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Ensayo de integración e hipótesis interpretativas sustentados en casos clínicos

Enviado por Fernando Romero


Partes: 1, 2, 3

  1. Nietzsche. A manera de introducción
  2. Crecimiento: elaboración de duelos
  3. Lo no simbolizado, su relación con la regresión psicosomática coherente con formas de representación no verbal de naturaleza psicótica
  4. Bibliografía

"Es mejor una cosa pequeña y cierta

que una gran falsedad".

Leonardo Da Vinci.

"Más vale un poco de algo

que mucho de nada"

Refrán popular.

"Quien no comprende una mirada tampoco

comprenderá una larga explicación."

Proverbio árabe.

Nietzsche. A manera de introducción

En "Sobre verdad y mentira en sentido extramoral", Nietzsche, (1873), desarrolla una elegante reflexión crítica sobre el intelecto, al cual encuentra retroalimentándose mutuamente con el lenguaje y acusando recibo de matices narcisistas que con relativa facilidad, tienden a influir al ser humano. No sólo por lo contemporáneo que resulta ese trabajo es que decidí incluirlo y comentarlo aquí y, en último de los casos debo al Maestro Hugo Cansino, (Facultad de Psicología, UIC. México, 2004), la sugerencia de echarle un vistazo, pues resulta que es muy coherente con el rumbo que fue tomando esta investigación: significados de los refranes, asociaciones libres y mis propias funciones de integración y síntesis, más que una voluntad consciente. En esencia me refiero a lo arbitrario que, en ocasiones, resultan los juicios que nos inducen a tomar decisiones, desde una influencia natural del narcisismo, fenómeno que Nietzsche asocia, con un fino humor, un tanto cuanto "negro", con el hombre y con lo vivo. Dice el sabio y filósofo que:

  • En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la "Historia Universal": pero al fin de cuentas, sólo un minuto. Tras breves respiraciones de la naturaleza, el astro se heló y los animales inteligentes hubieron de perecer. Alguien podría inventar una fábula semejante pero, con todo, no habría ilustrado suficientemente cuan lastimoso, cuan sombrío y caduco, cuan estéril y arbitrario es el estado en el que se presenta el intelecto humano dentro de la naturaleza. Hubo eternidades en las que no existía; cuando de nuevo se acabe todo para él no habrá sucedido nada, puesto que para ese intelecto no hay ninguna misión ulterior que conduzca más allá de la vida humana […]

Hace más de un siglo, poco antes del descubrimiento del Psicoanálisis, las reflexiones de Nietzsche lo hacían pensar que no era a través del desarrollo de la inteligencia intelectual con lo que el ser humano podría preservar la civilización. Aunque tampoco se permitía pensar alguna expectativa al respecto. Asimismo, como se observa a continuación, detectó el papel que el narcisismo juega en la dificultad más importante:

  • [El intelecto] No es sino humano, y solamente su poseedor y creador lo toma tan patéticamente como si en él girasen los goznes del mundo. Pero si pudiéramos comunicarnos con la mosca, llegaríamos a saber que también ella navega por el aire poseída de ese mismo pathos, [que interesante, pareciera que Nietzsche fuera precursor en el diagnóstico de la enfermedad del narcisismo] y se siente el centro volante de este mundo. Nada hay en la naturaleza, por despreciable e insignificante que sea, que, al más pequeño soplo de aquel poder del conocimiento, no se infle inmediatamente como un odre; y del mismo modo que cualquier mozo de cuerda quiere tener su admirador, el más soberbio…, el filósofo, está completamente convencido de que, desde todas partes, los ojos del universo tienen telescópicamente puesta su mirada en sus obras y pensamientos. […] [El pueblo podría decir de algunos intelectuales: "Está tan lleno de sí mismo, que está completamente vacío"]

De alguna manera se pueden asociar las observaciones de Nietzsche a la "necesidad" natural de poder. El intelectual siente que "puede" porque "sabe", por encima del que ignora. Eso le resarce narcisísticamente. Pero no lo lleva a la sensación de plenitud. No le llena en sus "vacíos" internos. Como tampoco al rico le llena existencialmente su riqueza, o al que ejerce el poder, su sensación de dominio sobre los demás. Si así fuera, la voracidad y la envidia vengativa no tendrían razón de existir. Veamos como lo reflexiona Nietzsche:

  • Es digno de nota que sea el intelecto quien así obre, él que, sin embargo, sólo ha sido añadido precisamente como un recurso de los seres más infelices, delicados y efímeros, para conservarlos un minuto en la existencia, de la cual, por el contrario, sin ese aditamento tendrían toda clase de motivos para huir tan rápidamente como el hijo de Lessing. Ese orgullo, ligado al conocimiento y a la sensación, niebla cegadora colocada sobre los ojos y los sentidos de los hombres, los hace engañarse sobre el valor de la existencia, puesto que aquel proporciona la más aduladora valoración sobre el conocimiento mismo. Su efecto más general es el engaño –pero también los efectos más particulares llevan consigo algo del mismo carácter– El intelecto, como medio de conservación del individuo, desarrolla sus fuerzas principales fingiendo, puesto que este es el medio, merced al cual sobreviven los individuos débiles y poco robustos, como aquellos a quienes les ha sido negado servirse, en la lucha por la existencia, de cuernos, o de la afilada dentadura del animal de rapiña. En los hombres alcanza su punto culminante este arte de fingir [de lo más evidente en la política contemporánea]; aquí el engaño, la adulación, la mentira y el fraude, la murmuración, la farsa, el vivir del brillo ajeno, el enmascaramiento, el convencionalismo encubridor, la escenificación ante los demás y ante uno mismo, en una palabra, el revoloteo incesante alrededor de la llama de la vanidad es hasta tal punto regla y ley, que apenas hay nada tan inconcebible como el hecho de que haya podido surgir entre los hombres una inclinación sincera y pura hacia la verdad. […]

En el trayecto entre la inteligencia intuitiva y que se hubo establecido la hegemonía de la inteligencia intelectual, los afectos, el amor y el respeto perdieron terreno y el engaño y la mediatización se convirtieron en las principales estrategias de acceso al poder, el control y el dominio, en efecto, el refrán: "Más vale maña que fuerza", a eso alude. Y a partir de un juicio así, se justificaron cualquier cantidad de abusos. Despojos que el hombre perpetra sobre el mismo hombre. De manera que: "El hombre es el lobo del hombre":

  • Se encuentran profundamente sumergidos en ilusiones y ensueños; su mirada se limita a deslizarse sobre la superficie de las cosas y percibe "formas", su sensación no conduce en ningún caso a la verdad, [sólo a representaciones y luego a interpretaciones de: estímulos, sensaciones y percepciones] sino que se contenta con recibir estímulos, como si jugase a tantear el dorso de las cosas. Además, durante toda una vida, el hombre se deja engañar por la noche en el sueño, sin que su sentido moral haya tratado nunca de impedirlo [privilegio de la forma como funciona el inconsciente, pero también como un necesario descanso respecto de la realidad], mientras que parece que ha habido hombres que, a fuerza de voluntad, han conseguido eliminar los ronquidos. En realidad ¿qué sabe el hombre de sí mismo? ¿Sería capaz de percibirse a sí mismo, aunque sólo fuese por una vez, como si estuviese tendido en una vitrina iluminada? ¿Acaso no le oculta la naturaleza la mayor parte de las cosas, incluso su propio cuerpo, de modo que al margen de las circunvoluciones de sus intestinos, del rápido flujo de su circulación sanguínea, de las complejas vibraciones de sus fibras, quede desterrado y enredado en una conciencia soberbia e ilusa? Ella ha tirado la llave, y ¡ay de la funesta curiosidad que pudiese mirar fuera a través de una hendidura del cuarto de la conciencia y vislumbrase entonces que el hombre descansa sobre la crueldad, la codicia, la insaciabilidad, el asesinato, en la indiferencia de su ignorancia y, por así decirlo, pendiente en sus sueños del lomo de un tigre! ¿De dónde procede en el mundo entero, en esta constelación, el impulso hacia la verdad? En un estado natural de las cosas, el individuo, en la medida en que se quiere mantener frente a los demás individuos, utiliza el intelecto y la mayor parte de las veces solamente para fingir, pero, puesto que el hombre, tanto por la necesidad como por hastío, desea existir en sociedad y gregariamente, precisa de un tratado de paz [pero que, sin embargo, instrumenta a través de la palabra] y, de acuerdo con éste, procura que, al menos, desaparezca de su mundo el más grande bellum omnium contra omnes. Este tratado de paz conlleva algo que promete ser el primer paso para la consecución de ese misterioso impulso hacia la verdad.

