Indice1. Introducción 2. Interpretación de la vejez a través de la historia 3. Argentina: Envejecimiento y baja natalidad 4. Situación social de los mayores de 70 años en argentina. 5. La problemática de la ancianidad. mitos y prejuicios. 6. Conclusión 7. Bibliografía
1. Introducción
El presente trabajo tiene como finalidad, exponer desde el punto de vista de la política social, distintas reflexiones sobre preocupaciones, problemas, tendencias, acciones, roles, cuidados, atenciones, etc, de los ancianos en la Argentina; lo cual lleva a una mejor interpretación de la situación social actual y a impulsar la base de conocimientos dentro de la temática : "Políticas sociales para la ancianidad". El tema de la ancianidad es hoy uno de los más preocupantes de nuestro siglo y la necesidad de dar respuesta a la problemática tan compleja que encierra, constituye sin dudas todo un desafío interdisciplinario pero que al mismo tiempo, pueda perfilar una especialidad que posibilite la capacitación adecuada del recurso humano en situación de enfrentarse con el mismo. Frente a esto muy pocos estados asumieron el envejecimiento de la población como un tema que reclama estudios y sistematizaciones como paso previo para identificar las situaciones de pobreza y vulnerabilidad para construir y diseñar políticas públicas apropiadas para los adultos mayores. Las personas mayores son cada vez más y tienen más necesidades que deben ser atendidas por las políticas sociales.
2. Interpretación de la vejez a través de la historia
Cada período histórico ha tenido para cada período de edad una significación y unas exigencias determinadas. La vejez ha sido objeto de una gran elasticidad de sinónimos, rodeándose de atribuciones y segmentos conforme a las circunstancias e intereses de cada tipo de organización social y en cada momento dado. Frente a esto, surgen estas preguntas: ¿cuál es el valor que se le ha dado a la vejez a lo largo de los tiempos?, ¿difiere mucho de la situación que en la actualidad se le ha dado al anciano?.
Prehistoria Los individuos que vivieron en esta época, lo hacían en tribus, las cuales determinaban la estructura social básica de convivencia y donde se planteaba como único objetivo: la supervivencia. Las luchas, las cacerías, las dificultades adaptativas al medio y las enfermedades eran los elementos propicios para que no se pudieran alcanzar muchos años de vida, por lo que la población anciana escaseó en este período. Se consideraba al anciano como el depositario del saber y transmisor de la memoria del clan, ya que el hecho de alcanzar edades avanzadas suponía un privilegio. Durante estos períodos prehistóricos los cuidados en la vejez fueron patrimonio de la mujer de la tribu, quien se ocupaba de las tareas domésticas y del cuidado tanto del anciano como del niño.
Egipto Al anciano se le otorgaba un papel dirigente por la experiencia y sabiduría que le confiere su larga vida. Dentro de la cultura egipcia, la palabra anciano significaba sabiduría. Existía una interesante relación de los ancianos egipcios con una función destacada en la sociedad, educador y guía de los pasos de los jóvenes, es decir, ejercían como consejeros. En Egipto el anciano se contempla desde una visión positiva como pilar fundamental en la educación de los más jóvenes y como símbolo de sabiduría. Una vez más, era la mujer quien se ocupaba del cuidado del anciano dentro de la familia o la servidumbre doméstica constituida por mujeres.
Grecia El giro del mito al logos, la percepción naturalista y su sentido de perfección, relegaron a los ancianos a una situación deteriorada. Para una sociedad que adoraba la belleza, la vejez no podía menos que significar una ofensa al espíritu. En general, la Vejez junto a la Muerte configuraban lo que los griegos llamaban Keres, es decir, el grupo de males de la vida, por tanto, la vejez sería considerada como un castigo. Atenas permaneció fiel a la juventud. La actitud contraria la presenta la ciudad de Esparta, la cual tenía un senado, Gerusia, compuesto por veintiocho miembros todos ellos mayores de sesenta años, consecuentemente los espartanos respetaron a los ancianos por considerarlos transmisores de sabiduría. Durante el período helenístico, los viejos robustos y ambiciosos tuvieron más oportunidades que en la Grecia clásica ya que fue una sociedad más abierta y cosmopolita y menos prejuiciosa respecto a la raza y la edad. La figura de la mujer aparece en todas las épocas históricas de Grecia relegada al plano doméstico: dedicándose al cuidado de los niños, enfermos y ancianos.
Mundo Hebreo Los ancianos jugaron un papel importante en la conducción del pueblo hebreo. En el libro de los números se puede encontrar la descripción de la creación del Consejo de Ancianos como una iniciativa divina por lo que a estas entidades se le conferían grandes poderes religiosos y judiciales, prácticamente incontrarrestables en sus respectivas ciudades. Al institucionalizarse el poder político de la monarquía, el Consejo de Ancianos, es relegado a una función de consejeros, pero continúan teniendo un gran poder. Es durante el período del rey hebreo Roboam cuando el consejo pierde su poder y la imagen del anciano comienza a deteriorarse. La derrota militar en el año 586 a.C. y la conquista de Jerusalén por los babilonios fue atribuida al alejamiento de la religión por parte del pueblo hebreo, por lo que supuso una revitalización de la misma y, en consecuencia, una mejora de la posición de los ancianos, los cuales, alcanzaron de nuevo el prestigio que poseían en los tiempos patriarcales y monárquicos. A partir del s.V los ancianos volvieron a perder progresivamente su influencia política.
