Astrología y Postmodernidad.
Y es este "ser-posmo" quien toma contacto con la Astrología, tanto como profesional cuanto como consultante o en ambas calidades, que a título de ser sinceros, en realidad ha de ser referida a "una" Astrología, dilucidación esta que dejaremos para más avanzada nuestra exposición.
De alguna manera, podemos afirmar que la Astrología como disciplina re-surge sobre fines del siglo XIX, conjuntamente con los albores del mundo Postmoderno, instaurándose ambas en toda su plenitud a partir de la segunda mitad del siglo pasado.
A comienzos de la última centuria del milenio anterior, la Física y la Psicología, en forma conjunta y en concomitancia inconsciente, provocaron el estrepitoso derrumbe –estrepitoso en magnitud, pero envuelto en un enlarvado silencio carente de toda posible inocencia, pero colmado de negligencia-, de los meta-relatos y las grandes utopías de la modernidad. Así, sin darnos cuenta, o mejor dicho, sin querer hacerlo, los pilares del progreso, la libertad y la felicidad se desvanecieron en el espacio de …….. una generación, y el resto es la historia de nuestras vidas.
Por ende, se hace imprescindible y no sólo por motivaciones técnicas sino por razones de orden moral y ético, proceder a aceptar la muerte de "la" Astrología "Moderna" (en el sentido de Modernidad), y a partir de sus cenizas, cual Ave Fénix, convocar y convocarnos a una génesis participativa, tendiente a la construcción de "una" Astrología "Post-Moderna", de carácter Integral.
Astrología "Moderna" vs. Astrología "Postmoderna".
Es menester el comenzar indicando que toda disciplina ancla sus fundamentos constitutivos en un determinado meta-paradigma o modelo "narrativo" de lo que en una determinada época histórica y en una cierta cultura se define como "realidad".
Es así que dicho meta-paradigma es el contexto o fondo desde el cual emerge y se constituye como contenido o figura un "saber".
Y cuáles han sido las bases del meta-paradigma de la Modernidad occidental:
1) Enfoque mecanicista del universo. Según Descartes el universo era una máquina regida por leyes mecánicas.
2) Tiempo lineal. La flecha del tiempo es unidireccional, fluyendo hacia el futuro.
3) Causalidad. Todos los fenómenos tienen una causa y un efecto determinados.
De esta manera el universo pasó a ser considerado como un sistema mecánico, regido por leyes matemáticas, que podía ser descripto de manera objetiva y en el cual era posible realizar predicciones con certeza, pues conociendo el estado de cualquier sistema en un momento dado, era posible derivar su futura consecuencia (causa-efecto), con plena independencia de los sujetos implicados.
Como podemos apreciar, en base a lo anteriormente explicitado, la Astrología "Moderna" ha sido y es una astrología de carácter netamente predictivo, modelo en el cual una cierta configuración planetaria implica un determinado acontecimiento. De esta manera es posible realizar predicciones tales como que a una persona, en tal fecha pasada le sucedió tal y cual cosa y que en tal otra fecha futura, le habrá de suceder tal y cual otra.
En su versión moderna, la Astrología, en cuanto disciplina, ha operado más que como conocimiento pleno, como mera mancia que se encuentra asaetada por un sinnúmero de mitos y fantasías ajenos a su milenaria sapiencia, lo que se encuentra incrementado y sostenido por quienes hacen de ella una simple astromancia predictiva que deja a toda y cualquier persona ajena a sí misma, en cuanto niega la posibilidad de tener algún grado de influencia sobre su propia vida, debiendo soportar y hacerse cargo del "destino" que le ha tocado vivir por haber nacido donde y cuando lo hizo.
Naturalmente también es cierto que aún la gran masa de personas que acuden a un Astrólogo lo hace buscando predicciones sobre el amor, la fortuna y la salud entre otras, esperando conocer los arcanos misterios que permitan entrever cual es el momento oportuno tanto para la compra-venta de un inmueble, o para contraer matrimonio, para viajar, para encontrar trabajo, etc. etc., e incluso sobre si tal o cual persona será buena pareja o si una determinada relación afectiva tendrá "futuro".
Y en lo que hace al proceso de consulta propiamente dicho, lo que se procede a realizar es a proporcionar información en forma unilateral no siendo necesario el establecimiento de un vínculo afectivo y emocional. Aquí el astrólogo procede a interpretar una serie de símbolos -o mejor dicho, signos-, a un individuo que es el mero receptor de dicha información, siendo el único momento en que se puede llegar a establecer un "diálogo" cuando el cliente pregunta sobre algún área en particular, pero aún en este caso no se procede a una profundización significativa del tema en cuestión.
Pero es de justicia aclarar que a todos nosotros –mea culpa- nos resulta sumamente atractivo, por no decir que "necesario", el contar con la posibilidad de saber de antemano, el qué nos depara el futuro. No hay quien de nosotros no busque respuestas en la Astrología a preguntas muy concretas, como el averiguar sobre cuando contraeremos matrimonio, el tener hijos, posibles mudanzas, trabajo, etc, etc.
De ahí la gran relevancia que ha tenido la Astrología en su modalidad predictiva, basada en el proyecto paradigmático de la Modernidad y que ha encontrado su mayor acogida en el seno de la postmodernidad, dado que la predicción, nos da seguridad en un mundo carente de ella.
Obviamente que esto nos remite a una ineludible paradoja, por lo cual se hace menesterosa la obligación de dilucidar la cuestión en si.
