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La Depresión (página 2)


Partes: 1, 2

Tipos de depresión

Los tres tipos más comunes de depresión son:

a) Depresión severa o mayor se presenta con una combinación de síntomas que interfieren o disminuyen la capacidad para trabajar, estudiar, dormir, comer. Es el no disfrutar de actividades que antes eran placenteras. Generalmente cuando se presenta es muy incapacitante y puede ser una sola vez o en varias ocasiones (Catholic Health System, 2005).

b) La distimia, es un tipo de depresión de menor gravedad, presenta síntomas crónicos de menor afectación incapacitante pero sí interfiere con el buen funcionamiento y bienestar de la persona que la padece Catholic Health System, 2005).

c) El trastorno bipolar, conocida también como enfermedad maniaco depresivo, se caracteriza por cambios cíclicos en el estado de ánimo, rápidos o graduales del estado eufórico o ánimo elevado al depresivo o ánimo bajo. En la fase depresiva, la persona puede presentar uno, varios o todos los síntomas de la depresión mientras que en la fase maníaca puede presentar una gran cantidad de energía que se traduce en hiperactividad. En esta fase frecuentemente se ve afectado el pensamiento y el juicio de la persona. Este tipo de depresión no es tan frecuente como los otros dos casos (Catholic Health System, 2005).

Síntomas de la depresión

Las personas que sufren de depresión presentan ciertos síntomas característicos que se presentan recurrentemente por un periodo de dos semanas mínimo. Estos síntomas nos permiten identificar a la persona que sufre depresión. Los más comunes en los adolescentes, sobre todo en la etapa puberal son:

  1. Conducta negativista o claramente antisocial.
  2. Hurtos
  3. Agresividad
  4. Consumo de alcohol y/o drogas
  5. Deseos de marchar de casa
  1. Sentimiento de con ser comprendido
  2. Malhumor e irritabilidad
  3. Desgane para cooperar en actividades familiares
  4. Tendencia a recluirse en la propia habitación
  5. Desinterés por el aseo personal
  6. Dificultades escolares
  7. Retraimiento social con hipersensibilidad; especial respuesta al rechazo en relaciones amorosas
  8. Trastorno del estado de ánimo, desmoralización y falta de alegría.
  9. Desinterés por cosas que antes le atraían. (Jímenez, s.f., anexo 4)

La depresión en la adolescencia

Durante la adolescencia se puede presentar la depresión. Esta se caracteriza porque se presentan sentimientos persistentes de tristeza y desánimo además de que comúnmente se presenta una pérdida de la autoestima y una ausencia de interés por las actividades cotidianas, en el caso del adolescente, las escolares. Generalmente en ellos, la depresión es transitoria y es una reacción usual a muchas situaciones y factores que les generan estrés. "Este estado es común en los adolescentes, como consecuencia del proceso normal de maduración, del estrés asociado con éste, de la influencia de las hormonas sexuales y de los conflictos de independencia con los padres" (Goldenring, 2005, para. 2). Por otro lado, factores externos que acentúen el estrés como una muerte, el maltrato infantil, la ruptura con el novio o la novia, el abuso por parte de compañeros e inclusive el fracaso escolar asociados con una baja autoestima y una percepción negativa de la vida pueden desencadenar una depresión. Ésta puede tener efectos en el crecimiento y desarrollo, el desempeño escolar, las relaciones con iguales y la familia y puede llevar inclusive al suicidio (Bhatia & Bhatia, 2007; Davis, 2005).

Sin embargo, a pesar de los factores externos, son básicamente los cambios hormonales que se presentan durante la pubertad y sus efectos en el estado anímico y psicológico los causales de que se pueda presentar la somatología de la depresión. "En este período existe un aumento de la emotividad, la cual es provocada por la necesidad que experimenta el ser humano de abandonar viejos hábitos de acción y de pensamiento y de establecer otros nuevos." (Rivero, s.f., para. 8). Son muy comunes en esta etapa del desarrollo las variaciones en los estados de ánimo. Hay momentos en que para el adolescente el mundo es un lugar maravilloso y en el siguiente instante odia todo lo que se encuentra a su alrededor. Igualmente, el adolescente se encuentra desubicado en el tiempo. El vive primordialmente en el presente y busca manejarlo. Todas estas situaciones son comunes a su desarrollo psicológico lo que dificulta el diagnosticar la depresión.

Igualmente se considera que factores genéticos influyen en presentar síntomas depresivos sin saberse si la causal es genética o una conducta aprendida del padre depresivo. Los factores biológicos que afectan se relacionan con los neurotransmisores, como una deficiencia en norepinefrina o serotonina. Igualmente, se asocia con esta enfermedad anormalidades hormonales como una hipersecreción de cortisol, hormona que permite controlar el estrés. (Davis, 2005).

En la adolescencia los síntomas depresivos se llegan a manifestar de distinta manera. Algunos jóvenes tienden a vestirse de negro, sin embargo esto también puede ser una moda, o escriben poesías melancólicas o les gusta la música de contenido depresivo. Muchos adolescentes presentan problemas de sueño. Llegan a pasarse toda la noche viendo televisión y luego tienen problemas para levantarse por la mañana o se quedan dormidos durante el día. Frecuentemente también se presentan cambios en los hábitos alimenticios, siendo esto más común en las chicas. Dejan de interesarse por las actividades que antes les gustaban y se empiezan a aislar socialmente (Santrock, 2004). Adicionalmente, durante este período de transición el adolescente está en la búsqueda de su identidad y busca definir sus valores propios. Todo lo anterior los suele hacer más "susceptibles y tener pensamientos erróneos como ideas suicidas, búsqueda de salidas fáciles que les permitan olvidarse del problema como drogas y la delincuencia, etc." (Any, s.f., para. 100).