Roma La cultura romana se caracterizó por: la tolerancia, la capacidad de adaptación, su sentido práctico de la vida y, por último, su cosmopolitarismo. Aunque en un principio se ha hablado de la visión pesimista que los romanos tuvieron de la vejez, el anciano fue un personaje muy considerado en los textos de esta época, de hecho se plantearon los problemas de la vejez desde casi todos los aspectos: políticos, sociales, psicológicos, demográficos y médicos. El Derecho romano concedía autoridad al anciano en la figura del Pater Familia, que ostentaba un poder tan grande sobre la familia y esclavos, que hizo que llegaran a ser odiados y temidos. Esta concentración de poder estableció una relación intergeneracional tan asimétrica que generó grandes conflictos y condujo a un verdadero odio hacia los viejos. En cuanto a la mujer aparece la figura de la Mater Familia que aunque permanecía en un segundo lugar, gozaba de la simpatía y tolerancia de la prole. No Hay que olvidar que la mujer vieja y sola fue brutalmente menospreciada. La época de oro de los ancianos fue la República, donde se confiaba el poder político a los hombres de edad avanzada. A partir del s. I a.C., se produjo un período inestable y los valores tradicionales cambiaron. Augusto inauguró un nuevo período floreciente para las artes y la economía y menguante para el poder del Senado y de los ancianos. Al perder el poder familiar y político, los ancianos que se habían convertido en tiranos cayeron en el desprecio y sufrieron los rigores de la vejez. Este desprecio no se generalizó a toda la población anciana, ya que, los romanos eran muy tolerantes y juzgaban a los individuos, no a un período de la vida. En los primeros años del cristianismo, los ancianos continuaban ostentando un cierto poder y eran respetados, pero a partir del s. V, esto comenzó a cambiar, el anciano va perdiendo poco a poco su poder y la vejez se convierte en un símbolo negativo cuya llegada va a ser temida por todos. Los ancianos no son tomados en cuenta por el cristianismo ya que representa a un hombre intemporal, pero hay que destacar la importancia que se da en esta cultura al cuidado de los necesitados entre los que sin duda abundaban los ancianos.
Edad Media Es la época de la brutalidad y del predominio de la fuerza. En semejante ámbito cultural, no es difícil imaginar el destino de los débiles, lugar que les corresponde a los viejos. Para la Iglesia no constituyó un grupo específico, sino que estaban en el conjunto de los desvalidos. Fueron acogidos temporalmente en los hospitales y monasterios, para luego reencontrarse con la persistente realidad de sus miserias. Estaban sujetos a la solidaridad familiar para la subsistencia. En los primeros siglos del cristianismo, a partir del siglo V, la vejez se convierte en un símbolo negativo y su llegada va a ser temida por todos. La Iglesia no tuvo una consideración especial para los ancianos. En el ámbito de la moral, los autores utilizan la vejez como imagen alegórica del pecado, teniendo una visión pesimista de la ancianidad, siendo ésta un mal proveniente del castigo divino por los pecados del hombre. La peste negra fue una catástrofe que afectó a toda Europa cuando en el año 1348 penetra por Génova procedente de Asia Central, matando a más de un tercio de europeos. Se ensañó especialmente con niños y adultos jóvenes por lo que el número de ancianos sufre un considerable aumento, de 1350 a 1450. Los ancianos, en ocasiones, se convierten en patriarcas. La vinculación entre las generaciones se vio facilitada. Resulta paradójico concluir diciendo que la peste favoreció a los ancianos quienes ganaron posición social, política y económica.
Renacimiento El espíritu individualista que florecía, tras siglos de encierro en pequeñas ciudades amuralladas y pestilentes, ahogados de miedos y violencias, rechazaron sin disimulo la vejez. Asimismo, todo aquello que representaba la fealdad, decrepitud inevitable, el carácter melancólico y la decadencia. Fueron, quizás, los tiempos más agresivos contra los ancianos. Pero, más aún, contra las ancianas. El desprecio a la vejez se manifiesta en las artes y en las letras. A partir de 1480 la recuperación demográfica hace resurgir a la juventud. El aumento de jóvenes que arrollarán a los viejos, la utilización de la imprenta y la sistematización de los registros de las parroquias, van a hacer perder la función que el anciano tenía de ser la memoria del grupo. El arquetipo humano del Renacimiento lo personificaron los cortesanos y los humanistas. Ambos rechazaron a los viejos, pues representaban todo aquello que quisieron suprimir.