Al comienzo habíamos referido a que el individuo postmoderno es un ser "arrojado a la existencia", una existencia que lo fagocita en el vértigo de la tecnología y el consumismo, al tiempo que lo aliena de sí mismo y de su entorno. Un sujeto camaleónico que no tiene una identidad propia, sino que deriva la misma de la multiplicidad de "espejos" que el mercado y la publicidad ofrecen. Y esa carencia de intimidad, aboca a una sensación de vacío y hastío existencial, donde la clave de la vida será la angustia, la ansiedad y la depresión como modos de ser-en-el-mundo.
En este sentido, la Astrología Predictiva le proporciona al ser "posmo" un punto de anclaje, como si de un faro guía se tratase en medio de un mar turbulento. Encuentra así un sostén que le ha de proporcionar sosiego y seguridad. Hay en ello una renovación de la fe en que las posibilidades son posibles. Resurge la esperanza.
Lo importante ya no es si el suceso será bueno o malo, lo fundamental es ahora el "qué será". Hay linealidad, concretud y fijeza.
Ello deriva también en una sensible disminución de la ansiedad y la culpa, en tanto ya no es responsabilidad mía lo bueno y/o malo que vaya a suceder, sino que son los "astros" quienes así lo determinan, derivando así la astrología en una especie de "teología" sustitutiva.
El peligro inherente a esta praxis radica en que comienza a operar el mecanismo psicológico descripto por Freud como de transferencia – contratransferencia.
En la transferencia la persona consultante proyecta, es decir, adjudica de manera inconsciente en la figura del Astrólogo, modelos y pautas emocionales de carácter infantil que refieren al modo de relacionamiento que tuvo con sus figuras parentales, reviviendo así dicho vínculo.
La contra-transferencia en cambio operaría cuando el Astrólogo, y también de manera inconsciente, responde al consultante en base a pensamientos, emociones y sentimientos que resultan de lo que éste ha logrado movilizar en él.
En una palabra, el consultante "buscaría" en la figura del Astrólogo, a un padre o una madre que resuelva sus problemas y que determine lo que sea bueno y/o malo para él, mientras que el Astrólogo podría llegar a encarnar el arquetipo del Mago, con sus atributos de poder y de omnipotencia en cuanto a su capacidad de "adivinar" y conocer los designios "divinos".
Bases de una Astrología Postmoderna.
La Astrología "Postmoderna" por el contrario se basa en un meta-relato que tiene sus fundamentos en tres pilares básicos que son:
1) Física cuántico-relativista.
2) Modelo "orgánico" del universo. Todos los fenómenos del universo son partes co-constitutivas de un sistema dinámico y abierto, en continuo proceso de transformación.
3) Sincronicidad e incertidumbre. La sincronicidad según Jung refiere a patrones de relación a-causal, donde lo importante es el carácter significativo de la misma. Es decir, los sucesos sincrónicos son relevantes en la vida de una persona. El "principio de incertidumbre" de Heisenberg refiere a que en todo experimento científico, el experimentador es parte del mismo. Ya no estamos ante una situación de sujeto-objeto donde el primero observa y refiere al segundo, sino que el observador se convierte en parte co-constitutiva de lo observado. Nos trasladamos de esta manera del monólogo sujeto-objeto al diálogo sujeto-sujeto.
La síntesis de este modelo meta-paradigmático en Astrología lo encontraríamos claramente definido en las palabras de D. Rudhyar en cuanto a que las cosas no nos suceden sino que por el contrario, somos nosotros quienes les sucedemos a ellas.
En tanto la Astrología Predictiva, propia de la "Modernidad" tiene bases epistemológicas fundamentativas de su praxis a las cuales ya hemos hecho referencia, nos convocaremos por consiguiente a establecer las pautas de un modelo de Astrología Integral, subyacente a la post-modernidad, e incluso quizás a una pretendida "post-postmodernidad".
Pero lo que si es imperioso dejar bien establecido antes de continuar y que probablemente nunca sea suficientemente remarcado es que, un modelo de Astrología no es sustitutivo de otro, sino que se avanza y se evoluciona por inclusión. Así tanto el modelo predictivo en Astrología, propio de la Modernidad, como los modelos anteriores como lo fueron el Cabalístico, el Alquímico, etc, etc., amen de sistemas contemporáneos al primero, como ser la Astrología Financiera, la Astromedicina y la Astropsicología entre otros, no serían negados, sino que quedarían subsumidos en calidad de partes, al seno de un sistema integral de carácter holónico.
Como afirma Ken Wilber, la evolución es omni-inclusiva y omni-abarcativa. Este autor da cuenta de que el Espíritu-en-acción como acertadamente denomina al proceso evolutivo transformador, procede a través de una sucesiva y continua emergencia de holoarquías, presentando la misma un "telos" orientado hacia una mayor profundidad y complejidad y por ende hacia una mayor conciencia.
La holoarquía hace referencia a que la realidad está compuesta por "holones", término acuñado por A. Koestler para designar aquello que es a un tiempo parte y totalidad.
En este sentido la holoarquía es una génesis creativa que trasciende al tiempo que incluye. A medida que avanzamos evolutivamente, lo que fuera totalidad se ha de convertir en parte de una nueva totalidad, donde no es negada sino integrada en y a un nuevo conjunto más abarcativo, en calidad de parte.
"Si quienes participan en la comunicación no llegan a darse cuenta de que están usando estructuras de razonamiento diferentes, sino que se percatan únicamente de sus dificultades comunicativas, cada parte tiende a percibir dichas dificultades como algo que se origina en la falta de lógica o de inteligencia de las otras partes, o incluso en su mala fe y falta de sinceridad. También es posible que se hagan la ilusión de entenderse sin tener conciencia alguna de su falta de entendimiento recíproco." (6)
Astrología Integral: Un modelo post-moderno.
