza del pacífico
  5. Fuentes

LA GUERRA DE LA ALIANZA SURAMERICANA CONTRA ESPAÑA fue un conflicto ocurrido entre los años 1864 y 1866 entre la Escuadra Española que vino en misión de amistad y la alianza de Chile con Perú, Bolivia y Ecuador. Tuvo su origen en un conflicto privado entre súbditos españoles y peruanos en una hacienda del Perú.

1- La escuadra española en América

En 1864 España aún no había reconocido la independencia del Perú. El general Castilla envió en enero de 1859, a don Pedro Gálvez como ministro plenipotenciario ante el gobierno español; la gestión se estrelló con la negativa de la corte a recibir a Gálvez como representante del Perú antes de firmarse y ratificarse el tratado de paz y amistad. Este rechazo produjo malestar en Perú, que lo atribuyó a presión del gobierno español para que se reconociera la deuda con los súbditos españoles que habían sido expoliados durante la guerra de la independencia, tal como se había hecho con los criollos en la misma situación por la ley de 25 de agosto de 1831.

En 1860, el gobierno español resolvió enviar al Pacífico una división naval, con los propósitos de estrechar relaciones y promover el comercio con sus antiguas colonias. El alistamiento de las naves tardó casi dos años. Las fragatas "Resolución" y "Triunfo"y la goleta " "Vencedora" " salieron de Cadiz el 10 de agosto de 1862, y en Buenos Aires se agregaría la goleta "Covadonga" que estaba en ese puerto.

Se designó comandante en jefe al general Luis Hernández Pinzón. Sus instrucciones le prescribían respetar la independencia de las ex colonias españolas, aún si su reconocimiento estuviese pendiente, como era el de Perú, y estrechar las relaciones de amistad y comercio con ellas. Llevaba también a bordo un grupo de profesores de Geología, Zoología, Botánica, Antropología y Etnografía para efectuar estudios de las zonas visitadas .

Pero, al mismo tiempo, la escuadrilla debía proteger la vida y los bienes de los súbditos españoles que vivían en estas repúblicas. Debía emplear de preferencia la presión moral. Mas, una clausula le recomendaba amenazar con la fuerza si no cesaban en el acto las violencias contra sus nacionales. Más peligrosa aún era otra de las instrucciones:

Si por desgracia ocurriera un acontecimiento grave que no diera lugar a consultas, porque afectare profunda y directamente los intereses de España, sus representantes deberán encontrar en el jefe de las fuerzas navales toda la cooperación enérgica que pueda prestarle para una inmediata reparación.

Pinzón llego a Valparaíso el 5 de mayo de 1863. Las alarmas sembradas por la diplomacia peruana, que temía un atentado contra su soberanía, se estaban adormeciendo y tanto en Valparaíso como en Santiago, la escuadra española fue recibida cariñosamente. La Colonia española, a la sazón numerosa en Chile, recibió a los marinos con un entusiasmo ardiente.

La confianza entre anfitriones y huéspedes se había estrechado con el contacto y el correr de los días. En una cena con la colonia española, se bebió en abundancia y Pinzón, excitado por las copas y el entusiasmo de sus compatriotas, en uno de sus brindis exaltó en exceso el valer de España en agravio del de sus hijas, y lo que fue peor, refiriéndose a la la duplicidad que había advertido en la diplomacia peruana, añadió que no creía en todas las muestras de fraternidad que había recibido. La prensa ocultó el desliz, pero corrió como un reguero entre la gente reviviendo los rencores contra España.

El 10 de julio Pinzón enfrentaba la rada del Callao. Una barca española, que venia perseguida por un buque de guerra francés, enarboló la bandera de auxilio. Pinzón hizo tocar a zafarrancho, y el navío francés tuvo que regresar al puerto, huyendo de la escuadrilla que se le vino encima. Con este gesto teatral, Pinzón cumplía en forma indirecta la parte de sus instrucciones que le ordenaban demostrar el poderío de España, con el fin de hacerse respetar sin necesidad de emplear la fuerza.

Durante la corta estada de la escuadra española en el Callao, huéspedes y anfitriones gastaron la mas exquisita cortesía. La cautela ahogo toda expansión de fondo, pero al mismo tiempo, el tacto mas delicado presidió la conducta no solo de los marinos españoles, del gobierno y de la alta sociedad peruana, sino también del pueblo de Lima.

E1 27 de julio de 1863, la escuadra española zarpó al norte en cumplimiento de su programa, que era recorrer los puertos del Pacífico hasta la Alta California y volver al sur para doblar el Cabo de Hornos, después de visitarlos por segunda vez.

