Posición de los Evangelios en el Juicio Seguido a Jesús de Nazaret (página 2)
Enviado por Humberto Mendez
Esa condena al padre de las ciencias modernas, la cual es ratificada hoy, no es más que una supervivencia al castigo por parte de una institución que se anquilosa en el pasado, y que como una rémora sobrevive hoy, a semejanza de un sueño monstruoso, y que quiere extender sus tentáculos en la vida real y a todas las esferas humanas. No solo fue un error la condena y la humillación al astrónomo y filosofo del renacimiento, sino que la misma constituye una terquedad el mantener esa posición retrograda, oscura y cavernaria en nuestros días. Una equivocación, no es más que una actuación hecha con desacierto; pero un error es el mantenimiento de esa equivocación. Y ese vicio del consentimiento, el cual se continua sosteniendo, a sabiendas de que los resultados obtenidos son nulos, y de que anulan todo acto que se consiga a través de él, convierte a ese escándalo en un acto bochornoso.
Otro Proceso Judicial más reciente, fue el que se le siguió al capitán Alfred Dreyfus, y que se extendió de 1894 hasta el año de 1906. Dreyfus era un judío francés, nacido en Alsacia; y en cuyo caso se quiso explotar el antisemitismo, para lo cual se le acusó de ser un expía. Los acusadores se basaban en una comunicación sin firmar, que fue interceptada, y que estaba dirigida al agregado militar de la Embajada de Alemania, Max von Schwarzkoppen.
Es tal la dimensión de este Juicio, que el Juicio de Jesús es considerado como "el caso Dreyfus" de la antigüedad. Y es que por lo telúrico del escándalo, el cual se agravó a raíz de la carta publica del escritor Emilio Zola, el padre del naturalismo, y autor de la novela Naná, fechada la carta el 13 de abril de 1898, y dirigida a Félix Faure, presidente de la Republica de Francia. Esta carta dividió a la sociedad en dos, los partidarios de Dreyfus y sus contarios. Pero más que esa división y toma de posiciones, ese articulo-carta, y que el maestro de la narrativa naturalista tituló "j"accusse", yo acuso, fue el causante de la crisis política y social que transformó a la sociedad francesa con la fuerza de un tsunami.
Sobre ese caso transformador y revelador, se han escritos folletos y libros, películas y documentales, artículos periodísticos, y formados círculos de opinión. Comenzando por el folleto de Bernad Lazare, el primer defensor de Dreyfus, y que publicó tres volúmenes; defensa que inició en 1896. En 1901, Joseph Rainach, escribió La historia del caso Dreyfus, en siete volúmenes. Hasta el mismo Dreyfus escribió un libro titulado: Cinco años de mi vida. En nuestros días, el historia francés Vincent Duclert, publicó una biografía de Dreyfus de unas 1,3000 páginas.
Anatole France, en su mejor novela, La isla de los pingüinos, trata ese caso escandaloso de su tiempo. Aunque contra el capitán francés escribió el coronel Larpent una obra que tituló: El compendio del caso Dreyfus. Porque los celos y el odio racial siempre estuvieron presente antes, durante y después del Proceso.
Si el proceso judicial seguido contra Sócrates es una ignominia de la Historia, y el de Galileo una aberración y un culto al dogmatismo, el caso Dreyfuss, es un vivo ejemplo que nos enseña hasta donde nos puede llevar la intriga y la xenofobia. Pero el caso de Jesús tiene y debe ser considerado como la más grande injusticia que se haya cometido debajo del cielo, comenzado con la sangre derramada por Abel, el justo, hasta la vida de la mas tierna criatura por nacer, cegada por alguno madre, a sugerencia del padre, y con la anuencia de los familiares, a manos de un médico o una enfermera sin escrúpulos, cuando practique un aborto en el día de mañana.
Y no es que Pilato haya sido un juez venal, y que respondiera ante los pedidos de una camarilla desalmada, integradas por los altos sacerdotes y los príncipes judíos; o que Herodes Ántipas, en su sordidez llenara de oprobios y vejaciones al Bendito Salvador, no. El tribunal de la Historia guarda para el Juicio seguido a Jesús un puesto que no se conoce, ya que su fallo y posterior condenación se puso en juego intereses eternos. El Inocente fue condenado, para que nosotros, los que vivimos, los que han muerto y los que han de nacer, los cuales traemos al mundo la tara del pecado, la cual pende de nosotros como un atavismo, para que fuésemos con su muerte declarados justos delante del Padre; y para que en el Hijo se cumpliera toda justicia, y la Ley de Dios fuera reivindicada, y nosotros fuéramos declarados justificado, por su muerte en la cruz.
White, E. (1966: 16 y 17) dice en su obra El deseado de todas las gentes: "Cristo fue tratado como nosotros merecemos a fin de que nosotros pudiésemos ser tratados como el merece. Fue condenado por nuestros pecados, en los cuales no había participado, a fin de que nosotros pudiésemos se rusticados por su justicia, el la cual no habíamos participados."
2. 1. Juicio extraoficial y nocturno a Jesús ante Anás.
Juan 18: 13-17.
En este momento, el que se inicia con las palabras de Juan: "Lleváronle primeramente a Anás…" se inicia lo que jurídicamente, y en el campo de la Teología se llama el Juicio de Jesús. Sobre este juicio es mucho lo que se ha escrito, mucho lo que se ha dicho y discutido, pero hasta el presente no se ha presentado un trabajo, hecho por un teólogo que sea jurista, o por un jurista teólogo que ponga de manifiesto todas las implicaciones de este magno evento, ya que el caso debe ser abordado desde los linderos de ambas ciencias del saber.
Hasta el presente, los teólogos, que son los que acostumbran a escribir sobre este tema, desconocen los aspectos jurídicos y sociopolíticos que este juicio entraña; y los juristas, cuando entran a explicar este mismo asunto, desconocen Las Escrituras, y las herramientas exegéticas, por no decir, que no hacen uso de una simple armonía de los Evangelios, con la que puedan guiarse, para que de esa manera puedan seguir el hilo conductor de los eventos. Es fundamental seguir los pasos, tal como se encuentran en los Evangelios, para no llegar a conclusiones equivocas. El Evangelio de Juan, es el primero de los cuatro, en darnos los detalles de un Juicio Preliminar, o mejor dicho, un Juicio Oficioso y previo, que se le llevo a cavo al Bendito salvador, el cual se inició en el Palacio de Anás, el suegro de Caifás, el Sumo Sacerdote, y presidente del Sanedrín, o Concejo Supremo en asuntos religiosos.
Es necesario hacer esta pregunta: ¿Por qué antes Anás? Porque este oscuro personaje, que aunque no era el Sumo Sacerdote en esa época, lo había sido cuando Quirino, Procónsul de Siria lo nombró en ese cargo, por los años 7 u 8 de nuestra era. Más tarde fue destituido de su puesto; pero logró que su yerno José, que también es conocido con el nombre de Caifás fuera nombrado en ese puesto. También cinco de sus hijos, y un nieto fueron nombrados como sumos sacerdotes. A esa alta dignidad se llegaba por medio de maniobras políticas, y por las prebendas que se pudieran dar a los delegados imperiales de la provincia.
Alfred Edersheism (1989), en su monumental obra La Vida y los Tiempos de Jesús El Mesías, dice que por la puerta que Jesús salió, después de la Cena Pascual, es la que comunicaba a la Ciudad Alta con el valle de Tyropoeon, y donde se hallaba el palacio de Anás. Por lo cual no hubo que caminar mucho para conducir a Jesús amarrado, del lugar de su detención, en el huerto de Getsemaní, hasta el hogar del hombre fuerte de los Saduceos. El pontificado de esta figura execrable había durado unos seis o siete años, pero sus tentáculos se extendían tras bastidores, para mover los hilos del destino de la nación.
Es por eso que Jesús es conducido ante este ex-Sumo Sacerdote, porque era la cabeza oculta del partido Saduceo, partido que era el representante del poder religioso, y por ende del Sanedrín. Como el Sanedrín era el Tribunal religioso, a Jesús lo llevaron primeramente ante este Tribunal, porque su primera acusación fue por un supuesto delito religioso, y comparece ante Anás, porque también el representa lo que se proyectaba como un linaje sacerdotal. Este Anás era el que manejaba los asuntos relativos al Templo, su culto y todo lo que tuviera que ver con ese comercio sagrado.
La razón por la cual a Jesús se le conduce ante este personaje, es para que este inicie los preliminares, e instruyera el Expediente. Es en su presencia que se ha de hacer el interrogatorio, y de esa manera extraer las conclusiones que se han de hacer valer ante el Sanedrín, donde Anás era Presidente o Sagan. Juan, que es el que escribe sobre esta fase de proceso, dice que ya todo estaba preparado de antemano en contra de Jesús; y aun más, dice que Caifás había declarado que Jesús tenía que morir.
El relato continua diciendo, que al llegar la multitud que conducía a Jesús prisionero al portal del palacio de Anás, dos hombres seguía a Jesús en la sombra; uno era Pedro, y el otro era "…aquel discípulo que era conocido del Pontífice…" Es debido a las relaciones palaciegas de este extraño personaje, que Pedro logra penetrar al patio del palacio. Es aquí, en la puerta, donde Pedro niega a Jesús por primera ves. Esta primera negación, es el pase de entrada. Una vez en el patio, ya que Pedro tenía interés en seguir los pormenores del juicio, no quería perderse los detalles, hasta el extremo de no recordar lo que su Maestro le había predicho esa misma noche. Pedro se calentaba, junto al fuego, porque el invierno no hacia mucho que había finalizado, y la primavera estaba en sus inicios, y estaba haciendo frío.
