- Introducción
- Caracterización de los personajes
- Sobre la institución
- Institución y tabúes de por medio
- El concepto de Grupo
- La problemática del sujeto en la temática grupal
- A modo de conclusión…
- Bibliografía
Introducción
"… La invitación es por la tanto a ser parte protagónica de este "contrato de trabajo" donde vamos a investigar conjuntamente un tema que nos compete, nos implica y nos cierra… la institución"… Estas fueron algunas de las palabras que la jefa de cátedra escribió en su carta de bienvenida y que a lo largo del año se fueron poniendo en juego en cada uno de nuestros encuentros: pensar y reflexionar, desde una postura psicoanalítica, acerca de las instituciones, de los malestares que en ellas se generan, cuáles son los tabúes que giran a su alrededor, creencias, imaginarios, sin olvidarnos de los grupos y sujetos que la componen.
En muchas oportunidades compartimos, además de la lectura de distintos autores, experiencias propias, las cuales nos ayudaron en dicha reflexión. A su vez, evidenciamos que hoy más que nunca nuestras instituciones están siendo atravesadas por una crisis, producto de la oleada neoliberal y de la que aun sigue siendo víctima.
La propuesta de la cátedra era entonces poder plasmar todas estas ideas mediante el análisis de una novela. En mi caso, elegí El Señor de las Moscas de William Golding, en donde me propuse trabajarlas desde la historia de un grupo de escolares que deben aprender a sobrevivir en una isla desierta, sin adultos, reglas, límites, y lejos de la civilización.
En dicho trabajo hubo conceptos, tales como el de institución y de grupo, que atravesaron constantemente mi análisis, y que en más de una oportunidad me hicieron reflexionar acerca de mi propia experiencia.
¿Hasta qué punto se puede vivir sin límites?; ¿tenemos la capacidad suficiente de crear nuestras reglas?…; cuestiones que no fueron ajenas de la historia y que también pueden pensarse desde nuestras situaciones actuales, en aquellos sujetos que no reciben las llamadas de atención ni los límites necesarios por parte de los adultos.
Realizar este trabajo me permitió reflexionar, articulando en lo posible, cada categoría con situaciones puntuales de la novela, y a la vez con situaciones personales, muchas de las cuales "me hicieron ruido".
"-¿Dónde está el hombre del megáfono?-
El muchacho rubio sacudió la cabeza.
-Estamos en una isla desierta. Por lo menos eso me parece. Lo de allá afuera, en el mar, es un arrecife. Me parece que no hay personas mayores en ninguna parte-"
El Señor de las moscas de William Golding[1]trata sobre las formas de comportamiento y maneras de supervivencia de un grupo de niños, quienes a raíz de un accidente aéreo, se ven obligados a permanecer en una isla desierta. El mayor de ellos no supera los doce años, y es así que se encuentran condicionados a sobrevivir sin personas mayores, creando sus propias reglas.
La novela se divide en doce capítulos. El primero de ellos El toque de la caracola presenta a los personajes, haciendo a la vez una breve caracterización de la isla en la que se encuentran. Los dos primeros niños que aparecen son Ralph y Piggy, siendo ellos dos los encargados de llamar a los demás mediante la ayuda del sonido de una caracola que encuentran cerca del lugar.
Comienzan a acercarse el resto de sobrevivientes: Johnny, los gemelos (Sam y Eric), Simon, Percival, los "peques" (denominación de los más pequeños), Maurice, Roger, Jack y su coro (quienes asumen en un primer momento el papel de cazadores, de salvajes y por último de asesinos).
El vocerío se fue acrecentando, y es así que el grupo de escolares se organiza alrededor de Ralph, elegido como jefe, situación que enfada a Jack.
Raplh propone normas basadas en las costumbres civilizadas, en el orden y la responsabilidad; también mantener encendida una hoguera en lo alto de una isla ya que para él el fuego simbolizaba el rescate, sentimiento que se acrecentaba con el recuerdo de su hogar.
Esto es lo primero que se acuerda entre los miembros del grupo: "mantener el fuego encendido como una señal permanente para orientar a sus posibles salvadores". También se acuerda acatar las normas, construir refugios y explorar la isla, pero luego de un descuido se provoca un incendio lo cual hace desaparecer a uno de los peques (el niño de la mancha en el rostro). Esta sería la primera muerte.
Debido a la rivalidad entre Ralph y Jack, van surgiendo divisiones al interior del grupo; para unos el objetivo es la seguridad, la responsabilidad, el orden, el rescate y para otros la caza, la diversión, "jugar a ser salvajes". Esto se ve claramente cuando Ralph denuncia a Jack de no haber cuidado el fuego, y éste a su vez le reprocha en la cara haber conseguido carne para el almuerzo.