2 – El conflicto con Perú

El 4 de agosto de 1863 ocurrió un incidente en la hacienda de Talambó entre el propietario, Manuel Salcedo, al frente de unos cuarenta individuos armados y los campesinos vascos que reclamaban por el incumplimiento de sus contratos; quedaron dos vascos muertos y algunos heridos por ambos lados. El alcalde y el juez de paz de Chepén arreglaron los sucesos de acuerdo con las declaraciones de Salcedo, declaro libres de responsabilidad a los agresores y condenó a los agredidos. La corte de justicia del departamento de Libertad anulo el inicuo fallo, mas el Tribunal Supremo de la nación anuló la sentencia de la corte el 16 de febrero de 1864, con lo cual las víctimas fueron declaradas culpables.

El 13 de noviembre de 1863 arribó Pinzón al Callao, de regreso de California. Los españoles de Lima y del Callao se apresuraron a imponerlo de los sucesos de Talambó, y a rogarle que, en vista de los peligros que corrían sus bienes y sus vidas, no los desamparase. Aunque Pinzón había recibido orden de dirigirse inmediatamente a Cuba, en vista de la peligrosa situación que se había creado en el Perú, aplazo su regreso al Atlántico.

A esta altura entró en escena el personaje central de la promoción del conflicto. Don Eusebio de Salazar y Mazaredo obtuvo del gobierno español que lo acreditara de ministro residente en Bolivia, y no pudiendo acreditársele también en Lima, por no estar reconocida la independencia del Perú, logró que se le designara "Comisario Epecial" en este último país. Salazar llegó a Lima en marzo de 1864, y el día 26 presento su título de "comisario especial" a las autoridades peruanas.

El gobierno peruano dirigió el 1° de abril de 1864 a Salazar un oficio, en el cual le decía que,

(…) de acuerdo con el contenido de sus credenciales, el gobierno peruano no le reconocía en el carácter de agente confidencial de España; pues el titulo de comisario, sobre no estar conforme con las reglas y usos diplomáticos, traería tal vez embarazos en el curso de las negociaciones, que en bien de uno y otro gobierno debían alejarse a toda costa(…).

El comisario español, el día 12 de abril respondió con una áspera nota en la cual recapitulaba los agravios del gobierno español y especialmente los sucesos de Talambó. El mismo día se embarcó en la "Covadonga", que lo aguardaba en el Callao, y fue a reunirse con Pinzón. Lo informó del desaire que había recibido, le expresó que Perú no resolvería justamente el caso de los asesinatos de Talambó y de la imposibilidad de adelantar mas por la vía diplomática; había llegado el caso de hacer una demostración naval, pero, a su juicio, en vez de bombardear el Callao, era preferible ocupar las islas Chincha, hasta que el gobierno peruano satisficiera las justas reclamaciones de España.

Pinzón le exigió las instrucciones, y Salazar le presentó sólo la parte que autorizaba el uso de la fuerza. El 14 de abril procedió Pinzón a ocupar las islas. El gobernador Valle Riestra se limito a protestar del acto y a exigir que fueran marinos españoles los que sustituyeran la bandera peruana por la española. Había, ademas, en la isla unos mil peones que se ocupaban en el carguío del guano, y unos 160 presidiarios. Estos últimos fueron enviados a Pisco, custodiados por la guarnición peruana. Temiendo las represalias sobre los españoles de Lima, Pinzón retuvo a las autoridades peruanas de las islas.

Una declaración suscrita el mismo día por Pinzón y Salazar, dejaba constancia de que

(…) la actitud del Perú había hecho necesario el empleo de la fuerza; que el gobierno español no había reconocido la independencia del Perú y que la tregua continuaba solo de hecho, y en consecuencia España podía reivindicar las islas Chincha. La declaración terminaba anunciando que la escuadra española se apoderaría de todas las islas y de los buques de guerra del Perú que tratasen de oponerse a estos actos. Se respetarían las garantías constituidas por el Perú sobre el guano a favor de extranjeros, y la explotación seguiría en la misma forma, debiendo las empresas dar cuenta de ello al gobierno español.

La noticia de la ocupación de las Chincha llego a Lima en la mañana del 16, traída por el capitán de un buque mercante norteamericano. El gobierno peruano, tomado de sorpresa, se limitó por el momento a enviar a Pinzón una enérgica protesta que, sin embargo, terminaba abriendo las puertas a negociaciones, siempre que los representantes de España subsanaran el agravio inferido a la soberanía peruana. Decía Ribeyro:

El gobierno del Perú, en cuyo nombre hablo aceptaría con sincera satisfacción las explicaciones que espera de V. S, en contestación a esta nota, pero si ellas no vinieren, o si las dadas por V S. no fueren tan explicitas y completas como corresponde a la enormidad de la ofensa, debe entender desde luego V. S. que el gobierno peruano y el Perú entero con él cumplirían su deber.

El 20 de abril, el gobierno peruano dirigió a Pinzón una nota, en la cual le daba la seguridad de que se respetarían las personas y los bienes de los españoles residentes en el Perú. Con este motivo, el almirante devolvió caballerosamente a los funcionarios que había retenido como rehenes. Ademas de estos actos de cortesía, el gobierno peruano no quiso cortar el aprovisionamiento de agua (no la había en las Chincha) ni de víveres a la escuadra española.

