- Introducción
- Ambiente familiar y ambiente escolar
- Funciones de la familia
- La familia, víctima de las circunstancias
- La familia, generadora de violencia
- Función de la escuela
- Ambiente escolar, socialización y conflicto
- Violencia en la escuela
- Los acosadores
- El papel del maestro
- Consecuencias del acoso escolar
- Prevención: estrategias y acciones
- Conclusiones
Introducción
El fenómeno de la violencia en nuestro país no es nuevo, en todo caso lo que es inédito es el incremento de los niveles de violencia, tanto en número como en la diversidad de sus manifestaciones y los ámbitos en los que se presenta, algunos de los cuales habían permanecido virtualmente intactos.
Muchos parecen sorprendidos al enterarse de la violencia que se presenta en la escuela a través de lo que actualmente se ha denominado bullying, [1]neologismo que designa un conjunto de acciones mediante las cuales se acosa, ya sea individualmente o en grupo a otro u otros haciendo uso de la violencia física, verbal, psicológica o simbólica de manera reiterada entre escolares de manera directa, o bien a través de las redes sociales (ciberbullying). El bullying es una forma de tortura, metódica y sistemática, en la que el agresor sume a la víctima, a menudo con el silencio, la indiferencia o la complicidad de otros compañeros[2]
Es evidente que todo tipo de agresión violenta las relaciones armónicas en cualquier contexto social, sin embargo parece que no se repara en tres situaciones fundamentales que inciden en el incremento de la violencia escolar:
a) la violencia intrafamiliar;
b) la violencia de género y;
c) la violencia resultado de la correlación de fuerzas resultante del desequilibrio económico y las pugnas por los mercados en el contexto del narcotráfico.
Se dirá que esto último se produce en otras áreas muy alejadas del ámbito escolar, pero en la última década[3]el fenómeno de violencia ha permeado a la sociedad entera y en gran parte se ha capitalizado tanto en los medios masivos, como en las redes sociales ya que hasta en los contenidos cinematográficos y televisivos se hace una apología de la violencia que ha desensibilizado a los niños y jóvenes quienes no lograr dimensionar los hechos y sus consecuencias reales: "el bullying no surge en la escuela. No es un fenómeno de generación espontánea, sino una manifestación de la crisis social y de inseguridad […] el comportamiento de los alumnos es más agresivo en las escuelas, producto de lo que ven en la calle y en los medios de comunicación. Desde edades muy tempranas son testigos de la descomposición de la sociedad y de las instituciones que deberían poner un alto a tanta violencia[4]
Por otro lado las propias autoridades educativas han empoderado a los alumnos y padres de familia de tal suerte que la autoridad del maestro ha quedado relegada o virtualmente anulada porque las leyes no permiten ningún tipo de sanción o ejercicio de la autoridad sobre los alumnos bajo el argumento de la defensa del menor, lo que ha dado como resultado una creciente violencia hacia el docente, situación paradójica, en la que ya no es posible mantener un control que es fundamental en el proceso formativo del niño y el adolescente. Como lo expresa Trixia Vallejo: "Los responsables del bullying son las autoridades de la SEP[5]que han prohibido a los maestros imponer disciplina y mantener el orden en los salones de clases. Hoy el maestro no puede suspender, sacar del salón, dejar tarea extra, regañar, hablar fuerte y mucho menos expulsar a un alumno a pesar de su mala conducta"[6]
Sin duda los cambios en la relación maestro-alumno y maestro-padre de familia son resultado de la legislación en materia educativa que ha privilegiado los derechos del niño sin considerar, paradójicamente, que a todo derecho corresponde una obligación, además de que las autoridades parecen incapaces de contextualizar la situación en la que se vive hoy día, ya que las acciones anunciadas por el gobierno federal para combatir el bullying[7]en las escuelas soslaya, que los niños y adolescentes están creciendo en una sociedad agresiva, racista, machista e intolerante[8]no se trata sólo de resolver un problema que sólo se presenta en el aula, sino más allá, en casa y en espacio social. Por otro lado "en el sistema educativo nacional se carece de equipos de especialistas que puedan contender con el reto de brindar atención especializada a quienes son víctimas y victimarios del acoso escolar"[9]
Ambiente familiar y ambiente escolar
Tanto la escuela, como al ámbito familiar son los espacios básicos en los que se desarrolla el individuo; la familia es el núcleo en el que se inicia la formación del individuo y, al margen de su composición[10]sigue siendo la institución responsable de la primera etapa de la educación; ésta, al ser informal aporta elementos materiales, emocionales, culturales y axiológicos con los cuales el individuo enfrentará el ámbito social en función de los contenidos implícitos y explícitos de dichos elementos, en otras palabras, el individuo recibe un "paquete de recursos" con el cual se habrá de conducir fuera (y dentro) de su espacio familiar. Sin embargo es necesario puntualizar que cada familia aporta al individuo en función de múltiples factores como son la educación y formación profesional o no de sus padres, el nivel socioeconómico, el espacio geográfico y la cultura, por lo cual esa dotación no es la misma en cada uno y además es muy diversa, con lo que la escuela habrá de trabajar para lograr una relativa formalidad tendiente a desarrollar en los individuos actitudes y habilidades similares, básicas y necesarias para su conducción en la escuela y, de regreso, en el medio familiar. Las agresiones en el ámbito escolar se enmarcan en un concepto de violencia formativa organizacional, es decir, responden a causas aprendidas por los individuos en los entornos donde se desarrollan[11]
Funciones de la familia
La familia, sobra decirlo, es el espacio en el que el individuo se desarrolla desde su nacimiento y presenta una gran variedad de modalidades, lo que influye determinantemente en él, sobre todo porque cumple con funciones psicosociales y estas determinan el bienestar o malestar y ulterior desarrollo de sus miembros en función de su realización apropiada o inadecuada. Las funciones psicosociales de la familia son:
1. Dar respuesta a las necesidades básicas de subsistencia biológica: alimentación, cuidado y protección física, techo y abrigo.