Poco a poco empiezan a sufrir los efectos de estar en la isla, de la falta de la gente mayor y algunos de ellos, sobre todo los más pequeños, comienzan con pesadillas.
Surgen distintos miedos ya sea a serpientes, fantasmas, monstruos, materializándolo en una figura a la que denominan "la fiera", pero que en realidad se trataba de un paracaidista muerto al que sólo miran desde lejos. Es así que los dos rivales salen en busca de la fiera y se encuentran con el cadáver que cuando soplaba el viento se levantaba la cabeza y parecía que estaba vivo.
Se acrecientan las disputas entre Ralph y Jack, quien toma la decisión de separarse con sus cazadores y formar su "propia "tribu", convirtiéndose en salvajes, pintando sus cuerpos y rostros, ejecutando danzas rituales y ofrendas a la fiera. Una de esas ofrendas fue la cabeza de jabalí puesta sobre un palo, la cual produce un mosquerío a su alrededor; es en este momento en que Simon tiene una extraña experiencia con el "Señor de las moscas":
"-Eres un niño tonto- dijo el Señor de las Moscas-. No eres más que un niño tonto e ignorante-
Simon movió su lengua hinchada, pero no dijo nada.
-¿No estás de acuerdo?- dijo el Seor de las Moscas-. -¿No es verdad que eres un niño tonto?_
Simon le respondió con la misma voz silenciosa.
-Bien- dijo el Señor de las Moscas-, entonces ¿por qué no te vas a jugar con los demás? Creen que estás chiflado. Tú no quieres que Ralph piense eso de ti, ¿verdad? Quieres mucho a Ralph, ¿no es cierto? Y a Piggy y a Jack.
Simon tenía la cabeza ligeramente alzada. Sus ojos no podían apartarse: frente a él, en el espacio, pendía el Señor de las Moscas.
-¿Qué haces aquí solo? ¿No te doy miedo?-
Simon tembló.
-No hay nadie que te pueda ayudar. Solamente yo, Y yo soy la Fiera-
Los labios de Simon, con esfuerzo, lograron pronunciar palabras perceptibles.
-Cabeza de cerdo en un palo.
-¿Qué ilusión, pensar que la Fiera era algo que se podía cazar, matar!_ dijo la cabeza. Durante unos momentos, el bosque y todos los demás lugares apenas discernibles resonaron con la parodia de una risa- Tú lo sabías ¿verdad? ¿Qué soy parte de ti? ¡Caliente, caliente, caliente! ¿Qué soy la causa de que todo salga mal? ¿De que las cosas sean como son?
La risa trepidó de nuevo.
-Vamos- dijo el Señor de las Moscas- vuelve con los demás y olvidaremos lo ocurrido."
Simon era el que dudaba de la existencia de la fiera y por eso había decidido acercarse para descubrir la verdad. Cuando vive esta experiencia, corre para comunicarlo, interrumpiendo un frenético ritual de los salvajes, pero éstos no lo reconocen confundiéndolo con la fiera y terminan asesinándolo.
Con Ralph solo quedan Piggy y los gemelos. Los salvajes se van consolidando, estableciendo normas impuestas mediante sanciones y castigos, e incluso azotes. Ya no hay asambleas donde se tomen decisiones en común sino que Jack, secundado por Roger, decide lo que se va a hacer.
Una noche roban las gafas de Piggy ya que éste era el único elemento con el que contaba el grupo para encender el fuego. Ralph, Piggy y los gemelos enfrentan a los salvajes, pero estos los amenazan con palos afinados como lanzas,
Piggy trata de esclarecer los dos aspectos del grupo:
"-¿Qué es mejor, ser una panda de negros pintarrajeados como vosotros o tener sentido común como Ralph?
-¿Qué es mejor, tener reglas y estar todos de acuerdo o cazar y matar?"
Luego de las palabras de Piggy, las cuales sonaron como una llamada a la reflexión y darse cuenta de una vez por todas de que todo se les estaba yendo de las manos, Roger le tira una roca produciendo su muerte y la destrucción de la caracola. Pareciera haber una necesidad de destruir todo para no sentir el abandono y de no enfrentarse con la verdadera realidad.
Los salvajes obligan a los gemelos a formar parte de la tribu quedándose Ralph solo. Jack manda a matarlo, y como no lo encuentran incendian gran parte de la isla para que salga de su escondite. Ralph pasa mucho tiempo escondido entre los arbustos hasta que lo encuentran. Y cuando ya casi lo tenían aparece un oficial de marina quien arriba a la isla debido al incendio provocado.
El grito de los cazadores, último capítulo de la novela, es el grito de auxilio, del rescate, de la protección del mundo adulto, y esto es lo que les permite deprimirse y llorar el aislamiento, la pérdida, la desprotección y la soledad.