El Mundo Moderno El Estado del mundo moderno fue impersonal, reglamentado y el poder se caracterizaba por ser representativo, es decir, basado en la delegación del pueblo. Se entiende que, en este sistema, surgiera la progresiva despersonalización y el creciente predominio de los funcionarios de la nueva organización, para cuyo retiro se inventó la "jubilación". Este fenómeno supone una visión economicista y especializada del cuidado del anciano que durante siglos había sido realizado desde la familia, sin ningún tipo de remuneración y entendido como un deber independiente y familiar, mientras que es a partir de este momento y con la llegada de la Revolución Industrial, cuando al ser humano se le valora por el trabajo que ha realizado al servicio de una institución pública, privada, de forma autónoma, etc… y el Estado se siente obligado a compensarle ante el resto de la sociedad. Sin embargo, es en esta época todavía cuando el anciano continua recibiendo los cuidados desde dentro de la familia. Es ya a finales del siglo XIX cuando se comienza a separar a la vejez de la enfermedad del anciano y nace por un lado la Gerontología y por el otro la Geriatría.
El Mundo Contemporáneo En esta etapa lo más preeminente ha sido la cultura tecnocientífica, la cual ha sido la que más ha influido en la vida de los ancianos. Éste no solamente ya no es el depositario de la sabiduría aceptada como en épocas anteriores, sino que al contrario, es el más alejado del conocimiento moderno, porque es el que ya no aprende. Nos encontramos en una época en la que hay una decadencia del concepto experiencia, es decir, la experiencia incluso laboral. La experiencia no es apreciada porque representa el pasado. Además física y estéticamente, el anciano ocupa un papel no deseable para la sociedad. Además la prolongación del lapso post-jubilación, conlleva un empobrecimiento progresivo, agravado por la mayor necesidad de asistencia médica. El debate acerca del envejecimiento y los ancianos acaba de empezar, y el conjunto de la sociedad está preocupada por las noticias de tipo catastrófico acerca del envejecimiento de la estructura poblacional y acerca de las grandes necesidades de la población anciana. Actualmente es el Estado quien debe asumir esta responsabilidad, ya que tradicionalmente y especialmente en una sociedad más rural la familia ha sido la responsable del cuidado de los ancianos. Tanto el espacio físico como social de los ancianos en la familia ha sido reducido; su capacidad para contribuir en la familia también se reduce; el sentimiento de obligación hacia los ancianos se debilita en el marco urbano, y la reducción en el número de hijos y el incremento en la actividad laboral de la mujer reducen el número de cuidadores potenciales. Familias de tipo profesional y de clase media empiezan a abandonar sus responsabilidades de cuidar directamente a sus ancianos.
Según distintos autores, las características del anciano actualmente son:
- Deseo de dejar un legado: no querer ser olvidados e influir en los demás después de muertos.
- Funciones del anciano: compartir experiencia con el joven y establecer contactos generacionales.
- Apego a los objetos familiares: lo que le acompañó en la vida: casa, animales, familia, recuerdos…le dan un sentido de continuidad en el tiempo.
- Cambio en el sentido del tiempo: viven el presente.
- Sentido completo del ciclo vital: valoran la vida como un todo. Creatividad, curiosidad y capacidad de sorpresa.
- Sentido de la propia realización: cuando se ha logrado resolver el conflicto.
A Modo De Conclusión A lo largo de los tiempos el hombre ha ido interpretando incesantemente el papel del anciano en la sociedad, dependiendo de diversos factores: políticos, artísticos y estéticos, demográficos, éticos y religiosos, así como los relacionados con la familia y el parentesco. No resulta un hecho sorprendente el que en las últimas décadas, la población de edad avanzada haya aumentado de forma creciente en número y diversidad, requiriendo, a su vez, un mayor espectro de necesidades de todos los tipos. Son los profesionales de los cuidados quienes deben conocer estas necesidades para poder intervenir sobre ellas. Pero para ello es preciso analizar el pasado, es decir, los hechos históricos y la interpretación antropológica que de estos hechos relacionados con la vejez se hicieron. Mientras que en la actualidad se contempla al viejo como un ser "pasado, fuera de modas y como a un estorbo", es preciso observar como en otras civilizaciones y épocas históricas se les consideró como una fuente de sabiduría y experiencia por lo que a su vez sirvió como consejero de las distintas comunidades donde residía, participando en la todos los aspectos de la vida cotidiana.
