A. Aparición de ansiedad al encontrarse en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil (o embarazoso) o donde, en el caso de aparecer una crisis de angustia inesperada o más o menos relacionada con una situación, o bien síntomas similares a la angustia, puede no disponerse de ayuda. Los temores agorafóbicos suelen estar relacionados con un conjunto de situaciones características, entre las que se incluyen estar solo fuera de casa; mezclarse con la gente o hacer cola; pasar por un puente, o viajar en autobús, tren o automóvil.
B. Estas situaciones se evitan (p. ej., se limita el número de viajes), se resisten a costa de un malestar o ansiedad significativos por temor a que aparezca una crisis de angustia o síntomas similares a la angustia, o se hace indispensable la presencia de un conocido para soportarlas.
C. Esta ansiedad o comportamiento de evitación no puede explicarse mejor por la presencia de otro trastorno mental como fobia social (p. ej., evitación limitada a situaciones sociales por miedo a ruborizarse), fobia específica (p. ej., evitación limitada a situaciones aisladas como los ascensores), trastorno obsesivo-compulsivo (p. ej., evitación de todo lo que pueda ensuciar en un individuo con ideas obsesivas de contaminación), trastorno por estrés postraumático (p. ej., evitación de estímulos relacionados con una situación altamente estresante o traumática) o trastorno de ansiedad por separación (p. ej., evitación de abandonar el hogar o la familia).
Los trastornos afectivos constituyen un grupo de trastornos clínicos cuyo rasgo común y esencial es una alteración del estado de ánimo unida a problemas cognitivos, psicomotores, psicofisiológicos e interpersonales. El estado de ánimo suele hacer referencia a los estados emocionales sostenidos que colorean toda la personalidad y la vida psíquica, puede estar normal, elevado o deprimido. Los pacientes con el estado de ánimo deprimido muestran pérdida de energía e interés, sentimientos de culpa, problemas de concentración, pérdida del apetito e ideas de muerte o suicidio.
El afecto es el tono sentimental, agradable o desagradable, que acompaña una idea. Determina la actitud general, ya sea de rechazo, de aceptación, de huida, de lucha o de indiferencia. Así pues, los afectos proporcionan el impulso motivacional o componente psicodinámico en relación con cualquier situación de la vida y tienen un papel determinante en los pensamientos y en las acciones de una persona en la salud y la enfermedad.
Dentro de los trastornos del estado de ánimo se clasifican aquellos cuya característica principal es una alteración del humor. El DSM-IV define, por una parte, episodios afectivos: Episodio depresivo mayor, Episodio maníaco, Episodio mixto y Episodio hipomaníaco; de carácter depresivo (estado de ánimo deprimido o pérdida del interés o sensación de placer): Trastorno depresivo mayor, Trastorno distímico, Trastorno bipolar I, Trastorno bipolar II, Trastorno ciclotímico y Trastorno bipolar no especificado o maníaco, (estado de ánimo anormal y persistentemente elevado, expansivo o irritable). Estos episodios se combinarían generando diversos patrones, constituyendo así los diferentes trastornos del ánimo.
La depresión es un trastorno de la afectividad que traduce una claudicación psicológica y biológica del individuo y se expresa a través de síntomas psíquicos (tristeza, desmoralización, desinterés, pérdida de la autoestima) y somáticos (astenia, anorexia, pérdida de peso, trastorno del sueño, algias). Según la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10), ([24]) "el enfermo que la padece sufre humor depresivo, pérdida de la capacidad de interesarse y disfrutar de las cosas, disminución de su vitalidad, que lleva a una reducción de su grado de actividad y aun cansancio exagerado, que aparece incluso tras un esfuerzo mínimo"
Los criterios para diagnosticar el episodio depresivo mayor se basan en la presencia de cinco (o más) de los siguientes síntomas durante un período de dos semanas, que representan un cambio respecto a la actividad previa; uno de los síntomas debe ser estado de ánimo depresivo o pérdida de interés o de la capacidad para el placer. ([25])
1. Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi cada día según lo indica el propio sujeto (p. ej., se siente triste o vacío) o la observación realizada por otros (p. ej., llanto). En los niños y adolescentes el estado de ánimo puede ser irritable.
