Evidentemente es el Diablo la personificación absoluta del enemigo del Dios supremo, más allá de que se sitúe un escalón más debajo de él, dado que de cualquier forma será vencido en el final. También aparece en la I.E.M.A. la figura del anticristo como destructor del universo – que se mostrará desde dentro de las mismas Iglesias – pero que aún no ha llegado; en palabras de Susana vemos que "el Anticristo aún no se ha manifestado en el mundo. Pero sus primeras manifestaciones se van dando dentro de las mismas iglesias, de todas. Pero el que quiere destruir al mundo aún no ha venido, como dicen las profecías. Igualmente el pueblo de Dios será salvado antes de estos acontecimientos"
Notamos, como primera observación general, que coinciden estos tres grupos religiosos, evangélicos, católicos y mormones, en considerarlo, como lo afirmarían sus respectivas escrituras, un ángel caído, que se revela a su creador; también coinciden al afirmar en que la causa de su rebeldía procedía de un intrínseco deseo de ser como el Padre – o aún superarlo -, por esa causa fue separado, expulsado del Reino, y es desde ese momento en que se convierte en el antagonista primordial de Dios.
El representante de los Católicos Liberales, Padre Jorge, afirma la no existencia del Diablo: "no existe como entidad, como no existe la noche. Existe la falta de luz, pero si vamos a llamar Diablo a la parte más mala del hombre, bueno… el Diablo sirve como chivo expiatorio para descargar en otro nuestros errores"…, no obstante manifiesta creer en la existencia de entidades malignas que pueden ser atraídas del "mundo oculto"i ; por otra parte en la entrevista señala el sacerdote que los hombres pueden llegar a ser el Diablo o el Anticristo según el cariz de sus actos: "el Diablo, el Anticristo son payasadas que no existen… existen seres con muchas cosas que aprehender… hay muchas cosas que destruyen el mundo, la ecología y son cosas causadas por el hombre, entonces la humanidad es un Anticristo". Serán entonces esos seres o entidades los que pondrán a los hombres en aprietos en su vida cotidiana???
Aparentemente, como los antiguos cristianos gnósticos, ponen la atención en la liberación del espíritu a partir de otras premisas que nada tienen que ver con un enemigo por antonomasia; es el propio hombre el que debe tratar de corregir los daños que causa, es por eso que ponen la atención en el conocimiento concreto y empírico, en la búsqueda de la verdad que haga libre a la humanidad.
La representante de la escuela científica, Haydé, nos habla que allí son propensos a considerar la no existencia del mal encarnado en una figura determinada: "dentro de cada Escuela Científica no se cree en la posesión diabólica, dado que no creemos en el Diablo, sino que hablamos de la incorporación voluntaria o no de los espíritus del error… pero aún para incorporar espíritus del error hay que ser médium, tener capacidad Espírita… en la escuelita no estamos de acuerdo con el curanderismo, la brujería… hay que tener cuidado porque la conexión bien – error es permanente, se pasa de uno a otro con demasiada facilidad"…; afirma que lo contrario al bien no es el mal sino el error y que ambos están dentro nuestro y operan según actuemos en la vida, es decir que todo esta librado a la elección voluntaria de los hombres: "no podemos admitir la existencia del mal, ni la de ninguna persona que lo represente en este mundo, de ningún tipo ni forma. Lo contrario al bien no es el mal sino el error… ambos están dentro nuestro y operan según actuemos en la vida"
No creen tampoco en la posesión diabólica, dado que no aceptan la existencia del Diablo, sin embargo se muestran de acuerdo con la incorporación voluntaria, o no, de los espíritus del error, cuestión sólo posible si se posee capacidad Espírita – mediumnidad -.
Ya poseemos una visión un tanto más esclarecedora del papel que juega el diablo en los grupos religiosos con los que trabajamos. Hemos visto en cuales juega un rol preponderante, en cuales tiene un valor , por así decirlo, nominal y en cuales directamente ni es tenido en cuenta.
Como suponíamos al comienzo, en las tradiciones donde su figura se hace más fuerte es en la católica romana y en las derivadas de la reforma protestante, aunque no en todas es el mal por excelencia; creemos aquí puede incidir la cuestión de la salvación. Dentro de la Iglesia Evangélica Misionera se cree que los hombres sólo serán salvados por la fe; los católicos – al igual que los judíos – también por las obras.