Generalmente, en los adolescentes la depresión se manifiesta de manera diferente a la del adulto. Ellos son más renuentes a expresar sus sentimientos y la sintomatología observada puede ser común a la típica del adolescente como el aburrimiento o la continua búsqueda de nuevas actividades. Algunos síntomas de esta depresión conocida como oculta pueden ser "la drogadicción, promiscuidad, actos delictivos y la búsqueda del peligro" (Any, s.f., para. 70).

Los factores de riesgo de ser depresivo pueden ser biomédicos o psicosociales. Aproximadamente dos terceras partes de los jóvenes que presentan una depresión mayor tienen otros desórdenes mentales. Los más comunes son el desorden distímico, la ansiedad, el déficit de atención y al hiperactividad, así como el abuso de sustancias nocivas como las drogas (Bhatia & Bhatia, 2007). Muchas veces estos desórdenes secundarios a la depresión ocultan la sintomatología de la misma haciendo más difícil el diagnóstico.

Existen diferentes grados de depresión. En algún momento de su vida hasta el 15% de los niños y adolescentes presentan síntomas depresivos. Una depresión mayor en niños y adolescentes se desarrolla en un promedio de siete a nueve meses. La depresión mayor o severa está presente en el 3 al 5% de los adolescentes. La incidencia de la depresión aumenta en la pubertad y en las niñas los casos de depresión son el doble del de los niños, esto probablemente asociado a los cambios hormonales. (Bhatia & Bhatia, 2007; Davis, 2005). "Lo que preocupa a los psicólogos y psiquiatras es el hecho de que el riesgo de padecer depresión entre los jóvenes es 10 veces mayor ahora que a principios de siglo. Esto se debe en gran medida a la frustración por la falta de una actividad productiva laboral y social" (Anónimo, 2001, 6 de junio, para. 6). Aquí se denota también la influencia del contexto social. Los jóvenes que proceden de un medio socioeconómico bajo, donde las familias son disfuncionales como en el caso de divorcio y si además uno de los progenitores no tiene trabajo, tienen pocas esperanzas de tener una vida feliz y provechosa.

La depresión se puede presentar de dos formas diferentes. La primera, semejante a un estado de aflicción, se caracteriza porque el adolescente percibe una falta de sentimientos y una sensación de vació debido que no los puede manejar o expresar. La segunda es desencadenada por los factores externos de experiencias de derrota o fracaso.

Siendo la adolescencia una etapa crítica y conflictiva en el desarrollo del adolescente, sobre todo en el aspecto emocional muchas veces ellos presentan conductas no adecuadas y manifiestan su falta de madurez, sobre todo en lo referente al manejo de las relaciones sociales. Es la etapa en la que ellos tienen que desprenderse de los padres en la búsqueda de su identidad. Muchas veces una reacción depresiva pude ser detectada porque una "hostilidad dirigida hacia los padres, se desvía hacia sí mismo y las tendencias de autodesprecio se relacionan en última instancia con el deseo de destruir la imagen idealizada de los padres, por quienes el niño se siente traicionado" (Rivero, s.f., para. 12). Frecuentemente estos síntomas se confunden con reacciones normales del adolescente como las fluctuaciones de su estado anímico. Su estado de dependencia para con sus padres no se ha resuelto y entonces se puede observar "una relación diádica intensa con la madre que a veces produce un vínculo de tipo dependiente y simbiótico; en otras ocasiones se plantea como una relación sadomasoquista llena de ataques hostiles a la familia y a las autoridades externas" (Rivero, s.f., para 13). Los padres muchas veces son incapaces de diagnosticar a la depresión ya que la consideran una actitud rebelde común del adolescente. La misma situación se puede presentar en la escuela, donde el docente todavía tiene menos conocimientos sobre los problemas psicológicos de los adolescentes y él igualmente malinterpreta las reacciones.

Los síntomas depresivos experimentados durante la adolescencia permiten predecir con gran exactitud problemas similares en la etapa adulta (Santrock, 2004). Por ello es de suma importancia tomar en serio la depresión adolescente. Los adolescentes a quienes se les diagnostica una depresión tienen más probabilidad de experimentar el problema de forma recurrente durante la etapa adulta que aquellos a quienes no se les diagnosticó este problema. Se calcula que el 50% de los adultos que sufren de depresión, presentaron síntomas en la infancia o la adolescencia (Davis, 2005). "Las depresiones de la adolescencia igualan a las de la edad adulta en severidad, la sobrepasan en autodestructividad y muestran todavía el sello característico de su concomitante con el proceso de desarrollo" (Rivero, s.f., para. 10).