2. Constituir la matriz primaria de las relaciones afectivas interpersonales y fundamentales para el desarrollo de la autoestima, seguridad y confianza básicas, promoviendo al mismo tiempo la vinculación y socialización de sus miembros.
3. Ser un factor determinante para el desarrollo de la identidad individual, ligado a la identidad familiar de grupo (pertenencia), pero respetando la individuación de cada uno de sus integrantes.
4. Brindar los primeros modelos masculinos y femeninos significativos para la identificación psicosexual.
5. Iniciar a los hijos en el entrenamiento de los diferentes roles sociales, acordes al contexto en el que se vive mediante la responsabilidad, el ejercicio de la razón y la consiguiente autoridad.
6. Estimular el proceso de aprendizaje y el desarrollo de la creatividad.
7. Transmitir las nuevas generaciones valores, ideología y cultura, por lo que la familia es el puente de la herencia social[12]
La familia, víctima de las circunstancias
La familia como núcleo básico de la sociedad también se ha visto afectada por una serie de cambios de tipo económico que han alterado su estructura tradicional. El deterioro económico del país que se inició en los años ochenta[13]y cuyos efectos más visibles se hicieron evidentes en los años noventa y que hasta el momento no han cesado, condujeron a las familias a modificar su dinámica interna y en muchos casos las madres de familia tuvieron que incorporarse al mercado laboral por el deterioro salarial, lo que implicó dejar virtualmente solos a los hijos y con ello la supervisión en casa se redujo considerablemente, ya que la falta de empleos y salarios dignos, obligó a los padres de familia a dejar la responsabilidad del cuidado de sus hijos en otros sectores, uno de los cuales ha sido la escuela. En efecto, muchos padres transfieren responsabilidades de formación a la institución escolar y en no pocos casos le reclaman la falta de valores en los alumnos cuya generación, desarrollo y fomento corresponde a los padres, ya que la escuela sólo refuerza y reitera, aunque también forma pero en corresponsabilidad.
La familia, generadora de violencia
Si la familia es víctima, también es en parte responsable del incremento de la violencia cuando al interior existen situaciones en las que el abuso, la disparidad en la educación de género y el dirimir conflictos mediante acciones violentas forman a los hijos y fomentan prejuicios que ocupan el lugar de los valores "Los [niños y] jóvenes están educados en esta cultura de "no pasa nada" y así se les castra, no aspiran a más y todo se lo dan los padres". Se puede expresar tanto en agresores como en agredidos, "en el primer caso se incita al menor a "ser hombrecito" (incluye a mujeres) y a comportarse de cierta forma, a que se gane el respeto mediante la violencia; en el segundo, los hacemos pasivos, indolentes y dependientes. Es una visión paternalista muy propia de México: los hacemos dependientes, se les resuelve todo y los orillamos a la violencia o a ser víctimas de la misma"[14]
La permisibilidad de los padres es resultado, en parte, de la culpa por el abandono. Al no estar presentes los padres buscan compensar su ausencia otorgándole a sus hijos prácticamente todo lo que pidan: cosas materiales y límites indefinidos que conducen a faltas de respeto y enfrentamientos con los propios padres. Cuando esto sucede, no es de extrañar que el niño o el adolescente se sientan plenipotenciarios y que su trato hacia los demás no reconozca derechos en los otros y obligaciones en ellos mismos. Por eso se entiende la conducta desafiante en la escuela, no sólo hacia los pares, sino a las propias autoridades, sobre todo cuando el niño y el adolescente tienen en el padre o la madre un apoyo incondicional a pesar de su mal comportamiento que siempre encuentra una justificación, por muy absurda que pueda parecer. Eso ha minado la autoridad escolar y es el medio que propicia la violencia en cualquiera de sus variadas manifestaciones.