Anás, que esta llevando el proceso informal, quiere ver como consigue alguna información de parte de Jesús, que le permita la condena. Juan dice que Anás: "Preguntó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina".
No es tan fácil conocer lo que encierran las palabras de este raposo. Es por eso que quiere iniciar el proceso en contra de Jesús, reuniendo datos, informaciones y pruebas, que desde un principio fueran contundentes, argumentos que condenaran al Maestro de Nazaret. Quiere saber cual es el manifiesto político de Jesús, cuales son sus principales parciales, en que fundaba su autoridad. Quiere indagar, cual era la base de su carisma. Era su interés saber si la nueva doctrina de reforma que Jesús predicaba era atentatoria en contra de los intereses que el encarnaba. Quería fundamentos para hacer sus recomendaciones ante el Sanedrín.
Anás quería que el mismo Jesús se condenara, que tratara temas políticos para de esa forma enemistarlo con el Gobernador romano. Todo argumento podía ser utilizado en su contra. Si las implicaciones eran religiosas, se podía incuar una acusación frente al Sanedrín, y luego ser llevada ante el Gobernador para que la ratificara. Si la acusación era por motivos políticos, se podía presentar una recomendación ante el Gobernador, el cual la acogería en seguida.
Elena White (1966: 648), con su originalidad de testigo presenciar expresa: "Cristo leía el propósito del sacerdote como un libro abierto. Como si discerniese el mas intimo pensamiento de su interrogador, negó que hubiese entre él y sus seguidores vínculos secretos que los hubiese reunido furtivamente y en las tinieblas para ocultar sus propósitos o doctrinas".
Es por eso que Juan consigna que Jesús le dice a sus acusadores: "Yo manifiestamente he hablado al mundo: Yo siempre he enseñado en la sinagoga y el Templo, donde se juntan todos los judíos, y no he hablado en oculto". Esta es la mayor prueba de que no era una logia lo que el tenia en unión con los suyos. Sus enseñanzas eran públicas, así como oralmente se dirigía a su auditorio, siendo a la vez contradictorias, ya que las polémicas sostenidas con Herodianos, Escribas, Fariseos y Saduceos de esa manera lo atestiguaban.
Por ser publicas, no tenia nada que ocultar nada a nadie, y esas misma instrucciones le había dada a los discípulos cuando los envió a predicar las Buenas Nuevas de salvación. No había doctrina secreta. Nada oculto tenían sus doctrinas, y mucho menos atentatorias contra el poder romano o el sistema de culto establecido y representado en el Templo. Cada vez que operaba un milagro, en el cual el o la beneficiaria tenía que purificarse según el Código Levítico, él lo enviaba al sacerdote, y para que presentara la ofrenda que para cada caso Moisés había instituido.
En el discurso en el cual increpo a los Fariseos, le concedió la autoridad religiosa que como dirigente y depositarios de la verdad ellos representaban. Él, por tres años y medio recorrió todo Israel, y las tierras vecinas, sin que se dijera que quería plantar un reino, aunque en una ocasión, un grupo de agradecidos quisieron coronarle rey. Su misión no era terrenal, aunque vino a la tierra a preparar a los humanos para el reino de los Cielos.
Ellos mismos, las Fariseos y Saduceos que estaban presente en el palacio de Anás, habían mandado mensajeros, y entre ellos se encontraban de esos emisarios que se infiltraron, con el propósito de tenderle lazos, y hacerle caer en sus trampas. Ellos habían vistos sus milagros y escuchado sus discursos. No es una exageración si se afirma que ellos habían enviado taquígrafo para que tomaran notas de los dichos de Jesús, ya que se sabe por Plutarco, que Cicerón, tenia a Tirón, su esclavo, el cual era taquígrafo en el Senado para que registraran todo lo que él decía. Posiblemente Jesús reconoció entre los presentes, a algunos de los que como sombras le seguían en su recorrido, por lo cual el Maestro dice: "¿Qué me pregunta a mí? Pregunta a los que han oído, que les haya yo hablado: he aquí esos saben lo que yo le dicho".
Esas palabras las pudo haber dicho, al tiempo que su dedo índice señalaba a alguno de los presentes. La frase: "He aquí, esos saben lo que yo he dicho", es una implicación de que estaba señalando. Lo que Jesús persigue es que si hay alguna acusación en su contra, que se le muestre. Es seguro que él como rabino conocía sus derechos, y quería que desde el principio, desde el inicio de la instrumentación de su caso se cumpliera con la Ley. Se tenía que cumplir con la exigencia de que dos o más testigos presentaran las pruebas condenatorias.
Esto parece que ofendió a uno de los paniaguados del alto dirigente, el cual le propinó una bofetada, lo cual pudo haber sido un golpe con una vara. Esa actuación, el herir a un acusado, es una violación a un derecho elemental del hombre. En el Derecho Hebreo, no se contempla este tipo de actuación, vejatoria para el reo.
Este juicio, que se inicia de forma oficiosa, es una de las razones por la cual por casi dos mil años se ha dicho que el Juicio de Jesús violó los más mínimos principios del Derecho, y es cierto. Yitzhak David, en junio de 1973 interpuso un recurso por ante la Suprema Corte de Justicia de Israel, pidiendo que se revisara la sentencia que condenó a Jesús, bajo el alegato de que era injusta. Ese caso hizo que el Doctor Salvador Jorge Blanco (1982) publicará una serie de tres artículos en el periódico Listín Diario, y que luego aparecieran en su libro Justicia y Prensa.
Como una muestra de lo ilegal e injusto de ese proceso, es que cuando a Jesús se le lleva ante la presencia de Anás, no ha cometido ningún delito, por lo cual no se le quería hacer justicia. En el supuesto de que se le quisiera hacer justicia, el arresto de por sí era ilegal, y luego debemos agregar, que se hizo a un lado lo que el Talmud consigna, cuando dice: "El proceso criminal no puede comenzar ni terminar sino durante el curso del día".
Paul Winter, en su celebre obra El Juicio a Jesús (1995), en su empeño por hacer legal el Juicio, y darle carta de legalidad a todo el proceso, llega a negar la existencia del Juicio oficioso ante Anás, y también la existencia de una reunión nocturna del Sanedrín. Llegando a hacer intervenir varias manos en la elaboración del Evangelio de Marcos, y a considerar superflua algunas de las declaraciones del segundo Evangelio.
Es por eso que entra en contradicción con la afirmación de Elías Bickermann de que es imposible identificar las diferentes tradiciones que hay tras los relatos de la Pasión que se conservan, en este caso podemos afirmar con seguridad que la noticia de una sesión nocturna la cual confunde con la de Marcos 14, 53b, 55-64, llegando a decir que es un añadido a una tradición anterior. La repetición de la enumeración de los miembros que componían el Sanedrín, dice Winter, demuestra indudablemente que lo que tenemos en el Segundo Evangelio no es todo de una pieza, y no fue obra de un solo autor. Como el celebre autor judío, no puede entender el juicio oficioso ante Anás, se despacha acusado de superfluo a Marcos; pero el caso en cuestión, solo es tratado por Juan, nada mas.
Con la respuesta de Jesús al alguacil que le hirió: "Si he hablado mal, da testimonio del mal: y si bien, ¿Por qué me hiere? Termina el examen preliminar efectuado ante la presencia del hombre fuerte del partido Saduceo, para entrar a la primera fase propiamente dicha. Lo que está para iniciarse, es el preludio de un farsa, es un guiñol, una burla con el nombre de juicio, el cual culminó con la esperanza de salvación para todo aquel que entienda que el juzgado y condenado siendo inocente, estaba como sustito de la humanidad caída, y merecedora de la muerte.
2.2. El proceso antes Caifás y el Sanedrín de noche.
Marcos: 14: 53-54. Lucas: 22: 54-63. Juan: 18: 24.
Esta parte del proceso se inicia con estas palabras de Juan: "Y Anás le había enviado atado a Caifás pontífice". Este proceso viene salpicado por implicaciones que son de orden político, civiles y religiosas. Renán (1968: 270), el historiador humano de Jesús, el mas feliz de los autores de la búsqueda del Jesús Histórico, y el cual se llegó a ganar del papa Pío X1 el adjetivo calificativo de "el blasfemo europeo", dice en el capitulo XX1V de su Vida de Jesús los siguiente: "Hanan, aunque autor del asesinato jurídico que se iba a llevar a cabo, no tenia poder para pronunciar la sentencia de Jesús; le volvió a enviar a su yerno, Caifás, que ostentaba el titulo oficial. Este hombre, instrumento ciego de su suegro, debía, naturalmente, ratificarlo todo. El sanedrín se encontraba reunido en su casa."
Cuando se trata de seguir en forma detallada y pormenorizada cada uno de los pasos seguidos en este juicio histórico con repercusiones judiciales, se debe tomar muy en cuenta los detalles. Porque hay comentaristas bíblicos que llegan a desconocer lo que Juan dice, lo cual muestra una ignorancia supina. Se debe saber, que el juicio contra Jesús, en el aspecto religioso tuvo tres fases; siendo la primera, el juicio oficioso celebrado en el palacio de Anás, y este que se tratará a continuación ante el Sanedrín, el segundo, y que tiene lugar la misma noche. Los autores Jamieson, Fausset y Brown (1991), no conocen este proceso que aquí se trata, y suponen que Jesús: "Estaba en manos de los oficiales enviados a tomarlo". Pensando de esa manera que los príncipes respetaban el no reunir el Consejo de noche. Pero eso no fue así, el Consejo se reunió de forma y manera ilegal.