En el libro titulado "El secreto de la Flor de Oro" de R. Wilhelm, C.G. Jung en el prólogo expresa: "La astrología tiene asegurada, sin restricciones, el reconocimiento por parte de la psicología, porque la astrología representa la suma total de todo el conocimiento psicológico de la antigüedad." (7)
La Astrología Integral implica el considerar a la carta astral como un mapa de las potencialidades y rasgos de carácter inherentes a todo ser. Es un retrato dinámico de la personalidad, donde se entreteje la trama de la vida, entendida esta como la "opus magna" donde diversos planetas danzan simbolizando a singulares personajes, cada uno de los cuales despliega su papel con una cierta particularidad interpretativa, reflejo del signo zodiacal donde acierte a encontrarse emplazado.
La Astrología es en este sentido una ciencia "simbólica" que intenta explicarnos en cierto sentido, cual es nuestro lugar en el proceso cósmico universal en cuanto que partes co-constitutivas de un Todo mayor. En ese sentido operaría como un verdadero mandala celeste sobre y en lo referente a nuestras necesidades y motivaciones primeras, mostrándonos nuestros recursos y potencialidades así como posibles obstáculos o puntos inflexivos críticos.
El modelo Integral de Astrología se basa además en la unidad "astrólogo-consultante" como un proceso dinámico, donde ha de re-producirse un diálogo activo y simétrico, que enfrenta a dos observadores, por un lado el astrólogo con su subjetividad propia y por otro, el consultante, persona física individual o grupo de personas o entidad jurídica, de cuya carta hablamos, que cuenta con un determinado bagaje de mitos personales, más o menos conscientes, a partir de los cuales interpreta "la" realidad, es decir, ya no se considera posible una lectura pasiva de una carta en tanto en cuanto no hay una persona estática sometida a leyes y reglas fijas denotadas como "destino", sino que haciéndonos eco de Korzybski y de los semánticos por una parte y de W. Heisenberg por otra, afirmamos que el horóscopo como mapa descriptivo no es el territorio y que su interpretación debe ser contextual pues depende de la posición del observador e incluso en el transcurso de una "lectura" astrológica, el astrólogo es parte co-constitutiva de la lectura misma. Es decir, un mapa natal no es una entelequia sino que da cuenta de un determinado ser de carácter físico, jurídico, etc., inmerso en un cierto contexto de prácticas culturales y de modelos tecno-económicos y si es una persona física, se encuentra aún atravesada por un sinnúmero de líneas de desarrollo evolutivo, de desarrollo moral, de ciertas necesidades yoicas, así como lo que hace a su condición anátomo-fisiológica.
Dado entonces este introito fundamentativo de y acerca de la necesidad de una re-formulación de la Astrología como disciplina, continuemos ahora incursionando en algunos aspectos que consideramos básicos para una adecuada praxis.
Signo vs. Símbolo.
Sin entrar mayormente en una distinción con respecto a estos conceptos, en tanto que no somos lingüistas, permítasenos en tanto un pequeño abordaje al tema.
Un signo es cualquier cosa que representa o da a entender otra. Los signos son específicos, en tanto que señalan algo. En dicha calidad, pueden ser comprendidos tanto por los seres humanos como por los animales.
Por su parte, un símbolo tiene en sí una capacidad inagotablemente infinita de posibilidades de expresión y de representación, razón por la cual no es accesible a los animales, a diferencia de los signos. El símbolo es además el modo primario y principal de y para la expresión del y de lo inconsciente, necesitando de la imagen y la imaginación para poder ser comprendido.
El símbolo –a lo contrario del signo-, no se agota a sí mismo; siempre apunta a un plus de significado que nos ha de permanecer inefable. Sugiere antes que apuntar o remitir a…
Podríamos afirmar en este sentido que el modelo predictivo de la Astrología se basa en los signos, ya que el signo al tener una representación unívoca, nos permitiría llegar a una lógica conclusión de carácter también unívoco. Es decir, si tengo a Marte transitando en cuadratura a Neptuno natal, entonces me habrá de suceder …
Por el contrario, el modelo Integral que proponemos, se basa en los símbolos, motivo por el cual nos remite a un fluir dinámico de la vida, representado por y en la carta astral, que es en sí mismo inagotable y pluridimensional -por definición y por esencia-. Y cuando buscamos comprender un símbolo debemos tener muy presente que el principio lógico de no-contradicción caduca y cesa de ser operante en el contexto de y en lo que hace a toda posible interpretación y "lectura".
El símbolo nos remite a la carta natal como un mandala a ser interpretado, pero comprensión esta en la cual nunca debemos olvidar que el intelecto no puede fijar ni limitar el ámbito y el alcance de la misma. Así el astrólogo se ha de ver enfrentado a un sentido que debe ser de-velado, des-entrañado. En una palabra, un uni-verso que puede y debe ser interpretado; donde la totalidad es significativamente superior y distinta a la simple suma de sus partes constitutivas, y en el cual debemos proceder a entender lo que nos es revelado y a comprender aquello que sin ser dicho se está manifestando.
Tendríamos de esta manera que comenzar a hablar de "símbolos" zodiacales en vez de los "signos" del zodíaco.