Caracterización de los personajes
Antes de caracterizar a los personajes principales de la novela, plantearé brevemente los conceptos de socialización primaria y secundaria ya que ambos pueden ayudar a pensar sobre las diferentes formas de comportamiento de los pequeños escolares, muchas veces producto de estas cuestiones. Para ello retomaré, en primer lugar y desde una postura más sociológica, aportes del Interaccionismo Simbólico, cuyos representantes principales son Berger y Luckman.
En la Construcción social de la realidad (1979), los autores definen a la socialización como la "inducción amplia y coherente de un individuo en el mundo objetivo de una sociedad o un sector de él"[2]. A su vez plantean dos tipos de socialización:
La socialización primaria es la primera por la que atraviesa la niñez. Suele ser la más importante ya que toda la base de la socialización secundaria debe asemejarse a ella.
Todo individuo nace dentro de una estructura social objetiva en la cual encuentra a los otros significantes, encargados de su socialización. El niño se identifica con ellos en una variedad de formas emocionales, pero la internalización se produce solo cuando se da lugar la identificación.
El niño acepta los roles y actitudes de estos otros significantes, es decir, los "internaliza" apropiándose de ellos, y de esta manera se vuelve capaz de identificarse con él mismo.
"El individuo llega a ser lo que los otros significantes lo consideran" (un proceso dialéctico entre la auto identificación y la identificación que hacen los otros).Esto quiere decir que el niño aprende que él es lo que lo llaman, lo cual implica una ubicación social determinada. Recibir una identidad comporta adjudicarnos un lugar específico en el mundo.
Tanto la sociedad como la identidad y la realidad se cristalizan subjetivamente en el mismo proceso de intenalización, que a la vez se internaliza con el "lenguaje". Éste constituye el contenido más importante y el instrumento más significativo de la socialización.
En este momento no existe ningún problema de identificación ya que son los adultos quienes disponen las reglas de juego; el niño no interviene en la elección de sus otros significantes, identificándose con los que tiene casi automáticamente.
El niño internaliza el mundo como "el" mundo, el único posible. Un papel fundamental lo tienen la familia, ya que se encarga de transmitirle este mundo, lo cual se hace posible también mediante el afecto.
La socialización primaria es más que un aprendizaje ya que tiene una enorme carga emocional. En este momento el sujeto aun no tiene la posibilidad de elegir.
La socialización secundaria, la segunda por la que pasa el niño, consiste en la intenalización de submundos instituidos o basados sobre instituciones. Dichos submundos suelen contrastar con el mundo de base adquirido en la socialización primaria.
La socialización secundaria siempre presupone un proceso previo de socialización primaria (un yo formado y un mundo ya internalizado) la cual presenta un problema ya que la realidad internalizada tiende a persistir porque suele existir un problema de coherencia entre las internalizaciones originales y las nuevas. Éste sería el momento de la contradicción ya que hay una multiplicidad de espacios en donde el sujeto continuamente ocupa y elije.
La socialización secundaria tienen que ver con el espacio social, el cual comprende a las instituciones (entre ellas la escuela), y los grupos sociales.
Una vez aclarado esto, me remitiré a caracterizar a los personajes:
Ralph, es quien muestra las conductas más adaptadas en el grupo, haciéndose cargo de los peligros y enfrentándolos, tratando de establecer normas, organizando y protegiendo a los demás. Transmite una actitud de confianza y seguridad, siendo esta una de las razones por la que lo elijen jefe. Insiste en mantener el fuego encendido en la esperanza de ser rescatado. Se identifica con su padre, de quien tienen su imagen constante y la esperanza de que vaya rescatarlo.
Piggy, simboliza la inteligencia, pero que al padecer asma y por su aspecto físico es ignorado. Se identifica con una figura femenina: su tía, ya que luego de morir sus padres es ella quien lo cría.
Simon, es quien percibe la angustia que moviliza al grupo. Si bien formaba parte del grupo de cazadores se encuentra más cercano a Ralph. De todas maneras mantiene en general una actitud distante de ambos líderes. El es el único que sabe lo que está sucediendo y siente anticipadamente la verdad, pero lamentablemente no puede comunicarla porque es asesinado por sus propios compañeros.
Jack, es el líder agresivo, e rasgos violentos y autoritarios. Desde un principio es movilizado por la envidia y la competencia, sobre todo respecto de Ralph.
Roger, es el verdugo de la tribu y "mano derecha" de Jack. Es el ejecutor de la muerte de Piggy.
Percival, representa la pérdida de identidad ya que en la primera asamblea se presenta con su nombre completo y dirección, pero cuando llega el rescate apenas puede balbucear su nombre.