2. Disminución acusada del interés o de la capacidad para el placer en todas o casi todas las actividades, la mayor parte del día, casi cada día (según refiere el propio sujeto u observan los demás)
3. Pérdida importante de peso sin hacer régimen o aumento de peso (p. ej., un cambio de más del 5 % del peso corporal en 1 mes), o pérdida o aumento del apetito casi cada día. Nota: En niños hay que valorar el fracaso en lograr los aumentos de peso esperables.
4. Insomnio o hipersomnia casi cada día
5. Agitación o enlentecimiento psicomotores casi cada día (observable por los demás, no meras sensaciones de inquietud o de estar enlentecido)
6. Fatiga o pérdida de energía casi cada día.
7. Sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados (que pueden ser delirantes) casi cada día (no los simples autorreproches o culpabilidad por el hecho de estar enfermo)
8. Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o indecisión, casi cada día (ya sea una atribución subjetiva o una observación ajena)
9. Pensamientos recurrentes de muerte (no sólo temor a la muerte), ideación suicida recurrente sin un plan específico o una tentativa de suicidio o un plan específico para suicidarse.
Se sabe que aún en los países con altos ingresos, casi el 50% de aquellos que sufren de depresión no son identificados. La identificación temprana significa un tratamiento más efectivo y evita la discapacidad o la muerte por suicidio.
En la mayoría de los casos, los trastornos depresivos pueden tratarse de forma efectiva con medicamentos comunes y baratos y con sencillas intervenciones psicosociales. Esto se puede lograr en los servicios de atención primaria de salud al proporcionar una capacitación básica y medicinas apropiadas.
El costo promedio anual, incluyendo costos médicos, farmacéuticos y por discapacidad, para trabajadores afectados por depresión puede llegar a ser 4,2 veces más alto que el incurrido por un asegurado típico.
Violencia y salud mental
La prevalencia tan significativa de la violencia intrafamiliar constituye un serio problema de salud pública, un obstáculo oculto para el desarrollo socioeconómico y una violación flagrante de los derechos humanos. En relación con el impacto de la violencia en la salud mental, la violación y la violencia doméstica aparecen como una causa significativa de discapacidad y muerte entre mujeres en edad reproductiva. Las mujeres blanco de la violencia psicológica pueden padecer de estrés crónico y, como consecuencia, enfermedades tales como hipertensión, diabetes, asma, obesidad, tensión nerviosa, ataques de pánico, trastornos del sueño, alcoholismo, abuso de drogas, baja autoestima, trastorno por estrés postraumático y depresión, además de heridas, hematomas, fracturas, pérdida de capacidad auditiva, desprendimiento de la retina, enfermedades de transmisión sexual, abortos e incluso feminicidios. ([26]), ([27]) Las mujeres golpeadas física y sicológicamente sufren, aparte de los ya sabidos síntomas de altos niveles de depresión y ansiedad, problemas de disociación, disfunciones sexuales y perturbaciones del sueño. Todo lo que a su vez lleva a otros problemas de salud asociados a dichas sintomatologías.
Así, diversos estudios realizados tanto en hospitales como en población abierta han mostrado que la violencia ejercida por la pareja o esposo se encuentra asociada con intentos suicidas, estrés postraumático, ansiedad y depresión. ([28]), ([29])
Respecto a los malos tratos por la pareja, se ha observado que las alteraciones psicopatológicas se agrupan habitualmente en dos factores: uno referido al estrés postraumático y el otro al malestar emocional, en el que predomina sintomatología ansioso-depresiva, baja autoestima e inadaptación a la vida cotidiana. La intensidad de estas manifestaciones determinara el estado emocional.
Las mujeres víctimas de violencia intrafamiliar presentan altos niveles de depresión, fobias, desórdenes obsesivo-compulsivos, ansiedad generalizada, desorden de estrés postraumático (EPT), abuso de alcohol y dependencia a fármacos y personalidad antisocial. ([30]) Las mujeres que experimentan violencia familiar, aunque sea en un nivel mínimo, reportan niveles mucho más altos de angustia psicológica que sus contrapartes que no tienen experiencias violentas de parte de sus esposos. ([31]) Estudios realizados en México han mostrado que la depresión mayor fluctúa entre el 6 y el 15% ([32]), ([33]) para la población general, siendo más frecuente en las mujeres que en los hombres. Dicha enfermedad ocupa el segundo lugar entre las enfermedades mentales y se asocia con un incremento en el número de intentos de suicidio en mujeres en nuestro país. Asimismo, resulta de particular relevancia el aumento en el número de suicidios consumados por éstas en algunos estados del sureste de México.