El Evangelista Marcos reseña: "Y trajeron a Jesús al Sumo Sacerdote; y se juntaron a él todos los príncipes de los sacerdotes y de los ancianos y los escribas". Es en la casa de Caifás donde se reunieron los miembros del Sanedrín esa noche, pero sin que se haya convocado a José de Arimatea, y en el caso de que se le convocara, no se presentó, y si se presentó, Lucas dice en su narración de los hechos del Salvador: " Y he aquí un varón llamado José, el cual era senador, varón bueno y justo, (el cual no había consentido en el consejo ni en los hechos de ellos), de Arimatea, ciudad de la Judea, el cual también esperaba el reino de Dios." Se puede conjeturar que Nicodemo no estuvo presente. De ambos miembros del Sanedrín haber estado en esa sección ilegal, sus votos hubieran sido contrario al resto de senadores.
Lo que se dijo del juicio preliminar y oficioso en el palacio de Anás, se puede decir de este juicio ante el Sanedrín, es ilegal, esta viciado. Y esto es así, porque este tribunal colegiado, encargado de fallar los asuntos religiosos en Israel, esta operando de manera irregular. El Talmud expresa muy claramente: "El proceso no podrá ser iniciado durante la noche, ni en Sábado, ni en día festivo", y esta reunión nocturna se ha hecho con la finalidad de fallar apresuradamente en esta sección, para al día siguiente ratificar el fallo, y de esa manera hacer una condena del acusado cuanto antes posible.
El delito de blasfemia, que era causa de muerte en la Legislación Judía, no lo era en el Derecho Romano. Es por eso que lo que en este Tribunal de Primera Instancia, como hubiese dicho un abogado dominicano, es muy probable que no prosperara ante un tribunal de alzada. Pero eso no era todo. Los jueces que durante la madrugada juzgaron a Jesús, estaban en espera del alba para ratificar su sentencia de muerte, ya que sabían que hasta el momento todo el proceso estaba viciado.
Como el proceso hasta ahora era ilegal, en esta caso por nocturnidad, Jorge Blanco, citando a Jacques Isorni, en su libro "Los Casos de Conciencia del Abogado", el capitulo titulado: El deicidio y la conciencia, anota que en las primeras horas de la mañana del día siguiente, el Sanedrín se reunió para confirmar la decisión que en de la noche había tomado contra Jesús. (20). Así es que era necesario enmendar lo que se había iniciado mal. Es por eso que encontramos a esos mismos jueces reunido de nuevo, pero esta vez con una sentencia ya preparada.
2.3. El proceso de Jesús ante el Sanedrín, en las primeras horas de la mañana. Mateo: 26: 59-68, Marcos: 15: 1 Lucas 22: 66-71.
En estos versículos tenemos claramente expresa la intención del Sanedrín: acallar su propia conciencia, dándole apariencia de verdad a un proceso en el cual ellos habían puesto todos los vicios del procedimiento. Pero lo que inicia mal, no debe terminar bien, a menos que la enmienda que se introduzca no sea de dimensiones históricas.
Era el deseo de estos príncipes que amaneciera lo antes posible, para simular que procesaban al Maestro galileo, cuando en realidad, lo que estaban haciendo era ratificando la sentencia ilegal de la madrugada anterior. La sentencia estaba preparada. Lo que el Tribunal, lo mas que podía hacer, era darle una lectura, y simular un justo juicio con todo lo de la Ley. Todo estaba listo para el fin del acusado, cuyo delito era no haber cometido ningún delito, por lo cual se recomendaba su muerte.
Como es la tercera vez que Jesús es presentado ante este Tribunal, bueno seria que se insertaran unas notas, en cuanto a sus funciones y constitución. Por lo que el Doctor Salvador Jorge Blanco nos dice, el Sanedrín estaba integrado por dos Presidentes, veintitrés Sacerdotes, veintitrés Escribas, y veintitrés Ancianos. Todo esto nos da un total de setenta y un jueces. Esa era la constitución del Tribunal Supremo Judío en materia religiosa en los días en que Jesús fue sometido a juicio.
Sobre los derechos y prerrogativas de ese Alto Tribunal, la fuente principal de este trabajo, es el libro de Paul Winter, titulado El Proceso a Jesús On the Trial of Jesús (1995). Winter era un abogado judío, nacido en Moravia, (Moravia, es junto a Bohemia y Silesia, la tres partes que forman la Republica Checa), y en su obra se empeña en limpiar al pueblo judío de toda responsabilidad. Sus esfuerzos son ingentes, desde la misma Introducción, para descalificar a los evangelistas, y a los Evangelios, negándole categoría histórica y veracidad.
Esto es en resumen, lo que Winter dice que era el Sanedrín, en los días de Juicio de Jesús, y que en la época en que los romanos gobernaban en Palestina, por lo cual los asuntos militares y las relaciones exteriores se hallaban en manos del representante del poder soberano. El mantenimiento del orden público era responsabilidad en parte romana y en parte judía; la mayoría de los otros asuntos de carácter puramente interno seguían en manos de las autoridades locales judías.
Esta distribución del poder no estaba explícitamente formulada en una constitución escrita o un acuerdo contractual entre las dos naciones, ni tenia que estarlo, ya que Israel era una tierra bajo ocupación, y la aplicación de este acuerdo general sufría variaciones de detalle, según la política del gobernador que hubiera en el momento. Progresivamente, al ir aumentando el control romano del país, los procuradores tendieron todos ellos a arrogarse más funciones, funciones que las autoridades judías nativas consideraban incluidas en su propia jurisdicción. Este proceso desembocó por fin en un levantamiento contra los romanos en el año 66 después de Cristo. Pero, en términos generales, los romanos, maestros en el arte del control indirecto, se contentaban con permitir que las autoridades locales instituidas, encabezadas por el Sanedrín Supremo, siguieran actuando sin interferencias en cuestiones que no afectasen a los intereses romanos.
Hay testimonios del período comprendido entre los años 6 y 66 d.C. de casos judiciales por delitos que entrañaban la pena capital (tanto ante los tribunales romanos como ante los judíos), pero se carece de un cuadro claro y sistemático de normas en vigor y, sobre todo, de los criterios que determinaban la división de poderes entre la autoridad judicial romana y la judía. Aunque Winter no ve clara la división, él, ni el pueblo sometido tenia que verla, quien tiene que ver sus asuntos internos claro, es el Emperador romano, y para eso designaba a sus representantes, que actuaban como Pretores. Israel no podía poner condiciones, solo tenia que acatar las ordenes o revelarse, que fue lo que terminó haciendo. Cuando el pueblo judío hizo lo que tenía que hacer, levantarse en contra de sus verdugos, entonces fue destruida la nación, asesinados un gran número de ellos y la otra parte vendida como esclava y esparcida por el mundo.
Los judíos gozaban de autonomía en cuestiones legales, excepto en el caso de delitos políticos. Los romanos, indiferentes a las preocupaciones religiosas de las poblaciones sometidas o asociadas, evitaban meticulosamente intervenir en el ámbito jurisdiccional que abarcaba el derecho religioso judío. Roma procuró, en realidad, que siguiese aplicándose el derecho ancestral judío y que estuviese protegido por el representante imperial.
De la época de Julio César poseemos datos, continua diciendo Winter, que nos permiten realizar una valoración positiva de la persistencia de la autoridad y las actividades del Sanedrín. César apoyó los derechos de la institución cuando confirmó a Hircano II como etnarca y sumo sacerdote. Debemos entender, para los fines de esta este trabajo, que un etnarca, es el título genérico que se usó en la Antigua Roma para referirse a aquellos gobernadores de los reinos vasallos orientales que no llegaban al nivel de monarcas o reyes. El mejor conocido es probablemente Herodes Arquelao, hijo de Herodes I el Grande, que fue etnarca de Samaria, Judea e Idumea desde la muerte de su padre.
César estipuló que el etnarca debía ejercer los poderes y gozar de los privilegios que fuesen compatibles con el sistema jurídico del país. Más tarde, cuando Marco Antonio y el Senado romano confirieron a Herodes el título de rey, el Sanedrín no sufrió, en principio, ningún recorte de sus privilegios constitucionales, pese a que Herodes le trató, de hecho, en más de una ocasión con indiferencia o liquidó a aquellos de sus miembros que se oponían a su gobierno. Herodes el Grande se arrogó el derecho de adjudicación de los casos legales de carácter político. No interfirió, sin embargo, en la autoridad del Sanedrín en cuestiones de derecho religioso. Y es verdad, pero en parte, porque no dejó de influir para designación en el puesto de Sumo Sacerdote a los hombres que convinieran a sus intereses. Durante todo el período de soberanía herodiana, el Sanedrín siguió ejerciendo ciertos poderes.
Así, en el año 4 antes de Cristo, cuando murió Herodes el Grande, el Sanedrín envió delegados a Roma para informar a los romanos de que los dirigentes judíos preferían la autonomía bajo soberanía romana a ser gobernados por un hijo de Herodes, ya que estaban deseosos de alcanzar su libertad y de someterse a un gobernador romano. Quien haya leído la Historia de Eusebio, tendrá una idea del comportamiento de Herodes el Grande, para con los miembros del Sanedrín. Esto presupone que esperaban que un representante del Imperio mostrara más consideración por sus derechos tradicionales de lo que lo había hecho Herodes, quien había hecho encerrar a los ancianos, para que tan pronto se supiera de su muerte, los asesinara a todos, y el pueblo, en vez de hacer fiesta, llorara, si por lo menos no su muerte, la de los ancianos del pueblo.
Por lo que se lee en Josefo, en su Guerra de los Judíos, Tito le ofreció la autonomía a los judías, antes de la destrucción del templo. Lo que indica que tal declaración presupone que los judíos de Palestina (antes de que estallase la revuelta) gozaban realmente del derecho de autodeterminación en asuntos de carácter interno. Siguiendo la línea de pensamiento de Paul Winter, Herodes el Grande menospreció en numerosos casos la competencia del Sanedrín y se arrogó el derecho de juzgar a todas las personas que consideraba sospechosas de deslealtad.
