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Psicología social: El señor de las moscas (página 2)

Enviado por Rita Gotardo


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Para Wundt, el tabú comprende todos los usos en los que se manifiesta el temor inspirado por determinados objetos relacionados con las representaciones del culto, y por los actos con ellos enlazados. A su vez, "si entendemos por tabú, conforme al sentido general de la palabra, toda prohibición impuesta por el uso y la costumbre o expresamente formulada en leyes de tocar un objeto, aprovecharse de él o servirse de ciertas palabras prohibidas…" habremos de reconocer que no existe un solo pueblo ni una sola fase de la civilización en los que no se haya dado una tal circunstancia."[9]

Wundt estudia la naturaleza del tabú en las condiciones primitivas de los salvajes australianos, dividiendo las prohibiciones en tres clases:

  • a. El tabú de los animales, que consiste en la prohibición de matarlos y consumir su carne, constituyendo el nódulo del "totemismo";

  • b. El tabú de los hombres, quienes se hallan limitados, de antemano, a circunstancias excepcionales de la vida, como la adolescencia, el parto, los recién nacidos y los muertos;

  • c. El tabú de los objetos, los cuales son servidos por el hombre constantemente, como por ejemplo la ropa, armas y demás.

Wundt creía que el tabú obedecía a un poder demoníaco, pero a lo largo del tiempo esto fue pasado a un segundo plano. Las raíces del tabú son más bien de caráceter psicológico.

Al respecto, Freíd establece una analogía entre los tabúes en los enfermos obsesivos y los de los primitivos salvajes, en donde existen concordancias en el sentido de que son igualmente de origen enigmático e impuestos desde dentro del sujeto.

Dichas concordancias, según Freud, refieren a cuatro cuestiones: un carácter inmotivado, convencimiento interno, desplazabilidad (contagio) y acciones ceremoniales, dando ejemplos, como el caso de la persona que reprimió su placer al contacto, creándose así un conflicto ("deseo tocar pero está prohibido hacerlo").

Las prohibiciones tabú son ambivalentes, ya que en el inconsciente suele haber un cierto deseo de violarlas, pero al mismo tiempo rige el temor. El hombre que viola el tabú se vuelve él mismo tabú, ya que da el mal ejemplo a los demás, quienes a su vez deben evitarlo; también se vuelve tabú aquel que tiente a violar lo prohibido.

Esta transferibilidad del tabú refleja la inclinación de la pulsión inconsciente, ya indidicada para la neurosis, a desplazarse siempre sobre nuevos objetos siguiendo diferentes cambios asociativos.

Esto da cuenta de que así como nos desprendemos de ciertos tabúes ya que en definitiva terminan siendo tabúes epocales propios de un momento específico, a su vez somos creadores de nuevo.

Hemos sido, y de hecho seguimos siendo, seguidores de tabúes que han tratado de alguna manera regular nuestras conductas. La mayoría son propios de la cultura en que nos ha tocado vivir.

Al mismo tiempo, tienen que ver con cuestiones instituidas que no siempre se borran del todo. En El Señor de las Moscas hay un grupo de niños que fueron atravesados por la cultura y por las instituciones, y de lo cual predomina un período de latencia; es decir que no puede borrarse del todo y que en cierta medida trata de ser conservado, como es el caso del respeto a los mayores, a la autoridad, y el temor al castigo en el caso de no hacerlo.

Por ejemplo, en los siguientes fragmentos de la novela se esquematiza esta situación:

En la primera escena se puede ver que Maurice, si bien actúa de una manera que bajo la visión de los adultos no es la correcta, es consciente de ello, imaginándose la "posible sanción" que recibiría por haberlo hecho. En cuanto a la segunda escena, Roger está respetando el "espacio de Henry", mediado por el cuidado y la educación propias de las instituciones que lo contienen… "El brazo de Roger estaba condicionado por una civilización que no sabía nada de él y estaba en ruinas."

El concepto de Grupo

Al hablar de "grupo", uno se puede referir a un conjunto de personas organizadas alrededor de una tarea, con un objetivo en común, y en donde cada integrante es poseedor de un rol específico.