Entre tanto, el congreso elevaba a $50"000.000 la autorización de $12"000.000 que había solicitado el Ejecutivo para adquirir buques, armas y municiones.

Salazar retornó a España y fue hostilizado amenazadoramente por agentes del Perú durante su viaje a Panamá; en Panamá fue transportado al Atlántico en un tren especial que le proporcionaron los ministros de Francia e Inglaterra para evitare cualquier agresión.

Pinzón encontró accidentalmente el pliego con instrucciones que Salazar le había ocultado. También por ese tiempo, el ministro español que había aprobado el uso de la fuerza renunció. Pinzón trató de volver sobre sus pasos usando las facultades amplias de que estaba investido, y el 6 de junio de 1864 se comunicó con el ministro chileno, don José Nicolás Hurtado, y le manifestó que deseaba solucionar las cuestiones pendientes de un modo amigable. Hurtado envió con fecha 9 de junio una nota a la cancillería peruana; el canciller Ribeyro la respondió con ironía al ministro chileno por su intromisión a zanjar un conflicto que el Perú no deseaba resolver por su intermedio. Le hace presente que

El gobierno Peruano no solicita favores de los agentes peninsulares ni del gobierno de Madrid, si los españoles volviendo sobre sus pasos sin que por nuestra parte se proponga nada, salvando a su nación de un borrón en su historia militar y alejándose de las aguas del Perú, dejan a la república en plena satisfacción de sus derechos satisfaciéndola de los agravios que gratuitamente le han irrogado, habrían cambiado la situación difícil en que están colocados, aproximando a las dos naciones para entenderse de una manera decorosa y compatible con su dignidad.

Hay indicios de que el gobierno peruano tenía contactos en Madrid que lo informaron del contenido de las instrucciones a Pinzón y a Salazar. Sabía que España no atentaría contra su independencia y esperaba tranquilamente que la Corona desautorizara a Pinzón y ordenara la devolución de las islas. También esperaba obtener el reconocimiento de su independencia sin sacrificios económicos después de que Pinzón fuera desautorizado por su gobierno.

El 24 de junio de 1864, la reina de España envió una circular a todos los países amigos expresando entre otras cosas :

La desautorización a sus representantes por la ocupación de las islas y la reivindicación que plantearon.

Que España nunca había vacilado en reconocer al Perú como un pueblo libre e independiente.

Que en caso de guerra, tendría el carácter de enemigo, como cualquiera otra nación, y no el de rebelde.

Aludiendo a las vejaciones a Salazar y los sucesos de Talambó expresa que no puede abandonar sin defensa a sus súbditos residentes en Perú y mucho menos dejar que se atente contra un representante suyo. En consecuencia, aunque reconoce que las islas son peruanas, las retendrá hasta que se haga justicia a los españoles y se se den satisfacciones por las vejaciones a Salazar.

Al mismo tiempo, previendo que la estadía de su escuadra pudiera complicarse si la situación política en Chile lo llevaba a hacer causa común con Perú, resolvió enviar de inmediato dos fragatas y dos goletas para reforzarla; un mes más tarde se despachó también la fragata blindada "Numancia", uno de los buques más poderosos de Europa. En total se juntaron 9 buques.

El 11 de enero de 1864, el Perú había dirigido una nota al los países del Pacífico para reunirse en Lima. El 18 de febrero Chile aceptó la invitación exigiendo que en la conferencia se exceptuasen los diferendos de límites y que se invitase también al resto de los países, incluso al Ecuador, que mantenía en una seria disputa con Perú. Los países del Atlántico rechazaron la invitación porque según dijo Mitre "comprometerse por un gobierno como el de Pezet era una imprudencia".

Don Manuel Montt fue designado representante de Chile ante el Congreso Americano y llegó a Lima el 24 de septiembre. La impresión de la situación del Perú fue desconsoladora. Desde el punto de vista militar, de nueve buques sólo uno tenía algún valor siempre que fuera reparado y aún así sería incapaz de enfrentar a las fragatas españolas; la marinería estaba en el mayor desorden y sin instrucción y los buques comprados no podrían llegar antes que el refuerzo de la escuadra española. Mucho peor era la situación política; la ocupación de las islas con el paso del tiempo se había transformado en una cuestión de política interna y tres ministerios se sucedieron en seis meses. Todos deseaban evitar la guerra pero no dieron ningún paso en ese sentido por temor a la opinión movida por los bandos contrarios que hacían tambalear al gobierno.

El Congreso Americano celebró su primera sesión el 28 de octubre de 1864 y eligió a don Manuel Montt como presidente, y su establecimiento impidió que el presidente Pezet fuera derrocado. Después de largas discusiones se firmaron el 23 de enero de 1865 el tratado de " "Unión" y Alianza Defensiva Entre Los Estados De América Contratantes" y el tratado "Sobre Conservación De La Paz Entre Los Estados De América Contratantes" Ninguno de los dos fue ratificado por los países signatarios. El Congreso se levantó el 13 de febrero de 1865.