Y conjuntamente con ello, no sólo va implicado el "qué" significa un signo y/o un planeta, sino que –y esto sobre todo en lo que hace a un planeta en cuanto que considerarlo como fuerza "orgánica"-, además del "qué" interrogarnos sobre el "cómo" y el "quien".
Es decir, de toda esa gama infinita de posibilidades de expresión planetaria y de manifestación zodiacal, tendremos que dilucidar cuál o cuáles expresaremos de manera consciente, y cuál o cuáles lo haremos de manera in-consciente, y aún estarán aquellas representaciones que aún no hemos desarrollado y/o jamás lleguemos a intuir.
Es así que un símbolo nos remite a un universo de infinitas posibilidades posibles, hecho este sobre el cual haremos hincapié más avanzada la presente exposición. Es como el "vacío fértil" o wu-wei del Taoísmo chino, el cual se encuentra vacío en cuanto que paradojalmente está colmado de potencialidades.
Pero el símbolo, es de menester recalcarlo, nos enfrenta a la irremisible cuestión de que sólo podemos captar de él aquello que estamos aptos para ver, es decir, en el proceso de comprensión del mismo, no podemos ir más allá de nuestras propias limitaciones.
El proceso herméutico.
Decía Jung que el símbolo es la mejor forma que tenemos para representar algo a lo cual nunca podemos llegar a conocer en su totalidad.
De ello deriva que la interpretación de un mapa natal remite a un verdadero proceso hermeneútico.
La hermenéutica (del gr. hermeneutikós = expresión, interpretación), es una disciplina que apunta al análisis e interpretación de un texto, de un discurso, buscando descubrir y explicar las posibles relaciones existentes entre este y el contexto en el cual acontece.
Es este proceso debemos "apartarnos" de nuestro propio tiempo, de nuestros pre-juicios personales, etc. Es decir, debemos ser conscientes de ellos de manera que no contaminen y obstruyan el sentido interpretativo. Y de esta manera buscar una aproximación contemporánea al consultante y a su contexto de vida; en una palabra, buscamos una comprensión plena del "mundo" de quien, cuya carta buscamos interpretar y a partir de ahí, operar a través y mediante un proceso de re-flexión, en tanto volverse hacia dentro e interrogarnos a nosotros mismos, en un arriesgado intento de doble comprensión, del otro a través nuestro.
El Astrólogo ha de operar así a través de un dispositivo denominado "círculo hermenéutico" el cual es un recurso explicativo de doble carácter: a) netamente dialéctico, en tanto que los elementos constitutivos se encuentran en función de un contexto que los hace comprensibles, mientras que ese mismo contexto deriva su significado de las partes y de sus mutuas relaciones dinámicas, y b) de corte sistémico, en cuanto que entiende el "texto" (la carta astral), como un todo, es más que la simple suma de sus partes co-constitutivas.
Como decía Gadamer, para comprender el todo hay que comprender las partes y para comprender las partes es necesario referirnos al todo.
Ello nos lleva a considerar lo propuesto por el filósofo Hans-Georg Gadamer en cuanto al proceso de comprensión en tanto que seres en el mundo enfrentados a él. Para él, comprender, es comprender el proceso de fusión de horizontes que se da en el dominio de la tradición, entre personas, entre culturas.
El concepto gadameriano de horizonte, conceptuado en su obra "Verdad y Método" refiere al "…ámbito de visión que abarca y encierra todo lo que es visible desde un determinado punto"(8). Y qué tipo de horizonte es: "El horizonte es más bien algo en lo que hacemos nuestro camino y que hace el camino con nosotros. El horizonte se desplaza al paso de quien se mueve… Comprender una tradición requiere sin duda un horizonte histórico"(9).
"Ganar un horizonte quiere decir siempre aprender a ver más allá de lo cercano y de lo muy cercano, no desatenderlo, sino precisamente verlo mejor integrándolo en un todo más grande y en patrones más correctos"(10).
"Comprender es siempre el proceso de fusión de estos presuntos "horizontes para sí mismos""(11).
"La fusión tiene lugar constantemente en el dominio de la tradición; pues en ella lo viejo y lo nuevo crecen siempre juntos hacia una validez llena de vida, sin que lo uno ni lo otro lleguen a destacarse explícitamente por sí mismos". (12)
Sí bien ésta fusión de horizontes tiene lugar en forma constante, debemos tener presente que cada vez que comprendemos lo hacemos de modo diferente, es decir, comprendemos desde nuestra "actualidad", pero también es menester tener en cuenta que la conciencia de la finitud pone límites a la experiencia humana y del mundo, y que por ende, no podemos abarcar ni comprenderlo todo. "La experiencia es pues, una experiencia de la finitud humana"(13).
En este sentido podemos afirmar que no se conoce la "cosa en sí" sino que lo que se logra con la comprensión es una unidad de sentido que se da en base a acuerdos, es decir, no hay fenómenos sino interpretaciones de los fenómenos, no hay cartas sino interpretaciones de ellas.
Esto nos conduce a considerar al hombre también como un "ser histórico", en tanto que en el proceso y experiencia del comprender no se participa acríticamente como meros espectadores sino en tanto que partícipes ubicados en la historia. Y esto es lo que Gadamer denomina "historia efectual", es la estructura de la comprensión y que predispone la apertura del mundo, es decir, se comprende siempre desde y dentro de determinado contexto y los mismos, no lo olvidemos, son dinámicamente múltiples y sistemáticamente multiplicativos de manera exponencial. Historia efectual en tanto que siempre la experimentamos desde adentro y siempre nos encontramos en la historia, la cual transcurre permanentemente y es parte constitutiva de nuestra historia personal en tanto que seres en el mundo. Es algo que nos precedió y de lo cual no podemos escapar.