Finalmente, cabe resaltar los criterios para el diagnóstico de Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) ([34])
A. La persona ha estado expuesta a un acontecimiento traumático en el que han existido 1 y 2:
1. La persona ha experimentado, presenciado o le han explicado uno (o más) acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas para su integridad física o la de los demás.
2. La persona ha respondido con un temor, una desesperanza o un horror intensos. Nota: En los niños estas respuestas pueden expresarse en comportamientos desestructurados o agitados
B. El acontecimiento traumático es reexperimentado persistentemente a través de una (o más) de las siguientes formas:
1. Recuerdos del acontecimiento recurrentes e intrusos que provocan malestar y en los que se incluyen imágenes, pensamientos o percepciones. Nota: En los niños pequeños esto puede expresarse en juegos repetitivos donde aparecen temas o aspectos característicos del trauma
2. Sueños de carácter recurrente sobre el acontecimiento, que producen malestar. Nota: En los niños puede haber sueños terroríficos de contenido irreconocible
3. El individuo actúa o tiene la sensación de que el acontecimiento traumático está ocurriendo (se incluye la sensación de estar reviviendo la experiencia, ilusiones, alucinaciones y episodios disociativos de flashback, incluso los que aparecen al despertarse o al intoxicarse). Nota: Los niños pequeños pueden reescenificar el acontecimiento traumático específico.
4. Malestar psicológico intenso al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático.
5. Respuestas fisiológicas al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático.
C. Evitación persistente de estímulos asociados al trauma y embotamiento de la reactividad general del individuo (ausente antes del trauma), tal y como indican tres (o más) de los siguientes síntomas:
1. Esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o conversaciones sobre el suceso traumático.
2. Esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas que motivan recuerdos del trauma.
3. Incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma.
4. Reducción acusada del interés o la participación en actividades significativas.
5. Sensación de desapego o enajenación frente a los demás.
6. Restricción de la vida afectiva (p. ej., incapacidad para tener sentimientos de amor)
7. Sensación de un futuro desolador (p. ej., no espera obtener un empleo, casarse, formar una familia o, en definitiva, llevar una vida normal)
D. Síntomas persistentes de aumento de la activación (arousal) (ausente antes del trauma), tal y como indican dos (o más) de los siguientes síntomas:
1. Dificultades para conciliar o mantener el sueño.
2. Irritabilidad o ataques de ira.
3. Dificultades para concentrarse.
4. Hipervigilancia.
5. Respuestas exageradas de sobresalto.
E. Estas alteraciones (síntomas de los Criterios B, C y D) se prolongan más de un mes.
F. Estas alteraciones provocan malestar clínico significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
Evaluaciones
El Cuestionario de Salud General ([35]) es un instrumento de cribado para la evaluación preclínica y clínica de los trastornos psicosomáticos y la frecuencia de estas perturbaciones, mientras que el cuestionario para identificar violencia intrafamiliar (VIF) consta de dos preguntas para identificar la percepción de VIF según la mujer y la detección de manifestaciones de VIF mediante 17 formas de su expresión, señalando el miembro de la familia que la ejerce. Esta pregunta presenta ocho situaciones de violencia psicológica, seis de violencia física, una de abuso sexual y dos de abandono, negligencia en los cuidados, o ambos. El cuestionario recoge aspectos de la depresión y comportamiento suicida, de un sentimiento general de perturbación mental y de estrés y agotamiento psicofísico.
La OMS recomienda el uso de un tamizado universal, que consiste en preguntar habitualmente a todos los clientes o pacientes, si han sido objeto de violencia doméstica ([36]). La experiencia demuestra, que investigar sobre la violencia de género sólo cuando hay signos obvios de lesiones no es suficiente. En general, son más las mujeres maltratadas que presentan dolencias vagas, como dolor crónico, dolores de cabeza, trastornos del sueño y depresión, que traumatismos físicos. Por otra parte tampoco existen "perfiles" claros o acabados que puedan predecir quién es una víctima probable de maltrato. Las mujeres divorciadas o separadas, jóvenes y de clase socioeconómica baja son las que presentan unas tasas más elevadas de maltrato; sin embargo, la mujer maltratada no muestra ningún tipo característico de perfil de personalidad.