Cuando fue depuesto Arquelao, el gobernador romano pasó a ocupar el lugar del etnarca. La situación judicial no volvió a la situación pre-herodiana. Los cambios introducidos no podían abolirse del todo. Se consideró que los delitos políticos debían ser competencia del prefecto, mientras que otras cuestiones judiciales lo serían del Sanedrín. Las cuestiones legales de carácter político que habían correspondido antes a Herodes y su hijo pasaron ahora a ser competencia del gobernador.
Es necesario reconocer, que los poderes el Sanedrín no estaban definidos punto por punto frente a los de las autoridades locales, pero se esperaba que las autoridades romanas respetasen las costumbres judías y que procurase no intervenir en cuestiones de derecho religioso. En muchas ocasiones, el gobierno romano necesitaba un órgano representativo y responsable que hiciera de intermediario entre él y el pueblo, y halló tal órgano en el Consejo, o Sanedrín.
Es sabido por todos, que los conflictos entre los judíos competían a sus tribunales propios, desde los jueces de los pueblos hasta el Tribunal Supremo de Jerusalén. Aunque esto no siempre fue así, porque Roma seguía la política general de dejar que las cuestiones locales las resolviesen tribunales nativos, de acuerdo con el derecho del lugar. Las cuestiones religiosas dependerían sin duda del Sanedrín. Los romanos concedían al tribunal indígena un amplio margen, que incluía jurisdicción civil y penal, así como la puramente religiosa, pero no en todos los tiempos Las limitaciones impuestas a la autoridad judía en casos que afectaban a no judíos, sobre todo a ciudadanos romanos, afectarían, sin duda, a delitos de pena capital, y a los que podemos calificar de delitos contra el Estado romano o el emperador.
Winter nos sugiere que Josefo no nos habla, por tanto, de una limitación de los antiguos poderes del Sanedrín, ni dice en ninguna otra parte que Augusto o sus sucesores redujesen de algún modo el derecho de esta institución a juzgar a judíos por delitos de pena capital y a la ejecución de sus sentencias. Existen, según él, abundantes pruebas de que, incluso después de la muerte de Jesús, el Consejo Supremo de la nación judía ejerció funciones de tribunal judicial procesando a judíos por delitos de pena capital y aplicando dicha pena.
Lo que nos extraña, es que Winter, que fue tan meticuloso, y que por momento se muestra un conocedor de la crítica neo-testamentaria, no tuviera en cuenta los escritos de Ernesto Renán. Y esto se dice, porque el gran historiador francés, en su obra Los Apóstoles, (1968: 177) dice en el capitulo V111, que la causa de la desgracia de Pilatos había sido: "El fanatismo judío le había hecho insoportable la vida: tal vez había rehusado a esos frenéticos la violencia que le pedía, la familia de Hanan había llegado a no tener necesidad de permiso para pronunciar sentencia de muerte."
Fue por eso, que destituido Pilatos por Vitelio, ocupó su lugar Marcelo, quien a decir de Renán (1968:177 y 178): "…tuvo sin duda más cuidado de no descontentar a los judíos y por consiguiente no se opuso a concederle muertes religiosas.". Por eso, hablando del gobierno de Calígula, el orientalista francés continua diciendo: "La política de este príncipe, antes de perder la razón, fue de volver a los pueblos de Oriente su autonomía y sus jefes indígenas. Por eso estableció los reinados de Antíoco, Comagena, Herodes, Agripa…"
En el capitulo X1V de esta misma obra, Los Apóstoles, encontramos que el emperador Claudio fue benévolo con los judíos, claro, debido a la influencia que sobre él tenían Agripa y Herodes, el rey del Calcia. Y tal fue así, que todos los judíos, sin importar donde vivieran, tenían libertad de vivir según sus leyes, teniendo como única condición, el respeto a los demás cultos. Fue entonces cuando el prudente Vibius Marbus, el sucesor de Publio Petronio, apenas se dejaba sentir su autoridad. Fue con Calígula cuando reinó la corrupción y la desmoralización, ya que los reyezuelos del Oriente, con su oro, compraban las prebendas del emperador demente. Fue cuando los judíos gozaron de cierta autonomía, autonomía que para Winter son derechos constitucionales, pero que para Renán (1968: 262): "En cuanto a los judíos, ya hemos visto que para ellos autonomía significaba intolerancia," las cursivas son de Renán.
Volviendo de nuevo a juicio, se debe decir que con esta sesión de la mañana, en un día de Fiesta, para Renán es el viernes 2 de abril del año 33, lo que el Sanedrín buscaba, era un esfuerzo para hacer que la acción pareciera legal. Pero ninguna ratificación de un mal puede convertirlo en un bien. El trabajo que se realiza a la luz del día, lo que en Derecho se llama Primera Jurisdicción, o el primer paso a seguir en todo proceso que busca el camino de la Ley, esta llegando a su final. En vista de que todo estaba preparado en contra de Jesús, dice el abogado judío Yitzhak David, citado por Jorge Blanco: (1982: 17"Jesús no recibió un juicio justo. El fue llevado ante el Sanedrín en medio de un odio ciego, y bajo acusaciones inventadas y no podía recibir un trato justo".
Esta tercera fase del Juicio de Jesús ante el Sanedrín, y que debe ser entendida como la fase oficial de este Supremo Tribunal Judío, es prácticamente desconocida entre comentaristas y tratadistas bíblicos. Cualquier lector, por muy apercibido que sea, cree o presume, los tres pasos son un solo, o a lo sumo dos. Jorge Blanco, el mas hábil y aguzado de todos los juristas domínanos en asuntos de procedimiento civil, se llega a confundir, a extremo de decir: "Solamente en el Evangelio de San Marcos se recoge este singular dato formalista con que el Sanedrín prendió tranquilizar su conciencia de tribunal y legalizar su juicio nocturno".Pág. (20). Luego procede a citar a Marcos 15: 1. Y, es que generalmente se confunde este acto de la mañana con el juicio nocturno, que ya Jorge Blanco había aclarado, pero quien trata este juicio en si, es Lucas en su Evangelio.
El Medico Amado, registra, que cuando fue de día, a Jesús lo presentaron ante el Concilio de Sacerdotes, y Ancianos, y le espectaron esta pregunta: "¿Eres tú el Cristo?". Y al igual que en la noche anterior, al ser puesto bajo la fuerza del juramento, Jesús se vuelve a declarar el Cristo, el Hijo del Bendito Dios. Esto explica porque Jesús reprocha a sus inquisidores en la forma en que lo hace: "Si os lo dijere, no creeréis; y también si os preguntareis, no me responderéis, ni me soltareis: mas después de ahora el Hijo del hombre se asentará a la diestra de la potencia de Dios."
Ellos no podían contender con Jesús. No tenían como responderle, y lo que era mas, el no tenia mas nada que hablar con ellos, porque entendía que su sentencia ya estaba firmada y sellada. El Tribunal todo lo tenía preparado con antelación. Todo estaba previsto, para presentar un caso de materia religiosa, como una insubordinación política ante el Tribunal de Alzada.
Como Jesús se había declarado hijo de Dios, lo cual era una blasfemia, manejaron el asunto de tal forma, que el mismo caso se viera también como un caso de sedición. La declaración de hijo de Dios, era vista como un caso de profanación, una soberana blasfemia, ya que Él, siendo hombre, se estaba igualando con el Sublime y Altísimo, con el Eterno, cuyo Nombre es Inefable, y que mora en la oscuridad. Con decir que es hijo de Dios, se ha de entenderse como sedición, ya que ser hijo de Dios, es declarase el Mesías, el Rey de Israel; y al hacerse Rey, estaba denegando el poder del César, ya que en esos momentos, quien era rey en Israel, era Tiberio César.
Por lo que dicen los Evangelios, el Jurado estaba dispuesto a fabricar las pruebas con las que quería condenar a Jesús. Marcos expresa: "Y los príncipes de los sacerdotes y todo el Concilio buscaba testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte. Mateo es mas enérgico, mas directo, mas explicito cuando dice: "…y todo el Consejo buscaba falso testimonio contra Jesús…"
Es necesario fabricar las pruebas para que un inocente sea condenado. Ante este Tribunal Jesús es inocente de todo crimen que se quiera poner en su expediente acusatorio; por lo cual era necesario buscar testigos que declarara en su contra. Es por eso que se expresa la animadversión que sentía el Tribual, a tal punto de estar dispuesto a admitir cualquier testimonio en contra del Maestro.
Los testigos de cargos eran necesarios para los miembros del alto Tribunal Colegiado, ya que de lo contrario, no podrían recurrir al Gobernador Pilatos, quien no iba aceptar los alegatos de criminalidad. En cualquier caso de acusación contra una persona que implicara la muerte, los testigos tenían que ser idóneos. La sustentación de las pruebas eras un requisito Sine qua non. El tribunal Superior tenia la responsabilidad de reunir la evidencia, de sopesar los testimonios, no de manufacturar las pruebas, de acomodarla. Y eso era lo que estaba haciendo, buscando testigos que declararan en contra del acusado; también estaba poniendo presión para que el acusado se inculpara.
No importa de donde viniera la prueba, en el tribunal era bienvenida. Es por eso que estaban haciendo todo lo que estuviera a su alcance. Es por eso que aparecen muchos que declaran contra Jesús; pero entre todos, no pudieron aparecer dos testigos que concordaran en sus testimonios. No había concordancia entre muchos, y la Ley solo exigía que dos estuvieran de acuerdo para que contara como verdad lo que ellos querían que así parecieran; pero esos dos testigos no aparecieron.