La conciencia de la historia efectual es la fuerza operativa de la tradición que opera sobre quienes pertenecen a dicha tradición, estando condicionados por ella sin posibilidad de escape, y en tanto somos seres históricos no podemos nunca agotarnos en el saber ni en el saberse.
¿Y qué es la tradición?. Dice Gadamer: "…la tradición no es un simple acontecer que pudiera conocerse y dominarse por la experiencia, sino que es lenguaje, esto es habla por sí misma como lo hace un tú"(14).
La tradición es esa "historia" dentro de la cual nos encontramos inmersos, la cual nos constituye y a la cual constituimos a través de un proceso dialéctico continuo y dinámico.
A título de síntesis nos hacemos eco de lo manifestado por Pablo Rico Gallegos: "…lo que Gadamer considera como comprensión y dónde y cómo se realiza:
1) comprender es ponerse de acuerdo con alguien sobre algo;
2) el lenguaje es, por tanto, el medio universal para realizar el consenso o comprensión;
3) el diálogo es modo concreto de alcanzar la comprensión;
4) todo comprender viene a ser así un interpretar;
5) la comprensión, que se realiza siempre, fundamentalmente en el diálogo por medio del lenguaje, se mueve en el círculo encerrado en la dialéctica de pregunta y respuesta;
6) la dimensión lingüística de la comprensión, indica que es la concreción de la conciencia de la historia efectual;
7) la tradición consiste en existir en el medio del lenguaje, en cuanto el pasado se actualiza, se reconoce su sentido a menudo con nuevas iluminaciones." (15)
De esta manera llegamos a comprender -en el sentido gadameriano del término-, que podemos hablar del mundo y de nosotros de múltiples maneras; el problema es que lo que se dice ha de permanecer en una forma predecible pero no definida en cuanto a su relación con lo dicho, es decir, no todo se dice y no todo se comprende. Y la Astrología –y el propio astrólogo- tiene su propia "tradición", que debe ser perfilada conscientemente, so pena de manifestarse inconscientemente en y con diversos grados de enlarvada virulencia distorsionadora, coartando la posibilidad de y a todo proceso de desarrollo conciencial.
Hacia una hermenéutica astrológica.
Decía San Buenaventura que todo conocimiento es una especie de "illuminatio". En términos más modernos encontramos una analogía en lo que William James entendía como base de todo conocimiento y que refería a que el mismo remitiría a una aprehensión inmediata y directa de una experiencia.
Es así que San Buenaventura afirmaba en ese orden de cosas la existencia de un "lumen exterius" que permitiría el conocimiento empírico-sensorial; un "lumen interius" que daría cuenta del mundo abstracto, al cual accederíamos mediante el conocimiento filosófico entre otros; y el "lumen superius", comprensible a través del "awareness" o darse cuenta en el aquí y ahora.
Hugo de San Víctor habría de referirse posteriormente a ello como "cogitatio"; "meditatio"; y "contemplatio" respectivamente.
En lo que hace a nuestra praxis concreta como astrólogos en un proceso de consulta, se nos haces atinentes los procesos de "meditatio" y "contemplatio".
En la "lectura" de un mapa natal, la "meditatio" estaría dada por el proceso "técnico" propiamente dicho. Es decir, el mismo se daría en la medida en que realizamos una interpretación en base a y partiendo del arsenal de teorías y técnicas con las cuales contamos. Procedemos así a efectuar una lectura en cierto sentido pre-juiciosa, en tanto que la misma será tamizada a partir de un conocimiento apriorístico, el cual será el filtro a través del cual "observamos" una carta.
Muy lejos estamos de llegar a considerar este proceder como limitativo y/o obstaculizante de y para una apropiada lectura. Sólo será perjudicial para una adecuada interpretación en el caso de que operara como una vertiente uni-modal, es decir, si fuera utilizada como "la" herramienta, con independencia de otros posibles abordajes complementarios y enriquecedoras de la misma.
Es así que una necesaria complementación de la lectura "clásica", por decirlo así, vendría a estar dada por la vertiente de la "contemplatio"; la cual se encontraría mediatizada a través de la consideración del mapa natal como un "mito".
Astrología y Mito.
Joseph Campbell refiere en "El poder del mito" que: "… la mitología es un mapa interior de la experiencia, dibujado por gente que lo ha recorrido"(16). En este sentido, la astrología tiene raíces comunes con la mitología, constituyéndose la propia carta en un mito vivo, a ser experienciado vivencialmente al tiempo que co-construido y re-construido. La carta refiere a un mito personal, pero a diferencia de las principales historias mitológicas, la carta astral tiene un "comienzo", pero carece de un final. Y ello configura una gran paradoja enigmática, pues la carta es y no es a un mismo tiempo, el ser de una persona. En Astrología, como vemos, el principio lógico de no-contradicción se encuentra carente de efecto.
El mapa astral propio se convierte así en un mito dinámicamente vivo y holónico, pues es en sí mismo una totalidad, pero tránsitos y progresiones lo re-actualizan y aún más, lo trans-mutan, y mediante ellos somos consciente e inconscientemente transformados.
Dice Bill Moyers en "El Poder del Mito": "Los mitos son historias de nuestra búsqueda de la verdad a través de los tiempos, del sentido. Todos necesitamos contar nuestra historia y comprenderla"(17). Y yo me pregunto si eso no es lo que refleja nuestra carta personal y lo que buscamos al analizar la misma.