Entre tanto, el 31 de octubre de 1864, el Congreso Americano envió a Pinzón una amistosa comunicación proponiéndole iniciar conversaciones de avenimiento, pero las instrucciónes recibidas desde España habían reducido sus atribuciones y le ordenaban mantener en su poder las islas sin efectuar acto alguno de hostilidad al Perú. En la conversación que tuvo con el delegado del Congreso, le informó que el Perú había hecho gestiones directas en España a través del representante ante Napoleón III, sobre la base de la devolución de las islas y el compromiso del Perú de satisfacer las demandas de España. Esas gestiones eran apoyadas por los tenedores de créditos de los súbditos españoles perjudicados por la guerra de la independencia, que habían adquirido por el 5% de su valor nominal. Esta información confirmó a Manuel Montt el doble juego de Pezet y el motivo por que no había aceptado la negociación propuesta por Pinzón en junio.

Pinzón cumplió sus nuevas instrucciones sin contratiempos. El gobierno peruano le daba todas las facilidades para abastecer sus buques y recibían regularmente el correo desde Pisco. Desde California, Guayaquil y Valparaíso había recibido el carbón suficiente. Sin embargo la estadía era costosa para España y los buques se deterioraban lenta pero sostenidamente. A sugerencia del Ministro de Marina, almirante José Miguel Pareja, presentó su renuncia al mando de la escuadra el 9 de noviembre para facilitar las conversaciones de paz que se mantenían en España.

Pareja dejó el ministerio para tomar el mando de la escuadra en el Pacífico, llegó al Perú el 8 de diciembre de 1864 y asumió el mando de la escuadra. El Congreso Americano comisionó al delegado de Venezuela para que se acercase a Pareja con el fin de establecer bases de avenimiento. Pareja le respondió que no estando en duda la independencia del Perú ni la soberanía de las islas, el conflicto era privado entre España y el Perú. Ante la insistencia del Congreso, Pareja respondió duramente en los mismos términos, por lo que el Congreso dio por terminada su mediación.

Cuando llegó el refuerzo de la escuadra española, Pezet comprendió que sus esfuerzos por negociar la paz en España habían fracasado y que sólo cabía entenderse con Pareja. Sin embargo, las vacilaciones de Pezet a aceptar las condiciones españolas por temor a ser derrocado, ocasionaron que el 25 de enero de 1865 se presentara la escuadra española en el Callao y Pareja diera el ultimátum que ´"si no se aceptaban las condiciones de España en 48 horas, abriría las hostilidades". Como consecuencia, el 27 de enero se firmó por el general Vivanco y el almirante Pareja un proyecto de tratado. El documento establecía

– el intercambio de embajadores,

– el saludo a los respectivos pabellones,

– la reprobación oficial a Salazar,

– la desocupación de las islas,

– el reconocimiento de la deuda con los súbditos españoles y

– una indemnización de tres millones de pesos que (España) se ha visto obligada a desembolsar desde que el Perú, negándose a aceptar los buenos oficios de un agente de un gobierno amigo (negociaciones Pinzón Hurtado de junio de 1864) rechazó la desocupación de las islas que espontáneamente se le ofrecía.

El congreso peruano se disolvió sin ratificar el tratado y Pezet lo promulgó violando la constitución. El Perú pagó la indemnización con tres letras sobre Europa y las islas fueron devueltas en el acto.

Pareja había nacido en Perú y la dureza que impuso a la negociación le ocasionaron el resentimiento del pueblo peruano que lo sintió como una traición. Pezet lo invitó a una recepción en su honor en el palacio de gobierno para el 6 de febrero, día en que autorizó a desembarcar a todo el personal que estaba franco. El pueblo, entre ellos varios jornaleros chilenos residentes en el Callao, comenzó a apedrear a los marineros; Pareja envió los botes para recogerlos acompañados de lanchas cañoneras tripuladas por marinería armada y artilleros, que finalmente no intervinieron. A pesar de la protección de las autoridades peruanas, hubo un marinero muerto y varios contusos. Pareja inició una serie de reclamos y recriminaciones que socavaron más todavía la precaria estabilidad del gobierno.

Pezet trató de ahogar la revolución que se le venía encima apresando y desterrando al general Castilla, a la sazón presidente del senado. Como consecuencia, el 28 de febrero de 1865 se pronunció en Arequipa el coronel Prado y para el 9 de marzo se habían plegado las guarniciones de Tacna y Puno. Más adelante se sublevó la marina y el coronel Balta se pronunció en el norte, dejando las fuerzas de Pezet reducidas a Lima y el Callao. En la madrugada del 6 de noviembre de 1865 Prado entró a Lima, Pezet se embarcó el 9 con rumbo a Inglaterra y el general Canseco, segundo vicepresidente asumió el mando. Luego, el 26 de noviembre una asamblea de ciudadanos protegida por el ejército proclamó al coronel Prado como dictador.