Otra explicación que podría darse al fenómeno de la cuasi necesidad del diablo es la que nos ofrece la "Teoría del Destino" de Dumezil (1990) donde él, analizando los Dioses Indoeuropeos, encuentra que en los creyentes de las distintas religiones dualistas, como en cierta forma también se plantea en el problema de la Teodisea, existe una tendencia a adjudicar a un Dios del Mal o Anti-Dios todas las penurias y sufrimientos del mundo, además del pecado, por supuesto. Este proceso en las religiones politeístas no se manifiesta tan abiertamente por en las esferas teofánicas se da lo mismo que en el mundo de los hombres: los dioses sufren, tienen defectos físicos (son ciegos, cojos, mancos, feos, justos, etc.); como plantea el hermetismo lo que es arriba es abajo y lo que es abajo es arriba.
Es decir que para los evangélicos, por ejemplo, aunque las obras de los hombres sean manifiesta y expresamente malas – y muchas veces estas inducidas por el mismísimo Satanás, con solo tener fe, la gloria (paraíso) será alcanzada. No hay mérito en la búsqueda de la salvación. Nos decía Susana que "hasta Hitler podría haber salvado su alma si se arrepentía a la hora de la muerte de todos sus crímenes… sólo la fe en Dios nos salva"…
En el siguiente punto veremos como estos mismos actores enfocan la categoría mal, independientemente o no de la figura del Diablo.
Las Manifestaciones del Diablo / Mal.
Del Infierno, Posesiones y otras cuestiones
Bueno, ya sabemos quienes creen y quienes no en la existencia del Diablo; también sabemos que visión tienen del mal nuestros actores sociales entrevistados, ahora lo que nos resta es ver como esas visiones se articulan en la cotidianeidad de estos, en como en un día cualquiera de sus vidas afirman ellos que se pudo o se puede hacer presente el Mal o alguna de sus encarnaciones.
A partir del relato de Susana conocemos que los evangélicos afirman que el Diablo puede apoderarse del cuerpo y el alma de una persona – posesión demoníaca – "el Diablo puede poseer el cuerpo y el alma de una persona pero Dios lo libera por medio de sus agentes, que son los ministros preparados para esa tarea"…, pero también creen que hay en el mundo acólitos de él actuando – o que han actuado – a plena luz del día. En esa categoría coloca nuestra informante a Hitler, a Menem y al mismísimo Pastor Giménez, al que tilda además de Anticristo en el sentido de falso profeta que actúa desde dentro de una iglesia en apariencia cristiana: "personajes que en mi opinión se asemejan a la idea de Diablo o que han actuado como representantes de él han sido Hitler, Cavallo y especialmente Menem; fijate que Menem está siempre donde está el poder, la droga, la lujuria, hasta se casa con una mujer hermosa que es mucho más joven que él… Menem es un Diablo"….
Otra cuestión llamativa es la afirmación que hace acerca de que el Diablo ha ingresado en este mundo:
- enfermedades – SIDA, drogas, etc.
- conductas sexuales inapropiadas (en el discurso de ella) – lesbianismo, homosexualidad y
- hasta conductas sociales marginadas como la prostitución.
"El Diablo puso en el mundo el SIDA, la droga, la prostitución, el alcohol, el lesbianismo, la homosexualidad… todos ellos consecuencia del pecado"… afirma absolutamente convencida.
Es preciso señalar que la Iglesia Evangélica condena semejantes "atrocidades", pero que esta misma institución que puede – según la informante – volver a estos "desviados" a la senda de la corrección a partir de la integración de los mismos a ella y al abandono de sus conductas erráticas. En este caso es la institución la que practicaría una suerte de exorcismo en este tipo de actores sociales.
Otro tema que aparece recurrentemente es el de la posesión del cuerpo o del alma – o de ambos – por parte de espíritus diversos; en la Escuela Científica no se cree en la posesión diabólica como tal, pero si en la incorporación voluntaria o no de los espíritus del error que llevarían a las personas a cometer actos no lícitos: "dentro de cada Escuela Científica no se cree en la posesión diabólica sino que hablamos de la incorporación voluntaria o no de los espíritus del error… pero aún para incorporar espíritus del error hay que ser médium, tener capacidad Espírita… no existe un estado de condenación perpetua, porque es continuo el camino hacia la perfección… las malas acciones son purgadas en continuas reencarnaciones… creemos que la etapa máxima de la evolución se dará cuando podamos llegar a un estado en el que podamos vivir eternamente libres, independientes del cuerpo material, sólo con el astral"…
Desde la perspectiva que tiene el rabino del judaísmo no se percibe la posesión como un fenómeno específico dentro de su credo: "el concepto judaico no tiene la visualización de la posesión demoníaca o de ese tipo de cosas"…, sin embargo no descarta que pueden aparecer dentro del judaísmo personas o grupos que ante situaciones determinadas tengan visiones específicas como las del apoderamiento demoníaco: "obviamente pueden aparecer dentro del judaísmo personas o grupos que ante situaciones determinadas contemplen visiones específicas"…
Pero es tajante y concluyente con su postura como judío: "no hay en el judaísmo visión de posesiones pero eso es cuestión de fe, de fe profunda"…
Para Jorge, el sacerdote de la Iglesia Liberal, el exorcismo es una realidad, pero no es el Diablo el que es expulsado del alma o del cuerpo de una persona, sino entidades de la obscuridad que puede tener dentro una persona que este pasando por un mal momento o que haya caído o tenga algún vicio nocivo: "el exorcismo existe pero no se le quita el Diablo del alma o del cuerpo a nadie, sino que se le quitan entidades que puede tener dentro una persona alcohólica o drogadicta. Sirve para aliviar al cuerpo físico de alguna entidad"…, agrega además que esta práctica "sirve para aliviar al cuerpo físico de alguna entidad".