La carta astral se convierte así en un gran mapa representativo y representante fidedigno tanto de nuestras fortalezas como de nuestras debilidades y frustraciones, y que tanto muestra lo mejor de lo que somos como nuestras propias oscuridades tan temidas y ocultadas.
Ello nos conduciría a la consideración plena y definitiva de que a nuestras vidas no las controlan los planetas, sino que somos nosotros mismos quienes a través de nuestras formas de pensar y sentir, en definitiva, de "ser en el mundo", constelamos una cierta realidad y los planetas son tan sólo un reflejo de esa realidad por nosotros co-construida y co-constituida.
El Monomito.
El Monomito, término que toma Campbell de Joyce para referir al viaje del héroe, da cuenta de la aventurosa travesía que hace a la experiencia humana consciente, la que cuando es vivida de manera in-consciente denominamos "vida cotidiana".
El viaje del héroe o de la heroína da cuenta de aquellos seres que víctimas de una torturante insatisfacción con sus actuales modos de existencia, descubren bajo el peso inmenso de las innumeras farsas sociales, un destello de su propia "divinidad" en cuanto a lo que ésta hace al re-conocimiento y re-descubrimiento de realidades interiores más profundas, que no por negadas, inexistentes.
Cabe dar cuenta que el viaje del héroe es un mito solar que refiere a una dimensión y/o cualidad independiente de género, es decir, que hace tanto a hombres como mujeres.
Es un mito solar en tanto que no se encuentra pre-definido sino que es algo en proceso de. No nacemos héroes, pero tenemos la oportunidad de constituirnos en tales.
Astrología y Destino.
Comúnmente se ha hecho referencia con respecto a que la conciencia es destino. En lo que nos es personal, nosotros proponemos que la in-conciencia es destino. El destino se habría de configurar, en este sentido, a través de y mediante la pro-yección inconsciente de aspectos personales no vividos y/o no aceptados en y por nosotros mismos.
Como decía Antonio Machado: "… caminante no hay camino, se hace camino al andar". En este sentido, una existencia plenamente consciente implica como refería Don Juan, seguir un camino con corazón y en este transitar no vivimos nuestro des-tino, sino que configuramos y co-construimos nuestra existencia.
No con esto estamos proponiendo un libre albedrío de carácter nihilista, sino que hemos de partir de y en base a la aceptación de una determinación anátomo-fisio-genética que es inmodificable, pero amén de ello existen una serie de condicionantes –que no determinaciones-, de carácter tanto personal como colectivo, las que pueden en y con diversos grados de tentativo éxito inmediato, ser trans-figuradas y trans-formadas, es decir, existen condicionantes cuya trascendencia es menos dificultosa que otras, siendo las más caras de lograr aquellas que mayores promesas de conciencia llevan implícitas.
En una palabra, podemos dejar que la vida nos viva y decir que ese es nuestro destino y la carta natal, así como los futuros tránsitos y progresiones nos permitirán dar clara cuenta de ello, o muy por el contrario, podemos optar por erigirnos en arquitectos de nuestra propia existencia, un propósito este en donde el éxito no se encuentra asegurado…. pero es posible.
De esta manera, una ampliación de nuestros horizontes concienciales no sólo habrá de implicar un mayor autoconocimiento personal, sino que por otra parte nos permitirá ir convirtiéndonos en cierta medida en co-creadores de las circunstancias por las cuales habremos de transitar, lo que devendrá en la re-configuración de las experiencias a ser vividas, en tanto que una transformación de nuestra conciencia ha de implicar que ciertos "aprendizajes" ya no tengan que ser incorporados y vivenciados.
Como Don Juan refiere en el libro de C. Castaneda, "La rueda del tiempo": "La diferencia básica entre un hombre corriente y un guerrero es que para un guerrero todo es como un desafío, mientras que para un hombre corriente todo es como una bendición o una maldición"(18).
Así, una experiencia vivida desde la in-conciencia es destino, pero transitada desde la conciencia y el discernimiento es aceptación.
Podríamos así afirmar que el mapa astral en cuanto que modelo estructural de las pautas arquetípicas que configuran a una determinada persona, establece un cierto contexto experiencial, pero no nos dice cómo y de qué manera un determinado individuo realmente vivirá y dará expresión de y a ese contenido. La única manera de descubrirlo es escuchando lo que el consultante tiene para decirnos.
A partir de dicha toma de conciencia, podremos ir construyendo junto al consultante una tercera posibilidad, a título de síntesis de una configuración planetaria, la que nacerá de un "insight" por parte del cliente de la existencia de una "fuerza" negada pero que le pertenece. Recién entonces llegaremos a resolver el "conflicto" sin negar a ninguno de los planetas implicados, sino que por el contrario estableceremos un vínculo comunicativo entre ellos, brindándole a cada energía su respectivo espacio, sin priorizar ninguna de ellas en desmedro de la otra, sino buscando un equilibrio dinámico. Es decir, comprender que ambos planetas expresan tendencias y necesidades y ninguno de ellos es bueno o malo de por sí. Además y por sobre todas las cosas, ambos son y somos nosotros mismos; son parte constitutiva de nuestro ser y por ende no podemos negarlos sin negarnos. Por ello debemos aceptar todas las partes de la carta astral y darles a cada una de ellas un reconocimiento de su existencia y de su valor, así como permitirles, que no es sino un permitirnos a nosotros mismos, el expresarnos en forma plena, directa, sincera y honrada. De esta manera consideramos toda vinculación angular como una verdadera "gestalt" holónica, la que como tal debe ser interpretada en y por si misma, así como considerándola parte co-constitutiva de una configuración mayor que es la carta astral.