Prado y Canseco esgrimieron el tratado para derribar a Pezet pero se propusieron cumplirlo para no romper con España, cargando la ignominia de haberlo firmado a la tibieza de Pezet

En el intertanto, los sucesos en Chile habían provocado la declaración de guerra de Chile a España el 24 de septiembre de 1865.

Las voluntades combinadas de Prado y del coronel Gálvez, que repudiaban el tratado, acordaron la alianza con Chile y el envío de la Escuadra a Chiloé, sin perjuicio de aplazar la declaración con el fin de ganar tiempo y emplazar el el Callao los cañones recién comprados.

3 – Los sucesos en Chile

La noticia de la reivindicación de las Chincha por la escuadra española se conoció en Santiago el 30 de abril de 1864. La impresión fue mucho mas profunda y violenta que en Lima. Se sospechó que España había usurpado la riqueza del guano para financiar la reconquista de sus colonias después de una tregua de 40 años. Se recordaron las palabras ofensivas de Pinzón en la cena con la colonia española y se reavivaron súbitamente los odios de la guerra de la independencia. Se recordaba que el Perú había sido independizado a la fuerza por Argentina, Chile y Colombia; que si bien hubo participación de algunos peruanos, ésta fue muy tibia y poco trascendente porque en 1820 el deseo de independencia no había madurado en el Perú. Se creía que a causa del desorden que sobrevino con la república, muchos peruanos añoraban el virreinato cuando sólo habían transcurrido unos 40 años de vida independiente.

La actitud del gobierno peruano causó indignación en Chile, porque era ceder ignominiosamente a una acción prepotente que por si sola era una declaración de guerra. La declaración del almirante Pinzón y del comisario real, reivindicando las islas para España, borró de un esponjazo en el ánimo popular el hecho que España había reconocido la independencia de todas sus colonias, salvo el Perú, que no había puesto mucho empeño en obtenerla, rehuyendo el reconocimiento de la deuda a los súbditos españoles que habían sido expoliados durante la guerra por la independencia.

Desde que comenzó el conflicto entre España y Perú, un grupo político importante opositor al gobierno, encabezado por Manuel Antonio Matta, Pedro León Gallo y Benjamín Vicuña Mackenna, se oponía a la negociación entre Pezet y Pinzón por considerarla indigna para la soberanía peruana, y su influencia en la prensa no permitió que se formara una corriente de opinión en contrario. El tratado Vivanco–Pareja les causó más indignación que a los peruanos e iniciaron una campaña de ofensas contra España, su reina y los españoles. La virulencia de la campaña los distrajo de las reformas políticas que impulsaban en contra de la voluntad del gobierno, que vio en ella una tregua política. Para aplacar un tanto a los exaltados, tomó medidas visibles encaminadas a estorbar el aprovisionamiento a la escuadra, pero para no generar un conflicto con España, no vigiló su cumplimiento. La falta de represión a la prensa la justificaba con la libertad de imprenta y el fuero parlamentario.

Don Manuel Montt y sus seguidores repudiaban la grosería de la prensa y opinaban que Chile debería representar a España en términos del "derecho internacional su atropello a la dignidad y soberanía del Perú, y al Perú su deber de no dejar impunes los sucesos de Talambó.

Por su parte, el embajador de España, don Salvador de Tavira, tenía una larga permanencia en el país y gozaba de la estimación general. Por su iniciativa el gobierno chileno había cambiado la letra muy ofensiva a España de la Canción Nacional y había retirado de la vista pública las banderas y otros trofeos tomados a España durante la guerra por la independencia. Infructuosamente trató de calmar a los exaltados explicando las intenciones de España y de calmar las iras de la colonia española que se sentía violentamente agredida. El 3 de mayo de 1864 envió una nota al gobierno

Si el gobierno de la república no pone un fuerte dique a la exaltación que se nota y desgraciadamente por esta causa surgieren los conflictos que se buscan y el pabellón de S M C o sus súbditos fueran vejados, al infrascrito le quedará la satisfacción de haber cumplido su deber (ante el gobierno chileno) y dará cuenta al gobierno (español) para que haga valer su derecho del modo y forma que lo verifican las naciones celosas de su honra.>

El ministro Covarrubias respondió la nota y llamó a Tavira a su despacho para explicarle el pensamiento del gobierno.

Los españoles residentes, exasperados por la prudencia de Tavira y la pasividad del gobierno, comunicaban su indignación a los marinos. Pinzón, luego de descubrir el engaño de que había sido víctima por parte de Salazar, se hizo el desentendido porque su estadía en Chile le había convencido de que cualquier exigencia de desagravios a Chile fácilmente podría desembocar en la guerra.