Queda descartada la posesión del alma. Sólo se puede tener poseído el espíritu.
Dentro del catolicismo romano la cuestión se hace más intensa, como vemos en el relato del padre Alberto quien hace una detallada sinopsis del cuadro de las manifestaciones del Demonio, señalando que "la más grave es la posesión, antes están la opresión y la última es la influencia… La opresión es permanente y se da en el caso de muchos santos… La posesión, supone que la persona pierde la libertad y eso solamente Dios lo puede permitir… en toda la historia de la Humanidad la Iglesia calcula que no han sido más que dos o tres… Igualmente la posesión fue por muy poco tiempo, es dificilísimo que pase porque Dios lo tiene que permitir… A mi no pueden juzgar por algo que hice sin conciencia. Si no hay libertad, no hay conciencia, por eso no deben haber más de 2 o 3 casos de posesión demoníaca. La posesión es alguien que maneja tu voluntad, tu libertad y tu inteligencia; no sos vos, es otro"…¡
Uno de los problemas más difíciles que deben superar las religiones a las que Weber llama universales es el de la posible no omnipotencia divina y es por esto que se podría explicar el mal en el mundo. Por ejemplo Alberto trata de resolverlo de la siguiente manera: "El demonio es un ser que existe porque Dios no puede desdecirse de lo que creó… El hombre es el único ser que puede relacionarse con Dios de igual a igual. Destruir (al Diablo) iría en contra de su lógica. Lo creó libre como para rechazarlo o como para quererlo. Para la revelación el Diablo es un ser creado, de los mejores, pero que lo mandó a la mierda a Dios. Pero esa libertad que Dios le dio no permite que vaya más allá de sus fuerzas"…
Los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, por su parte, no contemplan – o por lo menos no hacen mención – la posesión demoníaca pero si entienden que el demonio se vale de hombres para llevar a cabo determinadas acciones, estos hombres muchas veces pactan voluntariamente con el Diablo. Señaló uno de los Elder informantes que "la tarea del Diablo es tentar a los hombres para que los sigan en su eterna condena y desobedezcan a la voz de Dios… hay hombres que influenciados por el Diablo se unen bajo juramentos para llevar adelante malas acciones… dentro de la iglesia lo llamamos combinaciones secretas o pactos secretos… el que hizo el primer pacto con el Diablo fue Caín… (El Diablo) tiene un gran número de colaboradores para hacer el mal"…
También cabe señalar el carácter mesiánico – milenarista presente en el discurso de los mormones: "dicen los textos sagrados que Satanás y sus demonios reinarán en este mundo antes de la venida final de Jesucristo… este lo vencerá y lo encadenará por más de mil años, así lo dice el Apocalipsis"…
Aventurándonos a las próximas conclusiones podríamos bien preguntarnos… Existe el Diablo en el discurso de todos los entrevistados? No, es evidente. El mal tiene lugar en los mismos? Salvando el caso de los espiritistas que hablan del error, el concepto de Mal sí se encuentra presente en todos los cultos. El Mal es producto del Diablo? Acá es más difícil de precisar.
En primera instancia debemos determinar que el Diablo en sí cobra vital poderío en el Catolicismo Romano y en el Evangelismo; en si es una figura netamente cristiana. Es en estos dos grupos donde parece moverse con mayor amplitud y donde su accionar se hace manifiesto; es más su existencia en el Catolicismo es dogma de fe: "Quien diga que el diablo no existe no está ya en la fe… toda la Historia humana está atravesada por una tremenda lucha contra las tinieblas… La Iglesia es consciente de la acción del Maligno, que trata de desanimarnos y de sembrar la confusión. En este marco encuentran su puesto los exorcismos, expresión importante, pero no la única, de la lucha contra el Maligno."… declaró recientemente el Cardenal Jorge Arturo Medina Estévez en la página principal del Periódico Electrónico de Vaticano.