En pocas palabras, todo planeta que se encuentre reprimido siempre hallará la manera de expresarse; pero tenemos la capacidad de contar con la honestidad y la voluntad, así como con la pasión y el amor por la vida para lograr descubrir los orígenes de nuestros conflictos y de nuestras ideas autoderrotistas y a través de la paciencia, la fe y la esperanza, transitar por el camino del autodescubrimiento personal, mediante la aceptación e integración armónica y dinámica de todos nuestros planetas y así constituirnos en seres más plenos, sanos y conscientes de nuestra participación y lugar en el cosmos.
Continuamente re-creamos la misma realidad, aunque seamos inconscientes de ello.
De acuerdo a uno de los pilares paradigmáticos sobre los que se basa este modelo Integral de Astrología, que es la Física Cuántica, a nuestro alrededor convive junto a nosotros un océano infinito de posibilidades, del cual somos parte co-constitutiva…, pero seguimos siempre creando las mismas realidades.
Estamos tan condicionados en y con la idea de que no tenemos control alguno en cuanto a nuestro destino, que permanecemos inconscientes no sólo a la existencia de ese amplio mar de posibilidades sino también al hecho de que con nuestro "interior" podemos influir en y sobre nuestro entorno "exterior".
En el mundo "cuántico" por ejemplo, sólo existen ondas de posibilidades hasta que a través de una elección determinada, una de ellas se constituye en una partícula de experiencia.
En Astrología Integral, las distintas configuraciones de un mapa astral y sus interrelaciones son también consideradas como posibilidades de experiencia y somos nosotros mismos, a través de elecciones efectuadas y llevadas a cabo con diversos grados de conciencia –aunque lo más común sea con plena inconciencia-, que "optamos" por una determinada "realidad". Son posibilidades de conciencia que nosotros las constituimos por "elección", en hechos de experiencia.
El mapa astral nos brinda todas las posibles posibilidades, pero no determina un cierto acontecimiento concreto. Es mi persona, a través de un proceso electivo, quien ha de optar por una experiencia, y a partir de ahí y en cierto sentido, hemos de tener la capacidad de y para co-construir nuestra propia realidad.
Tenemos el poder y la capacidad para ser factores generativos de nuestro propio destino.
De esta manera, el Astrólogo a través de la interpretación "integral" de la carta nos ayudará a través del diálogo, a desarrollar una toma de conciencia de cuáles son los mitos personales en base a los que configuramos y contextuamos nuestras existencias, evaluando, clarificando y discerniendo en torno a posibles núcleos de conflictividad como a potenciales recursos interiores.
El mito, entonces, en cuanto que historia de la búsqueda de nuestra verdad, encierra en sí una narración que aspira a ser vivida, encontrándose la misma simbolizada en y por nuestro mapa natal.
La mismidad del Astrólogo.
Y es muy importante tener presente que no hay una sino dos historias de vida. Una, la del consultante, de cuya carta estamos hablando. Y la segunda, es la historia de vida que aporta el propio Astrólogo.
En una "lectura" el Astrólogo implica su propia esencia-existencia, y en dicho proceso, ella se va viendo asaetada de y por innumerables maneras, por nuestro propio "ser-en-el-mundo" y nuestro "ser-en-si", aunque no seamos siquiera minimamente conscientes de ello.
Y ello es importante tenerlo en cuenta, puesto que en el proceso de devolución debemos tener muy presente, a quien o a quienes estamos ofreciendo nuestra interpretación. En si está presente no sólo el consultante con sus múltiples sub-personalidades sino que además nosotros hablamos (y nos "hablamos"), con y desde mil voces diferentes, no sólo a un otro, que se encuentra frente nuestro en calidad de consultante, sino a un "otro", en cuanto que "alter ego", que no dejamos de ser nosotros mismos.
El ser conscientes de ello nos permitirá por una parte, el ser guías que encarnen el arquetipo de "Hermes –Psicopompo", que asumiendo el rol de Virgilio en la Divina Comedia de Alighieri, caminemos al lado del consultante, mientras éste realiza y transita su propio camino del héroe. Pero por otra parte, siendo plenamente conscientes de que, en forma concomitante y simultánea, nos encontramos embarcados en nuestra propia travesía mítica.
El mapa astral deja así de ser un mero "objeto" a ser "investigado", transformándose en un "ser" que enfrenta al Astrólogo con su mismidad.
Y no es este un proceso con inicios y llegadas definidas, sino que es una espiral eterna, re-definida y re-configurada a través de y mediante cada consulta que llevemos a cabo, en nuestra calidad, más que de técnicos, de verdaderos "agentes de cambio".
Ahora nos resta ver, cual es el rol y el cometido del Astrólogo en cuanto profesional y parte co-constitutiva de la tradición a la que pertenece y de la cual deriva su saber, esto es, la Astrología como disciplina.
El Astrólogo como Intelectual Orgánico.
El modo expuesto en cuanto a la praxis profesional que llevamos a cabo en calidad de de astrólogos, de acuerdo a la re-formulación que hemos realizado, contiene además, una vertiente catalizadora de y hacia un proceso de transformación de la "tradición" astrológica.
Como mencionábamos, todo proceso hermenéutico implica una tradición dentro de la cual nos encontramos inmersos, al tiempo que la configuramos y la re-construimos, consciente e inconscientemente, en y con diversos grados de aceptada responsabilidad.