3. Argentina: Envejecimiento y baja natalidad
Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), Argentina se está convirtiendo en un país de ancianos y lo será cada vez más si se sigue difundiendo una mentalidad antinatalista que mantiene al territorio como el más subpoblado de la región. Envejeciendo. Para los demógrafos, una sociedad envejece cuando los mayores de 65 años superan el 7% de la población total. Pues bien, en Argentina este grupo humano representa el 9% y en la Capital Federal –Buenos Aires– llega a ser el 16%. Según los expertos, la causa principal es el número cada vez menor de nacimientos. Desde cuando. Desde la época de los "70", el fenómeno denominado "invierno demográfico" ha seguido un camino lento pero sostenido. Y las proyecciones de población del INDEC indican que el "invierno" arreciará en el próximo siglo a menos que se cambie la política: si en 1995 los adultos de 65 años y más representaban el 9% del total, en el 2010 alcanzarán al 10% y en el 2025 al 12%. En números. En cifras netas significa que de los 3.300.000 que eran en 1995, serán 5.800.000 en el 2025. A la cabeza de este proceso se encuentra la Capital Federal, que no dejará de crecer en el futuro. El fenómeno no se repite de la misma manera en todo el país, sino con marcadas diferencias según las provincias e, incluso, entre los barrios de la Capital. Sin juventud. El proceso de envejecimiento, que tiene su origen en la baja de la cantidad de hijos por mujer, significará además la disminución sensible del segmento poblacional que se encuentra en torno a los 15 años y que constituye un grupo demográfico fundamental, pues representa la capacidad de "reposición humana" de una nación. Según los expertos, hoy este grupo apenas alcanza el 29 por ciento del total, en el 2010 será el 26% y sólo un magro 22% en el 2025, si las tendencias no cambian. Adiós niños. Argentina registró un incremento significativo de su tasa de crecimiento poblacional alrededor de los años 40 y entre 1960 y 1970. A partir de entonces, el paulatino proceso de descenso en la fecundidad comenzó a transformar demográficamente al país:
- En 1980, dividiendo el número de bebés por el de mujeres era de 3.1 hijos.
- En 1996 este valor bajó a 2.6 hijos, y se cree que en el 2005 será de 2 hijos por pareja, por debajo del límite de reemplazo generacional.
Sin embargo, esta relación es aún más grave entre las madres en Buenos Aires que hoy en día tienen un promedio de 1.7 hijos; En efecto, según las proyecciones, en los primeros cinco años del próximo siglo la cifra bajará a 1.4 y en el 2005-2010 llegará a 1.3. ¿Regresionando? "La disminución de la fecundidad es una regresión, porque cuanto más numerosa sea la población y mejor distribuida esté, mayores serán las posibilidades de desarrollo de un país". "Por su extensión, Argentina debería tener 100 millones de habitantes. De ahí la política natalista, expresada centralmente en la Constitución Nacional, que sostiene el derecho a la vida desde el momento de la concepción". Proceso complejo. El impulso que el gobierno quiere darle al crecimiento poblacional, sin embargo, no es sencillo. Según diversos expertos, las causas de la reducción poblacional son numerosas y de distintos niveles. Entre ellas destacan "el proceso de urbanización en el que las familias numerosas ya no funcionan con facilidad en una ciudad con un tipo de vivienda que no se presta a la expansión". Por otro lado, está también la mentalidad antinatalista que suele acompañar al ideal del confort y del ascenso social en términos materiales. Los modelos. En ese sentido, algunos expertos coinciden en que Argentina está más cerca del modelo de vida europeo-occidental y norteamericano que de los demás países de América Latina: aumenta el número de jóvenes que no se casan; los que se casan lo hacen más tarde para poder dedicarse más al éxito personal material, y finalmente, si llegan a decidir tener hijos, optan por que sean pocos a raíz del debilitamiento de la estructura familiar en el país. No en vano numerosos expertos aseguran que el futuro de Argentina está vinculado estrechamente a la renovación de los valores familiares. Hoy, en todo el país son aproximadamente 4.580.000 las personas de más de 60 años. Tomando en cuenta lo que arrojan las estadísticas de proyección para el año 2005, serian 5.320.000 personas, es decir que en todo el país se le van a agregar 740.000 ancianos a la población actual en los próximos 10 años, y para el 2050 habrá una población de gente mayor de 12.500.000 personas ( casi 8.000.000 de personas más que hoy).
Cuadro De Censos Y Proyecciones De Los Grupos De Mas De 60 Años
EDAD/AÑOS | 60-64 | 65-69 | 70-74 | 75-79 | 80 y más | TOTALES |
1.950 | 485.838 | 328.945 | 201.228 | 109.510 | 81.688 | 1.207.209 |
1.960 | 676.450 | 494.223 | 337.776 | 191.489 | 119.930 | 1.819.868 |
1.970 | 906.267 | 695.443 | 482.207 | 297.340 | 191.398 | 2.572.655 |
1.980 | 1.065.372 | 884.496 | 664.673 | 432.549 | 297.719 | 3.344.809 |
1.990 | 1.296.973 | 1.071.821 | 809.400 | 576.565 | 449.343 | 4.204.102 |
2.000 | 1.341.451 | 1.195.629 | 1.018.110 | 736.526 | 638.124 | 4.929.840 |
2.010 | 1.650.394 | 1.340.135 | 1.086.951 | 863.080 | 912.741 | 5.853.301 |
2.020 | 1.915.842 | 1.689.074 | 1.368.640 | 1.002.921 | 1.155.725 | 7.132.202 |
2.030 | 2.149.241 | 1.900.585 | 1.620.905 | 1.301.820 | 1.508.417 | 8.480.968 |
2.040 | 2.934.102 | 2.309.307 | 1.842.898 | 1.496.714 | 1.963.180 | 10.546.201 |
2.050 | 2.961.538 | 2.742.733 | 2.545.238 | 1.849.869 | 2.409.470 | 12.508.848 |
Lo que hoy representa un 13% del total del país, dentro de cinco años sería un 14% y en el 2050 un 24%. Una cuarta parte de la población tendrá más de 60 años, y las expectativas de vida promedio sobrepasarán los 100 años.