El Mal para el Catolicismo tiene siempre un elemento de explicación; Juan Pablo II en recientes publicaciones del Vaticano afirmó que "En la oración del Padrenuestro es explícita la referencia al mal. Éste es provocado por el mundo por aquel ser espiritual llamado por la revelación bíblica Diablo o Satanás, que se ha puesto deliberadamente contra Dios… La maldad humana constituida por el Demonio, o suscitada por su influjo, se presenta incluso en nuestros días, en forma atrayente, seduciendo las mentes y los corazones hasta hacer perder el sentido mismo del mal y del pecado… Éste está ciertamente ligado a la libertad del hombre pero en su mismo peso humano obran factores por razón de los cuales el pecado se sitúa más allá de lo humano, en aquella zona límite donde la conciencia, la voluntad y la sensibilidad del hombre están en contacto con las obscuras fuerzas… Por desgracia los seres humanos se pueden convertir en protagonistas de la perversidad… convertirse en una generación maligna y perversa»."… (Zenit, Vaticano; 18 de Agosto de 1999)
La existencia concretizada, dogmatizada y personificada del Diablo como un actor más del drama humano es evidente dentro del Catolicismo. Influye, instiga, pervierte, incide en la vida cotidiana de cada uno de los seres humanos – bautizados o no -. Menciona Weber que "por lo general con la racionalización de la practica religiosa y la vida en general se produce la "formación del panteón", esto es, la especialización de las figuras religiosas y la dotación de atributos y competencias"r y eso es lo que sucede con el Demonio en el discurso de los informantes católicos: es él un personaje que posee atributos y caracteres particulares, tiene un campo de acción y un reino propio del que es amo y señor: el Infierno…
En lo que respecta al Mal ontológico hay diferencias notorias entre todos los grupos entrevistados, más que nada en las proporciones del alcance y origen de este; por un lado tenemos a los que lo consideran un producto netamente humano y otros que le otorgan una naturaleza cuasi divina. El demonio, para los cristianos, es un poder, o "él" poder, del mal que actúa en este mundo, tentando al hombre y manifestándose de diversas formas. Este poder deviene de un ser personal, pero no creado por Dios para el mal, sino que se hizo tal por propia elección.
La Biblia – libro que comparten los judeocristianos – en sí no explica el origen de este ser, como tampoco explica el origen del mal en el mundo. El demonio aparece como una criatura bajo el dominio total de Dios. Ejerce una función hostil, la de manipular a las personas para desviarlas hacia el mal, hacia el pecado.
El cristianismo, aunque muchos de sus líderes se opongan a la idea, es una religión dualistak : el Diablo tiene espectaculares poderes que se oponen a los mismísimos poderes de Jesús, pero sus poderes están siempre limitados a los designios de Dios. La batalla escatológica entre el bien y el mal se libra cotidianamente en el alma de los hombres; bien y mal coexisten en nosotros dentro del universo. Pero una lectura cristiana del problema nos reflejaría que en el fondo el hombre es bueno pero hay un mal, un demonio que puede tentarlo.
Por su parte, el judaísmo rechaza el dualismo ontológico y explica el mal como resultado del estado imperfecto de la creación del mundo o del uso inadecuado del libre albedrío, y no como resultado de las elucubraciones de un enemigo cósmico del Dios Único. Evidentemente el judaísmo también rechaza la personificación de las fuerzas del mal y prefiere hablar del Diablo o del demonio como de una representación de la tendencia del mal en la humanidad. Como señala la Dra. Pagels en su obra "Satán": "de acuerdo a la enseñanza rabínica, habitan en el ser humano dos espíritus antagónicos: uno es la tendencia hacia el bien y el otro la tendencia hacia el mal"… (Pagels; 1995)
En los grupos religiosos no provenientes de la tradición judeocristiana la visión cambia considerablemente. Los Católicos liberales muestran un absoluto rechazo a la figura del Diablo, señalando que sólo podría denominarse de esa manera a la parte más mala del hombre. Como todo grupo de tendencia gnóstica prefieren determinar el origen del bien y el mal en libre albedrío de los hombres – cuestión más cercana al judaísmo -; son estos los que cosechan lo que siembran. Bajo la conceptualización de los espiritistas es inapropiado hablar de mal y mucho menos aún de Diablo. Todo se resuelve en la elección del espíritu humano por el bien o por el error, y depende del grado de conocimientos mediumnicos para atraer al mundo de la materia espíritus del bien o del error…
El mal y el Diablo, por lo visto, no son la misma cosa y no siempre están conectados, más allá que las acciones del segundo sean siempre consideradas malas. Las representaciones del Mal sí están visibles – si no es mal es error – en todos los cultos con los que trabajamos. El mal existe y es concreto. No así el Diablo, y no queremos caer en teologicismos, pero hemos comprobado que no en todos los cultos en los que hemos realizado entrevistas el Diablo es un personaje de existencia precisa.