Cuando llegó Pareja, la situación cambió. Odiaba profundamente al país en que su padre había muerto durante la guerra por la independencia. Así, el 15 de febrero de 1865 llegó a Valparaíso la goleta " "Vencedora" " portando un pliego para Tavira en que le comunica que va a exigir a Chile como desagravio por su actitud hostil

>.

Tavira objetó que ninguno de los dos tenía instrucciones del gobierno para esa línea de conducta. Después de firmado el tratado con el Perú, Pareja, insistió

Dejar de exigir esas satisfacciones al gobierno de Santiago, sería esterilizar el mismo tratado hecho con el Perú, ridiculizar la presencia de las respetables fuerzas de mi mando y fomentar nosotros mismos el descrédito de nuestro país.

Simultáneamente envió al teniente de navío Cecilio de Lora para convencer a Tavira y en caso de no conseguirlo mover a la colonia española en su contra. El 31 de mayo de 1865, 107 españoles residentes elevaron un memorial a la reina pidiendo la remoción de Tavira. Por último, el almirante intrigó en España contra el embajador aduciendo que las explicaciones dadas a Tavira no eran satisfactorias y que el embajador tenía compromisos personales en Chile que lo imposibilitaban para actuar con energía.

Durante Mayo de 1865, el ministro Covarrubias y el embajador Tavira habían convenido la presentación de un reclamo al gobierno de Chile y una respuesta con las satisfacciones correspondientes y el 20 de mayo Tavira envió una nota dándose por satisfecho con las explicaciones recibidas. El presidente Pérez creía el 1 de junio de 1865 que las dificultades con España se habían solucionado, y así lo comunicó al congreso. Mas, el 21 de junio cambió el ministerio en España y haciéndose eco de Pareja, destituyó a Tavira nombrando a Pareja en su reemplazo.

Pareja recibió instrucciones de exigir a Chile las satisfacciones que había expresado a Tavira con el agregado que en caso de no acceder Chile, para apremiarlo debía

Bloquear todos los puertos de la república; impedir todo género de comercio en Valparaíso, la extracción de carbón en Lota y de cobre en Caldera. Si después de 30 días de apremio Chile no accedía, debía destruir las minas de Lota o el puerto de Valparaíso.

Apenas se supo en Santiago la destitución de Tavira y su reemplazo por Pareja, todo el mundo comprendió que la guerra era inevitable y el país entero, olvidando las diferencias políticas se agrupó en torno al gobierno. El odio a España renació con fuerza incontenible haciendo llevadero cualquier sacrificio. El ministro Covarrubias despidió a Tavira con una nota que expresaba entre otras cosas

Me es muy sensible la resolución del gobierno de S M C y más aún sabiendo que V S ha sido víctima de una atroz calumnia que no dudo se desvanecerá a su llegada a Madrid. El gobierno de Chile al firmar con V S el arreglo que ha sido desaprobado por el de España hizo cuanto era compatible con su dignidad. Más no pudo ni puede hacer.

Pareja llegó a Valparaíso el 17 de septiembre de 1865 y el gobierno chileno, al ver que la guerra era inminente ordenó la salida de la corbeta "Esmeralda" y el vapor "Maipú", únicos buques que poseía y que se encontraban en reparaciones, a refugiarse en Chiloé a completar sus reparaciones y su dotación. La corbeta salió haciendo cuatro pulgadas de agua por hora.

El 18 de septiembre, Pareja presentó al gobierno un ultimátum exigiendo las satisfacciones ya dichas; y en caso de Chile no acceder, quedarían rotas las relaciones. El gobierno contestó en los términos que siguen

Si el gobierno de S M C ha esperado hacer más eficaces sus exigencias confiando la gestión de ellas al jefe de su armada, ha padecido un error sensible (…) Un proceder semejante está revelando el espíritu de la más marcada prevención y hostilidad, el deseo de infligir a todo un trance de humillación a un país casi desarmado, sin fuerza marítima, porque ha fiado su defensa a su moderación, rectitud y equidad consagrando todos los esfuerzos de su vida a los trabajos fecundos de la paz. (…) Si llega la emergencia, la República fortalecida por la justicia de su causa, sostenida por el heroísmo de sus hijos, tomando a Dios por Juez y al mundo civilizado por testigo de la contienda, defenderá su honra y fueros hasta el último trance y llevará la guerra por todos los caminos que le franquea el derecho de gentes por extremos y dolorosos que sean.

La intervención del cuerpo diplomático no tuvo éxito y Pareja inició las hostilidades el 24 de septiembre de 1865 a las 6 AM, bloqueando todos los puertos de Chile.

Ese mismo día a las 6 PM, la Cámara de Diputados abría la sesión con la asistencia de los 58 diputados y un público que excedía las dos mil personas en las graderías y sus alrededores. El ministro Covarrubias leyó el ultimátum de Pareja y la respuesta del gobierno. Tanto los diputados como el público estallaron en un grito unánime de aprobación. Inmediatamente después se aprobó por unanimidad la ley que autorizó al gobierno a declarar la guerra a España. El Senado aprobó, también por unanimidad, la declaración de guerra esa misma noche diciendo

Es preciso que la España, su almirante y el mundo sepan que Chile es un solo hombre y un solo brazo.