Año | Población total | 60 años y más | Porcentaje |
1.950 | 17.150.336 | 1.207.336 | 7,04 |
1.960 | 20.616.009 | 1.819.868 | 8,83 |
1.970 | 23.962.313 | 2.572.655 | 10,74 |
1.980 | 28.113.507 | 3.344.809 | 11,90 |
1.990 | 32.546.518 | 4.204.102 | 12,92 |
2.000 | 36.647.798 | 4.929.840 | 13,45 |
2.010 | 40.755.076 | 5.853.301 | 14,36 |
2.020 | 44.417.081 | 7.132.202 | 16,06 |
2.030 | 47.779.864 | 8.480.968 | 17,75 |
2.040 | 50.732.215 | 10.546.201 | 20,79 |
2.050 | 53.120.630 | 12.508.848 | 23,55 |
Entre 1950 y 2050, en Argentina, la población mayor de 60 se incrementará en un 16,16% En los últimos 100 años en Argentina mientras la población creció 16 veces, la población mayor de 60 creció 49 veces y la mayor de 75, 53 veces.
Hoy Argentina tiene una población de 4.920.000 personas mayores de 60, de esta franja 1.400.000 tiene 75 años. El 80% de esta franja vive en zonas urbanas. Actualmente el 14% de toda la población mayor de 60 vive en la ciudad de Buenos Aires y representa un 21% de su población total. Las expectativas de vida en Argentina es hoy de 72 años, similar a la de los países desarrollados, y en los próximos 25 años se espera que llegue a los 77,5 años. Hace cuarenta años, América Latina tenía un promedio de 10 a 15 trabajadores por cada jubilado. Hoy el la relación es de 5 a 1, pero en la Argentina la relación es de 2 a 1. Una cuestión muy importante a tener en cuenta es la posibilidad de prevenir -o al menos aplazar- las consecuencias negativas del envejecimiento, ya que muchos factores (por ejemplo el estilo de vida) pueden encontrarse asociados a una vejez problemática. Por lo tanto, una buena nutrición, ejercicios físicos y asistencia sanitaria permanente, resultan de gran relevancia a la hora del diseño de políticas sociales. Al analizar el grado de vulnerabilidad de la población debemos tener en cuenta a la edad como una de las variables que, históricamente, fue tomada como referencia inmediata para medirlo. Pero en esta época, en particular a partir de la década de los 80 -sobre todo con el agotamiento del "estado de bienestar" -es necesario ampliar el número de las variables para comprender la situación de vulnerabilidad / riesgo de una población. Inciden notablemente, acelerando este proceso, las variables socioeconómicas que hoy en día determinan más que "la edad", la forma en que estos ancianos han envejecido, cómo proyectan y cuáles son sus perspectivas de futuro. En nuestro país debemos agregar a esto los notables y acelerados cambios a los cuales se ha visto sometida la sociedad argentina desde la década del ‘90 con la aplicación de una feroz e inhumana política de corte neoliberal, que ha desmantelado y transformado la estructura social, precarizando y expulsando del mercado laboral a grandes masas de población que aún en condiciones de jubilarse no han podido completar sus años de aporte o se han visto obligados a aceptar cualquier tipo de trabajo en condiciones infrahumanas, con ingresos en negro y con un sistema de cobertura social prácticamente inexistente. Las consecuencias de un sistema previsional a punto de colapsar, sin capacidad para absorber y contener la nueva demanda, ni a los futuros jubilados (ej. PAMI), el gran porcentaje de la población mayor que actualmente percibe ingresos -jubilaciones y pensiones- promediando entre $151 a $300, producto de un" mercado globalizado" que genera precarización del empleo (aumentando el trabajo en negro, la jornada laboral, la baja de los aportes jubilatorios y aumento de la terciarización), son fenómenos que provocan, por un lado, el achicamiento del mercado laboral, ya de por sí deprimido, un nivel cada vez menor de aporte a las cajas jubilatorias, dentro del sistema dual Estado y AFJP (Sólo un 60% de los afiliados a una AFJP aporta en la actualidad). Como consecuencia, en el futuro, será cada vez menor la franja de ancianos que posea un ingreso y una cobertura social que les permita un nivel digno de vida, poniendo en grave riesgo su supervivencia. En los últimos tiempos a surgido un nuevo sector, con características propias, denominado" jóvenes–Viejos–Jóvenes", ampliando la clasificación existente que divide a los adultos mayores en" viejos- Viejos" y" viejos- Jóvenes". Este sector se conformaría , por aquellos que poseen entre 50 y 60 años, que se encuentran en una doble disyuntiva, de que a pesar de ser jóvenes psíquica, física y con posibilidades de ser económicamente productivos, el mercado los a expulsado caracterizándolos como viejos improductivos. Son cronológicamente jóvenes, pero el sistema de protección social no está preparado para absorber la demanda de esta franja de la población, sin programas sociales alimentarios o planes de vivienda que los contenga, sumiéndolos cada vez más en situación de marginación y de exclusión, y engrosando la franja denominada" nuevos pobres", actualmente considerada una nueva clase social por algunos investigadores, dada su permanencia temporal.