Opiniones con respecto a la temática
Existen nociones muy sofisticadas del bien y del mal en la tradición judeocristiana y también existen tradiciones folklóricas acerca de los demonios.
Resulta interesante comprobar que una tradición manifiestamente folklórico – religiosa del satanismo está viva y disfruta de una inmejorable salud en la cultura popular.
Es común tomar a una persona como el Diablo, hacer una personificación de éste, y aplicarla a otras personas; es aquí ahí donde se concretiza y a menudo es asignada a grupos particulares de la sociedad.
Algunos grupos postulan que la malignidad es simple y sencillamente la ausencia de bien.
Otros afirman que el mal – en diversas manifestaciones – está presente en el mundo para probarnos y tentarnos; para fortalecer nuestro temple y dar mayor solidez a nuestras aptitudes.
Los más "radicalizados" ven en ese adversario pérfido, al que llaman Diablo, una potencia de rasgos poderosos. Es el Mal hecho carne, incansable, liderando una horda de demonios dispuestos a sembrar desgracias en todo el orbe. Es un poder cósmico – junto con Dios y los ángeles -, y su probable triunfo final es algo que no puede ni debe subestimarse.
Los Católicos Romanos, evitando caer en cualquier tipo de maniqueísmo, reafirman que Dios, y ningún otro ser cosmogónico, es quien ha creado al Diablo – de ahí que no estemos ante dos principios iguales (dualismo), hecho que convertiría a Dios en un ser no todopoderoso -; pero al mismo tiempo no atribuyen al buen Dios la creación del Mal como tal – cuestión que sería considerada como sacrílega – por lo que es necesario que el Diablo deba su maldad a sí mismo y a su propia opción por el mal.
Los Católicos liberales constituyen – junto a los espiritistas – el más complejo de los grupos religiosos analizados por la enormidad de sincretismos que componen sus corpus de creencias. No hay presencia de diablo, pero si hay exorcismos; no existe el mal, pero si el error; el bien y el mal son producto del hombre, sin embargo hay entidades maléficas que tienden a desviar hacia el segundo la conducta de los mismos. Como un grupo más de los que pertenecen a la sociedad Teosófica toman una postura que – al decir de Maestri – reduce lo que en otros grupos es llamado el maligno a la manifestación de las influencias maléficas de lo astral. No existiría ese tal "Diablo", según esta última opinión, sino un aura dañina para los hombres, compuesta por "los fantasmas de los recientemente fallecidos; los restos proteicos subsiguientes a esa etapa, en la que el fantasma desea sobre todas las cosas volver a encarnar y necesita de la materia vital de un ser humano para conseguirlo; los llamados "cuerpos fluídicos" de los animales (una suerte de alma inferior que le conceden a los irracionales); las proyecciones psicológicas (deseos, pensamientos, odios) de las personas; las tensiones psíquicas de los locos, videntes, mediums y demás seres especiales que se conectarían con el plano astral"… (Cousté; 1991) Todo esto, sin ser oportunamente el Diablo – personaje cuya existencia no es aceptada por la mayoría de los esotéricos y metafísicos -, constituiría un género de aura "diabólica" sobre las vidas y obras de los hombres y sería, en gran parte, éste el Mal que les interrumpe el camino a una vía honesta.
Las iglesias pentecostales han auspiciado una profusa creencia en la existencia del Diablo, de la posesión y del uso de ritos simbólico – religiosos como el exorcismo para eliminarla.
Ahora que despedimos el siglo XX podemos analizar que el Diablo no es una reliquia en el imaginario religioso de los distintos actores sociales que desean explicarse la naturaleza del mal, y que es más: continúa vigentemente instalado en los escenarios de la actividad de los actores sociales de los grupos religiosos mayoritarios en nuestra sociedad como lo son católicos y evangélicos.
A partir del relato de los respectivos actores sociales, que han sido portavoces de los cultos que lideran y bien podrían – seguramente – no representar la opinión de todos los fieles a los que representan, podemos dar cuenta que el concepto de mal posee un carácter dinámico, es decir: ha variado y lo continúa haciendo según las épocas, localizaciones geográficas, tradiciones religioso – culturales y estratos sociales. En ese devenir de los tiempos los actores sociales han ido elaborando, para dotar de significado a determinadas conductas y comportamientos sociales, distintas redes de valores éticos y morales propiciamente respaldados por actos simbólicos – mitos, ritos, creencias religiosas y demás fenómenos místico-mágicos – que terminaron convirtiéndose en valores socialmente aceptados (el hecho de no matar o no robar, sólo por dar un ejemplo, traspasa la barrera de la índole religiosa para ingresar a la esfera de lo público).