En los días siguientes se aprobaron las leyes necesarias para enfrentar la situación.

4- La guerra con Chile y la Alianza del Pacífico

El bloqueo no podía ser efectivo porque no tenía barcos para bloquear los 48 puertos existentes en la costa chilena, de modo que se limitó a Valparaíso, Talcahuano, Coquimbo y Caldera. En los primeros días de la guerra fueron capturados 19 buques mercantes chilenos porque no alcanzaron a ser avisados; los demás fugaron o cambiaron bandera.

La escuadra española se componía de cuatro fragatas, dos goletas y algunos transportes; un poco después llegó la fragata blindada "Numancia", uno de los buques más poderosos de Europa. Chile sólo disponía de la corbeta "Esmeralda" y el vapor mercante "Maipú", al que se le agregaron cuatro cañones pequeños; los dos juntos no tenían ninguna posibilidad de éxito frente a una sola fragata española.

Como Chile no tenía barcos que oponer a la escuadra española, la única forma de alejarla era privándole los abastecimientos, de modo que era imperativo el apoyo de Bolivia, Perú y Ecuador. Con este motivo se envió a Domingo Santa María al Perú, disimulando su gestión como representante de Chile ante el gobierno de Bolivia, investido de todas las facultades del presidente de la república con el fin de obtener el concurso de la armada peruana como alianza o venta de los buques, Se embarcó el 5 de octubre de 1865.

Juan Williams Rebolledo, el 19 de noviembre mientras se abastecía de carbón y víveres en Lota, supo que la goleta "Covadonga" junto con el "Matías Cousiño", mercante chileno apresado por los españoles, bloqueaban Coquimbo, y se dirigió al norte con el fin de sorprender a la goleta. Cerca de Concón se enteró de que la "Covadonga" venía navegando hacia Valparaíso y se quedó acechándola. A media mañana del 26 de noviembre la avistó y se le acercó cortándola por la proa sin izar bandera. La "Covadonga" se detuvo a esperar al buque que se le acercaba. Cuando estaba a cuatro millas, la "Esmeralda" izó bandera inglesa y la "Covadonga" la española. Acortada la distancia, la "Esmeralda" cambió la bandera por la chilena y lanzó una andanada que barrió la cubierta de la "Covadonga"; a la cuarta andanada, el comandante Ferry botó los papeles al mar, abrió las válvulas y arrió la bandera. El teniente Thompson abordó el buque rendido e hizo cerrar las válvulas. Se tomó prisioneros al comandante, seis oficiales y 110 marineros. Juan Williams desembarcó los prisioneros en Papudo desde donde fueron trasladados a Santiago. Después de las reparaciones más urgentes al buque capturado se dirigió al sur y arribó a Ancud el 4 de diciembre.

Pareja se impuso del combate el 28 de noviembre por el cónsul norteamericano en Valparaíso y el 29 recibió la prensa de Valparaíso con el relato minucioso del combate por el mismo conducto. Se sintió profundamente humillado porque una mala corbeta, tripulada por pescadores del pueblo americano que más odiaba, había rendido y aprisionado a un grupo selecto de oficiales y marinos españoles a menos de 30 millas de su buque. Esa misma tarde se disparó un tiro en la sien dejando una nota en que pedía que su cuerpo fuera sepultado fuera de las aguas chilenas. El mando de la escuadra cayo en el capitán de navío Casto Méndez Núñez.

Por esos mismos días, don Rafael Sotomayor, que iba como secretario de Santa María, de acuerdo con el coronel Gálvez, ministro de defensa del Perú, logró marinar con unos 200 jornaleros chilenos las fragatas peruanas "Apurimac" y "Amazonas" y salieron del Callao el 3 de diciembre al mando de los capitanes Mariátegui y Sánchez Lagomarsino respectivamente. Por disposición del ministro Gálvez se embarco también a dos oficiales chilenos al servicio del Perú, uno en cada fragata, para prevenir una insubordinación de los comandantes peruanos.

El 3 de enero de 1866 salió del Callao el transporte "Lerzundí" al mando del Chileno Luis Lynch y el 16 salieron las corbetas "Unión" y "América", al mando de Grau y Ferreiros, todos marinados por jornaleros chilenos reclutados en los puertos del Perú, porque no quedaba gente de mar en las costas peruanas.

La "Apurimac" llegó a Ancud el 10 de enero y el 14 llegó la "Amazonas", cuyo comandante se negó a recibir al práctico, fue arrastrada por la corriente y encalló en un banco de arena. Sólo se logró salvar la artillería. El 1 de febrero llegó el "Lerzundí" el 4 de febrero llegaron las corbetas.

Santa María firmó el 5 de diciembre de 1865 un tratado de alianza con el Perú, que quedó ratificado el 3 de enero y el 14 se publicó la declaración de guerra del Perú a España.