Por lo que dicen los Evangelios, el Jurado estaba dispuesto a fabricar las pruebas con las que quería condenar a Jesús. Marcos expresa: "Y los príncipes de los sacerdotes y todo el Concilio buscaba testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte. Mateo es mas enérgico, mas directo, mas explicito cuando dice: "…y todo el Consejo buscaba falso testimonio contra Jesús…"
Es necesario que se conozca, aunque en forma sucinta, lo que era un testigo en Israel, en los días del Juicio de Jesús. Cuando se acusaba a alguien de sedición, se colocaban a dos hombres, por lo menos, los cuales debían estar ocultos por un tabique, de tal manera que pudieran escuchar al acusado, pero donde éste no le viera. Era necesario que la habitación donde estaba el acusado estuviera iluminada, pero que los testigos le vieran. Una vez obtenida la confesión por parte del acusado, se le pedía que se retractara; de no hacerlo, los testigos salían de su escondite y le llevaban al tribunal, para que fuera lapidado. En los 613 Mitzveots, o mandamientos de la Torá, los cuales son principios legales y éticos extraídos de los cinco libros de Moisés, encontramos estos, que están relacionados con el trabajo de los testigos y el Sanedrín:
"570. Cualquiera que conoce evidencia testificará en la corte Lev. 5, 1.
571. Interrogarás cuidadosamente al testigo Deut. 13, 15.
572. Un testigo no servirá de juez en procesos de crímenes capitales Deut. 19, 17.
573. No aceptarás testimonio de un testigo solitario Deut. 19, 15.
574. Los transgresores no testificarán Ex. 23, 1.
575. No testificarán parientes de los que están en litigio Deut. 24, 16.
576. No darás falso testimonio Ex. 20, 13.
577. Castigarás a los testigos falsos, ellos trataban de castigar al que se defiende Deut. 19.
578. Actuarás de acuerdo a las normas del sanedrín Deut. 17, 11.
579. No te desviarás de la orden del sanedrín Deut. 17, 11 19."
Es necesario fabricar las pruebas para que un inocente sea condenado. Ante este Tribunal Jesús es inocente de todo crimen que se quiera poner en su expediente acusatorio; por lo cual era necesario buscar testigos que declarara en su contra. Es por eso que se expresa la animadversión que sentía el Tribual, a tal punto de estar dispuesto a admitir cualquier testimonio en contra del Maestro.
Por lo que dice Mateo, fue después de mucho buscar, sobornar y por que no, amenazar: "Mas a la postre vinieron dos testigos falsos". ¡Por fin! Encontraron lo que estaban buscando. Podían tener pruebas contra Jesús. Si eso era lo que estaban buscando, lo que necesitaba, lo que querían, ya lo tenían. Dos testigos estaban de acuerdo en sus testimonios. Con esta acusación podían ellos fallar a su manera, y luego pedir a Pilato que ratificara la sentencia. Ya tenían dos testigos que estaban dispuesto a declarar que ellos habían oído decir a Jesús: "Yo derribaré este Templo que es hecho de mano, y en tres días edificaré otro hecho sin mano".
Aunque es verdad que esas eran las palabras que Jesús había dicho en su primera visita a la ciudad de Jerusalem, según se encuentra en el Evangelio de Juan, después de haber purificado el lugar santo. Como las acusaciones eran infundadas, y buscaban un asidero jurídico, ya se tenía a manos un dicho de su boca que podía enlazarlo. Sus palabras podían ser tenidas e interpretadas como un atentado al centro de su religiosidad…pero todo no era tan fácil, ya que el mismo Marcos dice: "Mas ni aun así se concertaba el testimonio de ellos". No se podían poner de acuerdo, no había corroboración entre el testimonio de uno y del otro. ¡Qué frustración!
Si era cierto lo que los testigos decían, o si se regaba la especie de que alguien había amenazado con destruir el lugar mas santo de la tierra, el templo de Jerusalén, hubiera recibido la muerte a manos de cualquier judío. Y era legítima esa muerte, ya que el Templo era la razón de ser de cada individuo y de la nación entera. Ese Templo, que había sido construido por Herodes el Grande, era el orgullo de una nación, y para mantenerlo en funcionamiento, cada judío hubiese estado gustoso en dar su sangre para que el altar del sacrificio no apagara sus llamas, que ardían continuamente; y para que su figura majestuosa permaneciera por las edades sempiterna en el Monte Moriah.
Pero Jesús respetaba el Templo, nunca lo había profanado. Luchó contra los que querían variar el significado del culto, el cual tenia en su centro la prefiguración de lo que Él había venido a enseñar, y que era una sombra de lo que Él mismo era la realidad. Como Caifás comprendió que no podía hacer esa acusación en contra de Jesús, no porque no entendiera que Jesús se refiriera al templo de su cuerpo, sino porque su petición seria denegada por el Gobernador, al considerarla improcedente y mal fundada, buscó la manera de que Jesús corroborara lo que los testigos decían. Esa es la razón por la cual formula esta pregunta: "¿No responde algo? ¿Qué atestiguan estos contra ti?
Toda lucha era en vano. Si ellos querían acusarlo, que lo acusaran, pero ya Él no estaba en disposición de seguirle el juego. De sus labios no iba a salir una sola palabra. Es en este momento que el blasfemo Renán dice que en virtud de que la sentencia ya estaba preparada, Jesús no tenía nada que decir. El Maestro sabia que con el interrogatorio lo que se estaba buscado era un pretexto, ya que toda defensa era inútil. Ellos que argumente en su contra, que fabriquen pruebas, que levanten calumnias. El iba a mantenerse callado. Su silencio, era un silencio mortificante, era carcoma a los huesos y congrega en la carne de sus acusadores.
El que no tiene la razón está propenso a irritarse, a perder la paciencia, a gritar, a desesperar. Mateo dice que Caifás se puso en pie y utilizó su último recurso. Puso a Jesús bajo juramento: "Te conjuro por el Dios Viviente, a que nos diga si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios Bendito". Esto le daba otro jiro al caso.
Jesús, que estaba resuelto a no hablar nada ante el Sanedrín, al ser puesto bajo juramento en el Nombre Inefable del Eterno y Bendito, se decide a dar testimonio a favor de la verdad. Va hablar de lo que Él sabe. Antes de quedar como trasgresor al callar, toma la decisión de hablar, de decir la verdad. Mateo dice que Jesús respondió diciendo: "Tu lo has dicho", para agregar a renglón seguido- "y aun os digo, que desde ahora habéis de ver al Hijo del hombre sentado a la diestra de la potencia de Dios, y que viene en las nubes del cielo".
Todo lo que ellos, altos dirigentes del pueblo de Dios querían saber, ya Él lo había dicho: Él era el Hijo del Bendito, y como una prueba de esto, ellos, los que le estaban juzgando, iban a tener la oportunidad de verlo en su verdadera majestad. Si lo querían oír, pues entonces óiganlo. Era el Hijo del hombre el que estaba delante de ellos. Pero Él no tenia apariencia para que lo reconocieran, ya que a los suyos vino, y los suyos no le recibieron.
Al decir Jesús estas palabras, la cadena de violaciones al procedimiento jurídico agregó otro eslabón. La actitud de Caifás, de rasgar sus vestiduras cuando oyó las palabras de Jesús es contraria a la Ley levítica. Si es verdad que el luto, el dolor o una gran pena, llevaba al afligido a seguir la costumbre de rasgar, romper sus vestidos, como en el caso de Rubén, cuando no encontró a su hermano José en el fondo de la cisterna; también está corroborado en el episodio en que el paciente Job, el día en que recibió las infaustas noticias de sus múltiples calamidades, el cual rasgo su manto como un símbolo del dolor que apenaba su contrito corazón. Otro ejemplo lo podemos encontrar cuando Rabsaces, mensajero de Senachérih, rey de Siria dio su mensaje ante los muros de Jerusalén, en esa ocasión los hombres del gobierno de Ezechias rompieron sus vestiduras, y fueron en señal de luto a dar la nueva a su señor; pero una persona que vistiera los hábitos del sacerdocio, no le estaba permitido, bajo ninguna circunstancia realizar semejante acto.
En Levítico 10: 6, el Eterno le prohíbe a Aarón, Eleazar e Ithamar rasgar sus vestidos bajo pena de muerte, aunque estaban afligidos por las muertes de Nadab y Abiú, con estas solemnes palabras: "Entonces Moisés dijo a Aarón, ya Eleazar, y a Ithamar, sus hijos: No descubráis vuestras cabezas, ni rasguéis vuestros vestidos, porque no muráis, ni levante la ira sobre toda la congregación: empero vuestros hermanos, toda la casa e Israel lamentarán el incendio que Jehová ha hecho." En el mismo libro de Levítico 21: 10, se establece esa misma disposición, le está prohibido, cuando expresamente se establece: "Y el sumo sacerdote entre sus hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el aceite de la unción, y que hinchió su mano para vestir las vestimenta, no descubrirá su cabeza, ni romperá sus vestidos".
Esta actitud de Caifás lo inhabilita para ejercer sus funciones. El que es juez, no se puede tornar en acusador. El que tiene que cumplir el Derecho en este caso, lo violenta. Los intereses personales están por encima de la justicia. Esta fase del juicio agrega un acto más de ilegalidad al proceso. Es por eso que el juez y acusador falla sin necesidad de revisar la sentencia.
La blasfemia estaba de hecho probada. Ellos todos habían escuchado a Jesús proferir la blasfemia; y la Ley era mas que clara, diáfana y meridiana: "El que blasfemare el nombre de Jehová, ha de morir". Levítico 24: 16. Jesús había blasfemado, por declararse Hijo de Dios, se estaba declarando que era de la misma naturaleza y sustancia que el Padre. Para que mas testigos: "¿Qué os parece?", fue la pregunto hecha por el Pontífice, a lo que el conciliábulo respondió a coro: "Culpable es de muerte". Esta era su sentencia, con lo cual manifestaban cuales eran sus más anhelados deseos. Pero como ya se anotó, en el derecho romano, la blasfemia no era condenada con la muerte.