Depresión y suicidio

El suicidio es la acción de quitarse la vida de forma voluntaria. Es la forma extrema de huída de una situación vital y de una tensión emocional intolerable. "El comportamiento suicida es raro durante la infancia pero su incidencia aumenta considerablemente al llegar a la adolescencia. En la actualidad el suicidio es la tercera causa de muerte entre los adolescentes estadounidenses de 13 a 19 años de edad" (National Center for Health Statistics, 2000, citado en Santrock, 2004, p. 400). En México se calcula que la depresión en la población adolescente e infantil está presente entre el "10 y el 15% de la población. El suicidio está entre la segunda y tercera causa de muerte entre los 15 y 25 años, y el 75% de los casos de inicio de una enfermedad mental es a esa edad" (Cámara, 2003, para. 1). Los suicidios en niños y adolescentes se han incrementado marcadamente en los últimos años en México. "De acuerdo con las estadísticas del INEGI, en el año 2001 en el Distrito Federal hubo 269 casos" (Cámara, 2003, para. 2). Adicionalmente, existen estadísticas que indican que "el 40 por ciento de los adolescentes que se suicidan tienen trastornos depresivos, del 10 al 30 por ciento presentan trastornos de personalidad y un 50 por ciento abusan de drogas y alcohol" (Cortés, s.f., para. 29).

Por lo tanto la acción más importante que se debe de llevar a cabo es la prevención del mismo. Cada día son más los jóvenes que en su desesperación intentan quitarse la vida. Es de crucial importancia buscar asistencia médica si se presentan uno o más de los siguientes signos de advertencia de un suicidio potencial.

  • "Retraimiento, con urgencia por estar solo, aislamiento
  • Mal humor
  • Cambios de personalidad
  • Amenaza de suicidio
  • Entrega de las pertenencias más preciadas a otros" (Goldenring, 2005, para. 21)

El suicidio es un fenómeno complejo que incluye factores físicos, sociales y psicológicos los cuales interactúan entre si. Sin embargo, la manera en la que el joven se relaciona con su medio ambiente y el cómo afecta este su personalidad, son las causales que determinan que el individuo intente suicidarse o no. En la adolescencia, los jóvenes están sujetos a sentimientos de estrés, confusión, dudas sobre sí mismos, presión para lograr éxito, inquietudes financieras y otros miedos mientras van creciendo. Para algunos adolescentes, el divorcio, la formación de una nueva familia con padrastros y hermanastros, o las mudanzas a otras nuevas comunidades pueden perturbarlos e intensificarles las dudas acerca de sí mismos. (Jímenez, s.f., para. 21)

No están contentos con su entorno físico y sobre todo el social. En algunos casos, el suicidio aparenta ser una solución a estos problemas.

La mayor parte de los científicos sociales están de acuerdo en que el suicidio es una forma compleja de conducta que tiene causas biológicas, psicológicas y sociales. Otros afirman que algunas personas son genéticamente más propensas a las depresiones y por lo tanto al suicidio. El síntoma más predicativo de un posible suicidio es la depresión. "Todos los suicidios y los intentos suicidas hablan de una crisis emocional, de una perturbación en la forma en que se vive, de un desacuerdo social." (Christman, s.f., para. 2)

Los psicólogos y sociólogos han encontrado diversas influencias personales y situacionales que contribuyen a la búsqueda de la muerte voluntaria. Ésta se produce a menudo como un escape de circunstancias dolorosas o como un acto de venganza contra otra persona a la que se acusa de ser responsable del sufrimiento que lleva a la toma de tan drástica decisión. Estos sentimientos de desesperación se conocen frecuentemente por las notas o cartas que llega a dejar la persona antes de suicidarse. No obstante, la causa más frecuente del suicidio es la percepción de que la vida es tan dolorosa que sólo la muerte puede proporcionarle alivio deseado. Igualmente, la pérdida de un ser querido o dolores crónicos, físicos o emocionales, pueden producir una sensación de incapacidad para cambiar estos hechos llevando a un sentimiento general de desesperanza ante cualquier cambio donde la muerte aparentemente es la única solución (Cortés, s.f.).

Existen cuatro tipos de conductas suicidas:

1. La conducta suicida impulsiva que se presenta después de una desilusión o un fuerte sentimiento de enojo.

2. La sensación de que la vida no vale la pena que se relaciona con la depresión.

3. Una enfermedad grave que puede llevar al individuo a pensar que no hay otra opción.

4. El intento suicida como medio de comunicación, común en los adolescentes donde éste realmente no desea morir pero desea comunicar algo. (Christman, s.f.)

Entonces, ¿Por qué los adolescentes intentan suicidarse? No existe una respuesta simple pero se tiene que considerar los factores proximales y distales que pueden estar presentes. Los factores proximales o inmediatos son por ejemplo, circunstancias muy estresantes como la pérdida de un novio o una novia, sacar malas calificaciones en la escuela, un embarazo no deseado o el consumo de drogas. Los factores distales o alejados en el tiempo son por ejemplo que el adolescente considera tener una larga historia de infelicidad e inestabilidad familiar. Igualmente, son factores distales la falta de afecto y apoyo emocional, el exceso de control paterno y una exigencia excesiva para que se rinda en los estudios durante la infancia pudiendo éstos propiciar la depresión en un adolescente. Muchos adolescentes que intentan suicidarse además creen no tener amigos que los apoyen. Finalmente, los adolescentes suicidas presentan con frecuencia síntomas depresivos (Santrock, 2004).

Aunque no todos los adolescentes deprimidos intentan suicidarse, la depresión es el factor que se asocia de forma más consistente al suicidio adolescente. La adolescencia, como una etapa de desarrollo del individuo, es una etapa dolorosa por que el joven pasa por cambios difíciles que le producen ansiedad y depresión. Por esta razón, la tentativa del suicidio es una de las conductas más significativas del adolescente. (Christman, s.f.).

Acciones concretas para la prevención

Las acciones concretas para la prevención de la depresión se pueden llevar a cabo tanto dentro del ámbito familiar como el escolar.