Función de la escuela
Cuando el niño se incorpora a la institución escolar su vida cambia sustancialmente porque se integra a la educación formal y uniforme. Los primeros años constituyen la educación básica cuya importancia parece no ser cabalmente comprendida porque esta etapa es crucial para el posterior desarrollo del niño, no sólo en la escuela sino fuera de ella. La educación básica está conformada por las etapas iniciales a través de las cuales el niño se incorpora a la educación formal por su ingreso a una institución educativa en la que habrá de prepararse para el desarrollo de habilidades y competencias básicas y fundamentales a través de las cuales va a adquirir conocimientos y aprendizajes que le permitirán incorporarse a otros niveles. La educación básica se divide en dos partes: una primera que se adquiere a través del jardín de niños, con actividades lúdicas cuya función es identificar el entorno y lo que lo constituye. Este nivel es preparatorio en el sentido de que permite al niño incorporarse a la institucionalidad a través de actividades que, si bien están basadas en el juego, son dirigidas con objetivos específicos, consistentes en desarrollar habilidades para relacionarse con los demás, para identificar formas, espacio, dimensión, color y desarrollar la motricidad gruesa y fina, ésta última esencial para la adquisición de la lecto-escritura y todo aquello que en su vida cotidiana tiene un significado. Una vez concluido este nivel el niño está en condiciones para su integración al segundo nivel, la primaria, en donde ya se ha adquirido—teóricamente— la suficiente madurez para la realización de actividades más complejas y que requieren mayores destrezas tanto físicas como intelectuales.
El nivel de primaria es muy importante porque es casi la única oportunidad que tiene la mayoría de la población mundial de entrar en contacto con saberes sistematizados en su transmisión instructiva y formativa. Su peculiaridad pedagógica estriba, además, en que en este nivel se producen algunas de las variaciones más significativas en el desarrollo psicológico[15]
"En la escuela elemental, los alumnos de una misma edad son agrupados bajo la dirección de un maestro, habitualmente una mujer. En la escuela secundaria encontramos una importante diferencia estructural: cada niño participa en un conjunto de clases y debe tratar de adaptarse a una cantidad de maestros de ambos sexos, tanto como a un número mucho mayor de estudiantes. Tiene así oportunidad de participar en una trama más amplia y más compleja de relaciones sociales. Se supone que entonces se desarrollan sus capacidades y se le proporcionan conocimientos que le permitirán desempeñarse con éxito en las diversas posiciones que ocupará como adulto en la sociedad"[16] La socialización en la escuela implica establecer relaciones no sólo con los pares, sino con adultos, los maestros, cuyo papel, aunque pueda ser similar al del padre supone el establecimiento de relaciones distintas a las de casa y con ello se enfrenta a nuevas experiencias socializadoras, por lo que ésta etapa es crucial, sobre todo en la secundaria, cuando esa relación ya no es con un sólo adulto sino con varios, lo que requiere de adaptación y ajuste ante la diversidad de carácter y personalidad de cada docente. Esto es muy importante porque es una especie de ensayo de lo que en su vida futura el adolecente enfrentará en el terreno de la vida cotidiana y profesional.
Ambiente escolar, socialización y conflicto
En la escuela el niño habrá de ajustarse a un ambiente distinto del hogar; la adaptación implica enfrentar nuevas reglas, una dinámica social en la que se convive con los demás y en la que, además, existe una gran diversidad de actitudes, comportamientos, visiones del mundo, estableciendo relaciones en las que se presenta, inevitablemente, el conflicto, derivado de un choque de valores, actitudes, formas de ser y pensar y hasta de reaccionar ante una gran cantidad de estímulos. El ambiente escolar es, ante todo, socializante y la institución tiene como función darle formalidad a los procesos de enseñanza-aprendizaje en los que el docente funge como extensión del padre en tanto que dirige, controla, conduce, guía y evalúa lo que se aprende, tanto en lo académico como en lo social y axiológico.
El proceso de socialización tanto en el medio familiar como en la escuela está constituido por cuatro etapas:
a) Integración. Esta etapa supone la inclusión al grupo y en ella el individuo es reconocido por aquél y a su vez reconocido con por él mismo como parte de un grupo de iguales (edad) y sexo, aunque con diferencias relacionadas con características físicas actitudinales y conductuales. En este periodo se produce el sentido de pertenencia.
b) Adaptación. El individuo ajusta su conducta y sus acciones en función de las normas y valores establecidos por el grupo o bien el líder que en el caso del espacio escolar es el docente, representante de la institución.
c) Asimilación. Paulatinamente el individuo va reconociendo los límites de sus acciones y se reconoce en los demás y con los demás, reproduciendo las pautas culturales del grupo.
d) Incorporación. Es esta última etapa el individuo interioriza las normas, las pautas culturales del grupo, las hace propias y las reproduce haciéndolas extensivas, en alguna medida a otros grupos o instituciones. Puede decirse que a partir de este punto el individuo reproduce el sistema social o bien, la parte que él ha aprendido acorde a su propia historia de vida, contexto socio cultural y educación formal e informal.