La Encuesta Nacional de Adicciones aplicada por la Secretaría de Salud en México, ([37]) contiene una escala de evaluación de la violencia hacia la pareja derivada de la escala de evaluación del peligro, de Campbell ([38]), adaptada y utilizada en un estudio anterior por Natera y Col ([39]); la escala consta de las siguientes preguntas:
¿Alguna vez su pareja o expareja…
le ha gritado o humillado?
le amenazó con pegarle?
la ha golpeado?
la ha forzado a tener relaciones sexuales?
controla o ha controlado la mayor parte de sus actividades?
ha sido golpeada por su pareja cuando estaba embarazada?
es violento con sus hijos?
manifiesta sus celos violentamente?
la ha amenazado con matarla?; si ha amenazado con matarla,
¿Usted cree que es capaz de hacerlo?
la ha amenazado con suicidarse, o lo ha intentado?
¿Usted ha amenazado a su pareja con suicidarse, o lo ha intentado?
El marco jurídico mexicano
En materia de violencia familiar a nivel federal, la Norma Oficial Mexicana NOM-190-SSA1-1999, Prestación de servicios de salud. Criterios para la atención médica de la violencia familiar, publicada el 8 de marzo del 2000 en el Diario Oficial de la Federación (DOF) es un instrumento jurídico útil para promover acciones que den cuenta de la magnitud y necesidades de las víctimas de maltrato familiar. La Norma establece "el derecho a la protección de la salud y la plena igualdad jurídica de los hombres y las mujeres, con lo que se protege la organización e integración de las familias" y reconoce plenamente que "subsisten aún profundas inequidades entre ellos, que propician situaciones de maltrato y violencia hacia los miembros más débiles (en función del sexo, la edad o la condición física), que se manifiestan cotidianamente. Ello ocurre tanto en el medio familiar, como en el ámbito público" ([40])
Se cuenta asimismo con una Ley de Asistencia y Prevención de la Violencia Familiar, publicada en la Gaceta Oficial del Distrito Federal el día 8 de julio de 1996 y en el Diario Oficial de la Federación el día 9 de julio del mismo año, la cual determina lo que se consideran generadores y receptores de violencia familiar, y define a la violencia familiar con sus modalidades de maltrato físico, psicoemocional y sexual. En el maltrato psicoemocional se hace referencia específica a los niños y niñas al incluir todos aquellos actos en lo que que se compruebe que han sido realizados "con la intención de causar un daño moral a un menor de edad (…), aunque se argumente como justificación la educación y formación del menor." En el caso del maltrato sexual se incluyen los delitos a los que se refiere el Título Décimo Quinto del Código Penal para el Distrito Federal, aunque en una perspectiva asistencial y preventiva. Asimismo, el Código Penal del Distrito Federal tipificó como delito la violencia familiar en 1997. En esa misma fecha se reformaron los Códigos Civil, el de Procedimientos Civiles y el de Procedimientos Penales con disposiciones destinadas a sancionar la violencia familiar. El Código Civil incluyó la violencia familiar como causal de divorcio, pérdida de la patria potestad y los derechos de familia.
El Artículo 343 bis del Código Penal del Distrito Federal establece que: "por violencia familiar se considera el uso de la fuerza física o moral, así como la omisión grave, que de manera reiterada se ejerce en contra de un miembro de la familia por otro integrante de la misma contra su integridad física, psíquica o ambas, independientemente de que pueda producir o no lesiones."
En el caso de las entidades federativas los avances en materia de violencia familiar son menores. [41]Baja California cuenta desde el 4 de julio del 2003 con la Ley de Atención y Prevención de la Violencia Intrafamiliar, el 20 de marzo del 2001 se emitió la Ley de Prevención y Atención de la Violencia Intrafamiliar para Sonora y el 4 de mayo del mismo año, la Ley de Prevención, Asistencia y Tratamiento de la Violencia Intrafamiliar de Tlaxcala y la Ley para la Protección de la Familia de Yucatán, publicada el 8 de septiembre de 1999 y que incluye capítulos relacionados con la violencia familiar y los derechos de la niñez.