Pero desde el descubrimiento de que la palabra acicatea al intelecto podía compensar toda la desventaja respecto de las mejores dotaciones de fuerza al servicio de la supervivencia que poseían la mayoría de los animales "no inteligentes". Irónicamente, la auto-exaltación del narcisismo se convirtió, parafraseando a Fairbairn (1951), en el "saboteador interno". Sin embargo, en tanto que la omnipotencia del pensamiento caracteriza una etapa temprana del desarrollo humano, se podría pensar que constituye un escollo, y, al mismo tiempo, se justificaría que la regresión suele restablecer esa forma originaria del pensamiento. Habría que ubicar en su justa medida cuándo la regresión es pasajera y cuándo estaría denunciando el principio del fin. Porque, en ocasiones, lo obvio denuncia la frágil, poca o ninguna evolución. Nietzsche pensó que así fue y que su principal soporte esta dado por la palabra y allí trascendimos el gregarismo:

  • En este mismo momento se fija lo que a partir de entonces ha de ser "verdad", es decir, se ha inventado una designación de las cosas uniformemente válida y obligatoria, y el poder legislativo del lenguaje proporciona también las primeras leyes de verdad, [cursivas agregadas] pues aquí se origina por primera vez el contraste entre verdad y mentira. El mentiroso [el discurso político acusa fijaciones graves, que los refranes, paradójicamente, denuncian, quizás con intenciones ornamentales o humorísticas] utiliza las designaciones válidas, las palabras, para hacer aparecer lo irreal como real [esquizofrenogénicamente]; […] Abusa de las convenciones consolidadas haciendo cambios discrecionales, cuando no invirtiendo los nombres. Si hace esto de manera interesada [le faltó vida a Nietzsche para verlo con sus propios ojos] y que además ocasione perjuicios, la sociedad no confiará ya más en él y, por este motivo, lo expulsará de su seno. Por eso los hombres no huyen tanto de ser engañados como de ser perjudicados mediante el engaño; en este estadio tampoco detestan en rigor el embuste, sino las consecuencias perniciosas, hostiles, de ciertas clases de embustes. El hombre nada más que desea la verdad en un sentido análogamente limitado: ansía las consecuencias agradables de la verdad, aquellas que mantienen la vida [libido o amor que conjuran o ayudan a procesar el dolor, la sensación de soledad y desamparo]; es indiferente al conocimiento puro y sin consecuencias e incluso hostil frente a las verdades susceptibles de efectos perjudiciales o destructivos. […]

Por eso el que engaña siempre encuentra tierra fértil entre la gente. Sobre todo el que engaña "dando" la palabra que se desea escuchar, con ingenio y con ventaja: quien, al mentir, utiliza metáforas y metonimias que agradan o no amenazan y, por tanto, la gente no se alerta o "quiere" escuchar. Pero también se puede entender, dicho sea de paso, desde esta apreciación, el sustento de las "resistencias" como concepto técnico psicoanalítico. Pues resulta que el paciente se ha "engañado" diciéndose a sí mismo, lo que quiere creer porque un día le tranquilizó. Y no le resulta agradable ser "descubierto" en su propio engaño. La "verdad" lo confronta y asusta, y aún cuando ya le perjudica su propio engaño o el de otro, no renuncia con facilidad en aras del vínculo, a una fantasía "tranquilizadora" amparada en una "verdad" a medias o conveniente, la cual en sentido estricto, no lo es, es una mentira. Su propia mentira enmascara una distorsión o una representación pre-simbolizada de la realidad, respecto de sus propias necesidades relacionales ante experiencias traumáticas, peligros, deseos prohibidos o fantasías pasivas.

  • [Continúa Nietzsche] Y, además, ¿qué sucede con esas convenciones del lenguaje? ¿Son quizá productos del conocimiento, del sentido de la verdad? ¿Concuerdan las designaciones y las cosas? ¿Es el lenguaje la expresión adecuada de todas las realidades? Solamente mediante el olvido puede el hombre alguna vez llegar a imaginarse que está en posesión de alguna "verdad" en el grado que se acaba de señalar. Si no se contenta con la verdad en forma de tautología, es decir, con conchas vacías, entonces trocará continuamente ilusiones por verdades.

En el párrafo anterior, Nietzsche pareciera, no obstante, estar observando también en el lenguaje, como Lacan (1953-1954) observara en la Psicología del Yo, en "El seminario", ciertas limitaciones para averiguar la verdad:

  • ¿Qué es una palabra? La reproducción en sonidos de un impulso nervioso. [El nombre a una imagen o a una sensación] Pero inferir además a partir del impulso nervioso la existencia de una causa fuera de nosotros, es ya el resultado de un uso falso e injustificado [arbitrario] del principio de razón. ¡Cómo podríamos decir legítimamente, si la verdad fuese lo único decisivo en la génesis del lenguaje, si el punto de vista de la certeza lo fuese también respecto a las designaciones, como, no obstante, podríamos decir legítimamente: la piedra es dura, como si además captásemos lo "duro" de otra manera y no solamente como una excitación completamente subjetiva! Dividimos las cosas en géneros, caracterizamos el árbol como masculino y la planta como femenino: ¡qué extrapolación tan arbitraria! ¡A qué altura volamos por encima del canon de la certeza! Hablamos de una "serpiente": la designación cubre solamente el hecho de retorcerse; podría, por tanto, atribuírsele también al gusano. ¡Qué arbitrariedad en las delimitaciones! ¡Qué parcialidad en las preferencias, unas veces de una propiedad de una cosa, otras veces de otra! Los diferentes lenguajes, comparados unos con otros, ponen en evidencia que con las palabras jamás se llega a la verdad ni a una expresión adecuada pues, en caso contrario, no habría tantos lenguajes. La "cosa en sí" (esto sería justamente la verdad pura, sin consecuencias) es totalmente inalcanzable y [en tanto que concreta] no es deseable en absoluto para el creador del lenguaje. […]