Salvador Jorge Blanco (1982: 19) nos dice: "La confesión se consideraba como la prueba por excelencia, y cabía más que nunca el principio: "confesión de parte relevo de prueba". Pero eso no es cierto, era todo lo contrario, las pruebas tenían que ser suministradas, no valía la confesión del reo. En el Derecho judío, no se relevaba la prueba por la confesión del reo, porque se entendía que este podía estar encubriendo a otros culpables, lo cual es muy plausible.
Con la acusación de blasfemia, se cierra el proceso religioso, y la tercera fase de esta primera etapa del juicio ante el Sanedrín. Con ella se cierra la Primera Jurisdicción, para abrir un proceso maratónico. Es necesario avanzar, que si el primer tribunal montó una farsa, en lo que continua veremos una verdadera tragedia.
William G. Johnsson (2005) nos dice que los juicios que le siguieron a Jesús en materia religiosa fueron una parodia. Los líderes religiosos no tenían ni la más mínima intención de examinar en forma imparcial las pruebas, sino de fabricar acusaciones, que dieran como resultado la condenación. A las conclusiones que ellos habían llegado, eran decisiones tomadas desde mucho antes de iniciar el proceso, ellos querían a Jesús muerto. Fue con el fin de mantener las apariencias, que el Tribunal fue convocado por la mañana, son las conclusiones de Johnsson.
Es justo y necesario que se exponga en este momento, antes de pasar a otra parte del Juicio, las razones por la cual el proceso religioso fue ilegal desde su mismo inicio:
Primero: En el Proceso contra Jesús, había miembros que no podían tomar parte en el mismo, debido a que habían sobornado a testigos falsos, o habían fabricado falsos testimonios. También el Tribunal tenía miembros que habían colaborado conjuntamente con Judas, el traidor, para cuya traición le habían pagado.
Segundo: No se cumplió el precepto que exigía un mínimo de dos testigos, y que esos dos testigos estuvieran de acuerdo en sus declaraciones. Los testigos que se presentaron no concordaban en sus testimonios.
Tercero: El proceso se comenzó de noche, y en un día que era Festivo, lo cual anulaba todo lo que de él pudiera resultar.
Cuarto: uno de los jueces, por lo menos el presidente Caifás, hizo la función de acusador, lo cual no estaba conforme al procedimiento. También el acto de rasgar sus vestiduras, le impedía ser un testigo idóneo en el juicio, ya que eso lo inhabilitaba.
Quinto: Jesús fue arrestado en forma arbitraria, ya que la Ley exigía que fuera detenido en flagrante delito, y Jesús fue detenido mientras se encontraba en el huerto de Getsemaní, al final de un momento de oración.
2. 4. Jesús ante el tribunal romano de Pilatos.
Mateo: 27: 2 y 11-14. Marcos 15: 1-5. Lucas: 23: 1-7. Juan: 18: 28- 38.
Se dice que contra el Sanedrín se han lanzado muchas acusaciones, injurias y acrimonias a través de las edades. A sus miembros le han hecho muchas y pesadas acusaciones; pero no se puede decir que son acusaciones infundadas. El juicio que se le celebró a Jesús fue ilegal desde el punto de vista del procedimiento, y así tenia que ser, porque de lo contrario, si las acusaciones hubiesen sido verdaderas, la condenación hubiera sido según el Derecho y su muerte merecida, entonces no hubiese muerto por los pecados de la humanidad.
En los Diálogos de Platón (2005: 27), editados por Gabriel Silva Rincón, este editor pone una nota al pie de página en La Apología de Sócrates, que dice lo siguiente: "Cuando Sócrates fue condenado, Apolodoro Exclamó: "¡Sócrates, lo que me aflige más es verte morir inocente!" Sócrates, pasándole la mano suavemente por la cabeza le dijo con la risa en los labios: "Amigo mío, ¿querría mejor verme morir culpable." Esto mismo podemos decir de Jesús, fue condenado siendo inocente, porque solo el puro e inmaculado Hijo de Dios, podía satisfacer los requisitos de la Santa Ley de Dios profanada por los hijos de los hombres.
La gran mayoría, por no decir todos, pues José, que era el Representante de Arimatea, y Nicodemo, quien en ocasión de un juicio secreto que se le quería seguir a Jesús fue capaz de defenderlo, es por eso que se conjetura que ambos miembros no estuvieron presentes. Ellos no hicieron coro en la falsa que se estuvo montando. Pero una cosa es cierta, si perverso fueron los nacionales que actuaron en la Primera Jurisdicción, esto es en la Religiosa, el Juez de la Segunda Jurisdicción, el cual tenia que conocer el expediente preparado por el Sanedrín, el cual era el calificado y competente para verter su veredicto, no era menos criminal, despiadado y distanciado de la Justicia. Se ha llegado a decir, que la infamia, el robo, la violencia, la corrupción y el abuso de poder eran las notas características de la administración de este Gobernante romano.
Era Poncio Pilato, o Pilatos, el Procurador romano de la Provincia de Judea, con su asiento en Cesárea, no la de Filipo, en la cabecera del Jordán, sino la de Palestina, en la costa del Mediterráneo. Si recordamos lo que dice Lucas, sobre la muerte violenta que Pilato dio a los galileos, en el mismo atrio del Templo, ya podría tener una idea de lo violento de su carácter, y al hacerlo en un lugar sagrado, es la mayor prueba de su impiedad. Con esto se revela el odio que la nación también podía sentir por este Gobernador gentil.
Un acto que hizo aumentar su impopularidad en el pueblo, fue el traslado de los cuarteles y las tropas de Cesárea a Jerusalén, ya que los estandartes, con la figura del César, dios del Ejército, provocó que se pidiera su remoción. La sola presencia de Pilato en el pueblo era causa de disturbios.
Los jueces del Sanedrín, que por sus dignidad era senadores, y querían valerse de todos los recursos habidos y por haber para conseguir la sentencia de muerte de Jesús, cuando van del Palacio de Caifás, al Pretorio. Siendo fieles a la tradición, se niegan a entrar en él, porque eso sería un motivo de contaminación, que lo inhabilitaría para comer el sacrificio del día. Pilato, que era un político hábil, en todo lo que estaba a su alcance, complacía a los poderosos, y a esos dirigentes era bueno tenerlo de su parte, accedió a su pedido. Pilato estaba cumpliendo con el Tratado, el cual establecía que a los judíos se les permitiera cumplir con todas sus tradiciones y costumbres; por lo cual el no iba a entorpecer que esos dignatarios pudieran tomar parte en sus celebraciones.
Los que no podían contaminarse, entrando en el Pretorio, si podían pedir la sangre de un inocente, y estar sin cargo de conciencia. Esa es la razón por la cual el Gobernante sale ante ellos, para escuchar sus demandas. Es estando en el balcón del Pretorio, que Pilato se encuentra con Jesús, al cual habían conducido atado. Cual no seria la actitud del Gobernador, cuando se encuentra delante de él a un hombre, posiblemente con el pelo revuelto, el rostro amoratado por los golpes, la cabeza y la frente con manchas de sangre, y la mirada perdida por la mala noche y la vigilia.
No falta quien diga, que cuando fue presentado ante Pilato, Jesús tenía un porte sereno, gallardo y majestuoso. Que tenía la apariencia de un militar y la dignidad de un príncipe; que impresionó a Pilato. Lo que si se sabe, es que Juan registra, que al ver Pilato a Jesús, pregunta: "¿Qué acusación traéis contra este hombre?"
Del grupo, el que tenia la voz cantante dijo: "Si este no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado". Si la cosa era tan sencilla; y era un asunto que a primera vista, por la fuente de donde procedía la acusación tenia implicaciones religiosas, Pilato dice a los jueces religiosos: "Tomadlo vosotros, y juzgadlo según vuestra Ley."
A pesar de las sesiones maratónicas del Sanedrín, y de la formulación que en su seno había dicho de que Jesús era culpable del delito de blasfemia, cuando llegan ante Pilato, el Alto Tribunal no tenia formulado ningún cargo contra el reo que presentaron atado ante el juez. Es ante estas circunstancias, que Pilato les pide a ellos que lo juzgue según la Ley y costumbre de su pueblo. Como Tribunal, según el alegato de Pilato, ellos tenían esa autoridad, ya que a ellos les está permitido hacer juicios religiosos.
Los miembros del Consejo presumían que Pilato sabia lo que ellos querían, y desde ya, quieren que este condene al reo con la pena capital. Es por eso que cuando el Gobernador delega ante ellos, como Tribunal disciplinario, el derecho a que juzguen a Jesús según la Ley de la nación, le está reconociendo los poderes que tiene el Sanedrín para Excomulgar a cualquier judío que no esté obrando según las costumbres del pueblo. Tenían derecho a infligirle el castigo de flagelación, como ya le habían hecho.
A pesar de lo que dice Winter, bajo ninguna circunstancia, podía el Sanedrín acordar y aplicar la pena de muerte. Si para esto Winter tiene que violentar la Historia, el Derecho Romano, la orden de Tiberio, quitarle poderes a Pilato, o contradecir a Flavio Josefo, pues lo hará. Aquí vamos a condensar sus palabras, ya que para él, cuando Josefo dice que el emperador concedió al gobernador poderes que incluían la aplicación de la pena capital, se refiere a la autoridad política y ejecutiva que Augusto, en su condición de jefe del Estado romano, había delegado en Coponio.