Ello nos conduce a considerar la imperiosa necesidad de convertirnos en intelectuales orgánicos, en el sentido gramsciano del término.
Partamos de la base de que Antonio Gramsci consideraba que todos los hombres son filósofos, entendiendo a la filosofía como una concepción del mundo, de carácter básicamente dialéctico, entendida esta como una manera de ver y pensar al mundo en el cual vivimos.
Para este autor, en tanto que todos somos filósofos, habríamos de manifestar una cierta concepción del "mundo", existiendo al mismo tiempo una contradicción entre lo que pensamos y lo que hacemos, hecho que es inherente a toda sociedad, siendo esta el motor dialéctico que permite una regeneración dinámica y permanente.
De esta manera, el Astrólogo como intelectual orgánico ha de tener un doble cometido: por un lado, en lo que hace al interior de nuestra disciplina (la Astrología), y por otro lado, orientado hacia el contexto macro-social del cual forma parte, en tanto el propio proceso de consulta, en el sentido que le hemos dado anteriormente, se convierte en un elemento catalizador de cambio al interior del consultante, despertando la capacidad "filosófica" del mismo en sentido gramsciano. De momento nos abocaremos al primer cometido.
Gramsci refería a que hay momentos en la historia donde las fundamentales contradicciones al seno de una sociedad –en nuestro caso sería al interior de la Astrología como saber-, entran en profundo conflicto. El las denominó "crisis orgánicas". Estas consisten en momentos puntuales en los cuales "lo viejo muere sin que pueda nacer lo nuevo". Sería este un punto inflexivo para modificar el rumbo de la historia (en nuestro caso de la Astrologia como disciplina que, como tal, también tiene su historia). Esto que referimos presenta amplias analogías con el modelo de quiebre de paradigmas de Kuhn.
Al Astrólogo, como "intelectual orgánico", le competería entonces la misión de -a través de la praxis, tanto en situaciones de consulta como de enseñanza y mediante la "teorización" y la producción de nuevos conocimientos-, contribuir a una perpetua re-generación de y en la manera de concebir y comprender a la Astrología, tomando como base la historicidad de este saber, y a partir de la propia situación en la que se encuentra la misma, considerar esta como una posibilidad de trans-formación evolutiva, fundamentativa de una re-novada e integral concepción de la misma.
De esta manera la Astrología, en su concepción Integral, se convertiría en una real hermenéutica del auto-descubrimiento, operando en el propio Astrólogo tanto como profesional que como "intelectual orgánico", esto último actuando tanto a nivel de su participación como miembro de un determinado saber como en lo que hace a su carácter de individuo social , lo cual ha de estar implicando como un plus, la necesidad de un auto-descubrimiento personal. Y a nivel del consultante, el Astrólogo se convierte en un verdadero agente de cambio, guiándolo a través de un proceso de auto-revelación propia y por consiguiente de su des-cubrimiento y aceptación responsable de su misión como "intelectual orgánico" al seno de la sociedad en la cual vive.
Bibliografía Citada.
(1) Ostfeld de Bendayán, Gertrudis: "Síntomas postmodernos: Tiranismo o psicopatía" – 2007
(2) Lambruschini, Gisela: "Ciencia y Postmodernidad" – 2006
(3) Strejilevich de Loma, Gabriela: "La Postmodernidad y las Adicciones"
(4) Ostfeld de Bendayán: Op. Cit.
(5) Frankl, Víctor E.: "El hombre en busca de sentido", pág. 46. Ed. Herder – 1991
(6) Walsh, Roger y Vaughan, Francis: "Más allá del Ego", pág. 32. Ed. Kairós SA. – 1991
(7) Wilhelm, Richard: "El Secreto de la Flor de Oro" (Versión electrónica)
(8) Gadamer, Hans-Georg: "Verdad y Método", pág. 372. Ediciones Sígueme – 1991
(9) Ibidem., pág. 375
(10) Ibidem., pág. 375
(11) Ibidem., pág. 376-377
(12) Ibidem., pág. 377
(13) Ibidem., pág. 433
(14) Ibidem., pág. 434
(15) Rico Gallegos, Pablo: "La Hermeneútica" – 2006
(16) Campbell, Joseph: "El poder del mito" ", pág. 19 – Emecé Editores – 1991
(17) Ibidem., pág. 30
(18) Castaneda, Carlos: "La rueda del tiempo" pág. 20 – (Biblioteca Nueva Era)
Bibliografía Consultada.
natal como guía en el desarrollo de la conciencia" – Ed. Kier –
2004
- Gonzalez, Ideaba; Lodi, Alejandro y Steinbrun, Héctor: "La carta
Ed. Kier – 2006
- Guttman, Ariel y Johnson, Kenneth: "Astrología mítica aplicada" –
- Marks, Tracy: "Astrología del autodescubrimiento" Ed. Kier – 1993
- Oporto, Mónica: "Antonio Gramsci: El Intelectual Orgánico" – 2005
- Peat, F. David: "Sincronicidad" – Ed. Kairós – 1995
- Rudhyar, Dane: "Astrología de la personalidad" – Ed. Kier – 1989
- Wilber, Ken: "El ojo del espíritu" – Ed. Kairós – 1998
- Wilber, Ken: "Breve historia de todas las cosas" – Ed. Kairós – 1998
- Wilber, Ken: "Los tres ojos del conocimiento" – Ed. Kairós – 1991
- Wilber, Ken: "Una teoría de todo" – Ed. Kairós – 2001
Lic. Germán H. Pastorini Correa
Web:
Montevideo – Uruguay
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