Mao observa que "A medida que continúa la práctica social, las cosas que en el curso de la práctica suscitan en el hombre sensaciones e impresiones, se presentan una y otra vez; entonces se produce en su cerebro un cambio repentino (un salto) en el proceso del conocimiento y surgen los conceptos" (Mao Tsetung, 1971) Porque el lenguaje, sin ánimo de querer "Volver a inventar la rueda", se organiza a partir de sensaciones, impresiones y emociones representadas mediante cierto proceso de "metabolización", y luego se figurabilizan internamente, traduciéndose en la posibilidad de poder ser nombradas. A partir de ello es factible la comunicación y, simultáneamente, la simbolización como un producto del razonamiento y la reflexión; se hace evidente la presencia del desarrollo de funciones yóicas, y entre éstas, las de integración y síntesis como preliminares a la organización social.

Agrega Nietzsche sobre el lenguaje:

  • Este se limita a designar las relaciones de las cosas con respecto a los hombres y para expresarlas apela a las metáforas más audaces. ¡En primer lugar, un impulso nervioso [disparado por un estímulo interno o externo] extrapolado en una imagen! [figurabilizado] Primera metáfora. ¡La imagen transformada de nuevo en un sonido! [palabra] Segunda metáfora. Y, en cada caso, un salto total desde una esfera a otra completamente distinta. Se podría pensar en un hombre que fuese completamente sordo y jamás hubiera tenido ninguna sensación sonora ni musical; del mismo modo que un hombre de estas características se queda atónito ante las figuras acústicas de Chladni en la arena, descubre su causa en las vibraciones de la cuerda y jurará entonces que, en adelante, no se puede ignorar lo que los hombres llaman "sonido" [y que sin embargo él captó por la vista, pero que también podría ser a través de la cenestesia o el tacto y nunca por el oído], así nos sucede a todos nosotros con el lenguaje. Creemos saber algo de las cosas mismas cuando hablamos de árboles, colores, nieve y flores y no poseemos, sin embargo, más que metáforas de las cosas que no corresponden en absoluto a las esencias primitivas. […] Por tanto, en cualquier caso, el origen del lenguaje no sigue un proceso lógico [se refiere a lógico formal, porque si hay una lógica en el origen del lenguaje, sólo que es la lógica del inconsciente], y todo el material sobre el que, y a partir del cual, trabaja y construye el hombre de la verdad, el investigador, el filósofo, procede, si no de las nubes, en ningún caso de la esencia de las cosas. Pero pensemos especialmente en la formación de los conceptos. Toda palabra se convierte de manera inmediata en concepto en tanto que justamente no ha de servir para la experiencia singular y completamente individualizada a la que debe su origen, por ejemplo, como recuerdo, sino que debe encajar al mismo tiempo con innumerables experiencias, por así decirlo, más o menos similares, jamás idénticas estrictamente hablando; en suma, con casos puramente diferentes. Todo concepto se forma por equiparación de casos no iguales… [ninguna cosa es idéntica mas que a sí misma] al olvidar las notas distintivas,… [generalización] se suscita entonces la representación, como si en la naturaleza hubiese algo separado… [de las cosas que fuera "la cosa"]…una especie de arquetipo primigenio a partir del cual… [por ejemplo] todas las hojas habrían sido tejidas, diseñadas, calibradas, coloreadas, onduladas, pintadas, pero por manos tan torpes, que ningún ejemplar resultase ser correcto y fidedigno como copia fiel del arquetipo.

Inventadas las palabras para nombrar las cosas, el uso, la comunicación naciente y, en breve, la convención que las universalizó: la comunicación humana, y, a partir de la intuición y la invención intelectual. Cuando se alcanzó este nivel, la palabra se erigió en la forma de simbolización por excelencia; valiéndose, en efecto, de metáforas y metonimias al servicio de una forma de comunicación, producto de la organización y desarrollo emocional e intelectual que hizo posible la organización social, gracias a la creciente creación de construcciones conceptual-verbales.