Formas de intervención de la familiaAunque a la depresión se le considera un padecimiento del cuál sólo es posible curarse con medios clínicos, el apoyo y cobijo que genere el entorno del adolescente son el fundamento tanto para su prevención, detección oportuna e intervención. La base es la comunicación abierta con el adolescente para ayudar a la identificación a tiempo. Recordemos que uno de los roles de los padres según nos dice Santrock (2004) son ellos quienes deben ayudar a los hijos a lidiar con sus emociones. Los síntomas de la depresión, como ya se mencionó, pueden confundirse al inicio con flojera, descuido y otros malos hábitos. Es importante, por lo tanto, que mientras no se tenga seguridad de qué es lo que está ocasionando estos síntomas, la familia se mantenga alerta y no emita juicios a priori. Para el adolescente que está viviendo este proceso es importante que no se le acuse de aparentar enfermedades o flojera, ni esperar que ella o él salgan inmediatamente de este estado sin ayuda.

Desafortunadamente la detección oportuna no resulta tan fácil, a pesar de que los síntomas sean evidentes. La mayoría de las personas que no hayan vivido un trastorno depresivo no alcanzan a visualizar el efecto que éste causa, y aunque no tengan intención de lastimar, algunas veces con lo que dicen y hacen hieren más. El joven deprimido requiere apoyo emocional. Esto significa proveer de comprensión, paciencia, consideración y ánimo; generar espacios para conversar pero sobretodo escucharlo. De ninguna manera se le debe restar importancia a los sentimientos que exprese, sin embargo establecer una evaluación justa de la realidad, aspecto que se encuentra por lo general distorsionado en la persona deprimida. La familia puede intervenir de diferentes formas de acuerdo a las causas que pueden estar originando la depresión en el adolescente.

Formas de intervención del profesor

La adolescencia mediana (15 a 18 años) es el período depresivo por excelencia. Según Fernández (1985), dicho estado se da como consecuencia del proceso normal de maduración, del estrés asociado con éste, de la influencia de las hormonas sexuales y de los conflictos de independencia con los padres.

Los chicos en estas edades están cursando el nivel educativo de secundaria y preparatoria, por lo que situaciones relacionadas con esta etapa de desarrollo pueden motivar situaciones de tensión que exacerben esta vulnerabilidad.

A menudo es difícil diagnosticar la verdadera depresión en adolescentes debido a la serie de cambios emocionales inherentes a su proceso natural de desarrollo y que se caracteriza por variaciones del estado de ánimo, con períodos alternos de "plena felicidad" y "la vida es horrible". Estos estados de ánimo pueden alternar en períodos de horas o días.

Sin embargo, como profesores y con el contacto diario con los chicos es posible percibir cambios de ánimo persistentes, baja en el rendimiento escolar, conflictos en las relaciones con sus iguales, comportamientos agresivos (problemas de conducta), cambios en los hábitos alimenticios (con notorios incrementos o disminuciones de peso), que se queden dormidos en clase, obsesión con la muerte.

Ya que las relaciones interpersonales de ayuda y las habilidades de adaptación saludables pueden ayudar a evitar que dichos períodos conduzcan a síntomas depresivos más severos, la identificación oportuna y el tratamiento rápido e integral puede prevenir o posponer los episodios posteriores.

La comunicación abierta con el adolescente puede ayudar a identificar la depresión a tiempo pero para los docentes es realmente difícil identificar la depresión de los alumnos, en cambio sí se pueden identificar situaciones de crisis.

Una crisis según Slaikeu (1990) es un estado temporal de trastorno y desorganización, caracterizado principalmente por una incapacidad del individuo para manejar situaciones particulares utilizando los métodos acostumbrados para la solución de problemas. Es una combinación de situaciones de riesgo en la vida de una persona que coinciden con su desorganización psicológica y necesidad de ayuda; representa tanto el peligro de un trastorno como la oportunidad para el desarrollo de la persona. La resolución final de la crisis depende de numerosos factores que incluyen la gravedad del suceso precipitante y los recursos personales y sociales del individuo.

Cualquier período de crisis pasará o se resolverá de alguna manera. Esta solución puede ser saludable o dañina y se supone que el tipo de solución alcanzada tendrá repercusiones en el funcionamiento futuro del individuo. Es importante asimilar el suceso de crisis de manera que quede integrado dentro de la trama de la vida al dejar que la persona esté abierta en lugar de cerrada al futuro. La meta principal al buscar estrategias de intervención es ayudar a la persona a recuperar el nivel de funcionamiento que tenía antes del incidente que precipitó la crisis.

Slaikeu (1990) habla de dos tipos de intervención: los de primera y los de segunda instancia. En el caso de los docentes es más factible que se encuentren preparados para proporcionar los primeros auxilios psicológicos (primera instancia) con el objetivo de proporcionar apoyo y enlazar a la persona en crisis con los recursos de ayuda que en este caso sería el área de psicología de la institución. El docente tiene la facilidad de detectar la crisis en el momento y en lugar en que aquella surge. Es como dar primeros auxilios físicos en lo que llega ayuda médica especializada. El psicólogo es quien llevará a cabo la intervención secundaria (segunda instancia) ya que es la persona capacitada para evaluar cuadros clínicos para delimitar diagnósticos depresivos de los adolescentes o cualquier otro tipo de trastorno recordando que la presencia de alcohol y otras drogas complican cualquier crisis.