Teniendo en cuenta las cualidades propias de los niños y sus distintas maneras de encarar la situación, uno puede pensar que aquellos niños que se identifican con figuras paternas que inculcaron el sentimiento de responsabilidad, obediencia, pero que a su vez fueron internalizadas por medio del afecto, de alguna manera lo tratan de sostener. En cambio aquellos niños que se identifican con padres sádicos, autoritarios, se convierten en ejecutores de aquello de lo que se sintieron o aun se sienten víctimas. El ejemplo más explícito es el de Jack.
Ralph piensa continuamente en su padre, dando por supuesto de que irá por su rescate. A simple vista también se identifica con una buena imagen femenina: "su visión de la isla es la de una isla buena que les dará refugio, protección y finalmente rescate". También a la hora de pensar en las reglas, basadas en el orden, el cuidado y la seguridad.
Por su parte, Piggy tiene muy presente la imagen de su tía y sus recomendaciones, como por ejemplo, respecto de su asma. Tanto en Piggy como en Ralph hay un gran sentimiento de responsabilidad, de interrogarse acerca de lo que sucedería si los mayores se enteraran de que no están siguiendo con las reglas. Éstas eran lo único que tenían y que en cierta forma les daba seguridad y certezas de cómo sobrevivir. Hay una insistencia de mantener una continuidad tanto con la socialización primaria como con la secundaria.
Jack se opone a esto, sólo piensa en la caza, matar cerdos, divertirse, comportándose de manera agresiva, lo cual se potencia una vez que el y su grupo de cazadores pintan sus rostros y cuerpos, liberándose de la vergüenza y la responsabilidad. Se puede decir que tratan de imitar el mundo de los adultos a su manera.
En general, se trata de un grupo de niños que apenas han aprendido a convivir en sociedad con determinadas normas sociales y que de repente debieron sobrevivir asiladamente sin sus familias, y que si bien comenzaron conviviendo civilizadamente como seguramente se les fue enseñado desde su nacimiento, más tarde son arrastrados por el salvajismo del ambiente.
En la novela, también se encuentran elementos que pueden ser considerados como símbolos importantes y con una función especial. En primer lugar, la caracola, que simboliza la palabra, la autoridad, la que da derecho a hablar a aquel que la tenga en sus manos. Representa la unión, y a su vez el símbolo de la técnica, que junto a las gafas de Piggy y el cuchillo de Jack son los elementos constructivos y destructivos con que cuenta el grupo.
La hoguera, el fuego, que simboliza la esperanza y la ilusión del rescate, mediante el humo mensajero y el calor del hogar que a ellos les transmitía, en especial a Raplh.
Las cabañas, como una necesidad de resguardo y protección. Tener sus propios refugios como si fuesen sus propios hogares.
El mar, lo que les impide llegar a casa. Simboliza la frontera, la soledad, el abandono.
Por último, lo que le da nombre a la historia, El Señor de las Moscas (la cabeza de jabalí) que simboliza el miedo y la diversión, pero a su vez la verdad y la muerte.
Sobre la institución
El concepto "institución" fue una constante en las clases de Psicología Social. Autores como Cornelio Castoriadis, Lidia Fernández, René Kaes, entre otros nos ayudaron a pensar y reflexionar acerca de su significado y la manera en que se va poniendo en juego en la vida de los sujetos. A continuación realizaré un breve recorrido por estos autores, estableciendo a la vez algunas relaciones con la novela.
El primer autor que retomaré será Cornelio Castoriadis. En Instituciones primeras de la sociedad e instituciones segundas el autor comienza cuestionando acerca de si existe una "teoría de la institución", a lo que responde de que no, ya que para él la teoría es la mirada que se pone frente a algo y lo inspecciona, y nosotros no podemos colocarnos frente a la institución e inspeccionarla ya que los recursos que podrían usarse son a su vez parte de la institución.
"¿Cómo podría hablar de la institución en un lugar que quisiera ser riguroso, formalizado o formalizable al infinito, etc desde el momento en que este mismo lenguaje es una institución, quizás la primera y más importante de las instituciones?"[3]
A lo que se está refiriendo es que no se puede llevar a cabo una teoría de la institución ya que uno mismo se encuentra al interior de ella. Todos somos un fragmento ambulante de la institución de la sociedad y complementarios unos de otros.
Castoriadis plantea a su vez de que hay polisemia del término lo cual produce un cierto malestar, ya que todo es institución. Ésta es lo que provee el sentido de los individuos socializados, pero además les brinda recursos para constituir ese sentido para ellos mismos.
Cuando el autor habla de "institución primera de la sociedad" se refiere al hecho de que la sociedad se crea a sí misma como sociedad, otorgándose instituciones animadas por significaciones sociales específicas de la sociedad considerada. Ésta institución primera se articula e instrumenta a través de "instituciones segundas", a las que el autor divide en dos categorías: las que de un modo abstracto, son transhistóricas, como el lenguaje o el individuo; también lo es la familia o la educación.