Pichón Riviere lo caracteriza como "un conjunto restringido de personas que ligadas por constantes de tiempo y espacio y articuladas por su mutua representación interna se propone, en forma explícita o implícita, una tarea que constituye su finalidad, interactuando a través de complejos mecanismos de asunción y adjudicación de roles"[10]. La realización de dicha tarea, destinada a satisfacer necesidades y alcanzar objetivos comunes, exige en primer lugar que los integrantes del grupo la reconozcan como algo común, como aquello que los une y que los hace partícipes, lo cual de alguna manera los ayuda a constituirse como sujetos humanos.

En La dinámica de los grupos pequeños, Didier Anzieu analiza el término etimológicamente para dar cuenta de que se trata de un concepto bastante reciente, atravesado por una serie de dificultades: "grupo" viene del italiano "groppo" o "gruppo", el cual en un primer momento fue utilizado en el campo de las bellas artes, designando a varios individuos pintados o esculpidos formando un tema. Rápidamente la palabra se va extendiendo en el lenguaje corriente para designar una reunión de elementos, pero es recién a mediados del siglo XVIII que dicho concepto va a a designar un grupo de personas.

Al mismo tiempo se le fueron adjudicando diferentes sentidos; el primero fue el de "nudo" relacionado por los lingüistas con el antiguo provenzal grop nudo, suponiendo que derivaba del germano occidental "kruppa"=masa redondeada, dando la idea de algo redondo.

De esta manera, la etimología fue proporcionando dos líneas de acción: el "nudo" cuyo primer sentido se convirtió poco a poco en grupo hasta poner de relieve el grado de cohesión entre los miembros, y en cuanto a lo "redondo", y desde el francés moderno, designó una reunión de personas o círculo de gente.

Lo que el autor nos trata de mostrar es que la palabra grupo ha sido una de las más confusas de la lengua francesa, como así también en el inglés y el alemán, emergiendo muy lentamente durante la historia del pensamiento. También por parte de los sociólogos se ha visto una ambigüedad del término, quienes hablan de "grupos sociales" para designar, por ejemplo, las clases sociales o las categorías socio-económicas.

El grupo implica una voluntad común, pero a su vez encierra algunas contradicciones, ya que para ser parte del grupo, así como se aceptan ciertas cosas, también se debe renunciar a otras. Hay un punto en el que el sujeto debe renunciar porque en el grupo no tiene lugar, lo cual da cuenta de que se trata de un concepto que brinda tanto protección como alienación. Por ejemplo, n el grupo de escolares, Piggy tenía un lugar bastante marginado en el grupo, cuya razón podría haber sido su estado físico o forma de ser; esto sería una contradicción interna.

Anzieu plantea que el grupo empieza con la presencia de un tercero en una pareja, pero que generalmente los fenómenos de grupo se manifiestan plenamente a partir de cuatro miembros. Por otro lado, las acciones de grupo son diferentes de las acciones sociales en las que la pluralidad de los individuos es, en el primer caso, una pluralidad de individuos que están presentes juntos, o bien que lo han estado y lo recuerdan o que saben que lo estarán.

Una reunión o un grupo de individuos pueden tomar muchas formas y nombres. El autor menciona cinco categorías como una forma de diferenciar las distintas acciones que el individuo realiza, ya sea de manera aislada o grupal; ellas son: Multitud, Pandilla, Agrupación, Grupo Primario o Pequeño y Grupo Secundario.

De acuerdo a las relaciones establecidas entre los personajes de la novela, me interesa trabajar los términos de Pandilla y Grupo Primario.

En primer lugar, una Pandilla se da lugar cuando los individuos se reúnen voluntariamente por el placer de estar juntos, cuya razón puede ser la búsqueda de lo parecido, ya sea en cuanto a los modos de pensar y sentir, y de lo cual no se es necesariamente consciente. Las más conocidas son las pandillas de niños, de adolescentes o de delincuentes.