4. Situación social de los mayores de 70 años en argentina.
Sociodemográfico
- Hay alrededor de 500 mil personas de 70 y más años sin cobertura previsional.
- La mitad de ellos habita en la Provincia de Buenos Aires
.
- En Mendoza hay 18.000 personas adultas mayores de 70 años sin cobertura previsional.
- Siete de cada diez adultos de 70 años y más sin cobertura previsional son mujeres.
- En Mendoza EL 28,2% de adultos mayores de 70 años y más están sin cobertura previsional.
- Entre los mayores sin cobertura previsional un 45% son jefes de hogar, más de un tercio son cónyuges y un 15% son padres o suegros del jefe de hogar.
- Entre los varones predominan los jefes de hogar (85%) y entre las mujeres las cónyuges (48%).
- Casi 15% de las personas de 70 años y más que carecen de cobertura previsional viven solas. Entre ellas, siete de cada diez son mujeres.
- Un tercio habita sólo con su cónyuge y el 11% con hijos mayores de 18 años.
- Más de la tercera parte vive en hogares extendidos o compuestos.
- En las regiones Metropolitana, Patagónica y Pampeana una proporción significativa de mayores sin cobertura previsional viven solos (hogares unipersonales).
- En las regiones Metropolitana, Cuyo, NEA y NOA la mayoría de estos adultos mayores cohabitan con otros familiares (hogares extendidos y compuestos). En cambio en las regiones Pampeana y Patagónica prevalecen aquellos que viven sólo con su cónyuge (hogares nucleares sin hijos) .
- Los hogares nucleares prevalecen en las dos últimas regiones, y los hogares extendidos y compuestos predominan en las regiones Metropolitana, NEA y NOA.
Perceptores De Ingreso
- Casi dos tercios de los mayores de 70 años sin cobertura habita en hogares donde no hay otras personas que cuenten con ese beneficio.
- casi seis de cada diez mayores de 70 años sin cobertura vive en hogares donde no hay personas ocupadas que perciban ingresos
- Si se toman en cuenta ambos tipos de ingresos, se comprueba que un tercio de los mayores sin jubilación habita en hogares que carecen de perceptores de ingresos de origen previsional o laboral.
- También se aprecia que una cuarta parte convive con un perceptor de jubilación o pensión y casi un tercio con algún perceptor de ingresos laborales, en tanto que el 12% cohabita con perceptores de ingresos de ambas fuentes.
- La ausencia de otro miembro con jubilación o pensión afecta:
Al 41% de los adultos mayores que que viven sólo con sus cónyuges.
Al 62% de los que viven con sus cónyuges e hijos mayores de 18 años.
Al 63% de los que habitan en hogares extendidos o compuestos.
A casi la totalidad de los hogares nucleares con hijos menores y a los monoparentales.
- Más de ocho de cada diez adultos mayores de 70 años sin cobertura previsional que habita en hogares unipersonales o nucleares tampoco cuentan con ingresos de origen laboral en el hogar.
- En la misma situación se encuentran tres de cada diez de los que viven en hogares extendidos o compuestos.
Pobreza
- Alrededor del 18% de los adultos mayores sin cobertura vive en hogares indigentes, y más del 50% habita en hogares pobres.
- En Misiones, Corrientes, Salta y La Rioja, la proporción de adultos mayores sin cobertura previsional que habita en hogares indigentes se sitúa entre 38% y50%.
- Asimismo, la incidencia de la pobreza en esta población supera el 60% en Neuquén, Santiago del Estero, Salta y Corrientes, el 70% en Misiones y Jujuy y se sitúa en torno a 80% en San Juan y La Rioja.
- En Mendoza el 23,4% es indigente y el 55,8% es pobre.
- La falta de recursos de esta población eleva la probabilidad de ser pobre cuando viven solos, o cuando cohabitan en un hogar extendido de bajos ingresos. Por esa razón, entre los que son pobres, casi tres de cada diez viven solos y más de un tercio habita en hogares extendidos o compuestos.
- Entre los no pobres predominan los que viven en hogares nucleares, con o sin hijos, destacándose estos últimos.
Posibles Soluciones A La Pobreza
- La asignación de un subsidio de $ 100 a cada mayor de 70 años sin jubilación o pensión significaría un incremento de 17% en el ingreso total medio y de 21% en el ingreso per cápita medio de los hogares donde habitan los mayores de 70 y más años carentes de cobertura previsional.