Adicionalmente, el asesoramiento puede ayudar a los adolescentes a sobrellevar los períodos de bajo estado de ánimo. Se debe contar con el apoyo de un departamento de psicología y que las instituciones educativas cuenten con lineamientos establecidos a seguir para atender problemas emocionales. Si el alumno busca al maestro (o si el maestro decide hablar con él), una vez que él escucha, puede evaluar y decidir qué tipo de apoyo requiere el alumno y puede entonces solicitar apoyo al departamento correspondiente. Así el alumno puede obtener ayuda y seguimiento inmediato.

El profesor hoy en día asume funciones (además de la docencia) donde las relaciones interpersonales dejan marcas profundas en la forma de ser de quienes participan en el proceso educativo. Esto implica ser asesor con plena conciencia de sus limitaciones y evitar solucionar casos evidentemente fuera de su área o profesión. Es necesario contar con capacitación en desarrollo humano, el conocimiento de herramientas de intervención y sobretodo tener una actitud comprometida con el desarrollo y crecimiento de los alumnos.

Tratamientos

Existen diferentes tipos de depresión y diferentes estadios de gravedad. Antes de determinar que tipo de tratamiento es el más adecuado para cada persona, es indispensable, por parte del médico realizar primero un examen, el cuál consiste en un examen físico, entrevista con el paciente y un análisis de laboratorio, para poder determinar si la causa es biológica o psicológica. Cuando las causas físicas quedan descartadas, se debe de proceder a una evaluación o test de tipo psicológico o psiquiátrico. (Catholic Health System, 2005). El tipo de tratamiento se determina dependiendo del resultado de dicha evaluación.

De acuerdo al Dr. Alonso-Fernández (2001), los tratamientos para la depresión pueden ser suministrados de dos formas diferentes. Una de ellas es el método ambulatorio, es decir en casa, donde el paciente no sale de su contexto, convive con su familia y sigue formando parte de su trabajo; éste es el tipo idóneo, pues el apoyo de los seres queridos es esencial. El ingreso al hospital psiquiátrico es el otro método, pero sólo se utiliza cuando la crisis depresiva es extrema, caracterizado por "el abandono social, alto riesgo al suicidio, peligrosidad contra los demás, rechazo al tratamiento o la indicación de un cambio de ambiente" (p. 170).

Los tratamientos se subdividen en tres grupos dependiendo de el momento en que se manifiesta la enfermedad: El tratamiento de la depresión severa, cuando los pacientes son remitidos al hospital hasta la desaparición de los síntomas; el tratamiento de mantenimiento, por un período mínimo de seis meses para evitar la reincidencia de los síntomas; y el tratamiento preventivo o profiláctico, cuyo fin es evitar la recurrencia (la cuál se entiende como una aparición de un nuevo episodio depresivo después de los seis meses preestablecidos de tratamiento) y la recaída (la cual se define como la reaparición de los síntomas antes de haber pasado el período de cinco a seis meses).

Existen diferentes prototipos de tratamientos que se pueden clasificar en cinco grandes grupos.

a) El tratamiento farmacológico: No se puede determinar qué tipo de medicamento o fármaco será el de mayor éxito pues sólo en un 65% de los casos funciona uno en específico. Sue Breton (1998), dice que al igual que con todos los compuestos químicos, se cree que los antidepresivos son como los tranquilizantes y causan adicción. Ésta es una idea equivocada, pues a diferencia también de los tranquilizantes, sus efectos no son inmediatos; se necesitan de dos a tres semanas antes de manifestar el efecto deseado. Los antidepresivos, causan efectos secundarios como sedación, aumento del ritmo cardíaco, baja o alta presión arterial, sequedad de boca, visión borrosa y estreñimiento. Con los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) se han visto enormes ventajas pues éstos a diferencia de los inhibidores tricíclicos, tiene menos efectos secundarios. Sólo causan ligeras náuseas, diarrea y dolor de cabeza, efectos que suelen desaparecer con el uso, pero su principal desventaja es que causan disfunción sexual. Quienes consumen antidepresivos conocidos como inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO) se ven sometidos a dietas restringidas y a precauciones especiales.

b) Las hierbas medicinales. Recientemente se ha estado utilizando una hierba que se conoce como la hierba de San Juan o Corazoncillo (Hypericum perforatum) cuyo uso es muy común en Europa, en Alemania concretamente; es el tratamiento antidepresivo más utilizado. Cabe aclarar que se han estudiado sus efectos sólo a corto plazo, como lo menciona Margaret Strock (2001). Actualmente se está llevando a cabo un estudio comparativo a 3 años, entre los fármacos convencionales, la hierba de San Juan y el uso de placebos. La FDA, dio aviso en febrero del 2000, sobre la posible interacción negativa de esta hierba cuando se mezcla con medicamentos para "enfermedades del corazón, depresión, convulsiones, algunos tipos de cáncer y el rechazo de transplantes" (para. 42).

c) La psicoterapia. La primera modalidad es la terapia familiar, mencionada por Glick (1999) quien considera indispensable el modelo de psicoeducación tanto para el enfermo como para la familia, ya que es aquí donde se plantea el tratamiento. Esta terapia sugiere dos dimensiones, la individual y grupal pero se usan por separado en la práctica. Dentro de la terapia individual se detalla la psicoterapia cognitiva-conductual (TCC) que se basa en entender la relación funcional que existe entre el proceso del pensamiento, las conductas abiertas y las perturbaciones en el estado de ánimo, a la vez se le enseña al paciente a optimizar el uso de los recursos, para el manejo de la depresión. A medida que progresa la terapia se identifican las áreas de fragilidad y antes de terminar se les enseñan técnicas para prevenir reincidencias. Este tipo de terapia puede ser aplicada tanto de manera individual como grupal, y que está viviendo este proceso es importante que no se le acuse de aparentar enfermedades o flojera, ni esperar que ella o él salgan inmediatamente de este estado sin ayuda.