Los refranes son construcciones, de un tipo que conserva todo el "sabor" del origen. Observemos:

  • Decimos que un hombre es "honesto". ¿Por qué ha obrado hoy tan honestamente?, preguntamos. Nuestra respuesta suele ser así: a causa de su honestidad. ¡La honestidad! Esto significa a su vez: la hoja es la causa de las hojas… Ciertamente no sabemos nada en absoluto de una cualidad esencial, […]

La "verdad" tal como el ser humano ha construido el acceso a ella, entonces más que con la esencias, tiene que ver con la experiencia sensorial y la necesidad emocional, su representación (pensamiento) y luego su traducción a palabras las cuales hacen posible la comunicación y la relación por afecto, (procesamiento por vía de la reflexión) Más adelante agrega:

  • La omisión de lo individual y de lo real [la representación] nos proporciona el concepto [como resultado de, y,] del mismo modo que también nos proporciona [la impresión interna de] la forma [figurabilidad], mientras que la naturaleza no conoce forma ni conceptos, así como tampoco ningún tipo de géneros, […] También la oposición que hacemos entre individuo y especie es antropomórfica y no procede de la esencia de las cosas, aún cuando nos aventuramos a decir que no le corresponde: …sería una afirmación dogmática y,… tan demostrable como su contraria. ¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias,… una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas, poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes: las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, [de ahí la necesidad de "la palabra verdadera" para Lacan] monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino como metal [porque pueden ser "palabra vacía", resistenciales y enajenantes] No sabemos todavía de dónde procede el impulso hacia la verdad, pues hasta ahora solamente hemos prestado atención al compromiso que la sociedad establece para existir: ser veraz, es decir, utilizar metáforas usuales; por tanto, solamente hemos prestado atención, dicho en términos morales, al compromiso de mentir de acuerdo con una convención firme, mentir borreguilmente [y creer lo que se nos dice de la misma manera], de acuerdo con un estilo vinculante para todos. Ciertamente el hombre se olvida de que su situación es ésta; por tanto miente de la manera señalada inconscientemente y en virtud de hábitos seculares –y precisamente en virtud de esta inconsciencia, precisamente en virtud de este olvido, [para Lacan (1953-1954) más que por olvidar, es por equivocación, por error: lapsus] adquiere el sentimiento de la verdad. A partir del sentimiento de estar comprometido a designar una cosa como "roja", otra como "fría" y una tercera como "muda", se despierta un movimiento moral hacia la verdad; a partir del contraste del mentiroso, en quien nadie confía y a quien todo el mundo excluye, el hombre se demuestra a sí mismo lo honesto, lo fiable y lo provechoso de la verdad. En ese instante, el hombre pone sus actos como ser racional bajo el dominio de las abstracciones [para bien y para mal, pues desprecia el afecto]; ya no tolera más ser arrastrado por las impresiones repentinas, por las intuiciones; generaliza en primer lugar todas esas impresiones en conceptos más descoloridos, más fríos, para uncirlos al carro de su vida y de su acción. Todo lo que eleva al hombre por encima del animal depende de esa capacidad de volatilizar las metáforas intuitivas en un esquema; en suma, de la capacidad de disolver una figura en un concepto. En el ámbito de esos esquemas es posible algo que jamás podría conseguirse bajo las primitivas impresiones intuitivas: construir un orden piramidal por castas y grados ["Y dale que ha de parir, mirando la noche que hace", para bien y para mal, porque es una forma de legitimar que hay hombres "inferiores" y "superiores"]; instituir un mundo nuevo de leyes, privilegios, subordinaciones y delimitaciones [al precio de las formas de inteligencia emocional], que ahora se contrapone al otro mundo de las primitivas impresiones intuitivas como lo más firme, lo más general, lo mejor conocido y lo más humano y, por tanto, como una instancia reguladora e imperativa. Mientras que toda metáfora intuitiva es individual y no tiene otra idéntica y, por tanto, sabe siempre ponerse a salvo de toda clasificación, el gran edificio de los conceptos ostenta, la rígida regularidad [predictibilidad obsesiva] de un columbarium [cementerio vertical] e insufla en la lógica el rigor y frialdad peculiares de la matemática. Aquél a quien envuelve el hálito de esa frialdad, se resiste a creer que también el concepto, óseo y octogonal como un dado y, como tal, versátil, no sea más que el residuo de una metáfora, y que la ilusión de la extrapolación artística de un impulso nervioso en imágenes es, si no la madre, si la abuela de cualquier concepto. Ahora bien, dentro de ese juego de dados de los conceptos se denomina "verdad" al uso de cada dado según su designación; contar exactamente sus puntos, formar las clasificaciones correctas y no violar en ningún caso el orden de las castas ni la sucesión jerárquica. […] (Nietzsche, 1873)