- El subsidio equivaldría, en promedio a 47% de la canasta alimentaria básica de estos hogares y a 20% del valor de su canasta ampliada. Y el subsidio promedio representaría tres cuartas partes de la brecha de pobreza de los hogares donde habitan mayores sin jubilación, y 1,2 veces la brecha de indigencia de estos hogares. A pesar de ello todos los hogares no lograrían emerger de la indigencia porque hay muchas familias con ingresos muy bajos o privadas por entero de ellos.
- La asignación del subsidio posibilitaría una reducción de casi 20 puntos porcentuales en la incidencia de la pobreza en esta población (que descendería de 51% a 31%), y de más de diez puntos porcentuales en la incidencia de la indigencia (que pasaría de casi 17% a 7%). Esto significa que, en los principales aglomerados urbanos, cerca de 65.000 ancianos dejarían de ser pobres y alrededor de 35.000 emergerían de la indigencia. Si se proyectan las cifras al total de las poblaciones provinciales, estas reducciones pueden estimarse en 106.000 y 59.500 personas, respectivamente.
5. La problemática de la ancianidad. mitos y prejuicios.
La Problemática Esta parte del trabajo, tiene como finalidad exponer los factores que inciden en la problemática de la ancianidad, para de esta forma acercar el tema a la inclusión en la agenda de gobierno, y a partir de allí brindar las posibles acciones, alternativas e intervenciones. Es muy importante que toda política social destinada a los ancianos tenga en cuenta primero que nada cuáles son los problemas que ellos tienen, para así de una forma coordinada y ordenada tratar de ir solucionando los factores que los provocan, como así también se deben tener en cuenta las variables que conforman esta problemática, a saber:
Variables :
- Autosuficiencia o no autosuficiencia.
- Fin de la actividad laboral y la pensión que le sigue.
- Disminución de las posibilidades económicas.
- Éxodo de los hijos de la casa familiar y la consiguiente transformación de la familia.
- Viudedad y consiguiente soledad.
- Reducción de la energía física, debilitamiento de la memoria, enfermedad.
- Abandono de los roles sociales y la posible marginación que de aquí se deriva.
Problemas que debe tener en cuenta una política social destinada a los ancianos:
- Condiciones socioeconómicas del malestar, marginación y la exclusión social de las personas mayores.
- Condiciones de habitabilidad de las viviendas en relación con los ciclos de edad, localización territorial, condiciones físicas.
- Condiciones de salud de los mayores y su relación con la realidad sociosanitaria.
- La educación como proceso interminable y la solidaridad intergeneracional.
- Los vínculos y redes sociales (desde la soledad y autoestima de los mayores).
- La satisfacción respecto a su propia vida (trabajo, ocio, tiempo libre, etc).
- Las perspectivas de futuro (¿Exclusión o integración social?).
La población anciana no puede ser considerada como una condición homogénea, en donde se reúnan todas las personas que han superado una cierta edad. Por el contrario la vejez es más bien un proceso que se manifiesta en fases y tiempos sucesivos y a cada una de estas fases corresponden condiciones de vida y niveles de autonomía diferentes. La población mayor de 65 años es la que, con el paso de su condición de activos a inactivos, en su mayoría sufre una pérdida de identidad personal, familiar y social, y esa pérdida de identidad tiene unas repercusiones básicas en sus vidas de viejos a tres niveles principales: psíquico, biológico y de relaciones sociales. Este conjunto de problemas, derivados de su propia condición, son los que se deben conocer y tener en cuenta cuando se planteen formas nuevas de atención social y cultural. Las personas mayores ven reducidas en gran medida sus propias capacidades psíquicas y biológicas; que suelen manifestarse en las siguientes características objetivas: aparecen como personas inseguras en todas sus actuaciones y movimientos; se muestran prudentes, conservadoras, pasivas, introvertidas, perseverantes, egoístas, dependientes, conformistas y ordenadas. Pero además otras características muestran el deterioro de su inteligencia, la disminución de su memoria, el aprendizaje, las habilidades perceptivo-motrices y las emocionales. Se sienten inseguras y ello repercute en sus relaciones sociales, lo cual les provoca situaciones de soledad, dificultades de adaptación, insatisfacción personal y excesivo tiempo libre, contribuyendo a que de acentúe el deterioro progresivo de su organismo. Y como resultado de estas características de índole psíquico, biológico y de relaciones sociales, las personas de tercera edad pierden interés e ilusión por la vida.
Situación en Mendoza. La provincia de Mendoza tiene una población de 1.576.585 personas (datos provisionales Censo 2001), que representa el 4,4% del total nacional. La población adulta mayor (más de 65 años), representa el 9,33% de la población total, o sea 147.404 personas. Un importante porcentaje (14.3%) de población de mayores de 65 años de la provincia(21.078 personas) viven en condición de pobreza. Una proporción mayor aún de la población de este grupo del aglomerado de Gran Mendoza (31.9%) no cuenta con beneficios jubilatorios(47.022 personas). Se trata de población en condición de extrema vulnerabilidad, ya que a la vulnerabilidad propia de la esta etapa de la vida, se suma la falta de ingresos y de cobertura médica, cuya prestación dentro del sistema de obras sociales está asociada a la percepción de jubilación.