Es importante señalar que en el proceso de socialización, no solo se forman vínculos y se convive de manera armónica y pacífica, sino que también se manifiesta eventualmente el conflicto[17]en diversos grados como parte de los procesos de ajuste o bien por cuestiones de territorialidad, sentimientos de pertenencia o cuestiones de poder y liderazgo. Cuando el conflicto surge se hace necesaria la intervención de la autoridad en el aula con el fin no sólo de dirimir diferencias, restablecer límites o recuperar la convivencia, sino sobre todo de reforzar la idea del respeto y la tolerancia en un medio que de suyo es diverso:
"En los procesos de interacción en el aula debemos tener en cuenta los factores motivacionales, el autoconcepto académico, el ánimo con que se afronta la tarea y los factores afectivos. Cuando un individuo se incorpora a un grupo social se dan dos tendencias: el deseo de dominio y el de afiliación. El fenómeno de agresión entre iguales podría deberse a la desintegración que sufre el niño cuando ingresa por primera vez al medio escolar. Su mundo, el familiar, queda relegado y aparece su deseo de ser y hacer acrecentado por la novedad y el ambiente. Pero su deseo y actividad se encuentran con los de otros y provocan un conflicto que se resolverá en función de su temperamento e historia personal. Así, optará por esforzarse en prevalecer sobre el otro, se someterá a él, o bien se aislará. De cualquier manera, le permitirá encontrar a aquél o aquellos que lo acepten y descubrirá el placer de pertenencia"[18]
Hemos señalado que en este nuevo espacio en el que el niño se incorpora para socializar habrá de enfrentar el conflicto en tanto este es parte de los procesos adaptativos. Es necesario puntualizar que el conflicto se presenta de diversas formas: por un lado todo proceso de aprendizaje implica conflictos cognitivos cuando un conocimiento nuevo contrasta con los conocimientos previos. La duda supone un conflicto cognitivo cuando ya no se está seguro de algo o cuando una idea preconcebida es puesta en tela de juicio, sin embargo esto es normal e indispensable en la medida en que así es como se construye el pensamiento, y la información que el docente proporciona, en la medida en que está avalada por la racionalidad y el pensamiento científico[19]garantizan esa construcción.
Otro conflicto que se presenta en el ámbito escolar se da por la separación del niño de sus padres, sobre todo en el primer año y se manifiesta en actitudes hostiles que devienen en violencia cuando el niño agrede física o verbalmente o se niega a trabajar, mostrando resistencia, frustración o incapacidad para establecer relaciones con sus iguales. Generalmente durante las primeras semanas en la escuela el niño logra adaptarse y con ello el conflicto se resuelve, aunque hay casos en los que se requiere de otro tipo de intervención cuando la capacidad de adaptación se retrasa y ya sea el docente, los padres o el psicólogo apliquen alguna estrategia para resolverlo.
El conflicto se presenta también en la propia socialización; las diferencias por sexo, características físicas, actitud o temperamento influyen en el establecimiento o no de una relación entre compañeros que comparten por varias horas un espacio. Hay niños dispuestos a establecer relaciones con muchos, aunque puedan ser selectivos, hay niños más reservados y hay otros que reaccionan con hostilidad ante algunos. Podría decirse que eso es normal en el sentido de que las reacciones en los niños pequeños no están completamente mediadas por valores o normas de trato social; el niño pequeño no es diplomático, es directo y abierto al momento de establecer una relación. Puede aceptarla o rechazarla inmediatamente y en casos extremos responder violentamente. Es evidente que la socialización en el espacio escolar es estimulada y dirigida –o debiera serlo—por el docente y este habrá de conducir y orientar al niño para que logre desarrollar en todo lo posible la tolerancia a la frustración y hacia las diferencias en un ambiente en el que la diversidad es la tónica.