Para el pueblo: "Una ley igual para el fuerte y el débil sirve para oprimir más al débil". El pensamiento de Nietzsche, se observa lejos de la posibilidad de asociarse con las teorías de las relaciones objetales. Para él lo emocional, resabio de la primitiva intuición, es un lastre, un estorbo, una parte primitiva del hombre que debe saldarse, porque lo hace débil. Sin embargo, también parece percatarse de que algo tiene que ver lo emocional reprimido o escamoteado con la autoexaltación y la soberbia de las cuales el investigador científico enferma con relativa facilidad. Y a juicio de él, el filósofo en particular. Por otro lado observa que el intelecto no es garantía de que la civilización perviva. Su apreciación respecto de cómo nace la verdad, a partir de intentos por conceptualizar la realidad concreta, avala la idea propuesta en relación con la verdad contenida en los refranes: acceso a la verdad a través del razonamiento verbal. Los refranes son construcciones, estructuras que buscan la verdad a partir de la organización de contenidos inconscientes en el contexto de experiencias conscientes, y se vale del razonamiento y las propiedades como se organizó el lenguaje: los conceptos.

El ser humano cuenta con un "sistema" de información propio de la especie. Este sistema, siendo inconsciente, es resultado de la organización de experiencias ancestrales. Contiene la historia de la evolución y el desarrollo, formas de reacción y conductas mejor adaptadas a partir de reacciones impulsivo-instintivas, que se han depurado a lo largo de millones de años al servicio de la supervivencia y la civilización. Esa información es específica de la especie porque nos anoticia de las capacidades y potencialidades del ser humano y se ha transmitido genéticamente, dando lugar a la formación de un espacio o contenido de significantes cuyos significados son un producto del desarrollo que constituye el "bagaje de la humanidad". Unas capacidades potenciales caracterizan lo específicamente humano y han sido absorbidas por la filogenia superando los contenidos registrados en la forma del inconsciente ontogenético, ya sea reprimido (Freud, 1895-1896), escindido (Klein, 1926) u "originario" (Bleichmar, 2001)

Y es que la represión, por ejemplo, es una función defensiva del Yo: "esfuerzo de desalojo de la consciencia" (Freud, 1896-1900) por medio de la cual el sujeto rechaza el deseo con miramiento por lo moral y por la realidad y se afana en mantenerlo en el inconsciente debido a que las representaciones que lo figurabilizan, están ligadas a una pulsión cuya descarga, no obstante que es útil para la recuperación de un equilibrio fisiológico u homeostático, resulta opuesta a las premisas de la cultura y la civilización. Por tanto, la represión se activa frente al conflicto interno. Sin embargo, coloca al ser humano en una condición que solemos decir como: "Nadando contra la corriente".

En el Diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y Pontalis (1983) se encuentra que "… una pulsión cuya satisfacción, por definición, engendra placer, llega a suscitar un displacer tal que desencadena la operación de represión". Y argumentan que ésta: "Puede considerarse como un proceso psíquico universal, en cuanto se hallaría en el origen de la constitución del inconsciente como dominio separado del resto del psiquismo". Habría que hacer notar que se habla de la "constitución del inconsciente reprimido", con miramiento al menos, por la existencia del inconsciente escindido, el cual es fundante. Freud empleó en varias ocasiones (1894-1896-1900-1911-1915) indistintamente los conceptos "represión" y "defensa", pero en 1926, a partir de la segunda tópica, observa la represión como una defensa del Yo. Esto quiere decir que la represión, requiere de un considerable nivel de desarrollo del "Aparato psíquico", al grado de que para entonces, ya varios mecanismos han jugado su papel "fundante": estructuras representacionales de estímulos internos y externos percibidos a través del aparato "Percepción-consciencia", que desde un principio está al servicio de la satisfacción de necesidades, valiéndose de todas las funciones fisiológicas: incorporaciones y expulsiones. Desde ésta perspectiva, la presencia de "Eros", la "pulsión de vida" estimula el aparato de la cognición e inaugura lo específicamente psíquico, a partir de los procesos de introyección y proyección que preceden a la escisión, como estrategia para poder manejarse según las acepciones placenteras y displacenteras de la experiencia propia de las "Relaciones tempranas de objeto" (Klein, 1929-1935) El recurso de la escisión, demanda del sujeto la utilización de ciertos conocimientos ancestrales, como observara Fairbairn (1951-1962), del tipo "Divide y reinaras", como una estrategia que le permitirá empezar a organizar los primeros representacionales psíquicos de las funciones fisiológicas valiéndose, asimismo, de algunas de las formas compuestas de mecanismos que giran al rededor de la identificación primaria para la "indiferenciación" self-objeto, la cual le protege de tomar una consciencia prematura de separación. En adelante empleará las formas de identificación introyectiva y proyectiva, para dar lugar a la primera forma de relación y "comunicación" entre la madre y el neonato (Klein, 1935) Otros mecanismos casi tan tempranos como éstos, son la "idealización" del objeto "bueno", que sirve al recién nacido para "sentir" que predomina "cosa buena" en él y su interior (predominio de libido) sobre la energía que inviste representaciones de objeto "malo" y que induce sensaciones persecutorias y de desintegración, (tanatos) amenazantes en sí mismas. La pulsión de muerte contra-atacará por medio de la envidia primaria apoyándose en la tendencia, presente en todo lo orgánico, a regresar a lo inorgánico o forma de equilibrio estático y en la fuerza del temperamento. El recién nacido se verá requerido para emplear los mecanismos de idealización y negación que se pondrán al servicio del recurso narcisista como defensa contra la envidia y la depresión, a través de la "fantasía inconsciente". A su vez, la "fantasía inconsciente" dispondrá de las primeras formas de representación desarrolladas a partir de los "registros neuronales", organizándose así las "huellas mnémicas", base de las "representaciones cosa" (Freud, 1895) Es posible encontrar coherencia a lo antes dicho, desde la perspectiva de otro modelo: La teoría de "La mente representacional", en la cual, representaciones de "modelo único" y de "modelos múltiples" (Perner, 1988) nos, permiten, incluso, pensar mejor la propuesta kleiniana de los objetos parciales y las formas maníacas de defensa: el control y la negación omnipotentes de la realidad interna y externa incluyendo al objeto (Klein, 1923-1925-1935) así como la propuesta de separación individuación de Margaret Mahler, (1968-1972-1975-1977)