Si trabajásemos dentro de un marco teórico propio de la filosofía o de la teología podríamos preguntarnos a esta altura de la investigación si es el mal una cuestión abstracta o es una entidad por demás de particular, o bien si existe el mal o sólo es una categoría de índole nominal mediante la cual los actores sociales identifican a todo aquello que los decepciona, que no es de su agrado, que los apesadumbra, que le causa temor y muchos sentimientos subestimados más, pero al desenvolvernos en el campo de la antropología interpretativa debemos tener en claro que todo existe desde el momento en que alguien crea en determinada cuestión.
En los grupos con los que trabajamos la idea de mal, podríamos decir, aparece generaliza pero cada uno de sus representantes le otorga una especificidad propia del cuerpo de creencias que profesa.
Hemos podido dar cuenta de que, en general, existe una tendencia a concebir al mal como una presencia, como un ente maligno que incita a los hombres hacia el caos, la desgracia, lo inmoral. Esta entidad puede encarnarse en un ser humano (anticristo) o en un espíritu o cuasi teofanía (Lucifer). Señala Salinas (2002) que "no hay una única manera de percibir el mundo… Nuestra mente ordena la realidad de tantas maneras posibles que marea sólo el enumerarlas"…
En el estudio de los fenómenos religiosos no existe un guarismo racional o simbología pertinente que nos permita discernir entre un pensamiento verdadero o falso, no hay verdades como que el agua hierve a los 100° o que dos más dos son cuatro, en el estudio de lo religioso nos encontraremos más de una vez conque dos más dos son tres. Afirmaba Eliade, hablando de los diferentes fenómenos religiosos, "hoy se admite que estos (los fenómenos) son verdaderos, pero en otro sentido distinto del que, por ejemplo, entendemos cuando decimos que una realidad histórica es verdadera. Se trata de dos modos distintos de existir en el mundo, de dos actitudes distintas del espíritu en la interpretación del universo, modos de ser y actividades del espíritu que no se excluyen mutuamente"… (Eliade; 1984)
Los referentes de los grupos religiosos nos han presentado sus diferentes visiones de mundo: nos permitieron adentrarnos en sus mundos religiosos, y en algunos de ellos hemos podido corroborar determinados conceptos aprioristas que teníamos acerca de ellos, ideas generalizadas que nos movilizaron a desarrollar la investigación, mientras que otros nos han abierto un innumerable universo de incógnitas.
Con respecto a las hipótesis planteadas al comienzo de la investigación podemos determinar que:
- la primera, acerca de que Existe algún tipo de relación entre el advenimiento de un nuevo siglo y una creciente tendencia hacia un resurgimiento o revival de prácticas mágicoreligiosas, no ha quedado demasiado en manifiesto en el discurso de los actores sociales, es más aún en los grupos donde la idea o figura de la segunda venida, o la aún no acontecida venida como entre los judíos, el hecho es como forma parte de lo litúrgico. Se espera, pero no los desespera, es decir que hemos visto una tranquilidad religiosa, una estabilidad emocional más que un revivalism. Quizá los tiempos que corren en nuestra realidad, cargados de angustias y pesares en lo económico, en lo político y en lo social hayan hecho desentender un tanto a los actores sociales de cuestiones de esa índole. Lo profano habría superado, por lo menos urgentemente, a lo sagrado.
No queremos redundar pero, como anteriormente marcábamos, en la tradición católica y en los grupos con raíces fundadas en la reforma protestante, en este caso los evangélicos y los mormones, se halla presente en la alocución de sus representantes, en algunos casos como entidad maligna por antonomasia que mora en la esfera de las teofanías y en otros como actor manifiesto de la vida cotidiana de los hombres.
- Con respecto a la segunda que rezaba lo siguiente: Los actores sociales tienden a corporeizar la figura del Diablo o relacionarlo a determinados personajes de protagonismo histórico, podemos decir que la hemos confirmado en gran medida en algunos grupos y en otros la sentimos absolutamente ausente.
- La tercera nos genera diríamos una sensación de que deberíamos haber cambiado el vocablo temor por el de respeto o aprensión. Originalmente decía que Los actores sociales creyentes temen al Diablo o a sus distintas manifestaciones. Cuando hacíamos las entrevistas nos dábamos cuenta que, en los grupos donde él tenía cabida, los entrevistados estaban seguros de poseer las herramientas necesarias como para contrarrestar cualquiera de sus manifestaciones: bien podían la fe, la oración, el bautismo, etc. ser armas para combatir la acción demoníaca. No había temor; si respeto a su envergadura de ángel que alguna vez gozó del beneplácito divino.