Por otro lado es importante puntualizar que las respuestas violentas de los niños en el ámbito escolar son resultado de situaciones que se viven en casa y que pueden ser violentas; cuando el niño observa situaciones violentas en casa tiende a reproducirlas de alguna forma en tanto que los padres son la referencia y el aval si forma parte de lo que en casa se enseña, ya sea de manera consciente o no. Si las diferencias se resuelven de manera violenta y el padre o la madre refuerzan la conducta a partir del criterio "si te pegan, pega" o "no te dejes" o bien se valora positivamente el uso de la violencia, física o verbal, lo aprendido en casa se traslada a otros espacios y por tanto no es extraño que sea en la escuela en la que se manifieste de manera constante:
"En la escuela, la conducta agresiva parece estar relacionada con las variables afectivas y de relación familiar, como pueden ser el rechazo de los padres, el castigo agresivo y la carencia de identificación con los padres. Algunas víctimas crecen en la convicción de que el empleo de la agresividad es el mejor camino para conseguir lo que quieren. El haber sido víctima en la infancia propicia que de adulto se victimice a otros" [20]
Violencia en la escuela
La violencia escolar es algo relativamente nuevo, aunque, considerando que en todo grupo o ambiente social hay competencia y conflicto, es obvio que habrá reacciones violentas, sin embargo su incremento y diversificación es lo que preocupa dado que se han detectado diversas formas de violencia en la escuela[21]
1. Bloqueo social (29,3%) Son acciones que implican aislamiento y marginación (ley del hielo, "no te juntes con él", "no le hables") con la intención de romper redes sociales de apoyo o compañía; esta forma de acoso a veces es difícil de detectar porque la víctima no entiende la razón por la cual no le hablan o no lo incluyen en el grupo o en los juegos y actividades de sus pares.
2. Hostigamiento (20,9%) Es acoso psicológico que manifiesta odio, desprecio, faltas de respeto, asignación de apodos, burlas y ridiculización.
3. Manipulación social (19,9%) Distorsión de la imagen de la víctima poniéndole en contra a otros a través de información falsa sobre él (chismes) con lo que se induce el rechazo con lo que se incurre en un mecanismo conocido como "error básico de atribución".
4. Coacciones (17,4%) Se obliga a la víctima a realizar acciones en contra de su voluntad y con ello se logra ejercer dominio y sometimiento. En esta situación el victimario es percibido como poderoso quién a su vez es capaz de acallar a su víctima ante la posibilidad de ejercer represalias.
5. Exclusión social (16,0%) Evita la participación de la víctima tratándola como si no existiera, impidiendo su expresión e intervención en actividades grupales o de pares.
6. Intimidación (14,2%) Implica amedrentar, apocar y consumir emocionalmente a la víctima.
7. Agresiones (12,8%) Es el ejercicio físico de la fuerza que incluye golpes y todo tipo de contacto físico corporal con la intención de dañar.
8. Amenazas (9,3%) Son las conductas de acoso que buscan acobardar mediante la posibilidad de atentar contra la integridad física o la extorsión.
Por otro lado también aparece el acoso escolar homofóbico o gay bashing que se define como cualquier tipo de agresión psicológica, física y moral hacia las personas por tener o aparentar tener una orientación sexual diferente, lo que requiere de un trabajo más consistente y profundo para promover la tolerancia hacia la diversidad de cualquier tipo, incluyendo la sexual.
La violencia que se presenta en el espacio escolar puede ser de tres tipos:
1. Violencia de alumnos dirigida a alumnos. Se manifiesta mediante robo de objetos, lesiones de todo tipo, desde golpes y empujones y en casos extremos la utilización de armas blancas y de fuego; ataque sexual, homicidio y suicidio. Este último, si bien no se presenta en la escuela puede ser resultado de la depresión resultante de situaciones violentas vividas por un alumno y que no pudieron resolverse favorablemente.
2. Violencia de los alumnos hacia el personal docente, que comprende distintas modalidades del conflicto con la autoridad educativa. La influencia de una familia violenta en un contexto de violencia, provoca consecuencias gravísimas.
3. Violencia del personal docente Comprende tanto a autoridades, profesores, preceptores, como personal administrativo y de mantenimiento, que trabaja en el ámbito educativo.
La violencia escolar tiene las siguientes características
El espacio de la victimización es la propia escuela, evidentemente.
Los participantes de la violencia son los alumnos entre los que podemos distinguir a víctimas y victimarios, los primeros activos y los segundos pasivos[22]
El personal docente se muestra vulnerable al no poder controlar la violencia en la institución escolar, lo que genera permisibilidad y agravamiento de los comportamientos violentos.
Acciones correctivas acotadas por parte de autoridades y directivos.
La importancia del papel y la función social del maestro no es valorada, comprendida y apoyada en sociedad.
Tanto la sociedad en su conjunto como el ámbito escolar han abandonado una educación cimentada en los principios básicos de los derechos humanos, el respeto, la igualdad y la solución pacífica de los conflictos.
Carencia de compromiso por parte de los padres de familia y alumnos hacia la institución escolar.