Aunque Josefo no habla, por tanto, de una limitación de los antiguos poderes del Sanedrín, ni dice en ninguna otra parte que se redujesen de algún modo el derecho de esta institución a juzgar a judíos por delitos de pena capital y a la ejecución de sus sentencias. Existen abundantes pruebas de que, incluso después de la muerte de Jesús, el Consejo Supremo de la nación judía ejerció funciones de tribunal judicial procesando a judíos por delitos de pena capital y aplicando dicha pena; pero no se debe olvidar, lo que ya se apunto de la obra Los Apóstoles, de Renán, cuando se citaron los capítulos V111 y X1V, en el acápite anterior.
Aquí se ratifica de nuevo, el Consejo Supremo Judío, el Sanedrín, no podía bajo ninguna circunstancias aplicar la pena de muerte. Cualquier delito que se cometiera en contra de la religión, que en la antigua administración conllevara esa pena, como era el caso de la blasfemia, este Tribunal podía solicitar esa sanción al Gobernador, el cual podía o no ratificarla. Es por eso que cuando tienen que hablar ante Pilato, el delito no es de blasfemia, se varía la calificación por el delito de sedición. Los voceros del Alto Tribunal Eclesiásticos, presentan su petición ante el Gobernador romano con estas palabras: "A este hemos hallado que pervierte la nación, y veda dar tributo a César, diciendo que él es el Cristo, el rey".
Ernesto Renán, (2005: 373) para quien el Sanedrín buscaba la ratificación de la orden de muerte, bajo el alegato de sedición, dice: "Por la mañana, los jefes de los sacerdotes y los ancianos se reunieron de nuevo. Se trataba de que Pilato ratificase la condena pronunciada por el sanhedrín y que carecía de validez a consecuencia de la ocupación de los romanos."
Pero el procurador no estaba investido del derecho de vida y de muerte, como el legado imperial, se sabe que la ejercían, pero no lo tenía. Jesús no era ciudadano romano; bastaba con la autorización del gobernador para que la sentencia pronunciada contra Él siguiera su curso, en cuanto a materia religiosa o civil, pero no en materia penal. Como ocurre siempre que un pueblo político somete a una nación en la que la ley civil y la ley religiosa se confunden, los romanos se sentían inclinados a prestar a la ley judía una especie de apoyo oficial. El derecho romano no se aplicaba a los judíos. Éstos continuaban sujetos al derecho canónico que encontramos consignado en el Talmud, y como apunta Renán, del mismo modo que los árabes de Argelia se encuentran todavía regidos por el código del islam.
No cave la menor duda de que esta acusación, la de sedición, fue un invento que le vino a ellos en ese mismo instante. En ningún momento Jesús se negó a pagar el tributo al César, o a oponerse a que se pagase; al contrario, instó a que se hiciera, dando al César lo que le correspondía como gobernante terrenal, como también ordenó que ha Dios se le diera la honra y el tributo debido. Lo que ellos buscaban con esa acusación, era minar el ánimo del Gobernador latino. Por lo que dice el relato sagrado, o Pilato no oyó esta acusación, o se hizo que no la oyó; lo que sí se sabe es que no hizo caso a lo que ellos decían.
Los Evangelios dicen que el Gobernador interrogó a Jesús sobre su alta investidura como Rey de la nación de Israel. Es muy probable que Pilato tuviera su idea sobre el Mesías; también es posible que conociera lo que se decía del Reformador que iba a venir, y que el pueblo esperaba, para poner la casa en orden. El interrogatorio de Pilato a Jesús no esta formulado como un aspirante al trono, como un rival del César, como si fuera un monarca secular.
Si Pilato hubiera entendido que este Rey, lo era en el sentido de Gobernador, no le hubiese formulado la pregunta en estos términos: "¿Eres tú el Rey de los Judíos?". Por lo cual la respuesta que recibe fue cortante, y es posible que envuelva un reproche: "¿Dices tú esto de ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?"
Vista desde esta perspectiva, se ve como se puede entender lo que la palabra Rey juega en esta conversación. Si se toma la palabra Rey, al estilo judío, ese Rey es el Mesías, el Reformador religioso; si se entiende del punto de vista de los latinos, ese Rey era el gobernador, el brazo armado, el poder civil. El sustantivo Rey es polisémico, y dependiendo de que lado estemos en relación con la cultura y la nacionalidad de los dos pueblos, tiene significado diferente.
Ahora se puede entender, que lo que Pilato quiere preguntar, es que si Él, Jesús, es el Reformador que los judíos esperan, por lo cual en su asombro, responde a Jesús, el mismo Pilato con una pregunta, una aseveración, y una segunda pregunta, con el deseo de tener luz sobre el asunto: "¿Soy yo judío? Tú gente, y los pontífices, te han entregado a mi: ¿Qué has hecho?"
Si se parafrasean estas palabras de Pilato, se puede entender mejor lo que subyace en el fondo de la cuestión: "¿Acaso soy yo judío para estar pensando en que ha de de venir un Mesías? Es tú gente, los que son como tú, los que te han traído hasta mí, porque tú te has proclamado como Mesías: ¿Dime si es verdad que tú eres el Mesías? Y de lo contrario, ¿Dime lo que tú has hecho para que ellos te traigan hasta mi?"
Jesús entonces procede a testificar delante del Gobernador romano, que sí, que Él es el Mesías que Israel esperaba, con la siguiente aclaración, para no intranquilizar a su juez: "Mi reino no es de este mundo: si de este mundo fuera, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos: ahora, pues mi reino no es de aquí".
Las palabras de Jesús son claras, categóricas. El no anda en procura de un reino político, y por tanto de naturaleza terrenal. No le interesa estar al frente del estado de Israel, porque de lo contrario, sus oficiales se hubiesen puesto en disposición de lucha para que los judíos no le hicieran ningún daño, y mucho menos que lo entregaran en manos de sus jueces. Es por eso que los oficiales de su ejército no iban a luchar para rescatarlo de manos de sus enemigos, y Pilato era uno de ellos; pero Pilato no debía temer, sus seguidores no iban a empuñar las armas para establecer su Reino.
Ante Pilato, Jesús negó que su Reino fuera de este mundo; pero tampoco dijo de donde fuera. Sus discípulos o seguidores no tienen que luchar en esta tierra por quitar o para establecer ningún reino que pronto será destruido por aquella Piedra que hirió los pies de la estatua en el sueño de Nabucodonosor, y la hizo polvo. Su predicación y empeño nunca estuvo encaminado a establecer un Reino en competencia con otro ya existente. Pero Pilato estaba intrigado con el giro que estaba tomando la conversación, porque no se puede decir que era un interrogatorio. Era una controversia seguida en dos planos, el latino y el judío; por eso el Gobernante quiere saber si Jesús era rey, y si lo era, en que sentido de la palabra.
A la pregunta de Pilato: "¿Luego rey eres tú?" Recibe esta respuesta que se encuentra en el Evangelio de Juan: "Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo aquél que es de la verdad, oye mi voz." Es como si Jesús le dijera, en buen castellano: "Si, soy Rey. Soy Rey del Reino de la Verdad. Todo aquél que es de la verdad oye mi voz, la comprende y me sigue."
Cuando el interrogatorio llegó a este clímax, es Jesús quien lleva el hilo conductor, no es el juez, es el acusado. Los dirigentes judíos sabían que de continuar de esa manera el Proceso, no se podría esperar una sentencia condenatoria. Es en ese momento que Pilato, asombrado a la manera platónica, quiere inquirir por la relación que debe existir entre los hechos y la realidad que se percibe, por lo cual pregunta: "¿Qué es la verdad?" Cuando está tratado esta conversación entre Jesús y Pilato, el joven Jorge Friedrich Hegel, (1981: 89) en 1793, a los 23 años de edad, y recién salido del Seminario de Tubinga, y durante su permanencia en Berna, en los días que escribía su Historia de Jesús; porque Hegel se intereso en la Búsqueda del Jesús histórico, dice "« ¿Te tienes por rey -replicó Pilatos-, pues que hablas de tu reino?» «Si así lo quieres llamar, sí -respondió Jesús-. Creí que había nacido para enseñar la verdad y ganar partidarios para ella; creí que ése era mi destino en el mundo, y quien la amaba escuchaba mi voz» A renglón seguido, quien sería el mas grande filósofo de la era moderna prosigue con esta pregunta de Pilato: "«¿Qué es la verdad?», repuso Pilatos con el gesto del cortesano que, superficialmente, condena las cosas serias con una sonrisa, y tomó a Jesús por un visionario que se sacrificaba por una palabra, por una abstracción que para el alma de aquél que carecía de sentido, considerando todo como un asunto que sólo tenía que ver con la religión de los judíos y que ni constituía un crimen contra las leyes civiles ni suponía un peligro para la seguridad del Estado."
Pero la multitud estaba siendo agitada en la calle. Se avecinaba un tumulto, y en el aire se escuchaban las acusaciones contra Jesús. Pilato entonces se dirige a la multitud ondeando la bandera de la verdad de sus pesquisas: "Ninguna culpa hallo en este hombre." Y esa si era la verdad de su veredicto.
Pero la multitud enardecida, dirigida por los dirigentes religiosos, empezó a lanzar acusaciones, las cuales fueron variando según la dirección del viento; desde la religiosa de blasfemia, pasando por las civiles con implicaciones políticas. Lo que se introdujo como un acto puramente religioso, la blasfemia, por declararse hijo de Dios, en el calor de la disputa se convirtió en sedición, amotinamiento, resistencia civil, al negar pagar el tributo debido al imperio.
En su tratado sobre el Juicio de Jesús, Jorge Blanco dice de una manera muy acertada, que en una misma Jurisdicción, después de ser rechazada una acusación, no puede ser considerada la misma persona bajo otra acusación. Pero eso es si se fuera aplicar el Derecho, y la prisa es mala consejera. No importa que lo que se diga sea cierto, lo importante es decir cosas, calumniar, después de todo, algo queda de esa calumnia, y eso era lo que se perseguía.