Permítasenos una acotación. Si hoy debiésemos emprender nuevamente la presente investigación quizá plantearíamos diferentes o mejores y elaboradas hipótesis, pero no serían demasiado distintas de las actuales, amén que creemos que las respuestas de los informantes no variarían tampoco en grado significante dado que consideramos que estas tienen que ver con el conjunto de la sociedad en el que se desarrollan los respectivos cultos. Los movimientos religiosos no pueden estar desconectados de la realidad en que se expresan, realidad esta que los traspasa y penetra como a toda institución de índole social. La Rosario en que conviven es la misma para todos.
"Nietzsche dijo: "Dios ha muerto"…
luego se pronunció otra frase, que me gusta más:
"Dios se retira". Yo respondo ahora:
"Espero que vuelva". Ésta es la síntesis"…
Ernst Jünger.
Conclusiones
Llegamos al final de la investigación – más allá que creemos fehacientemente que ninguna investigación puede llegar a un final propiamente dicho; siempre debe haber algo más que decir sobre cualquier temática, aún más en el ámbito de las ciencias sociales – y nos enfrentamos a resultados realmente interesantes.
Dividimos el presente trabajo en tres grandes capítulos. En el primero pusimos énfasis en el abordaje de la perspectiva religiosa y sus distintos enfoques dentro del ámbito de las ciencias sociales en general, señalando que nos ubicaríamos dentro del paradigma antropológico hermeneútico para el desarrollo del trabajo de investigación. Aquí más que nada quedó evidenciada la tendencia a enmarcar dentro del ámbito de lo místico – religioso las categorías que desarrollaríamos en el capítulo siguiente.
Ya en el segundo capítulo analizamos, según las distintas fuentes, el papel de la antropología en el tratamiento de la cuestión del mal. Nos fue de importantísima utilidad haber encontrado y posteriormente analizado el estudio weberiano acerca del problema de la Teodisea, estudio que sería retomado por dos importantes antropólogos como Clifford Geertz y Vena Das.
Este punto nos mostró como las diversas manifestaciones religiosas intentan encontrar una explicación al sufrimiento de los hombres. Y aquí situamos al Diablo y una de sus posibles "funciones": la de encarnar el mal en el mundo y ser el causante máximo del sufrimiento de los actores sociales.
Hacia el final del capítulo dejamos en claro cual era, a priori, nuestra visión sobre el tema, sin haber aún interpretado y analizado las entrevistas realizadas a nuestros informantes claves, para ver luego si esta podía luego ser modificada o no.
El tercer y último capítulo se centró principalmente en el análisis de las entrevistas propiamente dicho. Sorpresas mediante por algunas de las definiciones vertidas por nuestros informantes no podemos más que mostrarnos satisfechos por los conocimientos alcanzados, siendo a nuestro entender la virtud del presente el hecho de dejarnos con interrogantes suficientes como para retomar la investigación en un futuro no tan lejano.
Entre las cuestiones que nos interesarían remarcar, dado el carácter diverso de los representantes de los cultos que oficiaron como informantes, se ubican por ejemplo la del monopolio de lo sobrenatural o supranatural por parte de los distintos grupos religiosos. Stark y Bainbridge (1985) afirman que para monopolizar la religión, una iglesia debe también monopolizar todo acceso a lo sobrenatural. Para ello, debe proveer también magia… Sin embargo, en la medida que las sociedades se vuelven más complejas, y la ciencia se desarrolla, los sacerdotes dejan de proveer también servicios mágicos (es decir compensadores específicos) para concentrarse en la provisión de compensadores más generales. Así, estas religiones se tornan crecientemente secularizadas, en la medida en que realizan menores afirmaciones acerca de los poderes del mundo sobrenatural de influenciar el mundo empírico… Para reducir la tensión con sociedades cada vez menos proclives a explicaciones sobrenaturales de los hechos, deben desenfatizar los elementos de su doctrina que involucran la provisión de compensadores específicos…
A partir de estas apreciaciones Snow y Machalek (1982) esta variable puede darnos cuatro grandes tipos de sistemas de creencias:
- los altamente integrados y con alta relevancia empírica, que son vulnerables a la inconsistencia interna lógica y a la evidencia externa (la ciencia);
- los poco integrados y con alta relevancia empírica, por lo tanto principalmente vulnerables a la evidencia externa , ya que su consistencia interna es poca (el curanderismo y la brujería) ;
- los altamente integrados pero con baja relevancia empírica, que serían vulnerables a contradicciones internas y cismas (el Comunismo, el Peronismo, el Catolicismoj ) y
- los poco integrados y con baja relevancia empírica, que tienen una muy baja vulnerabilidad a las contradicciones internas y la evidencia externa (la mayoría de los nuevos movimientos religiosos)
Evidentemente los grupos religiosos con los que hemos trabajado, siguiendo este modelo, se ubicarían en las dos últimas categorías. Pueden estar poco o muy integrados pero todos poseen una muy baja relevancia empírica, cuestión que permite desarrollar dentro de ellos los más diversos tipos de posturas e ideas. Se podrán inclinar para un lado u otro sin embargo sus seguidores y practicantes estarán seguros de encontrar en ellos el "remedio" para sus sufrimientos, sus angustias y, por supuesto, para su salvación.