A su vez existen instituciones segundas que son específicas de sociedades dadas y que tienen en ellas un rol central. Dos ejemplos dados por el autor son la polis griega y la empresa capitalista, dos tipos de instituciones segundas que hacen posible la existencia del mundo griego antiguo y del sistema capitalista, aportando la textura concreta de la sociedad considerada. La institución es la que hace posible la continuidad de la existencia humana dentro de la sociedad.
Hay otro concepto que Castoriadis trabaja y que me interesa retomar ya que en un momento de la novela sale a la luz. Éste es el de "imaginario social", al cual define como la existencia de estructuras significantes y de significación que no responden a lo real sino que se tratan de formas de organización simbólica y de sentido que forman parte en sí mismo, generando cohesión y organización dentro del complejo tejido social. Es una creación humana cuyo valor está en el sentido que transmite a los sujetos que la comparten.
Retomando palabras de Ester Díaz, el imaginario social "es el efecto de una compleja red de relaciones entre discursos y prácticas sociales… interactúa con las individualidades. Se constituye a partir de las coincidencias valorativas de las personas. Pero también de las resistencias…"[4]; es decir que tiene que ver con un conjunto de conductas propias de una cultura y que son fomentadas para asegurar su permanencia, instalándose a la vez en distintas instituciones que componen la sociedad.
En la novela, el grupo de niños tiene muy presente el imaginario de las instituciones de las que provienen, así como del imaginario social inglés predominante no sólo para ellos sino para el resto del mundo: "el imaginario de que son los mejores".
"… Después de todo, no somos salvajes. Somos ingleses, y los ingleses somos siempre lo mejores en todo…"
Se trata de un imaginario social atravesado por un orden conservador, normas rígidas y autoritarias, lo que influyó también en Golding ya que El Señor de las Moscas, es de alguna manera, la imagen de una época que le tocó vivir, especialmente desde su rol de docente y de marino mercante durante la Segunda Guerra Mundial.
Estas categorías dan ciertas pautas que ayudan a pensar y a reflexionar sobre la institución en sí; pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de institución?… Parafraseando a Lidia Fernández, una institución es en principio una cuota de poder social, ya sea nos refiramos a las normas-valor que adquieren fuerza en la organización social de un grupo o a la concreción de las normas-valor en establecimientos.
Tiene que ver con una formación cultural que expresa la posibilidad de lo grupal o colectivo para regular el comportamiento individual. El nacimiento y acontecer del sujeto se produce en una trama de relaciones y sucesos pautados por instituciones, las cuales pasan a formar parte de su subjetividad, funcionando como un regulador social interno ("un marco que establece límites").
La autora plantea que las instituciones internalizadas poseen una potencia reguladora proveniente de dos hechos:
Las interiorizaciones más profundas se hacen en los primeros períodos de la vida, cuando el ser humano es más indefenso,
La primera autoridad (paterna) se hace carne, combinando el peligro que significa para el niño desestimar las órdenes del padre y los riesgos fantaseados e investidos por errores arcaicos. El núcleo del terror queda disponible para expresarse como culpa y remordimiento frente a la transgresión, funcionando como un organizador para el resto de las normas sociales.
Toda institución posee sus normas las cuales se presentan al individuo de manera múltiple, y que funcionan como un código, estableciendo a su vez un cierto orden. Violar los marcos que establecen las instituciones significa, la mayoría de las veces, correr el peligro de ser excluido del grupo, derivando a una posición de extranjero.
En El Señor de las moscas se puede pensar que el orden está planteado tanto para Ralph como para Jack (las dos figuras de líderes) de distinta manera; mientras Ralph establece reglas elegidas mediante el consenso y la responsabilidad, Jack las piensa de una forma más autoritaria.
A su vez, Piggy continuamente se encuentra bajo el temor acerca de lo que ocurriría si los adultos se enterasen de que no están respetando las reglas. Hay una gran preocupación por mantener el orden.
Por otra parte, Jack y sus cazadores piensan en otro tipo de orden; un orden basado en la rigurosidad, el autoritarismo y la violencia, en general producto del abandono y el aislamiento. Me parece importante retomar algunos de los puntos del esquema descriptivo que Fernández plantea al hablar de institución:
un conjunto de sujetos humanos y su particular forma de organización que les permite asegurar las necesidades básicas para subsistir: abrigo, alimento, cuidados, afecto, etc;
un conjunto de producciones culturales que procuran sostener esta organización porque ha demostrado ser útil;
una tensión inevitable entre los deseos de los individuos ya la necesidad de amoldarlos a la forma social admitida;
un conjunto de producciones culturales destinadas a convencer y generar la decisión que exige el deseo de sacrificio individual en pro de la estabilidad colectiva.