Los acosadores
El acosador o agresor no necesariamente es un enfermo mental o con trastornos graves de personalidad; generalmente presenta algún tipo de psicopatología, ausencia de empatía o alguna distorsión cognitiva. Cuando el agresor no es empático significa que no tiene la sensibilidad como para ponerse en el lugar de la víctima ignorando su sufrimiento; la distorsión cognitiva es una forma de error en el procesamiento de información que impide al sujeto percibir adecuadamente la realidad. En este último caso se dan situaciones absurdas: el alumno se expresa con imprecaciones, grita o agrede verbalmente a un compañero y cuando es reconvenido o se le llama la atención por parte del maestro o el prefecto, el alumno responde exigiendo respeto, cuando él fue el primero en romper con la institucionalidad a la que no le permite que se le llame la atención porque se vulneran sus derechos. La paradoja es solicitar respeto, luego de faltar al respeto.
El papel del maestro
La responsabilidad del acoso también recae en la escuela. El ambiente de cordialidad, que sería el ideal no se produce o se mantiene estable por la falta de autoridad del docente en la medida en que no ha recibido una formación específica en cuestiones de intermediación en situaciones escolares conflictivas, aunado a la disminución de su perfil de autoridad dentro de la sociedad actual, ya que no se reconoce por las autoridades ni por los propios padres de familia el papel del docente a quién se le exige un comportamiento modelo ante los alumnos y que excluye cualquier forma de aplicación de sanciones, recomendaciones, tono de voz alto, o cualquier forma de reconvenirlos y, paradójicamente, se le exigen resultados en la formación de los alumnos cuando los padres no participan en casa en la formación a afianzamiento de los valores. El acoso se produce por la falta de una autoridad exterior (el profesor, un familiar o tutor) que imponga límites a las conductas violentas, lo que proyecta y afianza en el acosador una imagen de líder sobre el resto de sus iguales seguidores. El acosador es entonces un líder negativo y por tanto reproduce la actitud violenta en sus seguidores, tanto activos como pasivos produciéndose una situación que ataca al que no es seguidor, al que se resiste, al diferente, al que sobresale académicamente, al imbuido de sólidos principios morales, lo que resulta, evidentemente destructivo.
Consecuencias del acoso escolar
Sobra decir que todo tipo de violencia resulta traumática, sobre todo tratándose se niños y adolescentes en proceso de formación, lo que produce secuelas biológicas y mentales en las víctimas más vulnerables las que pueden padecer problemas mentales como trastorno por estrés postraumático, depresión y trastornos del ánimo a medida que crecen[23]Por otro lado también se dan casos de abuso como el acoso escolar homofóbico o gay bashing, esto es, cualquier clase de daños hacia las personas, tanto, psicológico, físico y moral por tener o aparentar tener una orientación sexual diferente, como se ha señalad más arriba.
Prevención: estrategias y acciones
La violencia escolar no se puede erradicar por completo, pero sí es posible reducirla a su mínima expresión, lo que permite controlarla y manejarla adecuadamente para resolverla en mejores términos evitando daños mayores.
Indudablemente es corresponsabilidad de directivos, maestros, padres de familia y alumnos dar soluciones para enfrentar y reducir a su mínima expresión la violencia, sobre todo porque la coordinación entre tales elementos es el factor clave; la prevención es fundamental y cuando se presenten casos de violencia en cualquier modalidad, habrán de la aplicarse medidas específicas para reducirla o eliminarla sin alterar o vulnerar los derechos de los alumnos y maestros. Para ello es necesario que los padres de familia confíen en la institución escolar a la par de cumplir con su papel formativo en casa y reforzar las medidas disciplinarias en la escuela, reconociendo la autoridad del maestro, siempre y cuando éste actúe racionalmente teniendo en cuenta que la aplicación de cualquier medida disciplinaria debe tener una orientación formativa y sustentada en los valores, los derechos y obligaciones de todos, padres, alumnos y maestros, reconociendo que cada espacio tiene sus reglas y que hay que ajustarse a las mismas pues la vida así es y requiere de cada uno la capacidad de adaptación a distintos espacios y formas de ser, actuar y pensar en un marco de respeto y tolerancia.
Las medidas de prevención y acción son las siguientes:
1. Los padres de familia deben reconocer su responsabilidad en la formación primaria de sus hijos estableciendo límites y cumpliendo cabalmente las sanciones a las conductas antisociales.
2. Supervisar en casa las actividades escolares con el fin de fomentar la responsabilidad de sus hijos en el cumplimiento en aula y en casa con las tareas que forman parte de la dinámica escolar, además del cumplimiento que toda institución establece como parte de su organización: puntualidad, limpieza, presentación personal, uniforme y comportamiento en la escuela. No se trata de formar alumnos modelo, intachables o perfectos, sino de personas responsables, honestas y respetuosas
3. Los padres deberán confiar en la institución escolar y en sus lineamientos y apoyar las medidas disciplinarias con el fin de reforzar la idea de la formación académica y axiológica de los alumnos.