"El placer de estar en pandilla procede de lo que se suprime o suspende la exigencia de adaptarse, al precio de una tensión psíquica penosa, a un universo adulto o social y a sus reglas de pensamiento y de conducta; la copresencia de otras personalidades homólogas a sí mismo- incluso por ejemplo por su sincretismo mental y afectivo, su débil nivel intelectual, un sentimiento de ser incomprendido por los padres o los mayores, su asociabilidad, sus tendencias perversas- permite abandonarse a sí mismo sin coacción ni remordimiento, y justifica ser como se es"[11].

La pandilla aporta una cierta seguridad, contención, y en algunos casos un sustituto de amor. Niños desamparados o abandonados, personalidades inafectivas o débiles, sentimentales, los que salen de comunidades con una fuerte disciplina en las cuales sus necesidades afectivas no son satisfechas, cuestiones tales que van constituyendo naturalmente a las pandillas; de todas maneras las actividades realizadas en común no aparecen como un fin esencial de la pandilla, sino que el fin es estar juntos porque se es parecido.

Si bien la pandilla se define por la similitud que sus integrantes comparten, sobre todo porque reúne un número limitado de individuos, esta suele ser bastante efímera ya sea porque la evolución psicológica individual de sus miembros la desagrega, algunos maduran, salen de la adolescencia, o bien porque el bello parecido entre todos desaparece.

La pandilla se hacer duradera si se transforma en un Grupo Primario", lo que implica un cambio de características: afirmación de valores comunes, privilegio de la lealtad y solidaridad de sus miembros, diferenciación de funciones y fijación de fines para la complacencia colectiva con sí mismo. A su vez, éste posee un conjunto de características pero que no siempre se encuentran presentes en un mismo grupo:

  • Número restringido de miembros, en donde cada uno posee una percepción individualizada de cada uno de los otros, es decir, hay una percepción recíproca haciendo posible el intercambio interpersonal;

  • Prosecución en común y forma activa de los mismos fines;

  • Relaciones afectivas entre los miembros las cuales pueden hacerse intensas y constituir subgrupos de afinidades;

  • Interdependencia de los miembros y sentimientos de solidaridad de por medio;

  • Diferenciación de las funciones entre los miembros;

  • Constitución de normas, creencias, señales y ritos propios al grupo.

En un grupo definido en estos términos se desarrollan conductas de mantenimiento que pretenden la conservación del grupo como realidad física, imagen ideal y conductas de progresión que llevan a la transformación de las relaciones entre los miembros de la organización interna y del sector de la realidad física o social en el cual el grupo ha elegido sus fines.

Se puede pensar que al comienzo de la novela, los niños se reunieron como "pandilla" mediante la búsqueda de lo parecido, como una forma de reclamar protección y cuidado, lo cual había sido perdido debido al naufragio. Hay una fuerte necesidad de estar con otros, pero poco a poco, ante el conocimiento de que estarían en la isla por largo tiempo y mediante la consolidación de las relaciones, esta pandilla de niños se fue conformando como un grupo primario, estableciéndose vínculos personales como as{i también afinidades al interior de ellos, establecimiento de reglas, adjudicación de roles y diferenciación de tareas a realizar, como fue el cazo del grupo de cazadores que debían encargarse de mantener la hoguera encendida y conseguir carne, mientras que otros debían construir cabañas. Al mismo tiempo se ponen en juego un conjunto de creencias y realización de ritos, como el caso de la caracola, la cual cada vez que era sonada producía una especie de ritual en el sentido de que todos hacían silencio sabiendo que significaba una llamada a asamblea.

En un grupo con estas características, más allá de la presencia de un líder, es posible la comunicación cara a cara, existiendo a la vez un objetivo común que los une. A simple vista, y a pesar de que muchos de los niños lo negasen, el objetivo era del grupo era el "rescate".

La problemática del sujeto en la temática grupal

"Me parece que muchos otros estarán por ahí. ¿Tu no has visto a nadie más?…"

Al interrogarse acerca de lo grupal, tanto Riviere como Quiroga se preguntan acerca de los procesos interaccionales que se dan al interior, cuestionándose a la vez acerca de la esencia de la situación que constituye el horizonte de toda experiencia humana, lo cual los reenvía necesariamente a la problemática del sujeto.