En la novela, especialmente en los primeros capítulos, aparecen cuestiones que marcan una cierta continuidad con el mundo civilizado, sobre todo con el paso de los niños por las instituciones, entre ellas la escuela, cuyo núcleo singular, según Fernández, tiene que ver con un conjunto de órdenes que promueven la enajenación del individuo en las características de su grupo empujándolo a una inserción cultural prefijada a su deseo, pero que al mismo tiempo al basarse en la transmisión de conocimientos entrega la llave para acceder a la conciencia de la individuación.
La situación educativa es una clara situación social de intervención institucional que provoca un movimiento destinado a su regulación y control. Se trata de instituciones complejas que encierran en su mismo movimiento todas las paradojas de la vida social. A continuación retomo, a modo de ejemplo, algunos fragmentos:
"El muchacho rubio se detuvo y se estiró las medias con un ademán instintivo, que por un momento pareció transformar la selva en un bosque cercano a Londres".
"A cada momento llegaban más. Siguieron el ejemplo involuntario de Johnny y se sentaron a esperar en los caídos troncos de las palmeras. Ralph siguió lanzando estallidos breves y penetrantes. Piggy se movía entre el grupo, preguntaba su nombre a cada uno y fruncía el ceño en un esfuerzo por recordarlos. Los niños le respondían con la misma sencilla obediencia que habían prestado a los hombres de los megáfonos."
"-Y otra cosa. No puede hablar todo el mundo a la vez. Habrá que levantar la mano como en el colegio-"
"Obedecían a las llamadas de la caracola, en parte porque era Ralph quien llamaba y tenía los años suficientes para enlazar con el mundo adulto de la autoridad, y en parte porque les divertía el espectáculo de las asambleas."
"-Necesitábamos una asamblea. Y no para divertirse. Tampoco para echarse a reír y que alguien se caiga del tronco- …Para nada de eso sino para poner las cosas en orden-"
Esto da cuenta de que las instituciones tienen que ver con un conjunto de prácticas determinadas que influyen e impactan en los sujetos, localizándolos en determinados lugares, y de las marcas fuertemente instituidas de su paso por ellas. Al respecto, Fernández habla de dos fuerzas intervinientes, aporte que toma de las corrientes institucionalistas francesas:
lo instituido: lo fijo, estable, lo normado y pautado. Es lo que establece un orden y permite que permanezca en el tiempo. Puede estar escrito o no pero en definitiva permite que la institución se mantenga. Esta idea es remarcada permanentemente por el jefe del grupo, Ralph, insistiendo en hablar de a uno por vez u obedecer a las llamadas de la caracola; cuestiones que ya tenían incorporadas y que les permitía la estabilidad del grupo.
lo instituyente: el cuestionamiento, la crítica, la transformación, el intento de cambiar lo instituido, lo cual a veces es positivo pero también puede resultar ser negativo. Jack y sus cazadores rompen las reglas instituidas imponiendo otras basadas en la agresión, el salvajismo e impuestas de forma autoritaria. "¡Al diablo con las reglas!", "¡Al diablo con la hoguera!" era mencionado a cada rato por el pequeño.
El grupo de cazadores, o mejor dicho de salvajes, fueron instituyendo otro tipo de orden que nada tenía que ver con el que se quiso mantener al principio.
Siguiendo con las fuerzas intervinientes, existe entre el instituido y el instituyente, una tensión que produce un "proceso de institucionalización". Es decir, que cuando el instituyente logra el cambio, por medio de dicho proceso se vuelve en instituido; se trata de la dimensión del comportamiento humano que expresa la tensión entre las tendencias a proteger y a cambiar lo establecido.
Por su parte, Cornelio Castoriadis también identifica estos dos movimientos como antagónicos en la institución: el movimiento impulsado por el deseo instituyente, innovador y el orden institucional contra el que choca. Para el autor se trata de una dialéctica que asegura la vida de las instituciones en su conflictualidad esencial entre orden y transgresión.
El autor nos habla del "imaginario social instituyente" y del "imaginario social instituido". En coincidencia con los planteos de Fernández, el primero tiene que ver con la posibilidad de establecer algo nuevo, la invención, "un poder de creación", mientras que el segundo se refiere a la repetición, la reproducción, lo que trata de mantener la continuidad de la cultura.
Esto da cuenta de que somos parte de un sistema de prácticas y discursos propios de la sociedad en que vivimos y de las instituciones que formamos parte, como la familia, la escuela o el grupo al que pertenecemos.
Nuestra constitución subjetiva continuamente gira en este círculo, oscilando entre la invención y la repetición. Así como creamos y planteamos cosas nuevas, también estamos atados a modelos y patrones de conductas los cuales repetimos más de una vez. Pero de lo que se trata es de preguntarnos hasta qué punto lo nuevo, la fuerza instituyente, es bueno o no.