4. No hacer comentarios negativos de la institución ni descalificar el trabajo de los profesores; cuando un padre de familia no esté de acuerdo con las medidas establecidas por el cuerpo docente o los lineamientos de la institución deberá establecer contacto con la misma a través de sus directivos para comentar, discutir y llegar a acuerdos o bien para deslindar responsabilidades y aplicar medidas justas y reparadoras en caso de abuso u omisiones que afecten a los alumnos, en el entendido de que todo tiene arreglo por los cauces legales; los comentarios que descalifican a la institución o los docentes lejos de resolver un problema lo magnifican o lo deforman y es evidente que los alumnos, por su inmadurez, criterio en ciernes o información descontextualizada responderán mediante una actitud de desconfianza, reto a la autoridad y sin otorgarle credibilidad a los maestros, con las consecuencias en su formación académica, social y moral.
5. La comunicación de los padres con sus hijos es básica para detectar casos de abuso o intentos del mismo; es necesario fomentar la cultura de la denuncia confiando en la respuesta inmediata de la institución escolar.
6. Cuando el alumno comunique a sus padres un caso de abuso, estos deberán mantener la calma y escuchar con detalle para generar confianza, insistiendo que él no es culpable, sino víctima. Es necesario reforzar la autoestima del niño o adolescente y comunicar la situación a la escuela para actuar inmediatamente.
7. Es muy importante que el alumno denuncie el acoso o abuso del que son objeto sus compañeros porque la solidaridad con los demás es fundamental para generar una cultura de la denuncia y la unión de fuerzas ante todo tipo de conductas antisociales y destructivas.
8. No fomentar las respuestas violentas. Es necesario erradicar el falso argumento "si te pegan pégales", "si te agreden , responde", "no te dejes" Es importante enseñar a proteger la integridad, pero siempre dentro de los cauces legales y respondiendo sólo en casos de extrema urgencia. Ante todo debe prevalecer la denuncia.
9. Debe reforzarse la idea en el niño y el adolescente de que el que denuncia no es cobarde, al contrario es valiente y muestra entereza, compromiso y actitud madura que debe reconocerse, alabarse y reforzarse positivamente.
10. El acoso en grupo debe sancionarse con severidad; cuando un alumno lo haga, en compañía de otro o más, los padres deben reconocerlo y apoyar las medidas disciplinarias en el entendido de que es mejor corregir que a tiempo, a pesar de la pena y el dolor que pueda causar, pero pensando en el futuro de sus hijos. Dejarlo al tiempo a la solución espontánea es alimentar una situación que en el futuro podrá tener consecuencias fatales para el niño o adolescente.
11. Si el niño o adolescente es el victimario es necesario explicarle que su comportamiento lo afecta a él y a los demás; no debe acusarse, ni estigmatizarse al abusador porque tal vez él no sepa por qué lo hace. El departamento de psicología puede auxiliar para entender y orientar al alumno para que cambie su actitud. El alumno abusador no es necesariamente un enfermo, en todo caso puede tener dificultades para socializar y ello puede corregirse.
12. Es importante que el alumno refuerce y amplíe su círculo social, dado que la socialización es básica y es el área de interés de los niños y adolescentes.
13. Reconocer los derechos de los niños y adolescentes, pero tomar en cuenta que los derechos son para todos y que a cada derecho le corresponde una obligación.
14. Identificar los prejuicios y los estereotipos cuya manifestación propicia la discriminación, el odio, la segregación, el menosprecio y la violencia.
15. Fomentar la empatía, la asertividad, el respeto, la cohesión y sobre todo la solidaridad, básicas para la socialización y el trabajo en equipo.
16. Rechazar cualquier comportamiento, conducta o expresión física y verbal negativa, violenta o destructiva hacia los demás e incluso el espacio escolar y las instalaciones, dado que la violencia se manifiesta en la falta de respeto a la propiedad ajena y al lugar de trabajo cuando se altera, se daña y se destruye.
17. No responder a las agresiones y actuar inmediatamente dando aviso a las autoridades escolares; e primera instancia a los maestros, posteriormente a los prefectos, directivos o a quien se tenga a la mano.
18. En los casos de ciberbullying, bloquear al acosador y guardar los archivos como evidencia ante las autoridades.
Conclusiones
La violencia es destructiva y todos debemos enfrentarla con la idea de que puede ser superada si actuamos en consecuencia.
La formación integral requiere del esfuerzo decidido de todos los involucrados, padres de familia, maestros, alumnos y autoridades. Es innegable que hay una responsabilidad mayor por parte del Estado y las instancias de gobierno, pero no podemos esperar a que se planteen, diseñen, estudien, aprueben y apliquen reformas, medidas o lineamientos que en el largo plazo tal vez se apliquen y con la incertidumbre de ser o no adecuadas.