En dicho análisis, Riviere concibe al sujeto como emergente, configurado en una trama compleja en la que se entretejen vínculos y relaciones sociales. Desde dicho planteos, la subjetividad aparece determinada por lo histórico y lo social en tanto el sujeto se constituye como tal en un proceso de interacción entendido como una dialéctica o interjuego entre sujetos.

De esta manera, el sujeto aparece bajo un doble carácter: como "agente", actor del proceso interaccional, y a su vez configurándose en dicho proceso emergiendo y siendo determinado por las relaciones que constituyen sus condiciones concretas de existencia.

Quiroga y Riviere hablan de un "sujeto de la necesidad", analizando el interjuego entre la necesidad emergente del intercambio material del organismo como el medio y la satisfacción de dicha necesidad lo cual, y como ya he planteado en el apartado anterior, encierra un mundo externo en busca de la fuente de gratificación en la relación con los otros sujetos. Sería como esa necesidad constante de buscar en los otros el reconocimiento, viendo a la vez la forma de agradarles.

Se trata de un "sujeto-sujetado" de la necesidad que se metamorfosea a partir del "proyectum"; es decir la sujeción a la necesidad como punto de partida de la acción destinada a obtener la gratificación, sería la condición de una tarea en la que el sujeto se proyecta sobre el mundo externo (su contexto inmediato) con una direccionalidad (proyecto) mediante un hacer que lo modifica.

Ese interjuego entre necesidad y satisfacción define al sujeto como un sujeto de la acción, situado a partir de tareas concretas y en su dimensión histórica.

Hemos visto que desde la concepción pichoniana de sujeto, la tarea ocupa un lugar fundante; a su vez dicho sujeto aparece "activamente adaptado" en la mediad que mantiene un interjuego dialéctico con el medio y no una relación rígida, pasiva o estereotipada.

Desde Pichon Riviere, la Psicología Social no es una psicología de los grupos sino una reflexión acerca del sujeto y su comportamiento, siendo lo grupal el escenario e instrumento de su comportamiento.

Riviere analiza la unidad de interacción en la que este sujeto emerge, y al que concibe como el contexto pertinente, focalizado como objeto de reflexión para comprender a ese sujeto, y en donde se articulan sus determinaciones internas y externas.

Es decir que estos procesos interaccionales constituyen el horizonte de la conducta humana la cual se reviste de significatividad.

Pero… ¿qué es lo que aparece en una situación de interacción?…; siguiendo con los aportes de Quiroga y Riviere, hay interacción cuando "dos o más sujetos comparten un tiempo y un espacio, hay entre ellos un juego corporal de miradas, de gestos. Se perciben recíprocamente y sobre la base de esa percepción recíproca intercambian mensajes, utilizando un lenguaje verbal y gestual. Decimos que se establece entre esos sujetos un proceso comunicacional en tanto intercambian signos de un código, por los que describen objetos y expresan emociones".[12]

Hay interacción en tanto se de una determinación recíproca o interjuego que se efectiviza cuando la presencia cuando la presencia y la respuesta del otro es incluida y anticipada en la actitud de cada sujeto; inclusión y anticipación que se configura como expectativa hacia el otro dentro de un interjuego de orientación mutua.

En ese interjuego de expectativas recíprocas, cada sujeto aparece como significativo para el otro, cuyas acciones están articuladas por leyes de causalidad recíproca. Dicha interacción también tienen que ver con una necesidad propiamente humana, de poder relacionarnos con los otros.

Al comienzo de la novela, Piggy sentía esa necesidad de poder relacionarse con Ralph, ya que hasta ese momento eran los únicos dos que habitaban la isla

"-¿Cómo te llamas?

-Ralph.

El gordito esperaba a su vez la misma pregunta, pero no hubo tal señal de amistad. El muchacho rubio llamado Ralph sonrió vagamente, se levantó y de nuevo emprendió la marcha hacia la laguna. El otro le siguió decidido a su lado."