Leyes contra la violencia intrafamiliar. ([42])
Ley para la Prevención y atención de la Violencia Familiar en el Estado de México. Del Procedimiento de conciliación, Art. 23 a 38 Código de procedimientos civiles del Estado de México. Del juicio arbitral Art. 264 a 267. Código de procedimientos penales del Estado de México. Instancia Conciliatoria. Art. 155.
Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. Estado de México. 12 de agosto de 2008. Aún no ha sido publicada
Ley de Asistencia y Prevención de la Violencia Familiar. De los Procedimientos Conciliatorio y de Amigable Composición o Arbitraje, Art. 18 a 20. Código de procedimientos civiles para el Distrito Federal. Del Juicio Arbitral. Art. 609 a 612.
Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia del Distrito Federal. 13 de diciembre de 2007 fecha de aprobación. 29 de enero de 2008 fecha de publicación.
Acciones para el cambio
La educación es, sin duda, el principal ámbito familiar y social por el que transitan las principales estrategias para evitar la violencia intrafamiliar, así como una de sus consecuencias: la depresión y el suicidio. Mediante la educación se pretende alcanzar un estado de salud física óptima, desarrollar la capacidad intelectual al máximo, enriquecer la estabilidad emocional, preparar a los individuos para que sean adultos saludables y productivos y contribuir al logro de su felicidad, inculcándoles valores éticos como honestidad, amor a la verdad, conciencia del deber, lealtad a los ideales, obediencia a la autoridad justa y respeto por la dignidad humana. Sin estos .atributos la vida carece de significado y la sociedad se convierte en un caos que se dirige inexorablemente a diversas maneras de patología psicológica y social.
El aprendizaje social distingue entre adquisición de conductas con potencial adecuado o inadecuado (agresión, drogadicción, actos antisociales, otros) y los factores que determinan si una persona ejecutará o no lo aprendido. Esta situación es importante, porque no todo lo que se aprende se realiza. Los preescolares maltratados pueden adquirir y retener la capacidad para actuar inadaptativamente. Tal aprendizaje no siempre se expresará sí la conducta no tiene valor funcional para ellos; pero si es funcional lo realizará aunque esté sancionada social y jurídicamente.
En una sociedad moderna hay cuatro fuentes principales que coadyuvan para la adquisición de conductas inadaptativas y sobre las cuales la familia, las instituciones y la sociedad en su conjunto pudieran actuar; éstas son: ([43])
1. Las influencias familiares.- Suele ser fuente preeminente de la conducta inadaptativa, debido al modelo y refuerzo que facilitan los miembros de la familia. Los investigadores que han estudiado los determinantes familiares de la conducta agresiva, informaron que hay una incidencia mucho mayor de modelamiento agresivo familiar en el caso de los adolescentes delincuentes que adolescentes normales. ([44]) La conducta violenta, se halla en las semejanzas que se dan en la práctica de abusos para con niños a través de varias generaciones. En el contexto de la práctica disciplinaria, es en donde los niños reciben de sus padres los ejemplos más vívidos de la manera de influir en la conducta de los demás. Los padres que propician métodos de dominación tienen hijos que tienden a valerse de tácticas agresivas semejantes para controlar la conducta de sus amigos o compañeros. También padres desadaptados a menudo fomentan modos agresivos de respuesta modelando orientaciones agresivas; pero no en el terreno de los hechos sino con palabras y actitudes.
2. Las influencias sub-culturales.- La familia está indudablemente unida a otros sistemas sociales. El menor maltratado reside siempre dentro de una subcultura, donde tiene contactos repetidos y constituye fuente importante de modelo de conducta de agresividad y drogadicción.
3. Modelamiento simbólico.- Los estilos de vida pueden ser transmitidos a través de imágenes, palabras y acciones. Existen estudios comparados que demuestran que en realidad patrones de respuestas gráfica o verbalmente, pueden ser aprendidos por observación, tan igual como los presentados a través de demostraciones socioculturales e imitación. ([45])
El modelamiento simbólico lo proporcionan los medios de comunicación social, especialmente la televisión, tanto por el predominio como por lo vívidamente que retratan los acontecimientos. Actualmente, tanto niños como adultos, independientemente de sus antecedentes, instalados cómodamente en sus hogares, tienen oportunidades ilimitadas de aprender estilos de vida inadecuados o la gama total de conductas delictuosas.