Desafortunadamente la detección oportuna no resulta tan fácil, a pesar de que los síntomas sean evidentes. La mayoría de las personas que no hayan vivido un trastorno depresivo no alcanzan a visualizar el efecto que éste causa, y aunque no tengan intención de lastimar, algunas veces con lo que dicen y hacen hieren más. El joven deprimido requiere apoyo emocional. Esto significa proveer de comprensión, paciencia, consideración y ánimo; generar espacios para conversar pero sobretodo escucharlo. De ninguna manera se le debe restar importancia a los sentimientos que exprese, sin embargo establecer una evaluación justa de la realidad, aspecto que se encuentra por lo general distorsionado en la persona deprimida. La familia puede intervenir de diferentes formas de acuerdo a las causas que pueden estar originando la depresión en el adolescente.

Formas de intervención del profesor

La adolescencia mediana (15 a 18 años) es el período depresivo por excelencia. Según Fernández (1985), dicho estado se da como consecuencia del proceso normal de maduración, del estrés asociado con éste, de la influencia de las hormonas sexuales y de los conflictos de independencia con los padres.

Los chicos en estas edades están cursando el nivel educativo de secundaria y preparatoria, por lo que situaciones relacionadas con esta etapa de desarrollo pueden motivar situaciones de tensión que exacerben esta vulnerabilidad.

A menudo es difícil diagnosticar la verdadera depresión en adolescentes debido a la serie de cambios emocionales inherentes a su proceso natural de desarrollo y que se caracteriza por variaciones del estado de ánimo, con períodos alternos de "plena felicidad" y "la vida es horrible". Estos estados de ánimo pueden alternar en períodos de horas o días.

Sin embargo, como profesores y con el contacto diario con los chicos es posible percibir cambios de ánimo persistentes, baja en el rendimiento escolar, conflictos en las relaciones con sus iguales, comportamientos agresivos (problemas de conducta), cambios en los hábitos alimenticios (con notorios incrementos o disminuciones de peso), que se queden dormidos en clase, obsesión con la muerte.

Ya que las relaciones interpersonales de ayuda y las habilidades de adaptación saludables pueden ayudar a evitar que dichos períodos conduzcan a síntomas depresivos más severos, la identificación oportuna y el tratamiento rápido e integral puede prevenir o posponer los episodios posteriores.

La comunicación abierta con el adolescente puede ayudar a identificar la depresión a tiempo pero para los docentes es realmente difícil identificar la depresión de los alumnos, en cambio sí se pueden identificar situaciones de crisis.

Una crisis según Slaikeu (1990) es un estado temporal de trastorno y desorganización, caracterizado principalmente por una incapacidad del individuo para manejar situaciones particulares utilizando los métodos acostumbrados para la solución de problemas. Es una combinación de situaciones de riesgo en la vida de una persona que coinciden con su desorganización psicológica y necesidad de ayuda; representa tanto el peligro de un trastorno como la oportunidad para el desarrollo de la persona. La resolución final de la crisis depende de numerosos factores que incluyen la gravedad del suceso precipitante y los recursos personales y sociales del individuo.

Cualquier período de crisis pasará o se resolverá de alguna manera. Esta solución puede ser saludable o dañina y se supone que el tipo de solución alcanzada tendrá repercusiones en el funcionamiento futuro del individuo. Es importante asimilar el suceso de crisis de manera que quede integrado dentro de la trama de la vida al dejar que la persona esté abierta en lugar de cerrada al futuro. La meta principal al buscar estrategias de intervención es ayudar a la persona a recuperar el nivel de funcionamiento que tenía antes del incidente que precipitó la crisis.

Slaikeu (1990) habla de dos tipos de intervención: los de primera y los de segunda instancia. En el caso de los docentes es más factible que se encuentren preparados para proporcionar los primeros auxilios psicológicos (primera instancia) con el objetivo de proporcionar apoyo y enlazar a la persona en crisis con los recursos de ayuda que en este caso sería el área de psicología de la institución. El docente tiene la facilidad de detectar la crisis en el momento y en lugar en que aquella surge. Es como dar primeros auxilios físicos en lo que llega ayuda médica especializada. El psicólogo es quien llevará a cabo la intervención secundaria (segunda instancia) ya que es la persona capacitada para evaluar cuadros clínicos para delimitar diagnósticos depresivos de los adolescentes o cualquier otro tipo de trastorno recordando que la presencia de alcohol y otras drogas complican cualquier crisis.

Adicionalmente, el asesoramiento puede ayudar a los adolescentes a sobrellevar los períodos de bajo estado de ánimo. Se debe contar con el apoyo de un departamento de psicología y que las instituciones educativas cuenten con lineamientos establecidos a seguir para atender problemas emocionales. Si el alumno busca al maestro (o si el maestro decide hablar con él), una vez que él escucha, puede evaluar y decidir qué tipo de apoyo requiere el alumno y puede entonces solicitar apoyo al departamento correspondiente. Así el alumno puede obtener ayuda y seguimiento inmediato.