Esta escena muestra el "empuje" que Piggy sentía en el sentido de establecer algún tipo de vínculo con Ralph, cuya necesidad no pudo ser satisfecha completamente, ya que Raplh no parecía demostrar la misma sensación.

El desarrollo de expectativas recíprocas y el intercambio de mensajes permiten afirmar que la interacción implica procesos de comunicación, a la vez que fenómenos de aprendizaje en tanto se da una modificación interna de cada uno de los actores, modificación emergente del reconocimiento del otro lo que producirá un ajuste del comportamiento de ambos a esa realidad que significa la presencia concreta del otro.

Se puede hablar también de otras formas de acercamiento a la comprensión de este rasgo esencial de los procesos de interacción pero a través de su negación, como una forma de contrastar ambas posibilidades. Serían formas de lo colectivo en la que los sujetos participan objetivamente del mismo tiempo y espacio, y en donde si bien se desarrollan acciones, no se da una relación entre los sujetos en cuestión.

Se trata de situaciones en las que, pese a la presencia simultánea de varios actores en un mismo ámbito espacial, no llega a constituirse la unidad interaccional. Al respecto, Quiroga retoma a Sastre, quien en Crítica a la razón dialéctica investiga acerca de estas formas de lo colectivo denominándolo como "serie" y caracterizándolo como opuesto al grupo.

La serie sería una forma de lo colectivo cuya unidad es exterior, con principios organizadores las cuales son externos, y no internos como lo es en el grupo. En consecuencia, la serie es inestructurada y carece de cohererencia interna; por ejemplo, una cola de personas para sacar una entrada o clientes al interior de un negocio.

Esto me permite pensar que en la novela, antes de producirse el accidente, los niños formaban parte de una serie como pasajeros del avión, y si bien compartían un tiempo y un espacio, ésta no era la condición suficiente para establecer una relación vincular. Tuvo que pasar una situación (el accidente) que les permitiera interaccionar entre ellos, o mejor dicho entre los sobrevivientes, lo cual va mucho más allá que compartir sólo un espacio físico, acompañado esto de la necesidad de estar con otros.

A modo de conclusión…

Luego de leer El Señor de las Moscas me pregunto si en realidad un niño que está comenzando a vivir el pase entre su socialización primaria y la secundaria puede "sobrevivir" sin el adulto, sin la ley y la protección.

Golding lo pensó de esta forma: como el caos, la destrucción y violación de reglas, mostrando la condición humana en su máximo esplendor, a partir de la situación de pequeños escolares quienes apenas estaban palpando las normas sociales y que debieron aprender a sobrevivir, primero de forma democrática mediante llamadas a asambleas para poder ver qué era que lo mejor para todos como grupo, y finalmente de manera despótica y salvaje.

Lo que trata el autor es mostrar cómo reaccionaría un grupo de niños a la hora de mantenerse con vida, lo cual una opción sería mediante la agresividad e imposición de la superioridad ante los demás, cuya actitud fue tomada por Jack, y quien para varios representó el "Nazismo de la época".

En general, esta fue la forma que estos pequeños tuvieron para ver lo que les había pasado, asumiendo al principio "un mundo sin mayores" que luego pasó a ser "su mundo".

Creo que implícitamente lo que Golding trata de señalar es la presencia del adulto como necesaria. Al respecto me surgen los siguientes interrogantes: ¿puede el niño vivir sin el adulto?; ¿es capaz de crear sus propias reglas y vivir "armónicamente"?; ¿cuál sería la representación de niño que se está poniendo en juego para pensar tal situación?….

Para ayudar dicha reflexión me pareció pertinente retomar la obra Pedagogía del aburrido, en especial un artículo de Ignacio Lewkowicz titulado ¿Existe el pensamiento infantil? En él, plantea la idea de que la infancia, al igual que la adolescencia en tanto construcción histórica, ha ido cambiando configurándose y desplazándose una y otra vez. Al mismo tiempo retoma una idea de Spinoza: "el concepto no ladra", es decir que no siempre un concepto indica precisamente lo que uno espera ya que mediante él se suele sobreimponer una representación a lo real para después exigirle a lo real que se comporte según la representación. Por ejemplo: si se trata de un niño, se "supone" que debe hacer tal y tal cosa, y evitar otras.