Tratando de sintetizar podríamos afirmar que lo que nos preocupó sobremanera en el presente fue abordar el problema del mal encarnado en la figura del Diablo en expresiones del pensamiento de diferentes actores sociales calificados. Evidentemente nos encontramos frente a representaciones simbólicas que se manifiestan dentro de una gran variable como lo es el pensamiento occidental, de ahí quizá los resultados obtenidos.
Occidente se ha caracterizado justamente por el hecho de ser, a nuestro entender, completamente bipolar, es como si existiese una necesidad intrínseca por oponer siempre algo a lo que se presenta ante nuestras miradas. Pareciese que no se puede definir algo si no es por oposición a él mismo. No hay bien sin mal (o error), no hay blanco sin negro, no hay Dios sin Diablo.
Siguiendo por ejemplo las apreciaciones de la maestra evangélica, por tomar un caso, podríamos concluir con que el Mal es como una "sumatoria abstracta" de todo lo que no nos gusta, lo que nos causa desagrado o incomodidad. Pero lo que no gusta a determinado actor social puede ser bueno – o muy bueno – para otro; este enfoque nos llevaría a relativizar por completo el concepto: todo depende del cristal con que se lo mire.
Entonces… será que el mal es el compendio que cada grupo realiza de situaciones desagradables (muerte, mentiras, corrupción, desigualdades, posesiones) o conductas tabuadas (sexopatías, pedofilia, incesto, lujuria, etc.)???
El reconocido antropólogo español Caro Baroja (2001) afirma que en cualquier novela o relato de la antigüedad – no muy lejana – una división del hombre como un ser que tiene vicios y virtudes era una cosa clara y evidente; sin embargo en el hombre actual este rasgo de la parte práctica de la religión y del estudio de esos vicios y virtudes "se ha sustituido por otros conceptos que se consideran más científicos pero que sin embargo no nos evitan el tener que analizar el problema del bien y del mal, considerados como aspectos fundamentales de la ética y la sociología del hombre. ¿Qué es el bien, qué es el mal para una comunidad actual, sea urbana o rústica? En gran medida este ha sido el móvil de la investigación, el poder reconocer en el discurso de nuestros entrevistados las conceptualizaciones y representaciones que elaboran sobre ese concepto evidentemente no tan perimido: el de Mal.
Como corolario al presente nos gustaría citar a un pensador de nuestro agrado, nos referimos al filósofo Jean Baudrillar, quien en "La Transparencia del Mal", señala que el Mal se ha metido "en todas partes: la anamorfosis de las formas contemporáneas del mal es infinita. En una sociedad que a fuerza de profilaxis, de eliminación de sus referencias naturales, de blanqueamiento de la violencia, de exterminio, de sus gérmenes y de todas sus partes malditas, la cirugía estética de lo negativo, sólo quiere vérselas con la gestión calculada y con el discurso del Bien; en una sociedad en donde ya no existe ninguna posibilidad de nombrar el Mal, este se ha metamorfoseado en todas las formas virales y terroristas que nos obsesionan"W …
El "mundo" puede ser presentado – y representado – de tantas maneras como mentes lo piensen y lo manifiesten en los hechos de su vida religiosa, en relación constante con las manifestaciones de los demás actores sociales, pertenezcan o no a su mismo grupo. Estos otros mundos que se "materializan" se hacen por demás de reales en el discurso de los respectivos entrevistados; no hay una prueba culminante que permita establecer que hipótesis o creencia es la correcta, más allá de los esfuerzos que realicemos por acercarnos a verdades no de "entrecasa".
El Mal, más allá que el diablo siga "vivo", como lo hemos comprobado durante el transcurso de la investigación, se ha hecho más importante que el personaje que algunos consideran le dio vida y más aún que los hombres que lo ponen a funcionar como si fuese una maquinaria.
Un silogista expresaría que hay mal en todo lo que existe porque en todo lo que existe hay bien, pero… es este el significado del problema del mal?, una bestia abstracta que intenta dominar nuestros impulsos o un vacío devorador en el que se cae por nuestras propias limitaciones como seres humanos?…
El Mal existe, es un problema y ha estado presente en el discurso de todos los actores sociales entrevistados. La solución al problema? Deberá cada uno encontrarla en el discurso religioso que presenta a sus seguidores, materia pendiente para futuras investigaciones.
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Luis Federico Maurantonio Salinas
M 1583/1
28 – 11 – 2002
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