El profesor hoy en día asume funciones (además de la docencia) donde las relaciones interpersonales dejan marcas profundas en la forma de ser de quienes participan en el proceso educativo. Esto implica ser asesor con plena conciencia de sus limitaciones y evitar solucionar casos evidentemente fuera de su área o profesión. Es necesario contar con capacitación en desarrollo humano, el conocimiento de herramientas de intervención y sobretodo tener una actitud comprometida con el desarrollo y crecimiento de los alumnos.

Tratamientos

Existen diferentes tipos de depresión y diferentes estadios de gravedad. Antes de determinar que tipo de tratamiento es el más adecuado para cada persona, es indispensable, por parte del médico realizar primero un examen, el cuál consiste en un examen físico, entrevista con el paciente y un análisis de laboratorio, para poder determinar si la causa es biológica o psicológica. Cuando las causas físicas quedan descartadas, se debe de proceder a una evaluación o test de tipo psicológico o psiquiátrico. (Catholic Health System, 2005). El tipo de tratamiento se determina dependiendo del resultado de dicha evaluación.

De acuerdo al Dr. Alonso-Fernández (2001), los tratamientos para la depresión pueden ser suministrados de dos formas diferentes. Una de ellas es el método ambulatorio, es decir en casa, donde el paciente no sale de su contexto, convive con su familia y sigue formando parte de su trabajo; éste es el tipo idóneo, pues el apoyo de los seres queridos es esencial. El ingreso al hospital psiquiátrico es el otro método, pero sólo se utiliza cuando la crisis depresiva es extrema, caracterizado por "el abandono social, alto riesgo al suicidio, peligrosidad contra los demás, rechazo al tratamiento o la indicación de un cambio de ambiente" (p. 170).

Los tratamientos se subdividen en tres grupos dependiendo de el momento en que se manifiesta la enfermedad: El tratamiento de la depresión severa, cuando los pacientes son remitidos al hospital hasta la desaparición de los síntomas; el tratamiento de mantenimiento, por un período mínimo de seis meses para evitar la reincidencia de los síntomas; y el tratamiento preventivo o profiláctico, cuyo fin es evitar la recurrencia (la cuál se entiende como una aparición de un nuevo episodio depresivo después de los seis meses preestablecidos de tratamiento) y la recaída (la cual se define como la reaparición de los síntomas antes de haber pasado el período de cinco a seis meses).

Existen diferentes prototipos de tratamientos que se pueden clasificar en cinco grandes grupos.

a) El tratamiento farmacológico: No se puede determinar qué tipo de medicamento o fármaco será el de mayor éxito pues sólo en un 65% de los casos funciona uno en específico. Sue Breton (1998), dice que al igual que con todos los compuestos químicos, se cree que los antidepresivos son como los tranquilizantes y causan adicción. Ésta es una idea equivocada, pues a diferencia también de los tranquilizantes, sus efectos no son inmediatos; se necesitan de dos a tres semanas antes de manifestar el efecto deseado. Los antidepresivos, causan efectos secundarios como sedación, aumento del ritmo cardíaco, baja o alta presión arterial, sequedad de boca, visión borrosa y estreñimiento. Con los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) se han visto enormes ventajas pues éstos a diferencia de los inhibidores tricíclicos, tiene menos efectos secundarios. Sólo causan ligeras náuseas, diarrea y dolor de cabeza, efectos que suelen desaparecer con el uso, pero su principal desventaja es que causan disfunción sexual. Quienes consumen antidepresivos conocidos como inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO) se ven sometidos a dietas restringidas y a precauciones especiales.

b) Las hierbas medicinales. Recientemente se ha estado utilizando una hierba que se conoce como la hierba de San Juan o Corazoncillo (Hypericum perforatum) cuyo uso es muy común en Europa, en Alemania concretamente; es el tratamiento antidepresivo más utilizado. Cabe aclarar que se han estudiado sus efectos sólo a corto plazo, como lo menciona Margaret Strock (2001). Actualmente se está llevando a cabo un estudio comparativo a 3 años, entre los fármacos convencionales, la hierba de San Juan y el uso de placebos. La FDA, dio aviso en febrero del 2000, sobre la posible interacción negativa de esta hierba cuando se mezcla con medicamentos para "enfermedades del corazón, depresión, convulsiones, algunos tipos de cáncer y el rechazo de transplantes" (para. 42).