Si bien el concepto es un instrumento, para Lewkowicz no se trata de un saber absoluto ni la determinación de lo real, lo cual tampoco significa que conceptualizar sea inútil.

Los dispositivos modernos han trabajado sobre modelos institucionales, por eso al pensar la infancia espontáneamente se la sitúa como institución ya que dicho concepto remite a una serie de instituciones que la producen y albergan. Las dos más importantes: la familia y la escuela, en donde la familia produce al niño como hijo y la escuela como alumno, siendo la superposición de hijo y alumno lo que espontáneamente llamamos niño.

En su análisis, el autor plantea la siguiente situación, la cual me recuerda en algunos puntos escenas de la novela:

"Una pintora rosarina que vive en Venecia pinta niños, situaciones de niños que son muy raras: son de niños y sólo niños. Y cuando digo "sólo niños" no estoy diciendo "sin adultos" porque el "sin" de "sin adultos" enuncia que falta algo, y lo que ella pinta no son niños a los que le faltan los adultos, ni niños que festejan que no están los adultos. Esas pinturas son sumamente inquietantes, no porque tengan algo siniestro, algo provocador o algo oscuro, sino porque expresan algo que se les escapa al pensamiento. Son niños y sólo niños. Están jugando, están haciendo, están caminado, están pensado: son chicos. El inquietado es uno, el sujeto moderno que inmediatamente situa al niño en la familia o en la escuela, que concibe la infancia como una institución entre las instituciones familiar y escolar. Lo inquietante en los cuadros es que esos niños no son hijos ni alumnos, que son los predicados espontáneos con los que rodeamos a los chicos. Ante todo, un niño es hijo o alumno, pero ésa no es una nominación desde el niño sino desde la institución que los produce como tales".[13]

En El Señor de las Moscas el autor si se está plantea ese "sin", es decir la falta del adulto, acompañado de la fuerte influencia que ejerce la familia y la escuela como las dos instituciones que atraviesan a la infancia de estos niños, lo cual puede verse desde el punto de vista de los niños (como el caso de Piggy quien continuamente se atemoriza ante la idea de que si los mayores se enterasen que estaban "rompiendo con las reglas" se iban a enojar) como desde el adulto (que fue el caso del jefe de Marina quien lo primero que preguntó al llegar a la isla era si se encontraba algún mayor). Esto da cuenta de que el niño está afectado institucionalmente por un tiempo que es el "todavía no", lo cual excluye al pensamiento infantil ya que ante el supuesto de que está tutelado porque nace desamparado y por dicha razón las instituciones deben ampararlo, no se está reconociendo la voz propia del niño, interpelándolo únicamente desde su relación con el adulto.

Ante esto, las instituciones se orientan en función de que los niños piensen conforme a normas, pero no para que piensen por sí mismos.

Generalmente, desde el sentido común, uno puede pensar que si existiera la posibilidad de que un grupo de pequeños tuviera que convivir sin la intervención de un mayor, no sería posible la armonía, quedando las reglas que uno pretende imponer en un segundo plano.

Si bien considero necesario la fijación de límites ya que al igual que en la novela los niños lo piden muchas veces a gritos manifestándolo de múltiples formas, también pienso que éstas no deben ser sólo una cuestión de imposición arbitraria o sádica, sino poder escuchar la voz de ese sujeto que va constituyendo su subjetividad en relación a otros y que tiene mucho para decirnos y enseñarnos.

Es todo un desafío poder proponerse dicha tarea: reconocer al sujeto tal como es, respetando sus pensamientos e interviniendo en las ocasiones que sea pertinente, lo cual implica que de algún modo la presencia del adulto es a veces necesaria.

Bibliografía

  • ANZIEU, D. y MARTIN J-I: "El concepto de grupo" en "La dinámica de los grupos pequeños"; Edición Biblioteca Nueva.