En la isla se mantuvo, hasta donde se pudo, una continuidad con el mundo civilizado, de la educación familiar y del paso por las instituciones, pero el mismo ambiente salvaje fue instituyendo otra forma de vida, que para algunos era el correcto, el más divertido, o tal vez la excusa perfecta para no darse cuenta de la gravedad de la situación.
El grupo, en general, comenzó a acostumbrarse a ese nuevo tipo de vida, con los pelos largos, sucios, con la ropa andrajosa. Era esto lo que se estaba naturalizando e instituyendo.
Otro de los autores que nos habla acerca de la institución es Rene Kaes; en Complejidad de los espacios institucionales y trayectos de los objetos psíquicos, la define como "el orden por el cual se funda un colectivo con el objeto de realizar una tarea útil, necesaria para el funcionamiento social: reproducción de la vida, educación, salud, trabajo, defensa colectiva, sistema religioso, cultural, basados en representaciones compartidas"[5] En otro de sus escritos, La institución y las instituciones. Estudios psicoanalíticos, realiza un interesante recorrido retomando aportes del psicoanálisis, Freud, Castoriadis, entre otros autores, para dar cuenta de las dificultades que existen acerca de concebir a la institución como objeto de pensamiento, y cómo sufren los sujetos que forman parte de ella.
Plantea de que la institución es antes que nada una formación de la sociedad y la cultura, el conjunto de las formas y las estructuras sociales instituidas por la ley y la costumbre, que regula nuestras relaciones, nos preexiste y se impone a nosotros inscribiéndose en la permanencia. Pero de todos estos planteos, lo que me interesa retomar para mi trabajo es la categoría de "formaciones intermediarias", de los espacios psíquicos comunes que la institución fomenta, produce y administra a partir de las cargas que ella exige de sus sujetos.
Se trata de formaciones entre el espacio psíquico del sujeto y el espacio psíquico constituido por su agrupamiento en la institución, las cuales no pertenecen como propiedad ni al sujeto singular ni al grupo sino a la relación entre ellos.
Un rasgo constante y determinante de estas formaciones es su "carácter bifronte", la reciprocidad que inducen entre los elementos que las ligan, la comunidad que consolida mediante pactos, contratos y consensos inconscientes, articulando de esta forma las relaciones del elemento y el conjunto en figuras diversas (ensamble, inclusión mutua, co-inherencia o invención continua).
Kaes plantea la categoría de lo intermediario y si ella puede ayudar en la articulación psicosocial. "Intermediario" es lo que está en medio, entre; medio entre espacios, tiempos, unidades, etc.
Marta Souto, en Las formaciones grupales en la escuela" (1994), retoma esta cuestión de Kaes, puntualizando sobre dos caracteres:
Como una función de lo articular, que se da en un campo discontinuo en el que hay separación de elementos. Como dice Kaes, esta característica tiene un valor heurístico y puede ser utilizada en situaciones de crisis y ruptura donde las articulaciones se quiebran.
Como génesis, movimiento, transformación, que permitirá dar cuenta del origen y del proceso de pasaje y transformación.
La función de articulación puede darse en distintos tipos de conjuntos heterogéneos u homogéneos, dentro de un mismo conjunto, sistemas o entre sistemas, etc. Es una noción que va más allá de una lógica de pensamiento estructural, de una lógica de objeto discreto, ya que plantea justamente la conexión, el puente entre lo diferente, lo distinto.
En este sentido, es asimilable a una perspectiva epistemológica que intenta captar a otra en el psiquismo individual y en las formaciones intersubjetivas.
"Hace puente entre un pensamiento y otro, entre una representación y otra". Tiene un carácter de "doble faz", que permite ser mirado desde un lado o desde otro, que pueden expresar presencias y ausencias. Es también una "formación de compromiso", de carácter sintomático que permite expresar sentidos ocultos o pensamientos inconscientes, entre elementos contradictorios y paradójicos.
Lo intermediario, al estar entre, participa de la diversidad de los conjuntos que articula y toma significados de ambos, representando en cada uno al otro, sin identificarse con él. Por eso lo intermediario "crea nuevos sentidos", ligando y estableciendo articulaciones entre lo social, lo institucional y lo subjetivo.
"Dice Kaes, reelaborando el uso del sentido de intermediario en Freud: ¿es porque se trata de un ser en crisis y de ruptura, que el ser humano es un ser de palabra y de cultura, un creador de intermediarios?"[6]
Otra cuestión relacionada con este concepto de lo intermediario permite comprender la transmisión cultural como acto de transmitir. En dicho acto, lo intermediario juega una función en tanto permite hacer puente entre lo pasado y lo presente, estableciendo una cadena mediante eslabones que se articulan para que el sujeto pueda ser sujeto para sí mismo y eslabón de la cadena de la herencia cultural.