La captura de la "Covadonga" tuvo enorme repercusión en toda América y especialmente en la escuadra española. A pesar de que no disminuía su poder de combate, la escuadra española cesó de considerarse invencible, temió sufrir otros reveses y tener que retirarse con sus tripulaciones diezmadas por la guerra y el escorbuto; la alianza con el Perú abrió las puertas a la alianza con Ecuador firmada el 30 de enero de 1866 y con Bolivia, firmada en 22 de marzo. La escuadra española se quedó sin abastecimientos entre Panamá y Montevideo. Tampoco podría quedar sola una fragata porque podía perderse si era cogida entre dos corbetas.

Méndez Núñez tenía instrucciones de vengar de modo ejemplar la captura de la "Covadonga" y decidió batir a la escuadra aliada. Las fragatas "Villa de Madrid" y "Blanca" fueron a buscarla a Chiloé y el 7 de febrero se presentaron frente al apostadero de Abtao, que había sido fortificado con los cañones salvados de la "Amazonas". La "Esmeralda" había viajado a Ancud en busca de aprovisionamientos y los buques peruanos estaban efectuando sus reparaciones. Para dificultar la entrada hundieron el "Lerzundí". Los buques españoles no se atrevieron a entrar en la ensenada por la estrechez de su boca y se limitaron a mantener un duelo de artillería sin mayores consecuencias. En un momento que la "Blanca" estaba en una zona de tierras bajas, Thompson se acercó con la "Covadonga" y la cañoneó con el único cañón que podía usar hasta que llego en su auxilio la "Villa de Madrid". Los buques españoles volvieron al norte y recalaron en Valparaíso el 15 de febrero. La escuadra aliada buscó un nuevo apostadero que le ofreciera mejor protección contra la "Numancia" y lo encontraron en el estero de Huito, frente a Calbuco cuyo entrada era estrecha y de mar brava.

El 17 de febrero Méndez Núñez zarpó con la "Numancia" y la "Blanca" a buscar a la escuadra aliada en Abtao; no la encontró y comenzó a buscarla por los canales hasta que la encontró en Huito. Fondearon a cinco millas de distancia. Por precaución, los aliados hundieron nuevamente al "Lerzundí" en la entrada del estuario para estrechar aún mas su entrada. Los españoles no se atrevieron a forzar la entrada al estuario y se volvieron a Valparaíso. Ante la resistencia que Williams Rebolledo despertaba entre los jefes peruanos, de acuerdo con el gobierno peruano se designó jefe de la escuadra al almirante Manuel Blanco Encalada el 23 de abril de 1866. Por esos días se esperaba la llegada de los acorazados Huáscar e Independencia.

Fracasados los intentos de batir a la escuadra aliada y sin haber obtenido las satisfacciones de Chile que le exigía su gobierno, Méndez Núñez decidió cumplir las instrucciones recibidas destruyendo el puerto de Valparaíso. Los comandantes de los buques neutrales protestaron, incluso amenazaron a Méndez Núñez, pero finalmente se retiraron para no generar una guerra entre sus países y España.

Con cuatro días de anticipación anunció el bombardeo para dar tiempo a la población a evacuar la ciudad y pidió que se colocaran banderas blancas en los hospitales e iglesias. La población impidió que se extrajeran las mercaderías depositadas en los almacenes fiscales. El gobernador se limitó a quitar de los fuertes los cañones que eran del tiempo de la independencia y a apostar fuerzas de infantería fuera del alcance de la escuadra española para prevenir un desembarco.

Al amanecer del 31 de marzo los buques tomaron su posición para el bombardeo según los puntos que debían destruir: los almacenes de aduana, la bolsa, la intendencia y la linea del ferrocarril a Santiago.

A las 12 del día, después de tres horas de bombardeo lograron incendiar los almacenes de la aduana, el fuego se propagó rápidamente y Méndez Núñez ordenó cesar el bombardeo. Se habían disparado2.600 bombas sobre el puerto indefenso.

Los daños se estimaron en algo menos de quince millones de los cuales doce millones correspondieron a las mercaderías almacenadas; un 75% era de propiedad de comerciantes neutrales.

La reacción en Santiago fue de furia y pudo generar una matanza de españoles. Se reunió una muchedumbre frente a la Moneda; alguien gritó "a los prisioneros de la "Covadonga"" y la muchedumbre se precipitó al cuartel donde estaban prisioneros; los oficiales y soldados tuvieron grandes dificultades para protegerlos. La presencia de don Antonio Varas calmó a la multitud que lo rodeó con respeto. Varas pidió que se aprehendiera a todos los españoles y que sin ser maltratados fueran entregados en los cuarteles. El 28 de marzo se expidió un decreto de expulsión de todos los españoles que no adoptaran la nacionalidad chilena. Aunque no se les confiscaron los bienes, los expulsados terminaron arruinados.

Partes: 1, 2
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