  • CASTORIADIS, C. (1999): "Figuras de lo pensable"; Fondo de Cultura Económica.

  • COREA. C y LWECOWICZ, I. (2004): "¿Existe el pensamiento infantil" en "Pedagogía del aburrido"; Editorial Paidos.

  • DIAZ, E. (19996): "¿Qué es el Imaginario Social?" en "La Ciencia y el Imaginario Social"; Editorial Biblos.

  • FERNÁNDEZ, L: "Instituciones educativas. Dinámicas institucionales en situaciones críticas". PAIDOS 1994

  • FREUD, S. (1912) "Tótem y Tabú", Obras completas, Volumen 9

  • GOLDING, W. (1999): "El Señor de las Moscas"; A. Guerrero Editor.

  • KAES, R. y otros (1989): "La institución y las instituciones" Estudios psicoanalíticos, Editorial Paidos.

  • QUIROGA, A. (1999): "El concepto de grupo y los principios organizadores de la estructura grupal en el pensamiento de Enrique Pichón Riviere" en "Enfoques y prespectivas en Psicología Social"; Ediciones Cinco, Bs. As.

 

 

Autor:

Rita Gotardo

UNIVERSIDAD NACIONAL DE ENTRE RIOS

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACION

TALLER DE PSICOLOGIA SOCIAL Y DINAMICA DE GRUPOS

TRABAJO FINAL

PROFESORES: NORMA BARBAGELATA

ANDRES BORGETTO

AÑO ACADEMICO: 5TO. AÑO

MAYO, 2007

[1] William Golding nació en Columb Minor, en Cornwall. Estudió en la universidad de Oxford en donde posteriormente impartió seminarios de lengua inglesa. Trabajó como actor y autor, aunque sus preferencias fueron referidas a la enseñanza. De esta manera se dedica a la docencia hasta que se alistó en la Marina durante la segunda Guerra Mundial. Una vez terminada la guerra vuelve a escribir de nuevo. Ambas experiencias, la decadencia humana del conflicto bélico y las rígidas normas de los colegios de su país forjaron su desilusión en el hombre y su destino, llegando a inspirarlo a la realización de esta obra “El Señor de las moscas”, su primera novela escrita en 1954 y por la cual recibió el premio Nóbel en el año 1983. A esta le siguieron otras obras en donde trabajó temas similares, como “Los herederos” (1955), “Martín el naufrago” (1959), entre otros.

[2] BERGER, y LUCKMAN (1979): “La construcción social de la realidad”;

[3] CASTORIADIS, C.(1999): “institución primera de la sociedad e instituciones segundas”; en “Figuras de lo pensable”, Fondo de Cultura Económica; pág 115

[4] DÍAZ, E: (1996): “¿Qué es el imaginario social?” en “La ciencia y el Imaginario Social”; Editorial Biblos, Bs. As.

[5] KAES, R: “Complejidad de los espacios institucionales y trayectos de los objetos psíquicos”, en “Psicohigiene en las instituciones”, J. Bleger.

[6] SOUTO, M. (1994): “Las formaciones grupales en la escuela”; Editorial Paidós.

[7] KAES, R (1989):”La institución y las instituciones. Estudios Psicoanalíticos; Editorial Paidos, pág. 39

[8] op, cit: pág 40

[9] FREUD, s. (): “Tótem y Tabú”; Obras Completas. Tomo 13, pág 1761

[10] QUIROGA. A (1999): “El concepto de grupo y los principios organizadores de la estructura grupal” en “Enfoques y perspectivas en Psicología Social”; Ediciones Cinco; Bs. As.; pág 78

[11] ANZIEU, D: “El concepto de grupo” en “La dinámica de los grupos pequeños”; pág. 22

[12] QUIROGA. A (1999): “El concepto de grupo y los principios organizadores de la estructura grupal” en “Enfoques y perspectivas en Psicología Social”; Ediciones Cinco; Bs. As.; pág 84

[13] COREA, C, LEWCOWICZ, I (2004): “¿Existe el pensamiento infantil? en “Pedagogía del aburrido”; Editorial Paidos, Bs. As., pág. 126

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