En la novela, un elemento que a simple vista cumplió esta función de intermediario es la caracola, teniendo esa función de "doble faz", asegurando presencias y ausencias, ya que por un lado los unía como grupo, y a la vez, les hacía recordar el sonido del megáfono del avión, siendo ésta una de las posibles causas que hacía que su sonido sea respetado.
"… se colocó frente a la asamblea y llevó la caracola a sus labios.
Los demás aguardaron aquella señal y enseguida se acercaron".
De alguna manera, la caracola cumplía el papel de articulación, de ligar lo diferente, ya que cada vez que sonaba había un momento de respeto, de escuchar al otro, siendo éste el inicio de búsqueda de posibles soluciones para el grupo en general. Es decir el intermediario entre la palabra y el grupo.
A su vez, también el jefe, conductor o líder de un grupo cumple funciones psíquicas de intermediación. De alguna manera, Ralph tenía la función de unirlos a los demás como grupo, ejerciendo la función de lo intermediario entre ellos.
Es interesante el análisis que realiza Kaes cuando plantea, retomando a Freud, el tema de la "identificación" como lo intermediario que también opera dentro del grupo. Ésta indica aquello que se pierde y se gana para el sujeto en dicho proceso y lo que de ello resulta en el conjunto así formado.
Desde Freud: "la identificación es aquello que es común a dos o varios sujetos, lo que se coloca y se desplaza desde el uno hacia el otro"[7]. En el grupo de escolares se pusieron en juego distintos tipos de identificaciones, la más notoria, sobre todo en un primer momento, fue hacia Ralph quien representaba una imagen paternal lo cual hacía que los demás se identificaran con él. A su vez se puede pensar que el aislamiento, la soledad y el abandono como un tipo de identificación manifestado en el grupo. Una identificación fundada en la capacidad o voluntad de ponerse en una situación idéntica.
"El grupo-en cuanto formación intermediaria- es lo que en el seno de la institución vincula entre sí, en una realización de tipo onírico y por la comunidad de síntoas, fantasmas e identificaciones, a los sujetos de la institución, de manera que puedan cargar en ella sus deseos reprimidos y encontrar los medios deformados, desviados, disfrazados, de realizarlos o de defenderse contra ellos. De este modo, se ligan a la institución, a su ideal, su proyecto, su espacio[8]
Institución y tabúes de por medio
Hemos visto que toda institución tiene que ver con un conjunto de prácticas, discursos, reglas, lo cual trata de establecer un cierto orden, que la mayoría de las veces implica prohibiciones referidas a lo que se puede o no decir o hacer.
Se trata de los llamados "temas tabú" que rigen en toda institución, grupo y sociedad en general, los cuales inspiran un cierto respeto, pero a la vez miedo o angustia en el caso de ser violado.
Esto da cuenta de que las instituciones encuadran distintas representaciones o supuestos que precisan, de alguna manera, ser cumplidos como una forma de contribuir con su continuidad.
En Tótem y Tabú (1913), Freud esquematiza la forma en que se constituye la institución originaria de la sociedad humana mediante la instalación de distintos tabúes, transmisión de costumbres, ceremonias, preceptos y representaciones construidas luego del "asesinato originario".
Freud analiza el término "tabú" haciendo un recorrido desde sus orígenes. Plantea que dicho concepto entraña una idea de reserva manifestada en prohibiciones y restricciones que no tienen que ver con prohibiciones de tipo moral o religioso ya que no emanan de ningún mandamiento divino ni de un sistema de leyes. Estas prohibiciones tabú carecen de todo fundamento, cuentan con un origen desconocido y muchas veces resultan incomprensibles para muchos debido a que a simple vista parecen naturales bajo su imperio.
Freud retoma a Wundt, quien afirma que el tabú es el más antiguo de los códigos no escritos de la humanidad.
A lo largo de la historia, la palabra tabú designó tres nociones: el carácter sagrado de personas u objetos, la naturaleza de la prohibición que dicho carácter emana y la santidad o impurificación resultante de la violación de la misma.
Freud plantea que han existido tabúes permanentes, pero también temporales. Los sacerdotes y jefes, al igual que los muertos, pertenecen a la primera clase. Por su parte, los tabúes temporales se enlazan a estados y actividades como la menstruación y el parto, el estado guerrero antes y después de la expedición, etc. Por ejemplo: el precepto-tabú de que los guerreros debían, a la hora de pelear, olvidarse de sus esposas para poder luchar, despejados y sin la añoranza de los ausentes.
Se trata en general de una serie de limitaciones a las que se han sometido los pueblos primitivos, ignorando sus razones y sin preocuparse de investigarlas ya que son consideradas como algo natural, bajo el convencimiento de que si son violados les atraería los peores castigos.
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