4. Aprendizaje por experiencia directa.- La conducta de un sujeto resulta de su propia experiencia. Los estilos de conductas adecuadas o inadecuadas son aprendidos en gran parte por observación y posteriormente perfeccionados a través de la práctica diaria, siempre que sea reforzada por la familia o la subcultura. El menor aprende conductas adecuadas por fa influencia del modelamiento y el reforzamiento que operan conjuntamente en el transcurso de su vida. Primariamente lo aprende al identificar los diferentes roles que asumen sus padres en el núcleo familiar. Por eso es fundamental el buen desempeño y la forma como proyectan sus roles los padres ante sus hijos para su adecuada adaptación social.
Una segunda acción es la terapia familiar sistémica, que resulta económica, abarcadora, multiplicadora y preventiva en la medida que permite observar, en toda su complejidad, a todo un sistema a la vez, y de ser necesario apunta a la reconstrucción y participación de las redes sociales que son las que pueden consolidar los cambios favorables de los sistemas familiares.
Consideramos que la institución familiar es depositaria de la violencia en sus múltiples formas, la vive, la reproduce, la genera, la sufre, pero también, la familia como sistema es capaz de encontrar nuevos y distintos cauces a sus dificultades, que permitan desarrollarse a cada uno de sus miembros de manera más sana. Una intervención sistémica atiende a las secuencias transaccionales, especialmente a los circuitos retroalimentadores que aparecen como "causa" inmediata de las escaladas de violencia, así como el proceso relacional entre la pareja, la familia extensa y otros servicios sociales que constituyen el sistema que mantiene al problema. Sin embargo, aunque la terapia familiar sistémica haya enfatizado tradicionalmente la causalidad circular, no debe perderse de vista la existencia de jerarquías, así como las diferencias sociales basadas en el poder; esto significa que no todos los elementos de un sistema tienen la misma responsabilidad en las interacciones violentas. La idea de jerarquía es indispensable para distinguir el peso diferente entre la responsabilidad del abusador y del abusado.
Una combinación adecuada de programas de tratamiento y prevención en el campo de la salud mental, en los marcos de estrategias públicas generales, puede evitar años vividos con discapacidad e, incluso, la muerte prematura, reducir el estigma que rodea a las enfermedades mentales, aumentar considerablemente el capital social, ayudar a reducir la pobreza y a promover el desarrollo del país. ([46])
Diversos estudios proveen ejemplos de programas eficaces dirigidos a diferentes grupos de edad – desde la etapa prenatal y la infancia temprana, pasando por la adolescencia y culminando en las edades avanzadas – y a situaciones varias, como estrés postraumático después de los accidentes, estrés en la vida marital, y depresión o ansiedad como resultado de la pérdida de trabajo, viudez o adaptación post-retiro. Sin embargo, existe una brecha considerable entre las necesidades de atención de los trastornos mentales y los recursos disponibles. En países desarrollados, que cuentan con sistemas de atención bien establecidos, entre el 44% y el 70% de las personas con trastornos mentales no reciben tratamiento. En los países en desarrollo estas cifran son aún mucho más sorprendentes y llegan casi al 90%. ([47])
Invertir en salud mental ahora puede generar enormes beneficios en términos de reducción de la discapacidad y la prevención de muertes prematuras. Estas prioridades son harto sabidas y los proyectos y actividades que se requieren son claros y posibles.
Finalmente, la OMS propuso cuatro estrategias para enfrentar los problemas relacionados con la salud mental: ([48])
Estrategia 1: Aumentar y mejorar la información destinada a los decisores y transferir tecnologías a fin de elevar la capacidad de los países.
Estrategia 2: Concientizar acerca de los trastornos mentales por medio de la educación y la abogacía a fin de elevar el respeto por los derechos humanos y reducir el estigma.
Estrategia 3: Asistir a los países en la formulación de políticas y en el desarrollo de servicios integrales y efectivos. La escasez de recursos obliga un uso racional.
Estrategia 4: Construir o fortalecer la capacidad en los países pobres para investigar en salud mental pública.
Autor:
Mario Luis Osorio Victoria
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