c) La psicoterapia. La primera modalidad es la terapia familiar, mencionada por Glick (1999) quien considera indispensable el modelo de psicoeducación tanto para el enfermo como para la familia, ya que es aquí donde se plantea el tratamiento. Esta terapia sugiere dos dimensiones, la individual y grupal pero se usan por separado en la práctica. Dentro de la terapia individual se detalla la psicoterapia cognitiva-conductual (TCC) que se basa en entender la relación funcional que existe entre el proceso del pensamiento, las conductas abiertas y las perturbaciones en el estado de ánimo, a la vez se le enseña al paciente a optimizar el uso de los recursos, para el manejo de la depresión. A medida que progresa la terapia se identifican las áreas de fragilidad y antes de terminar se les enseñan técnicas para prevenir reincidencias. Este tipo de terapia puede ser aplicada tanto de manera individual como grupal, y recientemente se ha desarrollado para terapia de parejas. La duración promedio de éste tipo de terapia es de ocho a veinte sesiones. También existe la psicoterapia interpersonal o IPT. Ésta se basa en ayudar al paciente a identificar, qué de sus relaciones interpersonales le causa conflicto o lo lleva a la depresión y en conjunción con el terapeuta, se trabaja sobre las estrategias de reparación. Debido a su éxito, es una excelente opción de terapia ambulatoria, de tiempo limitado y además cabe mencionar que la técnica también sirve para la práctica general, como lo menciona Glick (1999), de los autores Swartz y Markowitz. La psicoterapia individual de Glick (1999) se sugiere para la depresión normal, y entiéndase por normal, las que dan una sensación de tristeza o infelicidad. Este tipo de terapia se propone para las personas que tienen visiones irracionales de sí mismos y de los demás, cuando todo en su físico y en su desarrollo (niñez) está bien, pero fueron víctima de alguna situación tan desagradable que no logran integrarla a su vida sin que les cause depresión o desesperación. La psicoterapia de grupo, es la que tiene por objetivo, tratar a varios pacientes a la vez. Es necesario mencionar que dentro de éste grupo existen diversos métodos: los grupos de apoyo, grupos de autoayuda, grupos de crisis, grupos conductuales, interpersonales y con orientación psicoanalítica. d) El tratamiento combinado. Este tipo de tratamiento sugiere el uso de los fármacos y la psicoterapia, el cual es el método más recomendado por la American Psychiatric Association, como lo menciona Glick (1999). Hay tres factores que determinan el uso de esta terapia: cuando hay una psiquiatra suministrando ambos tratamientos, cuando hay un psicoterapeuta no médico trabajando en conjunto con un psiquiatra, y cuando hay un psicoterapeuta no médico trabajando con un médico no psicoterapeuta. El principal motivo por el que esta terapia es de gran ayuda, es debido a la etiología de la enfermedad y si debido a ella consideramos los factores como biopsicosociales, estaremos atacando la enfermedad desde diferentes perspectivas con un mayor porcentaje de éxito. e) Terapia electroconvulsionante. De acuerdo a Strock (2001), esta terapia se aplica sólo a pacientes cuya depresión es severa "suicidas, con agitación severa, pensamientos psicóticos, pérdida excesiva de peso o físicamente débiles como resultado de una condición física" (para. 29), o para quienes no pueden tomar antidepresivos. El tratamiento se administra bajo una anestesia ligera. Al paciente se le colocan electrodos en la cabeza y se emiten descargas eléctricas produciendo con esto una ligera convulsión de aproximadamente treinta segundos. Se requiere de varias sesiones, tres por semana. No se sabe qué es lo que ocasiona a ciencia cierta en el cerebro, pero los efectos son muy satisfactorios.

Conclusión

Cuando se habla de factores de riesgo en el adolescente, se consideran por lo general los más conocidos o discutidos. Para aquellos docentes que trabajan con adolescentes que son del medio social alto, y más si viven en las grandes ciudades, lo que se conoce es el abuso del alcohol, en algunos casos las drogas, los problemas de bulimia y anorexia y las niñas y en ciertos casos los problemas sexuales si no han definido su identidad y personalidad. En estratos sociales menos pudientes también existen problemas de alcoholismo y drogadicción y también son más comunes las situaciones de violencia, delincuencia, presentes entre las bandas de jóvenes. o que la chicas estén expuestas al acoso o abuso sexual y terminen con un embarazo no deseado. Pocas veces como padres o docentes nos percatamos de que un adolescente puede sufrir de depresión.

Lamentablemente, la depresión muchas veces pasa desapercibida. En la adolescencia surge como consecuencia de la conjunción de una serie de factores distintos. Tiene como característica el que los adolescentes que la padecen presenten una actitud de tristeza y melancolía permanentes con el consiguiente desánimo para continuar con sus actividades cotidianas. El origen queda sujeto a las circunstancias peculiares de cada caso individual y del especialista que la diagnostique. Debido a que de por sí el adolescente está en una fase de desarrollo físico y psicológico muy característico que afecta a su estado de ánimo, en esta etapa la detección de la misma es mucho más complicada. Adicionalmente, frecuentemente los padres están ausentes o están en conflicto con ellos por no poder lidiar con la situación que ellos los retan y buscan ir más allá de los límites para definir su identidad y personalidad propia. Por otro lado, el docente en secundaria y preparatoria, por lo general tiene muy poco contacto con el alumno, ya que son muchos los docentes que imparten las diferentes materias. Además desconoce los antecedentes familiares que en determinado momento pudieran tener un efecto normal en el estado anímico del adolescente relacionado con su desarrollo. Como padres o formadores, la responsabilidad de ser más observadores y percibir las situaciones que pudieran llegar a presentar los adolescentes de tal suerte que se pueda intervenir a tiempo para ayudarlos previniendo situaciones irremediables. Los docentes en particular podemos llevar a cabo una intervención primaria, también llamada primeros auxilios psicológicos que implica escuchar los hechos y sentimientos que perturban al estudiante, mostrar empatía, examinar las dimensiones del problema, promover la autorreflexión sin dar opiniones personales, ayudarle a examinar alternativas de solución y en caso necesario remitirlo al departamento de psicología de la institución y continuar su seguimiento. La persona capacitada para elaborar un diagnóstico es el psicólogo quien le brindará la ayuda requerida. Por lo mismo, es de suma importancia educar a padres de familia y a maestros sobre lo que es la depresión, sus causas y sus efectos para así ayudar y poder prevenir situaciones conflictivas que los lleven inclusive al suicidio.

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Ernestina Cuevas Maciel

Lic. Pedagogía

Docente del Colegio de Bachilleres

Plantel Zamora

Estado Michoacán.

Estudiante de Maestría en Educación ITESM

Partes: 1, 2
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