Las palabras de Pilato, de que no encontraba nada en contra del acusado, son una prueba de que estaba buscando la manera de cerrar el caso. Pero Pilato era un juez venal, y como quería congraciarse con el populacho y los dirigentes, en vez de dejar libre al inocente acusado, busca tener de su parte a los que en un momento determinado podría necesitar.
A pesar de lo dicho por Pilato, las acusaciones continuaron. Jesús esta impertérrito, inconmovible, inmutable. Jesús no contestó a las acusaciones, aunque se le invitó a que se defendiera. Entre las acusaciones que se lanzaban, el viento trajo una, que fue la tabla de salvación momentánea para Pilato: "Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí."
Esto era lo que Pilato necesitaba para desembarazarse de ese asunto. Como entendió que Jesús era galileo, inmediatamente interpone su Incompetencia, se Inhibe en razón de la nacionalidad del acusado. Alegando la Incompetencia Territorial, Pilato alega que él es Gobernador de Judea, en cambio que el juez competente es Herodes Ántipas, quien fungía como Tetrarca de Galilea. Jesús era de Nazaret, lugar donde había vivido toda su vida, por eso le llamaban Nazareno; así es que ha llegado el momento de desapoderase del asunto, y que sea Herodes, que se encontraba en esos días en la ciudad de Jerusalén, el encargado del caso, ya que es el asunto estaba pasado de castaño a marrón oscuro.
Alegando Incompetencia por la nacionalidad del acusado, se cierra la Segunda Jurisdicción del Caso de Jesús. Ahora se debe ver a Jesús cambiando de Corte. Hay que conducirlo ante la presencia de su Juez natural, Herodes Ántipas es quien debe juzgarlo.
2. 5. Jesús ante el tribunal de Herodes Ántipas.
Lucas: 23: 8-12.
De no haber sido por el Evangelio de Lucas, nunca se hubiera conocido de esta Tercera Jurisdicción en e Proceso a Jesús; lo mismo hubiera sucedido si Juan no hubiese narrado el Juicio Secreto y Nocturno de Jesús ante Anás. Pero es gracia al Evangelio cuatriforme que conocemos cada una de las Instancias del Juicio mas grande de la Historia, "El caso Dreyfus de hace 2000 años", como se ha designado.
Como las autoridades judías habían declinado el ofrecimiento de Pilato, de que ellos mismos lo juzgaran, porque a ellos no les estaba permitido el matar a nadie, no estaban en capacidad de dictar una sentencia de muerte, y que perdone Paul Winter, quien se empeña en aseverar lo contrario. Ellos no podía dictar la sentencia de muerte, pero si hacer una acusación que conllevara la pena de capital. En otras circunstancias, cuando el acusado era sorprendido en el flagrante delito de blasfemia, el Tribunal se las ingeniaba para incitar a un linchamiento, lo cual era un crimen colectivo, como pasó en el caso de Esteban. Es por eso que queriendo librarse de este caso, Pilato envía a Jesús para ser presentado ante Herodes Ántipas.
Si se tuviera que resumir las opiniones de Hegel sobre esta comparecencia, se resumiría de esta manera: A Herodes le causó alegría ver a Jesús, cosa que hacia mucho tiempo que deseaba que pasase, porque había oído hablar mucho de Jesús y esperaba que obrara algún prodigio. Le hizo muchas preguntas y, además, los sumos sacerdotes y las gentes que les acompañaban repitieron' allí sus acusaciones; Jesús no respondió nada a todo ello y también mantuvo una actitud resignada cuando Herodes y sus cortesanos le hicieron objeto de sus burlas y, por último, le pusieron un manto que era un signo de la dignidad principesca. Como Herodes no sabía qué hacer con Jesús, y como pensaba que era objeto de burla y no de castigo, le devolvió a Pilatos; por otra parte, la atención de Pilato para con Herodes al respetar su jurisdicción sobre Jesús en su calidad de galileo tuvo por resultado e! restablecer la amistad entre ambos, amistad que antes se había visto interrumpida.
Cuando Jesús es presentado ante Herodes Ántipas, este despiadado monarca que le había acosado desde el principio de su ministerio, y a quien Jesús denunció con la designación de zorra, el Maestro estaba a merced de su juez. Herodes fue el sanguinario y pusilánime que había segado la vida de Juan el Bautista, y posiblemente la causa por la cual Jesús tuvo que salir de las tierras de Israel, para refugiarse en la región de Tiro y Sidón. También es posible que el monarca se alegrara de ver a Jesús, pues por lo que se decía de Él, Herodes esperaría verlo realizar algún milagro. De Jesús se decían muchas maravillas, y Herodes quería ser testigo de una de ellas.
El astuto rey quería saber muchas cosas, razón por la cual hizo una multitud de preguntas, más como registra Lucas: "Mas él nada le respondió." He aquí como podemos resumir lo que escribe Edersheim en su obra, ya que en aquel momento, el único sentimiento que movía al Tetrarca era la curiosidad más torpe: la esperanza de presenciar algún acto mágico. Pero fue en vano que hiciera una pegunta tras otra a Cristo. Él permaneció en silencio como antes a las virulentas acusaciones de los miembros del Sanedrín. Pero Cristo que no quería hacer señales, ni aun indignarse y hacer las mismas denuncias del Bautista, era para el realismo burdo de Ántipas sólo una figura inerme, a la cual podía insultar y hacer burla, como hicieron, en realidad, él y sus soldados.
Jesús no tenia que responderle nada. Él estaba como una oveja muda delante de sus trasquiladores; la luz había sido quitada de delante del monarca pecador. No había porque dar las cosas santas a los perros, y las perlas del mensaje Divino no iba a tener ningún aprecio entre los cerdos inmundos.
Hasta la jurisdicción de Herodes llegaron los acusadores, para acosarle. Eran sabuesos que no querían dejar respirar a su presa. Una vez iniciada la persecución, no iban a descasar hasta ver lo que para ellos era un final feliz, la cruz.
Durante esta parte del Proceso, Jesús fue vejado y menospreciado. Es muy probable, que si Jesús hubiese operado un milagro, para complacerlo, como el rey quería, solo para satisfacer una curiosidad, se hubiese entendido como un acto de magia, un juego, una entretención, un acto de feria; pero también Jesús podía sembrar el terror entre ellos, ya que aquel abrió los ojos de los ciegos, también tenia el poder de cegar a los que ven; como también podía quitar la vida con tan solo una mirada, ya que el que resucitó a los muertos, podía mandar al sepulcro. Pero no hizo nada de esto. Fue en esta Corte, que como escarnio, se le vistió con ropas blancas, como un símbolo de la dignidad de los ancianos de Israel.
Lucas inserta un paréntesis, el cual es difícil de comprender en nuestros días, pero que seria vox populi en la época, la enemistad entre el Gobernante romano de Judea y el monarca de Galilea. Posiblemente fuera por la muerte de los galileos, cuya sangre Pilato mató en el atrio del Templo. Pudo también haber sido una disputa territorial, pero eso no es parte del Juicio.
Cuando Pilato envió a Jesús ante la presencia de Herodes, le está reconociendo el Derecho de juzgar a uno de sus súbditos, lo cual es una condescendencia; como también una manera de quitarse la responsabilidad de un caso en el cual, lo que mas influía, era la intriga y el odio. Para el romano, Jesús era inocente; pero la Justicia se escribe derecha en medio de los renglones torcidos de las componendas.
Aunque Lucas dice que Jesús fue burlado, encarnecido y maltratado en la Corte de Herodes, por éste y sus oficiales, el Evangelista no dice que fuera condenado, que fallara en su contra. Herodes no evacuó una sentencia condenatoria, más bien hizo un descargo del acusado. Jorge Blanco dice que Herodes no lo juzgó (1982: 22): "…como una manifestación de desprecio hacia Jesús, y para burlarse de él lo hizo vestir con una ropa blanca y lo volvió a enviar a Pilato."
El argumento de Herodes seria que si bien es cierto que él era el Monarca de Galilea, de donde Jesús era natural, Jesús se encontraba en Jerusalén, en el territorio de Judea, donde no era Monarca; por lo cual no podía juzgar un caso en un territorio donde no tenía ninguna jurisdicción. Declara con esto su Incompetencia en razón de la Territorialidad en que se encuentra el acusado. Pilato había declinado en razón de la Nacionalidad del inculpado. Ambas Incompetencias eran validas.
Con el cierre de esta tercera etapa del Juicio a Jesús, se manifiesta que el Juez no encontró nada malo en el acusado; pero tampoco lo puso en libertad. De nuevo el reo es remitido ante el Pretor romano, lugar de donde había salido en un principio. Es con la remisión de Jesús ante Pilato, que los dos Gobernantes se hacen amigos, como se verá con la consumación de su ejecución, que el género humano sellará su amistad con Dios, por medio del sacrificio de la cruz.
2. 6. Jesús ante el tribunal de Pilato por segunda vez.
Mateo: 27: 15-26. Marcos: 15: 6-15. Lucas: 23: 13:-25. Juan: 18: 39-40 y 19: 1-16.
Con el desapoderamiento de Herodes, y el nuevo apoderamiento de Pilato, se arriba a la cuarta y ultima Jurisdicción del Proceso seguido contra Jesús. En ningún Derecho del mundo, cuando un Tribunal se declara incompetente para el conocimiento de un hecho, el mismo Tribunal se puede habilitar. En el caso que nos ocupa, Pilato no se habilitó, sino que fue Herodes el que apoderó al Gobernador romano para que recibiera el caso.
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