Mitos Y Prejuicios La representación social que se tiene de la vejez está todavía muy condicionada por una serie de mitos y prejuicios que influyen en funcionarios del Estado, en profesionales, en jóvenes, en adultos y en los mismos mayores. Educación: "Los viejos no son capaces de incorporar nuevos conocimientos". Creencia internalizada en las otras generaciones y en los mismos mayores. La realidad es que el derecho a la educación es inalienable en cualquier etapa de la vida. La educación permite el desarrollo y el ejercicio de un nuevo rol de los ancianos. En la vejez, el saber convoca a la activa participación, contribuyendo al mejoramiento de la calidad de vida y al bienestar general. Vejez: El mito es aquel que asocia vejez con enfermedad y/o discapacidad. Si bien la buena salud en al vejez depende en gran medida de las condiciones de vida y del medio ambiente, la historia de vida individual, es un indicador insoslayable del estado de salud actual. Jubilación: Mito que jubilarse del trabajo es sinónimo de jubilarse de la vida. La notificación de la jubilación no debería ser un certificado de defunción para las personas. Se ha comprobado que la vida activa retrasa el proceso de envejecimiento. Por eso la jubilación no debería ser sinónimo d inactividad, sino elección de actividad. Ello redundaría en provecho de la sociedad como de cada hombre y mujer individualmente. Institucionalización: El mito es que las personas mayores viven mejor en los geriátricos, con la gente de su edad. La realidad nos demuestra que en nuestro país, no se margina a los viejos en instituciones. Tenemos un índice muy bajo de ancianos que viven internados: del 1,5 % al 2% de la población total de personas de 60 años y más.
Sexualidad: El mito que los viejos son asexuados. La necesidad de mar y sentirse amado, es componente esencial de la psiquis durante la vida, desde el nacimiento y hasta la muerte.
6. Conclusión
No debe considerar el envejecimiento de la población como una carga, sino como una oportunidad para que las sociedades reconozcan la valiosa e importante contribución que las personas mayores puedan aportar a la sociedad. Al formular las políticas socioeconómicas, los gobiernos deberán prestar atención al número creciente de personas de edad y establecer sistemas de seguridad social que aseguren una mayor equidad y solidaridad intergeneracional e intrageneracional; fomentar la viabilidad de las familias de varias generaciones; prestar apoyo a largo plazo a las personas de edad más débiles; tratar de aumentar la participación de las personas de edad en la sociedad prestando apoyo a su capacidad para valerse por sí mismas, y tratar de que las personas mayores puedan llevar una vida independiente , saludable y productiva en la que aprovechen plenamente sus sptitudes y facultades. Teniendo en cuenta que la vejez es más bien un tiempo de cosecha en el que se recogen los grandes temas de la vida , se puede deducir que todos somos responsables de que este tiempo vital sea vivido en plenitud. Es necesario despertar en la comunidad la conciencia de que el anciano es un miembro integrante de ella, que tiene necesidades particulares y concretas, las que deben ser conocidas y comprendidas para así sentirnos comprometidos con ellos trabajando para revertir las dificultades que puedan darse. Además es necesario educar para aceptar al anciano en la sociedad y en los cambios que en él se producen, partiendo desde la niñez y no esperar al día de mañana para hacerse la pregunta ¿qué hacer con el anciano?. Es función de toda la sociedad y también del gobierno trabajar en programas preventivos y de promoción, concretos y operativos, estimulando la participación y creatividad de las personas ancianas. Ala vez, los programas deben ser educativos e interdisciplinarios para toda la comunidad, si es que realmente se quiere lograr un cambio de actitud frente a esta problemática. Por lo tanto, no es necesario esperar la disponibilidad de recursos económicos, financieros, humanos si se quiere empezar a trabajar en la solución de los problemas de este sector de la sociedad, por lo que será beneficioso trabajar desde las bases para determinar cuáles son las verdaderas necesidades y situaciones por las que atraviesan las personas de esta edad. Por último, hacer que nuestros ancianos puedan vivir felices en nuestro mundo actual y futuro es, sencillamente, el mejor índice social de que la sociedad argentina se ha modernizado y ha cambiado realmente. A ello puede contribuir, sin duda alguna, la dedicación ilusionada a las políticas sociales a favor de la ancianidad.
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- INFORME "SITUACIÓN SOCIAL DE LOS MAYORES DE 70 AÑOS". Siempro. Abril 2003.
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- www.siempro.gov.ar
- www.pami.gov.ar
- APORTES BRINDADOS POR LA DINADyF- UCP-ANCIANIDAD: Graciela Rogé (Jefa programa cuidados domiciliarios); Griselda Castellanos (Jefa fortalecimiento comunitario).
Autor:
Karina E. Alandia
' Cátedra: "Política Social". ' Carrera: Lic. Ciencias políticas y administración pública. ' N° Registro: 08755. ' DNI: 27.846.317. ' Año: 2003.