Con la propuesta freudiana de 1895: los "registros neuronales" facultan al neonato para desarrollar "huellas mnémicas" que sirven de base para avanzar hacia el desarrollo de "representaciones cosa" y posteriormente, "representaciones palabra", merced a la maduración y a que el desarrollo, como observara Piaget, (1964), se autogenera. En el trabajo "Proyecto de una psicología para neurólogos", (1895-1950), Freud se les adelantó casi cien años a la psicología cognitiva (compárese con el trabajo "Comprender la mente representacional" de Perner, 1988)

Entre ambos modelos se ubica no sólo a Klein con su teoría de los "objetos parciales" (1926), también "El psiquismo fetal de Rascovsky (1954-1959) y el trabajo sobre psicosomática de Aulagnier (1975-1982) y su concepto de "Pictogramas", los cuales, propone, son una especie de "cuadros de registro" o figurabilizaciones respecto de las funciones corporales y las partes del cuerpo en relación, entre neonato y madre, como respuestas vegetativas asociadas a funciones de atención, cuidado y alimentación, así como ante ciertos estímulos o experiencias tempranas frustrantes y dolientes, a partir de las cuales se gestan núcleos potencialmente psicosomáticos, según su teoría de la existencia de un "Proceso originario" que supone precedente del "Proceso primario" de Freud, (1895-1900-1905)

Y ante la necesidad del abordaje y la reflexión clínica, de manera integral, sistemática y metapsicológicamente, los trastornos, según sus contenidos narcisistas y depresivos, y lo complejo de las organizaciones fronterizas en particular, de alguna manera, influido por Klein y el trabajo de Rascovsky, en la actualidad, Hugo Bleichmar (2002), propone la existencia de una forma de "Inconsciente originario", que permitiría atenuar los conflictos que causa a muchos la teoría kleiniana, y entender las perversiones y el funcionamiento fuera de la economía de las represiones. Curiosamente, el trabajo de Bleichmar, evoca la noción junguiana del "Inconsciente colectivo" (Jung, 1912-1913) al presuponer una "estructura", la cual, como Piaget observara en 1964, funcionaría como "génesis" para todas las demás estructuras y procesos presentes en la personalidad y la conducta, misma que presupone continuidad tanto hacia el pasado como hacia el futuro, tal como lo plantea el mismo Piaget (1964) en "Génesis y estructura".

La noción de un inconsciente colectivo, podría, de hecho, contener todas estas hipótesis, y con cierta ventaja, puesto que concibe al ser humano, dentro de una categoría más evolucionada, quizás "superior", dentro del reino animal. Es decir, como el "animal" más evolucionado.