Es por ello que debemos actuar de manera inmediata y decidida para generar círculos de apoyo, de comunicación entre padres, alumnos e institución con el fin de propiciar un ambiente sano en el que la cooperación, el trabajo, el fomento de los valores nos permita formar un escudo protector ante la violencia. No es fácil, pero no es imposible, porque en lo que podemos coincidir es en que hoy se decide, entre todos, el mejor futuro para nuestros hijos, mismo que se construye en este momento y de nuestra actuación, nuestro compromiso y nuestra acción decidida depende que les dejemos mejores condiciones. Ellos, los adultos de mañana nos lo agradecerán porque el beneficio mayor es para ellos.
Si logramos lo anterior, podremos tener la esperanza de que lo reproduzcan para sus propios hijos y tal vez sea ese nuestro mejor legado.
Una profesional de la educación lo expresa de forma magistral: "Debemos recuperar los valores y principios que se tuvieron en la escuela de los años 40 y 50, donde pese a venir de una guerra mundial y de un contexto internacional de mucha violencia, logramos establecer valores y derechos básicos que hoy estamos perdiendo"[24]
Es tiempo de recuperarlos. Y afortunadamente es posible.
Autor:
Ramón Ojeda
Mayo 2014
[1] En Inglaterra hay tribunales denominados bully coufls o tribunales escolares; desde 1989 acuden aquellos que quieran consejos sobre situaciones de acoso escolar.
[2] José Sanmartín, "Violencia y acoso escolar", p. 13.
[3] El psicólogo Dan Olweus fue el primer estudioso del tema, en su país, Noruega, en 1973 y a partir de 1982 inició en el estudio del tema a raíz del suicidio de tres jóvenes en ese año.
[4] Francisco Bravo, profesor con 30 años de servicio y ex dirigente del magisterio disidente.
[5] Secretaría de Educación Pública
[6] Trixia Vallejo es directora de Fundación en Movimiento A.C.
[7] http://aristeguinoticias.com/0206/mexico/sep-anuncia-15-medidas-vs-el-bullying-en-las-escuelas/
[8] Poy Solano, Laura Las coacciones son reflejo del deterioro de valores éticos y filosóficos: expertos, La Jornada Viernes 6 de junio de 2014, p. 4
[9] Ibid. Guadalupe Flores Rojas, maestra de la Unidad de Servicios de Apoyo a la Educación Regular (Usaer)
[10] La familia puede estar constituida por el padre, la madre y los hijos, o bien por un solo miembro que puede ser la madre divorciada o también integrada por un familiar cercano que funge como apoyo o complemento (abuelos, tíos u otros parientes); también puede estar reestructurada por la madre, una nueva pareja o viceversa y otras combinaciones posibles.
[11] Olivares Alonso, Emir, El acoso escolar es una conducta aprendida, identifican expertos, La Jornada Martes 3 de junio de 2014, p. 38
[12] Macías, Raymundo, La familia en Retrato de familia, Saber Ver, Junio 1994, p. 14
[13] La incorporación de las mujeres al trabajo se inició antes, a fines de los años sesenta, lo que fue modificando la dinámica familiar, aunque fue en los ochenta con la crisis petrolera que se incrementó sustancialmente.
[14] Olivares Alonso, Emir, loc. cit.
[15] Gil Cantero, Fernando “Cómo educar en derechos humanos” Revista Cero en conducta, núm 36-37, México, 1994
[16] Gross y Goode, Sociología de la educación la familia, p.16
[17] El conflicto no debe entenderse como algo negativo, ya que es natural en las relaciones humanas y son básicamente positivos en tanto que implican cambios. Bien manejados pueden ser una excelente herramienta pedagógica, como lo es el conflicto cognitivo, base de la construcción del conocimiento.
[18] http://www.oni.escuelas.edu.ar/2001/bs-as/violencia/paginas/escolar.htm
[19] Evidentemente hablamos de un ideal o aspiración. Más allá de que el artículo 3º. Constitucional señala el carácter racional y científico de la educación, avalados por los contenidos del libro de texto, la propia formación docente debía garantizarlo y reforzarlo, aunque la crisis educativa se manifiesta en bajos niveles de información y formación del docente.
[20] Ibid.
[21] Cfr. Iñaki Piñuel y Zabala y Araceli Oñate quienes han descrito hasta 8 modalidades de acoso escolar . Los datos que presenta son recabados en España. Fuente /trabajos89/diagnostico-acoso-escolar-instituciones-educativas/diagnostico-acoso-escolar-instituciones-educativas
[22] Aunque el victimario también puede ser pasivo en la medida en que ve la agresión y no reacciona, no denuncia y es copartícipe silencioso.
[23] Especialistas del Centro de Estudios sobre el Estrés Humano (CSHS) del Hospital Louis-H. Lafontaine de Canadá
[24] Carmen Trueba, filósofa y catedrática de la Universidad Autónoma Metropolitana