En efecto, el ser humano posee un equipamiento que es "estructura" para el "génesis" de otras "estructuras" como los "esquemas de acción innatos" que se permiten esbozar Piaget, (1964) y Spitz, (1965) Conceptos que Békei, (1984) complementa e integra con las teorías de Aulagnier para adoptar el concepto de "Protosímbolos": información a partir de la cual se pueden "construir" estructuras, preconscientes y conscientes, cognoscitivas propiamente tales, que engloban el proceso de la "Metarrepresentación" propuesto por Perner.

Por otro lado, hace ya algunos años que los japoneses nos sorprendieron con sus "filamento-cámara" que les permitió incursionar en la cavidad intrauterina, y con las cuales captaron a ciertos fetos succionándose el pulgar in útero. Se pueden pensar cualquier cantidad de cosas con ese hecho. Por ejemplo, ¿existirá erotismo oral dentro del claustro materno? y ¿a qué tipo de "registros neuronales" dará lugar esa forma de estimulación autoinducida, incluso, si se quiere "azarosa"? De ser así, ¿cómo y qué es lo que hace que se preserve ese registro y encause el desarrollo posterior? Si se puede dar crédito de validez a esas preguntas, cerramos el paso a los cuestionamientos contra la posibilidad de que existan "registros" de la experiencia pre, peri, y postnatal sin poder soslayar un significado potencialmente impresionante, porque a partir de esas vivencias la información se organiza a una velocidad vertiginosa: en cosa de horas o minutos, después del parto, el neonato es capaz de emitir respuestas reproduciendo estímulos como los gestos faciales -"mímica"- de quien lo alimenta y atiende sistemáticamente, según la propuesta de Hess & Blairy de la existencia de las "neuronas espejo" ¿Conducta de imitación? (Hess & Blairy, 2001; Blakemore & Decetey, 2001)

Como quiera que sea, le otorga una importancia mayor al "aprendizaje vicario", de la que los mismos conductistas le habían otorgado. Esa capacidad se puede pensar mejor como inscrita en un inconsciente transgeneracional y, como observa Bleichmar (2002), son "garantía" para los procesos de identificación cuyos antecedentes más tempranos, no obstante, y desde la clínica, se los debemos a Klein, (1932)

La hipótesis de un inconsciente similar, la propuso Jung (1912-1913) hace ya también cerca de un siglo, desde su teoría del "Inconsciente colectivo". El cual, por lo demás, no resulta contradictorio, sino más bien complementario, como una especie de "puente" o perspectiva de continuidad con las propuestas que veíamos antes, y que pertenecen a varios autores y a diferentes modelos teóricos.

Asimismo, recuerda y da soporte a conceptos como el de "ánlage" de Spitz (1965) y a la forma como, desde la respuesta "refleja" de succión, se desarrollan, a decir de Piaget, "esquemas sensorio-perceptuales", y, enseguida motrices, "esquemas de acción" (Piaget, 1964) al margen del pensamiento consciente que empieza a desarrollarse.

Piaget concibe la perspectiva del desarrollo al servicio de la adaptación, a partir de la dinámica entre "asimilaciones" y "acomodaciones". Asimilación y acomodación involucran procesos nacientes, primero de captación o percepción de la información y su "organización" por asociación, con la "experiencia fisiológica" de "recuperación de equilibrios". Disparando, a continuación, la "necesidad" de "acomodar" esa nueva información, en relación con la "experiencia interna" y, en breve, con la "experiencia externa", ante la cual también el neonato tiene que "acomodarse" poco a poco, porque lo externo, simplemente está dado. De tal manera que merced a la dinámica de "descentramiento" que se asocia a los límites con que topa cada "esquema de acción" o su optimización, se renuevan los "desequilibrios" y se estimulan nuevas acciones en busca de satisfacción o gratificación, invistiéndose la tendencia a la investigación en sí misma, como al servicio del instinto de vida. O sea, preliminar al "impulso epistemofílico" de Klein, (1935-1957)

En esa secuencia, todo parece muy bien concertado para que, en conjunto, se observe que el proceso está al servicio de la supervivencia mediante la "adaptación", bio-fisiológica y psicológica. (Piaget, 1964) Pero nada impide que se pueda pensar en intercalar y complementar la secuencia con las propuestas del "Proyecto": "Registros neuronales", "Huellas mnémicas", "Representaciones cosa" y "Representaciones palabra" (Freud, 1895), etc.; "Evolución de la libido" (Freud, 1905), organización creciente y sistemática de las emociones, al abrigo de las "Relaciones tempranas de objeto" (Klein, 1919-1920-1926-1935), con sus representaciones de funciones y objetos parciales ("Pictogramas" de Aulagnier), etc.; y los aportes de la psicología cognitiva contemporánea sobre la memoria de Ruiz Vargas, (1994-1996) o de la teoría de "La mente representacional" de Perner, (1988/ 1994)

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